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Documento para reforma de la

Curia vaticana: Recta final, nuevas


prioridades
1:00 p m| 26 abr 19 (CW).- La Constitución Apostólica “Praedicate
Evangelium” (Predicar el Evangelio) ya está casi lista. Después de cinco años
de trabajo por parte del Consejo de cardenales y del papa Francisco, la
nueva norma que regula la composición y competencias de los
distintos departamentos y organismos vaticanos está a punto de
ser promulgada.
Tras ser aprobado un último borrador en la reunión que el grupo de
purpurados que asesoran al Pontífice celebró del 8 al 10 de abril, el texto ha
sido enviado a los dicasterios de la Curia y a las conferencias
episcopales para enriquecerlo con sugerencias y matices. Si la
consulta no se retrasa, Jorge Mario Bergoglio podría firmarlo el 29 de junio.

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Comentario de Austen Ivereigh publicado en Commonweal

La tan esperada nueva constitución que perfila el futuro de la burocracia


vaticana podría publicarse de manera oficial a finales de junio, pero un
extenso informe publicado en la revista Vida Nueva adelantó algunas
novedades. Según el reporte, el cambio clave en Praedicate evangelium
(“Predica el Evangelio”) será poner la evangelización no sólo en el corazón de
la misión de la Iglesia, sino también en el corazón del propio Vaticano. Todas
las demás actividades de la Iglesia oficial surgirán de la evangelización y
estarán subordinadas a ella.

Un nuevo “superministerio” para la evangelización tendrá prioridad sobre


todas las demás congregaciones, relegando a la Congregación para la
Doctrina de la Fe (CDF). La CDF ha sido conocida tradicionalmente como “La
Congregación Suprema” porque casi todo lo que el Vaticano implementó tenía
que ser ratificado por ella, y por la suposición de que el papel esencial de
Roma era la clarificación de la doctrina. Es por eso que la CDF aparece en
primer lugar en la lista de las congregaciones del Vaticano en la constitución
apostólica existente, Pastor bonus, publicada por San Juan Pablo II en 1988.
En Praedicate evangelium, este lugar está reservado para el dicasterio de
evangelización.

“El Papa Francisco siempre subraya que la Iglesia es misionera. Así que tiene
sentido que pongamos en primer lugar el Dicasterio para la Evangelización, y
no la Doctrina de la Fe”, explica el Cardenal Óscar Rodríguez Maradiaga, que
preside el gabinete de los cardenales asesores, o “C6”, que ha supervisado la
nueva constitución.

El nuevo dicasterio fusiona significativamente dos organismos existentes: la


Congregación para la Evangelización de los Pueblos, tradicionalmente
enfocada en los nuevos territorios misioneros, y el Pontificio Consejo para la
promoción de la nueva evangelización, creado por Benedicto XVI en 2010
para abordar los desafíos específicos de la reevangelización de las culturas
occidentales descristianizadas. La exhortación apostólica Evangelii gaudium
(2013), la respuesta del papa Francisco a un sínodo sobre la nueva
evangelización, abolió esa distinción en la práctica. Tomando como punto de
partida el documento pastoral de los obispos latinoamericanos de 2007
elaborado en Aparecida, Brasil, la exhortación presentaba a la iglesia como
esencialmente misionera en todas partes. Las fuerzas de la secularización y
de la globalización han llevado a una nueva crisis en la transmisión de la fe en
todo el mundo.

El nuevo dicasterio de evangelización incorpora el entendimiento de que todos


los territorios son ahora “áreas de misión”, y que la Iglesia es per se
misionera. Incapaz de contar con el apoyo de la ley y la cultura, la
credibilidad de la Iglesia en un contexto de pluralismo depende
principalmente de su capacidad para ofrecer un encuentro con la misericordia
de Dios en Jesucristo.

Como dice el cardenal Oswald Gracias a Vida Nueva: “El punto clave de la
nueva constitución apostólica es que la misión de la Iglesia es la
evangelización. La pone en el centro de la Iglesia y de todo lo que hace la
curia”. En otras palabras, Praedicate evangelium sigue a Evangelii gaudium al
ver que la tarea principal de la Iglesia es ofrecer el kerygma, o la Buena
Nueva del amor salvífico de Jesucristo. Esta proclamación “kerigmática” debe
estar respaldada por la misericordia visible en la acción concreta.

El otro cambio que se incorpora en la nueva constitución es eclesiológico.


Según lo prometido por el C6, Praedicate evangelium invierte la idea de la
curia romana como poco más que una burocracia que transmite órdenes de la
oficina central. Se toma en serio la idea del Concilio Vaticano II de que la
Iglesia universal está gobernada por el Colegio Episcopal, en comunión con el
Papa. Praedicate Evangelium pone los departamentos de la curia al servicio
de todo el Colegio de los Obispos, no solo del papa, y deja claro que el pastor
de una Iglesia local está en el mismo nivel jerárquico que el prefecto de una
oficina vaticana. “Como sucesores de los apóstoles, los obispos no están en
una posición eclesiológica por debajo de los que trabajan en la curia romana”,
señala el cardenal Rodríguez.

Esta reforma refleja el amplio impulso de la nueva constitución, que busca


inculcar una actitud de servicio en el Vaticano. Más que un instrumento
utilizado por el Papa para supervisar y controlar a los obispos, el papel de la
curia es ayudar tanto a ellos como al sucesor de San Pedro.

Otro cambio previsto en la nueva Constitución afectará a la Comisión


Pontificia para la Protección de Menores, creada por Francisco a finales de
2014 a instancias del Cardenal Sean O’Malley, miembro del C6. La idea es dar
a la comisión una posición legal dentro de la curia, de modo que los
departamentos del Vaticano rindan cuentas ante ella, pero al mismo tiempo
va a conservar la independencia de la que depende su credibilidad, explicó el
cardenal Gracias, arzobispo de Bombay. “Tenemos que buscar un equilibrio
entre credibilidad y eficacia”, dijo a Vida Nueva, sin dar más detalles sobre
cómo funcionará en la práctica este híbrido.

Como era de esperar, la nueva constitución eliminará la distinción tradicional


entre los órganos con poderes ejecutivos (congregaciones) y los que son
puramente consultivos (consejos pontificios), de modo que todos serán
conocidos en el futuro por su nombre genérico de dicasterios. En principio,
todos los dicasterios podrían estar encabezados por un laico o una laica,
aunque el Papa ha dejado claro en otras ocasiones que los clérigos deben
continuar dirigiendo dicasterios que tienen supervisión legal sobre otros
clérigos, tales como las actuales congregaciones para el clero y para los
obispos. Sólo el Dicasterio de la Comunicación tiene actualmente como
prefecto a un laico.

La Constitución también prevé la fusión de órganos existentes para reducir el


número de dicasterios. Menciona específicamente la fusión de las
Congregaciones para la Educación Católica y para la Cultura. Tales fusiones
reducirán la superposición de funciones y el número de empleados en la
curia, aunque Francisco ya explicó que los empleados cumplirán sus contratos
o seguirán trabajando hasta que se jubilen.

También habrá cambios en la manera en que la Iglesia maneja sus finanzas.


La Secretaría de Economía -cuyo prefecto hasta julio de 2017 era el
exmiembro del entonces C9, el cardenal George Pell, que actualmente cumple
una condena de seis años por abuso sexual en una prisión australiana- es
probable que sea rebajada de categoría. Gracias dice que el C9, actualmente
reducido (tras la salida de Pell y otros dos) al C6, volverá a examinar la
reforma financiera después de que se promulgue la constitución. También se
revisará los roles de las mujeres y de los laicos.

La nueva constitución incorpora los muchos cambios existentes bajo


Francisco, y ayuda a explicar esos cambios dentro de una narrativa general.
La “degradación” de la CDF en la nueva constitución refleja el nuevo papel
que se ha desarrollado para la congregación en los últimos seis años: ya no
es un policía que asegura la “ortodoxia” bajo su nuevo prefecto, el cardenal
Ladaria, sino que ha ofrecido una reflexión teológica sobre la enseñanza del
Papa y un apoyo para comisiones como la creada para estudiar los
antecedentes de las mujeres diácono.

El borrador final de la constitución ha sido enviado a los dicasterios vaticanos


y a las conferencias episcopales con solicitudes de retroalimentación y
sugerencias que se enviarán a finales de mayo. Dado que el proyecto es en sí
mismo el fruto de una amplia consulta, Gracias no prevé cambios
importantes. Durante el mes de junio, las sugerencias serán revisadas y
añadidas, y la versión final aprobada en la reunión del C6 que tendrá lugar
entre el 25 y el 27 de junio. Si todo va bien, el Praedicate evangelium podría
ser promulgado en la fiesta de los santos Pedro y Pablo el 29 de junio.

Resulta que las interminables demoras fueron intencionadas. “El Papa quería
un largo proceso en el que las ideas pudieran despegar sin dejar atrás a la
gente”, dijo Gracias. Es poco probable que ese proceso se detenga con la
publicación de la constitución. Rodríguez especula que Francisco podría
convocar a un sínodo de obispos para considerar las implicaciones de la
constitución en las Iglesias locales, permitiendo que el Praedicate evangelium
se convierta en un punto de referencia, “inspirando audacia en un momento
de crisis de credibilidad”.

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