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DE SERES
ESCONDIDOS
WOLF RATZ
"quise enseñar y terminé aprendiendo / quise regalar y volví con las manos llenas"
Nuestra motivación
No es posible visitar todos los puntos álgidos del planeta para comparar las noticias o las
experiencias de terceros con la experiencia propia. Pero si aparece una oportunidad vale la
pena aprovecharla. Así había sucedido con nuestro viaje a Palestina y así fue ahora cuando
unos amigos nos presentaron la idea de llevar a cabo un taller de pintura, teatro y música de 6
días en Monterredondo, una de las llamadas ZVTN (Zonas veredales transitorias de
normalización) donde se agrupan el sexto frente y la columna Gabriel Galvis para entregar las
armas y prepararse para la reintegración a la vida civil. Amparo y yo no dudamos un segundo
en aceptar la propuesta. Intuíamos que la experiencia iba a ser enriquecedora para ambas
partes y contactamos a otros dos talleristas para apoyar el trabajo teatral con los
excombatientes. No teníamos idea qué es lo que ibamos a encontrar en el campamento.
¿Guerrilleros o civiles?
Es la semana santa, por ello hay muchos niños de visita, hijos de guerrilleros, o de guerrilleros
con civiles. Como los integrantes del sexto frente casi todos pertenecen a esta región al norte
del Cauca sus relaciones con la población rural son estrechas. En la zona de recepción (los
civiles teóricamente no deben ingresar al campamento propiamente dicho) es imposible
distinguir a los guerrilleros sin camuflado de los civiles que vienen a visitar o a trabajar en las
obras de adecuación del campamento. Son las mismas caras mestizas o indígenas, curtidas por
el sol y el viento. Como detalle me sorprende el buen estado de la dentadura después de años
o décadas en el “monte”. Los cuerpos son musculosos y duros, aunque la dieta campesina
abundante en harinas combinada con la inactividad forzada de los guerrilleros comienza a
ablandarlos.
Primeros encuentros
El taller arranca con alguna dificultad. Después de la avalancha de Mocoa algunos han pedido
permiso para ayudar en trabajos de búsqueda y reconstrucción. Otros se ausentan para apoyar
a sus padres en la cosecha. Unos aparecen el primer día, pero ven la propuesta como
demasiado experimental y prefieren asistir al taller de pintura que promete un resultado más
inmediato (y la exposición al final del taller revela algunos talentos extraordinarios).
Entre los participantes y los 4 "profes" decidimos desarrollar una obra nutrida de las propias
experiencias y expectativas de los guerrilleros en esta fase de transición, espera e
incertidumbre. No hay libreto escrito, todo -texto y música- surgirá (eso esperamos) de su
memoria y sus emociones.
Los muchachos son algo reservados al comienzo pero pronto aprovechan la oportunidad de
poder compartir sus historias con personas de “afuera”. Entre ellos no les gusta masticar
siempre las mismas hazañas y tragedias de la guerra. Ya que casi todos ingresaron a las filas de
las FARC antes de terminar su formación escolar la ortografía a veces no es perfecta, pero no
nos encontramos con analfabetas. Comienzan a fluir sus recuerdos.
“Mi papá era un borracho y somos muchos hermanos, no había que comer y a partir de los 10
años tenía que trabajar en las fincas de café. Cargar estos bultos pesados, imagínese … Un
hermano mío ya había estado con las FARC, murió en un combate. Entonces a los 15 años me
fui pa’l monte.” “Cuando era chiquito siempre la guerrilla se tomaba el pueblo, los vi peleando
y se me hacían como héroes. De muchacho eso a uno le llama la atención. A los 12 años me
volé de la casa y caminé muchas horas para encontrar la guerrilla, pero me vieron muy niño y
dijeron: así no nos sirves, vuelve cuando seas más grandecito. Entonces volví a los 13 y
tampoco, pero a los 14 años me dijeron que sí. Me dieron un mes de prueba, para que lo
pensara bien, y al mes ya me habían explicado mejor las cosas y entonces me quedé. Esto fue
hace 26 años.” “Salí del colegio un año antes de terminar bachillerato. Crecí en un resguardo
indígena y no veía oportunidades. No hay opción fuera de trabajar en los cultivos de coca o de
marihuana.”
Autopercepción
A medida que llego a conocer mejor a los participantes del taller me asombra su alto grado de
convicción, pero en el fondo no hay de qué sorprenderse. Han dejado atrás a sus familias, es
lógico que las FARC se hayan convertido en su familia, los compañeros en hermanos. La
formación política es parte de su vida cotidiana. Los guerrilleros están muy enterados de lo
que pasa en el mundo y siguen los acontecimientos con mayor interés que muchos de sus
compatriotas, sin embargo la imagen que tienen de ellos mismos difiere fundamentalmente de
la imagen que gran parte del país tiene de la guerrilla.
A pesar de toda la información recibida (también ven las noticias de RCN y escuchan Radio
Caracol) hay cierta ingenuidad en su percepción de la realidad colombiana. O como lo dice uno
de los protagonistas de la obra que vamos construyendo: “Estamos dispuestos a dar la vida por
gente que no conocemos.”
Realmente hay un abismo entre la Colombia urbana donde viven las dos terceras partes de la
población y esta Colombia rural, huérfana, abandonada por las instituciones (pero por
desgracia rica en minerales y apta para cultivos ilícitos y biocombustibles).
Y cuando llegue la paz, ¿a qué se dedicará? “Quisiera pasar tiempo con mis nietos” dice el
comandante. Lo percibo muy distante de todo, un anciano que vive en y de los recuerdos, pero
las apariencias pueden engañar. Debe ser bastante sagaz para haber sobrevivido medio siglo
de combates y bombardeos. Es escéptico pero fatalista en cuanto al proceso de paz, a pesar de
haber sido uno de los negociadores. “Marulanda no hubiera entregado las armas tan pronto
…” dice al final de una conversación.
David describe sus sentimientos encontrados al dejar las armas y abandonar la existencia
guerrillera.
Como escena final todos avanzamos hacia el público recitando el poema “Te quiero” de
Benedetti. Es un texto que establece el paralelo entre amor y solidaridad y fue una propuesta
de nuestro percusionista, amante de la poesía.
A medida que avanza la producción veo con asombro la transformación de nuestros actores
que nunca habían incursionado en el teatro. Si al comienzo todo parecía bastante mecánico,
ahora las emociones empiezan a fluir y liberarse. Como David y Mabel se habían dedicado
anteriormente a las danzas del folclor colombiano, en el cuadro de la danza logran imágenes
impactantes de gran ternura y sinceridad.
Epílogo. 16 de abril.
El Domingo de Pascua llega con un sol picante que parece burlarse de las noches frías que
habíamos aguantado. La despedida es muy emotiva, también porque el futuro de estos
jóvenes es realmente tan incierto como ellos lo perciben. "¿Volverás?" me preguntan los
músicos. "Quisiera, pero quién sabe donde estén ustedes para cuando vuelva ..." Algunos
afirman que aún después de dejar las armas no se dispersarán, que se quedarán juntos para
montar por ejemplo un pequeño proyecto turístico. El tiempo lo dirá.
Es extraño como el trabajo intenso de una semana ha creado lazos entre nosotros, y como
estos días han sacudido algunos conceptos que yo había cultivado. Estas líneas son por
supuesto una impresión subjetiva. No me convierto en vocero de los guerrilleros, ni siquiera
hablo a nombre de mis compañeros talleristas, es simplemente lo que yo vi y percibí.
Sigo creyendo firmemente que la guerra no puede ser y nunca fue la solución y agravaba la
situación que - en el caso de las guerrillas latinoamericanas - pretendía remediar. Sin embargo
los males principales que padece Colombia - el abandono del campo, la inmensa desigualdad,
la corrupción omnipresente - existen y han existido independientemente de la guerra aunque
ésta siempre haya servido de cortina de humo. La dejación de armas de uno de los actores
históricos del conflicto armado abre una ventana de oportunidades pero si no se toman en
serio los factores subyacentes no se habrá ganado mucho.
P.D. El 17 de junio de 2019 lo asesinaron a sangre fría en Caloto, Cauca. Lo había conocido
como David Marín pero a la hora de su muerte ya llevaba su nombre de civil: Ánderson Pérez
Osorio. Era padre de una niña y esposo de una mujer campesina de la región. En 2017 había
participado en el taller de teatro en Monterredondo. Quedamos impresionados con su talento
y su creatividad, pero también con su calidad humana, su compromiso con la paz, la justicia
social y la transformación del país. En medio de la guerra su esencia humana había quedado
intacta. Él cumplió con su compromiso, el gobierno no. En el tema de los asesinatos de
excombatientes y líderes sociales solamente hay indiferencia y complicidad.