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El imperialismo ateniense y la guerra del Peloponeso.

a) La Liga de Delos y su transformación en Imperio de Atenas.


Derrotados los persas en la Grecia continental, varias islas y ciudades jonias
contemplan con inquietud la posibilidad de una nueva expedición del rey de Persia e
intentan convencer a sus aliados del continente para proseguir la guerra en el propio
territorio persa. Esparta rechaza la posibilidad de extender la guerra a Asia, mientras
que Atenas, cuyo prestigio y confianza en sus propias posibilidades habían crecido
enormemente con la victoria sobre Persia, aceptó encantada. Con ello se produce
una primera fractura en la unidad griega contra Persia y el primer choque de
intereses entre Atenas y Esparta. Así, en el año 477 a. C. en una reunión celebrada
en la isla de Delos se fundó una nueva alianza naval cuyos objetivos eran los
siguientes:
- Mantener la ofensiva contra Persia
- Evitar la reconquista de ciudades liberadas
- Atacar territorios todavía bajo control persa
- Proporcionar ayuda mutua ante posibles represalias.
El mando de la nueva alianza, denominada liga de Delos, por ser allí donde
se guardaba la caja de la alianza, pronto recayó en Atenas, el miembro más
poderoso con diferencia. Los aliados podían contribuir a la misma con barcos o con
dinero, pero, de hecho, sólo Atenas y otras pocas comunidades aportaron barcos,
lo que contribuyó a aumentar el poderío militar de Atenas. Además, eran también
atenienses los diez tesoreros que administraban el tesoro de la Liga destinado al
mantenimiento y la construcción de los barcos.
La nueva alianza pronto dio sus frutos bajo la dirección de Cimón, hijo de
Milcíades, el vencedor de Maratón. En diez años el peligro persa parecía más lejano,
sobre todo tras la victoria lograda en el río Eurimedón, en la que fue destruida una
importante flota persa y tras la que se incorporaron a la alianza importantes
territorios de la costa asiática. Pero cada actuación de la Liga servía también para
reforzar la posición de Atenas en el Egeo, que quedó libre de piratas, y pudo así
asegurar sus importantes rutas comerciales.
La Liga, pues, servía para los fines que se había creado y los aliados debían
sentirse satisfechos. Atenas, por su parte, consideraba a la Liga como su fuente de
poder en el Egeo y comenzará a utilizarla para sus propios fines particulares, sobre todo
tras la paz de Calias en el 449 que supuso el final del enfrentamiento contra Persia. En
este momento algunos aliados mostrarán su descontento e intentarán poner fin a su
vinculación con la alianza. Atenas, no obstante, reaccionará con dureza ante cualquier

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intento de los aliados de abandonar la Liga, como ocurrió con las islas de Naxos y Tasos,
que fueron obligadas a reincorporarse a la alianza, perdieron su flota y se les impuso un
tributo.
El control ejercido por Atenas sobre sus aliados se manifiesta con una serie de
medidas que les van a suponer una pérdida de autonomía política y económica y van a
permitir a Atenas completar la transformación de la alianza en un verdadero imperio:
- Imposición de la moneda ateniense a todos los aliados;
- Progresiva imposición de gobiernos democráticos en las ciudades aliadas
- Obligación de que determinados juicios se celebrasen ante tribunales atenienses.
- Instalación de colonias, inspectores o destacamentos militares en las
proximidades de los aliados sublevados.
La transformación de la alianza en un imperio fue un proceso lento y gradual, al
que contribuyó el creciente protagonismo del ejército ateniense y la implicación de
numerosos ciudadanos de Atenas en la administración de la Liga. Con el tiempo en la
mente de los atenienses debió quedar fijada la idea de que no sólo era justo que
disfrutaran de los beneficios que les proporcionaba el imperio, sino que de su existencia
dependía el éxito de su sistema democrático radical que se consolidó alrededor de la
mitad del siglo V a.C. bajo la dirección de Pericles. Pero el hecho que mejor ejemplifica la
culminación de esta transformación es, tal vez, el traslado del tesoro de la Liga de Delos
a Atenas en el 454 a. C.: en adelante Atenas recauda el dinero, lo custodia y decide en
qué gastarlo.
b) Los antecedentes de la guerra del Peloponeso. La paz de los
treinta años.
La consolidación del imperio ateniense va a despertar recelos entre los aliados
de Esparta, la otra potencia que tradicionalmente había desempeñado la hegemonía en
suelo griego. Estos recelos desembocarán en la llamada guerra del Peloponeso: el
conflicto que en el último tercio del siglo V a.C. comenzó enfrentando a Atenas y
Esparta, los dos estados griegos más poderosos del momento, y que, en virtud de las
alianzas que los unían con el resto de comunidades griegas, terminó por implicar a
la mayoría de ellas; la guerra estalló finalmente en el 431 a. C, si bien la enemistad
entre ambos contendientes se arrastraba desde la década de los años sesenta de ese
siglo V.
Los primeros años de actividad de la Liga delia están protagonizados por Cimón,
el aristócrata filoespartano que dirige la política de Atenas en ese momento. Cimón
defiende una política de acercamiento a Esparta que busca tranquilizar al antigua aliado
ante el creciente protagonismo ateniense, si bien esta orientación cambiará con la

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amenaza de Esparta de invadir el Ática en respuesta al trato ofrecido por Atenas a sus
aliados tasios, cuando éstos intentaron abandonar la Liga, y, sobre todo, a raíz de la
desaparición de la vida pública ateniense de Cimón. Con Pericles la política de Atenas
cambia de rumbo y, mientras se aceleran las reformas que radicalizan el sistema
democrático, los atenienses despliegan una gran actividad en política exterior que les
proporcionó el control de amplios territorios conquistados a algunos aliados de Esparta.
Estas conquistas, sin embargo, no pudieron mantenerse y Atenas terminó aceptando un
tratado de paz que debía durar treinta años y que ponía fin a lo que en la actualidad se
conoce como "primera guerra del Peloponeso": Atenas perdía sus conquistas
territoriales, pero veía reconocido su sistema de alianzas y se aseguraba la no
intervención de Esparta en las relaciones entre Atenas y los demás miembros de la liga
delia.
c)Las causas de la guerra.
La paz de los treinta años no solucionó la raíz de la enemistad de las dos
grandes potencias: Atenas siguió fortaleciendo su poder y provocando la desconfianza
de Esparta. Así las cosas la guerra acabó por desencadenarse como consecuencia del
enfrentamiento de Atenas con aliados de Esparta. Megara, Egina y, sobre todo, Corinto,
tres ciudades enemigas tradicionales de Atenas y aliadas de Esparta, expusieron ante el
resto de aliados de la liga del Peloponeso los agravios de los que habían sido objeto por
parte de Atenas: a Megara se le había prohibido la entrada en los puertos de Atenas y de
sus aliados, con lo que se le impedía el comercio con prácticamente todo el Egeo; Egina
había sido forzada a integrarse en la liga de Delos y a pagar un importante tributo;
Corinto, por último, reprochaba a Atenas entrometerse en la relación con dos de sus
colonias: la isla de Corcira y la ciudad de Potidea.
Esparta, por tanto, explotó el sentimiento antiateniense, que había ido creciendo
al mismo ritmo que aumentaba el poder de Atenas, y bajo el lema de "ἐλευθερία καὶ
αὐτονομία" se convirtió en defensor de la independencia de todas las πόλεις griegas
sometidas al poder de Atenas. Con esto, pues, se completan las razones que pueden
explicar los motivos de la guerra y que pueden resumirse como sigue:
- Temor de Esparta ante el creciente poderío de Atenas que le disputa la
hegemonía de Grecia.
- La rivalidad comercial entre Atenas y algunos estados miembros de la liga del
Peloponeso.
- La liberación de las póleis sometidas al poderío ateniense.
- El enfrentamiento irreconciliable entre dos sistemas de gobierno contrapuestos.
d) Desarrollo de la guerra.

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En el desarrollo de la guerra del Peloponeso se distinguen dos fases:
1. La primera fase o la llamada guerra "arquidámica" (431-425) Como nos
informa el historiador Tucídides ambos bandos llegaban a la guerra con la mayor
preparación, si bien con importantes diferencias. Atenas contaba con abundantes
recursos financieros procedentes de los tributos de los miembros de la liga delia y había
aumentado su poderío naval mediante un programa de construcción de naves de guerra
y gracias al mejor entrenamiento de sus tripulaciones; Esparta, por su parte, era
insuperable en tierra, pero para comenzar la guerra debió pedir la aportación económica
de sus aliados. Consciente de este desequilibrio Pericles diseñó una estrategia
consistente en ceder la iniciativa terrestre a Esparta y en concentrar todas sus energías
en la acción marítima. Tal estrategia suponía abandonar grandes extensiones de su
territorio a manos de los espartanos, que cada año invadían y devastaban el Ática, y
encerrar a toda la población en el recito amurallado formado por Atenas, el Pireo y la
zona comprendida entre ambos; cada invasión del territorio ateniense era contestada
con rápidas expediciones navales de desgaste, dirigidas contra cualquier punto del
Peloponeso. En principio, los planes de Pericles tuvieron éxito, pese a los grandes
sacrificios que hubo de soportar la población, agravados a partir de la epidemia de peste
declarada en el 429 y que costó la vida a un tercio de la población, al mismo Pericles
entre ellos. Tras su muerte aparecen en escena dos nuevos políticos: Nicias, partidario
de seguir la política moderada de Pericles, y Cleón, defensor de una actitud mucho más
agresiva. Sin embargo, la guerra siguió con la misma dinámica hasta que los atenienses
apresaron un destacamento espartano en la isla de Esfacteria, momento en el que una
oferta de paz de Esparta fue rechazada por la asamblea ateniense. No fue hasta que se
produjo la muerte de Cleón y del general espartano Brasidas, que había llevado la
guerra a las posesiones atenienses de la Calcídica, cuando se demostró la imposibilidad
de que uno de los dos bandos pudiera alcanzar la victoria y ambos contendientes
firmaran una paz por cincuenta años conocida como "paz de Nicias". El objetivo de este
acuerdo era restaurar la situación anterior al estallido bélico. Atenas conservaba algunas
bases en el Peloponeso y Esparta renunciaba a uno de sus principales objetivos al
iniciarse la guerra: destruir el sistema de alianzas ateniense.
2. La segunda fase de la guerra (414-404).
La paz, sin embargo, no iba a ser aceptada por Corinto y otros aliados de
Esparta, con lo que durante un tiempo Esparta vio amenazado su control del
Peloponeso. Esta situación intentó ser aprovechada por la nueva figura dominante de la
política ateniense: Alcibíades; era un joven aristócrata, sobrino de Pericles, cuyos únicos
intereses eran su ambición y su afán de gloria personal. Fue él quien, tras un intento

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fracasado de aislar a Esparta con la alianza con algunas ciudades del Peloponeso,
convenció a la Asamblea para votar la mayor expedición organizada nunca por una polis
griega: el envío de 30000 soldados para la conquista de Sicilia. No Obstante, poco antes
de que partiesen las naves, en la primavera del 415, se había producido un suceso en
Atenas que tendría nefastas consecuencias para el desarrollo posterior de la empresa:
una mañana aparecieron mutiladas las estatuas de Hermes situadas en las puertas de
las casas y en las esquinas de las calles de Atenas; Alcibíades, acusado de participar en
estos hechos, así como en una representación sacrílega de los misterios de Eleusis, fue
destituido y prefirió cambiar de bando: su conocimiento iba a ser muy valioso en un
futuro para Esparta. Privada de su principal promotor, la expedición resultó un fracaso
del que Atenas no pudo recuperarse. Esparta, liderada por Lisandro, aprovechó el
momento para instalarse de modo permanente en el Ática en Decelia y comenzó la
construcción de una nueva flota financiada con dinero persa.
Finalmente, tras superar un intento de instaurar un gobierno oligárquico del 411
al 410, la flota ateniense fue derrotada en la batalla de Egospótamos en el 405. En el
404 Atenas aceptaba las condiciones impuestas por los vencedores: renunciaba a la
flota, se convertía en un estado satélite de Esparta, debía derrocar sus murallas, aceptar
el regreso de todos los exiliados y se le imponía un gobierno formado por un consejo de
treinta hombres hasta que se redactara una nueva constitución: este gobierno, que
recibiría el nombre de los "treinta tiranos", gobernó Atenas hasta la restauración
democrática del 403.

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