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x. El SE aspectual del español.

Ahora sí, luego de un recorrido necesario, llegamos al punto central. Aquí


intentaremos comprender -hasta donde nos sea posible- ante qué elemento estamos y qué
características le pertenecen.
Para llegar a las metas expuestas necesitaremos de los aportes de varios autores y
también de muchos conceptos relacionados a la gramática, a la semántica y al léxico. Es en
un marco así de amplio donde quizás sea posible encontrar cierta estabilidad frente a un tema
tan escurridizo.
Lo que proponemos es estudiar los puntos centrales del se aspectual desde la óptica
de diferentes teorías y ver si comparando tales líneas teóricas podemos encontrar elementos
en común que permitan arribar a algunas conclusiones.
Empezamos nuestra revisión por el Manual de gramática del español de Ángela Di
Tullio (1997).
La obra tiene un apartado denominado la polivalencia funcional del se y distingue
cuatro casos de realización del se: como pronombre personal; como partícula capaz de
absorber argumentos del predicado; como marca léxica; y, por último, estilístico (1997-129)
Dada la naturaleza de este trabajo, haremos la descripción del se como marca léxica
y como opción estilística.
Según Di Tullio cuando el se es una marca léxica es considerado como parte del
lexema verbal y hay una subclasificación en dos tipos: el se diacrítico y el se inherente.
Hay algunos casos en los que un mismo lexema puede diferenciarse a partir de un uso
que no lo es.
Estos dos usos se distinguen tanto desde su significado como de su realización
sintáctica:
a) Marcelo parece un buen chico / Marcelo se parece a su mamá.
b) Marcelo acordó las cláusulas del contrato/ Marcelo se acordó de las cláusulas.

Además de estas diferencias de significado y de régimen, la autora afirma que la


diferencia, por ejemplo, entre dormir y dormirse es aspectual y explica que el verbo dormirse
trae consigo la indicación del cambio de estado dando origen a un nuevo estado: estar
dormido; por lo tanto, tiene un valor incoativo; mientras que dormir indica un estado que en
el tiempo, que tiene una duración.
La autora también trabaja el par morir/morirse, en donde morirse trae aparejado el
sentido de que la muerte ha ocurrido debido a causas naturales; así no nos es posible decir,
por ejemplo, siguiendo a Di Tullio: *se murió asesinado (1997-129).
Continuando dentro de la categoría marca léxica, aun nos resta ver el se inherente, y
lo haremos a continuación.
En el caso del se inherente, estamos ante verbos que son pronominales en su
constitución y que no admiten una forma transitiva. En estos verbos el se es parte
constituyente del lexema verbal. Algunos de ellos son: quejarse, adueñarse, apoderarse,
dignarse, arrepentirse, vanagloriarse, jactarse, regodearse, atreverse, enterarse, desperezarse,
atenerse, percatarse, estremecerse, etc. (1997-130).
Veamos un ejemplo:
a) Ella no se dignó a verme/ *No lo dignó.

Pasemos ahora al segundo caso que trabajaremos aquí: el se estilístico. La autora lo


define como un elemento que el usuario de la lengua elige utilizar. Una de sus características
es, por lo tanto, la posibilidad de omisión sin alterar la estructura predicativa. Además “solo
se da con verbos transitivos cuyo objeto directo esté determinado” (Di Tullio 1997-130).
A continuación examinaremos qué nos dice la Gramática descriptiva de la lengua
española, en particular el capítulo de Otero (2000), sobre lo que venimos trabajando.
Allí, Otero explica que además de las dos funciones básicas de los clíticos subjetivos,
hay una tercera que es la que nos interesa.
Empezando por orden, un clítico subjetivo puede ser extrínsecamente reflexivo (ya
sea como objeto directo o indirecto) o puede ser intrínsecamente reflexivo, en donde su
relación con el verbo es de sentido léxico; es decir, no es una relación de naturaleza sintáctica
(pág. 1472).
Repasemos muy sintéticamente, y ya dentro de lo que se refiere al se, lo que se
entiende por extrínsecamente reflexivo:
(...) el se extrínsecamente reflexivo (el reflexivo en sentido estricto), motivado
por razones puramente sintácticas, no parece ser más que una imagen
inacentuada (clítica) redundante de un sí sobreentendido en posición de objeto
(directo o indirecto) siempre que su antecedente sea el sujeto de la frase verbal
extendida, imagen o reflejo que puede ir o no ir acompañado de un pronombre
pronunciado, por ejemplo, se alabó (a sí/ella misma) con todo descaro (Otero
2000:1462).

Por otro lado, y para completar el panorama que se mencionó anteriormente, también
veremos las construcciones intrínsecamente reflexivas. Este caso difiere del precedente en
que estas construcciones se realizan con verbos inherentemente reflexivos o pronominales,
lo que quiere decir que el clítico acompaña obligatoriamente al verbo, como por ejemplo en
suicidarse (Otero 2000:1465).
Luego de la revisión de las funciones extrínsecas e intrínsecas reflexivas, pasemos
entonces a la tercera función posible de asignársele a un clítico subjetivo: la función aspectual
(Otero 2000:1492).
Dicha función podría explicarse por medio de algunos ejemplos como los que siguen:
a) Ayer, te viste tres películas.
b) Vos te bebiste todo el jugo.
c) Anabela se tomó media copa de vino.

Ahora bien, si nos propusiéramos eliminar los clíticos (te, te,se) estaríamos ante tres
construcciones completamente válidas, lo que nos lleva entonces a una primera propiedad de
estos clíticos: su presencia no es obligatoria o necesaria. No obstante, si modificamos el
predicado tendremos nuevas conclusiones:
a) *Ayer, te viste películas.
b) *Vos te bebiste jugos de frutas.
c) *Anabela se tomó copas de vino blanco.
Ante estas nuevas oraciones, el clítico ya no es admitido y la razón está en las
modificaciones que se realizaron en el predicado. En palabras de Otero: (...) el clítico (...) es
compatible solo con predicados (perfectivos) en los que el objeto directo experimenta una
transición con un punto culminante (...) (2000:1473).
Ahondaremos un poco más en estas observaciones de la mano de otro autor: Elena de
Miguel. PONER ACÁ LAS DOS AUTORAS : MIGUEL Y LAGUNILLA
De Miguel (2000) considera al se que estamos tratando como paradigmático, es decir,
alternando con otros clíticos –me, te, etc.- y, además, como delimitador y en esto nos
detendremos a continuación.
Para las autoras, el se es una marca que indica que el evento culminó y que continuó
como un cambio de estado. Esta definición de tan pocas líneas acarrea una alta complejidad
debido a la exigencia del estudio de los diferentes tipos de eventos (verbales) y de cómo tales
eventos se estructuran internamente.
La clasificación de la tipología de eventos de esta línea teórica es de ocho tipos
(algunos de estos tipos son subtipos, pero aun así deben ser comprendidos dentro de su
naturaleza.
A continuación presentaremos un esquema1 sintetizando dicha tipología y sus
características.

ESTADO
Evento simple; tiene duración; sin fases. Ejemplos: ser; tener; detestar; saber

PROCESO
proceso (p1) proceso (p2)
Secuencia de eventos idénticos; tiene duración; Eventos de acabamiento gradual.
tiene fases; no delimitado. Ejemplos: adelgazar; engordar; encanecer;
Ejemplos: estudiar; narrar. envejecer.
TRANSICIÓN
transición (t1) –acepta clítico- transición (t2) –acepta clítico-
Proceso o actividad que desemboca en un punto Evento delimitado que implica una transición
seguido de un cambio de estado; evento entre dos puntos de culminación; tanto el
delimitado; con duración; culmina en una fase subevento inicial como el final pueden a su vez
final. descomponerse en dos fases.
Ejemplos: leer un libro; ver una película. ejemplos: bajar(se); caer(se); ir(se); morir(se);
subir(se); venir(se); volver(se).
LOGRO
logro (l1) logro (l2) –acepta clítico- logro (l3)
Evento compuesto; ingresivo Compuesto; ingresivo; Compuesto; ingresivo;
simple, puntual; delimitado; delimitado; culmina en la fase delimitado; culmina en fase
ocurre en un punto. inicial; va seguido de un inicial; va seguido de un
Ejemplos: explotar; llegar; estado. proceso.
nacer; entrar; fallecer; regresar; Ejemplos: marearse; ocultarse; Ejemplos: hervir; florecer; ver
etc. sentarse. la costa.

1
Cuadro recreado a partir de la esquematización de las autoras PONER FECHA, PÁGINAS.
El desarrollo de la propuesta empieza de lleno expresando dos casos que podrían
resultar problemáticos. Se trata de oraciones como:
a) Me sé la lección (pág. 29)
b) Me estuve callada (pág. 29)
Las dos oraciones contienen verbos estativos y están construidas con “se”, lo cual iría
en contra de la propia afirmación de las autores vista anteriormente. No obstante, para el caso
“a” se explica lo siguiendo: “en ellos puede presuponerse la existencia previa de un logro
que desencadena el nuevo estado: el logro de “pasar a saber la lección” o “pasar a estar
callada” (FECHA:29) ¿(ENTONCES EL CAMBIO ES EN EL SUJETO????)
Nos resulta un poco confusa la explicación anterior, siendo que si la oración dice, por
ejemplo, Juan se sabe muy bien la lección porque su mamá lo hizo estudiar, lo que se observa
es el uso del verbo saber. Si, entonces, es posible pensar la existencia previa de “logros”
desencadenantes de nuevos estados, ¿la aparición del “se” es posible con otros verbos
estativos?
Dejamos la inquietud comentada para ser analizada en otra oportunidad futura.
Cuanto al segundo ejemplo, la construcción “me estuve callada” parece un tanto
forzada y no algo habitual en un hablante.
Luego de estas observaciones, que juzgamos pertinentes, continuaremos exponiendo
los argumentos teóricos de las autoras.
Teniendo en cuenta el cuadro esquemático expuesto anteriormente, se entiende que
el uso del clítico será posible con verbos del tipo T1, L2, y T2; y no será posible con verbos
del tipo L1 y L3.
La razón para ello es que los verbos del tipo T1, L2 y T2 contienen un logro seguido
de un estado; es decir, respetan lo que se afirma en la definición del se paradigmático
estudiado aquí: son verbos con eventos delimitados, seguidos de un estado.
En los casos en que el clítico no es admitido se debe a que en los verbos del tipo L1
los eventos son simples, ocurriendo en un punto, son los llamados verbos puntuales; y, por
lo tanto, no van seguidos de un estado o proceso. Ya en los verbos del tipo L3, si bien poseen
eventos complejos, la segunda fase que desarrolla es un proceso, y no un estado, que sería el
requisito para la aparición del “se”.
En los casos en que existe la posibilidad de aparición del se, su realización se debe,
como ya se dijo, a que la estructura eventiva tiene una fase culminante en la que se produce
el cambio de estado, siendo esta a la vez la fase final.
Observando a los verbos transitivos se obtiene que su argumento interno tiene que
estar obligatoriamente delimitado cuando aparece con se; no obstante, el foco no está en la
naturaleza delimitada del OD; por el contrario, lo anterior es una exigencia del clítico al
verbo.
Las autoras, además, mencionan y explican algunos casos especiales como es el verbo
ver. Según esta línea teórica, existen dos realizaciones diferentes del verbo ver; en una de
ellas, la estructura eventiva del verbo culmina en un punto seguido de un proceso; del mismo
modo que hervir y florecer (donde aquello que hirvió y floreció puede seguir hirviendo y
floreciendo).
Es decir, el foco está en la fase inicial y además hay posibilidad de que el proceso
continúe, por lo tanto aquí estamos ante un verbo “ver” que no admite la presencia de se
(*Raquel se vio a los dos alumnos que salían corriendo).
En cambio, cuando el evento que ocurre en ver es una transición, sí acepta el clítico,
ya que hay un punto culminante final con un cambio de estado en el objeto afectado (Sara se
ha visto una película de aventuras).
En conclusión, según las autoras el se no es realmente un clítico télico o perfectivo,
sino que se trata de un “operador aspectual que señala el punto culminante que da paso a un
cambio de estado”. (FECHA: 31)

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