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En materia contractual, podemos decir que donde impera la libre contratación o la plena
autonomía de la voluntad, la doctrina tiene permitido que si entre las partes se media una
convención, no se puede hablar de pago de lo indebido, ya que estas se rigen por normas
expresas en cuanto a su ejecución o inejecución, su nulidad y resolución. Con respecto a este
punto, la jurisprudencia tiene consagrado que la acción de repetición no procede cuando el
pago ha tenido lugar en cumplimiento de una obligación, aun en la hipótesis de que la otra
parte no cumpla la obligación que le es inherente por falta de la condición de la causa falsa.
Ahora refiriéndonos a la contratación inquilinaría debemos tener presente que esa autonomía
de la voluntad de la cual son tan cuidadosos los doctrinarios del derecho común, está
plenamente intervenida, sobremanera en lo atinente a la fijación de los cánones arrendaticios.
Pues, para que estos tengan validez o legalidad, tienen que ser previamente fijados por el
Estado, a través de sus órganos competentes. Hasta el punto de existir prohibición legal
expresa para dar en arrendamiento un inmueble, no declarado exento de regulación, sin haber
cumplido con ese requisito insoslayable. Así lo dispone el artículo 4 de la ley de la materia
disponible claramente:
Normativa que se repite con mayor acentuación en el artículo 62 del Reglamento respectivo
que prevé:
Es con fundamentos a estos dispositivos y el propio espíritu de los órganos que informan al
Derecho Inquilinario, que este instituto del reintegro inquilinario tiene plena vigencia.