You are on page 1of 27

Jonathan Echagüe

Sujetos, identidades y proyectos polIticos en la historia reciente: las


transformaciones del peronismo (1955-1976)
CATEDRA: FRIEDEMANN

LA RECONSTRUCCION NACIONAL y EL ENEMIGO interno.

RESUMEN

La idea del presente trabajo es analizar los discursos realizados por el ex presidente de
la nación, Juan Domingo Perón, durante su tercer gobierno; además de trabajar con
dos publicaciones de la época, que representaban al ala derecha del movimiento
peronista: la revista “El Caudillo”, financiada por el ministro de Bienestar Social José
López Rega; y el periódico Alianza Nacionalista Argentina, órgano oficial de la
agrupación homónima. A partir de estas fuentes, la idea es reflexionar sobre la noción
de “Reconstrucción Nacional” además de pensar en la “construcción” del enemigo que
se realizó en el plano discursivo durante el último gobierno de Perón tratando de
responder las siguientes preguntas: ¿Qué estrategias discursivas operaron en la
“construcción” del enemigo interno durante el tercer peronismo? ¿De qué modo se lo
representaba? ¿De qué modo se vincula la idea de Reconstrucción Nacional con la
noción del “enemigo interno”?

PALABRAS CLAVE

RECONSTRUCCIÓN NACIONAL - ENEMIGO INTERNO - ANTICOMUNISMO – DERECHA

PERONISTA

1
Jonathan Echagüe

INTRODUCCIÓN

Conozco los propósitos de los marxistas, quienes sabiendo


no poder medrar en el marco de las leyes, intentan
conseguir el poder con la violencia. De todas maneras,
estoy seguro que domaremos a la guerrilla. Chile ha
enseñado muchas cosas: o los guerrilleros dejan de
perturbar la vida del país o los obligaremos a hacerlo con
los medios que disponemos. 24 de septiembre1

Durante su tercera presidencia, el general Perón pondrá sus esfuerzos en terminar con la
crisis política y consumar la estabilidad del país, tras el brevísimo mandato del peronista
Héctor Cámpora; y terminar, de una vez por todas, con la conflictividad social, tras un
largo período de efervescencia, en la cual la violencia política se encontraba legitimada
por gran parte de la sociedad. De esta manera, terminará con su postura ambigua frente
a las tendencias políticas dentro del movimiento peronista e intentará solucionar la puja
política entre ambos bandos inclinándose por los representantes de la derecha peronista.
Para lograr la consolidación de un orden legítimo y estable, Perón debía insertar en los
marcos institucionales a los sectores más radicalizados del peronismo y recuperar así el
monopolio de la violencia. Por consiguiente, frente a la expectativa de la burguesía y
gran parte de la sociedad, que lo veía como garante de la pacificación nacional, Perón
llevará adelante, a través de mecanismos legales e ilegales, el disciplinamiento de las
fracciones radicalizadas, y armadas, tanto al interior del movimiento peronista, como de
otras organizaciones políticas de izquierda, no pertenecientes al mismo; y así garantizar
la continuidad del “Pacto Social”, iniciado durante el gobierno de Cámpora.
En este contexto de ordenamiento y normalización del país, a través de la
institucionalización del conflicto; y con la reestructuración del movimiento justicialista,
en base a la “depuración” de los elementos de izquierda –sumado a un contexto

1
En el primer número (de la nueva edición) del periódico de la Alianza Libertadora Nacionalista, se
puede encontrar la entrevista publicada, realizada por un diario italiano (Il Giornale de Italia), al recién
presidente electo, en la cual declara esas palabras.
2
Jonathan Echagüe

internacional, en el cual se demonizaba al marxismo, y se veía al comunismo como una


amenaza– los canales de expresión de la derecha argentina, tendrán un lugar importante
en la producción discursiva, que se realizará para deslegitimar, a los sectores de
izquierda, y que permitirá la construcción/producción de la figura del “enemigo
interno”, el cual será combatido por el aparato del Estado, bajo mecanismos punitivos,
ya sean en el marco de la ley, o, a través, de procedimientos o instancias ilegales y/o
para-estatales. (Bonavena, 2009)
A partir de lo dicho, se trabajará con diversas fuentes primarias recuperadas de
la web: se examinarán varios números de la revista El Caudillo de la Tercera Posición,
medio de comunicación impreso, publicados entre 1973 y 1975, y algunos números del
periódico Alianza Libertadora Nacionalista, órgano oficial de la agrupación política del
mismo nombre, publicados en la misma época. Ambas publicaciones funcionarán como
medios de expresión de la derecha argentina2, nacionalista y anticomunista, ligados al
ala ortodoxa3 del movimiento peronista. Con base en estos archivos, y poniéndolos en
relación con discursos realizados por el general Perón, durante su tercera presidencia; se
procederá a analizar la construcción discursiva del “enemigo interno”. De esta manera
se analizará qué estrategias discursivas fueron utilizadas por los sectores de la derecha
peronista para describir y representar a las organizaciones políticas vinculadas al
comunismo, a la izquierda peronista4, y demás grupos ligados al marxismo. Además de

2
La historiadora Patricia Orbe (2011), retomando los aportes realizados por Buchrucker y Lvovich,
delimita a la derecha nacionalista, o nacionalismo tradicionalista, como un movimiento articulado por
una cosmovisión anticomunista, antiliberal, antidemocrática y antisemita; con gran influencia dentro del
Ejército y la Iglesia. Por consiguiente, veían como enemigas tanto a los marxistas como a los judíos,
concibiéndolos como amenazas foráneas de la Nación Argentina.
3
En palabras de Juan Luis Besoky (2016) “Originalmente el término ortodoxo refería durante los años de
la Resistencia Peronista a aquellos sectores del peronismo más intransigentes y reacios a aceptar algún
tipo de acuerdo con el gobierno. Se caracterizaban incluso por su rechazo a las vertientes neo
peronistas, vandoristas o conciliadoras que habían empezado a aparecer en el Movimiento para los años
sesenta. En la década siguiente, con el retorno de Perón al país y la derechización del gobierno, pasó a
englobar a aquellos sectores que apelaban a la verticalidad para evitar cualquier tipo de acercamiento al
marxismo o a la izquierda peronista.” (Pág.22)
4
El politólogo Sergio Friedemann (2018) denomina a la izquierda peronista como esa región “político-
intelectual de múltiples manifestaciones que, conservando cierta heterogeneidad, formaban parte de la
cultura política de izquierdas, incorporando categorías y horizontes propios del socialismo y la tradición
marxista mientras asumían su pertenencia o adhesión al movimiento peronista.” Otro trabajo que
3
Jonathan Echagüe

examinarse de qué modo estas agrupaciones, y sus integrantes, eran representados,


también se procederá a repensar la idea de la “Reconstrucción Nacional” e indagar si
existe algún tipo de vinculación con la noción de “enemigo interno”. Para esto, se
trabajará con algunos de los conceptos desarrollados por el filósofo francés Michel
Foucault en el libro “Defender la Sociedad” (1976); y con la concepción sobre el estado
planteada por el teórico alemán Carl Schmitt, en sus escritos políticos.
Entre los trabajos de investigación que se han elaborado en torno a las
publicaciones del semanario “El Caudillo” se encuentran: los realizados por José Luis
Besoky (2010; 2016; 2017) en los cuales analiza el discurso anticomunista desplegados
en sus páginas; y la vinculación que tenían tanto las ideas aparecidas allí con la derecha
peronista, así como también la relación que tenían los redactores de la revista con
miembros participantes de ese sector del peronismo, describiendo así a los actores
políticos involucrados, sus prácticas y la conformación identitaria de los grupos
enfrentados. El trabajo de Patricio Simonetto (2014) también se enmarca dentro del
mismo estilo de análisis haciendo foco en la imbricación entre los discursos, esbozados
y puestos en circulación por este medio gráfico, y las prácticas represivas llevadas
adelante por la organización parapolicial conocida como la “Triple A”; además de
rastrear las fuentes de financiamiento de la revista. El análisis propuesto por Natalia
Silva (2013) se encarga de analizar el discurso político producido por el semanario,
descomponiendo e interpretando la estructura argumental y construcciones discursivas
allí enunciadas, a partir de los aportes de la disciplina de la Comunicación Social,
trabajando en particular con las lecturas realizadas por Eliseo Verón y Silvia Sigal
(2003). Un trabajo de gran relevancia en el análisis del plano discursivo, en referencia a
la construcción del enemigo interno, y su imbricación con las prácticas represivas, es el
realizado por la historiadora Marina Franco (2012) centrado en describir, de forma
detallada, la violencia política ejercida tanto desde el aparato del Estado como por los
mecanismos represivos ilegales y clandestinos, puestos en funcionamiento, por

señala la importancia de esta categoría para el análisis historiográfico, es el realizado por Valeria Caruso,
Omar Acha y cia. (2017)Allí los autores complejizan y discuten sobre dicho término.
4
Jonathan Echagüe

organizaciones paraestatales; con el objetivo de combatir la guerrilla y exterminar a los


subversivos. Para esto, Franco se enfoca en examinar las continuidades entre los
gobiernos constitucionales peronistas y la dictadura militar precedente. Laura Rodríguez
Agüero (2013) por su parte analiza la violencia paraestatal y la construcción del
enemigo interno durante el periodo 1973-1976, análisis enfocado en la provincia de
Mendoza poniendo énfasis en los cambios ocurridos al interior de las fuerzas armadas
además de analizar como los cuerpos de mujeres en situación de prostitución fueron
usados como “laboratorio de prueba” para las prácticas represivas.

CONTEXTO INTERNACIONAL

Mientras que los países del primer mundo y los países que adherían a la experiencia del
socialismo real, con la Rusia soviética y la China maoísta como faros, se encontraban en
una situación de estabilidad política y social, el tercer mundo experimentaba un clima
insurreccional caracterizado por un proceso de radicalización política, especialmente de
las clases medias, jóvenes estudiantes e intelectuales, que había comenzado en la década
de los 605, en el cual surgieron partidos y movimientos políticos identificados con el
marxismo y las luchas anticoloniales africanas y asiáticas. De esta manera, en

5
El año 1959 es clave para entender el clima de época insurreccional y de protesta de la década del 60
que va a estar marcada por conflictos políticos y sociales en todo el mundo: El 1 de enero, el proceso
revolucionario iniciado en Cuba, liderado entre otros por Fidel Castro, triunfó derrocando así al dictador
Fulgencio Batista. La influencia ideológica de la Revolución Cubana generó un impacto fue muy fuerte en
los movimientos universitarios, por ejemplo, clave para entender el desarrollo de la radicalización
política de los mismos. El día 29 de enero del mismo año se celebró el Concilio Vaticano II. La iglesia
católica frente un mundo convulsionado por las transformaciones políticas, económicas y culturales; y
frente a la amenaza comunista decidió iniciar una proceso de renovación de su doctrina y reformas en
sus instituciones que le permitiera afrontar los cambios a nivel mundial. Era necesaria una apertura a
otros sectores de la sociedad, especialmente en los más desfavorecidos; no solo para mantener el apoyo
de sus fieles, sino para aumentarlo a través de nuevos adeptos. Era menester llevar adelante una
doctrina social basada en el cristianismo que incluyera a los sectores desprotegidos de la sociedad para
protegerlos así de las influencias del “enemigo ateo y comunista” que les ofrecía la panacea de la
revolución marxista y el socialismo. Ahora bien, esto produjo la radicalización de sectores del
catolicismo y la aparición de la teología de la liberación. En el año 1968 los estudiantes universitarios
tomaron el protagonismo encabezando junto con los obreros movimientos de protesta social en
diferentes partes del mundo: Francia vivió el “Mayo francés” y en Latinoamérica podemos destacar el
Cordobazo en nuestro país, en la ciudad de Córdoba; y el movimiento estudiantil de México que fue
masacrado en Tlatelolco. Georgieff(2009) Hobswabm(1998)
5
Jonathan Echagüe

Latinoamérica surgieron grupos que se articularon en torno a la confluencia de las ideas


antiimperialistas, socialistas, y nacionalistas6 con la intención de implantar un modelo
societario distinto al capitalismo, a través de la revolución social; y basado en el ideal de
la soberanía nacional que les permitiera salir de la pobreza y el atraso, en definitiva, del
subdesarrollo producto de la dependencia económica (Hobsbawn, 2013).
En este contexto mundial, se configuró así la llamada “nueva izquierda”,
categoría tanto nativa7 como analítica (Friedemann, 2017), pensada y utilizada por
diversos autores como Stuart Hall (2010)8, Hobsbawn (2013), Zolov (2012); entre otros,
para describir a los movimientos políticos, sociales e intelectuales cercanos al marxismo
pero no así de las interpretaciones ortodoxas de ciertos autores marxistas ni de la lectura

6
La historiadora Guillermina Georgieff (2009) en su libro Nación y revolución explica de forma detallada
el desarrollo de esta confluencia entre nacionalismo y socialismo, que fue objeto de debate en las
internacionales comunistas de forma limitada, y que luego resurgió de una manera imponente en los
países periféricos del continente africano, asiático y Latinoamérica, durante la década de los 60 y 70, en
un contexto en el cual se discutían varios de los presupuestos del marxismo clásico en torno a su
aplicación en las coyunturas particulares de esas regiones, distintas a la realidad europea. De esta
manera se constituyó la amalgama entre la ideología nacionalista y la marxista, dando lugar a la
propagación de marxismos nacionalistas o nacionalismos marxistas, alimentado por el trabajo de
diversos intelectuales. En palabras de Georgieff: “La conciliación de –en el plano teórico y en el de la
praxis política– entre socialismo y nacionalismo operada en América Latina al promediar los años
sesenta permitió pensar el cambio de situación de los sectores marginados y étnicamente diferentes
ligado al ‘rescate de la nación’ con las de la ‘redención popular’ y la construcción del socialismo.
Autodefiniéndose como divergentes del ‘socialismo eurocentrista’ que había abordado –a su entender–
la cuestión nacional desde una ‘concepción instrumentalista’, los socialismos nacionales
latinoamericanos y del Tercer Mundo señalaron que el motor de las luchas en sus países lo constituía la
contradicción entre ‘nación’ e ‘imperialismo’. Sostuvieron también que los movimientos de liberación –
‘vanguardias’ en el Tercer Mundo de la ‘revolución socialista mundial’– tenían al nacionalismo como
principio vector de sus ideas, reclamando de ese modo el derecho a la elaboración de una formulación
propia del ‘problema nacional’”. (Pág. 61)
7
A diferencia de las categorías analíticas, las categorías nativas provienen de los propios sujetos o
actores analizados teniendo en cuenta los usos y puntos de vista de los mismos en su contexto socio
histórico particular (Friedemann, 2017).
8
“Su nacimiento significó para los izquierdistas de mi generación el fin de los silencios impuestos y de
los puntos muertos políticos de la Guerra Fría, y la posibilidad de un avance hacia un nuevo proyecto
socialista. El término lo habíamos tomado prestado, en los años cincuenta, del movimiento conocido
como nouvelle gauche, una tendencia política independiente en la política francesa asociada al
semanario France Observateur y a su editor, Claude Bourdet. Bourdet, una figura sobresaliente de la
Resistencia francesa, personificó después de la guerra el intento de abrir una «tercera vía» en la política
europea, independiente de las dos posiciones dominantes en la izquierda, el estalinismo y la
socialdemocracia, más allá de los bloques militares de la OTAN y del Pacto de Varsovia, y opuesta a la
presencia tanto estadounidense como soviética en Europa” (Stuart Hall, 2010:164).
6
Jonathan Echagüe

oficial promovida por la URSS. Con la intención de distanciarse del estalinismo, la


nueva izquierda promovía un proyecto socialista democrático y la relectura de las ideas
marxistas en una época poscapitalista, tomando en consideración nuevos actores
políticos y categorías analíticas, pensadas en función de los nuevos tiempos pero
además, teniendo en cuenta cuestiones como la liberación nacional, el tercermundismo,
el colonialismo; y diversas tradiciones políticas e ideológicas como el comunismo, el
cristianismo y el nacionalismo (Friedemann, 2018) (Georgieff, 2009).
El 1 de enero de 1959, la rebelión armada liderada por Fidel Castro triunfó
derrocando al dictador Fulgencio Batista, exitosa experiencia que propinó la
proliferación de organizaciones guerrilleras de izquierda tanto en zonas rurales como
urbanas en la región de América Latina conformadas en gran parte por jóvenes
intelectuales provenientes de la clase media que descreían de la democracia o ni siquiera
la valoraban. Se abría entonces la esperanza de tomar el poder en la región y cambiar el
rumbo de la sociedad capitalista regida por la opresión y la miseria. Sin embargo, frente
a esta ilusión, los regímenes militares se encargaron de enfrentar y poner coto a dicha
amenaza. (Hobsbawn, 1998)

CONTEXTO NACIONAL

A partir del derrocamiento del gobierno constitucional de Perón por parte de las fuerzas
armadas sobrevino una época de inestabilidad política en la que predominó la
incapacidad de imponer un nuevo orden político. Esta etapa se caracterizó por el
"empate"9 entre fuerzas alternativamente capaces de vetar los proyectos de las otras,
pero sin recursos para imponer perdurablemente los propios. La clase dominante se
mostró incapaz de construir una dominación legítima, como si lo había hecho el
peronismo al articular una alianza de intereses entre las Fuerzas Armadas, el
sindicalismo y los empresarios. Argentina experimentó así la alternancia entre débiles

7
Jonathan Echagüe

gobiernos constitucionales que nunca terminaban sus mandatos y regímenes militares


que les sucedían a través de la maniobra del golpe de estado. En 1969 se desató el
"Cordobazo" que puso fin al proyecto de la Revolución Argentina encabezada por el
militar Juan Carlos Onganía, iniciándose así una etapa de intensificación del conflicto
social. El Cordobazo manifestó el descontento y la radicalización política de gran parte
de los sectores de la sociedad producto del autoritarismo, la falta de libertad intelectual
y la frustración política; y en la cual, estudiantes y organizaciones sindicales
confluyeron en esta gran movilización que puso fin al Onganiato (De Riz, 1986).
Por lo tanto en la Argentina, desde el 55, tras la caída de Perón, se fue
desarrollando en gran parte de la población argentina un creciente descreimiento del
régimen democrático y la consideración de su ilegitimidad, en gran parte debido a la
proscripción del peronismo y a gobiernos incapaces de dirigir la sociedad generándose
así una crisis político-institucional que permitió que germinara, durante fines de los
sesenta y a lo largo de los setenta, una aceptación generalizada del uso de la violencia
dentro de las organizaciones políticas, sindicales, e inclusive, religiosas. (Georgieff,
2009) (Barletta, 2000). A partir de esta coyuntura de conflictividad político-social,
surgieron organizaciones armadas concertadas alrededor de un lenguaje y estilo político
en común llevando como banderas la “liberación nacional”, el “socialismo” y la
“revolución”. Entre las agrupaciones políticas que se basaron en la acción directa y la
violencia, poniendo en jaque al monopolio legítimo de la violencia del Estado, podemos
encontrar a los grupos ligados a la izquierda marxista –como las Fuerzas Armadas de
Liberación (FAL) y el Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército
Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP)– y las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP),
Descamisados y Montoneros, vinculadas al peronismo de izquierda. Estas
organizaciones, inspiradas en la revolución cubana y en la figura del Che, llevaron a la
práctica las ideas foquistas10 basadas en las experiencias de Ernesto Guevara y

10
“El foco, según lo definió Ernesto Guevara en su difundida Guerra de guerrillas, cumpliría la doble
función de ser el germen de un futuro “ejército popular” y de despertar la conciencia del pueblo
demostrando la vulnerabilidad del poder militar de los dominadores, a través de lo que se ha
denominado propaganda armada” (Raimundo, 2004:103)
8
Jonathan Echagüe

desarrolladas teóricamente por el francés Régis Debray (1967) en su libro Revolución en


la revolución (González Canosa, 2017).

MOVIMIENTO PERONISTA: CONVIVENCIA CONFLICTIVA Y


RUPTURA
Al interior del movimiento peronista se encontraban entonces los sectores de izquierda
que se habían acercado al mismo, a partir de las reinterpretaciones11 del fenómeno
peronista que se realizaron luego del golpe del 55 en las cuales se veía al peronismo
como un movimiento de liberación nacional y como un vehículo para alcanzar la
transformación social y el socialismo; mientras que de manera adyacente, se evidenció
una peronizacion de los sectores medios entre ellos los estudiantes universitarios.
(Friedemann, 2017, 2018) (Barletta, 2000) Ahora bien, el golpe eclesiástico militar del
año 1955 también fue una fecha importante para la consolidación de los vínculos entre
el peronismo y el nacionalismo pudiéndose ver una forma embrionaria del peronismo
ortodoxo, sector que con los años devendrá hegemónico dentro del movimiento
peronista. (Besoky, 2013).
La convivencia12conflictiva de este sector nacionalista, católico y anticomunista,
con la izquierda peronista, llegará a su cenit a partir de 1973 en una lucha encarnizada

11
“El proceso por el cual surge en algunos sectores del peronismo una preocupación por una
redefinición ideológica, y que consiste precisamente en la incorporación del marxismo en el análisis y en
el discurso, todavía está por estudiarse en profundidad, aunque se han ensayado algunas explicaciones.
Para Gil, esta posibilidad fue facilitada porque ‘la distancia y la experiencia insurreccional que adquieren
los cuadros de la Resistencia amplía la brecha entre éstos y el discurso de Perón’. Estos factores,
sumados a un ‘incipiente análisis dialéctico y el desarrollo de las formas de lucha’ sentarán las bases
para la ‘construcción ideológica’ de la izquierda peronista. Gillespie, en cambio, hace jugar un abanico
de factores, cuando toca los puntos de radicalización ideológica. Si bien tiene un contacto con la
posición de Gil -que la deriva de la experiencia particular de lucha-, y afirma que ‘se habían sacado
conclusiones mucho más radicales de la experiencia de Frondizi, especialmente en lo referente al
abandono del campo nacional popular por parte de los industriales para pasarse al enemigo’, también
considera la influencia de la revolución cubana, a través de los distintos peronistas que tuvieron
contacto, sobre todo Cooke, y añade también los ‘gestos y declaraciones del propio Perón’“(Raimundo,
2003:6)
12
“(…)los sectores internos en pugna eran, por un lado, esta ‘tendencia’ de izquierda, integrada por
grupos juveniles, organizaciones armadas, un ala combativa del sindicalismo, intelectuales y diversas
fuerzas provenientes de la izquierda, que se habían unido al peronismo en los años previos y que
abogaban por una ‘patria socialista’, y, por el otro, la ‘tendencia’ de derecha o llamada ‘negociadora’ –
9
Jonathan Echagüe

por el control del movimiento peronista y de espacios políticos dentro del gobierno.
Este enfrentamiento se visibilizó claramente en “la masacre de Ezeiza” que tuvo lugar el
20 de junio de 1973, donde las facciones de la Juventud Peronista, cercanas a
Montoneros y las Fuerzas Armadas Revolucionarias, fueron atacadas por las fuerzas
políticas y sindicales del ala derecha del movimiento peronista. Luego de este hecho,
sucederán varios enfrentamientos más entre ambos sectores entre los cuales cabe
destacar el asesinato del sindicalista José Ignacio Rucci –uno de los hombres más
cercanos a Perón y representante de la ortodoxia peronista– 48 horas después de las
elecciones presidenciales que daban como ganador a Perón. Este suceso será un punto
de inflexión robusteciendo la hostilidad de la ortodoxia e incidir drásticamente sobre la
postura de Perón.

LA DEPURACIÓN Y EL ENEMIGO INTERNO

“Este es el objetivo del enemigo: caotizar, enfrentar


provincias contra el gobierno e impedir el desarrollo
del proyecto peronista”. (El Caudillo n°9)

A partir de lo mencionado anteriormente, se acelerará el proceso de “depuración


ideológica” dentro del peronismo con el objetivo de perseguir a los sectores
radicalizados ligados a la izquierda; identificados como “infiltrados” y nucleados en
torno a la categoría de “enemigo interno”. En este contexto, el 1 de octubre de 1973, el
Consejo Superior del Movimiento Nacional Justicialista publicó un documento,
distribuido a los gobernadores provinciales, con una fuerte impronta antimarxista en el
cuál se mencionaba esta “depuración ideológica” dirigida hacia “terroristas” y
“subversivos” que se encontraban dentro del movimiento. La retórica anticomunista del
peronismo funcionó como argumento central de la lucha ideológica interna que
alimentó el torbellino de violencia manifestado tanto en los ámbitos partidarios como en

conformada por la rama sindical mayoritaria y algunos sectores político-partidarios de raíz fascista y
anticomunista, más tarde ligados a López Rega y a las fuerzas de seguridad” (Franco, 2009:8).
10
Jonathan Echagüe

los estatales. Esto incluyó como describe Franco “desde asesinatos de senadores y
políticos vinculados a la Tendencia Revolucionaria hasta “purgas”, como el caso del
gobernador de Mendoza, Martínez Baca” (2009:7-9).
A fines del 73, Perón junto con ministros y gobernadores firmaron el “Acta de
compromiso de la seguridad nacional” con el cual se creó el Consejo de Seguridad
Nacional además de nuevos mecanismos de centralización gubernamental de la
coordinación de la acción policial y de fuerzas de seguridad nacional y provincial con el
fin de garantizar la intervención inmediata en caso de actos delictivos o atentados contra
el orden público; y la erradicación de todo tipo de “acción delictual organizada”
(Franco, 2009:12). A través de este instrumento legal se encontró la forma de disciplinar
las manifestaciones obreras llevadas adelante por los gremios más combativos del
régimen.
En enero de 1974, luego de los eventos violentos13 ocurridos en la localidad de
Azul, Provincia de Buenos Aires, el presidente Perón se dirigía a la población de la
siguiente forma:

Hechos de esta naturaleza evidencian elocuentemente el


grado de peligrosidad y audacia de los grupos terroristas
que vienen operando en la Provincia de Buenos Aires ante
la evidente desaprensión de sus autoridades. El Gobierno
del Pueblo, respetuoso de la Constitución y la ley, hasta
hoy ha venido observando una conducta retenida frente a
esos desbordes guerrilleros que nada puede justificar en
la situación que vive la República (…) Tampoco desde
nuestro Movimiento hemos querido producir un
enfrentamiento, desde que anhelamos la paz y propendemos a
la unión y solidaridad de todos los argentinos, hoy
ocupados en la Reconstrucción y Liberación Nacional. Pero
todo tiene su límite. Tolerar por más tiempo, hechos como

13
“Poco después del Acta de la seguridad nacional, en enero de 1974, el PRTERP asaltó una unidad
militar en Azul (provincia de Buenos Aires), en un hecho cuyo impacto periodístico y político no puede
subestimarse. Por un lado, el episodio aceleró los tiempos para la reforma del Código Penal, ya alentada
por Perón desde 1973 y que se concretó pocos días después del episodio armado. La modificación
implicaba un endurecimiento de las penas para los actos de la guerrilla –incluso más allá de las penas
aplicadas por la dictadura militar previa– y la represión de las huelgas ilegales.” (Franco, 2009:13)
11
Jonathan Echagüe

el ocurrido en Azul, donde se ataca una institución


nacional con los más aleves procedimientos, está
demostrando palmariamente que estamos en presencia de
verdaderos enemigos de la Patria, organizados para luchar
en fuerza contra el Estado, al que a la vez infiltran con
aviesos fines insurreccionales. Ya no se trata sólo de
grupos de delincuentes, sino de una organización que,
actuando con objetivos y dirección foráneos, ataca al
Estado y a sus instituciones como medio de quebrantar la
unidad del pueblo argentino y provocar un caos que impida
la Reconstrucción y la Liberación en que estamos
empeñados(…) En consecuencia, el Gobierno nacional, en
cumplimiento de su deber indeclinable tomará de hoy en más
las medidas pertinentes para atacar el mal en sus raíces,
echando mano a todo el poder de su autoridad y movilizando
todos los medios necesarios.

Luego procede a hablar de la aniquilación de los terroristas, enemigos de la patria:

El aniquilar cuanto antes este terrorismo criminal es una


tarea que compete a todos lo que anhelamos una Patria
justa, libre y soberana, lo que nos obliga perentoriamente
a movilizarnos en su defensa y empeñarnos decididamente en
la 1ucha a que dé lugar. Sin ello ni la Reconstrucción
Nacional ni la Liberación serán posibles.

El 1 de mayo de 1974, en un acto multitudinario en conmemoración del día del


trabajador realizado en Plaza de Mayo, Juan Domingo Perón, que ya venía dando
señales de apoyo categórico a la ortodoxia peronista, se pronunció contra las
organizaciones del peronismo revolucionario14 tratándolos de traidores, infiltrados y
mercenarios, al servicio de los intereses extranjeros, en definitiva, amenazas para la

14
“Esta corriente, que se encontró claramente desarrollada hacia principios de los años 70, se definió
fundamentalmente por la incorporación del marxismo no sólo como método de análisis de la realidad
social sino también como guía para la acción, implicando con esto una profunda resignificación de la
ideología peronista. La introducción del marxismo hizo por un lado, que se reformulen aspectos básicos
de la doctrina proclamada por Perón, buscando con esto darle el carácter de una ‘teoría revolucionaria’
que respete la especificidad nacional. Por otro, tiño las prácticas políticas con la preocupación de que en
su mismo devenir, sean la base para un nuevo tipo de sociedad” (Raimundo, 2003:1)
12
Jonathan Echagüe

República; echándolos finalmente de la plaza, y de esta manera, dejando atrás su actitud


ambigua y tomando una posición clara.

Compañeros, tras ese agradecimiento y esa gratitud puedo


asegurarles que los días venideros serán para la
reconstrucción nacional y la liberación de la nación y del
pueblo argentino. Repito compañeros, que será para la
reconstrucción del país y en esa tarea está empeñado el
gobierno a fondo. Será también para la liberación, no
solamente del colonialismo que viene azotando a la
República a través de tantos años, sino también de estos
infiltrados que trabajan de adentro, y que traidoramente
son más peligrosos que los que trabajan desde afuera, sin
contar que la mayoría de ellos son mercenarios al servicio
del dinero extranjero... Discurso pronunciado por el
presidente Juan Domingo Perón, el 1 de mayo de 1974.

Así, se materializó la ruptura definitiva entre Montoneros y la izquierda del movimiento


peronista, con la figura del general Perón. Relación que ya venía presentando fisuras,
desde hacía tiempo, ante la hostilidad y el fastidio de organizaciones políticas –que
habían adoptado la “camiseta peronista”, por su identificación con la clase media y los
sectores populares que se sentían representados por el peronismo– pero que ahora,
frente a las medidas políticas y económicas llevadas adelante por el gobierno, inclinadas
“hacia la derecha”, no reconocerían más la palabra del líder como expresión del pueblo,
colocándose así por fuera del mecanismo discursivo del peronismo (Sigal, Verón,
1986:169). Por consiguiente, la confrontación política entre el ala izquierda y el ala
derecha del peronismo tenía un claro vencedor: el sector ortodoxo del peronismo. Esto
fue así porque el líder del movimiento, por su carácter de enunciador primero, habló y
designó al enemigo; en palabras de Verón (1986): “Sólo la palabra del líder puede
señalar al traidor y diferenciarlo del auténtico peronista, sólo Perón puede definir el
nosotros de identificación” (Pág.174).

13
Jonathan Echagüe

El 12 de junio del mismo año, desde la casa de gobierno, el entonces presidente


de la nación se dirigía a los ciudadanos y ciudadanas argentinos/as de la siguiente
manera:

Existen , sin duda , factores negativos que provocan


consecuencias a cuyas causas hay que ponerle remedio; pero
ocurren también hechos que sólo obedecen a causas
provocadas e invocadas al servicio de una campaña
sicológica, con fines inconfesables , desarrollada ante la
indiferencia de unos y la desaprensión de otros, pero que
provocan un estado de cosas que si bien tienen un objetivo
bastardo, no por eso dejan de perjudicar la confianza
popular y la firme decisión que el país debe tener en la
reconstrucción y liberación en que estamos empeñados. Así
podríamos estar acercándonos a una lucha cruenta que
algunos insensatos intentan provocar, en tanto el gobierno
se esfuerza por evitarla.

Una vez más, en ambos discursos, al igual que en el anteriormente analizado, Perón en
su carácter de enunciador-líder y en su rol de garante exclusivo de la reunificación
nacional, vuelve a interpelar al pueblo argentino a partir del término “reconstrucción
nacional”, uno de los componentes fundamentales del discurso político construido por
el peronismo, construcción discursiva que concibe a la Nación con una temporalidad
degradada, constituida por “momentos fuertes”; es decir, momentos de crisis, que
requieren de la llegada e intervención del líder redentor, en la escena política argentina,
que sale del cuartel –imaginado como un lugar distinto a la sociedad civil, y por ende
con otra temporalidad distinta, a-histórica, condición que le permite conservar los
valores puros de la Patria– para de esta manera, ocuparse de la tarea patriótica de
reconstrucción del estado-nación a partir de la normalización institucional del país. El
proyecto político del peronismo se fundamentó entonces a partir de esa estructura
discursiva.15

15
“La puesta en marcha del proyecto peronista es pues una especie de «vaciamiento» de la historicidad
concreta propia a la sociedad anterior al proyecto; una vez orientada por el proyecto peronista de la
14
Jonathan Echagüe

Siguiendo con el discurso, Perón señala el accionar de “insensatos” empeñados en


sabotear dicho proyecto; y agrega:

Algunos, por mala intención, sirven a la perturbación;


otros, lo hacen como idiotas útiles, pero muchos son los
que a sabiendas, o sin darse cuenta, sirven a intereses
que no son los del país.

Perón reconoce, así, la existencia de “idiotas útiles” que sirven, de forma consciente e
inconsciente, a intereses foráneos frente a los intereses de la nación argentina. Y
continúa:

(…)hay pequeñas sectas, perfectamente identificadas, con


las que hasta el momento fuimos tolerantes, que se empeñan
en obstruir nuestro proceso ; son los que están saboteando
nuestra independencia y nuestra independiente política
exterior; son quienes intentan socavar las bases del
acuerdo social forjado para lanzar la Reconstrucción
Nacional. Son esos mismos que quieren que volvamos a
apagar los motores. Son también los que,
malintencionadamente, interpretaron mis mensajes o
simularon hacerlo para interferir luego la unidad para la
reconstrucción; con una supuesta complacencia para con los
enemigos de este proceso.

Señalando la existencia de pequeñas sectas y culpándolas de intentar socavar las bases


del “acuerdo social”, Perón arremete contra las agrupaciones políticas que se oponían a
las acciones políticas, cristalizadas en el modelo del pacto social16, llevadas a cabo por

unificación nacional, la sociedad comienza a funcionar en otra escala, en otro registro”. (Sigal, Verón,
1986:58)
16 La sociedad argentina esperaba con ansias y muchas expectativas el regreso de Perón, figura que

encarnaba la idea de pacificación nacional. La mayoría acordaba en que Perón era el único líder capaz de
unir a gran parte de las fuerzas políticas progresistas, nacionalistas y revolucionarias de izquierda
además de garantizar una alianza de clases entre los obreros, sindicatos y empresarios; y de esta
manera establecer un orden estable. Esta alianza de clases se va a manifestar en el Pacto Social
aprobado por la Confederación General del Trabajo y la Confederación General Económica para
conseguir la recuperación económica del país: mejorar la distribución del ingreso aumentando el poder
15
Jonathan Echagüe

su gestión con el fin de lograr la reconstrucción nacional, tratándolos de malinterpretar


sus mensajes, para así deslegitimarlos como portavoces del movimiento peronista, y de
esta forma, además, delimitar el enemigo a combatir: todo individuo o grupo que intente
sabotear el proyecto de reconstrucción nacional. Otro elemento que se repite bastante en
los discursos del general Perón es la supuesta vinculación que él identifica entre los
enemigos de la nación argentina e intereses foráneos o extranjeros. En la edición n°8 de
la Alianza podemos leer:
O se está con Perón, esto es con la Patria, o se está con
la Sinarquía, esto es con los poderes internacionales que
quieren llevar al país a la guerra civil y a la disolución
de la Argentina como estructura nacional orgánica. O se
está por el Justicialismo, que supone la Reconstrucción
Nacional con plena vigencia de los valores históricos que
conformaron la nacionalidad en siglo y medio de existencia
o se está por la Vietnamización del Rio de la Plata…

En relación a estas declaraciones que ponían el acento en amenazas internacionales o


intereses foráneos, podemos analizar la categoría Sinarquía utilizada tanto por la
revista El Caudillo como por la Alianza Libertadora Nacionalista que era descripta
como una “unidad operativa de un conjunto de potencias clandestinas, que en todos los
órdenes (político, económico, cultural y religioso) contribuyen a la formación de un
gobierno mundial invisible”. Esta organización mundial conformada por varias
federaciones repartidas en los distintos continentes supuestamente tenía como objetivo
el fraccionamiento del país para así dominarlo: “La sinarquía a través de sus tecnócratas
tiene trazado un proyecto tipo que se aplica en cualquiera parte del mundo. El objetivo
final es crear centros de poder técnico, alejados del poder político, para tener dominado
un país desde un solo punto distante de los centros representativos del poder político”.
En la página contigua, aparece la siguiente afirmación: “la izquierda delirante y

adquisitivo de los salarios y las asignaciones de recursos a las regiones más desprotegidas, reducir el
desempleo, frenar la fuga de capitales; y aplacar la inflación. Para esto se tomaron las siguientes
medidas: el congelamiento de precios, la suspensión de negociaciones colectivas durante dos años, así
como el reajuste de tarifas públicas y solo un aumento del 20 % en los salarios (De Riz, 1986).
16
Jonathan Echagüe

retardataria pretende fomentar un conflicto movilizando universitarios para resolver,


con la crisis anárquica, el fin último del proyecto sinárquico que es conflictuar al
gobierno de Perón”. En páginas posteriores podemos leer:

Perón, nuestro Caudillo, llamó a la Reconstrucción para la


Liberación Nacional. El Pueblo le respondió con esa
lealtad que pronto cumplirá tres décadas sin
claudicaciones (…) Perón decidió los medios para librar la
batalla. Como en el principio de la Patria, también ahora
el Pueblo en armas habrá de ser el protagonista de la
Liberación. Pero esas armas no son solamente tartamudas y
fierros. Son armas también las fuentes de trabajo, las
oportunidades para crear, los recursos para elevar el
nivel de vida de la población y las leyes para reprimir la
delincuencia. Y en el párrafo siguiente: El enemigo, la
antipatria, los cipayos al servicio de la sinarquía,
también se formaron para dar su batalla. Porque la
Liberación no nos va a llegar por decreto: habrá que
ganarla derrotando a los mercenarios contratados por la
Dependencia. Aniquilándolos, destruyéndolos totalmente.
(PAGS)
Claramente la izquierda marxista es vinculada por estos grupos a la sinarquía
internacional, formando parte de esos poderes mundiales que intentaban desestabilizar
al gobierno de Perón y por ende, a la soberanía nacional:

“(…) la Sinarquía, término que designaba los poderes mundiales que atentaban contra
la soberanía nacional, será reapropiada y resignificada en las décadas siguientes por la
derecha peronista dotándola de un marcado carácter antisemita. Según advierte
Gonzalez Janzen, la influencia ideológica del nacionalismo reaccionario en la derecha
peronista se hizo patente a principios de la década del ’70, (aunque a mi criterio puede
rastrearse desde antes). A sí apareció la sinarquía como “enemigo principal” y se
elaboró una teoría respecto a “la gran conspiración mundial de los sinarcas” (Besoky,
2013:11)

17
Jonathan Echagüe

A partir del retorno del peronismo al gobierno en el año 1973, con Cámpora como
presidente de la Nación, se decidió llevar a cabo la intervención de las universidades
nacionales a través del decreto oficial n°35. De tal forma, se quiso llevar a la práctica,
de manera institucional, las principales propuestas e ideas surgidas de las entrañas de
los debates protagonizados tanto por estudiantes universitarios, docentes e intelectuales
–pertenecientes a la izquierda peronista– en torno al proyecto de una reforma
universitaria que contemplara una plena democratización que permitiera el acceso y
participación de la clase trabajadora; y la aplicación de un programa de estudios que
tuviera en cuenta las necesidades e intereses particulares de la nación y por
consiguiente, no sirviera a los intereses de los países imperialistas y del capitalismo
(Friedemann 2017).
Naturalmente, esto provocó una intensa oposición de los sectores de la derecha
peronista. En la edición n°7 de El Caudillo, podemos ver como se hablaba de una
supuesta burocracia universitaria conformada por los alumnos, docentes y autoridades
de la UBA, señalándolos como miembros de la militancia marxista. También utilizaban
la categoría de “sectas marxistas”, caracterizando sus actividades como nocivas y
payasescas; y que tenían como fin realizar una siniestra reestructuración de la enseñanza
superior para volverla “una universidad absolutamente centralizada, de muy bajo nivel
intelectual dedicada exclusivamente a preparar a los jóvenes para la militancia marxista,
antipopular y antiperonista” para “corromper al pueblo argentino con delirios
pequeñoburgueses y antinacionales”.
Como señala Friedemann (2016) esta institucionalización de la reforma
universitaria encontró bastante resistencia, teniendo un alcance limitado y una breve
duración: El fin del mandato presidencial de Cámpora, significó también la caída del
rector de la Universidad de Buenos Aires, Rodolfo Puiggrós, produciéndose así una
crisis al interior de los movimientos estudiantiles que apoyaban la reforma universitaria.
De tal modo comenzó un ascenso de los sectores derechistas dentro de la universidad y

18
Jonathan Echagüe

se llevó a cabo una limpieza17 antes del retorno de Perón. (Millán, 2015) Finalmente,
con la llegada precipitada al gobierno de la vicepresidenta Maria Estela Martinez de
Perón debido a la muerte del presidente electo, el Ministro de Cultura y Educación
Jorge Taiana fue reemplazado por Oscar Ivanissevich, un representante del
nacionalismo católico de derecha, poniendo punto final al proceso de reforma.
(Friedemann, 2016:11).
En el mismo número podemos encontrar una noticia sobre el ataque hacía un
local de la Juventud Peronista en la cual caracterizan dicho ataque como uno más de la
“agresión izquierdista” con el propósito de “destruir la organización peronista con
bombas y crímenes, sabotear el proceso de Reconstrucción Nacional emprendido por el
gobierno”. Podemos observar así como los términos utilizados por la revista en estos
fragmentos coinciden con los términos utilizados por el General Perón en sus discursos.
Aparecen tanto la palabra “sectas” para describir a las agrupaciones marxistas como
también la noción de “Reconstrucción Nacional”.
En la tapa de la edición n°10 del semanario podemos leer claramente cómo se
pedía la “represión para los enemigos de la reconstrucción nacional”. En las primeras
páginas del mismo número, aparece la editorial de Felipe Romeo, el editor general, la
cual se titula de la siguiente manera: LA TENDENCIA SE ACABÓ, EL QUE
MANDA ES PERÓN. En esas dos páginas, Romeo se encarga de citar fragmentos
aparecidos en números anteriores reforzándolo con declaraciones realizadas por Perón;
entre ellas:

“Este tipo de oposición degradante debe desaparecer en la


Argentina moderna. Toda oposición, para ser constructiva,
ha de ser leal a los intereses nacionales, porque no puede
explicarse que para oponerse a un gobierno, sea preciso
traicionar los verdaderos intereses de la Patria. En este

17
“El Ministro Taiana había pedido la renuncia los profesores Rodolfo Ortega Peña y a Eduardo Duhalde
a causa de las críticas que se habían vertido hacia ciertos funcionarios del gobierno en la revista
Militancia que estos docentes dirigían. En un acto difícil de comprender, ellos entregaron su renuncia a
fines de agosto.” (Millán,2015:11)
19
Jonathan Echagüe

sentido, es preciso hacer honor a las fuerzas políticas


organizadas legalmente en el país”. Perón 14-1-74

“No debemos descartar que hay sectores y fuerzas que se


opondrán, porque ellos no están trabajando para el país
sino para otros intereses que no son los nuestros. La
firme decisión nuestra en el sentido de vencerlo tiene una
importancia extraordinaria: el Pacto Social que se ha
establecido en el país no debe ser roto por ninguna causa,
y el gobierno tiene la más energica decisión de imponerlo
contra cualquiera de las fuerzas que actualmente se la
oponen”. 11-1-74 Perón

“Pretender reemplazar el Acuerdo por una lucha, en las


actuales circunstancias, no solo es producir un mal
preconcebido al pueblo trabajador, sino que representa una
conducta criminal contra la pacificación, unidad y
solidaridad que consideramos indispensables a la
reconstrucción nacional y su anhelo de liberación”. Perón
14-1-74

Tanto en los discursos políticos realizados por Perón como en las declaraciones
publicadas en el semanario, opera una polarización ideológica y semántica, un
“nosotros” frente a un “ellos”, categorías identitarias. En palabras de Van Dijk (1999),
“Las políticas o los puntos de vista del grupo de uno se representan como altruistas y las
del adversario político como egoístas (…) Los políticos tenderán a enfatizar todos los
significados positivos sobre sí mismos y su propio grupo (nación, partido, ideología,
etc.) y negativos cuando se refiera a los otros” (1999:54). De esta forma se manifiestan
evaluaciones positivas de las acciones y decisiones, pensadas y ejecutadas por los
actores políticos que conforman el “nosotros”, mientras que las evaluaciones negativas
recaerán sobre el grupo contrario: se puede decir entonces, siguiendo esta lógica, que
los patriotas interesados en colaborar con la unificación y pacificación del país, en aras
de lograr la reconstrucción nacional, son así, evaluados en términos positivos, mientras
que los sectores identificados con el marxismo –y por lo tanto con intereses foráneos
contrapuestos a los intereses de la patria– son evaluados en términos negativos al ser

20
Jonathan Echagüe

imputados como fuerzas caóticas que impiden “el desarrollo del proyecto peronista”, en
otras palabras, aquéllos que se oponen a la liberación del país. Por consiguiente, se
puede observar una demonización sistemática del adversario político, en este caso
dirigido hacía los militantes y agrupaciones de izquierda o cercanos a las distintas
vertientes del marxismo.
Esta concepción del adversario político como enemigo se remonta “al núcleo
más íntimo del discurso peronista” que
se explica en gran parte por la visión
político-estratégica de Perón ligada a
su formación militar y a lo largo del
tiempo, como bien indica Raimundo
(2003) los enemigos del peronismo
fueron redefiniéndose (oligarquía,
imperialismo, dictadura) sin embargo
“el verdadero enemigo era la amenaza
del comunismo” (Pág. 9). El politólogo
alemán Carl Schmitt, en su escrito de
193218, define a lo político como fenómeno social que tiene la función de agrupar a un
pueblo, o Estado, en torno a ciertos elementos –materiales, simbólicos, culturales–
fundamentales para su constitución, y defenderlo frente a los que no respetan esa
identidad, ya sean provenientes del exterior, o del interior del propio Estado. De esta
manera el dominio de lo político comprende el establecimiento de una relación basada
en una lógica binaria amigo/enemigo, puesta en funcionamiento por el aparato estatal:

“El Estado, en su condición de unidad política determinante, concentra en sí una


competencia aterradora: la posibilidad de declarar la guerra, y en consecuencia de
disponer abiertamente de la vida de las personas. Pues el ius belli implica tal capacidad
de disposición: significa la doble posibilidad de requerir por una parte de los miembros
del propio pueblo la disponibilidad para matar y ser muertos, y por la otra de matar a
las personas que se encuentran del lado del enemigo. Sin embargo la aportación de un
Estado normal consiste sobre todo en producir dentro del Estado y su territorio una

18
El concepto de lo político, publicado originalmente en 1927.
21
Jonathan Echagüe

pacificación completa, esto es, en procurar «paz, seguridad y orden» y crear así la
situación normal que constituye el presupuesto necesario para que las normas
jurídicas puedan tener vigencia en general, ya que toda norma presupone una
situación normal y ninguna norma puede tener vigencia en una situación totalmente
anómala por referencia a ella. Esta necesidad de pacificación dentro del Estado tiene
como consecuencia, en caso de situación crítica, que el Estado como unidad política,
mientras exista como tal, está capacitado para determinar por sí mismo también al
«enemigo interior” (Schmitt, 2009:74).

Siguiendo con estas premisas, se puede afirmar que el presidente Perón puso en
ejercicio, durante su tercer gobierno, esta competencia inherente al Estado, señalando a
las organizaciones guerrilleras, como el enemigo interior o interno a ser eliminado,
frente a la amenaza que representaban para el proceso de reconstrucción y liberación
nacional.
Foucault en el curso dictado en el Collège de France (1975-1976) titulado
“Defender la Sociedad”, analizó las relaciones de poder desde una perspectiva bélica al
tomar como punto de partida a la guerra considerándola como “la desnudez misma de
las relaciones de fuerza” (Foucault, 2008:52). Para esto, invirtió la conocida fórmula del
estratega militar Clausewitz.19 De esta manera, para el filósofo francés, la política se
puede entender como la guerra librada –o la continuación de la misma– por otros
medios; concibiendo así a la sociedad atravesada por una guerra continua y permanente,
que permite el funcionamiento y mantenimiento de las instituciones políticas y el orden
legal. La guerra se expresa por consiguiente de manera silenciosa desplegándose a
través de los dispositivos de poder. Así, la estructura de poder de una sociedad, estaría
caracterizado por un binarismo: la existencia de dos grupos, dos clases, dos categorías
de individuos, enfrentados entre sí, en la cual no habría lugar para la neutralidad.
(Foucault, 2008).
Ahora bien, Foucault complejizará dicha explicación sosteniendo que en la
modernidad esto se daría de otra forma, es decir, hay una mutación en la cual esta
guerra se expresa mediante el ejercicio de la biopolítica, en la medida en que se ejerce, a
través de los mecanismos de poder, el derecho soberano de hacer morir o dejar vivir

22
Jonathan Echagüe

Entonces, la guerra se desarrolla contra los enemigos internos, aquellos enfermos, locos,
criminales, etc., considerados como amenazas, que deben ser depuradas ante el peligro
que representan para la sociedad; esta última siendo concebida como un cuerpo u
organismo sano. Surge así un racismo de Estado: “un racismo que una sociedad va a
ejercer sobre sí misma, sobre sus propios elementos, sobre sus propios productos; un
racismo interno, el de la purificación permanente, que será una de las dimensiones
fundamentales de la normalización social.” (Foucault, 2008:65).
A través de las noticias propagadas por diversos medios de comunicación y de
las declaraciones públicas llevadas a cabo por el gobierno nacional y por otros actores
políticos, se fue articulando dentro de la sociedad argentina, un discurso de repudio
generalizado a la violencia –más específicamente al accionar violento de organizaciones
políticas– y una “progresiva construcción de una imagen de la realidad en términos de
defensa de la nacionalidad agredida” (Franco, 2009:15). A través de las prácticas
represivas llevadas adelante por el gobierno peronista, se intentó disciplinar y
desarticular a las fracciones más radicalizadas del peronismo y del conjunto del
movimiento de masas desarmándolos política y militarmente articulado con un discurso
basado en la defensa de la seguridad nacional sustentado en la necesidad de crear
“anticuerpos”20 que neutralizaran las amenazas internas (Bonavena, 2009:74) (Besoky,
2013).
De tal manera se puso en marcha desde el aparato estatal, con el apoyo de otras
fuerzas políticas y sindicales, una guerra contra el enemigo interno personificado en los
militantes y grupos políticos ligados a la izquierda peronista y al marxismo. Así, se
llevó adelante una ofensiva política hacia estos sectores combativos que incluyeron
medidas represivas legales e ilegales tales como las reformas al Código Penal, para
endurecer las penas orientadas a las organizaciones partidarias y a la protesta social, el
desplazamiento de gobernadores cercanos al peronismo revolucionario, atentados y
asesinatos a dirigentes políticos opositores, y la creación de un organismo parapolicial,

20
“La Juventud Sindical Peronista es el brazo político que decide crear los anticuerpos necesarios para
defender el movimiento” (El Caudillo, 23-11-1973)
23
Jonathan Echagüe

la Alianza Anticomunista Argentina, conformado21 por cuadros armados provenientes


del estado, de otros organismos paraestatales e inclusive delincuentes corrientes.
(Bonavena, 1998) 90

CONCLUSIONES
La revista El Caudillo, financiada por el Ministerio de Bienestar Social, funcionaba
como órgano de expresión de la ofensiva derechista en la cual se construyó un relato
sustentado ideológicamente en el anticomunismo y en el ideal nacionalista concerniente
a defender a la Patria de los subversivos marxistas y cualquier otra amenaza que
intentara sabotear el proyecto de Reconstrucción Nacional –llevado adelante por el
liderazgo de Perón, al cual había que proteger– y por consiguiente, poniendo en peligro
los destinos de la Nación Argentina. Bajo el lema “el mejor enemigo es el enemigo
muerto” invocaban la aniquilación de aquellos adversarios políticos combativos al
gobierno peronista y así movilizaron la “depuración” al interior del movimiento
peronista en un primer momento (Besoky, 2008).
A partir del análisis de los discursos de Perón se puede observar una clara
correspondencia entre la construcción narrativa expresada en la línea editorial de El
Caudillo y sus palabras. La concepción organicista de Perón se expresó tanto en su
proyecto de nación –manifiesto en varias de sus publicaciones como La Comunidad
Organizada (1949) y Modelo Argentino para el Proyecto Nacional (1974)– como así
también en la organización partidaria del movimiento peronista. De este modo, Perón se

21
"(...) La dirección política de la triple A la ejerció López Rega; la conducción operativa: [el comisario
mayor Alberto] Villar, [Juan Ramón] Morales, [Rodolfo Eduardo] Almirón [ex policías expulsados de la
repartición en forma deshonrosa] y el suboficial de la Policía Federal Miguel Angel Rovira. En la primera
etapa la organización terrorista reclutó policías. Luego, fueron ingresando activistas políticos (Julio Yessi,
Alberto Brito Lima [embajador en Honduras durante el gobierno de Carlos Menem], Norma Brunilda
Kennedy, Felipe Romeo); militares (los coroneles López Osornio, Antonio Domingo Navarro [que dará el
"golpe de estado" contra Ricardo Obregón Cano], Russo, Oliva, Rosales y Seno Díaz, el mayor Bauzá y el
capitán Mohamed Alí Seineldín); sindicalistas (Gregorio Minguito de la UOM Zona Norte; custodios de
Luz y Fuerza; dirigentes de la UOCRA de Bahía Blanca; antiguos matones de Augusto Vandor; el dirigente
«aliancista» de SUTACA, Juan Carlos Sanguinetti; delincuentes y confidentes de los «servicios» como
Aníbal Gordon, Raúl A. Guglielminetti, Antonio Melquíades Vidal y Norberto Cozzani." Paoletti, Alipio;
"El nacimiento de la triple A", en Crisis Nº 44, julio de 1986. Cfr. también Ignacio González Janzen, La
Triple-A.
24
Jonathan Echagüe

inclinaba a comparar al Movimiento y a la nación como un organismo vivo al cual había


que defender o depurar de las amenazas extrañas, de los virus de la infiltración; a través
de los anticuerpos (Dolgopol, 2017).
El filósofo italiano Giorgio Agamben, en el segundo tomo de Homo Sacer (1995),
analiza la noción de estado de excepción22 como ese momento en el cual se suspende el
orden jurídico con el fin de garantizar su continuidad e incluso su existencia. Ese
momento que se suponía provisorio “se ha convertido durante el siglo XX en forma
permanente y paradigmática de gobierno” de modo que nos encontramos en medio de
una ‘guerra civil legal’ (Agamben, 2005:6), en un “frente de batalla que atraviesa toda
la sociedad, continua y permanentemente” (Foucault, 2008:56) en el cual los cuerpos en
tanto vidas desnudas se encuentran a disposición del poder estatal atravesados por los
distintos dispositivos biopoliticos. No es entonces ninguna novedad el acoplamiento
entre mecanismos legales de coacción y ciertas acciones excepcionales de represión
interna ejercidas con el fin de garantizar el orden institucional y la seguridad nacional al
interior de los estados modernos; por consiguiente, se podría realizar la labor de rastrear
una continuidad tanto de las estrategias discursivas como del accionar de las fuerzas de
seguridad que atraviesa la conformación e historia del estado argentino y de esta
manera, poner el foco en las distintas configuraciones que ha tomado la figura del
enemigo interno en los distintos gobiernos argentinos –ya sean constitucionales o no–
abordando dicha construcción discursiva a partir de sus particularidades tanto históricas
como formales; estas últimas, consustanciales a las primeras. De esta manera, se evitaría
vincular necesariamente la construcción del enemigo interno con el último mandato de
Perón tratándolo como un fenómeno especifico del gobierno peronista.

22
“En verdad, el estado de excepción no es ni externo ni interno al ordenamiento jurídico, y el problema
de su definición concierne precisamente a un umbral, o a una zona de indiferenciación, en el cual dentro
y fuera no se excluyen sino que se indeterminan. La suspensión de la norma no significa su abolición, y la
zona de anomia que ella instaura no está (o al menos pretende no estar) totalmente escindida del orden
jurídico”.
25
Jonathan Echagüe

Anexo

26
Jonathan Echagüe

EXPLICAR SINARQUIA Caudillo 11 – pag 5 Alianza n 1

27

You might also like