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El artículo del politólogo estadounidense Stephen M. Walt, publicado en 1997, se propone exponer
los argumentos racionales e irracionales que dan respuesta a dos preguntas: De un lado, ¿por qué
se disuelven las alianzas? Y de otro, ¿por qué algunas alianzas perduran en el tiempo incluso cuando
sus motivaciones genéticas mutaron o dejaron de existir?
Abordar esta cuestión, requiere de ofrecer una definición de alianza que operativice el escrutinio
propuesto y permita identificar en el universo de relaciones interestatales existentes qué se
pretende analizar. Walt define una alianza como “un compromiso formal o informal para la
cooperación de seguridad entre dos o más estados” (1997:157). Es importante señalar que a partir
de ahí señala descriptivamente un gran abanico de posibilidades entre las motivaciones,
compromisos y colaboraciones, funciones y las formas que puede adoptar una alianza. De otro lado,
señala el carácter distinto que tendrían otro tipo de acuerdos de cooperación en materia de
seguridad, como son los que abordan la reducción de las tensiones, control de armas o los que
denomina de fomento de la confianza. El carácter definitorio de la alianza es que implica un
compromiso de defensa mutua.
El resto del artículo se estructura entorno a las dos preguntas que adelantaba en el primer párrafo:
El autor esgrime básicamente tres argumentos que explican las razones que conducen las alianzas
a su fin:
A. El cambio de percepción frente a la amenaza externa que motivó la alianza que, a su vez, puede
producirse de tres formas:
- Por razón de un cambio significativo en el nivel de amenaza que enfrentan sus miembros. Se
incluyen en este supuesto las alianzas para la guerra, y llama la atención la creencia, en 1997,
que la OTAN se disolvería gradualmente con la caída del muro de Berlín. Sobre este asunto
regresaré tras culminar esta síntesis del documento pues considero que guarda una relación
fundamental con los cambios en la estructura que, inicialmente se producen con un mundo
unipolar, y recientemente, con la emergencia de nuevos poderes y la tendencia estructural
multipolarizante de nuestros días.
- Walt afirma que las alianzas también se deterioran cuando los miembros revisan sus creencias
sobre las intenciones de otros estados. El ejemplo paradigmático de esta tendencia reside en el
sistema bismarckiano y la paralela y gradual formación de la Triple Entente, precisamente como
respuesta a la creciente influencia alemana, precursora de dos circunstancias: sirvió tanto para
alarmar a sus adversarios tradicionales como a la red de aliados que tejió. Reside precisamente
en este mismo aspecto la debilidad de las alianzas ofensivas, pues estas siempre han mostrado
un fragilidad absurda al conquistar el objetivo militar.
- Finalmente, cuando la amenaza sigue existiendo mas los miembros de la alianza adquieren
otros medios o capacidades para protegerse frente a esta. En este caso se circunscribe la creencia
extendida durante la Guerra Fría que la nuclearización de las potencias dejaría en la
obsolescencia las alianzas. Así, los Estados Unidos a día de hoy ya hubieran prescindido de sus
socios europeos y desarrollado una política de independencia estratégica. Es obvio y como
veremos en las conclusiones que en un mundo interdependiente y globalizado, no será posible
una independencia absoluta.
B. El autor identifica como segunda causa del deterioro de las alianzas la credibilidad decreciente
por parte de los aliados. Las dudas sobre la eficacia de una alianza se generan al menos por dos
motivos:
C. Finalmente, el autor señala la política doméstica, que siendo un factor interno, puede influir
hipotéticamente de cuatro formas en el deterioro de una alianza:
Este interrogante surge de observar la vigencia de la OTAN y otras alianzas de la Guerra Fría, a pesar
de haber desaparecido el motivo primario que las informó. En esta sección, el politólogo
estadounidense encuentra cuatro posibles explicaciones a la persistencia de estos esquemas de
entendimiento:
C. Una tercera posibilidad pasa porque las élites de uno o más países tengan interés en la
perdurabilidad de la alianza para sus propios intereses. Esta causal vemos tiene su homóloga en
las causas de disolución. Es un reconocimiento intrínseco de que las élites internas pueden influir
el sistema internacional.
D. Finalmente, el impacto de la institucionalización de una alianza puede ser determinante para que
ésta perdure en el tiempo. Para Walt el ejemplo de la OTAN es el más claro. Ya no se trata sólo
de la agenda global de seguridad liderada hegemónicamente por los Estados Unidos, sino
además una burocracia formal que con el tiempo deviene una suerte de comunidad atlántica de
profesionales, intelectuales, militares, analistas… dedicados a interpretar la realidad de la
seguridad internacional con el lente atlántico. Este saber acumulado, esta infraestructura, esta
institucionalidad ya es un punto de partida más sólido para cualquier nueva amenaza a la
seguridad.
De otro lado, señala Walt que esa misma institucionalización puede estar enmascarando la erosión
que afecta a las bases. Podríamos circunscribir aquí, en cierta medida, el caso del Brexit con los
matices necesarios. Si nos remontamos 10 años en el tiempo, podríamos vislumbrar la remota
posibilidad que Grecia o Portugal abandonaran el club europeo por razón de sus incumplimientos
con el pacto de estabilidad, pero ¿el Reino Unido? Considero que en todos los países miembros
expertos, analistas, académicos y políticos identifican constantemente, problemas de legitimidad
democrática de la unión, la ausencia de una política fiscal, los problemas de seguridad que plantea
el espacio Schengen… pero nadie advertía en sus pronósticos que la cándida promesa electoral de
Cameron, se convertiría en una salida efectiva del Reino Unido del mayor espacio de prosperidad,
libertad y paz de la historia.
Son más que significativas las líneas que cito textualemente a continuación: “Managing the alliance
is likely to be more difficult, therefore, and will require a defter diplomatic touch. In particular, if US
leaders do too much to keep their allies happy, they are likely to trigger a domestic backlash”
(1997:171). Como si Walt hubiera contado con una bola de cristal en 1997, para ver venir que
existiría este clivaje electoral, y que eventualmente veinte años despues, una carrera electoral por
la Casa Blanca podría terminar otorgando la victoria al proyecto de “Make America great again”. En
efecto el argumento del gasto militar ha sido fundamental en la política exterior de seguridad de la
administración Trump, como también ha empleado recurrentemente la exigencia de aumento del
gasto en defensa por parte de sus aliados.
De igual manera, Walt acierta con la tendencia oriental de los Estados Unidos, y en la dilución
generacional de los hitos del siglo XX que justificaban los apoyos “incondicionales” que
fundamentaban las alianzas. La idea de flexibilidad que se sugiere en relación con el nuevo
relacionamiento de los aliados también encuentra su materialización en nuestros días. Cuestión
distinta ocurre respecto del escepticismo manifestado en relación con la ampliación de la OTAN
hacia el este, que se produciría tan sólo dos años después de la publicación del artículo. En definitiva,
el análisis que ofrece este documento cuenta con gran actualidad en la medida que vemos que el
comportamiento geopolítico y geoestratégico de los Estados Unidos se ha ajustado en gran medida
al patrón propuesto. Ésto ha permitido el carácter, de momento perenne de la OTAN hasta nuestros
días, sin embargo, parece que Walt no contaba con el carácter foucaultiano del poder que ha
permitido que se multipolarice de nuevo el mundo. Los Estados Unidos gozan de una posición
ventajosa pero no como para practicar el aislacionismo. Recordemos que fruto de la práctica
norteamericana de exportar el twin deficit ya en 2011 China tenía 133 trillones de dólares en bonos
de la Reserva Federal, comprometiendo la política económica estadounidense.