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"PSICOLOGIA JURIDICA DE LA FAMILIA”

INDICE

1. INTRODUCCION

1.1. Introducción al Derecho de Familia

1.1.1.- Derecho de Familia en España


1.1.2.- Planteamiento general de la peritación en el Derecho de Familia

1.2. El Sistema Familiar formado a partir del matrimonio

1.2.1.- Concepto y clases de matrimonios


1.2.2.- Formas de matrimonio
1.2.3.- Efectos y deberes dentro del matrimonio

1.3. Conflicto matrimonial y divorcio

1.3.1.- El divorcio como proceso


1.3.2.- Clasificación de las disputas
1.3.3.- Conflictos matrimoniales y conflictos legales

2. PROCEDIMIENTOS CIVILES EN LA SUSPENSION Y DISOLUCION


DEL MATRIMONIO

2.1. Introducción

2.2. La crisis matrimonial

2.2.1.- La nulidad matrimonial


 Causas de la nulidad matrimonial
 Acción de nulidad y efectos

2.2.2.- La separación
 La separación de hecho
 La separación judicial

2.2.3.- Concepto y causas del divorcio


 Acción de divorcio y efectos

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3. PRACTICA PERICIAL PSICOLOGICA EN DERECHO DE FAMILIA

3.1. Introducción

3.2. Clasificación de las funciones del psicólogo en los Juzgados de Familia

3.3. Evaluación necesaria para determinar la guarda y custodia y regímenes de


visitas

3.4. El informe psicológico en separaciones familiares

3.4.1.- Cuestiones deontológicas


3.4.2.- Errores y problemas
3.4.3.- El psicólogo en los temas de familia

4. LA MEDIACION FAMILIAR COO ALTERNATIVA A LOS


PROCEDIMIENTOS CONTENCIOSOS

4.1. Introducción

4.1.1.- Marco Legal de la Mediación Familiar


4.1.2.- Concepto de Mediación

4.2. Un Modelo de Trabajo en la Medicación Familiar

4.3. Habilidades del mediador familiar

5. BIBLIOGRAFÍA

6. PRACTICAS

7. EVALUACIÓN DEL CURSO

8. SEGUIMIENTO PERSONAL: diario de aprendizaje

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"PSICOLOGIA JURIDICA DE LA FAMILIA”

1.- INTRODUCCIÓN

1.1.- Introducción al Derecho de Familia

El Derecho de Familia está constituido genéricamente por un conjunto de


normas que disciplinan el fenómeno familiar, y reconocido como realidad social, es
susceptible de regulación enmarcada en el ámbito de estudio de esta rama jurídica al
amparo de tres grandes instituciones tradicionales :

 Matrimonio (constitución de la conyugalidad; efectos personales y patrimoniales


derivados; relajación y disolución del vínculo conyugal).

 Filiación (constitución de la paternidad; reconocimiento; relaciones personales y


patrimoniales paterno-filiales).

 Instituciones cuasi-familiares (menores e incapacitados no sometidos a patria


potestad).

El Derecho de familia, desde un punto de vista subjetivo, esta formado por las
facultades o poderes que nacen de las relaciones en el seno del grupo familiar respecto
de sus miembros –ascendientes, descendientes, colaterales y afines de un linaje- para el
cumplimiento y desenvolvimiento de la dinámica propia de la entidad familiar. Desde
un punto de vista objetivo, podemos considerarlo como el conjunto de normas o
preceptos que regulan esas relaciones personales y patrimoniales de los pertenecientes a
la familia entre sí y respecto a terceros. Desde el punto de vista del área de la Psicología
Jurídica, es relevante, fundamentalmente respecto a los procesos de separación y
divorcio.

A continuación, haremos un poco de historia, volviendo hacia atrás y señalando


los momentos y acontecimientos más importantes.

Hace ya más de dos décadas que fue aprobada la llamada Ley del Divorcio. Fue
en 1981 cuando surge dicha Ley en España, año en el que había aproximadamente un
cuarto de millón de personas separadas, que tras la aprobación de esta pudieron
regularizar su situación, pero no sin una gran polémica.

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En un país que se encontraba en plena transición de una dictadura en la que la


religión católica se declaraba una de los pilares del Estado, aun Estado aconfesional en
el que se legitimaban las libertades de los individuos, proponer la posibilidad de
disolución del matrimonio se consideraba, por ciertos sectores, un ataque directo a una
de las instituciones, la familia, que mantenía la organización del Estado.

Desde ese momento hasta hoy día ha habido muchos cambios en España y el
concepto de familia es muy diferente del que tenían nuestros abuelos. El prototipo ideal
de familia en los últimos años, desde el punto de vista sociológico de equilibrio familiar
de clase media urbana, era la compuesta por la pareja y los hijos, por considerarse la
formación que maximiza costes y beneficios.

Sin embargo, en los últimos años el índice de natalidad ha disminuido en


España, y este modelo de familia “moderna” ha pasado de dos hijos s tener uno o
ninguno.

En los últimos tiempos se esta produciendo un declive de los valores familiares y


colectivos, dándose un privilegio a la felicidad personal y respecto de la familia, de
modo que si un matrimonio no funciona o no es satisfactorio, no se considera obligado a
permanecer unido por el bien de los niños.

La Ley 30/81 de 7 julio no tenía otro antecedente histórico en nuestro país que la
Ley del Divorcio de la Segunda República, de 2 de marzo de 1932, inmediatamente
derogada tras la victoria de las tropas de Franco en la Guerra Civil. La nueva Ley del
Divorcio vino a proporcionar un marco jurídico para que se pudieran introducir esos
cambios y flexibilidad en la estructura de la familia.

 Evolución de la guarda y custodia

Esta ley que comentamos abrió una puerta, en su redacción del artículo 92 del
Código Civil, para que los Jueces pudieran contar con la asesoría de especialistas, en
particular los psicólogos, a la hora de tomar decisiones en el mejor interés del niño al
disolverse el matrimonio.

Con respecto a la guarda y custodia de los menores se pueden señalar diferentes


etapas, en las que en su mayoría, la guarda y custodia se les entregaba a los padres,
hasta llegar a la época de la revolución Industrial, en la que los Jueces permitieron que
se pusieran a los niños por debajo de los siete años bajo la custodia de su padre o de su
madre indistintamente.

Desde esa posición se ha variado notablemente poco hasta la actualidad, pasando


por fases en que se consideró que no debía asignarse la custodia al progenitor no apto o
incapaz, que generalmente se valoraba en términos “morales”, desde la falta de
afectuosidad hasta el alcoholismo; pasando también por un período de consideración de
la tierna infancia, que apoya la idea de que los niños, especialmente los más pequeños,
deberían permanecer bajo la custodia de la madre; para llegar actualmente, a

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cuestionarse lo absoluto de esa posición, a la más extendida doctrina del mejor interés,
que propone que la custodia ha de decidirse basándose en le parámetro del bienestar del
niño.

En un intento de búsqueda de modelos de evaluación globales e interactivos,


podemos citar cinco principios básicos para la determinación e la custodia, propuestos
por Coy y Benito (1993):

1. Las decisiones sobre la custodia deberían ser una de las partes del proceso de
cambio evolutivo de la familia.
2. Los lazos y la continuidad familiar tienen una importancia que va más allá del
divorcio.
3. La historia de enfermedad mental de uno de los progenitores no es razón
suficiente para pensar que esa persona no es un padre/madre adecuado o
efectivo.
4. los valores predominantes con respecto al estilo de familia no correlacionan
necesariamente con la competencia como padre/madre.
5. La opinión de los niños en las disputas sobre su custodia tiene importancia, pero
es sólo una parte de la evaluación y, por sí solo no debería, ni mucho menos,
determinar la decisión sobre custodia.

Sobre el procedimiento y contenido de la evaluación psicológica,


mencionaremos la sugerencia del Grupo de Avance de la Psiquiatría, que formula los
siguientes aspectos que se deben evaluar en los padres:

1. Situación en cuanto a salud mental.


2. Funcionamiento de la personalidad.
3. Historia personal, con especial referencia a su infancia.
4. Grado de flexibilidad para aceptar feed-back en relación con sus
responsabilidades como padre (madre).
5. Método probable para reponer al compañero (cooperativo o no).
6. Aptitud para establecer una relación cooperadora en la que se refiere al trato con
los hijos.

Según Vicente y Pilar de Luis (1998), a las alternativas de custodia mencionadas,


se deberían incluir los siguientes aspectos:

 Evaluación individual de cada uno de los cónyuges.


 Evaluación individual de cada uno de los hijos de la pareja.
 Evaluación de los sistemas o patrones de relación existentes entre los hijos; y de
todos y cada uno de los hijos con cada uno de sus progenitores.
 Análisis de la influencia que, en su caso, puedan ejercer otras terceras personas
(nuevas parejas, por ejemplo) en la dinámica familiar.

O también en otra formulación similar (Ramírez, 1992) cabría señalar dos áreas
de atención durante la evaluación, a saber: el ajuste general de los progenitores, en el

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que se pone más relieve en l apositiva predictividad de la “competencia” parental; y el


ajuste general de los hijos, subdividido a su vez en dos planos, uno general (personal-
escolar-social), y un segundo plano de ajuste infantil (específico a la separación).

1.1.1.- Derecho de Familia en España

El sistema judicial de nuestro país viene regulado por la Ley Orgánica 6/1985,
del Poder Judicial. Existen, en la actualidad, los Juzgados de Paz, que sólo se hallan en
los municipios donde no existe Juzgado e Primera Instancia e Instrucción y que son
servidos por Jueces no profesionales del derecho, que tienen competencia en cuestiones
de muy escasa importancia en los ámbitos civil y penal.

El siguiente eslabón es el de los órganos unipersonales servidos por Jueces o


Magistrados profesionales. El artículo 26 de la precitada LOPJ establece la existencia de
Juzgados de Primera Instancia e Instrucción, con competencias en materia civil y penal,
aunque en gran número de capitales de provincia esas competencias están separadas.

Existen también Juzgados de Menores, dedicados a tramitar los procedimientos


por la comisión de actos delictivos por jóvenes de 14 a 18 años. Juzgados de lo Social,
competentes en materia de Derecho de Trabajo. Juzgados de Vigilancia Penitenciaria,
encargados de la supervisión del curso del tratamiento de los internos en prisión.

También esta previsto la creación de Juzgados de lo Contencioso Administrativo,


donde se llevarán a cabo, en primera instancia las reclamaciones contra la
Administración Pública.

El siguiente nivel dentro de la Administración de Justicia, son las Audiencias


Provinciales, con competencias en materia civil para conocer de los recursos contra las
resoluciones de los Juzgados de Primara Instancia y de Familia; y en materia penal, para
conocer de los recursos contra las de los Juzgados de lo Penal y de Menores.

Con competencia que se extiende al territorio de las Comunidades Autónomas,


existen los Tribunales Superiores de Justicia, que conocen ordinariamente de cuestiones
contencioso-administrativas y laborales y, excepcionalmente, de asuntos penales y/o
civiles.

Finalmente encontramos el Tribunal Supremo, que es el órgano superior de la


justicia de todas España, que conoce de asuntos de todos los órdenes jurisdiccionales,
pero sólo en el grado de recurso de casación y de revisión.

Con respecto al derecho de Familia español, que fue reformado en 1981 por la
Ley 30/81 en la que, además de introducirse la posibilidad del divorcio, se reordenaba
otra serie de extremos de las relaciones familiares, introduciendo también la figura de la
nulidad civil del matrimonio, además de la separación y el propio divorcio. La
separación judicial del matrimonio puede alcanzarse por acuerdo mutuo (artículo 81 del

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Código Civil) o, en caso de desacuerdo, precisor de la concurrencia de una serie de


causas 8artículo 82 C. C. ).

El divorcio, sin embrago, siempre requiere la concurrencia de una causa


objetiva, aunque ésta sólo consiste en el transcurso de unos determinados plazos de
tiempo según las distintas circunstancias (artículo 86 C. C. ).

La propia Ley establece una serie de criterios generales para procurar el interés
de los menores, entre los que figuran intentar “no separar” a los hermanos, etc.

Posteriormente se promulgó, el 11 de noviembre de 1987, otra Ley (la 21/87),


por la que se modificaban determinados artículos del Código Civil y de la Ley de
Enjuiciamiento Civil en materia de adopción.

También se promulgó, el 15 de enero de 1996, la Ley Orgánica 1/96, de


Protección Jurídica del Menor, que hace especial mención a la adopción internacional
de menores.

1.1.2.- Planteamiento general de la peritación en el Derecho de Familia

Es en este orden jurisdiccional donde primero fueron llamados los psicólogos a


dictaminar y, además, es donde con enorme diferencia siguen solicitando los jueces
mayor número de peritaciones, tanto a los profesionales que forman parte de las
plantillas de los juzgados de familia, como a los que ejercen liberalmente la profesión,
directamente o a través de los mal llamados “turnos de oficio” que se están organizando
en las distintas delegaciones del COP.

Desde el punto de vista jurídico, los tipos de procedimiento posibles en un


juzgado e familia son las separaciones conyugales y los divorcios; atribuciones de
guarda y custodia en pareja no casada, nulidades civiles de matrimonio, etc. Y la
intervención del psicólogo puede ser requerida en cualesquiera de tales procedimientos,
ya sea para solventar los problemas más habituales, ya sea para aclarar algún punto
específico.

Así, seguidamente vamos a presentar la clasificación, ya formulada en trabajos


anteriores (por ej. Ibáñez, V. J. Y De Luis, P., 1990), de los tipos de casos en que suele
requerirse la actuación del psicólogo:

 Evaluación de las causas psicológicas de nulidad civil del matrimonio (Art. 73


C.C.).
 Evaluación en casos de consentimiento de matrimonio de menores de edad.
 Exclusiones de patria potestad.
Y, los más habituales:
 Cuestiones sobre guarda y custodia (Art. 92 C. C.) que son el cuerpo principal
de la actividad, distinguiendo:
-Atribución inicial

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-Cambios de custodia
-Valoración de la influencia psicológica de cambios en el entorno
parental (paterno/materno)
-Seguimientos técnicos y programa de intervención (indicaciones sobre
la necesidad de introducir variaciones o, incluso, cambios de custodia;
en relación con el Ministerio fiscal)
 Diseños y supervisión técnica de los programas de regímenes de visitas
 Adopciones: evaluaciones psicológicas de los implicados en este tipo de
procedimientos, a tenor de los establecido en la mencionada Ley 21/87.

1.2.- El Sistema Familiar formado a partir del matrimonio

1.1.1.- Concepto y clases de matrimonio

En cuanto al origen etimológico del término matrimonio, la explicación más


aceptada es la compuesta por matris munium. Gravamen o cuidado de la madre,
interesando la idea de protección de la madre a través de la institución del matrimonio
como garantía de cumplimiento de los deberes del hombre hacia la madre de sus hijos.

El término matrimonio se caracterizada por una doble acepción, con significado


de vínculo conyugal o como acto constitutivo de la relación. El Código Civil no define
expresamente el concepto legal de matrimonio, declarando tan sólo en el art. 68 Cc. las
notas o características propias de esa modalidad de comunidad de vida:
obligación de convivencia, fidelidad, socorro mutuo, etc.

Durante el S XVII se concebía como un contrato, teoría admitida incluso por los
canonistas, y más recientemente como argumento para aquellos partidarios que
justificaban la intervención del Estado en la institución matrimonial.

En cambio, la doctrina moderna ha evolucionado en la concepción del


matrimonio, superando las teorías contractualistas puras y matizando sus posiciones
desde la consideración de «contrato personal y social sui generis», bien otorgándole el
carácter de «convención jurídica» , o estimándolo como mero «acto del Estado» o
«negocio bilateral familiar», etc., hasta llegar a aquellas tesis del matrimonio
considerado como institución, natural, de orden público, y con transmisión de efectos
automáticos.

En cuanto a las clases de matrimonio, podemos distinguir entre el matrimonio


canónico o sacramental, celebrado conforme a las leyes de la Iglesia, que a su vez y por
razón de su consumación matiza entre el rato y el consumado, y el matrimonio civil,
celebrado con arreglo a la ley civil, diferenciados por su naturaleza, forma de
celebración y efectos.

En atención a su publicidad, se registra la celebración del matrimonio público y


solemne ante la autoridad civil o eclesiástica en la forma prescrita por la ley; el
matrimonio secreto o de conciencia, en condiciones de reserva por circunstancias

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especiales, y el matrimonio clandestino, en el que se presta consentimiento sin forma


legal. Con arreglo a las formalidades o solemnidades observadas, cabe establecer la
diferencia entre matrimonio ordinario o regular, con observancia de la solemnidad legal,
y el matrimonio irregular o anormal, con dispensa del cumplimiento de alguna
formalidad sustancial o por exigencia de requisitos especiales.

Por último, según su fuerza obligatoria, cabe señalar el matrimonio válido, lícito
o ilícito, celebrado con todas las condiciones de validez y firmeza, mediando o no
impedimento o infracción legal respectivamente, y el matrimonio nulo, celebrado con
impedimento, ya sea conocido -nulidad notoria y / o desconocida para uno o ambos
cónyuges- , bien sea putativo -por buena fe o ignorancia excusable de uno o ambos
cónyuges- , al que se le confieren determinados efectos.

1.1.2.- Formas de matrimonio

Como hemos mencionado indirectamente con anterioridad, podemos distinguir dos


tipos de matrimonio: el matrimonio canónico, el matrimonio civil y El matrimonio civil
en forma religiosa no canónica.

 El matrimonio canónico

La institución matrimonial en forma canónica distingue por razón del cumplimiento


de sus requisitos esenciales entre matrimonio canónico -celebrado entre bautizados- y
legítimo - entre no bautizados- .El canónico puede ser válido o verdadero (celebrado sin
impedimento dirimente), que a su vez se divide en rato y consumado y el nulo o
inválido (celebrado con impedimento dirimente, defecto sustancial de forma o sin
consentimiento ).

Tales requisitos legales son la concurrencia de:

-Capacidad legal con plena aptitud física y psíquica de los contrayentes.

-Consentimiento matrimonial no viciado, mutuo, libre, de presente, deliberado,


voluntario y manifestado exteriormente. Se consideran vicios del consentimiento, entre
otros, la ignorancia de la esencia del matrimonio (canon 1096), la simulación, la reserva
mental, el error in persona o in qualitate, la fuerza, la coacción, la imposición de
condición.

-Inexistencia de impedimentos, que pueden ser dirimentes -invalidantes del matrimonio-


e impedientes o prohibitivos -determinantes de ilicitud- .Estos impedimentos dirimentes
pueden provenir de la falta de aptitud física (edad, impotencia), de la falta de
consentimiento, de la incompatibilidad de estado (disparidad de cultos, profesión
religiosa, voto de castidad), por parentesco (consanguinidad, afinidad, pública
honestidad, adopción), o por delito (crimen).

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-Observancia de la forma de celebración, que según lo dispuesto por el canon 1100


solamente otorga validez a «aquellos matrimonios que se contraen ante el ordinario del
lugar o el párroco, o un sacerdote o diácono delegado por uno de ellos para que
asistan, y ante dos testigos». Respecto de las formalidades civiles del matrimonio
canónico el art. 59 C.c. remite a la forma religiosa en los términos acordados o
autorizados por el Estado, afirmando el art. 60 C.c. la producción de plenos efectos
civiles. Tras la celebración se procederá a la inscripción canónica en el registro
matrimonial, y posteriormente a la inscripción civil mediante la presentación ante el
Registro de la certificación de la Iglesia, con arreglo a lo preceptuado por el art. 63 C.c.
A su vez, el Código Canónico dispone la excepción de matrimonio ante testigos
solamente, en caso de peligro de muerte o en su previsión, así como el denominado
matrimonio de conciencia, secreto y sin proclamas, celebrado ante párroco y testigos.

 El matrimonio civil

Según el Código Civil español, cualquier español puede contraer matrimonio, dentro o
fuera de España, ante Juez o funcionario autorizante o en la forma religiosa prevista,
con atención a las siguientes formalidades.

Requisitos previos, como la celebración facultativa de esponsales (art. 42 y 43


C.c.) y la acreditación del expediente matrimonial tramitado conforme a la legislación
del Registro Civil, donde consten los requisitos de capacidad (art. 56 C.c.).

Requisitos concurrentes referidos a:

-Capacidad de los contrayentes sobre edad, determinados por el art. 46 C.c. (mayores
de 18 años, menores emancipados y menores no emancipados mayores de catorce años
con dispensa judicial), y sobre libertad de estado (imposibilidad para los ligados con
vínculo subsistente).

-Consentimiento de los contrayentes, con sanción de nulidad para los supuestos de falta
o vicio. El art. 55 C.c. admite el mecanismo de apoderamiento para el matrimonio
excepcional por mandatario.

-Inexistencia de impedimentos señalados por los arts. 46 y 47 C.c. como dirimentes e


impidientes, de consanguinidad (parientes en 1ínea recta y colaterales hasta el tercer
grado); de adopción (parientes en línea recta por adopción) y de crimen, a los
condenados en sentencia firme como autores o cómplices de muerte dolosa del cónyuge.
En virtud de lo establecido por el art. 48 C.c., la dispensa del impedimento de crimen
corresponde al Ministro de Justicia a instancia de parte, y la competencia para los de
edad y consanguinidad de colaterales hasta tercer grado se atribuye al Juez de Primera
Instancia, a petición y con justa causa.

-Observancia de la forma de celebración del matrimonio civil en forma civil de los


contrayentes comparecientes o por delegación, con sendos testigos mayores de edad,
que exterioricen el consentimiento ante el Juez o funcionado autorizante del lugar del

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domicilio de uno de los novios, prevista por el art. 51 C.c. La falta de competencia o
legitimación del Juez o funcionario no resulta invalidante si se hubiera procedido de
buena fe por alguno de los contrayentes. En otro orden de cosas, el art. 49 C.c. permite
contraer matrimonio a los españoles fuera de España con arreglo a la lex locus regit
actum.

 El matrimonio civil en forma religiosa no canónica

Tras la Reforma de 1981 el Código Civil dispone en su art. 59 C.c. que «el
consentimiento matrimonial podrá prestarse en la forma prevista por una confesión
religiosa inscrita, en los términos acordados con el Estado o, en su defecto, autorizados
por la legislación de éste», generalizándose la normativa matrimonial adoptada respecto
del matrimonio canónico a los restantes matrimonios celebrados conforme a las formas
previstas por otras confesiones religiosas, siempre que se encuentren inscritas con
reconocimiento de plenos efectos civiles (art. 60 C.c.). En este sentido, en noviembre de
1992 fueron promulgadas las leyes de aprobación de tres acuerdos del Estado español
con las minorías religiosas mayoritarias en nuestro país: judía, protestante e islámica.

1.2.3.- Efectos y deberes dentro del matrimonio

 Efectos comunes

Estos efectos comunes están basados sobre el principio de reciprocidad, reflejados


en los derechos y deberes de los cónyuges nacidos del matrimonio, tales como el deber
de vida común, el de fidelidad, el de mutuo socorro y obligación alimenticia o la
potestad doméstica.

 Deber de vida común

El deber de cohabitación o de vida común, se consagra en el art. 69 C.c. a cuyo


tenor «los cónyuges están obligados a vivir juntos», estableciendo la presunción de
convivencia habitual o comunidad de vida en el domicilio conyugal, fijado de común
acuerdo o judicialmente, en su caso, en interés de la familia. la infracción de este deber
conlleva responsabilidad de orden civil y penal.

En el plano civil, el Código Civil se refiere al «abandono injustificado del hogar»


como causa de separación del art. 82.1ª . Por su parte, en el ámbito penal, el
mencionado incumplimiento del deber de convivencia está tipificado en el art. 487 C.p.
como delito de abandono de familia.

 Deber de fidelidad

El art. 68 C.c. reconoce la obligación de los cónyuges de «guardarse fidelidad»


como extensión del «deber de respeto mutuo» y exclusividad en las relaciones
contemplado por el art. 66 C.c. En el mismo sentido se pronuncia la nueva redacción
introducida tras la Reforma de 1981 en los términos de «infidelidad conyugal», como

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causa legítima de separación 2a del art. 81 C.c., en sustitución del antiguo término
«adulterio», cuya acepción de desigualdad fue corregida a efectos de infidelidad
marido-mujer por la Reforma de 1958.

 Deber de mutuo socorro y obligación alimenticia

Este deber impuesto a los cónyuges por el art. 67 C.c. reconoce el respeto y ayuda
mutuos y la obligación de asistencia completa y perfecta, bajo el principio de interés
familiar. El deber alimenticio es recíproco, y abarca todas las necesidades de la vida
común, con atención a la posición económica y medios disponibles para afrontarlo.

 Potestad doméstica

El art. 1319 C.c. dispone en su primer apartado que «cualquiera de los cónyuges
podrá realizar los actos encaminados a atender las necesidades ordinarias de la
familia, encomendadas a su cuidado, conforme al uso del lugar ya las circunstancias de
la misma», en aplicación del principio de igualdad conyugal dentro del margen de
actividad conjunta en la administración y gestión de los bienes familiares.

 Efectos especiales

 Obligación de levantamiento de las cargas familiares

Se denominan así o en términos aludidos por el art. 1318.1° C.c. cargas del
matrimonio, no a los gastos ordinarios de la familia sino a los derivados del
«sostenimiento de la familia» referidos por el art. 1362 C.c. que incluye la educación y
alimentación de los hijos comunes, las atenciones de previsión adecuados a los usos y
circunstancias económicas, las de los hijos del otro cónyuge cuando convivan en el
hogar familiar, y las propias atenciones personales de cada cónyuge y gastos
extraordinarios inevitables. El ámbito de estos gastos de educación e instrucción
obligatoria no son colacionables, pero sí los derivados de colocación y carrera de los
hijos, exigibles de conformidad con la posición económica, aunque bajo la
consideración de anticipos colacionables. Entiendo, asimismo, incluidos los gastos
sanitarios, de embarazo y funerarios producidos por los integrantes de la familia nuclear.

 Derecho a las «litisexpensas»

Este concepto de elaboración doctrinal ( «litis»-pleito, «expensas»-gastos) se


consagra en el art. 1318.2° C.c., referido a aquellos gastos procesales que por expresa
indicación legal son de cargo del caudal común y, en su defecto, del patrimonio
privativo del otro cónyuge, siempre que se acredite carencia o insuficiencia de bienes de
uno de los cónyuges para atender los gastos procesales derivados de litigio, que deberán
ser reales, y que por razón del otro cónyuge no pueda litigar acogiéndose al beneficio de
justicia gratuita. Estos gastos se justifican por la circunstancia de que los mencionados
gastos redundan en beneficio del interés familiar.

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 Derecho de predetracción

Este derecho conocido por la doctrina como «predetracción» reconoce al cónyuge


viudo, en aplicación de cualquier régimen económico-matrimonial, la posibilidad de
hacer suyos los bienes (ropas, mobiliario, enseres) que constituyen el ajuar familiar, sin
computárselos en su haber .

1.3.- Conflicto matrimonial y divorcio

El ciclo evolutivo de una pareja puede ser categorizada en diferentes etapas,


definidas por las características individuales, familiares y sociales sobre las que se
asienta su desarrollo.

La separación, ruptura, divorcio o disolución del matrimonio es uno de esos


fenómenos. Presente socialmente en algunos países desde hace varias décadas, en otros
como el nuestro aún supone una innovación legal relativamente reciente. Así, es posible
entender que haya posturas que oscilen entre valorar la ruptura conyugal como un paso
más en el crecimiento adaptativo de una familia, como el final de la misma o, más bien,
como un episodio degenerativo que dificulta el desarrollo de los miembros que lo
sufren.

En cualquier caso, la separación de una pareja constituye una crisis de


transición, cuyo resultado suele definir una realidad familiar probablemente más
complejo, aunque no por ello necesariamente más perjudical.

1.3.1.- El divorcio como proceso

desde un modelo evolutivo de crisis, podemos concebir la separación como un


proceso que transcurre en diferentes niveles relacionados entre sí, ubicable
temporalmente y contextualizable en función de las múltiples cuestiones que deben
resolverse en cada uno de sus estadios.

Kaslow (1988) propone un modelo explicativo de las fases por las que atraviesa
una ruptura, al que define como ecléctico y dialéctico, y denomina “diacléctico”. Este
modelo, esquemáticamente resumido, es el siguiente:

a) Divorcio emocional: Un período de deliberación y desaliento

I. Divorcio emocional:

Hace referencia al deterioro de la relación y al aumento de la tensión que


conducen a la ruptura.

-Sentimientos: desilusión, insatisfacción, alineación, ansiedad, incredulidad,


desesperación, temor, angustia, ambivalencia, shock, vacío, enojo, caos, inadecuación,
baja autoestima, pérdida.

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-Actitudes: evitación, llantos, confrontaciones, riñas, negación, abandono físico y


emocional, pretensión de que todo está bien, intentos de recuperar el afecto, búsqueda
de consejo en la red social.

b) Divorcio: Un período de compromisos legales

II. Divorcio legal:

Legitima la separación y regula sus efectos.

-Sentimientos: depresión, separación, enojo, desesperanza, autocompasión,


indefensión.

-Actitudes: negociación, gritos, teatralidad, intentos de suicidio, consulta a un


abogado.

III. Divorcio económico:

Conlleva el reparto de los bienes y la búsqueda de garantías que salvaguarden la


subsistencia de ambos cónyuges y de sus hijos.

-Sentimientos: confusión, furia, tristeza, soledad, alivio, venganza.

-Actitudes: separación física, intentos de terminar con el proceso legal, búsqueda


de arreglos económicos y sobre la custodia de los hijos.

IV. Divorcio coparental:

Regulación de las cuestiones de custodia y visitas respecto a los hijos.

-Sentimientos: preocupación por los hijos, ambivalencia, insensibilidad,


incertidumbre.

-Actitudes: lamentos, búsqueda de apoyo en amigos y familiares, ingreso o


reingreso en el mundo laboral (sobre todo en mujeres), falta de poder para tomar
decisiones.

V. Divorcio social:

Reestructuración funcional y relacional ante la familia, las amistades y la


sociedad en general.

-Sentimientos: indecisión, optimismo, resignación, excitación, curiosidad,


remordimiento, tristeza.

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-Actitudes: finalización del divorcio, búsqueda de nuevas amistades, inicio de


nuevas actividades, exploración de nuevos intereses, estabilización del nuevo estilo de
vida y de las rutinas diarias para los hijos.

c) Post-divorcio: Un período de exploración y reequilibrio

VI. Divorcio psíquico:

Consecución de independencia emocional y elaboración psicológica de los


efectos de la ruptura.

-Sentimientos: aceptación, autoconfianza, energía, autovaloración, entereza,


tonificación, independencia, autonomía.

-Actitudes: recompensación e la identidad, búsqueda de una nueva relación


estable, adaptación al nuevo estilo de vida, apoyo a los hijos para aceptar el divorcio y
la continuidad de las relaciones con los dos padres.

Carter y McGoldrick 81980) describen el proceso en función de cinco


“problemas de desarrollo” que se plantean en cada etapa y las correspondientes
“actitudes emocionales” necesarias para resolver adecuadamente cada uno de ellos.
Esencialmente serían:

1. Aceptación de la inhabilidad para resolver los problemas maritales y para


mantener la continuidad de la relación:
 Aceptación de la parte de responsabilidad en el fracaso del matrimonio
2. Disponibilidad para lograr arreglos viables para todas las partes del sistema:
 Cooperar en las decisiones de custodia, visitas y finanzas
 Afrontar en divorcio con las familias extensas
3. Disposición para colaborar parentalmente:
 Superar el duelo por la pérdida de la familia intacta
 Reestructuración de las relaciones paternofiliales
 Adopción a la vida en soledad
4. Trabajar para resolver los lazos con el esposo/a:
 Renunciar a las fantasías de reunificación
 Recuperar esperanzas y experctativas por la vida en pareja
 Permanecer con las familias extensas

En los casos más conflictivos es fácil observar cómo el divorcio psíquico y


muchas de las tareas necesarias para lograrlo son prácticamente inalcanzables.

1.3.2.- Clasificación de las disputas

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Una taxonomía aceptable es la expuesta por Milne (1988), quien concibe la


disputa como el resultado de la interacción entre cuatro niveles de conflictos:
psicológicos, comunicacionales, sustantivos y sistémicos.

a) Conflictos psicológicos

Son privados y personales. Y los factores más potentes en los desacuerdos del
divorcio. Vendrían producidos por una disfunción en los sentimientos de bienestar
emocional o de autoestima generada paralelamente al declive de la pareja.

.Conflictos internos: Cuando dichos sentimientos afectan a uno mismo


(confusión, fracaso, inadecuación), pueden provocar conductas contradictorias
que generan disputas e inducen a otros conflictos.
.Ajuste disonante: La falta de sincronía entre los procesos de ajuste de ambos
cónyuges a la ruptura puede suponer un conflicto, cuando uno de ellos comienza
a centrar su atención en nuevos asuntos externos a la pareja. mientras que el otro
se encuentra aún en el inicio de su proceso de duelo.
.Decisión de separarse: Cuando se ha tomado de forma unilateral, la falta de
simetría al respecto puede generar un ciclo de conflicto. La incapacidad o falta
de voluntad para negociar la decisión refuerza la incomprensión y tiende a
provocar el inicio de problemas en otros ámbitos.
.Recuento de la ruptura: En un esfuerzo por comprender los motivos, cada
individuo puede intentar montar una explicación. basada en hechos y
transgresiones. que suponga un repaso de la relación. y en la que las
responsabilidades y las culpas siempre recaigan en el otro. La forma en que se
construye esa historia regula el alcance y tipo de conflicto.

b) Conflictos comunicacionales

El conflicto no existe sin un canal de comunicación y éste puede venir definido


por la persistencia de conflictos previos no resueltos, la ineficacia comunicativa, el
empleo de estrategias determinadas o la existencia de impedimentos estructurales.

.Conflictos previos no resueltos: Aparecen cuando se derrumban los motivos


para contener las insatisfacciones. Las discusiones sobre el pasado impiden una
comunicación efectiva y la resolución de los problemas actuales.
.Comunicación ineficaz: La capacidad para escuchar y entender determinados
mensajes puede verse afectada durante el divorcio. Cada parte implicada
reacciona ante lo que supone que el otro siente o piensa. El conflicto aumenta
cuando uno siente que lo que dice está siendo incomprendido o lo que hace mal
interpretado y, por tanto, contesta desde esa perspectiva.
.Comunicación táctica: Las negociaciones y discusiones propias de una ruptura
pueden llevar a utilizar estrategias comunicativas encaminadas a obtener
posiciones de poder. Una forma sería adoptar posturas extremas con la esperanza
de conseguir concesiones de la otra parte. También es posible enviar mensajes
inapropiados sobre la propia situación, con el fin de elicitar determinados efectos

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en el otro. O, tal vez, intentar conducir la comunicación por terrenos ventajosos


utilizando tecnicismos, actitudes supuestamente informadas u opiniones
incuestionables.
.Impedimentos estructurales: Son barreras comunicacionales propias de la
situación, como el envío de mensajes, que suelen resultar distorsionados, a
través de terceras personas (abogados, hijos), o la inexistencia de un lugar físico
en el que hablar tras la ruptura.

C) Conflictos sustantivos
Forman parte de la dinámica esencial de todos los divorcios y afectan
básicamente a las decisiones sobre los hijos y las propiedades.

.Conflictos posicionales: Cada parte adopta una posición relativa respecto al


asunto que se discute. El conflicto puede resolverse por convencimiento, por
cansancio o por el arbitrio de un tercero. Pero las posiciones pueden hacerse
rígidas, siendo imposible cualquier tipo de replanteamiento que implique alguna
concesión hacia el otro.
.Incompatibilidad de intereses y necesidades: Suelen implicar conflicto porque
las alternativas son únicas e indivisibles (el domicilio, los hijos) o porque los
intereses de uno respecto a los bienes comunes chocan directamente con los del
otro, y cualquier tipo de reparto mermaría los intereses de los dos.
.Recursos limitados: Cuando el dinero, el tiempo o la energía, física o mental son
escasos, el reparto de los bienes o de las responsabilidades hacia los hijos supone
una dimensión que puede afectar a la propia supervivencia económica o afectiva.
.Diferencias en conocimiento y experiencia: El abordaje de nuevas situaciones
financieras o relacionales puede provocar conflictos que suelen partir del
cuestionamiento hacia el trato de los hijos, desacuerdos respecto a sus
necesidades o discrepancias educativas.
.Conflicto de valores: Acerca del estilo de vida, religi6n, ideología política o
filosofía sobre el cuidado de los hijos. Son conflictos que pueden transformarse
en disputas sobre el poder, el control y la autonomía.

d) Conflictos sistémicos

Sobrepasan a la pareja y pueden servir como expresión de la disputa y, al mismo


tiempo, ser generadores de ella. Básicamente afectan al sistema familiar y al sistema
legal.

1.3.3.- Conflictos matrimoniales y conflictos legales

En algunas ocasiones, tras la ruptura de la pareja es imposible llegar a un


acuerdo con respecto a algunos aspectos psicosociales; en estos casos el proceso legal
no sustituye al psicosocial. También en este sentido el tiempo legal y el tiempo
psicosocial son diferentes. Los procesos emocionales se inician con anterioridad a los
trámites legales y finalizan posteriormente. El Juzgado no supone un paréntesis, y
cuando la pareja sale de él, con una sentencia que acredita y regula su separación, los

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sentimientos ambivalentes y las cogniciones disociativas aún requerirán del tiempo


preciso para encontrar su definitivo asentamiento. Llamamos, por tanto, proceso psico-
jurídico de separación y divorcio (Bellido, Bolaños, García y Martín, 1990) al conjunto
de las interacciones entre el procedimiento legal y el psicosocial. que influyéndose
mutuamente, transcurren conectados durante un período de tiempo limitado,
desligándose cuando se ha conseguido definir una nueva realidad legalmente legitimada
y psicosocialmente funcional. En los procedimientos contenciosos, es probable que las
diferentes tareas adaptativas requeridas para llevar acabo una adecuada separación se
vean mezcladas, obstaculizándose las unas con las otras y ampliando su campo de
expresión al proceso legal. En él se barajan conflictos de pareja y conflictos de padres
que, como ya hemos apuntado, requieren soluciones judiciales y psicosociales diferentes
(Bolaños, 1993) .

FIGURA 1
DIMENSIONES DEL CONFLICTO PSICOJURíDICO
CONFLICTO LEGAL

CONFLICTO LEGAL

Divorcio legal Relaciones paternofiliales


Disolución del matrimonio Patria potestad guarda y
Custodia, régimen de visitas

CONFLICTO CONFLICTO
DE PAREJA DE PADRES

Divorcio psicosocial Relaciones entre padre e hijos


Relaciones de pareja Relaciones afectivo-emocionales

CONFLICTO PSICOSOCIAL

La patria potestad, la guarda y custodia y el régimen de visitas son términos


legales que pasan a formar parte del vocabulario y de la vida familiar tras la ruptura.
Cuando los padres no han podido ponerse de acuerdo sobre la forma de regular la
continuidad de las relaciones con sus hijos, derivan al Juez la responsabilidad sobre una
decisión tan crucial. Se da la circunstancia de que si las medidas adoptadas no resultan
eficaces o apropiadas para una de las dos partes, o para las dos, es la propia Justicia
quien debe también cargar con la responsabilidad del fracaso. Esta proyección de poder
y de culpa es la «trampa» que muchas parejas le plantean al Juez, haciéndole creer que
no son capaces de resolver por sí mismas y que solamente él puede aportar una
solución.
Una situación particular se plantea cuando, después de un tiempo de convivencia
continuada con uno de los padres, el niño comienza a mostrar su deseo de vivir con el
otro. A menudo ocurre este hecho con hijos varones, próximos a la adolescencia, que

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piden vivir con su padre. Hay una parte lógica en ello, que es coherente con las leyes del
desarrollo: el niño necesita una mayor presencia de la figura paterna en ese momento. y
el cambio no tiene por qué ser negativo si hay acuerdo entre los padres. Pero su actitud
puede estar significando una huida de las normas impuestas por la madre, con las que el
padre no concuerda y ante las cuales ejerce un rol más condescendiente. En esta
discrepancia educativa, el niño busca salir ganando. Además, si la madre no acepta el
cambio y el padre lo apoya, el enfrentamiento precisará de argumentos que justifiquen
la decisión y el hijo focalizará en los aspectos maternos más negativos. Todo ello puede
plasmarse en el conflicto legal. La consecuencia final, en numerosos casos, suele ser la
ruptura de la relación maternofilial una vez modificada la medida.

Para el niño no es fácil acostumbrarse a la separación y, en ocasiones, amoldarse


a un sistema de visitas requiere un esfuerzo de adaptación muy costoso. A veces se
siente abandonado por el padre que ha salido del hogar, yeso genera rabia que debe ser
convenientemente manejada. Hay padres que exigen el cumplimiento estricto desde el
primer día.

En muchas ocasiones es el propio menor quien rechaza el contacto con el padre


ausente del hogar. El dolor por las consecuencias derivadas de la ruptura y los conflictos
de lealtades a los que está sometido, impiden mantener una posición neutral en el
conflicto. Con su postura protege a uno de los padres, garantiza su afecto mediante un
proceso de «identificación defensiva» (Chethik y col., 1986) y, al mismo tiempo,
expresa su protesta ante una realidad que no puede aceptar. Ambos progenitores pueden
culparse mutuamente de lo que ocurre. Acusaciones de manipulaciones y de ineficacia
en el trato con el hijo no son suficientes, por sí mismas, para entender los motivos,
aunque son utilizadas en el proceso legal en un intento por responsabilizar al otro.
Normalmente, el comportamiento del niño da pie al inicio de procedimientos de
ejecución de sentencia que ofrecen una difícil resolución. Una respuesta judicial que
presione al padre custodio o que obligue al menor, puede agudizar el rechazo. Los dos
verán justificada su actitud ante las iniciativas legales «agresivas» que ha promovido el
padre rechazado. Por el contrario, una actitud judicial pasiva seguramente incrementará
las acusaciones paternas, quien además descalificará a la Justicia por su falta de
contundencia. El problema tiende a cronificarse porque nadie está dispuesto a modificar
su posición.

Algunos factores predictivos de la aparición de conflictos en las visitas,


extraídos de la clínica, han sido resumidos por Hodges (1986) y pueden suponer un
importante instrumento preventivo:

 Utilización de los hijos en el conflicto marital.


 Una causa del divorcio fue el inicio de una nueva relación
afectiva por parte del padre que no tiene la custodia.
 Los desacuerdos sobre el cuidado de los hijos han sido un
contenido importante en el conflicto que llevó a la ruptura.
 El conflicto marital ha sido generado por un cambio radical en el
estilo de vida de uno de los padres.

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 Resentimientos relacionados con cuestiones económicas.


 Cuando una de las quejas en el conflicto marital es la
irresponsabilidad crónica de uno de los padres.
 Cuando el nivel de enojo es extremo.
 Cuando hay una batalla por la custodia.
 Cuando uno o ambos padres presentan una psicopatología que
interfiere con su actividad parental.

Parece claro que la falta de concordancia respecto a la decisión de separarse y a los


motivos que la desencadenan, dificulta la posibilidad de conseguir acuerdos viables
entre las partes. El domicilio, los bienes, los hijos pueden convertirse en instrumentos de
poder que otorgan el triunfo moral en la disputa.

2.- PROCEDIMIENTOS CIVILES EN LA SUSPENSIÓN Y DISOLUCIÓN DEL


MATRIMONIO

2.1.- Introducción

Los Juzgados de Familia son Juzgados de Primera Instancia dedicados al


conocimiento exclusivo de aquellos asuntos que podemos calificar genéricamente como
Derecho de familia, Ahora bien, no todo el Derecho de Familia es competencia de estos
Juzgados, sino sólo las materias reguladas en los Títulos IV «Del matrimonio», V «De
la paternidad y filiación» y VII «De las relaciones paterno-filiales» del Libro I del
Código Civil.

Entre esos asuntos mencionados de los que se ocupa el Derecho Civil, están la
suspensión y disolución del matrimonio; los cuáles se lleva acabo por la disolución,
nulidad o separación matrimoniales. Mientras que la nulidad se produce por causas
coetáneas a la celebración, tanto la disolución como la separación tienen lugar por
causas brevenidas.

En el caso de la disolución, se produce una extinción del matrimonio con


terminación de efectos jurídicos matrimoniales sin efectos retroactivos, desde la fecha
en que se decida judicialmente mediante sentencia. En cambio, en la separación, se
produce una suspensión en determinados efectos, referidos a la comunidad de vida. Por
otra parte, la nulidad en cuanto sanción civil de inexistencia por ausencia o
imperfección de las condiciones legalmente requeridas para la formación del vínculo,
opera ex tunc o ex nunc, según se trate de carácter absoluto, o relativo, en el supuesto de
subsanalibilidad.

2.2.- La crisis matrimonial y tipos

En determinadas circunstancias se permite que un matrimonio celebrado sea


considerado como inválido bien, pese a ser eficaz, no puede continuarse, rompiéndose,

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de hecho o de derecho la situación de convivencia. En todos estos casos se habla de


«crisis matrimonial». Bajo esta denominación genérica se engloban, en realidad, tres
hipótesis distintas:

.Nulidad: El matrimonio celebrado carece de efectos debido a que, en el


momento de su celebración, concurrieron ciertas circunstancias impeditivas de
su plena validez. Implica una declaración de la inexistencia del vínculo
matrimonial.

.Separaci6n: El vínculo matrimonial permanece, no se disuelve, pero se relaja,


en el sentido de que desaparecen ciertas obligaciones convivenciales.

.Divorcio: Implica la disolución de un matrimonio válidamente celebrado.

2.2.1.- La nulidad matrimonial

Según Castán, la nulidad matrimonial puede ser definida como: “la sanción civil
por ausencia o imperfección de alguna de las condiciones legalmente requeridas para la
formación del vínculo”. Por tanto, es una imperfección del negocio jurídico matrimonial
por falte de alguno de los requisitos esenciales para la validez del acto jurídico.

Antes de producirse la reforma de la disciplina matrimonial en el año 1981, la


única causa de disolución del matrimonio era la muerte de uno de los cónyuges, por lo
que, si uno de los esposos quería contraer nuevas nupcias con otra persona distinta y el
otro cónyuge gozaba de buena salud, la única forma de poder celebrar este nuevo
matrimonio era solicitando (y obteniendo) la declaración de nulidad del matrimonio
anterior. Hoy, la importancia relativa de la nulidad ha descendido considerablemente.

 Causas de nulidad matrimonial

Las causas que pueden determinar la ineficacia del matrimonio por esta vía aparecen
en el artículo 73 CC, el cuál presenta los siguientes supuestos:

1º. El matrimonio celebrado sin consentimiento matrimonial


2º. El matrimonio celebrado entre las personas a que se refieren los arts. 46 y 47, salvo
los casos de dispensa conforme al art. 48
3º. El que se contraiga sin la intervención del Juez o funcionario ante quien deba
celebrarse o sin la de testigos
4º. El celebrado por error en la identidad de la persona del otro contrayente o en
aquellas cualidades personales que, por su identidad, hubieren sido determinantes de
la prestación del consentimiento
5º. El contraído por coacción o miedo grave. En este caso será necesario de un peritaje
psicológico que lo determine.

Estas causa pueden agruparse en tres grandes categorías, siguiendo a Lacruz


(1990):

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a) Existencia de impedimentos indispensables o no dispensados (artículo 73.2°)

Nuestro Derecho impide contraer matrimonio a los que ya estén ligados, con
vínculo matrimonial (artículo. 46.2°), así como a los parientes en línea recta por
consanguinidad o adopción (padre-hija, abuela-nieto, etc.). Tampoco pueden contraer
matrimonio, salvo que obtengan la correspondiente autorización (dispensa), los
condenados como autores o cómplices de la muerte dolosa del cónyuge de cualquiera de
ellos (artículo 47.3°) , los menores de edad no emancipados (artículo 46.1°) , ni entre sí
los colaterales por consanguinidad hasta el tercer grado (artículo 47.2°). Igualmente, La
autorización al menor para poder contraer matrimonio sólo le podrá ser otorgada a partir
de los catorce años.

b) Defectos materiales: falta o vicio del consentimiento

Serían las causas contempladas en los apartados 1°, 4° y 5°, del artículo 73:
 Falta de consentimiento matrimonial, que se produce, por ejemplo, en los casos
de simulación (Roca i Trías, 1991) 4.
 Error en la identidad de la persona del otro contrayente o en aquellas cualidades
personales que, por su entidad, hubiesen sido determinantes de la prestación del
consentimiento.
 Cuando el consentimiento no se manifiesta de una forma libre por existir
coacción o miedo grave.

C) Defectos formales (artículo 73.3°) .

También es causa de nulidad la falta de intervención del Juez, Alcalde o


funcionario ante quien deba celebrarse el matrimonio, o la ausencia en la celebración de
los testigos exigidos por la ley.

 Acción de nulidad y efectos

La regla general sobre legitimación para pedir la acción de nulidad del matrimonio
se contiene en el art. 74 C.C. y corresponde “a los cónyuges, al Ministerio Fiscal y a
cualquier persona que tenga interés directo y legítimo”.

Esta norma constituye la regla general sobre la materia. Ahora bien, esta regla
general tiene también excepciones. Así, si la causa determinante de la nulidad fue la
falta de edad, sólo podrán pedir la nulidad, en tanto el contrayente sea menor, las
personas que ostenten la responsabilidad sobre el mismo (padres, tutores) y, en todo
caso, el Ministerio Fiscal. Una vez que el contrayente alcance la mayoría de edad, sólo
él podrá ejercitar la acción. Por otro lado, si la causa de nulidad fue la existencia de
error, coacción o miedo grave, sólo podrá interponer la acción el contrayente que
hubiese sufrido el vicio de la voluntad.

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Entre las consecuencias que se derivan de la sentencia estimatoria de la


impugnación del matrimonio por invalidez, una vez admitida la causa de nulidad, el
tribunal declarará la ineficacia del matrimonio y será como si éste nunca se hubiese
celebrado. No obstante. este efecto de «borrar» por completo la situación anterior no se
producirá respecto del contrayente o contrayentes de buena fe y respecto de los hijos.
Para todos ellos. los efectos producidos por el matrimonio ya declarado nulo. se
mantienen s. de tal modo que la declaración de nulidad vendrá a producir un efecto
análogo a la disolución del vínculo. Esta situación se conoce técnicamente con el
nombre de «matrimonio putativo» (Albaladejo. 1996).

2.2.2.- La separación

La separación legal de los cónyuges, tras la reforma de 1981, sólo puede


obtenerse conforme a los dispuesto por el art. 81 del Código Civil que encabeza el
Capítulo VII, ratificando el silencio que consentía la tramitación civil de los
matrimonios canónicos tras el Acuerdo con la Santa Sede de 1979 y posterior Decreto.
De esta forma, “se decretará judicialmente la separación cualquiera que sea la forma de
celebración e matrimonio”. Dicho procedimiento de separación podrá adoptarse, de
conformidad con el citado art. 81 C.C.:

1ª. “a petición de ambos cónyuges o de uno con el consentimiento del


otro, una vez transcurrido el primer año del matrimonio. Deberá
necesariamente acompañarse a la demanda la propuesta de convenio regulador
de la separación conforme a los artículos 90 y 103 de este Código”. Separación
consensul o por mutuo disenso

2ª. “A petición de uno de los cónyuges, cuanto el otro esté incurso en


causa legal de separación”. Separación causal o disensual.

En palabras de Díez-Picazo y Gullón (1995), «se denomina separación a una


situación del matrimonio, en la que. subsistiendo el vínculo conyugal, se produce una
cesación de la vida en común de los casados y se transforma el régimen jurídico de sus
respectivos derechos y obligaciones».

La diferencia esencial entre esta institución y la del divorcio radicaría en que, en


el caso de la separación. los cónyuges continúan siéndolo Y, en consecuencia, no
podrían contraer nuevas nupcias. A esta situación de separación se puede llegar de dos
formas distintas:

 Puede. sencillamente. consistir en una situación fáctica (decidida de común


acuerdo o por uno solo de los cónyuges sin consentimiento del otro), pero que
no ha sido tramitada ante instancia jurisdiccional.
 Puede venir decretada por el órgano judicial competente.

La primera se conoce como separación de hecho; la segunda. como separación legal


o judicial.

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 La separación de hecho

La separación de hecho es una situación fáctica pero, en modo alguno, exenta de


efectos jurídicos.

Como ya hemos señalado, se suspende la situación de convivencia pero sin que se


hayan observado las formalidades legales para ello requeridas. Puede venir impuesta por
uno solo de los cónyuges (separación unilateral) o por ambos de común acuerdo
(separación convencional) .

En cualquiera de sus modalidades, la separación de hecho como tal no puede


considerarse como algo ilícito, aun cuando ciertas conductas de los cónyuges que hayan
abocado a esa situación, sí merezcan el calificativo anterior.

Pese a la falta de «formalidades legales» que caracteriza a la separación de hecho,


esta situación. no obstante. produce unos efectos jurídicos concretos. Estos efectos no
difieren ostensiblemente de los que produce la separación judicial, sin que, por otro
lado, pueda llegar a mantenerse la total identidad entre ambas instituciones.

 La separación judicial

Este tipo de separación, llamada también legal, es la que, por la concurrencia de


causas previstas en la ley, ha sido acordada por el órgano judicial, bien a instancia de un
solo cónyuge, bien a instancia de ambos.

La separaci6n judicial procede en dos grupos de casos (artículo 81) :

a) Una vez transcurrido el primer año de matrimonio, a petición de


ambos cónyuges o de uno con el consentimiento del otro, sin necesidad
de invocar causa alguna. Es una separación convencional.

b) Por la concurrencia de las causas legalmente establecidas. en cualquier


tiempo. En este caso. la petición habrá de venir formulada por el cónyuge
a quien corresponda esta facultad, con independencia de que el otro
cónyuge la consienta o. incluso, se oponga. Sería una separación causal.

2.2.3.- Concepto y causas del divorcio

Con la reforma del Derecho Matrimonial operada en el año 1981, son causas de
disolución del matrimonio, además de la muerte o declaración de fallecimiento de uno
de los cónyuges, el divorcio. Estas causas de disolución del vínculo son operativas tanto
si el matrimonio se ha contraído bajo forma religiosa como civil.

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Estas causas de divorcio comparten unas notas generales y comunes que pueden
resumirse en el cese efectivo de la convivencia conyugal, la separación judicial, el
acuerdo mutuo de los cónyuges y la exigibilidad de ininterrupción de plazos.

-Son causas de divorcio:

a) El cese efectivo de la convivencia conyugal durante, al menos, cinco años,


permite solicitar el divorcio sin la concurrencia de ninguna otra causa (artículo
86.4°).

b) El cese efectivo de la convivencia conyugal durante. al menos, dos años


(artículo 86.3°), que se contarían desde:

 que se consienta libremente por ambos cónyuges la separación de


hecho, o
 que sea firme la sentencia en la que se establezca la separación
judicial, o
 la declaración de ausencia legal de uno de los cónyuges, o
 que se produjo la separación de hecho. si quien pide el divorcio
acredita que. al iniciarse aquélla. el otro estaba incurso en causa
de separación.

c) Por último. se establece un plazo reducido de un año de cese de la


convivencia conyugal (artículo 86.1° y 2°). Dicho plazo se contaría desde

 la interposición de la demanda de separación de común acuerdo


por ambos cónyuges (o por uno con el consentimiento del otro), si
esa demanda se interpuso transcurrido un año desde la
celebración del matrimonio, o

 la interposición de demanda de separación por uno solo de los


cónyuges. siempre que el solicitante del divorcio sea el
demandante de la separación y que haya sentencia estimatoria de
la demanda de separación o haya transcurrido el plazo de un año
desde la interposición de la demanda, sin que haya recaído
resolución en primera instancia.

 Acción de divorcio y efectos

La acción de divorcio es una acción de estado, personalísima, con carácter


constitutivo y no meramente declarativo, ejercitable por los cónyuges, tendente a
adquirir el status de divorciado y consiguiente reconocimiento de efectos inherentes,
mediante un procedimiento contencioso o de jurisdicción voluntaria que finalice en
sentencia firme. Así lo preceptúa el art. 89 C. C.: “La disolución el matrimonio por
divorcio sólo podrá tener lugar por sentencia firme que así lo declare y producirá

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efectos a partir de su firmeza. No perjudicará a terceros de buena fe sino a partir de su


inscripción en el Registro Civil”.

Del art. 88 C.C. se deduce que la acción de divorcio se extingue bien por la
muerte de cualquiera de los cónyuges, ya sea por reconciliación, y que no produce
efectos legales con posterioridad al divorcio, sin perjuicio de la celebración de nuevo
matrimonio entre los divorciados.

Entre los efectos de la acción de divorcio podemos señalar los producidos por la
disolución del vínculo con subsistencia de los efectos producidos y cesación de los
deberes recíprocos entre excónyuges; en el ámbito patrimonial, la disolución del
régimen económico matrimonial. Sobre los hijos, persisten las obligaciones de sus
padres en virtud del principio de protección jurídica el art. 92 C.C.

3.- PRACTICA PERICIAL PSICOLOGICA EN DERECHO DE FAMILIA

3.1.- Introducción

La intervención psicológica dentro de este ámbito depende de la decisión del


Magistrado-Juez del Juzgado al que el profesional se encuentre adscrito. En este
sentido, en el último párrafo del artículo 92 del Código Civil, sobre medidas para el
cuidado y la educación de los hijos, se indica: “ el Juez, de oficio o a petición de los
interesados, podrá recabar el dictamen de especialistas”. El informe normalmente
suele ser solicitado dentro de uno de los procedimientos siguientes:

-Medidas Provisionalísimas (previas a la interposición de la demanda; artículo


104 del Código Civil).
-Medidas Provisionales (coetáneas a la interposición de la demanda; art. 103.)
-Separación (Procedimiento Contenciosos según la Disposición Adicional V de
la Ley 30/81, de 7 de julio)
-Incidente de Oposición de Medidas
-Modificación de Efectos de Medidas (de Separación o de Divorcio, según Ley
30/81)
-Acogimiento (de acuerdo con la Ley 21/87, de 11 de noviembre)
-Adopción (ídem que el anterior)
-Impugnación de Tutela

Las solicitudes de dictamen se refieren, en la mayoría de los casos, a la


determinación de cuál de los dos progenitores es el más idóneo para ostentar la guarda y
custodia del menor o menores, y cuál es el régimen de visitas más adecuado para el
progenitor no custodio.

En los procedimientos que implican modificación de efectos de medidas


adoptadas en otro anterior, lo más frecuente es que el informe pericial verse sobre la
conveniencia de modificar un régimen de visitas determinado.

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En los casos de acogimiento o adopción judiciales e impugnaciones de tutelas


administrativas, se trata de valorar la separación de la familia biológica; perjuicios
consecuentes a la extinción del acogimiento o la adopción; integración y adaptación a
las circunstancias actuales de los menores y conveniencia de un cambio en las mismas;
posibilidad de visitas con la familia de origen; mantenimiento o modificación de las
circunstancias que dieron lugar a la tutela por la Entidad Pública.

Vamos ha hacer referencia ahora a la idea de Ávila y Rodríguez-Sutil (1995)


respecto de la intervención del psicólogo ante la realidad familiar en este contexto, que
literalmente dicen que:

"...se da dentro de un contexto de crisis... En primer lugar se trata, más que de


una mera evaluación forense, de una intervenci6n múltiple en crisis, que va
mucho más allá de la mera práctica pericial. Hipotéticamente. la intervención
psicológica puede aquí comprender las siguientes acciones y orientarse a estas
finalidades:

1) Gestión de una intervención precoz, ante los primeros indicios de la


crisis. que facilite la gestión y resolución satisfactoria de la crisis por la
propia familia.

2) Promoción del mutuo acuerdo o auto-gestión de la crisis. y sus


eventuales soluciones de alcance legal por la propia familia, mediante la
mediación del psicólogo.

3) Diagnóstico y pronóstico del funcionamiento del sistema familiar


actual (con todos sus integrantes y componentes) .

4) Pronóstico sobre la interacción del sistema familiar actual con


sistemas familiares futuros que puedan derivarse por la evolución del
presente (nuevas uniones de los actuales cónyuges y sus repercusiones en
los hijos) ,

5) Valoración predictiva de los efectos de la propia intervención pericial


o mediadora, a corto y medio plazo, previendo qué respuestas
profesionales pueden darse ante las posibles nuevas situaciones que se
den en el futuro».

1.2.- Clasificación de las funciones del psicólogo en los Juzgados de Familia

Los procedimientos más usuales dentro del Juzgado de Familia son las
separaciones conyugales, los divorcios (en los que caben, tanto en unos como en otras,
procedimientos incidentales de medidas provisionales, nulidades civiles, procedimientos
de menor cuantía sobre atribución de guarda y custodia en pareja no casada, etc. Pero
esta distribución no afecta al psicólogo, por cuanto que su intervención puede ser

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requerida en todo tipo de procedimientos, ya para solventar los problemas más


habituales. ya para aclarar algún punto especifico.

A continuación te proponemos una clasificación que pretende acercarse lo más


posible a la función del psicólogo, más que hacer referencia a los tipos de
procedimientos judiciales:

 Según el “tipo de solicitud”

a) Peritajes sobre guarda y custodia y régimen de visitas

Hoy día, la mayor parte de las intervenciones de los psicólogos en el Derecho de


Familia, en calidad de peritos, hacen todavía referencia a cuestiones relativas al
dictamen sobre la conveniencia de que la guarda y custodia de los hijos del matrimonio,
o la pareja, en litigio le sea concedida a uno u otro de los progenitores; y también, de
modo complementario, ofrecer una serie de pautas de comportamiento para que las
ulteriores relaciones parento-filiales se desarrollen de la forma más correcta posible.

Pero como a esta cuestión vamos a dedicar una parte muy importante de este
mismo módulo, describiremos a continuación las evaluaciones periciales que menos
frecuentes son en el contexto de estos procedimientos.

b) Los «otros» casos posibles

En la misma línea de las intervenciones periciales relacionadas con la mal


llamada Ley del Divorcio, la Ley 30/81 y sus modificaciones del ordenamiento en
materia de derecho matrimonial no es tan frecuente encontrar solicitudes de evaluación
de los aspectos psicológicos implicados en otros procedimientos, aunque sí se conocen
antecedentes; vamos a intentar esclarecer esta idea con algunos ejemplos. En primer
lugar podríamos señalar la cuestión de la dispensa de edad para contraer matrimonio los
menores no emancipados, para la que el párrafo segundo del artículo 48 del Código
Civil, confiere autoridad al Juez quien «...podrá dispensar con Justa causa. ..los
impedimentos. ..de edad a partir de los catorce años... »Ya constan antecedentes de
solicitudes de evaluación del grado de madurez y responsabilidad, la capacidad de toma
de decisiones y el estilo de afrontamiento de los problemas por parte del menor que
solicita la dispensa y que, parece claro, son variables de tipo neta mente psicológico,
cuyo dictamen puede y debe ser efectuado por los especialistas en esa materia.

En un segundo lugar podríamos referirnos a algunas de las causas de nulidad civil del
matrimonio, especialmente aquellas a las que se refieren los apartados 4° y 5° del
artículo 73 del Código Civil, entre las que figuran el Ir. ., «error en la identidad de la
persona del otro contrayente o en aquellas cualidades personales que, por su entidad;
hubieran sido determinantes de la prestaci6n del consentimiento.. »y también la Ir, .,
coacción o miedo grave.. Como decíamos en el supuesto anterior, todas las categorías
mencionadas se refieren a constructos de tipo afectivo, cognitivo o emocional; o, lo que

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es 1o mismo, de índole claramente psicológica y por tanto susceptible de evaluación


desde esa óptica profesional.

En último lugar, aunque no por ello menos importante, podemos citar otro
supuesto; nos referimos a los casos de privación de patria potestad de uno o ambos
progenitores. El repetidamente aludido artículo 92 del Código Civil dice, en su párrafo
tercero: «En la sentencia se acordará la privación de la patria potestad cuando en el
proceso se revele justa causa para ello..,» continuando el párrafo siguiente con la
misma cuestión, En esa línea, al artículo 170 del mismo cuerpo legal se refiere a la
privación de la potestad: Ir "«por sentencia fundada en el incumplimiento de los
deberes inherentes a la misma o dictada en causa criminal o matrimonial..,
»Refiriéndose también a su eventual recuperación, en el último párrafo, ...«cuando
hubiere cesado la causa que motivó la privación..», Si tenemos en cuenta que los
«deberes inherentes» a la patria potestad sobre los hijos incluyen, según el artículo 154
del mismo código, los de Ir, «..velar por ellos, ...educarlos y procurarles una formaci6n
integral..», podemos concluir que se trata de actividades, todas ellas que, además de
requerir una definición más operativa en términos de comportamiento, caen claramente
en el campo de aplicación de los conocimientos y análisis psicológicos para facilitar su
mejor valoraci6n por el Juzgador que es quien. en última instancia. tiene que
considerarlas.

En un orden completamente distinto. pero para cuyo conocimiento son


igualmente competentes los Jueces de Primera Instancia (o Familia), a tenor de lo
establecido en la Ley 21/87. sobre Adopción y acogimiento familiar. muy recientemente
matizada y desarrollada por la Ley Orgánica 1/96, de Protección jurídica del menor. se
ha venido a ampliar de modo significativo el tipo de intervenciones que son requeridas
de los psicólogos que actúan como peritos. en el sentido de recabar su dictamen tanto en
procedimientos judiciales sobre «impugnación de las tutelas» ejercidas por las entidades
públicas correspondientes. sobre menores en situación de «abandono moral y material»,
al que la primera norma citada se refiere textualmente; como en los relativos a
acogimiento familiar y adopción. En este tipo de intervenciones suele el psicólogo
evaluar los respectivos patrones de comportamiento de las personas que reciben a los
menores, el comportamiento de éstos y sus relaciones con aquellos, y, en consecuencia,
la previsibilidad de adaptaci6n positiva a las nuevas situaciones creadas; así como
evaluar aspectos relativos a los familiares biológicos de los niños y niñas sometidos a
tutela o acogimiento, normalmente cuando ellos mismos impugnan judicialmente las
decisiones administrativas en ese sentido, en intervenciones que tienen el mismo
contexto que las mencionadas en el párrafo anterior en relación con la privaciones de
patria potestad de los artículos 154 y 170 del Código Civil.

En resumen puede decirse que. además de las posibles aplicaciones de los


conocimientos psicológicos a otros órdenes jurisdiccionales, que caen fuera del ámbito
de descripción de este trabajo, son bastantes más las aportaciones que la psicología
puede efectuar. y de hecho efectúa, al Derecho de Familia. que aquellas a las
habitualmente se hace referencia en relación exclusiva con las cuestiones de guarda y
custodia, y que serán a las que en este capítulo dedicaremos una atenci6n especial. Bien,

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es cierto que estas últimas representan entre un 60 y un 80% del total, pero no lo es
menos que un porcentaje de entre el 20 y el 40 supone una cantidad suficiente de
intervenciones como para tomarlas en consideración.

 Según el «origen de la solicitud»

Otro tipo de clasificaciones en función de otros criterios, diferentes del «tipo de


solicitud», es de quién proviene la petición de peritaje. En función de esa cuestión
podemos establecer la siguiente clasificación:

 De las partes en litigio.


 Del Ministerio Fiscal.
 Del propio Juez.

Aunque para el procedimiento y contenido de nuestra intervención haya muy


poca, o ninguna, diferencia en función de quien sea el solicitante de la misma, sí hay
opiniones que consideran procesal mente diferentes unas de otras; así, si son las partes
litigantes quienes solicitan la intervención, tendrán que hacerlo en el momento procesal
oportuno, y a tenor de lo establecido en los artículos 610 y siguientes del la LEC, lo
que, según ese punto de vista, le conferiría el carácter más puramente «pericial» y de
medio de prueba.

Si la petición de la prueba proviene del Ministerio Fiscal, en su calidad de parte


interviniente en todos los procedimientos que impliquen a menores de edad, y en
defensa de los intereses de éstos, la pura teoría establece que su solicitud de prueba
pericial debería seguir los mismos pasos, mencionados en el párrafo anterior, que los del
resto de «partes» en litigio. Pero la práctica cotidiana nos enseña que es, con mucho,
más frecuente que el fiscal solicite la actuación del psicólogo, por vía de informe,
cuando se han practicado el resto de pruebas, y quedando dudas respecto ala guarda y
custodia, visitas u otras cuestiones de las señaladas en el apartado anterior, solicita del
Juez que acuerde la «pericial psicológica» como diligencia para mejor proveer, lo que
directamente nos coloca en el siguiente nivel.

En línea con lo que acabamos de señalar, la última posibilidad es que la intervención del
psicólogo sea solicitada directamente por el Juez, tal como le autoriza expresamente el
artículo 92 del vigente Código Civil, bien a su propia y directa instancia, bien tras la
sugerencia del Fiscal que hemos apuntado más arriba, como diligencia para «mejor
proveer» de las previstas en el artículo 340 de la LEC a las que nos referíamos en el
apartado 2° de este capítulo. Quienes sostienen la idea de una diferenciación entre las
pruebas en función de quién sea su solicitante consideran que, en este último supuesto,
se trataría de una función de asesoramiento permanente del picólogo al Juez, más propia
de los Equipos Técnicos de los Juzgados de Familia.

 Según el «momento de la solicitud

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Otra posible clasificación en función de las diferencias que surgen en función del
momento en que se solicita la intervención psicológica, que podría organizarse según el
siguiente criterio:

 Pruebas pedidas en «medidas provisionales».


 Pruebas acordadas en período probatorio.
 Pruebas acordadas «para mejor proveer».
 Intervenciones en «ejecución de sentencia».

El primero de estos casos haría referencia a las intervenciones psicológicas


acordadas en los procedimientos incidentales de «medidas provisionales», previos a la
resolución definitiva de los-procesos de separación o divorcio, que tienen la virtualidad
de producirse en un momento más temprano del pleito, lo que, a pesar de la desventaja
que implica una evaluación con serias limitaciones de tiempo, tiene la virtualidad de
producirse en un momento en el que lo que repetidamente hemos denominado «estrés
intra-proceso» (Ibáñez y cols., 1994) , todavía no ha tenido lugar de alcanzar los niveles
máximos; y además permite la consideración de alternativas que, en el momento de la
resolución definitiva, podrán volver a ser sometidas a examen de resultados -no ya de
pronósticos- en una cierta suerte de «re-test».

Las actuaciones acordadas en el período probatorio, normalmente a «instancia


de parte». serían las que más propiamente «periciales» podrían considerarse en cuanto a
los criterios señalados anteriormente. con la desventaja respecto de las anteriores de
que. cuanto más tiempo transcurre desde el inicio del pleito. mayor es el nivel de
tensión intra-proceso, al tiempo que más consolidadas estarán las respectivas posturas
de padres e hijos. Esta consideración alcanza sus máximos niveles en las intervenciones
acordadas de oficio por el juez. para mejor provee; ya que éstas tienen lugar. por propia
definición. prácticamente en el último momento del proceso. La única ventaja que
cabría señalar. en caso de haberse producido una evaluación previa en medidas
provisionales. podría ser su consideración de re-test de las alternativas consideradas
inicialmente, tal como apuntábamos al final de párrafo anterior.

Por último se puede señalar que. en ciertos casos. los jueces solicitan la
intervención del psicólogo en un momento posterior a la sentencia. Ya en un supuesto de
«incidente de modificación de medidas» por eventual cambio de circunstancias. ya en la
fase procesal de «ejecución de sentencia». que tiene lugar cuando las partes no cumplen
voluntariamente los extremos acordados por el Juez en la resolución. El primero de
estos supuestos sería muy similar al resto de los descritos, por cuanto que se produce en
un incidente procesal que tiene prácticamente las mismas consideraciones que si se
tratase de un pleito nuevo; mientras que el último, relacionado con incumplimientos de
resolución. tiene más componentes de solicitud de intervención «cuasi-terapéutica» que
de evaluación pericial.

3.3.- Evaluación necesaria para determinar la guarda y custodia y regímenes de


visitas

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No existe una metodología estándar reconocida oficialmente, por lo que la


utilización de unas u otras técnicas depende del propio juicio del psicólogo, de su
orientación teórica-práctica y de su experiencia personal.

En lo que suele haber cierto consenso es sobre las áreas más tradicionales de
evaluación psicológica en casos de custodia disputada, procurando, si no es posible la
exhaustividad, sí al menos ofrecer un panorama amplio.

En este sentido podemos mencionar las siguientes áreas:

-Personalidad y ajuste psicológico de los progenitores

La formulación de esta área parece haber ido evolucionando conforme a la falta


de evidencia empírica de relación y capacidad de predicción de los factores o rasgos de
personalidad que miden los instrumentos al uso procedentes del ámbito clínico (MMPI,
CPI, 16 PF; CAQ, EPI, Rorschach, TAT, etc.) en cuanto a las habilidades parentales o la
naturaleza de las relaciones parento-filiales, cuestiones que tienen un evidente interés en
las decisiones de custodia infantil.

-Actitudes parentales/estilo educativo

Dentro de esta área es donde más conflictos ha existido, habiéndose creado


multitud de instrumentos que han tratado de «medir» la capacidad parental.

Clausen (1968) elaboró un listado de las habilidades parentales basadas en las


necesidades evolutivas de los niños, que según él habría que tener en cuenta a la hora de
la evaluación:

1. Provisión de crianza y cuidado físico.


2. Encauce de sus necesidades psicológicas en el uso del baño, el destete, la
ingestión de sólidos, etc.
3. Entrenamiento en habilidades perceptuales, motóricas, lingüísticas y de
autocuidado.
4. Orientación del niño hacia su mundo inmediato (parentela, vecindario,
comunidad y sociedad en general) , así como hacia sus propios sentimientos.
5. Transmisión de metas y valores culturales y motivación para su aceptación.
6. Promoción de habilidades interpersonales; motivaciones, sentimientos y
conductas en relación con los otros.
7. Guía, corrección y ayuda al niño para formular sus propias metas y planificar
sus propias actividades.

En nuestro país, Martín (1993) hacía recientemente referencia a la capacidad


relativa de los progenitores para:

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1 Cumplimentar el cuidado diario del hijo (alimentación, higiene, vestido, etc.).


2. Facilitar el desarrollo emocional del hijo (sirviéndole de modelo y guía, pero
favoreciendo su individuación) .
3. Fomentar el desarrollo social del hijo.
4. Estimular el desarrollo intelectual del hijo.

-Ajuste general de los hijos

La consideración del conjunto de variables que componen esta área, agrupadas


bajo el epígrafe de adaptación general de los hijos, permite al evaluador hacer mejores
predicciones del ajuste infantil posterior, así como diseñar marcos de relaciones
parento-filiales acoplados a las necesidades particulares de cada niño, atendiendo
también a la competencia de cada progenitor para apreciar con realismo estas
necesidades y compensarlas, corregirlas o satisfacerlas en mayor medida.

-Adaptación de los hijos a nivel familiar

Muchas son las cuestiones relativas a la adaptación familiar de los hijos que
contemplan las evaluaciones de custodia. Entre las principales están: percepción filial de
las figuras parentales (estilo de autoridad y de comunicación, apoyo y aprobación
percibidos, etc.) y del papel jugado por cada una de ellas en su cuidado diario, sus
estudios, sus actividades de ocio, etc; relaciones fraternales; comprensión del conflicto y
la separación parental, creencias problemáticas de los niños al respecto; las preferencias
de custodia de los hijos y las motivaciones más o menos saludables que las sustentan; el
elenco de reacciones emocionales y comportamentales ala separación parental, así como
la capacidad de los progenitores para apreciar éstas de forma realista y ponderada, sin
acentos interesados ni olvidos negligentes

-Historia y dinámica familiar

Son varias las cuestiones objeto de evaluación psicológica en este contexto que
pueden agruparse bajo la denominación de biografía familiar (cambios de residencia y
entorno, precedentes de violencia familiar o de separaciones familiares temporales,
etc.), que en todo caso deberemos considerar. Entre estas áreas ha considerar podemos
mencionar los hábitos y/o rutinas familiares, así como las primeras pautas de relaciones
familiares (interpersonales y paternofiliales) post-ruptura.

-Variables interactivas

Hay autores que agrupan así todos los contenidos relativos a las relaciones
parento-filiales o a las interparentales que en la anterior exposición se han ido
incluyendo en áreas tales como las de estilo educativo, dinámica familiar y adaptación
familiar de los hijos.
-Entorno/contexto socio-ambiental

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El evaluador habrá de interesarse por la adecuación general del entorno


previsible para los hijos con cada alternativa de custodia, el número de cambios que
comportaría cada opción para los hijos, así como el control que cada progenitor percibe
que tiene para afrontar esos cambios.

- Infraestructura

Bajo esta denominación suelen agruparse todas las cuestiones que hacen
referencia a la viabilidad o articulación práctica de una alternativa de custodia. Factores
que hacen que las expectativas parentales de custodia sean más o menos realistas y
también, claro está, más o menos ventajosas para los hijos.

 Una metodología de trabajo

Vamos a presentar una metodología de trabajo basado en las aportaciones de Martín,


1991, 1993 y Ramírez, 1993.

Vamos a señalar un conjunto de técnicas que se han agrupado en tres grupos, de


manera un tanto arbitraria: entrevistas, observación de interacciones, y “pruebas
psicométricas” (cuestionarios, inventarios o escalas).

El paso previo necesario al inicio de la evaluación lo constituye la lectura y examen


de los autos, que da pie al planteamiento de hipótesis iniciales en cuanto a dos aspectos
fundamentales:

-Determinación de las personas relevantes para obtener información


-Determinación de las técnicas concretas a utilizar

Aspectos que pueden ser modificados a medida que avanza la evaluación y se


obtiene información.

A. ENTREVISTAS

A.1. A los padres

A estos se le puede realizar una entrevista conjunta o una entrevista individual.


Lo más aconsejable es realizar las dos, aunque dependerá del caso en cuestión.

-Entrevista conjunta

El objetivo es intentar establecer un acuerdo entre los progenitores. Las dos


partes suelen estar muy enfrentadas cuando llega, y la posibilidad de acuerdo se ciñe
sólo y exclusivamente a la custodia y a las comunicaciones con los hijos. La
consecución de un acuerdo supone una ventaja de acortar la duración del procedimiento
que concluye con la resolución judicial, así como una disminución, o al menos no una

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aumento, de los niveles de estrés tanto de los padres como de los hijos frente a una
situación crítica.

Un objetivo secundario, cuando el acuerdo es inaccesible, se dirige a mantener la


situación de evaluación siguiendo un plan semiestructurado similar al que se sigue en
las entrevistas individuales.

-Entrevista individual

Se comienza con una explicación de los objetivos de la intervención pericial, lo


cuál favorecerá y ayudará en cierta medida la interacción. Posteriormente, la atención se
dirige, en términos generales, al siguiente esquema:

-Demanda que realiza, de forma concreta

-Razones para realizar esa solicitud

-Ventajas que percibe sobre la otra opción (percepción de sus capacidades,


adecuación y competencias para el cuidado de los menores, percepción de la
situación y de las necesidades de éstos desde el punto de vista de su bienestar).

-Proyecto o alternativa que ofrece: educativa-escolar, cuidados y atenciones,


régimen de visitas que contempla para el otro padre, etc...(adecuación a las
necesidades y características de los menores, continuidad-ruptura con su estilo
de vida anterior, consideración de la importancia de las relaciones con el otro
progenitor).

-Cualidades de la otra parte. Aspectos positivos de la opción alternativa.

-Expectativas ante una resolución judicial contraria: reacción y actitudes, y


régimen de visitas que se pretendería en ese caso.

-Historia de la relación con los menores: atenciones y cuidados. Juegos y


actividades compartidas (estimación del apego, obtención de información acerca
de las repercusiones de la separación para los hijos).

-Relación cotidiana con los menores: atención y cuidados. Actividades


compartidas. Imposición de normas y límites, corrección o modificación de
conductas, y resolución de conflictos, teniendo en cuenta su adecuación al estado
de desarrollo evolutivo (estilos educativos y adecuación; repercusiones de la
separación).

-Descripción de los menores. Comparación con la del otro padre y con la


obtenida de los propios niños (grado de conocimiento y percepción de sus
características, deseos y necesidades).

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-Red de apoyo social. Qué personas estarían también implicadas con la


alternativa que se presenta en relación con los menores. Si han tenido relación
con ellos y cuál es su implicación. Tipos de apoyo: adecuados o inadecuados por
exceso o por defecto (delegación inadecuada de funciones, discriminación al
otro progenitor, conveniencia para los hijos de los apoyos planteados, ruptura de
su estilo de vida o continuidad, etc.).

-Actividad laboral y de otros tipos 8compatibilidad con el proyecto, satisfacción


o ajuste, etc).

-Información proporcionada a los menores sobre la situación familiar


(adecuación, distorsión, imagen del otro, etc.).

-Opinión o conocimiento con respecto a la percepción de los menores y a sus


preferencias (nivel de comunicación, posibles influencias sobre ellos, respeto a
sus decisiones, comparación con otras fuentes de información, etc.).

-Estado de salud. Tratamiento actuales.

A.2. Entrevistas a terceros

-A otras personas significativas.

Se seguiría el siguiente esquema:

-Objetivos y contenidos de la evaluación, de modo similar a lo expuesto en el


apartado anterior.

-Relación pasada y actual con los menores 8importancia y naturaleza, apego,


provisionalidad, etc.).

-Percepción de la situación actual (separación, cambio de medidas) y de los


progenitores y los hijos (parcialidad e influencia sobre la imagen de los padres,
localización de la atención e4n le bienestar de los menores, etc.).

-Contribución al cuidado y educación (estilo educativo, naturaleza de la


delegación, autoatribuciones, etc.).

-A profesionales

Psicólogos, psiquiatras, profesores, pedagogos, trabajadores sociales, etc...

-Relacionados con el menor


-Relacionados con los progenitores

36
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A.3. Entrevista con el menor

En este caso se seguirán pasos diferentes al caso anterior, esto es evidente, no


sólo por la diferencia de edad, sino también por el nivel cognitivo o estado emocional,
así como por la información que el menor puede tener de la situación familiar. Por todo,
el esquema que se presenta es muy general y flexible, sin olvidar que la forma de
preguntar debe ser un aspecto muy cuidado con el objetivo de obtener la mayor
información posible Garbarino, Scott, et al., 1993).

-Razones de evaluación. Conviene en primer lugar comprobar qué es lo que el


menor sabe sobre la separación y del objeto de la evaluación, y en función de
ello proporcionar información y aclaraciones pertinentes, además de explicar
qué es lo que se va hacer, cuánto tiempo durará la evaluación, etc...

-Ámbito escolar. En términos generales, se trata de valorar la adaptación en esta


área, y poner esto en relación con las opciones alternativas y la conveniencia de
mantener la continuidad en el estilo de vida. Para ello se valora aspectos tales
como relaciones con los profesores, con los compañeros, rendimiento,
aplicación, satisfacción, etc..

-Ámbito relacional y de ocio. Con el mismo objetivo que en el caso anterior:


relaciones con los iguales, aficiones, juegos, deportes, etc..

-Ámbito familiar. Evidentemente, el área más importante y más complicada de


evaluar, por la reactividad que comporta, además de otras circunstancias, como
influencias dirigidas a fortalecer o debilitar una opción, sesgos en la percepción
del propio menor sobre la separación, etc.. Se trata de valorar la adecuación de
la organización cotidiana y la de los fines de semana, las posibles influencias
recíprocas sobre la imagen del otro padre, y las interacciones con cada uno de
ellos en l a situación actual, crítica, así como la historia de relación. Se pretende
conocer qué opción supone menos cambios para los hijos y cuál añadiría
menores problemas de adaptación o ajuste, así como determinar si existe alguna
causa de carácter excluyente como maltrato, abusos sexuales, u otras.

B. OBSERVACION DE INTERACCIONES

Los aspectos relacionales tienen una importancia fundamental para la


determinación de la guarda y custodia, así como la viabilidad o detalles de un régimen
de visitas. Sin embargo, la ausencia de un método sistemático de recogida de
información hace que no se pueda garantizar unos niveles mínimos de fiabilidad y
validez.

Entre algunos de los procedimientos que existen para evaluar las interacciones
paterno-filiales están: el Sistema SOC-III, de Walher y otros autores, adaptado por
Cerezo, con los problemas prácticos añadidos de requerir observadores experimentados

37
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diferentes al evaluador, y varias sesiones de observación en un marco natural; otro


procedimiento es el de Toub para la evaluación de interacciones madre-hijo, de carácter
situacional, rápido y con situaciones preestablecidas de juego e instrucción; también
tenemos el método de observación de interacciones padre-hijo para la solución de
problemas de Reiss.

En la práctica, usualmente la utilización de entrevistas de interacción y la


observación y análisis de los comportamientos y actitudes que tienen lugar en ellas
comprende dos casos:

-Menor-adulto: para aquellos casos en los que se plantea la conveniencia de


modificar un sistema de visitas o comunicaciones, instaurarlo o restaurarlo.

-Entre hermanos: para aquellos casos, poco frecuentes, en los que se encuentran
separados.

C. PRUEBAS PSICOMÉRTICAS

Es frecuente encontrar procedimientos de evaluación de casos de custodia


disputada de naturaleza eminentemente clínica. especialmente de orientación
psicodinámica. o basados en la terapia de familia según el modelo sistémico (por
ejemplo. los procedimientos desarrollados por Jackson y colaboradores, 1977 o por
Everett y Volgy. 1983) .

Pero el influjo del ámbito clínico es evidente no sólo a nivel de marco teórico de
referencia, sino también en el bagaje técnico de los profesionales de éste y otros campos
de la Psicología Forense. Así pues, a continuación vamos a relacionar los tests
tradicionales de la clínica más usados en este ámbito siguiendo el estudio hecho al
respecto por Keilin y Bloom (1986) en EEUU. y haremos una revisión crítica de su
aplicación a las evaluaciones de custodia.

Por lo que se refiere a medidas de inteligencia. sin duda las más empleadas son
las Escalas Wechsler (W AIS-R y WISC-R) .Keilin y Bloom señalan en segundo lugar
la Escala de Desarrollo Intelectual de Stanfor-Binet revisada (SB-4) .

Hysjulien en su reciente revisión (Hysjulien y otros, 1994) señala que pese a su


frecuente uso tenemos escasa evidencia empírica de su validez predictora en las
evaluaciones de custodia infantil, más allá de la relación entre bajo cociente intelectual
de los padres y comportamiento parental abusivo y/o negligente detectada en estudios
como el de Taylor y otros (1991).

En cuanto a medidas de personalidad, el estudio precitado de Keilin y Bloom


(1986) señala que el MMPI es usado en el 87.8% de las evaluaciones de custodia por
ellos revisadas, aunque en absoluto significa que estas cifras sean generalizables a
nuestro entorno. Le siguen a la zaga el Inventario de Millon (MCMI-II), los
Cuestionarios de Personalidad de Eysenck (EPI. EPQ), el 16 PF de Cattell y el

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Inventario Psicológico de California (CPI). Así como las siguientes pruebas proyectivas:
el Rorschach, el Test de Apercepción Temática (TAT) y su versión para niños (CAT) y el
Test de la Familia O el Casa. Arbol Persona (HTP) .

Ollendick y Otto (1984) condujeron una investigación para comparar en base al


MMPI a progenitores que recibían o no la custodia de sus hijos tras el divorcio y en sus
conclusiones recomendaban mucha prudencia con el empleo de la prueba como
instrumento de selecci6n de padres idóneos para la custodia.

Por otra parte los problemas de validación inherentes a las pruebas proyectivas
(Fernández Ballesteros, 1983) hacen su uso aún más controvertido en un ámbito en que
el experto ha de defender ante un tribunal sus conclusiones (Gardner, 1982; Karras y
Berry, 1985).

Por último, entre las medidas de funcionamiento-comportamiento infantil,


probablemente los instrumentos de uso más generalizado en este ámbito sean el Listado
de Conductas Infantiles de Achenbach (CBCU) y las baterías de aptitudes
psicoeducativas tipo el WRAT-R de Jastak y Wilkinson.

El balance final del uso de tests psicológicos en este contexto arroja, al menos,
tantas sombras como luces. Pueden ofrecer información valiosa en una evaluación
forense relacionada con la custodia, pero también presentan serias limitaciones,
principalmente porque, como señalan multitud de autores (Brodzinsky, 1993; Grisso,
1986; Weithorn y Grisso, 1987), dichos tests no fueron desarrollados para propósitos
forenses y desconocemos hasta qué punto son válidos para contestar a las cuestiones
concretas que se le plantean desde el plano jurídico aun experto.

Brodzinsky (1993) enumera una serie de factores que, según él, pueden explicar
el uso indebido y el abuso de los tests psicológicos en las evaluaciones forenses en
general y de custodia en particular:

 La mitología del test y la presión legal: Se usan como «escudo» en las


ratificaciones y para hacer frente a los contrainformes dada su
respetabilidad científica
 El desconocimiento por parte de muchos psicólogos de las cuestiones
legales implicadas en un procedimiento de custodia y del manejo que
en el mismo pueda hacerse de la información por ellos aportada
 La competencia interprofesional: No olvidemos que tradicionalmente
el psicólogo se ha diferenciado de otros profesionales del ámbito
forense (psiquiatras y asistentes sociales) en que administra tests
 simplemente los incentivos económicos que conlleva la
administración de tests

Las limitaciones que, según se ha ido viendo, presenta el uso de tests


psicológicos tradicionales en las evaluaciones de custodia, han propiciado que los
profesionales hayan ido proponiendo métodos alternativos con los que obtener

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información más relevante, más pertinente para los propósitos forenses. A continuación
vamos a enumerar y describir brevemente una serie de instrumentos procedentes todos
ellos del contexto anglosajón, que si bien van dirigidos a obtener información más
relevante para las decisiones de custodia que la aportada por los tests psicológicos
tradicionales, en su mayoría inicialmente tampoco fueron desarrollados para propósitos
forenses.

El profesor Ávila recogía en uno de los capítulos del libro de Garzón (1989)
algunos de estos instrumentos de evaluación forense. Entre los que exploran la
capacidad, estilo y/o actitudes parentales (parenting) a través de autoinforme,
probablemente el instrumento más conocido y que más atención e investigación ha
suscitado sea el Parental Attitude Research Instrument (PARI) de Schaefer y Bell
(1958) .Grisso (1986) señala ciertas limitaciones de este instrumento: diseñado con fines
de investigación, no para su uso clínico ni forense, influenciado por el efecto de la
aquiescencia y con poder discriminativo relativo si se controla el nivel educativo. Pero
también destaca sus virtudes: adecuada base conceptual, reconocida validez de
constructo, buena fiabilidad test-retest y disponibilidad de datos normativos.

En esta categoría también podrían incluirse instrumentos bastante más modernos


recogidos igualmente por Grisso (1986) tales como: el Single Parenting Questionnaire
(SPQ) de Stolberg y Ullmann (1983), que presenta la ventaja de haber sido desarrollado
precisamente en base a las investigaciones sobre el ajuste post divorcio de padres e
hijos, pero cuyo desarrollo psicométrico es bastante pobre. También la escala Mother-
Child Relationship Evaluation de Roth (1980) traducida sin baremar por el
Departamento de Psicología Biológica y de la Salud de la Universidad Autónoma de
Madrid (Sebastián y otros, 1984) , que presenta el inconveniente de no disponer de
tipificación para padres.

En el grupo de instrumentos que exploran el comportamiento parental pero a


través del informe filial del mismo, se sitúan dos instrumentos clásicos: el Child's
Report of Parental Behavior Inventory (CRPBI) de Schaefer (1965) y el
Bronfenbrenner Parent Behavior Questionnaire (BPB) de Siegelman (1965). Ambos
desarrollados con fines de investigación y cuyo análisis factorial revel6 dimensiones
bastante parecidas, según se recoge en la revisi6n de Goldin (1969).

Grisso (1986) apunta que este tipo de instrumentos ofrece muchas posibilidades
en las evaluaciones de custodia, en tanto que indicadores de la conducta parental pero
también de las percepciones filiales, parte sin duda importante del estándar legal de las
preferencias de los hijos, que de esta manera pueden cuantificarse y además ser
exploradas separada y no comparativamente, con la consiguiente ventaja de reducir
posibles sentimientos de culpa en los niños «por elegir».

Es posible sin embargo que la apuesta de futuro sean instrumentos que sin
renunciar a las debidas cualidades psicométricas, sean por su extensión más aplicables a
ámbitos de evaluación como el forense, en el cual se usan medidas múltiples. En esta
línea podría situarse el Parent Perception Inventory (PPI) de Hazzard y colaboradores

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(1983), traducido por CINTECO y cuya aplicaci6n al terreno de las evaluaciones de


custodia hemos comenzado ya a explorar los propios autores de este texto (Ramírez y
otros, 1994) .

Otro instrumento interesante a nuestros prop6sitos forenses puede ser el Child


Abuse Potentiallnventory (CAPI) de Milner (1980) que actualmente está siendo
adaptado a poblaci6n española por De Paúl y Arruabarrena de la Universidad del País
Vasco (con sede en Bilbao) .Grisso ( 1986) destaca sus buenas cualidades psicométricas
y su aparentemente alta capacidad para discriminar padres que tienen un
comportamiento abusivo hacia sus hijos. de padres que no presentan tal
comportamiento, aunque no se disponga aún de suficientes datos sobre su capacidad de
predicción en la poblaci6n general.

El CAPI no es por tanto un instrumento para evaluar la capacidad o estilo


parental en general, sino que se presenta como una herramienta prometedora para
detectar potenciales situaciones de riesgo para el bienestar de los menores, cuesti6n
básica no sólo en asuntos de custodia infantil sino también y muy especialmente en
asuntos de protección de menores que son también objeto de evaluación psicológica en
los Juzgados de Familia.

El paulatino desplazamiento del foco de atención hacia los hijos al que se aludía
al hablar de la evolución de los criterios de atribución de la custodia infantil, ha
contribuido también al desarrollo de instrumentos dirigidos a explorar la experiencia
que los niños tienen del divorcio parental y no sólo la percepción que tienen los padres
de la adaptación de los hijos en estas circunstancias.

En esta línea pueden ser útiles instrumentos tales como la escala Children's
Attitudes and Self perceptions desarrollada por Pedro-Carroll y Cowen (1985) como
parte de su programa de intervención preventiva con niños de padres divorciados.

También parece digna de mención, la Children's Beliefs About Parental


Divorce Scale (CBAPS) de Kurdek y Berg (1987), cuya aplicación al ámbito forense en
nuestro país también está ya siendo explorada en la actualidad (Ramírez, 1997) .

Por último, vamos a referirnos a algunas de las técnicas e instrumentos


desarrollados ad hoc, esto es, precisamente para su uso en las evaluaciones de custodia.

Lo más frecuente son las entrevistas con diferente grado de estructuración,


dirigidas tanto a padres como a hijos. De ellas son buen ejemplo las aportadas por
Cardner (1982) o las elaboradas por diferentes autores (Defrain-Eirick, Watson, Kurdek,
etc.), que han sido adaptadas por Carda Moreno (1984).

Pero existen otras apuestas metodológicas diferentes. Por ejemplo, McDermott y


colaboradores (1987) diseñaron un sistema de codificación de las interacciones parento-
filiales, Parent-Child Interaction Test. Aunque desgraciadamente los autores no

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aportaban datos de fiabilidad y validez, y además al parecer en la actualidad ni siquiera


se halla disponible (Hysjulien y otros, 1994) .

Otra aproximación interesante son las Bricklin perceptual Scales (BPS)


(Bricklin, 1984 y 1990) .Se trata de un instrumento de 64 items (32 por cada padre) que
explora la percepción que tienen los hijos del funcionamiento de cada uno de sus padres
en cuatro áreas: competencia, apoyo, coherencia y posesión de «rasgos admirables de
carácter». Se trata de una sofisticada prueba proyectiva dirigida a explorar las
«preferencias inconscientes» de los niños. El autor aporta algunos datos de validez
convergente.

La última aportación a este campo que vamos a mencionar es el Ackerman-


Schoendorf Parent Evaluation for Custody Test (ASPECT) diseñado por Ackerman
y Schoendorf muy recientemente (1992) con el objetivo de medir (de una forma
totalmente cuantitativa) la conveniencia relativa de los padres en disputa por la custodia.
Brodzinsky (1993) apunta, sin embargo, la necesidad de considerar con prudencia tales
cuantificadones en tanto el instrumento no haya sido validado.

Finalmente, cabe señalar que, aunque escasas, existen algunas aportaciones


metodológicas en este ámbito, que, tanto por su pretensión de globalidad como por el
grado de estructuración de su contenido, merecen ser consideradas como
modelos/procedimientos generales de evaluación psicológica en procesos de custodia
disputada. Entre ellas destacar las propuestas metodológicas hechas por Marafiote
(1985) y por Schutz y colaboradores (1989). Ambas se caracterizan por adoptar una
posición muy crítica frente a los modelos tradicionales de evaluación en casos de
custodia y proponer métodos estandarizados que se caracterizan por el uso de medidas
múltiples, obtenidas mediante la combinación de diversas técnicas: autoinformes,
entrevistas semiestructuradas y observaciones conductuales de la interacción parento-
filial.

Sirva como colofón de este epígrafe el resumen de las que parecen ser las
principales carencias y necesidades en la praxis pericia/ en este ámbito a nivel nacional:

 Falta en nuestro país de estudios rigurosos y amplios sobre el impacto del


divorcio en padres e hijos, que nos lleva a estar manejando criterios con
sustento empírico proveniente de contextos sociolegales muy distintos al
nuestro.
 Imprecisión en los criterios tanto a nivel legal como psicológico, aun- que en
los últimos años los profesionales del ámbito estemos haciendo un notable
esfuerzo por definir cuando menos indicadores y áreas a considerar en las
evaluaciones de custodia (Martín, 1992; Ramírez, 1992a) .
 Carencia tanto de modelos que permitan estructurar las variables
psicológicas de interés, como de instrumentos de evaluación forense
adaptados a nuestro marco legal (Ávila, 1987 y 1992) .Recientes revisiones
de informes pericia les emitidos en los Juzgados de Familia constatan el uso

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predominante, casi exclusivo, de entrevistas semiestructuradas,


observaciones no sistemáticas y test tradicionales del ámbito clínico.
 Ausencia de publicaciones referidas a la metodología. Una de las pocas
propuestas hechas puede encontrarse en García Moreno (1984).

A este panorama se suman también las características idiosincrásicas de la


evaluación en este tipo de contexto legal (necesidad de ceñirse a los plazos probatorios,
distorsiones del papel del psicólogo en medio de los litigios, etc.) .Pero para los
profesionales de este ámbito cada dificultad ha de suponer un reto, porque, como
apuntan Ibáñez y Ávila (1989) : «La creciente importancia que la prueba pericial
psicológica está cobrando dentro del ordenamiento jurídico español, justifica la
necesidad de que los psicólogos realicemos un especial esfuerzo por depurar la calidad
de nuestras prácticas en este área de intervención psicológica» (pág. 294).

4.- El informe psicológico en separaciones familiares

4.1.- Cuestiones deontológicas

En primer lugar haremos referencia a las cuestiones deontológicas relacionadas


con los informes psicológicos que de parte, se realizan en los procedimientos
contenciosos de Separación o Divorcio, y esto debido a que son frecuentes las denuncias
ante las diferentes Comisiones Deontológicas.

Sobre este punto habría que insistir en la necesidad de conocer en profundidad el


Código Deontológico, para lo cuál sería conveniente:

-Que nuestro Código Deontológico fuese divulgado por todo el colectivo de


psicólogos, para ello sería necesario que se introdujera en el plan de estudios de
la licenciatura y de postgrado. (artículo 61 del CD: “...procurarán asimismo que
los principios aquí expuestos sean objeto de estudio por todos los estudiantes de
Psicología en las Universidades”)

-Que el Colegio Oficial de Psicólogos interviniese en una promulgación del


Código entre los colegiados. También las Comisiones Deontológicas deberían
tener una función disciplinaria y una función consultiva, resolviendo dudas
concretas de los colegados y evitaría que se produjesen muchos errores por parte
de estos a la hora de realizar informes periciales.

4.2.- Errores y problemas

Uno de los errores que con mayor frecuencia se suele cometer y se denuncia es
la realización de informes psicológicos de parte, sin contar más que con un progenitor
(aquél que nos hace la demanda), obviando al otro, generalmente por expreso deseo de
la parte que acude a nosotros.

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Esto genera errores como realizar afirmaciones o incluso valoraciones sobre le


otro progenitor sin conocerlo; considerar como ciertas todas las afirmaciones realizadas
por los menores y el progenitor que les acompaña, e incluso concluir que los trastornos
emocionales encontrados en los niños son debidos al otro progenitor, y concluir
recomendando la suspensión de los contactos con el otro progenitor por las
consecuencias nocivas que genera para los menores.

Otro de los problemas que suele aparecer con frecuencia (Batres, 1998), son: el
exceso de etiquetas. Concretamente, dentro del tema que estamos tratando, se
recomienda que no se patologice a ninguno de sus miembros, dadas las malas
interpretaciones y mal uso que puede hacerse posteriormente de los rótulos asignados
( artículo 12 del CD: “especialmente en sus informes escritos el psicólogo/a será
sumamente cauto, prudente y crítico, frente a nociones que fácilmente degeneran en
etiquetas devaluadoras y discriminatorias, del género de normal/anormal,
adaptado/inadaptado o inteligente/deficiente”).

Como señala Carmen Batres 81998) en los informes de Psicología Jurídica hay
que ser consciente de los alcances y las limitaciones que en cada momento pueda tener
nuestra intervención y exponerlo en los informes que se nos requieran, reconociendo
asimismo nuestras limitaciones, así como las limitaciones y alcances de lo que
expresamos. (Artículo 48 del CD: “Los informes psicológicos habrán de ser claros,
precisos, rigurosos e inteligibles para su destinatario. Deberán expresar su alcance y
limitaciones, el grado de certidumbre que acerca de sus varios contenidos posea el
informante, sus carácter actual o temporal, las técnicas utilizadas para su elaboración,
haciendo constar en todo caso los datos del profesional que lo emite”).

Además, el profesional que se enfrente a este tipo de tareas, debe ser conocedor
de una serie de cuestiones que mencionamos a continuación:

-Conocimiento de la Ley de Divorcio y de los procedimientos judiciales

-Conocimiento e la dinámica implicada en los procesos de ruptura. Primero en


cuanto al propio proceso que genera el divorcio emocional de las parejas,
además de los restantes divorcios implicados (económico, de comunidad, de
dependencia, etc.), entendiendo las reacciones típicas, y los estados anímicos
que van a acompañar a la ruptura.

En segundo lugar habrá que entender las reacciones de los menores ante
la ruptura de sus padres, conociendo los resultados de los estudios sobre el tema
y relacionándolo distintas variables como edad, sexo, adaptación, dinámica
familiar previa, etc.

-Profundización en l as peculiaridades concretas que un proceso contencioso de


ruptura tiene, así como en las dinámicas que se producen entre los miembros de
las familias en este tipo de procedimiento, y cómo el conflicto continuado entre

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los progenitores va a ser realmente el origen del malestar psicológico de los hijos
que van a tener que adoptar distintas posturas ante sus padres.

-Y de forma genérica, y como la propia Deontología exige al profesional, una


formación permanente (artículo 17 de nuestro Código Deontológico: “la
autoridad profesional del psicólogo/a se fundamenta en su capacitación y
cualificación para las tareas que desempeña. Ha de estar profesionalmente
preparado y especializado en la utilización de métodos, instrumentos, técnicas y
procedimientos que adopte en su trabajo. Forma parte de su trabajo el esfuerzo
continuado de actualización de su competencia profesional. Debe reconocer los
límites de su competencia y las limitaciones de sus técnicas”.

4.3.- El psicólogo en los temas de familia

Según Serafín Martín, (1993), en la labor del psicólogo en los temas de familia
habría que señalar los siguientes elementos:

-Favorecer las informaciones y comunicaciones entre padres e hijos sobre la


separación y sobre los planes y expectativas de futuro para éstos, a fin de que el
futuro sea más previsible para los menores y menos generador de incertidumbre.

-Ayudar a los hijos a entender, comprender y soportar los cambios que


acontecen.

-Apoyar y fomentar las actitudes y conductas de autonomía e independencia de


los hijos frente a los conflictos conyugales

-Disminuir los riesgos de las alianzas entre un padre y unos hijos dirigidas a
enfrentarlos con el otro padre.

-Ayudar a diferenciar y a esclarecer qué tensiones conyugales se hallan más allá


de los hijos pero suelen expresarse a través de ellos.

-Favorecer los comportamientos de tolerancia a las separaciones parciales entre


padres e hijos.

-Ayudar a los padres a entender como normales y a soportar las expresiones de


contrariedad, rabia, etc. De los hijos asociadas a la separación.

-Promover comportamientos más flexibles sobre las horas y fechas de estancia


con los no custodios.

-Ayudar a evitar la delegación que realizan en los menores para que éstos
asumen la decisión de con quién convivir, cómo planificar las visitas, etc.

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La premisa fundamental es enseñar a los padres que aunque ellos se separen, sus
hijos no, ni son una propiedad de ninguno de ellos, que les necesitan en todas sus
facetas del desarrollo de ambos, y que cuanto mejor solucionen ellos mismos los
problemas de la separación mejor podrán ayudar a sus hijos.

Igualmente, el profesional de la Psicología debe tener el objetivo de reeducar a


los progenitores, el de facilitar las redes de comunicación rotas, a superar los malos
entendidos y a la superación satisfactoria del conflicto.

Este objetivo, en relación con lo planteado anteriormente, vendría expuesto en el


artículo 5 del Código Deontológico: “el ejercicio de la Psicología se ordena a una
finalidad humana y social que puede expresarse en objetivos tales como: el bienestar,
la salud, la calidad de vida, la plenitud del desarrollo de las personas y de los grupos,
en los distintos ámbitos de la vida individual y social”.

4.- LA MEDIACION FAMILIAR COMO ALTERNATIVA A LOS


PROCEDIMIENTOS CONTENCIOSOS

4.1.- Introducción

Cada vez esta más extendido la corriente de reflexión sobre los conceptos
generales de Mediación, en particular en lo que se refiere a su aplicación a los
procedimientos de derecho de familia.

De esto se deriva la extensión y arraigamiento en nuestro entorno en los últimos


años del empleo de la mediación familiar, con la puesta en marcha de varios servicios
privados, subvencionados o centros oficiales dependientes de alguna administración
pública, además de la mediación intrajudicial que desempeñan los equipos en los
Juzgados de Familia.

La mediación familiar puede encuadrarse entre los modelos que promocionan la


autorresponsabilidad familiar, ya que pretende devolver a las partes una posici8ón
activa para decidir sus diferencias, fomenta el fortalecimiento de la voluntad, evita la
delegación en terceros de la toma de decisiones que corresponden a los miembros de la
propia familia y ayuda a asumir el compromiso de los acuerdos y decisiones que se
aprueben. Este paradigma concibe a los miembros de la pareja como sujetos con
capacidad de afrontar responsablemente, con ayuda de un tercero, los problemas y
diferencias que les competen y la defensa de los intereses del grupo familiar. Sigue el
principio de intervención judicial mínima, primando la desjudicialización a través de la
negociación entre las partes como medio para solventar las diferencias y limitando la
intervención judicial a la formalización garantista de los acuerdos logrados mediante la
aprobación del convenio regulador.

El proceso de mediación no ha de ser una actuación larga; sus objetivos es


concreto y situado en el ámbito de lo real, por lo que cuando excede las cuatro o cinco
sesiones sin resultados claros pierde su funcionalidad.

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Para que quepa la mediación, las partes han de percibir al mediador carente de
poder para tomar decisiones o para influir en que se primen unas frente a otras.

Los mediadores no darán cuenta a terceros, excluyendo el resultado final, si


alguno pretendiera utilizarlo contra el otro. En la misma medida, si una mediación
intrajudicial no prospera deberá ser otro profesional diferente quien realice los informes
periciales que pudieran solicitarse.

Diversas investigaciones confirman que los acuerdos que se logran a través e la


mediación duran más y se mantienen mejor que cuando se consiguen mediante un
procedimiento contencioso, y que los usuarios de la mediación obtienen un nivel de
satisfacción más alto que los que utilizan procedimientos contenciosos.

4.1.1.-Marco Legal de la Mediación Familiar

La ley dentro de la cual se encuadra la intervención del mediador familiar es la


conocida Ley 30/81 del Divorcio. En dicha ley, no se contempla la actuación de un
profesional de la mediación previa a la demanda de separación y/o divorcio, aunque si
se deja la posibilidad del mutuo acuerdo en la Disposición Adicional, con ello se
posibilita el que las personas se separen sin tener que demostrar uno de los motivos
justificados contemplados en la ley, concretamente en el artículo 82 del Código Civil:
abandono injustificado del hogar; infidelidad conyugal; conducta injuriosa o vejatoria;
violación grave y reiterada de los deberes conyugales; violación grave o reiterada de
deberes paterno-filiales; privación de libertad por tiempo superior a seis años;
alcoholismo, toxicomanía o perturbaciones mentales; cese efectivo de la convivencia
conyugal durante seis meses, libremente consentido; cese efectivo de la convivencia
conyugal durante tres años; cualquiera de las causas de divorcio recogidas en el artículo
86 del Código Civil. Las causas de divorcio contempladas en dicho artículo son:
transcurso de un año desde la interposición de la demanda de separación; transcurso de
dos años desde que se haya consentido libremente por ambos cónyuges, desde la
firmeza de la resolución judicial o desde la declaración de ausencia legal de uno de los
cónyuges; transcurso de dos años cuando quien pide el divorcio acredite que, al iniciarse
la separación de hecho, el otro estaba incurso en causa de separación; transcurso de
cinco años desde el cese efectivo de la convivencia conyugal; la condena en sentencia
firme por atentar contra la vida del cónyuge, sus ascendientes o descendientes.

Sin embargo no vamos a extendernos en comentar los distintos aspectos de la


ley, únicamente señalaremos aquellos que tienen que ser tenidos en cuenta
por el mediador.

En este sentido, hay que mencionar, además de los ya comentados, el artículo 81


del Código Civil, donde se recogen las características y requisitos de la separación por
mutuo acuerdo (ser solicitado por ambos cónyuges o por uno con consentimiento del
otro; haber transcurrido un año de matrimonio como mínimo; ir acompañado de una
propuesta de Convenio Regulador; no hace falta aducir causas de la ruptura conyugal), y

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el artículo 90 del Código Civil donde se recogen los aspectos que se tienen que
contemplar en el Convenio Regulador al que deben de llegar las personas que deciden
separarse y que, en caso de no lograrse el acuerdo, debe de ser el Juez de Familia quien
lo imponga. Estos contenidos mínimos son: determinar el ejercicio de la patria potestad;
determinar la guarda y custodia de los hijos del matrimonio; establecer el régimen de
visitas, comunicación y estancia de los hijos con el progenitor que no vive con ellos;
atribución del uso de la vivienda y ajuar familiar; contribución a las cargas del
matrimonio y alimentos; liquidación del régimen económico del matrimonio;
determinación de la cuantía, en su caso, de la pensión al cónyuge por desequilibrio
económico.

4.1.2.- Concepto y definición de mediación

La mediación frecuentemente es confundida con otros procedimientos que se


utilizan cuando hay varias partes en conflicto, quizás por ello, hasta la fecha, ha venido
siendo «ejercida» fundamentalmente por profesionales del ámbito del derecho. El
campo de actuación de la mediación es el conflicto y éste surge cuando dos o más
personas no se ponen de acuerdo sobre algún aspecto que interesa a todas las partes
implicadas, tienen objetivos opuestos, los valores y/o creencias son opuestos, sus
intereses son distintos o persiguen el mismo objetivo, pero con un fin competitivo y de
ver quién es la parte que consigue la mayor tajada.

El conflicto se acaba cuando se «elimina» a una de las partes (opción que no


recomendamos por las implicaciones penales que conllevaría}, cuando se abandona o
cuando se estima que el coste subjetivo de seguir con la disputa es superior al beneficio
que se conseguiría si se sigue manteniendo la misma postura. Es a partir de esta postura,
y siempre que las dos partes la consideren adecuada y la acepten, cuando podemos
empezar a hablar de una posibilidad de mediar entre las personas que están en conflicto.
Normalmente, las formas para solucionar conflictos de forma pacífica se han llevado
acabo a través del arbitraje, la negociación y la mediación. Cada una de estas formas
implica características distintas y los procesos que en ellas están implicados también son
distintos.

La mediación familiar en separaciones y divorcios, como dice Dávila (1995), «es


un proceso muy preciso. No es ni terapia ni asesoramiento conyugal ni asesoramiento
jurídico, aunque se sirve de estos tres campos situándose en su punto de encuentro».

Una definición centrada en los objetivos y en las funciones del mediador nos la
proporciona la Asociación para la Promoción de la Mediación Francesa, definiéndola en
loS siguientes términos: «La mediación en materia de separación o divorcio tiene como
objetivo permitir a los padres ejercer sus responsabilidades parentales en un clima de
cooperación y respeto mutuo. Las parejas solicitan o aceptan la intervención
confidencial de un tercero neutral y cualificado, llamado mediador familiar. El papel del
mediador consiste en posibilitar que ellas mismas encuentren mutuamente las bases de
un acuerdo duradero y aceptable. en el sentido de corresponsabilidad parental. teniendo

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en cuenta las necesidades de cada uno de los miembros de la familia y en particular la


de los menores.»

Folberg y Taylor (1984) la definen como «un proceso no terapéutico por medio
del cual las partes, con la asistencia de una persona neutral, intentan aislar de forma
sistemática los puntos de acuerdo y desacuerdo. exploran alternativas y consideran
compromisos con el propósito de alcanzar un acuerdo consensuado sobre los distintos
aspectos de su separación o divorcio... es un proceso de resolución y manejo del
conflicto que devuelve a las partes la responsabilidad de tomar sus propias decisiones en
relación con sus vidas».

Moore (1986) la define como la intervención en un asunto en disputa o


negociación de una tercera persona imparcial y neutral. que no tiene poder de decisión
en el asunto. y cuyo objetivo es ayudar a los interesa- dos allegar. de forma voluntaria y
mutuamente aceptable. a acuerdos sobre los temas en litigio.

Irving (1981) la define como una especie de «aconsejamiento orientado hacia el


recuerdo. llevado a cabo por una tercera persona neutral... un proceso a través del cual
se ayuda a las familias a identificar y clarificar los problemas existentes así como a
establecer acuerdos en relación con todos o algunos de ellos, sobre todo los que tienen
que ver con la custodia y la forma en que los hüos van a compartir el tiempo con SUS
padres.»

Evarst. Greenstone, Kirkpatrick y Leviton (1983) la entienden como la


intervención de una tercera persona neutral que interviene a petición de los interesados
y les ayuda a encontrar una solución que satisfaga sus necesidades.

Pearson y Thoennes (1984) se refieren a la mediación como un «proceso


participatorio y consensual en el que un tercero anima a los que están en disputa a
encontrar una base de acuerdo. ayudándoles a identificar los temas, reducir los malos
entendidos. desahogar las emociones. Clarificar prioridades. encontrar puntos de
acuerdo. explorar nuevas áreas de compromiso y, por último, negociar un acuerdo. La
mediación pone el énfasis en la carencia de los aspectos formales, en la comunicación
abierta y directa, en el reforzamiento de los vínculos positivos y la evitación de los
reproches y culpabilidades».

Haynes (1993) nos propone la siguiente definición de mediación: «Un proceso


en virtud del cual un tercero, el mediador, ayuda a los participantes en una situación
conflictiva a su resolución, que se expresa en un acuerdo consistente en una solución
mutuamente aceptable y estructurada de manera que permita, de ser necesario, la
continuidad de las relaciones de las personas involucradas en el conflicto. Esta es la
razón por la que la mediación es tan adecuada para la resolución de conflictos de
separación y/o divorcio.»

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Como elementos relevantes, y diferenciales del proceso de mediación, abordado


desde esta perspectiva (es decir, teniendo muy presente los intereses de los niños),
podríamos indicar:

1. Facilita a los padres concentrarse en las necesidades de los hijos, para


alcanzar un buen acuerdo.
2. Se trata de trabajar con los padres, para los niños.
3. Compartir entre ambos la responsabilidades de los niños.
4. Los niños, durante el proceso, manifiestan parecidos sentimientos que
los padres: incredulidad, ira, miedo, ansiedad, culpa, tristeza, depre-
sión, impotencia, desamparo.
5. Los padres tienen la oportunidad de experimentar cómo los niños
están viviendo el conflicto.
6. Se trata de disminuir ja tensión en los niños.
7. Se les da la oportunidad a los niños de expresar sus sentimientos. a
través de sesiones con ellos. bien solos. o bien en compañía de sus
mayores.

La mediación tiene una serie de notas característica, destacadas así por Coy
(1995):

1. No es un proceso terapéutico. aunque puede producir ciertos efec-


tos en ese sentido.
2. Tiende a fomentar la responsabilidad e implicación en la toma de
decisiones de los participantes.
3. Se centra en crear un plan de trabajo y en resolver el conflicto más
que en las historias de cada uno.
4. Utiliza una metodología cognitivo-conductual más que existencial.
5. Se centra en el presente y el futuro dejando aun lado el pasado.
6. Es un proceso didáctico.
7. Hay momentos en los que se implica a la familia extensa.

4.3.- Un Modelo de trabajo en la Mediación familiar

Coy (1989) propone una metodología de intervención basada en los siguientes


puntos:

A. Recogida de Información en la primera sesión:

Esta recogida de información se debería acercar lo más posible a lo que


podríamos definir como una historia de la pareja.

Según este autor, puede servir para que la pareja exprese los medios por los que,
en el pasado. han afrontado y resuelto los problemas comunes.

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Ello puede ayudar como predictor de sus potencialidades de cooperación. así


como punto de referencia sobre el que volver en el caso de que se vuelva a plantear una
situación de hostilidad.

Aquí también se deben incluir preguntas relacionadas con quién, cómo y por qué
tomó la decisión de la separación. Igualmente preguntas sobre los hijos. pidiéndoles
descripciones breves de los mismos, etc.

B. Descripción de las opciones:

Las opciones que el mediador planteará en la segunda entrevista, estarán basadas


en la información global de que pueda disponer sobre las necesidades, preferencias y
grados de tolerancia de cada uno de los padres y sus hijos. Aquí se debería explorar las
posibilidades de custodia conjunta. a fin de ver si es uno de los puntos que se pueden
tener en cuenta.

También en esta fase será conveniente entrevistar a los hijos individualmente.


Incluso, según lo que vaya saliendo a la luz, puede ser conveniente mantener una
entrevista o reunión conjunta con los hijos, de éstos con cada uno de los progenitores Y.
finalmente, de toda la familia en conjunto.

Después de esto. que puede ocupar dos o tres sesiones de trabajo, el mediador
estará en condiciones de pedir a los padres que cada uno de ellos haga sus propuestas
concretas de plan de reorganización familiar para, posteriormente, pasar a buscar la
mejor de las posibles soluciones.

c. Dar forma al plan de reorganización familiar y pasar a la redacción definitiva:

Deberán quedar recogidos todos los puntos relacionados con las cuestiones
económicas financieras y las respectivas aportaciones económicas a las que se ha
comprometido cada uno de ellos.

4.3.- Habilidades del mediador familiar

El psicólogo/a que interviene como mediador no intenta reconciliar a las partes.


Ellos acuden a una persona imparcial que lo que pretende es facilitarles la
comunicación. No es competencia del mediador resolver los conflictos de la relación de
la pareja, eso sería hacer terapia, sino promover un mínimo de comunicación entre ellos
para poder negociar los puntos conflictivos del Convenio Regulador. El mediador
tendría dos funciones diferentes:

o La primera, facilitar la comunicación y la aproximaci6n entre las partes


eliminando el enfrentamiento y la agresividad entre ellas.
o La segunda, instruir a las partes en las normas y metodología de la
negociaci6n mediante una informaci6n detallada de los puntos

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conflictivos. La presencia material del mediador da pie a la interacci6n


entre las partes que de otra manera no sería posible.

Para Bolaños (1993), el mediador familiar debe ser alguien necesariamente


imparcial que ofrece información, facilita la comunicación, neutraliza los
comportamientos negativos, aísla el conflicto y ofrece un contexto favorable para la
negociación. Además tiene la misión de «legitimar» las posturas de cada parte,
favoreciendo la participación de los dos en el proceso desde una posición más
igualitaria. El mediador no es un árbitro que deba de elegir cuál es la alternativa más
correcta. Permite que las ideas surjan de los padres y que ellos mismos valoren su
idoneidad. Puede dar su opinión y tiene siempre en cuenta el interés de los niños. No
sustituye al abogado, necesita de su colaboración para otorgar una dimensión formal a
los acuerdos y para informar a los clientes sobre aspectos legales que afecten a sus
decisiones.

En cuanto a los requisitos del mediador, Coy (1995) propone que un mediador
eficaz debe de ser neutral, activo, asertivo, trabajar por objetivos, metódico, debe
manejar técnicas derivadas de la terapia de familia con un enfoque cognitivo-
conductual, debe saber intervenir en situaciones de crisis, conocer las técnicas de
negociación, poseer formación en psicología evolutiva, sensible hacia los aspectos
emocionales y psicológicos del proceso de mediación, ser hábil para comunicar y para
enseñar a comunicarse, manejar las técnicas de resolución de problemas y, por último,
mantener la objetividad.

Los objetivos que todo mediador debería plantearse son los siguientes:

 Restablecer el contacto entre las partes-


 Proporcionar un. marco neutral para el trabajo.
 Asegurar la imparcialidad-
 Facilitar el intercambio entre las partes-
 Ayudarlos a conseguir acuerdos consensuados.

Según Healy (1983), las armas o estrategias del mediador, serían:

1. Capacidad para comprender los hechos.


2. Capacidad de persuasión para ganarse a las partes.
3. Conocimientos del marco en donde se va a llevar a cabo la mediación,
el cual se adquiere fundamentalmente con la experiencia. En el caso de la
mediación familiar, sería obligado el conocimiento de la Ley de
Divorcio.
4. No ser opositor y no contribuir a obstruir los cauces de comunicación.
5. Debe de ser persistente en la búsqueda de un punto de partida común y
en cuanto a definir los objetivos a conseguir.
6. Debe poseer conocimientos sobre las particularidades de las relaciones
interpersonales.
7. Capacidades para comprender cosas, hechos y situaciones.

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8. Sentido para moderar el tiempo que dedica a cada una de las partes.
9. Paciencia.
10. Empatía.
11. Debe ser capaz de establecer y mantener un orden..
12. Tiene que saber utilizar el sentido del humor para desbloquear
situaciones de tensión.
13. Es deseable que no parezca meterse donde no lo llaman, siendo lo
menos invasivo posible.

Haynes (1993) pone de relieve una serie de aspectos que el mediador debe tener
en cuenta cuando inicia su intervención, destacando:

a) Ser un mediador y no un juez.


b) Ayudar a los clientes a definir un problema solucionable.
c) Normalizar la situación en el sentido de que los problemas de la pareja
que se separa están dentro de unos límites de normalidad.
d) Facilitar el paso de definiciones unilaterales a definiciones
compartidas por las partes.
e) Enfocar el proceso hacia el futuro.
f) Sinopsis o sumario: hacer un compendio de la información relevante e
ignorar la que no lo es.
g) Deformación profesional: tener en cuenta el ámbito profesional del
que parte el mediador.
h) La hipótesis, imprescindible para la recogida de información relevante,
y muy influenciada por la historia personal y la formación del media-dor
o mediadora. Según de la hipótesis de la que partamos, así será la
sinopsis que realicemos de la información que consideremos relevante.
i) Mantener el rol de mediador durante todo el proceso.

Como se puede comprobar, algunas de estas habilidades, requisitos y funciones


se pueden aprender y otras, más que aprenderse, tienen que ser «innatas» al mediador.
No bastaría con aprender una serie de técnicas, sino que se ha de poseer una especial
cualidad. Desde este punto de vista, no todo el mundo sirve para mediar, al menos en el
ámbito familiar.

5.- BIBLIOGRAFÍA

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6.- EJERCICIOS PRACTICOS. CURSO: “PSICOLOGIA


JURIDICA EN EL DERECHO DE FAMILIA”

A continuación se presentan las prácticas correspondientes a este curso. Estas 5


prácticas, están orientadas a un trabajo individual y su finalidad es poner en práctica
conocimientos y habilidades expuestas en el material teórico.

Práctica A

Diseña un modelo de entrevista individual, con todas las preguntas que le harías a los
dos progenitores, en un caso de guarda y custodia y régimen de visitas. ¿Qué preguntas
te parecen las más importantes para determinar la elección

Práctica B
Realiza el mismo ejercicio anterior, pero en este caso la entrevista iría dirigida al niño/a.

Práctica C
Señala 20 criterios que crees que se deberían tener en cuenta a la hora de establecer la
guarda y custodia y régimen de visitas en un caso de separación matrimonial.

Práctica D
Señala 10 objetivos, que a tu juicio, debería conseguir el mediador familiar en un caso
de separación matrimonial, donde existen tres hijos menores de edad. Razona cada uno
de esos objetivos

Práctica E
Realiza un esquema de los efectos y deberes dentro del matrimonio

7.- EVALUACION

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CURSO: “PSICOLOGIA JURIDICA EN EL DERECHO DE


FAMILIA”

1. Según Ibáñez, V. J. Y De Luis, P. (1990), entre las funciones que el psicólogo


puede desempeñar dentro del Derecho de Familia, no está:

a) Evaluaciones psicológicas de los implicados en los


procedimientos de adopción
b) Evaluaciones psicológicas en el caso de ruptura matrimonial
por malos tratos
c) Supervisión técnica de los programas de regímenes de visitas

2. ¿Cuál de las siguientes opciones es considerada por Milne (1988), como un


conflicto psicológico?

a) Conflictos previos no resueltos


b) Conflictos externos
c) Conflicto de valores
d) Decisión de separarse

3. Para determinar la guarda y custodia y regímenes de visitas, ¿cuál de las


siguientes áreas de evaluación no es necesaria?

a) Todas las cuestiones que hacen referencia a la viabilidad o


articulación práctica de una alternativa de custodia
b) Todas las alternativas son correctas
c) Estilo educativo de los padres
d) Contexto socio-ambiental

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4. ¿Cuál de las siguientes opciones no es una e las labores que el psicólogo puede
realizar en temas de familia según Serafín Martín, (1993)?

a. Disminuir la información y comunicación entre padres e hijos sobre


la separación y sobre los planes y expectativas de futuro de estos
b. Ayudar a evitar la delegación que realizan en los menores para que
estos asuman la decisión de con quién convivir
c. Disminuir los riesgos de las alianzas entre un padre y unos hijos
dirigidos a enfrentarlos con el otro padre
d. Favorecer los comportamientos de tolerancia a las separaciones
parciales entre padres e hijos

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8.- SEGUIMIENTO PERSONAL: diario de aprendizaje

A. Señala opción mas adecuada, según tu criterio, en los siguientes apartados:

1. ¿Qué materia se ha dado o qué asunto se ha tratado en este curso?

2. Los conceptos o ideas fundamentales de este curso han sido desarrollados:

-con demasiada vagueza.


-con cierta vaguedad.
-regular.
-con bastante claridad.
-con gran claridad.

3. El tiempo asignado para el desarrollo de este curso ha sido:

-muy insuficiente.
-insuficiente.
-adecuado.
-excesivo.
-muy excesivo.

B. Responde a las siguientes preguntas:

1. ¿Qué te ha parecido el curso?

2. ¿Te ha aportado nuevos conocimiento?

3. ¿Qué nota le pondrías al curso? siendo cero la peor nota y diez la mejor.

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4. ¿Te ha parecido divertido?, ¿Qué destacarías?

5. ¿Crees que los contenidos son apropiados?, ¿Cuáles y por qué?

6. ¿Qué modificarías?

7. ¿Qué aportarías?

8. Después de este curso, ¿cuál es tu nivel de información sobre los contenidos


descritos? (siendo 0 ninguna información y 10 mucha información)

0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

9. ¿De qué manera has ido cumpliendo los objetivos y/o necesidades que te
movieron ha realizar este curso?

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