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Universidad Interamericana

San José, Costa Rica, 21 – 23 de Julio de 2008

HEREDIA , COSTA RICA - 2008 - UNIVERSIDAD INTERAMERICANA


LA INJURIA

Autores: Abogada Laura Liliana Micieli


Abogada María Angélica Calvo Leal

Universidad Nacional de La Rioja


- Argentina -

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SUMARIO

1.- Introducción
2.- Concepto de Injuria
3.- La Injuria y su recepción en La Ley de las XII Tablas y en el Derecho
Pretorio
4.- Las distintas clases de Injurias en el Derecho Romano
5.- La Injuria en el Derecho Romano y recepción en el Código Penal
Argentino
6.- Bien Jurídico Protegido
7.- Título Delictivo Propio.
8.- Honor Subjetivo y Objetivo.
8.A.- Concepción Jurídico-Penal Del Honor.

9.- Sujetos
9.A.- El Sujeto Pasivo
9.B.- Individuos Sin Honor.
9.C.- Los Menores
9.D.- Las Personas Faltas de Razón
9.E.- Los Muertos
9.F.- Pluralidad de Sujetos Pasivos

10.- Consumación del Delito


10.A.- Los Medios y los Modos de Comisión
10.B.- Culpabilidad

11.- Normas Civiles sobre la Injuria y sus Efectos Indemnizatorios


11.A.- Fuentes
11.B.- Perjuicios Indemnizables
11.C.- La Exceptio Veritatis

12.- Conclusión

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LA INJURIA Y SU RECEPCION EN EL CODIGO PENAL

1.- INTRODUCCION

Todas las legislaciones han protegido el honor de las personas entendida como el conjunto de
cualidades físicas, morales y sociales que aparecen como valiosas para la sociedad, tratando de
salvaguardarlo e imponiendo penas si fuere necesario. Es por ello que si bien se ha tratado de proteger
el honor también ha existido casos en que ese honor era lesionado sin derecho ocasionando lo que se
conoce con el nombre de injuria, de allí que podamos decir que etimológicamente el término injuria se
compone del vocablo iure precedido del prefijo in, es decir todo acto non iure o sea contrario a derecho.-
El delito de injuria es uno de los más antiguos del Derecho Romano apareciendo en un sentido
amplio y el cual se ha propagado como así también se ha modificado por las distintas legislaciones con el
pasar del tiempo hasta llegar a la actualidad en donde se nos presenta como un delito tipificado
penalmente en nuestro Código Penal en el artículo 110.-

2.- CONCEPTO DE INJURIA

La injuria es definida D.47.10.1 "El nombre de injuria viene de que se hace injustamente, pues
todo lo que se hace injustamente se dice que se hace con injuria".
Se habla de "Agravio, ultraje de obra o de palabra. Hecho o dicho contra razón y justicia. Daño o
incomodidad que causa una cosa. La primera acepción afecta al Derecho Penal, con repercusiones
indemnizatorias de orden civil. La tercera acepción se relaciona con el derecho laboral. Ante esta triple
manifestación de la injuria, de aspectos muy varios, se aborda por separado, en las voces siguientes, en
las tres ramas jurídicas expresadas". (Diccionario de Ciencias Jurídicas Políticas y Sociales- Manuel
Ossorio)

3.- LA INJURIA Y SU RECEPCION EN LA LEY DE LAS XII


TABLAS Y EN EL DERECHO PRETORIO

El delito de injuria fue contemplado en la Ley de las XII Tablas la que sólo considero como tal
los actos que significaran una lesión física o corporal o cualquier otro hecho que implicara un ultraje ,
esta noción se fue ampliando comprendiendo no solo los ataques físicos sino las difamaciones verbales o
escritas ,violación del domicilio, lesión a la personalidad y el impedimento de uso de una cosa pública, ya
sea que hubiese obrado el agente con intención dolosa o con imprudencia .La Ley decenviral castigaba
la separación de un miembro o la instilación de un órgano con pena del Talión, esto es una venganza igual

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a no ser que mediara composición voluntaria. En el régimen de la Ley de Las XII Tablas la injuria se
refiere a singulares casos de lesión o violencia corporal:
a)- Mutilación de un miembro o inutilizaron de un órgano, que se castiga con la pena del Talión.
b)- Fractura de hueso a un hombre libre o aun esclavo, que determina una pena de 300 a 150 ases
respectivamente.
c)- Injurias menores de todas clases, que obligaban al pago de 25 ases.
Estas penas según Gayo debían ser suficientes en tiempo de pobreza, con el transcurso del
tiempo estas devienen insuficientes y según Aulo Gelio 20.1.13 que se refiere a la anécdota tomada de
Labeon, de un ciudadano que aprovechándose de la escasa cuantía de la pena iba por la calle repartiendo
bofetadas siguiéndole un esclavo con una bolsa encargado de pagar al injuriado.
Este concepto estrecho de la injuria en la Ley de Las XII Tablas, determina una reglamentación
Pretoria.
Así el pretor modifica el sistema del a Ley de Las XII Tablas, dando cabida en el concepto de
injuria a las ofensas morales de cualquier índole.
También se debe al pretor una acción especial llamada, actio Inniuriarum aestimatoria, que
permite a toda persona injuriada perseguir un a reparación pecuniaria y que el estimaba en relación a la
ofensa recibida y la Actio Iniurarium que era penal y cuya condena era la infamia que se extinguía por el
perdón del ofendido.
D.47.10.11.1 “La acción de injurias es conforme a lo bueno y equitativo, y se extinguirá por la
disimulación; porque si alguno hubiere abandonado la injuria, esto es, si inmediatamente que la sufrió no
la hubiere gravado en su ánimo, después no podrá en virtud de arrepentimiento volver a hablar de la
injuria perdonada. Luego, según esto, la equidad de la acción parece que extingue todo temor a la misma,
siempre que alguno va contra lo equitativo. Por consiguiente, no subsistirá la acción de injurias, ya si
medió pacto sobre la injuria, ya si se transigió, ya si se hubiere exigido juramento.”
A este Edicto se suman disposiciones que castigan ofensas a la fama y la dignidad., tales son la
vociferación, el ultraje al pudor y la difusión de palabras que levantan mala fama contra alguien.
D.47.10.15.16 “Debemos entender por acompañante el que acompaña y sigue, ora sea, como
dice Labeon, libre, ó esclavo, ora varón ó hembra. Y así define Labeon al acompañante, el que por causa
de acompañar a cualquiera, estando destinado a seguirlo, hubiere sido retirado a la fuerza en público ó en
privado; entre los acompañantes estarán ciertamente también los pedagogos.”
D.47.1.15.18 “Pero se considera que lo retiró no solamente el que lo retiró a la fuerza, sino
también el que persuadió al acompañante para que abandonase a la persona.”
Ulpiano D.47.10.15.19-24 “Está sujeto a este Edicto no solamente el que retiró al acompañante,
sino también el que hubiese cortejado ó seguido a alguno de ellos.
Cortejar es atentar con dulces palabras a la honestidad de alguien; porque esto no es hacer ultraje, sino
atentar contra las buenas costumbres.
El que se sirve de palabras torpes, no atenta al pudor, pero está sujeto a la acción de injurias.
Una cosa es cortejar, y otra cosa seguir; porque corteja el que con palabras atenta a la honestidad, y sigue
el que tácitamente sigue con frecuencia; porque la asidua frecuencia atribuye una cierta infamia.

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Mas convendrá tener presente, que no todo el que siguió, ni todo el que cortejó, puede ser demandado por
este Edicto; porque si alguno hizo esto por bromear, ó por honesta oficiosidad, no incurre desde luego en
el Edicto, sino cuando esto lo hace contra las buenas costumbres.
Opino que también el esposo ha de ser admitido a la acción de injurias; porque tiende a contumelia suya
cualquier injuria que se le haga a su esposa.”
Una Ley Cornelia del tiempo de Syla se había instaurado un proceso criminal respecto de
determinadas formas de injurias golpear, azotar y violación de domicilio casos cometidos por la manos o
sea comprende toda injuria de obra.
D.47.10.5 “La ley Cornelia sobre las injurias compete al que quiera ejercitar la acción de injurias
por esto, porque dijera que había sido golpeado, ó azotado, ó que a la fuerza se había entrado en su casa.
En cuya ley se dispone que no juzgue el que es yerno, suegro, padrastro, hijastro ó primo del que ejercita
la acción, ó el que con cualquiera de ellos tuviere próximo parentesco de cognación ó de afinidad, ó el
que fuere patrono de alguno de ellos ó del ascendiente de uno de ellos. Y así, la ley Cornelia dio acción
por tres causas; porque alguno fue golpeado, ó porque fue azotado, ó porque a la fuerza se entró en su
casa. Se ve, pues, que en la ley Cornelia se contiene toda injuria, que se hace con la mano.
Entre golpear y azotar hay esta diferencia, según escribe Ofilio: que azotar es sacudir con dolor, y
golpear, sin dolor ... Se pregunta, si habiendo sufrido injuria un hijo de familia, podrá ejercitar el padre la
acción de injurias en virtud de la ley Cornelia. Y se determinó que no podía, y así es sabido de todos; mas
al padre le compete ciertamente la acción pretoria de injurias, y al hijo la de la ley Cornelia.
Tratándose de la ley Cornelia, el hijo puede ejercitar la acción por toda causa, y no debe dar caución de
que el padre habrá de ratificar la cosa; porque escribe Juliano, que tampoco el hijo, que de otro modo
ejercita la acción de injurias, ha de ser compelido a la caución de ratificación.
Si alguno hubiere escrito, compuesto ó publicado libro encaminado a la infamia de alguien, ó hubiere
hecho con dolo malo que se hiciera algo de esto, aunque lo hubiere publicado en nombre de otro, sería
lícito ejercitar la acción por tal motivo; y si hubiera sido condenado el que hizo esto, se dispone en virtud
de la ley que no pueda ser testigo.
A la misma pena está sujeto en virtud del Senadoconsulto también el que hubiere hecho inscripciones, u
otra cualquier cosa no escrita, para infamia de algunos; asimismo el que se hubiere cuidado de comprar ó
vender estas cosas.
Y a favor del que lo denunciase, ya sea libre, ya esclavo, se establece un premio según la estimación del
juez con arreglo a la cuantía de los bienes de la persona acusada, debiéndosele conceder al esclavo acaso
también la libertad; porque ¿qué se dirá, si de esto resulta utilidad pública?” también se estableció la
elección entre la demanda de una pena privada y la persecución criminal ante un tribunal permanente y
especial.
En el derecho Justinianeo se amplia los casos de injurias se concede al damnificado la alternativa
del ejercicio de la acción privada Civil o efectuar la reclamación Criminal.

4.- LAS DISTINTAS CLASES DE INJURIAS EN EL DERECHO


ROMANO

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El Derecho Romano conoció la Contumelia (del verbo contemnere) o despreciar fue conocida
como un tipo amplio
D.47.10.1 Se dijo injuria por esto, porque no se hace con derecho; porque todo lo que no se hace
con derecho, se dice que se hace con injuria. Esto en general; pero en especial, la injuria se llama
contumelia. A veces con la denominación de injuria se significa el daño causado con culpa, como lo
solemos decir en la ley Aquilia. Otras veces llamaremos injuria a la injusticia; porque cuando alguno
pronunció sentencia inicua ó injustamente, se la llama injuria, porque carece de derecho y de justicia,
como si fuera no-juria (no conforme a derecho); pero contumelia, de contemnere (despreciar).
1.- Mas dice Labeon, que se hace injuria ó mediante una cosa, ó con palabras; mediante una cosa, siempre
que se emplean las manos, pero con palabras cuando no se emplean las manos, y se hace afrenta.
2.- Y toda injuria ó es inferida al cuerpo, ó se refiere a la dignidad, ó a la infamia; se le hace al cuerpo,
cuando alguno es golpeado, a la dignidad, cuando a una matrona se le quita su acompañante, y a la
infamia, cuando se atenta a la honestidad.
3.- Asimismo, se le hace a alguien injuria, ó a él mismo, ó por medio de otras personas; a él mismo,
cuando directamente se le hace la injuria al mismo padre, ó a la misma madre, de familia; por medio de
otras, cuando se hace por consecuencia, cuando se les hace a mis descendientes ó a mis esclavos, ó a mi
mujer, ó a mi nuera; porque nos afecta a nosotros la injuria, que se les hace a los que están sujetos a
nuestra potestad, o a nuestro afecto.
4.- Y si acaso se le hiciera injuria al cadáver del difunto, de quien hemos quedado herederos ó poseedores
de sus bienes, tenemos en nuestro propio nombre la acción de injurias; porque corresponde a nuestra
estimación, si a él se le hiciera alguna injuria. Y lo mismo también si fuera lastimada la fama de aquel de
quien quedamos herederos.
5.- Mas de tal modo afecta a nuestro decoro la injuria, que se les hace a nuestros descendientes, que
aunque alguno hubiere vendido un hijo, queriéndolo éste, le compete al padre ciertamente en su propio
nombre la acción de injurias, pero no le compete en nombre del hijo, porque no es injuria alguna la que se
le hace al que la quiere.
6.- Mas siempre que se hace injuria al entierro ó al cadáver del testador, si ciertamente se hiciera después
de adida la herencia, se ha de decir, que en cierto modo se le hizo al heredero; porque le interesa siempre
al heredero defender la estimación del difunto; mas cuando antes de adida la herencia, mas bien se le hace
a la herencia; y de este modo la acción se adquiere para el heredero por medio de la herencia. Finalmente,
escribe Juliano, que si el cuerpo del testador fue detentado antes de haber sido adida la herencia, no era
dudoso que se adquirían para la herencia las acciones. Y lo mismo opina, también si antes de adida la
herencia se le hubiere hecho injuria a un esclavo de la herencia, porque por medio de la herencia la acción
será adquirida para el heredero.
7.- Escribe Labeon, que si antes de adida la herencia alguien hubiere azotado a un esclavo de la herencia
manumitido en el testamento, podía el heredero ejercitar la acción de injurias; pero que si hubiera sido
azotado después de adida la herencia, podía él mismo ejercitar la acción, ya si sabe que es libre, ya si lo
ignora.

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8.- Escribió Neracio, que ya si alguien supiera, ya si ignorare, que uno es hijo mío, ú otra mi mujer, tengo
en mi propio nombre la acción.
9.- Dice el mismo Neracio, que a veces de una sola injuria nace para tres la acción de injuria, y que por
uno no se extingue la acción de otro, por ejemplo, la injuria se le hizo a mi mujer, hija de familia; tanto a
mí, como a su padre, y como a ella misma, comenzará a competernos la acción de injuria.
Es la injuria que consiste en un ultraje hecho en presencia del ofendido. Conocieron también
el CONVICIOUM definido como el ultraje hecho con grave alboroto y en presencia de muchos. Ultraje a
una persona delante de su casa en reunión de personas tumultuarias o clamor hecho por varias personas
reunidas bajo la casa de alguien, con la intención de insultarlo y el CRAMEN FAMOSUS: (Canción
difamatoria) que castigado con la pena capital en las XII Tablas en la primera, estas según la
interpretación de Cicerón consideraban conveniente aplicar esta pena cuando se recitaba públicamente o
compusiere versos injuriosos y difamatorios.
Por ultimo se vio aparecer al lado del Cramen Famosus el LIBELLUS FAMUSUS: ( Libelo
difamatorio) Este título se castiga al que escribe o publica difamando a otro , también se castiga al que
publica versos o fija inscripciones aunque no sea por escrito o al que procuraba vender o comprar dichos
escritos. Inclusive se llego a castigar a aquellos poseedores de libelos que no los destruyeran o quemaran
de inmediato o no denunciaran a su autor a la autoridad receptado actualmente en el art. 113 C.P. “El
que publicare o reprodujere, por cualquier medio, injurias o calumnias inferidas por otro, será reprimido
como autor de las injurias o calumnias de que se trate”

5.- LA INJURIA EN EL DERECHO ROMANO Y RECEPCION EN


EL CODIGO PENAL ARGENTINO

La injuria en el Código Penal Argentino se encuentra legislado en el art. 110, que textualmente
expresa" El que deshonrare o desacreditare a otro será reprimido con multa de pesos mil quinientos a
pesos novecientos mil o prisión de un mes a un año. "De la norma transcripta la acción consiste en
deshonrar o desacreditar a otro.” La injuria en el derecho Argentino constituye el género de los delitos
contra el honor quedando comprendidas en el tipo de injurias la contumelia y la difamación del Derecho
Romano.

6.- BIEN JURIDICO PROTEGIDO

El bien jurídico protegido que el espíritu de la ley ha tenido en miras para resguardar es el honor
y crédito. Según Carmignani la define como "La propia personalidad entendida como la suma de
cualidades físicas, sociales, jurídicas, morales y profesionales valiosas para la comunidad atribuibles a las
personas". Cuando es la propia persona la que se atribuye esas cualidades se habla de honor subjetivo u
honra de la persona, cuando los que le asignan esas cualidades a una determinada persona son terceros se
habla de honor objetivo o crédito de la persona.

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La acción de deshonrar constituye un ataque a la honra al decoro, dignidad o la consideración
del individuo de esto se deduce que la contumelia, conocida en el Derecho Romano necesariamente
consiste en la provocación de un dolor moral, o sea en una ofensa efectiva y existente, y que resulta
inmediatamente para la víctima es por eso que se requiere la necesaria presencia del ofendido ya que la
lesión al honor subjetivo se mide por el efecto que la ley presume que la ofensa causa en el mismo
interesado. A diferencia de la acción de desacreditar que significa tratar de restar crédito y reputación
aquí resulta claro que entra en juego el honor en su aspecto objetivo, ya que tienen como sustento lo que
los individuos piensan de determinada persona, es por ello necesario que el conocimiento llegue a
terceras personas configurándose lo que los Romanos conocieron con el nombre de difamación.-
No siendo dudoso que el bien tutelado por las normas que aquí vamos a estudiar es el honor, y
que éste forma parte de la personalidad del individuo, la verdadera naturaleza y la exacta extensión del
honor tutelado por la ley penal sólo podrá lograrse tras el análisis de los aspectos que hemos señalado.

7.- TÍTULO DELICTIVO PROPIO.

El Código Penal argentino, a continuación de los delitos contra las personas, en el Tít. II del
Libro II, constituido por diez artículos, contempla en los primeros nueve los delitos contra el honor. El
último artículo (117 bis) que integra el título, tipifica, en sus cuatro incisos, la protección de datos
personales. Veremos, al tratar sobre éstos, que su inclusión en este lugar es poco feliz (infra, º 95 bis).

8.- HONOR SUBJETIVO Y OBJETIVO.

Desde que se presta la debida atención al estudio de los delitos que aquí nos ocupan, se ha hecho
notar lo impreciso del concepto del honor y se tiende a delimitarlo como bien jurídico protegido por la ley
penal. En esta tarea se señala la existencia de un honor subjetivo y un honor objetivo o, como lo llama
Florian, honor interno y honor externo (Ingiuria e diffamazione. Sistema dei delitti contro l’onore
secondo il Codice penale italiano, Milano, 1939, p. 26).
El honor subjetivo es el valor en que cada cual tiene su propia personalidad. Es perfectamente
conocida la amplitud de márgenes dentro de los cuales puede situarse la escala de valores formada por los
distintos modos de sentir la propia dignidad, pudiendo decirse que en ambos extremos están: quienes ante
la ofensa sienten herida su dignidad en sí misma, como bien exclusivamente personal y con absoluta
independencia de toda apreciación especulativa y social, y quienes prácticamente carecen del sentimiento
del honor (Ramos, Los delitos contra el honor, 2ª ed. act. por Aguirre Obarrio, Buenos Aires, 1958, p.
13).
Esta misma disparidad de modos de ver se aprecia, también, en la significación jurídica que la
doctrina fija al honor subjetivo. Así, mientras para algunos autores el honor jurídicamente no es otra cosa
que la situación social de que goza una persona, para otros la valorización subjetiva del honor es la razón
de ser de estos delitos (Carrara, Programa, cit., º 1704). En cambio, algunos autores, como Battaglini,
niegan todo significado al honor subjetivo como objeto de la tutela penal.

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Estas consideraciones sólo son válidas como juicio puramente doctrinal, pues cuando la ley
protege el honor, a los fines de la configuración del delito, puede decirse que acepta su existencia en todas
las personas en una medida digna de protección. Hace notar exactamente Ramos que la ley no podría
incriminar la destrucción de este bien jurídico en su aspecto subjetivo, sino sólo su lesión, puesto que el
honor en su apreciación subjetiva puede ser herido, pero no arrebatado (cit., p. 17). Así, a la acción de
deshonrar con que la ley argentina define la injuria, podría observársele que la honra ni se da ni se quita
(cfr. Schönke - Schröder, Strafgesetzbuch, Kommentar, 12ª ed., 1965, º 185, I).
El honor objetivo es el juicio que los demás se forman de nuestra personalidad, y a través del
cual la valoran (infra, 5-). Este juicio puede ser exacto o equivocado, y en el segundo caso en sentido
positivo o negativo. Es decir que una persona puede ser considerada por los componentes del medio en
que vive, en lo que realmente vale, o bien, en más o en menos, lo que es consecuencia de que las
apariencias no siempre responden a la realidad, pues acciones interesadas pueden ser cubiertas con todos
los visos de una conducta altruista, y viceversa. Esta distinción es importante, porque la reputación de que
el individuo goza en el medio en el que se desenvuelve, aun con independencia de la que verdaderamente
puede merecer, es de inestimable valor. Carrara señala, además, como aspecto distinto, los beneficios
materiales que la buena reputación lleva consigo (Programa, cit., ºº 1703 y 1706). A eso observa
Molinario que esas ventajas o beneficios no constituyen un tercer aspecto del honor, sino, simplemente,
una consecuencia de él (Derecho penal, cit., p. 166), opinión compartida por Rodolfo Moreno (El Código
Penal y sus antecedentes, t. IV, Buenos Aires, 1923, nro. 103, p. 136).
Es preciso señalar, sin embargo, que el derecho argentino extiende la tutela penal a un nivel
objetivo del honor, o si se quiere ser más claro, a una medida del honor que la ley presupone con carácter
general, que no se somete a discusión en el caso judicial, y que puede coincidir o no, en más o en menos,
con el real o con el de que la persona se precia o es motivo de estimación por los demás. Este modo de
ver las cosas fue ya puesto de manifiesto por A. Merkel, para quien el honor protegido por la ley penal no
es idéntico al valor interno de una persona, ni al reconocimiento de éste por los demás, ni a la conciencia
de este reconocimiento; y las injurias no necesitan contener, como la mayoría de los autores enseñan, una
negación de este valor interno o de dignidad moral de las personas. Ni esta dignidad es la misma cosa que
las condiciones de las cuales depende el honor o una cierta medida de él, ni es siempre esencial a las
injurias el hacer relación a las condiciones de una importancia general. El que manifiesta
caprichosamente su desprecio hacia otro, le injuria, de cualquier manera que esto tenga lugar, bien
exprese o no un juicio sobre la dignidad moral de este otro (Derecho penal, Madrid, s/f, traducción de
Dorado Montero, t. II, º 109, 6).
Eusebio Gómez piensa que el Código Penal argentino tutela, no solamente el honor, en su doble
aspecto, subjetivo y objetivo, sino, también, el decoro, concepto que considera vinculado a la dignidad
física, social e intelectual del individuo (Tratado, cit., t. II, ps. 270-71; Leyes penales, cit., t. II, p. 182).

8.A.- CONCEPCIÓN JURÍDICO-PENAL DEL HONOR.

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Ya hemos adelantado que el derecho tiene un criterio jurídico del honor que, por provenir de una
estimación jurídica, contempla una lesión objetiva (cfr. Binding, Lehrbuch des gemeinen deutschen
Strafrechts. Besonderer Teil, Leipzig, 1902, vol. I, º 31, I y III, ps. 133-4; E. Kern, Die Beleiung, en
Festgabe f r Reinhard von Frank, T bingen, 1930, t. II, p. 338, y Maggiore, Derecho penal, Bogotá,
1955, vol. IV, p. 391). El objeto de protección de la ley penal no puede estar referido a una valoración
puramente ética, porque el honor así estimado sólo puede ser aumentado o disminuido por el propio
interesado. El honor, en ese sentido, no es lesionable (Rodríguez Muñoz, J. A., Derecho penal, Parte
especial, Madrid, 1949, p. 227; Thormann y Von Overbeck, Das schweizerische Strafgesetzbuch, Z rich,
1941, p. 156, nro. I; Schönke-Schröder, Strafgesetzbuch, Kommentar, t. II, 12ª ed., 1965, º 185, I).
Ricardo C. Núñez considera que el honor como bien protegido por el Código Penal es la personalidad o la
suma de cualidades morales, jurídicas, sociales y profesionales valiosas para la comunidad atribuibles a la
persona (Derecho penal argentino, cit., t. IV, p. 19). Quintano Ripollés estima que el honor, como
concepto jurídico, es el valor individual de estimación que la sociedad acuerda a todo hombre tutelándolo
contra los ataques de los demás en la medida en que la propia sociedad estima relevante (Tratado, cit., t. I,
p. 1000).
En seguida se echa de ver que el concepto jurídico que del honor hemos dado, concilia, en cierta
medida, la idea subjetiva del honor con su estimación social, y no limita la protección legal a las
cualidades morales de la personalidad, como pareciera entenderlo buena parte de la doctrina nacional y
extranjera. Señala con acierto Mezger que es imposible separar rígidamente el aspecto moral-humano de
la persona de su aspecto social-jurídico (Studienbuch, º 33, II). Comprende así la noción del honor
también condiciones profesionales, sociales o políticas.

9.- SUJETOS

Para el código Penal ha quedado atrás las épocas antiguas en las que el ordenamiento no les
atribuía derechos a las personas injuriadas, es así que en el derecho romano los esclavos eran personas
que no tenían honor por lo tanto se los podía injuriar y calumniar sin que ellos tuvieran lugar a
defenderse ya que el honor injuriado era el del amo.
D.47.10.18.1 “Si un esclavo hubiere hecho injuria a otro esclavo, se ha de ejercitar la acción lo
mismo que si se la hubiese hecho al dueño.”
Tampoco podía la mujer reclamar cuando se injuriaba al marido.
D.47.10.2. “Pero si la injuria se le hubiera hecho al marido, la mujer no ejercita la acción, porque
es equitativo que las mujeres sean defendidas por los maridos, no los maridos por la mujer.”
A diferencia de lo que ocurría en el Derecho Romano, nuestro derecho no admite, en razón de
delincuencia, deshonestidad u otra causa la existencia de individuos carentes de un honor reconocible y
defendible jurídicamente (los esclavos art. 15 de la C.N) o despojados de su honor por infamia y que
actualmente no tiene el mismo significado. La Infamia por traición en nuestro código penal no lo despoja
al reo de su personalidad ni lo pone a este al margen de la protección penal, pues es inherente al acto de
traición sin otra trascendencia jurídica.

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Pueden ser sujetos Activos de este delito cualquier persona, igual que en el Derecho Romano,
con las excepciones que rigen actualmente (dementes, incapaces)
D.47.10.3. Se dijo en general que los que pueden sufrir injuria, pueden también inferirla.
1.- Ciertamente hay algunos que no pueden hacerla, por ejemplo, el furioso y el impúbero, que no es
capaz de dolo; porque éstos suelen sufrir injuria, y no inferirla; porque como la injuria consiste en la
intención del que la infiere, será consiguiente decir, que éstos, ya golpeen, ya digan una afrenta, no se
considera que infirieron injuria.
2.- Y así, puede alguno sufrir injuria aunque no la sienta, pero no puede hacerla nadie, sino el que sabe
que él infiere injuria, aunque no sepa a quien se la hace.
3.- Por lo cual, si golpease a otro por broma, o luchando, no está sujeto a la acción de injurias.
4.- Si alguno hubiere herido a un hombre libre, creyéndolo esclavo suyo, está en el caso de no hallarse
sujeto a la acción de injurias.
En algunos casos si el atentado se realizaba contra una persona dotada de autoridad no se lo veía
como injuria sino como delito contra el estado.-

9.A.- EL SUJETO PASIVO

En los delitos contra el honor ofrece, en cambio, aspectos dudosos, o al menos opinables, que
han dado lugar a debates, algunos de ellos ya seculares, y que son consecuencia, las más de las veces, de
la peculiar naturaleza del bien tutelado, que, además, admite la posibilidad de no ser considerado como
exclusivo del que es sujeto pasivo u objeto del delito. Estos problemas han llevado a analizar la
posibilidad de que puedan ser titulares del bien que consideramos los individuos sin honor, los menores,
los alienados, los muertos y las personas colectivas.

9.B.- INDIVIDUOS SIN HONOR.

¿Puede decirse hoy que haya individuos sin honor? Para el derecho y para el pensamiento de los
países civilizados, la respuesta negativa es la exacta. Podría pensarse que cuando se habla de una ofensa
al honor se presupone la existencia de tal bien en el sujeto pasivo, del mismo modo que no se puede matar
a un muerto. Pero este razonamiento, aparentemente lógico, sólo se concilia con una concepción del
honor real, hoy desplazada, según se señaló en el punto anterior. Lo mismo puede decirse de la valoración
moral del honor, tan difundida en otros tiempos y que hoy aparece excepcionalmente sostenida por algún
autor, como Maggiore, para quien "honor" es la estima de vida a un hombre por sus prendas morales
(Derecho penal, Bogotá, 1955, vol. IV, p. 390. Un criterio del honor real puede verse en Florian, Ingiuria
e diffamazione, etc., Milano, Napoli, 1939, ps. 33 y ss.). Las antiguas tachas de infamia o deshonra han
desaparecido, por fortuna, de las legislaciones de los pueblos civilizados con los alcances que antes se les
dio, y chocan hoy con las declaraciones de principios de los derechos del hombre, tanto nacionales como
internacionales, para los que el honor es parte inalienable de la personalidad humana. Ni siquiera las leyes
penales hacen de la privación total del honor un aspecto de la pena, ni aun en las llamadas infamantes,

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tales como las previstas para el delito de traición en los arts. 29 y 103, CN (conf., Núñez, Derecho penal
argentino, cit., t. IV, p. 23; cfr. Quintano Ripollés, Tratado, cit., t. I, p. 995). Ya hemos dicho que el
derecho extiende la tutela del honor, con carácter general, a un nivel objetivo.

9.C.- LOS MENORES

En el caso de los menores se pregunta si los mismos pueden ser sujetos pasivos de los delitos
contra el honor, sosteniéndose para fundar la tesis negativa que el menor no ha tenido tiempo aún de
formarse una reputación, o no posee la madurez de juicio necesaria para tener conciencia del sentimiento
del honor. En seguida se echa de ver que esta reflexión, sin dejar de ser cierta, se apoya en los criterios
del honor real y el honor subjetivo. Vistas las cosas a la luz del criterio social-objetivo que hemos fijado
como prevalente, el niño debe también ser objeto de la tutela penal. Al pronunciarse sobre este punto, la
mayoría de la doctrina nacional acepta la posibilidad de la comisión del delito de injuria en la persona de
un menor (Ramos, Los delitos contra el honor, p. 65; Soler, Derecho penal argentino, cit., t. III, º 91, IX,
a]; Núñez, Derecho penal argentino, cit., t. IV, p. 24). Los autores extranjeros suelen condicionar la
posible lesión al honor de los menores a que éstos hayan alcanzado cierto grado de honorabilidad o de
capacidad (así, Manzini, Trattato, cit., vol. VIII, nro. 3002, a], p. 336; E. Kern, Die Beleidigung, cit., p.
339; Liszt - Schmidt, Lehrbuch, º 95, II, 2).
Reconociendo como principio que la tutela penal de los menores no debe retacearse, un
pronunciamiento absoluto no resulta acorde con la realidad. No es sencillo fijar, con validez general, el
límite mínimo de edad en que comienza la protección legal, punto éste sobre el cual no se pronuncian
concretamente buena parte de nuestros autores. Pesa aquí sin duda, la idea de que el menor es un hombre
o una mujer en potencia y son de medir las consecuencias futuras que el agravio puede llevar consigo,
aunque no es dudoso que el delito se comete en el momento de proferirse la injuria o la calumnia. Los
ejemplos válidos que se dan se refieren a menores cuya edad está próxima a la fijada para la capacidad de
imputación (véase Soler, Derecho penal argentino, cit., t. III, º 91, IX, a). Pero desborda los límites del
buen sentido prescindir, en la realidad de las cosas, de la apreciación de las circunstancias -
prepoderantemente la edad- en una medida mucho mayor que la que se hace para valorar la ofensa a un
adulto. Decir de un menor de dos años de edad que es un delincuente o de una niña de la misma edad que
está corrompida, no parece que admita la posibilidad de consecuencias futuras, por la sencilla razón de
que lo dicho no es presumible ni siquiera en abstracto. Así, pues, la posibilidad de lesión es cosa que debe
ser analizada en cada caso concreto, valorando la naturaleza de la ofensa en relación con todas las
circunstancias y, especialmente, con la edad del menor.

9.D.- LAS PERSONAS FALTAS DE RAZÓN.

Análoga cuestión a la que terminamos de analizar para los menores, se plantea con respecto a las
personas faltas de razón. Se dice que el incapaz no está en condiciones de apreciar la ofensa. Pero a poco
que se repare en el criterio que inspira la protección legal del honor, que ha quedado señalado, se

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comprenderá que nada autoriza a tutelar en medida menor ese bien en la persona de los alienados. Ya
hemos dicho que el derecho ha relegado hoy el criterio del honor real y, lo que interesa particularmente
en este caso, del honor subjetivo. Así vistas las cosas, el honor de las personas faltas de razón es objeto de
idéntica tutela que en las demás personas, puesto que la ley supone un nivel de honor merecedor de
protección penal en toda persona viva. Es ésta la opinión dominante, tanto en la doctrina nacional como
en la extranjera (Soler, Derecho penal argentino, cit., t. III, º 91, X, b]; Núñez, Derecho penal argentino,
cit., t. IV, p. 25; Creus, Derecho penal, Parte especial, cit., t. 1, º 305; Donna, Derecho penal, Parte
especial, cit., t. I, ps. 329 y 330; Molinario - Aguirre Obarrio, Los delitos, cit., t. I, p. 333; Buompadre,
Derecho penal, Parte especial, cit., t. 1, ps. 280 y 281; Rodríguez Muñoz, Derecho penal, cit., t. II, p. 277;
Kohlrausch - Lange, Strafgesetzbuch, 42ª ed., 1961, p. 447; Liszt - Schmidt, Lehrbuch, º 95, II, 2).

9.E.- LOS MUERTOS

El problema que vincula a los muertos con las acciones lesivas del honor, es ya secular. Nos
adelantamos a señalar que el muerto no puede ser sujeto pasivo de los delitos contra el honor. Se ha dicho
que el muerto no tiene ya honor (Binding, Lehrbuch, cit., t. I, º 32, I, 4, b); que ha perdido su personalidad
(Manzini, Trattato, cit., t. VIII, nro. 3002, VI); que no es ya persona de derecho (Liszt - Schmidt,
Lehrbuch, cit., º 95, II, 2). La imposibilidad de que el muerto sea sujeto pasivo de un delito contra el
honor resulta señalada del modo más preciso a través del criterio de Carrara de la titularidad del bien: los
muertos no son titulares de bienes jurídicos. La tesis negativa es la dominante en la doctrina nacional y
extranjera, aunque no falte alguna voz en contra, como la de Welzel, para quien los muertos también
tienen un honor (Das deutsche Strafrecht, 1965, º 42, I, 1, b], ß]; cfr. Maurach, Deutsches Strafrecht, 2ª
ed., º 17, II, A, 3).

En algunos Códigos, como el italiano (art. 597) y el alemán (º 189), es punible la ofensa a la
memoria de un difunto, a través de una figura especial. En tales casos la opinión dominante señala como
víctima a la familia (Jiménez de Asúa, Tratado, cit., t. III, 2ª ed., nro. 980 c]). Tampoco aquí resulta
tutelado por la ley penal el honor de los difuntos, sino su memoria, en cuanto bien que pertenece a cierto
grupo de parientes. Refiriéndose al art. 597, último apartado, CPen. italiano, dice Manzini que con la
incriminación de la ofensa a la memoria de un difunto la ley ha rendido homenaje a lo que la mayor parte
de los hombres piensan y creen; ha querido asegurar a los que viven que la muerte no autoriza a que sean
denigrados los muertos; ha reconocido a los parientes próximos, al adoptante y al adoptado el interés de
defender la memoria de sus personas queridas (Trattato, cit., t. VIII, nro. 3002, VI, p. 338). Reflexiones
de este tipo deben ser las que han decidido al autor del Proyecto de 1960 (Soler), a introducir, bajo el
título "Ofensa a la memoria de un difunto", el siguiente artículo: "el que ofendiere la memoria de una
persona muerta con expresiones difamatorias o calumniosas, será reprimido con prisión hasta seis meses
o multa hasta cien días. El ejercicio de la acción de acusar por este hecho compete a la esposa, hijos,
padres, nietos y hermanos del muerto" (art. 148). El Proyecto de 1941 (Peco) declara que la ofensa contra

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un difunto se considera dirigida a los miembros de su familia, siempre que trascendiere a ellos (art. 136).
El Proyecto de 1979 tiene una regla muy semejante al de 1960 (art. 152).
La cuestión se vincula directamente con la libertad de la crítica histórica. En las legislaciones
que prevén como delito las ofensas a la memoria del difunto se encara el conflicto de intereses que se
sustentan, por una parte, en la libertad de la crítica histórica, y por la otra, en el derecho al respeto de la
memoria del difunto, para lo cual se adoptan sistemas diversos: se limita la acción a un número
determinado de parientes, de manera que la muerte del último de los sobrevivientes deja paso a la plena
libertad de crítica. Este sistema es seguido por el Código Penal suizo, el que, además, declara que el autor
está exento de pena si en el momento del hecho han transcurrido más de treinta años de la muerte o de la
declaración de ausencia. Los proyectos de 1960 (Soler) y de 1979 (Soler, Aguirre Obarrio, Cabral),
declaran que no son punibles como ofensas al honor los juicios desfavorables de la crítica literaria,
artística, científica o profesional (arts. 149 y 156, respectivamente).
No nos parece sobrado repetir que los problemas que terminamos de señalar no existen para la
ley argentina, en la que solamente corresponde pena por lesión al honor de una persona viva en el
momento del hecho, "o bien conforme al derecho que directamente pueda vulnerarse en cualquier persona
por medio de ofensas que tienen la forma de ofender a un difunto; pero que, en sustancia, objetiva y
subjetivamente tienden a ofender a la persona viviente" (Soler).

9.F.- PLURALIDAD DE SUJETOS PASIVOS.

Es posible que un hecho constitutivo de delito contra el honor lesione el bien jurídico del que son
titulares varias personas. En tal caso, no parece dudoso que hay tantos delitos como víctimas, en razón de
que el honor sólo puede ser concebido como un bien estrictamente personal. Y tratándose de delitos de
acción privada, cada una de las personas ofendidas puede interponer, por sí misma, la querella
correspondiente (conf., C. Crim. Cap. Fed., sala 4ª, JA 1993-IV-89; en contra, sala 5ª, causa 22.776, del
29/8/1988).

10.- CONSUMACION DEL DELITO

Es un delito formal en cuanto basta la imputación dirigida hacia la persona para que el delito
este consumado, no importa que efectivamente se cause un daño al crédito u honor de una persona sino
basta que se haga tal imputación, que se consuma en la realización de la conducta deshonrante, aunque
el ofendido no se haya sentido deshonrado y una vez que la atribución a llegado al conocimiento del
ofendido o de terceros. Se requiere que la ofensa llegue a conocimiento de terceros y su destinatario. Al
ser un delito formal, que no requiere que el hecho dañe efectivamente la honra o el crédito ajeno.

10.A.- LOS MEDIOS Y LOS MODOS DE COMISIÓN.

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Ni la doctrina, ni la ley, suministran elementos que permitan suponer una limitación en los
medios aptos para la comisión de las figuras básicas de los delitos contra el honor. De modo que la
limitación de los medios sólo puede resultar de las modalidades típicas de las distintas figuras. Así, la
mayor amplitud de la injuria permitirá corrientemente el empleo de toda clase de medios, no siempre
aptos para imputar un delito o una conducta criminal dolosa; lo común es que esto se haga por medio de
la palabra oral o escrita, a través de e-mails; el contenido de páginas web, especialmente los foros de
debate; propagación por estos medios de fotografías personales sin autorización de su titular; igualmente
de fotografías trucadas -como, por ejemplo, cuando se utiliza la imagen de personas conocidas y se le
cambia el cuerpo por el de una mujer u hombre desnudo-; también están comprendidos los mensajes de
texto que se envían a través de teléfonos celulares; las fotografías remitidas a través del Messenger, ICQ o
programas similares del entorno digital. Asimismo, están comprendidos gestos, particularmente los que
reemplazan a la palabra, como señalar o hacer los movimientos de cabeza que en el lenguaje de la mímica
universal indican afirmación o negación. Los medios resultan limitados por la dinámica de la acción en el
art. 114, Cód. Penal, que prevé las injurias o calumnias propagadas por cualquier medio de difusión, y en
el art. 115, por el que se declaran sujetas únicamente a las correcciones disciplinarias correspondientes,
las ofensas proferidas por los litigantes, apoderados o defensores, en los escritos, discursos o
manifestaciones producidos ante los tribunales y no dados a publicidad. Fuera de estos casos, en que la
ley señala un determinado medio, las figuras básicas de la injuria y la calumnia admiten cualquier forma
de ejecución: la ofensa puede ser oral o escrita, gráfica (dibujos, caricaturas, etc.), puede consistir en
gestos, señales, sonidos o cualquier otra actividad con la que pueda ser lograda la lesión dolosa del honor.
Con relación al delito de violación de secretos (arts. 153 a 155, Cód. Penal) la Cámara del
Crimen de la Capital tuvo oportunidad de referirse al correo electrónico vertiendo interesantes conceptos
que también resultan aplicables a los medios de comisión de los delitos contra el honor: "...El avance de
la tecnología en este sentido, pareciera haber dejado en la obsolescencia el bien jurídico que tutela el cap.
III, Tít. V, Cód. Penal, en especial a los artículos que se ocupan de la protección de los papeles privados y
la correspondencia. Pero queda claro que el tan difundido e-mail de nuestros días es un medio idóneo,
certero y veloz para enviar y recibir todo tipo de mensajes, misivas, fotografías, archivos completos, etc.;
es decir, amplía la gama de posibilidades que brindaba el correo tradicional al usuario que tenga acceso al
nuevo sistema. Es más, el correo electrónico posee características de protección de la privacidad más
acentuadas que la inveterada vía postal a la que estábamos acostumbrados, ya que para su funcionamiento
se requiere un prestador del servicio, el nombre del usuario y un código de acceso que impide a terceros
extraños la intromisión en los datos que a través del mismo pueden emitirse o archivarse".
Por eso se agregaba: "Sentadas estas bases preliminares, nada se opone para definir al medio de
comunicación electrónico como un verdadero correo en versión actualizada". "En tal sentido, la
correspondencia y todo lo que por su conducto pueda ser transmitido o receptado, goza de la misma
protección que quiso darle el legislador al incluir los arts. 153 al 155 en la época de la redacción del
Código sustantivo, es decir, cuando aún no existían estos avances tecnológicos" (sala 6ª, 4/3/1999, causa
"Lanata, Jorge s/desestimación", cit. por Heriberto Simón Hocsman, "Negocios en Internet", Buenos
Aires, 2005, º 74 y nota 64).

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Son aptas la comisión y la omisión, aunque con respecto a esta última se encuentra dividida la
doctrina nacional y extranjera. Los ejemplos clásicos, consistentes en negar el saludo, no estrechar la
mano al que la tiende, volver la espalda a quien nos habla o no dar a las personas el trato que les
corresponde conforme a las prácticas sociales o las reglas de la educación, y con mayor razón cuando se
trata de normas impuestas por el derecho, son actos que pueden constituir injuria, cuando de las
circunstancias no resulte excluido el propósito de ofender. Para la ley argentina, que entiende la injuria
como acción de deshonrar o desacreditar, las conductas indicadas como ejemplos y otras de igual o
parecido tenor, resultan típicas. En cambio, la opinión dominante juzga difícil que por tales medios pueda
cometerse calumnia, habida cuenta de que ésta requiere la imputación de un delito o de una conducta
criminal, lo que no parece fácil que pueda lograrse mediante una omisión.
En la Argentina, admiten que puede cometerse injuria mediante una conducta omisiva: González
Roura (Derecho penal, cit., t. III, p. 75), Juan P. Ramos (Los delitos contra el honor, cit., ps. 359-60),
quien pone este ejemplo: una persona discute agriamente, con otras tres, cuestiones de moralidad personal
de cada uno, y acaba por decir: aquí hay tres personas honestas, a quienes nombra: él mismo y dos de los
interlocutores (José Peco, Delitos contra el honor, cit., p. 54; Eusebio Gómez, Tratado, cit., t. II, nro. 506,
p. 357; Ricardo C. Núñez, Derecho penal argentino, cit., t. IV, p. 61). También lo hacen Molinario -
Aguirre Obarrio, Los delitos, cit., t. I, p. 335; Creus (Derecho penal, Parte especial, cit., t. 1, º 303) y
Donna (Derecho penal, Parte especial, cit., t. I, p. 444, al menos por negarle el saludo a otro en público y
el Sup. Trib. Just. Córdoba, sala Penal, 16/11/1999, LL Córdoba 2001-195). Para Sebastián Soler, la
solución negativa es la correcta. Para nuestro derecho, dice, "honrar" no constituye una obligación
jurídica (Derecho penal argentino, cit., t. III, º 91, XVII). A este modo de ver las cosas observa Núñez que
aceptar la posibilidad de una injuria por violación del deber jurídico, consuetudinario o social de no
omitir una determinada conducta respecto de la víctima, no importa constituir en obligación jurídica
"honrar" a los terceros (obra y lugar citados).

10.B.- CULPABILIDAD

Basta el dolo común ya sea directo, indirecto o eventual. Con relación al elemento subjetivo de
este delito mucho se ha teorizado respecto del animus que debe tener el autor de la injuria para que
constituya delito y así se ha excluido ciertos animus del ámbito injurioso como el animus iocandi,
consulendi y proliyendi. En realidad el dolo que exige la injuria es el propósito del autor de lesionar la
honra o el crédito de la persona. El animus injuriandi no se concibe como elemento del subjetivo del
tipo o dolo específico solamente es necesario el animus compatible con el dolo común.
En el Derecho Romano, según Ulpiano se exigía el animus injuriandi " la intención
indispensable porque sin ella no puede haber injuria"
D.47.10.15.15 Si alguno hubiese cortejado a doncellas, pero vestidas con traje de esclavas, se
considera que comete menor culpa, y mucho menor si las mujeres hubiesen estado vestidas con el traje de
meretriz, no de madres de familia; si, pues, la mujer no hubiere estado vestida con el traje de matrona, y
alguien la cortejó, ó le quitó su acompañante, está sujeto a la acción de injurias.

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En nuestro derecho puede eximirse del delito y de la pena al autor art. 111 C.P
"El acusado de injuria solo podrá probar la verdad de la imputación en los siguientes casos inc.
1 Si la imputación hubiera tenido por objeto garantizar un interés publico actual inc. 2 Si el hecho
atribuido a la persona ofendida hubiere dado lugar a un proceso penal inc 3. Si el querellante pidiere la
prueba de la imputación dirigida contra el. En estos casos si se probare la verdad de las imputaciones el
acusado quedara exento de pena."
También en determinadas circunstancias si da las explicaciones adecuadas y aclara el sentido
que han tenido sus expresiones esto ocurre con la llamada injuria encubierta, cuando los términos
utilizados por el autor son capaces de tener mas de un significado, la víctima tiene el derecho de pedirle al
autor que aclare el significado de las palabras lo cual si lo hace satisfactoriamente queda exento de pena.
Ejemplos que ponen algunos autores como Soler es decirle a una mujer " CARA", que es una persona
que vende caros sus favores o que se trata de una persona de elevadas condiciones intelectuales,
morales, familiares etc.

11.- NORMAS CIVILES SOBRE LA INJURIA Y SUS EFECTOS


INDEMNIZATORIOS

El artículo 1089 del Código Civil Argentino, dispone en cuánto al ilícito de nuestro tratamiento: “Si el
delito fuere de …….injuria de cualquier especie, el ofendido sólo tendrá derecho a exigir una
indemnización pecuniaria, si probase que por la calumnia ó injuria le resultó algún daño efectivo ó
cesación de ganancia apreciable en dinero, siempre que el delincuente no probare la verdad de la
imputación”.

11.A.- FUENTES

La fuente es el Artículo 3647 de Freitas, que dice textualmente, en lo que interesa a esta voz: “Si el delito
fuere de …….. injuria de cualquier especie, el ofendido sólo tendrá derecho para exigir una
indemnización pecuniaria si probare que por la injuria le resultó efectivamente algún daño ó cesación de
ganancia apreciable en dinero”.
Pueden exigir la indemnización cualesquier personas empleadas ó al servicio de otras como dependientes,
capataces y criados de servicio, los cuáles debido a la calumnia ó a la injuria, dejaren de tener acomodo”.
“El reo no será condenado si probare la verdad de la imputación”.
El autor Luis V. Varela, en sus “Concordancias y fundamentaciones del Código Civil Argentino”, Tomo
XV, en cambio atribuye al Código de Austria, el carácter de fuente, pero ésa aseveración ha sido
criticada, porque el Artículo 1130 de ése Código, sólo contiene una disposición de tipo genérico sobre la
indemnización que deben pagar los autores de delitos contra el honor.

11.B.- PERJUICIOS INDEMNIZABLES

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De los hasta aquí expuesto se deduciría inequivocadamente que los únicos perjuicios indemnizables en el
caso de injurias son los económicos, con exclusión, entonces, de los morales, no obstante que siendo la
injuria un delito penal, se alcanzaría a tenor de la interpretación dada al artículo 1078 del Código Civil y
normas afines por el fallo plenario de la Cámara Civil, vigente aún en la Capital, la indemnización del
agravio moral. El Fallo plenario de las Cámaras en lo Civil de la Capital, decidió que el agravio moral,
sólo se repara cuando ha sido causado por un Delito de Derecho Penal. (J. A. 43-844.

11.C.- LA EXCEPTIO VERITATIS

El Artículo 1089 exige para que la indemnización sea procedente un requisito: “Que el delincuente no
probare la verdad de la imputación”.
El Código Penal, que en principio prescinde para el delito de injurias, de la verdad ó falsedad de la
imputación, admite excepcionalmente la prueba de la primera en los casos en los casos del artículo 111
del Código Penal, que deben independizarse de los casos de retractación y de injurias recíprocas y, por
ello, compensables”.
El Artículo 111 citado dice: “El acusado por injurias sólo podrá probar la verdad de la imputación en los
casos siguientes: 1°) Si la imputación hubiere tenido por objeto defender ó garantizar un interés público
actual; 2°) Si el hecho atribuido a la persona ofendida hubiere dado lugar a un proceso penal; 3°) Si el
querellante pidiera la prueba de la imputación dirigida contra él. En éstos casos, si se probare la verdad de
las imputaciones, el acusado quedará exento de pena”.
Como se percibe claramente, la posibilidad de quitarse la responsabilidad civil, es más amplia que la de
excluir la penal en éste aspecto, ya que, mientras en éste fuero, las causales de exención se hallan
limitadas a las establecidas por el Art. 111 transcripto, en lo civil, aparecen como más amplias, pues la
verdad podría probarse en todos los casos.
Para una primera doctrina y ante todo, a manera de norma fundamental, cabe destacar el Art. 19 de la
Constitución de la Nación Argentina, “Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo
ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas
de la autoridad de los magistrados”.
Con ésa base el Artículo 111 del Código Penal establece las excepciones que permiten descargar la
responsabilidad en ése fuero por la conducta injuriosa.
Es por ello, precisamente que Segovia, estima que la última parte del Articulo 1089, tan amplia como
resulta, es contraria a esa norma constitucional.
Asimismo el Art. 1102 del Código Civil establece: “Después de la condenación del acusado en el juicio
criminal, no se podrá contestar en el juicio civil, la existencia del hecho principal, que constituye el delito,
ni impugnar la culpa del condenado”. Es decir, que hay un pronunciamiento del juez penal, que declare
culpable y condene por injuria a no hallarse la conducta enjuiciada dentro de los casos excepcionales
establecidos por el Artículo 111 de él, fija bases normativas para el juez civil, que establecerá la
indemnización correspondiente aunque el demandado, amparándose en la generalidad del Art.1089,
pretenda repeler la acción probando la verdad de los hechos injuriosamente imputados.

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Además, si el Código parte de la definición penal, no podría contrariarla. Todavía ha de añadirse que otra
razón sería dentro de esta doctrina, la de que el Código civil se refiere a las causas enumeradas por el
Código Penal, aunque lo haya hecho de modo general y sin fijar la medida de éste.
Esta tesis ha sido abonado por una serie de razones históricas: los códigos penales vigentes al momento
de redactarse el “esboco” y el código argentino, francés de 1810, reformado en 1822, brasileño de 1844,
reformado en 1850 y la doctrina imperante por entonces, como la sostenida por Pacheco.

12.- CONCLUSIÓN

En nuestro Derecho Civil (arts. 1089 y 1130) configurándose pues, la injuria en los términos del
Código Penal, y respondiendo a los elementos que según doctrina general, configuran el delito civil:
transgresión normativa, dolo, daño y relación de causalidad entre el hecho y el daño, se abren
posibilidades indemnizatorias que comprenden el agravio material y moral y, en cuánto al primero, tanto
el daño emergente como el lucro cesante, con las excepciones a que se hará referencia después.
Es claro, que afirmando literalmente el Artículo 1089 que sólo procede la indemnización
pecuniaria si se acreditase daño material y, diciendo el Artículo 1083, que incluso la reparación del daño
moral, será pecuniaria, parecería que sólo procede indemnizar el agravio moral cuando hubiese también
uno material. Pero he aquí que l Art. 1089, colocándose en el caso de delitos que sólo hubiese causado
agravio moral y mencionando “las injurias ó la difamación” dice que la acción civil no pasa a los
herederos y sucesores universales, sino cuando hubiese sido entablada por el difunto”, es decir, que
autoriza la acción indemnizatoria, aún cuando sólo mediase agravio moral.
Aparecen de ese modo, normas con sentido contrario.
Se ha sostenido, que ante normas con sentido contradictorias, se produce una neutralización
que deja libre vigencia a los principios generales que antes se han expuesto. Así lo sostiene Henoch
Aguiar en su obra “Daños y Acciones”, Editorial T.E.A., donde recuerda la tesis sostenida por el
Profesor Pedro León, en su obra “El Agravio Moral”, editada en Córdoba, Argentina.
A modo de corolario, puede decirse que el agravio moral, es entonces reparable en las
injurias, produzcan ellas ó no también un perjuicio material.
Cierto es que éste último, más comúnmente se producirá como lucro cesante que como
daño emergente, pero ello no excluye, cuál es obvio, que se prevea esta posibilidad en la norma
reguladora.
Si bien a los sujetos ya nos hemos referido con anterioridad podemos decir que estos varían
en la actualidad en relación al Derecho Romano por la sola razón de que en esa época había personas
carentes de un honor reconocible por ejemplo los esclavos.
Si bien tanto en la actualidad como en el Derecho Romano existían penas para los autores
de estos hechos que en algunos casos podían ser severas y en otros resultar insuficientes para soportar el
perjuicio sufrido ya que muchas veces se lleva a que la víctima a que reviva lo ya sufrido, muchas veces

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no obteniendo una satisfacción completa al estima lesionado. -Es por ello que siguiendo a Séneca: El
grande y generoso es aquel, que, imitando a las fieras nobles, oye sin conmoverse los impotentes ladridos
de perros rabiosos.

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BIBLIOGRAFIA

• CODIGO PENAL DE LA NACION ARGENTINA 23º Edición 1997, Editorial A-Z S.A Bs. As.-
• CODIGO CIVIL DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
• CORPUS IURIS CIVILIS
• ENCICLOPEDIA JURIDICA OMEBA , TOMO III, Editorial Driskill S.A .-
• Alvarez Correa Eduardo. CURSO DE DERECHO ROMANO. Ed. Pluma Ltda. – Bogotá, 1979
• Ghirardi Juan Carlos y Alba Crespo Juan José. MANUAL DE DERECHO ROMANO. Ed. Educor.
Argentina, 2000.
• Mommsen Teodoro. DERECHO PENAL ROMANO. Reimpresión. Edit. Tamis S.A. Bogotá, 1999

Otras Publicaciones:

• Título: Acerca de la despenalización de la injuria. Autor: Aguirre Obarrio, Eduardo. Publicado en:
LA LEY 2006-B, 728
• Título: El caso Kimel: Libertad de expresión y despenalización de la injuria. Autor: Badeni,
Gregorio. Publicado en: LA LEY 09/06/2008, 4

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