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Reflexiones bíblicas sobre el

concepto de Sanidad Interior

Por el Pastor Dr. Jorge A.


León, Argentina

Introducción

¿Qué queremos decir cuando nos


referimos a la sanidad interior? Estamos
en presencia de un significante, término
que tomo prestado a la lingüística, y por
debajo de dicho significante encontramos
muchos significados. Es evidente que no
todos queremos decir lo mismo cuando
nos referimos a la sanidad interior,
porque muchos le damos significados
diferentes. La diversidad de significados
puede conducirnos a una gran confusión
que puede afectar al pueblo de Dios, y a
las personas que deseamos ganar para
Cristo. Necesitamos una autoridad, un
fundamento aceptable para todos, que
nos esclarezca lo que queremos decir
cuando nos referimos a la sanidad
interior. Para el cristiano, que pretende
ser fiel al Evangelio, la máxima autoridad
para aclarar los contenidos de nuestra fe,
de nuestra moral y de nuestra pastoral
evangélica, es la Biblia. Pero aquí
tenemos otro problema, la hermenéutica,
Tenemos diversas maneras de interpretar
algunos textos bíblicos. Cada uno se
siente enmarcado en el contexto de las
diferencias herencias religiosas en las que
nacimos al Evangelio. Nadie tiene
derecho a dudar de la sinceridad, la
fidelidad, y la honestidad de un creyente
al interpretar. Pero es necesario señalar
que cualquier interpretación que esté en
pugna con las enseñanzas de nuestro
Señor, la máxima revelación divina, está
errada.
Creo que no existe una exégesis o una
hermenéutica químicamente pura. Es por
eso, que no pretendo expresar toda la
verdad en que lo que digo. Pero quiero
compartir lo que creo y lo que siento. Y
eso que creo y que siento, lo coloco como
material de trabajo para la reflexión, en
el amor de Cristo, sobre lo que la
revelación bíblica nos dice acerca de la
sanidad interior. Espero enriquecerme
con el aporte que los hermanos van a
ofrecer. También espero que los que me
escuchen puedan tomar como propias
algunas de mis ideas. Sobre todo en lo
referido a lo que dice la Biblia, sobre la
manera de aplicar, coherentemente, lo
que ella nos dice en la situación compleja
que vivimos, y cuáles herramientas de
nuestra cultura pueden ayudarnos a
mejorar nuestro ministerio pastoral.

Concepto de Sanidad en el Nuevo


Testamento

La palabra sanidad, según la


Concordancia Bíblica editada por Caribe,
aparece seis veces en el Nuevo
Testamento. (Hechos 3:16; 4:22; 4:30, I
Cor. 12:9; 12:30 y Apocal. 22:12. Pero
existen varios verbos, con sus respectivos
sustantivos que nos ayudan a descubrir lo
que el Nuevo Testamento enseña sobre la
sanidad. Les propongo que reflexionemos
sobre tres enfoques referidos a la
sanidad. Veamos:
1.- Según la Concordancia del Nuevo
Testamento, en griego, la palabra iasis,
sanidad, aparece sólo tres veces: Luc.
13:32; Hechos 4:22 y 4:30. En Hechos
3:16, texto que relata la curación de un
cojo, aparece la palabra holoklerían, que
significa sanidad perfecta, o plenitud de
la salud. Esta palabra no vuelve a
aparecer en el Nuevo Testamento. Es por
eso que en este primer punto vamos a
referirnos al verbo iaomai y al sustantivo
iasis. El verbo iaomai, aparece en los
siguientes textos: Mateo 8:8,13; 13:15.
Marcos 5:29. Lucas 5:17; 6:18,19; 7:7;
8:47; 9:2,11,42; 14:4; 17:15; 22:51. Juan
4:47; 5:13; 12:40. Hechos 9:34; 10:38;
28:8,27. Hebreos 12:13; Santiago 5:16 y 1
Pedro 2:24. Del mismo verbo procede
iatrós, palabra que significa médico. Es
fácil recordarla porque al médico de la
mente se le llama psiqu-iatra. La palabra
iatrós se utiliza sólo siete veces en el
Nuevo Testamento. En todos los textos se
pone de manifiesto la existencia, hace
dos mil años, de la profesión de médico.
En tres de ellos Jesús dice: “Los sanos no
tienen necesidad de médico, sino los
enfermos” (Mateo 9:12; Marcos 2:17 y
Lucas 5:31. También Jesús menciona un
refrán popular, referido a esos
profesionales: “Médico cúrate a ti
mismo”. Finalmente, hay dos referencias
a una mujer que sufrió de flujo de
sangre, durante doce años, quien había
gastado todo su dinero con médicos, sin
lograr resultado alguno (Marcos 5:26 y
Lucas 8:43), hasta que se encontró con el
Médico Divino. En Colosenses 4:14 San
Pablo da testimonio de que San Lucas era
médico.
2.- El verbo Therapéuo, que significa
cuidar y sanar, aparece 36 veces en los
cuatro evangelios, y 7 en otros libros del
Nuevo Testamento. En San Mateo aparece
16 veces, en Lucas 14, en Marcos 5 y en
Juan una sola vez. Lo encontramos cinco
veces en Hechos y dos en Apocalipsis.
(Mateo 4:23,24; 8:7,16; 9:35; 10:1,8;
12:10,15,22; 14:14; 15:30; 17:16,18;
19:2; 21:14. Marcos 1:34; 3:2,10; 6:5,13.
Lucas 4:23,40; 5:15; 6:7,18; 7:21; 8:2,43;
9:1,6; 10:9; 13:14 (dos veces); 14:3. Juan
5:10. Hechos 4:14; 5:16; 8:7; 17:25; 28:9.
Apocalipsis 13:3,12). En muchos casos, el
contexto indica que la traducción debe
ser servir o ministrar, en otros, el
contexto indica que la traducción
correcta es sanar o curar. Por ejemplo en
Mateo 4:23,24; 8:16, etc. Therapeia, de
donde viene la palabra española terapia,
aparece en Lucas 9:11, 12:42 y
Apocalipsis 22:2. Therápon, de donde
viene nuestra palabra terapeuta aparece
una sola vez en el Nuevo Testamento y se
aplica a Moisés como el sirviente, el que
cuida, el que ministra al pueblo.
(Hebreos 3:5).
3.- Salvación, salud, libertad y liberación.
La palabra sotería, no siempre se utiliza
para referirse a la salvación del alma. A
veces se la utiliza para señalar la
salvación de la maldad de los enemigos,
como en Lucas 1:71. Es en ese sentido
que la utiliza Esteban en su discurso de
defensa en Hechos 7:25. Reina Valera
aquí traduce sotería por libertad. En
Hechos 27:34 traduce por salud. “Por
tanto, os ruego que comáis por vuestra
salud......”. La misma palabra griega la
traduce por liberación en Filipenses 1:19.
En una experiencia mística que tuve
cuando me encontraba, en terapia
intensiva, en grave peligro de muerte;
como consecuencia de un infarto agudo
de miocardio, (ocurrido el 14 de febrero
de 1994), sentí que Dios me hablaba, no
con palabras articuladas, sino a mi
corazón. Las cosas que escuchó mi
hombre interior comenzaban así: ¡NO VAS
A MORIR! VIVIRAS CON UNA MISION,
RECUERDA HEBREOS 1:14” Yo no tenía la
menor idea del contenido de ese
versículo, pues no suelo leer, con
frecuencia, la epístola a los Hebreos,
cuando tomé mi Nuevo Testamento
encontré lo siguiente: “¿No son todos
espíritus ministradores, enviados para
servicio a favor de los que serán
herederos de la salvación? Leyendo el
contexto me di cuenta que el autor
bíblico se estaba refiriendo a los ángeles.
En este caso sotería, para mi, era el
regalo divino de concederme la vida, la
salud, para cumplir una misión. Desde
entonces, no soy la persona que antes
era.
San Pablo utiliza con concepto de sotería
como un proceso de liberación de todo lo
que ata al creyente. En Romanos 13:11,
nos dice: “...porque ahora está más
cerca de nosotros nuestra salvación que
cuando creímos”. Este texto se aclara en
la epístola a los Efesios donde aparece la
liberación como un proceso. La liberación
se expresa por palabra griega apolútrosis,
que Reina Valera traduce por redención.
Justamente, redimir a un esclavo era
otorgarle la libertad. En el corazón de
esta palabra está el verbo lúo, que
significa desatar. El proceso está
marcado por dos extremos, que son: 1.-
Lo que ya tenemos en Cristo, y 2.- Lo que
todavía nos falta alcanzar, la vida plena
en Cristo. En Efesios 1:7 leemos: “....en
quien tenemos liberación (redención
según Reina Valera) por su sangre, el
perdón de pecados según la riqueza de su
gracia.....”. En este versículo la
liberación es algo logrado en cuanto al
destino de nuestras almas. Pero en la
misma epístola, (4:30), se nos dice que la
redención o liberación todavía no se ha
consumado: “No contristéis al Espíritu
Santo de Dios, con el cual fuisteis
sellados para el dia de la liberación
(redención).” Aquí se trata de la
apolútrosis como algo por alcanzar. Si
bien somos salvos por la fe en Jesucristo
y el arrepentimiento de nuestros
pecados, mientras haya algún problema
espiritual, moral, económico, familiar, de
salud, etc., que nos mantenga atados, la
redención cristiana no se ha consumado
en nosotros todavía.
San Pablo da testimonio de cómo ese
proceso, de sanidad interior, se realiza
en su vida. Para comprobar esta realidad
es necesario tener en cuenta la
cronología de las epístolas paulinas. Si
fechamos a Romanos en el año 55,
notamos como en esa época San Pablo
era consciente de la imperfección de su
vida cristiana. Esta realidad la
encontramos en el capítulo siete. Si
aceptamos que la Epístola a los Filipenses
fue escrita en el año 62, encontramos a
un hombre que reconoce que, si bien ha
avanzado en el proceso de su sanidad
interior, todavía le falta: “No que lo haya
alcanzado ya, ni que ya sea teleiós
(acabado, pleno, perfecto); sino que
prosigo, por ver si logro....”. (Filip.
3:12). Posiblemente Pablo murió en el
año 67, y poco antes de su muerte
escribió su última epístola, la segunda a
Timoteo, En ella se refiere a la
culminación de un proceso de sanidad
interior, cuando dice: “He peleado la
buena batalla, he acabado la carrera, he
guardado la fe. Por lo demás, me está
guardada la corona de justicia, la cual
me dará el Señor....”. (II Tim. 4:7-8).
Llama la atención la certeza con que
afirma que ha de recibir, en el cielo,
“una corona de justicia”. El sabía que,
como ciudadano romano, no podía ser
crucificado, que sería decapitado. Pero,
por fe, se refiera a una corona para
alguien a quien le van a cortar la cabeza.
Los tiranos de este mundo pueden
destruir nuestros cuerpos, pero ninguno
podrá cortar la cabeza de nuestras almas.
Esta actitud de Pablo es la máxima
expresión de la sanidad interior. La
experiencia de San Pablo que este
proceso de sanidad interior, puede ser
largo. En la mayoría de los casos no es
puntual e instantáneo, sino lineal. Si
somos honestos con Dios, y con nosotros
mismos, reconoceremos que a cada uno
de nosotros, algo nos falta todavía.

El concepto de sanidad de “lo interior


del hombre” en el Nuevo Testamento

¿Qué queremos decir cuando nos


referimos a la sanidad interior? ¿Significa
que lo interior está siempre enfermo?
¿Quién soy yo, cuando estoy dormido, y
sueño? ¿Por qué un buen cristiano puede
tener sueños pecaminosos? ¿Por qué es
posible decir palabras, o hacer cosas, en
sueños, que despiertos ni siquiera
pensaríamos? En la Biblia se hace
referencia a revelaciones divinas
producidas a través de sueños. Pero, no
siempre los sueños tienen esa
característica. Nuestro Señor dice: “de la
abundancia del corazón habla la boca”..
(Mateo 13:24 ). De esa enseñanza
podemos deducir que: “de la abundancia
del corazón soñamos lo que soñamos. En
otras palabras, los sueños son la
realización alucinada de nuestros propios
deseos inconscientes. Tenemos
almacenadas, en nuestro hombre
interior, cosas buenas y cosas malas.
Desde el punto de vista teológico,
tenemos el imago Dei y nuestra condición
de pecadores. Nos dice la Palabra de Dios
que el hombre fue creado a imagen y
semejanza de Dios (Génesis 1:27). Pero la
Biblia también se refiere a la caída del
ser humano, en Génesis 3. Luego, en
cada uno de nosotros coexisten la Imagen
de Dios y el pecado original. Pecado
original que es una especie de
inconsciente colectivo de la humanidad.
De esta tensión interna suelen surgir
sentimientos de insatisfacción, y
sensación de que nos falta algo. La
Parábola del Sembrador se refiere a
cuatro tipos de estructuras psíquicas.
Desde el punto de vista psicológico
tenemos que reconocer la existencia de
temperamentos diferentes, algo que
traemos al mundo, al nacer, como una
especie de equipaje inconsciente.
Además es necesario reconocer la
incidencia en nuestras mentes de los
traumas infantiles, y la influencia de la
enfermedad, o la salud mental, de los
padres y otros adultos que influyen sobre
los niños.
Algunos creyentes tienen dificultades
para distinguir lo anímico de lo emocional
o psicológico. Hay personas que afirman
que no existen los problemas
psicológicos, para ellos, toda dificultad
“interior” es reducida a una problemática
espiritual. Sería muy útil lograr un
consenso sobre el significado del
significante sanidad interior. En
lingüística, significante es todo aquello
que significa algo para alguien. La
estructura del lenguaje determina el
significado de los significantes. Por
ejemplo: El significante “blanca” puede
significar el nombre de una persona o el
color de un objeto, en las siguientes
oraciones: 1.- La casa es blanca, y 2.-
Blanca se casa. El adjetivo anímico viene
de la palabra latina anima, que significa
alma. Sanidad interior, tiene sentido si
nos referimos a la salud del alma, en
griego, el significante psiqué puede
significar tanto alma, como mente. Si
alguien interpreta que los problemas
internos del sujeto humano, son
exclusivamente espirituales; otra
persona, con el mismo derecho, podría
asumir la actitud reduccionista inversa.
Es decir, puede afirmar que todos los
trastornos internos del ser humano son
exclusivamente materiales, tales como:
Cáncer en los órganos internos,
tuberculosis, trastornos cardíacos,
úlceras, sida, etc.
Anímico, podría también proceder del
griego anemos, que significa viento.
También el significante pneuma puede
traducirse por viento, como en
neumático, neumonía, etc., y por
espíritu. El Señor hace un juego con dos
significados de un significante, en San
Juan 3:8, cuando dice: “El viento
(pneuma) sopla de donde quiere, y oyes
su sonido; más ni sabes de donde viene,
ni a donde va; así es todo aquel que es
nacido del Espíritu (pneuma).” (En el
Nuevo Testamento en griego, la p de
pneuma está escrito con letra minúscula,
Reina Valera corrige el texto, y pone la p
con mayúscula.
¿Presupone la sanidad interior la sanidad
exterior? Claro que no, un buen cristiano
puede tener enfermedades del cuerpo
tanto en su parte externa como en la
interna. También puede tener problemas
espirituales, y anímicos o psicológicos. Es
necesario aclarar que la sanidad interior
sí presupone la sanidad exterior cuando
ésta se refiere a las relaciones con el
prójimo. En toda comunidad de fe hay
creyentes que, con mucha facilidad,
crean tensiones con sus hermanos. Hay
algunos cuya sola presencia, y su actitud
de vida, nos traen tranquilidad y paz. Son
los buenos discípulos del Gran Maestro,
quien dijo: “Aprended de mí que soy
manso y humilde de corazón” (Mateo
11:29), es decir, en su vida interior.
También hay otros, cuya sola presencia
crea un ambiente de molestia o tensión.
De la abundancia de la vida interior se
expresa exteriormente lo que realmente
somos. Deseo ahora ratificar la definición
de la Iglesia que hice hace un cuarto de
siglo, en una de mis publicaciones: “Una
iglesia es un conjunto de personas que
confiesan a Jesucristo como su Señor y
Salvador personal, conservan sus
características individuales distintivas,
adoran juntos a Dios, interactúan entre sí
a la luz del evangelio para el mutuo
enriquecimiento, y colaboran con Dios
para el logro de la redención de todo el
hombre y de todos los hombres”. Cuando
digo: La redención, o liberación, de todo
el hombre, estoy incluyendo el adentro y
el afuera. No existe la sanidad interior si
ésta no se expresa, en sanidad exterior,
por el fruto del Espíritu Santo (Gálatas
5:22-23). Por sus frutos los conoceréis,
dice el Señor. Quienes no sean capaces
de interactuar con otros, a la luz del
evangelio para el mutuo enriquecimiento,
carecen de sanidad interior, porque sus
frutos los delatan.
En concepto de “lo interior” en el
Nuevo Testamento

Hay varios significantes en el Nuevo


Testamento que se refieren a la vida
interior del hombre. Creo que es
necesario que los tengamos en cuenta en
toda reflexión seria sobre la sanidad
interior. Nos vamos a referir a tres de
ellos.
1.- Comenzamos por el concepto de
hombre interior (éso ánthropos), que San
Pablo presenta en Romanos 7:22 y Efesios
3:16. En oposición al hombre exterior,
(éxo ánthropos) aparece también en 2
Corintios 4:16. En todo el capítulo 7 de la
Epístola a los Romanos el Apóstol se
refiere a su lucha interna. Nos ocuparía
mucho espacio hacer la exégesis de ese
capítulo, por lo tanto, renuncio a esa
tarea. Sólo voy a señalar que en su vida
interior Pablo encuentra cosas buenas y
malas, como cualquiera de nosotros.
Siente una tensión interna muy grande,
seguramente agravada por estímulos o
tentaciones externas, que le llevan a
exclamar taloíporos égo ánthropos, que
me gusta traducir: “Pobre de mi, que soy
un ser humano” (Romanos 7:24). La
tensión interna que Pablo describe en
Romanos 7, se aparece mucho al mito de
la carroza de Platón. Se trata de la lucha
por mantener un equilibrio, y una
dirección, a pesar de encontrarse
tironeado por dos fuerzas contradictorias
que quieren conducir la carroza de la
vida por caminos diferentes, a pesar de
que somos un sólo ser humano.
Veamos ahora el segundo texto donde
San Pablo se refiere al hombre interior.
Esta porción de las Escrituras es muy
clara, pero al mismo tiempo es muy
profunda. Está cargado de significados
espirituales y teológicos. Es un texto que
se refiere a la plenitud del hombre, como
meta deseable, y a la plenitud de Dios
porque es un texto trinitario. Por lo
tanto, me voy a limitar a citarlo en su
contexto: “....para que os de, conforme
a las riquezas de su gloria, el ser
fortalecidos con poder en el hombre
interior por su Espíritu; para que habite
Cristo por la fe en vuestros corazones, a
fin de que, arraigados y cimentados en
amor, seáis plenamente capaces de
comprender con todos los santos cual sea
la anchura, la longitud, la profundidad y
la altura, y de conocer al amor de Cristo,
que excede a todo conocimiento, para
que seáis llenos de toda la plenitud de
Dios” (Efesios 3:16-19). En el último
texto donde San Pablo se refiere al
hombre interior, lo hace por oposición al
hombre exterior, y dice: “....aunque este
nuestro hombre exterior se va
desgastando, el interior no obstante se
renueva de dia en dia.” (2 Corintios
4:16). Aquí se pone de manifiesto el
proceso de sanidad interior en la vida de
San Pablo, al cual me he referido antes.
Todos necesitamos esa renovación
interior de dia en dia. Todo creyente
conoce cuáles son los medios de los que
dispone para lograr la renovación interior
cotidiana. Es necesario robustecer el
alma, nutriéndola con alimento sano. El
orgullo, la vanidad, el egoísmo, la
frivolidad, han sido siempre los
corruptores de las almas. Debemos tener
una buena calidad de vida interior, tan
buena como la que logró Pablo. También
se necesita mucha humildad para
reconocer que todavía no somos todo lo
que debemos ser.
La espiritualidad no es sólo un esfuerzo
humano, aunque debemos ser
compañeros de trabajo, sunergoi, de
Dios, como nos sugiere San Pablo en 1
Corintios 3:9. No debemos perder de
vista que sólo Cristo nos puede dar el
crecimiento interior, que sólo el Espíritu
Santo puede darnos conciencia de
pecado, según Juan 16:8, para lograr
dicho crecimiento. Tampoco debemos
olvidar que por el amor del Padre vino el
Hijo y el Espíritu Santo, a bendecir
nuestras vidas. En el dia de hoy existen
muchos Testigos de Jehová y muchos
testigos del Espíritu Santo. Dios desea
que todos seamos testigos de la Santísima
Trinidad. Quien actúe fuera del contexto
trinitario no está siendo fiel al Unico
Dios, el que nos ha revelado Jesucristo.
En el contexto del mensaje de San Pablo
a los Corintios en el tercer capítulo de su
primera epístola, versículos 1 al 9, me
gusta traducir sunergoi, en el versículo
nueve, no como “compañeros de trabajo
de Dios”, o colaboradores de Dios, como
traduce Reina Valera sino como
jardineros. Porque es Dios quien otorga el
crecimiento y la sanidad interior,
Nosotros colaboramos con la obra divina
como simples “jardineros de nuestras
almas”. Para San Pablo, el proceso de
sanidad interior también implica una
transformación de la mente, dicho
proceso es para San Pablo una
metamorfosis, utiliza el verbo
metamorfóo, (Romanos 12:1-2) de donde
viene nuestra palabra metamorfosis. Se
refiere a la transformación de la mente.
Proceso largo y difícil, pero no imposible
de lograr. La ciencia se ocupa de este
tema desde distintos enfoques:
Neurología, psiquiatría, psicología,
psicoanálisis, y otras técnicas
psicoterapéuticas.
2.- El segundo significante que deseo
considerar es kardía, corazón. ¿Dónde
está el alma? ¿En el corazón? No sabemos.
Lo que sí sabemos es que en los tiempos
bíblicos no se conocían las funciones del
corazón. El médico y teólogo español
Miguel Servet (1511-1553), quien murió
en la hoguera, como hereje, por orden
del gobierno calvinista de Ginebra, fue el
primero en informarnos sobre el asunto.
Su libro: La restauración del cristianismo,
publicado poco antes de su muerte,
contiene la primera descripción rigurosa
del sistema circulatorio pulmonar. Es
decir, que mediante la colaboración de
los pulmones, el corazón, y el resto del
aparato circulatorio de la sangre, el
organismo se alimenta con el oxígeno que
necesitan nuestros músculos para
funcionar. En tiempos de Jesús era
común referirse al corazón para significar
el hombre interior. Hay una gran
cantidad de textos: Los limpios de
corazón verán a Dios (Mateo 5:8). Jesús
mismo se define como un hombre manso
y humilde de corazón. Y afirma que de la
abundancia del corazón habla la boca
(Mateo 12:34). En ocasiones se utiliza
para expresar la comunicación de la vida
interior con la exterior, por ejemplo, en
los binomios: Corazón-boca y Corazón-
rostro
3.- El tercer significante que deseo
presentar es splagchon, entrañas,
intestino, víscera. Este significante tiene
sólo un significado negativo, el que
aparece en Hechos 1:18, donde dice de
Judas, que: “......se reventó por la mitad
y todas sus entrañas se derramaron”. En
los restantes textos del Nuevo
Testamento tiene un significado positivo.
Este significante, y el verbo de donde
procede splagchnídsomai son de difícil
traducción. Por lo general se traduce por:
Ser movido con piedad o compasión,
dando por sentado que los sentimientos
residen en el vientre, y no en el corazón,
como solemos pensar hoy. En Mateo 9:36;
Mateo 14:14; etc., es a Jesús mismo al
que se le mueven las entrañas, para
tener compasión. En Lucas 10:33 al buen
samaritano, y en Lucas 15:20 al padre del
hijo pródigo se le mueven las entrañas.
En todos los casos Reina Valera traduce
tuvo misericordia, compasión o algo
similar.
La Biblia de las Américas acompaña a
Reina Valera en la traducción del verbo,
pero cuando aparece el substantivo, en
todos los casos, tiene una nota que dice:
Literalmente: entrañas. Para los
interesados en encontrar estos textos, les
ofrezco las citas bíblicas, según la
Concordancia Griega del Nuevo
Testamento: 2 Corintios 7:14-15, donde
Pablo expresa su sentimiento interno por
Tito. La Biblia de las Américas, traduce
en Filipenses 1:8: “...con el entrañable
amor de Cristo Jesús”, pero tiene una
nota que dice: Literalmente: “en las
entrañas”. La misma nota aparece en la
traducción de Filipenses 2:1; tres veces
en Filemón, versículos 7, en el 12, donde
dice: “recíbelo como si fueran mis
propias entrañas”, y en el versículo 20 se
traduce corazón, donde el texto original
dice entrañas, aunque no falta la nota
explicativa. Finalmente, en 1 Juan 3:17
se refiere a las personas que cierran sus
entrañas a los pobres. Aunque en el texto
aparece corazón, la nota explica que en
la lengua original dice “entrañas”.
¿Cuál es la residencia del alma? Algunos
han dicho que en la glándula pineal, que
se encuentra en la parte superior del
cerebro medio. Se sabe que tiene el
tamaño de un garbanzo, que la descubrió
el fisiólogo francés Philippe Pinel, de ahí
viene el nombre. Que, en los seres
humanos, la glándula alcanza su madurez
hacia los siete años. Se sabe que segrega
la hormona denominada melatonina, que
fue descubierta en 1958. Se sabe que
segrega la hormona durante la noche,
para regular el sueño, e interrumpe la
segregación durante el dia. En un
congreso de musicoterapia escuché a un
orador afirmar que la glándula pineal se
dilata en el ser humano, cuando se
escucha determinado tipo de música. Yo
no se si esto será cierto. Pero todavía hay
mucho que investigar sobre esta glándula
de secreción interna o endocrina. La
Biblia nos dice que el cuerpo es el templo
del Espíritu Santo, pero ¿dónde está el
alma? ¿dónde el Espíritu Santo? Esta es
una cuestión que, todavía, pertenece al
mundo de la fe. Debemos recordar las
palabras de nuestro Señor a Tomas:
“Porque me has visto, Tomás, creíste;
bienaventurados los que no vieron, y
creyeron” (San Juan 20:29).
Con diferentes significantes, tomados de
la cultura de su tiempo, la Biblia nos
muestra la realidad que constatamos
cotidianamente; que en cada uno de
nosotros existe una vida interior. Es el
deber de cada ser humano, y
especialmente de los cristianos, cuidar y
desarrollar esa vida interior
conduciéndola a la salud, que es también
el camino de la salvación. Como
consecuencia de la segunda guerra
mundial, los pastores, sacerdotes y
rabinos se dieron cuenta que necesitaban
“tomar prestadas” algunas herramientas
científicas, para poder ayudar
eficazmente a sus feligreses.

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