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JOSÉ BLANCO
P
ara Michel Foucault el poder siempre ha estado ahí. Estructurando con su discurso las mentes
de los humanos desde que aparecen en este mundo; educando, persuadiendo, catequizando,
seduciendo, sujetando, acogotando. El poder funda y es garantía de orden. Lo ejercen la
familia, la escuela, la iglesia, el arte, el poder político y el económico, la cultura en general.
El poder más eficiente es el invisible, porque normaliza. Se instala y se presenta
como natural o normal. Nos estructuran muchos poderes coherentes e incoherentes entre sí,
y por eso somos contradictorios. Pequeñas, grandes, predominantes formas de poder
conviven, cambian, nos cambian, o las adoptamos con frecuencia sin elegirlas.
No hay un ser humano previo engañado o reprimido por las estructuras de poder. Uno
que podría despojarse de todas las formas de poder que lo han estructurado y recuperar una
supuesta humanidad original libre de toda estructuración.
En México los críticos neoliberales de la 4T desesperan. Sin cesar, día a día, subrayan
las barbaridades o loserrores cometidos por el gobierno de AMLO. Como criaturas del
discurso neoliberal sólo les es dado leer el mundo de ese modo. No señalan los errores
cometidos por el gobierno en el ejercicio de intentar alcanzar los cometidos que se ha
propuesto el programa de la 4T, no, esos no los registran; detectan como errores las acciones
confusas o discordantes con la operación normal de una democracia moderna. Ya se sabe, de
la mano de la democracia va el libre mercado, una libertad fundamental stricto sensu.
Donde hay poder hay resistencia y, por tanto, conflicto. Las atrocidades cometidas por el
neoliberalismo del subdesarrollo en México machacaron a las mayorías encima de la
ignominia de siempre que venían sufriendo. La injusticia histórica acumulada desembarcó el
1º de julio pasado en la forma de una posibilidad (por ahora no más que eso) de mejorar la
vida. No sabemos en qué medida ni a qué proporción de los excluidos llegará el alivio; pero
la oportunidad no podía perderse.
Los críticos neoliberales son insensibles al dolor de la sociedad de los excluidos, como
ordena el canon del individualismo vigente. Pero se van quedando con un discurso vacío,
pues el sistema que tantos bienes les obsequió hace agua irremediablemente.
Esos críticos esperan recuperar el poder perdido, pero esperan estérilmente. No habrá
vuelta atrás; pero los excluidos en busca de concretar su nueva posibilidad, nada tienen
asegurado tampoco. La búsqueda de nuevos arreglos sociales y políticos es para todos. Largo
es el camino, pero la condición de alerta respecto al poder en todas sus formas debe ser
continua y sin desmayo.
LA JORNADA
Martes 28 de mayo de 2019
https://www.jornada.com.mx/2019/05/28/opinion/015a1pol