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Pablo de Tarso,

un creyente alcanzado por Cristo

José Johnson Mardones


2009
Pablo de Tarso, un creyente alcanzado por Cristo www.josejohnsonm.blogspot.com

CONTENIDO

INTRODUCCION.

Tema 1: Pablo de Tarso y nosotros.


a) Quién es Pablo de Tarso y quienes somos nosotros.
b) Las fuentes para conocer a Pablo de Tarso.
c) Claves de lectura.
d) Actividad.

Tema 2: Pablo, su mundo y su cultura.


a) Un judío practicante.
b) Un griego acomodado.
c) Un ciudadano romano.
d) Actividad.

Tema 3: De la niñez al camino de Damasco.


a) De Tarso a Jerusalén.
b) Los seguidores del Camino.
c) El celo de un perseguidor.
d) Actividad.

Tema 4: Pablo se encuentra con Cristo.


a) Saulo, ¿Por qué me persigues?
b) Viendo con nuevos ojos.
c) El convertido fervoroso.
d) Actividad.

Tema 5: La conversión en el silencio.


a) Un trabajador en Tarso.
b) La Iglesia de Antioquia.
c) Misioneros de Cristo.
d) Actividad.

Tema 6: Los viajes de Pablo.


a) Los viajes en tiempos de Pablo.
b) Primer viaje.
c) Segundo Viaje.
d) Tercer Viaje.
e) Viaje a Roma.

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Tema 7: la espiritualidad de la cruz (1Co. 1,17-31)


a) ¿Qué es espiritualidad?
b) La espiritualidad de Pablo de Tarso.
c) Jesús el redentor.
d) La locura de la cruz (2Co.1,17-31)

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INTRODUCCION

San Pablo es uno de los personajes más influyentes del cristianismo, y


al mismo tiempo, uno de los más polémicos. Su figura causa admiración en
algunos y perplejidad en otros y sus cartas, aunque están dirigidas a
iluminar el camino de las primeras comunidades, son en general muy
desconocidas por los cristianos o consideradas como muy complicadas y
confusas. Todo esto ha hecho que el Papa Benedicto XVI haya invitado a la
Iglesia a centrar su atención en él durante este año, redescubriendo su
figura y conociendo mejor sus cartas y su experiencia de fe.

Pero ¿Quién era, en realidad, Pablo de Tarso?, ¿Cuál fue su


experiencia de Dios?, ¿Cómo se encontró con Jesús y qué cambios provocó
en él este encuentro? Y, en definitiva, ¿Cómo puede su experiencia y su
mensaje iluminar nuestra experiencia de Iglesia hoy, nuestro seguimiento
de Jesús?

En este taller vamos a centrar nuestra atención en Pablo, el creyente,


el seguidor de Jesús, procurando descubrir y conocer mejor su experiencia
de fe, sus conflictos, sus dudas y sus certezas, buscando iluminar con ellas
nuestra propia experiencia creyente, nuestras dudas y certezas, nuestros
conflictos y nuestra vida de fe. Tal es la invitación que la Iglesia ha puesto
en nuestras manos y que estamos llamados a aceptar.

El conjunto de los textos paulinos es riquísimo en temas y situaciones,


lo que nos obliga a privilegiar unos sobre otros. En este taller nos
centraremos en los textos más cercanos al apóstol y en los temas que nos
permitan iluminar las principales preocupaciones y desafíos que hoy
enfrentamos como creyentes.

Espero sinceramente que el testimonio de Pablo de Tarso pueda


iluminar el caminar de cada uno de ustedes y nos permita descubrir también
la alegría de encontrarse con el Señor, para que podamos exclamar con el
apóstol: “Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí. Y mientras vivo en carne
mortal, vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí”
(Gal 2,20).

Fraternalmente, Paz y Bien.

José Johnson Mardones


josejohnsonm@yahoo.es

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Tema 1: Pablo de Tarso y


nosotros.

Una de las ideas centrales que


cruzan la vida de Pablo es la del
camino, sea porque el cristianismo
que conoció recibía ese nombre,
sea por su constante peregrinar de
una comunidad a otra. Hoy
queremos caminar con Pablo para
que nos cuente el camino que hizo
e iluminar con su experiencia
nuestro propio camino. Y cuando
dos caminantes se encuentran,
primero vienen las presentaciones.

a) Quién es Pablo de Tarso y quiénes somos nosotros.

El camino de cada uno está marcado por su historia, su experiencia, su


búsqueda de una fe auténtica y los conflictos que enfrentamos para vivirla.
La vida de Pablo no fue diferente y la de nosotros tampoco. Por eso, antes
de comenzar a recorrer el camino, nos detendremos un momento a ver sus
principales desafíos y experiencias, los elementos centrales que marcaron
su camino, para luego compararlos con nuestra realidad, nuestros desafíos
como Iglesia y creyentes de hoy, en un mundo muy diferente y a la vez muy
parecido al de Pablo.

Los principales elementos que presenta la experiencia de Pablo los


podemos resumir de la siguiente forma:

* Búsqueda de una fe auténtica. Antes y después del encuentro con


Cristo, Pablo es un hombre que busca vivir su fe con autenticidad. Es un
hombre apasionado por su fe y su religión. Esto hace que estudie
fervorosamente la Ley de Moisés y persiga con celo a los cristianos. Esa
misma pasión hace que se vuelva misionero y predicador cristiano, organice
comunidades y les escriba. Es la búsqueda de una fe vivida
consecuentemente lo que puede darle sentido a su existencia, al punto de
decir: “para mi la vida es Cristo y morir una ganancia” (Flp.1,21).

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Nosotros, por nuestra parte, también vivimos esta búsqueda de


autenticidad y coherencia, en un mundo cambiante y complejo, como el de
Pablo, y es por ello que su testimonio puede servirnos hoy. Aprenderemos
con el apóstol a diferenciar lo verdadero de lo falso en muchas experiencias
y caminos que se nos presentan a los creyentes de hoy.

* Una espiritualidad en el conflicto. Si hay algo que marcó la vida de


Pablo, y de todo creyente que busque vivir su fe con autenticidad, es el
conflicto constante, tanto dentro como fuera de la comunidad cristiana:
Conflicto con sus hermanos de raza que se negaban a admitir que abriera las
promesas a los paganos sin pasar por la Ley, conflicto con los creyentes que
confundían la libertad cristiana con el descompromiso y conflicto con las
autoridades del imperio. Todo esto hizo que Pablo viviera su fe a partir de la
experiencia constante de la lucha y el conflicto, buscando mantener la
esperanza en medio de las dificultades, enfrentando con fidelidad las
consecuencias de su fe.

Hoy también vivimos muchos conflictos, tanto dentro como fuera de


la comunidad cristiana. Sobre todo aquellos que, como Pablo, buscan iluminar
la vida de la comunidad y transformar la sociedad a partir de su fe. Hacer
de ese conflicto un espacio de espiritualidad es una forma de mantener la
fidelidad en medio de nuestras dificultades y seguir los pasos de Jesús.

* Constante apertura a la voz de Dios que habla en la historia.

Pablo reconoció en cada momento la voz de Dios que le hablaba en los


hechos de su vida, en la historia de su pueblo, en el caminar de las
comunidades. Nunca ha sido fácil leer esa voz de Dios, requiere
discernimiento y sentido crítico, una vida de oración y comunidad, además
de la necesaria apertura para dejarse cuestionar y cambiar de rumbo. Pablo
fue un creyente impulsado por el Espíritu, precisamente porque vivía abierto
a nuevas reflexiones y cambios que la realidad le iba sugiriendo.

La facilidad de las informaciones y el mayor conocimiento que hoy


tenemos de los fenómenos sociales y económicos nos permiten una mirada
más crítica de nuestra historia, lo que conlleva también un compromiso más
hondo con la transformación de esa misma historia, pues en ella
reconocemos la voz de Dios que nos habla.

b) Las fuentes para conocer a Pablo de Tarso.

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Para acercarnos a la experiencia de Pablo contamos con diversas


fuentes de información en el Nuevo Testamento. Pablo de Tarso es, después
de Jesús, el personaje del que tenemos mayor información actualmente. Las
fuentes se pueden dividir en tres grupos, de mayor a menor cercanía al
apóstol, lo que nos indica qué fuentes deben privilegiarse a la hora de
conocer mejor su vida y mensaje. Estas podemos separarlas en:

* Las cartas auténticas de Pablo. Se trata de cartas escritas o dictadas


por el mismo Pablo, dirigidas a algunas comunidades en las que trata
problemas puntuales, y a partir de ellos, presenta el misterio cristiano. Si
bien Pablo no pretende explicar su experiencia de fe, sino atender a los
problemas de las comunidades, podemos entrever en ellas su testimonio de
creyente y el camino que realizó en seguimiento de Jesús. Hoy se cuenta
entre las cartas auténticas a 1Tesalonicenses, Gálatas, Filipenses, Filemón,
1-2 Corintios y Romanos. Ellas deberán ser la primera fuente para conocer
la vida y experiencia de Pablo.

* Las cartas no auténticas de Pablo. Son aquellas escritas luego de la


muerte del apóstol, como un desarrollo posterior de su doctrina y
testimonio. También deben ser consideradas, pero en un papel secundario
con respecto a las primeras. Entre las no auténticas se encuentran
2Tesalonicenses, Efesios, Colosenses, 1-2 Timoteo y Tito.

* Los Hechos de los Apóstoles. A partir del capítulo 9, cuando relata el


encuentro de Pablo con Cristo, los Hechos de los Apóstoles se centran cada
vez más en la persona y acción de Pablo hasta su llegada a Roma. El libro fue
escrito por Lucas, el autor del tercer evangelio, entre el 70 y el 85 d.C, es
decir, en época muy posterior a la vida de Pablo. Además, Lucas intenta en
sus dos libros presentar una visión de la historia de la salvación ocupando la
geografía como esquema. Así, todo parte en Jerusalén y desde ahí al fin del
mundo, que en su caso es Roma. Por eso se permite ciertos arreglos en la
narración. Con todo, su relato nos permite enmarcar el testimonio de las
cartas y completar lo que en ellas falta, siempre dando prioridad al
testimonio de las cartas por sobre los Hechos.

Además de estas tres fuentes podemos señalar los aportes de la


investigación histórica y arqueológica, las que nos muestran cómo era el
mundo y cultura de Pablo, lo que resulta ser de gran ayuda para comprender
mejor muchas de sus preocupaciones, búsquedas y conflictos.
c) Claves de lectura.

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Me permito ofrecer algunas claves de lectura que ayuden a leer las


cartas de Pablo con provecho y una mejor disposición. Son elementos que
permiten enmarcarlas adecuadamente y así sacar de ellas el alimento que
fortalezca nuestro camino. Aunque las presente principalmente con
respecto a las cartas auténticas, también servirán para iluminar la lectura
de las demás cartas y de los Hechos.

Aunque suene obvio nunca está demás recordarlo: la lectura debe ser
hecha en oración, en una actitud de apertura al Espíritu que nos sigue
hablando en estas páginas, en nuestra vida y nuestra historia, en comunión
con los hermanos en la fe y con la apertura para dejarse cuestionar por su
mensaje.

* Leer desde el tiempo de Pablo. Al leer las cartas, tener en cuenta el


tiempo en el que se escribieron, los destinatarios, la situación en esa región
del imperio, las preocupaciones de la comunidad, etc.

* Leer desde la vida de Pablo. Es importante tener una visión del camino
hecho por Pablo y recordar siempre que las cartas las escribe un creyente
que vibra con su fe, que habla de lo que ha vivido y que es una autoridad
para la comunidad, además del hecho de escribir inspirado por el Espíritu
Santo. Si olvidamos al ser humano detrás de las cartas podemos terminar
transformándolas en un código a cumplir y no en un testimonio de fe que nos
interpela y motiva.

* Leer desde el presente. No nos acercamos a los textos de Pablo por


curiosidad, sino para iluminar nuestro camino con su testimonio y darnos
fortaleza y claridad en medio de las dificultades y confusiones. Nos
interesa iluminar nuestro hoy, nuestra historia y realidad, con el testimonio
del apóstol, para seguir más fielmente a Jesús junto a nuestros hermanos.

* Leer desde la vida de la comunidad. Las cartas, se olvida fácilmente, no


fueron escritas para personas, sino para comunidades. Su intención es
iluminar el camino de los creyentes que tratan de vivir unidos su fe y su
esperanza, que son solidarios en sus dificultades y van haciendo un camino
juntos. Sólo quien vive su fe en comunidad podrá comprender el alcance y la
fuerza de las cartas de Pablo.

* Leer desde el compromiso. Quien se queda distante de los problemas que


vive su comunidad, quien no se preocupa o compromete con los problemas de

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su pueblo y con su historia, difícilmente podrá entender los conflictos y


problemas que enfrentó Pablo. Su testimonio es el de alguien comprometido
con su pueblo y con sus hermanos en la fe, entregando la vida para hacer que
las cosas se ordenen según la voluntad de Dios. Por eso las cartas suponen el
compromiso y son un llamado a asumirlo con esperanza y decisión, tal como
Jesús, tal como Pablo.

d) Actividad.

Para comenzar a conocer un poco mejor a Pablo, rellene el siguiente


cuadro, buscando la información en las citas presentadas a la derecha.

Citas
Lugar de nacimiento Hch. 21,39
Pertenecía a la tribu de… Flp. 3,5
Pertenecía al grupo de los… Hch. 26,5
Situación legal en el imperio Hch. 22,27
Fue educado en… Hch. 22,3
Su maestro fue… Hch. 22,3
¿Era un judío practicante? Gal 1,14
Profesión Hch. 18, 2-3

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Tema 2: Pablo, su
mundo y su cultura.

Vamos a conocer ahora


un poco más del mundo de
Pablo, de su cultura y de la
formación que recibió.
También cómo todo eso influyó
en su forma de ser y vivir su
fe y el misterio de Jesús. En
esa historia, en esa formación
y mundo en el que Pablo creció, fue donde descubrió la voz de Dios que le
hablaba y lo invitaba a hacer un camino con El, camino que lo llevaría a
estudiar la Ley, a perseguir a los cristianos, a encontrarse con Cristo y
entregar toda su vida por El.

Según los estudios actuales, Pablo habría nacido cerca del año 8
después de Cristo en la ciudad de Tarso. Tarso era la capital de la región de
Cilicia, en la actual Turquía. Su población ascendía a cerca de 300.000
habitantes. Ubicada cerca del mar y en las orillas del río Cidno, era un
puerto importante, ya que estaba en la ruta comercial que comunicaba Siria
con la meseta de Anatolia.

Su importancia económica iba de la mano de su importancia cultural.


Era llamada "la Atenas de Asia". Entre sus maestros se recuerda a Arato
(s.III a.C), a quien cita Pablo (Hch 17,28). La ciudad gustaba de la filosofía
y el deporte. Los ciudadanos de Tarso tenían una gran flexibilidad de
espíritu para acomodarse a las situaciones nuevas y sus problemas.

a) Un judío practicante.

Pablo era hijo de judíos que vivían en la diáspora, es decir, fuera de la


tierra de Israel. El mismo en la carta a los Filipenses (Flp. 3,5) dice ser
“Israelita de raza, de la tribu de Benjamín, hebreo e hijo de hebreos”.
Seguramente, su familia era muy religiosa y practicante, y de ella Pablo
aprendió a respetar la Ley y las costumbres de los antepasados (Gal. 1,14).
En el mismo texto de Filipenses señala que fue circuncidado al octavo día, es
decir, siguiendo estrictamente la costumbre de los antepasados (Lev, 12,3).
Ahí recibe el nombre de Saulos, versión griega del hebreo Saúl, el primer
rey de Israel, que era de la tribu de Benjamín, lo que también refleja el

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profundo respeto que su familia sentía por las tradiciones judías y la


historia de su pueblo.

Como todo niño judío, recibió la educación básica en la sinagoga de


Tarso, la que consistía en aprender a leer la Torá (la Ley de Moisés, los
cinco primeros libros de la Biblia) y las costumbres del pueblo, su historia y
sus oraciones. Pasados los 12 años, cuando ya a un niño se le consideraba
adulto, fue enviado a estudiar a Jerusalén “a los pies de Gamaliel” (Hch.
22,3), uno de los maestros más respetados de la época. El estudio superior
incluía la tradición de los antepasados sobre la correcta interpretación de la
Ley y otorgaba autoridad para explicar y aplicar la Ley.

El celo de Pablo por vivir su fe con fidelidad hace que se vuelva un


experto en la Ley, tanto en su conocimiento como en su práctica, al punto
que puede decir de sí mismo que en cuanto al cumplimiento de la Ley es
irreprochable (Flp. 3,6). Esta misma búsqueda del pleno cumplimiento de la
Ley para agradar a Dios (ser “justo”, en el lenguaje hebreo) lo hace
integrarse al grupo de los fariseos (Flp. 3,6; Hch. 26,5) y alcanzar luego una
gran influencia y autoridad, lo que se refleja en la muerte de Esteban (Hch.
8,1) y en las recomendaciones que consigue para perseguir a los cristianos
de Damasco (Hch. 9, 1-2).

Es este deseo de justicia y fidelidad una de las principales


motivaciones de la vida de Pablo. El quiere ser justo delante de Dios y vivir
su fe en comunión con su pueblo y su raza, en medio de una ciudad de
costumbres distintas y múltiples culturas.

b) Un griego acomodado.

La familia de Pablo eran fabricantes de tiendas y heredó de ellos su


oficio (Hch. 18,3). Muchos indicios hacen pensar que era una familia
acomodada, como por ejemplo el hecho que hayan costeado la educación del
joven Pablo en Jerusalén o el que contaran con la ciudadanía romana, lo que
implicaba un alto costo (Hch. 22,28). Probablemente, Pablo fue iniciado en el
oficio para hacerse cargo del negocio familiar siendo ya adulto. Esto, junto
a su educación religiosa y su ciudadanía, aseguraban para él una posición
importante en la sociedad.

Muchas cosas en las cartas reflejan la vida de ciudad de Pablo. Para


comenzar, su nombre de Paulos, que usaba en el mundo pagano, así como
usaba Saulos en el mundo judío. No hace muchas comparaciones del mundo

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agrícola, como Jesús, sino más relacionadas con la “polis” griega.


Seguramente asistió al estadio y conocía la rutina de los deportistas: habla
de “ganar la corona” (1Co. 9,25), “alcanzar la meta” (Flp. 3,12-14), “conseguir
el premio” (1Co. 9,24), luchar sin dar golpes en el vacío (1Co. 9,26), correr en
la dirección debida (1Co. 9,26; Gal. 2,2; 5,7; Flp. 2,16). También habla de
combate (2Tm. 2,7) y pelea (1Co. 9,26) y conoce el esfuerzo y disciplina de
los atletas (1Co. 9,25).

c) Un ciudadano romano.

Como ya hemos visto, Pablo era ciudadano romano, no por haber


comprado la ciudadanía, sino por nacimiento. El padre o el abuelo de Pablo
tuvieron que haber comprado la ciudadanía y él la heredó. Ser ciudadano
romano tenía sus privilegios, como no ser azotado o encadenado sin juicio
previo (Hch. 22,29), no ser crucificado1 o apelar al César en caso de un
juicio (Hch. 25, 11-12).

También implicaba la participación en la “polis”, en la asamblea de


ciudadanos donde se decidían las cosas importantes de la ciudad. No
cualquiera era ciudadano: quedaban excluidas las mujeres, los trabajadores
manuales, los esclavos, los extranjeros, etc. Sólo los hombres libres eran
ciudadanos.

Pablo debió haber participado en la política (gobierno de la polis) en


Tarso, comprometido con las situaciones y decisiones de la ciudad desde una
posición de importancia. En las cartas refleja respeto por las autoridades
(Rm. 13,1ss), habla de los paganos excluidos de la ciudadanía de Israel (Ef.
2,12), de ser conciudadanos de los santos (Ef. 2,19), de que somos
ciudadanos del Cielo (Flp. 3,20) y muestra dotes de organizador y dirigente.

Todos estos elementos hacen que la vida de Pablo estuviese


asegurada por una posición de poder, pero todo eso se volvió pérdida al
encontrarse con Cristo (Flp. 3,7). El mismo dirá más tarde: “por su causa lo
perdí todo y considero todo basura a fin de ganar a Cristo y estar con El”
(Flp. 3,8)

1
En un texto del año 63 a.C., Cicerón defiende a su cliente en un juicio, señalando que la crucifixión es
indigna de un ciudadano romano: “Que el mismo nombre de cruz se aparte no sólo de la persona de los
ciudadanos romanos, sino de sus pensamientos, de su vista, de sus oídos .Pues con tales suplicios no sólo
la ejecución, sino su carácter, su temor, su mismo nombre es indigno de un ciudadano romano y de un
hombre libre” Cicerón. Pro Rabirio, 16.-

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d) Actividad.

Como Pablo, nosotros también tenemos una cultura y formación que


nos marca y hace que seamos lo que somos. Les invito a describir los
siguientes elementos de la vida de cada uno y ver cómo influyen en lo que
hoy somos, en nuestra forma de ver la vida y la fe:

- Dónde nació (campo, ciudad, pueblo, etc)


- Qué influencia recibió (estudios, amistades, etc)
- Cómo todo eso se refleja en su forma de vivir y entender su
fe.

LAS PROVINCIAS DEL IMPERIO ROMANO

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Tema 3: De la niñez al
camino de Damasco.

Vamos a reflexionar ahora


sobre la vida de Pablo, desde su niñez
hasta su encuentro con Cristo en el
camino de Damasco. Su vida, sus
inicios, su formación, marcarán lo que
será después como apóstol de Jesús,
porque el encuentro con Cristo no
anula nuestra historia y cultura, sino
que la vuelve más plena y le da su
verdadero sentido.

a) De Tarso a Jerusalén.

En Tarso, Pablo recibió la educación de todo niño judío, tanto en la


dispersión como en la tierra de Israel. Esta educación giraba en torno a dos
cosas: la enseñanza de la Ley y de los preceptos, y la enseñanza del oficio
del padre. Las primeras enseñanzas de la Ley, de las costumbres de los
antepasados y del oficio se daba en cada hogar. Muchos textos de la Biblia
recuerdan la obligación de los padres de enseñar a sus hijos y de instruirlos
de manera adecuada (Dt. 6, 20-25; Dt. 11,18-19; Sal. 78,3-4; Pr. 4,1-27; Ex.
12,24-27; etc). La educación hogareña era dada con disciplina y severidad.
En el libro de los Proverbios se aconseja a los padres: “no ahorres castigo al
muchacho, pues no morirá porque lo azotes con la vara. Si lo azotas con la
vara, salvarás su vida del abismo” (Pr. 23,13-14).

A la edad de cinco o seis años, Pablo ingresó a la sinagoga a estudiar


la Ley junto a otros niños de la comunidad judía de Tarso. La enseñanza se
dividía en dos partes, las que se realizaban en dos espacios distintos junto a
la sinagoga: La “casa del Libro” (Bet sefer), donde se estudiaba la Ley
escrita (los cinco primeros libros de la Biblia) y los niños aprendían a leer y,
en algunos casos, nociones básicas de escritura. El segundo tipo de
educación era la “casa del aprendizaje” (bet talmud) y comenzaba alrededor

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de los diez años, donde se aprendía la ley oral, es decir, las tradiciones de
los antepasados sobre cómo debían entenderse y aplicarse los preceptos de
la Ley. El principal método de enseñanza en la primera etapa era la
repetición y memorización de los preceptos. En la segunda, el maestro
explicaba el sentido del precepto y los niños hacían preguntas, memorizando
también la enseñanza del maestro.

Luego de esta enseñanza elemental, algunos jóvenes continuaban


estudios en torno a un maestro reconocido de la ley, conviviendo en su
misma casa, aprendiendo de su conducta y de sus palabras. No todos
accedían a este tipo de educación, porque en general era muy costosa. El
joven Pablo, según la noticia de Hch 22,3, fue enviado a Jerusalén para
estudiar junto a Gamaliel. Una vez finalizado el estudio, el aprendiz era
considerado con capacidad para interpretar la Ley y podía ser consultado en
juicios o frente a dudas particulares. Por el hecho de haber conseguido
recomendaciones por parte del sanedrín para perseguir a los cristianos (hch.
9, 1-2) y por ser quien aprobaba la muerte de Esteban (Hch. 8,1), parece que
Pablo logró un gran prestigio entre las autoridades, formando parte del
grupo de los fariseos.

Mientras Pablo estudiaba y “hacía carrera”, otro joven comenzaba a


realizar su predicación itinerante, se llamaba Jesús. Es muy improbable que
se hayan conocido, aunque un texto de Pablo podría entenderse en ese
sentido (2Co. 5,16), lo que es dudoso. En todo caso, Pablo si conoció a un
grupo de judíos que, luego de la muerte del Nazareno, proclamarían su
resurrección y entrarían pronto en “rumbo de colisión” con las autoridades
de la época. El encuentro con ellos encendería el celo de Pablo. Se trataba
del grupo de los nazarenos, como eran llamados por los demás judíos, o de
los “seguidores del camino”, como preferían llamarse ellos mismos.

b) Los seguidores del Camino.

El judaísmo de la época de Jesús y de Pablo estaba lejos de ser


uniforme. Había una unidad común en torno a la fe en un Dios único, a la
alianza entre Dios y su pueblo, y a la Ley como la expresión de la voluntad de
Dios que el pueblo se comprometía a vivir. El signo evidente de esta unidad
era el Templo de Jerusalén y su culto, el que además se convirtió en un
símbolo de identidad nacional. Sin embargo, más allá de estos elementos, la
diversidad era enorme y provocaba tensiones, ampliadas grandemente por la

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difícil relación con el imperio romano y las luchas por el poder y la influencia
sobre el pueblo.

Luego de la muerte de Jesús, sus seguidores comienzan a formar un


grupo dentro de las distintas corrientes judías de la época, llamados por los
demás como los “nazarenos”, por el origen de Jesús y por haber nacido en la
Galilea. Los nazarenos se diferenciaban de los demás grupos principalmente
por la fe en Jesús, en quien creían como Mesías, afirmando que Dios lo había
resucitado de entre los muertos, y en transformar esta fe en El como el
único camino para ser grato a Dios y rendirle un culto verdadero.

Muy pronto, el poner a Jesús como centro de la vida y la fe (no ya el


Templo o la Ley), comenzó a provocar conflictos con las autoridades judías,
al punto de ser criticados y perseguidos, lo que se agravaría más después de
la destrucción del Templo (año 70 d.C.), terminando por conformar un grupo
desconectado del judaísmo y con identidad propia. Pero en el tiempo de
Pablo aún los nazarenos eran un grupo judío más y las persecuciones eran
provocadas sólo desde los grupos más cercanos al Templo y a la aristocracia
sacerdotal.

Pero más allá de eso, ¿Cómo entendían los propios cristianos su vida
de fe? En los Hechos de los Apóstoles los cristianos llaman a su fe “el
Camino” (Hch 19.9,23; 22,4; 24,14.22) y esto tiene un hondo significado. El
camino es ocupado comúnmente en la Biblia como figura de la forma de
actuar de alguien, de su conducta y sus criterios. Por ejemplo, en Is. 55, 7
se llama al malvado a dejar “su camino”, es decir, su mala forma de actuar y
en los versículos 8-9 se dice de Dios: “porque mis pensamientos no son los
pensamientos de ustedes, ni los caminos de ustedes son mis caminos (...)
Porque cuanto se elevan los cielos sobre la tierra, así se elevan mis caminos
de los de ustedes y mis pensamientos de sus pensamientos” 2. El camino es,
entonces, una forma de señalar la forma de actuar, los criterios, la forma
de ser, según Dios o según el “mal camino”.

Para cualquier judío el camino “de Dios” lleva a la vida, y este camino
es su Palabra, expresada en la Ley. Quien sigue la Ley ha tomado el camino
de la vida. Los primeros cristianos han descubierto, a partir de la
resurrección de Jesús, que la Ley fue la preparación que conducía al único
camino que lleva a la Vida, que es Jesús mismo. La conducta de los
cristianos, su forma de actuar, no era para ellos “un camino” para seguir la

2
Otros ejemplos son: 1Re.2,4; Is. 40,27; Jer. 10,23; Prov. 5,6; Mat. 21,32; 2Pe.2,21, etc.-

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Ley y vivir mejor su fe, sino el único camino verdadero: “Yo soy el Camino, la
verdad y la vida, nadie va al Padre si no es por mí” (Jn. 14,6).

¿En qué consistía ese camino, esa forma de actuar? En seguir a Jesús,
en hacer su camino tras sus pasos, en comunidad, siguiéndolo. Esto lo
presentan los Hechos con imágenes ideales, como un espejo en el cual toda
comunidad puede reflejarse y compararse (Hch. 2,42. Ver actividad). Es
este camino nuevo el que provoca el celo y la indignación de las autoridades
y desata la primera persecución y el primer martirio, situaciones que
impactarán hondamente a Pablo de Tarso.

c) El celo de un perseguidor.

Tanto los Hechos de los Apóstoles como las Cartas de Pablo coinciden
en señalar su conducta antes de su conversión. El celo por su religión hizo
que Pablo persiguiera duramente a la Iglesia para destruirla (Gal. 1,13), Para
comprender la actitud de Pablo, es necesario detenernos en la palabra “celo”
y comprender qué significa.

El término griego Zelos significa estar acalorado, ser apasionado y


traduce el hebreo qin’ah que recuerda el rojo que sale en el rostro de una
persona alterada o enojada. Se trata, en sentido religioso, de la pasión por
el cumplimiento de la voluntad de Dios, de la indignación frente al pecado o
la injusticia, del deseo profundo de fidelidad. Así, por ejemplo, Elías “arde”
en celo por Yahveh, indignado por la infidelidad de su pueblo (1Re. 19,14;
Eclo. 48,2) y el salmista declara: “el celo de tu casa me devora” (sal. 69,10;
119,139). Se trata entonces de una actitud religiosa, positiva, de entusiasmo
y deseo verdadero de fidelidad a Dios. Puede traducirse por deseo,
preocupación, pasión, etc.

Pero esta actitud también tiene su lado negativo. Si no está


controlada por la compasión hacia los demás y por el recuerdo del pecado
propio y la fragilidad, puede llevar al fanatismo y la intolerancia, aún con las
mejores intenciones. En este sentido, el celo se puede traducir por envidia,
enfado, etc. De hecho, la primitiva comunidad cristiana tuvo que soportar el
celo de las autoridades judías, sufriendo fuertes persecuciones (Hch. 5,17;
13,45; 17,5). Pablo declara a los romanos que el celo de los judíos (en
general, no de las autoridades) es verdaderamente religioso, aunque falto
de conocimiento (Rom. 10,2).

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Fue este mismo celo el que llevó a Pablo a aprobar la muerte de


Esteban (Hch. 8,1) y a perseguir a la Iglesia de Cristo tratando de
exterminarla (Hch. 22,3; Flp. 3,6; Gál. 1,14). Los cristianos eran un peligro
para el judaísmo fariseo de Pablo, ya que al poner a Jesús como centro de la
vida, dejaban en un segundo plano las normas de la Ley y cuestionaban,
aunque no fuera explícitamente, la utilidad del Templo y el culto.

Es en el preciso momento de mayor celo de Pablo cuando Jesús le sale


al camino. El creía estar haciendo la voluntad de Dios al perseguir a los
cristianos, esperaba que sus acciones lo hicieran “justo” ante El, pero Dios
transformaría ese celo y esa pasión al revelarle a Cristo, en el camino de
Damasco, marcando la vida de Pablo con un antes y un después definitivos.

d) Actividad.

Los Hechos resumen la vida de las comunidades cristianas en Hch.


2,42:
“Acudían asiduamente a la enseñanza de los Apóstoles, la convivencia
fraterna, la fracción del pan y las oraciones”

En el siguiente cuadro, a partir de las citas bíblicas, señalar las


características del “camino cristiano” y la forma en que se expresa hoy.

Aspecto Citas Características Nosotros Hoy


Enseñanza Gal. 1,8-9
Apostólica 2Pe.1,16-18
1Tim 4,2
2Tim2,8; 3,14
1Jn. 1,1-4
Convivencia Hch. 2,44-45
fraterna Hch. 3,32-35
Hch. 5,12
Rom. 12,14-21
2Co. 8,1-6
Fracción del Mc. 10,45
Pan Hch. 2,46
Hch. 20,7
1Co. 10,18-21
1Co. 11,25-26
Oraciones Hch.1,24-25
Hch.4,24-30
Hch. 6, 6
Rom. 1,10
Ef. 6,18
Flp. 1,9

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Tema 4: Pablo se
encuentra con Cristo.

Vamos a entrar al momento más


decisivo de la vida de Pablo de Tarso:
su encuentro con Cristo en el camino de
Damasco. Es un momento de una
profunda experiencia espiritual, en el
que encuentra el sentido de toda su
búsqueda al “tropezar” con Cristo,
quien se le muestra vivo y resucitado,
haciendo que su vida de un giro total y
decisivo.

Nosotros también nos hemos


encontrado con Cristo, aunque
seguramente no de una forma tan intensa como la de Pablo, pero sí
igualmente verdadera y transformadora. A cada uno Jesús se le revela en su
historia y de acuerdo a su personalidad: Algunos, como los discípulos de
Emaús (Lc. 24, 13-35), tardan algún tiempo en darse cuenta de ese
encuentro, otros lo viven como una experiencia profunda y reveladora, y
otros, como Pablo, como una experiencia fuerte y poderosa. Lo importante
es tomar conciencia de ese encuentro y vivir la fe como un constante
encuentro con Cristo, revelado en la comunidad de sus discípulos, en la
Iglesia.

a) Saulo, ¿Por qué me persigues?

La historia es conocida y Lucas la relata tres veces en los Hechos de


los Apóstoles (Hch 9, 1-19; 22, 3-21; 26, 4-23). Pablo va a perseguir a los
cristianos en Damasco y llevarlos a Jerusalén para entregarlos a las
autoridades y así acabar con aquél grupo que, según la visión de Pablo, ponía
en peligro la verdadera fe de Israel y las tradiciones de los antepasados,
confundiendo al pueblo con la historia de Jesús, muerto y resucitado. Quizá
Pablo podría hacer suyas en ese momento las palabras de Festo: “Los
acusadores comparecieron ante él (Pablo), pero no presentaron ninguna
acusación de los crímenes que yo sospechaba; solamente tenían contra él
unas discusiones sobre su propia religión y sobre un tal Jesús, ya muerto,
que Pablo afirmaba que estaba vivo” (Hch. 25,18-19).

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Pero en el Camino sucede algo misterioso, Jesús mismo le sale al paso


a Pablo para mostrarle que está vivo y que, al perseguir a los cristianos,
Pablo lo está persiguiendo a El. Esto echó por tierra todo lo que Pablo había
hecho hasta ese momento. El creía sinceramente defender los intereses de
Dios al proteger a su pueblo contra este grupo peligroso y ahora Jesús
resucitado le mostraba que lo que esos cristianos decían era cierto y que en
lugar de estar haciendo la voluntad de Dios, él se estaba oponiendo a ella.

Así, inesperadamente, gratuitamente, Pablo encuentra lo que había


buscado toda su vida: ser justo ante Dios, ser agradable a sus ojos. Es más,
descubre que no se trata de esforzarse por ser justo, sino dejarse
transformar para que Dios, en Jesús, nos haga justos, nos justifique, por su
sola gracia.

El propio Pablo describe en sus cartas con hermosas expresiones este


acontecimiento, vamos a detenernos en ellas un momento:

“Y en último término se me apareció (el Resucitado)también a mí, que soy


como un aborto”. (1Co. 15,8)

La experiencia de Damasco no fue sólo una especie de certeza


interior, una convicción intelectual o un descubrimiento. Fue más bien un
hecho real, una aparición del Resucitado a Pablo que lo constituye en
apóstol, en testigo de la resurrección. Pablo dirá que su nacimiento a la fe
no fue normal, sino forzado. Los demás apóstoles “nacieron” al ser discípulos
de Jesús y luego testigos del Resucitado, en cambio Pablo fue perseguidor y
luego testigo, naciendo a la fe por fuerza y dolorosamente.

Así también, Pablo enmarca su encuentro con Cristo dentro de la línea


de testigos que viene del mismo Jesús, sintiéndose parte de esa riqueza y
tradición. El encuentro y misión de Pablo no está fuera de la comunidad,
todo lo contrario, la comunidad y la comunión con la Iglesia son el espacio
vital para vivir ese encuentro.

"¿Acaso no he visto a Jesús, Señor nuestro?" (1 Co 9, 1)

La vocación de Pablo no surgió del llamado humano, no aparece ante


las comunidades como un enviado de los apóstoles, sino como apóstol de
Jesucristo, al mismo nivel y con la misma autoridad de los demás apóstoles.
Esta misión y autoridad surgen de haber visto al Señor, de haberse

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encontrado con El y por eso, siente su propio llamado como una obligación,
un deber que ha debido asumir frente a la evidencia de la resurrección.

"Mas, cuando Aquel que me separó desde el seno de mi madre y me llamó


por su gracia tuvo a bien revelar en mí a su Hijo, para que le anunciase entre
los gentiles" (Ga 1, 15-16).

El encuentro con Cristo hace que Pablo comprenda el sentido de su


existencia y la razón de todo su camino. Descubre en ese encuentro que
Dios lo había estado llamando desde siempre y que ese llamado, aún no
conciente, lo había llevado a estudiar la Ley, a cumplir con ella y a perseguir
a los cristianos. La experiencia radical del encuentro con el Resucitado le
hace descubrir que Dios nos llama desde siempre, como a Jeremías (Jer.
1,4ss), para vivir una vida plena en Jesús, el resucitado.

Pablo encuentra el sentido de su existencia porque le ha sido


mostrado, revelado, la presencia y realidad de Jesús como Hijo de Dios, vivo
y presente en su comunidad. Revelar es mostrar lo que está oculto, lo que no
se ve, y Dios acaba de mostrarle a Pablo esa presencia misteriosa del
Resucitado, que aunque no se ve cotidianamente, es real y verdadera. Pablo
dice “revelado en mí”, porque el encuentro exterior con Cristo ha hecho que
su interior reconozca en ese encuentro la respuesta a los deseos de su
corazón. Es por eso que la fe es también un proceso interior, una respuesta
a los hechos objetivos en los que descubrimos la voz de Dios que nos habla.

El apóstol asocia su llamado a una misión: anunciar el Evangelio a los


gentiles, es decir, a los paganos, a las naciones que no tenían la fe de Israel.
La vocación siempre lleva de la mano una misión, es vocación para entregarse
a los demás, para servir juntos a los hermanos de la Iglesia, y a través de
ellos, a la humanidad entera.

“Procuro alcanzar a Cristo, como yo mismo fui alcanzado por El” (Flp. 4,13)

Pablo se siente “alcanzado” por Cristo, atrapado por El, seducido por
el Dios que siempre buscó. Es como si Dios hubiese querido agarrarlo desde
siempre y ahora por fin lo hubiese conseguido. La iniciativa es de Dios que
nos busca siempre, que nos va hablando en cada paso y situación, para
atraernos hacia El. Por eso Pablo insistirá tanto en que la fe es un don
gratuito de Dios y que la salvación es una propuesta de Dios que estamos
llamados a aceptar.

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b) Viendo con nuevos ojos.

Lucas describe la “revelación” del Resucitado como una luz repentina,


que ilumina a Pablo haciéndole ver a Cristo y, a la vez, dejándole ciego. Esto
que parece una contradicción, tiene un hondo significado: Iluminación era
una de las formas de llamar al bautismo en la Iglesia primitiva, porque es a
través del bautismo como la luz de la fe ilumina a los creyentes para que
puedan ver al Resucitado, experimentar su presencia. Y la primera cosa que
debió “ver” Pablo, era lo ciego que había estado y la necesidad de la
comunidad para ver con claridad.

Es por eso que el relato continúa con la llegada de Pablo a Damasco, su


espera paciente y fervorosa y el bautismo por parte de Ananías, que es lo
que abre definitivamente los ojos de Pablo para ver con claridad. Luego
permaneció con los discípulos de Damasco, donde seguramente recibió la
primera instrucción cristiana sobre la fe y el Evangelio. Después de esto,
según la noticia de Gal. 1,17, Pablo se fue a Arabia y luego de un tiempo
volvió a Damasco. Seguramente fue un tiempo de silencio, de calma, para
reflexionar sobre lo ocurrido y realizar el lento proceso de dejarse
transformar por el Señor, cambiar la manera de pensar y de actuar. Si se
puede decir que Pablo se convirtió, esa conversión comenzó a ocurrir
durante este tiempo en Arabia y la vuelta a Damasco, periodo que duró tres
años.

El proceso personal necesita de la comunidad, de la comunión con los


demás discípulos de Jesús. Es por eso que pablo sube a Jerusalén para estar
con Pedro durante quince días, y así confirmar la fe recibida y ver con más
claridad el camino al que el Señor lo llamaba. Tal como con nosotros, la
conversión de Pablo demoró tiempo y también de la apertura necesaria para
dejarse guiar y acompañar.

c) El convertido fervoroso.

Después de este tiempo de silencio, y siguiendo el texto de Gal. 1, 18-


24 Pablo se va a Jerusalén y se encuentra con Pedro, con quien permanece
quince días, en un encuentro que refuerza la vocación recibida y los lazos de
comunión con todas las Iglesias. De ahí comienza a predicar por toda Siria y
Cilicia, es decir, por las regiones próximas a Tarso y Damasco, su ciudad de
nacimiento y la ciudad de la comunidad que lo recibió como discípulo de
Jesús.

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La conversión de Pablo demoró tiempo en su corazón, y también en la


comunidad, que en un principio veía con recelo esta nueva actitud. El
encuentro con Pedro, una de las “columnas de la Iglesia” (Gal. 2, 9), sirvió
para confirmar la fe de Pablo y la realidad de su transformación, junto con
su actitud y trabajo, que hacía exclamar a las comunidades: ”El que antes
nos perseguía ahora anuncia la buena nueva de la fe que entonces quería
destruir” (Gal. 1,23).

La predicación del Apóstol continuaría por muchos años, enfrentando


distintos problemas y dificultades, en cada comunidad, para llevar a todos el
Evangelio de Jesús. Uno de los principales sería la relación entre judíos y
paganos en la comunidad cristiana, lo que siempre provocaba tensiones y
dificultades. Su conocimiento de la Ley y su cultura griega hacen de él un
buen instrumento de Dios para comprender ambos mundos y buscar el
camino correcto para mantener la comunión y universalidad de la Iglesia
naciente.

d) Actividades.

Revisen los textos vocacionales que aparecen en la Biblia., buscando


detalles que coincidan con su propia experiencia de encuentro con Cristo. A
partir de este trabajo, escriban un relato de la propia vocación y encuentro
con Cristo.

• Abrahám (Gn 12, 1-3).


• Moisés (Ex 3, 4-10).
• Samuel (1 Sam 3, 1-18).
• Isaías (Is 6, 1-10).
• Jeremías (Jer 1. 4-10).
• María (Lc 1,26-30).
• Juan Bautista (Lc 1,57-60)
• Los primeros discípulos (Mc 1,16-20; Jn 1,35-51).
• 4 primeros discípulos (Lc 5,1-11)
• Leví (Mc. 2,13-14)
• Matías (Hch 1, 21-26).
• Pablo (Hch 9,1-19)

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Tema 5: La conversión en el
silencio

Luego de algún tiempo predicando, Pablo


vuelve a Tarso, pasando algunos años en
una vida silenciosa. El primer impulso
misionero mostró a Pablo que su
conversión no estaba completa, que
debía profundizar en la nueva fe
descubierta y darse tiempo para
dejarse transformar.

Es en el silencio donde el creyente hace


espacio para escuchar la voz de Dios,
para ir cambiando poco a poco, hasta
que un nuevo llamado lo ponga en camino
para comenzar su vida de predicador
itinerante.

a) Un trabajador en Tarso.

Nuestras fuentes no nos cuentan nada directamente sobre este


tiempo de silencio en Tarso, pero podemos averiguar los principales
elementos de la transformación de Pablo a la luz de lo que Pablo dice en sus
cartas al defender su misión de apóstol o al presentar su propia conducta
como testimonio de su vida en Cristo.

Un punto sobre el que Pablo insistirá constantemente es sobre su


actitud de trabajar para sustentarse a sí mismo y financiar sus viajes. En la
época de Pablo, sobre todo en el mundo griego y romano, el trabajo manual
era visto como algo propio de esclavos, denigrante para un hombre libre.
Cicerón, un célebre senador romano, dijo una vez: “un taller no tiene nada
que pueda beneficiar a un hombre libre”. Los filósofos itinerantes, los
maestros y, en el caso de la comunidad, los apóstoles y misioneros,
acostumbraban cobrar por sus servicios, o ser mantenidos por sus
discípulos, para dedicarse por completo a la enseñanza.

Pero Pablo, al haber renunciado a su vida anterior, a comodidades y


lujos, siendo un hombre libre se hizo esclavo de todos para ganarlos a todos

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(1Co. 9,19). El oficio de fabricantes de tiendas hizo posible que Pablo


buscara trabajo en distintos lugares, lo que habría sido imposible de haber
sido agricultor o pastor. Esta actitud provocaba conflictos en las
comunidades, pues invertía los valores sociales y ponía a los últimos en la
escala social (los esclavos) como los primeros (los sabios). El mismo les
escribirá a los Corintios en tono de reproche: “¿Fue mi culpa haberles
anunciado gratuitamente el Evangelio, humillándome a mí mismo para
exaltarlos a ustedes?" (2 Co 11,7). Es más, aconseja a todos que valoren el
trabajo y que se ganen su propio pan, sin vivir a costas de los demás (2
Tes.3, 7-9).

El testimonio del trabajador Pablo resulta especialmente significativo


para nosotros los laicos, que como él debemos combinar el tiempo dedicado
a trabajar para vivir del propio sustento y las obligaciones y
responsabilidades de la comunidad cristiana. Pablo nos muestra que es
posible anunciar el Evangelio como un trabajador, más aún, hacer del propio
trabajo un espacio de testimonio y anuncio del Evangelio de Jesús,
trabajador también como nosotros.

En definitiva, Pablo de Tarso nos muestra que la conversión cristiana


no se queda en un simple propósito o en una buena conducta, sino que tiene
consecuencias sociales e implica ponerse en el lugar de los últimos de la
sociedad, solidarizándose con los que sufren y son marginados. Pablo podría
haber continuado toda su vida cristiana viviendo en el silencio y el trabajo
cotidiano de Tarso, pero nuevos acontecimientos en la Iglesia harían que
tuviese que abandonar la tranquilidad del trabajo sencillo y paciente y
lanzarse a caminar para predicar el Evangelio.

b) La Iglesia de Antioquia.

Según relatan los Hechos (Hch. 8,1-4), luego de la lapidación de


Esteban comenzó una feroz persecución por parte de las autoridades judías,
Pablo incluido, contra la comunidad de Jerusalén, la que se dispersó por toda
la región, exceptuando sólo a los apóstoles. Como Dios aprovecha hasta el
pecado de los hombres para sus planes, esta dispersión permitirá la
propagación del Evangelio más allá de Jerusalén, alcanzando en definitiva
hasta los confines del mundo (Hch. 1,8).

Algunos de esta comunidad dispersa llegan hasta Antioquia, ubicada


en Siria. El método común entonces era predicar a los judíos de la
dispersión, como había sido la costumbre de la comunidad hasta ese

25
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momento. Pero en Antioquia, algunos decidieron predicar también a los


griegos, teniendo una gran acogida entre ellos. De ahí se formaría la primera
comunidad que incorporaba a paganos a la fe en Jesús, abriendo la promesa
a toda la humanidad. Fue precisamente ahí donde los “seguidores del
camino” comenzaron a ser llamados “cristianos”, seguidores de Cristo (Hch.
11,26).

El mundo judío tenía alguna experiencia en la predicación a los


paganos, de la que da testimonio el Nuevo Testamento (Mt. 23,15; Hch. 2,11;
13,16; 13,26; 13,43; 16,14; 17,4; etc.). Los paganos podían acercarse a la fe
de Israel en dos niveles: “los prosélitos”, que observaban la Ley de Moisés y
se circuncidaban y los “temerosos de Dios”, que seguían sólo algunas
prácticas judías y alababan al Dios único. Este segundo grupo era el más
numeroso, aunque siempre era un grupo de segunda categoría en el judaísmo.

La comunidad de Antioquia ofrecía a prosélitos y temerosos de Dios la


posibilidad de integrarse plenamente a la comunidad, en igualdad de
condiciones con los demás cristianos, ya que en Jesús Dios había hermanado
a los dos pueblos: “Ya no se distingue judío y griego, esclavo y libre, hombre
y mujer, porque todos son uno en Cristo Jesús” (Gal. 3,28). Esta oferta
novedosa permitía a todos acoger la salvación, sentirse bendecidos por Dios
y entrar en relación con El a través de la fe en Jesús, muerto y resucitado
por todos.

La novedad de lo sucedido en Antioquia llegó hasta la comunidad de


Jerusalén, que ya tenía algunas experiencias con paganos, como en el caso
de Felipe y el etíope (Hch. 8,26-39), la visión de Pedro y el bautismo de
Cornelio y su familia (Hch. 10,1-48), ambos hechos aislados y producidos no
por iniciativa de la comunidad, sino por la acción del Espíritu Santo. En
Antioquia se trataba en cambio de una acción intencionada y masiva, lo que
cambiaba el escenario. Por eso la comunidad de Jerusalén decide enviar a
Bernabé, quién había participado de la comunidad de bienes en Jerusalén
(Hch. 4,36s) para que investigue el asunto y conduzca el proceso de la nueva
comunidad.

Bernabé reconoció la acción de Dios en la nueva comunidad y buscó a


Pablo en Tarso para que le ayudara y trabajara con él en la formación en
Antioquia. Así, a través de la comunidad, Pablo comienza su misión de
formador y apóstol, reconociendo en la invitación de Bernabé la voz de Dios
que lo llamaba. El trabajo de ambos duró un año en la comunidad, formando a

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ese grupo mixto que logró convivir a pesar de las diferencias, unidos por la
misma fe y la misma gracia.

c) Misioneros de Cristo.

El trabajo de Pablo y Bernabé en Antioquia no consistía sólo en la


formación, sino también en la solidaridad y la escucha atenta de la voz de
Dios que habla en los hechos y en la comunidad. Tal es el caso de la colecta
que organizan para ayudar a los que sufren necesidades en medio de una
escasez, quizá producto de una sequía (Hch. 11,27-30).

La comunidad de Antioquia ya contaba con profetas y doctores que


acompañaban la vida de la comunidad. En medio de la celebración, un día, a
través seguramente de uno de los hermanos, el Espíritu Santo
dijo:”sepárenme a Bernabé y a Saulo para la tarea a la que los tengo
destinados” (Hch. 13,2). La comunidad ayunó y oró, les impuso las manos y
los despidió para que comenzaran su misión.

De esta actitud comunitaria podemos señalar los siguientes


elementos, que nos permitirán comparar nuestra vida de comunidad con la
de Antioquia:

• Comunidad atenta a la voz de Dios que va hablando en las necesidades


de los demás.
• Comunidad atenta a la voz de Dios que le habla en la liturgia, en la
oración y la convivencia fraterna.
• Comunidad solidaria con los necesitados.
• Comunidad que se organiza para formarse y vivir.
• Comunidad desprendida, que es capaz de dejar ir a sus dirigentes
para beneficio de otras comunidades.
• Comunidad orante, abierta a la voz del Espíritu.
• Comunidad que acepta las diferencias y los dones de los demás para
enriquecer la comunidad.

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d) Actividad.

Comparar las características de la comunidad de Antioquia con


nuestra comunidad y dar ejemplos donde esas características se ven
realizadas.

Tarso

Antioquía

Damasco

Jerusalén

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Tema 6: Los viajes de Pablo.

Luego del primer envío misionero, la


vida de Pablo será un continuo viaje entre
una comunidad y otra, anunciando el
Evangelio, formando comunidad, escribiendo,
trabajando, etc. Cada viaje tuvo sus
conflictos y sus alegría, las que marcaron la
experiencia del apóstol y de las comunidades
de la Iglesia, entonces como ahora.

Tres son los viajes misioneros y el de


la cautividad a Roma, que sería el último.
Vamos a señalar las principales características de cada uno de ellos, los
hechos relevantes y cómo todo eso marcó el camino de Pablo de Tarso y el
de la Iglesia.

a) Los Viajes en tiempos de Pablo.

Como resulta obvio, los viajes en el tiempo de Pablo eran mucho menos
cómodos que ahora. El mismo Pablo describe su experiencia en 2Co. 11,26:
“Hice muchos viajes. Sufrí peligros en ríos, peligros con bandidos, peligros
en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar. Tres veces
naufragué. Una vez pasé un día y una noche en alta mar”. Con todo, el
imperio romano hacía posible el viajar de un lugar a otro, sobre todo a
través de la inmensa red de calzadas que habían construido y de los
alberges, ubicados cada 30 kilómetros, que permitían hospedaje y
protección.

En los caminos rurales o menos importantes, los peligros aumentaban.


Por eso, además del sentido de comunidad de toda misión cristiana, Pablo
viajó siempre acompañado por uno o más hermanos, para dar testimonio
juntos de la Buena Nueva de Jesús. Así, en comunidad, Pablo fue
aprendiendo de la práctica a ser misionero, a formar comunidades y
enfrentar los diversos conflictos que le tocó vivir.

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b) Primer viaje3

1. El conflicto con la magia en la isla de Chipre y la intervención de la


autoridad romana, favorable a Pablo y Bernabé (Hch 13,6-12).
2. El discurso en Antioquía de Pisidia y el conflicto fuerte con los judíos,
que fue lo que marcó la ida de Pablo a los paganos (Hch 13,44-52).
3. El conflicto en torno a la religiosidad popular de los paganos en Listra
y el apedreamiento de Pablo, socorrido por la comunidad (Hch 14,11-
18).
4. La confirmación de los hermanos y de las hermanas, y la indicación de
coordinadores o ancianos en las comunidades recién fundadas (Hch
14,21-23).
5. Durante el primer viaje, no se tiene noticia de ninguna carta.

3
Para el esquema de los viajes he seguido el que propone Carlos Mesters en Pablo Apóstol, un trabajador
que anuncia el Evangelio (pag28-30).

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c) Segundo viaje

1. La pelea entre Pablo y Bernabé por causa de Marcos, que llevó a una
separación de los dos amigos (Hch 15,36-40).
2. Fundación de la primera comunidad en Europa, en la ciudad de Filipos,
a través de un grupo de mujeres, cuya coordinadora es Lidia (Hch
16,11-15). El Evangelio es mal recibido en Europa: conflicto, prisión,
tortura (Hch 16,16-4).
3. Conflicto creciente con los judíos. Sienten envidia ante el avance de
las comunidades entre los paganos (Hch 17,5); consiguen el apoyo de
una parte importante de la alta sociedad y de los poderes romanos
contra los cristianos (Hch 17,5-9.13; 18,5-17).
4. El discurso fracasado en Atenas (Hch 17,22-34) y el conflicto interno
en Pablo. Desanimado se va a Corinto (1Cor 2,3; 1Tes 3,7); aprende a
confiar más en la cruz de Cristo que en la oratoria (1Cor 2,1-5).
5. Creación de la comunidad de Corinto, en la que Pablo se queda 18
meses (Hch 18,1-8): comunidad problemática, que le hace sufrir
mucho y recibe varias carta suyas; por otro lado, ella le ayuda a
madurar y a crecer en el misterio de Cristo.
6. Durante el segundo viaje, Pablo escribió sus dos cartas a los
tesalonicenses. De los destinatarios que recibirán otras cartas,
aparecieron ya en este segundo viaje, los filipenses, los corintios y los
efesios. Faltan sólo los romanos y colosenses. De los amigos que

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recibieron cartas, apareció ya Timoteo. Faltan aparecer Tito y


Filemón. Volveremos a hablar sobre las cartas.

d) Tercer viaje

1.

No es exactamente un viaje. Más bien parece un cambio


definitivo a Efeso. Pablo vivió allí más de tres años (Hch 20,31).
2. Conflicto creciente en las comunidades. Los ‘falsos hermanos’ van
después de Pablo e intentan destruir el trabajo que él realiza en las
comunidades (Gál 1,7; 2,4; 6,13; 2Cor 11,4; 2Tes 2,2).
3. Conflicto creciente con la manera de vivir y creer de los griegos: con
la mentalidad y la cultura griega, como se transparenta en las dos
cartas a los corintios; con la religiosidad popular, manipulada por el
poder económico en Efeso (Hch 19,23-40); con la magia pagana en
Efeso y sus alrededores (Hch 19,18-19).
4. Conflicto interno, fruto del crecimiento rápido de las comunidades:
por ejemplo confusión en torno al bautismo de Jesús y de Juan
Bautista (Hch 18,24-26); grupos que divergen en cuanto a la acción
del Espíritu Santo (Hch 19,1-6).
5. Organización de colecta en favor de los pobres de las comunidades de
Jerusalén (2Cor 8,10; Gál 2,10).
6. Conspiración contra la vida de Pablo, lo que le llevó a cambiar sus
planes de viaje (Hch 20,3). En Tróade, la duración de la celebración
provoca sueño en los niños (Hch 20,7-12).
7. Durante el tercer viaje, Pablo escribe las siguientes cartas: las dos a
los Corintios, Romanos y Gálatas. Las cartas a los Efesios (Ef 3,1),
Filipenses (Flp 1,13), Colosenses (Col 4,18) y Filemón (Flm 1,9) fueron

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escritas durante un tiempo de prisión. Durante el tercer viaje, Pablo


estuvo preso en Efeso (1Cor 15,132 y 2Cor 1,8-9). Por eso
probablemente estas cartas hayan sido escritas durante su tercer
viaje.

e) Viaje a Roma.

Según relatan los Hechos (cap. 21-28), Pablo viajó a Jerusalén a


entregar la colecta para la comunidad. Es ahí donde es apresado, iniciando
un viaje largo y varios procesos que lo llevarán en definitiva hasta la ciudad
de Roma, donde predica el Evangelio sin impedimento (Hch. 28,31), en una
especie de “arresto domiciliario con libertad de visitas”, con lo que el libro
concluye y da por realizado el plan de evangelización “hasta los confines del
mundo” (Hch. 1,8).

Poco sabemos de lo que ocurrió después. Seguramente Pablo fue


liberado y continuó formando a la comunidad de Roma, hasta llegar a la
persecución de Nerón en el 64 D.C, donde es ejecutado y entrega la vida por
Cristo.

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Tema 7: la espiritualidad de
la cruz (1Co. 1,17-31)

Hemos seguido el camino que hizo san


Pablo durante su vida. Ahora queremos
reflexionar sobre su espiritualidad, sobre la
forma de seguir a Jesús que Pablo descubrió
y vivió, para iluminar con ella nuestra propia
experiencia de Dios y nuestro caminar como
creyentes hoy. El centro de esta experiencia
espiritual de Pablo es el seguimiento y
anuncio de Jesús, el Mesías crucificado,
como una propuesta escandalosa y
desafiante, a contramano de la propuesta de
la sociedad en la que vivió.

a) ¿Qué es espiritualidad?

Existen varias definiciones de lo que es espiritualidad,


complementarias y distintas, por lo que resulta necesario precisar
primero qué entenderemos por espiritualidad. Son principalmente dos las
más usadas: La espiritualidad como cualidad o virtud, y la espiritualidad
como camino o doctrina espiritual.

Como cualidad o virtud, se dice de una persona que vive


espiritualmente, que tiene devoción o lleva una vida guiada por el Espíritu
de Dios y una práctica cristiana consecuente. En el sentido de camino o
doctrina espiritual, se entiende la espiritualidad como una forma de
seguimiento de Jesús, como un método o una doctrina espiritual que
busca guiar la vida espiritual de los creyentes, surgida por impulso del
Espíritu a través de una persona o grupo (esp. Franciscana, dominica,
etc.) o con relación a una forma de vivir la vocación específica de alguien
(esp. Laical, esp. Sacerdotal, esp. del trabajador, etc.) Vamos a entender
espiritualidad en esté segundo sentido.

Podemos decir que la espiritualidad es:


• Una forma de seguir a Jesús y vivir la vida cristiana.
• Según un modelo propuesto por algún santo o grupo, o por
una vocación específica.

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• Una manera de sentir, pensar y actuar nacida por el soplo


del Espíritu y al servicio de la Iglesia.
• Un conjunto doctrinal que ayuda a vivir su fe a los
creyentes.

Toda espiritualidad cristiana nace de la vida y mensaje de Jesús,


resaltando algún aspecto de su persona. Por ejemplo, la espiritualidad del
trabajador intentará mostrar a Jesús obrero como ejemplo y guia del
mundo del trabajo, la espiritualidad contemplativa mostrará su vida de
oración, etc. Todas las espiritualidades, si son verdaderamente cristianas,
son complementarias y abiertas al resto de la Iglesia, como una riqueza a
disposición de todos.

b) La espiritualidad de Pablo de Tarso.

La forma como Pablo entendió y vivió el seguimiento de Cristo surge


de su propia vida, de su experiencia de fe vivida en comunidad y al servicio
de la Iglesia. Esa espiritualidad se centra en Jesús, visto como salvador y
redentor, a través de la cruz y de la resurrección. Este es el punto de
partida y llegada de toda su reflexión y de su práctica como predicador y
creyente. Sin la cruz redentora de Cristo, su vida y mensaje pierde sentido
y es fácilmente mal interpretada.

El problema que cruza toda la experiencia de Pablo es el de la


salvación. Antes de su encuentro con Cristo buscó ser agradable de dios
viviendo una vida según la Ley de Moisés y consagrando su vida al estudio y
la religión. Al encontrarse con Cristo comprende que esa salvación, ese “ser
agradable” a Dios no se consigue con el esfuerzo personal, sino con la libre
voluntad de Dios que nos sale al encuentro y nos la regala gratuitamente, a
través de Jesús, salvador y redentor.

c) Jesús el redentor

Pablo entiende la plenitud que alcanzamos en Dios no como fruto del


esfuerzo personal, sino como iniciativa de Dios que en Jesús nos ha
rescatado del pecado y del mal para darnos la dignidad de hijos de Dios. La
figura del redentor en el Antiguo Testamento sirve a Pablo para
comprender el sentido de la cruz de Cristo en el plan de salvación de Dios.

La Ley de Moisés establecía la figura del Goel, el rescatador, que


debía rescatar la tierra, los bienes o las personas que habían sido perdidas

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por necesidad o miseria: “si se empobrece tu hermano y vende parte de su


propiedad, su pariente más cercano vendrá y rescatará lo vendido por su
hermano” (Lv. 25,25). Así el pueblo imitará la actitud de Dios mismo, que ha
redimido a Israel, rescatándolo de la esclavitud de Egipto: “Yo soy Yahvé;
Yo los sacaré de los duros trabajos de los egipcios, los libraré de su
esclavitud y los redimiré con brazo tenso y juicios solemnes” (Ex. 6,6)

A partir de esta lógica, los salmos presentan a Dios como el gran


rescatador de su pueblo, liberándolo del pecado y del mal que lo aqueja (Sal.
130,7). En el Nuevo Testamento, Zacarías celebra a Dios “que ha redimido a
su pueblo” (Lc. 1,38) y Ana habla del niño Jesús “a todos los que esperaban
la redención de Israel” (Lc. 2,38), asociando la figura del Goel a la misión de
Jesús. Pablo dirá que es a través de la muerte de Cristo que hemos sido
perdonados, rescatados por su sangre (Rom. 3,24; Ef. 1,7; Col 1,14),
redención que alcanzará a toda la creación, sometida al pecado por la acción
del hombre (Rom.8,18-23).

Esta conciencia de la redención de Cristo no es una reflexión teórica


de Pablo, sino fruto de su propia experiencia de encuentro con Cristo. El
mismo ha sido rescatado por la muerte de Cristo “que me amó y se entregó
por mí” (Gal.2,20).

d) La locura de la cruz (2Co.1,17-31)

Pablo, luego de su fracasado discurso en Atenas, se dirigió a Corinto,


donde fundó una importante comunidad, quedándose un año y medio
formando y enseñando (Hch. 17,32-18,11). Este aparente traspié hace que
Pablo deba reflexionar sobre la forma de predicar el Evangelio y sobre
dónde está el origen de su fuerza y de la verdad de su predicación. El
discurso de Atenas fue elaborado y preparado, pero no convenció a los
atenienses, acostumbrados a escuchar predicadores por curiosidad.

En Corinto, Pablo ocupa otro método: “cuando llegué a ustedes,


hermanos, para anunciarles el misterio de Dios, no me presenté con gran
elocuencia y sabiduría, al contrario, decidí no saber otra cosa que Cristo, y
éste crucificado” (1Co. 2,1-2). Se trata de un cambio de mentalidad, de un
nuevo enfoque que ha hecho comprender a Pablo que la fuerza del Evangelio
surge de Jesús crucificado, lo que a los ojos del mundo es un escándalo y
una estupidez (1Co. 1,23). Se trata del escándalo cristiano, que establece
criterios distintos y opuestos a los de la sociedad, incluso de forma
escandalosa y chocante. De hecho, aún hoy, a los cristianos les cuesta

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aceptar que su Dios muestre su fuerza en el fracaso y la debilidad, entre


los pequeños del mundo, “los que no son nada, para anular a los que son”
(1Co.1,28).

De hecho, la misma comunidad cristiana es testimonio de esta opción


de Dios. La mayoría somos débiles, poco instruidos, sin prestigio, y es a
través de estas debilidades como Dios muestra su fuerza en nosotros y a
través de nosotros. Así queda claro que la fuerza proviene de Dios y no de
nuestras capacidades.

Esto requiere un cambio de mentalidad. Creemos que Dios es


Todopoderoso, pero no comprendemos que su poder se muestra en la
debilidad y el fracaso, no en la fuerza o la prepotencia. Nos impacta más la
imagen de un Dios partiendo las aguas o hablando con truenos y relámpagos
en el Sinaí, cuando su mayor fuerza se muestra en un niño recién nacido, en
un crucificado y en nuestra propia debilidad y flaqueza.

e) Actividad.

Personalmente, respondan las siguientes preguntas:

- ¿Cómo comprendo yo el poder de Dios?


- ¿Qué signos de fuerza y sabiduría ha hecho Dios en mi vida
a través de mi fragilidad y debilidad?
- ¿Qué personas conozco que han mostrado la fuerza de Dios
en medio de sus dificultades y problemas?

Tema 8:

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BIBLIOGRAFIA

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