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Sección Preescolar
Para mí la virgen María siempre está en mi vida y en todas partes ya que siempre
me acompaña a donde quiera que vaya pues me escucha y todos los días me
encomiendo a ella mi trabajo, mi familia. Y le agradezco por cada día que me da,
siempre platico con ella y hago oración.
Cuando era pequeña, y necesitaba algo, acudía a mi mamá. Porque sabía que si
le decía a mi papá directamente, existía la posibilidad de que me lo negara. Sin
embargo, con mi mamá era diferente. Ella le decía a mi papá y me obtenía de él lo
que necesitaba.
Con la Virgen María me pasa algo similar. Ella intercede por nosotros ante su Hijo
Jesús y nos obtiene de Él múltiples gracias y beneficios espirituales.
María es ternura, como cualquier mamá ama a sus hijos ya que una frase que me
ha marcado mucho en mi vida es la que le dijo la Virgen a Juan Diego en su
aparición “¿NO ESTOY YO AQUÍ QUE SOY TU MADRE?” Ella misma me
tranquiliza con estas bellas palabras:
Siempre me preguntan quién es La Virgen María en mi vida. Es mi madre
espiritual, y me encanta saberlo. Sé que como Madre se ocupa de mis asuntos y
vela por mí y mi familia. Saber esta verdad me da alegría y me ayuda a superar
las adversidades. En medio de cualquier angustia, me basta recordar las palabras
de nuestra Señora a San Juan Diego para que retorne la paz a mi alma.
Procuro decirle a la Virgen con frecuencia que la quiero y trato de nunca dormir sin
rezar, sin platicar con ella.
María es la Madre que se preocupa por mí, todos los días de mi vida, con amor
maternal. Lo siento cuando le rezo, pero especialmente cuando estoy en su
Santuario. Ella me ofrece refugio cuando me va mal, me llama la atención cuando
no sigo el camino correcto.
Quiero vivir con Ella día a día; con Ella quiero buscar mi camino hacia Dios Padre.
Es Ella la que me conduce y es Ella la que me acompaña fielmente y con una
cercanía increíble en mi camino para encontrar a Dios y confiarme a Él.
Con Ella miro hacia delante para que un día me enseñe a atravesar la Puerta,
donde Jesús prepara la Fiesta de la Comunión sin final.
Ella, como cualquier madre, trabajaba en su hogar, pero de una manera especial;
sería imposible decir todas las virtudes, o sea las cosas buenas que tenía la
Virgen. Por mencionar algunas, María era una mujer humilde, es decir
sencilla; generosa, que se olvidaba de sí misma por los demás; con una gran
caridad, amaba y ayudaba a todos por igual y una mujer que servía a José y a
Jesús, su familia, con un gran amor y una gran alegría La Virgen era paciente y
quizá lo más hermoso que tenía era que aceptaba contenta todo lo que Dios le
pedía en la vida.
Po eso debemos imitarla a ella parecernos un poco más hacer buenas acciones
aprender de sus virtudes ser humildes con los demás saber compartir ser
generosos y agradecidos, ser caritativos saber compartir con el que lo necesita y
amar a nuestro prójimo no juzgar a la gente y más con la gente sola desamparada
que nos encontramos diariamente por la calle. Parecernos siendo una buena
esposa que fue con José y una buena Madre con su hijo ella dio todo por él y fue
una sagrada familia donde hubo amor y mucha alegría
Por eso la Virgen nos enseña a sufrir con paciencia y fortaleza las penas y los
dolores de la vida. Muchas veces estos sufrimientos, aceptados y ofrecidos, nos
ayudan a acercarnos a Dios y a ganar más fácilmente la vida eterna.
Finalmente le doy gracias a la Virgen por la vida y por el gran ejemplo que me da
ya que tratare de seguir sus buenas virtudes como mujer y las aplicare en mi vida
diaria. Aprenderé mucho de ella aceptando todo lo que Dios me regale en esta
vida y ver las cosas de una manera positiva siempre encomendándome a ella.