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DUALISMO ANTROPOLÓGICO

TEORÍA FILOSÓFICA PARA LA CUAL EL HOMBRE CONSTA DE DOS PRINCIPIOS

RADICALMENTE DISTINTOS, EL CUERPO Y EL ALMA.

Esta teoría no es exclusiva de la filosofía cartesiana pues se encuentra con mayor o menor
claridad en toda la filosofía anterior. Lo peculiar del enfoque cartesiano es que llega a ella a
partir del ejercicio de la duda metódica y que la expresa con absoluta radicalidad: el cuerpo
y la mente son substancias totalmente distintas, con características, procesos y modelos
explicativos distintos.

En la “Sexta Meditación”, Descartes nos presenta el argumento utilizado para postular la


radical diferencia entre el cuerpo y el alma:

 aquello que podemos concebir con claridad y distinción como correspondiendo a una
cosa le pertenece realmente, aquello que no se presenta con claridad y distinción no
le pertenece realmente;

 tengo claridad y distinción de que nada pertenece a mi esencia excepto que soy una
cosa pensante e inextensa;

 tengo una idea clara y distinta del cuerpo como una cosa extensa y no-pensante;

 conclusión: mi alma es absolutamente distinta de mi cuerpo y puede existir sin él.

Descartes parece identificar nuestro yo con nuestra mente, y no con el compuesto mente-
cuerpo. Pero también indica que la relación que mantiene nuestra alma o mente con nuestro
propio cuerpo es una relación peculiar, distinta a la que mantiene con el resto de los cuerpos.
Nos dice que no podemos entender esta relación como la que existe entre un piloto y su nave.
La nave es algo exterior al piloto por lo que el conocimiento de lo que ocurre en el barco lo
tiene el piloto como lo tiene del resto de cosas físicas. Sin embargo nosotros no
experimentamos nuestro cuerpo de la misma manera pues las modificaciones que éste sufre
las sentimos “desde dentro”. Descartes habla de dos tipos de sensaciones, las externas y las
internas. Mediante las primeras captamos los otros cuerpos (y el nuestro cuando nos vemos
o nos oímos) mediante las internas lo captamos “desde dentro”. Por eso nos dice que el alma
se extiende a lo largo de todo el cuerpo, aunque exista también un lugar privilegiado en donde
parece concentrarse y en donde propiamente conecta el alma y el cuerpo: el cerebro y
particularmente la glándula pineal. Descartes admite que el alma y el cuerpo se relacionan
causalmente (cambios en el cuerpo producen cambios en el alma, cambios en el alma
producen cambios en el cuerpo). Como consecuencia de la estrecha relación que tienen
ambas substancias en cada hombre concreto, en algunos textos se expresa de un modo un
tanto parecido a Santo Tomás: el alma y el cuerpo, nos dice en las “Respuestas a las Cuartas
Objeciones”, pueden considerarse como substancias incompletas ya que parecen relacionarse
y necesitarse mutuamente, y formar, juntas, la unidad que llamamos hombre concreto.

DUALISMO ONTOLÓGICO

TESIS FILOSÓFICA SEGÚN LA CUAL LA REALIDAD CONSTA DE DOS REGIONES

RADICALMENTE DISTINTAS. EN EL CASO DE LA FILOSOFÍA CARTESIANA ESTAS DOS

REGIONES SON LA DE LO ESPIRITUAL Y LA DE LO MATERIAL. EN LO ESPIRITUAL,

DESCARTES DISTINGUE TAMBIÉN LAS SUBSTANCIAS CREADAS O MENTES HUMANAS DE LA


SUBSTANCIA INCREADA O DIOS.

Este dualismo es en cierto modo más extremo que el de la tradición escolástica pues ésta
aceptaba que las criaturas físicas participaban del mundo de lo espiritual, por ejemplo al
considerar que las plantas y las animales también gozaban de actividades vitales, aunque
elementales, y por lo tanto de un alma o principio no reductible a términos materiales. Sin
embargo Descartes considera que fuera de las mentes no hay nada que sea capaz de
actividades psíquicas, ni siquiera en el mundo animal. La vida para él no es una consecuencia
de un principio espiritual y se puede explicar en términos puramente materiales y mecánicos.

Para Descartes lo espiritual no se relaciona con la vida sino con el pensamiento y la


consciencia. Los cuerpos son radicalmente distintos de las mentes o almas pues
son substancias realmente distintas, con atributos y propiedades (modos)
necesariamente distintos. Los cuerpos son pura extensión, correspondiéndoles por ello las
propiedades como el movimiento, la figura, el peso y el color. Las mentes son pensamiento,
correspondiéndoles la consciencia y las modificaciones de ésta, como los sentimientos, los
deseos, los actos de voluntad, las emociones y los recuerdos. En este sentido, Descartes
podría indicar que los pensamientos no pesan ni ocupan un lugar ni tienen color, puesto que
sólo a lo corpóreo le corresponden estas propiedades. A su vez, los cuerpos no pueden tener
emociones, ni pensamientos, ni recuerdos, ya que estas propiedades son propiedades del
alma. Una conclusión llamativa de este punto de vista es que los cerebros, propiamente, no
piensan, ni en ellos se guardan los recuerdos, ya que sólo el alma –algo inmaterial– es el
sujeto de pensamientos y recuerdos.
Otra consecuencia de este punto de vista es que nuestras explicaciones del mundo físico
no pueden ser del mismo tipo que nuestras explicaciones de la realidad mental. Los cuerpos se
pueden explicar en términos mecanicistas, sin apelar a causas finales, ni a la libertad, y
empleando la matemática. Las almas no se pueden explicar en dichos
términos, pues necesitamos referirnos a las causas finales y a la libertad. En términos actuales
diríamos que de la conducta que depende del alma sólo caben explicaciones mentalistas y de
la conducta que depende de los meros cuerpos explicaciones materialistas y reduccionistas.

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