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Un estudio con 30 años de datos de los principales países europeos, muestra que
los inmigrantes en general y los solicitantes de asilo tienen una impresión positiva
en variables como el PIB (producto interior bruto), los impuestos y hasta el
empleo. Este trabajo confirma la imagen dominante entre los economistas de que
la inmigración tiene consecuencias positivas y que son otros motivos alejadas de
la sensatez económica las que alimentan el rechazo.
En el caso de los inmigrantes, cuando su tasa sube un punto, el PIB per cápita
mejora en los cuatro años siguientes, llegando a una subida de 0.32 % en el
segundo año tras la llegada.
Recibir a los refugiados también tiene su costo, pero este dinero se redistribuye
por toda la economía lo que hace que la base de recaudación se eleve.
El estudio indica que al poco tiempo de que se produzca una punta en la llegada
de migrantes, la fuerza y la sostenibilidad generales de la economía mejora y el
paro disminuye. Esta conclusión contradice la idea de que los refugiados suponen
una carga económica para el país porque absorben demasiados de sus recursos
públicos. El estudio fue publicado en Science Advances, se dice que si no se
reciben inmigrantes la economía en los países podría empeorar
Como evaluación del bienestar económico de las naciones, el modelo calcula los
ingresos medios a lo largo de los años, obtenidos dividiendo el producto interior
bruto (PIB) por el tamaño de la población. Calcula también el cambio de los
ingresos fiscales netos del Estado y de una variable, el balance fiscal, que resta de
esos ingresos fiscales netos el gasto público y divide el resultado por el PIB.
El modelo de estudio que se hizo indica que con una entrada de inmigrantes el
paro cae significativamente y la actividad económica aumenta, y el efecto va a
más durante los primeros años.
Esto se debe probablemente a que los migrantes hacen que aumente la demanda
en el mercado y ofrecen servicios, añaden puestos de trabajo y pagan impuestos.