You are on page 1of 49

Cuadernillo de Literatura 5º PROFESORA IRENE MARIA MORA

El Quijote CERVANTES Capítulo que no se lo sacara ni las entendiera el Galalón, al ama que tenía, y aun a su
primero. Que trata de la condición y mesmo Aristóteles, si resucitara para sólo sobrina de añadidura.
ejercicio del famoso hidalgo don Quijote ello. No estaba muy bien con las heridas En efeto, rematado ya su juicio, vino a dar
de la Mancha que don Belianís daba y recebía, porque en el más estraño pensamiento que jamás
En un lugar de la Mancha, de cuyo se imaginaba que, por grandes maestros dio loco en el mundo; y fue que le areció
nombre no quiero acordar-me, no ha que le hubiesen curado, no dejaría de tener convenible y necesario, así para el
mucho tiempo que vivía un hidalgo de los el rostro y todo el cuerpo lleno de aumento de su honra como para el servicio
de lanza en astillero, adarga antigua, rocín cicatrices y señales. Pero, con todo, de su república, hacerse caballero ndante,
flaco y galgo corredor. Una olla de algo alababa en su autor aquel acabar su libro y irse por todo el mundo con sus armas y
más vaca que carnero, salpicón las más con la promesa de aquella inacabable caballo a buscar las aventuras y a
noches, duelos y quebrantos los sábados, aventura, y muchas veces le vino deseo de ejercitarse en todo aquello que él había
lantejas los viernes, algún palomino de tomar la pluma y dalle fin al pie de la letra, leído que los caballeros andantes se
añadidura los domingos, consumían las como allí se promete; y sin duda alguna lo ejercitaban, deshaciendo todo género de
tres partes de su hacienda. El resto della hiciera, y aun saliera con ello, si otros agravio, y poniéndose en ocasiones y
concluían sayo de velarte, calzas de mayores y continuos pensamientos no se peligros donde, acabándolos, cobrase
velludo para las fiestas, con sus pantuflos lo estorbaran. Tuvo muchas veces eterno nombre y fama. Imaginábase el
de lo mesmo, y los días de entresemana competencia con el cura de su lugar –que pobre ya coronado por el valor de su brazo,
se honraba con su vellorí de lo más fino. era hombre docto, graduado en Sigüenza–, por lo menos, del imperio de Trapisonda; y
Tenía en su casa una ama que pasaba de sobre cuál había sido mejor caballero: así, con estos tan agradables
los cuarenta, y una sobrina que no llegaba Palmerín de Ingalaterra o Amadís de pensamientos, llevado del estraño gusto
a los veinte, y un mozo de campo y plaza, Gaula; mas maese Nicolás, barbero del que en ellos sentía, se dio priesa a poner
que así ensillaba el rocín como tomaba la mesmo pueblo, decía que ninguno llegaba en efeto lo que deseaba.
podadera. al Caballero del Febo, y que si alguno se le Y lo primero que hizo fue limpiar unas
Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los podía comparar, era don Galaor, hermano armas que habían sido de sus bisabuelos,
cincuenta años; era de complexión recia, de Amadís de Gaula, porque tenía muy que, tomadas de orín y llenas de moho,
seco de carnes, enjuto de rostro, gran acomodada condición para todo; que no luengos siglos había que estaban puestas y
madrugador y amigo de la caza. Quieren era caballero melindroso, ni tan llorón olvidadas en un rincón. Limpiólas y
decir que tenía el sobrenombre de Quijada, como su hermano, y que en lo de la aderezólas lo mejor que pudo, pero vio que
o Quesada, que en esto hay alguna valentía no le iba en zaga. tenían una gran falta, y era que no tenían
diferencia en los autores que deste caso En resolución, él se enfrascó tanto en su celada de encaje, sino morrión simple; mas
escriben; aunque, por conjeturas letura, que se le pasaban las noches a esto suplió su industria, porque de
verosímiles, se deja entender que se leyendo de claro en claro, y los días de cartones hizo un modo de media celada,
llamaba Quejana. Pero esto importa poco turbio en turbio; y así, del poco dormir y del que, encajada con el morrión, hacían una
a nuestro cuento; basta que en la narración mucho leer, se le secó el celebro, de apariencia de celada entera. Es verdad
dél no se salga un punto de la verdad. manera que vino a perder el juicio. que para probar si era fuerte y podía estar
Es, pues, de saber que este sobredicho Llenósele la fantasía de todo aquello que al riesgo de una cuchillada, sacó su espada
hidalgo, los ratos que estaba ocioso, que leía en los libros, así de encantamentos y le dio dos golpes, y con el primero y en
eran los más del año, se daba a leer libros como de pendencias, batallas, desafíos, un punto deshizo lo que había hecho en
de caballerías, con tanta afición y gusto, heridas, requiebros, amores, tormentas y una semana; y no dejó de parecerle mal la
que olvidó casi de todo punto el ejercicio de disparates imposibles; y asen-tósele de tal facilidad con que la había hecho pedazos,
la caza, y aun la administración de su modo en la imaginación que era verdad y, por asegurarse deste peligro, la tornó a
hacienda. Y llegó a tanto su curiosidad y toda aquella máquina de aquellas sonadas hacer de nuevo, poniéndole unas barras de
desatino en esto, que vendió muchas soñadas invenciones que leía, que para él hierro por de dentro, de tal manera que él
hanegas de tierra de sembradura para no había otra historia más cierta en el quedó satisfecho de su fortaleza; y, sin
comprar libros de caballerías en que leer, y mundo. Decía él que el Cid Ruy Díaz había querer hacer nueva experiencia della, la
así, llevó a su casa todos cuantos pudo sido muy buen caballero, pero que no tenía diputó y tuvo por celada finísima de
haber dellos; y de todos, ningunos le que ver con el Caballero de la Ardiente encaje.
parecían tan bien como los que compuso el Espada, que de sólo un revés había partido Fue luego a ver su rocín, y, aunque tenía
famoso Feliciano de Silva, porque la por medio dos fieros y descomunales más cuartos que un real y más tachas que
claridad de su prosa y aquellas entricadas gigantes. Mejor estaba con Bernardo del el caballo de Gonela, que tantum pellis et
razones suyas le parecían de perlas, y más Carpio, porque en Roncesvalles había ossa fuit, le pareció que ni el Bucéfalo de
cuando llegaba a leer aquellos requiebros y muerto a Roldán el encantado, valiéndose Alejandro ni Babieca el del Cid con él se
cartas de desafíos, donde en muchas de la industria de Hércules, cuando ahogó igualaban. Cuatro días se le pasaron en
partes hallaba escrito: La razón de la a Anteo, el hijo de la Tierra, entre los imaginar qué nombre le pondría; porque,
sinrazón que a mi razón se hace, de tal brazos. Decía mucho bien del gigante según se decía él a sí mesmo, no era razón
manera mi razón enflaquece, que con Morgante, porque, con ser quella que caballo de caballero tan famoso, y tan
razón me quejo de la vuestra fermosura. Y generación gigantea, que todos son bueno él por sí, estuviese sin nombre
también cuando leía: [...] los altos cielos soberbios y descomedidos, él solo era conocido; y ansí, procuraba acomodársele
que de vuestra divinidad divinamente con afable y bien criado. Pero, sobre todos, de manera que declarase quién había
las estrellas os fortifican, y os hacen staba bien con Reinaldos de Montalbán, y sido, antes que fuese de caballero andante,
merecedora del merecimiento que merece más cuando le veía salir de su castillo y y lo que era entonces; pues estaba muy
la vuestra grandeza. robar cuantos topaba, y cuando en llende puesto en razón que, mudando su señor
Con estas razones perdía el pobre robó aquel ídolo de Mahoma que era todo estado, mudase él también el nombre, y [le]
caballero el juicio, y desvelábase por de oro, según dice su historia. Diera él, por cobrase famoso y de estruendo, como
entenderlas y desentrañarles el sentido, dar una mano de coces al raidor de convenía a la nueva orden y al nuevo
ejercicio que ya profesaba. Y así, después título de señora de sus pensamientos; y, Rocinante, y embistió con el primer molino
de muchos nombres que formó, borró y buscándole nombre que no desdijese que estaba delante; y dándole una lanzada
quitó, añadió, deshizo y tornó a hacer en mucho del suyo, y que tirase y se en el aspa, la volvió el viento con tanta
su memoria e imaginación, al fin le vino a encaminase al de princesa y gran señora, furia, que hizo la lanza pedazos, llevándose
llamar Rocinante: nombre, a su parecer, vino a llamarla Dulcinea del Toboso, tras sí al caballo y al caballero, que fue
alto, sonoro y significativo de lo que había porque era natural del Toboso; nombre, a rodando muy maltrecho por el campo.
sido cuando fue rocín, antes de lo que su parecer, músico y peregrino y Acudió Sancho Panza a socorrerle a todo
ahora era, que era antes y primero de significativo, como todos los demás que a el correr de su asno, y cuando llegó, halló
todos los rocines del mundo. Puesto él y a sus cosas había puesto. que no se podía menear, tal fue el golpe
nombre, y tan a su gusto, a su caballo, CAPÍTULO OCTAVO que dio con él Rocinante. ¡Válame Dios!
quiso ponérsele a sí mismo, y en este dijo Sancho; ¿no le dije yo a vuestra
Del buen suceso que el valeroso Don
pensamiento duró otros ocho días, y al merced que mirase bien lo que hacía, que
Quijote tuvo en la espantable y jamás
cabo se vino a llamar don Quijote; de no eran sino molinos de viento, y no los
imaginada aventura de los molinos de
donde –como queda dicho– tomaron podía ignorar sino quien llevase otros tales
viento, con otros sucesos dignos de
ocasión los autores desta tan verdadera en la cabeza? Calla, amigo Sancho,
felice recordación
historia que, sin duda, se debía de llamar respondió Don Quijote, que las cosas de la
En esto descubrieron treinta o cuarenta
Quijada, y no Quesada, como otros guerra, más que otras, están sujetas a
molinos de viento que hay en aquel campo,
quisieron decir. Pero, acordándose que el continua mudanza, cuanto más que yo
y así como Don Quijote los vió, dijo a su
valeroso Amadís no sólo se había pienso, y es así verdad, que aquel sabio
escudero: la ventura va guiando nuestras
contentado con llamarse Amadís a secas, Frestón, que me robó el aposento y los
cosas mejor de lo que acertáramos a
sino que añadió el nombre de su reino y libros, ha vuelto estos gigantes en molinos
desear; porque ves allí, amigo Sancho
patria, por Hepila famosa, y se llamó por quitarme la gloria de su vencimiento: tal
Panza, donde se descubren treinta o poco
Amadís de Gaula, así quiso, como buen es la enemistad que me tiene; mas al cabo
más desaforados gigantes con quien
caballero, añadir al suyo el nombre de la al cabo han de poder poco sus malas artes
pienso hacer batalla, y quitarles a todos las
suya y llamarse don Quijote de la Mancha, contra la voluntad de mi espada. Dios lo
vidas, con cuyos despojos comenzaremos
con que, a su parecer, declaraba muy al haga como puede, respondió Sancho
a enriquecer: que esta es buena guerra, y
vivo su linaje y patria, y la honraba con Panza. Y ayudándole a levantar, tornó a
es gran servicio de Dios quitar tan mala
tomar el sobrenombre della. subir sobre Rocinante, que medio
simiente de sobre la faz de la tierra. ¿Qué
Limpias, pues, sus armas, hecho del despaldado estaba; y hablando en la
gigantes? dijo Sancho Panza.
morrión celada, puesto nombre a su rocín y pasada aventura, siguieron el camino del
Aquellos que allí ves, respondió su amo, de
confirmándose a sí mismo, se dio a puerto Lápice, porque allí decía Don
los brazos largos, que los suelen tener
entender que no le faltaba otra cosa sino Quijote que no era posible dejar de hallarse
algunos de casi dos leguas. Mire vuestra
buscar una dama de quien enamorarse; muchas y diversas aventuras, por ser lugar
merced, respondió Sancho, que aquellos
porque el caballero andante sin amores muy pasajero; sino que iba muy pesaroso
que allí se parecen no son gigantes, sino
era árb ol sin hojas y sin fruto y cuerpo sin por haberle faltado la lanza y diciéndoselo
molinos de viento, y lo que en ellos parecen
alma. Decíase él a [sí]: a su escudero, dijo: yo me acuerdo haber
brazos son las aspas, que volteadas del
–Si yo, por malos de mis pecados, o por mi leído que un caballero español, llamado
viento hacen andar la piedra del molino.
buena suerte, me encuentro por ahí con Diego Pérez de Vargas, habiéndosele en
Bien parece, respondió Don Quijote, que no
algún gigante, como de ordinario les una batalla roto la espada, desgajó de una
estás cursado en esto de las aventuras;
acontece a los caballeros andantes, y le encina un pesado ramo o tronco, y con él
ellos son gigantes, y si tienes miedo quítate
derribo de un encuentro, o le parto por hizo tales cosas aquel día, y machacó
de ahí, y ponte en oración en el espacio
mitad del cuerpo, o, finalmente, le venzo y tantos moros, que le quedó por
que yo voy a entrar con ellos en fiera y
le rindo, ¿no será bien tener a quien sobrenombre Machuca, y así él, como sus
desigual batalla. Y diciendo esto, dio de
enviarle presentado y que entre y se hinque descendientes, se llamaron desde aquel
espuelas a su caballo Rocinante, sin
de rodillas ante mi dulce señora, y diga día en adelante Vargas y Machuca. Hete
atender a las voces que su escudero
con voz humilde y rendido: ‘‘Yo, señora, dicho esto, porque de la primera encina o
Sancho le daba, advirtiéndole que sin duda
soy el gigante Caraculiambro, señor de la roble que se me depare, pienso desgajar
alguna eran molinos de viento, y no
ínsula Malindrania, a quien ven-ció en otro tronco tal y bueno como aquel, que me
gigantes aquellos que iba a acometer. Pero
singular batalla el jamás como se debe imagino y pienso hacer con él tales
él iba tan puesto en que eran gigantes, que
alabado caballero don Quijote de la hazañas, que tú te tengas por bien
ni oía las voces de su escudero Sancho, ni
Mancha, el cual me mandó que me afortunado de haber merecido venir a
echaba de ver, aunque estaba ya bien
presentase ante vues-tra merced, para que verlas, y aser testigo de cosas que apenas
cerca, lo que eran; antes iba diciendo en
la vuestra grandeza disponga de mí a su podrán ser creídas. A la mano de Dios, dijo
voces altas: non fuyades, cobardes y viles
talante''? Sancho, yo lo creo todo así como vuestra
criaturas, que un solo caballero es el que
¡Oh, cómo se holgó nuestro buen caballero merced lo dice; pero enderécese un poco,
os acomete. Levantóse en esto un poco de
cuando hubo hecho este discurso, y más que parece que va de medio lado, y debe
viento y las grandes aspas comenzaron a
cuando halló a quien dar nombre de su de ser del molimiento de la caída. Así es la
moverse, lo cual visto por Don Quijote, dijo:
dama! Y fue, a lo que se cree, que en un verdad, respondió Don Quijote; y si no me
pues aunque mováis más brazos que los
lugar cerca del suyo había una moza quejo del dolor, es porque no es dado a los
del gigante Briareo, me lo habéis de pagar.
labradora de muy buen parecer, de quien él caballeros andantes quejarse de herida
Y en diciendo esto, y encomendándose de
un tiempo anduvo enamorado, aunque, alguna, aunque se le salgan las tripas por
todo corazón a su señora Dulcinea,
según se entiende, ella jamás lo supo, ni le ella. Si eso es así, no tengo yo que replicar,
pidiéndole que en tal trance le socorriese,
dio cata dello. Llamábase Aldonza respondió Sancho; pero sabe Dios si yo me
bien cubierto de su rodela, con la lanza en
Lorenzo, y a ésta le pareció ser bien darle holgara que vuestra merced se quejara
ristre, arremetió a todo el galope de
2
cuando alguna cosa le doliera. De mí sé que los que me ofenden es canalla y gente cuales respondieron: señor caballero,
decir, que me he de quejar del más baja, que en tal caso bien puedes nosotros no somos endiablados ni
pequeño dolor que tenga, si ya no se ayudarme; pero si fueren caballeros, en descomunales, sino dos religiosos de San
entiende también con los escuderos de los ninguna manera te es lícito ni concedido Benito, que vamos a nuestro camino, y no
caballeros andantes eso del no quejarse. por las leyes de caballería que me ayudes, sabemos si en este coche vienen o no
No se dejó de reír Don Quijote de la hasta que seas armado caballero. Por ningunas forzadas princesas. Para conmigo
simplicidad de su escudero; y así le declaró cierto, señor, respondió Sancho, que no hay palabras blandas, que ya yo os
que podía muy bien quejarse, como y vuestra merced será muy bien obedecido conozco, fementida canalla, dijo Don
cuando quisiese, sin gana o con ella, que en esto, y más que yo de mío me soy Quijote. Y sin esperar más respuesta, picó
hasta entonces no había leído cosa en pacífico y enemigo de meterme en ruidos y a Rocinante, y la lanza baja arremetió
contrario en la orden de caballería. Díjole pendencias; bien es verdad que en lo que contra el primer fraile con tanta furia y
Sancho que mirase que era hora de comer. tocare a defender mi persona no tendré denuedo, que si el fraile no se dejara caer
Respondióle su amo que por entonces no mucha cuenta con esas leyes, pues las de la mula, él le hiciera venir al suelo mal
le hacía menester; que comiese él cuando divinas y humanas permiten que cada uno de su grado, y aun mal ferido si no cayera
se le antojase. Con esta licencia se se defienda de quien quisiere agraviarle. muerto. El segundo religioso, que vio del
acomodó Sancho lo mejor que pudo sobre No digo yo menos, respondió Don Quijote; modo que trataban a su compañero, puso
su jumento, y sacando de las alforjas lo que pero en esto de ayudarme contra piernas al castillo de su buena mula, y
en ellas había puesto, iba caminando y caballeros, has de tener a raya tus comenzó a correr por aquella campaña
comiendo detrás de su amo muy despacio, naturales ímpetus. Digo que sí lo haré, más ligero que el mismo viento. Sancho
y de cuando en cuando empinaba la bota respondió Sancho, y que guardaré ese Panza que vio en el suelo al fraile,
con tanto gusto, que le pudiera envidiar el precepto tan bien como el día del domingo. apeándose ligeramente de su asno,
más regalado bodegonero de Málaga. Y en Estando en estas razones, asomaron por el arremetió a él y le comenzó a quitar los
tanto que él iba de aquella manera camino dos frailes de la orden de San hábitos. Llegaron en esto dos mozos de los
menudeando tragos, no se le acordaba de Benito, caballeros sobre dos dromedarios, frailes, y preguntáronle que por qué le
ninguna promesa que su amo le hubiese que no eran más pequeñas dos mulas en desnudaba. Respondióles Sancho que
hecho, ni tenía por ningún trabajo, sino por que venían. Traían sus anteojos de camino aquello le tocaba a él legítimamente, como
mucho descanso, andar buscando las y sus quitasoles. Detrás de ellos venía un despojos de la batalla que su señor Don
aventuras por peligrosas que fuesen. En coche con cuatro o cinco de a caballo que Quijote había ganado. Los mozos, que no
resolución, aquella noche la pasaron entre les acompañaban, y dos mozos de mulas a sabían de burla, ni entendían aquello de
unos árboles, y del uno de ellos desgajó pie. Venía en el coche, como después se despojos ni batallas, viendo que ya Don
Don Quijote un ramo seco, que casi le supo, una señora vizcaína que ia a Sevilla, Quijote estaba desviado de allí, hablando
podía servir de lanza, y puso en él el hierro donde estaba su marido que pasaba a las con las que en el coche venían,
que quitó de la que se le había quebrado. Indias con muy honroso cargo. No venían arremetieron con Sancho, y dieron con él
Toda aquella noche no durmió Don Quijote, los frailes con ella, aunque iban el mismo en el suelo; y sin dejarle pelo en las barbas
pensando en su señora Dulcinea, por camino; mas apenas los divisó Don Quijote, le molieron a coces y le dejaron tendido en
acomodarse a lo que había leído en sus cuando dijo a su escudero: o yo me el suelo sin aliento ni sentido: y sin
libros, cuando los caballeros pasaban sin engaño, o esta ha de ser la más famosa detenerse un punto, tornó a subir el fraile,
dormir muchas noches en las florestas y aventura que se haya visto, porque todo temeroso y acobardado y sin color en
despoblados, entretenidos en las memorias aquellos bultos negros que allí parecen, el rostro y cuando se vio a caballo picó tras
de sus señoras. deben ser, y son sin duda, algunos su compañero, que un buen espacio de allí
No la pasó así Sancho Panza, que como encantadores que llevan hurtada alguna le estaba aguardando, y esperando en qué
tenía el estómago lleno, y no de agua de princesa en aquel coche, y es menester paraba aquel sobresalto; y sin querer
chicoria, de un sueño se la llevó toda, y no deshacer este tuerto a todo mi poderío. aguardar el fin de todo aquel comenzado
fueran parte para despertarle, si su amo no Peor será esto que los molinos de viento, suceso, siguieron su camino haciéndose
le llamara, los rayos del sol que le daban dijo Sancho. Mire señor, que aquellos son más cruces que si llevaran el diablo a las
en el rostro, ni el canto de las aves, que frailes de San Benito, y el coche debe de espaldas. Don Quijote estaba, como se ha
muchas y muy regocijadamente la venida ser de alguna gente pasajera: mire que dicho, hablando con la señora del coche,
del nuevo día saludaban. Al levantarse dio digo que mire bien lo que hace, no sea el diciéndole: la vuestra fermosura, señora
un tiento a la bota, y hallóla algo más flaca diablo que le engañe. Ya te he dicho, mía, puede facer de su persona lo que más
que la noche antes, y afligiósele el corazón Sancho, respondió Don Quijote, que sabes le viniera en talante, porque ya la soberbia
por parecerle que no llevaban camino de poco de achaques de aventuras: lo que yo de vuestros robadores yace por el suelo
remediar tan presto su falta. No quiso digo es verdad, y ahora lo verás. Y diciendo derribada por este mi fuerte brazo; y
desayunarse Don Quijote porque como esto se adelantó, y se puso en la mitad del porque no penéis por saber el nombre de
está dicho, dio en sustentarse de sabrosas camino por donde los frailes venían, y en vuestro libertador, sabed que yo me llamo
memorias. llegando tan cerca que a él le pareció que Don Quijote de la Mancha, caballero
Tornaron a su comenzado camino del le podían oír lo que dijese, en alta voz dijo: andante y aventurero, y cautivo de la sin
puerto Lápice, y a hora de las tres del día le gente endiablada y descomunal, dejad par y hermosa doña Dulcinea del Toboso; y
descubrieron. Aquí, dijo en viéndole Don luego al punto las altas princesas que en en pago del beneficio que de mí habéis
Quijote, podemos, hermano Sancho Panza, ese coche lleváis forzadas, si no, aparejáos recibido o quiero otra cosa sino que volváis
meter las manos hasta los codos en esto a recibir presta muerte por justo castigo de al Toboso, y que de mi parte os presentéis
que llaman aventuras, mas advierte que, vuestras malas obras. ante esta señora, y le digáis lo que por
aunque me veas en los mayores peligros Detuvieron los frailes las riendas, y vuestra libertad he fecho. Todo esto que
del mundo, no has de poner mano a tu quedaron admirados, así de la figura de Don Quijote decía, escuchaba un escudero
espada para defenderme, si ya no vieres Don Quijote, como de sus razones; a las de los que el coche acompañaban, que era

3
vizcaíno; el cual, viendo que no quería no hecha a semejantes niñerías, no podía deste peligro de miedo, sino por complacer
dejar pasar el coche adelante, sino que dar un paso. Venía, pues, como se ha a tus ruegos; que si otra cosa dijeres,
decía que luego había de dar la vuelta al dicho, Don Quijote contra el cauto vizcaíno mentirás en ello, y desde ahora para
Toboso, se fue para Don Quijote, y con la espada en alto, con determinación entonces, y desde entonces para ahora te
asiéndole de la lanza le dijo en mala lengua de abrirle por medio, y el vizcaíno le desmiento, y digo que mientes, y mentirás
castellana, y peor vizcaína, de esta aguardaba asimismo, levantada la espada todas las veces que lo pensares o lo
manera: anda, caballero, que mal andes; y aforrado con su almohada, y todos los dijeres. Y no me repliques más, que en solo
por el Dios que crióme, que si no dejas circunstantes estaban temerosos y pensar que me aparto y retiro de algún
coche, así te matas como estás ahí colgados de lo que había de suceder de peligro, especialmente deste que parece
vizcaíno. Entendióle muy bien Don Quijote, aquellos tamaños golpes con que se que lleva algún es no es de sombra de
y con mucho sosiego le respondió: si fueras amenazaban, y la señora del coche y las miedo, estoy para quedarme y para
caballero, como no lo eres, ya yo hubiera demás criadas suyas estaban haciendo mil aguardar aquí solo no solamente a la Santa
castigado tu sandez y atrevimiento, cautiva votos y ofrecimientos a todas las imágenes Hermandad que dices y temes, sino a los
criatura. A lo cual replicó el vizcaíno: ¿yo y casas de devoción de España, porque hermanos de las doce tribus de Israel, y a
no caballero? juro a Dios tan mientes como Dios librase a su escudero y a ellas de los siete Macabeos y a Cástor y a Polux, y
cristiano; si lanza arrojas y espada sacas, aquel tan grande peligro en que se aún a todos los hermanos y hermandades
el agua cuán presto verás que el gato hallaban. Pero está el daño de todo esto, que hay en el mundo. Señor, respondió
llevas; vizcaíno por tierra, hidalgo por mar, que en este punto y término deja el autor Sancho, que el retirarse no es huir, ni el
hidalgo por el diablo; y mientes, que mira si de esta historia esta batalla, disculpándose esperar es cordura, cuando el peligro
otra dices cosa. Ahora lo veredes, dijo que no halló más escrito destas hazañas sobrepuja a la esperanza, y de sabios es
Agraves, respondió Don Quijote; y de Don Quijote, de las que deja referidas. guardarse hoy para mañana, y no
arrojando la lanza en el suelo, sacó su Bien es verdad que el segundo autor de aventurarse todo en un día, y sepa que
espada y embrazó su rodela, y arremetió al esta obra no quiso creer que tan curiosa aunque zafio y villano, todavía se me
vizcaíno con determinación de quitarle la historia estuviese entregada a las leyes del alcanza algo desto que llaman buen
vida. olvido, ni que hubiesen sido tan poco gobierno. Así que no se arrepienta de
El vizcaíno, que así le vio venir, aunque curiosos los ingenios de la Mancha que no haber tomado mi consejo, sino suba en
quisiera apearse de la mula, que por ser de tuviesen en sus archivos o en sus Rocinante si puede, o si no yo le ayudaré, y
las malas de alquiler, no había que fiar en escritorios algunos papeles que de este sígame, que el caletre me dice que hemos
ella, no pudo hacer otra cosa sino sacar su famoso caballero tratasen; y así, con esta menester ahora más los pies que las
espada; pero avínole bien que se halló imaginación, no se desesperó de hallar el manos.
junto al coche, de donde pudo tomar una fin de esta apacible historia, el cual, Subió Don Quijote sin replicarle más
almohada que le sirvió de escudo, y luego siéndole el cielo favorable, le halló del palabra, y guiando Sancho sobre su asno,
fueron el uno para el otro, como si fueran modo que se contará en el siguiente se entraron por una parte de Sierra Morena
dos mortales enemigos. La demás gente capítulo. que allí junto estaba, llevando Sancho
quisiera ponerlos en paz; mas no pudo, CAPÍTULO VIGÉSIMOTERCERO intención de atraversarla toda, e ir a salir al
porque decía el vizcaíno en sus mal Viso o a Almodóvar del Campo, y
De lo que sucedió al famoso Don Quijote
trabadas razones, que si no le dejaban esconderse algunos días por aquellas
en Sierra Morena, que fue una de las
acabar su batalla, que él mismo había de asperezas, por no ser hallados si la
más famosas aventuras que en esta
matar a su ama y a toda la gente que se lo Hermandad los buscase. Animóle a esto el
verdadera historia se cuentan
estorbase. La señora del coche, admirada y haber visto que de la refriega de los
Viéndose tan mal parado Don Quijote, dijo
temerosa de lo que veía, hizo al cochero galeotes se había escapado libre la
a su escudero: siempre Sancho, lo he oído
que se desviase de allí algún poco, y desde despensa que sobre su asno venía, cosa
decir, que el hacer bien a villanos es echar
lejos se puso a mirar la rigurosa contienda, que la juzgó a milagro, según fue lo que
agua en el mar: si hubiera creído lo que me
en el discurso de la cual dio el vizcaíno una llevaron y buscaron los galeotes.
dijiste, yo hubiera excusado esta
gran cuchillada a Don Quijote encima de un Aquella noche llegaron a la mitad de las
pesadumbre; pero ya está hecho, paciencia
hombro por encima de la rodela, que a entrañas de Sierra Morena, adonde le
y escarmentar para desde aquí adelante.
dársela sin defensa, le abriera hasta la pareció a Sancho pasar aquella noche y
Así escarmentará vuestra merced,
cintura. Don Quijote, que sintió la aún algunos días, a lo menos todos
respondió Sancho, como yo soy turco; pero
pesadumbre de aquel desaforado golpe, aquellos que durase el matalotaje que
pues dice que si me hubiera creído, se
dio una gran voz, diciendo: ¡oh señora de llevaba, y así hicieron noche entre dos
hubiera excusado este daño, créame ahora
mi alma, Dulcinea, flor de la fermosura, peñas y entre muchos alcornoques: pero la
y se excusará otro mayor, porque le hago
socorred a este vuestro caballero, que por suerte fatal, que según la opinión de los
saber que con la Santa Hermandad no hay
satisfacer a la vuestra mucha bondad, en que no tienen lumbre de la verdadera fe,
usar de caballerías, que no se le da a ella,
este riguroso trance se halla! El decir esto, todo lo guía, guisa y compone a su modo,
por cuantos caballeros andantes hay, dos
y el apretar la espada, y el cubrirse bien de ordenó que Ginés de Pasamonte, el
maravedís, y sepa que ya me parece que
su rodela, y el arremeter al vizcaíno, todo famoso embustero y ladrón, que de la
sus saetas me zumban por los oídos.
fue en un tiempo, llevando determinación cadena por virtud y locura de Don Quijote
Naturalmente eres cobarde, Sancho, dijo
de aventurarlo todo a la de un solo golpe. se había escapado, llevado del miedo de la
Don Quijote; pero por que no digas que soy
El vizcaíno, que así le vio venir contra él, Santa Hermandad, de quien con justa
contumaz, y que jamás hago lo que me
bien entendió por su denuedo su coraje, y razón temía, acordó de esconderse en
aconsejas, por esta vez quiero tomar tu
determinó hacer lo mismo que Don Quijote: aquellas montañas, y llevóle su suerte y su
consejo y apartarme de la furia que tanto
y así le aguardó bien cubierto de su miedo a la misma parte donde había
temes; mas ha de ser con una condición,
almohada, sin poder rodear la mula a una llevado a Don Quijote y Sancho Panza a
que jamás en vida ni en muerte has de
ni a otra parte, que ya de puro cansada, y hora y tiempo que los pudo conocer, y a
decir a nadie que yo me retiré y aparté
4
punto que los dejó dormir. Y como siempre tomarlos, y mandóle su amo que viese lo más de lo que tú piensas, respondió Don
los malos son desagradecidos, y la que en la maleta venía. Hízolo con mucha Quijote; y veráslo cuando lleves una carta
necesidad sea ocasión de acudir a lo que presteza Sancho, y aunque la maleta venía escrita en verso de arriba a abajo a mi
no se debe, y el remedio presente venza a cerrada con una cadena y su candado, por señora Dulcinea del Toboso, porque quiero
lo porvenir, Ginés ni era agradecido ni bien lo roto y podrido della vio lo que en ella que sepas, Sancho, que todos o los más
intencionado, acordó de hurtar el asno a había, que eran cuatro camisas de delgada caballeros andantes de la edad pasada
Sancho Panza, no curándose de holanda, y otras cosas de lienzo no menos eran grandes trovadores y grandes
Rocinante, por ser prenda tan mala para curiosas que limpias, y en un pañizuelo músicos, que estas dos habilidades, o
empeñada como para vendida. Dormía halló un buen montoncillo de escudos de gracias por mejor decir, son anejas a los
Sancho Panza, hurtóle su jumento, y antes oro, y así como los vio dijo: Bendito sea enamorados andantes; verdad es que las
que amaneciese se halló bien lejos de todo el cielo que nos ha deparado una coplas de los pasados caballeros tienen
poder ser hallado. aventura que sea de provecho. Y buscando más de espíritu que de primor.
Salió la aurora alegrando la tierra, y más, halló un librillo de memoria ricamente Lea más vuestra merced, dijo Sancho, que
entristeciendo a Sancho Panza, porque guarnecido. Este le pidió Don Quijote, ya hallará algo que nos satisfaga. Volvió la
halló menos su rucio, el cual viéndose sin mandóle que guardase el dinero y lo hoja Don Quijote, y dijo: Esto es prosa, y
él comenzó a hacer el más triste y doloroso tomase para él. Besóle las manos Sancho parece carta. ¿Carta misiva, señor?
llanto del mundo, y fue de manera que Don por la merced, y desvalijando a la valija de preguntó Sancho. En el principio no parece
Quijote despertó a las voces, y oyó que en su lencería la puso en el costal de la sino de amores, respondió Don Quijote.
ellas decía: ¡Oh hijo de mis entrañas, dispensa. Todo lo cual, visto por Don Pues lea vuestra merced alto, dijo Sancho,
nacido en mi misma casa, brinco de mis Quijote, dijo: Paréceme, Sancho (y no es que gusto mucho destas cosas de amores.
hijos, regalo de mi mujer, envidia de mis posible que sea otra cosa), que algún Que me place, dijo Don Quijote, y
vecinos, alivio de mis cargas, y finalmente, caminante descaminado debió de pasar por leyéndola alto, como Sancho se lo había
sustentador de la mitad de mi persona, esta sierra, y salteándole malandrines le rogado, vio que decía de esta manera: "tu
porque con ventiséis maravedís que debieron de matar, y le trujeron a enterrar falsa promesa y mi cierta desventura me
ganaba cada día mediaba yo mi despensa! en esta tan escondida parte. No puede ser llevan a parte donde antes volverán a tus
Don Quijote que vió el llanto y supo la eso, respondió Sancho, porque si fueran oídos las nuevas de mi muerte que las
causa, consoló a Sancho con las mejores ladrones no se dejaran aquí este dinero. razones de mis quejas. Desechásteme, ¡oh
razones que pudo, y le rogó que tuviese Verdad dices, dijo Don Quijote, y así no ingrata! por quien tiene más, no por quien
paciencia, prometiéndole de darle una adivino ni doy en lo que esto pueda ser; vale más que yo; mas si la virtud fuera
cédula de cambio para que le diesen tres mas espérate, veremos si en este librito de riqueza que se estimara, no envidiara yo
en su casa, de cinco que había dejado en memoria hay alguna cosa escrita por donde dichas ajenas, ni llorara desdichas propias.
ella. Consolóse Sancho con esto y limpio podamos rastrear y venir en conocimiento Lo que levantó tu hermosura han derribado
sus lágrimas, templó sus sollozos y de lo que deseamos. Abrióle, y lo primero tus obras; por ella entendí que eras angel,
agradeció a Don Quijote la merced que le que halló en él escrito como en borrador, y por ellas conozco que eres mujer.
hacía, el cual, como entró por aquellas aunque de muy buena letra, fue un soneto, Quédate en paz, causadora de mi guerra, y
montañas, se le alegró el corazón, que leyendo alto, porque Sancho también haga el cielo que los engaños de tu esposo
pareciéndole aquellos lugares acomodados lo oyese, vio que decía de esta manera: estén siempre encubiertos; porque tu
para las aventuras que buscaba. O le falta al amor conocimiento, quedes arrepentida de lo que hiciste, y yo
Reducíansele a la memoria los o le sobra crueldad, o no es mi pena no tome venganza de lo que no deseo."
maravillosos acaecimientos que en igual a la ocasión que me condena Acabando de leer la carta, dijo Don Quijote:
semejantes soledades y asperezas habían al género más duro de tormento. Menos por esta que por los versos se
sucedido a caballeros andantes. Iba Pero si amor es dios, es argumento, puede sacar más de que quien la escribió
pensando en estas cosas tan embebecido que nada ignora, y es razón muy buena es algún desdeñado amante. Y hojeando
y transportado en ellas, que de ninguna que un dios no sea cruel; pues ¿quién casi todo el librito, halló otros versos y
otra se acordaba, ni Sancho llevaba otro ordena cartas, que algunos pudo leer y otros no,
cuidado (después que le pareció que el terrible dolor que adoro y siento? pero lo que todos contenían eran quejas,
caminaba por parte segura), sino de Si digo que sois vos, Fili, no acierto, lamentos, desconfianzas, sabores y
satisfacer su estómago con los relieves que que tanto mal en tanto bien no cabe, sinsabores, favores y desdenes,
del despojo clerical habían quedado, y así ni me viene el cielo esta ruina. solemnizados los unos y llorados los otros.
iba tras su amo, cargado con todo aquello Presto habré de morir, que es lo más cierto En tanto que Don Quijote pasaba el libro,
que había de llevar el rucio, sacando de un que al mal de quien la causa no sabe, pasaba Sancho la maleta sin dejar rincón
costal, y embaulando en su panza; y no se milagro es acertar la medicina. en toda ella ni en el cojín que no buscase,
le diera por hallar otra aventura, entre tanto Por esa trova, dijo Sancho, no se puede escudriñase e inquiriese, ni costura que no
que iba de aquella manera, un ardite. saber nada, si ya no es que por ese hilo deshiciese, ni vedija de lana que no
En esto alzó los ojos, y vio que su amo que está ahí se saque el ovillo de todo. escarmenase, porque no quedase nada por
estaba parado, procurando con la punta del ¿Qué hilo está aquí? dijo Don Quijote. diligencia ni mal recado; tal golosina había
lanzón alzar no sé qué bulto que estaba Paréceme, dijo Sancho, que vuestra despertado en él los hallados escudos, que
caído en el suelo, por lo cual se dió priesa merced nombró ahí hilo. No dije sino Fili, pasaban de ciento, y aunque no halló más
a llegar a ayudarle si fuese menester, y respondió Don Quijote, y este sin duda es de lo hallado, dio por bien empleados los
cuando llegó fue a tiempo que alzaba con el nombre de la dama de quien se queja el vueltos de la manta, el vomitar del brevaje,
la punta del lanzón un cojín y una maleta autor de este soneto, y a fe que debe ser las bendiciones de las estacas, las
asida a él, medio podridos, o podridos del razonable poeta, o yo sé poco del arte. puñadas del arriero, la falta de las alforjas,
todo y deshechos; mas pesaba tanto, que ¿Luego también, dijo Sancho, se le el robo del gabán y del asno, y toda la
fue necesario que Sancho ayudase a entiende a vuestra merced de trovas? Y hambre, la sed y el cansancio que había

5
pasado en servicio de su buen señor, A lo que Sancho respondió: Harto mejor Decidme, buen hombre, dijo Don Quijote,
pareciéndole más que rebien pagado con la sería no buscarle, porque si le hallamos, y ¿sabéis vos quién sea dueño destas
merced recibida de la entrega del hallazgo. acaso fuere el dueño del dinero, claro está prendas? Lo que sabré yo decir, dijo el
Con gran deseo quedó el Caballero de la que lo tengo de restituir, y así fuera mejor, cabrero, es que habrá al pie de seis meses
Triste Figura de saber quien fuese el dueño sin hacer esta inútil diligencia, poseerlo yo poco más a menos, que llegó a una majada
de la maleta, conjeturando por el soneto y con buena fe, hasta que por otra vía menos de pastores, que estará como tres leguas
la carta, por el dinero en oro, y por las tan curiosa y diligente pareciera su verdadero deste lugar, un mancebo de gentil talle y
buenas camisas, que debía de ser algún señor, y quizá fuera a tiempo que lo apostura, caballero sobre esa mesma mula
principal enamorado, a quien desdenes y hubiera gastado, y entonces el rey me que ahí está muerta, y con el mesmo cojín
malos tratamientos de su dama debían de hacía franco. y maleta que decís que hallastes y no
haber conducido a algún desesperado Engáñaste en eso, Sancho, respondió Don tocastes: preguntónos que cuál parte desta
término; pero como por aquel lugar Quijote, que ya que hemos caído en sierra era la más aspera y escondida.
inhabitable y escabroso no parecía persona sospecha de quién es el dueño,, y le Dijímosle que era donde ahora estamos, y
alguna de quien poder informarse, no se tenemos casi delante, estamos obligados a es así la verdad, porque si entrais media
curó de más que de pasar adelante, sin buscalle y volvérselo; y cuando no lo legua más adelante, quizá no acertareis a
llevar otro camino que aquel que Rocinante buscásemos, la vehemente sospecha que salir, y estoy maravillado de cómo habeis
quería, que era por donde él podía tenemos de que él lo sea, nos pone ya en podido llegar aquí, porque no hay camino ni
caminar, siempre con imaginación que no tanta culpa como si lo fuese. Así que, senda que a este lugar encamine: digo
podía faltar por aquellas malezas alguna Sancho amigo, no te dé pena el buscalle, pues, que en oyendo nuestra respuesta el
extraña aventura. por la que a mí se me quitará si le hallo. Y mancebo volvió las riendas, y encaminó
Yendo, pues, con esta pensamiento, vio así picó a Rocinante, y siguióle Sancho a hacia el lugar donde le señalamos,
que por cima de una montañuela, que pié y cargado, merced a Ginesillo de dejándonos a todos contentos de su buen
delante de los ojos se le ofrecía, iba Pasamonte; y habiendo rodeado a parte de talle, y admirados de su demanda y de la
saltando un hombre de risco en risco y de la montaña, hallaron en un arroyo caída, priesa con que le víamos caminar y
mata en mata con extraña ligereza: muerta y medio comida de perros y picada volverse hacia la sierra: y desde entonces
figurósele que iba desnudo, la barba negra de grajos, una mula ensillada y enfrenada; nunca más le vimos, hasta que desde allí a
y espesa, los cabellos muchos y todo lo cual confirmó en ellos más la algunos días salió al camino a uno de
rebultados, los pies descalzos y las piernas sospecha de que aquel que huía era dueño nuestros pastores, y sin decille nada se
sin cosa ninguna; los muslos cubrían unos de la mula y del cojín. allegó a él y le dió muchas puñadas y
calzones, al parecer de terciopelo leonado; Estándola mirando oyeron un silbo como coces, y luego se fue a la borrica del hato,
mas tan hechos pedazos que por muchas de pastor que guardaba ganado, y a y le quitó cuanto pan y queso en ella traía,
partes se le descubrían las carnes. Traía la deshora a su siniestra mano aparecieron y con extraña ligereza, hecho esto se volvió
cabeza descubierta, y aunque pasó con la una buena cantidad de cabras, y tras ellas a entrar en la sierra. Como esto supimos
ligereza que se ha dicho, todas estas por cima de la montaña pareció el cabrero algunos cabreros, le anduvimos a buscar
menudencias miró y notó el Caballero de la que las guardaba que era un hombre casi dos días por lo más cerrado desta
Triste Figura; y no lo procuró aunque no anciano. Diole voces Don Quijote, y rogóle sierra, al cabo de los cuales le hallamos
pudo seguille, porque no era dado a la que bajase donde estaban. El respondió a metido en el hueco de un grueso y valiente
debilidad de Rocinante andar por aquellas gritos que quién les había traído por aquel alcornoque. Salió a nosotros con mucha
asperezas, y más siendo él de suyo lugar, pocas o ningunas veces pisado sino mansedumbre, ya roto el vestido y el rostro
pasicorto y flemático. Luego imagino Don de pies de cabras o de lobos, y otras fieras desfigurado y tostado del sol, de tal suerte
Quijote que aquel era el dueño del cojín y que por allí andaban. Respondióle Sancho que apenas le conocimos, sino que los
de la maleta, y propuso en sí de buscalle, que bajase, que de todo le darían buena vestidos, aunque rotos, con la noticia que
aunque supiese andar un año por aquellas cuenta. Bajó el cabrero, y en llegando dellos teníamos, nos dieron a entender que
montañas hasta hallarle; y así mandó a adonde Don Quijote estaba, dijo: Apostaré era el que buscábamos.
Sancho que atajase por la una parte de la que está mirando la mula de alquiler que Saludónos cortésmente, y en pocas y muy
montaña, que él iría por la otra, y podría ser está muerta en esa hondonada, pues a buena razones nos dijo que no nos
que topasen con esta diligencia con aquel buena fe ha seis meses que está en ese maravillásemos de verle andar de aquella
hombre, que con tanta priesa se les había lugar. Díganme, ¿han topado por ahí a su suerte, porque así le convenía para cumplir
quitado de delante. No podré hacer eso, dueño? No hemos topado a nadie, cierta penitencia que por sus muchos
respondió Sancho, porque en apartándome respondió Don Quijote, sino a un cojín y a pecados le había sido impuesta.
de vuestra merced luego es conmigo el una maletilla, que no lejos de este lugar Rogámosle que nos dijese quién era; mas
miedo, que me asalta con mil géneros de hallamos. También la hallé yo, repondió el nunca lo podimos acabar con él. Pedímosle
sobresaltos y visiones; y sírvale esto que cabrero; mas nunca la quise alzar, ni llegar también que cuando hubiese menester el
digo de aviso para que de aquí adelante no a ella, temeroso de algún desmán y de que sustento, sin el cual no podía pasar, nos
me aparte un dedo de su presencia. Así no me la pidiesen por de hurto; que es dijese dónde le hallaríamos, porque con
será, dijo el de la Triste Figura, y yo estoy diablo sotil, y debajo de los pies se levanta mucho amor y cuidado se lo llevaríamos, y
muy contento de que te quieras valer de mi al hombre cosa donde tropiece y caya, sin que si esto tampoco fuese de su gusto, que
ánimo, el cual no te ha de faltar aunque te saber cómo ni cómo no. Eso mesmo es lo a lo menos saliese a pedirlo, y no a quitarlo
falte el ánimo del cuerpo; vente ahora tras que yo digo, respondió Sancho, que a los pastores. Agradeció nuestro
mí poco a poco, como pudieres, y haz de también la hallé yo, y quise llegar a ella con ofrecimiento, pidió perdón de los asaltos
los ojos lanternas, rodearemos esta un tiro de piedra; allí la dejé y allí se queda pasados, y ofreció de pedillo de ahí
serrezuela, quizá toparemos con aquel como se estaba, que no quiero perro con adelante por amor de Dios sin dar molestia
hombre que vimos, el cual sin duda no es cencerro. alguna a nadie.
otro que el dueño de este nuestro hallazgo.

6
En cuanto a lo que tocaba a la estancia de gracias, y no con falta de lágrimas: y en caballero de la Mancha, y de la imitacion
su habitación, dijo que no tenía otra que verdad os digo, señores, prosiguió el que hizo a la penitencia de Beltenebros
aquella que le ofrecía la ocasión donde le cabrero, que ayer determinamos yo y otros Despidióse del cabrero Don Quijote, y
tomaba la noche; y acabó su plática con un cuatros zagales, los dos criados y los dos subiendo otra vez sobre Rocinante, mandó
tan tierno llanto, que bien fuéramos de amigos míos, de buscalle hasta tanto que a Sancho que le siguiese, el cual lo hizo
piedra los que escuchádole habíamos, si le hallemos, y después de hallado, ya por como sin jumento, de muy mala gana.
en él no le acompañáramos, fuerza, ya por grado, le hemos de llevar a Ibanse poco a poco entrando en lo más
considerándole como le habíamos visto la la villa de Almodóvar, que está de aquí a áspero de la montaña, y Sancho iba muerto
vez primera, y cual le veíamos entonces, ocho leguas, y le curaremos, si es que su por razonar con su amo, y deseaba que él
porque, como tengo dicho, era un muy mal tiene cura, o sabremos quién es, comenzase la plática por no contravenir a
gentil y agraciado mancebo, y en sus cuando esté en su seso, y si tiene parientes lo que le tenía mandado; mas no pudiendo
corteses y concertadas razones mostraba a quien dar noticia de su desgracia. Esto sufrir tanto silencio, le dijo: señor Don
ser bien nacido y muy cortesana persona, es, señores, lo que sabré deciros de lo que Quijote, vuestra merced me eche su
que puesto que éramos rústicos los que le me habéis preguntado, y entended que el bendicion y me de licencia, que desde aquí
escuchábamos, su gentileza era tanta que dueño de las prendas que hallasteis es el me quiero volver a mi casa, y a mi mujer y
bastaba a darse a conocer a la mesma mesmo que visteis pasar con tanta ligereza a mis hijos, con los cuales por lo menos
rusticidad; y estando en lo mejor de su como desnudez. hablaré y departiré todo lo que quisiere,
plática paró y enmudecióse, clavó los ojos Que ya le había dicho Don Quijote cómo porque querer vuestra merced que vaya
en el suelo en un buen espacio en el cual había visto pasar aquel hombre saltando con él por estas soledades de día y de
todos estuvimos quedos y suspensos, por la sierra; el cual quedó admirado de lo noche, y que no le hable cuando me diere
esperando en qué había de parar aquel que al cabrero había oído, y quedó con gusto, es enterrarme en vida. Si ya quisiera
embelesamiento, con no poca lástima de más deseo de saber quién era el la suerte que los animales hablaren, como
verlo, porque por lo que hacía abrir los desdichado loco, y propuso en sí lo mesmo hablaban en tiempo de Guisopete, fuera
ojos, estar fijo mirando al suelo sin mover que ya tenía pensado de buscalle por toda menos mal, porque departiera yo con
pestaña gran rato, y otras veces cerrarlos, la montaña, sin dejar rincón ni cueva en Rocinante lo que me viniera en gana, y con
apretando los labios y encarnando las ella que no mirase hasta hallarle. Pero esto pasara mi mala ventura; que es recia
cejas, fácilmente conocimos que algún hízolo mejor la suerte de lo que él pensaba cosa, y que no se puede llevar en
accidente de locura le había sobrevenido; ni esperaba porque en aquel mismo paciencia, andar buscando aventuras toda
mas él nos dió a entender presto ser instante pareció por entre una quebrada de la vida, y no hallar sino coces y
verdad lo que pensábamos, porque se una sierra, que salía donde ellos estaban, manteamientos, ladrillazos y puñadas, y
levantó con gran furia del suelo donde se el mancebo que buscaba, el cual venía con todo esto nos hemos de coser la boca,
había echado, y arremetió con el primero hablando entre sí cosas que no podían ser sin osar decir lo que el hombre tiene en su
que halló junto a sí con tal denuedo y rabia, entendidas de cerca, cuanto más de lejos. corazón, como si fuera mudo. Ya te
que si no le quitáramos le matara a Su traje era cual se ha pintado, sólo que entiendo, Sancho, respondió Don Quijote,
puñadas y bocados, y todo esto hacía llegando cerca vió Don Quijote que un tú mueres porque te alce el entredicho que
diciendo: "Ah fementido Fernando, aquí, coleto hecho pedazos que sobre sí traía, te tengo puesto en la lengua. Dale por
aquí me pagarás la sinrazón que me era de ámbar, por donde acabó de alzado, y di lo que quisieres, con condición
hiciste; estas manos te sacarán el corazón entender qué persona que tales hábitos que no ha de durar este alzamiento más de
donde albergan y tienen manida todas las traía no debía de ser de ínfima calidad. en cuanto anduviéremos por estas sierras.
maldades juntas, principalmente la fraude y En llegando el mancebo a ellos los saludó Sea así, dijo Sancho, hable yo ahora, que
el engaño" : y a éstas añadía otras con una voz desentonada y bronca, pero después Dios sabe lo que será y
razones, que todas se encaminaban a decir con mucha cortesía. Don Quijote le volvió comenzando a gozar de este
mal de aquel Fernando, y a tacharle de las saludes con no menos comedimiento, y salvoconducto digo: ¿que qué le iba a
traidor y fementido. Quitámosele, pues, con apeándose de Rocinante con gentil vuestra merced en volver tanto por aquella
no poca pesadumbre, y él sin decir más continente y donaire, le fue a abrazar, y le reina Magimasa, o cómo se llame? ¿O qué
palabra se apartó de nosotros y se tuvo un buen espacio estrechamente entre hacia al caso que aquel abad fuese su
emboscó corriendo por entre estos jardines sus brazos, como si de luengos tiempos lo amigo, o no? Que si vuestra merced pasara
y malezas, de modo que nos imposibilitó el hubiera conocido. El otro, a quien podemos con ello, pues no era su juez, bien creo yo
seguille. Por esto conjeturamos que la llamar el Roto de la Mala Figura, como a que el loco pasara adelante con su historia,
locura le venía a tiempos, y que alguno que Don Quijote el de la Triste, después de y se hubieran ahorrado el golpe del guijarro
se llamaba Fernando le debía de haber haberse dejado abrazar, le apartó un poco y las coces, y aun más de seis torniscones.
hecho una mala obra tan pesada, cuanto lo de sí, y puestas sus manos en los hombros A fe, Sancho, respondió Don Quijote, que si
mostraba el término a que le había de Don Quijote, le estuvo mirando como tú supieras, como yo sé, cuán honrada y
conducido. Todo lo cual se ha confirmado que quería ver si le conocía, no menos cuán principal señora era la reina
después acá con las veces, que han sido admirado quizá de ver la figura, talle y Madasima, yo sé que dijeras que tuve
muchas, que él a salido al camino, unas a armas de Don Quijote, que Don Quijote lo mucha paciencia, pues no quebré la boca
pedir a los pastores le den de lo que llevan estaba de verle a él. En resolución, el por donde tales blasfemias salieron; porque
para comer, y otras a quitárselo por fuerza, primero que habló después del es muy gran blasfemia decir ni pensar que
porque cuando está con el accidente de la abrazamiento fué el Roto, y dijo lo que se una reina esté amancebada con un
locura, aunque los pastores se lo ofrezcan dirá adelante. cirujano. La verdad del cuento es que aquel
de buen grado no lo admite, sino que lo CAPÍTULO VIGÉSIMOQUINTO maestro Elisabat que el loco dijo, fue un
toma a puñadas, y cuando está en su seso hombre muy prudente y de muy sanos
Que trata de las extrañas cosas que en
lo pide por amor de Dios, cortés y consejos, y sirvió de ayo y de médico a la
Sierra Morena sucedieron al valiente
comedidamente; y rinde por ello muchas reina; pero pensar que ella era su amiga,

7
es disparate digno de muy gran castigo. Y haciendo aquí del desesperado, del sandio A lo cual respondió Sancho: vive Dios,
porque veas que Cardenio no supo lo que y del furioso, por imitar juntamente al señor Caballero de la Triste Figura, que no
dijo, has de advertir que cuando lo dijo ya valiente don Roldan, cuando halló en una puedo sufrir ni llevar en paciencia algunas
estaba sin juicio. Eso digo yo, dijo Sancho, fuente las señales de que Angélica la Bella cosas que vuestra merced dice, y que por
que no había para qué hacer cuenta de las había cometido vileza con Medoro, de cuya ellas vengo a imaginar que todo cuanto me
palabras de un loco, porque si la buena pesadumbre se volvió loco, y arrancó los dice de caballerías, y de alcanzar reinos e
suerte no ayudara a vuestra merced, y árboles, enturbió las aguas de las claras imperios, de dar ínsulas y de hacer otras
encaminara el guijarro a la cabeza como le fuentes, mató pastores, destruyó ganados, mercedes y grandezas, como es uso de
encaminó al pecho, buenos quedáramos abrasó chozas, derribó casas, arrastró caballeros andantes, que todo debe de ser
por haber vuelto por aquella mi señora, que yeguas, e hizo otras cien mil insolencias cosa de viento y mentira, y todo pastraña o
Dios cohonda; ¡pues montas, que no se dignas de eterno nombre y escritura. Y patraña, o como lo llamáremos, porque
librara Cardenio por loco! Contra cuerdos y puesto que yo no pienso imitar a Roldan, quien oyere decir a vuestra merced que
contra locos está obligado cualquier Orlando o Rotolando (que todos estos tres una bacía de barbero es el yelmo de
caballero andante volver por la honra de las nombres tenía), parte por parte en todas Mambrino, y que no salga deste error en
mujeres, cualesquiera que sean, cuanto las locuras que hizo, dijo y pensó, haré el más de veinticuatro horas, ¿qué ha de
más por las reinas de tan alta guisa y pro bosquejo como mejor pudiere en las que pensar, sino que quien tal dice y afirma
como fue la reina Madasima, a quien yo parecieren ser más esenciales y podrá ser debe de tener güero el juicio? La bacía yo
tengo particular afición por sus buenas que viniese a contentarme con sola la la llevo en el costal toda abollada, y llévola
partes, porque fuera de haber sido imitación de Amadis, que sin hacer locuras para aderezarla en mi casa y hacerme la
fermosa, además fue muy prudente y muy de daño, sino de lloros y sentimientos, barba en ella, si Dios me diere tanta gracia
sufrida en sus calamidades, que las tuvo alcanzó tanta fama como el que más. que algún día me vea con mi mujer y hijos.
muchas, y los consejos y compañía del Paréceme a mí, dijo Sancho, que los Mira, Sancho, por el mismo que denantes
maestro Elisabat le fueron de mucho caballeros que lo tal ficieron, fueron juraste, te juro, dijo Don Quijote, que tienes
provecho y alivio para poder llevar sus provocados y tuvieron causa para hacer el más corto entendimiento que tiene ni
trabajos con prudencia y paciencia, y de esas necedades y penitencias. Pero tuvo escudero en el mundo. ¿Qué es
aquí tomó ocasión el vulgo ignorante y mal vuestra merced, ¿qué causa tiene para posible que en cuanto ha que andas
intencionado de decir y pensar que ella era volverse loco? ¿Qué dama le ha conmigo no has echado de ver que todas
su manceba; y mienten, digo otra vez, y desdeñado? ¿O qué señales ha hallado las cosas de los caballeros andantes
mentirán otras doscientas todos los que al que le den a entender que la señora parecen quimeras, necedades y desatinos,
pensaren y dijeren. Ni yo lo digo ni lo Dulcinea del Toboso ha hecho alguna y que son todas hechas al revés? Y no
pienso, respondió Sancho, allá se lo hayan, niñería con moro o cristiano? Ahí está el porque sea ello así, sino porque andan
son su pan se lo coman; si fueron punto, respondió Don Quijote, y esa es la entre nosotros siempre una caterva de
amancebados o no, a Dios habrán dado fineza de mi negocio; que volverse loco un encantadores que todas nuestras cosas
cuenta. De mis viñas vengo, no sé nada, no caballero andante con causa, ni grado ni mudan y truecan, y las vuelven según su
soy amigo de saber vidas ajenas; que el gracias: el toque está en desatinar sin gusto y según tienen la gana de
que compra y miente, en su bolsa lo siente; ocasión, y dar a entender a mi dama, que si favorecernos o destruirnos, y así eso que a
cuanto más que desnudo nací, desnudo me en seco hago esto, qué hiciera en mojado; ti te parece bacía de barbero, me parece a
hallo, ni pierdo ni gano. Mas que lo fuesen, cuanto más que harta ocasión tengo en la mi el yelmo de Mambrino, y a otro le
¿qué me va a mí? Y muchos piensan que larga ausencia que he hecho de la siempre parecerá otra cosa: y fue para providencia
hay tocinos, y no hay estacas; ¿mas quién señora mía Dulcinea del Toboso, que como del sabio que es de mi parte, hacer que
puede poner puertas al campo? Cuanto ya oíste decir a aquel pastor de marras parezca bacía a todos, lo que real y
más que de Dios dijeron... Ambrosio, quien está ausente todos los verdaderamente es yelmo de Mambrino, a
¡Válca de alcanzar la perfección de la males tiene y teme. Así que, Sancho causa que siendo él de tanta estima, todo
caballería; y una de las cosas en que más amigo, no gastes tiempo en aconsejarme el mundo me perseguiría por quitármele;
este caballero mostró su prudencia, valor, que deje tan rara, tan felice y tan no vista pero como ven que no es más de un bacin
valentía, sufrimiento, firmeza y amor, fue imitación. Loco soy, loco he de ser hasta de un barbero, no se curan de procuralle,
cuando se retiró, desdeñado de la señora tanto que tú vuelvas con la respuesta de como se mostró bien en el que quiso
Oriana, a hacer penitencia en la Peña una carta que contigo pienso enviar a mi rompelle, y le dejó en el suelo sin llevarle,
Pobre, mudando su nombre en el de señora Dulcinea; y si fuere tal cual a mi fe que a fe si le conociera que nunca él le
Beltenebros, nombre por cierto significativo se le debe, acabarse ha mi sandez y mi dejara. Guárdale, amigo, que por ahora no
y propio para la vida que él de su voluntad penitencia, y si fuere al contrario seré loco lo he menester, que antes me tengo de
había escogido. Así que me es a mí más de veras, y siéndolo no sentiré nada. Así quitar todas estas armas y quedar desnudo
fácil imitarle en esto, que no en hender que de cualquiera manera que responda, como cuando nací, si es que me da en
gigantes, descabezar serpientes, matar saldré del conflicto y trabajo en que me voluntad de seguir en mi penitencia más a
endriagos, desbaratar ejércitos, fracasar dejares, gozando el bien que me trujeres, Roldan que a Amadís.
armadas y deshacer encantamientos; y por cuerdo, o no sintiendo el mal que me Llegaron en estas pláticas al pie de una
pues estos lugares son tan acomodados aportares, por loco. alta montaña, que casi como peñon tajado
para semejantes efectos, no hay para que Pero dime, Sancho, ¿traes bien guardado estaba sola entre otras muchas que la
se deje pasar la ocasión que ahora con el yelmo de Mambrino? Que ya vi que le rodeaban. Corría por su falda un manso
tanta comodidad me ofreces sus guedejas. alzaste del suelo, cuando aquel arroyuelo, y hacíase por toda su redondez
En efecto, dijo Sancho, ¿qué es lo que desagradecido le quiso hacer pedazos; un prado tan verde y vicioso, que daba
vuestra merced quiere hacer en este tan pero no pudo, donde se puede echar de ver contento a los ojos que le miraban. Había
remoto lugar? Ya no te he dicho, respondió la fineza de su temple. por allí muchos árboles silvestres y algunas
Don Quijote, que quiero imitar a Amadís,

8
plantas y flores que hacían el lugar desalbardara, pues no había para qué, que término para ver las locuras que hace, que
apacible. a él no le tocaban las generalas de ya las doy por vistas y por pasadas en cosa
Este sitio escogió el Caballero de la Triste enamorado ni de desesperado, pues no lo juzgada, y diré maravillas a mi señora, y
Figura para hacer su penitencia, y así en estaba su amo, que era yo cuando Dios escriba la carta y despácheme luego,
viéndole comenzó a decir en voz alta, como quería: y en verdad, señor caballero de la porque tengo gran deseo de volver a sacar
si estuviera sin juicio: Este es el lugar, oh Triste Figura, que si es que mi partida y su a vuestra merced deste purgatorio donde le
cielos, que disputo y escojo para llorar la locura de vuestra merced van de veras, dejo.
desventura en que vosotros mismos me que sea bien tornar a ensillar a Rocinante ¿Purgatorio le llamas, Sancho? dijo Don
habeís puesto: este es el sitio donde el para que supla la falta del rucio, porque Quijote. Mejor hiciera en llamarle infierno,
humor de mis ojos acrecentará las aguas será ahorrar tiempo a mi ida y vuelta, que si aun pero, si hay otra cosa que lo sea.
deste pequeño arroyo, y mis continuos y la hago a pie no sé cuando llegaré ni Quien ha infierno, respondió Sancho, nulla
profundos suspiros moverán a la continua cuando volveré, porque en resolución soy esta retentio, segun he oido decir. No
las hojas destos montaraces árboles, el mal caminante. entiendo que quiere decir retentio, dijo Don
testimonio y señal de la pena que mi Digo, Sancho, respondió Don Quijote, que Quijote. Retentio es, repondió Sancho, que
asenderado corazón padece. Oh vosotros, sea como tú quisieres, que no me parece quien está en el infierno nunca sale del ni
quien quiera que seais, rústicos dioses, que mal tu designio, y digo que de aquí a tres puede, lo cual será al revés en vuestra
en este inhabitable lugar tenéis vuestra días te partirás, porque quiero que en este merced, o a mi me andarán mal los pies, si
morada, oid las quejas deste desdichado tiempo veas lo que por ella hago y digo, es que llevo espuelas para avivar a
amante, a quien una luenga ausencia y para que se lo digas. Pues ¿qué más tengo Rocinante: y póngame yo una por una en el
unos imaginados celos han traído a que ver, dijo Sancho, que lo que he visto? Toboso, y delante de mi señora Dulcinea,
lamentarse entre estas asperezas, y a Bien estás en el cuento, respondió Don que yo le diré tales cosas de las necedades
quejarse de la dura condición de aquella Quijote: ahora me falta rasgar las y locuras (que todo es uno) que vuestra
ingrata y bella, término y fin de toda vestiduras, esparcir las armas, y darme de merced ha hecho y queda haciendo, que la
humana hermosura. Oh vosotras, Napeas y calabazadas por estas peñas, con otras venga a poner más blanda que un guante,
Dríadas, que tenéis por costumbre de cosas de este jaez que te han de admirar. aunque la halle más dura que un
habitar en las espesuras de los montes, así Por amor de Dios, dicho Sancho, que mire alcornoque, con cuya respuesta dulce y
los ligeros y lascivos Sátiros, de quien sois, vuestra merced como se da esas melificada volveré por los aires como brujo,
aunque en vano, amadas, no perturben calabazadas, que a tal peña podría llegar, y sacaré a vuestra merced deste purgatorio
jamás vuestro dulce sosiego, que me ya en tal punto, que con la primera se que parece infierno, y no lo es, pues hay
ayudéis a lamentar mi desventura, o a lo acabase la máquina desta penitencia. Y esperanza de salir del, la cual, como tengo
menos no os canséis de oilla. Oh Dulcinea sería yo de parecer que ya que a vuestra dicho, no la tienen de salir los que están en
del Toboso, día de mi noche, gloria de mi merced le parece que son aquí necesarias el infierno, ni creo que vuestra merced dirá
pena, norte de mis caminos, estrella de mi calabazadas, y que no se puede hacer esta otra cosa. Asi es la verdad, dijo el de la
ventura, así el cielo te la de buena en obra sin ellas, se contentase, pues todo Triste Figura; ¿pero qué haremos para
cuanto acertares a pedirle, que consideres eso es fingido y cosa contrahecha y de escribir la carta? Y la libranza pollinesca
el lugar y el estado a que tu ausencia me burla, se contentase, digo, con dárselas en también, añadió Sancho. Todo irá inserto,
ha conducido, y que con buen término el agua, o en alguna cosa blanda como dijo Don Quijote; y sería bueno, ya que no
correspondas al que a mi fé se le debe. Oh algodón, y déjeme a mí el cargo, que yo hay papel, que la escribiésemos como
solitarios árboles, que desde hoy en diré a mi señora, que vuestra merced se las hacían los antiguos, en hojas de árboles, o
adelante habéis de hacer compañía a mi daba en una punta de peña más dura que en unas tablitas de cera, aunque tan
soledad, dad indicio, con el blando la de un diamante. dificultoso será hallarse eso ahora como el
movimiento de vuestras ramas, que no os Yo agradezco tu buena intención, amigo papel.
desagrada mi presencia. Oh tú, escudero Sancho, respondió Don Quijote; mas Mas ya me ha venido a la memoria donde
mio, agradable compañero en mis quiérote hacer sabedor de que todas estas será bien y aun más que bien escribilla que
prósperos y adversos sucesos, toma bien cosas que hago no son de burlas, sino muy es en el librillo de memoria que fue de
en la memoria lo que aquí me verás hacer, de veras, porque de otra manera sería Cardenio, y tú tendrás cuidado de hacella
para que lo cuentes y recites a la causa contravertir a las órdenes de la caballería, trasladar en papel, de buena letra en el
total de todo ello. que nos mandan que no digamos mentira primer lugar que hallares donde haya
Y diciendo esto, se apeó de Rocinante, y alguna, pena de relasos, y el hacer una maestro de escuela de muchachos, o si no,
en un momento le quitó el freno y la silla, y cosa por otra lo mismo es que mentir: así, cualquiera sacristan te la trasladará ; y no
dándole una palmada en las ancas le dijo: que mis calabazadas han de ser se la des a trasladar a ningún escribano
libertad te da el que sin ella queda, oh verdaderas, firmes y valederas, sin que que hace letra procesada, que no la
caballo tan extremado por tus obras cuan lleven nada del sofístico ni del fantástico, y entenderá Satanás. Pues ¿qué se ha de
desdichado por tu suerte; vete por do será necesario que me dejes algunas hilas hacer de la firma? dijo Sancho. Nunca las
quisieres, que en la frente llevas escrito, para curarme, pues que la ventura quiso cartas de Amadís se firman, respondió Don
que no te igualó en ligereza el Hipógrifo de que nos faltase el bálsamo que perdimos. Quijote. Está bien, respondió Sancho; pero
Astolfo, ni el nombrado Frontino que tan Más fue perder el asno, respondió Sancho, la libranza forzosamente se ha de firmar, y
caro le costó a Bradamente. pues se perdieron en él las hilas y todo, y esa si se traslada dirán que la firma es
Viendo esto Sancho, dijo: Bien haya quien ruégole a vuestra merced que no se falsa, y quedaréme sin pollinos.
nos quitó ahora del trabajo de acuerde más de aquel maldito brebaje, que La libranza irá en el mismo librillo firmada,
desenalbardar el rucio, que a fe que no en solo oirle mentar se me revuelve el que en viéndola mi sobrina no pondrá
faltaran palmadicas que dalle ni cosas que alma, no y cuanto más el estómago. Y más dificultad en cumplilla, y en lo que toca a la
decille en su alabanza; pero si él aquí le ruego, que haga cuenta que son ya carta de amores, pondrás por firma:
estuviera, no consintiera yo que nadie le pasados los tres días que me ha dado de Vuestro hasta la muerte el Caballero de la

9
Triste Figura. Y hará poco al caso que vaya pero bien considerado, ¿qué se le ha de que son la mucha hermosura y la buena
de mano ajena porque, a lo que yo me sé dar a la señora Aldonza Lorenzo, digo a la fama, y estas dos cosas se hallan
acordar, Dulcinea no sabe escribir ni leer, y señora Dulcinea del Toboso, de que se le consumadamente en Dulcinea, porque en
en toda su vida ha visto letra mía ni carta vayan a hincar de rodillas delante della los ser hermosa ninguna le iguala, y en la
mía, porque mis amores y los suyos han vencidos que vuestra merced envia y ha de buena fama pocas le llegan: y para concluir
sido siempre platónicos, sin extenderse a enviar? Porque podría ser que al tiempo con todo, yo me imagino que todo lo que
más que a un honesto mirar, y aun esto tan que ellos llegasen estuviese ella digo es así, sin que sobre ni falte nada, y
de cuando en cuando, que osaré jurar con rastrillando lino, o trillando en las eras, y píntola en mi imaginación como la deseo,
verdad que en doce años que ha que la ellos se corriesen de verla, y ella se riese y así en la belleza como en la principalidad, y
quiero más que a la lumbre destos ojos que enfadase del presente. ni la llega Elena, ni la alcanza Lucrecia, ni
han de comer la tierra, no la he visto cuatro Ya te tengo dicho antes de ahora muchas otra alguna de las famosas mujeres de las
veces, y aun podrá ser que destas cuatro veces, Sancho, dijo Don Quijote, que eres edades pretéricas, griega, bárbara o latina;
veces no hubiese ella echado de ver la una muy grande hablador, y que aunque de y diga cada uno lo que quisiera, que si por
que la miraba; tal es el recato y ingenio boto, muchas veces despuntas de esto fuere reprendido de los ignorantes, no
encerramiento con que sus padres Lorenzo agudo, mas para que veas cuán necio eres seré castigado de los rigurosos.
Corchuelo y su madre Aldonza Nogales la tú, y cuán discreto soy yo, quiero que me CAPÍTULO XXVI
han criado. oigas un breve cuento.
Ta, ta, dijo Sancho. Qué ¿la hija de Has de saber que una viuda hermosa, Donde se prosiguen las finezas que de
Lorenzo Corchuelo es la señora Dulcinea moza, libre y rica, y sobre todo enamorado hizo el nuestro don Quijote
del Toboso, llamada por otro nombre desenfadada, se enamoró de un mozo en Sierra Morena
Aldonza Lorenzo? Esa es, dijo Don Quijote, motilón, rollizo y de buen tomo. Alcanzólo a
y es la que merece ser señora de todo el saber su mayor, y un día dijo a la buena Y, volviendo a contar lo que hizo el de la
universo. Bien la conozco, dijo Sancho, y viuda, por vía de fraternal reprensión: Triste Figura después que se vio solo, dice
sé decir que tira tan bien una barra como el maravillado estoy, señora, y no sin mucha la historia que, así como don Quijote acabó
más forzudo zagal de todo el pueblo. Vive causa, de que una mujer tan principal, tan de dar las tumbas o vueltas, de medio
el dador, que es moza de chapa, hecha y hermosa y tan rica como vuestra merced, abajo desnudo y de medio arriba vestido, y
derecha, y de pelo en pecho, y que puede se haya enamorado de un hombre tan que vio que Sancho se había ido sin querer
sacar la barba del lodo a cualquier soez, tan bajo y tan idiota como Fulano, aguardar a ver más sandeces, se subió
caballero andante o andar, que la tuviere habiendo en esta casa tantos maestros, sobre una punta de una alta peña y allí
por señora. ¡Oh hideputa, qué rejo que tantos presentados y tan teólogos, en quien tornó a pensar lo que otras muchas veces
tiene, y qué voz! Sé decir que se puso un vuestra merced pudiera escoger como había pensado, sin haberse jamás resuelto
día encima del campanario de la aldea a entre peras, es decir, este quiero, aqueste en ello. Y era que cuál sería mejor y le
llamar unos zagales suyos, que andaban no quiero. Mas ella le repondió con mucho estaría más a cuento: imitar a Roldán en
en un barbecho de su padre, y aunque donaire y desenvoltura: vuestra merced, las locuras desaforadas que hizo, o Amadís
estaban de allí más de media legua, así la señor mío, está muy engañado, y piensa en las malencónicas. Y, hablando entre sí
oyeron como si estuvieran al pie de la torre; muy a lo antiguo, si piensa que yo he mesmo, decía: -Si Roldán fue tan buen
y lo mejor que tiene es que no es nada escogido mal en Fulano por idiota que le caballero y tan valiente como todos dicen,
melindrosa, porque tiene mucho de parece, pues para lo que yo le quiero, tanta ¿qué maravilla?, pues, al fin, era encantado
cortesana, con todos se burla, y de todo filosofía sabe y más que Aristóteles: así y no le podía matar nadie si no era
hace mueca y donaire. Ahora digo, señor que, Sancho, por lo que yo quiero a metiéndole un alfiler de a blanca por la
Caballero de la Triste Figura, que no Dulcinea del Toboso, tanto vale como la planta del pie, y él traía siempre los
solamente puede y debe vuestra merced más alta princesa de la tierra; si que no zapatos con siete suelas de hierro. Aunque
hacer locuras por ella, sino que con justo todos los poetas que alaban damas debajo no le valieron tretas contra Bernardo del
título puede desesperarse y ahorcarse, que de un nombre que ellos a su albedrío les Carpio, que se las entendió y le ahogó
nadie habrá que lo sepa, que no diga que ponen, es verdad que las tienen. entre los brazos, en Roncesvalles. Pero,
hizo demasiado de bien, puesto que le lleve ¿Piensas tú que las Amarilis, las Filis, las dejando en él lo de la valentía a una parte,
el diablo y querría ya verme en camino, Silvias, las Dianas, las Galateas, las Alidas vengamos a lo de perder el juicio, que es
sólo por vella, que ha muchos días que no y otras tales de que los libros, los cierto que le perdió, por las señales que
la veo, y debe de estar ya trocada, porque romances, las tiendas de los barberos, los halló en la fontana y por las nuevas que le
gasta mucho la faz de las mujeres andar teatros de las comedias están llenos, dio el pastor de que Angélica había
siempre al campo, al sol y al aire: y fueron verdaderamente damas de carne y dormido más de dos siestas con Medoro,
confieso a vuestra merced una verdad, hueso, y de aquellos que las celebran y un morillo de cabellos enrizados y paje de
señor Don Quijote, que hasta aquí he celebraron? No por cierto, sin que las más Agramante; y si él entendió que esto era
estado en una grande ignorancia, que se las finge por dar sujeto a sus versos, y verdad y que su dama le había cometido
pensaba bien fielmente que la señora porque los tengan por enamorados y por desaguisado, no hizo mucho en volverse
Dulcinea debía de ser alguna princesa de hombres que tiene valor para serlo: y así loco. Pero yo, ¿cómo puedo imitalle en las
quien vuestra merced estaba enamorado, o bástame a mí pensar y creer que la buena locuras, si no le imito en la ocasión dellas?
alguna persona tal que mereciese los ricos de Aldonza Lorenzo es hermosa y honesta, Porque mi Dulcinea del Toboso osaré yo
presente que vuestra merced le ha y en lo de linaje importa poco, que no han jurar que no ha visto en todos los días de
enviado, así el del vizcaíno como el de los de ir a hacer la información dél para darle su vida moro alguno, ansí como él es, en
galeotes, y otros mucho que deben ser, algún hábito, y yo me hago cuenta que es su mismo traje, y que se está hoy como la
según deben de ser muchas las victorias la más alta princesa del mundo, porque has madre que la parió; y haríale agravio
que vuestra merced ha ganado y ganó en de saber, Sancho, si no lo sabes, que dos manifiesto si, imaginando otra cosa della,
el tiempo que yo aún no era su escudero: cosas solas incitan a amar más que otras, me volviese loco de aquel género de locura

10
de Roldán el furioso. Por otra parte, veo Buscando las aventuras por entre las duras respondió que su amo quedaba ocupado
que Amadís de Gaula, sin perder el juicio y peñas, maldiciendo entrañas duras, que en cierta parte y en cierta cosa que le era
sin hacer locuras, alcanzó tanta fama de entre riscos y entre breñas halla el triste de mucha importancia, la cual él no podía
enamorado como el que más; porque lo desventuras, hirióle amor con su azote, no descubrir, por los ojos que en la cara tenía.
que hizo, según su historia, no fue más de con su blanda correa; y, en tocándole el -No, no -dijo el barbero-, Sancho Panza; si
que, por verse desdeñado de su señora cogote, aquí lloró don Quijote ausencias de vos no nos decís dónde queda,
Oriana, que le había mandado que no Dulcinea del Toboso. No causó poca risa imaginaremos, como ya imaginamos, que
pareciese ante su presencia hasta que en los que hallaron los versos referidos el vos le habéis muerto y robado, pues venís
fuese su voluntad, de que se retiró a la añadidura del Toboso al nombre de encima de su caballo. En verdad que nos
Peña Pobre en compañía de un ermitaño, y Dulcinea, porque imaginaron que debió de habéis de dar el dueño del rocín, o sobre
allí se hartó de llorar y de encomendarse a imaginar don Quijote que si, en nombrando eso, morena.
Dios, hasta que el cielo le acorrió, en medio a Dulcinea, no decía también del Toboso, -No hay para qué conmigo amenazas, que
de su mayor cuita y necesidad. no se podría entender la copla; y así fue la yo no soy hombre que robo ni mato a
Y si esto es verdad, como lo es, ¿para qué verdad, como él después confesó. Otros nadie: a cada uno mate su ventura, o Dios,
quiero yo tomar trabajo agora de muchos escribió, pero, como se ha dicho, que le hizo. Mi amo queda haciendo
desnudarme del todo, ni dar pesadumbre a no se pudieron sacar en limpio, ni enteros, penitencia en la mitad desta montaña, muy
estos árboles, que no me han hecho mal más destas tres coplas. En esto, y en a su sabor.
alguno? Ni tengo para qué enturbiar el suspirar y en llamar a los faunos y silvanos Y luego, de corrida y sin parar, les contó
agua clara destos arroyos, los cuales me de aquellos bosques, a las ninfas de los de la suerte que quedaba, las aventuras
han de dar de beber cuando tenga gana. ríos, a la dolorosa y húmida Eco, que le que le habían sucedido y cómo llevaba la
Viva la memoria de Amadís, y sea imitado respondiese, consolasen y escuchasen, se carta a la señora Dulcinea del Toboso, que
de don Quijote de la Mancha en todo lo que entretenía, y en buscar algunas yerbas con era la hija de Lorenzo Corchuelo, de quien
pudiere; del cual se dirá lo que del otro se que sustentarse en tanto que Sancho estaba enamorado hasta los hígados.
dijo: que si no acabó grandes cosas, murió volvía; que, si como tardó tres días, tardara Quedaron admirados los dos de lo que
por acometellas; y si yo no soy desechado tres semanas, el Caballero de la Triste Sancho Panza les contaba; y, aunque ya
ni desdeñado de Dulcinea del Toboso, Figura quedara tan desfigurado que no le sabían la locura de don Quijote y el género
bástame, como ya he dicho, estar ausente conociera la madre que lo parió. della, siempre que la oían se admiraban de
della. Ea, pues, manos a la obra: venid a mi Y será bien dejalle, envuelto entre sus nuevo. Pidiéronle a Sancho Panza que les
memoria, cosas de Amadís, y enseñadme suspiros y versos, por contar lo que le enseñase la carta que llevaba a la señora
por dónde tengo de comenzar a imitaros. avino a Sancho Panza en su mandadería. Dulcinea del Toboso. Él dijo que iba escrita
Mas ya sé que lo más que él hizo fue rezar Y fue que, en saliendo al camino real, se en un libro de memoria y que era orden de
y encomendarse a Dios; pero, ¿qué haré puso en busca del Toboso, y otro día llegó su señor que la hiciese trasladar en papel
de rosario, que no le tengo? a la venta donde le había sucedido la en el primer lugar que llegase; a lo cual dijo
En esto le vino al pensamiento cómo le desgracia de la manta; y no la hubo bien el cura que se la mostrase, que él la
haría, y fue que rasgó una gran tira de las visto, cuando le pareció que otra vez trasladaría de muy buena letra. Metió la
faldas de la camisa, que andaban andaba en los aires, y no quiso entrar mano en el seno Sancho Panza, buscando
colgando, y diole once ñudos, el uno más dentro, aunque llegó a hora que lo pudiera el librillo, pero no le halló, ni le podía hallar
gordo que los demás, y esto le sirvió de y debiera hacer, por ser la del comer y si le buscara hasta agora, porque se había
rosario el tiempo que allí estuvo, donde llevar en deseo de gustar algo caliente; que quedado don Quijote con él y no se le
rezó un millón de avemarías. Y lo que le había grandes días que todo era fiambre. había dado, ni a él se le acordó de
fatigaba mucho era no hallar por allí otro Esta necesidad le forzó a que llegase junto pedírsele.
ermitaño que le confesase y con quien a la venta, todavía dudoso si entraría o no. Cuando Sancho vio que no hallaba el libro,
consolarse. Y así, se entretenía Y, estando en esto, salieron de la venta dos fuésele parando mortal el rostro; y,
paseándose por el pradecillo, escribiendo y personas que luego le conocieron; y dijo el tornándose a tentar todo el cuerpo muy
grabando por las cortezas de los árboles y uno al otro: apriesa, tornó a echar de ver que no le
por la menuda arena muchos versos, todos -Dígame, señor licenciado, aquel del hallaba; y, sin más ni más, se echó
acomodados a su tristeza, y algunos en caballo, ¿no es Sancho Panza, el que dijo entrambos puños a las barbas y se arrancó
alabanza de Dulcinea. el ama de nuestro aventurero que había la mitad de ellas, y luego, apriesa y sin
Mas los que se pudieron hallar enteros y salido con su señor por escudero? cesar, se dio media docena de puñadas en
que se pudiesen leer, después que a él allí -Sí es -dijo el licenciado-; y aquél es el el rostro y en las narices, que se las bañó
le hallaron, no fueron más que estos que caballo de nuestro don Quijote. todas en sangre. Visto lo cual por el cura y
aquí se siguen: Árboles, yerbas y plantas Y conociéronle tan bien como aquellos que el barbero, le dijeron que qué le había
que en aqueste sitio estáis, tan altos, eran el cura y el barbero de su mismo sucedido, que tan mal se paraba.
verdes y tantas, si de mi mal no os holgáis, lugar, y los que hicieron el escrutinio y acto -¿Qué me ha de suceder -respondió
escuchad mis quejas santas. Mi dolor no os general de los libros. Los cuales, así como Sancho-, sino el haber perdido de una
alborote, aunque más terrible sea, pues, acabaron de conocer a Sancho Panza y a mano a otra, en un estante, tres pollinos,
por pagaros escote, aquí lloró don Quijote Rocinante, deseosos de saber de don que cada uno era como un castillo?
ausencias de Dulcinea del Toboso. Es aquí Quijote, se fueron a él; y el cura le llamó -¿Cómo es eso? -replicó el barbero.
el lugar adonde el amador más leal de su por su nombre, diciéndole: -He perdido el libro de memoria -respondió
señora se esconde, y ha venido a tanto mal -Amigo Sancho Panza, ¿adónde queda Sancho-, donde venía carta para Dulcinea
sin saber cómo o por dónde. Tráele amor al vuestro amo? y una cédula firmada de su señor, por la
estricote, que es de muy mala ralea; y así, Conociólos luego Sancho Panza, y cual mandaba que su sobrina me diese tres
hasta henchir un pipote, aquí lloró don determinó de encubrir el lugar y la suerte pollinos, de cuatro o cinco que estaban en
Quijote ausencias de Dulcinea del Toboso. donde y como su amo quedaba; y así, les casa.

11
ínsulas, que ya no las quería. sacasen allí algo de comer que fuese cosa
Y, con esto, les contó la pérdida del rucio. Decía esto Sancho con tanto reposo, caliente, y, ansimismo, cebada para
Consolóle el cura, y díjole que, en limpiándose de cuando en cuando las Rocinante. Ellos se entraron y le dejaron, y,
hallando a su señor, él le haría revalidar la narices, y con tan poco juicio, que los dos de allí a poco, el barbero le sacó de comer.
manda y que tornase a hacer la libranza en se admiraron de nuevo, considerando cuán Después, habiendo bien pensado entre los
papel, como era uso y costumbre, porque vehemente había sido la locura de don dos el modo que tendrían para conseguir lo
las que se hacían en libros de memoria Quijote, pues había llevado tras sí el juicio que deseaban, vino el cura en un
jamás se acetaban ni cumplían. de aquel pobre hombre. No quisieron pensamiento muy acomodado al gusto de
Con esto se consoló Sancho, y dijo que, cansarse en sacarle del error en que don Quijote y para lo que ellos querían. Y
como aquello fuese ansí, que no le daba estaba, pareciéndoles que, pues no le fue que dijo al barbero que lo que había
mucha pena la pérdida de la carta de dañaba nada la conciencia, mejor era pensado era que él se vestiría en hábito de
Dulcinea, porque él la sabía casi de dejarle en él, y a ellos les sería de más doncella andante, y que él procurase
memoria, de la cual se podría trasladar gusto oír sus necedades. Y así, le dijeron ponerse lo mejor que pudiese como
donde y cuando quisiesen. que rogase a Dios por la salud de su señor, escudero, y que así irían adonde don
-Decildo, Sancho, pues -dijo el barbero-, que cosa contingente y muy agible era Quijote estaba, fingiendo ser ella una
que después la trasladaremos. venir, con el discurso del tiempo, a ser doncella afligida y menesterosa, y le pediría
Paróse Sancho Panza a rascar la cabeza emperador, como él decía, o, por lo menos, un don, el cual él no podría dejársele de
para traer a la memoria la carta, y ya se arzobispo, o otra dignidad equivalente. otorgar, como valeroso caballero andante.
ponía sobre un pie, y ya sobre otro; unas A lo cual respondió Sancho: Y que el don que le pensaba pedir era que
veces miraba al suelo, otras al cielo; y, al -Señores, si la fortuna rodease las cosas se viniese con ella donde ella le llevase, a
cabo de haberse roído la mitad de la yema de manera que a mi amo le viniese en desfacelle un agravio que un mal caballero
de un dedo, teniendo suspensos a los que voluntad de no ser emperador, sino de ser le tenía fecho; y que le suplicaba,
esperaban que ya la dijese, dijo al cabo de arzobispo, querría yo saber agora qué ansimesmo, que no la mandase quitar su
grandísimo rato: suelen dar los arzobispos andantes a sus antifaz, ni la demandase cosa de su
-Por Dios, señor licenciado, que los diablos escuderos. facienda, fasta que la hubiese fecho
lleven la cosa que de la carta se me -Suélenles dar -respondió el cura- algún derecho de aquel mal caballero; y que
acuerda; aunque en el principio decía: beneficio, simple o curado, o alguna creyese, sin duda, que don Quijote vendría
«Alta y sobajada señora». sacristanía, que les vale mucho de renta en todo cuanto le pidiese por este término;
-No diría -dijo el barbero- sobajada, sino rentada, amén del pie de altar, que se y que desta manera le sacarían de allí y le
sobrehumana o soberana señora. suele estimar en otro tanto. llevarían a su lugar, donde procurarían ver
-Así es -dijo Sancho-. Luego, si mal no me -Para eso será menester -replicó Sancho- si tenía algún remedio su estraña locura.
acuerdo, proseguía..., si mal no me que el escudero no sea casado y que sepa Segunda parte Capítulo 22: Donde se da
acuerdo: «el llego y falto de sueño, y el ayudar a misa, por lo menos; y si esto es cuenta [de] la grande aventura de la
ferido besa a vuestra merced las manos, así, ¡desdichado de yo, que soy casado y cueva de Montesinos, que está en el
ingrata y muy desconocida hermosa», y no no sé la primera letra del ABC! ¿Qué será corazón de la Mancha, a quien dio felice
sé qué decía de salud y de enfermedad de mí si a mi amo le da antojo de ser cima el valeroso don Quijote de la
que le enviaba, y por aquí iba escurriendo, arzobispo, y no emperador, como es uso y Mancha
hasta que acababa en «Vuestro hasta la costumbre de los caballeros andantes? Grandes fueron y muchos los regalos que
muerte, el Caballero de la Triste Figura». -No tengáis pena, Sancho amigo -dijo el los desposados hicieron a don Quijote,
No poco gustaron los dos de ver la buena barbero-, que aquí rogaremos a vuestro obligados de las muestras que había dado
memoria de Sancho Panza, y alabáronsela amo y se lo aconsejaremos, y aun se lo defendiendo su causa, y al par de la
mucho, y le pidieron que dijese la carta pondremos en caso de conciencia, que sea valentía le graduaron la discreción,
otras dos veces, para que ellos, emperador y no arzobispo, porque le será teniéndole por un Cid en las armas y por un
ansimesmo, la tomasen de memoria para más fácil, a causa de que él es más Cicerón en la elocuencia. El buen Sancho
trasladalla a su tiempo. Tornóla a decir valiente que estudiante. se refociló tres días a costa de los novios,
Sancho otras tres veces, y otras tantas -Así me ha parecido a mí -respondió de los cuales se supo que no fue traza
volvió a decir otros tres mil disparates. Tras Sancho-, aunque sé decir que para todo comunicada con la hermosa Quiteria el
esto, contó asimesmo las cosas de su amo, tiene habilidad. Lo que yo pienso hacer de herirse fingidamente, sino industria de
pero no habló palabra acerca del mi parte es rogarle a Nuestro Señor que le Basilio, esperando della el mesmo suceso
manteamiento que le había sucedido en eche a aquellas partes donde él más se que se había visto; bien es verdad que
aquella venta, en la cual rehusaba entrar. sirva y adonde a mí más mercedes me confesó que había dado parte de su
Dijo también como su señor, en trayendo haga. pensamiento a algunos de sus amigos,
que le trujese buen despacho de la señora -Vos lo decís como discreto -dijo el cura- y para que al tiempo necesario favoreciesen
Dulcinea del Toboso, se había de poner en lo haréis como buen cristiano. Mas lo que su intención y abonasen su engaño.
camino a procurar cómo ser emperador, o, ahora se ha de hacer es dar orden como –No se pueden ni deben llamar engaños –
por lo menos, monarca; que así lo tenían sacar a vuestro amo de aquella inútil dijo don Quijote– los que ponen la mira en
concertado entre los dos, y era cosa muy penitencia que decís que queda haciendo; virtuosos fines.
fácil venir a serlo, según era el valor de su y, para pensar el modo que hemos de Y que el de casarse los enamorados era el
persona y la fuerza de su brazo; y que, en tener, y para comer, que ya es hora, será fin de más excelencia, advirtiendo que el
siéndolo, le había de casar a él, porque ya bien nos entremos en esta venta. mayor contrario que el amor tiene es la
sería viudo, que no podía ser menos, y le Sancho dijo que entrasen ellos, que él hambre y la continua necesidad, porque el
había de dar por mujer a una doncella de la esperaría allí fuera y que después les diría amor es todo alegría, regocijo y contento, y
emperatriz, heredera de un rico y grande la causa por que no entraba ni le convenía más cuando el amante está en posesión de
estado de tierra firme, sin ínsulos ni entrar en ella; mas que les rogaba que le la cosa amada, contra quien son enemigos

12
opuestos y declarados la necesidad y la no hay cosa donde no pique y deje de de fiestas y regocijos los caballeros
pobreza; y que todo esto decía con meter su cucharada. cortesanos, sin andarlas mendigando de
intención de que se dejase el señor Basilio Murmuraba esto algo Sancho, y entreoyóle nadie, ni lambicando, como dicen, el
de ejercitar las habilidades que sabe, que, su señor, y preguntóle: cerbelo, por sacarlas conformes a sus
aunque le daban fama, no le daban –¿Qué murmuras, Sancho? deseos e intenciones.
dineros, y que atendiese a granjear –No digo nada, ni murmuro de nada – –Porque doy al celoso, al desdeñado, al
hacienda por medios lícitos e industriosos, respondió Sancho–; sólo estaba diciendo olvidado y al ausente las que les
que nunca faltan a los prudentes y entre mí que quisiera haber oído lo que convienen, que les vendrán más justas que
aplicados. vuesa merced aquí ha dicho antes que me pecadoras. Otro libro tengo también, a
–El pobre honrado, si es que puede ser casara, que quizá dijera yo agora: "El buey quien he de llamar Metamorfóseos, o
honrado el pobre, tiene prenda en tener suelto bien se lame". Ovidio español, de invención nueva y rara;
mujer hermosa, que, cuando se la quitan, le –¿Tan mala es tu Teresa, Sancho? –dijo porque en él, imitando a Ovidio a lo
quitan la honra y se la matan. La mujer don Quijote. burlesco, pinto quién fue la Giralda de
hermosa y honrada, cuyo marido es pobre, –No es muy mala –respondió Sancho–, Sevilla y el ángel de la Mada–lena, quién el
merece ser coronada con laureles y palmas pero no es muy buena; a lo menos, no es Caño de Vecinguerra, de Córdoba, quiénes
de vencimiento y triunfo. La hermosura, por tan buena como yo quisiera. los Toros de Guisando, la Sierra Morena,
sí sola, atrae las voluntades de cuantos la –Mal haces, Sancho –dijo don Quijote–, en las fuentes de Leganitos y Lavapiés, en
miran y conocen, y como a señuelo decir mal de tu mujer, que, en efecto, es Madrid, no olvidándome de la del Piojo, de
gustoso se le abaten las águilas reales y madre de tus hijos. la del Caño Dorado y de la Priora; y esto,
los pájaros altaneros; pero si a la tal –No nos debemos nada –respondió con sus alegorías, metáforas y
hermosura se le junta la necesidad y la Sancho–, que también ella dice mal de mí translaciones, de modo que alegran,
estrecheza, también la embisten los cuando se le antoja, especialmente cuando suspenden y enseñan a un mismo punto.
cuervos, los milanos y las otras aves de está celosa, que entonces súfrala el Otro libro tengo, que le llamo Suplemento a
rapiña; y la que está a tantos encuentros mesmo Satanás. Virgilio Polidoro, que trata de la invención
firme bien merece llamarse corona de su Finalmente, tres días estuvieron con los de las cosas, que es de grande erudición y
marido. Mirad, discreto Basilio –añadió don novios, donde fueron regalados y servidos estudio, a causa que las cosas que se dejó
Quijote–: opinión fue de no sé qué sabio como cuerpos de rey. Pidió don Quijote al de decir Polidoro de gran sustancia, las
que no había en todo el mundo sino una diestro licenciado le diese una guía que le averiguo yo, y las declaro por gentil estilo.
sola mujer buena, y daba por consejo que encaminase a la cueva de Montesinos, Olvidósele a Virgilio de declararnos quién
cada uno pensase y creyese que aquella porque tenía gran deseo de entrar en ella y fue el primero que tuvo catarro en el
sola buena era la suya, y así viviría ver a ojos vistas si eran verdaderas las mundo, y el primero que tomó las unciones
contento. Yo no soy casado, ni hasta agora maravillas que de ella se decían por todos para curarse del morbo gálico, y yo lo
me ha venido en pensamiento serlo; y, con aquellos contornos. El licenciado le dijo que declaro al pie de la letra, y lo autorizo con
todo esto, me atrevería a dar consejo al le daría a un primo suyo, famoso estudiante más de veinte y cinco autores: porque vea
que me lo pidiese [d]el modo que había de y muy aficionado a leer libros de vuesa merced si he trabajado bien y si ha
buscar la mujer con quien se quisiese caballerías, el cual con mucha voluntad le de ser útil el tal libro a todo el mundo.
casar. Lo primero, le aconsejaría que pondría a la boca de la mesma cueva, y le Sancho, que había estado muy atento a la
mirase más a la fama que a la hacienda, enseñaría las lagunas de Ruidera, famosas narración del primo, le dijo:
porque la buena mujer no alcanza la buena ansimismo en toda la Mancha, y aun en –Dígame, señor, así Dios le dé buena
fama solamente con ser buena, sino con toda España; y díjo[l]e que llevaría con él manderecha en la impresión de sus libros:
parecerlo; que mucho más dañan a las gustoso entretenimiento, a causa que era ¿sabríame decir, que sí sabrá, pues todo lo
honras de las mujeres las desenvolturas y mozo que sabía hacer libros para imprimir y sabe, quién fue el primero que se rascó en
libertades públicas que las maldades para dirigirlos a príncipes. Finalmente, el la cabeza, que yo para mí tengo que debió
secretas. Si traes buena mujer a tu casa, primo vino con una pollina preñada, cuya de ser nuestro padre Adán?
fácil cosa sería conservarla, y aun albarda cubría un gayado tapete o arpillera. –Sí sería –respondió el primo–, porque
mejorarla, en aquella bondad; pero si la Ensilló Sancho a Rocinante y aderezó al Adán no hay duda sino que tuvo cabeza y
traes mala, en trabajo te pondrá el rucio, proveyó sus alforjas, a las cuales cabellos; y, siendo esto así, y siendo el
enmendarla: que no es muy hacedero acompañaron las del primo, asimismo bien primer hombre del mundo, alguna vez se
pasar de un estremo a otro. Yo no digo que proveídas, y, encomendándose a Dios y rascaría.
sea imposible, pero téngolo por dificultoso. despediéndose de todos, se pusieron en –Así lo creo yo –respondió Sancho–; pero
Oía todo esto Sancho, y dijo entre sí: camino, tomando la derrota de la famosa dígame ahora: ¿quién fue el primer
–Este mi amo, cuando yo hablo cosas de cueva de Montesinos. volteador del mundo?
meollo y de sustancia suele decir que En el camino preguntó don Quijote al primo –En verdad, hermano –respondió el primo–
podría yo tomar un púlpito en las manos y de qué género y calidad eran sus , que no me sabré determinar por ahora,
irme por ese mundo adelante predicando ejercicios, su pr[o]fesión y estudios; a lo hasta que lo estudie. Yo lo estudiaré, en
lindezas; y yo digo dél que cuando que él respondió que su profesión era ser volviendo adonde tengo mis libros, y yo os
comienza a enhilar sentencias y a dar humanista; sus ejercicios y estudios, satisfaré cuando otra vez nos veamos, que
consejos, no sólo puede tomar púlpito en componer libros para dar a la estampa, no ha de ser ésta la postrera.
las manos, sino dos en cada dedo, y todos de gran provecho y no menos –Pues mire, señor –replicó Sancho–, no
andarse por esas plazas a ¿qué quieres entretenimiento para la república; que el tome trabajo en esto, que ahora he caído
boca? ¡Válate el diablo por caballero uno se intitulaba el de las libreas, donde en la cuenta de lo que le he preguntado.
andante, que tantas cosas sabes! Yo pinta setecientas y tres libreas, con sus Sepa que el primer volteador del mundo fue
pensaba en mi ánima que sólo podía saber colores, motes y cifras, de donde podían Lucifer, cuando le echaron o arrojaron del
aquello que tocaba a sus caballerías, pero sacar y tomar las que quisiesen en tiempo cielo, que vino volteando hasta los

13
abismos. entendiera que todavía bajaba y estaba señal que les hizo imaginar que don Quijote
–Tienes razón, amigo –dijo el primo. vivo; pero, pues ya no es posible, a la se quedaba dentro; y, creyéndolo así,
Y dijo don Quijote: mano de Dios, que me guíe. Sancho lloraba amargamente y tiraba con
–Esa pregunta y respuesta no es tuya, Y luego se hincó de rodillas y hizo una mucha priesa por desengañarse, pero,
Sancho: a alguno las has oído decir. oración en voz baja al cielo, pidiendo a llegando, a su parecer, a poco más de las
–Calle, señor –replicó Sancho–, que a Dios le ayudase y le diese buen suceso en ochenta brazas, sintieron peso, de que en
buena fe que si me doy a preguntar y a aquella, al parecer, peligrosa y nueva estremo se alegraron. Finalmente, a las
responder, que no acabe de aquí a aventura, y en voz alta dijo luego: diez vieron distintamente a don Quijote, a
mañana. Sí, que para preguntar necedades –¡Oh señora de mis acciones y quien dio voces Sancho, diciéndole:
y responder disparates no he menester yo movimientos, clarísima y sin par Dulcinea –Sea vuestra merced muy bien vuelto,
andar buscando ayuda de vecinos. del Toboso! Si es posible que lleguen a tus señor mío, que ya pensábamos que se
–Más has dicho, Sancho, de lo que sabes – oídos las plegarias y rogaciones deste tu quedaba allá para casta.
dijo don Quijote–; que hay algunos que se venturoso amante, por tu inaudita belleza te Pero no respondía palabra don Quijote; y,
cansan en saber y averiguar cosas que, ruego las escuches, que no son otras que sacándole del todo, vieron que traía
después de sabidas y averiguadas, no rogarte no me niegues tu favor y amparo, cerrados los ojos, con muestras de estar
importan un ardite al entendimiento ni a la ahora que tanto le he menester. Yo voy a dormido. Tendiéronle en el suelo y
memoria. despeñarme, a empozarme y a hundirme desliáronle, y con todo esto no despertaba;
En estas y otras gustosas pláticas se les en el abismo que aquí se me representa, pero tanto le volvieron y revolvieron,
pasó aquel día, y a la noche se albergaron sólo porque conozca el mundo que si tú me sacudieron y menearon, que al cabo de un
en una pequeña aldea, adonde el primo favoreces, no habrá imposible a quien yo buen espacio volvió en sí, desperezándose,
dijo a don Quijote que desde allí a la cueva no acometa y acabe. bien como si de algún grave y profundo
de Montesinos no había más de dos Y, en diciendo esto, se acercó a la sima; sueño despertara; y, mirando a una y otra
leguas, y que si llevaba determinado de vio no ser posible descolgarse, ni hacer parte, como espantado, dijo:
entrar en ella, era menester proverse de lugar a la entrada, si no era a fuerza de –Dios os lo perdone, amigos; que me
sogas, para atarse y descolgarse en su brazos, o a cuchilladas, y así, poniendo habéis quitado de la más sabrosa y
profundidad. mano a la espada, comenzó a derribar y a agradable vida y vista que ningún humano
Don Quijote dijo que, aunque llegase al cortar de aquellas malezas que a la boca ha visto ni pasado. En efecto, ahora acabo
abismo, había de ver dónde paraba; y así, de la cueva estaban, por cuyo ruido y de conocer que todos los contentos desta
compraron casi cien brazas de soga, y otro estruendo salieron por ella una infinidad de vida pasan como sombra y sueño, o se
día, a las dos de la tarde, llegaron a la grandísimos cuervos y grajos, tan espesos marchitan como la flor del campo. ¡Oh
cueva, cuya boca es espaciosa y ancha, y con tanta priesa, que dieron con don desdichado Montesinos! ¡Oh mal ferido
pero llena de cambroneras y cabrahígos, Quijote en el suelo; y si él fuera tan agorero Durandarte! ¡Oh sin ventura Belerma! ¡Oh
de zarzas y malezas, tan espesas y como católico cristiano, lo tuviera a mala lloroso Guadiana, y vosotras sin dicha ijas
intricadas, que de todo en todo la ciegan y señal y escusara de encerra[r]se en lugar de Ruidera, que mostráis en vuestras
encubren. En viéndola, se apearon el semejante. aguas las que lloraron vuestros hermosos
primo, Sancho y don Quijote, al cual los Finalmente se levantó, y, viendo que no ojos!
dos le ataron luego fortísimamente con las salían más cuervos ni otras aves noturnas, [Es]cuchaban el primo y Sancho las
sogas; y, en tanto que le fajaban y ceñían, como fueron murciélagos, que asimismo palabras de don Quijote, que las decía
le dijo Sancho: entre los cuervos salieron, dándole soga el como si con dolor inmenso las sacara de
–Mire vuestra merced, señor mío, lo que primo y Sancho, se dejó calar al fondo de la las entrañas. Suplicáronle les diese a
hace: no se quiera sepultar en vida, ni se caverna espantosa; y, al entrar, echándole entender lo que decía, y les dijese lo que
ponga adonde parezca frasco que le ponen Sancho su bendición y haciendo sobre él en aquel infierno había visto.
a enfriar en algún pozo. Sí, que a vuestra mil cruces, dijo: –¿Infierno le llamáis? –dijo don Quijote–;
merced no le toca ni atañe ser el –¡Dios te guíe y la Peña de Francia, junto pues no le llaméis ansí, porque no lo
escudriñador desta que debe de ser peor con la Trinidad de Gaeta, flor, nata y merece, como luego veréis.
que mazmorra. espuma de los caballeros andantes! ¡Allá Pidió que le diesen algo de comer, que
–Ata y calla –respondió don Quijote–, que vas, valentón del mundo, corazón de acero, traía grandísima hambre. Tendieron la
tal empresa como aquésta, Sancho amigo, brazos de bronce! ¡Dios te guíe, otra vez, y arpillera del primo sobre la verde yerba,
para mí estaba guardada. te vuelva libre, sano y sin cautela a la luz acudieron a la despensa de sus alforjas, y,
Y entonces dijo la guía: desta vida, que dejas por enterrarte en esta sentados todos tres en buen amor y
–Suplico a vuesa merced, señor don escuridad que buscas! compaña, merendaron y cenaron, todo
Quijote, que mire bien y especule con cien Casi las mismas plegarias y deprecaciones junto. Levantada la arpillera, dijo don
ojos lo que hay allá dentro: quizá habrá hizo el primo. Quijote de la Mancha:
cosas que las ponga yo en el libro de mis Iba don Quijote dando voces que le diesen –No se levante nadie, y estadme, hijos,
Transformaciones. soga y más soga, y ellos se la daban poco todos atentos.
–En manos está el pandero que le sabrá a poco; y cuando las voces, que Capítulo 23: De las admirables cosas
bien tañer –respondió Sancho Panza. acanaladas por la cueva salían, dejaron de que el estremado don Quijote contó que
Dicho esto y acabada la ligadura de don oírse, ya ellos tenían descolgadas las cien había visto en la profunda cueva de
Quijote –que no fue sobre el arnés, sino brazas de soga, y fueron de parecer de Montesinos, cuya imposibilidad y
sobre el jubón de armar–, dijo don Quijote: volver a subir a don Quijote, pues no le grandeza hace que se tenga esta
–Inadvertidos hemos andado en no podían dar más cuerda. Con todo eso, se aventura por apócrifa
habernos proveído de algún esquilón detuvieron como media hora, al cabo del Las cuatro de la tarde serían cuando el sol,
pequeño, que fuera atado junto a mí en cual espacio volvieron a recoger la soga entre nubes cubierto, con luz escasa y
esta mesma soga, con cuyo sonido se con mucha facilidad y sin peso alguno, templados rayos, dio lugar a don Quijote

14
para que, sin calor y pesadumbre, contase caballero don Quijote de la Mancha, que sabe, y ello dirá andando los tiempos, que
a sus dos clarísimos oyentes lo que en la los que estamos en estas soledades no están muy lejos, según imagino. Lo que
cueva de Montesinos había visto. Y encantados esperamos verte, para que des a mí me admira es que sé, tan cierto como
comenzó en el modo siguiente: noticia al mundo de lo que encierra y cubre ahora es de día, que Durandarte acabó los
–A obra de doce o catorce estados de la la profunda cueva por donde has entrado, de su vida en mis brazos, y que después
profundidad desta mazmorra, a la derecha llamada la cueva de Montesinos: hazaña de muerto le saqué el corazón con mis
mano, se hace una concavidad y espacio sólo guardada para ser acometida de tu propias manos; y en verdad que debía de
capaz de poder caber en ella un gran carro invencible corazón y de tu ánimo stupendo. pesar dos libras, porque, según los
con sus mulas. éntrale una pequeña luz por Ven conmigo, señor clarísimo, que te naturales, el que tiene mayor corazón es
unos resquicios o agujeros, que lejos le quiero mostrar las maravillas que este dotado de mayor valentía del que le tiene
responden, abiertos en la superficie de la transparente alcázar solapa, de quien yo pequeño. Pues siendo esto así, y que
tierra. Esta concavidad y espacio vi yo a soy alcaide y guarda mayor perpetua, realmente murió este caballero, ¿cómo
tiempo cuando ya iba cansado y mohíno de porque soy el mismo Montesinos, de quien ahora se queja y sospira de cuando en
verme, pendiente y colgado de la soga, la cueva toma nombre’’. Apenas me dijo cuando, como si estuviese vivo?’’ Esto
caminar por aquella escura región abajo, que era Montesinos, cuando le pregunté si dicho, el mísero Durandarte, dando una
sin llevar cierto ni determinado camino; y fue verdad lo que en el mundo de acá gran voz, dijo:
así, determiné entrarme en ella y [a]rriba se contaba: que él había sacado de ‘‘¡Oh, mi primo Montesinos!
descansar un poco. Di voces, pidiéndoos la mitad del pecho, con una pequeña daga, Lo postrero que os rogaba,
que no descolgásedes más soga hasta que el corazón de su grande amigo Durandarte que cuando yo fuere muerto,
yo os lo dijese, pero no debistes de oírme. y llevádole a la Señora Belerma, como él y mi ánima arrancada,
Fui recogiendo la soga que enviábades, y, se lo mandó al punto de su muerte. que llevéis mi corazón
haciendo della una rosca o rimero, me Respondióme que en todo decían verdad, adonde Belerma estaba,
senté sobre él, pensativo además, sino en la daga, porque no fue daga, ni sacándomele del pecho,
considerando lo que hacer debía para calar pequeña, sino un puñal buido, más agudo ya con puñal, ya con daga.’’
al fondo, no teniendo quién me sustentase; que una lezna. Oyendo lo cual el venerable Montesinos, se
y, estando en este pensamiento y –Debía de ser –dijo a este punto Sancho– puso de rodillas ante el lastimado caballero,
confusión, de repente y sin procurarlo, me el tal puñal de Ramón de Hoces, el y, con lágrimas en los ojos, le dijo: ‘‘Ya,
salteó un sueño profundísimo; y, cuando sevillano. señor Durandarte, carísimo primo mío, ya
menos lo pensaba, sin saber cómo ni cómo –No sé –prosiguió don Quijote–, pero no hice lo que me mandastes en el aciago día
no, desperté dél y me hallé en la mitad del sería dese puñalero, porque Ramón de de nuestra pérdida: yo os saqué el corazón
más bello, ameno y deleitoso prado que Hoces fue ayer, y lo de Roncesvalles, lo mejor que pude, sin que os dejase una
puede criar la naturaleza ni imaginar la más donde aconteció esta desgracia, ha mínima parte en el pecho; yo le limpié con
discreta imaginación humana. Despabilé muchos años; y esta averiguación no es de un pañizuelo de puntas; yo partí con él de
los ojos, limpiémelos, y vi que no dormía, importancia, ni turba ni altera la verdad y carrera para Francia, habiéndoos primero
sino que realmente estaba despierto; con contesto de la historia. puesto en el seno de la tierra, con tantas
todo esto, me tenté la cabeza y los pechos, –Así es –respondió el primo–; prosiga lágrimas, que fueron bastantes a lavarme
por certificarme si era yo mismo el que allí vuestra merced, señor don Quijote, que le las manos y limpiarme con ellas la sangre
estaba, o alguna fantasma vana y escucho con el mayor gusto del mundo. que tenían, de haberos andado en las
contrahecha; pero el tacto, el sentimiento, –No con menor lo cuento yo –respondió entrañas; y, por más señas, primo de mi
los discursos concertados que entre mí don Quijote–; y así, digo que el venerable alma, en el primero lugar que topé,
hacía, me certificaron que yo era allí Montesinos me metió en el cristalino saliendo de Roncesvalles, eché un poco de
entonces el que soy aquí ahora. palacio, donde en una sala baja, sal en vuestro corazón, porque no oliese
Ofrecióseme luego a la vista un real y fresquísima sobremodo y toda de mal, y fuese, si no fresco, a lo menos
suntuoso palacio o alcázar, cuyos muros y alabastro, estaba un sepulcro de mármol, amojamado, a la presencia de la señora
paredes parecían de transparente y claro con gran maestría fabricado, sobre el cual Belerma; la cual, con vos, y conmigo, y con
cristal fabricados; del cual abriéndose dos vi a un caballero tendido de largo a largo, Guadiana, vuestro escudero, y con la
grandes puertas, vi que por ellas salía y no de bronce, ni de mármol, ni de jaspe dueña Ruidera y sus siete hijas y dos
hacía mí se venía un venerable anciano, hecho, como los suele haber en otros sobrinas, y con otros muchos de vuestros
vestido con un capuz de bayeta morada, sepulcros, sino de pura carne y de puros conocidos y amigos, nos tiene aquí
que por el suelo le arrastraba: ceñíale los huesos. Tenía la mano derecha (que, a mi encantados el sabio Merlín ha muchos
hombros y los pechos una beca de colegial, parecer, es algo peluda y nervosa, señal de años; y, aunque pasan de quinientos, no se
de raso verde; cubríale la cabeza una gorra tener muchas fuerzas su dueño) puesta ha muerto ninguno de nosotros: solamente
milanesa negra, y la barba, canísima, le sobre el lado del corazón, y, antes que faltan Ruidera y sus hijas y sobrinas, las
pasaba de la cintura; no traía arma preguntase nada a Montesinos, viéndome cuales llorando, por compasión que debió
ninguna, sino un rosario de cuentas en la suspenso mirando al del sepulcro, me dijo: de tener Merlín dellas, las convirtió en otras
mano, mayores que medianas nueces, y ‘‘éste es mi amigo Durandarte, flor y espejo tantas lagunas, que ahora, en el mundo de
los dieces asimismo como huevos de los caballeros enamorados y valientes los vivos y en la provincia de la Mancha, las
medianos de avestruz; el continente, el de su tiempo; tiénele aquí encantado, como llaman las lagunas de Ruidera; las siete
paso, la gravedad y la anchísima me tiene a mí y a otros muchos y muchas, son de los reyes de España, y las dos
presencia, cada cosa de por sí y todas Merlín, aquel francés encantador que dicen sobrinas, de los caballeros de una orden
juntas, me suspendieron y admiraron. que fue hijo del diablo; y lo que yo creo es santísima, que llaman de San Juan.
Llegóse a mí, y lo primero que hizo fue que no fue hijo del diablo, sino que supo, Guadiana, vuestro escudero, plañendo
abrazarme estrechamente, y luego como dicen, un punto más que el diablo. El asimesmo vuestra desgracia, fue
decirme: ‘‘Luengos tiempos ha, valeroso cómo o para qué nos encantó nadie lo convertido en un río llamado de su mesmo

15
nombre; el cual, cuando llegó a la gente de la procesión eran sirvientes de vuestra merced en tan poco espacio de
superficie de la tierra y vio el sol del otro Durandarte y de Belerma, que allí con sus tiempo como ha que está allá bajo, haya
cielo, fue tanto el pesar que sintió de ver dos señores estaban encantados, y que la visto tantas cosas y hablado y respondido
que os dejaba, que se sumergió en las última, que traía el corazón entre el lienzo y tanto.
entrañas de la tierra; pero, como no es en las manos, era la señora Belerma, la –¿Cuánto ha que bajé? –preguntó don
posible dejar de acudir a su natural cual con sus doncellas cuatro días en la Quijote. –Poco más de una hora –
corriente, de cuando en cuando sale y se semana hacían aquella procesión y respondió Sancho. Eso no puede ser –
muestra donde el sol y las gentes le vean. cantaban, o, por mejor decir, lloraban replicó don Quijote–, porque allá me
Vanle administrando de sus aguas las endechas sobre el cuerpo y sobre el anocheció y amaneció, y tornó a anochecer
referidas lagunas, con las cuales y con lastimado corazón de su primo; y que si me y amanecer tres veces; de modo que, a mi
otras muchas que se llegan, entra pomposo había parecido algo fea, o no tan hermosa cuenta, tres días he estado en aquellas
y grande en Portugal. Pero, con todo esto, como tenía la fama, era la causa las malas partes remotas y escondidas a la vista
por dondequiera que va muestra su tristeza noches y peores días que en aquel nuestra.
y melancolía, y no se precia de criar en sus encantamento pasaba, como lo podía ver –Verdad debe de decir mi señor –dijo
aguas peces regalados y de estima, sino en sus grandes ojeras y en su color Sancho–, que, como todas las cosas que le
burdos y desabridos, bien diferentes de los quebradiza. ‘‘Y no toma ocasión su han sucedido son por encantamento, quizá
del Tajo dorado; y esto que agora os digo, amarillez y sus ojeras de estar con el mal lo que a nosotros nos parece un hora, debe
¡oh primo mío!, os lo he dicho muchas mensil, ordinario en las mujeres, porque ha de parecer allá tres días con sus noches.
veces; y, como no me respondéis, imagino muchos meses, y aun años, que no le tiene –Así será –respondió don Quijote.
que no me dais crédito, o no me oís, de lo ni asoma por sus puertas, sino del dolor –Y ¿ha comido vuestra merced en todo
que yo recibo tanta pena cual Dios lo sabe. que siente su corazón por el que de contino este tiempo, señor mío?
Unas nuevas os quiero dar ahora, las tiene en las manos, que le renueva y trae a –preguntó el primo.
cuales, ya que no sirvan de alivio a vuestro la memoria la desgracia de su mal logrado –No me he desayunado de bocado –
dolor, no os le aumentarán en ninguna amante; que si esto no fuera, apenas la respondió don Quijote–, ni aun he tenido
manera. Sabed que tenéis aquí en vuestra igualara en hermosura, donaire y brío la hambre, ni por pensamiento.
presencia, y abrid los ojos y veréislo, aquel gran Dulcinea del Toboso, tan celebrada en –Y los encantados, ¿comen? –dijo el
gran caballero de quien tantas cosas tiene todos estos contornos, y aun en todo el primo.
profetizadas el sabio Merlín, aquel don mundo’’. ‘‘¡Cepos quedos! –dije yo –No comen –respondió don Quijote–, ni
Quijote de la Mancha, digo, que de nuevo y entonces–, señor don Montesinos: cuente tienen escrementos mayores; aunque es
con mayores ventajas que en los pasados vuesa merced su historia como debe, que opinión que les crecen las uñas, las barbas
siglos ha resucitado en los presentes la ya ya sabe que toda comparación es odiosa, y y los cabellos.
olvidada andante caballería, por cuyo así, no hay para qué comparar a nadie con –¿Y duermen, por ventura, los encantados,
medio y favor podría ser que nosotros nadie. La sin par Dulcinea del Toboso es señor? –preguntó Sancho.
fuésemos desencantados; que las grandes quien es, y la señora doña Belerma es –No, por cierto –respondió don Quijote–; a
hazañas para los grandes hombres están quien es, y quien ha sido, y quédese aquí’’. lo menos, en estos tres días que yo he
guardadas’’. ‘‘Y cuando así no sea – A lo que él me respondió: ‘‘Señor don estado con ellos, ninguno ha pegado el ojo,
respondió el lastimado Durandarte con voz Quijote, perdóneme vuesa merced, que yo ni yo tampoco.
desmayada y baja–, cuando así no sea, ¡oh confieso que anduve mal, y no dije bien en –Aquí encaja bien el refrán –dijo Sancho–
primo!, digo, paciencia y barajar’’. Y, decir que apenas igualara la señora de dime con quién andas, decirte he quién
volviéndose de lado, tornó a su Dulcinea a la señora Belerma, pues me eres: ándase vuestra merced con
acostumbrado silencio, sin hablar más bastaba a mí haber entendido, por no sé encantados ayunos y vigilantes, mirad si es
palabra. Oyéronse en esto grandes alaridos qué barruntos, que vuesa merced es su mucho que ni coma ni duerma mientras con
y llantos, acompañados de profundos caballero, para que me mordiera la lengua ellos anduviere. Pero perdóneme vuestra
gemidos y angustiados sollozos; volví la antes de compararla sino con el mismo merced, señor mío, si le digo que de todo
cabeza, y vi por las paredes de cristal que cielo’’. Con esta satisfación que me dio el cuanto aquí ha dicho, lléveme Dios, que iba
por otra sala pasaba una procesión de dos gran Montesinos se quietó mi corazón del a decir el diablo, si le creo cosa alguna.
hileras de hermosísimas doncellas, todas sobresalto que recebí en oír que a mi –¿Cómo no? –dijo el primo–, pues ¿había
vestidas de luto, con turbantes blancos señora la comparaban con Belerma. de mentir el señor don Quijote, que,
sobre las cabezas, al modo turquesco. Al –Y aun me maravillo yo –dijo Sancho– de aunque quisiera, no ha tenido lugar para
cabo y fin de las hileras venía una señora, cómo vuestra merced no se subió sobre el componer e imaginar tanto millón de
que en la gravedad lo parecía, asimismo vejote, y le molió a coces todos los huesos, mentiras?
vestida de negro, con tocas blancas tan y le peló las barbas, sin dejarle pelo en –Yo no creo que mi señor miente –
tendidas y largas, que besaban la tierra. Su ellas. respondió Sancho.
turbante era mayor dos veces que el mayor –No, Sancho amigo –respondió don –Si no, ¿qué crees? –le preguntó don
de alguna de las otras; era cejijunta y la Quijote–, no me estaba a mí bien hacer Quijote.
nariz algo chata; la boca grande, pero eso, porque estamos todos obligados a –Creo –respondió Sancho– que aquel
colorados los labios; los dientes, que tal tener respeto a los ancianos, aunque no Merlín, o aquellos encantadores que
vez los descubría, mostraban ser ralos y no sean caballeros, y principalmente a los que encantaron a toda la chusma que vuestra
bien puestos, aunque eran blancos como lo son y están encantados; yo sé bien que merced dice que ha visto y comunicado allá
unas peladas almendras; traía en las no nos quedamos a deber nada en otras bajo, le encajaron en el magín o la memoria
manos un lienzo delgado, y entre él, a lo muchas demandas y respuestas que entre toda esa máquina que nos ha contado, y
que pude divisar, un corazón de carne los dos pasamos. todo aquello que por contar le queda.
momia, según venía seco y amojamado. A esta sazón dijo el primo: –Todo eso pudiera ser, Sancho –replicó
Díjome Montesinos como toda aquella –Yo no sé, señor don Quijote, cómo don Quijote–, pero no es así, porque lo que

16
he contado lo vi por mis propios ojos y lo Montesinos que no me cansase en ello, las siete partidas del mundo, con más
toqué con mis mismas manos. Pero, ¿qué porque sería en balde, y más porque se puntualidad que las anduvo el infante don
dirás cuando te diga yo ahora cómo, entre llegaba la hora donde me convenía volver a Pedro de Portugal, hasta desencantarla’’.
otras infinitas cosas y maravillas que me salir de la sima. Díjome asimesmo que, ‘‘Todo eso, y más, debe vuestra merced a
mostró Montesinos, las cuales despacio y a andando el tiempo, se me daría aviso cómo mi señora’’, me respondió la doncella. Y,
sus tiempos te las iré contando en el habían de ser desencantados él, y Belerma tomando los cuatro reales, en lugar de
discurso de nuestro viaje, por no ser todas y Durandarte, con todos los que allí hacerme una reverencia, hizo una cabriola,
deste lugar, me mostró tres labradoras que estaban; pero lo que más pena me dio, de que se levantó dos varas de medir en el
por aquellos amenísimos campos iban las que allí vi y noté, fue que, estándome aire.
saltando y brincando como cabras; y, diciendo Montesinos estas razones, se –¡Oh santo Dios! –dijo a este tiempo dando
apenas las hube visto, cuando conocí ser la llegó a mí por un lado, sin que yo la viese una gran voz Sancho–. ¿Es posible que tal
una la sin par Dulcinea del Toboso, y las venir, una de las dos compañeras de la sin hay en el mundo, y que tengan en él tanta
otras dos aquellas mismas labradoras que ventura Dulcinea, y, llenos los ojos de fuerza los encantadores y encantamentos,
venían con ella, que hablamos a la salida lágrimas, con turbada y baja voz, me dijo: que hayan trocado el buen juicio de mi
del Toboso? Pregunté a Montesinos si las ‘‘Mi señora Dulcinea del Toboso besa a señor en una tan disparatada locura? ¡Oh
conocía, respondióme que no, pero que él vuestra merced las manos, y suplica a señor, señor, por quien Dios es, que
imaginaba que debían de ser algunas vuestra merced se la haga de hacerla vuestra merced mire por sí y vuelva por su
señoras principales encantadas, que pocos saber cómo está; y que, por estar en una honra, y no dé cré–dito a esas vaciedades
días había que en aquellos prados habían gran necesidad, asimismo suplica a vuestra que le tienen menguado y descabalado el
parecido; y que no me maravillase desto, merced, cuan encarecidamente puede, sea sentido!
porque allí estaban otras muchas señoras servido de prestarle sobre este faldellín que –Como me quieres bien, Sancho, hablas
de los pasados y presentes siglos, aquí traigo, de cotonía, nuevo, media desa manera –dijo don Quijote–; y, como
encantadas en diferentes y estrañas docena de reales, o los que vuestra merced no estás experimentado en las cosas del
figuras, entre las cuales conocía él a la tuviere, que ella da su palabra de mundo, todas las cosas que tienen algo de
reina Ginebra y su dueña Quintañona, volvérselos con mucha brevedad’’. dificultad te parecen imposibles; pero
escanciando el vino a Lanzarote, Suspendióme y admiróme el tal recado, y, andará el tiempo, como otra vez he dicho, y
cuando de Bretaña vino. volviéndome al señor Montesinos, le yo te contaré algunas de las que allá abajo
Cuando Sancho Panza oyó decir esto a su pregunté: ‘‘¿Es posible, señor Montesinos, he visto, que te harán creer las que aquí he
amo, pensó perder el jui–cio, o morirse de que los encantados principales padecen contado, cuya verdad ni admite réplica ni
risa; que, como él sabía la verdad del necesidad?’’ A lo que él me respondió: disputa. Capítulo 74: De cómo don
fingido encanto de Dulcinea, de quien él ‘‘Créame vuestra merced, señor don Quijote cayó malo, y del testamento que
había sido el encantador y el levantador de Quijote de la Mancha, que ésta que llaman hizo, y su muerte
tal testimonio, acabó de conocer necesidad adondequiera se usa, y por todo Como las cosas humanas no sean eternas,
indubitablemente que su señor estaba se estiende, y a todos alcanza, y aun hasta yendo siempre en declinación de sus
fuera de juicio y loco de todo punto; y así, los encantados no perdona; y, pues la principios hasta llegar a su último fin,
le dijo: señora Dulcinea del Toboso envía a pedir especialmente las vidas de los hombres, y
–En mala coyuntura y en peor sazón y en esos seis reales, y la prenda es buena, como la de don Quijote no tuviese privilegio
aciago día bajó vuestra merced, caro según parece, no hay sino dárselos; que, del cielo para detener el curso de la suya,
patrón mío, al otro mundo, y en mal punto sin duda, debe de estar puesta en algún llegó su fin y acabamiento cuando él menos
se encontró con el señor Montesinos, que grande aprieto’’. ‘‘Prenda, no la tomaré yo – lo pensaba; porque, o ya fuese de la
tal nos le ha vuelto. Bien se estaba vuestra le respondí–, ni menos le daré lo que pide, melancolía que le causaba el verse
merced acá arriba con su entero juicio, tal porque no tengo sino solos cuatro reales’’; vencido, o ya por la disposición del cielo,
cual Dios se le había dado, hablando los cuales le di (que fueron los que tú, que así lo ordenaba, se le arraigó una
sentencias y dando consejos a cada paso, Sancho, me diste el otro día para dar calentura que le tuvo seis días en la cama,
y no agora, contando los mayores limosna a los pobres que topase por los en los cuales fue visitado muchas veces del
disparates que pueden imaginarse. caminos), y le dije: ‘‘Decid, amiga mía, a cura, del bachiller y del barbero, sus
–Como te conozco, Sancho –respondió don vuesa señora que a mí me pesa en el alma amigos, sin quitársele de la cabecera
Quijote–, no hago caso de tus palabras. de sus trabajos, y que quisiera ser un Fúcar Sancho Panza, su buen escudero.
–Ni yo tampoco de las de vuestra merced – para remediarlos; y que le hago saber que éstos, creyendo que la pesadumbre de
replicó Sancho–, siquiera me hiera, siquiera yo no puedo ni debo tener salud careciendo verse vencido y de no ver cumplido su
me mate por las que le he dicho, o por las de su agradable vista y discreta deseo en la libertad y desencanto de
que le pienso decir si en las suyas no se conversación, y que le suplico, cuan Dulcinea le tenía de aquella suerte, por
corrige y enmienda. Pero dígame vuestra encarecidamente puedo, sea servida su todas las vías posibles procuraban
merced, ahora que estamos en paz: ¿cómo merced de dejarse ver y tratar deste su alegrarle, diciéndole el bachiller que se
o en qué conoció a la señora nuestra ama? cautivo servidor y asendereado caballero. animase y levantase, para comenzar su
Y si la habló, ¿qué dijo, y qué le Diréisle también que, cuando menos se lo pastoral ejercicio, para el cual tenía ya
respondió? piense, oirá decir como yo he hecho un compuesta una écloga, que mal año para
–Conocíla –respondió don Quijote– en que juramento y voto, a modo de aquel que hizo cuantas Sanazaro había compuesto, y que
trae los mesmos vestidos que traía cuando el marqués de Mantua, de vengar a su ya tenía comprados de su propio dinero
tú me le mostraste. Habléla, pero no me sobrino Baldovinos, cuando le halló para dos famosos perros para guardar el
respondió palabra; antes, me volvió las espirar en mitad de la montiña, que fue de ganado: el uno llamado Barcino, y el otro
espaldas, y se fue huyendo con tanta no comer pan a manteles, con las otras Butrón, que se los había vendido un
priesa, que no la alcanzara una jara. Quise zarandajas que allí añadió, hasta vengarle; ganadero del Quintanar. Pero no por esto
seguirla, y lo hiciera, si no me aconsejara y así le haré yo de no sosegar, y de andar dejaba don Quijote sus tristezas.

17
Llamaron sus amigos al médico, tomóle el y el peligro en que me pusieron haberlas después de haber hecho la cabeza del
pulso, y no le contentó mucho, y dijo que, leído, ya, por misericordia de Dios, testamento y ordenado su alma don
por sí o por no, atendiese a la salud de su escarmentando en cabeza propia, las Quijote, con todas aquellas circunstancias
alma, porque la del cuerpo corría peligro. abomino. cristianas que se requieren, llegando a las
Oyólo don Quijote con ánimo sosegado, Cuando esto le oyeron decir los tres, mandas, dijo:
pero no lo oyeron así su ama, su sobrina y creyeron, sin duda, que alguna nueva –ítem, es mi voluntad que de ciertos
su escudero, los cuales comenzaron a locura le había tomado. Y Sansón le dijo: dineros que Sancho Panza, a quien en mi
llorar tiernamente, como si ya le tuvieran –¿Ahora, señor don Quijote, que tenemos locura hice mi escudero, tiene, que, porque
muerto delante. Fue el parecer del médico nueva que está desencantada la señora ha habido entre él y mí ciertas cuentas, y
que melancolías y desabrimientos le Dulcinea, sale vuestra merced con eso? Y dares y tomares, quiero que no se le haga
acababan. Rogó don Quijote que le ¿agora que estamos tan a pique de ser cargo dellos, ni se le pida cuenta alguna,
dejasen solo, porque quería dormir un pastores, para pasar cantando la vida, sino que si sobrare alguno, después de
poco. Hiciéronlo así y durmió de un tirón, como unos príncipes, quiere vuesa merced haberse pagado de lo que le debo, el
como dicen, más de seis horas; tanto, que hacerse ermitaño? Calle, por su vida, restante sea suyo, que será bien poco, y
pensaron el ama y la sobrina que se había vuelva en sí, y déjese de cuentos. buen provecho le haga; y, si como estando
de quedar en el sueño. Despertó al cabo –Los de hasta aquí –replicó don Quijote–, yo loco fui parte para darle el gobierno de
del tiempo dicho, y, dando una gran voz, que han sido verdaderos en mi daño, los ha la ínsula, pudiera agora, estando cuerdo,
dijo: de volver mi muerte, con ayuda del cielo, darle el de un reino, se le diera, porque la
–¡Bendito sea el poderoso Dios, que tanto en mi provecho. Yo, señores, siento que sencillez de su condición y fidelidad de su
bien me ha hecho! En fin, sus misericordias me voy muriendo a toda priesa; déjense trato lo merece.
no tienen límite, ni las abrevian ni impiden burlas aparte, y traíganme un confesor que Y, volviéndose a Sancho, le dijo:
los pecados de los hombres. me confiese y un escribano que haga mi –Perdóname, amigo, de la ocasión que te
Estuvo atenta la sobrina a las razones del testamento, que en tales trances como éste he dado de parecer loco como yo,
tío, y pareciéronle más concertadas que él no se ha de burlar el hombre con el alma; y haciéndote caer en el error en que yo he
solía decirlas, a lo menos, en aquella así, suplico que, en tanto que el señor cura caído, de que hubo y hay caballeros
enfermedad, y preguntóle: me confiesa, vayan por el escribano. andantes en el mundo.
–¿Qué es lo que vuestra merced dice, Miráronse unos a otros, admirados de las –¡Ay! –respondió Sancho, llorando–: no se
señor? ¿Tenemos algo de nuevo? ¿Qué razones de don Quijote, y, aunque en duda, muera vuestra merced, señor mío, sino
misericordias son éstas, o qué pecados de le quisieron creer; y una de las señales por tome mi consejo y viva muchos años,
los hombres? donde conjeturaron se moría fue el haber porque la mayor locura que puede hacer un
–Las misericordias –respondió don vuelto con tanta facilidad de loco a cuerdo, hombre en esta vida es dejarse morir, sin
Quijote–, sobrina, son las que en este porque a las ya dichas razones añadió más ni más, sin que nadie le mate, ni otras
instante ha usado Dios conmigo, a quien, otras muchas tan bien dichas, tan cristianas manos le acaben que las de la melancolía.
como dije, no las impiden mis pecados. Yo y con tanto concierto, que del todo les vino Mire no sea perezoso, sino levántese desa
tengo juicio ya, libre y claro, sin las a quitar la duda, y a creer que estaba cama, y vámonos al campo vestidos de
sombras caliginosas de la ignorancia, que cuerdo. pastores, como tenemos concertado: quizá
sobre él me pusieron mi amarga y continua Hizo salir la gente el cura, y quedóse solo tras de alguna mata hallaremos a la señora
leyenda de los detestables libros de las con él, y confesóle. doña Dulcinea desencantada, que no haya
caballerías. Ya conozco sus disparates y El bachiller fue por el escribano, y de allí a más que ver. Si es que se muere de pesar
sus embelecos, y no me pesa sino que este poco volvió con él y con Sancho Panza; el de verse vencido, écheme a mí la culpa,
desengaño ha llegado tan tarde, que no me cual Sancho, que ya sabía por nuevas del diciendo que por haber yo cinchado mal a
deja tiempo para hacer alguna bachiller en qué estado estaba su señor, Rocinante le derribaron; cuanto más, que
recompensa, leyendo otros que sean luz hallando a la ama y a la sobrina llorosas, vuestra merced habrá visto en sus libros de
del alma. Yo me siento, sobrina, a punto de comenzó a hacer pucheros y a derramar caballerías ser cosa ordinaria derribarse
muerte; querría hacerla de tal modo, que lágrimas. Acabóse la confesión, y salió el unos caballeros a otros, y el que es vencido
diese a entender que no había sido mi vida cura, diciendo: hoy ser vencedor mañana.
tan mala que dejase renombre de loco, –Verdaderamente se muere, y –Así es –dijo Sansón–, y el buen Sancho
que, puesto que lo he sido, no querría verdaderamente está cuerdo Alonso Panza está muy en la verdad destos
confirmar esta verdad en mi muerte. Quijano el Bueno; bien podemos entrar casos.
Llámame, amiga, a mis buenos amigos: el para que haga su testamento. –Señores –dijo don Quijote–, vámonos
cura, al bachiller Sansón Carrasco y a Estas nuevas dieron un terrible empujón a poco a poco, pues ya en los nidos de
maese Nicolás, el barbero, que quiero los ojos preñados de ama, sobrina y de antaño no hay pájaros hogaño: yo fui loco,
confesarme y hacer mi testamento. Sancho Panza, su buen escudero, de tal y ya soy cuerdo; fui don Quijote de la
Pero de este trabajo se escusó la sobrina manera, que los hizo reventar las lágrimas Mancha, y soy agora, como he dicho,
con la ent[r]ada de los tres. Apenas los vio de los ojos y mil profundos suspiros del Alonso Quijano el Bueno. Pueda con
don Quijote, cuando dijo: pecho; porque, verdaderamente, como vuestras mercedes mi arrepentimiento y mi
–Dadme albricias, buenos señores, de que alguna vez se ha dicho, en tanto que don verdad volverme a la estimación que de mí
ya yo no soy don Quijote de la Mancha, Quijote fue Alonso Quijano el Bueno, a se tenía, y prosiga adelante el señor
sino Alonso Quijano, a quien mis secas, y en tanto que fue don Quijote de la escribano. –Ítem, mando toda mi hacienda,
costumbres me dieron renombre de Bueno. Mancha, fue siempre de apacible condición a puerta cerrada, a Antonia Quijana, mi
Ya soy enemigo de Amadís de Gaula y de y de agradable trato, y por esto no sólo era sobrina, que está presente, habiendo
toda la infinita caterva de su linaje, ya me bien querido de los de su casa, sino de sacado primero de lo más bien parado della
son odiosas todas las historias profanas del todos cuantos le conocían. lo que fuere menester para cumplir las
andante caballería, ya conozco mi necedad Entró el escribano con los demás, y, mandas que dejo hechas; y la primera

18
satisfación que se haga quiero que sea hallaron, dio su espíritu: quiero decir que se atrevió, o se ha de atrever, a escribir con
pagar el salario que debo del tiempo que mi murió. pluma de avestruz grosera y mal deliñada
ama me ha servido, y más veinte ducados Viendo lo cual el cura, pidió al escribano le las hazañas de mi valeroso caballero,
para un vestido. Dejo por mis albaceas al diese por testimonio como Alonso Quijano porque no es carga de sus hombros ni
señor cura y al señor bachiller Sansón el Bueno, llamado comúnmente don Quijote asunto de su resfriado ingenio; a quien
Carrasco, que están presentes. –Ítem, es de la Mancha, había pasado desta advertirás, si acaso llegas a conocerle, que
mi voluntad que si Antonia Quijana, mi presente vida y muerto naturalmente; y que deje reposar en la sepultura los cansados y
sobrina, quisiere casarse, se case con el tal testimonio pedía para quitar la ya podridos huesos de don Quijote, y no le
hombre de quien primero se haya hecho ocasión de algún otro autor que Cide quiera llevar, contra todos los fueros de la
información que no sabe qué cosas sean Hamete Benengeli le resucitase muerte, a Castilla la Vieja, haciéndole salir
libros de caballerías; y, en caso que se falsamente, y hiciese inacabables historias de la fuesa donde real y verdaderamente
averiguare que lo sabe, y, con todo eso, mi de sus hazañas. yace tendido de largo a largo,
sobrina quisiere casarse con él, y se Este fin tuvo el Ingenioso Hidalgo de la imposibilitado de hacer tercera jornada y
casare, pierda todo lo que le he mandado, Mancha, cuyo lugar no quiso poner Cide salida nueva; que, para hacer burla de
lo cual puedan mis albaceas distribuir en Hamete puntualmente, por dejar que todas tantas como hicieron tantos andantes
obras pías a su voluntad. –Ítem, suplico a las villas y lugares de la Mancha caballeros, bastan las dos que él hizo, tan a
los dichos señores mis albaceas que si la contendiesen entre sí por ahijársele y gusto y beneplácito de las gentes a cuya
buena suerte les trujere a conocer al autor tenérsele por suyo, como contendieron las noticia llegaron, así en éstos como en los
que dicen que compuso una historia que siete ciudades de Grecia por Homero. estraños reinos’’. Y con esto cumplirás con
anda por ahí con el título de Segunda parte Déjanse de poner aquí los llantos de tu cristiana profesión, aconsejando bien a
de las hazañas de don Quijote de la Sancho, sobrina y ama de don Quijote, los quien mal te quiere, y yo quedaré
Mancha, de mi parte le pidan, cuan nuevos epitafios de su sepultura, aunque satisfecho y ufano de haber sido el primero
encarecidamente ser pueda, perdone la Sansón Carrasco le puso éste: que gozó el fruto de sus escritos
ocasión que sin yo pensarlo le di de haber Yace aquí el Hidalgo fuerte enteramente, como deseaba, pues no ha
escrito tantos y tan grandes disparates que a tanto estremo llegó sido otro mi deseo que poner en
como en ella escribe, porque parto desta de valiente, que se advierte aborrecimiento de los hombres las fingidas
vida con escrúpulo de haberle dado motivo que la muerte no triunfó y disparatadas historias de los libros de
para escribirlos. de su vida con su muerte. caballerías, que, por las de mi verdadero
Cerró con esto el testamento, y, tomándole Tuvo a todo el mundo en poco; don Quijote, van ya tropezando, y han de
un desmayo, se tendió de largo a largo en fue el espantajo y el coco caer del todo, sin duda alguna. Vale.
la cama. Alborotáronse todos y acudieron a del mundo, en tal coyuntura,
su remedio, y en tres días que vivió que acreditó su ventura
después deste donde hizo el testamento, morir cuerdo y vivir loco.
se desmayaba muy a menudo. Andaba la Y el prudentísimo Cide Hamete dijo a su
casa alborotada; pero, con todo, comía la pluma:
sobrina, brindaba el ama, y se regocijaba –Aquí quedarás, colgada desta espetera y
Sancho Panza; que esto del heredar algo deste hilo de alambre, ni sé si bien cortada
borra o templa en el heredero la memoria o mal tajada péñola mía, adonde vivirás
de la pena que es razón que deje el luengos siglos, si presuntuosos y
muerto. malandrines historiadores no te descuelgan
En fin, llegó el último de don Quijote, para profanarte. Pero, antes que a ti
después de recebidos todos los lleguen, les puedes advertir, y decirles en el
sacramentos, y después de haber mejor modo que pudieres:
abominado con muchas y eficaces razones ‘‘¡Tate, tate, folloncicos!
de los libros de caballerías. Hallóse el De ninguno sea tocada;
escribano presente, y dijo que nunca había porque esta impresa, buen rey,
leído en ningún libro de caballerías que para mí estaba guardada.
algún caballero andante hubiese muerto en Para mí sola nació don Quijote, y yo para
su lecho tan sosegadamente y tan cristiano él; él supo obrar y yo escribir; solos los dos
como don Quijote; el cual, entre somos para en uno, a despecho y pesar del
compasiones y lágrimas de los que allí se escritor fingido y tordesillesco que se
UN PROBLEMA de Borges
Imaginemos que en Toledo se descubre un papel con un texto arábigo y que los paléografos lo declaran de
puño y letra de aquel Cide Hamete Benengeli de quien Cervantes derivó el Don Quijote. En el texto leemos que
el héroe (que, como es fama, recorría los caminos de España, armado con espada y lanza, y desafiaba por
cualquier motivo a cualquiera) descubre, al cabo de uno de sus muchos combates, que ha dado muerte a un
hombre. En este punto cesa el fragmento; el problema es adivinar, o conjeturar, cómo reacciona don Quijote.

Quijote de Manuel Vicent El País 16-04-2000

Dudo de que don Quijote fuera una buena persona: quería tener razón frente a todo el mundo y además nunca pagaba
la consumición en los mesones. Se podrá creer que su figura encarna esa parte noble que cualquier mortal, aun el más
descastado, lleva dentro, pero en el fondo era un maleducado que trataba con desprecio a su escudero. Alonso Quijano
19
hoy en un restaurante sería uno de esos que le grita al camarero porque el filete está poco hecho y arma por esa
nimiedad un altercado universal con la lanza incluida. A buen seguro que en su momento se hubiera hecho falangista,
nazi, revolucionario soviético o fascista con tal de cambiar la coraza por un uniforme. Tienen mucho peligro los que
proclaman la verdad desde lo alto de un caballo. Lo más odioso de este personaje no es su orgullo sino su vanidad. Si
hubiera sido escritor no habría cesado de dar lanzadas en el aire hasta ser el primero en la lista de los más vendidos. Si
hubiera sido jefe de negociado se habría enfrentado a cualquier villano diciendo: usted no sabe con quien está
hablando, y nadie hallaría la forma de calmarlo hasta no reconocer su grandeza y pasar por tonto como hacía Sancho
Panza con tal de no oírle. Confundir la locura con el alto espíritu es una estupidez y más si se intenta combatir la
injusticia sólo como un alarde de la propia nobleza. El ideal en esta vida es Sancho Panza sin estar gordo. Si uno
lograra imaginar a este personaje adusto y con el vientre liso descubriría bajo su jubón al propio Cervantes herido de
melancolía. Don Quijote es un puro flato que bascula entre el idealismo y la mala leche, entre las princesas inasequibles
y el onanismo; en cambio Sancho está lleno de sabiduría adquirida en las ventas donde este usuario del pollino al
menos tenía la decencia de pagar el porrón de vino y la pensión de cebada. El 23 de abril es el día de Cervantes, no de
Don Quijote. La historia de España, la conquista de América y las letras castellanas habrían sido mucho mejores si el
ejemplo hubiera sido un Sancho Panza lleno de ironía, pragmatismo y apego a los placeres, y no ese lunático anclado
en otra época. Cuando uno repara en esa ración de locura que todo el mundo lleva dentro, pronto se descubre que ese
quijotismo se identifica muchas veces con el ego insaciable. Por el contrario qué gran tipo sería hoy Sancho Panza si
además de las virtudes que lo adornan fuera flaco, midiera 1´85 y jugara al baloncesto

El matadero de Esteban Echeverría


A pesar de que la mía es historia, no la iglesia, y a contaminar la sociedad con el imploráis misericordia al pie de los altares!
empezaré por el arca de Noé y la mal ejemplo. Llegará la hora tremenda del vano crujir de
genealogía de sus ascendientes como Sucedió, pues, en aquel tiempo, una lluvia dientes y de las frenéticas imprecaciones.
acostumbraban hacerlo los antiguos muy copiosa. Los caminos se anegaron; Vuestra impiedad, vuestras herejías,
historiadores españoles de América que los pantanos se pusieron a nado y las vuestras blasfemias, vuestros crímenes
deben ser nuestros prototipos. Temo calles de entrada y salida a la ciudad horrendos, han traído sobre nuestra tierra
muchas razones para no seguir ese rebosaban en acuoso barro. Una tremenda las plagas del Señor. La justicia y el Dios
ejemplo, las que callo por no ser difuso. avenida se precipitó de repente por el de la Federación os declarará malditos.
Diré solamente que los sucesos de mi Riachuelo de Barracas, y extendió Las pobres mujeres salían sin aliento,
narración, pasaban por los años de Cristo majestuosamente sus turbias aguas hasta anonadadas del templo, echando, como
de 183... Estábamos, a más, en cuaresma, el pie de las barrancas del alto. El Plata era natural, la culpa de aquella calamidad
época en que escasea la carne en Buenos creciendo embravecido empujó esas a los unitarios.
Aires, porque la iglesia adoptando el aguas que venían buscando su cauce y Continuaba, sin embargo, lloviendo a
precepto de Epitecto, sustine las hizo correr hinchadas por sobre cántaros, y la inundación crecía
abstine (sufre, abstente) ordena vigilia y campos, terraplenes, arboledas, caseríos, acreditando el pronóstico de los
abstinencia a los estómagos de los fieles, y extenderse como un lago inmenso por predicadores. Las campanas comenzaron
a causa de que la carne es pecaminosa, y, todas las bajas tierras. La ciudad a tocar rogativas por orden del muy
como dice el proverbio, busca a la carne. circunvalada del Norte al Este por una católico Restaurador, quien parece no las
Y como la iglesia tiene ab initio y por cintura de agua y barro, y al Sud por un tenía todas consigo. Los libertinos, los
delegación directa de Dios el imperio piélago blanquecino en cuya superficie incrédulos, es decir, los unitarios,
inmaterial sobre las conciencias y flotaban a la ventura algunos empezaron a amedrentarse al ver tanta
estómagos, que en manera alguna barquichuelos y negreaban las chimeneas cara compungida, oír tanta batahola de
pertenecen al individuo, nada más justo y y las copas de los árboles, echaba desde imprecaciones. Se hablaba ya como de
racional que vede lo malo. sus torres y barrancas atónitas miradas al cosa resuelta de una procesión en que
Los abastecedores, por otra parte, buenos horizonte como implorando misericordia al debía ir toda la población descalza y a
federales, y por lo mismo buenos Altísimo. Parecía el amago de un nuevo cráneo descubierto, acompañando al
católicos, sabiendo que el pueblo de diluvio. Los beatos y beatas gimoteaban Altísimo, llevado bajo palio por el Obispo,
Buenos Aires atesora una docilidad haciendo novenarios y continuas hasta la barranca de Balcarce, donde
singular para someterse a toda especie de plegarias. Los predicadores atronaban el millares de voces conjurando al demonio
mandamiento, solo traen en días templo y hacían crujir el púlpito a unitario de la inundación, debían implorar
cuaresmales al matadero, los novillos puñetazos. Es el día del juicio, decían, el la misericordia divina.
necesarios para el sustento de los niños y fin del mundo está por venir. La cólera Feliz, o mejor, desgraciadamente, pues la
de los enfermos dispensados de la divina rebosando se derrama en cosa habría sido de verse, no tuvo efecto
abstinencia por la Bula..., y no con el inundación. ¡Ay de vosotros pecadores! la ceremonia, porque bajando el Plata, la
ánimo de que se harten algunos herejotes, ¡Ay de vosotros unitarios impíos que os inundación se fue poco a poco escurriendo
que no faltan, dispuestos siempre a violar mofáis de la iglesia, de los santos, y no en su inmenso lecho sin necesidad de
los mandamientos carnificinos de la escucháis con veneración la palabra de los conjuro ni plegarias.
ungidos del Señor! ¡Ay de vosotros si no
20
Lo que hace principalmente a mi historia el pescado y los porotos y otros alimentos desaforados gritos las últimas ratas que
es que por causa de la inundación estuvo algo indigestos. agonizaban de hambre en sus cuevas, se
quince días el matadero de la Esta guerra se manifestaba por sollozos y reanimaron y echaron a correr
Convalecencia sin ver una sola cabeza gritos descompasados en la peroración de desatentadas conociendo que volvían a
vacuna, y que en uno o dos, todos los los sermones y por rumores y estruendos aquellos lugares la acostumbrada alegría y
bueyes de quinteros y aguateros se subitáneos en las casas y calles de la la algazara precursora de abundancia.
consumieron en el abasto de la ciudad. ciudad o donde quiera concurrían gentes. El primer novillo que se mató fue todo
Los pobres niños y enfermos se Alarmose un tanto el gobierno, tan entero de regalo al Restaurador, hombre
alimentaban con huevos y gallinas, y los paternal como previsor, del Restaurador muy amigo del asado. Una comisión de
gringos y herejotes bramaban por el beef- creyendo aquellos tumultos de origen carniceros marchó a ofrecérselo a nombre
steak y el asado. La abstinencia de carne revolucionario y atribuyéndolos a los de los federales del matadero,
era general en el pueblo, que nunca se mismos salvajes unitarios, cuyas manifestándole in voce su agradecimiento
hizo más digno de la bendición de la impiedades, según los predicadores por la acertada providencia del gobierno,
iglesia, y así fue que llovieron sobre él federales, habían traído sobre el país la su adhesión ilimitada al Restaurador y su
millones y millones de indulgencias inundación de la cólera divina; tomó odio entrañable a los salvajes unitarios,
plenarias. Las gallinas se pusieron a 6 $ y activas providencias, desparramó sus enemigos de Dios y de los hombres. El
los huevos a 4 reales y el pescado esbirros por la población y por último, bien Restaurador contestó a la
carísimo. No hubo en aquellos días informado, promulgó un decreto arenga rinforzando sobre el mismo tema y
cuaresmales promiscuaciones ni excesos tranquilizador de las conciencias y de los concluyó la ceremonia con los
de gula; pero en cambio se fueron estómagos, encabezado por un correspondientes vivas y vociferaciones de
derechito al cielo innumerables ánimas y considerando muy sabio y piadoso para los espectadores y actores. Es de creer
acontecieron cosas que parecen soñadas. que a todo trance y arremetiendo por agua que el Restaurador tuviese permiso
No quedó en el matadero ni un solo ratón y todo se trajese ganado a los corrales. especial de su ilustrísima para no
vivo de muchos millares que allí tenían En efecto, el decimosexto día de la abstenerse de carne, porque siendo tan
albergue. Todos murieron de hambre o carestía víspera del día de Dolores, entró buen observador de las leyes, tan buen
ahogados en sus cuevas por la incesante a nado por el paso de Burgos al matadero católico y tan acérrimo protector de la
lluvia. Multitud de negras rebusconas del Alto una tropa de cincuenta novillos religión, no hubiera dado mal ejemplo
de achuras, como los caranchos de presa, gordos; cosa poca por cierto para una aceptando semejante regalo en día santo.
se desbandaron por la ciudad como otras población acostumbrada a consumir Siguió la matanza y en un cuarto de hora
tantas harpías prontas a devorar cuanto diariamente de 250 a 300, y cuya tercera cuarenta y nueve novillos se hallan
hallaran comible. Las gaviotas y los perros parte al menos gozaría del fuero tendidos en la playa del matadero,
inseparables rivales suyos en el matadero, eclesiástico de alimentarse con carne. desollados unos, los otros por desollar. E1
emigraron en busca de alimento animal. ¡Cosa estraña que haya estómagos espectáculo que ofrecía entonces era
Porción de viejos achacosos cayeron en privilegiados y estómagos sujetos a leyes animado y pintoresco aunque reunía todo
consunción por falta de nutritivo caldo; inviolables y que la iglesia tenga la llave de lo horriblemente feo, inmundo y deforme
pero lo más notable que sucedió fue el los estómagos! de una pequeña clase proletaria peculiar
fallecimiento casi repentino de unos Pero no es extraño, supuesto que el diablo del Río de la Plata. Pero para que el lector
cuantos gringos herejes que cometieron el con la carne suele meterse en el cuerpo y pueda percibirlo a un golpe de ojo preciso
desacato de darse un hartazgo de que la iglesia tiene el poder de conjurarlo: es hacer un croquis de la localidad.
chorizos de Extremadura, jamón y bacalao el caso es reducir al hombre a una El matadero de la Convalescencia o del
y se fueron al otro mundo a pagar el máquina cuyo móvil principal no sea su Alto, sito en las quintas al Sud de la
pecado cometido por tan abominable voluntad sino la de la iglesia y el gobierno. ciudad, es una gran playa en forma
promiscuación. Quizá llegue el día en que sea prohibido rectangular colocada al extremo de dos
Algunos médicos opinaron que si la respirar aire libre, pasearse y hasta calles, una de las cuales allí se termina y
carencia de careo continuaba, medio conversar con un amigo, sin permiso de la otra se prolonga hacia el Este. Esta
pueblo caería en síncope por estar los autoridad competente. Así era, poco más o playa con declive al Sud, está cortada por
estómagos acostumbrados a su menos, en los felices tiempos de nuestros un zanjón labrado por la corriente de las
corroborante jugo; y era de notar el beatos abuelos que por desgracia vino a aguas pluviales, en cuyos bordes laterales
contraste entre estos tristes pronósticos de turbar la revolución de Mayo. se muestran innumerables cuevas de
la ciencia y los anatemas lanzados desde Sea como fuera; a la noticia de la ratones y cuyo cauce, recoge en tiempo de
el púlpito por los reverendos padres contra providencia gubernativa, los corrales del lluvia, toda la sangrasa seca o reciente del
toda clase de nutrición animal y de Alto se llenaron, a pesar del barro, de matadero. En la junción del ángulo recto
promiscuación en aquellos días destinados carniceros, achuradores y curiosos, hacia el Oeste está lo que llaman la
por la iglesia al ayuno y la penitencia. Se quienes recibieron con grandes casilla, edificio bajo, de tres piezas de
originó de aquí una especie de guerra vociferaciones y palmoteos los cincuenta media agua con corredor al frente que da
intestina entre los estómagos y las novillos destinados al matadero. a la calle y palenque para atar caballos, a
conciencias, atizada por el inexorable -Chica, pero gorda -exclamaban.- ¡Viva la cuya espalda se notan varios corrales de
apetito y las no menos inexorables Federación! ¡Viva el Restaurador! palo a pique de ñandubay con sus fornidas
vociferaciones de los ministros de la Porque han de saber los lectores que en puertas para encerrar el ganado.
iglesia, quienes, como es su deber, no aquel tiempo la Federación estaba en Estos corrales son en tiempo de invierno
transigen con vicio alguno que tienda a todas partes, hasta entre las inmundicias un verdadero lodazal en el cual los
relajar las costumbres católicas: a lo que del matadero y no había fiesta sin animales apeñuscados se hunden hasta el
se agregaba el estado de flatulencia Restaurador como no hay sermón sin encuentro y quedan como pegados y casi
intestinal de los habitantes, producido por Agustín. Cuentan que al oír tan sin movimiento. En la casilla se hace la

21
recaudación del impuesto de corrales, se cruzaban por entre ellas al tranco o su algazara la nube de gaviotas que
cobran las multas por violación de reclinados sobre el pescuezo de los columpiándose en el aire celebraba
reglamentos y se sienta el juez del caballos echaban ojo indolente sobre uno chillando la matanza. Oíanse a menudo a
matadero, personaje importante, caudillo de aquellos animados grupos, al paso que pesar del veto del Restaurador y de la
de los carniceros y que ejerce la suma del mas arriba, en el aire, un enjambre de santidad del día, palabras inmundas y
poder en aquella pequeña república por gaviotas blanquiazules que habían vuelto obscenas, vociferaciones preñadas de
delegación del Restaurador. -Fáciles de la emigración al olor de carne, todo el cinismo bestial que caracteriza a la
calcular qué clase de hombre se requiere revoloteaban cubriendo con su disonante chusma de nuestros mataderos, con las
para el desempeño de semejante cargo. graznido todos los ruidos y voces del cuales no quiero regalar a los lectores.
La casilla por otra parte, es un edificio tan matadero y proyectando una sombra clara De repente caía un bofe sangriento sobre
ruin y pequeño que nadie lo notaría en los sobre aquel campo de horrible carnicería. la cabeza de alguno, que de allí pasaba a
corrales a no estar asociado su nombre al Esto se notaba al principio de la matanza. la de otro, hasta que algún deforme mastín
del terrible juez y a no resaltar sobre su Pero a medida que adelantaba, la lo hacia buena presa, y una cuadrilla de
blanca cintura los siguientes letreros rojos: perspectiva variaba; los grupos se otros, por si estrujo o no estrujo, armaba
«Viva la Federación», «Viva el deshacían, venían a formarse tomando una tremenda de gruñidos y mordiscones.
Restaurador y la heroína doña diversas aptitudes y se desparramaban Alguna tía vieja salia furiosa en
Encarnación Ezcurra», «Mueran los corriendo como si en medio de ellos persecución de un muchacho que le había
salvajes unitarios». Letreros muy cayese alguna bala perdida o asomase la embadurnado el rostro con sangre, y
significativos, símbolo de la fe política y quijada de algún encolerizado mastín. Esto acudiendo a sus gritos y puteadas los
religiosa de la gente del matadero. Pero era, que inter el carnicero en un grupo compañeros del rapaz, la rodeaban y
algunos lectores no sabrán que la tal descuartizaba a golpe de hacha, colgaba azuzaban como los perros al toro y llovían
heroína es la difunta esposa del en otro los cuartos en los ganchos a su sobre ella zoquetes de carne, bolas de
Restaurador, patrona muy querida de los carreta, despellejaba en éste, sacaba el estiércol, con groseras carcajadas y gritos
carniceros, quienes, ya muerta, la sebo en aquél, de entre la chusma que frecuentes, hasta que el juez mandaba
veneraban como viva por sus virtudes ojeaba y aguardaba la presa de achura restablecer el orden y despejar el campo.
cristianas y su federal heroísmo en la salía de cuando en cuando una mugrienta Por un lado dos muchachos se
revolución contra Balcarce. Es el caso que mano a dar un tarazcón con el cuchillo al adiestraban en el manejo del cuchillo
en un aniversario de aquella memorable sebo o a los cuartos de la res, lo que tirándose horrendos tajos y reveses; por
hazaña de la mazorca los carniceros originaba gritos y explosión de cólera del otro cuatro ya adolescentes ventilaban a
festejaron con un espléndido banquete en carnicero y el continuo hervidero de los cuchilladas el derecho a una tripa gorda y
la casilla a la heroína, banquete a que grupos, -dichos y gritería descompasada un mondongo que habían robado a un
concurrió con su hija y otras señoras de los muchachos. carnicero; y no de ellos distante, porción
federales, y que allí en presencia de un -Ahí se mete el sebo en las tetas, la tía - de perros flacos ya de la forzosa
gran concurso ofreció a los señores gritaba uno. abstinencia, empleaban el mismo medio
carniceros en un solemne brindis su -Aquel lo escondió en el alzapón -replicaba para saber quién se llevaría un hígado
federal patrocinio, por cuyo motivo ellos la la negra. envuelto en barro. Simulacro en pequeño
proclamaron entusiasmados patrona del -¡Che!, negra bruja, salí de aquí antes que era este del modo bárbaro con que se
matadero, estampando su nombre en las te pegue un tajo -exclamaba el carnicero. ventilan en nuestro país las cuestiones y
paredes de la casilla donde se estará -¿Qué le hago ño, Juan?, ¡no sea malo! los derechos individuales y sociales. En
hasta que lo borre la mano del tiempo. Yo no quiero sino la panza y las tripas. fin, la escena que se representaba en el
La perspectiva del matadero a la distancia -Son para esa bruja: a la m... matadero era para vista no para escrita.
era grotesca, llena de animación. Cuarenta -¡A la bruja! ¡a la bruja! -repitieron los Un animal había quedado en los corrales
y nueve reses estaban tendidas sobre sus muchachos-: ¡se lleva la riñonada y el de corta y ancha cerviz, de mirar fiero,
cueros y cerca de doscientas personas tongorí! -y cayeron sobre su cabeza sobre cuyos órganos genitales no estaban
hollaban aquel suelo de lodo regado con la sendos cuajos de sangre y tremendas conformes los pareceres porque tenía
sangre de sus arterias. En torno de cada pelotas de barro. apariencias de toro y de novillo. Llegole su
res resaltaba un grupo de figuras humanas Hacia otra parte, entre tanto, dos africanas hora. Dos enlazadores a caballo
de tez y raza distintas. La figura mas llevaban arrastrando las entrañas de un penetraron al corral en cuyo contorno
prominente de cada grupo era el carnicero animal; allá una mulata se alejaba con un hervía la chusca a pie, a caballo y
con el cuchillo en mano, brazo y pecho ovillo de tripas y resbalando de repente horquetada sobre sus ñudosos palos.
desnudos, cabello largo y revuelto, camisa sobre un charco de sangre, caía a plomo, Formaban en la puerta el más grotesco y
y chiripá y rostro embadurnado de sangre. cubriendo con su cuerpo la codiciada sobresaliente grupo varios pialadores y
A sus espaldas se rebullían caracoleando presa. Acullá se veían acurrucadas en enlazadores de a pie con el brazo desnudo
y siguiendo los movimientos una comparsa hilera 400 negras destejiendo sobre las y armados del certero lazo, la cabeza
de muchachos, de negras y mulatas faldas el ovillo y arrancando uno a uno los cubierta con un pañuelo punzó y chaleco y
achuradoras, cuya fealdad trasuntaba las sebitos que el avaro cuchillo del carnicero chiripá colorado, teniendo a sus espaldas
harpías de la fábula, y entremezclados con había dejado en la tripa como rezagados, varios jinetes y espectadores de ojo
ella algunos enormes mastines, al paso que otras vaciaban panzas y escrutador y anhelante.
olfateaban, gruñían o se daban de vejigas y las henchían de aire de sus El animal prendido ya al lazo por las astas,
tarascones por la presa. Cuarenta y tantas pulmones para depositar en ellas, luego de bramaba echando espuma furibundo y no
carretas toldadas con negruzco y pelado secas, la achura. había demonio que lo hiciera salir del
cuero se escalonaban irregularmente a lo Varios muchachos gambeteando a pie y a pegajoso barro donde estaba como
largo de la playa y algunos jinetes con el caballo se daban de vejigazos o se tiraban clavado y era imposible pialarlo.
poncho calado y el lazo prendido al tiento, bolas de carne, desparramando con ellas y Gritábanlo, lo azuzaban en vano con las

22
mantas y pañuelos los muchachos cabeza y el cadáver palpitante del direcciones azorando con su presencia a
prendidos sobre las horquetas del corral, y muchacho degollado por el lazo, todo viviente se metió por la tranquera de
era de oír la disonante batahola de manifestando horror en su atónito una quinta donde halló su perdición.
silbidos, palmadas y voces tiples y roncas semblante, y la otra parte compuesta de Aunque cansado, manifestaba bríos y
que se desprendía de aquella singular jinetes que no vieron la catástrofe se colérico ceño; pero rodeábalo una zanja
orquesta. escurrió en distintas direcciones en pos del profunda y un tupido cerco de pitas, y no
Los dicharachos, las exclamaciones toro, vociferando y gritando: ¡Allá va el había escape. Juntáronse luego sus
chistosas y obscenas rodaban de boca en toro! ¡Atajen! ¡Guarda! -Enlaza, Siete perseguidores que se hallaban
boca y cada cual hacia alarde pelos. -¡Que te agarra, Botija! -Ya furioso; desbandados y resolvieron llevarlo en un
espontáneamente de su ingenio y de su no se le pongan delante. -¡Ataja, ataja señuelo de bueyes para que espiase su
agudeza excitado por el espectáculo o morado! -Dele espuela al mancarrón. -Ya atentado en el lugar mismo donde lo había
picado por el aguijón de alguna lengua se metió en la calle sola. -¡Que lo ataje el cometido.
locuaz. diablo! Una hora después de su fuga el toro
-Hi de p... en el toro. El tropel y vocería era infernal. Unas estaba otra vez en el Matadero donde la
-Al diablo los torunos del Azul. cuantas negras achuradoras sentadas en poca chusma que había quedado no
-Mal haya el tropero que nos da gato por hilera al borde del zanjón oyendo el hablaba sino de sus fechorías. La aventura
liebre. tumulto se acogieron y agazaparon entre del gringo en el pantano excitaba
-Si es novillo. las panzas y tripas que desenredaban y principalmente la risa y el sarcasmo. Del
-¿No está viendo que es toro viejo? devanaban con la paciencia de Penélope, niño degollado por el lazo no quedaba sino
-Como toro le ha de quedar. ¡Muéstreme lo que sin duda las salvó porque el animal un charco de sangre: su cadáver estalla en
los c..., si le parece, c...o! lanzó al mirarlos un bufido aterrador, dio el cementerio.
-Ahí los tiene entre las piernas. No los ve, un brinco sesgado y siguió adelante Enlazaron muy luego por las astas al
amigo, más grandes que la cabeza de su perseguido por los jinetes. Cuentan que animal que brincaba haciendo hincapié y
castaño; ¿o se ha quedado ciego en el una de ellas se fue de cámaras; otra rezó lanzando roncos bramidos. Echáronle,
camino? diez salves en dos minutos, y dos uno, dos, tres piales; pero infructuosos: al
-Su madre sería la ciega, pues que tal hijo prometieron a San Benito no volver jamás cuarto quedó prendido de una pata: su
ha parido. ¿No ve que todo ese bulto es a aquellos malditos corrales y abandonar brío y su furia redoblaron; su lengua
barro? el oficio de achuradoras. No se sabe si estirándose convulsiva arrojaba espuma,
-Es emperrado y arisco como un unitario. - cumplieron la promesa. su nariz humo, sus ojos miradas
Y al oír esta mágica palabra todos a una El toro entre tanto tomó hacia la ciudad por encendidas -¡Desgarreten ese animal!
voz exclamaron: ¡mueran los salvajes una larga y angosta calle que parte de la exclamó una voz imperiosa. Matasiete se
unitarios! punta más aguda del rectángulo tiró al punto del caballo, cortole el garrón
-Para el tuerto los h... anteriormente descripto, calle encerrada de una cuchillada y gambeteando en torno
-Sí, para el tuerto, que es hombre de c... por una zanja y un cerco de tunas, que de él con su enorme daga en mano, se la
para pelear con los unitarios. llaman soles por no tener mas de dos hundió al cabo hasta el puño en la
-El matahambre a Matasiete, degollador casas laterales y en cuyo aposado centro garganta mostrándola en seguida
de unitarios. ¡Viva Matasiete! había un profundo pantano que tomaba de humeante y roja a los espectadores. Brotó
-¡A Matasiete el matahambre! zanja a zanja. Cierto inglés, de vuelta de un torrente de la herida, exhaló algunos
-Allá va, gritó una voz ronca su saladero vadeaba este pantano a la bramidos roncos, vaciló y cayó el soberbio
interrumpiendo aquellos desahogos de la sazón, paso a paso en un caballo algo animal entre los gritos de la chusma que
cobardía feroz. ¡Allá va el toro! arisco, y sin duda iba tan absorto en sus proclamaba a Matasiete vencedor y le
-¡Alerta! Guarda los de la puerta. Allá va cálculos que no oyó el tropel de jinetes ni adjudicaba en premio el matambre.
furioso como un demonio! la gritería sino cuando el toro arremetía al Matasiete extendió, como orgulloso, por
Y en efecto, el animal acosado por los pantano. Azorose de repente su caballo segunda vez el brazo y el cuchillo
gritos y sobre todo por dos picanas agudas dando un brinco al sesgo y echó a correr ensangrentado y se agachó a desollarle
que le espoleaban la cola, sintiendo flojo el dejando al pobre hombre hundido media con otros compañeros.
lazo, arremetió bufando a la puerta, vara en el fango. Este accidente, sin Faltaba que resolver la duda sobre los
lanzando a entrambos lados una rojiza y embargo, no detuvo ni refrenó la carrera órganos genitales del muerto clasificado
fosfórica mirada. Diole el tirón el enlazador de los perseguidores del toro, antes al provisoriamente de toro por su indomable
sentando su caballo, desprendió el lazo de contrario, soltando carcajadas sarcásticas: fiereza; pero estaban todos tan fatigados
la asta, crujió por el aire un áspero -Se amoló el gringo; levántate, gringo - de la larga tarea que la echaron por lo
zumbido y al mismo tiempo se vio rodar exclamaron, y cruzando el pantano pronto en olvido. Mas de repente una voz
desde lo alto de una horqueta del corral, amasando con barro bajo las patas de sus ruda exclamó: aquí están los huevos,
como si un golpe de hacha la hubiese caballos, su miserable cuerpo. Salió el sacando de la barriga del animal y
dividido a cercén una cabeza de niño cuyo gringo, como pudo, después a la orilla, mostrando a los espectadores dos
tronco permaneció inmóvil sobre su más con la apariencia de un demonio enormes testículos, signo inequívoco de
caballo de palo, lanzando por cada arteria tostado por las llamas del infierno que de su dignidad de toro. La risa y la charla fue
un largo chorro de sangre. un hombre blanco pelirrubio. Más adelante grande; todos los incidentes desgraciados
-Se cortó el lazo -gritaron unos-: allá va el al grito de ¡al toro! ¡al toro! cuatro negras pudieron fácilmente explicarse. Un toro en
toro -pero otros deslumbrados y atónitos achuradores que se retiraban con su presa el Matadero era cosa muy rara, y aun
guardaron silencio porque todo fue como se zabulleron en la zanja llena de agua, vedada. Aquél, según reglas de buena
un relámpago. único refugio que les quedaba. policía debió arrojarse a los perros; pero
Desparramose un tanto el grupo de la El animal, entre tanto, después de haber había tanta escasez de carne y tantos
puerta. Una parte se agolpó sobre la corrido unas 20 cuadras en distintas

23
hambrientos en la población, que el señor salió al encuentro y con fornido brazo encarando al Juez exclamó con voz
Juez tuvo a bien hacer ojo lerdo. asiéndolo de la corbata lo tendió en el preñada de indignación:
En dos por tres estuvo desollado, suelo tirando al mismo tiempo la daga de -Infames sayones, ¿qué intentan hacer de
descuartizado y colgado en la carreta el la cintura y llevándola a su garganta. mí?
maldito toro. Matasiete colocó el matambre Una tremenda carcajada y un nuevo viva -¡Calma! -dijo sonriendo el juez-; no hay
bajo el pellón de su recado y se preparaba estertóreo volvió a victoriarlo. que encolerizarse. Ya lo verás.
a partir. La matanza estaba concluida a las ¡Qué nobleza de alma! ¡Qué bravura en El joven, en efecto, estaba fuera de sí de
12, y la poca chusma que había los federales!, siempre en pandilla cólera. Todo su cuerpo parecía estar en
presenciado hasta el fin, se retiraba en cayendo como buitres sobre la víctima convulsión: su pálido y amoratado rostro,
grupos de a pie y de a caballo, o tirando a inerte. su voz, su labio trémulo, mostraban el
la cincha algunas carretas cargadas de -Degüéllalo, Matasiete -quiso sacar las movimiento convulsivo de su corazón, la
carne. pistolas-. Degüéllalo como al Toro. agitación de sus nervios. Sus ojos de
Mas de repente la ronca voz de un -Pícaro unitario. Es preciso tusarlo. fuego parecían salirse de la órbita, su
carnicero gritó: -¡Allí viene un unitario!, y al -Tiene buen pescuezo para el violín. negro y lacio cabello se levantaba erizado.
oír tan significativa palabra toda aquella -Tócale el violín. Su cuello desnudo y la pechera de su
chusma se detuvo como herida de una -Mejor es resbalosa. camisa dejaban entrever el latido violento
impresión subitánea. -Probemos -dijo Matasiete y empezó de sus arterias y la respiración anhelante
-¿No le ven la patilla en forma de U? No sonriendo a pasar el filo de su daga por la de sus pulmones.
trae divisa en el fraque ni luto en el garganta del caído, mientras con la rodilla -¿Tiemblas? -le dijo el Juez.
sombrero. izquierda le comprimía el pecho y con la -De rabia, por que no puedo sofocarte
-Perro unitario. siniestra mano le sujetaba por los cabellos. entre mis brazos.
-Es un cajetilla. -No, no le degüellen -exclamó de lejos la -¿Tendrías fuerza y valor para eso?
-Monta en silla como los gringos. voz imponente del Juez del Matadero que -Tengo de sobra voluntad y coraje para ti,
-La mazorca con él. se acercaba a caballo. infame.
-¡La tijera! -A la casilla con él, a la casilla. Preparen la -A ver las tijeras de tusar mi caballo;
-Es preciso sobarlo. mashorca y las tijeras. ¡Mueran los túsenlo a la federala.
-Trae pistoleras por pintar. salvajes unitarios! ¡Viva el Restaurador de Dos hombres le asieron, vino de la
-Todos estos cajetillas unitarios son las leyes! ligadura del brazo, otro de la cabeza y en
pintores como el diablo. -Viva Matasiete. un minuto cortáronle la patilla que poblaba
-¿A que no te le animas, Matasiete? ¡Mueran! ¡Vivan!, repitieron en coro los toda su barba por bajo, con risa
-¿A que no? espectadores y atándole codo con codo, estrepitosa de sus espectadores.
-A que sí. entre moquetes y tirones, entre -A ver -dijo el Juez-, un vaso de agua para
Matasiete era hombre de pocas palabras y vociferaciones e injurias arrastraron al que se refresque.
de mucha acción. Tratándose de violencia, infeliz joven al banco del tormento como -Uno de hiel te haría yo beber, infame.
de agilidad, de destreza en el hacha, el los sayones al Cristo. Un negro petizo púsosele al punto delante
cuchillo o el caballo, no hablaba y obraba. La sala de la casilla tenía en su centro una con un vaso de agua en la mano. Diole el
Lo habían picado: prendió la espuela a su grande y fornida mesa de la cual no salían joven un puntapié en el brazo y el vaso fue
caballo y se lanzó a brida suelta al los vasos de bebida y los naipes sino para a estrellarse en el techo salpicando el
encuentro del unitario. dar lugar a las ejecuciones y torturas de asombrado rostro de los espectadores.
Era este un joven como de 25 años de los sayones federales del Matadero. -Éste es incorregible.
gallarda y bien apuesta persona que Notábase además en un rincón otra mesa -Ya lo domaremos.
mientras salían en borbotón de aquellas chica con recado de escribir y un cuaderno -Silencio -dijo el Juez-, ya estás afeitado a
desaforadas bocas las anteriores de apuntes y porción de sillas entre las la federala, sólo te falta el bigote. Cuidado
exclamaciones trotaba hacia Barracas, que resaltaba un sillón de brazos con olvidarlo. Ahora vamos a cuentas.
muy ajeno de temer peligro alguno. destinado para el Juez. Un hombre, -¿Por qué no traes divisa?
Notando empero, las significativas miradas soldado en apariencia, sentado en una de -Porque no quiero.
de aquel grupo de dogos de matadero, ellas cantaba al son de la guitarra la -No sabes que lo manda el Restaurador.
echa maquinalmente la diestra sobre las resbalosa, tonada de inmensa popularidad -La librea es para vosotros, esclavos, no
pistoleras de su silla inglesa, cuando una entre los federales, cuando la chusma para los hombres libres.
pechada al sesgo del caballo de Matasiete llegando en tropel al corredor de la casilla -A los libres se les hace llevar a la fuerza.
lo arroja de los lomos del suyo tendiéndolo lanzó a empellones al joven unitario hacia -Sí, la fuerza y la violencia bestial. Ésas
a la distancia boca arriba y sin movimiento el centro de la sala. son vuestras armas; infames. El lobo, el
alguno. -A ti te toca la resbalosa -gritó uno. tigre, la pantera también son fuertes como
-¡Viva Matasiete! -exclamó toda aquella -Encomienda tu alma al diablo. vosotros. Deberíais andar como ellas en
chusma cayendo en tropel sobre la víctima -Está furioso como toro montaraz. cuatro patas.
como los caranchos rapaces sobre la -Ya le amansará el palo. -¿No temes que el tigre te despedace?
osamenta de un buey devorado por el -Es preciso sobarlo. -Lo prefiero a que maniatado me
tigre. -Por ahora verga y tijera. arranquen como el cuervo, una a una las
Atolondrado todavía el joven fue, lanzando -Si no, la vela. entrañas.
una mirada de fuego sobre aquellos -Mejor será la mazorca. -¿Por qué no llevas luto en el sombrero
hombres feroces, hacia su caballo que -Silencio y sentarse -exclamó el Juez por la heroína?
permanecía inmóvil no muy distante a dejándose caer sobre su sillón. Todos -Porque lo llevo en el corazón por la
buscar en sus pistolas el desagravio y la obedecieron, mientras el joven de pie Patria, por la Patria que vosotros habéis
venganza. Matasiete dando un salto le asesinado, ¡infames!

24
-No sabes que así lo dispuso el relieve sobre su blanco cutis como si -Tenía un río de sangre en las venas -
Restaurador. estuvieran repletas de sangre. articuló otro.
-Lo dispusisteis vosotros, esclavos, para -Átenlo primero -exclamó el Juez. -Pobre diablo: queríamos únicamente
lisonjear el orgullo de vuestro señor y -Está rugiendo de rabia -articuló un sayón. divertirnos con él y tomó la cosa
tributarle vasallaje infame. En un momento liaron sus piernas en demasiado a lo serio -exclamó el juez
-¡Insolente! Te has embravecido mucho. ángulo a los cuatro pies de la mesa frunciendo el ceño de tigre-. Es preciso dar
Te haré cortar la lengua si chistas. volcando su cuerpo boca abajo. Era parte, desátenlo y vamos.
-Abajo los calzones a ese mentecato preciso hacer igual operación con las Verificaron la orden; echaron llave a la
cajetilla y a nalga pelada denle verga, bien manos, para lo cual soltaron las ataduras puerta y en un momento se escurrió la
atado sobre la mesa. que las comprimían en la espalda. chusma en pos del caballo del Juez
Apenas articuló esto el Juez, cuatro Sintiéndolas libres el joven, por un cabizbajo y taciturno.
sayones salpicados de sangre, movimiento brusco en el cual pareció Los federales habían dado fin a una de
suspendieron al joven y lo tendieron largo agotarse toda su fuerza y vitalidad, se sus innumerables proezas.
a largo sobre la mesa comprimiéndole incorporó primero sobre sus brazos, En aquel tiempo los carniceros
todos sus miembros. después sobre sus rodillas y se desplomó degolladores del Matadero eran los
-Primero degollarme que desnudarme; al momento murmurando: -Primero apóstoles que propagaban a verga y puñal
infame canalla. degollarme que desnudarme, infame la federación rosina, y no es difícil
Atáronle un pañuelo por la boca y canalla. imaginarse que federación saldría de sus
empezaron a tironear sus vestidos. Sus fuerzas se habían agotado; cabezas y cuchillas. Llamaban ellos
Encogíase el joven, pateaba, hacía inmediatamente quedó atado en cruz y salvaje unitario, conforme a la jerga
rechinar los dientes. Tomaban ora sus empezaron la obra de desnudarlo. inventada por el Restaurador, patrón de la
miembros la flexibilidad del junco, ora la Entonces un torrente de sangre brotó cofradía, a todo el que no era degollador,
dureza del fierro y su espina dorsal era el borbolloneando de la boca y las narices carnicero, ni salvaje, ni ladrón; a todo
eje de un movimiento parecido al de la del joven y extendiéndose empezó a caer hombre decente y de corazón bien puesto,
serpiente. Gotas de sudor fluían por su a chorros por entrambos lados de la mesa. a todo patriota ilustrado amigo de las luces
rostro grandes como perlas; echaban Los sayones quedaron inmobles y los y de la libertad; y por el suceso anterior
fuego sus pupilas, su boca espuma, y las espectadores estupefactos. puede verse a las claras que el foco de la
venas de su cuello y frente negreaban en -Reventó de rabia el salvaje unitario -dijo federación estaba en el Matadero.
uno.

Maestras Argentinas: Clara Dezcurra de modernista francés Alphonse Iglesia de los Cordeleros, como se lo
Roberto Fontanarrosa Chateauvieux a fines de 1815. La escuela había prometido don Juan Lezica, cuando
de Clara Dezcurra, apenas un simple era alguacil segundo del Municipio, para
Clara Dezcurra toma la pluma y escribe la salón de tierra apisonada, no tiene luego decirle que, aquello, era imposible.
fecha: "16 de Julio de 1840". Luego, con la pupitres, ni bancos, ni siquiera sillas. Los El episcopado, o, mejor dicho, el obispo
misma letra minúscula y erguida, agrega el alumnos se apretujan sentándose en rejas Alcides Melgarejo, le había recordado a
encabezamiento: "Querida Juana". de arado, tocones de ceiba o simples Rosas que no debían permitirse escuelas
Finalmente, tras alisar el papel que tiene la calaveras de vaca que relucen como si ni queserías en las proximidades de los
textura y la consistencia del hojaldre, fuesen de mármol. La calavera de vaca es templos. Y entonces le habían dado a
embebe la pluma en la tinta negra, y el asiento más fácil de conseguir, el más Clara ese quincho --porque de otra forma
redacta: "Ayer decidí cambiar el método frecuente, porque la escuela nocturna de no se lo podía denominar-- cerca de los
que siempre utilizamos. Quise darle a mis la señora Dezcurra es, durante el día, un corrales de Mataderos, a metros de la
chicos una alternativa diferente que los matadero clandestino. Clara humedece puerta de Santa Brígida, detrás del
arrancara de la enseñanza rutinaria. Esta con la saliva de su lengua el reborde saladero de don Felipe Echenaugucía. Y la
vez, en la clase de Habla Hispana, dejé de pringoso de la tapa del sobre donde ha escuela era nocturna. Y los "chicos", como
lado nuestra clásica composición 'Voyage metido la carta. Lo cierra y luego, ella los denominaba, eran ya gente
autour de mon bureau' y quise aprovechando el calor del candil que la grande: puesteros de los corrales,
sorprenderlos con algo propio, conocido, alumbra malamente, derrite casi un matarifes, carreros cachapeceros, pero
cercano. Fue entonces cuando les centímetro de lacre sobre el vértice de la muy especialmente, federales. Hombres
propuse escribir sobre 'La Vaca'." Clara juntura. Le llega, desde afuera, el olor de la Santa Federación que llegaban a
Dezcurra no lo sabe, pero ha introducido pesado que viene desde el saladero de clase luciendo la divisa punzó,
un hábito de escritura que será, luego, por cueros, el tufo casi irrespirable a pescado mazorqueros que, en el primer día de
décadas, indicador y modelo en las podrido de la costa, y el mugido profundo clase, habían degollado a un negro por
escuelas criollas. En realidad, poco y nada de algún animal que ha olfateado, quizás, robarse una goma de borrar. Clara, todas
decía para sus alumnos la temática de la el aroma premonitorio de la sangre. La las tardes, mientras escucha dar las siete
anterior composicióntipo, "Voyage autour escuela ni siquiera está en el centro de en el carrillón de la Merced, baldea el piso
de mon bureau" ("Viaje en derredor de mi Buenos Aires. Ahí, frente al portalón de la para quitar los oscuros cuajarones de
pupitre") impuesta por el maestro
25
sangre que quedan de la actividad del un federal muy alcoholizado. No la desvela garrapatea una carta de respuesta plena
frigorífico clandestino, y echa hacia los tanto la indisciplina, pero se le duermen en de formalismos y ambigüedades, lejos de
potreros las reses que no han sido aún la clase. Y a veces se pelean. Los su habitual estilo franco, y decide
sacrificadas. Espera, en tanto, desde el mazorqueros sospechan que uno de los continuar con sus planes. La hace persistir
Alto Perú, la respuesta de Juana, su muchachos es unitario. Es un mozo joven, en su esfuerzo el entusiasmo que observa
compañera de promoción. Intuye que su bien parecido, que viene siempre de en sus alumnos. Por primera vez, muchos
puesto al frente de la precaria escuela bombachas de fino fieltro y botas altas. de ellos escriben más de dos páginas de
peligra. Sin ella saberlo, ha permitido la Tiene la patilla larga que baja y dobla composición, cuando con el tema "Viaje en
inscripción de más de un unitario. Algunos luego hacia arriba, para unirse con el torno a mi pupitre" algunos no alcanzaban
le han confesado su condición, como Juan bigote, dibujando una "U" provocativa. ni a los tres renglones. Un matarife de
José Losada. Otros le han dicho que la Pero los mazorqueros aún no han llegado Achiras Altas, Juan Sala, redacta, incluso,
vincha celeste que llevan recogiéndoles el hasta ese punto del abecedario. Solo casi diez páginas de un relato
pelo, es en honor de la bandera. "Pero Isidro Gaitán, un sargento, puede estremecedor, fruto de su conocimiento de
nadie viene a controlar lo que pasa en memorizar las letras hasta la hache que, al la tropa vacuna. Tiempo después, será la
estos parajes, Juana --le ha escrito a su ser muda, lo desconcierta. Los demás base de un libro paradigmático: Amalia.
amiga--. Estamos dejados de la mano de apenas si se han familiarizado con las Josefa Paz de Hurlingham invita a Clara a
Dios. Mis chicos escriben con trozos de letras hasta la "D". Clara duda si continuar tomar chocolate en su casa de la bajada
ladrillos o pedazos de tripa gorda y yo con la enseñanza. Apenas sus chicos del Marquesado. Recibe en una sala
utilizo las paredes como pizarra. Don descubran que la "U" tiene un dibujo solariega desde donde se ve el patio
Martin de Agüero me ha prometido tizas, similar al que se lee en las mejillas del interno de la casa, impregnado con un
pero me dicen que el barco que las trae joven unitario, pude arder Troya. Clara no perfume fresco a magnolias, glicinas y
encalló en las proximidades de Recife." Un quiere tener más problemas con el santarritas. Hay un jardín, también, con
zambo iza la bandera. Le dicen "Falucho", gobierno. Pero habrá de tenerlos. Antes de lilas del lugar y patos criollos. Una morena
pero es en broma. Tomó parte del sitio de que llegue, por fin, la carta de Juana, ya carabalí sirve el chocolate en bandeja
El Callao, pero no logra aprender la tabla don Artemio Soto conoce la noticia de su cubierta con una mantilla bordada por la
del cuatro. No ha llegado aún al país el innovación pedagógica. Algún mazorquero misma señora Josefa. Josefa le cuenta a
sistema inglés de los palotes, y los la ha comentado en algún boliche. Tal vez Clara, animosa, que en el colegio adonde
alumnos trazan una línea acá, otra allá, sin un tropero alcanzó a contar las va su hija, en clase de Habla Castellana le
ton ni son, sin orden ni medida. Clara es la desventuras de su composición-tipo cerca pidieron una composición sobre el tema
primera en entonar "Oda a la Bandera", de del oído de algún correveidile del poder. "La Vaca". Josefa cuenta esto con risa
Balmes y Vespuci. Hija y nieta de Tras seis meses de espera, la carta de amable y, cada tanto, se toca el ñandutí de
educadoras, recuerda las anécdotas de su Juana llega, como una premonición, días su pechera impecable. Clara no tiene
abuela, Irma Dezcurra, de cuando aún la antes que la de Domingo Faustino tiempo ni de alegrarse. A la noche
joven nación no tenía divisa, antes de que Sarmiento. A la luz vacilante del quinqué, siguiente, una frágil figura desciende de
don Manuel Belgrano la crease. Los niños Clara lee la esquela de su amiga. "Tené una calesa frente a su escuela, siendo de
-- contaba la anciana-- se reunían en los cuidado, Clara" es todo el texto, entre inmediato rodeada por perros coléricos y
patios escolares antes de entrar a clase y sucinto y fraternal. Sin duda Juana, becerros supervivientes. El nocturno
no sabían que hacer. Daban vueltas sobre preocupada, consciente del tiempo que visitante es don Benito Agudo Ersilbengoa,
sí mismos, se chocaban entre ellos o llevará a su carta llegar de nuevo hasta la mano derecha del nuncio apostólico y
giraban tontamente como tiovivos sin capital, optó por escribirla lo más rápido amanuense del alguacil Ordóñez. "Hemos
acertar con una conducta. Alguno, quizás, posible, casi con características recibido las quejas de Monseñor Brizuela –
gritaba consignas emotivas, o repartía telegráficas. Clara bebe una copita de comunica a Clara Dezcurra– con respecto
chanzas contra los españoles. Alguna oporto, al que enturbia con hojas de al tipo de temas que usted está haciendo
maestra, tal vez más devota, entonaba regaliz. Duda si abrir o no la carta de escribir a sus alumnos." Clara conoce bien
salmos religiosos. Hubo quien --recordaba Sarmiento. Sin embargo, la redacción de a monseñor Bizuela. Se corren muchos
abuela Irma-- aguardando la entrada a esta, lo comprobará luego, es de rumores en torno a su persona. Se decía
clase, se empecinó en vocear los números advertencia mas no llega a sonar de él que a su arribo a nuestras costas,
de la lotería de cartones, el juego que admonitoria. "No veo de buen grado --le cuatro años atrás, era un hombre afable y
tanto entusiasmaba a Manuelita, y así escribe el sanjuanino-- el cambio por usted comprensivo. Pero que había sufrido un
nació la "cifra", el canto que, junto a introducido en la enseñanza de nuestra doloroso accidente durante las invasiones
vidalas y pericones, habría de animar lengua criolla. Somos un país incipiente británicas, cuando transportaba
numerosas y encendidas veladas patrias. que requiere de ejemplos y el modelo del trabajosamente un pilón con aceite
Clara come un pastelito dulce y lo maestro Chateauvieux aún está en hirviendo. Aquella desgracia, se comenta
acompaña con té de cardosanto. La vigencia. Somos todavía como el joven ahora, ha dado origen a la sabrosa fritura
respuesta de Juana Azurduy tarda en retoño que precisa de la rectitud y firmeza de pastelería puesta en boga por todos los
llegar. Hoy Clara ha tenido que sosegar a del tutor para crecer derecho." Clara panaderos: la "bola de fraile". "Es indigno
26
–continúa don Benito Agudo Arsilbengoa– Aires embalsama la brisa con aromas Ella estaba calentando agua en la pava de
que nuestros guardias federales, nuestros fuertes. Clara ha recibido el paso del latón peruano para prepararse un caldo,
soldados, sean obligados a escribir sobre aguatero llenando dos odres grandes para cuando escuchó el galope. El hombre es
un tema tan poco épico y glorioso como el sus muchachos. La composición-tipo "La un soldado de Rosas y le estira en la
que usted les impone." Clara comprende Vaca" se emplea ya en casi todos los mano, un rollo de papel sujeto con una
que ha llegado el momento de defender establecimientos educacionales de la cinta: por supuesto, punzó. Clara
sus convicciones. Escribe a Sarmiento ciudad. Hasta las familias patricias que desenrolla el mensaje y lee el texto. La
explicando su postura y la ventaja de contratan institutrices británicas han trasladan. Ha estado dando clase durante
educar a sus alumnos a partir de vivencias encontrado pertinente el uso de la siete años en un tinglado con piso de tierra
que a ellos le sean familiares. Seis meses redacción impuesta por Clara Dezcurra. que, durante el día, hacía las veces de
después, puntualmente, recibe la Sentada sobre una rueda de carro, Clara frigorífico clandestino. A pocas varas del
contestación. Y de allí en más, día a día, observa el patio a través de la puerta del matadero de reses y del solar donde se
irá recibiendo cartas del maestro salón. El calor del día ha exacerbado el envenenan los cueros. Alumbrándose con
sanjuanino. Sarmiento no falta un solo día olor a bosta y escucha las risotadas de sus velas de grasa. Educando a una clase
al Correo. Algunas de sus cartas, no chicos disfrutando el momento plácido del compuesta por matarifes, soldados
todas, muestran sobre el pergamino largos recreo. Se oye el punteo de alguna federales, negros, zambos, convictos,
trazos de un pegote blancuzco, como si guitarra, alguna relación intencionada, el renegados y mal entretenidos. Ahora la
alguien hubiese moqueado sobre ellos. repique constante de un tamboril. De letra pareja y grande del Restaurador le
Clara deduce que Sarmiento las ha escrito pronto alguien grita, hay un revuelo. Clara indica que será trasladada a un lugar de
bajo su histórica higuera, buscando presta atención, inquieta. Sus muchachos menor jerarquía. No lo dice con esas
aislarse, tal vez, de los rayos solares. "No son buenos, pero si se los vigila son palabras. "La patria --le escribe Rosas--
me opongo a que usted trabaje sobre 'La mejores. Escucha un violín y se demanda de usted un nuevo sacrificio. Y
Vaca' –le dice el autor de Facundo– en estremece. Son los sones de la "refalosa", hemos decidido destinarla a una escuela
lugar de hacerlo sobre el modelo francés. la danza con que los mazorqueros marginal, con alumnos que detentan
Habrá un día, solo Dios puede saberlo, en acompañan los saltos despatarrados de problemas de conducta. Sé que usted, con
que nuestro país se quitará de encima la sus víctimas cuando resbalan sobre su su firmeza de espíritu, sabrá encarrilarlos y
influencia europea, y quizás entonces propia sangre. Clara se levanta y sale a superar los problemas de presupuesto
usted será considerada una precursora. ver qué pasa. Pero, en este caso, la que, de aquí en más, habrá de sufrir."
Pero déjeme sugerirle otra variante; ya víctima ya ha caído sobre el patio de la Clara Dezcurra sabe que ya no tiene
que el debate se ha instalado en torno a si escuela. Es Juan José Lozada, el joven sentido aguardar el cargamento de tiza.
es conveniente o no gastar papel, tinta e unitario de las patillas en "U". Lo han Intuye que su alejamiento obedece, más
ingenio sobre un animal tan rasposo y de degollado. Ante la pregunta enérgica de que nada, a su particular obcecación en
índole infeliz como la vaca le propongo Clara, nadie dice saber nada, nadie dice persistir con el tema de "La Vaca". "Creo
que sus composiciones sean sobre otro conocer a los asesinos. Pero hay risas que todo ha sido inútil --escribe a su amiga
animal todavía más cercano y afín a torvas, sofocadas. El grupo de Juana--. Comprendo que, hoy por hoy, se
nuestra tradición libertaria como el caballo. mazorqueros se aleja un tanto, hace muy difícil cambiar algo de lo ya
Más de uno de nuestros centauros, que empujándose unos a otros, como dispuesto. Supongo que, con el paso del
regaron con su sangre generosa el suelo sorprendidos o avergonzados por la tiempo, todo el mundo se olvidará de mi
americano, sabrá agradecérselo." Clara lo reprimenda. Clara escribe a Juana, el 24 tema de composición y volveremos a
piensa. Supone, con su intuición de de febrero de ese año. "Los eché a todos. 'Voyage autour de mon bureau', o a
maestra, que el del caballo puede ser un No me importa, Juana, que sean cualquier otra imposición venida de afuera
paso posterior. Incluso no deja de lado la mazorqueros, hombres del Restaurador de bajo el engañoso rubro de aporte cultural."
gallina, con su doméstica convivencia. las Leyes o lo que sea. Hoy degüellan a un Deja gotear el lacre, morosamente, sobre
Pero la cercanía de los corrales, la vital compañero y mañana pueden llegar a la juntura del cierre, antes de moldearlo
actividad del matadero y, hacer cosas peores. A estas situaciones bajo la presión de su anillo de sello. No
fundamentalmente, la creciente hay que cortarlas de raíz, antes que pasen puede dejar de pensar en la fugacidad de
importancia del ganado vacuno en la a mayores." Entre los expulsados de la su iniciativa educacional. No sabe cuán
suerte de nuestra economía, la deciden a escuela está el sargento federal Anacleto equivocada está. Una gota de lacre,
continuar con el plano trazado. Es febrero Medina, héroe de Cepeda. Clara estudia al lustrosa, ha modelado un diminuto
de 1845 y el formidable estío de Buenos jinete que ha llegado hasta su escuela. montículo sobre la mesa.

27
El matadero por Trillo y Brescia

28
29
30
31
32
33
La malasangre y el gran círculo de la violencia de María Belén Landini

La casa familiar en la que transcurre la muchos de los artistas exiliados volvían al indefectiblemente, conducida, obligada por
pieza es una gran alegoría de la Argentina, país. La violencia de la casa familiar de La su padre, al gran círculo de la violencia.
o por lo menos de la provincia de Buenos malasangre y la de la Argentina de Rosas Cuando entramos a la escena2 o cuando
Aires, de aquello que Rosas en su se vuelve contemporánea, mimética, nos adentramos en la lectura de las
momento construyó como la Argentina realista, perdiendo su carácter alegórico. acotaciones que describen el salón de la
federal, como territorio dominado por el “En el teatro, específicamente, connotar se casa del terrorífico Benigno, nos topamos
yugo de sus caprichos. Este país y, por vuelve sinónimo de denotar. Este código con todas las gamas del rojo: “…paredes
consiguiente, la casa de Benigno y su es posible gracias al binarismo de las tapizadas de rojo granate. La vestimenta
familia, se rigen bajo el método de la fuerzas en juego: se sabe muy bien quién de los personajes varía también en
violencia y el terror. La fecha en la que fue es el enemigo y de quién no se puede distintas tonalidades de rojo”.3 El rojo es el
estrenada esta obra es sugerente respecto hablar”.1 color de la divisa federal, de la mazorca,
de los tiempos que corrían y que, de algún Dolores fue criada desde la violencia, sin de Rosas, de la sangre. De sangre se
modo, repetían la historia de la época conocer otra forma, y no podrá salir de eso vestirá cada uno de los personajes,
rosista. El “proceso de reorganización más que por un momento, aquel en el que excepto Rafael, al que “vestirán” de rojo
nacional” estaba llegando a su fin y encuentra el amor; pero para volver (“rojo sangre”) al final de la pieza. Benigno

34
es el que lleva el rojo más intenso, más Benigno utiliza todos los medios para La ironía y el cinismo son las maneras en
macabro, el rojo-muerte: “El padre que ejercer su poder: el arte, la educación, las que Dolores ha aprendido a relacionarse
viste de rojo muy oscuro, casi negro…” (p. relaciones sociales, y en cada uno de con quienes la rodean. También ella se
57). El Rafael-cadáver que Dolores puede estos ámbitos imparte su violencia: a rige por el simple capricho, ella decide
llorar en la última escena es la través del arte hace que su mujer toque el cuándo comenzará su historia de amor,
presentificación de los cadáveres piano hasta que los dedos no le den más y ella se lo confiesa a Rafael, ella lo
ausentes, de los cadáveres que no pueden obliga a bailar exasperadamente a Rafael apabulla desde el principio. Dolores trata a
ser llorados, que no se sabe dónde están. con Fermín, hasta marearlo, hasta Rafael como se le antoja cuando se le
El terror escénico se ubica en el espacio humillarlo, mientras Dolores sufre antoja: “Para que yo ofenda, ¡tiene que
vacío, cubre el vacío social a través del observando la funesta escena. Aquí nos haber ‘alguien’ para ofender!” (p. 77); y
símbolo no simbólico, de la obviedad, de la encontramos otra vez frente al vacío que poco después: “Te amo… Te amo con tus
alusión evidente. se llena con lo no dicho socialmente: si el ojos furiosos…” (p. 84).
La violencia se instala desde la simbología arte estaba coartado por el régimen militar, Dolores actúa con los demás personajes
del propio color del federalismo, y en este caso el arte se presenta en la de la pieza creyendo que puede calcularlo
entramos así al universo violento de la pieza en su totalidad como todo tal cual lo hace su padre, pero hay
familia con las primeras palabras de los “desencubrimiento” de este arte prohibido momentos en los que la sorprende el
personajes, cuando Benigno condena a su pero reproduce a la vez ese arte oficial al horror, sobre todo ante la presencia de
mujer por haber tenido la irrisoria idea de servicio del gobierno en la música de la Fermín. Cuando su padre la maltrata,
que él compartiría el vino con alguien más. madre usada por Benigno para la tortura. pareciera que todavía confía en que él la
La figura del padre es la del detentor del La educación es el medio que parece usar quiere, sin poder reconocer lo que significa
poder autoritario, hace y dice lo que se le para que su hija deje a un lado la cada acto del “hombre de la casa”, sin
antoja sin medir las consecuencias y con ingenuidad de la juventud y sea así resignarse a creer que existe ese grado de
un profundo odio, que a fuerza de estar consciente de los tormentos a los que está violencia, a creer que sea real; pero
contenido, se hace más intenso, más expuesta dentro y fuera de la casa, de lo cuando es Fermín quien aparece, Dolores
evidente. En esta primera escena se dirige que se debe soportar, sólo porque él así lo sabe que su campo de acción terminó y
a su mujer: “¿Qué? Yo dicto la ley. Y los desea. El mismo mecanismo que con el que no puede pasar más allá de lo que el
halagos. Y los insultos. Dije lo que dije, y arte se produce, sucede también en esta criado-bestia le permite: “…cuando era
lo puedo repetir. (…) Imbécil.” (p. 59). esfera: las instituciones están limitadas y chica le gustaban los regalos que le traía.
Además de la violencia verbal, Benigno se representadas a la vez en el arte. Dolores: -(…) Me daban horror. Fermín: -
maneja con violencia física, sobre todo en Y las relaciones sociales le sirven a este (…) ¡Todo un verano le traje arañas!” (p.
lo que respecta a su esposa, débil y padre para desbaratar todo capricho de su 105). La apabulla la violencia explícita.
sumisa (“…le toma el brazo, como si hija, imponiéndole un marido que no le Dolores, a diferencia de su padre, es más
quisiera hacerle una caricia. Pero después tiene ningún respeto y la ultraja tanto y pasional, más impulsiva y su inteligencia le
de un momento, se lo tuerce.” [p. 59]), no más que él mismo: “[Juan Pedro] la toca permite darse cuenta de lo que pasa en el
así con Dolores, contra quien ejerce una brutalmente” (p. 98); “toca a Dolores como exterior, de que la violencia que vive día a
violencia sutil, premeditada y alguien que aprovecha burdamente la día se origina más allá de las paredes de
generalmente intermediada por su fiel ocasión” (p. 101). Juan Pedro viene de su casa, que viene desde más arriba, “del
criado Fermín. La violencia que Benigno afuera para reproducir el orden impuesto que corta cabezas”. Dolores no soporta
utiliza para con su hija es en su esencia por “el que corta cabezas” y aceptado por escuchar el carro de los melones, sabe lo
irónica, casi cínica, es como si quisiera su futuro suegro, que hace oídos sordos a que eso significa y se enfrenta a su padre
decirle todo el tiempo que la odia, con el los ultrajes de éste hacia Dolores y le para manifestarle que no está de acuerdo
tono del padre que más tiernamente habla festeja los que se dirijan a cualquier otro, con el asesinato, con el horror que se vive.
a su hija. Esa furia contenida, esa maldad como Rafael, o su propia esposa. Estos Rafael comparte con ella esa opinión y
hacia su propia estirpe le sale por los tres ámbitos alegorizan también el orden llega a transmitírselo, lo que los unirá
poros de manera evidente y clara, casi sin establecido por el gobierno de la época de mucho más y dará sentido a “lo
tapujos, en cada palabra que emite. referencia, porque nadie podía salirse de importante” de la pieza. “Dolores:- O su
Cuando consuela a Dolores, que ha sido esos cánones si no quería ser convertido mujer. O sus criados… Nadie puede decir
“ultrajada” por Rafael, utiliza un tono en “melones”, si no quería ser NN en la que no al señor de la casa. Mueve un
excesivamente irónico, se burla, disfruta esfera del vacío. dedo y ya está. Madre:- Ese señor es tu
pensando en lo que hará con el jorobado y Benigno (la ironía y el cinismo están ya en padre. Dolores:- ¿Y el otro señor, mamá?
que su hija, en un rapto de ingenuidad, no su nombre de pila) es “falso, corazón ¿El que corta cabezas?” (p. 89).
ha sabido calcular: “Te quedarás sin helado, espíritu calculador, que hace el El amor de Rafael es para Dolores un
profesor. Serás burrita, burrota. Como tu mal sin pasión, y organiza lentamente el escape y una lucha contra ese
madre. Que si viene un franchute no sabe despotismo con toda la inteligencia de un autoritarismo en el que la sociedad entera
decir buen día. ¿Qué haremos con él?” (p. Maquiavelo”.4 Tal como Sarmiento está inmersa. Los melones simbolizan en
77) La violencia contenida que maneja con caracterizó a Quiroga en su Facundo, la pieza esa violencia externa que se
Dolores muestra que a ella no se la puede Benigno representa la ambivalencia propia transmite casi directamente al interior de la
tratar como a los demás, Dolores es más de la personalidad pública y el asesino a casa a través de Fermín, el nexo entre el
fuerte que su madre y no es parte de la sangre fría: “…sublimes, clásicos, por adentro y el afuera, el que trae todo lo
servidumbre, por lo que Benigno debe decirlo así, van al frente de la humanidad externo: trajo a Rafael y de la misma
utilizar un recurso más sutil y más civilizada en unas partes; terribles, manera “se lo llevó”, y trajo melones para
solapado que el simple insulto, pero a la sanguinarios y malvados son en otras su Dolores: “Fermín:- (…) ¡Melones! (…)
vez más dañino, con “efecto prolongado”: mancha, su oprobio”.5 ¡Pasaron y compré! Pensé, a la niña le
la violencia psicológica. gustará” (p. 73). Fermín es el ejecutor, el

35
verdugo, mientras que Benigno se transmitiendo una educación avalada menos que el destino que su nombre
comporta como el autor intelectual de las oficialmente, respetando los cánones predica, por ubicarse en una situación
atrocidades que, orgulloso, su criado- impuestos, pero la confianza con su intermedia: opositora, pero hija, familia.
bestia realiza. Fermín es, además, el único alumna hace que lo proscrito se fortalezca Rafael transgrede desde su propia figura,
que se ensucia las manos con sangre. tanto en él como en ella, que, a través del desde el amor que profesa hacia la joven y
Mientras los demás acompañan el conocimiento del exterior, hace de su desde el ocultamiento de éste; y es esa
movimiento de la guerra de la sangre, él la bandera de batalla algo real y concreto. trasgresión la que lo hará víctima de la
lleva en sus manos primero para hacerle Hace de ella pura confianza en sí misma. violencia roja de Benigno, que,
una broma a Dolores y luego para El “torcido” convierte lo figurado en una intermediado por Fermín, lo presentará
aniquilar su felicidad, le trae el dolor de las imagen literal para que no nos queden muerto a los ojos de su propia hija,
cabezas cortadas a su misma presencia. A dudas acerca de cuál es la ley que rige la llenando el vacío con un cuerpo y un
pesar de que lo que Fermín acarrea dentro casa, para que no dudemos cuál es la nombre.
de la bolsa no resulta ser realmente una línea que hay que seguir, pero que él no El final de la pieza nos revela la
cabeza, el daño que produce en la joven sigue, desviándose, en todo sentido, imposibilidad de Dolores de salir del
es el mismo, el horror que le genera es inclusive pagando el “desliz” con su propia círculo violento en el que vive, ya que, al
aquel que le hubiese producido esa misma vida. Su joroba le vale humillaciones y momento de pasar a la esfera no
cabeza, sólo ver la sangre apabulla a la sufrimientos, pero también le acerca la doméstica externa, su plan se ve trunco y
niña. Es el dolor del disparo de un fusil que posibilidad de conocer el amor. Rafael es su nexo “positivo” con el exterior (Rafael)
no tiene balas, pero que tortura al que no el receptor de la parte física y sin tapujos deja de existir, mientras que el “negativo”
lo sabe. de la violencia ejercida por Benigno y por (Fermín) se hace más presente para
El terror es el medio por el que el padre y Fermín; él hace uso de la violencia verbal duplicar y reproducir la acción y las ideas
la hija, el marido y la mujer, el amo y el sólo cuando debe defenderse, sobre todo que el camión de melones le hacía llegar
criado se relacionan. Benigno no conoce de las humillaciones de Dolores, frente a en sus pregones.
otra manera, la pieza sólo nos muestra un quien, por ser su alumna, se muestra más En esta última escena tanto como en las
fragmento de esta sanguinaria vida que lo firme que frente a los demás. Rafael se anteriores se nos revela el carácter del
lleva a las torturas continuas. Lo que defiende con insultos y sólo una vez le personaje de la madre, aquel ser que no
sabemos es que responde a alguien que levanta la mano, lo que le costará muy ignora los sucesos de violencia que se
está en el exos, en el afuera. “Incapaz de caro. “Dolores:- Hay mujeres que… que se viven dentro y fuera de la casa, pero que
hacerse admirar o estimar, gustaba de ser pueden enamorar de los defectuosos… tampoco toma partido para enfrentarlos, a
temido; pero este gusto era exclusivo, Rafael) ¡Y defectuosos que por suerte no pesar de que es también ella una víctima.
dominante hasta el punto de arreglar todas se enamoran de las imbéciles!” (p. 75). La madre sufre y ve a su hija y al profesor
las acciones de su vida a producir el terror Rafael y Dolores son los dos únicos sufrir pero no se mete, no toma partido y lo
en torno suyo, sobre los pueblos como personajes que presentan evolución único que tiene para decir en el momento
sobre la víctima que iba a ser ejecutada, dentro de la pieza, y ésta parece deberse del trágico desenlace es “Vamos a dormir”
como sobre su mujer y sus hijos”.6 Ésta es a la influencia del uno sobre el otro. Rafael (p. 118). Es parte de los que miran el
la manera en la que se maneja Quiroga llega para darle a Dolores aires nuevos y mundial del ’78 como si a pocos metros
según Sarmiento y ésta es la manera en la ella lo convierte en un ser con carácter y del estadio no estuvieran ocurriendo
que se maneja Benigno. capacidad de defenderse frente a las grandes atrocidades.
Las comparaciones que hasta el momento agresiones, al menos frente a las suyas, El círculo de la violencia es un círculo
se han intercalado entre el Quiroga dándole al mismo tiempo la posibilidad de cerrado que se instala desde la primera
retratado por Sarmiento y el Benigno de La experimentar un sentimiento nuevo, el puesta en escena de la obra en 1981. El
malasangre muestran y confirman que el amor. La relación entre ambos se terrorismo de estado estaba instalado
orden de violencia doméstica impartida por compone como la contrapartida de la desde hacía cinco años y formaba parte
este último responde a y reproduce un relación entre Fermín y Benigno, ya que del contexto cotidiano de actores,
orden más amplio, exterior, y que se llevan la bandera de las “cabezas sobre espectadores y de la dramaturga, que aún
convierte en el paso previo de aquel que los hombros”, mientras que los otros se exiliaba en Barcelona. Esta misma
realmente quiere ser mostrado mediante la abogan por “el que corta cabezas”. La sensación es la que genera la
puesta en escena: el de la dictadura de alegoría del país que se vive tiene también identificación de cada espectador con
1976-1983. sus opositores, sus “unitarios” de turno. Dolores, por ejemplo, quien es víctima de
Del otro lado de la violencia representada Más allá de la lectura obvia que podemos la tortura psicológica, o con Rafael, víctima
por Benigno, Rafael es un personaje que hacer de los dos “bandos” presentes en la de la tortura física. El régimen de Rosas,
encorvado, torcido, jorobado, es aquel que pieza, la complejidad se instala desde el “encubierto” en el Benigno padre de familia
no sigue el “recto” comportamiento personaje de Dolores y la institución y el accionar del gobierno de facto
exigido, es el que no viste de rojo, el que familia, eje del discurso oficial de la “desencubierto” en sus actos, nos muestra
trae a la casa otra cosa diferente de dictadura: la institución a la que se quiere una realidad conocida pero no por eso
aquella que trae Fermín, es el preservar es en este caso la que revela la menos violenta. La violencia interna de
representante de “el otro bando”. Por un peor parte de lo que se vive, en la familia esa casa, de esa escena, explota y sale
lado, dijimos que, como vehículo de la se explicita el conflicto social para que sea hacia afuera y desde afuera vuelve a
educación, saca a la niña de la ingenuidad el espectador quien elija ceñirse a él o repercutir en lo interno, porque no puede
para hacerle más consciente su trasladarlo a aquello que sabe que esa pensarse la Argentina de 1981 ó 1982 sin
sufrimiento; pero, por otro lado, trae el puesta en escena quiso decir. la remisión al proceso y no puede
amor y “las cabezas sobre los hombros” El carácter “opositor” de la pareja es el que pensarse este proceso sin la remisión a la
para afianzar en Dolores lo que ya se lleva a Rafael a la muerte. No así a familia.
vislumbraba en su carácter. Rafael ingresa Dolores, quien cumple nada más y nada

36
Novedad estética / Crítica social: Eugenio Cambaceres y Sin Rumbo por Spicer
Es un hecho indudable que Eugenio Cambaceres, en discurso particular revelaba, enfoca las leyes de la
con harta frecuencia los particular. Publicada en para mediados del siglo en herencia y el análisis de las
artefactos culturales –es 1885, fecha en la que ya cuestión, el hecho de que ya anomalías físicas y morales
decir, las diversas ardían hacía más de un se manifestaba con relacionadas con la
manifestaciones de la lustro los fuegos creciente plenitud un interés herencia. Es decir, las
producción cultural, desde relacionados con el arribo mayor por lo científico que, a ciencias –tanto su discurso
las obras literarias hasta las del naturalismo en el ámbito su vez, alcanzaba un como su proceder– tienen
la música y las cultural y literato de Buenos lectorado cada vez mayor. una notable influencia en
manifestaciones plásticas, Aires, Sin Rumbo constituye Un conocido ejemplo de este relación con la evolución de
entre otros ejemplos– están la primera manifestación fenómeno es la publicación las ideas que sirven de guía
predestinados al escándalo notable de esta escuela en de grandes tratados para los autores naturalistas.
o a la infamia debido a su tierra argentina. Dada la científicos de autores Asimismo, se utilizan para
postura de vanguardia. Este trascendencia y vigencia de científicos en la época en crear un nuevo discurso
fenómeno ocurre esta novela naturalista cuestión como Del Origen de literario de amplio alcance al
comúnmente, desde luego, a prototípica, y a guisa de las Especies (1859), obra nivel mundial cuyos ecos
pesar del potencial valor de introducción, quisiéramos escrita por el biólogo aún se perciben hoy en día
estos productos culturales repasar la disputa en torno a naturalista británico Charles 5. En cuanto a su técnica
como obras de gran la escuela naturalista en Darwin en la que se tratan literaria, los autores
relevancia y visión en cuanto Francia y su recepción en temas correspondientes a la naturalistas aspiran a seguir
a la cultura productora de tierras argentinas. Asimismo, existencia, el proceso de los preceptos científicos
éstas. En bastantes casos la pretendemos aclarar y selección natural, y a la reinantes en la época –los
falta de aceptación –o la analizar la postura particular supervivencia de los más principios subyacentes de la
tardanza en percibir– las de Cambaceres en torno a aptos 3. No obstante, y más observación y la
cualidades de la nueva su propia visión estética y la allá del darwinismo –que caracterización del
visión por parte del pueblo crítica social de la Argentina tendrá un cariz cada vez fenómeno observado– para
receptor/lector de estos finisecular decimonónica que más social con la constante producir una obra literaria
artefactos revela una ofrece el autor en Sin evolución de la sociedad que se podría calificar de
disyuntiva temporal crítica: Rumbo, una novela ejemplar occidental durante el siglo “hiperrealista” por sus
los avances simplemente del naturalismo argentino. El en cuestión– los escritores pretensiones en relación con
quedan más allá de la naturalismo, Francia y naturalistas también la caracterización objetiva de
capacidad receptora de los Buenos Aires El naturalismo, aprovechaban las lecciones lo observado. Intentan llevar
consumidores culturales, lo “un amplio movimiento de la Introducción a la el modo realista basado en
cual provoca el rechazo de filosófico, artístico y literario” Medicina Experimental la verosimilitud ya existente
las novedades estéticas. En (Schlickers 11), responde – (1865) del fisiólogo francés de su época a un nivel más
tal vez el peor de los casos, como nueva tendencia en Claude Bernard en sus extremo y audaz. Por lo
la incapacidad de aceptación los márgenes tanto obras 4. Emile Zola, tanto, la imagen que ofrecen
de nuevos valores estéticos cronológicos como estéticos considerado los escritores del contexto
revela la existencia de una de la escuela realista tradicionalmente como el particular en el que viven
intransigencia cultural, decimonónica– a la realidad fundador del movimiento sus protagonistas es
frecuentemente relacionada circundante de cambio, de naturalista, se inspira, en frecuentemente cruda y
con las nociones ya transición y de evolución particular, en la Historia de brutal. Sus obras enfatizan,
existentes –e intolerantes– social que atraviesa el la Literatura Inglesa (1863) pues, la existencia de ciertos
del “buen gusto”. Esta última mundo occidental durante la de Hippolyte Taine –quien malestares – sociales,
alusión es de particular segunda mitad del siglo XIX. trata la influencia del medio políticos, económicos y
relevancia en Occidente a En términos del naturalismo en el ser humano, visto a culturales– existentes en su
fines del siglo XIX cuando la literario en particular, los través de la li teratura–, en la sociedad. Esto no lo hacen
irrupción de la modernidad autores de esta escuela se Fisiología de las Pasiones caprichosamente, sin
comienza a sacudir los apropian de un discurso (1868) de Charles embargo: sus obras
cimientos culturales científico orientador – Letourneau –un tratado pretenden ser un análisis
tradicionales –léase producto de una tendencia sobre el origen fisiológico de objetivo de las patologías
“burgueses”– de la sociedad. general hacia la las emociones y los existentes en el “corpus
Nada más relevante en torno secularización y la sentimientos del ser social” del medio descrito,
a esta realidad es el caso experimentación en la humano–, y en el Tratado llevado a cabo con un
del naturalismo literario en época– que sirve de Filosófico y Fisiológico de la espíritu científico. Debido a
general y la novela Sin armazón filosófica para sus Herencia (1868-1869) de su fe en el proceder
Rumbo del escritor argentino obras 2. El empleo de este Prosper Lucas –el cual científico en su aplicación a

37
la literatura y en su propia servía como vía de análisis retratados con la finalidad de más la prueba de la visión
capacidad de alcanzar una social para las sociedades analizar su contorno social. de estos escritores de una
extrema objetividad literaria, en transición. Hacen La realidad de que muchos fusión de su “arte” con su
se imaginan a sí mismos hincapié, por lo tanto, en la de ellos tenían estudios “ciencia”.
como “científicos” de la sordidez y la inmoralidad médicos o ejercían la
palabra escrita, la cual existentes en los ámbitos medicina enfatiza cada vez
EL ANTIHÉROE EN LA NOVELA “EL JUGUETE RABIOSO”, DE
ROBERTO ARLT Por Alejandra Crespín Argañaráz
Es el hombre común e histórico que personaje central de la obra El juguete amos o señores se mueven en planos
por imperio de la decisión del autor se rabioso es Silvio Astier. En el primer secundarios.
convierte en protagonista de la obra. capítulo, “Los ladrones”, influido por Silvio Astier reúne las condiciones no
El hombre actual, el hombre del siglo la lectura de folletines, funda con del héroe antiguo, sino del antihéroe o
XXI que lucha denodadamente desde otros dos adolescentes “El club de los héroe antiheroico. A diferencia del
su lugar de trabajo, la madre que de caballeros de la medianoche” y se Lazarillo, el bastardo recogido por
pronto quedó sola y trabaja para dedica a pequeños robos en el barrio. caridad y luego arrojado a los caminos
mantenerlos y para que se eduquen, Después de un fracaso, el Club deja y pasando de amo en amo, Silvio
me pregunto, ¿no son héroes? El único sus actividades. En el segundo Astier es aquel que desde niño lleva
problema es que nunca se van a hacer capítulo, “Los trabajos y los días”, dentro de si el deseo de llegar a…
acreedores a un premio Nobel, ni Silvio, luego de mudarse de barrio, algo, a ser alguien y tras tener fracaso
siquiera al reconocimiento de la consigue trabajo como dependiente de sobre fracaso, traiciona y es la única
sociedad. Son héroes antiheroicos , librería y pasa a vivir a la casa de Don vez que no fracasa. El antihéroe de
porque son héroes pisoteados por el Gaetano, su patrón. Al fin, por esta novela, Silvio Astier, deberá
medio , ya que son anónimos, porque diversas humillaciones que recibe, asumir su realidad degradada , es decir
no gozan de prestigio, ni lo gozaran intenta quemar la librería en que la imagen que los otros le imponen de
nunca y porque sus nombres no trabaja, pero fracasa y deja su puesto. si mismo. Es un hombre soñador y
pasarán a la historia, porque no En el capitulo tercero, “El juguete humillado y su mundo está rodeado
ocuparán ni una línea de los diarios. rabioso”, intenta ingresar en la Escuela por delincuentes y seres marginales,
No son próceres … de Aviación como aprendiz de pareciéndose todos entre si. El autor
Ahora bien, en la novela realista se ve mecanico; primero lo aceptan , pero permite inferir a través de la conducta
a aquel niño desamparado que roba las luego le dan de baja porque no de su personaje un paralelismo entre
migas de pan de un ciego como necesitan “personas inteligentes sino el pillaje y la traición, llevado a cabo
podemos leer en El Lazarillo de brutos para el trabajo”. por Silvio Astier y sus amigos,
Tormes. Analizaré en primer lugar Luego de todo esto, Silvio vive una Enrique y Lucio, en la niñez y esta
cómo surge la idea del héroe. El mito, aventura con un homosexual en una última ya en la adultez.
como dice Mirecea Eliade, “Los mitos pieza de hotel. Así es que compra un Si bien el concepto de antihéroe puede
que llegaron a nosotros están vacios de revolver y piensa suicidarse, pero aplicarse tanto a Silvio Astier como a
contenidos”, lo que llegó a nosotros también fracasa. Pasado ya un tiempo lazarillo, el antiheroismo tiene
fue la Leyenda, porque el verdadero conoce al Rengo, un individuo matices diferentes en ambos
significado del mito de la antigüedad marginal que trabaja como cuidador de personajes. Silvio Astier participa de
es el que no ha sido descifrado. Lo que carros en la Feria de Flores. Éste las condiciones sociales del antihéroe ,
nosotros conocemos con las religiones cuenta a Silvio el proyecto de robo en en tanto recordamos que se ven en él
en la Edad Media, que están en plena casa del ingeniero Vitri. Silvio acepta.al pequeño individuo de clase media
decadencia y a esas las llamamos Luego en su interior se pregunta : “¿Y porteña azotado por la miseria,
paganas. Es decir que cuando si lo delatara?”. Y así es como va a vermarginado socialmente, torturado por
hablamos de paganismo, no hablamos a Vitri, delata al Rengo, éste es los tabúes del sexo. Lazarillo de
de religiones antiguas o no cristianas, arrestado, y Silvio le comunica a Vitri Tormes, que también es antihéroe,
no, hablamos de esa religión antigua que desea marcharse al sur del país. Es nada tiene en común con Silvio Astier,
en decadencia a la que uno en la importante observar que en el el primero roba por necesidad, este
actualidad no tiene acceso. Nosotros momento en que delata al Rengo es la último a causa de los fracasos que
somos los descendientes y los hijos de única vez que no fracasa, cuando tiene llega a traicionar y habiendo
esas razas humanas y esos misterios se realiza un acto “socialmente” bueno, sido también un niño como Lazarillo,
revelan en nosotros y son tradiciones pero individualmente malo. roba por placer y hasta llega a formar
que no llegamos a comprender y que Todos los personajes de Arlt son “El Club de los Caballeros de la
no están a nuestro alcance. Son siglos héroes antiheroicos y por lo tanto hay Medianoche”.
que viven dentro de la raza humana, si que tomarlos desde lo marginal. En Es evidente que aquí nos encontramos
bien es cierto que el ambiente influye, muchos sentidos los personajes de Arlt con dos antihéroes absolutamente
así como los padres. Tanto Eneas, se asemejan al antihéroe de la novela opuestos. En El juguete rabioso no se
como Ulises, como todos los héroes picaresca. Silvio Astier debe enfrentar ve el ideal del caballero perfecto de las
grecolatinos, andan perdidos por los por sus propios medios a la soledad, la altas esferas sociales, en tanto que
mares, y si uno ve esos mares están pobreza y el desamparo. A semejanza Lazarillo, el bastardo colocado en el
dentro de nosotros mismos y el camino del pícaro tradicional, ocupan ellos el centro de la novela, se hace acreedor a
lo tenemos que hacer nosotros. El centro de la narración en tanto sus
38
nuestras simpatías por sus actitudes. Ahora bien, ¿qué quiso mostrar como expresión del derrumbe de los
Luego es antihéroe por oposición al Roberto Arlt en esta novela? ¿Quizás mitos del mundo caballeresco.
concepto tradicional del héroe ciertas formas de alienación del Otro aspecto es el carácter itinerante
caballeresco. Silvio Astier es antihéroe individuo en el mundo del protagonista, el pícaro pasa de amo
como una burda imitación de aquellos contemporáneo? Habrá de ser un muy en amo, movido siempre por el
que el novelista considera seudohéroes buen tema de investigación para otro hambre, acuciado por una necesidad
de la historia. El protagonista de trabajo. Se ve en esta obra que Arlt que no logra remediar en uno u otro
Roberto Arlt no vive sus experiencias persiste en la imagen del muchacho señor. Así construye su existencia
en una suma adicionada sin conexión que procura desentrañar el secreto del donde el prójimo es simplemente un
causal; lejos de ello cada uno de los “juguete rabioso” que en fin es su elemento de apoyo o de explotación,
traspiés del personaje de Silvio Astier vida. El Lazarillo es el nombre del nunca un medio de autoformación.
reconoce una causa anterior. El protagonista, cuyo titulo completo
universo del pícaro a la inversa no le es La vida de Lazarillo de Tormes y de CONCLUSION
permite llegar a conclusiones con sus fortunas y En El Juguete Rabioso de Roberto
facilidad, deberá tropezar una y otra adversidades. Tradicionalmente se Arlt, se sugiere la presencia y la acción
vez para llegar a comprender lo errado denominaba Lázaro al hombre que de los hombres con los cuales Silvio
de sus pasos. Aferrado a su soportaba toda clase de desdichas y Astier se rodea, mediante robos,
circunstancia no posee otra escuela ni proezas. El tema principal de esta desilusiones, aceptar por su parte la
mas guía que la de sus yerros y novela es el hambre y los medios de realidad, ver que fracasa y fracasa en
tropiezos, pues todo su mundo gira en los que se vale el pícaro para superarla. todo lo que emprende, hasta que
torno a su propia experiencia. Alrededor de este tema giran todas las traiciona. Aunque este es el aspecto en
En El juguete rabioso, el novelista es alternativas por las cuales atraviesa el el cual se pone énfasis, en el Capítulo
una especie de dueño y señor de las personaje central. Es importante IV, todas las particularidades
vidas cuyos hilos maneja. Si destacar que el tema del amor esta contempladas por el antihéroe son
vinculamos el robo efectuado por ausente en la novela picaresca. El tomadas en esta novela. Aparece la
Silvio Astier con las migajas de pan Lazarillo pertenece al estrato social actividad de cada uno de los
hurtadas por Lazarillo, o con las malas más bajo, al comienzo es un niño sin personajes: Silvio Astier, sus amigos
artes de que se vale el Buscón para maldad que se va deteriorando por lo Enrique y Lucio, Don Gaetano, el
disponer a gusto de las gallinas de su golpes que recibe y que van Ingeniero Vitri, el “Rengo”. Las
ama, vemos que estos últimos hurtan brindándole experiencia. Ahora bien, características propias del antihéroe
por necesidad, en tanto que Silvio si comparamos a Lazarilo de Tormes que desde mi punto de vista, tanto
Astier sigue el impulso de sus con los héroes de los diversos tipos de héroe como antihéroe corresponden a
caprichos infantiles. Del contraste novela de la época, el pícaro aparece un mismo paradigma. Este hombre
entre Silvio Astier de naturaleza como un “antihéroe”, no hay luchas tiene un destino en el cual queda
diabólica, inteligente y Lazarillo de por la amada, ni paisajes campestres atrapado, aunque como escritor quede
naturaleza libre, impulsiva , surgen las idealizados, sino que Lázaro es un aprisionado en su obra.
difíciles situaciones por la que deberá vagabundo que acude a diversas tretas En síntesis en El juguete rabioso de R.
atravesar este último: deberá enfrentar para sobrevivir. Lázaro no es ladrón , Arlt se ven las distintas
las situaciones en que lo coloca su cuando roba lo hace para satisfacer características del antihéroe
temperamento franco y juvenil. sus necesidades primarias, no es contempladas por el hombre, pero
Esta novela de Roberto Arlt comparte pendenciero, sí tiene un intimo deseo realiza asimismo innovaciones, una de
con la novela picaresca el tono de libertad que lo conduce a las más interesantes es la traición. Por
satírico con el cual desenmascara deambular de un lado a otro. último resulta original la equiparación
situaciones y deja al descubierto la En la primera mitad del siglo XVI la del antihéroe con el hombre en
hipocresía y la situación social en que sociedad española estaba en plena general y el Lazarillo de Tormes en
se vive. Así es que a este personaje decadencia financiera a causa de las particular, a través del único atributo
antiheroico que vive rodeado de seres largas guerras. Lazarillo, por la tanto que aquel no pierde, y este último no
marginados, estos le excitan su vena aparece como víctima del momento tiene ni recibe por transferencia: el
cleptómana desde la niñez y histórico que le ha tocado vivir. Se da robar por placer.
condicionado por la sociedad. con esto la aparición del “antihéroe”

El túnel es una novela de estructura psicológica escrita por el argentino Ernesto Sábato. Presenta en el
personaje de María Iribarne la comprensión de la totalidad y el absoluto a la vez que las zonas ocultas de
misterio que impulsarán a Juan Pablo Castel a asesinarla. El pintor, al dar forma a su obsesión interna, debe
renunciar a cualquier otra opción, en un proceso a la vez constructivo y destructivo que centrará el análisis
de las motivaciones del crimen. Obra esencial de Ernesto Sábato, El túnel nos entrega los elementos
básicos de su visión metafísica del existencialismo. Es una obra en la que abunda el pesimismo en cada
diálogo o pensamiento de los personajes.
Temas de la novela
Buenos Aires como metrópoli
Para el año 1900, Buenos Aires estaba en camino de convertirse en una metrópoli potente. Era éste el caso
a causa de muchos cambios ocurridos en la infraestructura del país, y la consecuencia del establecimiento
de grandes grupos de inmigrantes en la ciudad en lugar de mudarse a otras provincias. La construcción de
39
líneas ferroviarias subió y trajo riqueza, porque la materia prima era transportada con más facilidad. Como
consecuencia, las exportaciones subieron de manera drástica. Con el trabajo actuando como un imán, la
ciudad se volvió metropolitana y multicultural. Argentina, como resultado de la inmigración masiva, fue
entonces capaz de competir con las naciones europeas más importantes. Una estructura ejemplar que
mostraba esta nueva prosperidad es el Teatro Colón, que es uno de los recintos de ópera más importantes
del mundo. Los mayores bulevares de la ciudad fueron construidos alrededor de esta época.
Marco histórico de Argentina: el peronismo en 1945
La pobreza y el trabajo continuo eran dos tópicos que Argentina afrontaba en 1945. En un intento de
eliminar este problema, Juan Domingo Perón llegó al poder en 1946 e implementó un movimiento político
conocido como Peronismo, también conocido como "Justicialismo" (ya que su objetivo era la justicia social).
Personajes principales
Juan Pablo Castel: Protagonista y narrador de la historia. Solitario e incomprendido cree encontrar en María
la comprensión y el amor que no ha tenido, por ser ésta la única persona que ha entendido su pintura. Su
obsesión por María es llevada al límite y la mata creyéndose engañado. Psicológicamente es un personaje
muy intenso, con una habilidad mental se cuestiona y cuestiona al lector sobre la existencia humana.
María Iribarne: Un tono de misterio y confusión envuelve la historia de María. Responde al interés que
Castel siente por ella pero nunca logra entregarse del todo, tal vez por su estado civil (está casada con
Allende), sin embargo, según sospechas de Castel mantiene relaciones afectivas con Hunter a quien visita
frecuentemente. Se siente identificada con Juan Pablo Castel a través de sus pinturas.
Personajes secundarios
Allende: Esposo de María. Está ciego y conoce a Castel porque le entrega una carta que María le dejó antes
de partir por primera vez a la estancia de Hunter, su primo. Al enterarse por boca de Castel de las
infidelidades de María y de su muerte, lo llama "insensato" y termina por suicidarse.
Hunter: Primo de Allende y al parecer amante o amigo cercano de María.

Casa tomada de Julio Cortázar


Nos gustaba la casa porque aparte de Irene era una chica nacida para no dinero aumentaba. Pero a Irene solamente
espaciosa y antigua (hoy que las casas molestar a nadie. Aparte de su actividad la entretenía el tejido, mostraba una
antiguas sucumben a la más ventajosa matinal se pasaba el resto del día tejiendo destreza maravillosa y a mí se me iban las
liquidación de sus materiales) guardaba en el sofá de su dormitorio. No sé por qué horas viéndole las manos como erizos
los recuerdos de nuestros bisabuelos, el tejía tanto, yo creo que las mujeres tejen plateados, agujas yendo y viniendo y una
abuelo paterno, nuestros padres y toda la cuando han encontrado en esa labor el o dos canastillas en el suelo donde se
infancia. gran pretexto para no hacer nada. Irene no agitaban constantemente los ovillos. Era
Nos habituamos Irene y yo a persistir solos era así, tejía cosas siempre necesarias, hermoso.
en ella, lo que era una locura pues en esa tricotas para el invierno, medias para mí, Cómo no acordarme de la distribución de
casa podían vivir ocho personas sin mañanitas y chalecos para ella. A veces la casa. El comedor, una sala con
estorbarse. Hacíamos la limpieza por la tejía un chaleco y después lo destejía en gobelinos, la biblioteca y tres dormitorios
mañana, levantándonos a las siete, y a un momento porque algo no le agradaba; grandes quedaban en la parte más
eso de las once yo le dejaba a Irene las era gracioso ver en la canastilla el montón retirada, la que mira hacia Rodríguez
últimas habitaciones por repasar y me iba de lana encrespada resistiéndose a perder Peña. Solamente un pasillo con su maciza
a la cocina. Almorzábamos al mediodía, su forma de algunas horas. Los sábados puerta de roble aislaba esa parte del ala
siempre puntuales; ya no quedaba nada iba yo al centro a comprarle lana; Irene delantera donde había un baño, la cocina,
por hacer fuera de unos platos sucios. Nos tenía fe en mi gusto, se complacía con los nuestros dormitorios y el living central, al
resultaba grato almorzar pensando en la colores y nunca tuve que devolver cual comunicaban los dormitorios y el
casa profunda y silenciosa y cómo nos madejas. Yo aprovechaba esas salidas pasillo. Se entraba a la casa por un
bastábamos para mantenerla limpia. A para dar una vuelta por las librerías y zaguán con mayólica, y la puerta cancel
veces llegábamos a creer que era ella la preguntar vanamente si había novedades daba al living. De manera que uno entraba
que no nos dejó casarnos. Irene rechazó en literatura francesa. Desde 1939 no por el zaguán, abría la cancel y pasaba al
dos pretendientes sin mayor motivo, a mí llegaba nada valioso a la Argentina. living; tenía a los lados las puertas de
se me murió María Esther antes que Pero es de la casa que me interesa hablar, nuestros dormitorios, y al frente el pasillo
llegáramos a comprometernos. Entramos de la casa y de Irene, porque yo no tengo que conducía a la parte más retirada;
en los cuarenta años con la inexpresada importancia. Me pregunto qué hubiera avanzando por el pasillo se franqueaba la
idea de que el nuestro, simple y silencioso hecho Irene sin el tejido. Uno puede releer puerta de roble y mas allá empezaba el
matrimonio de hermanos, era necesaria un libro, pero cuando un pullover está otro lado de la casa, o bien se podía girar
clausura de la genealogía asentada por terminado no se puede repetirlo sin a la izquierda justamente antes de la
nuestros bisabuelos en nuestra casa. Nos escándalo. Un día encontré el cajón de puerta y seguir por un pasillo más estrecho
moriríamos allí algún día, vagos y abajo de la cómoda de alcanfor lleno de que llevaba a la cocina y el baño. Cuando
esquivos primos se quedarían con la casa pañoletas blancas, verdes, lila. Estaban la puerta estaba abierta advertía uno que
y la echarían al suelo para enriquecerse con naftalina, apiladas como en una la casa era muy grande; si no, daba la
con el terreno y los ladrillos; o mejor, mercería; no tuve valor para preguntarle a impresión de un departamento de los que
nosotros mismos la voltearíamos Irene qué pensaba hacer con ellas. No se edifican ahora, apenas para moverse;
justicieramente antes de que fuese necesitábamos ganarnos la vida, todos los Irene y yo vivíamos siempre en esta parte
demasiado tarde. meses llegaba plata de los campos y el de la casa, casi nunca íbamos más allá de

40
la puerta de roble, salvo para hacer la de las cómodas y nos mirábamos con que quedaban tocando la parte tomada,
limpieza, pues es increíble cómo se junta tristeza. nos poníamos a hablar en voz más alta o
tierra en los muebles. Buenos Aires será -No está aquí. Irene cantaba canciones de cuna. En una
una ciudad limpia, pero eso lo debe a sus Y era una cosa más de todo lo que cocina hay demasiados ruidos de loza y
habitantes y no a otra cosa. Hay habíamos perdido al otro lado de la casa. vidrios para que otros sonidos irrumpan en
demasiada tierra en el aire, apenas sopla Pero también tuvimos ventajas. La ella. Muy pocas veces permitíamos allí el
una ráfaga se palpa el polvo en los limpieza se simplificó tanto que aun silencio, pero cuando tornábamos a los
mármoles de las consolas y entre los levantándose tardísimo, a las nueve y dormitorios y al living, entonces la casa se
rombos de las carpetas de macramé; da media por ejemplo, no daban las once y ya ponía callada y a media luz, hasta
trabajo sacarlo bien con plumero, vuela y estábamos de brazos cruzados. Irene se pisábamos despacio para no molestarnos.
se suspende en el aire, un momento acostumbró a ir conmigo a la cocina y Yo creo que era por eso que de noche,
después se deposita de nuevo en los ayudarme a preparar el almuerzo. Lo cuando Irene empezaba a soñar en alta
muebles y los pianos. pensamos bien, y se decidió esto: voz, me desvelaba en seguida.)
Lo recordaré siempre con claridad porque mientras yo preparaba el almuerzo, Irene Es casi repetir lo mismo salvo las
fue simple y sin circunstancias inútiles. cocinaría platos para comer fríos de consecuencias. De noche siento sed, y
Irene estaba tejiendo en su dormitorio, noche. Nos alegramos porque siempre antes de acostarnos le dije a Irene que iba
eran las ocho de la noche y de repente se resultaba molesto tener que abandonar los hasta la cocina a servirme un vaso de
me ocurrió poner al fuego la pavita del dormitorios al atardecer y ponerse a agua. Desde la puerta del dormitorio (ella
mate. Fui por el pasillo hasta enfrentar la cocinar. Ahora nos bastaba con la mesa tejía) oí ruido en la cocina; tal vez en la
entornada puerta de roble, y daba la vuelta en el dormitorio de Irene y las fuentes de cocina o tal vez en el baño porque el codo
al codo que llevaba a la cocina cuando comida fiambre. del pasillo apagaba el sonido. A Irene le
escuché algo en el comedor o en la Irene estaba contenta porque le quedaba llamó la atención mi brusca manera de
biblioteca. El sonido venía impreciso y más tiempo para tejer. Yo andaba un poco detenerme, y vino a mi lado sin decir
sordo, como un volcarse de silla sobre la perdido a causa de los libros, pero por no palabra. Nos quedamos escuchando los
alfombra o un ahogado susurro de afligir a mi hermana me puse a revisar la ruidos, notando claramente que eran de
conversación. También lo oí, al mismo colección de estampillas de papá, y eso este lado de la puerta de roble, en la
tiempo o un segundo después, en el fondo me sirvió para matar el tiempo. Nos cocina y el baño, o en el pasillo mismo
del pasillo que traía desde aquellas piezas divertíamos mucho, cada uno en sus donde empezaba el codo casi al lado
hasta la puerta. Me tiré contra la pared cosas, casi siempre reunidos en el nuestro.
antes de que fuera demasiado tarde, la dormitorio de Irene que era más cómodo. No nos miramos siquiera. Apreté el brazo
cerré de golpe apoyando el cuerpo; A veces Irene decía: de Irene y la hice correr conmigo hasta la
felizmente la llave estaba puesta de -Fijate este punto que se me ha ocurrido. puerta cancel, sin volvernos hacia atrás.
nuestro lado y además corrí el gran cerrojo ¿No da un dibujo de trébol? Los ruidos se oían más fuerte pero
para más seguridad. Un rato después era yo el que le ponía siempre sordos, a espaldas nuestras.
Fui a la cocina, calenté la pavita, y cuando ante los ojos un cuadradito de papel para Cerré de un golpe la cancel y nos
estuve de vuelta con la bandeja del mate que viese el mérito de algún sello de quedamos en el zaguán. Ahora no se oía
le dije a Irene: Eupen y Malmédy. Estábamos bien, y nada.
-Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han poco a poco empezábamos a no pensar. -Han tomado esta parte -dijo Irene. El
tomado parte del fondo. Se puede vivir sin pensar. tejido le colgaba de las manos y las hebras
Dejó caer el tejido y me miró con sus (Cuando Irene soñaba en alta voz yo me iban hasta la cancel y se perdían debajo.
graves ojos cansados. desvelaba en seguida. Nunca pude Cuando vio que los ovillos habían quedado
-¿Estás seguro? habituarme a esa voz de estatua o del otro lado, soltó el tejido sin mirarlo.
Asentí. papagayo, voz que viene de los sueños y -¿Tuviste tiempo de traer alguna cosa? -le
-Entonces -dijo recogiendo las agujas- no de la garganta. Irene decía que mis pregunté inútilmente.
tendremos que vivir en este lado. sueños consistían en grandes sacudones -No, nada.
Yo cebaba el mate con mucho cuidado, que a veces hacían caer el cobertor. Estábamos con lo puesto. Me acordé de
pero ella tardó un rato en reanudar su Nuestros dormitorios tenían el living de por los quince mil pesos en el armario de mi
labor. Me acuerdo que me tejía un chaleco medio, pero de noche se escuchaba dormitorio. Ya era tarde ahora.
gris; a mí me gustaba ese chaleco. cualquier cosa en la casa. Nos oíamos Como me quedaba el reloj pulsera, vi que
Los primeros días nos pareció penoso respirar, toser, presentíamos el ademán eran las once de la noche. Rodeé con mi
porque ambos habíamos dejado en la que conduce a la llave del velador, los brazo la cintura de Irene (yo creo que ella
parte tomada muchas cosas que mutuos y frecuentes insomnios. estaba llorando) y salimos así a la calle.
queríamos. Mis libros de literatura Aparte de eso todo estaba callado en la Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien
francesa, por ejemplo, estaban todos en la casa. De día eran los rumores domésticos, la puerta de entrada y tiré la llave a la
biblioteca. Irene pensó en una botella de el roce metálico de las agujas de tejer, un alcantarilla. No fuese que a algún pobre
Hesperidina de muchos años. Con crujido al pasar las hojas del álbum diablo se le ocurriera robar y se metiera en
frecuencia (pero esto solamente sucedió filatélico. La puerta de roble, creo haberlo la casa, a esa hora y con la casa tomad
los primeros días) cerrábamos algún cajón dicho, era maciza. En la cocina y el baño,
El evangelio según Marcos de Jorge Luis Borges
El hecho sucedió en la estancia Los definirlo por ahora como uno de tantos Mejía y que una casi ilimitada bondad. No
Álamos, en el partido de Junín, hacia el muchachos porteños, sin otros rasgos le gustaba discutir; prefería que el
sur, en los últimos días del mes de marzo dignos de nota que esa facultad oratoria interlocutor tuviera razón y no él. Aunque
de 1928. Su protagonista fue un estudiante que le había hecho merecer más de un los azares del juego le interesaban, era un
de medicina, Baltasar Espinosa. Podemos premio en el colegio inglés de Ramos mal jugador, porque le desagradaba
41
ganar. Su abierta inteligencia era aire frío vino de golpe. Esa tarde, el pensar que en Buenos Aires aburriría a los
perezosa; a los treinta y tres años le Salado se desbordó. muchachos con el relato de la inundación
faltaba rendir una materia para graduarse, Al otro día, Baltasar Espinosa, mirando del Salado. Curiosamente, extrañaba
la que más lo atraía. Su padre, que era desde la galería los campos anegados, lugares a los que no iba nunca y no iría:
librepensador, como todos los señores de pensó que la metáfora que equipara la una esquina de la calle Cabrera en la que
su época, lo había instruido en la doctrina pampa con el mar no era, por lo menos hay un buzón, unos leones de
de Herbert Spencer, pero su madre, antes esa mañana, del todo falsa, aunque mampostería en un portón de la calle
de un viaje a Montevideo, le pidió que Hudson había dejado escrito que el mar Jujuy, a unas cuadras del Once, un
todas las noches rezara el Padrenuestro e nos parece más grande, porque lo vemos almacén con piso de baldosa que no sabía
hiciera la señal de la cruz. A lo largo de los desde la cubierta del barco y no desde el muy bien dónde estaba. En cuanto a sus
años no había quebrado nunca esa caballo o desde nuestra altura. La lluvia no hermanos y a su padre, ya sabrían por
promesa. No carecía de coraje; una cejaba; los Gutres, ayudados o Daniel que estaba aislado -la palabra,
mañana había cambiado, con más incomodados por el pueblero, salvaron etimológicamente, era justa- por la
indiferencia que ira, dos o tres puñetazos buena parte de la hacienda, aunque hubo creciente.
con un grupo de compañeros que querían muchos animales ahogados. Los caminos Explorando la casa, siempre cercada por
forzarlo a participar en una huelga para llegar a la estancia eran cuatro: a las aguas, dio con una Biblia en inglés. En
universitaria. Abundaba, por espíritu de todos los cubrieron las aguas. Al tercer las páginas finales los Guthrie -tal era su
aquiescencia, en opiniones o hábitos día, una gotera amenazó la casa del nombre genuino- habían dejado escrita su
discutibles: el país le importaba menos capataz; Espinosa les dio una habitación historia. Eran oriundos de Inverness,
que el riesgo de que en otras partes que quedaba en el fondo, al lado del habían arribado a este continente, sin
creyeran que usamos plumas; veneraba a galpón de las herramientas. La mudanza duda como peones, a principios del siglo
Francia pero menospreciaba a los los fue acercando; comían juntos en el diecinueve, y se habían cruzado con
franceses; tenía en poco a los americanos, gran comedor. El diálogo resultaba difícil; indios. La crónica cesaba hacia mil
pero aprobaba el hecho de que hubiera los Gutres, que sabían tantas cosas en ochocientos setenta y tantos; ya no sabían
rascacielos en Buenos Aires; creía que los materia de campo, no sabían explicarlas. escribir. Al cabo de unas pocas
gauchos de la llanura son mejores jinetes Una noche, Espinosa les preguntó si la generaciones habían olvidado el inglés; el
que los de las cuchillas o los cerros. gente guardaba algún recuerdo de los castellano, cuando Espinosa los conoció,
Cuando Daniel, su primo, le propuso malones, cuando la comandancia estaba les daba trabajo. Carecían de fe, pero en
veranear en Los Álamos, dijo en Junín. Le dijeron que sí, pero lo mismo su sangre perduraban, como rastros
inmediatamente que sí, no porque le hubieran contestado a una pregunta sobre oscuros, el duro fanatismo del calvinista y
gustara el campo sino por natural la ejecución de Carlos Primero. Espinosa las supersticiones del pampa. Espinosa les
complacencia y porque no buscó razones recordó que su padre solía decir que casi habló de su hallazgo y casi no escucharon.
válidas para decir que no. todos los casos de longevidad que se dan Hojeó el volumen y sus dedos lo abrieron
El casco de la estancia era grande y un en el campo son casos de mala memoria o en el comienzo del Evangelio según
poco abandonado; las dependencias del de un concepto vago de las fechas. Los Marcos. Para ejercitarse en la traducción y
capataz, que se llamaba Gutre, estaban gauchos suelen ignorar por igual el año en acaso para ver si entendían algo, decidió
muy cerca. Los Gutres eran tres: el padre, que nacieron y el nombre de quien los leerles ese texto después de la comida. Le
el hijo, que era singularmente tosco, y una engendró. sorprendió que lo escucharan con atención
muchacha de incierta paternidad. Eran En toda la casa no había otros libros que y luego con callado interés. Acaso la
altos, fuertes, huesudos, de pelo que una serie de la revista La Chacra, un presencia de las letras de oro en la tapa le
tiraba a rojizo y de caras aindiadas. Casi manual de veterinaria, un ejemplar de lujo diera más autoridad. Lo llevan en la
no hablaban. La mujer del capataz había del Tabaré, una Historia del Shorthorn en sangre, pensó. También se le ocurrió que
muerto hace años. la Argentina, unos cuantos relatos eróticos los hombres, a lo largo del tiempo, han
Espinosa, en el campo, fue aprendiendo o policiales y una novela reciente: Don repetido siempre dos historias: la de un
cosas que no sabía y que no sospechaba. Segundo Sombra. Espinosa, para distraer bajel perdido que busca por los mares
Por ejemplo, que no hay que galopar de algún modo la sobremesa inevitable, mediterráneos una isla querida, y la de un
cuando uno se está acercando a las casas leyó un par de capítulos a los Gutres, que dios que se hace crucificar en el Gólgota.
y que nadie sale a andar a caballo sino eran analfabetos. Desgraciadamente, el Recordó las clases de elocución en
para cumplir con una tarea. Con el tiempo capataz había sido tropero y no le podían Ramos Mejía y se ponía de pie para
llegaría a distinguir los pájaros por el grito. importar las andanzas de otro. Dijo que predicar las parábolas.
A los pocos días, Daniel tuvo que ese trabajo era liviano, que llevaban Los Gutres despachaban la carne asada y
ausentarse a la capital para cerrar una siempre un carguero con todo lo que se las sardinas para no demorar el Evangelio.
operación de animales. A lo sumo, el precisa y que, de no haber sido tropero, no Una corderita que la muchacha mimaba y
negocio le tomaría una semana. Espinosa, habría llegado nunca hasta la Laguna de adornaba con una cintita celeste se
que ya estaba un poco harto de Gómez, hasta el Bragado y hasta los lastimó con un alambrado de púa. Para
las bonnes fortunes de su primo y de su campos de los Núñez, en Chacabuco. En parar la sangre, querían ponerle una
infatigable interés por las variaciones de la la cocina había una guitarra; los peones, telaraña; Espinosa la curó con unas
sastrería, prefirió quedarse en la estancia, antes de los hechos que narro, se pastillas. La gratitud que esa curación
con sus libros de texto. El calor apretaba y sentaban en rueda; alguien la templaba y despertó no dejó de asombrarlo. Al
ni siquiera la noche traía un alivio. En el no llegaba nunca a tocar. Esto se llamaba principio, había desconfiado de los Gutres
alba, los truenos lo despertaron. El viento una guitarreada. y había escondido en uno de sus libros los
zamarreaba las casuarinas. Espinosa oyó Espinosa, que se había dejado crecer la doscientos cuarenta pesos que llevaba
las primeras gotas y dio gracias a Dios. El barba, solía demorarse ante el espejo para consigo; ahora, ausente el patrón, él había
mirar su cara cambiada y sonreía al tomado su lugar y daba órdenes tímidas,

42
que eran inmediatamente acatadas. Los El temporal ocurrió un martes. El jueves a arderán y arderán.
Gutres lo seguían por las piezas y por el la noche lo recordó un golpecito suave en -¿Y también se salvaron los que le
corredor, como si anduvieran perdidos. la puerta que, por las dudas, él siempre clavaron los clavos?
Mientras leía, notó que le retiraban las cerraba con llave. Se levantó y abrió: era -Sí -replicó Espinosa, cuya teología era
migas que él había dejado sobre la mesa. la muchacha. En la oscuridad no la vio, incierta.
Una tarde los sorprendió hablando de él pero por los pasos notó que estaba Había temido que el capataz le exigiera
con respeto y pocas palabras. Concluido el descalza y después, en el lecho, que cuentas de lo ocurrido anoche con su hija.
Evangelio según Marcos, quiso leer otro había venido desde el fondo, desnuda. No Después del almuerzo, le pidieron que
de los tres que faltaban; el padre le pidió lo abrazó, no dijo una sola palabra; se releyera los últimos capítulos. Espinosa
que repitiera el que ya había leído, para tendió junto a él y estaba temblando. Era durmió una siesta larga, un leve sueño
entenderlo bien. Espinosa sintió que eran la primera vez que conocía a un hombre. interrumpido por persistentes martillos y
como niños, a quienes la repetición les Cuando se fue, no le dio un beso; por vagas premoniciones. Hacia el
agrada más que la variación o la novedad. Espinosa pensó que ni siquiera sabía atardecer se levantó y salió al corredor.
Una noche soñó con el Diluvio, lo cual no cómo se llamaba. Urgido por una íntima Dijo como si pensara en voz alta:
es de extrañar; los martillazos de la razón que no trató de averiguar, juró que -Las aguas están bajas. Ya falta poco.
fabricación del arca lo despertaron y pensó en Buenos Aires no le contaría a nadie esa -Ya falta poco -repitió Gutrel, como un eco.
que acaso eran truenos. En efecto, la historia. Los tres lo habían seguido. Hincados en el
lluvia, que había amainado, volvió a El día siguiente comenzó como los piso de piedra le pidieron la bendición.
recrudecer. El frío era intenso. Le dijeron anteriores, salvo que el padre habló con Después lo maldijeron, lo escupieron y lo
que el temporal había roto el techo del Espinosa y le preguntó si Cristo se dejó empujaron hasta el fondo. La muchacha
galpón de las herramientas y que iban a matar para salvar a todos los hombres. lloraba. Espinosa entendió lo que le
mostrárselo cuando estuvieran arregladas Espinosa, que era librepensador pero que esperaba del otro lado de la puerta.
las vigas. Ya no era un forastero y todos lo se vio obligado a justificar lo que les había Cuando la abrieron, vio el firmamento. Un
trataban con atención y casi lo mimaban. A leído, le contestó: pájaro gritó; pensó: es un jilguero. El
ninguno le gustaba el café, pero había -Sí. Para salvar a todos del infierno. galpón estaba sin techo; habían arrancado
siempre un tacita para él, que colmaban Gutre le dijo entonces: las vigas para construir la Cruz.
de azúcar. -¿Qué es el infierno?
-Un lugar bajo tierra donde las ánimas
Emma Zunz Jorge Luis Borges
El catorce de enero de 1922, Emma Zunz, veraneos en una chacra, cerca de domingo a la tarde. Luego, se habló de
al volver de la fábrica de tejidos Tarbuch y Gualeguay, recordó (trató de recordar) a novios y nadie esperó que Emma hablara.
Loewenthal, halló en el fondo del zaguán su madre, recordó la casita de Lanús que En abril cumpliría diecinueve años, pero
una carta, fechada en el Brasil, por la que les remataron, recordó los amarillos los hombres le inspiraban, aún, un temor
supo que su padre había muerto. La losanges de una ventana, recordó el auto casi patológico... De vuelta, preparó una
engañaron, a primera vista, el sello y el de prisión, el oprobio, recordó los sopa de tapioca y unas legumbres, comió
sobre; luego, la inquietó la letra anónimos con el suelto sobre «el desfalco temprano, se acostó y se obligó a dormir.
desconocida. Nueve diez líneas del cajero», recordó (pero eso jamás lo Así, laborioso y trivial, pasó el viernes
borroneadas querían colmar la hoja; olvidaba) que su padre, la última noche, le quince, la víspera.
Emma leyó que el señor Maier había había jurado que el ladrón era Loewenthal. El sábado, la impaciencia la despertó. La
ingerido por error una fuerte dosis de Loewenthal, Aarón Loewenthal, antes impaciencia, no la inquietud, y el singular
veronal y había fallecido el tres del gerente de la fábrica y ahora uno de los alivio de estar en aquel día, por fin. Ya no
corriente en el hospital de Bagé. Un dueños. Emma, desde 1916, guardaba el tenía que tramar y que imaginar; dentro de
compañero de pensión de su padre secreto. A nadie se lo había revelado, ni algunas horas alcanzaría la simplicidad de
firmaba la noticia, un tal Feino Fain, de Río siquiera a su mejor amiga, Elsa Urstein. los hechos. Leyó en La Prensa que el
Grande, que no podía saber que se dirigía Quizá rehuía la profana incredulidad; quizá Nordstjärnan, de Malmö, zarparía esa
a la hija del muerto. creía que el secreto era un vínculo entre noche del dique 3; llamó por teléfono a
Emma dejó caer el papel. Su primera ella y el ausente. Loewenthal no sabía que Loewenthal, insinuó que deseaba
impresión fue de malestar en el vientre y ella sabía; Emma Zunz derivaba de ese comunicar, sin que lo supieran las otras,
en las rodillas; luego de ciega culpa, de hecho ínfimo un sentimiento de poder. algo sobre la huelga y prometió pasar por
irrealidad, de frío, de temor; luego, quiso No durmió aquella noche, y cuando la el escritorio, al oscurecer. Le temblaba la
ya estar en el día siguiente. Acto contínuo primera luz definió el rectángulo de la voz; el temblor convenía a una delatora.
comprendió que esa voluntad era inútil ventana, ya estaba perfecto su plan. Ningún otro hecho memorable ocurrió esa
porque la muerte de su padre era lo único Procuró que ese día, que le pareció mañana. Emma trabajó hasta las doce y
que había sucedido en el mundo, y interminable, fuera como los otros. Había fijó con Elsa y con Perla Kronfuss los
seguiría sucediendo sin fin. Recogió el en la fábrica rumores de huelga; Emma se pormenores del paseo del domingo. Se
papel y se fue asucuarto. Furtivamente lo declaró, como siempre, contra toda acostó después de almorzar y recapituló,
guardó en un cajón, como si de algún violencia. A las seis, concluido el trabajo, cerrados los ojos, el plan que había
modo ya conociera los hechos ulteriores. fue con Elsa a un club de mujeres, que tramado. Pensó que la etapa final sería
Ya había empezado a vislumbrarlos, tal tiene gimnasio y pileta. Se inscribieron; menos horrible que la primera y que le
vez; ya era la que sería. tuvo que repetir y deletrear su nombre y su depararía, sin duda, el sabor de la victoria
En la creciente oscuridad, Emma lloró apellido, tuvo que festejar las bromas y de la justicia. De pronto, alarmada, se
hasta el fin de aquel día del suicidio de vulgares que comentan la revisación. Con levantó y corrió al cajón de la cómoda. Lo
Manuel Maier, que en los antiguos días Elsa y con la menor de las Kronfuss abrió; debajo del retrato de Milton Sills,
felices fue Emanuel Zunz. Recordó discutió a qué cinematógrafo irían el donde la había dejado la antenoche,
43
estaba la carta de Fain. Nadie podía impiedad, como tirar el pan; Emma se Dios triunfar de la justicia humana. (No por
haberla visto; la empezó a leer y la rompió. arrepintió, apenas lo hizo. Un acto de temor, sino por ser un instrumento de la
Referir con alguna realidad los hechos de soberbia y en aquel día... El temor se Justicia, ella no quería ser castigada.)
esa tarde sería difícil y quizá perdió en la tristeza de su cuerpo, en el Luego, un solo balazo en mitad del pecho
improcedente. Un atributo de lo infernal es asco. El asco y la tristeza la encadenaban, rubricaría la suerte de Loewenthal. Pero
la irrealidad, un atributo que parece mitigar pero Emma lentamente se levantó y las cosas no ocurrieron así.
sus terrores y que los agrava tal vez. procedió a vestirse. En el cuarto no Ante Aarón Loeiventhal, más que la
¿Cómo hacer verosímil una acción en la quedaban colores vivos; el último urgencia de vengar a su padre, Emma
que casi no creyó quien la ejecutaba, crepúsculo se agravaba. Emma pudo salir sintió la de castigar el ultraje padecido por
cómo recuperar ese breve caos que hoy la sin que lo advirtieran; en la esquina subió ello. No podía no matarlo, después de esa
memoria de Emma Zunz repudia y a un Lacroze, que iba al oeste. Eligió, minuciosa deshonra. Tampoco tenía
confunde? Emma vivía por Almagro, en la conforme a su plan, el asiento más tiempo que perder en teatralerías.
calle Liniers; nos consta que esa tarde fue delantero, para que no le vieran la cara. Sentada, tímida, pidió excusas a
al puerto. Acaso en el infame Paseo de Quizá le confortó verificar, en el insípido Loewenthal, invocó (a fuer de delatora) las
Julio se vio multiplicada en espejos, trajín de las calles, que lo acaecido no obligaciones de la lealtad, pronunció
publicada por luces y desnudada por los había contaminado las cosas. Viajó por algunos nombres, dio a entender otros y
ojos hambrientos, pero más razonable es barrios decrecientes y opacos, viéndolos y se cortó como si la venciera el temor.
conjeturar que al principio erró, olvidándolos en el acto, y se apeó en una Logró que Loewenthal saliera a buscar
inadvertida, por la indiferente recova... de las bocacalles de Warnes. una copa de agua. Cuando éste, incrédulo
Entró en dos o tres bares, vio la rutina o Pardójicamente su fatiga venía a ser una de tales aspavientos, pero indulgente,
los manejos de otras mujeres. Dio al fin fuerza, pues la obligaba a concentrarse en volvió del comedor, Emma ya había
con hombres del Nordstjärnan. De uno, los pormenores de la aventura y le sacado del cajón el pesado revólver.
muy joven, temió que le inspirara alguna ocultaba el fondo y el fin. Apretó el gatillo dos veces. El considerable
ternura y optó por otro, quizá más bajo que Aarón Loewenthal era, para todos, un cuerpo se desplomó como si los estampi-
ella y grosero, para que la pureza del hombre serio; para sus pocos íntimos, un dos y el humo lo hubieran roto, el vaso de
horror no fuera mitigada. El hombre la avaro. Vivía en los altos de la fábrica, solo. agua se rompió, la cara la miró con
condujo a una puerta y después a un Establecido en el desmantelado arrabal, asombro y cólera, la boca de la cara la
turbio zaguán y después a una escalera temía a los ladrones; en el patio de la injurió en español y en ídisch. Las malas
tortuosa y después a un vestíbulo (en el fábrica había un gran perro y en el cajón palabras no cejaban; Emma tuvo que
que había una vidriera con losanges de su escritorio, nadie lo ignoraba, un hacer fuego otra vez. En el patio, el perro
idénticos a los de la casa en Lanús) y revólver. Había llorado con decoro, el año encadenado rompió a ladrar, y una efusión
después a un pasillo y después a una anterior, la inesperada muerte de su mujer de brusca sangre manó de los labios
puerta que se cerró. Los hechos graves - ¡una Gauss, que le trajo una buena dote! obscenos y manchó la barba y la ropa.
están fuera del tiempo, ya porque en ellos -, pero el dinero era su verdadera pasión. Emma inició la acusación que había
el pasado inmediato queda como Con íntimo bochorno se sabía menos apto preparado («He vengado a mi padre y no
tronchado del porvenir, ya porque no para ganarlo que para conservarlo. Era me podrán castigar...»), pero no la acabó,
parecen consecutivas las partes que los muy religioso; creía tener con el Señor un porque el señor Loewenthal ya había
forman. pacto secreto, que lo eximía de obrar bien, muerto. No supo nunca si alcanzó a
¿En aquel tiempo fuera del tiempo, en a trueque de oraciones y devociones. comprender.
aquel desorden perplejo de sensaciones Calvo, corpulento, enlutado, de quevedos Los ladridos tirantes le recordaron que no
inconexas y atroces, pensó Emma Zunz ahumados y barba rubia, esperaba de pie, podía, aún, descansar. Desordenó el
una sola vez en el muerto que motivaba el junto a la ventana, el informe confidencial diván, desabrochó el saco del cadáver, le
sacrificio? Yo tengo para mí que pensó de la obrera Zunz. quitó los quevedos salpicados y los dejó
una vez y que en ese momento peligró su La vio empujar la verja (que él había sobre el fichero. Luego tomó el teléfono y
desesperado propósito. Pensó (no pudo entornado a propósito) y cruzar el patio repitió lo que tantas veces repetiría, con
no pensar) que su padre le había hecho a sombrío. La vio hacer un pequeño rodeo esas y con otras palabras: Ha ocurrido una
su madre la cosa horrible que a ella ahora cuando el perro atado ladró. Los labios de cosa que es increíble... El señor
le hacían. Lo pensó con débil asombro y Emma se atareaban como los de quien Loewenthal me hizo venir con el pretexto
se refugió, en seguida, en el vértigo. El reza en voz baja; cansados, repetían la de la huelga... Abusó de mí, lo maté...
hombre, sueco o finlandés, no hablaba sentencia que el señor Loewenthal oiría La historia era increíble, en efecto, pero se
español; fue una herramienta para Emma antes de morir. impuso a todos, porque sustancialmente
como ésta lo fue para él, pero ella sirvió Las cosas no ocurrieron como había era cierta. Verdadero era el tono de Emma
para el goce y él para la justicia. Cuando previsto Emma Zunz. Desde la madrugada Zunz, verdadero el pudor, verdadero el
se quedó sola, Emma no abrió en seguida anterior, ella se había soñado muchas odio. Verdadero también era el ultraje que
los ojos. En la mesa de luz estaba el veces, dirigiendo el firme revólver, había padecido; sólo eran falsas las
dinero que había dejado el hombre: Emma forzando al miserable a confesar la circunstancias, la hora y uno o dos
se incorporó y lo rompió como antes había miserable culpa y exponiendo la intrépida nombres propios.
roto la carta. Romper dinero es una estratagema que permitiría a la Justicia de
La intrusa de Jorge Luis Borges
Dicen (lo cual es improbable) que la el partido de Morón. Lo cierto es que contármela en Turdera, donde había
historia fue referida por Eduardo, el menor alguien la oyó de alguien, en el decurso de acontecido. La segunda versión, algo más
de los Nelson, en el velorio de Cristián, el esa larga noche perdida, entre mate y prolija, confirmaba en suma la de
mayor, que falleció de muerte natural, mate, y la repitió a Santiago Dabove, por Santiago, con las pequeñas variaciones y
hacia mil ochocientos noventa y tantos, en quien la supe. Años después, volvieron a divergencias que son del caso. La escribo
44
ahora porque en ella se cifra, si no me Eduardo los acompañaba al principio. su madre. Sin explicarle nada la subieron
engaño, un breve y trágico cristal de la Después emprendió un viaje a Arrecifes a la carreta y emprendieron un silencioso y
índole de los orilleros antiguos. Lo haré por no sé qué negocio; a su vuelta llevó a tedioso viaje. Había llovido; los caminos
con probidad, pero ya preveo que cederé a la casa una muchacha, que había estaban muy pesados y serían las once de
la tentación literaria de acentuar o agregar levantado por el camino, y a los pocos la noche cuando llegaron a Morón. Ahí la
algún pormenor. días la echó. Se hizo más hosco; se vendieron a la patrona del prostíbulo.
En Turdera los llamaban los Nilsen. El emborrachaba solo en el almacén y no se Eltrato ya estaba hecho; Cristián cobró la
párroco me dijo que su predecesor daba con nadie. Estaba enamorado de la suma y la dividió después con el otro.
recordaba, no sin sorpresa, haber visto en mujer de Cristián. El barrio, que tal vez lo En Turdera, los Nilsen, perdidos hasta
la casa de esa gente una gastada Biblia de supo antes que él, previó con alevosa entonces en la mañana (que también era
tapas negras, con caracteres góticos; en alegría la rivalidad latente de los una rutina) de aquel monstruoso amor,
las últimas páginas entrevió nombres y hermanos. quisieron reanudar su antigua vida de
fechas manuscritas. Era el único libro que Una noche, al volver tarde de la esquina, hombres entre hombres. Volvieron a las
había en la casa. La azarosa crónica de Eduardo vio el oscuro de Cristián atado al trucadas, al reñidero, a las juergas
los Nilsen, perdida como todo se perderá. palenque En el patio, el mayor estaba casuales. Acaso, alguna vez, se creyeron
El caserón, que ya no existe, era de ladrillo esperándolo con sus mejores pilchas. La salvados, pero solían incurrir, cada cual
sin revocar; desde el zaguán se divisaban mujer iba y venía con el mate en la mano. por su lado, en injustificadas o harto
un patio de baldosa colorada y otro de Cristián le dijo a Eduardo: justificadas ausencias. Poco antes de fin
tierra. Pocos, por lo demás, entraron ahí; -Yo me voy a una farra en lo de Farías. de año el menor dijo que tenía que hacer
los Nilsen defendían su soledad. En las Ahí la tenés a la Juliana; si la querés, en la Capital. Cristián se fue a Morón; en
habitaciones desmanteladas dormían en usala. el palenque de la casa que sabemos
catres; sus lujos eran el caballo, el apero, El tono era entre mandón y cordial. reconoció al overo de Eduardo. Entró;
la daga de hojas corta, el atuendo Eduardo se quedó un tiempo mirándolo; adentro estaba el otro, esperando turno.
rumboso de los sábados y el alcohol no sabía qué hacer. Cristián se levantó, se Parece que Cristián le dijo:
pendenciero. Sé que eran altos, de melena despidió de Eduardo, no de Juliana, que -De seguir así, los vamos a cansar a los
rojiza. Dinamarca o Irlanda, de las que era una cosa, montó a caballo y se fue al pingos. Más vale que la tengamos a mano.
nunca oirían hablar, andaban por la sangre trote, sin apuro. Habló con la patrona, sacó unas monedas
de esos dos criollos. El barrio los temía a Desde aquella noche la compartieron. del tirador y se la llevaron. La Juliana iba
los Colorados; no es imposible que Nadie sabrá los pormenores de esa con Cristián; Eduardo espoleó al overo
debieran alguna muerte. Hombro a sórdida unión, que ultrajaba las decencias para no verlos.
hombro pelearon una vez a la policía. Se del arrabal. El arreglo anduvo bien por Volvieron a lo que ya se ha dicho. La
dice que el menor tuvo un altercado con unas semanas, pero no podía durar. Entre infame solución había fracasado; los dos
Juan Iberra, en el que no llevó la peor ellos, los hermanos no pronunciaban el habían cedido a la tentación de hacer
parte, lo cual, según los entendidos, es nombre de Juliana, ni siquiera para trampa. Caín andaba por ahí, pero el
mucho. Fueron troperos, cuarteadores, llamarla, pero buscaban, y encontraban cariño entre los Nilsen era muy grande -
cuatreros y alguna vez tahúres. Tenían razones para no estar de acuerdo. ¡quién sabe qué rigores y qué peligros
fama de avaros, salvo cuando la bebida y Discutían la venta de unos cueros, pero lo habían compartido!- y prefirieron
el juego los volvían generosos. De sus que discutían era otra cosa. Cristián solía desahogar su exasperación con ajenos.
deudos nada se sabe y ni de dónde alzar la voz y Eduardo callaba. Sin Con un desconocido, con los perros, con
vinieron. Eran dueños de una carreta y saberlo, estaban celándose. En el duro la Juliana, que habían traído la discordia.
una yunta de bueyes. suburbio, un hombre no decía, ni se decía, El mes de marzo estaba por concluir y el
Físicamente diferían del compadraje que que una mujer pudiera importarle, más allá calor no cejaba. Un domingo (los
dio su apodo forajido a la Costa Brava. del deseo y la posesión, pero los dos domingos la gente suele recogerse
Esto, y lo que ignoramos, ayuda a estaban enamorados. Esto, de algún temprano) Eduardo, que volvía del
comprender lo unidos que fueron. modo, los humillaba. almacén, vio que Cristián uncía los
Malquistarse con uno era contar con dos Una tarde, en la plaza de Lomas, Eduardo bueyes. Cristián le dijo:
enemigos. se cruzó con Juan Iberra, que lo felicitó por -Vení, tenemos que dejar unos cueros en
Los Nilsen eran calaveras, pero sus ese primor que se había agenciado. Fue lo del Pardo; ya los cargué; aprovechemos
episodios amorosos habían sido hasta entonces, creo, que Eduardo lo injurió. la fresca.
entonces de zaguán o de casa mala. No Nadie, delante de él, iba a hacer burla de El comercio del Pardo quedaba, creo, más
faltaron, pues, comentarios cuando Cristián. al Sur; tomaron por el Camino de las
Cristián llevó a vivir con él a Juliana La mujer atendía a los dos con sumisión Tropas; después, por un desvío. El campo
Burgos. Es verdad que ganaba así una bestial; pero no podía ocultar alguna iba agrandándose con la noche.
sirvienta, pero no es menos cierto que la preferencia por el menor, que no había Orillaron un pajonal; Cristián tiró el cigarro
colmó de horrendas baratijas y que la lucía rechazado la participación, pero que no la que había encendido y dijo sin apuro:
en las fiestas. En las pobres fiestas de había dispuesto. -A trabajar, hermano. Después nos
conventillo, donde la quebrada y el corte Un día, le mandaron a la Juliana que ayudarán los caranchos. Hoy la maté. Que
estaban prohibidos y donde se bailaba, sacara dos sillas al primer patio y que no se quede aquí con sus pilchas, ya no hará
todavía, con mucha luz. Juliana era de tez apareciera por ahí, porque tenían que más perjuicios.
morena y de ojos rasgados; bastaba que hablar. Ella esperaba un diálogo largo y se Se abrazaron, casi llorando. Ahora los
alguien la mirara, para que se sonriera. En acostó a dormir la siesta, pero al rato la ataba otro círculo: la mujer tristemente
un barrio modesto, donde el trabajo y el recordaron. Le hicieron llenar una bolsa sacrificada y la obligación de olvidarla.
descuido gastan a las mujeres, no era mal con todo lo que tenía, sin olvidar el rosario
parecida. de vidrio y la crucecita que le había dejado

45
"PATRÓN". de Abelardo inconveniente porque no le salió la Paula aguantó la mirada. Lejos, volvió a
palabra. Y entonces todo estaba decidido. escucharse el relincho. El dijo:
Castillo Cinco minutos después él salió del rancho, –Vení a la cama.
I La vieja Tomasina, la partera se lo dijo, pasó junto a Paula y dijo “vaya, que la II
tas preñada, le dijo, y ella sintió un miedo vieja quiere hablarla”. Ella entró y dijo: No la consultó. La tomó, del mismo modo
oscuro y pegajoso: llevar una criatura –Sí, claro. que se corta una fruta del árbol crecido en
adentro como un bicho enrollado, un hijo, Y unos meses después el cura los casó. el patio. Estaba ahí, dentro de los límites
que a lo mejor un día iba a tener los Hubo malicia en los ojos esa noche, en el de sus tierras, a este lado de los postes y
mismos ojos duros, la misma piel áspera patio de la estancia vieja. Vino y asado y el alambrado de púas. Una noche –se
del viejo. Estás segura, Tomasina, malicia. Paula no quería escuchar las decía–. muchos años antes, Antenor
preguntó, pero no preguntó: asintió. palabras que anticipaban el miedo y el Domínguez subió a caballo y galopó hasta
Porque ya lo sabía; siempre supo que el dolor. el amanecer. Ni un minuto más. Porque el
viejo iba a salirse con la suya. Pero m’hija, –Un alambre parece el viejo. trato era “hasta que amanezca”, y él
había dicho la mujer, llevo anunciando Duro, retorcido como un alambre, bailando estaba acostumbrado a estas cláusulas
más partos que potros tiene tu marido. La esa noche, demostrando que de viejo sólo viriles, arbitrarias, que se rubricaban con
miraba. Va a estar contento Anteno, agre- tenía la edad, zapateando un malambo un apretón de manos o a veces ni siquiera
gó. Y Paula dijo sí, claro. Y aunque ya no hasta que el peón dijo está bueno, patrón, con eso.
se acordaba, una tarde, hacía cuatro años, y él se rió, sudado, brillándole la piel –De acá hasta donde llegues –y el
también había dicho: curtida. Oliendo a padrillo. caudillo, mirando al hombre joven estiró la
–Sí, claro. Solos los dos, en sulky la llevó a la casa. mano, y la mano, que era grande y
Esa tarde quería decir que aceptaba ser la Casi tres leguas, solos, con todo el cielo dadivosa, quedó como perdida entre los
mujer de don Antenor Domínguez, el arriba y sus estrellas y el silencio. De dedos del otro–. Clavas la estaca y te
dueño de La Cabriada: el amo. golpe, al subir una loma, como un volvés. Lo alambras y es tuyo.
–Mire que no es obligación. –La abuela de aparecido se les vino encima, torva, la Nadie sabía muy bien qué clase de favor
Paula tenía los ojos bajos y se veía de silueta del Cerro Negro. Dijo Antenor: se estaba cobrando Antenor Domínguez
lejos que sí, que era obligación. –Ahora –Cerro Patrón. aquella noche; algunos, los más
que usté sabe cómo ha sido siempre don Y fue todo lo que dijo. suspicaces, aseguraban que el hombre
Anteno con una, lo bien que se portó de Después, al pasar el último puesto, caído junto al mostrador del Rozas tenía
que nos falta su padre. Eso no quita que Tomás, el cuidador, lo saludó con el farol algo que ver con ese trato: toda la tierra
haga su voluntad. desde lejos. Cuando llegaron a la casa, que se abarca en una noche de a caballo.
Sin querer, las palabras fueron ambiguas; Paula no vio más que a una mujer y los Y él salió, sin apuro, sin ser tan zonzo
pero nadie dudaba de que, en toda La perros. Los perros que se abalanzaban y como para reventar el animal a las diez
Cabriada, su voluntad quería decir siempre se frenaron en seco sobre los cuartos, cuadras. Y cuando clavó la estaca empezó
lo mismo. Y ahora quería decir que Paula, porque Antenor los enmudeció, los paró de a ser don Antenor. Y a los quince años era
la hija de un puestero de la estancia vieja un grito. Paula adivinó que esa mujer, él quien podía, si cuadraba, regalarle a un
–muerto, achicharrado en los corrales por nadie más, vivía ahí dentro. Por una hombre todo el campo que se animara a
salvar la novillada cuando el incendio oscura asociación supo también que era cabalgar en una noche. Claro que nunca lo
aquel del 30– podía ser la mujer del ella quien cocinaba para el viejo: el viejo le hizo. Y ahora habían pasado treinta años y
hombre más rico del partido, porque, un había preguntado “comieron”, y señaló los estaba acostumbrado a entender suyo
rato antes, él había entrado al rancho y perros. todo lo que había de este lado de los
había dicho: Ahora, desde la ventana alta del caserón postes y el alambre. Por eso no la
–Quiero casarme con su nieta –Paula se ven los pinos, y los perros duermen. consultó. La cortó.
estaba afuera, dándoles de comer a las Largos los pinos, lejos. Ella lo estaba mirando. Pareció que iba a
gallinas; el viejo había pasado sin mirarla. –Todo lo que quiero es mujer en la casa, y decir algo, pero no habló. Nadie, viéndola,
–Se me ha dado por tener un hijo, sabes. un hijo, un macho en el campo –Antenor hubiera comprendido bien este silencio: la
–Señaló afuera, el campo, y su ademán señaló afuera, a lo hondo de la noche muchacha era una mujer grande, ancha y
pasó por encima de Paula que estaba en agujereada de grillos; en algún sitio se oyó poderosa como un animal, una bestia bella
el patio, como si el ademán la incluyera, un relincho–. Vení, arrímate. y chucara a la que se le adivinaba la
de hecho, en las palabras que iba a Ella se acercó. violencia debajo de la piel. El viejo, en
pronunciar después. –Mucho para que se –Mande –le dijo. cambio, flaco, áspero como una rama.
lo quede el gobierno, y muy mío. ¿Cuántos –Todo va a ser para él, entendés. Y –Contesta, che. ¡Contesta, te digo! –se le
años tiene la muchacha? también para vos. Pero anda sabiendo que acercó. Paula sentía ahora su aliento junto
–Diecisiete, o dieciséis –la abuela no sabía acá se hace lo que yo digo, que por algo a la cara, su olor a venir del campo. Ella
muy bien; tampoco sabía muy bien cómo me he ganao el derecho a disponer. –Y dijo:
hacer para disimular el asombro, la señalaba el campo, afuera, hasta mucho –No, don Anteno.
alegría, las ganas de regalar, de vender a más allá del monte de eucaliptos, detrás –¿Y entonces? ¿Me querés decir,
la nieta. Se secó las manos en el delantal. de los pinos, hasta pasar el cerro, entonces…?
El dijo: abarcando aguadas y caballos y vacas. Le Obedecer es fácil, pero un hijo no viene
–Qué me miras. ¿Te parece chica? En los tocó la cintura, y ella se puso rígida debajo por más obediente que sea una, por más
bailes se arquea para adelante, bien del vestido. –Veintiocho años tenía cuando que aguante el olor del hombre corriéndole
pegada a los peones. No es chica. Y en la me lo gané –la miró, como quien se mete por el cuerpo, su aliento, como si entrase
casa grande va a estar mejor que acá. dentro de los ojos–, ya hace arriba de también, por más que se quede quieta
Qué me contestas. treinta. boca arriba. Un año y medio boca arriba,
–Y yo no sé, don Anteno. Por mí no hay… viejo macho de sementera. Un año y
–y no alcanzó a decir que no había
46
medio sintiéndose la sangre tumultuosa viejo iba a terminar golpeando. Lo supo la casa, encerrarse allá. Pero el viejo la llamó
galopándole el cuerpo, queriendo salírsele misma noche que murió la abuela. y ella ahora estaba parada junto a él.
del cuerpo, saliendo y encontrando sólo la –O cuarenta y tantos, es lo mismo. –Ceba mate. –Algo como una tijera
dureza despiadada del viejo. Sólo una vez Alguien lo había dicho en el velorio: enorme, o como una tenaza, se ajustó en
lo vio distinto; le pareció distinto. Ella cuarenta y tantos. Los años de diferencia, el nacimiento de los cuernos del torito.
cruzaba los potreros, buscándolo, y un querían decir. Paula miró de reojo a Paula frunció la cara. Se oyeron un crujido
peón asomó detrás de una parva; Paula Antenor, y él, más allá, hablando de unos y un mugido largo, y del hueso brotó,
había sentido la mirada caliente cueros, adivinó la mirada y entendió lo que repentino, un chorro colorado y caliente. –
recorriéndole la curva de la espalda, como todos pensaban: que la diferencia era Qué fruncís la jeta, vos.
en los bailes, antes. Entonces oyó un grande. Y quién sabe entonces si la culpa Ella le alcanzó el mate. Preñada, había
crujido, un golpe seco, y se dio vuelta. no era de él, del viejo. dicho la Tomasina. Él pareció adivinarlo.
Antenor estaba ahí, con el talero en la –Volvemos a la casa –dijo de golpe. Paula estaba agarrando el mate que él le
mano, y el peón abría la boca como en Ésa fue la primera noche que Paula le devolvía, quiso evitar sus ojos, darse
una arcada, abajo, junto a los pies del sintió olor a caña. Después –hasta la tarde vuelta.
viejo. Fue esa sola vez. Se sintió mujer aquella, cuando un toro se vino resoplando –Che –dijo el viejo.
disputada, mujer nomás. Y no le importó por el andarivel y hubo gritos y sangre por –Mande –dijo Paula.
que el viejo dijera yo te voy a dar mirarme el aire y el viejo se quedó quieto como un Estaba mirándolo otra vez, mirándole las
la mujer, pión rotoso, ni que dijera: trapo– pasó un año, y Antenor tenía siem- manos anchas, llenas de sangre pegajosa:
–Y vos, qué buscas. Ya te dije dónde pre olor a caña. Un olor penetrante, que recordó el bofetón de la noche anterior.
quiero que estés. parecía querer meterse en las venas de Por el andarivel traían un toro grande, un
En la casa, claro. Y lo decía mientras un Paula, entrar junto con el viejo. Al final del pinto, que bufaba y hacía retemblar las
hombre, todavía en el suelo, abría y tercer año, quedó encinta. Debió de haber maderas. La voz de Antenor, mientras sus
cerraba la boca en silencio, mientras otros sido durante una de esas noches furi- manos desanudaban unas correas, hizo la
hombres empezaron a rodear al viejo bundas en que el viejo, brutalmente, la pregunta que Paula estaba temiendo. La
ambiguamente, lo empezaron a rodear con tumbaba sobre la cama, como a un animal hizo en el mismo momento que Paula
una expresión menos parecida al respeto maneado, poseyéndola con rencor, con gritó, que todos gritaron.
que a la amenaza. El viejo no los miraba: desesperación. Ella supo que estaba –¿Qué te dijo la Tomasina? –preguntó.
–Qué buscas. encinta y tuvo miedo. De pronto sintió Y todos, repentinamente, gritaron. Los ojos
–La abuela –dijo ella–. Me avisan que está ganas de llorar; no sabía por qué, si de Antenor se habían achicado al mirarla,
mala –y repentinamente se sintió sola, porque el viejo se había salido con la suya pero de inmediato volvieron a abrirse,
únicamente protegida por el hombre del o por la mano brutal, pesada, que se abría enormes, y mientras todos gritaban, el
talero; el hombre rodeado de peones ahora: ancha mano de castrar y marcar, cuerpo del viejo dio una vuelta en el aire,
agresivos, ambiguos, que ahora, al estallándole, por fin, en la cara. atropellado de atrás por el toro. Hubo un
escuchar a la muchacha, se quedaron –¡Contesta! Contéstame, yegua. revuelo de hombres y animales y el
quietos. Y ella comprendió que, sin El bofetón la sentó en la cama; pero no resbalón de las pezuñas sobre la tierra. En
proponérselo, estaba defendiendo al viejo. lloró. Se quedó ahí, odiando al hombre con mitad de los gritos, Paula seguía parada
–Qué miran ustedes –la voz de Antenor, los ojos muy abiertos. La cara le ardía. con el mate en la mano, mirando
súbita. El viejo sabía siempre cuál era el –No –dijo mirándolo–. Ha de ser un absurdamente el cuerpo como un trapo del
momento de clavar una estaca. Los miró y retraso, nomás. Como siempre. viejo. Había quedado sobre el alambrado
ellos agacharon la cabeza. El capataz –Yo te voy a dar retraso –Antenor repetía de púas, como un trapo puesto a secar.
venía del lado de las cabañas, gritando las palabras, las mordía–. Yo te voy a dar Y todo fue tan rápido que, por encima del
alguna cosa. El viejo miró a Paula, y de retraso. Mañana mismo le digo al Fabio tumulto, los sobresaltó la voz autoritaria de
nuevo al peón que ahora se levantaba, que te lleve al pueblo, a casa de la don Antenor Domínguez.
encogido como un perro apaleado–. Si Tomasina. Te voy a dar retraso. –¡Ayúdenme, carajo!
andas alzado, en cuanto me dé un hijo te La había espiado seguramente. Había IV
la regalo. llevado cuenta de los días; quizá desde la Esta orden y aquella pregunta fueron las
III primera noche, mes a mes, durante los dos últimas cosas que articuló. Después
A los dos años empezó a mirarla con tres años que llevó cuenta de los días. estaba ahí, de espaldas sobre la cama,
rencor. Mirada de estafado, eso era. Antes –Mañana te levantas cuando aclare. sudando, abriendo y cerrando la boca sin
había sido impaciencia, apuro de viejo por Acostate ahora. pronunciar palabra. Quebrado, partido
tener un hijo y asombro de no tenerlo: los Una ternera boca arriba, al día siguiente, como si le hubiesen descargado un
ojos inquisidores del viejo y ella que en el campo. Paula la vio desde el sulky, hachazo en la columna, no perdió el
bajaba la cabeza con un poco de cuando pasaba hacia el pueblo con el viejo sentido hasta mucho más tarde. Sólo
vergüenza. Después fue la ironía. O algo Fabio. Olor a carne quemada y una gran entonces el médico aconsejó llevarlo al
más bárbaro, pero que se emparentaba de “A”, incandescente, chamuscándole el pueblo, a la clínica. Dijo que el viejo no
algún modo con la ironía y hacía que la flanco: Paula se reconoció en los ojos de volvería a moverse; tampoco, a hablar.
muchacha se quedara con la vista fija en la ternera. Cuando Antenor estuvo en condiciones de
el plato, durante la cena o el almuerzo. Al volver del pueblo, Antenor todavía comprender alguna cosa, Paula le anunció
Después, aquel insulto en los potreros, estaba ahí, entre los peones. Un torito lo del chico.
como un golpe a mano abierta, mugía, tumbado a los pies del hombre; –Va a tener el chico –le anunció–. La
prefigurando la mano pesada y ancha y nadie como el viejo para voltear un animal Tomasina me lo ha dicho.
real que alguna vez va a estallarle en la y descornarlo o caparlo de un tajo. Antenor Un brillo como de triunfo alumbró
cara, porque Paula siempre supo que el la llamó, y ella hubiera querido que no la ferozmente la mirada del viejo; se le
llamase: hubiera querido seguir hasta la achisparon los ojos y, de haber podido

47
hablar, acaso hubiera dicho gracias por –Va a tener el chico. El asintió otra vez Tomasina: el día anterior le había dicho a
primera vez en su vida. Un tiempo des- con la cabeza. Fabio que no iba a necesitar nada, ningún
pués garabateó en un papel que quería Con el tiempo, este diálogo se hizo encargo del pueblo.
volver a la casa grande. Esa misma tarde costumbre. Cada noche lo repetían. –Ni hace falta que venga en la semana –y
lo llevaron. V como Fabio se había quedado mirándole
Nadie vino a verlo. El médico y el capataz El campo y el vientre hinchado de la mujer: el vientre, dijo: –Mañana a más tardar ha
de La Cabriada, el viejo Fabio, eran las las dos únicas cosas que veía. El médico, de venir la Tomasina.
dos únicas personas que Antenor veía. ahora, sólo lo visitaba si Paula –de tanto Después pareció reflexionar en algo que
Salvo la mujer que ayudaba a Paula en la en tanto, y finalmente nunca– lo mandaba acababa de decir Fabio; él había
cocina –pero que jamás entró en el cuarto llamar, y el mismo Fabio, que una vez por preguntado por la mujer que ayudaba en la
de Antenor, por orden de Paula–, nadie semana ataba el sulky e iba a comprar al casa. No la he visto hoy, había dicho
más andaba por la casa. El viejo Fabio pueblo los encargos de la muchacha, Fabio.
llegaba al caer el sol. Llegaba y se que- acabó por olvidarse de subir al piso alto al –Ha de estar en el pueblo –dijo Paula. Y
daba quieto, sentado lejos de la cama sin caer la tarde. Salvo ella, nadie subía. cuando Fabio ya montaba, agregó: –Si lo
saber qué hacer o qué decir. Paula, en Cuando el vientre de Paula era una comba ve al Tomás, mándemelo. Luego vino
silencio, cebaba mate entonces. enorme, tirante bajo sus ropas, la mujer Tomás y Paula dijo:
Y súbitamente, ella, Paula, se transfiguró. que ayudaba en la cocina no volvió más. –Podes irte nomás a ver tu chica. Fabio va
Se transfiguró cuando Antenor pidió que lo Los ojos de Antenor, interrogantes, a cuidar la casa esta semana.
llevaran al cuarto alto; pero ya desde estaban mirando a Paula. Desde la ventana, arriba, Antenor pudo ver
antes, su cara, hermosa y brutal, se había –La eché –dijo Paula. cómo Paula se quedaba sola junto al
ido transformando. Hablaba poco, cada Después, al salir, cerró la puerta con llave aljibe. Después ella se metió en la casa y
día menos. Su expresión se fue haciendo (una llave grande, que Paula llevará el viejo no volvió a verla hasta el día
cada vez más dura –más sombría–, como siempre consigo, colgada a la cintura), y el siguiente, cuando le trajo el chico.
la de quienes, en secreto, se han viejo tuvo que acostumbrarse también a Antes, de cara contra la pared, quizá pudo
propuesto obstinadamente algo. Una esto. El sonido de la llave girando en la escuchar algún quejido ahogado y, al
noche, Antenor pareció ahogarse; Paula antigua cerradura anunciaba la entrada de acercarse la noche, un grito largo
sospechó que el viejo podía morirse así, Paula –sus pasos, cada día más lerdos, retumbando entre los cuartos vacíos; por
de golpe, y tuvo miedo. Sin embargo, ahí, más livianos, a medida que la fecha del fin, nítido, el llanto triunfante de una
entre las sábanas y a la luz de la lámpara, parto se acercaba–, y por fin la mano que criatura. Entonces el viejo comenzó a
el rostro de Antenor Domínguez tenía algo dejaba el plato, mano que Antenor no se reírse como un loco. De un súbito manotón
desesperado, emperradamente vivo. No atrevía a tocar. Hasta que la mirada del se aferró a las correas de la cama y quedó
iba a morirse hasta que naciera el chico; viejo también cambió. Tal vez, alguna sentado, riéndose. No se movió hasta
los dos querían esto. Ella le vació una noche, sus ojos se cruzaron con los de mucho más tarde.
cucharada de remedio en los labios Paula, o tal vez, simplemente, miró su Cuando Paula entró en el cuarto, el viejo
temblorosos. Antenor echó la cabeza rostro. El silencio se le pobló entonces con permanecía en la misma actitud, rígido y
hacia atrás. Los ojos, por un momento, se una presencia extraña y amenazadora, sentado. Ella lo traía vivo: Antenor pudo
le habían quedado en blanco. La voz de que acaso se parecía un poco a la locura, escuchar la respiración de su hijo. Paula
Paula fue un grito: sí, alguna noche, cuando ella venía con la se acercó. Desde lejos, con los brazos
–¡Va a tener el chico, me oye! –Antenor lámpara, el viejo miró bien su cara: eso muy extendidos y el cuerpo echado hacia
levantó la cara; el remedio se volcaba como un gesto estático, interminable, que atrás, apartando la cara, ella, dejó al chico
sobre las mantas, desde las comisuras de parecía haberse ido fraguando en su cara sobre las sábanas, junto al viejo, que
una sonrisa. Dijo que sí con la cabeza. o quizá sólo en su boca, como si la ahora ya no se reía. Los ojos del hombre y
Esa misma noche empezó todo. Entre ella costumbre de andar callada, apretando los de la mujer se encontraron luego. Fue un
y Fabio lo subieron al cuarto alto. Allí, don dientes, mordiendo algún quejido que le segundo: Paula se quedó allí, inmóvil,
Antenor Domínguez, semicolgado de las subía en puntadas desde la cintura, le detenida ante los ojos imperativos de
correas atadas a un travesaño de fierro, hubiera petrificado la piel. O ni necesitó Antenor. Como si hubiera estado es-
que el doctor había hecho colocar sobre la mirarla. Cuando oyó girar la llave y vio perando aquello, el viejo soltó las correas
cama, erguido a medias podía contemplar proyectarse larga la sombra de Paula y tendió el brazo libre hacia la mujer; con
el campo. Su campo. Alguna vez volvió a sobre el piso, antes de que ella dijera lo el otro se apoyó en la cama, por no
garrapatear con lentitud unas letras que siempre decía, el viejo intuyó algo aplastar al chico. Sus dedos alcanzaron a
torcidas, grandes, y Paula mandó llamar a tremendo. Súbitamente, una sensación rozar la pollera de Paula, pero ella, como
unos hombres que, abriendo un boquete que nunca había experimentado antes. De si también hubiese estado esperando el
en la pared, extendieron la ventana hacia pronto le perforó el cerebro, como una ademán, se echó hacia atrás con
abajo y a lo ancho. El viejo volvió a sonreír gota de ácido: el miedo. Un miedo solitario violencia. Retrocedió unos pasos;
entonces. Se pasaba horas con la mirada y poderoso, incomunicable. Quiso no arrinconada en un ángulo del cuarto, al
perdida, solo, en silencio, abriendo y escuchar, no ver la cara de ella, pero adi- principio lo miró con miedo. Después, no.
cerrando la boca como si rezara –o como vinó el gesto, la mirada, el rictus aquel de Antenor había quedado grotescamente
si repitiera empecinadamente un nombre, apretar los dientes. Ella dijo: caído hacia un costado: por no aplastar al
el suyo, gestándose otra vez en el vientre –Va a tener el chico. chico estuvo a punto de rodar fuera de la
de Paula–, mirando su tierra, lejos hasta Antenor volvió la cara hacia la pared. cama. El chico comenzó a llorar. El viejo
los altos pinos, más allá del Cerro Negro. Después, cada noche la volvía. abrió la boca, buscó sentarse y no dio con
Contra el cielo. VI la correa. Durante un segundo se quedó
Una noche volvió a sacudirse en un Nació en invierno; era varón. Paula lo tuvo así, con la boca abierta en un grito
ahogo. Paula dijo: ahí mismo. No mandó llamar a la inarticulado y feroz, una especie de

48
estertor mudo e impotente, tan salvaje, sin
embargo, que de haber podido gritarse
habría conmovido la casa hasta los
cimientos. Cuando salía del cuarto, Paula
volvió la cabeza. Antenor estaba sentado
nuevamente: con una mano se aferraba a
la correa; con la otra, sostenía a la
criatura. Delante de ellos se veía el
campo, lejos, hasta el Cerro Patrón.
Al salir, Paula cerró la puerta con llave;
después, antes de atar el sulky, la tiró al
aljibe.

49

You might also like