Professional Documents
Culture Documents
El sentido de la reverencia - 1
La reverencia tiene mucho que ver con nuestro concepto respecto de Dios y de las cosas
sagradas. En los escritos de Elena de White encontramos la misma tensión que en las Escrituras: por
un lado, habla de la trascendencia y la soberanía de Dios, invitando a un culto solemne, digno,
ordenado y reverente. Por otro lado, destaca la presencia amorosa de Dios entre nosotros,
animándonos al íntimo compañerismo con él y con los demás creyentes, en un culto caracterizado
por la naturalidad, la espontaneidad y la alegría (C. Raymond Holmes, Sing a New Song!: Worship
Renewal for Adventists Today [Berrien Springs, Michigan: Andrews University, 1984], pp. 163,
164).
3. Reverencia hacia la Ley de Dios. La mirada reverente de los querubines hacia el arca
“representaba la reverencia con la cual la hueste celestial mira la Ley de Dios y su interés en el plan
de redención” (Patriarcas y profetas, p. 360). Del mismo modo, los hijos obedientes de Dios han de
mostrar “su estima y reverencia por su Ley pisoteada” (Joyas de los testimonios, t. 2, p. 31). Al
observar el cuarto mandamiento, Cristo “manifestó reverencia hacia la institución que él mismo
había dado” (Profetas y reyes, pp. 135, 136).
4. Reverencia para con la casa de Dios. Una buena ilustración de la enseñanza de Elena de
White acerca de la reverencia en la iglesia es el capítulo “La conducta en la casa de Dios”, de Joyas
de los testimonios, tomo 2, páginas 193 a 203. La autora muestra que un adecuado sentido de la
grandeza, la santidad y el poder de Dios producirá la actitud correcta. “La humildad y la reverencia
deben caracterizar el comportamiento de todos los que se allegan a la presencia de Dios. En el
nombre de Jesús podemos acercarnos a él con confianza, pero no debemos hacerlo con la osadía de
la presunción, como si el Señor estuviese al mismo nivel que nosotros” (Patriarcas y profetas, pp.
256, 257; véase también pp. 374, 375). Elena de White dejó recomendaciones concretas. Entre ellas,
la del cuidado por el arreglo y la higiene personal. Exhorta a los creyentes a no ser descuidados en
la manera de vestir, ni llevar al culto de adoración la misma ropa que se usa durante la semana
(Mensajes selectos, t. 2, p. 540). Recomienda enfáticamente evitar toda conversación durante el
sermón (Mensajes para los jóvenes, p. 264), así como las risas y los cuchicheos (Joyas de los
testimonios, t. 2, p. 194). Al término del culto, aconseja salir sin desorden ni conversación, y sin
detenerse en los pasillos, porque la iglesia “es el lugar donde Dios se encuentra con su pueblo y lo
bendice” (Joyas de los testimonios, t. 2, p. 196).