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La construcción social de la realidad.

Berger y Luckman abordan el problema de la realidad desde la perspectiva de


la sociología del conocimiento, desde allí se interrogan, sí acaso las distintas
realidades pueden comprenderse a partir de las diferencias entre las
sociedades, a su vez, también les importan hallar los modos por los cuales las
realidades se dan a conocer en las sociedades humanas, y los procesos que
instauran al interior de las sociedades un conjunto de ideas con la etiqueta de
realidad. Sea dicho en pocas palabras, los autores analizan la construcción
social de la realidad.

En la tarea de dilucidar los procesos a través de los cuales se recrea la


“realidad”, es necesario definir término claves como lo son “realidad” y
“conocimiento”. El primero se tiene como “una cualidad propia de los
fenómenos que reconocemos como independientes de nuestra propia volición”
y el segundo como “certidumbre de que los fenómenos son reales y de que
poseen características específicas.” Habría que añadir que cuando se habla de
realidad se hace referencia directa a la vida cotidiana, y no al mundo teórico de
los intelectuales.

Ahora bien, antes de seguir se debe precisar la noción de “vida cotidiana”, por
tal entienden los autores: “la realidad interpretada por los hombres y que para
ellos tiene el significado subjetivo de un mundo coherente”1, que tiene por
fundamentos las objetivaciones de los procesos y los significados subjetivos.
Es relevante anotar que gran parte de la vida cotidiana está ya objetivada
mucho antes de nuestros nacimientos, un ejemplo preciso de ellos es el
lenguaje que marca las coordenadas de la vida al interior de la sociedad y la
llena de significados. Desde luego la cotidianidad tiene una carga subjetiva
pero ella a su vez está constituida por un mundo intersubjetivo, es decir, que se
comparte con otros. Resulta que lo cotidiano no sólo está lleno de
objetivaciones, sino que tan sólo es posible a través de ellas. Uno está al
interior de un mundo constituido por objetos que se transforman en signos y
terminan revelando las intenciones subjetivas de los demás.

Un importante conjunto de objetivaciones esenciales para nuestras vidas, que


se pueden definir como un sistema de signos vocales es el lenguaje, a través
de éste la vida cotidiana corre permitiendo la interacción con los otros. “Debido
a su capacidad de trascender el “aquí y ahora”, el lenguaje tiende puentes
entre diferentes zonas dentro de la realidad de la vida cotidiana y las integra en
un todo significativo. Las trascendencias tienen dimensiones espaciales,
temporales y sociales... en cualquier momento puede actualizarse todo un
mundo a través del lenguaje”2 Este tipo de signos son capaces de ir más allá
de la realidad cotidiana, pueden hacer referencia a espacios aislados de la
1
Berger,Perter. Luckmann,Thomas. La construcción social de la realidad. Amorrortu
editores. Buenos Aires. p 36
2
Ibíd., p.58
realidad. Por ejemplo, interpretar el significado de un sueño haciéndolo parte
así lingüísticamente de lo cotidiano. “Dicha integración traspone la realidad
aislada que corresponde al sueño en la realidad de la vida cotidiana,
enclavándola dentro de esta última. El sueño cobra entonces un significado en
términos de la realidad de la vida cotidiana más que de su propia realidad
aislada. Los productos de estas trasposiciones pertenecen, en cierto sentido, a
ambas esferas de realidad: están “ubicados” en una realidad, pero “se refieren”
a otra.” Para abordar el estudio de la construcción social de la realidad los
autores desarrollan dos aspectos que se refieren a los elementos
constituyentes de la relación dialéctica que se establece al elaborar la realidad.
Se plantea “la sociedad como realidad objetiva” y “la sociedad como realidad
subjetiva”.3

I. La sociedad como realidad objetiva.

Antes de comenzar a tratar la sociedad como objeto es necesario preguntarse


por la composición del hombre que permite la elaboración y perpetuación de
ésta. Lo primero que exponen los autores acerca del ser humano, es el modo
en como sus instintos son inferiores comparados con los otros animales, a
quienes sus impulsos les da una dirección fija y clara para su comportamiento,
en el caso de nosotros estos son débiles, en tanto existe un espacio amplio
donde la diversidad de comportamiento es posible. A falta de unos instintos
dominantes que den un sentido y orden a la conducta humana, el vacío es
llenado por un ordenamiento social que determinara tanto el desarrollo del
organismo como su ser, es decir, la formación de un Yo, como identidad
reconocible subjetiva y objetivamente que tiene particularidades culturales. El
carácter del Yo como elaboración social va más allá de la identificación del
individuo consigo mismo, éste se instala en el espacio de las respuestas
psicológicas. Desde lo dicho antes es razonable afirmar que el individuo no se
puede comprender si se le aleja de su contexto social, porque “el hombre se
produce a sí mismo.”4

El orden social no es algo inherente a la naturaleza del ambiente, en tanto no


se desprende de las leyes naturales, este resulta ser un producto de la
actividad humana, su origen es el desenvolvimiento humano pasado, del cual
depende en todo momento para existir. Luego ningún orden social puede
derivar de datos biológicos, aunque si es válido afirmar que la necesidad del
orden social se origina del equipo biológico con el cual estamos dotados. Cabe
preguntare ahora por el cómo se forma el orden social. Este comienza en la
habituación de la actividad humana, que tiene por objetivo restringir las
opciones a las cuales se enfrenta el se humano en un primer momento, a su
vez que procura una economía en los esfuerza de dicha acción. “La
habituación provee el rumbo y la especialización de la actividad que faltan en el
Ibíd., p.58
3

Ibid., p.69
4
equipo biológico del hombre, aliviando de esa manera la acumulación de
tensiones resultante de los impulsos no dirigidos; y al proporcionar un trasfondo
estable en el que la actividad humana pueda desenvolverse con un margen
mínimo de decisiones las más de las veces, libera energía para aquellas
decisiones que puedan requerirse en ciertas circunstancias... La actividad
habitualizada abre un primer plano a la deliberación y la innovación.”5

De este proceso de habituación se pasa a la institucionalización que consiste


en la tipificación de las acciones habitualizadas por tipos de actores, estas
tipificaciones siempre son accesibles a todos los miembros del grupo social. La
instituciones son producto de la historicidad humana, ellas controlan su
comportamiento estableciendo pautas definidas de antemano que lo conducen
a una dirección preestablecida. Esta tipificación que se da en la
institucionalización es la objetivación social de la realidad. Ahora la conducta
tipificada se presenta al individuo como un hecho externo. "Un mundo
institucional, pues, se experimenta como realidad objetiva, tiene una historia
que antecede al nacimiento del individuo y no es accesible a su memoria
biográfica. Ya existía antes de que él naciera, y existirá después de su muerte.
Esta historia de por sí, como tradición de las instituciones existentes, tiene un
carácter de objetividad."6Por otra parte "el conocimiento social adquirido por el
individuo constituye la dinámica motivadora del comportamiento
institucionalizado, define las áreas institucionalizadas del comportamiento y
designa todas las situaciones que en ellas caben. Define y construye los “roles”
que han de desempeñarse en el contexto de las instituciones mencionadas e,
ipso facto, controla y prevé todos esos comportamientos. " 7

II La sociedad como realidad subjetiva.

La sociedad existe como realidad objetiva, y a su vez, subjetiva. Estos


aspectos son tratados con su verdadero valor al comprender la sociedad en
términos de un continuo proceso dialéctico compuesto por 3 momentos: la
externalizacion, la objetivación e internalización. Los 3 caracterizan y definen a
la sociedad. En tanto es plausible decir que estar en la sociedad significa
participar de su dialéctica.

Hay que mencionar que el ser humano no se hace miembro de una sociedad,
sino nace con una inclinación hacia la socialidad, y luego alcanza a pertenecer
a ésta. En el marco en el que se desarrolla la vida de todo hombre, hay un
momento específico donde es inducido a participar de la dialéctica de la
sociedad. El inicio de este proceso los es la internalización, es decir, la
aprehensión inmediata de un acontecimiento objetivo en cuanto expresa
significado, que es una manifestación de los procesos subjetivos de otro, en
5
Ibid., p. 75
6
Ibid., p.82
7
Ibíd., p.89
consecuencia se vuelven subjetivamente significativos para mí. La
internalización, constituye la base, primero para la comprensión de los propios
semejantes y, segundo, para la aprehensión del mundo en cuanto realidad
significativa y social.

***
Sólo nos resta decir y recalcar que la sociedad es “parte del mundo humano,
hecho por hombres, habitado por hombres y que, a su vez, forma hombres en
un proceso histórico continuo.”8

8
Ibíd., p.233

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