You are on page 1of 2

act 7 grupo: 201

29/05/2019
Carta a mis compañeros
Quisiera ir este fin de semana a la reunión del curso. Sé que va a haber parrilla, amigos
y buena carnecita, además de que los que viven afuera están de visita por las fiestas.
Pero esta vez, de modo sutil, voy a evitar el junte. No lo tomes a mal, siempre me siento
bienvenido en tu casa y eres un buen anfitrión, pero te lo tengo que decir: tomas
demasiado. Y peor aun, haces que la gente tome demasiado, a la mala.

No es que yo no sepa disfrutar una buena cerveza o un trago corto, pero parece que
no has entendido que hay una distancia entre esas travesuras adolescentes que hoy
recordamos como nuestras primeras farras y la vida adulta que a cada uno de nosotros
le tocó desempeñar. Al parecer, amigo, no entiendes un NO: no puedo secar este vaso
porque estoy manejando. No puedo "tomar hasta morir" porque yo elijo hasta dónde
beber. No puedo quedarme hasta las sin-cuenta de la noche porque la familia me
espera, al igual que las de los amigos.

Pero ante todo, no entiendes que cuando te digo que no quiero tomar es porque tengo
mis razones, y ninguna de ellas es que quiera ofenderte. Nos hemos criado,
lastimosamente, en una cultura que celebra la borrachera antes que la reunión social,
un entorno en el que salir de cuatro patas es festejado con hilaridad y hasta bien visto,
en lugar de ser denostado y marcado como algo que no se debe hacer.

Rechazarte un trago parece ser algo que va a poner en riesgo nuestra amistad, de
manera que muy pocos son los que te niegan ese último vaso que nunca es el último.
Alguna vez, con los amigos, te dijimos que tal vez tenías un problema, y nos miraste
ofendido. Te lo vuelvo a decir: tienes un problema. Una cosa es celebrar un encuentro
familiar o de amigos con un trago o dos y otra muy distinta convertir cada ocasión social
en oportunidad para alcoholizarse hasta más no poder. Una cosa es decir "salud" en
aras de ese encuentro y otra distinta dejar el fondo del vaso seco "porque es de
machos".

A propósito: recuerdo la vez que, preocupados, te preguntamos por tu hijo quinceañero,


que se había portado mal en un cumpleaños. Fuera de responder con pena, nos dijiste
orgulloso que tu “pequeño” ya era más hombrecito, que ya había tenido su primera
farra. Si en lugar de hombre fuera mujer, ¿hubieses festejado tan suelto de cuerpo que
una niña de 15 años casi se intoxique con alcohol? Eso sin mencionar los peligros a los
que se exponen a esa edad sin importar su sexo.

Beber en ingentes cantidades no es una señal de hombría. No te hace mejor amigo


tampoco. Que el traguito nos ayuda a pasarlo bien, no lo dudes. Que uno tiene que
aprender a beber para conocer su propio límite, tampoco lo niego. Pero tú acarreas un
problema que lastimosamente es muy común en este país, tan dado al alcohol y aún
tan poco consciente de ello: piensas que el trago es obligatorio, cuando es un
complemento. Te hace sentir mejor y no sabes controlarlo. Y lo peor de todo, tienes un
entorno que festeja todo ello como si fuese lo más normal del mundo.

Te lo digo en serio, alzarse una borrachera una vez por semana no es normal, no lo es
para nadie y no debería serlo para ti. Busca ayuda por favor, y espero que estas líneas,
al igual que ese NO que a veces te devuelvo, no te ofendan.

You might also like