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¿Qué relación hay entre

el rito de la Mikvé y el
bautismo?

La Mikvé, su uso y comprensión en el antiguo

Israel

La Mikvé es una inmersión ritual en agua viva que

desde tiempos bíblicos el pueblo de Israel ha

practicado para purificarse no física, sino

espiritualmente (1 Pedro 3:21).


Entre otros usos, las mujeres debían hacer la

inmersión una vez contraído el compromiso

matrimonial; y ya en la vida de casadas, después

del parto y la menstruación; para los

hombres esta purificación espiritual estaba

establecida -también entre otros usos- como

requisito antes del Shabat y los días festivos y

como parte del proceso de conversión al judaísmo.

La Palabra hebrea Mikvé significa «cuerpo o

colección de agua viva» por lo que lagos, ríos,

manantiales y mares, que son alimentados por el

agua de lluvia, son las Mikvot (plural de Mikvé) por


excelencia (1 Corintios 10:1-2).

Anita Diamant, en su artículo dedicado a las

contrayentes judías escribe acerca de la Mikvé:

«La finalidad de la Mikvé no era la limpieza física,

sino la espiritual, pues siempre antecedía a un

encuentro con lo santo. Es así como leemos en la

Torah que está prescrita la inmersión ritual no solo

para mujeres después de su periodo, sino también

para los hombres que han tenido emisiones

nocturnas.»

«También aquel escriba -prosigue el artículo- quien

trabaje en el rollo de la Torah debe sumergirse antes


de escribir el Nombre de Dios. Asimismo todos los

conversos al judaísmo deben sumergirse en la Mikvah,

señalando su nuevo nacimiento como miembros del

pueblo de Israel. Y algunos judíos observantes, tanto

hombres como mujeres, van a la Mikvé en

preparación del Yom Kippur (Día del Perdón), día en

el que se tiene la oportunidad de morir a los pecados

pasados y comenzar el año con un corazón puro. Hay

incluso observantes tan rigurosos, que todas las

semanas sin excepción, acuden a la Mikvé como parte

de su preparación espiritual para el Shabat.»

La Mikvé es un símbolo de la Palabra de Dios


Porque como desciende de los cielos la

lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que

riega la tierra, y la hace germinar y producir,

y da semilla al que siembra, y pan al que

come, así será mi palabraque sale de mi

boca; no volverá a mí vacía, sino que hará

lo que yo quiero, y será prosperada en

aquello para que la envié. Isaías 55:10-11

Esparciré sobre vosotros agua limpia, y

seréis limpiados de todas vuestras

inmundicias; y de todos vuestros ídolos os

limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré


espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré

de vuestra carne el corazón de piedra, y os

daré un corazón de carne. Ezequiel 36:25-

26

Ya vosotros estáis limpios por la

palabra que os he hablado. Juan 15:3

La Escritura reiteradamente nos instruye en que el

propósito de la lluvia en lo externo o terrenal, es

una figura de lo que la Palabra tiene como

propósito en lo interno o espiritual.

Tal como la lluvia, que vuelve cíclicamente para


dar a la tierra vida y limpieza, también la Palabra

de Dios, que igualmente es enviada por el

Altísimo, llega para proveer vida y limpieza a

nuestro ser interior.

De tal manera que -en el pensamiento de nuestros

ancestros- mientras el baño con agua remueve las

inmundicias del cuerpo, la inmersión ritual (2

Reyes 5:10-14) remueve las impurezas del ser

interior (1 Pedro 3:21). Impurezas que impiden la

comunión con El Señor (Juan 13:8).

La Mikvé y la novia en tiempos bíblicos

En el pensamiento de tiempos bíblicos, la Mikvé o


inmersión ritual, simbolizaba el renacimiento de la

prometida a una nueva vida y espiritualmente la

purificaba para el casamiento.

La Mikvé matrimonial era el primer paso que la

mujer tomaba en su nueva vida de casada, esto

es, que al cumplir con el mandamiento de la

inmersión se consideraba que espiritualmente

nacía de nuevo, pues para la novia este rito

marcaba un momento de trasformación espiritual.

Es decir, al salir de la inmersión lo hacía

transformada en una nueva persona, diferente a la

que había entrado minutos antes.

El apóstol Pablo habla de esto al enseñarnos que


nosotros la iglesia, que somos la prometida de

Cristo, nos sumergimos en la Mikvé cada vez que

tenemos contacto Espiritual con la Palabra de

Dios, el Agua Viva que purifica nuestros

corazones:

Maridos, amad a vuestras mujeres, así

como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a

sí mismo por ella, para

santificarla, habiéndola purificado en el

lavamiento del agua por la Palabra. Efesios

5:25-26
La Mikvé y el bautismo de Juan

El bautismo de Juan no era otra cosa sino esa

Mikvé o inmersión ritual, la cual había sido parte

de la vida judía durante generaciones y que al ser

reconocida como la consagración de un nuevo

comienzo, simbolizaba la purificación de los

pecados y por tanto el nacimiento a una nueva

vida.

La razón por la que Juan llamaba a los judíos a

tomar la inmersión ritual o purificación (Juan 3:25)

era porque haciéndola ellos mostraban

públicamente su arrepentimiento, esto es, que


hacían una conversión no solo ante Dios, sino

también ante los hombres.

Tales inmersiones rituales judaicas, o

purificaciones (Juan 3:25-26) pasaron al

cristianismo como lo que comúnmente

denominamos «bautismo».

La Mikvé y el cristianismo

Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de

cierto te digo, que el que no naciere de

nuevo, no puede ver el reino de Dios.


Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre

nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar

por segunda vez en el vientre de su madre,

y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de

cierto te digo, que el que no naciere de

agua y del Espíritu, no puede entrar en el

reino de Dios. Juan 3:3-5

Jesús, al hablar con Nicodemo de nacer de nuevo,

estaba refiriéndose al significado espiritual de la

Mikvé, que era precisamente la purificación interior

que generaba una nueva vida, un nuevo

nacimiento. Experiencia que solo la Palabra y el


Espíritu Santo de Dios pueden efectuar.

Así pues, la esencia espiritual de la Mikvé,

inmersión ritual o bautismo, no es otra sino la

purificación que la Palabra y el Espíritu Santo

efectúan en nuestros corazones. Eso es -acorde al

pensamiento judaico- nacer de nuevo (*).

La Mikvé -o para nosotros los cristianos, el

bautismo-, son símbolos del lavamiento por la

Palabra y el Espíritu Santo que la novia que es la

iglesia, debe hacer al comprometerse con su

marido -Cristo-, antes de las Bodas (Apocalipsis

19:7 / 2 Corintios 11:2).


Según el Diccionario Strong, el verbo griego

«Bapto» (G911), del cual proviene la palabra

«bautizo», significa inundar o cubrir

completamente con un fluido. Su uso se extiende a

otros significados, como mojar, bañar e incluso

teñir, por ejemplo, «teñir en sangre», tal como se

usa en Apocalipsis 19:13 «...estaba vestido de una

ropa teñida en sangre; y su nombre es EL VERBO

DE DIOS.».
Gracias a un tratado que Irineo, obispo de Lyon en

el siglo II, hizo acerca del bautismo, sabemos que

para los primeros cristianos bautizarse significaba

nacer de nuevo: «...somos lavados de nuestras

transgresiones por medio del agua sagrada y la

invocación al Señor. De esta manera somos

regenerados espiritualmente como niños recién

nacidos...»

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