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C A P I T U L O XII

Trastornos de carencia afectiva

1. Privación afectiva parcial

EN unos estudios realizados con la ayuda de


Katherine M. Wolf sobre un total de ciento setenta niños, observa
dos durante año y medio, hemos encontrado treinta y cuatro que,
tras un mínimo de seis meses de buenas relaciones con sus ma-
dres, se vieron privados de estas durante un período más o menos
largo. El sustituto de la madre que se les proporcionó durante el
período de separación no les satisfizo. Estos treinta y cuatro niños
presentaron un cuadro clínico, que progresaba de mes en mes, en
Fig 16.—Depresión anaclítica.
función del tiempo que duraba la separación.
Primer mes.—Los niños se vuelven llorones, exigentes y se
aferran al observador que toma contacto con ellos. bido a la semejanza que presenta con el cuadro clínico de la
Segundo mes.—Los lloros se transforman en chillidos. Hay pér- depresión en el adulto. Insistimos en considerar la estructura
dida de peso, Estacionamiento del desarrollo (Fig. 16). dinámica de la depresión anaclítica completamente distinta de la
Tercer mes.—Rechazo del contacto. Posición patognomónica depresión en el adulto.
(los niños permanecen la mayor parte del tiempo acostados boca
abajo en la cuna). Insomnio. Continúa la pérdida de peso. Tenden- 2. Carencia total
cia a contraer enfermedades intercurrentes. Generalización del re-
traso motor. Rigidez de la expresión facial (Fig. 17). Una de las condiciones necesarias para que el niño adquiera
Después del tercer mes.—Se fija la rigidez del rostro. Los llo- una depresión anaclítica es que haya estado anteriormente en bue-
ros cesan y son reemplazados por gemidos extraños. El retraso nas relaciones con su madre. Resulta sorprendente que cuando las
aumenta y se convierte en letargía. relaciones con la madre eran malas, los lactantes separados de
Si se restituye la madre al niño, o se consigue hallar un susti- esta presentaban trastornos de distinta índole. Esta observación es
tuto aceptable para este antes que transcurra un período crítico una prueba más de la importancia de las relaciones objetales du-
situado entre los finales del tercero y del quinto mes, el trastorno rante el primer año, y de las consecuencias que comporta la
desaparece con sorprendente rapidez. naturaleza particular de tales relaciones.
Hemos llamado a este trastorno depresión anaclítica (63), de- En contraste con la depresión anaclítica, hemos encontrado

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provisiones maternas afectivas, lo que se puede considerar como
una total carencia afectiva.
Una vez separados de la madre, estos niños pasaron rápida-
mente por los estados que hemos descrito en los casos de privación
parcial. Tras ellos, el retraso motor se hizo plenamente evidente.
Estos niños, de pasividad total, yacían en sus cunas, con el rostro

FIG. 17.—Posición patognomónica.

que, cuando existe una carencia total afectiva, seguirán consecuen-


cias funestas, como quiera que hayan sido las relaciones anteriores
entre la madre y el hijo. FIG, 18.—Marasmo.
El material de estudio de estos últimos casos consistió en no-
venta y un lactantes residentes en un orfanato situado fuera de
Estados Unidos. Estos niños fueron criados al pecho por sus vacío de expresión, con aire generalmente idiota y presentando
madres durante los primeros tres meses. En este período los lac- con frecuencia una coordinación ocular defectuosa (Fig. 18).
tantes se comportaban y desarrollaban igual que la media de No llegaron siquiera al período en que el niño consigue darse
niños normales de la región en que se hallaba el orfanato. la vuelta, de modo que ni aun podían presentar el cuadro patogno-
Los lactantes fueron destetados a los tres meses. Entonces se mónico acostándose boca abajo cuando alguien se aproximaba-
les confió a los cuidados de una niñera que atendía a diez niños, Después de cierto tiempo la motricidad se manifestó en algunos
y a veces a más. En lo que respecta a la parte material, los cuida- de estos niños en forma de spasmus nutans, con movimientos
dos que recibían eran perfectos: alimento, alojamiento, atenciones extraños de los dedos que recordaban los movimientos catatóni-
de higiene, etc., eran iguales o mejores que en las otras institu- cos o descerebrados. El nivel de desarrollo ofrece una disminución
ciones que hemos observado. Pero al ocuparse la niñera al mismo continua, y al final del segundo año alcanza en nuestros tests una
tiempo de diez niños, estos recibían solo una décima parte de las media del 45 por 100 de la normal. Es el nivel de la idiotez. Estos

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niños fueron observados hasta la edad de cuatro años; el cua- detiene el desarrollo en todos los sectores de la personalidad. Estas
dro (Fig. 19) demuestra que a esta edad cierto número de ellos dos afecciones, integradas en el cuadro de lo que hemos presen-
no llega a andar, ni a ponerse en pie, ni a hablar. tado, nos dan del modo más general y comprensible la prueba irre-
La poca resistencia a las infecciones, por una parte, y el dete- futable del trascendente papel que tienen las relaciones objetales
rioro progresivo, por otra, dieron en estos niños un porcentaje para el desarrollo en su conjunto. De forma menos general: la
extremadamente elevado de marasmo y de muerte. De los noventa catamnesia de estas dos afecciones demuestra que cuando la ca-

FIG. 20.—Cuadro de mortalidad de los niños separados


FIG. 19.—Cuadro de los niveles de desarrollo alcanzados en los niños
de su madre.
separados de su madre.

rencia de relaciones objetales hace imposible la descarga de impul-


y un niños que hemos estudiado durante dos años en este orfa- sos agresivos, el lactante volverá la agresión sobre sí mismo. Se
nato murió un 37 por 100. No pudimos seguir estudiando más hace incapaz de asimilar la comida, cae víctima del insomnio; más
que a veintiuno de los cincuenta y siete supervivientes, y descono- adelante estos niños se atacan activamente a sí mismos, dándose
cemos, por tanto, si el porcentaje de muertes fue mucho más eleva- cabezazos contra los barrotes, pegándose con el puño y arrancán-
do. El cuadro de la figura 20 indica el porcentaje de mortalidad. dose mechones de pelo. El deterioro progresa inexorablemente,
Por el contrario, hemos observado otra institución, una nur- llevándoles al marasmo y a la muerte. Hemos establecido la hi-
sery, donde los niños eran criados por sus propias madres. Du- pótesis de que se produce una defusión de los dos instintos, y que
rante cuatro años de observación de doscientos veinte niños, ni la agresión, separada del impulso libidinal, se vuelve sobre el niño
uno solo murió. Parece que la carencia afectiva total conduce a un privado de provisiones afectivas y produce el deterioro (69).
deterioro progresivo, en proporción directa con la duración de la Puede observarse el proceso contrario en la curación de la
carencia a la cual se halla sometido el niño. depresión anaclítica. Aquí el retorno del objeto libidinal detiene el
La depresión anaclítica y el hospitalismo nos demuestran que desarrollo patológico transcurridos unos meses. Se observa enton-
la ausencia de relaciones objetales causada por la carencia afectiva

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SPITZ.—8
ces el fenómeno de una refusión parcial de los impulsos, y los wenstein)—es decir, la transformación de la energía impulsora en
niños recuperan rápidamente su actividad; se vuelven alegres, ju- energía neutralizadora—podría evitar las perniciosas consecuencias
guetones y agresivos. Hemos observado, además, en cierto número de la defusión. Pero la neutralización presupone cierta medida de
de estos casos, que efectivamente los impulsos agresivos fueron integración en el yo; el niño no es capaz de ello antes del último
orientados hacia lo que les rodeaba: los niños curados de su depre- trimestre del primer año. La primera fase mayor de la integración
sión anaclítica ya no se pegaban ni se tiraban del pelo a sí mismos, del yo acontece en el período entre el segundo y el tercer organi-
pero empezaban a morder, a arañar y a pegar a los demás niños. zador, es decir, entre el octavo y el decimoctavo mes de la vida,
y acaba cuando se adquiere la función simbólica del lenguaje.
El destino del impulso libidinal defundido en el proceso en-
gendrado por la carencia total de relación objetal se deduce de las Este proceso de integración es el paso decisivo en la humani-
observaciones efectuadas sobre las actividades autoeróticas duran- zación de la especie. Para que se cumpla han de darse las condicio-
te el primer año. En los niños sujetos a una prolongada carencia nes siguientes:
de provisiones afectivas cesan todas las actividades autoeróticas de a) Es indispensable un clima de seguridad exento de peligros.
cualquier clase, incluso la succión del pulgar. Se diría que el niño Este clima solo puede garantizarlo el objeto de la libido.
vuelve entonces al narcisismo primario: ni siquiera puede ya b) Las tendencias agresivas, así como las libidinales, deben
tomar su propio cuerpo como objeto, tal como sucedería en el tener un acceso continuo a la posibilidad de una descarga libre.
narcisismo secundario. Se tiene la impresión de que, en estos ni- Esta descarga se produce en forma de afectos dirigidos hacia el
ños sumidos en el marasmo, el impulso libidinal se emplea con objeto de la libido, así como por intercambio de acciones entre el
fines de conservación, para mantener lo más posible el resplandor niño y dicho objeto.
de la fuerza vital que va debilitándose. c) En el cuadro del clima afectivo de seguridad tendrá lugar
Los niños que padecían marasmo habían sido privados de la una interacción de procesos psíquicos después de la constitución
posibilidad de formar una relación objetal. Por consiguiente, no del yo. Insistamos en que la expresión proceso psíquico compren-
habían podido dirigir los impulsos libidinal y agresivo sobre un de, entre otros, los mecanismos de defensa en el más amplio sen-
solo objeto idéntico, lo cual resulta indispensable para llegar a la tido de la palabra. Después de la constitución del yo, el niño ela-
fusión de ambos impulsos. Privados de objeto en el mundo exte- borará progresivamente estos mecanismos y se servirá de ellos,
rior, los impulsos aún no fusionados volverán hacia la persona tanto para la adaptación como para la defensa y la formación de
misma a la que han tomado como objeto. La consecuencia del su personalidad; esto incluye la formación del carácter. Es eviden-
retorno de la agresión no fusionada se manifiesta por el deterioro te que en el curso de dicho desarrollo los impulsos se diferencian
destructivo del niño en forma de marasmo. A esta destrucción se entre sí. Luego, se verán sometidos a reintegraciones, que presentan
opone a su vez la vuelta del impulso libidinal hacia el sujeto, y, las formas más variadas, cualitativa y cuantitativamente. Se sigue
por un afecto análogo al narcisismo primario, aquel se agota en el una constante experimentación que da lugar a cantidades variables
esfuerzo de conservar la vida. de combinaciones de impulsos e impulsos parciales. Muchos dé
estos ensayos serán abandonados por inutilizabies o penosos. El
En mi opinión, en el estado normal de fusión de los dos impul- niño normal renunciará a las satisfacciones parciales con una rela-
sos, la agresión tiene un papel comparable al de la onda portadora. tiva facilidad, ya que la seguridad de su relación objetal quita peli-
Por esto posibilita el hecho de dirigir los dos impulsos hacia lo gro a esta renuncia, permitiéndole compensar sus errores, sea en
que le rodea. Pero si el impulso agresivo no logra la fusión con otro sector de las relaciones objetales, sea por nuevas experiencias-
el libidinal, o alternativamente, si se produce entonces una defu-
sión, la agresión se vuelve contra la propia persona del niño, y en Estos múltiples ensayos, las conciliaciones de impulsos e im-
este caso la libido tampoco puede dirigirse hacia afuera. pulsos parciales, las diferenciaciones y la utilización de aquellos
recuerdan el modo en que se formaban al principio del primer
Una neutralización del impulso (véase Hartmann, Kris y Loe-
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año los esquemas de movimiento y las conductas; suprimiendo
los movimientos fallidos y conservando los útiles, el organismo
selecciona entre los innumerables movimientos accidentales su C A P I T U L O XIII
conducta. Después de la constitución del yo, el clima afectivo per-
mitirá una experimentación análoga con los impulsos, pero en un
nivel superior.
Este mismo clima afectivo abre camino a la neutralización del Nuestros resultados y su lugar
impulso. Nos tienta una hipótesis: la neutralización sería al nivel
del impulso lo que el principio de la realidad sería al nivel en la teoría psicoanalítica
de la acción. Cuando no está neutralizado, el impulso acaba en
destrucción, ya sea del objeto o del sujeto. Neutralizado, se man-
tiene en suspenso para ser utilizado cuando lo permita una oportu-
nidad más favorable, una razón más adecuada para alcanzar el fin. H E M O S empezado nuestro estudio por la ex-
La neutralización del impulso representaría también, pues, de esta posición fenomenológica y teórica del desarrollo de las relaciones
forma, una función de rodeo. objetales. A esta exposición sigue la discusión de las deformacio-
Al mismo tiempo serviría de defensa. Si aceptamos la hipótesis nes a las que puede hallarse sujeto el desarrollo de las relaciones
formulada, incluiremos también la neutralización entre los meca- objetales en el primer año. Gran parte de nuestras conclusiones
nismos de defensa familiares; la formación del principio de reali- teóricas sobre la formación normal de las relaciones objetales es
dad debería entonces considerarse como su precursor, su prototipo. debida a la luz que ha aportado la observación de los trastornos
El período de desarrollo que se extiende entre el octavo y el de tales relaciones. Era el método de elección del neurólogo, que
decimoctavo mes de vida está, pues, reservado a un progreso de llegaba a entender el funcionamiento normal por medio de la pér-
adaptación particularmente complicado. Consiste en la organiza- dida de función que se produce cuando está lesionado el cerebro.
ción de los impulsos y su dominio bajo el gobierno del yo, por Es el método aplicado por Freud a la psiquiatría y del que surgie-
medio de las relaciones objetales. Por esta razón el período entre ron en gran parte sus descubrimientos sobre el funcionamiento
el octavo y el decimoctavo mes de vida es el más crítico y vulne- del psiquismo normal, particularmente del yo, a partir de sus
rable desde el punto de vista de la pérdida del objeto. observaciones sobre los casos patológicos.
Por otro lado, no se acaba aquí el paralelo con el método psico-
analítico. A causa de la naturaleza misma del sujeto de nuestra
observación, es decir, el lactante, hemos debido reemplazar la ex-
ploración profunda del psicoanálisis por la observación directa del
niño. Este método nos proporciona los hitos que orientan el primer
año. Además, el estudio de los trastornos afectivos reveló algunos
aspectos particulares en el desarrollo de las relaciones objetales.
Con ayuda de estos aspectos pudimos situar nuestros hitos en la
red de corrientes del desarrollo de los instintos. Se ha hecho tam-
bién un cuadro de la función de estos desde el punto de vista de
la maduración, de la estructuración de la personalidad y de su
interacción con la realidad ambiente.
A) En el momento del nacimiento, estos hitos a que nos refe-
rimos son, ante todo:

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4. El papel de las relaciones entre madre e hijo en la dife-
1. El bagaje congénito.
2. La barrera protectora contra los estímulos, renciación del soma y la psique.
3. La impotencia del recién nacido. 5. Los estadios sucesivos que marcan el desarrollo de las rela-
4. La carencia de organización psíquica al nacer. ciones objetales, es decir, el del objeto precursor y el del objeto
Estos primeros datos se basan en que todo organismo infantil propiamente dicho.
está en un estado de transición y de rápido desarrollo durante 6. La existencia, naturaleza y función de los organizadores,
el primer año. Mediante la observación directa nos fue posible aña- demostradas por la incepción del yo, que se manifiesta en la son-
dir a ellos una segunda serie de factores. En esto nuestro método risa recíproca, y por el establecimiento del yo y del objeto propia-
procede a la inversa del de Freud. Mientras este, y con él la tera- mente dicho, expuesto por la angustia de los ocho meses.
pia psicoanalista, utiliza el método reconstructivo, nuestro empleo 7. El papel de la frustración de los instintos para el desarrollo
de la observación directa se lleva a cabo por el sistema llamado de la función de rodeo (principio de la realidad).
longitudinal. No es idéntico, sin embargo, al del psicólogo expe- 8. El hecho de que un desarrollo puede demostrarse no solo
rimental. Este, a fin de estudiar a la infancia, se limita a la obser- en lo físico, en la percepción, en la inteligencia y en los diversos
vación de los fenómenos discretos puestos de manifiesto en el dominios, sino que también puede ser observado en el estableci-
comportamiento de cierto número, estadísticamente significativo, miento del yo y de sus funciones, en la diferenciación progresiva
de niños. Resulta un inventario del comportamiento infantil. Las de los instintos, en la complejidad creciente de las relaciones objetales y en la trans
escuelas psicológicas más modernas establecen series cronológicas en estas relaciones.
en el desarrollo de este comportamiento.
9. La observación de que el desarrollo afectivo precede a
Por el contrario, para el psicoanalista es axioma fundamental
que los fenómenos observables son solo las manifestaciones de cualquier otro y obra como explorador.
procesos y estructuras subyacentes. Por ello, los fenómenos obser- La aparición del primer organizador separa el funcionamiento
vados por el psicólogo experimental representan entidades estáti- biológico, gobernado por la satisfacción de las necesidades, del
cas y antihistóricas, mientras que, para nosotros, los mismos funcionamiento psicológico, progresivamente subordinado al prin-
fenómenos forman un solo aspecto de un proceso dinámico cuya cipio de la realidad. Esta progresión se efectúa merced a una
génesis seguimos. Se desprende de ello que el psicólogo experi- serie de intercambios circulares en el marco de la diada, cuya
mental define estímulos y respuestas en función del tiempo y del complejidad va en aumento; es decir, mediante una relación cada
espacio, mientras que nosotros los consideramos en el sentido de vez más social.
su historia y de las fuerzas que participan, de su papel presente C) El punto culminante de estos intercambios, acciones e in-
y de su destino futuro. teracciones mutuas será la aparición del segundo organizador,
B) La segunda serie comprende factores que han de ocurrir manifestado por el fenómeno de la angustia de los ocho meses.
en las semanas siguientes: Señalará este:
1. El estadio de no diferenciación, durante el cual el psiquis- a) la reunión de los elementos nucleares del yo en una orga-
mo no puede ser distinguido del soma, la percepción no está diri- nización dirigente única;
gida hacia el medio y la satisfacción de necesidades gobierna el b) la transformación del objeto precursor (que también con-
funcionamiento del niño. siste en la percepción discreta) en auténtico objeto de la libido;
2. La diferenciación progresiva de la somato-psique en un c) la metamorfosis de las relaciones preobjetales en auténti-
componente psíquico y otro somático. cas relaciones objetales merced a la función del impulso agresivo
3. La diada, relación de dos, impuesta por la impotencia del y el libidinal y la capacidad de dirigir los impulsos fundidos sobre
recién nacido. la persona del verdadero objeto de la libido.
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Podemos, pues, referirnos a tres hitos durante el primer año de Para la niña, en el período edipiano, esta persona se transformará
vida, que son: el período de incapacidad después del nacimiento; en la del padre, y en el período de la pubertad, en un joven.
el primer organizador, hacia el tercer mes, y el segundo organiza- Por otra parte, el hecho de haber podido demostrar la existen-
dor, hacia el octavo. La introducción del concepto de estos orga- cia de estos organizadores para el primer año de vida refuerza
nizadores y de su función añade una dimensión al concepto de las nuestro concepto de la función privilegiada de los organizadores
series genéticas. En sí mismas, las series genéticas de las diversas ulteriores descritos por Freud: nos referimos al complejo de
funciones, los impulsos, los instintos y el comportamiento, repre- Edipo, a la pubertad y a la menopausia.
sentan corrientes discretas, series jerárquicas de las entidades que
se desarrollan en forma cronológica. Podría concebirse que tales co-
rrientes siguieran funcionando discretamente, como ocurre, p. ej.,
en el caso de un sifonóforo, a modo de un estado federal, si el
ser humano no fuese una totalidad. Los organizadores son los en-
cargados de juntar en un haz estas corrientes discretas y, por
ello, modificar la esencia misma del funcionamiento del lactan-
te a lo largo de los tres períodos descritos. La confluencia de
las múltiples corrientes de la maduración, del desarrollo de las
relaciones objetales y de los instintos en los puntos cruciales
de los organizadores nos explica la formación de entidades com-
pletamente nuevas que gobernarán la metamorfosis de la perso-
nalidad y que la conducirán a un nivel superior, hasta entonces
inexistente, organizado de manera distinta al precedente.
Esta organización diferente mantiene un nivel más elevado que
la anterior; se manifiesta después del segundo organizador de un
modo impresionante por el nacimiento de las múltiples capacida-
des nuevas que hemos descrito en el capítulo VI.
Estos resultados presentan el argumento quizá más conclu-
yente para la aplicación del punto de vista genético. El estableci-
miento de las confluencias en los puntos cruciales de los organi-
zadores aclara el hecho de que no haya concordancia directa y
mecánica entre los fenómenos de la vida adulta y los que la prece;
den en la infancia. Se trata más bien de una correspondencia
histórica, en el transcurso de la cual un fenómeno ya existente
en un nivel inferior dado puede ser traducido en otro de natura-
leza totalmente distinta en un nivel más elevado, debido a la
transformación funcional impuesta por la aparición del organiza-
dor que separa el nivel inferior del superior. He aquí un ejemplo
hipotético obtenido de la evolución del objeto libidinal: el objeto
parcial que es al principio el seno de la madre se transformará en
la persona completa de esta después del segundo organizador.

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