smultitud y desarrollando sus efectos a lo largo de
Jas tiempos, acaba a menudo por decir Jo contrario
&, 20 ave vera dee wéaso Lateral ute
~-tal es al io, del_historiador,
Por tanto, squb os lo que puede molesterme, quesae
sefior, en sa intento? Lo busco en vano; no fo veo.
Sélo veo injurias; y me molesten. No me considers
usted una mujereita. Sé decir no, como cualquier otro.
Pero no creo en Ios ampulosos braccos de los fiscales
de cinema, No creo en las requisitorias filmadas, Ni
en los gestos despectivos del ministerio pablico. Per-
déaeme. Soy un viejo historiador muy ridiculo. Que
tengan suerte nuestros sucesores, si ese tomo ha de
convertirse en regla,
174
SOBRE UNA FORMA DE HACER HISTORIA
QUE NO ES LA NUESTRA
LA HISTORIA HISTORIZANTE
He leldo con cuidado y con interés, naturalmente,
‘1 librito que mi viejo amigo Louis Halphen ba com:
puesto en Ja soledad, aprovechando el ocio forzado al
que le sometin el gobierno de Vichy, lejos de sus libros
robados y de su documentacién dispersada por los
“ocupantes", con su experiencia como Gnica ;
la experiencia de wn historiador que no ha dejado de
trabajar desde 1900, ya sea por cuenta propia o in-
citando y dirigiendo el trabajo de otros (pienso, natu-
ralmente, on la colecetén Peuples et Civilisations a Ja
gue esta ligado, al’ miso tiempo que el do Sugnec,
su nombre).
Halphen titula este ibrito Introduction @ Thistoire2
Pero més que una introducei6n lo que el autor em-
prende es una defensa de la historia. “Nunca se ba
ccritieado tan vivamente —nos dice— la utilidad de
Jos estudios histéricos... Mi proyecto no es abogar por
‘una causa que se defiende por si misma...” jAbl No
est tan claro, éa es la verdad; si as{ fuere, hace ya
tiempo que los ataques hubieran cesado. Louis Halphea.
tiene sus dudas; tantas que inmediatamente empieza a
defender, a justificar una toma de posicién eonocida
Jhace tiempo y que no tiene misterio.
1, ars, Presses Universiaies, 2946,
175“De todas las fidelidades —escribe el Gide de Ios
Pretextes (pag. JT) — ln més imbécil es la fidelidad
@ uno mismo porque ya no es espontinca”. Nada mis
sspontineo y, por tanto, més legtimo que le Slidad
del historiador de Carlomagno a sus ideas. Volvemos
a encontrarle bajo sus Taurcles tal coma era al salir de
Ta Boole dex Chartes: paladin convencido de ese form
de hacer historia que Henci Berr ha bavtizado de ma-
nera afortunada como la historia historizante. Louis
Halphen ha dedicado a ela su vida. ¥ si hoy nos pro-
rciona una Introduction @ Thistoire, haceos a Ia idea
le que no ¢ en absoluto a Ta universal Clio a quien se
ofroce este sacrificio — Clio, que bajo los pliegnes de
su peplo encierra todas las forines, todas fx variedla.
des, todas las diversidades do las’ escuelas_histérieas,
de la misma manera que la Virgen de la Misericordia
abrigaba bajo su manta a todos los verdaderos repre-
sentantes de Ia cristiandad. MAs modesto y mis’ or-
gulloso, Halphen séfo piensa en una cicrta forma
de historia: Ia que él cultiva; y nos concede el honor de
Pensar que todos nosotros Ia aceptamos como la tinica
valida, ¢Introduceién a la historia? ;Defensa de la bis-
toria? No. Abogar por la historia ‘historizante, sobre
Ja que Rerr escribia en 1911: “Reside en ella una for.
ma de historia que, ademas de bastarse a s{ misma,
Dretende bestar al eonocimiento histérieo", Le fave me
gusta, Por si sola es la recensién criti
Halphen?
del libro de
Qué es, en efecto, un historiador historizante? Hen-
ri Berr responde sustancialmente, utilizando los térmi-
nos de una carta que el propio Halphen le escribié en
2 hte traditiomelte et ta synthise historique, Pats, Al
2921, 108 pge Te "Deda, con un hisotades store
ie me conwtite el family del eapitno H, data ya de 1921
176
!
¥
4
911; un hombre que, trabajando sobre hechos parti-
Milates establecides por el mismo, se. propane gar
estos hochas entre sf, coordinarlos, y después (cito a
Halphen de 1911) “analizar Jos cambios politicos, so-
clales y morales que los textos nos revelan en un mo-
frente’ determina”. Apuntad bien: Ios cambios par-
ticul:res, ya que la historia, en opinién de nnestro
tutor se define como una ciencia de lo particular.
‘Ast pues, abramos la Infroduction & Phistoire de
1946. Tres capitulos fundamentales a fo largo del Ii-
bro: I. el establecimiento de los hechos; 11, Ta coordi-
acide Tos buchos; IIL, la exposicin, de os hochos,
a doctrina, Ia vieja doctrina de las dos operaciones
que constinyen Ta Vistria, no be earbiador primers,
establecer Jos hechos; después, operar con ellos. Asi
reas dice prosedlan Herodoto y”"Tuclduls.
Ast también, Pastel y-Mommsen. Asi, todos nosotros
hoy. Perfcctamente, Establecer los hechos y operar con
ellos: una de esas férmulas claras que dejan ansiosos y
testupetactos a todos los espiritus curi0sos...
yrque, en fin, los hechos... gA qué se lana los
hechos? Qué hay detris de la palabrita hecho"?
gPensdis que los hechos estén dados en Ja historia
como realidades sistanciales que el tempo ha enterrae
do mis o menos profundamente, y que se trata de de-
sentertar, Uimpiar y presentarlos bellamente iluminados
2 los contemporineds? O se trata de una repeticién
por su cuontt de la frase de Berthelot ensalzando le
{yuimica inmediatamente después de sus primeros
triunfos —la quimica, su qulraica, la tinica entre todas
las ciencias, decia orgullesamente, que febrica su ob-
si cree
9. pate ae xa el tsi en ne
1 oe eS is Gen isteominay vo pruceia for
oe cere Si'se'concede aude sata dan dur
Rites yeegte cata Mave Bi, cam a talon wes,
$2 ana hee, comport
wtfeto. En este punto Berthelot se equi
todas las Ciencias fabrican su. objete, ocaba, Porque
ira _muestros predecesores, los cot i
eos de fox Auld, ts! Seigusbos lor Laveen es
para esos hombres quienes “la ciencia” imponia tan.
to respeto (y que lo ignoraban todo sobre la pricties
de las ciencias y sus métodos); para ellos es. torrecto
‘reer que un histélogo es un hombre al que basta po-
ner debajo de su microscopio un troza at cerebro de
ratén: inmediatamente se ocupa de hechos diferen.
ciados, de hechos indiscutibles, de hechos “ya a pun
to”, por decirlo asf; Io tinico que tiene que hacer es
alinearlos en sus cajones. Don, no de Michelin, sino
de Ja propia naturaleva... Hubjera sorprendido mucho
a edtaa sntepasadoy hstonadores diciéndoles que
istélogo, en realida ‘ica primero el objeto
propio de sus investigaciones y de sus hipétesis, con
gran despliegue de delicadas téenicas y sutiles colo-
rantes, En cierto sentido, lo “revela” en la
fotogréfica de la palabra, Después de lo cual,
texpreta. “Leer sus resultados", operacién que no es
simple. Porque describir lo que se ve jtadavia pasch
Fi Wer Jo que debe desenbise jem si que ex diel
i ubiera sor] lido, si, a nuestros mayores,
denominando a los hechos, como un filésofo contem.
Poréneo, “clavos en los cuales se euelgan las tooras™
lavos que hay que forjar antes de clavarlos en la
Per@dLY tatindose de historia, esl historiador«uten
los forja. No, como dice Halphen, “el pasado”. O. me:
diante una extrafia tautclogia, “Ia historia”,
dEstdis de acuerdo? Decidlo. ;No estais de acuerdo?
Diseutid. Pero, por favor, no dejéis este problema en el
Siero. Este pequeto problema, Esc: problema a.
178
Ya tenemos aqui un primer silencio que nos separa,
¥ jewintas consecuencias!
'Habgis o{do bastantes voces repetir a nuestros ma-
yores: “El historiador no tiene derecho a elegir los
hhechos. gGon qué derecho? ¢En nombre de qué prin-
Sips? Blog atentando ectra Ta “realidad” y por
tanto contra la “verdad”. Siempre fa misma idea; los
hechos: cubitos de mosaico muy distintos, muy homo-
géneos, muy pulidos. Un temblor de tierra dislocé el
mosaieo; Ios cubos se hurdieron en el suelo; retirémos-
las y, ante todo, yeamos de no olvidar ni uno solo; al-
cémostos todos.’ No escojamos... Eso decian muestras
‘maestros, como si por el solo hecho del azar que des-
truyé tal vestigio y protegié tal otro (no hablamos, en
este momento, del hecho que constituye el hombre)
toda la historia no fuers una eleceién, ¢¥ si no hubiera
en ella mAs que esos azares? En realidad, la historia
es eleccién. AMbitraria, no, Préctinechida, si. Y esto,
todavia, querido amigo, nos separa.
Hipétesis, programas de investigacién, incluso teo-
sias son otras tantas cosas que tno buses en. sit Intro-
duction; pero no s¢ encuentran en parte alguna,
‘Ahora bien, sin teoria previa, sin teoria preconce-
bida no hay trabajo cientifico posible. La teoria, cons-
truecibn del esphitu que responde a nucstra necesidad
de camprender, es Ta experiencia misma de la ciencia,
Toda teoria st fandada, naturalmente, en el postu-
lado de quo la naturaloza’ es explicable. ¥ el hombre,
objeto de la historia, forma parte de Ja naturaleza. El
hombre es para la historia lo que la roca para el mine-
ralogista, el animal para el bidlogo, las estrellas para el
astrofisico: algo que hay que explicar, Que hay que
entender. Y por tanto, quie hay que pensar. Un histo-
Hiador que rebtisa pensar el hecho humano, un his-
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