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Los derechos humanos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción
alguna de raza, sexo, nacionalidad, origen étnico, lengua, religión o cualquier otra condición.
Entre los derechos humanos se incluyen el derecho a la vida y a la libertad; a no estar
sometido ni a esclavitud ni a torturas; a la libertad de opinión y de expresión; a la educación y
al trabajo, entre otros muchos. Estos derechos corresponden a todas las personas, sin
discriminación alguna.
Uno de los grandes logros de las Naciones Unidas es la creación de una normativa integral
sobre los derechos humanos: un código protegido a nivel universal e internacional al que todas
las naciones pueden adherirse y al que toda persona aspira. Las Naciones Unidas han definido
un amplio abanico de derechos aceptados internacionalmente, entre los que se encuentran
derechos de carácter civil, cultural, económico, político y social. También han establecido
mecanismos para promover y proteger estos derechos y para ayudar a los Estados a ejercer
sus responsabilidades.
Los cimientos de este cuerpo normativo se encuentran en la Carta de las Naciones Unidas y en
la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobadas por la Asamblea General en
1945 y 1948, respectivamente. Desde entonces, las Naciones Unidas han ido ampliando el
derecho de los derechos humanos para incluir normas específicas relacionadas con las
mujeres, los niños, las personas con discapacidad, las minorías y otros grupos vulnerables, que
ahora poseen derechos que los protegen frente a la discriminación que durante mucho tiempo
ha sido común dentro de numerosas sociedades.
el derecho a la protección social, a un nivel de vida adecuado y al disfrute del más alto nivel
posible de salud física y mental;
El Pacto recoge derechos como la libertad de movimiento; la igualdad ante la ley; el derecho a
un juicio justo y a la presunción de inocencia; la libertad de pensamiento, de conciencia y de
religión; la libertad de opinión y de expresión; la reunión pacífica; la libertad de asociación; la
participación en asuntos públicos y elecciones; y la protección de los derechos de las minorías.
Asimismo prohíbe la privación de la vida; la tortura, las penas o los tratos crueles o
degradantes; la esclavitud y el trabajo forzoso; la detención o prisión arbitraria; las injerencias
arbitrarias en la vida privada; la propaganda en favor de la guerra; la discriminación y la
apología del odio racial o religioso.
El Consejo de Derechos Humanos fue creado el 15 de marzo de 2006 por la Asamblea General
y se encuentra bajo la autoridad directa de esta última. Sustituyó a la Comisión de Derechos
Humanos de la ONU, que estuvo en funcionamiento durante 60 años, como órgano
intergubernamental responsable de los derechos humanos. Este Consejo está formado por 47
representantes de Estados y es el encargado de fortalecer la promoción y protección de los
derechos humanos en todo el mundo para hacer frente a situaciones de violaciones de los
derechos humanos y formular recomendaciones sobre ellos; entre lo que también se incluye la
respuesta a situaciones de emergencia en materia de derechos humanos.
El aspecto más innovador del Consejo de Derechos Humanos es el Examen Periódico Universal
(EPU). Este mecanismo único requiere el examen de la situación de los derechos humanos en
los 193 Estados miembros de las Naciones Unidas cada cuatro años. Se trata de un proceso de
cooperación dirigido por los Estados, con el auspicio del Consejo, que ofrece a cada uno de
ellos la oportunidad de declarar qué medidas han adoptado y qué retos se han planteado para
mejorar la situación de los derechos humanos en su país, así como para cumplir con sus
obligaciones a nivel internacional. El EPU está diseñado para asegurar la universalidad y la
igualdad de trato para todos los países.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos ejerce su
responsabilidad dentro de la ONU principalmente en aquellas actividades relacionadas con los
derechos humanos. Este Alto Comisionado se encarga de responder ante graves violaciones de
los derechos humanos y de adoptar medidas preventivas.
La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH)
es el punto central de las actividades de las Naciones Unidas relacionadas con los derechos
humanos. Esta actúa como secretaría del Consejo de Derechos Humanos, de los órganos de
tratados (comités expertos que supervisan el cumplimiento de los tratados) y otros órganos de
la ONU que trabajan por los derechos humanos. También lleva a cabo actividades de derechos
humanos sobre el terreno.
Los derechos humanos son un tema transversal en todas las políticas y los programas de la
ONU en los ámbitos clave sobre desarrollo, asistencia humanitaria, paz y seguridad, así como
en asuntos económicos y sociales. Por ello, prácticamente todo órgano de la ONU y organismo
especializado se ve envuelto de alguna forma en la protección de los derechos humanos.
Algunos ejemplos de ello son el derecho al desarrollo, que es la base de los Objetivos de
Desarrollo Sostenible; el derecho a la alimentación, defendido por la Organización de las
Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura ; los derechos laborales, defendidos y
protegidos por la Organización Internacional del Trabajo; la igualdad de género, proclamada
por ONU Mujeres; los derechos del niño, de los pueblos indígenas y de las personas con
discapacidad.
Los derechos humanos son aquellas «condiciones instrumentales que le permiten a la persona
su realización».1 En consecuencia subsume aquellas libertades, facultades, instituciones o
reivindicaciones relativas a bienes primarios o básicos2 que incluyen a toda persona, por el
simple hecho de su condición humana, para la garantía de una vida digna, «sin distinción
alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen
nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición».3
Desde un punto de vista más relacional, los derechos humanos se han definido como las
condiciones que permiten crear una relación integrada entre la persona y la sociedad, que
permita a los individuos ser personas jurídicas, identificándose consigo mismos y con los
demás.6
Sociedad grecorromana
En la Grecia antigua en ningún momento se llegó a construir una noción de dignidad humana
frente a la comunidad que se pudiera articular en forma de derechos, sino que se entendió que
las personas pertenecían a la sociedad como partes de un todo y eran los fines de esta los que
prevalecían.34 La única oposición a la tiranía se sustentaba en la apelación a la Ley divina
como opuesta a la norma, como se muestra en el mito de Antígona, plasmado por Sófocles en
la obra trágica del mismo nombre.
La sociedad griega se dividía en tres grupos principales: los ciudadanos, los metecos o
extranjeros y los esclavos. La esclavitud se consideraba natural, lo que se refleja en la
afirmación de Aristóteles, para quien "es evidente que los unos son naturalmente libres y los
otros naturalmente esclavos; y que para estos últimos es la esclavitud tan útil como justa".35
La organización política se estructuraba en polis o ciudades-estado: para los griegos, la
sociedad era una consecuencia necesaria de la naturaleza humana. En este contexto, las
teorías políticas de Platón y Aristóteles hicieron un gran hincapié en el concepto de bien
común. Para Platón, agrupados los hombres en sociedad, esta se configura en la polis, cuyo
bien común se sobrepone al bien particular de los individuos que lo componen. La justicia, a su
vez, es la salvaguarda del bien común, y se expresa a través de las leyes, que son los
instrumentos que permiten la consecución del bien colectivo e individual.36 No obstante, en
su afán por alcanzar una sociedad perfecta, Platón llegó a recomendar dar muerte a los recién
nacidos deformes o enclenques, y matar o desterrar a los insociables.37
Aristóteles también consideraba que el hombre era un ser social y que no podía realizarse
fuera de la familia y la sociedad, por lo que también subordinaba el bien individual al bien
común. Además, al definir la ciudad como una comunidad de ciudadanos libres,38 redujo el
bien común al bien de un grupo social determinado39 que excluye a las mujeres, los
extranjeros, los obreros y los esclavos. Sobre esta visión se sustenta la idea aristotélica de la
justicia que afirma que «es tan justa la igualdad entre iguales como la desigualdad entre
desiguales».40
El cristianismo, derivado de la religión judía, heredó de ella, entre otras, la tradición del mišpat,
un concepto jurídico de rica amplitud semántica. Indica las decisiones judiciales y el juicio legal
justo; en relación con el derecho, aquel que se manifiesta en la defensa de los pobres y
oprimidos y que se vincula a su vez con los bienes mesiánicos que se esperan.44 Dado que,
hasta la modernidad, el término derecho se atribuía principalmente a "lo justo" como orden
objetivo, en el pensamiento cristiano antiguo o medieval no existió una referencia explícita a
los derechos humanos; pero sí un reconocimiento de exigencias de justicia que descendían de
esta tradición judía. Por ejemplo, el Nuevo Testamento contiene enseñanzas contra la
injusticia, el homicidio, el robo, la calumnia o el egoísmo en el uso de los bienes. En la Epístola
de Santiago, el apóstol denunció a los empleadores que no pagan a sus empleados sus justos
salarios.45 El cristianismo fue gradualmente derramando su doctrina en el derecho romano,
mejorando la situación de los esclavos, de los hijos y de las mujeres, cuyo estatus en la filosofía
cristiana era mucho más alto que en la grecorromana.46 En el plano económico, condenó la
usura y la explotación, estableciendo las bases de la doctrina del justo precio.
Tales ideas fueron desarrolladas por los Padres de la Iglesia, proclamando un sentido social y
limitado de la propiedad y de la ley. Pero fue Tomás de Aquino quien asentó las bases del
orden jurídico medieval, retomando ideas de Aristóteles y Agustín de Hipona y afirmando que
existe, además del derecho positivo determinado y establecido por los hombres, un derecho
natural, propio de la criatura racional, que ningún hombre ni ningún gobierno puede
desconocer.
La idea del derecho subjetivo, básica para concebir los derechos humanos, fue anticipada en la
baja Edad Media por Guillermo de Ockham, que introdujo el concepto de ius fori o potestad
humana de reivindicar una cosa como propia en juicio. La escolástica española insistió en esta
visión subjetiva del derecho durante los siglos XVI y XVII: Luis de Molina, Domingo de Soto o
Francisco Suárez, miembros de la Escuela de Salamanca, definieron el derecho como un poder
moral sobre lo propio.49 Aunque mantuvieron al mismo tiempo la idea de derecho como un
orden objetivo, enunciaron que existen ciertos derechos naturales, mencionando tanto
derechos relativos al cuerpo (derecho a la vida, a la propiedad) como al espíritu (derecho a la
libertad de pensamiento, a la dignidad). El jurista Vázquez de Menchaca, partiendo de una
filosofía individualista, fue decisivo en la difusión del término iura naturalia. Este pensamiento
iusnaturalista se vio auspiciado por el contacto con las civilizaciones americanas y el debate
producido en Castilla sobre los justos títulos de la conquista y, en particular, la naturaleza de
los indígenas. En la colonización castellana de América, se suele afirmar, se aplicaron medidas
en las que están presentes los gérmenes de la idea de derechos humanos, debatidos en la
conocida Controversia de Valladolid que tuvo lugar en 1550 y 1551. No obstante, algunos
critican que, en la práctica, estas medidas fueron formuladas para lograr objetivos de
colonización.28 El pensamiento de la Escuela de Salamanca, especialmente mediante Francisco
Suárez y Gabriel Vázquez, contribuyó también al impulso del iusnaturalismo europeo a través
de Hugo Grocio.50