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"Compañeros, tras ese agradecimiento y esa gratitud puedo asegurarles que los días

venideros serán para la reconstrucción nacional y la liberación de la nación y del


pueblo argentino. Repito compañeros, que será para la reconstrucción del país y en esa
tarea está empeñado el gobierno a fondo. Será también para la liberación, no solamente
del colonialismo que viene azotando a la República a través de tantos años, sino
también de estos infiltrados que trabajan de adentro, y que traidoramente son más
peligrosos que los que trabajan desde afuera, sin contar que la mayoría de ellos son
mercenarios al servicio del dinero extranjero...” Discurso pronunciado por el
presidente Juan Domingo Perón, el 1 de mayo de 1974.

De esta manera, en un acto multitudinario, en medio de la Plaza de Mayo, Juan

Domingo Perón, que ya venía dando señales de apoyo categórico a la ortodoxia

peronista, se pronunció contra las organizaciones del peronismo revolucionario

tratándolos de traidores, infiltrados y mercenarios, al servicio de los intereses

extranjeros, en definitiva, amenazas para la República; echándolos finalmente de la

plaza, y de esta manera, dejando atrás su actitud ambigua y tomando una posición clara.

Así, se materializó, la ruptura definitiva entre los Montoneros –uno de los más

importantes grupos armados de ese momento– y la izquierda del movimiento peronista,

con la figura del general Perón. Relación que ya venía presentando fisuras, desde hace

tiempo, ante la hostilidad y el fastidio de organizaciones políticas –que habían adoptado

la “camiseta peronista”, por su identificación con la clase media y los sectores populares

que se sentían representados por el peronismo– pero que ahora, frente a las medidas

políticas y económicas llevadas adelante por el gobierno, inclinadas “hacia la derecha”,

no reconocerían más la palabra del líder como expresión del pueblo, colocándose así por

fuera del mecanismo discursivo del peronismo. (Sigal, Verón, pág 169) Por

consiguiente, la confrontación política entre el ala izquierda y el ala derecha del

peronismo –llevada adelante con el objetivo de poseer el control tanto del gobierno

como del movimiento– tenía un claro vencedor: el sector ortodoxo del peronismo. Esto

fue así porque el líder del movimiento, por su carácter de enunciador primero, habló y
designó al enemigo; en palabras de Verón: “Sólo la palabra del líder puede señalar al

traidor y diferenciarlo del auténtico peronista, sólo Perón puede definir el nosotros de

identificación” (AÑO:174).

En enero de 1974, luego de los eventos violentos1 ocurridos en la localidad de Azul,

Provincia de Buenos Aires, el presidente Perón se dirigía a la población de la siguiente

forma:

Hechos de esta naturaleza evidencian elocuentemente el grado de peligrosidad y


audacia de los grupos terroristas que vienen operando en la Provincia de Buenos
Aires ante la evidente desaprensión de sus autoridades. El Gobierno del Pueblo,
respetuoso de la Constitución y la ley, hasta hoy ha venido observando una conducta
retenida frente a esos desbordes guerrilleros que nada puede justificar en la situación
que vive la República (…) Tampoco desde nuestro Movimiento hemos querido producir
un enfrentamiento, desde que anhelamos la paz y propendemos a la unión y solidaridad
de todos los argentinos, hoy ocupados en la Reconstrucción y Liberación Nacional.
Pero todo tiene su límite. Tolerar por más tiempo, hechos como el ocurrido en Azul,
donde se ataca una institución nacional con los más aleves procedimientos, está
demostrando palmariamente que estamos en presencia de verdaderos enemigos de la
Patria, organizados para luchar en fuerza contra el Estado, al que a la vez infiltran
con aviesos fines insurreccionales. Ya no se trata sólo de grupos de delincuentes, sino
de una organización que, actuando con objetivos y dirección foráneos, ataca al
Estado y a sus instituciones como medio de quebrantar la unidad del pueblo
argentino y provocar un caos que impida la Reconstrucción y la Liberación en que
estamos empeñados(…) En consecuencia, el Gobierno nacional, en cumplimiento de su
deber indeclinable tomará de hoy en más las medidas pertinentes para atacar el mal en
sus raíces, echando mano a todo el poder de su autoridad y movilizando todos los
medios necesarios.

Luego procede a hablar de la aniquilación de los terroristas, enemigos de la patria:

1
El aniquilar cuanto antes este terrorismo criminal es una tarea que compete a todos
lo que anhelamos una Patria justa, libre y soberana, lo que nos obliga
perentoriamente a movilizarnos en su defensa y empeñarnos decididamente en la 1ucha
a que dé lugar. Sin ello ni la Reconstrucción Nacional ni la Liberación serán posibles.

El 12 de junio del mismo año, desde la casa de gobierno, el entonces presidente de la

nación se dirigía a los ciudadanos y ciudadanas argentinos/as de la siguiente manera:

“Existen , sin duda , factores negativos que provocan consecuencias a cuyas


causas hay que ponerle remedio; pero ocurren también hechos que sólo
obedecen a causas provocadas e invocadas al servicio de una campaña sicológica,
con fines inconfesables , desarrollada ante la indiferencia de unos y la
desaprensión de otros, pero que provocan un estado de cosas que si bien tienen
un objetivo bastardo, no por eso dejan de perjudicar la confianza popular y la
firme decisión que el país debe tener en la reconstrucción y liberación en que
estamos empeñados. Así podríamos estar acercándonos a una lucha cruenta que
algunos insensatos intentan provocar, en tanto el gobierno se esfuerza por
evitarla.”

Una vez más, en ambos discursos, al igual que en el anteriormente analizado, Perón en

su carácter de enunciador-líder y en su rol de garante exclusivo de la reunificación

nacional, vuelve a interpelar al pueblo argentino a partir del término “reconstrucción

nacional”, uno de los componentes fundamentales del discurso político construido por

el peronismo, construcción discursiva que concibe a la Nación con una temporalidad

degradada, constituida por “momentos fuertes”; es decir, momentos de crisis, que

requieren de la llegada e intervención del líder redentor, en la escena política argentina,

que sale del cuartel –imaginado como un lugar distinto a la sociedad civil, y por ende

con otra temporalidad distinta, a-histórica; condición que le permite conservar los

valores puros de la Patria– para de esta manera, ocuparse de la tarea patriótica de

reconstrucción del estado-nación a partir de la normalización institucional del país. El


proyecto político del peronismo se fundamentó entonces a partir de esa estructura

discursiva.2

Siguiendo con el discurso, Perón señala el accionar de “insensatos” empeñados en

sabotear dicho proyecto; y agrega:

“Algunos, por mala intención, sirven a la perturbación; otros, lo hacen como idiotas
útiles, pero muchos son los que a sabiendas, o sin darse cuenta, sirven a intereses que no
son los del país.”

Perón reconoce así la existencia de “idiotas útiles” que sirven, de forma consciente e

inconsciente, a intereses foráneos frente a los intereses de la nación argentina. Y

continúa:

“(…) hay pequeñas sectas, perfectamente identificadas, con las que hasta el
momento fuimos tolerantes, que se empeñan en obstruir nuestro proceso ; son
los que están saboteando nuestra independencia y nuestra independiente
política exterior; son quienes intentan socavar las bases del acuerdo social
forjado para lanzar la Reconstrucción Nacional. Son esos mismos que quieren
que volvamos a apagar los motores. Son también los que, malintencionadamente,
interpretaron mis mensajes o simularon hacerlo para interferir luego la unidad
para la reconstrucción; con una supuesta complacencia para con los enemigos de
este proceso.”

De esta manera arremete contra las agrupaciones políticas que se oponían a las acciones

políticas, cristalizadas en el modelo del pacto social, llevadas a cabo por su gestión con

el fin de lograr la reconstrucción nacional, tratándolos de malinterpretar sus mensajes,

para así deslegitimarlos como portavoces del movimiento peronista, y de esta manera,

2
La puesta en marcha del proyecto peronista es pues una especie de «vaciamiento» de la
historicidad concreta propia a la sociedad anterior al proyecto; una vez orientada por el
proyecto peronista de la unificación nacional, la sociedad comienza a funcionar en otra escala,
en otro registro.
además, delimitar el enemigo a combatir: todo individuo o grupo que intente sabotear el

proyecto de reconstrucción nacional.

Otro elemento que se repite bastante en los discursos del general Perón es la supuesta

vinculación que el identifica entre los enemigos de la nación argentina e intereses

foráneos o extranjeros.

El politólogo alemán Carl Schmitt, en su escrito de 19323, define a lo político como

fenómeno social que tiene la función de agrupar a un pueblo, o Estado, en torno a

ciertos elementos –materiales, simbólicos, culturales– fundamentales para su

constitución, y defenderlo frente a los que no respetan esa identidad, ya sean

provenientes del exterior, o del interior del propio Estado. De esta manera el dominio de

lo político comprende el establecimiento de una relación basada en una lógica binaria

amigo/enemigo, puesta en funcionamiento por el aparato estatal. En palabras de

Schmitt:

“El Estado, en su condición de unidad política determinante, concentra en sí una


competencia aterradora: la posibilidad de declarar la guerra, y en consecuencia
de disponer abiertamente de la vida de las personas. Pues el ius belli implica tal
capacidad de disposición: significa la doble posibilidad de requerir por una parte
de los miembros del propio pueblo la disponibilidad para matar y ser muertos, y
por la otra de matar a las personas que se encuentran del lado del enemigo. Sin
embargo la aportación de un Estado normal consiste sobre todo en producir
dentro del Estado y su territorio una pacificación completa, esto es, en procurar
«paz, seguridad y orden» y crear así la situación normal que constituye el
presupuesto necesario para que las normas jurídicas puedan tener vigencia en
general, ya que toda norma presupone una situación normal y ninguna norma
puede tener vigencia en una situación totalmente anómala por referencia a ella.
Esta necesidad de pacificación dentro del Estado tiene como consecuencia, en
caso de situación crítica, que el Estado como unidad política, mientras exista

3
como tal, está capacitado para determinar por sí mismo también al «enemigo
interior” (2009:74).

Siguiendo con estas premisas, se puede afirmar que el presidente Perón puso en

ejercicio, durante su tercer gobierno, esta competencia inherente al Estado, señalando a

las organizaciones guerrilleras, como el enemigo interior o interno a ser eliminado,

frente a la amenaza que representaban para el proceso de reconstrucción y liberación

nacional.

En la edición n°7 del Caudillo, podemos ver como se hablaba de una supuesta

burocracia universitaria conformada por los alumnos, docentes y autoridades de la

UBA, señalándolos como miembros de la militancia marxista. También utilizan la

categoría de “sectas marxistas” caracterizando sus actividades como nocivas y

payasescas; y que tenían como fin realizar una siniestra reestructuración de la enseñanza

superior para volverla “una universidad absolutamente centralizada, de muy bajo nivel

intelectual dedicada exclusivamente a preparar a los jóvenes para la militancia marxista,

antipopular y antiperonista” para “corromper al pueblo argentino con delirios

pequeñoburgueses y antinacionales”.

En el mismo número podemos encontrar una noticia sobre el ataque hacía un local de la

Juventud Peronista en la cual caracterizan dicho ataque como uno más de la “agresión

izquierdista” con el propósito de “destruir la organización peronista con bombas y

crímenes, sabotear el proceso de Reconstrucción Nacional emprendido por el gobierno.

Podemos observar así como los términos utilizados por la revista en estos fragmentos

coinciden con los términos utilizados por el General Perón en sus discursos. Aparecen

tanto la palabra “sectas” para describir a las agrupaciones marxistas como la noción de

“Reconstrucción Nacional”.
En la tapa de la edición n°10 del semanario podemos leer claramente cómo se pedía la

“represión para los enemigos de la reconstrucción nacional”.

En las primeras páginas del mismo número, aparece la editorial de Felipe Romeo, el

editor general, la cual se titula de la siguiente manera: LA TENDENCIA SE ACABO,

EL QUE MANDA ES PERÓN. En esas dos páginas, Romeo se encarga de citar

fragmentos aparecidos en números anteriores reforzándolo con declaraciones realizadas

por Perón; entre ellas:


Foucault en el curso dictado en el Collège de France (1975-1976) titulado “Defender la

Sociedad”, analizó las relaciones de poder desde una perspectiva bélica al tomar como

punto de partida a la guerra considerándola como “la desnudez misma de las relaciones
de fuerza” (Pág.52) Para esto, invirtió la conocida fórmula del estratega militar

Clausewitz.4 De esta manera, para el filósofo francés, la política se puede entender

como la guerra librada, o la continuación de la misma, por otros medios concibiendo así

a la sociedad atravesada, por una guerra continua y permanente, que permite el

funcionamiento y mantenimiento de las instituciones políticas y el orden legal. La

guerra se expresa por consiguiente de manera silenciosa desplegándose a través de los

dispositivos de poder. 56 Así, la estructura de poder de una sociedad, estaría

caracterizado por un binarismo: la existencia de dos grupos, dos clases, dos categorías

de individuos, enfrentados entre sí, en la cual no habría lugar para la neutralidad. Ahora

bien, Foucault complejizará dicha explicación sosteniendo que en la modernidad esto se

daría de otra forma, es decir, hay una mutación en la cual esta guerra se expresa

mediante el ejercicio de la biopolítica, en la medida en que se ejerce, a través de los

mecanismos de poder, el derecho soberano de hacer morir o dejar vivir. (tanatopolítica).

Entonces, la guerra se desarrolla contra los enemigos internos, aquellos enfermos, locos,

criminales, etc., considerados como amenazas, que deben ser depuradas ante el peligro

que representan para la sociedad; esta última siendo concebida como un cuerpo u

organismo sano. En palabras de Foucault; surge así “un racismo de Estado: un racismo

que una sociedad va a ejercer sobre sí misma, sobre sus propios elementos, sobre sus

propios productos; un racismo interno, el de la purificación permanente, que será una

de las dimensiones fundamentales de la normalización social.”65

Al indagar el primer número (de la nueva edición) del periódico de la Alianza

Libertadora Nacionalista, se puede encontrar una entrevista publicada, realizada por un

4
diario italiano (Il Giornale de Italia), al recién presidente electo, en la cual declaraba lo

siguiente:

“Conozco los propósitos de los marxistas, quienes sabiendo no poder medrar en

el marco de las leyes, intentan conseguir el poder con la violencia. De todas

maneras, estoy seguro que domaremos a la guerrilla. Chile ha enseñado muchas

cosas: o los guerrilleros dejan de perturbar la vida del país o los obligaremos

a hacerlo con los medios que disponemos.” 24 de septiembre

O se está con Perón, esto es con la Patria, o se está con la Sinarquía, esto es con los

poderes internacionales que quieren llevar al país a la guerra civil y a la disolución de la

Argentina como estructura nacional órganica. O se está por el Justicialismo, que supone

la Reconstruccion Nacional con plena vigencia de los valores históricos que

conformaron la nacionalidad en siglo y medio de existencia o se está por la

Vietnamizacion del Rio de la Plata…

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