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El único presupuesto del pensamiento de Marx es el hecho de que los hombres, para
poder existir, deben transformar constantemente la naturaleza (el hecho de tener por
presupuesto algo que puede ser verificado en la realidad hace del pensamiento de Marx
una teoría muy distinta de todas las otras corrientes filosóficas que casi siempre
"deducen" o "infieren" sus presupuestos de sus propios fundamentos), sin su
transformación, la reproducción de la sociedad no sería posible. Esa dependencia de la
sociedad con la naturaleza no significa que el mundo de los hombres esté sometido a
las mismas leyes y procesos del mundo natural. La lucha de clases, los sentimientos
humanos, una obra de arte, son algunos ejemplos que demuestran que la vida social es
determinada por otros factores que no son biológicos, sino sociales.
Esta simultánea articulación y diferencia del mundo de los hombres con la naturaleza
tiene como fundamento el trabajo. Por medio del trabajo, los hombres no sólo
construyen materialmente la sociedad, también promueven las bases para construirse
como individuos. A partir del trabajo el ser humano se diferencia de la naturaleza, se
vuelve un auténtico ser social, con leyes de desarrollo histórico completamente
distintas de las leyes que rigen los procesos naturales.
Entre los hombres, la transformación de la naturaleza es un proceso muy diferente de
las acciones de ejemplos de organizaciones parecidas hechas por otras especies, como
pueden ser las abejas y las hormigas. En primer lugar, porque la acción y su resultado
son siempre proyectados en su conciencia antes de ser construidos en la práctica. Es
esa capacidad de idear (crear ideas) antes de objetivar (de construir objetiva o
materialmente) que funda, para Marx, la diferencia del hombre en relación con la
naturaleza, la evolución humana.
(Previa-ideación y objetivación)
Imaginemos que alguien tiene la necesidad de quebrar un coco. Para alcanzar ese
objetivo, hay varias alternativas posibles. Para elegir entre éstas alternativas, debe
imaginar el resultado de cada una, osea que, debe anticipar en la conciencia el
resultado probable de cada alternativa.
Esta anticipación posiblita a las personas elegir aquella alternativa que evalúan como la
mejor. Una vez hecha la elección, el individuo la lleva a la práctica, es decir, objetiva la
alternativa.
Vamos a imaginar que la alternativa elegida para quebrar el coco sea la de construir un
hacha. Al construirla, el individuo transformó la naturaleza, ya que el hacha era algo que
no existía antes. Esto es fundamental, ya que toda objetivación es una transformación
de la realidad.
Toda objetivación produce una nueva situación, ya que la realidad no es más la misma,
y también el individuo no es más el mismo, ya que él aprendió algo con aquella acción.
Según Marx esto significa que al construir el mundo objetivo el individuo también se
construye. Al transformar la naturaleza, los hombres también se transforman, ya que
adquieren siempre nuevos conocimientos y habilidades. Esa nueva situación hace que
surjan nuevas necesidades y nuevas posibilidades para satisfacerlas.
Esas nuevas necesidades y posibilidades impulsan al individuo a nuevas previas-
ideaciones, a nuevos proyectos y a nuevas objetivaciones.
Tres aspectos de este complejo proceso son decisivos para la comprensión del ser
social:
2-La previa ideación es siempre una respuesta, entre otras posibles, a una necesidad
concreta.
3- Como toda objetivación origina una nueva situación, la historia jamás se repite.
Astarita-"¿Qué es el Capitalismo?"
El sistema capitalista se caracteriza en primer lugar, por el hecho de que los medios de
producción (las fábricas, campos, bancos, comercios, etc.) son propiedad priada de un
grupo social, los capitalistas. Frente a ellos se encuentra la inmensa mayoría de
personas, que no son propietarias de ningún medio para producir. Ésta clase está
compuesta por los obreros, que deben trabajar para los capitalistas por un salario.
Ser obrero o capitalista no es algo que podamos elegir a voluntad, ya que está
determinado por la forma en que está organizada la sociedad. Los que no son
propietarios están obligados a trabajar bajo el mando de los que son propietarios.
A los grupos de personas que se distinguen por la propiedad o no propiedad de los
medios de producción se los llama clases sociales.
Entre estas dos grandes clases sociales existe otra clase, que llamaremos la pequeña
burguesía. Este grupo ocupa una posición intermedia entre la clase obrera y la classe
capitalista, porque por lo general tienen una propiedad, pero no emplean obreros, y
viven de su trabajo.
Conociendo lo que es el valor, podemos saber cómo surge la ganancia del empresario.
Veamos qué sucede cuando el obrero trabaja en una fábrica por un salario.
¿Dónde está la ganancia del dueño de la empresa? ¿De dónde puede salir?
Retomemos el ejemplo, el obrero agregó con su trabajo 50 pesos de valor al hilado.
Pero el dueño de la empresa no le devuelve ese valor que produjo, el valor que creó.
Supongamos que el precio de su reproducción y subsistencia de su grupo familiar sea el
de 25 pesos; el empresario procurará pagarle sólo esos 25 pesos, que representan 5
horas de trabajo. De esta manera, el obrero habrá empleado 5 horas para producir un
valor igual al de su salario y otras 5 horas habrá trabajado gratis, produciendo plusvalía
de 25 pesos, que se los apropia el capitalista.
Siempre existirá ese plusvalor en favor del capital.
Observemos entonces que el capitalista le paga al obrero no de acuerdo al valor que
produjo, sino de acuerdo al valor de los alimentos, de la ropa, de la vivienda, que
necesita para vivir. Por eso Marx dice que el dueño de la empresa le paga al obrero el
valor de su fuerza de trabajo. El valor de la fuerza de trabajo es el valor de la canasta de
bienes que consume el obrero para vivir y reproducirse.
De esta manera el dueño de la empresa dispone de una forma de generar ganancias
sin tener que trabajar. Contrata a capataces y supervisores para esta tarea. A esto le
llamamos explotación, porque el obrero produce más de lo que recibe a cambio.
¿Por qué el capitalista pudo hacer esto? Porque es el dueño de los medios de
producción. Sin herramientas, sin materias primas, sin dinero para mantenerse, el
obrero no puede vivir. Por eso está obligado a vender su fuerza de trabajo al burgués y
a producir plusvalía para éste.
(4-¿Qué es capital?)
El capital es el dinero, los medios de producción y las mercancías que son propiedad
de los empresarios y se utilizan en la extracción de plusvalía.
Cuando el empresario decide invertir su dinero, ese dinero es la forma que toma su
capital; el capital del empresario cambia de forma (ejemplo de inversión en algodón,
telar, edificio de la fábrica, etc.): antes era dinero, ahora se transformó en medios de
producción.
Pero además, nuestro empresario contrata obreros y, por lo tanto, una parte de
nuestro dinero se transforma en trabajo humano que genera plusvalía. Así, otra parte
de su capital que tenía forma de dinero, ahora, mientras trabaja el obrero, se ha
transformado en trabajo, que está creando valor.
Posteriormente, aparece el hilado terminado, que se destinará a la venta. Nuevamente
el capital cambió de forma. Cuando el empresario vende el hilado, habrá obtenido
dinero, es decir, que su capital ha vuelto a la forma de dinero.
El valor se valoriza gracias al trabajo del obrero.
En vista de esto, podemos decir que el capital es valor en movimiento y
transformación: primero aparece bajo la forma de dinero, luego de medios de
producción y trabajo, luego de mercancía, y por último de nuevo como dinero. Capital es
entonces valor que genera más valor sustentado por la explotación de los obreros.
Sólo hay capital cuando se invierte con vistas a obtener una ganancia.
Una vez que un capitalista inició el proceso de comprar medios de producción y fuerza
de trabajo para producir plusvalor, puede seguir acrecentando su capital.
A partir de la explotación del obrero el capitalista pudo acumular la plusvalía,
acrecentando más y más su capital. Esto se llama acumulación de capital.
Por otra parte, los obreros no pueden acumular. Si los capitalistas se enriquecen cada
vez más, si con ello aumentan sus fuerzas de producción y su riqueza, y si los
trabajadores siguen ganando lo mismo, entonces, en proporción, los trabajadores son
cada vez más pobres.
Podemos decir que los obreros y las masas oprimidas son hoy tan o más pobres que lo
eran hace 100 años.
A medida que ha ido creciendo el número de obreros agrupados bajo el mando de los
capitales, se fueron organizando para luchar por una parte de esa riqueza. Los
sindicatos, los partidos obreros y otras formas de organización surgieron al calor de
este movimiento de los trabajadores. Los obreros pelearon por aumentos del salario,
para que se les pagara mejor el valor de lo único que pueden vender, su fuerza de
trabajo. Esta es una manifestación de la lucha de clases en la sociedad capitalista, unos
por aumentar la explotación, otros por ir en el sentido contrario. Las mejoras de vida de
la clase obrera no fueron el resultado de la bondad de los empresarios, sino con la
lucha de la clase obrera. Los revolucionarios mostramos la raíz de la explotación para
fortalecer la conciencia de clase obrera, para demostrar que la lucha entre el capital y el
trabajo es inevitable y necesaria, y el único camino para acabar con la explotación.
Los empresarior lograron, a lo largo de la historia, mantener a raya los salarios; los
trabajadores nunca pudieron hacer desaparecer la plusvalía con la lucha sindical. ¿Puede
seguirse así hasta acabar con la plusvalía y la explotación?
La experiencia nos muestra que no, que esta lucha económica tiene un límite. Llegado
a un punto los capitalistas aceleran las innovaciones, introducen maquinarias que
reemplazan la mano de obra y despiden obreros.
Así generan más y más desocupados, es decir, se crea un ejército de desocupados, que
es la principal arma que tiene el capital para derrotar las luchas sindicales. La maquinaria
se ha transformado en un arma poderosa contra la clase obrera. La maquinaria bajo el
dominio del capital se convierte en un instrumento para esclavizar más al obrero;
porque crea desocupados, pero también los que conservan el empleo son sometidos a
mayores ritmos de producción y a peores salarios.
Pero existe otra vía por la cual se crea desocupación. Cuando los capitalistas ven que las
ganancias están disminuyendo, comienzan a interrumpir sus inversiones. Por ejemplo,
el empresario en lugar de contratar de nuevo a los obreros, guarda el dinero a la espera
de que mejoren las condiciones para sus negocios. Cuando muchos capitalistas hacen lo
mismo, hablamos de una crisis, y por todos lados aparecen obreros sin trabajo. En estos
períodos se crean enormes masas de desocupados.
El capitalismo crea constantemente una masa de marginados, de pobres absolutos,
que son utilizados como arma de dominación contra la clase obrera.
Estas teorías justifican la desocupación y los bajos salarios, porque de lo que se trata es
de mantener sobre los obreros esa "presión pacífica, silenciosa e incesante" para que
hagan los "esfuerzos más intensos", de manera que siga aumentando la acumulación de
riqueza y el goce de la clase propietaria de los medios de producción.
Si bien los capitalistas están unidos cuando se trata de mantener la explotación, entre
ellos existe la más feroz competencia. Cada empresario trata de vender más que sus
competidores, sacarle clientes. Para eso, cada uno busca aumentar la explotación de sus
obreros y tecnificarse. Si un capitalista descibre una técnica mejor para producir, procura
que la competencia no la conozca, con la esperanza de bajar los precios y arruinar a los
otros. Los capitalistas que no logran seguir el ritmo de la renovación tecnológica, se
arruinan y son absorvidos por la competencia o van a la quiebra.
Por eso Marx decía que la competencia es como un látigo que obliga a cada
empresario a ir hasta el fondo en la explotación de sus obreros. Por esta razón la
explotación no tiene que ver con la buena o mala voluntad de algunos empresarios
individuales. Por eso no hay que esperar que los capitalistas "comprendan" las
necesidades de los trabajadores y modifiquen voluntariamente sus comportamientos.
Hoy este impulso del sistema capitalista se ve multiplicado por la competencia
internacional. Los capitalistas de todos los países están lanzados a una carrera
desesperada por bajar los costos, por aumentar la explotación. Los empresarios hacen
un chantaje a los trabajadores porque dicen: "si no aceptan todas las condiciones de
trabajo que impongo, voy a invertir en otro país".
Esta lucha entre los capitalistas por aumentar la explotación para sobrevivir es la
razón principal por la cual en el capitalismo existe un impulso permanente a aumentar
la explotación.
En la lucha entre los capitales inevitablemente muchos caen y son "comidos" por los
más fuertes. Un ejemplo es lo que sucedió con la entrada de los hipermercados.
Así los capitales cada vez se concentran en pocas manos. En cada país podemos ver
cómo un puñado de 300 o 400 empresas tiene un peso descomunal en la economía. En
manos de algunas decenas de miles de grandes capitalistas se concentra el poder de
dar trabajo o no a cientos de miles de desposeídos.
El ataque a las condiciones laborales abarca también a países con fuete tradición
sindical y de izquierda. En algunos lugares la ofensiva del capital comenzó por los
trabajadores inmigrantes, aprovechando al inseguridad jurídica a la que están
sometidos.
Como resultado de estos procesos en la mayoría de los países aumentó la
desigualdad.
Una de las teorías que se han planteado muchas veces es que a medida que el
capitalismo se desarrolla y se hace más mundial, los ingresos entre los países tiende a
igualarse. La realidad es otra.
(12-Conclusión)
Peleamos por mejorar en todo lo posible dentro del sistema; necesitamos defender
reformas que hagan más llevadera la vida bajo el sistema capitalista. Pero al mismo
tiempo hay que tener en cuenta que estas mejoras tienen un límite. Como decía Rosa
Luxemburgo "en tanto no se acabe este sistema de explotación, los sindicatos y
trabajadores estarán obligados a recomenzar siempre sus luchas, porque el hambre por
el plusvalor del capital es insaciable". Lo cual plantea la necesidad de tomar conciencia
de que existe un problema de fondo, que es social, y a él tenemos que apuntar.
Los procesos de alienación son muy numerosos en la historia humana y, según Marx y
Lukács, se manifiestan en las más diversas esferas de la praxis social. Hay procesos de
aliencación que inciden directamente en la esfera de la subjetividad y otros que poseen
un carácter más amplio, abarcando al conjunto de la sociedad. Todos ellos poseen en
común el hecho de ser expresiones de la deshumanización social históricamente
creada por los hombres.
Veamos el ejemplo del dinero, una relación social que se desarrolló en el capitalismo y
que es hoy la alienación predominante.
En el pasaje de la sociedad primitiva a las sociedades asiáticas y al esclavismo, el dinero
surgió para facilitar el intercambio entre los hombres. En aquél momento se
consideraba prioritariamente la producción de objetos de consumo (valores de uso) del
propio productos y sólo el excedente era intercambiado.
Con el desarrollo del comercio y de la propiedad privada, esa relación se invirtió. Las
necesidades comerciales se volvieron prioritarias y la producción dejó de estar destinada
a las necesidades de quien producía para responder al lucro comercial.
Ese proceso introdujo nuevas diferenciaciones entre los hombres. Surgieron las clases
sociales y, con ellas, las contradicciones sociales antagónicas. De igual manera, se
impuso en la sociedad una división del trabajo cada vez más intensa, haciendo que las
relaciones mercantiles tuvieran un peso cada vez mayor. Ya es posible percibir, en ese
momento, cómo las relaciones mercantiles asumen una enorme autonomía y una gran
fuerza en la determinación del destino de los individuos.
Las alienaciones que surgen por la sumisión del ser humano al capital son muy
variadas. Consumir para demostrar status social es una de las formas más frecuentes de
alienación contemporánea.
Sin embargo, hay una esfera de las alienaciones capitalistas a la cual los revolucionarios
deben prestar especial atención ya que tiene enormes consecuencias políticas.
Recordemos que, para Marx y Lukács, el Estado es un organismo especial de represión
a favor de las clases dominantes. Entre tanto, con el surgimiento de la sociedad
burguesa, ese papel represor del Estado ya no es tan evidente como en el pasado. En la
sociedad capitalista, la explotación del trabajo asume una forma diferente de aquella de
las formaciones sociales asiáticas, esclavistas y feudales. En el capitalismo, el trabajo
termina por convertirse en meradería. En esta sociedad, el valor de una mercadería
corresponde al costo de su producción.
¿Cuál es el costo de producción de un trabajador asalariado? Lo que le cuesta a la
sociedad la reproducción de su fuerza de trabajo. Eso vale tanto para el trabajador del
primer mundo, que puede recibir un salario elevado, como para el trabajador más
miserable de África o de Brasil. En ambos casos, a pesar de la evidente diferencia del
confort de la situación de cada uno de ellos, el ser humano sólo es considerado como
una cosa, una cantidad de fuerza de trabajo. Por eso, el costo de esa fuerza es muy bajo
y su valor (el salario) está siempre muy por debajo de las necesidades del trabajador
como ser humano. El salario expresa cuanto cuesta para el Sistema Capitalista la
reproducción de la fuerza de trabajo, pero no expresa las reales necesidades humanas
de quien esta ejerciendo la función asalariada. Es claro que lo que es necesario varía en
lugares y momentos históricos diferentes y, además es establecido por el mercado y no
por las relaciones individuales.
Pero obsérvese que lo que el salario expresa es real. Según las leyes del mercado
(siempre leyes capitalistas en nuestros días), el valor de la fuerza de trabajo es
exactamente el salario recibido por el trabajador; el trabajador, en la sociedad burguesa,
vale lo que cobra. No hay aquí cualquier robo por parte del capitalista. El patrón paga lo
que compra, de la misma forma que el trabajador paga las mercaderías que compra. Y
las que establecen los precios, inclusive el de la mercadería fuerza de trabajo, son las
famosas "leyes del mercado, y no el
individuo-patrón que contrata al individuo-trabajador.
Entre tanto, la sociedad burguesa cuenta con un enorme triunfo para mantener esta
situación, el hecho de que el mercado establezca el valor de su fuerza de trabajo como
mercadería y no los patrones en particular. Esto hace que la relación capital/trabajo no
se caracterice como un robo.
Esta situación social genera la ilusión, en el trabajador, de que él comparte un destino
común con el capitalista. El trabajador, engañado, cree que si la economía crece y la
ganancia del patrón aumenta, el salario va a mejorar y los empleos serán más
numerosos. Eso no pasa de una ilusión. En verdad, la ganancia del burgués siempre
aumenta y el salario permanece igual a lo que siempre fue: el valor de la reproducción
de la fuerza de trabajo como una mercadería y no como expresión productiva de un
individuo humano. Además, cuando la economía se expande, el burgués emplea
teconologías más avanzadas y produce más con menos trabajadores. Por otro lado, con
el aumento de la desocupación, los salarios caen mucho y el trabajador tiene que
someterse a condiciones tan duras de producción que él se vuelve más productivo y, aún
así, recibe un salario más bajo.
-En las universidades se paga a peso de oro aquellos investigadores que "demuestran"
que la mejor sociedad posible es la capitalista.
-En la política se realizan elecciones para dar la impresión de que todos los "ciudadanos"
dirigen los destinos del país, como si entre esos ciudadanos no existiese el abismo que
hay entre capitalistas y trabajadores.
Se afirma, todo el tiempo, que los gobernantes administran el país en nombre de todos,
y no a favor de las clases dominantes. Y se quiere hacer creer que las miserias de los
trabajadores son "incomodidades" pasajeras e inevitables para que se alcance el
desarrollo de la economía que llevará a todos al paraíso. Como si el capitalismo pudiera
existir sin reproducir las miserias humanas y como si las crisis no formaran parte de su
historia.
Son innumerables las alienaciones; la esencia de todas ellas, según Marx, está en
tratar al se humano como mercadería. Desconsiderando por completo las necesidades
del ser humano, lo que impulsa cotidianamente las previas-ideaciones es sólo el objetivo
de la acumulación privada del capital, tanto en el plano individual, como en el plano
global de la sociedad capitalista.
(Intro)
Este texto tiene por objetivo acercar a los estudiantes de ITS algunas reflexiones y
análisis en relación a las categorías de Estado y Política Social. Ambas son
imprescindibles para la comprensión de los orígenes y desarrollo del Trabajo Social como
profesión en el marco de las relaciones sociales capitalistas, ya que históricamente su
principal empleador ha sido (y es) el Estado y el lugar por excelencia de su inserción
laboral, la ejecución de la Política Social.
Un SEGUNDO MOMENTO se ubica desde mediados del siglo XVIII hasta el último tercio
del siglo XIX: el capitalismo competitivo. En este período la burguesía avanza en la
búsqueda de consolidarse como poder político debiendo para ello enfrentarse con la
nobleza y la Iglesia para eliminar los privilegios de sangre. La expresión histórica más
emblemática de este proceso es la Revolución Francesa en 1789, con sus banderas de
Libertad, Igualdad y Fraternidad.
En términos económicos la expresión más contundente de este período es la
Revolución Industrial y la consolidación de los procesos de urbanización. Estas
transformaciones impactaron en la totalidad de la vida cotidiana de los sujetos.
Dos nuevos lugares pasan a ser determinantes en esta nueva organización social: la
fábrica y la ciudad (la centralidad puesta en la máquina, en detrimento de las
herramientas, determina que el lugar de trabajo es el lugar donde la máquina se
encuentra; los trabajadores deben trasladarse a los alrededores de las fábricas para
poder ofrecer su fuerza de trabajo, se separa el lugar de trabajo y el lugar de vivienda).
Se consagra la creación del mercado mundial, intensificando las relaciones comerciales
entre los países y se internacionaliza la división social y técnica del trabajo en trabajos
especializados que se conectan y relacionan en un proceso de trabajo colectivo que
ensambla la maquinaria productiva global.
EN SÍNTESIS, éste es el período en que la burguesía accede al poder del Estado y lo
limita a garantizar el desarrollo de la economía y el crecimiento de la misma sin
intervenciones directas de éste. El estado representa los intereses del capital y su
función de la de Estado Gendarme para garantizar la libre circulación en el mercado y
reprimir cualquier manifestación contra el orden. Pero, CONTRADICTORIAMENTE, es el
período en que irrumpe la clase trabajadora en el espacio político y público,
demandando mejores condiciones de vida y trabajo. Esto da cuenta de la toma de
conciencia de los trabajadores que buscan en las luchas obreras la representación de sus
propios intereses, dado que las condiciones de sobreexplotación y la ausencia de
protecciones vinculadas al trabajo evidencian las condiciones de deshumanización y
dominación del capital. Como ejemplo tenemos movimientos como el Luddismo (una de
las primeras organizaciones obreras. Entienden que el desarrollo industrial y las
maquinarias que se incorporan en el proceso de producción son las que provocan el
aumento de la desocupación y por lo tanto, su reacción va dirigida a la destrucción de las
máquinas), el Cartismo (entre 1837 y 1848, emerge esta organización obrera. Llamada
así por defender lo que se denominó la Carta del Pueblo; ésta contenía 6 puntos que
pedían por un cambio en el orden establecido) y luego la organización de los sindicatos y
partidos políticos de masas que manifiestan el proceso de consolidación del
movimiento obrero.
El TERCER MOMENTO se extiende desde finales del siglo XIX hasta nuestros días y se lo
denomina capitalismo monopólico.
Las características fundamentales de este período se expresan en el proceso de
monopolización de la economía, las transformaciones en la organización del proceso
productivo, el avance organizativo del movimiento obrero y la reconfiguración del
Estado, que reconoce la necesidad de otro tipo de intervención ante la cuestión social.
(Introducción)
(1)
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(3)
El movimiento obrero proporcionó una respuesta al grito del hombre pobre. No debe
confundirse la mera revulsión colectiva contra la intolerable injusticia que se produjo en
otros momentos de la historia, ni siquiera con la huelga y otras formas de beligerancia.
Lo verdaderamente nuevo en el movimiento obrero de principios del siglo XIX era la
conciencia de clase y la ambición de clase. No era el "pobre" el que se enfrentaba al
"rico". Una clase específica, la clase trabajadora, el proletariado, se enfrentaba a otra,
los capitalistas. La Revolución Francesa dio confianza a esta nueva clase; la Revolución
Industrial imprimió en ella la necesidad de una movilización permanente. Se requería
de la vigilancia continua, la organización y la actividad del "movimiento": sindicatos,
sociedades mutuas y cooperativas, instituciones laborales, periódicos, agitación. El
cambió social incitó a los trabajadores a pensar en los términos de una sociedad
completamente distinta, cooperativa y no competidora, colectivista y no individualista;
sería socialista y representaría una alternativa permanente y practicable al presente
sistema.
En este sentido, la conciencia de la clase trabajadora no existía en 1789, ni siquiera
durante la Revolución Francesa. En los dos países que incorporaron la doble revolución
existía desde luego entre 1815 y 1848. Entretanto, la discusión intelectual en Inglaterra y
Francia dio lugar al concepto y a la palabra "socialismo" en los años 1820. En resumen,
en los primeros años de la década de 1830, ya existían la conciencia de clase proletaria
y las aspiraciones sociales. Casi seguramente era más débil y mucho menos efectiva que
la conciencia de la clase media que los patronos adquirieron y pusieron de manifiesto
por aquellos años. Poero hacía acto de presencia en el mundo.
La conciencia proletaria estaba combinada y reforzada por la conciencia jacobina, o
sea, la serie de aspiraciones, experiencias, métodos y actitudes morales que la
Revolución Francesa (y antes la norteamericana) infundió en los pobres. La Revolución
Francesa hizo subir al movimiento obrero al escenario de la historia como actores más
que como a simples víctimas. Los ciudadanos de pobre apariencia externa paseaban
ahora por donde lo hacían los ricos, llevando la cabeza muy alta. Deseaban respeto,
reconocimiento e igualdad.
Las conciencias proletaria y jacobina se completaban. La experiencia de la clase
trabajadora daba al trabajador pobre las mayores instituciones para su defensa de cada
día: la "unión general" y la sociedad de ayuda mutua, y las mejores armas para la lucha
colectiva: la solidaridad y la huelga. Sin embargo, su alcance era bastante limitado. La
tentativa de utilizar un modelo puramente unionista fracasó y su fracaso ahogó durante
medio siglo a un movimiento proletario y socialista precoz, pero notablemente maduro.
Por el contrario, los métodos de agitación política propios del jacobinismo y del
radicalismo en general, mostraban su flexibilidad y eficacia: campañas políticas por
medio de periódicos y folletos, mitines y manifestaciones, motines e insurrecciones si
eran necesarios.
A su vez, la tradición jacobina sacó fuerzas y una continuidad sin precedentes de la
cohesiva solidadridad y lealtad característias del nuevo proletariado. La solidaridad
inquebrantable era su única arma, sólo con ella podían demostrar su modesto, pero
decisivo haber colectivo. En 1849 los cartistas ocupaban casi la mitad de los escaños del
ayuntamiento.
Bajo la clase trabajadora y la tradición jacobina yace el sustrato de una tradición más
antigua que refuerza a una y otra: la de la protesta pública ocasional de gentes
desesperadas. En 1830 y en 1848, tales movimientos pesaron de manera extraordinaria
en los sucesos políticos, al convertirse de expresiones de descontento en franca
insurrección.
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Y, sin embargo, cuando volvemos la vista sobre aquel período, advertimos una gran y
evidente discrepancia entre la fuerza del trabajador pobre temido por los ricos y su
real fuerza organizada. La expresión pública de su protesta era, más bien, un
movimiento que una organización.
Había poca dirección y coordinación. El intento más ambicioso de convertir un
movimiento en una organización (la "unión general" de 1834-1835) fracasó
rápidamente. Lo que mantenía firme el movimiento era el hambre, la desgracia, el odio
y la esperanza. Y lo que lo derrotó, tanto en la Inglaterra cartista como en el continente
revolucionario de 1848, fue que los pobres carecían de la organización y la madurez
capaz de hacer de su rebelión algo más que un momentáneo peligro para el orden
social.
(Introducción)
-La actividad filantrópica se organiza a una distancia calculada entre las funciones del
Estado liberal y la iniciativa privada. No refuerza la idea de derecho a la asistencia social,
más bien reconfigura una cuestión de derecho en una moralidad económica,
diferenciándola de las decisiones económicas y en consecuencia desincentivando la
participación política en la lucha por el acceso a derechos sociales.
- Genera que las condiciones de pauperismo social que viven vastos sectores sean
invisivilizadas; tiene la necesidad de modificar la moralidad de los individuos dado que
entienden que es allí donde reside el pauperismo y el malestar social.
- Otro aspecto relevante es que se funda como una práctica pragmática, incluye ayudas
materiales pero siempre para servirse de ellas como medio para su "influencia moral
legítima".
-El fortalecimiento de la autonomía familiar y la reforma del carácter de los sujetos fue
un eje importante durante el siglo XIX. Así se restringe al ámbito familiar la
responsabilidad de su condición de vida, evitando, por un lado, el reclamo de
respuestas al Estado y, por otro, se fomenta la despolitización y se deseconomizan las
causas que originan la emergencia y expansión de la desigualdad social que padecen
vastos sectores sociales, evitando interpelar la estructura social y económica de la
sociedad burguesa.
Existen, según Donzelot, dos polos de acción dentro de la filantropía en sus orígenes.
Un polo denominado Asistencial, que utiliza al Estado como medio formal para
introducir consejos y pautas de comportamiento en las familias de los sectores
trabajadores; entendiendo entonces que la familia debe encargarse de reparar "sus
problemas" (Justificado en que ya no hace falta reclamar derecho alguno a ser asistidos
por el Estado, pero tampoco existen motivos para rechazar nuestros consejos, puesto
que ya no son órdenes).
El otro polo es la estrategia filantrópico es el médico higienista, vinculado al proceso de
urbanización propio del momento histórico. Siempre orientado a la preservación de la
sociedad liberal donde el Estado debe guardar una relación equidistante entre la
intervención directa y la privada.
La filantropía higienista intervendrá a fin de preservar la sociedad liberal a través de
medidas relativas a la higiene pública y privada, a la educación y a la protección de los
individuos y harán de la esfera industrial el punto de aplicación y sostén de una
civilización de las buenas costumbres, de una integración de los ciudadanos.
A mediados del siglo XIX, ante una explosión de la pobreza, encontramos a los
denominados Reformadores Sociales. Estos filántropos pregonaban una intervención
social ante el avance de la pauperización social y por tanto, diseñaron variadas
estrategias de asistencia que atendiesen las manifestaciones de la cuestión social,
evitando que los sectores desfavorecidos económicamente cuestionaran el orden
burgués vigente y sirvieran como instrumento desmovilizador de las reivindicaciones
colectivas.
Es importante subrayar que las asociaciones filantrópicas, así como las instituciones
vinculadas a la estrategia caritativa, se constituyeron como parte de los espacios
ocupacionales donde se incorporaron profesionales del Trabajo Social y, del mismo
modo, el pensamiento filantrópico representó el marco referencial para la comprensión
de las manifestaciones de la cuestión social, propiciando la creación de Escuelas de
Trabajo Social.
Por su parte, desde fines del siglo XIX, será el Estado quien comienza a tomar medidas
para atender directamente las manifestaciones de la cuestión social, a través de las
Políticas Sociales, éstas tomarán distintas formas y abordarán problemáticas por áreas
específicas de la realidad social. Las instituciones encargadas de ejecutar dichas políticas
sociales configurarán también, y preponderantemente, el espacio socio-ocupacional de
la profesión en sus orígenes. Se puede afirmar que sólo cuando el Estado comienza a
intervenir en lo social el trabajo social se profesionaliza.
Por lo tanto, la expansión de los derechos políticos y sociales llegará a partir de fines
del siglo XIX, extendiéndose progresivamente en el siglo XX, como parte de la lucha
dada por el movimiento obrero ante el estallido de la "cuestión social".