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A C U E R D O

En la ciudad de La Plata, a 16 de septiembre

de 2009, habiéndose establecido, de conformidad con lo

dispuesto en el Acuerdo 2078, que deberá observarse el

siguiente orden de votación: doctores Genoud, Soria,

Pettigiani, de Lázzari, Kogan, se reúnen los señores jueces

de la Suprema Corte de Justicia en acuerdo ordinario para

pronunciar sentencia definitiva en la causa C. 94.338,

"Danna Automotores S.R.L. contra Consar S.A. y otro.

Rescisión de contrato y daños y perjuicios".

A N T E C E D E N T E S

La Sala I de la Cámara de Apelación en lo

Civil y Comercial del Departamento Judicial San Martín

revocó el fallo de primera instancia y, en consecuencia,

rechazó la demanda entablada.

Se interpuso, por la parte actora, recurso

extraordinario de inaplicabilidad de ley.

Dictada la providencia de autos y

encontrándose la causa en estado de pronunciar sentencia,

la Suprema Corte resolvió plantear y votar la siguiente

C U E S T I O N

¿Es fundado el recurso extraordinario de

inaplicabilidad de ley?

V O T A C I O N

A la cuestión planteada, el señor Juez


doctor Genoud dijo:

1. La Cámara entendió que las falencias

comerciales de Consar S.A. comprometen a CIADEA S.A. (por

su obligación de control y vigilancia sobre el comerciante

elegido) y en lo que interesa específicamente para el

recurso traído concluyó que más allá de la rebeldía y

confesión ficta, no existen en autos elementos que permitan

dar por acreditada la convención base de la pretensión

traída; por ello, rechazó la demanda interpuesta respecto

de "Consar S.A." y por tanto con atinencia a "Ciadea S.A.".

2. Contra dicho pronunciamiento se alzó la

parte actora por vía del recurso extraordinario de

inaplicabilidad de ley, en el que denunció absurdo en la

valoración de la prueba e infracción a los arts. 384, 354

inc. 1, 386 del Código Procesal Civil y Comercial; 90 inc.

3 del Código Civil y 11 de la ley 19.550.

3. El recurso debe prosperar con el alcance

que dejo señalado:

Los antecedentes de autos son los

siguientes:

a) El actor demandó a Consar S.A.

(concesionaria oficial de vehículos Renault) y a CIADEA

S.A. (continuadora de Renault Argentina S.A.; fs. 57/72).

b) CIADEA S.A. contestó demanda y opuso la

excepción de falta de legitimación pasiva (fs. 116/123).


c) La codemandada CONSAR S.A. fue declarada

rebelde (fs. 203).

d) El juez de primera instancia rechazó la

excepción de falta de legitimación pasiva opuesta por

CIADEA S.A. e hizo lugar a la demanda contra ambos

codemandados (fs. 366/371).

e) La sentencia es apelada por la actora

(fs. 434/435) y por CIADEA S.A. (fs. 436/443).

f) La Cámara a quo dictó la sentencia en

examen, revocando el fallo de primera instancia.

4. Sostiene la alzada, en el fallo que ahora

se recurre, que "En autos toda la estructura probatoria de

la accionante se asienta en los efectos de la declaración

de rebeldía y la confesión ficta (arts. 60 y 415 del

C.P.C.C.)", en tanto reconoce que tales efectos "deben

encontrar apoyatura en los medios de prueba, los cuales se

encuentran huérfanos de producción en el presente a los

fines procurados, como la autenticidad de la documentación.

Único título por el cual se reclama y que ha sido negado en

su validez por la coaccionada quien la desconociera, no

tratándose, por otra parte, de un hecho propio, sino

eventualmente, de la concesionaria" (fs. 455).

De lo cual se agravia la recurrente,

sosteniendo que se ha producido un error de juicio en el

decisorio del tribunal que ha llevado a que tengamos una


sentencia de segunda instancia que carece de legalidad,

atento haberse producido errores in iudicando, al aplicarse

en forma errónea las normas procesales que rigen la

interpretación de las pruebas.

5. Así las cosas, vista la posición que

asume el recurrente atacando la interpretación efectuada

por la alzada sobre las normas procesales que regulan la

materia probatoria, vale recordar que tiene dicho esta

Corte que "sobre el tópico relacionado con la valoración de

las probanzas los jueces de grado tienen amplias facultades

en la faena jurisdiccional de valorar los medios de prueba

producidos y adquiridos para el proceso, a fin de

establecer las circunstancias particulares del caso que

faciliten al juzgador la valoración de las normas jurídicas

aplicables. Sólo excepcionalmente tal principio cede cuando

se demuestra la existencia de un absurdo material o formal"

(Ac. 81.595, sent. del 17-XII-2003; entre otras).

En el caso, sabido lo expuesto, entiendo que

logra acreditar el recurrente la existencia de tal vicio

invalidante que permite reabrir la etapa de juzgamiento en

esta instancia extraordinaria, evidenciando la justicia de

su reclamo como dato incontestable que comienza a

advertirse, precisamente, a partir de otra circunstancia

que en modo alguno puede soslayarse: la rebeldía de la

concesionaria codemandada.
Si admitimos también que la justicia no

puede estar al servicio de ficciones y por tanto es

necesario en cada caso que el magistrado esté convencido de

la verdad de los hechos en que se funda la demanda,

independientemente del silencio o rebeldía del demandado

(Eisner Isidoro, "La Ley", 1979-C, 267), es lo cierto

también que las conclusiones a las que se arribe no pueden

prescindir íntegramente de tal estado de rebeldía y sus

efectos procesales. Considero que media en el resolutorio

en crisis tal defecto, pues las pruebas arrimadas por el

actor ratifican o robustecen las presunciones que se

desprenden de la incontestación de la demanda.

Para el camino que propongo seguir,

recordamos que toda pretensión en justicia supone la

afirmación de un derecho para cuya realización es menester

alegar y probar los hechos que lo sustentan. Cuando los

hechos alegados no son admitidos por el adversario, ni son

notorios o favorecidos por una presunción de la ley que los

tenga por ciertos bajo determinados supuestos, entonces

será necesario probarlos de modo que el juzgador alcance

suficiente convencimiento sobre la exactitud de los mismos

o de las afirmaciones que los contienen. La carga de la

prueba es el imperativo que pesa sobre uno de los

litigantes de "suministrar la prueba de un hecho

controvertido, mediante su propia actividad, si quiere


evitar la pérdida del proceso" (Rosenberg, Leo, "La carga

de la prueba", p. 15, Ed. E.J.E.A., Buenos Aires, 1956).

La carga referida, tiene una doble función:

por un lado es apta para estimular la actividad de las

partes en el sentido de producir las probanzas de los

hechos que les interesa fijar, bajo peligro de que no se

tengan por ciertos y caer en la contienda; por otro, vale

para orientar al juez en cuanto a la decisión que debe

adoptar en orden a los hechos desconocidos -no acreditados-

ya que en caso de duda deberá tener por inexistentes a

aquéllos cuya prueba debía serle dada en el proceso; salvo

que la propia ley disponga lo contrario, como ocurre

precisamente con el art. 60 del Cód. Procesal Civil y

Comercial de la Provincia de Buenos Aires, que ordena: "En

caso de duda, la rebeldía declarada y firme constituirá

presunción de verdad de los hechos lícitos, afirmados por

quien obtuvo la declaración" (Eisner Isidoro, ob. citada).

6. Al evaluar la cuestión traída, varios

principios convergen dando razón a la queja del recurrente

en cuanto a la violación de las normas que precisa.

Así, en primer lugar, mediando la rebeldía

de la concesionaria codemandada, con la cual supuestamente

la actora hubo de mantener la relación comercial que opera

a modo de causa fuente de los pretensos daños por los que

reclama, la recepción de las misivas a aquélla dirigidas,


así como su contenido, resulta materia incontrovertida que

adquiere plena autenticidad. Ello por cuanto, aplicando

principios extraídos de casos análogos, puede afirmarse que

"Frente al silencio de la demandada corresponde tener por

acreditada la recepción de los telegramas dirigidos a ella

y la autenticidad de los documentos que se le atribuyen

acompañados en el escrito de demanda" (L. 40.364, sent. del

29-XI-1988). Por otra parte, se deja advertir a partir del

citado fallo de esta Corte, el segundo principio que viene

a reforzar la posición asumida en su queja por el actor, en

el sentido que la rebeldía de la demandada torna operativas

las previsiones de los arts. 60 y 354 inc. 1 del Código

Procesal Civil y Comercial, en cuanto prescribe este último

(por remisión del primero) que los documentos acompañados

en la demanda se tendrán por reconocidos o recibidos, según

el caso. En la dicha evaluación yerra el tribunal a quo,

incurriendo en absurda valoración de la prueba.

Es así: los arts. 60 y 354 inc. 1) del

Código Procesal Civil y Comercial habilitan a dar por

auténticas las piezas intimatorias remitidas por el actor a

la concesionaria demandada. Así también lo son las

remitidas y recibidas por la codemandada Ciadea S.A., pues

así expresamente lo reconoce la tal demandada a fs. 118.

Esta circunstancia no fue interpretada por la alzada

conforme debía serlo.


Por ello, el incumplimiento de la carga de

comparecer en el proceso contradictorio concreto, es decir,

el no hacerse parte en esta litis, tornan operativas las

mandas de las normas referidas.

Así, la falta de contestación a la demanda

implica, necesariamente, tener por reconocidos los

documentos de los cuales se corrió traslado, por cuanto, en

tal hipótesis, la omisión del que tiene la carga de

responder impide probar en contra de la autenticidad de los

documentos presentados con la demanda, los cuales quedan

fictamente reconocidos. Valga la aclaración de que, si bien

el silencio autoriza a tener por auténtica la documentación

presentada, el juzgador al sentenciar debe hacer una

evaluación crítica a fin de determinar su verdadero valor

probatorio (Novellino-González, “El silencio y sus efectos

en los procesos judiciales”, Ed. Rubinzal-Culzoni, p. 65).

Y, por otra parte, el silencio de una de las partes frente

a las afirmaciones fácticas de la otra adquiere un valor

peculiar ... cuya consecuencia es que dicha conducta

omisiva genera efectos de naturaleza instructoria, que

deben ser evaluados por el juez al sentenciar de acuerdo a

las reglas de la sana crítica o sana lógica y según las

particularidades de cada caso (Novellino,..., p. 47, ob.

cit.).

De este modo, a más de tenerse por


reconocidas las piezas que remitiera el actor a la

concesionaria demandada (rebelde), ha de tenerse por

reconocida también la pieza agregada a fs. 6, dirigida por

ésta última contra aquélla a modo de contestación ante la

intimación cursada.

Y es precisamente en dicha carta documento

que comienza a advertirse sobre la relación comercial

habida entre las partes, pues en ella la concesionaria hoy

rebelde afirma que "... los automotores no fueron

entregados hasta el momento por razones de fuerza mayor que

impedían cumplimentar lo requerido ... serán entregados a

la mayor brevedad posible". Datos auténticos a partir de

los cuales puede válidamente concluirse que, si "razones de

fuerza mayor" impedían la inmediata entrega de los

automotores comprometidos, se sabe que previamente había

mediado -a su vez- efectiva entrega de dinero por parte de

la hoy actora a modo de seña o garantía del negocio, modo

operativo que deja traslucirse a partir de las piezas

agregadas a fs. 16/22 que, al no haber sido desconocidas

por la persona a quienes las mismas se atribuyen, gozan de

autenticidad plena a los efectos probatorios.

Y es que bien se señala que "Partimos de la

base de que todo el que es citado a juicio tiene la

obligación (rectius carga) de comparecer y que todo el que

es intimado a hacer una manifestación debe hacerla; si


rehúsa prestar acatamiento y se coloca en rebeldía debe

cargar con las consecuencias. No entendemos por ello que el

contumaz sea un infractor o un inobediente al mandato

judicial, pero sí pensamos que la incomparecencia o el

silencio tienen un sentido, un significado en el proceso. Y

ese significado no puede ser otro que el reconocimiento de

la verdad de los hechos invocados en la demanda, porque

nadie que se considere molestado por una demanda injusta o

fundada en hechos falsos, permanece inerte o sin

defenderse; pero como de todas maneras el reconocimiento no

es expreso, el artículo sólo crea la presunción, que el

juez, en cada caso, debe apreciar según las circunstancias

(Morello-Sosa-Berizonce; Códigos..., t.II-B, p. 8)".

Aunque, dable es reconocerlo, "El contenido de la demanda y

de los documentos en que el actor funda su derecho importa

para el demandado una interrogación sobre su existencia,

alcance, significado, verdad y autenticidad, y el silencio

del accionado debe estimarse como una manifestación de

voluntad conforme a la interrogación ... El magistrado,

evaluando la conducta de las partes y las constancias del

proceso, dispondrá la apertura a prueba sin que la

situación de rebeldía equivalga a la admisión de los hechos

pertinentes y lícitos, pues sólo en caso de duda esa

declaración le servirá como ‘presunción de verdad'"

(Augusto M. Morello, “La eficacia del proceso”, ed.


Hammmurabi, p. 340, 350).

Concluyendo: la documental que se atribuyera

a la demandada rebelde goza de plena autenticidad; de tal

dato puede válidamente colegirse, por un lado, la relación

comercial habida; por el otro, el incumplimiento de aquella

del compromiso de entrega asumido. Todo lo cual da efectivo

andamiaje al reclamo deducido en autos.

7. Lo expuesto a modo de conclusión habrá de

concebirse como respuesta válida para la relación habida

entre la actora y la codemandada Consar S.A., a quien se le

han de oponer los efectos propios de la incontestación de

la demanda, su estado de rebeldía, el reconocimiento

(ficto) de la documental que se le atribuye y la recepción

de las cartas y telegramas a ella dirigidos cuyas copias

han sido acompañadas.

Pero tratándose en el caso de un

litisconsorcio (pasivo) facultativo, habrá que evaluar si

la decisión que se adopta en torno a la actuación comercial

de la demandada Consar S.A. puede ser extendida como

solución a la conducta que, a la vez, se le imputa a la

codemandada Ciadea S.A., no debiendo perderse de vista para

ello que las causas o títulos sobre los que se asienta la

supuesta responsabilidad de cada sociedad demandada son

distintos; la una como concesionaria; la otra como

fabricante (fs. 61/67 vta.).


Sabido es que en este tipo de litisconsorcio

facultativo no existe litigio único, ni comunidad de suerte

entre los distintos litigantes. A punto tal que la

sentencia única que se dicta no los ha de afectar

necesariamente de la misma manera, pudiendo decirse que

ella contendrá tantos pronunciamientos como pretensiones

existan en el proceso así formado. Pronunciamientos que

podrán ser favorables a un litisconsorte y desfavorables a

otros. Dicho de otro modo, en el litisconsorcio facultativo

hay tantos procesos como litisconsortes hayan pleiteado en

la causa. En realidad, dentro de la unidad del proceso hay

tantos objetos procesales, tantas pretensiones y

oposiciones como litisconsortes se enfrentan en él. Bien

podemos decir que dentro del continente de un proceso único

cada litisconsorte tiene su propia litis (Ac. 80.096, sent.

del 1-III-2004).

En el litisconsorcio voluntario la sentencia

contendrá tantos pronunciamientos como partes integrantes

del litisconsorcio; en consecuencia no hay comunidad de

suerte entre las partes, y, por ello, puede hacerse lugar a

la demanda de un coactor y rechazarse la de otro u otros;

condenarse a un demandado y liberarse a otro, por ejemplo

(Arazi, Roland, Doctrina, “Litisconsorcio e intervención de

terceros”, "La Ley", 1988-E, 1120-L.L.P., 1989, 311).

En el caso la pretensión resarcitoria posee


fundamentos diferentes respecto de cada codemandado, y el

accionante pudo demandar a cualquiera de ellos o a ambos

conjuntamente.

Lo que sí es seguro es que los efectos de la

rebeldía del codemandado Consar S.A., que supone el

reconocimiento de la documental acompañada que se le

atribuye, las cartas documentos o intimaciones que le

fueran dirigidas, sólo en contra de ella juegan, pues los

efectos de tal estado contumaz no le pueden ser oponibles a

la codemandada Ciadea S.A. que, al comparecer en autos,

desconoció expresamente la autenticidad de toda la

documentación que no le fuera directamente remitida a ella

o que ella haya remitido (fs. 117 vta.).

La sola negativa que introduce resta

eficacia probatoria, a su respecto, a toda la documentación

cuyo reconocimiento ficto ha llevado -según lo propongo- a

condenar a la codemandada Consar S.A. Por lo que la

demanda, respecto de Ciadea S.A. no ha de tener favorable

acogida.

9. Por todo ello, si lo que dejo expuesto es

compartido, corresponde en esta instancia revocar el fallo

recurrido, haciendo lugar a la demanda promovida y

condenando, en consecuencia, a Consar S.A. al pago de las

sumas que en autos se determinen. Para lo cual deberá la

alzada avocarse al tratamiento de los agravios que la


propia actora introduce en su pieza de fs. 434 (arts. 60,

354 1°, 384 y 289 del C.P.C.C.).

Con el señalado alcance, voto por la

afirmativa.

A la cuestión planteada, el señor Juez

doctor Soria dijo:

1. Disiento con la opinión expuesta en el

voto que antecede.

2. Cierto es que la falta de cumplimiento de

la carga impuesta por el art. 354 inc. 1 del Código

Procesal Civil y Comercial trae aparejado el reconocimiento

de los documentos acompañados por el actor que se atribuyan

al demandado y la recepción de las cartas y telegramas a él

dirigidos cuyas copias se adjunten al escrito inicial.

Sobre tal base la parte actora pretende se

juzgue por demostrada la relación contractual habida entre

las partes. Concretamente, sostiene que de los documentos

atribuidos a la codemandada Consar S.A. y misivas dirigidas

a dicha sociedad surge la celebración de los contratos de

compraventa de automotores que dan fundamento a su reclamo.

Empero, tal tesis soslaya indebidamente la

actuación plural de partes que exhibe el sub examine. En

efecto, la pretensión resarcitoria de autos ha sido

dirigida tanto contra la nombraba sociedad como contra

Ciadea S.A., dando lugar a un litisconsorcio pasivo


facultativo.

La autonomía de quienes intervienen en el

proceso litisconsorcial en virtud de la cual -por regla-

los actos de uno no aprovechan ni perjudican a los demás,

encuentra su excepción en lo que respecta a los hechos

comunes que deben ser examinados respecto de todos los

litisconsortes, ya que no es posible que el convencimiento

judicial acerca de la verdad de un hecho común se produzca

sólo con respecto a uno o a alguno de los litisconsortes

(v. Palacio, Lino Enrique, “Derecho Procesal Civil”, tomo

III, Edit. Abeledo Perrot, Bs. As., 2004, p. 224). De ahí,

entonces, que las alegaciones y negativas formuladas por

uno de los codemandados juegan e inciden con relación a los

restantes litisconsortes (C.N.Com., Sala C, sent. de

22-V-1987, D.J., 1988-1-737. V. Falcón, Enrique M.,

“Tratado de Derecho Procesal Civil y Comercial”, Edit.

Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 2006, t. 1, p. 319/320).

En el sub lite, el impugnante arguye que

operado el reconocimiento de los documentos atribuidos a la

codemandada rebelde Consar S.A. por imperio de lo normado

por el art. 354 inc. 1 del Código Civil, cabe tener por

probada la relación contractual que lo vinculara con la

nombrada sociedad. Sin embargo, reitero, olvida el quejoso

que la codemandada Ciadea S.A. desconoció la totalidad de

la documentación acompañada por su parte y los hechos


afirmados en su escrito inicial.

Frente a ello, siendo que en la especie la

prueba de la relación contractual importa el hecho común en

el que se sustenta la demanda dirigida contra ambos

accionados, la negativa de uno de los litisconsortes hace

persistir la carga de la actora de acreditar su existencia

(art. 375 del C.P.C.C.). Lo expuesto no significa, claro

está, que aquel reconocimiento carezca de todo valor, pero

no tratándose de un hecho individual, su valoración debe

ser hecha en conjunto y sólo puede tener el alcance de una

presunción.

3. De otra parte, sabido es que la confesión

ficta crea una situación desfavorable al absolvente (art.

415 del C.P.C.C.). Mas, como ha señalado esta Corte, tal

medio probatorio debe ser apreciado en su correlación con

el resto de las pruebas, atendiendo a las circunstancias de

la causa (Ac. 78.524, sent. de 18-IX-2002; Ac. 82.273,

sent. de 24-III-2004).

Para más, en el caso de marras, se advierte

que la confesión ficta invocada por la actora, lo es de uno

solo de los accionados, a saber Consar S.A. Tal confesión

del litisconsorte mal puede afectar a la otra demandada

-quien no reconoció, ni expresa ni tácitamente, las

circunstancias contenidas en las posiciones puestas por el

actor al absolvente- (conf. mi voto en Ac. 91.330,


"Silvestrini", sent. de 19-VII-2006), siendo que los

efectos de la confesión ficta de uno de los demandados no

se proyectan sin más a los restantes litisconsortes (v.

Arazi, Roland, “Derecho Procesal Civil y Comercial”, Edit.

Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 2004, t. 1, p. 428; Palacio,

ob. cit., p. 224).

4. Las circunstancias apuntadas, aunque

tibiamente, fueron advertidas por el tribunal a quo. En

efecto, al momento de examinar si la parte actora logró

demostrar la existencia del crédito a su favor derivado del

incumplimiento imputado a la codemandada Consar S.A. tuvo

presente que la autenticidad de la documentación y relación

contractual que daría fundamento a la pretensión actoral

había sido negada por la codemandada Ciadea S.A. (v. fs.

455 vta.).

A ello añadió que de la totalidad de las

cartas misivas acompañadas, sólo una provendría de Consar

S.A. (esto es, la de fs. 6), la cual refiere un contrato

relativo a un automóvil ya entregado y otras operaciones

respecto de las que no se consigna la existencia de pagos

(v. fs. 455 vta.).

Para más, reparó en que la prueba pericial

contable no arrojaba elementos de convicción, no sólo en

razón de la imposibilidad de peritar a Consar S.A. -como

esgrime el recurrente (v. fs. 464 vta.)-, sino por cuanto


el perito tampoco pudo cotejar los libros contables de la

accionante quien alegó que le habían sido sustraídos (v.

fs. 455 vta.).

En razón de ello, concluyó que más allá de

la rebeldía y confesión ficta no existían en autos

elementos que permitan receptar la pretensión articulada en

estos autos. Destacó, en este sentido, que la omisión de

contestar la demanda si bien constituye una presunción

favorable a los derechos de quien obtuvo esa declaración,

no autorizan una condena fundada con esa sola base; en

tanto la confesión ficta sólo opera como presunción iuris

tantum que se torna eficaz cuando otros elementos la

corroboren (v. fs. 456).

5. Pues bien, tal quehacer valorativo del

tribunal de la instancia lejos está de revelar el grave

desvío que le endilga el quejoso. Las conclusiones a las

que arribara la Cámara, luego de examinar las pruebas

aportadas, aunque tachadas de absurdas, no han recibido un

reproche que demuestre error palmario y fundamental en la

apreciación del inferior que lo condujera a conclusiones

incongruentes o contradictorias con las constancias de la

causa.

Vale recordar aquí que si bien la doctrina

del absurdo admite una revisión en casación de las

circunstancias fácticas del caso, a ella sólo puede


acudirse en situaciones que bien pueden calificarse de

extremas, que el interesado debe poner de resalto (conf.

causa L. 87.438, sent. de 19-IX-2007). De ahí que no

cualquier disentimiento autoriza a tener por acreditado el

absurdo, ni tampoco puede la Suprema Corte sustituir con su

propio criterio al de los jueces de mérito. Es que este

vicio invalidante no queda configurado aún cuando el

criterio del sentenciante pueda ser calificado de

objetable, discutible o poco convincente, ya que se

requiere algo más: el error grave, grosero y manifiesto que

conduzca a conclusiones claramente insostenibles o

inconciliables con las constancias de la causa (conf. causa

C. 96.025, sent. de 19-IX-2007; Ac. 83.748, sent. de

1-III-2006; Ac. 93.619, sent. de 24-V-2006; Ac. 89.701,

sent. de 8-VI-2005).

6. Por las razones expuestas, que estimo

suficientes a los fines del rechazo del recurso

extraordinario de inaplicabilidad de ley articulado por la

parte actora, voto por la negativa. Con costas al

recurrente vencido (arts. 68 y 289 del C.P.C.C.).

A la cuestión planteada, el señor Juez

doctor Pettigiani dijo:

Nos encontramos en el sub discussio ante una

cuestión de hecho y prueba, consistente en determinar si la

empresa actora logró acreditar los presupuestos fácticos


para que sea receptada la demanda intentada.

Sobre el tópico relacionado con la

valoración de las probanzas tiene dicho esta Corte que los

jueces de grado tienen amplias facultades en la faena

jurisdiccional de valorar los medios de prueba producidos y

adquiridos para el proceso, a fin de establecer las

circunstancias particulares del caso que faciliten al

juzgador la valoración de las normas jurídicas aplicables.

Sólo excepcionalmente tal principio cede cuando se

demuestra la existencia de un absurdo material o formal

(conf. Ac. 81.595, sent. del 17-XII-2003, entre muchos

otros).

Considero que el recurrente no logra, a lo

largo de su discurso, demostrar la configuración del

absurdo que denuncia en el decisorio criticado (conf. art.

279, C.P.C.C.).

En efecto, la conclusión de la alzada sobre

la carencia de acreditación de la existencia de crédito a

favor de la actora e incumplimiento por la codemandada

Consar S.A. (fs. 455) no ha sido objeto de ataque idóneo en

el escrito recursivo.

Puede observarse que en la queja el

impugnante se dedica a exponer su criterio en cuanto a la

valoración de la prueba subrayando los efectos de la

confesión ficta y la rebeldía decretados en la resolución


del conflicto de autos, pero con ello no alcanzó a

desvirtuar, los fundamentos brindados por el tribunal sobre

la orfandad probatoria y su expresa declaración: "toda la

estructura probatoria de la accionante se asienta en los

efectos de la declaración de rebeldía y confesión ficta"

(arts. 60 y 415, C.P.C.C.; v. fs. 455).

Ha dicho esta Corte que discrepar con las

decisiones de la sentencia no es base idónea de agravios ni

configura absurdo que dé lugar al recurso extraordinario de

inaplicabilidad de ley, puesto que dicha anomalía queda

configurada cuando media cabal demostración de su

existencia, pues sólo el error palmario y fundamental

autoriza la apertura de la instancia extraordinaria para el

examen de cuestiones de hecho y prueba (conf. Ac. 41.465,

sent. del 1-VIII-1989 en "Acuerdos y Sentencias",

1989-II-756; Ac. 71.709, sent. del 29-II-2000), el que

-como sostuve- no encuentro acreditado en autos.

Además, el a quo no ha hecho más que aplicar

la doctrina de este Tribunal pues la confesión ficta debe

apreciarse en su correlación con el resto de las pruebas

atendiendo a las circunstancias de la causa, pues de lo

contrario se haría prevalecer la ficción sobre la realidad

y la decisión podría alejarse de la verdad material, siendo

potestad privativa de los jueces de grado ponderar sus

efectos, a cuyos fines tienen un amplio margen de


discrecionalidad (conf. Ac. 66.897, sent. del 16-II-2000).

Lo que acontece en la especie.

Y como surge de reiterados precedentes,

quien tiene la carga de probar los extremos de su demanda

es el actor (art. 375, C.P.C.) y en caso contrario,

soportar las consecuencias de omitir ese imperativo en el

propio interés (conf. Ac. 45.068, sent. del 13-VIII-1991 en

"Acuerdos y Sentencias", 1991-II-774; Ac. 73.932, sent. del

25-X-2000), lo que aprecio en síntesis que aconteció en el

presente.

Pues, en verdad, una acción no prospera por

el sólo hecho de comparecer al proceso y activarlo, sino

-en un litigio asentado en hechos- por cumplir acabadamente

con su prueba para lograr el convencimiento del juez. La

rebeldía de la contraria no lo exime de evidenciar la

justicia de su reclamo (conf. Ac. 83.124, sent. del

5-III-2003).

Concluyendo, y como ya lo adelanté, si bien

el recurrente afirma que resulta incongruente la conclusión

del fallo respecto a no tener por acreditados los extremos

fundantes de la acción, no demuestra la existencia de

absurdo, único supuesto en que esta Corte podría actuar sus

facultades extraordinarias (art. 279, C.P.C.).

6. Por todo lo dicho, no habiéndose

acreditado las infracciones legales denunciadas -art. 279


del Código Procesal Civil y Comercial- doy mi voto por la

negativa.

El señor Juez doctor de Lázzari, por los

mismos fundamentos del señor Juez doctor Soria, votó

también por la negativa.

La señora Jueza doctora Kogan, por los

mismos fundamentos del señor Juez doctor Pettigiani, votó

también por la negativa.

Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la

siguiente

S E N T E N C I A

Por lo expuesto en el acuerdo que antecede,

por mayoría, se rechaza el recurso extraordinario de

inaplicabilidad de ley interpuesto; con costas (arts. 68 y

289, C.P.C.C.).

Los depósitos previos de $ 2.500 y $ 2.166

-efectuados a fs. 460 y 494, respectivamente-, quedan

perdidos para el recurrente (art. 294, C.P.C.C.), debiendo

el tribunal dar cumplimiento a lo dispuesto por los arts. 6

y 7 de la Resolución 425/2002 (texto Resol. 870/2002).

Notifíquese y devuélvase.

LUIS ESTEBAN GENOUD


HILDA KOGAN EDUARDO JULIO PETTIGIANI

EDUARDO NESTOR DE LAZZARIDANIEL FERNANDO SORIA

CARLOS E. CAMPS

Secretario

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