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DE JACOBINOS, NACIONALISTAS do de los programas educativos oficiales en


Y REACCIONARIOS. materia de religión. Más cerca de nosotros,
DOS ACERCAMIENTOS A LA HISTORIA vimos hace poco cómo un afamado escritor
RELIGIOSA DEL SIGLO XIX tachaba de “fundamentalista” religioso al
secretario de Gobernación, y cómo éste re-
Pablo Mijangos y González
viraba acusando al primero de “fundamenta-
Michael Burleigh, Poder terrenal. Religión y política lista” del laicismo.
en Europa, de la Revolución Francesa a la Primera A mi parecer, lo que muchas veces se
Guerra Mundial, Madrid, Taurus, 2005, 600 p.
oculta tras este tipo de discusiones políticas
es un debate más amplio sobre el sentido de
Darrin M. McMahon, Enemies of the Enlighten-
ment. The French Counter-Enlightenment and the la historia occidental. Lo que más irrita y
Making of Modernity, Nueva York, Oxford Univer- sorprende a los críticos de esta “revancha”
sity Press, 2001, 262 p. de lo divino, creo, no han sido tanto los po-
bres intentos actuales de reconciliar fe y
política, sino el escándalo que supone admi-
U n tema recurrente en la discusión políti- tir una vuelta de lo religioso en pleno siglo
ca e intelectual de los últimos años ha sido XXI. No son pocos los historiadores e intelec-
el resurgimiento de los fanatismos religiosos, tuales que han dado por sentada la “muerte
tanto en el mundo islámico como en el co- de Dios” a partir de la Ilustración y la Revo-
razón mismo de la gran superpotencia de lución francesa, asumiendo que la marcha
Occidente, Estados Unidos. A esta “revan- de la historia consiste en el avance del racio-
cha de Dios” –tomando prestada la expre- nalismo y del desencanto del mundo a costa
sión de Gilles Kepel– ha seguido una reedi- de la creencia en los absolutos y en la di-
ción, corregida y aumentada, del discurso mensión trascendental de la vida humana.
laicista que se niega a conceder un espacio Si Dios vuelve –la anomalía histórica por ex-
a la fe en la vida pública. En nombre de la celencia– es porque no se ha puesto un coto
tolerancia y la igualdad democráticas, Fran- definitivo a los agentes de la reacción y del
cia prohibió la ostentación de velos y crucifi- fundamentalismo. La más reciente obra del
jos en las escuelas públicas, el constituyente historiador inglés Michael Burleigh, Poder te-
europeo rechazó categóricamente incluir rrenal. Religión y política en Europa, pone en
una mención del cristianismo en el preám- tela de juicio esta interpretación triunfalista
bulo de su hoy incierta Constitución, y el ac- de la modernidad secular y nos recuerda que
tual gobierno español ha dado nuevos bríos el siglo de Nietzsche y de los liberalismos,
al secular conflicto entre la Iglesia y el Esta- del que nuestra cultura actual es heredera,
do, que al día de hoy siguen disputándose el fue tan o más religioso que los que le prece-
derecho legítimo a definir el alcance de ins- dieron. Su estupenda historia de las “religio-
tituciones como el matrimonio o el conteni- nes políticas” del siglo XIX parece sugerir que

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lo religioso es prácticamente inseparable de trono y el altar. A decir de Burleigh, janse-
lo humano y que los “fundamentalistas” de nistas e ilustrados habían logrado expulsar a
izquierda y de derecha se encuentran más “un Dios infinitamente bueno muy lejos de
cercanos entre sí de lo que aparentan. este mundo corrupto”, convirtiendo a este
Por sus dimensiones, la obra de Bur- último en una realidad autónoma, “observa-
leigh podría pasar por una historia general ble y potencialmente maleable” (p. 64).
del “largo siglo XIX” europeo. Su objeto no Esta expulsión, lejos de inaugurar una época
es modesto: se trata nada menos que de ana- de racionalidad y tolerancia, es la que hace
lizar a grandes rasgos la “política de la reli- posible el surgimiento de los nuevos cultos y
gión” y la “religión de la política” en Euro- fanatismos que recogerían la “herencia psi-
pa, desde la Ilustración hasta la Primera cológica” del Antiguo Régimen. La revolu-
Guerra Mundial. Y de hecho sorprende la ción de 1789 pasa rápidamente de la mode-
familiaridad y soltura con que se mueve el ración al radicalismo, y de la mano de los
autor en historiografías tan complejas como jacobinos se convierte ella misma en una
la rusa, la inglesa, la francesa, la italiana y, so- nueva religión que, a decir de Tocqueville,
bre todo, la alemana, que es su especialidad. “inundó la tierra con sus soldados, apóstoles
Lo que da cierta coherencia a su narración, y mártires” (p. 116). Burleigh enfatiza que
sin embargo, es la incesante denuncia de las la religión revolucionaria no es la del racio-
“idolatrías” que ocuparon el trono vacío del nalista Voltaire, a quien cínicamente dis-
Dios judeocristiano a lo largo del siglo XIX, gustaba que se hablara de ateísmo enfrente
el “siglo de las fes”. Burleigh no ve esta his- de la servidumbre, sino la de Jean Jacques
toria como una lucha entre creyentes y de- Rousseau, quien propugnaba una religión
sencantados, sino como un conflicto ince- civil que “integrase las comunidades con
sante entre fanáticos de dioses distintos, más eficacia de lo que habían estado bajo un
hermanados por el anhelo de recuperar la cristianismo divisivo e intolerante” (p. 100).
unidad perdida, por la profunda convicción Así, mientras el genio artístico de David in-
de estar a la vanguardia de la verdadera re- mortaliza a los primeros mártires de la revo-
generación del hombre y, sobre todo, por la lución en los lienzos dedicados a Marat y al
tenacidad con que buscaron imponer su pro- joven Bara, las primeras fiestas en honor de
pio evangelio a las muchedumbres sedientas la Patria adoptan el ritual de las procesiones
de salvación. cristianas y terminan convirtiéndose en or-
La historia comienza en Francia, con gías “de pertenencia, identificación y uni-
una monarquía decrépita, una Iglesia católi- dad” (p. 99). A los niños pequeños se les re-
ca profundamente dividida en sus lealtades galan Bastillas y guillotinas de juguete, y a
–galicanas o ultramontanas– y una eferves- los mayores se les adoctrina con manuales
cencia intelectual que corroía a toda prisa los que seguían el modelo de los catecismos
cimientos ideológicos de la alianza entre el (p. 105):

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Pregunta: ¿Qué es Comunión? viduo a hacer el último y verdadero sacrifi-
Respuesta: La asociación propuesta a todos cio: el martirio en el altar de la patria.
los pueblos por la República Francesa, con el Burleigh repasa las múltiples formas y
fin de formar en la Tierra una sola familia de los matices que adquirió el credo nacionalis-
hermanos que no acepten ni rindan culto a ta en Alemania, Irlanda, Polonia e Italia, y
ningún ídolo o tirano. dedica algunas de las mejores páginas de su
libro a exponer el modo en que los líderes
Como buen credo intolerante y univer- del Risorgimento italiano transformaron un
salista, la Revolución elimina a sus propios mero ideal político –la unificación– en una
herejes –los rústicos traidores a la Patria que verdadera religión nacional. Muchos de ellos
se levantaron en La Vendée, por ejemplo– y veían en el impulso religioso “algo innato,
exporta su evangelio a todos los rincones de orgánico, como la sexualidad, la propiedad y
Europa. Paradójicamente, las cruzadas revo- la familia”, y consideraban que la tarea de
lucionarias y las guerras napoleónicas no lo- los políticos era canalizarlo “hacia el bien y
graron unificar al continente bajo los ideales el beneficio máximo de la sociedad” (p. 231).
de la igualdad y la fraternidad, sino que for- El credo nacional, establecido a través de
talecieron la ideología política más poderosa cuadros, fiestas, aniversarios, monumentos y
del siglo XIX (y del XX), el nacionalismo. In- libros de texto, llegaría al extremo de cano-
fluido por el subjetivismo pietista y el culto nizar secularmente a patriotas ejemplares
a la emoción de los pensadores románticos, como Garibaldi, cuyas botas agujereadas y
el clérigo luterano Johann Gottfried Herder calcetines ensangrentados se convirtieron en
afirmaría que el bien general de la humani- las reliquias de la época. Esta religión nacio-
dad pasaba “por lo intensamente local más nalista alcanzaría su cenit con la Gran Gue-
que por una insípida adscripción a principios rra de 1914, interpretada por muchos com-
universales” (p. 183). Reaccionando contra batientes, clérigos e intelectuales como una
el cosmopolitismo de la élite intelectual, guerra santa, “un choque de civilizaciones y
Herder afirmaba que las lenguas vernáculas un enfrentamiento de virtudes y valores na-
y las canciones populares autóctonas eran las cionales” rivales entre sí (p. 501). El káiser
que mejor encapsulaban el espíritu dado por Guillermo no tendría empacho en afirmar
Dios a cada nación, y consideraba a ésta que sobre él, como emperador alemán, ha-
como el intermediario ideal entre el indivi- bía descendido el espíritu de Dios: “Yo soy
duo y la humanidad, el único espacio donde Su arma, Su espada y Su visera. ¡Ay del que
puede realizarse la plenitud humana. Otros no obedezca! ¡Muerte a los cobardes y los
pensadores alemanes, menos sutiles que incrédulos!” (p. 506).
Herder, desarrollarían la creencia en un Pue- Nuestro autor, un experto en la historia
blo elegido por la divinidad para cumplir del Tercer Reich, sostiene que “los senti-
una misión providencial, y llamarían al indi- mientos agrupados en torno a los altares de

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las patrias decimonónicas” constituyeron el Con esta certeza en mano, los comunistas
principal germen de los fascismos y las gue- “asumieron la tarea de realizar el cielo en la
rras totales del siglo XX. Pero el nacionalismo tierra a través de la violencia transformadora:
no fue la única religión secular que dio a luz ese ejercicio de matanza lamentable pero
el llamado “siglo del progreso”. Mientras necesaria que asesinaría a 80 o 100 millones
la ciencia avanzaba espectacularmente en la de personas en el siglo XX” (p. 293).
comprensión y control del mundo, y los tra- Las religiones tradicionales mayoritarias
bajos de geólogos, paleontólogos, fisiólogos no salen bien libradas en la obra de Bur-
y filólogos sembraban dudas sobre el cálculo leigh. En su opinión, el discurso de muchos
bíblico de la antigüedad del mundo y otras luteranos alemanes, que ya no asistían a sus
verdades religiosas, entre la gente común iglesias, era muy difícil de distinguir de la
comenzaron a proliferar “religiones metafí- retórica nacionalista y de la difusa piedad in-
sicas basadas en el desarrollo espiritual in- timista de la burguesía liberal. Y aunque sí
dividual, el neopaganismo, el ocultismo y las hubo sectores de la Iglesia anglicana que
espiritualidades exóticas” (p. 261). No muy buscaron una verdadera renovación espiri-
lejos de ellas, las utopías positivistas de tual y un mayor acercamiento a las clases po-
Saint-Simon y Comte combinaron una con- pulares, la mayor parte de sus fieles se limitó
fianza ilimitada en el futuro de la ciencia con a seguir un moralismo cómodo y compla-
el abierto propósito de crear una nueva reli- ciente, incapaz de ofrecer respuestas a los
gión que garantizase el Orden y el Progreso. desafíos que trajeron consigo la industriali-
El culto comtiano de Le grand Tre “tenía sus zación y, sobre todo, la Gran Guerra. El ca-
dogmas y sus ceremonias, sus santos y sus pellán de un regimiento escocés resumía así
sacramentos, destinados a fundir la vida pú- la crisis que enfrentaban sus hombres: “Los
blica y la privada” (p. 271), y a facilitar la soldados no son hostiles, sólo indiferentes.
obediencia del individuo a la nueva “socio- Hemos estado hablando un lenguaje que ha
cracia”, regida por banqueros, industriales y perdido todo sentido para ellos, también
científicos. A diferencia de las anteriores, para nosotros mismos” (p. 516). El caso del
que no pasaron de pequeños cultos secta- catolicismo romano es más complicado. Por
rios, la utopía comunista de Karl Marx se un lado, el autor observa que la Iglesia cató-
convertiría en una “religión no sobrenatural lica fue la opositora más tenaz de las ideolo-
de la humanidad de difusión masiva” (p. gías que consideraban al Estado como la
273). El marxismo retomaba la escatología fuente y origen de todos los derechos, dota-
judeocristiana, sustituyendo la Caída de da “de una cierta potestad no circunscrita
Adán por la Gran Expropiación, y le añadía por límite alguno” (Syllabus errorum, art. 39).
la seguridad de que todo estaba operando de Al mismo tiempo, esta iglesia enemiga del
acuerdo con leyes científicas infalibles, evi- estatismo se convirtió en la aliada más firme
dentes para la vanguardia culta e informada. de los regímenes absolutistas y conservado-

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res que la protegían. Esta contradicción –y la bien es cierto que las persecuciones y los in-
feroz condena de clérigos progresistas como tereses temporales de la Iglesia hacían difícil
Lammenais– alejó a muchos liberales del que ésta tomara el partido de los opositores
campo católico. A Tocqueville, por ejemplo, al absolutismo, hubo muchos dentro de ella
le perturbaba “inmensamente ver en tantos que creían sinceramente en la maldad intrín-
católicos esa aspiración a la tiranía, esa atrac- seca del liberalismo y la civilización moder-
ción por la servidumbre, ese amor a la fuerza, na. Aliarse con la derecha más intransigente
a la policía, al censor, a la cárcel” (p. 248). era para ellos la única defensa posible frente
Entre los papas del siglo XIX, León XIII fue al asedio de la masonería y los filósofos ilus-
el único que realmente buscó reconciliar a la trados, cuya conspiración satánica amenazaba
Iglesia con la democracia y las libertades mo- con destruirlo todo a su paso. Son pocos los
dernas. El máximo impulsor del “catolicismo historiadores que han abordado seriamente
social” supo reconocer que la Iglesia no po- la genealogía de este discurso reaccionario, y
día realizar adecuadamente su misión si se la entre ellos destaca el norteamericano Darrin
identificaba exclusivamente con la derecha M. McMahon. Su importante obra Enemies of
monárquica y con el privilegio social y eco- the Enlightenment (2001) constituye hasta el
nómico. En marcado contraste con sus ante- momento la mejor introducción al mundo
cesores, León XIII afirmó que la republicana intelectual de los enemigos (católicos) de la
era una forma de gobierno tan legítima como Ilustración, quienes llegaron a ser tan moder-
las demás y manifestó abiertamente su admi- nos y radicales como sus antagonistas revolu-
ración por el sistema de gobierno de Estados cionarios.
Unidos, donde una libertad sin trabas había A diferencia de Isaiah Berlin, François
favorecido el desarrollo y florecimiento de la Furet y Roger Chartier, McMahon afirma
Iglesia católica (p. 402). que la contra Ilustración no fue primordial-
Burleigh explica la posición conservado- mente un movimiento alemán y filosófico, ni
ra del catolicismo en términos meramente un invento de los revolucionarios franceses
políticos. Más que un reflejo ideológico, la para legitimar la persecución de sus enemi-
nostalgia por el Estado confesional y las con- gos. Comenzó en Francia, en un contexto
denas al liberalismo fueron consecuencia na- fundamentalmente religioso y varias décadas
tural de las alianzas diplomáticas del papado antes de 1789. Los primeros en dar forma a
y, sobre todo, del recuerdo de la persecución esta corriente de pensamiento fueron los clé-
desatada por los revolucionarios franceses. rigos, aristócratas y censores universitarios
Los desastrosos resultados del experimento que vieron disminuir su influencia política y
jacobino “dejaron una Iglesia profundamen- social por el ascenso meteórico de los nuevos
te hostil a cualquier futura invocación de la “hombres de letras”, los philosophes que, si-
igualdad, la libertad, el pueblo o la nación” guiendo el ejemplo de Voltaire y los enciclo-
(p. 65). Esta afirmación es muy discutible. Si pedistas, llegaron a convertirse en los verda-

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deros árbitros de la opinión pública francesa la vanidad y el orgullo. En segundo lugar, y
durante los últimos años del Antiguo Régi- como consecuencia de la premisa anterior,
men. En parte por odio, envidia e incom- los anti-philosophes afirman que la suerte de
prensión, y en parte por celo religioso, los la civilización está ligada al mantenimiento
anti-philosophes iniciaron una verdadera bata- de la autoridad familiar, religiosa y política.
lla cultural contra sus adversarios, en cuyas El poder del padre, del sacerdote y del rey
ideas veían el germen de la anarquía y el están indisolublemente ligados. Cualquier
ateísmo. McMahon observa que uno de los ataque a la familia o a la Iglesia es también
primeros logros de los anti-philosophes fue ha- un ataque a la autoridad del monarca. En ter-
ber dado coherencia, propósito y unidad a un cer y último lugar, los enemigos de la Ilustra-
movimiento intelectual –la Ilustración– que ción afirman que el último objetivo de ésta
hasta entonces no presentaba tales caracterís- es disolver los lazos tradicionales que man-
ticas. Obras polémicas como la Exposition de tienen unido al hombre con su familia y con
la doctrine des philosophes modernes (1785), del su patria, imponiendo en su lugar una ética
sacerdote Charles-Louis Richard, no se dis- utilitaria, que hace del interés personal el su-
tinguían precisamente por su imparcialidad premo criterio de la moralidad. De llegar al
o su rigor académico. A decir de McMahon, poder, la “filosofía” rebajaría a los hombres y
los escritos anti-filosóficos tomaban lo peor mujeres al nivel de las bestias, promoviendo
de los contrarios, simplificaban groseramente un materialismo sin límites y abriendo las
sus argumentos y tendían a representar un puertas a los vicios más contrarios a la natura-
mundo en blanco y negro, dividido en posi- leza humana, como el adulterio, el incesto y
ciones antagónicas. No iban dirigidos a espe- la homosexualidad. La monarquía sería en-
cialistas sino al público en general, y su tonces derribada por los abogados de la igual-
publicación masiva fue muchas veces subsi- dad democrática, y esa patria sin Dios y sin
diada por la Asamblea General del Clero y monarca terminaría hundiéndose en el caos
por grupos como la “Sociedad de Amigos de de la guerra civil. Para evitar este resultado
la Religión y de las Letras”. apocalíptico, los anti-philosophes exigían po-
¿Cuáles son los elementos que definen a ner un fin a la difusión de libros prohibidos y
este primer pensamiento anti-ilustrado? sobre todo a la tolerancia religiosa. Esta últi-
McMahon los resume en los siguientes. En ma no era otra cosa que un ideal de filósofos
primer lugar, una desconfianza enorme en la hipócritas que pretendían diseminar todos
razón del individuo. Las certezas vitales y los errores posibles mientras combatían a la
la felicidad misma no son accesibles para la verdadera fe “con la arrogancia de los tira-
razón desnuda, corrompida por el pecado ori- nos” (p. 45).
ginal. Necesita de la revelación y de la auto- La abolición de los derechos feudales, la
ridad para ser usada efectivamente y para no Constitución Civil del Clero, la ejecución de
caer en los pecados más viejos del hombre, Luis XVI y, sobre todo, el Terror jacobino

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confirmaron las peores pesadillas de los ene- puñado de semidioses capaces de alterar por
migos de la Ilustración. En la década de los sí mismos el curso de la historia universal.
1790, muchos aristócratas y clérigos exiliados McMahon insiste en presentar la contra
retomarían las premisas del discurso anti-filo- Ilustración como un movimiento reacciona-
sófico, haciendo de las primeras profecías rio y radical más que conservador. Al igual
contra-ilustradas una historia y un programa que los jacobinos más extremistas, los ene-
para el futuro. Es entonces cuando aparecen migos de la Ilustración acusaban a sus adver-
las obras clásicas del pensamiento reacciona- sarios de haber corrompido el orden social y
rio, como las Memorias para servir a la historia de poner los intereses individuales por enci-
del jacobinismo (1797), un verdadero best-seller ma de la “virtud” (entendida en un sentido
mundial salido de la pluma del jesuita Au- republicano). Ambos enfatizaban la necesi-
gustin Barruel. A partir de este momento dad de proteger la unidad del poder sobera-
la contra Ilustración adquirirá rasgos que la no (ya estuviera en manos del rey o del pue-
acercan mucho al radicalismo y modernidad blo) y ambos tenían la aspiración de rehacer
de los revolucionarios. Según McMahon, el a la nación francesa desde los cimientos.
primero de estos rasgos es una insistencia Esto se hizo muy evidente durante los años
machacona en las teorías de la conspiración. de la Restauración. Muchos anti-philosophes
Para el abate Barruel, por ejemplo, los desas- pensaron que la caída de Napoleón les daría
tres de la Revolución no eran tan sólo el cas- la oportunidad de construir la Francia con la
tigo de un Dios furioso a una Francia que se que habían estado soñando, modelada de
había entregado en brazos del pecado y la fi- acuerdo con la imagen idealizada que tenían
losofía; eran sobre todo el resultado de un de su propia historia, y en particular del siglo
complot largamente premeditado por los áureo de Luis XIV. Enemigos de cualquier
enemigos de la fe y del monarca: los maso- tipo de compromiso con las realidades here-
nes, los jansenistas, los protestantes, los illu- dadas del periodo revolucionario, los reaccio-
minati, los rosacruces y otros más. Curiosa- narios querían instaurar una nueva era de pa-
mente, esta forma de entender el pasado no triotismo y religiosidad, custodiada por una
era un atavismo medieval, sino un aspecto tí- Iglesia fuerte y un monarca que no dudara
pico de la cultura europea del siglo XVIII que en restringir las libertades cuando fuese ne-
compartían los ilustrados y las clases popula- cesario. Hubo purgas en la administración
res por igual. Así, en lugar de confesores je- pública, las universidades y el ejército, y mu-
suitas controlando a sus monarcas, o del com- chos radicales jacobinos fueron juzgados y
plot sacerdotal para hundir a los pueblos en ejecutados durante el periodo conocido
el oscurantismo, pensadores reaccionarios como el “Terror Blanco”. Más importante
como Barruel imaginaron una conjura sinies- aún, los reaccionarios aspiraron a recristiani-
tra para eliminar al cristianismo de la faz de zar la sociedad francesa mediante un estricto
la Tierra, que hacía de los conspiradores un control de la educación y de la opinión

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pública. En los hechos, la autoridad real fue Santo Tomás de Aquino, sino de autores co-
casi indiferente a la proliferación de “libros mo Cabanis, Condillac, Montesquieu, Rous-
filosóficos”, pero ello no impidió la quema seau y el mismísimo Voltaire.1 Por otro lado,
pública de textos prohibidos, muchas veces la dicotomía de McMahon olvida la exis-
alentada por misioneros católicos (p. 173). tencia de una (minoritaria) “Ilustración cató-
Esta “batalla de los libros” tuvo también una lica” que buscaba conciliar el racionalismo y
dimensión constructiva, pues la Restauración la ciencia moderna con las enseñanzas funda-
fue una época de grandes proyectos editoria- mentales de la religión cristiana. La cultura
les, como la célebre Bibliothèque Catholique. ilustrada no fue un todo coherente, sin fisu-
La utopía integrista de los reaccionarios ras ni contradicciones. Un movimiento inte-
nunca llegó a realizarse, pero su retórica que- lectual de tal amplitud dio lugar a las filoso-
dó permanentemente grabada en el lenguaje fías y actitudes políticas más dispares, y por
político de Occidente. McMahon afirma que ello no debe sorprendernos que la “reacción
las “guerras culturales” entre lo secular y lo católica” haya sido también deudora de sus
sagrado son un elemento característico de la enemigos acérrimos.
cultura moderna, y que en ese sentido el Vale la pena terminar este ensayo con
pensamiento anti-ilustrado –como epítome una breve reflexión. Lo que finalmente na-
de lo religioso– es tan “moderno” como el de rran las obras de Burleigh y McMahon es la
sus enemigos. En este punto de su argumen- historia de dos fracasos. Por un lado, el fraca-
tación, el autor parece haber caído en los so de una multitud de proyectos seculares
simplismos del discurso reaccionario, pues la que, buscando la redención definitiva del
relación dialéctica que describe supone hombre, terminaron recreando los cultos que
la existencia real de algo así como la Ilustra- tanto aborrecían y sometiendo a los pueblos
ción y su absoluto contrario. Aunque McMa- a la tiranía de nuevos ídolos y fanatismos. Por
hon revela la existencia de rasgos “radicales” el otro, el igualmente grave fracaso de un ca-
en los proyectos y en el lenguaje de los anti- tolicismo reaccionario, cuyo discurso degene-
philosophes, en la obra nunca llega a cuestio- ró no pocas veces en la violencia, la cerrazón
narse si en verdad la “reacción” es algo com- y el sectarismo, envenenando así el mensaje
pletamente distinto a “las luces”. Y es que evangélico de caridad y liberación. En lugar
así como las utopías seculares heredaron la de resucitar inútilmente los añejos debates
escatología y los ritos de las religiones tra- del siglo XIX, quizá nos convendría más
dicionales, así también hubo muchos tradi- intentar un nuevo acercamiento de las he-
cionalistas que elaboraron su visión de la rencias religiosa e ilustrada de Occidente,
realidad y del futuro a partir de categorías
ilustradas. Las teorías lingüísticas y socioló- 1
Cfr. David Klinck, The French Counterrevolu-
gicas de Louis de Bonald, por citar a un reac- tionary Theorist, Louis de Bonald, Nueva York, P.
cionario de pura cepa, no eran deudoras de Lang, 1996.

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esta vez en un marco de respeto y compren- RÉGIMEN Y SISTEMA EN LA HISTORIA
sión mutua. ¿Que si esto es imposible? Hace DE MÉXICO
unos años se encontraron en el teatro Quiri-
Rafael Rojas
no de Roma dos grandes representantes de
ambas tradiciones, el filósofo ateo Paolo Flo- Luis Medina Peña, Invención del sistema político
res d’Arcais y el entonces prefecto de la Con- mexicano. Forma de gobierno y gobernabilidad en
gregación para la Doctrina de la Fe, el carde- México en el siglo XIX, México, Fondo de Cultura
Económica, 2004, 415 p.
nal Joseph Ratzinger. Sin la pretensión de
imponerse el uno al otro, y coincidiendo en
la necesidad de trascender la oposición retó- La aspiración de articular teoría e historia o,
rica entre cristianismo e Ilustración, ambos por lo menos, de acceder a la escritura de una
reconocieron la existencia de un terreno historia teóricamente informada tiene una lar-
compartido por creyentes y no creyentes: la ga tradición en la historiografía occidental. En
responsabilidad común en el combate a la in- sus reflexiones sobre el necesario entendi-
tolerancia y en la promoción de la dignidad miento entre la historia y las ciencias sociales,
del hombre, la libertad y la ayuda a los nece- Fernand Braudel se refería a este asunto, re-
sitados. En palabras del cardenal Ratzinger, comendando a los historiadores que asumie-
hoy Benedicto XVI, “la conciencia y el com- ran su disciplina como una forma del saber que
promiso por la dignidad humana es una pre- tiene la ventaja de nutrirse del repertorio
sencia escondida de una fe más profunda, conceptual de las ciencias sociales, sin tener
aunque no esté definida en términos teoló- que abandonar las formas narrativas o analógi-
gicos. Es una raíz común del bien contra el cas de la imaginación y la escritura históricas.
mal”.2 Ojalá y sea esta fe, y no los sueños de La obra del politólogo e historiador Luis
algún radical, la que prevalezca en nuestra Medina Peña es un buen ejemplo de esos
historia futura. afanes por entrelazar teoría e historia en el
estudio del México moderno. Ya en su libro
Hacia el nuevo Estado. México, 1920-1994
(1995) Medina Peña proponía una recons-
trucción del proceso que condujo a la edifica-
ción y consolidación del sistema político me-
xicano, entre la segunda y la octava décadas
del siglo XX. En aquella investigación, que se
volvió referencial para los estudios de la his-
toria política del México contemporáneo,
2
“¿Dios existe? Debate entre Ratzinger y el fi-
Medina Peña aprovechaba las contribucio-
lósofo ateo Flores D’Arcais”, en http://www.
zenit.org/spanish/, publicado el 22 de septiembre del nes de algunos autores que priorizaban el pa-
año 2000. pel de las instituciones en los procesos de

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construcción del Estado nacional (Bendix, historia del régimen, aunque teleológica, es
Eisenstadt, Crozier, Lipset, Deutsch...). sumamente discontinua, ya que por el cami-
Ahora, en este nuevo libro, que podría ser no se producen giros al centralismo e inte-
leído como un primer volumen de aquel, rregnos conservadores y monárquicos. Las
puesto que se remonta al siglo XIX, echa prácticas de la política bajo aquel régimen,
mano de los estudios neoinstitucionalistas de sin embargo, estaban ligadas a nuevas socia-
Almond, Powell, Birdbaum, Steinmo, The- bilidades (masonería, caudillismo y caciquis-
len, Rothstein, North, March y Olsen. mo, regionalismo, municipalismo, pronun-
Una distinción conceptual básica en este ciamientos militares, procesos electorales,
libro es la que discierne entre un sistema y un invasiones extranjeras...), a instituciones del
régimen políticos. De acuerdo con Medina antiguo régimen como la Iglesia o del nuevo
Peña, “la forma de gobierno y las normas como los poderes federales y estatales. Ese
para su funcionamiento son el régimen polí- conjunto de prácticas, como enfatiza Medina
tico y, a su vez, el régimen político constituye Peña, difícilmente podría comprenderse
la esencia de las reglas formales. Por otro como una “modernidad” emergente que
lado, las reglas informales, aquellas tácita o reemplaza las formas tradicionales del orden
implícitamente acordadas entre los actores virreinal o como una “persistencia” institu-
políticos, integran lo que se ha conocido cional o cultural del pasado borbónico.
como sistema político”. Este deslinde, como A diferencia de la historia del régimen,
puede apreciase, involucra otros de cercano la del sistema, además de arrancar mucho
parentesco conceptual, como el de prácticas más tarde, ofrece más continuidades que
“formales” e “informales” de la vida política rupturas. Luis Medina Peña sostiene en su
o el de “forma de gobierno” y “gobernabili- libro que el “primer sistema político real-
dad”, que aparece en el subtítulo del libro. mente operativo” de la historia de México
Lector de estudiosos del derecho constitu- fue el Porfiriato. La idea no es nueva, ya que
cional y, a la vez, de historiadores de la socie- el argumento puede encontrarse, bajo distin-
dad, Medina Peña se sirve de este instru- tas modalidades, en Emilio Rabasa, Daniel
mental teórico para escribir la historia de los Cosío Villegas y hasta en Francois Xavier
encuentros y desencuentros entre el orden Guerra. Sin embargo, el lenguaje de Medina
de jure y el ejercicio de facto de la política me- Peña es nuevo y la armazón teórica de su
xicana en el siglo XIX. propuesta logra, en el capítulo sexto, una de
¿Qué encuentra Medina Peña en esta las radiografías más completas de la vida po-
historia de larga duración? En esencia, un ré- lítica porfirista. La creación del sistema, es
gimen republicano, liberal y federalista, tra- decir, de un conjunto de reglas formales e in-
zado desde 1824, que después de múltiples formales que garantizaron durante tres déca-
rechazos, vaivenes y ajustes termina afian- das el funcionamiento del régimen y la go-
zándose en los años 50 y 60 del siglo XIX. La bernabilidad política, fue obra de la voluntad

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deliberada de Díaz y de sus colaboradores latinoamericano: la cubana. Pero, incluso, la es-
más cercanos de superar el estado de guerra fera de la ruptura, asociada al sistema político
civil producido por la Reforma. porfirista, no estuvo exenta de ciertas continui-
Según Medina Peña, además de la paci- dades. De ahí la conclusión de Medina Peña:
ficación, los ferrocarriles, el crédito y los pre- “la Revolución mexicana es un caso de excep-
supuestos equilibrados, el Porfiriato tendió ción: a) no cambió el régimen; éste siguió sien-
cuatro ejes de articulación de la política na- do, en lo formal, el mismo que el consignado
cional: el federal, el militar, la maquinaria en la Constitución de 1857: república repre-
electoral y el gabinete presidencial. Esos sentativa y federal, y b) en el cambio del sis-
cuatro ejes lograron el control del país por tema político hubo más continuidades que
medios autoritarios que no se basaban en la discontinuidades.”
rigidez, sino en la flexibilidad: en una sofisti- Aun así, como se expone más adelante,
cada dialéctica de cohesión y circulación de desde la década del treinta, la simbiosis entre
las élites del poder. Junto a estos cuatro ejes, presidencialismo y partido hegemónico,
la política porfirista ejerció una estrategia de creada por el PRI, reconstruyó el sistema po-
reconciliación nacional, después de la fractu- lítico sobre nuevas bases institucionales. Las
ra de la guerra civil, que se proyectó sobre páginas finales de este libro, que se superpo-
tres áreas fundamentales: la cuestión agraria nen con las de Hacia el nuevo Estado, descri-
de los pueblos, la Iglesia y el culto religioso, ben muy bien el momento actual, marcado
y el dilema entre control y libertad de pren- por las reformas electorales de los 90 y la al-
sa. Esas tres áreas, que habían acumulado ternancia en el poder presidencial del año
tantos agravios en la sociedad o que, como en 2000, no como un cambio de régimen sino
el caso de la prensa, habían amenazado a los como un nuevo cambio en el sistema político
gobiernos liberales de la Reforma y la Repú- mexicano. Los últimos años, según Medina
blica Restaurada, se convirtieron bajo el Por- Peña, representan una época de adaptación
firiato en estructuras de conciliación entre el del sistema a las demandas democráticas del
régimen y el sistema. régimen constitucional y, también, de una
La parte final del libro, dedicada a la Re- ciudadanía electoralmente educada. “El sis-
volución, reaviva creativamente el debate tema postrevolucionario –dice Medina
sobre el proyecto revolucionario mexicano. Se- Peña– compartió dos rasgos fundamentales
gún Medida Peña, la Revolución no se propu- con el sistema político del Porfiriato: la natu-
so, como cierta tradición jacobina le atribuye, raleza inclusiva y conciliadora y el déficit de-
una transformación del régimen liberal, sino mocrático”.
sólo del sistema porfirista. Esa moderación es Una de las perspectivas más saludables
el elemento que distingue la experiencia me- de este libro es la evaluación serena del saldo
xicana de otras clásicas como la francesa o la histórico del presidencialismo priísta. Sin de-
rusa y de la otra gran revolución del siglo XX jar de advertir los elementos autoritarios de

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ese proyecto de Estado, Medina Peña desta- por el establecimiento de un tribunal inter-
ca su eficaz estrategia de integración de la so- nacional que se encargara de juzgar a los cri-
ciedad. Una posible conclusión de este volu- minales de guerra. Tras la Conferencia de
men, lleno de enseñanzas, es que el momento Québec, en agosto de 1944, Roosevelt pare-
actual de la vida política de México se deba- cía haber convencido a Churchill sobre la in-
te entre la democratización y la inclusión, en- viabilidad de procesar a “archicriminales
tre la competencia equitativa por el poder y como Hitler, Himmler, Göring y Göbbels”,
la capacidad de articulación social del Esta- llegando a la conclusión de que la forma más
do. Sí, México, como insiste Luis Medina práctica de lidiar con los altos dirigentes
Peña a lo largo de su libro, es excepcional. nazis era la ejecución sin juicio previo. Para
Pero su experiencia política resume el princi- ese momento, Stalin había cambiado de pa-
pal dilema de cualquier transición a la demo- recer y se inclinaba por la instauración de un
cracia, esto es, la necesaria complementa- tribunal y de juicios similares a los que ya se
riedad de derechos sociales y políticos, de habían llevado a cabo en la Unión Soviética
justicia y libertad. en 1943, en los cuales se juzgó y ejecutó pú-
blicamente a altos mandos del ejército ale-
mán atrapados en territorio soviético tras el
EL SILENCIO DE LOS QUE SE DECÍAN contraataque del Ejército Rojo.
INOCENTES Aprovechando esta situación, Stimson
convenció a Roosevelt de que un juicio era
Rogelio Aragón más pertinente que las ejecuciones sumarias
Goldensohn, León. Las entrevistas de Núremberg.
y, junto con el Secretario de Estado Cordell
México, Taurus, 2005, 590 p. Hull y el de Marina James Forrestal, envió un
documento al Presidente con los pormenores
Hace 60 años, tras la capitulación de Ale- para que fueran discutidos en la Conferencia
mania y el fin de la guerra en Europa, las po- de Yalta. Sin embargo, el cambio de la políti-
tencias aliadas se dieron a la tarea de localizar ca estadounidense respecto a los criminales
y capturar a los altos dirigentes nazis que con- de guerra ocurrió con la muerte de Roosevelt
tinuaran con vida. Ya desde noviembre de y la toma de posesión de Harry Truman. A
1943 se pensaba en la posibilidad de llevar a principios de mayo de 1945, a escasos días de
cabo ejecuciones sumarias de miles de ofi- la rendición del Tercer Reich, Estados Uni-
ciales del ejército y funcionarios del partido dos, Gran Bretaña, la Unión Soviética y la re-
de Hitler, con las que Roosevelt y Stalin pa- cién liberada Francia firmaron en San Fran-
recían de acuerdo pero que Churchill conde- cisco un acuerdo para la organización de los
nó acremente en un principio. Otros, como juicios. Los estadounidenses y los británicos
Henry Stimson –Secretario de la Defensa de impusieron su estilo judicial y, en conse-
Estados Unidos– y Molotov, se inclinaban cuencia, los juicios se realizarían con las ca-

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racterísticas de aquellos dos países: orales, en Hitler nunca comunicaba a los demás sus
donde se van presentando las distintas prue- planes y de que únicamente estaban siguien-
bas al juez por parte del fiscal y la defensa, do órdenes, la inmensa mayoría de los enjui-
interrogándose a los acusados y testigos de ciados y testigos niega su participación en los
ambas partes. crímenes de guerra y contra la humanidad de
El médico y psiquiatra León Golden- los que se les acusa, argumentando que fue
sohn ingresó en 1943 al ejército de Estados únicamente hasta el juicio que tuvieron noti-
Unidos y sirvió en los frentes de Francia y cia de tales hechos. Y no contentos con ello,
Alemania. A principios de 1946 recibió el en- dejan toda la responsabilidad a los tres gran-
cargo de velar por la salud, física y mental, de des ausentes, Hitler, Himmler y Bormann, la
los prisioneros nazis recluidos en Núrem- responsabilidad de la Endlösung, los campos
berg, ciudad elegida como sede del tribunal de concentración, las ejecuciones masivas de
internacional que los enjuiciaría. Durante los judíos y prisioneros de guerra, el uso de ma-
siete meses que duró su encargo, conversó no de obra esclava para la industria y del fra-
en repetidas ocasiones con los encausados y caso militar del Tercer Reich. Esta tendencia
los testigos, tomando notas de todo lo que a responsabilizar a Hitler de todas y cada una
hablaban: sus antecedentes familiares, deta- de las acciones políticas y militares de su ré-
lles biográficos y, sobre todo, su percepción gimen es muy notoria en las biografías y los
de los acontecimientos y sus acciones. Ro- apuntes escritos por los generales alemanes,
bert Gellately, profesor de Historia en la publicados en su mayoría en los años cin-
Universidad de Florida y estudioso del tema, cuenta, que contribuyeron en gran parte a
se encargó de seleccionar y editar las entre- crear el mito de omnipresencia y absoluto
vistas, así como de elaborar notas a pie que monopolio del poder por parte del dictador
aclararan puntos importantes, en esta prime- alemán, tan cuestionado por la historiografía
ra edición que sale a la luz pública. reciente.
Entre los entrevistados destacan perso- Mención aparte merecen los testimonios
najes de capital importancia: Alfred Rosen- de Hermann Göring, el excéntrico coman-
berg, Hermann Göring, Rudolf Hess, Rudolf dante en jefe de la Luftwaffe, y el de Rudolf
Höss, Joachim Von Ribbentrop, Erich von Höss, el tristemente célebre comandante en
dem Bach Zelewski. Existe un elemento co- jefe del campo de concentración de Aus-
mún en casi todas las entrevistas: al ser cues- chwitz. Ambos personajes no sólo reconocen
tionados por su participación en o su conoci- su entera responsabilidad en sus respectivos
miento de las atrocidades cometidas durante campos de acción, sino que se asumen como
la guerra contra judíos, prisioneros de guerra culpables de todos los cargos y consideran
y población civil, la primera reacción es negar que deben ser castigados con la pena máxi-
haber tomado parte en o tener conocimiento ma. Claro está que Göring logró evadir la ac-
de lo que ocurría. Bajo el pretexto de que ción de la justicia y prefirió quitarse la vida

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un par de horas antes de ser ejecutado, a di- ¿HOMBRE O DEMONIO?
ferencia de Höss, entregado a los polacos,
juzgado por un tribunal militar y ejecutado Rogelio Aragón
en Auschwitz en abril de 1947. El testimonio Lukacs, John. El Hitler de la Historia. Juicio a los bió-
de este último es francamente desgarrador: grafos de Hitler. México, Turner/Fondo de Cultura
narra con lujo de detalle, con un cierto aire Económica, 2003. 293 p.
de orgullo y con una frialdad sorprendente,
los métodos empleados para llevar a cabo la Ningún personaje y acontecimiento del si-
Endlösung en los tres Auschwitz, ideados por glo XX han recibido más atención que Hitler
él, que llevaron a la muerte a cientos de mi- y la Segunda Guerra Mundial. Historiadores,
les de seres humanos. profesionales y amateurs han dedicado cien-
¿Cuál es el valor historiográfico de estas tos de miles de páginas a estudiar y analizar
entrevistas? ¿Cambian en algo la percepción uno de los periodos más sombríos de la histo-
que se tiene del Tercer Reich? La historia es ria y al hombre que lo detonó.
una constante revisión del pasado. Lejos ha A 60 años de la muerte de Hitler y del
quedado el ideal decimonónico de que apli- fin de la guerra, ¿cuál es el balance de la his-
cado un método riguroso y agotadas las fuen- toriografía? ¿Ha cambiado en algo la percep-
tes existía como resultado un estudio cerrado ción que tenemos del dictador nazi? John
y definitivo. Los acontecimientos pretéritos Lucaks inicia su análisis de las biografías de
están abiertos y la búsqueda del conocimien- Hitler con las palabras del historiador alemán
to histórico se enfoca cada vez más en la Gerhard Schreiber: “Wir sind mit Hitler noch
comprensión y no en la precisión. Con el sur- lange nicht fertig”, aún estamos lejos de acabar
gimiento de nuevas fuentes y con la idea de con Hitler. Ahora que los historiadores se
que hacer historia significa enfrentarse una y han desembarazado del concepto decimo-
otra vez al pasado con diferentes herramien- nónico de un pasado que una vez estudiado
tas, hipótesis y métodos, las entrevistas de quedaba cerrado, y con plena conciencia de
Goldensohn aportan un testimonio de capital que, dada la acumulación continua de infor-
importancia para nuevos análisis y compren- mación, es prácticamente imposible agotar
siones de uno de los capítulos más crueles y las fuentes, se estudia el pasado con la meta
sombríos de la historia contemporánea. no sólo de alcanzar un cierto grado de preci-
sión sino con la de aportar elementos para su
comprensión. De esta forma, no importa la
cantidad de obras escritas sobre un mismo
tema. Esto no garantiza –como todavía mu-
chos creen– que un nuevo estudio, incluso
sobre un tema que parecería “agotado” en el
sentido decimonónico, no tenga nada nuevo

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que aportar. Parafraseando a Michel de Cer- visión del pasado que ha enfrentado cambios
teau, mientras exista alguien que no esté en y resistencias.
paz con el pasado siempre habrá la posibili- El mito de un Hitler todopoderoso y om-
dad de revisarlo, reinterpretarlo y reescribirlo. nipresente empezó con el fin de la guerra. Las
Lo mismo aplica para Hitler. A lo largo memorias y biografías de generales alemanes
de más de medio siglo, han aparecido no sólo aparecidas en los años 50 contribuyeron a re-
textos de historia sino novelas, películas y presentarlo como un hombre sediento de po-
documentales televisivos que han abordado der que centralizaba todas las decisiones y
desde las más diversas perspectivas la vida y que no dejaba margen a la discusión y mu-
obra del autoproclamado Führer. El análisis cho menos a la contradicción, que actuaba
de Lukacs se centra en los más de cien estu- movido por un odio y una impulsividad abso-
dios biográficos publicados desde incluso an- lutamente irracionales. Así, de un plumazo,
tes de la Segunda Guerra y que plantean una toda la responsabilidad de los descalabros
serie de problemas historiográficos sobre el militares cayó sobre los hombros de Hitler.
papel de Hitler en la recuperación económi- Esta situación se reflejó también en la obra
ca de Alemania, su relación con las potencias de académicos, literatos y cineastas. Hitler
democráticas occidentales y con la Unión So- apareció como el único responsable de todos
viética, sus muy particulares prejuicios racia- los males de Alemania y de Europa, de las
les y nacionalistas, su obsesión con los judíos, matanzas, los exterminios y las atrocidades,
sus habilidades como estratega militar y su eximiendo a todos sus seguidores y subordi-
carácter y personalidad, elementos todos que nados de cualquier responsabilidad, como si
le han ganado un lugar ambiguo en la histo- hubieran actuado bajo el influjo, bajo el he-
ria alemana y un considerable séquito de de- chizo de un ente sobrehumano, sobrenatural
tractores, admiradores y defensores, declara- y ahistórico.
dos y ocultos. Sin embargo, existe la opinión contraria
Todos estos problemas planteados por que presenta a Hitler como un personaje
Hitler a los historiadores y la forma en que producto de su momento y sus circunstan-
Lukacs los analiza con gran detalle son de- cias históricas, que no únicamente recibió el
masiado extensos para ser tratados en unas apoyo y la admiración de amplísimos secto-
cuantas líneas. Sin embargo, es importante res al interior de Alemania sino también al
detenerse en un aspecto que está presen- exterior, incluidos Estados Unidos y Gran
te en todas las obras escritas sobre el perso- Bretaña, y que, en algún momento, fue visto
naje en cuestión. ¿Era Hitler un hombre o por muchos como el adalid de la civilización
un demonio? La pregunta, a primera vista, occidental frente al peligro del comunismo y,
parece ingenua y hasta innecesaria, pero no por pocos, como una alternativa viable a
oculta toda una concepción histórica y una la decadente democracia. Sobra decir que la

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mayoría de quienes han adoptado la tarea de veladamente, que la historización de Hitler
historizar a Hitler se confunden con aquellos debe llevarse a cabo sin perder de vista los
que han intentado hacer una apología de él, terribles actos que propició y sus consecuen-
y han caído en el mismo saco de incorrección cias, con la finalidad de que, en estos tiem-
política, por lo que la postura de la “demoni- pos cada vez más convulsionados por la bar-
zación” parece ser, todavía, la más viable barie, no se le considere como “una especie
para evitar cualquier acusación de simpatizar de Diocleciano, el estricto arquitecto de un
con el líder nazi. A pesar de esta situación, la último orden imperial”, ante la amenaza,
tendencia de historizar a Hitler –y, por ende, nada descabellada, de que en un futuro la ci-
presentarlo como a un humano producto de vilización occidental amenace con colapsar-
su tiempo y su entorno– ha ido ganando te- se. Pero, claro está, “este libro es obra de un
rreno en los últimos años. Lukacs advierte, historiador, no de un profeta”.

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