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Culturas mediáticas

Teoría social y comunicación masiva

Nick Stevenson

Amorrortu editores
Biblioteca de comunicación, cultura y medios A Elsie, Donna y Charlotte
Director: Aníbal Ford

Understanding Media Cultures. Social Theory and Mass


Communication, Nick Stevenson
© Nick Stevenson, 1995 (edición en idioma inglés publicada
por Sage Publications de Londres, Thousand Oaks y Nueva
Delhi)
Traducción, Eduardo Sinnott

Unica edición en castellano autorizada por Sage Publica-


tione, Inc., Londres, Reino Unido, y debidamente prote-
gida en todos los paises. Queda hecho el depósito que pre-
viene la ley n° 11. 723. © Todos los derechos de la edición
en castellano reservados por Amorrortu editores S. A., Pa-
raguay 1225, T piso, Buenos Aires.

La reproducción total o parcial de este libro en forma idén-


tica o modificada por cualquier medio mecánico o electróni-
co, incluyendo fotocopia, grabación o cualquier sistema de
almacenamiento y recuperación de información, no autori-
zada por los editores, viola derechos reservados. Cualquier
utilización debe ser previamente solicitada.

Industria argentina. Made in Argentina

ISBN 950-518-651-7
ISBN 0-8039-8931-8, Londres, edición original
cul tura Libre

Impreso en los Talleres Gráficos Color Efe, Paso 192, Ave-


llaneda, provincia de Buenos Aires, en octubre de 1998.
Indice general

13 Agradecimientos
17 Introducción

29 1. El marxismo y la investigación de la
comunicación masiva
Los debates en los ámbitos de la economía política y
la ideología: Raymond Williams, el Grupo de Medios
de la Universidad de Glasgow y Stuart Hall

29 Marxismo, economía política e ideología


32 Raymond Willíams: las comunicaciones y la larga
revolución
38 Materíalismo cultural y hegemonía
42 Raymond Willíams y la cultura material: la
televisión y la prensa
45 Raymond Williams y la teoría de la comunicación
53 El Grupo de Medios de la Universidad de Glasgow y
la parcialidad televisiva
54 Dos estudios de caso: malas noticias y buenas
noticias
57 El ojo del espectador y la objetividad en los estudios
mediáticos
62 La ideología y el Grupo de Medios de la Universidad
de Glasgow
67 Stuart Hall, comunicación masiva y hegemonía
67 Una policía de la crisis: la prensa, el pánico moral y
el surgimiento de la Nueva Derecha
69 Ideología: ¿el retomo de lo reprimido?
76 Codificación y decodificacióndel discurso mediático
78 La hiperinflación del discurso y otras críticas
conexas
83 Resumen

9
85 2. Habermas, la cultura de masas y la esfera pública 211 Más observaciones críticas
224 Resumen
85 Culturas públicas
87 La esfera pública burguesa
111 Habermas, la cultura de masas y la primera Escuela 225 5. Las tormentas de Baudrillard
de Franefort Pos modernidad, comunicación de masas e
97 Problemas de la cultura de masas: Habermas y la intercambio simbólico
Escuela de Francfort
107 La esfera pública y la emisión pública 225 El posmodernismo como campo heterogéneo
115 Habermas, la esfera pública y la ciudadanía 227 Baudrillard, Althusser y Debord
124 Resumen 232 Posmodernismo, intercambio simbólico y marxismo
246 El McLuhan francés: simulaciones, hiperrealidad y
masas
125 3. Perspectivas criticas en la investigación de la 251 Baudrillard y Jameson
audiencia 259 El irracionalismo de Baudrillard
. Problemas concernientes a la interpretación, la 274 Resumen
acción, la estructura y la ideología

125 La aparición de los estudios críticos de la audiencia 275 . 6. Perspectivas en culturas mediáticas y teoría social
129 David Morley y la audiencia televisiva: revisión de
la codificación y la decodificación 275 Los tres paradigmas en la investigación de la
130 La semiótica, la sociología y la audiencia televisiva comunicación masiva
137 Clase, poder e ideología en el ocio doméstico 288 Los medios y la Guerra del Golfo: hegemonia,
145 John Fiske y el placer de la cultura popular audiencia y simulación
150 La vida es más divertida con la prensa popular 300 Necesidades humanas y comunicación masiva
153 ¿Populismo insustancial o placeres de la resistencia? 312 Comunicación masiva y ciudadanía: cultura,
164 Feminismo y folletin: lectura de placer posnacionalidad y Europa
166 Feminismo, cultura de masas y Dallas 327 Observaciones finales A
169 Psicoanálisis, identidad y utopía
173 Mujeres que miran a mujeres: feminismo y teoría 329 Referencias bibliográficas
crítica
180 Resumen

181 4. Marshall McLuhan y el medio cultural


Espacio, tiempo e implosión en la Aldea Global

181 Medios técnicos


183 Innis, McLuhan y la teoría social canadiense
185 El medio es el mensaje
196 Espacio y tiempo: tecnología y estudios culturales
201 Culturas oral, de la imprenta y moderna: Jack
Goody y Anthony Giddens

11
10
Agradecimientos

Este libro habría sido muy diferente si no hubieran exis-


tido diversas influencias intelectuales y afectivas que se
ejercieron durante su elaboración desde el principio hasta el
fin. Lamento no poder mencionar aquí sino algunas de
ellas. Las criticas y amistad de Anthony Elliott y Sean Ho-
mer me resultaron valiosísimas. Les agradezco su ayuda en
momentos difíciles y también en momentos divertidos. In-
fluencias positivas eficaces provinieron de Alex MacDonald,
David Moore y Paul Ransome. Gracias. Pero debo un reco-
nocimiento muy especial a Donna Luff por su amor y su
amistad. Su buena disposición para debatir muchos de los
temas tratados en este libro y aportar una meditada critica
me ayudaron más de lo que ella cree. También han sido im-
portantes las reflexiones de Caroline Oates, Alan France y
Maurice Rache. Todas esas personas han influido directa-
mente en las tesis que sustento. Una versión anterior de
uno de los capítulos, «Habermas, mass culture and the futu-
re of the public sphere», apareció en el Berkeley Joumal of
Sociology, 1994. Agradezco que me permitíeran reproducir-
la aquí en una versión distinta. Quiero agradecer también a
Chris Baber, Mick Bailey, Paul Bellaby, Juliette Carpenter,
Dawn Clarke, Níck Crossley, Eilish Englísh, David Law,
Georgía Masan, Lianne Older, Jagdish Patel, Neíl Sellors,
Bob Simpson, Nuria Triana, Steve Webb y Simon Unger,
mis mentores más distantes. Desde hace mucho estoy agra-
decido a Elsie, June, Dennis, Steve, Jane y Char1otte, de
Derby. Mi pensamiento se formó también en los generosos
diálogos que mantuve con académicos consagrados, entre
ellos, Terry Eagleton, Peter Golding, Anthony Giddens,
Graham Murdock, J. B. Thompson y Philip Schlesinger.
Agradezco también a Jim McGuigan por su muy positivo
informe de lector. Mencionaré también a muchos de mis
alumnos, que hicieron aportes a mis ideas. Finalmente,

13
debo agradecer a Anthony Giddens, Steve Barr, Sage Publi- «La gente que vive en los horizontes más estrechos se vuelve
cations, y a todos los de la Universidad de Sheffield (espe- estúpida en el momento en que su interés se insinúa, yen-
cialmente Tim Kendall y Alan Walker), por su confianza tonces expresa su rencor por lo que no quiere entender; en
crítica en mi capacidad. Esa confianza fue decisiva. Afirmo efecto, sólo lo entendería demasiado bien, de modo que la e~­
que en ausencia de estas personas las páginas que siguen tupidez planetaria que impide al mundo del presente perci-
habrían sido diferentes, pero, como siempre, la responsabi- bir la absurdidad de su propio orden es más bien un pro-
lidad definitiva es propia. ducto del interés no sublimado, no desplazado, de los que go-
biernan».
Adorno, 1974,pág. 198

«Usted o se calla o lo cortan. En el carrete hay sólo unos cen-


tímetros por devanar. Y la radio está en manos de un m?ntón
de tontos que intentan anestesiar su manera de senur. La
radio es la gran salvacíón. La radio limpia ahora a la na-
cíón. Dicen que es mejor que usted escuche la voz de la razón.
Pero no le dan ninguna alternatíva, porque piensan que es
traición. Así que es preferible que haga lo que le dicen. Es
preferible que escuche radio».
«Radio, Radio», Elvis Costello

1.4
Introducción

1
¿Qué significación tienen las culturas mediáticas en la
actualidad? El surgimiento de formas globales de comuni-
cación masiva, como la mayoría reconocerá, ha transforma-
do la experiencia de la vida cotidiana. Pero ¿qué importan-
cia reviste el campo de las comunicaciones cuando se lo com-
para con otros campos de investigación? ¿Cuál es la relación
entre el estudio de los medios masivos y otros aspectos de
la práctica social? ¿De qué modo los diferentes medios de
comunicación han modificado las relaciones de tiempo y
espacio? ¿RefIrman las culturas mediáticas las relaciones
sociales dominantes en la actualidad? ¿Qué tipos de identí-
dad promueve hoy la comunicación electrónica? ¿Cuáles son
los pensadores fundamentales que debemos tener presen-
tes cuando reflexionamos acerca de estos temas? Tengo la
esperanza de hacer aquí un aporte a nuestra común com-
prensión de esas cuestiones, e indicar, aunque sea de mane-
ra general, la forma que tomarían algunas respuestas.
Este libro se inició como un intento de reflexionar acerca
de las relaciones entre la comunicación masiva y la teoría
social. Ello pronto me trajo a la mente una paradoja. Gran
parte de la teoría social que yo había leído trataba cues-
tiones referidas al trabajo, la sexualidad, la estructura y la
acción, la ideologia, la mercantilización, el inconsciente, el
tiempo y el espacio, la ciudadania, la globalización, y otros
aspectos más. Pero en muchos de esos textos, a los medios
masivos de comunicación parecía tocarles una condición
marginal. En nuestros días, la mayoría de los trabajos en
apariencia reconoce la creciente importancia de los medios
en la modernidad, para abandonar el tema y a continuación
pasar a discutir la modificación de la base económica o las
transformaciones institucionales en la esfera política. Esto

17
me pareció erróneo. En mi propia vida tomé nota de la im- Jürgen Habermas (1989), la mayoría de las consideraciones
portancia que determinados elementos de los medios tienen teóricas reseñadas omiten otros medios de comunicación.
en mi tiempo libre, en la charla entre amigos, como prendas No es una tendencia que yo pueda intentar revertir aquí. Se
de intercambio, para mantener vínculos con otros que están puede decir que la teoría social se interesó por el impacto de
ausentes y para desarrollar un sentido de lo público. Pero los medios masivos después que fue imposible ignorarlo.
tomé nota también de algunas perspectivas que atribuían Esto quiere decir que hasta la época de la televisión fue in-
a los medios una importancia superior. Aquí la influencia significante su participación en las fuentes de la crítica so-
de los medios masivos de comunicación parecía ubicua y se cial. La teoría social decimonónica clásica tendió a tratarlo
la podía censurar como causante de los más grandes males como un fenómeno marginal que carecía de importancia en
de la sociedad. Estas perspectivas al menos reconocían la comparación con cuestiones relacionadas con el capitalis-
significación de los medios, pero los trataban de manera tan mo, la burocracia y la autoridad, y la anomia, Las actuales
poco problemática como las que desconocían su influencia. perspectivas posmodernas han procurado más drástica-
Pensadores de derecha y de izquierda han conceptualizado mente revertir ese énfasis. En la posmodernidad los medios
los medios de manera similar, considerándolos causa del masivos se conciben como tecnológicamente interrelaciona-
derrumbe social y cemento ideológico que aglutina a una dos y, a la vez, promotores de un dominio históricamente
sociedad injusta. Podría parecer que tales concepciones tie- inestable de intertextualidad popular. Es posible decir que
nen cierta verosimilitud, pero por regla general son dema- el predominio de la televisión ha sido reemplazado por un
siado reduccionistas y esencialistas. campo tecnológico complejo de equipos de discos compactos,
Expondré en este libro un documentado debate con computadoras personales, cultura de revistas y videocase-
aquellas perspectivas de la teoría social que han tomado los teras. Ahora, en medio del rápido desarrollo tecnológico de
medios con seriedad. En forma intencional dejo práctica- las formas mediáticas, es fácil olvidar la persistencia y la
mente de lado las razones por las que la teoría social ha de- constante prioridad estructural que ostentan la televisióny
morado tanto en investigar su importancia. Mi estrategia la prensa. A pesar de la indiscutible importancia de muchos
argumentativa ha consistido en introducir una cuña entre de los escrítos académicos que se empiezan a dedicar al ci-
las dos posiciones esbozadas antes. En primer lugar, me in- berespacio, deben recorrer todavía un cierto camino antes
teresa vincular los medios masivos de comunicación con de debilitar el predominio que tienen los medios más tradi-
otras prácticas sociales contenidas en lo público y en lo pri- cionales en la transformación de las decisivas relaciones en-
vado. En este sentido, el libro retoma las posiciones que con- tre lo público y lo privado. En realidad es difícil deshacerse
ciben la práctica mediática conectada a un campo de prácti- de la creencia de que, en su mayor parte, se relacionan más
ca histórica y espaciaL En segundo lugar, los medios masi- con la formación de carreras intelectuales que con el com-
vos de comunicación en sí mismos constituyen prácticas so- promiso de un análisis serio. En este punto, si bien se abren
ciales que no pueden reducirse a otras formaciones. El acto algunas perspectivas nuevas e interesantes, la mayoría de
de emitir un programa radiofónico, leer una revista o mirar los trabajos producidos hasta ahora no mejoran sustancial-
televisión es una práctica social importante en sí. Este libro mente nuestra comprensión de las culturas mediáticas con-
se interesa, pues, por la especificidad de las prácticas me- tempcráneas.!
diáticas. Es necesarío protegerlas de la tentación de dilufr~
las en un discurso genérico acerca de economía, política o
cultura. Pero en este punto. soy consciente de otra paradoja.
1 A quien dude de este análisis, le sugiero que lea el actualmente de mo-
Cuando finalmente, después de haberlo postergado, la teo- da Imagologies (1994), de Mark C. Taylor y Esa Saarinen. Después debe
ría social advirtió la importancia de los medios masivos, se tomar un ejemplar de Understanding Media, de Marshall McLuhan (1994).
estaba en plena época de la televisión como proceso cultural Si tiene presente que el texto de McLuhan fue escrito en 1964, el lector se
emergente. Por eso, aparte de Marshall McLuhan (1994) y preguntará qué es lo que nuevo y si se cometen o no los mismos errores.

19
II néutica, el posestructuralismo, la teoría crítica y el marxis-
mo, que aquí cobran relieve, no son propiedad de nacionali-
¿Por qué culturas mediáticas? Originaríamente yo había dades específicas. Pero la forma en que esas ideas han
pensado titular a este libro «Teoría social y comunicación circulado no es tan fluctuante como lo sugeriría hablar de
masiva>•. Por suerte, pronto una amiga me advirtió que ese una ubicua cultura global. Por ejemplo: a pesar del influjo
título sonaba terriblemente insulso, y, por cierto, [no era el de la ~ultura intelectual francesa y, en menor medida, de las
libro que ella quisiera leer! Además, parecía erróneo, dada tradiciones alemanas de la teoría crítica, los estudios cul-
la importancia de los temas comprendidos por el texto. turales ingleses han pasado casi siempre por alto las contrí-
Aparte de eso, un título así, pensé, ni siquiera serviría muy bucionss aparecidas en su origen en Canadá. Pero la teoría
bien a mis propósitos. Lo que quiero expresar con «culturas social de Baudrillard, innegablemente francesa, que en la
mediáticas» puede resumirse en tres puntos. El primero actualidad ejerce un influjo tan grande, es quizá la respon-
consiste en la obvia observación de que gran parte de la cul- sable de que hayamos recordado la importancia de ciertas
tura moderna es transmitida por los medios masivos de co- ramas del pensamiento canadiense en relación con Innis y
municación. Los diversos medios difunden óperas y música McLuhan. Si yo hubiera rastreado más rigurosamente es-
clásica, historias sensacionalistas acerca de la vída privada tas corrientes cruzadas, habría escrito un libro diferente.
de politicos, el chisme más reciente de Hollywood y noticias Eso agrega a las culturas mediáticas una tercera dimen-
de los cuatro rincones del planeta. Ello ha alterado profun- sión: hay historias del intercambio intelectual de los que
damente la experiencia fenomenológica de la vida en la mo- han teorizado acerca de los medios que todavía no se han es-
dernidad, así como las redes del poder social. Los otros dos críto. Por otra parte, no es ese nuestro interés. No obstante,
puntos se dirigen más a lo académico. El segundo punto es los lectores atentos acaso quieran tener esto presente al leer
que la mayor parte de los teóricos que discuto en este texto este texto. No estoy tan interesado en los contextos intelec-
construyen una imagen de los medios desde un análisis más tuales de los principales autores como en la producción de
general de los procesos culturales modernos. Si, por ejem- ideas y de discursos. Pero me faita apuntar otras reservas.
plo, queremos comprender el trabajo de Habermas (1989) Mi objetivo principal no es presentar un panorama de las
sobre la esfera pública, tenemos que considerar también sus perspectivas que, en el terreno de la teoría social, mencio-
análisis del capitalismo tardío. Del mismo modo, el interés nan en la actualidad a las comunicaciones masivas. Esto se
de Baudrillard (1993a) por la simulación y la implosión no ha hecho en forma excelente en otro lugar. 2 Por otra parte
puede separarse de otros intereses culturales de este autor no he querido presentar el material de una manera de-
ni de su propia biografía intelectual. Es así como me coneen- masiado unitaria, que no plantease áreas de discusión y de
tro en interpretaciones de determinados teóricos de la co- compromiso críticos. Lo que surgió fue un compromiso selec-
municación masiva, pero siempre integro sus visiones en in- tivo con campos intelectuales específicos de crítica y de prác-
tereses culturales más generales. En ese empeño caí en la tica teórica. En este aspecto he dado prioridad a tradiciones
cuenta de la perduración de determinadas tradiciones inte- de teoría y de pensamiento que han buscado exponer una
lectuales nacionales. Es probable que la cultura académica crítica de las comunicaciones masivas. Pero aun así algunas
sea, entre las culturas hoy vigentes, la que tenga un carác- corrientes apenas se tratan, y otras se consideran de pasa-
ter más internacional. Aunque el intercambio de una teoría da. Por ejemplo, podría haber incluido un capítulo referido a
viajera tuvo sin duda impactos geográficos, las tendencias la Escuela de Chicago o a las contribuciones del marxismo
nacionales siguen siendo manifiestas. En lo esencial, este li- estadounidense. El no haberlo hecho habla de mi ubicación
bro se centra en contribuciones hechas por autores de Aus- en las discusiones actuales acerca de la comunicación masi-
tralia, Gran Bretaña, Canadá, Francia, Alemania y los Es.- va y de mi anclaje en un contexto británico. Por supuesto,
tados Unidos. Soy consciente de que eso confiere al libro un.
2 Véase al respecto el excelente trabajo de Denis McQuail (1992): Mass
sesgo eurocéntrico. Con todo, las tradiciones de la herme- Communication Theory: An Introduction.

20 21
ese reconocimiento no significa que este libro no se haya es- mis imágenes cuando escolar pueden ser interpretadas de
crito teniendo en mente un espectro de lectores distinto, y diversas maneras.
reconocer mi especificidad cultural no necesariamente rela- En este texto trazo una distinción general entre tres pa-
tiviza la labor teórica que se expone aquí. Hice todos los es- radigmas de la investigación en el ámbito de la comunica-
fuerzos por presentar las argumentaciones de manera que ción masiva. En los dos primeros capítulos ofrezco un exa-
pudieran persuadir a otros de su acierto. Aspiro a presentar men de la investigación británica y alemana que vio en las
una confrontación con las tendencias de discusión intelec- comunicaciones masivas una importante fuente de poder
tual que me han incitado y estimulado. Opto también por social. Esos puntos de vista se agrupan sobre todo en torno
centrarme en tradiciones intelectuales acerca de las cuales de una economía política de la comunicación masiva y de
creo tener algo que decir. No me disculpo por las omisiones. cuestiones conexas relácionadae con la ideología y la esfera
Después de todo, este no es un intento de quedarme con la pública. Por lo general, los debates se ocuparon de los nexos
última palabra. Lo que espero es haber alcanzado un espa- entre medios masivos, democracia y capitalismo. La serie
cio crítico que permita comparar tradiciones diferentes, con de discusiones representadas aquí por el marxismo británi-
una explicación clara de BUS interconexiones y sus omisio- co y la Escuela de Francfort pueden caracterizarse como un
nes. Toca al lector decidir si he hecho una elección sabia y si enfoque crítico de la comunicación masiva. El tercer capí-
he a!canzado ese objetivo. tulo presenta una discusión de enfoques más comprensivos
sobre la relación de la audiencia con las culturas mediáti-
cas, El objetivo es plantear temas relacionados con las prác-
ticas cotidianas en las que la mayoría de nosotros participa.
III La investigación presentada aquí concierne a los procesos
de identificación inconsciente, las relaciones de poder en el
Uno de los recuerdos más potentes de mi niñez es el de hogar y la producción semiótica de sentido. El segundo pa-
contemplar las titilantes imágenes en blanco y negro de los radigma puede provechosamente denominarse «investiga-
primeros hombres sobre la Luna. Puedo recordar vagamen- ción de la audiencia». Estos temas preparan la escena para
te haber mirado las imágenes televisivas de-aquellos vulne- la discusión, expuesta en el capítulo 4, de los medios tecno-
rables astronautas con gran entusiasmo. Las exploraciones lógicos de comunicación. El singular análisis de McLuhan
espaciales parecían capturar de igual manera la imagina- ha sído desatendido por los teóricos sociales que se propu-
ción de mi familia y de mis compañeros de escuela. Eso, [un- sieron reflexionar sobre los medios de comunicación ma-
to con la Guerra del Golfo y Live Aid, fue, probablemente, siva. En este sentido, es mucho lo que pueden aportar la im-
uno de los tres acontecimientos más memorables transmiti- plosión mediática, la hibridez y la reestructuración del
dos por los medios masivos en lo que llevo vivido. Tengo la tiempo y del espacio. Ello es evidente en las importantes
seguridad de que otros lectores tendrán los propios. Pero discusiones de Jack Goody (1977) YAnthony Giddens (1991)
¿cómo puede ayudarme la teoría social a comprender la sig- sobre la cultura oral, la impresa y la electrónica. El capítulo
nificación social de ese acontecimiento? La mayoría de las 5, con un examen de Baudrillard (1993a) y de Jameson
tendencias dominantes en el terreno del análisis teórico de- (1991), lleva un paso más allá el interés de McLuhan por los
sestimarían rápidamente mi interés en el alunizaje por con- medios tecnológicos. Aquellos autores relevan un terreno
siderarlo o carente de importancia o en cierto modo no tan intelectual particular, centrado en el posmodernismo, en un
real como mi posición dentro de una familia o una clase so- esfuerzo por explicar prácticas culturales nacientes. Lo mis-
cial. Esto es inaceptable. Tales argumentos son, en el mejor mo que en las dos secciones anteriores,· entre las perspec-
de los casos, elusivos, y, en el peor, faltos de imaginación y de tivas que se presentan hay marcado desacuerdo y tensión
fecundidad. Si consideramos algunas de las perspectivas intelectual, pero aquellas coinciden en su representación de
teóricas presentadas en este libro, advertiremos pronto que una cultura popular fragmentada, discontinua y simulada.

22 23
En los capítulos 4 y 5 se exponen investigaciones de las co- sión masculina por el dominio y la diferenciación respecto
municaciones masivas que se centran en los medios de del otro femenino. Enunciaban una huida masculina de las
transmisión. El capítulo final intenta aclarar las diferen- responsabilidades que colectivamente teníamos sobre este
cias entre los tres paradigmas. Descubre en ellos una consi- planeta y sobre otros seres humanos. En la Luna no había
derable desatención de los procesos más inconscientes o del otros, lo que permitía proyectar fantasias de un control ab-
carácter impredecible y descentrado de las culturas mediá- soluto. Finalmente, los programas científicos populares que
ticas modernas. Aquí rastrearé zonas omitidas de debate aparecieron junto con los lanzamientos de los cohetes Apollo
acerca de las necesidades humanas y la ciudadanía, que re- lograban excluir ciertas cuestiones críticas concernientes a
visten una importancia central para discusiones futuras. la relación entre el mundo de vida y la razón técnica. Las
Estos temas, a mi parecer, no ofrecen un paradigma en sí di- cuestiones técnicas, en lugar de \,star subordinadas a una
ferente, pero consíderan de una manera sustantiva algunas ética comunicativa o feminista, vihieron a dominar tales re-
de las omisiones evidentes en las formas más desmesura- flexiones.
das del posmodernismo. Estos puntos de vista nos conducen sólo hasta ahí. El se-
En todo momento, el énfasís recae en el hecho de que las gundo paradígma, el de la investigación de la audiencia,
culturas mediáticas son irremediablemente plurales; Ello habría querido registrar quiénes se interesaban en esos
obliga a mantener los tres paradigmas de investigación, vuelos espaciales y cómo. Por ejemplo: ¿vi las caminatas
porque los tres ilumínan aspectos diferentes de la cultura lunares sobre todo con mi padre, y mi hermana y mi madre
mediática. No se ve utilidad en intentar producir una gran se sintieron excluídas de una cultura científica masculina?
teoría, ya que lo más probable es que sea incapaz de explicar ¿O esas cuestiones no venían para nada al caso? Estoy se-
todos los aspectos de la práctica mediática. Pero, por otra guro de poder recordar que todos los miembros de mi fami-
parte, el particularismo fragmentado de ciertos aspectos del lia trataban esos programas con cierto escepticismo. Sin
posestructuralismo suele pasar por alto las conexiones en- duda, pensaban, el dinero podría haber tenido mejor desti-
tre diferentes niveles de la práctica teórica y la mediátíca. no, y ¿por qué tenemos que prestar atención a esos aburrí-
Es preciso evitar esto. Aspiro a presentar una visión com- do~ científicos antes de llegar a saber sobre la vida cotídiana
pleja de un campo que se encuentra en evolución constante de los astronautas? ¿Qué comían? ¿Cómo pasaban el tiem-
sin completarse jamás. En la prolongación de estas reflexio- po? ¿Cuándo se podia tener la seguridad de que estaban a
nes, los diversos discursos teóricos presentados en este libro salvo? Preguntas de esta naturaleza indicarían que los inte-
podrán llegar a decirme mucho acerca de mi temprano inte- reses populares eran diferentes de las representaciones ofi-
rés por los ímprecisos hombres del espacio. ciales promovidas por los medios.
Teóricos feministas y críticos como Jessica Benjamin Finalmente, las perspectivas del tercer paradigma lle-
(1988) y Jürgen Habermas (1989) probablemente señala- van a plantear cuestiones diferentes. McLuhan (1994) sin
rían que las figuraciones populares de los vuelos Apollo duda habría señalado que los medios técnicos podían esti-
reforzaban el predominio, en el mundo de vida, de formas rar el espacio y el tiempo para traer las figuraciones mediá-
instrumentales y masculinas de razón. El embeleso de mi ticas a la sala de mi casa, así como la implosión sufrida por
familia se explicaría por el predominio de determinados la cultura científica y las impresiones cotidianas. La ciencia
marcos ideológicos de referencia. Se hacía surgir la era es- ya no era la incumbencia especial de la cultura de una elite,
pacial en un mundo que tenía formas inadecuadas de con- sino algo compartido popularmente por todos. En cuanto a
trol de la natalidad y donde aún subsistía la pobreza extre- Baudrillard (1983), habría mostrado que el espacio era un
ma. La carrera por la Luna legitimaba también la guerra suceso simulado. Habría afirmado, por ejemplo, que las no-
fría y la producción de armas para la destrucción masiva. ciones de viaje espacíal se construyen socialmente a través
Además, las imágenes sexuales que solian emplearse para de regimenes de interpretación formados en diferentes pe-
hablar de las aventuras espaciales expresaban una obse- ríodos históricos. También habría sostenido que las figura-

24 25
ciones populares de los lanzamientos de cohetes han sido el importante, dada la creciente gravitación de las cultural
equivalente moderno del espiritu precursor que ayudó a los medíáticas en la vida cotidíana de la mayoría de las perso-
europeos a colonizar a los nativos americanos. La idea po- nas. El hecho indudable es que la práctica de las culturas
pular del espacio se basaba también en las revistas estado- mediáticas en el mundo moderno se transforma rápidamen-
unidenses de historietas, los filmes de ciencia ficción y las te. Esos cambios son ímpulsados por una multitud de fuer-
series radiofónicas de la década de 1950. El espacio es inter- zas sociales en las que se incluyen los nuevos regímenes de
textual, y no existe como realidad. Además, Baudrillard ha- propiedad, la nueva tscnología, la globalización, la política
bría sostenido que la institución de formas unidireccionales de los gobiernos y las prácticas de audiencia, para mencio-
de comunicación ayudaba a imponer esa cultura a la gente. nar sólo unas pocas. Estos notables cambios exigen formas
Según esta lectura, la mayoría de la población habría pres- amplias de debate tanto dentro como fuera de los circulas
tado sólo la más distraida de las atenciones a las imágenes académicos. Puede decirse que la naturañeza misma de
fuera de foco que venian de la Luna. Jameson (1991), por nuestra cultura está cambíando, y que esto pondrá tanto a
otra parte, probablemente estaría de acuerdo con Baudri- la generación actual como a la futura ante posíbilidades y
llard en que las nociones de espacio se representabana tra- peligros nuevos. En los capítulos que siguen me propongo
vés de códigos populares, pero sin negar que correspondían esbozar, a este respecto, los rudimentos de un nuevo pro-
a acontecimientos reales. A diferencia de otros pensadores yecto de estudios culturales. Ello incluye la necesidad de es-
marxistas, no estaría tan interesado en la colonización de tablecer entre la práctica cultural y las prácticas política y
una esfera pública crítica cuanto en la búsqueda de un mo- económica una nueva conexión, de modo tal que se respete
mento utópico popular. Por cierto, eso resultaba manifiesto la especificidad de cada'una de ellas. Existen muchos prece-
_. en mi experiencia. A pesar de que por entonces tenía ocho dentes de esto en la historia de los estudios culturales y me-
años, aún puedo recordar los intensos sentimientos que ex- diáticos, aunque se los ha abandonado en las elaboraciones
perimenté al contemplar ese acontecimiento histórico y la recientes producidas en el ámbito del pos modernismo, la
arrobadora sensación de esperanza y optimismo que acom- teoría del discurso y la semiótica. Intentaré suministrar
pañaba al alunizaje. Esas proyecciones se relacionaban, a algunas de las herramientas teóricas indíspensables para
fínes de la década de 1960, con un sentimiento general de analizar apropiadamente los cambios que se producen en la
que la ciencia y la tecnología podían ser utilizadas como ar- práctica mediática, y señalar con cautela las formas en que
mas para mejorar la calidad de vida de la mayoría de los que esta aventura podría ser puesta en una nueva relación con
vivian en el planeta. El hecho de que no ocurriera así me de- corrientes e intereses más democráticos. Es mi deseo pro-
vuelve a corrientes teóricas más criticas. veer al lector de las herramientas necesarias para que él
Este análisis más bien impresionista no da cabal cuenta mismo haga análisis de los medíos; presentar, en sus linea-
de la complejidad de los puntos de vista que se exponen en mientos generales, los cambios estructurales más amplios
este texto. Ningún estudio detallado y serio puede resumir- que influyen en las culturas mediáticas, y proporcionar una
se en unas pocas frases nostálgicas acerca de acontecimísn- amplia ínformación crítica acerca del campo temático. No
tos de 1969. No obstante, el examen que sigue intenta expo- obstante, los propósitos principales de este libro se resu-
ner las perspectivas abiertas en forma tal que puedan ser men en ofrecer una explicación, claramente expuesta, de un
aplicadas por estudiantes, académicos y lectores legos por campo complejo de práctica teórica y en defender la relevan-
igual. Con ello se podrá demostrar que la teoría social y las cia normativa de las culturas mediáticas democráticas en
comunicaciones masivas pueden aportar mucho a nuestra una época cada vez más perturbada. Si logro hacerlo, el
comprensión del mundo moderno. Por medio del estudio de riesgo habrá valido la pena.
una serie precisa de cuestiones teóricas, me propongo mos-
trar que es así. En este sentido, el libro está destinado a
cumplir una función crítica y, a la vez, democrática. Ello es

26 27
1. El marxismo y la investigación de la
comunicación masiva
Los debates en los ámbitos de la economía política y la
ideología: Raymond Williams, el Grupo de Medios de la
Universidad de Glasgow y Stuart Hall

Marxismo, economía política e ideología


\
Históricamente el marxismo ha ofrecido un análisis de
los medios masivos de comunicación que se ha esforzado por
destacar su papel en la reproducción social del statu quo.
Mientras que el liberalismo ha sostenido que los medios
masivos tienen un papel esencial por desempeñar en el sos-
tén de la libertad de palabra, el marxismo ha denunciado
,que las relaciones sociales desiguales han contribuido a for-
mar imágenes y representaciones ideológicas de la socie-
dad. La fuerza del marxismo ha residido en indicar que en
realidad existe un lazo entre los aspectos de la propiedad)'
el contenido cultural-de la producción mediática. Los mar-
xistas han criticado con razón las explicaciones liberales
que suponen que en condiciones de dominio de clases es po-
sible un libre intercambio de ideas. No obstante, las limita-
ciones del marxismo también son considerables. Ha omitido
considerar otros modos de dominación que no pueden redu- i
cirse a la dominación' de clase, tales como la raza y el género, '
y ha teorizado insuficíentementeel papel del Estado. Cabe
notar que en las sociedades socialistas europeas, adminis-
tradas por el Estado, el flujo de información y la sociedad
civil en general eran objeto de un control central. Esto, junto
con la actual crisis de identidad del marxismo, plantea aro
duas cuestiones concernientes a la continuidad de su papel
de teoria crítica. A pesar de que estos temas constituyen el
trasfondo de nuestra discusión, no se los puede debatir
plenamente aquí. Pese a esas limitaciones, las perspectivas
del marxismo británico aún pueden hacer muchas contribu-
ciones a nuestra comprensión de las culturas mediátícas.
Raymond Williams hizo considerables esfuerzos por apren-
der del liberalismo democrático, preguntándose qué aspecto
tendria un sistema de libre comunicacíón. Además, Stuart

29
Hall intentó explicar, en un debate con el posestructuralis- zada con arreglo a la circulación de mercancías porque su
mo, modos simbólicos de dominación que no arraigan en la princípal interés era vender ideológícamente el orden exis-
clase social. En fin, el Grupo de Medios de la Universidad de tente. En una clara réplica al ideologísmo que se percibía en
Glasgow (Glasgow University Media Group, GMUG) ofrece el análisis de los medios por gran parte de la Nueva Izquier-
ejemplos empíricos de parcialidades según perspectivas de da, Dallas Smythe (1977) intentó rectificar la tendencia ha-
clase en la producción de noticias. cia un idealismo de izquierda. Para Smythe, la primera pre-
En este capítulo se pesquisan, en los debates actuales gunta que los marxistas deben formularse es ¿qué función
del marxismo británico sobre el tema de la comunicación económica desempeña la industria de las comunicaciones?
masiva, dos cuestiones centrales: los regímenes de propie- Es posible dar respuesta a esa pregunta sólo después de
dad y control que se manifiestan en las industrias cultura- aprehender la dimensión económica, más que ideológíca, de
les, y su papel en la formación del contenido cultural y de la las formas culturales capitalistas. De acuerdo con Smythe,
subjetividad. La cuestión de la economía política sigue sien- el tiempo bajo el capitalismo monopolista se divide en tra-
no decisiva para los intentos críticos de elaborar una teoría bajo (tiempo dedicado a la producción de mercancías) y ocio
de la comunicación masiva. El estudio de las formas cultu- (tiempo vendido a los anunciantes). Los anunciantes como
rales modernas, según sostendré, presupone un análisis de pran las audiencias sobre la base del ingreso, la edad, el gé-
las estructuras institucionales que las producen y las distri- nero y las características étnicas y de clase. A partir de allí,
buyen. Tales operaciones teóricas han procurado investigar el trabajo realizado por la audiencia consiste en aprender
las relaciones estructuradas de poder insertas en las rela- a comprar los bienes que se ofrecen, lo que decisivamen-
ciones de propiedad y control, situar esas relaciones mate- te plasma el «tiempo libre» en interés del capitalismo del
riales en un contexto histórico y aclarar el influjo de las ins- consumidor. El fundamento económico de la cultura con-
tituciones comerciales y públicas sobre las prácticas discur- temporánea, concluye, sigue siendo un importante «punto
sivas (Golding y Murdock, 1991). De los reseñados, sólo ciego» para el marxismo occidental.
Raymond Williams ha hecho aportes sustanciales a nuestra Volveré a estos temas más adelante. Señalaré, de todos
comprensión en este contexto. Los miembros del GMUG y modos, que Dallas Smythe va demasiado lejos. Como obser-
Stuart Hall tratan temas de economía política, pero aque- va Graham Murdock (1978), Dallas Smythe sobrestima
llas cuestiones nunca ocupan el centro de la atención. considerablemente la importancia de la venta de audiencias
Si es poco lo destacable que ofrecen las contribuciones a los anunciantes. Hay gran número .d" industrias cultura-
del GMUG y de Stuart Hall en cuanto a insertar los medios les tales como el cine, la música popular, las revistas de his-
en marcos institucionales, no se puede decir lo mismo sobre torietas y las novelas populares, para no mencionar la emi-
cuestiones relacionadas con la ideología y la formación de la sión de servicio público, cuya dependencía respecto de los
subjetividad, El problema de la ideología en la investigación ingresos por publicidad es sólo mínima. Aparte de eso, la
del marxismo británico sobre la comunicación masiva se en- teoría de -la comunicación masiva tiene que suministrar un
trama estrechamente con la historia del marxismo occiden- análisis crítico no sólo de la manera en que el doble medio
tal (Anderson, 1979). Las formas del análisis ideológíco se del dinero y el poder contribuye a plasmar las instituciones
emplean aquí para explicar la subsistencia de estructuras de la comunicación, sino en que estas estructuras sistemáti-
de dominación en el capitalismo tardío. En este sentido, si camente distorsionan la comprensión que la sociedad tiene
bien se reconoce, para emplear la famosa frase de Enzens- de ella misma. Para apresar en la teoría la consumación de
berger, que la llamada industria de la conciencia ofrece cier- las formas masivas de cultura, es preciso integrar un análi-
ta «porosidad» (Enzensberger, 1976b, pág. 23), el acentose sis del poder institucional con temas que atañen al conteni-
pone francamente en las formas de manipulación. En un do y a la parcialidad de los medios (GMUG), ya la formación
ensayo anterior sobre este tema, Enzensberger (19760) afir- discursiva y psíquica de la identidad humana (Hall). Wil·
mó que la «industria de la mente» no podía ser conceptuali- liams, el GMUG y Hall hacen aportes esenciales a los deba-

30 31
tes actuales de teoría social y comunicaciones masivas sin observaciones y los significados nuevos, que se ofrecen y se
llegar a producir jamás una síntesis así. someten a prueba. Empleamos el término cultura en esos
dos sentidos; para designar toda una forma de vida: los sig-
nificados comunes; y para designar las artes y el saber: los
procesos especiales de descubrimiento y esfuerzo creador»
Raymond Williams: las ,comunicaciones y la larga (Williams, 1988, pág. 4).
revolución
En The Long Revolution (1965), Williams elabora un en-
Raymond Williams sigue siendo una de las fuentes más foque de las transformaciones culturales más fundado en
rícas de crítica cultural existentes en el marxismo británico las instituciones, pero mantiene algunas de sus tendencias
El corpus de sus escrítos comprende aportes esenciales a la anteriores. La larga revolución es el lento despliegue histó-
crítica cultural y literaria y a la teoría política, así como a ríco de tres cambios relacionados entre sí que se producen
las comunicaciones masivas. En este aspecto, Williams es en las esferas económica, política y cultural desde la Revo-
parte de un cambio más amplio manifestado en los pensa- lución Industrial. El gradual ensanchamiento del acceso al
dores de izquierda de la sociedad de posguerra. Junto con sistema educativo, junto con el incremento del público lec-
otros escritores de la Nueva Izquierda, Williams sabe que el tor, la prensa popular y el empleo del inglés corriente consti-
economicismo manifiesto en el pensamiento marxista no tuyen el armazón de una cultura en común. La dialéctica de
contempla adecuadamente la creciente importancia de las la larga revolución está constituida por la contradicción
culturas democráticas y comerciales. Además, la práctica entre las fuerzas de producción liberadas por el capitalismo
artística, separada de las condiciones de su producción y de y la naturaleza comunicativa de los seres humanos. La re-
su recepción por la crítica tradicional, contenía cierta inma- producción social de las relaciones sociales dominantes en-
nencia crítica. Estas inquietudes impulsaron un proyecto de tre el capital y el trabajo impide que las formap culturales
toda una vida que buscaba plasmar una comprensión de la sean utilizadas con un sentido emancipatoriol La realiza-
cultura ordinaria y de la cultura estética y, a la vez, de su re- ción de la naturaleza esencialmente descubridora y creativa
lación Con las instituciones sociales. de los hombres sólo se lograría en una transformación socia-
. Su obra fundamental, Culture and Society (1961), sigue lista de la sociedad (Williams, 1965, pág. 118). El problema
SIendo, quizá, la más conocida. En la exposición de Wíllíams que Williams enfrentaba era que el movimiento obrero, al
se examina el término «culture» [«cultura»] en una serie de que había identificado como factor fundamental de cambio, \--
autores, considerados en orden cronológico, que van desde había sido incorporado al sistema capitalista.
Burke hasta Orwell. Willíams se propone sustentar, por el Las metas de la larga revolución pueden aclararse mejor
examen crítico de una 'tradición predominantemente ro- remontándose a la dual definición de cultura formulada por
mántica interesada en la noción de cultura, que el término Williams. Primero Williams deseaba crear las condiciones
tiene virtualmente un empleo tanto inmanente como crí- materiales para una democracia ilustrada, educada y parti-
tico. Williams reúne de hecho las que llamaríamos una de- cipativa. Se la lograría sólo una vez que se hubieran demo-
finición antropológica y una definición artística de cultura. cratizado radicalmente las relaciones sociales en las insti-
Para él, «culture» conlleva el doble significado de un «modo tuciones económicas, políticas y culturales. Aparte'de eso,
de vida» (Williams, 1961, pág. 137) y de ideas de perfección Williams sostenia que «nuestra» herencia cultural literaria ,
humana que proporcionan una corte de apelaciones crítica y las nuevas formas de producción cultural debían abrirse a
<WnIiams, 1961, págs. 65-84). Escribe Williams: la práctica crítica de todos, en lugar de quedar restringidas
a unos pocos privilegiados. Los valores dominantes del capi-
ccTocla cultura tiene dos aspectos: los significados y las orien- talismo buscaban promover una cultura popular superfi-
taelonel oonaabidoB en los que se forman sus miembros', las cial, sintética, que o bien relegaba el arte «serio» a las már-

32 33
genes o bien reforzaba la idea elitista de que la cultura ele- Williams esboza cuatro breves modelos con los que debe
vada pertenecía ideológicamente a las clases superiores ponerse a prueba ese tipo ideal: 1) el autoritario; 2) el patero
(Williams, 1962, pág. 115). Esta particular perspectiva re- nalista; 3) el comercial, y 4) el democrático.
presenta una reelaboración de la idea de F. R. Leavis de que Una institución comunicativa autoritaria sencillamente
en todos los períodos históricos tocó a una minoría mante- transmite las instrucciones de los grupos gobernantes. Es
ner y criticar la cultura y hacer aportes a ella.! Esto repre- inherente a este enfoque tomar como una cuestión política
senta un importante cambio de énfasis en Williams, puesto la de excluir perspectivas diferentes u opuestas. Aquí Wil-
que antes había aceptado el necesario papel que determi- liams piensa en los sistemas de comunicación masivos del
nadas elites podian desempeñar en la preservación de la «socialismo existente real». La transmisión de mensajes co-
cultura literaria respecto de «formas mecánicas de pensa- dificados electrónicamente y los medios de prensa estaban
miento, de sentimiento y de hipótesis» (Williams, 1952). Pe- en gran medida sujetos a un control central del Estado, que
ro los orígenes literaríos de Williams desempeñan un papel restringía férreamente la expresión de los disidentes dentro
importante en su actitud respecto de los medios de comu- de la sociedad civil. Como Williams advertía con claridad, la
nicación masiva. insistencia del marxismo en las relaciones de propiedad
En su pequeño clásico Communications (1962), continúa dentro de la esfera económica llevaba a omitir en la teoría
con muchos de los temas de la larga revolución. El texto ha- las relaciones entre el Estado y la sociedad civil. Esta orien-
bía sido escrito origínariamente por Williams para iniciar la tación dentro del marxismo puede ser relacionada con la
discusión sobre futuras orientaciones políticas del Partido tendencia a reemplazar en la práctica la sociedad civil por el
Laborista. Si bien el debate crítico acerca del futuro de los Estado (Keane, 1988). Toda política radicalmente democrá-
medios masivos no se materializó, el libro quedó de todos tica digna de ese nombre, señalaba Williams, debe proteger
modos como un ejemplo sobresaliente de lo que llamaré rea- la libre circulación de la información frente a la vigilancia
lismo democrático. Cuando proponía la reforma de la es- del Estado.
tructura comunicativa de la sociedad, Williams quería crear Por otra parte, las estructuras sociales paternalistas. se
las condiciones de una expresión libre, abierta y auténtica. orientan por el deseo de proteger y guiar antes que por la
Para lograrla, había que proporcionar a artistas, comenta- afirmación del derecho de gobernar. Por ejemplo, la(BBCfue
ristas, actores y reseñadores un marco social que les asegu- creada sobre la base del ideal de mantener pautas elevadas
rara un control autónomo sobre losinedios de expresión. El que en gran medida reflejaban el ethos y el gusto de los gru-
ofrece Un «tipo ideal» de comunicación libre cuando escribe: pos s<¡cial~ dominantes de Inglaterra. Lord Reith, primer
director general de la BBC (British Broadcasting Corpora-
,<Una buena sociedad depende del libre acceso a los hechos y
tion), defendía este enfoque sosteniendo qu~ un medio más
a las opiniones, y del crecimiento de la visión y la conciencia:
democrático inevitablemente llevaría a estandares infeno-
la expresión de lo que los hombres realmente han visto, co-
res. De acuerdo con Williams, el modelo de servicio público
nocido y sentido. Cualquier restricción de la libertad del
de Reith tiene una tendencia connatural a ver a la gente co-
aporte individual es verdaderamente una restricción a los
mo masas (Williams, 1962, pág. 108). Se emplea la expre-
recursos de la sociedad» (Williams, 1962, págs. 124-5).
sión-'~<las masas» para aludir a una forma de pensar acerca

1 La influencia de Leavis en el pensamiento de Williams se hizo notable


de la gente que niega su pluralidad cultural, La concepción
inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial. Durante ese pe. de Reith del servicio público busca educar a la gente en una
riodo, tanto Williams como Leavis fueron tutores en la Universidad de cultura rica, elevada, alejada de la cultura popular homogé-
Cambridge. Pero aquel desarrolló poco a poco un respetuoso escepticismo nea de sesgo estadounidense. Para Williams, el paternalis-
hacia la teoría estética de Leavis, aunque siguió vinculado a esa tradición. mo de Reith tenía mucho en común con la cultura comercial
Por más que Leavis sigue siendo importante, la teoría de Williams del ma-
terialilmo cultural recibió fuertes influencias de Althusser, Gramsci y
a la que pretendía oponerse. Mientras que el mercado que-
Vo1oIlnov, ría llegar a tipos de consumidores, la reproducción de cate-

34 35
garlas elevadas y bajas en los enfoques paternalistas divide crático para la presentación de experiencias y perspectlvu
«nuestra cultura en áreas separadas sin puentes entre sÍ» antes excluidas. En este punto en particular, Williams peno
(Williams, 1962, pág. 108). Con una versión revisada ~ saba en una generación de artistas que surgían por entono
modelo del servicio público, Williams se propone adoptar un ces, como Tony Garnett, Ken Loach y John McGrath, todos
modelo más pluralista de la población y apuntalar institu- los cuales elaboraban una nueva estructura realista de la
cionalmente las relaciones comunicativas democráticas. sensibilidad en el cine y en la televisión. En el curso de la
Las industrias culturales comerciales ofrecen cierta li- larga revolución, esos aportes desplazarían, con el tiempo,
bertad en la medida en que en el mercado se puede comprar la superficialidad de gran parte de la cultura popular. En
y vender una pluralidad de formas culturales. Pero, como síntesis, Williams estaba muy persuadido de que las nuevas
aclara Williams (1980) en un ensayo acerca del capitalismo formas de comunicación (prensa, televisión, radio, cine) po-
y la publicidad, los sistemas comerciales suelen oscurecer la dían producir un clima democrático que favorecería un
distinción entre las demandas humanas de bienes y servi- compromiso serio y una auténtica atención a las necesida-
cios y la necesidad de una autonomia democrática. La publi- des humanas.
cidad es capaz de realizar esta particular artimaña ídeoló- La concepción de Williams puede definirse como un rea-.
gica ofreciendo soluciones «mágicas» a los problemas más lismo democrático no sólo por su confianza en los cambios
auténticos de «la muerte, la soledad.Ja frustración, la neceo institucionales esbozados en la larga revolución, sino tam-
sidad de identidad y de respeto» (Williams, 1980, pág. 190). bién por su defensa de una estética realista. No obstante, a
Además, las estructuras comerciales promueven una ilu- diferencia de las famosas observaciones de Lukács acerca
sión más, en la medida en que a los métodos capitalistas de del realismo y el arte, Williams no sostiene que lo social
distribución cultural les son inherentes determinadas ex- deba representarse como en un reflejo especular (Jameson,
clusiones. Esto es, las formas comerciales de difusión culo 1977). Para Williams, como veremos en su posterior obra
tural inevitablemente excluyen obras que difícilmente se acerca del materialismo cultural, las prácticas artisticas no
puedan vender en forma rápida y.rindan buena ganancia. reflejan la realidad sino que la producen activamente a tra-
El modelo democrático de producción cultural tiene muo vés de formas materiales y simbólicas. La producción culo
cho en común con el sistema comercial que acabamos de tural puede caracterizarse como realista en virtud de lo que
esbozar, por su énfasis en la comunicación libre. No obstan- Williams define como una «actitud hacia la realidad» (Wil-
te, de acuerdo con Williams, ciertos derechos de comunica- liams, 1989a, pág. 228). El creador cultural debiera inten-
ción libre debieran ser aislados y protegidos del dominio del tar captar «lo que realmente ocurre» y procurar ponerlo en
capital en el mercado. Williams propone que los medios de conexión co" la estructura de sensibilidad de la audiencia.
comunicación masiva sean preservados del control de ins- Para el realista democ'fático, la comunicación puede consi-
tituciones comerciales y paternalistas, tales como las sus- derarse lograda sólo si se han presentado los procesos so-
criptas por el capital y el Estado, y se los democratice y des- ciales con fidelidad y de una manera que la audiencia pueda
.centralice, Su separación institucional del gobierno y del entender. Por ejemplo, el reciente filme de Spike Lee Mal-
mercado proporcionaría a los que contribuyen a la cultura el eo/m X puede ser caracterizado como una forma de realismo
contexto social indispensable para la libre expresión. For- democrático. El filme retrata al jefe negro radical de los
mas democráticas abiertas de «conversación» no tienen un derechos civiles dentro de un marco histórico centrado en la
término necesario, puesto que todos los aportantes deben lucha de los negros contra el racismo. La narración es evi-
estar abiertos «al desafío y al examen>' (Williams, 1962, pág. dentemente un intento de reinterpretar simbólicamente
134). Esta utopía de la comunicación libre, según creía Wil- procesos sociales «reales» y de ponerse en conexión con las
liams, seguramente promovería relaciones y lazos comuni- sensibilidades de las audiencias modernas. Un enfoque se-
tarios más fuertes. La reforma del sistema nacional de co- mejante debiera esforzarse por alcanzar lo que Williams y
municaciones también haría posible un foro público demo- Orrom (1954) llaman «expresión total-•. La expresión total

36 37
se logra cuando, tras una representación o tras la lectura de de la superestructura con relación a la base. Williaml, por
una Ilovela, el público queda con la idea de lo que el autor otra parte, y pese a su estrecha asociación con el marxilDlO,
pretendía. Eso no se logra ni negando la importancia de fo!:o. se mantiene escéptico ante la metáfora de la base y la super-
mas y estilos culturales específicos ni replegándose a una estructura. Un argumento así 1) reduce la superestruetu-
disposición puramente estética de parte del artista. En lu- ra a un reflejo de la base; 2) abstrae del proceso histórico;
gar de ello, el productor cultural se ve llevado a trabajar 3) caracteriza las necesidades humanas como económicas
dentro de determinadas convenciones y estructuras de sen- antes que como sociales, y 4) aísla las cuestiones culturales
sibilidad que lo colocan en las mejores condiciones para co- de los temas relacionados con la organización económica.
rounicarse con los otros. He esbozado esos argumentos en otro lugar (Stevenson,
1995), y por eso me ceñiré aqui a la objeción primera y fun-
damental de Williams.
Williams afirma que etiquetar un fenómeno como super-
Materialismo cultural y hegemonía estructural es asignarle un grado menor de realidad. La su-
perestructura. en esa visión, se transforma en un dominio
En su obra posterior, Raymond Williams inicia una con- de ideas dependiente, que refleja la base económica mate-
frontación más estrecha con el marxismo occidental y con el rial. Rebajar la superestructura a un dominio idealista se
posestructuralismo. Como respuesta a esas dos orientacio- opone al deseo de Williams de hacer de las prácticas cul-
nes teóricas, elaboró una concepción más material de los turales prácticas materiales. La teoría de Williams del ma-
procesos culturales. La teoría del materialismo cultural es- terialismo cultural sostiene que todas las prácticas sociales
taba destinada a criticar las nociones marxistas de base y consisten en elementos significativos y materiales. Señala
superestructura y, a la vez, las formas reificantes de abs- que la cultura posee dos características principales:
tracción que le parecían evidentes en determinadas tenden-
cias del posestructuralismo (Williams, 1979b, pág. 27). «a) un énfasis en el "espíritu plasmador" de toda una forma
Las consideraciones teóricas sobre las nociones de base y de vida, que es manifiesto en todo el espectro de las activi-
superestructura se convirtieron en uno de los problemas dades sociales, pero que es más evidente en "actividades
centrales de la teoría marxista. Se entiende comúnmente específicamente culturales": lenguaje, estilo artístico, varie-
que esa noción signífica que la base (la economía) ostenta dades de trabajo intelectual; y b) un énfasis en un "orden
una prioridad explicativa respecto de la superestructura social global" dentro del cual una cultura específicable"en
(las instituciones culturales y políticas) O le fija a esta limi- estilos artísticos y variedades de trabajo intelectual es vista
tes externos. El análisis marxista más reciente sobre este como producto directo o indirscto de un orden constituido en
tema, inspirado en Gramsci (1971), Althusser (1977, 1984) principio por otras actividades sociales» (Williams, 1982,
Y Poulantzas (1978), intenta sostener que la superestruc- págs. 11-2).
tura tiene por lo menos una autonomía relativa respecto de
la base económica. La mejor caracterización de este fenó- Williams convalida su argumento con un análisis de lo
meno es la que presenta Norman Geras (1987) en su polé- escrito por Marx en los Grundrisse (Williams, 1982). Marx,
mica con el posmarxismo. Geras nos pide que nos tracemos según Williams, sostiene que un obrero que fabrica un pia-
Una imagen figurada del modelo de la base y la superes- no a partir de materiales en bruto realiza una actividad
tructura representándonos al autor encadenado a un poste. productiva, mientras que un pianista que toca el piano, no.
La cadena no le impide a Geras tocar el violín o ver televi- Ello se debe a que el obrero está directamente involucrado
Il6n, pero sí ir de compras o asistir a un concierto de Elvis en la reproducción social del capital de una manera que no

.db
OoIteUo, En este sentido puede decirse que Geras encade-
'.un potIte tiene una autonomía relativa, similar a la
se puede predicar del pianista. Williams, al contrario de
Marx, insiste en que la práctica de tocar el piano es a la vez

38 39
material y simbólica. La idea es aquí la de hacer de la ac- y en salud, pero además su sesgo histórico armoniza oon la
tividad de escuchar a Bruce Springsteen una práctica obra de Williams acerca de la cultura en general. 3
productiva en la misma medida en que lo es trabajar para Lo hegemónico, en el análisis de Williams, es una combl·
McDonald's. nación de tres procesos culturales: tradiciones, institueio-
Lo mismo que a muchos de los miembros de la Izquierda nes y formaciones. Las tradiciones son constantemente ín-
Británica, la búsqueda de un marxismo no reductivista con- ventadas y reinventadas por los Estados nacionales, aun-
dujo a Williams hacia Gramsci. Williams tomó su primer que se las presente como fijas, definitivas y neutrales. La
conocimiento de la obra de Gramsci sobre la hegemonía en producción y la reproducción material de tradiciones inven-
las décadas de 1960 y 1970 (Forgacs, 1989; Ransome, 1992). tadas dependen en gran medida de instituciones como los
Dicho en forma concisa, se puede considerar que un grupo medios masivos. El incremento de la popularidad de la fa-
gobernante es hegemónico si trasciende los intereses econó- milia real británica -la más ideológicamente intemporal
micos más limitados y proporciona a la población un lide- de las instituciones británicas- fue favorecida por una co-
razgo moral e intelectual. La mejor concepción de la hege- bertura mediática en gran parte acrítica. Cuando la BBC
monía es la de un constante campo de batalla donde la bur- instituyó la emisión de Navidad de la monarquía, en 1932,
guesía y la clase obrera construyen alianzas económicas, contribuyó a crear una comunidad nacional simbólicamente
políticas y culturales con otros grupos sociales. El propósito «estable» con la figura paternal de Jorge V (Cannadine,
es aquí aislar progresivamente el campo opositor haciendo 1983, pág. 142). La transmisión cultural de tradiciones a
que la balanza de los intereses públicos y las percepciones través de instituciones, como las comunicaciones masivas o
se incline hacia nuestro lado. La concepción gramsciana de el sistema educativo, concurre a formar un consenso domi-
la ideologia es interesante en ese sentido. La ideologia es re- nante en la sociedad contemporánea. A diferencia de las ins-
presentada como el cemento social que une diferentes alian- tituciones y las tradiciones dominantes, los modos hegemó-
zas de clase. Según Gramsci, podemos juzgar que la ideolo- nicos de dominación dependen también de formaciones de
gía es eficaz si se puede conectar con el «sentido común» del la sociedad civil. Las formaciones son ciertos movimientos y
pueblo y movilizar a este hacia el cambio. tendencias conscientes (como los movimientos literarios)
El esbozo más claro de lo que Williams entiende por he- que en gran medida operan en el interior de los sentidos y
gemonía se halla en Marxism and Literature (1979b).2 En valores dominantes. Formaciones como el movimiento mo-
consonancia con Gramsci, Williams define la hegemonía co- dernista inicial se reconocían erróneamente como oposito-
mo un proceso histórico constante que en su formación es ras, aunque reafirmaban ciertas percepciones dominantes.
siempre cambiante y nunca es estático o sistemático. Según TIte Politics of Modernism (1989c), de Williams, publicado
Williams, las prácticas hegemónicas pueden ser dominan- póstumamente, sigue destacando este punto. Caracteriza al
tes, residuales o emergentes, aunque, como él lo muestra, modernismo de comienzos de este siglo como políticamente
ningún orden social puede incorporar jamás toda la gama ambiguo. La vanguardia se proponía conmover y derribar a
de la experiencia humana. En consecuencia, algunas prácti- la burguesía valiéndose de un vigoroso individualismo que
cas sociales, como la de enseñar marxismo en una universi- rechazaba toda conexión con los otros. Para Williams, la ne-
dad o trabajar para una organización dedicada al sida, son gación de la necesidad humana de comunidad es caracterís-
intrínsecamente contradictorias y ocasionalmente oposito- tica de un pensamiento derechista, y se la puede conectar
ras; esas prácticas al mismo tiempo cuestionan y reafirman con estilos de ideas neoliberales. Como lo muestra este
la hegemonía dominante. Esto sin duda constituye una teo- ejemplo, las llamadas tendencias «de oposición» su~l~n ser
ria alentadora para izquierdistas que trabajen en educación construcciones ideológicas mucho más complejas que lo que
parecen inicialmente.
t Ante., WUUaml había examinado la hegemonía en «Base and super- 3 Este punto contiene una crítica decisiva del antihumanismo (Foucault
Itl'llatllNln M.rxIot cultural theory» (1973). y Althusser), popular en la izquierda a fines de la década de 1970.

40 41
Raymond Williams y la cultura material: la cómodamente a la sala de estar hogareña. Esta cond.lai6n.
televisión y la prensa que Williams suele caracterizar como «privatismom6vllll.
estaba equilibrada hasta cierto punto por la política estatal
La obra de Williams puede ser entendida como un pro- sobre la emisión pública. Los mecanismos de mando que
gresivo intento de presentar las prácticas culturales como dieron forma al desarrollo de la televisión en Gran Bretaña
p!.ácticas materiales. Para ello, traslada el acento, inicial- (aunque no puede decirse lo mismo de los Estados Unidos)
mente puesto en la necesidad de que la larga revolución sos- fueron tanto públicos oomo privados. En tanto que la comer-
tenga una cultura literaria trascendental orientada por cialización de la televisión implicaba que se la oonsumiría
«ciertos valores absolutos o universales» (Williams, 1962, en privado, su regulación pública proporcionó al Estado un
pág. 57). Su segunda obra sobre los medios, que básicamen- medio para promover su propia legitimidad. La idea de una
te se refiere a la televisión, es quizás el ejemplo fundamen- emisión de servicio público, que puede ser paternalista o
tal de la aplicación del materialismo cultural al análisis his- democrática, provino de una cultura nacional definida por
tórico. El análisis de Williams se desarrolla en tres niveles: el Estado. Con todo, desde la década de 1950 el desarrollo
1) las relaciones sociales materiales que determinan el de- más importante en los sistemas de emisión ha sido la ex-
sarrollo de la televisión; 2) un análisis del flujo o los ritmos pansión de las oomunicaciones estadounidenses. Se produjo
del oontenido de la televisión, y 3) una critica de los supues- una transformación desde la emisión nacional y oontrolada
tos que están detrás de algunas investigaciones acerca de por el Estado hacia formas globales y comerciales de te-
los «efectos» de la televisión. De estas tres series de análisis levisión. Esta situación creó un mercado mundial cinema-
Williams aparentemente privilegia la primera. ' tográfioo, televisivo y de videos. Williams sostiene que el de-
sarrollo de sistemas satelitales y de cable, que aparecen en
1. Para Williams, la pregunta básica es la de cómo llegó la cultura, debe verse dialécticamente. El mercado capita-
la televisión a ocupar un lugar central en nuestra vida cul- lista mundial en materia de producción cultural, que ha
jural. No es una respuesta apropiada invocar un paradigma erosionado el predominio del Estado británioo, impedirá, a
tecnológico. Por ejemplo, una respuesta insatisfactoria a la través de.la inundación del mercado oon televisión barata,
pregunta de Williams seria la que se centrara en la investi- la factura de productos locales. En oposición a esto, un enfo-
gación científica que condujo a inventar la televisión. Esa que más «socializado» de los nuevos sistemas comunicativos
forma de enfocar la tecnologia separa la propagación de la buscaria debilitar el predominio del capital en gran escala y
televisión de las necesidades, los propósitos y las prácticas de los Estados nacionales a través de formas más locales de
sociales. Según la explicación de Willíams, puede decirse oontrol Con ello, la emisión de servicio públioo, aun man-
que el incremento de la televisión masiva está sobredeter- teniendo vínculos oon lo nacional y lo internacional, se vol-
minado por la eoonomia, el Estado y lo que él llama «priva- veria poco a poco local y democrática.
tismo móvíb (Williams, 1974). De la pluralidad de causas
que Williams analiza, la más decisiva resulta ser el capital 2. Williams considera la «experiencia» de mirar televi-
privado, cuyos intereses dominan el desarrollo de la tecnolo- sión atendiendo a la distribución de programas de tele-
gía de la oomunicación. La forma cultural de la televisión visión por las redes y lo que él llama «flujo televisivo», Un
oomo la de la radio, tuvo que ser adaptada a un mercad¿ análisis del oontenido de la televisión oomercial y de la tele-
.configurado por un consumismo centrado en el hogar. En visión pública pone de manifiesto que la segunda presenta
otras palabras, la tecnología televisiva debió adecuarse a programas de naturaleza más social y educativa. Pero lo
las necesidades de las condiciones «privadas» de recepción, que ambos tipos de televisión tienen en común es que la pro-
debiendo ser lo suficientemente pequeña para que se la pu- gramación se organiza en un flujo secuencial, oon la finali-
diera transportar con facilidad. Los primeros aparatos de dad de capturar una audiencia para un entretenimiento
televisión solían alojarse en muebles destinados a ajustarse vespertino. len Ang describe el flujo oomo «un ir y venir de

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programas sin que su individualidad deje alguna impresión erosión sufrida por una prensa intermedia. Colin Sparlcl
especialmente profunda» (Ang, 1985, pág. 22). Se capta me- (1992b) ha sostenido que la creciente separación entre ¡a
jor este fenómeno en la experiencia de mirar televisión de prensa popular y la prensa seria proporciona a los lectorea
manera pasiva en lugar de enfrentarse críticamente con un de la primera una versión sumamente personalizada de
programa determinado. La televisión se ha convertido en procesos institucionales. La mayor fragmentación entre for-
un medio de distensión privada y esto supone una oportuni- mas de alta y de baja calidad de información tiene por corre-
dad perdida. Williams propone en cambio que la apertura lato un atomismo y una pasividad política crecientes en la
de los canales de televieión proporcione un foro crítico para clase obrera (Williams, 1985). Desde luego, a juicio de Wil-
una forma más vigorosa de discurso público. liams, estos desarrollos tienen consecuencias negativas
para cualquier democracia participativa futura.
3. Gran parte de la investigación de la audiencia reseña-
da por Williams se basaba en supuestos tan reificados como
los del determinismo tecnológico. Ese paradigma de investi-
gación, en la época en que Williams escribía, terminó domi- Raymond Williams y la teoría de la comunicación
nado por la búsqueda de «efectos» cientificamente aislados.
Semejante empresa estaba condenada al fracaso. Lo deter- En esta sección me propongo examinar las argumenta-
minaba sobre todo la dificultad de separar el influjo de la ciones de Williams con más detalle. Consideraré cuatro
televisión de la inserción contextual del televidente en las puntos principales: 1) la noción de base y superestructura;
relaciones sociales. Además, los hipersimplificados modelos 2) la concepción de ideología y de hegemonía sustentada por
de causa y efecto, manifiestos en este análisis, suelen su- Williams; 3) la relevancia actual del realismo democrático, y
poner que la organización institucional de la televisión no 4) la importancia de la formación literaria de Williams.
merece ser examinada. Si bien Williams pensaba que la in-
vestigación de la audiencia podía seguir desarrollándose, 1. Los marxistas que procuran defender una noción de
esos temas no tenían la importancia política que conserva- base y superestructura exponen por lo general una posición
ba la organización social de la comunicación masiva (Wil- teórica más cercana a la de Dallas Smythe (1977) que a la
liams, 1974, pág. 123). ' de Enzensberger (1976b), y Nicholas Garnham (1986a) no
es una excepción en esto. Lo económico, cuando se trata de
La obra de Williams fue decisiva para ofrecer una his- pensar acerca de la producción cultural, sigue siendo, según
toria de la prensa británica (Williams, 1965, 1978, 19890). sostiene Garnham, claramente determinante. La primera
Su aporte, similar al dedicado a la televisión, combina un cuestión ~n este sentido está de acuerdo con Dallas Smy-
enfoque histórico con el deseo de establecer un puente entre the- cuandonos__disl'onemos a analizar las industrias cul-
la perspectiva radical y la perspectiva liberal acerca de la turales sigue siendo la función económica que desempeñan
prensa. Mientras que Williams considera iroportante que la para el capital. Históricamente, los medios de comunicación
prensa nacional sea independiente del Estado para mante- mas~a han estado en estrecho vinculo con la capacidad de
ner su libertad critica, las perspectivas liberales han descui- la base económica de crear un excedente a través de formas
dado con demasiada frecuencia el poder de control de las más directas de producción. La configuración de la superes-
grandes corporaciones. El siglo XX ha sido testigo de dos tructura ha sido determinada históricamente por lo econó-
desarrollos fundamentales en la prensa nacional: la desa- mico porque «son esas relaciones sociales las que determi-
parición de la prensa radical popular y la polarización cultu- nan la distribución del excedente» (Garnham, 1986a, pág.
ral de la prensa. En tanto el destino de la prensa radical ha 29). Las inversiones corrientes en las industrias culturales
sido examinado en otro sitio (Curran y Seaton, 1985), para pueden concebirse como el producto de un excedente que
Williams (1987) reviete particular iroportancia la idea de la crece y una búsqueda de nuevos campos de inversión. De

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acuerdo con esta lectura, la superestructura no se sitúa en municación masiva es preferible al menos en dos nivele.,
un nivel autónomo de desarrollo, sino que está concreta- Primero y principal, presenta la evolución de la televiilón
mente ligada a lo económico. Por consiguiente, el análisis de como un proceso complejo "discontinuo. Por ejemplo, la teo-
Williams es acertado cuando destaca la materialidad de las nología de la televisión fue configurada en gran medída por
prácticas sociales, pero no acierta a reconocer el carácter la investigación militar en nuevas formas de comunicación;
determinante de lo económico. y la idea de emisión de servicio público surgió sólo cuando la
Terry Eagleton (1989) ha objetado, en oposición a Wil- televisión se convirtió en una mercancía que se podia como
liams, que «base y superestructura» no es una tesis ontoló- prar y vender en el mercado. Esos dos ejemplos demuestran
gica. Para retomar el ejemplo de Williams acerca del ejecu- que la interrelación del Estado y la economía resultan ser
tante de piano y el obrero: se estaria dispuesto a admitir que determinantes en la producción cultural de la televisión
ejecutar el piano es tan real como hacer un piano. Pero «ba- masiva. En otros contextos históricos, sostiene Williams re-
se y superestructura» se apoya en cuestiones de determina- firiéndose a los Estados Unidos,la economía fue más salien-
ción antes que de ontologia. Como lo señalan Geras (1987) y te y menos trabada por la regulación estatal. Si la teoría de
Garnham (19860), la noción de «base y superestructura» la comunicación masiva basara sus explicaciones en el pre-
procura poner de manifiesto los niveles de autonomía relati- dominio de lo económico, no podría dar muy buena cuenta
va de que gozan las prácticas política y cultural. Aunque en de las diferentes mezclas culturales de provisión pública y
este punto Eagleton tiene razón, el argumento de Williams provisión comercial en las economías capitalistas. Segundo
estaba dirigido también a poner de manifiesto que la discu- -aspecto que he señalado anteriormente-, Wílliams esta-
sión centrada en tomo de base y superestructura era intrín- blece conexiones entre dos niveles, el de la economía política
secamente reduccionista. La observación de Garnham en el y el del contenido cultural. Garribam y Dalias Smythe, por
sentido de que Williams omite cuestiones de determinismo su parte, constantemente descuidan el papel ideológico de
económico es también errónea. El segundo libro de Williams las formas simbólicas producidas materialmente.
acerca de la comunicación masiva muestra que la determi-
nación de la base tiene que ser rastreada a través de la his- 2. La cultura hegemónica halla una coherencia centrada
toria, y que no se la puede presuponer (Williams, 1974). en un conjunto dominante de normas y valores. La estruc-
Más que en un deseo de Williams de omitir cuestiones rela- tura de la sensibilidad que aparece en la época moderna es
cionadas con la determinación, la dificultad está en que una la incapacidad de comunicarse, la fragmentación de la iden-
parte del marco analítico marxista le parecía deficiente. tidad cultural y la creencia en la soberanía del individuo-
Acerca de la determinación, Williams dice: (Williams, 1989c). En armonia con otros análisis de la mo-
dernidad (B. Anderson, 1983; Frisby, 1981; Giddens, 1990;
«No tenemos que concebir la determinación como una fuer- Jameson, 1991), Williams destaca que la preocupación mo-
za única o como una única abstracción de fuerzas, sino como dernista por los sentiroientos de alienación, fragmentación
un proceso en que los factores realmente determinantes y exilio se debe reconectar con dimensiones institucionales.
-la distribución de poder y de capital, el patrimonio social y Es decir que, según Williams, la dispersión de la subjetivi-
físico, las relaciones de escala y medida entre grupos- pone dad moderna se debe en principio a los modos de funciona-
límites y ejerce presiones, pero ni controla en forma total ni miento de la economía capitalista y al predominio de formas
predice en forma total el resultado de una actividad comple- e-;;onómicas de racionalidad (Williams, 1985, pág. 262). Sólo
ja dentro de esos límites o sobre ellos, y bajo esas presíones con una economía socialista y el reconocimiento institucio-
o contra ellas» (1974, pág. 130). nal del principio de la autogestión surgiría una sociedad más
Gamham y Dalias Smythe no ocupan posiciones equiva- comunicativa. Si en este y en otros puntos Williams se mano
lentes, pero siguen confiando m uchísimo en las formas eco- tiene cerca de algunas de las ideas alemanas de Habermas
nomicistas de explicación. El análisis de Williams de la co- (Eagleton, 1990, pág. 409), las concepciones de la ideología

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de ambos son igualmente defectuosas. Williams y Haber- ción, unída a la historia, más prolongada, del «orientaliamOll
mas sobreestiman el poder cohesionante de ciertas normas occidental (Said, 1978), suminístra el contexto cultural qut
y valores culturales. Williams da a entender que si las for- debe tener en cuenta cualquier interpretación del caso de
maciones artísticas pueden entenderse a través de ciertas 5"alman Rushdie. De acuerdo con Simon Lee (1990), los in-
constelaciones de valores, como la soberanía del individuo telectuales liberales vieron la disputa en los términos del
ello refleja disposiciones culturales más generales. Esta derecho a la libre expresión por parte del autor, y no en los
suposición parece altamente discutible, dada la diversidad términos del islamismo británico. Si los medios hubieran'
de perspectivas críticas existentes en la sociedad moderna actuado en conformidad con la teoría del realismo democrá-
configuradas según divisiones estructurales y culturale~ tico de Williams, el islamismo británico habría gozado de los
(Abercrombie et al., 1980). El concepto de hegemonía no mismos derechos de acceso al dominio público nacional que
debiera asimilarse a un discurso sobre un cemento ideoló- el régimen dominante. Y las acciones del islamismo britá-
gico que aseguraría el dominio «consensuado» de diversos nico se habrían situado más cuidadosamente en un análisis
grupos sociales. Con todo, si Williams exagera el poder cul- estructural e histórico de la comunidad islámica en Gran
tural de la hegemonía, consigue por cierto ofrecer una per- Bretaña y en el resto del mundo. Los periodistas que toma-
suasiva combinación de efectos ideológicos de la fragmen- ron parte en la construcción simbólica del acontecimiento,
tación y de ciertas normas y valores cohesionantes. La idea podrían haber alcanzado una comprensión más acabada de
de que la hegemonía puede operar tanto por el proceso del aquellos que evidentemente se sintieron amenazados por la
atomismo social como por la institución de creencias y prác- publicación de la novela de Rushdie. La esfera pública refor-
ticas consensuales deriva de Lukács y de Gramsci. La ambi- mada de Williams también habría procurado elaborar una:
valencia de Williams en este punto obra como contención de apreciación más documentada del modo en que la audiencia:
otros marxistas que oponen un recurso cultural a otro. podia interpretar la información de los medios. La circula-
ción en estos de la quema de libros estuvo destinada, con to-
3. En este punto, los argumentos de Williams deben ser da deliberación, a alimentar la sensación de crisis cultural.
reformulados a propósito de contextos sociales modernos. ¡En realidad, una de las consecuencias de un mayor plura-
La tesis del realismo democrático es que si se asegurara con lismo en los medios podría haber sido que la quema de libros
recursos institucionales la separación de los medios locales no se produjera! En otras palabras: si las protestas iniciales
y nacionales respecto de la economía y del Estado, se crearía del islamismo británico no hubieran sido ignoradas o vistas
una esfera pública comunicativa más vigorosa. Por más que según ideas preconcebidas, podrían haber optado por expre-
esas propuestas resulten atractivas, les falta plantear una sarse políticamente de otra manera. Esto parece particular-
apropiada ética de la comunicación y quedan en mala posi- mente manifiesto cuando consideramos que la campaña
ción en los contextos modernos de fragmentación y globali- contra Versos satánicos precedió a su quema pública.
zación cultural. Deseo poner ahora esos temas en concreta Si bien medidas tales habrían colaborado a producir una
relación con un breve examen de la disputa a propósito de comunidad de entendimiento, las propuestas de Williams
Salman Rushdie. no dejan de ser limitadas. A pesar del énfasis que el realis-
Richard Webster (1990) sostiene que desde 1945 la cul- mo democrático pone en la necesidad de situar contextual-
tura occidental ha sido testigo de una trasferencia a los ára- mente «otras» voces, tiende a ver la libre expresión en tér-
bes del odio a los judíos. La creación figurativa de un nuevo minos de derechos antes que de obligaciones. Williams noto-
grupo de Otros guarda una estrecha semejanza con las an- riamente elude una discusión así e,?- la,rarte final de Com-
tiguas formas de propaganda antisemita.? Esta observa- munications (1962, págs. 135-7). La razón de ello es que
piensa que se logran medios más democráticos a través de
4 Webster señala que es común deshumanizar a los judíos y a los árabes los derechos de quienes colaboran en ellos. Es probable que
representándolos como animales. el hecho de que Williams vea la redefinición de la esfera pú-

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blica en términos de derechos se explique por sü contexto una cultura global más por la uniformidad que por la dlfe·
histórico. Construyó su noción de realismo democrático en ~encia. De acuerdo con esta perspectiva, la cultura indUl"
una época en que la cultura británica parecía estar domina- trial produce una cultura norteamericanizada global d.
da por el mercado y por el paternalismo de Reith. Ninguno Madonna y McDonaI¡¡:s (Schiller, 1970). Por otra parte, la
de esos dos modelos era capaz de promover lo que Williams tesis nacionalista declara que no es la cultura global. sino
percibía que era la estructura de la sensibilidad emergente. que son las culturas nacionales las que constituyen identi-
Imponer obligaciones a los colaboradores culturales habría dades modernas. Los Estados nacionales tienen la capaci-
significado hacer concesiones artísticas o al Estado normali- dad de organizar una experiencia generacional, hablar de
zador o a la necesidad del ~ercado de lograr un beneficio. recuerdos comunes y enunciar un destino común (Smith,
En tales circunstancias, esas consideraciones eran impor- 1990). Lo que sostengo es que a veces Williams parece que-
tantes. Pero el análisis cultural de Williams no deja de su- rer radicalizar las culturas nacionales o locales para mediar
bestimar radicalmente la naturaleza multicultural de la so- el efecto de una cultura estadounidense global. Esta estra-
ciedad moderna. Así, a propósito de la polémica de Rushdie, tegia es inadecuada al menos en dos puntos. El primero es
que fue un simple intercambio de insultos, podríamos haber que toda esfera pública radical futura tendrá que operar en
tenido un espectro de perspectivas más amplio. Para Haber- el contexto de un capitalismo transnacional, donde los me-
mas (1989), tomar parte en una discusión nos obliga a aten- dios de 'comunicación no son democráticamente poseídos y
der a las afirmaciones del otro y a responder a ellas racio- controlados. La teoría democrática tiene que ser capaz de
nalmente. En un espíritu similar, el reciente trabajo de Zyg- indicar las formas en que esas instituciones puedan llegar a
munt Bauman (1991; 1992a) nos insta a imaginarnos a no- someterse a controles sociales globales. El interés de Wil-
sotros mismos en los términos del otro y a reconocer el al- liams por lo local y lo nacional alienta una interiorización
cance de nuestra responsabilidad. Según piensa Bauman, regresiva que aparta la atención de ese nivel. Una teoría
sólo en la medida en que estemos dispuestos a aceptar una más satisfactoria aplicaría el principio de la democracia en
responsabilidad por el otro podremos evitar que se perpetúe niveles que rebasaran lo local y lo nacional. En realidad,
una cultura sin contenido ético (Bauman, 1992a). La cues- muchas de las fragmentadas culturas locales que hallarían
tión general sigue siendo, no obstante, que la comunicación expresión en los medios plurálistas se podrían entender
libre dificilmente promueva relaciones de confianza y res- como una reacción contra la globalización. Eric Hobsbawm
peto si los participantes no están obligados a prestar aten- (1990) sostiene que la erupción de la violencia étnica en to-
ción a los aportes y a las perspectivas que provienen de for- da Europa puede ser vista en esos términos. Para Hobs-
mas de vida humana radicalmente diferentes. bawm, los nuevos nacionalismos son básicamente una reac-
Respecto de otro punto, la idea de la larga revolución ción fundamentalista defensiva contra la declinacíón del
constituye un argumento poderoso en favor de formas de Estado y el continuo flujo cultural de la modernidad.f Por
provisión cultural de carácter más local y nacional. Si bien eso, medios más locales, como los que desea Williams, po-
una estrategia así podría suministrar el marco para que se drían tener la consecuencia no querida de dar voz a una re-
establecieran nuevas relaciones intersubjetivas, su aprecia- tirada despolitizada respecto de lo público.
ción de la naturaleza globalizada y fragmentaria de gran La otra consecuencia de la hegemonía de la producción
parte de la vida social no deja de ser insuficiente. Aquí Wil- cultural transnacional es la fragmentación de las relaciones
liams combina lo que yo caracterizaré como la tesis imperia- comunicativas, no la identidad cultural. Por ejemplo: los
lista y la tesis nacionalista; ambas tienen mucho que las ha- ciudadanos pueden ser indiferentes a las cuestiones susci-
ce recomendables, pero siguen siendo explicaciones cultura- tadas por el caso de Salman Rushdie; pueden preferir re~r
les inapropiadas del capitalismo tardio. La tesis imperialis- 5 Hobsbawm indudablemente exagera la naturaleza reactiva del nuevo
ta cultural sostiene que como resultado del predominio de nacionalismo. Se hallará una lectura más positiva en Neil Ascherson, «In
grandes conglomerados mediáticos se está constituyendo defence ofnew nationalism. (1991).

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acerca de ello en diarios sensacionalistas de dere-cha; pue- mejante, que detrás del desdén de Williams por lo deaorla.
den pasear la mirada sobre un artículo referido al hecho nizado y azaroso de la televisión está el deseo de un texto
mientras buscan la página de deportes, o pueden sentirse unitario que tenga un autor con nombre. Williams no es ca-
demasiado cansados para absorber un programa de una paz de apreciar el modo en que la contradictoria e indecisa
hora acerca de temas relevantes. Habrá, por supuesto, quie- naturaleza de la televisión admite lecturas opositoras. Si
nes piensen que esos temas son importantes, pero que no bien lo que dice Fiske es sin duda pertinente, su lectura de
los interpreten de la manera que pretenden los autores. Es- Williams es demasiado parcial. La obra de Williams acerca
tas consideraciones ponen límites a intentos como el de Wil- del flujo está determinada también por lo que he llamado
liams de construir formas nacionales y locales de solidari- realismo democrático. La necesidad de formas de comunica-
dad y comunidad. Por supuesto, aunque un sentido de los lí- ción que sean más de autor, como ahora debiera resultar
mites es importante, ello no debiera hacernos olvidar la im- claro, está directamente relacionada con la promoción de
portancia crítica de las cuestiones que Williams plantea en formas democráticas de comunidad. Quizá cualquier em-
relación con los sistemas de comunicación democráticos. presa crítica debiera aspirar a poner en claro la dialéctica
entre la disposición literaria de Williams y su humanismo
4. El análisis que Williams hace de la comunicación ma-
socialista. Si bien es verdad que Williams subestima la na-
siva está condicionado por su formación en la crítica litera-
turaleza discursivamente abierta de la cultura mediática
ria de Leavis. En un nivel general, la teoría cultural de Wil-
popular, no obstante pon,e en conexión una cantidad impor-
liams se mantiene demasiado estrechamente ligada a los
tante de perspectivas acerca de los medios, la democracia y
modos artísticos de producción. Es notorio que su análisis
la comunidad, en una forma que no se da en la crítica más
de la hegemonía concede un papel destacado a las formacio-
reciente. Que las culturas mediáticas tengan algo así como
nes artísticas «excepcionales». En relación con la cultura
una función democrática todavía no plenamente cumplida
mediática, esta tendencia es particularmente pronunciada
sigue en pie como una idea decisiva que unifica sus refle-
en su estudio del flujo y el contenido televisivos. En particu-
xiones acerca de la producción y el contenido culturales.
lar, Williams suele formular un juicio acerca de una secuen-
Raymond Williams, a diferencia de gran parte de los tra-
cia televisiva como si estuviera analizando un texto litera-
bajos del marxismo británico sobre la comunicación masiva,
rio. Como hace Leavis, Williams procura poner de manifies-
ha sido capaz de incorporar un análisis de economía política
to, a través de una detallada consideración, los valores que
en un interés por la hegemonía y las formas fracturadas de
están en la base del texto. Si bien esto puede ser instructivo,
la conciencia. Nadie dejará de quedar impresionado por la
su formación en la teoría estética de Leavis lo lleva a tratar
jerarquía teórica de su obra acerca de la cultura, la política
el sentido como una propiedad estable que se pone de mani-
y la ideología. Examinaremos ahora esas cuestiones en re-
fiesto con la lectura atenta. Este punto de vista no solamen-
lación con el marco más ideológico ocupado por el Grupo de
te presupone que la audiencia «lee»el texto mediado de ma-
Medios de la Universidad de Glasgow.
nera semejante a la del literato académico, sino que consi-
dera al sentido fijo en el texto. Esto no equivale a afirmar
que el contenido ideológico del Val Doonican Show no pueda
ser juzgado separadamente de la forma en que ciertas El Grupo de Medios de la Universidad de
audiencias lo interpreten. No obstante, la discusión de Wil-
liams acerca del flujo propende a situar su lectura del texto
Glasgow y la parcialidad televisiva
en paralelo con la de una audiencia general ausente (Laing,
Este Grupo de Medios de la Universidad de Glasgow
1991, pág. 164).
(GMUG) produjo una serie de fructiferos estudios acerca de
Pero estas críticas también pueden ser llevadas a la exage- la parcialidad de las noticias televisivas durante la década
ración. John Fiske (1987b) ha sostenido, en un sentido se- de 1970 y comienzos de la de 1980 (1976a, 1976b, 1982). En

52 53
los que se hicieron conocidos como los libros Bad Neue, los dad: más bien se sostiene que algunas representacionel del
miembros de este grupo quisieron exponer, con un análisis mundo de las relaciones industriales son más fidedignas
empirico y semiótico, la sistemática parcialidad de clase de que otras. En este aspecto, el GMUG no comprobó una rela-
la cobertura televisiva de noticias. En su momento, esos es- ción consistente entre los paros laborales en efecto registra-
tudios tuvieron una considerable influencia en la investiga- dos y aquellos de los que informaron las noticias televisivas.
ción sobre comunicación masiva. Pero en la actualidad las En lugar de ello, la imagen que surge de su investigación es
contribuciones colectivas del grupo experimentan cierto tal que algunos talleres, como los de la industria autotno-
retroceso (Fiske, 19870; Harrison, 1985). La razón de ello se triz, están sobrerrepresentados (GMUG, 19760, pág 191).
sitúa en una de sus más evidentes deficiencias teóricas: un Al parecer, la noticiabilidad de las disputas industriales se
traslado general del acento a cuestiones de epistemología y decide por las molestias que registran los clientes de bienes
al desarrollo de la investigación de la audiencia. Mi enfoque y servicios y por las industrias que se consideran simbólicas
sostendrá que muchas de las criticas del Grupo de Glasgow del pobre rendimiento económico de Gran Bretaña. En se-
estaban bien fundadas ~n verdad, algunos de los miem- gundo lugar, las noticias televisivas se pueden caracterizar
bros iniciales del grupo parecen haberlo apreciado (Philo, como parciales porque reafirman o no cuestionan las rela-
1990)--, pero sus estudios conservan un núcleo de especula- ciones económicas centrales bajo el capitalismo. Los medios
ción. El enfoque crítico del análisis de las noticias teleyi.- operan inmersos en un consenso ideológico dominante, don-
sivas sigue siendo un elemento fundamental en los trabajos de las huelgas nunca están justificadas y de ellas son siem-
del marxismo británico acerca de las comunicaciones masi- pre culpables los obreros. Las noticias televisivas, cuando se
vas. Dicho esto, las principales debilidades del GMUG están trata de informar sobre conflictos entre capital y trabajo, se
en los supuestos que hace sobre la comprensión interpreta- asientan en un «código restringido» que es sorprendente-
tiva de la audiencia, la confusión del grupo respecto de pro- mente favorable al statu qua. Por ejemplo, los informes
blemas de objetividad y su falta de un análisis institucional. acerca de dificultades en la planta automotriz de la Leyland
británica en 1975 apenas mencionan las pruebas sobre in-
versiones escasas y mala administración (GMUG, 1982,
pág. 20). En este punto, el grupo de Glasgow se basa en un
Dos estudios de caso: malas noticias y buenas discurso de Harold Wilson, laborista, entonces primer mi-
noticias nistro, referido a los «paros innecesarios» en la Leyland.
Afirma que el texto de la alocución original fue considera-
Primero, como dirían en Las noticias de las diez, las ma- blemente modificado por la BBC para hacer recaer la censu-
las noticias. La parte más sustancial de los libros Bad News ra lisa y llanamente en los obreros. Asi se disimulaba el
se refiere a la tendenciosa presentación de los conflictos in- llamamiento común a la dirigencia y a los obreros que era
dustriales a fines de la década de 1970. Con un amplio ma- evidente en la alocución inicial de Wilson. La prueba pre-
terial probatorio grabado en video, sostienen que las noti- sentada aqui se puede relacionar con una tercera forma de
cias reproducen una ideología coherente de clase media. Las parcialidad que consiste en excluir las voces obreras de los
noticias, por consiguiente, no son un producto neutral, obje- medios de corounicación masiva. U na de las razones por las
tivo, imparcial, propio de un informe desinteresado, sino que el medio televisivo produce una ideología tan cerrada es
que ese producto descansa en ciertos presupuestos de clase. que su cultura ocupacional está dominada por personas
'para el GMUG, las noticias industriales de las primeras 22 provenientes de la clase media. Los trabajadores del medio
semanas de 1975 pueden considerarse parciales al menos televisivo están separados tanto material cuanto simbólica-
en tres aspectos. Primero, los medios son parciales .pnrsu mente de la clase obrera. Toda información que contradiga
errónea representación de la «realidad» social. Esto no equi- la visión del mundo dominante de la clase media será ex-
vale a decir que las noticias televisivas no reflejen la socie- cluida o tendrá una existencia fragmentaria. Estas tres

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modalidades de parcialidad se combinan para producir una viudas de marinos por la lenta entrega de información por
poderosa ideología que distorsiona la realidad, refirma las parte de la Armada. Esto virtualmente desbarataba la ma.
relaciones sociales dominantes y excluye las perspectivas nera en que los noticieros habían fraguado la experiencia de
que las contradicen. las mujeres como patriotas cuidadoras. No obstante, la BBC
Ahora las buenas noticias. El GMUG (1985) continúa su se centró en las declaraciones de la Marina, y por consi-
investigación de los conflictos industriales con un análisis guiente negó a las mujeres la oportunidad de hacer oír sus
de la cobertura mediática del Estado británico en la guerra quejas. La falta de acceso a los medios que padecieron '!as
yen la paz. Si bien me concentraré en la Guerra de las Mal- mujeres era parcial en los tres sentidos antes señalados. La
vinas, es evidente que, a diferencia de la investigación pre- ideología dominante de los noticieros televisivos reprime la
cedente, hay un gran interés por situar la producción del diversidad de las mujeres en la sociedad, reproduce la ideo-
contenido mediático entre fronteras deslindadas. La cober- logía familiar y silencia las voces disidentes.
tura de la Guerra de las Malvinas estuvo sobredeterminada
por formas directas de control impuestas por el ministro de
Defensa, el sistema de lobbies y los juicios de opinión pú-
blica de los propios periodistas. La producción simbólica de El ojo del espectador y la objetividad en los
buenas noticias, exigída por la necesidad de aglutinar el estudios mediáticos
interés militar, el estatal y el público, se pone de relieve en
el análisis que hace el grupo de las familias de quienes inte- En esta sección me dedicaré a una de las confusiones
graban la fuerza de tareas. centrales que los debates con el grupo de Glasgow han pues-
Gran parte de la cobertura de las familias de los soldados to de manifiesto, Tanto las malas como las buenas noticias
que tomaron parte en la Guerra de las Malvinas se centró presentadas en los estudios se asientan en las nociones de
en las mujeres. De acuerdo con el grupo de Glasgow, la vida objetividad y de imparcialidad, al mismo tiempo que se re-
de las mujeres se volvió noticiable a causa de la ausencia de chazan esas exigencias por intrinsecamente ideológicas. Es-
los hombres que de hecho generaban las noticias. En este to es: para el grupo de Glasgow,las representaciones que los
contexto, los periodistas representaron a las mujeres de la medios hicieron de la industria automotriz y de las mujeres
familia con arreglo a su papel tradicional de cuidar a los que eran familiares de los soldados británicos son objeta-
hombres y darles apoyo afectivo. Esto no sólo representa bIes porque deforman la realidad. Desde luego que tales
erróneamente lo real, en vista de la declinación de las pau- afirmaciones no concuerdan con un repudio de la objetivi-
tas de la familia tradicional y la creciente intervención de dad. Para tomar otro ejemplo: el valor de la imparcialidad
las mujeres en la economía, sino que ideológicamente las de- está implícito -aunque tácito-e- en el argumento según el
fine como «receptoras de emoción» (GMUG, 1985, pág. 99). cual los noticieros televisivos sistemáticamente excluyen de
Difícilmente se pedía a las mujeres entrevistadas una refle- la esfera pública ciertas perspectivas críticas. Si este valor
xión critica acerca de la politica del gobierno, y más bien se se rechaza por ideológico, caen los fundamentos teóricos del
les preguntaba cómo se sentían. Esta estrategia discursiva análisis critico. El GMUG habria contado con una base teó-
recurre a una división tácita entre una esfera pública mas- rica más segura si se hubiera propuesto una crítica inma-
culina racional y un ámbito privado femenino afectivo. Ade- nente de los medios a través de los valores, declarados por él
más, la búsqueda, marcadamente sexista, de buenas no- mismo, de equilibrio, imparcialidad y objetividad. A causa
ticias crea la idea de una solidaridad de la familia y la co- de la notable distancia entre esos valores declarados y su
munidad con centro en el visible sufrimiento privado de las realización, se tendió a rechazar los ideales mismos como
mujeres. La localización ideológica de las mujeres puede una impostura. Es justamente la alternativa que mostró ser
ilustrarse con el relato del noticiero de la BBC del 26 de ma- desastrosa cuando la adoptaron formas más propagandísti-
yo de 1983. El artículo se referia a la protesta de cuarenta cas de los medios en sociedades autoritarias. El argumento

56 57
aquí presentado indica, en contra del grupo de Gl\,sgow, que Para centrar el análisis, consideraremos estas cueltio·
la radicalización de los principios de equilibrio, objetividad e nes en relación con un estudio acerca de la televisión y la
imparcialidad es necesaria para cualquíer medio democrá- huelga de los mineros de 1984 (Cumberbatch et al., 1986).
tico futuro. El problema no está en los ideales sino en la foro Optamos por esta investigación a fin de destacar algunas
ma en que los valores se sostienen en la práctica mediática, de las consecuencias políticas del desplazamiento meto-
Desde su aparición a fines de la década de 1970, la obra dológico desde el análisis del contenido hasta el de la subje-
precursora del grupo de Glasgow ha ido perdiendo populari- tividad de la audiencia. El informe de la Broadcasting Re
dad. Ello se debió en parte al creciente escepticismo hacia la search Unit se basa en todas las emisiones de Nine O'Clock
idea de objetividad en los estudios culturales en general. El News de la BBC y de News at Ten de la TVI de los doce me-
influjo del posestructuralismo, la hermenéutica y el psico- ses que van del 2 de marzo de 1984 al 5 de marzo de 1985.
análisis en los estudios culturales ha puesto de relieve la Cumberbatch y sus colaboradores sostienen que uno de los
inestabilidad del sentido y los horizontes interpretativos de problemas con que tropieza la medición de la parcialidad es
la audiencia. La teoría de la Europa continental se ha aparo el de acceder a una versión confiable de lo real que-sea inde-
tado de un análisis del texto para pasar a la subjetividad de pendiente de los medios de comunicación masiva. Si nos en-
la audiencia. Estas elaboraciones trajeron a la luz algunas contramos ante versiones de la realidad que rivalizan entre
cuestiones reprimidas en torno de los temas de la resisten- sí como en el caso de las diferentes formas de percibir la
cia, el deseo y el placer. El foco de estos estudios se ha trasla- huelga de los mineros, es sin duda dificil, piensan,' juzgar
dado de los discursos relativamente cerrados de las noticias cuestiones de parcialidad. En este punto el equipo de inves-
emitidas al campo discursivamente más abierto de los vi- tigación se acerca a lo sostenido en los trabajos de Fiske y
deos musicales, las peliculas kitsch y las telenovelas. En es- Hartley. La verdad está decididamente en el ojo del especta-
tos trabajos, la idea de parcialidad se suele desechar rápida- dor. Según el estudio, la investigación de la audiencia des-
mente por considerársela epistemológicamente ingenua o cubre -y no es sorprendente- que los espectadores que
una ilusión empirista. En este terreno, algunas orientacio- apoyaban la lucha de los mineros, en mayor medida que los
nes de la teoría cultural sostuvieron que toda la realidad so- espectadores que no la apoyaban, se inclinaban a pensar
cial está construída lingüísticamente, y que las pretensio- que los noticieros televisivos mostraban parcialidad contra
nes de verdad y de objetividad van aliadas a las prácticas la huelga. Esto revela algo acerca del modo en que la au-
discursivas del bloque de poder (Fiske y Hartley, 1978; Fis- diencia lee los noticieros televisivos. Según esta visión, los
ke, 1987a; Hartley, 1992). Si bien son concepciones decisi- espectadores, cuando ven noticieros televisivos, tienden a
vas para que los estudios culturales y mediáticos conserven asimilar la información nueva a un marco perceptivo pre-
vigencia, lo que aquí se afirma es que una teoría crítica de la existente. No es tanto que el contenido televisivo interpele
comunicación mediática no puede excluir las pretensiones al sujeto (Althusser, 1984), sino que el sujeto proyecta signi-
de verdad sin perder consistencia. Si las pretensiones de ficados en el texto. 6 No podemos examinar aquí la insufi-
verdad son siempre parte de la estrategia hegemónica del ciencia de esta manera de ver los procesos interpretativos
poder politico, ello reduce, por implicación, a los grupos su- que se desarrollan cuando se mira televisión; nos interesa
bordinados a una politica de interrupción (Laclau y Mouffe, más bien la conclusión del informe, que les extiende a los
1985). El propósito general de esta variedad de análisis medios un limpísimo certificado de salud. El principal des-
gramsciano sería apoyar intentos de construir una estrate- cubrimiento fue que el público general estaba muy satisfe-
gia antihegemónica aunque fuese irracional y no veraz (Fis- cho con la naturaleza «no pareiab de los informes noticiosos.
ke, 1992). Pero la verdad es demasiado importante para El único aspecto crítico elaborado en el estudio, y que era
confiarla a grupos sociales dominantes. Todos los noticieros percibido por un amplio corte transversal de la audiencia, .se
televisivos incluyen una construcción simbólica, pero unas refería a la excesiva concentración de los medios en la VIO-
representaciones de lo real son más parciales que otras. 6 Un enfoque similar se encuentra en David Morriaon (1992).

58 59
lencia de Ialínea de piquete. Pero la tendencia, de los no- de sucesos establecido por la BBC. Una vez más, pretender
ticieros televisivos a destacar más el comportamiento que la perspectíva de la audiencia, materialmente aíslada
huelguístíco que sus causas es comprensíble si se considera de las condiciones de la producción cultural, es tan docu-
la naturaleza de los noticieros, centrada en el suceso. En mentada como cualquier otra, confunde la cuestión. La
pocas palabras, por concentrarse en la audiencia, el análi- BBC o bien modificó el orden de los sucesos, o bíen no lo hi-
sis de contenido de la investigación no aborda el contexto zo. Además, si el grupo de Glasgow sostuviera ~omo in-
ideológico de la huelga de los mineros ni presta suficiente tentó hacerlo, según vimos- que los medios distorsionan la.
atencíón al contenído de la produccíón de noticíeros televi- realidad, esas afirmaciones inevitablemente suponen una
sivos. La exposición del contenido televisivo no puede estar noción de objetividad. Aunque se admita que las exigencias
«exenta de valores», y por eso la percepción de la parcialidad de equilibrio, imparcialidad y objetividad se coufiguran lin-
-sostienen los investigadores- tiene que incluir, en algún güísticamente, no es necesario inferir que estos valores no
nivel, las interpretacíones de la audiencía. merecen ser defendidos. Si los medios renunciaran a esos
El desplazamiento de Cumberbatch al terreno de la au- principios, periodistas y ciudadanos por igual perderían ca-
diencía ímpíde formular enuncíados veritativos objetivos sí todo sustento para un íntercambio democrático y abíerto
sobre los contenidos de la televisión. Yo sostendría, siguien- de información, Y si se acepta que la verdad es subjetiva, re-
do a Colin Sparks (1987), que averiguar si la audiencia per- sultaría fácil imaginar que una discusión así pudiera obrar,
cíbe parcíalidad pertenece a un nivel de análisis distinto del para tomar la expresión de Fiske y de Hartley, en favor de
de saber si hay parcialidad. Judith Líchtenberg (1991) afir- los intereses del bloque político. Fácilmente se podría dese-
ma, en coincidencia con esta tesis, que los periodistas no char el argumento de que el documental de anoche acerca
pueden renuncíar a una nocíón de objetívidad. Dudar de de la nueva legislación de seguridad social fue parcial en
que exista una verdad objetiva es dudar de que podamos tanto no tomaba en cuenta su efecto sobre los pobres. Sí los
aprehender alguna vez lo que «realmente ocurríó» con inde- valores de imparcialidad se conciben como subjetivos más
pendencía de nuestro punto de vista.' Esto parece ser exac- que como intersubjetivos, el responsable del programa po-
tamente lo que Cumberbatch y sus colaboradores procuran dría replicar que esa no es la manera en que él ve el mundo.
sostener. De ser ese el caso, no sería coherente hacer obje- Ello automáticamente cerraria toda posíbilidad de diálogo y
ción alguna si los medios alteran la secuencia de los hechos discusión racional acerca de las cuestiones públicas suscita-
para que se ajuste mejor a la percepción que ellos tienen de das por el filme, Pero si los enunciados veritativos se concí-
la realidad. Por ejemplo: suele afirmarse que la BBC repre- ben como valores intersubjetivos sostenidos comunicativa-
sentó erróneamente lo ocurrído en la mína de carbón de Or- mente que se refieren a estados del mundo real, se hará po-
greave durante la huelga de 1984, para mostrar como vio- sible una discusión abierta acerca de las temas en cuestión.
lentos a los míneros y no a la policía. Es dificil ver de qué El debate entre Harríson (1985) y miembros del grupo de
modo la investigación de la audiencia contribuíría a dar va- Glasgow hace difícil juzgar la exactitud de las afirmaciones
lidez a esa afirmación. El conocimiento que la audiencia tie- iniciales de parcialidad. Ello resulta cierto sobre todo desde
ne del suceso, a no ser que cuente con otras fuentes de infor- el momento en que se pone de manifiesto que la crítica de
mación, sería el producto de una transaccíón entre sus hori- Harríson se ha basado en un material de fuentes muy dife-
zontes y el texto producido por la BBC. Los enuncíados veri- rente (Philo, 1987). Parece improbable que las afirmaciones
tativos concernientes a las representaciones mediáticas tie- del GMUG se puedan rechazar, como sugiere Harrison
nen sentido sólo sí apelan a una versión más objetiva de la (1985, pág. 59), con sólo indicar su confesa posición marxis-
realidad. En el caso de los mineros de la mina de carbón de ta. Sí ese fuera el caso, nunca se podría afirmar que el conte-
Orgreave, la distancia a que la audiencia se encontraba de nido televisivo es parcial, porque en una estimación así
los «hechos reales» de la huelga minera hacía difícil que siempre están íntimamente comprometidos los prejuícios
pudiera emitir juicio sobre el ordenamiento de la secuencia del investigador. No necesariamente es contradictorio plan-

60 61
tear enunciados veritativ~s objetivos y reconocer la propia de los medios sigue siendo un nivel decisivo de an'U.II.
historicidad. Castoriadis sostiene algo similar: Pero toda lectura atenta de la naturaleza ideológicamente
codificada del texto tiene como consecuencia separarlo de
«El intelectual querrá ser un ciudadano como los demás; las condiciones materiales de su producción y de su recep-
quiere ser también vocero, de jure, de la universalidad y la ción. Si bien se trata de una operación legitima, los que la
objetividad. Puede permanecer en ese espacio sólo si recono- realizan debieran ser conscientes de los límites que ello po-
ce los límites de lo que su supuesta objetividad le permite; ne a su lectura. En consecuencia, los marxistas de Glasgow
debe reconocer, y no sólo de labios para afuera, que lo que no son capaces de explicar cómo podrian reformarse radical-
intenta comunicar a la gente es sólo una doxa, una opinión, mente los medios, e ignoran la creativa labor cotidiana de
no una episteme, una ciencia» (1991, pág. 12). leer televisión. Desarrollemos algunos de estos aspectos.
La localización institucional del medio televisivo nunca
A no ser que se sea capaz de plantear enunciados veritati- ocupa plenamente el primer plano intelectual. La prueba de
vos en un espacio público intersubjetivamente definido, es la parcialidad televisiva es atribuida por esta lectura al pre-
dificil concebir el modo en que se pueda fomentar una discu- dominio, en los medios, de trabajadores que originariamen-
sión pública compartida. Esa es una norma básica de la ciu- te han tenido una formación de clase media. Estos escritos
dadanía democrática. Raymond Williams (1989b), en una acerca de la reforma de los medios presentan, a pesar de
reseña crítica de una selección de trabajos del grupo de algunas pruebas en sentido contrario, una estrecha asocia-
G1asgow, señala que instituciones que se pretenden demo- ción entre los supuestos ideológicos de los periodistas y la
cráticas, como la BBC, no iniciaron la consideración discur- naturaleza parcial del contenido televisivo. Una forma más
siva de sus comprobaciones. En este aspecto, la investiga- representativa de televisión se promovería incluyendo un
ción del grupo de Glasgow sólo se puede considerar acepta- corte transversal más amplío de la población de las indus-
ble en la medida en que se consiga el libre asentimiento trias mediáticas. Los principales problemas de la emisión
racional de todos, una vez cumplidas ciertas obligaciones son la falta de exactitud y de pluralismo (GMUG, 1982, pág.
dialógicas. Aunque persisten muchas deficiencias en los 153). La omisión seria es aquí una falta de rigor en el análi-
trabajos del grupo de Glasgow, y no es la menor de ellas su sis. Al parecer se pasa por alto el examen del «acuerdo- en-
confusión en temas relacionados con la objetividad, una cul- tre la reproducción de una ideología profesional y un con-
tura democrática más racional habría asegurado que sus texto institucional. En este sentido es interesante la clásica
comprobaciones fueran objeto de la discusión pública que investigación de Philip Schlesinger (1978) acerca de la cul-
merecen. tura ocupacional de la BBC. Según él, lo que resulta deter-
minante en la producción de noticieros televisivos es más su
arraigo institucional de la BBC en el statu quo que la forma-
ción de clase del periodista. Según Schlesinger, el sistema
La ideología y el Grupo de Medios de la de emisión pública descansa en las normas de imparciali-
Universidad de Glasgow dad y de objetividad para mantener una distancia ocupacio-
nal respecto del Estado. Con los procedimientos organizati-
El concepto de ideología es el tema dominante en los tra- vos actuales, la simple inclusión de una mayor diversidad
bajos del grupo de Glasgow acerca de los medios masivos. entre los periodistas probablemente contribuiría muy poco
Los autores exageran mucho el poder cohesionante de la a modificar el contenido ideológico de los noticieros. En rea-
ideología, a la vez que contextualizan en forma errónea su lidad, el paso a un periodismo de tipo más antagónico, que
producción en las instituciones mediáticas. Esto es quizás procurase ensanchar la apreciación de la multiplicidad de
un peligro inherente al análisis del contenido. Como vimos perspectivas existentes en el espacio público, probablemen-
antes, la investigación semiótica y empírica del contenido te induciría a una marcada reacción frente al Estado. Por

62 63
tanto, los medios noticioso1s nacionales son parciales no tan. Glasgow mantenga cierta distancia respecto del mundo de
to en favor del statu qua como en favor de las normas exis- vida del periodismo profesional simplifica excesivamente el
tentes de democracia parlamentaria. Un medio más plura- análisis. En definitiva, el grupo de Glasgow no sólo equipa-
lista buscaría tener una mayor diversidad de periodistas ra, desde el punto de vista teórico, los presupuestos de clase
-lo que Anne Phillips (1991, pág. 63) llama «el principio y la cultura del lugar de trabajo, sino que exagera el grado
especular>>-- que reflejase más fielmente la composición so- en que las clases sociales elaboran internamente puntos de
cial de la sociedad. Pero toda reformulación del contenido de vista estables acerca del mundo. Un tema reciente de deba-
la televisión actual tendria que referirse a la estructuración te en la teoría cultural ha sido la conexión entre la clase so-
de los medios televisivos más enérgicamente. cial y ciertas creencias culturales (Eagleton, 1990; Hall,
Un problema conexo es la falta de complejidad, en el gru- 1988a; Laclau y Mouffe, 1985). Si bien no existe acuerdo
po de Glasgow, respecto de la cultura profesional de los res- acerca de estos puntos, se aceptan en general las observa-
ponsables de los noticieros. Para expresarlo crudamente, a ciones iniciales de Poulantzas acerca de la relación entre
juicio del grupo de Glasgow, la visión del mundo de la clase clase y cultura. Para Poulantzas, ciertas perspectivas ideo-
medía.atrapada en la práctica periodística asegura la repro- lógicas no actúan «como si fueran matrículas políticas que
ducción ideológica-de relaciones de poder asimétricas. Esta las clases sociales llevaran en la espalda» (Poulantzas,
argumentación confunde distintos niveles de análisis, que 1975, pág. 202). Para esta concepción, las estrategias ideo-
deben mantenerse separados. Primero, sobrevalora consi- lógicas se construyen sólo en el proceso real de lucha y no
derablemente la importancia de los antecedentes sociales .t ienen necesariamente una pertenencia de clase. Si bien elu-
de la mayoría de los periodistas; poseen mayor peso explica- dimos aquí algunos puntos de teoría, el grupo de Glasgow
tivo las relaciones de fuerza que existen dentro de la propia omite debatir el limitado grado de cierre ideológico que las
institución y sus decisivas vinculaciones con los mecanis- clases sociales pueden ofrecer. Que el grupo de Glasgow ex-
mos reguladores del dinero y el poder. En segundo lugar, plique el predominio ideológico del statu qua como resultado
con la suposición de que los puntos de vista de la clase me- del poder estructural de la clase media no toma en cuenta
dia dan forma a la cultura mediática, omiten referirse a la las divisiones y los conflictos ideológicos manifiestos en los
especificidad de la práctica profesionaL Para volver por un grupos de elite. Por ejemplo: el predominio intelectual del
momento a Schlesinger (1978, pág. 166), es mejor describir tliatcherismo entre las clases medias durante al década de
la disposición de la BBC como «pluralismo democrático». La 1980 no impidió que se produjeran divisiones entre la con-
cultura de la emisión de servicio público supone que no hay cepción tory de antiguo estilo de «una nacióm y el neolibera-
grupos de intereses predominantes dentro de la sociedad, y lismo. Esto no equivale a sostener, como lo han hecho algu-
esto hace posible que la BBC suministre un equilibrio justo nos posmarxistas (Laclau, 1977), que no exista una relación
J1 los que desean llevar adelante el diálogo. Esta postura entre formaciones ideológicas y clase sociaL Con todo, el
particular trae por consecuencia que los que hablan en tér- grupo de Glasgow habría afinado sus análisis si hubiera te-
minos de conflicto y de poder sean representados como nido en cuenta el carácter históricamente contingente de
«otros». Además, lo que Schlesinger llama «la cultura del esa relación.
cronómetro» indaga algunos de los supuestos que condicio- La nítida alianza que el grupo de Glasgow forja entre las
nan las concepciones acerca de lo noticiable. Las prácticas instituciones mediáticas y la producción de una ideología
laborales de los periodistas de los noticieros valoran la in- dominante no da cuenta de los «imperativos contradicto-
mediatez, la rapidez y la exactitud del informe. Es la natu- riosi (Kellner, 1981, pág. 36) de la televisión. La televisión
raleza del despacho de noticias, movida por el suceso, más de servicio público suele verse capturada entre la legitima-
que la coherencia de determinadas perspectivas ideológi- ción del discurso del Estado y el suministro de un contexto
cas, la que influye en la configuración de la composición so- institucional para el libre flujo de la información. En forma
cial de las noticias. El hecho de que el análisis del grupo de similar, como observa Kellner, la televisión privada de los

64 65
Estados Unidos se ve capturada entre ir tras el beneficio Stuart Hall, comunicación masiva y hegemonla
económico y tener que proporcionar un foro público de deba-
te. Las relaciones determinantes conflictivas de la televi- Stuart Hall es conocido sobre todo como miembro funda.
sión se vinculan al contenido. El grupo de Glasgow omite dor del Centro Birmingham de Estudios Culturales y por
mencionar la forma en que las concepciones de equilibrio e sus trabajos acerca del thatcherismo (HaITÍs, 1992; Turner,
imparcialidad actuarían contra los intereses del grupo do- 1991). Al igual que Williams, aunque pertenece a una gene-
minante. El propio hecho de que se entreviste a jefes de la ración más joven, Hall fue una figura destacada en el resuñ
oposición, sindicalistas, hombres y mujeres de la linea de pi- gimiento de la izquierda británica en las décadas de 1960 y
quetes y camareras permitiría a la audiencia construir 1970. Sus escritos teóricos se ligan estrechamente a los te-
perspectivas diversas. Además, la atención que la televisión mas de la cultura, la ideologia y la identidad. Si bien presen-
presta a áreas de conflicto social puede servir para que se ta una muy elaborada r;interpretación de algunos de los
expresen ciertos puntos de vista de oposición a los que de pensadores fundamentales del posestructuralismo, su prin-
otro modo se les negaría amplio reconocimiento público. cipal piedra de toque íntelectual sigue siendo Gramscí. En
Como lo han mostrado otros estudios, los temas en los que el terreno del estudio de la comunicación masiva, el aporte
se ve una amenaza a la democracia parlamentaria. como el específico de Hall ha consistido en vincular formas cultura-
terrorismo, las huelgas y el movimiento pacifista, se suelen les ideológicamente codificadas a estrategias de decodifica-
tratar de manera diferente en contextos dramáticos y docu- ción de la audiencia, prestando atención al mismo tiempo al
mentales (Elliott et al., 1983; Williams, 1989a). Desde lue- cambiante contexto politico de los signos y los mensajes me-
go, esto no quiere decir que la televisión promueva formas diáticos. Para Hall, el texto ideológicamente codificado es el
radicales de transformación. Por otra parte, el material nivel primario de determinación. Aparte de eso, sus escritos
simbólico ofrecido por la televisión no está ideológicamente más recientes han puesto de manifiesto una conciencia cada
tan estructurado que no brinde espacio para una evaluación vez mayor de la apertura discursiva de los códigos popula-
crítica (Hall, 1980). res. Comparado con el grupo de Glasgow, Hall representa
La principal debilidad del grupo de Glasgow reside en un nivel de análisis más complejo, pese al común interés
que omite un análisis institucional, se confunde en temas central por el tema de la ideologia. No obstante, con relación
como el de la objetividad y, sobre todo, está expuesto a una a la idea fundamental de este libro, que es el desarrollo de
crítica frecuente por su fracaso en considerar los procesos de una teoría crítica de la comunicación masiva, la contribu-
interpretación emprendidos por la audiencia. A contrapelo ción de Hall no deja de presentar insuficiencias. Su excesiva
del pensamiento actual en los estudios sobre los medios, he concentración en el tema de la ideología hace que otros nive-
indicado que las formas institucionales de análisis y las no- les de análisis, tales como el de la propiedad y el control de
ciones de parcialidad mediática siguen siendo decisivas pa- los medios masivos, queden excluidos del examen. Mientras
ra una teoría auténticamente crítica de la comunicación que Williams elabora una fecunda dialéctica entre estructu-
, masiva. La circunstancia de que el grupo de Glasgow inten- ras comunicativas y teoría democrática, Hall tiene poco pa-
tase, aunque sin éxito, vincular una ideologia crítica de la ra aportar en este aspecto.
televisión a un argumento en favor de un medio más plura-
lista, es razón suficiente para que se lo siga tomando con se-
riedad.
Una policía de la crisis: la prensa, el pánico moral
y el surgimiento de la Nueva Derecha

Policing the Crisis (Hall et al., 1978) sigue siendo, desde


el punto de vista teórico, el más notable de los textos pro-

66 67
ducidos por los primeros fundadores del Centro Birming- una explicación internalista y una explicación externa1llta
ham de Estudios Culturales. La obra comprende una com- de los procesos periodísticos. Esto es, en tanto que PolieZ",
plicada hermenéutica que ambiciosamente procura vincu- the Crisis lleva el análisis demasiado lejos en dirección a 101
lar un pánico moral ante los asaltos -impulsado por la pren- definidores externos, una investigación compleja de la re·
sa-, la ruptura de la política del consenso de posguerra y el colección de noticias debiera fijarse como objetivo apresar
ascenso de un Estado autoritario. Hall y sus colaboradores no sólo las perspectivas institucionales internas, consig-
descubren, con un análisis empírico, que la prensa significa- nadas con más frecuencia, sino también las estrategias ...
tivamente reaccionó en exceso al percibirse la amenaza de negociación entre los periodistas y sus fuentes.
crimenes violentos a comienzos de la década de 1970. La eti- La tesis principal que anima a Policing the Crisis su-
queta de «asalto» había sido importada de los Estados Uni- ministra el contexto político de los trabajos posteriores de
dos y empleada por la reinante cultura del control como me- Hall acerca del thatcherismo en la década de 1980. El ex-
dio para socavar la política del consenso de la democracia tendido pánico moral provocado por la prensa es puesto
socia!. Antes de que el pánico ante el asaltante apareciese sobre el telón de la crisis económica y superestructura!. El
en la prensa, se había producido una intensificación de la período de la posguerra había experimentado la quiebra
movilización policial contra los negros disidentes. El resul- paulatina de ideologías tradicionalistas a través de la difu-
tado de esta estrategia fue la aparición de delincuentes ne- sión de estilos de vida opulentos, la privatización del tiempo
gros en los tribunales, y esto, a su vez, suministró el esce- libre y la permisividad entre los jóvenes. Hall (Hall y Jeffer-
nario para una creciente atención por parte de la prensa. En son, 1976) había explorado ya el papel de la juventud en el
este punto, Hall y sus colaboradores de Birmingham esta- derrumbe de una sociedad que antes se presuponía cohesi-
blecen la decisiva distinción entre definidores primarios y va. El desplazamiento de formas de vida más antiguas, más
definidores secundarios. Son definidores primarios grupos regladas, creó ansiedad social en un grado considerable, y
estructuralmente dominantes, como la policía, que pueden así el efecto culturalmente desestabilizador del repentino
introducir en el libreto de los medios un suceso particular. auge del consumo condujo a una reacción desplazada a los
Los medios actúan como definidores secundarios de un su- pueblos negros y asiáticos. Esta ruptura cultural, asociada
ceso seleccionando e interpretando la información recibida en Gran Bretaña con una declinación económica de largo
de los definidores primarios. En el pánico moral resultante, plazo, contibuyó a una crisis de la hegemonía y a la búsque-
las definiciones de la policía cobran un peso ideológíco extra da de soluciones autoritarias. El aflojamiento de los víncu-
porque pueden establecer un alto grado de cierre cultural. los tradicionales y la necesidad de nuevas formas de lideraz-
Ese no seria el caso cuando, por ejemplo, los medios infor- go moral e intelectual fueron expresados de la manera más
man acerca de las relaciones industriales, porque aquí los viva por la derecha política. En su estrategia, ejecutada po-
definidores primarios incluyen tanto a los sindicatos cuanto líticamente durante la década de 1980, la identidad del pue-
a los empleadores. Como observa Hall, los criminales, «por blo británico debía ser redefinida hegemónicamente. Con
el hecho de serlo han perdido el derecho de tomar parte en la esto en mente, paso ahora a considerar las contribuciones
negociación del consenso acerca del crimen» (Hall et al., más importantes de Hall en lo que concierne a los medios, la
1978, pág. 69). Estas observaciones desplazan de su lugar ideologia y el thatcherismo.
central la importancia que el GMUG atribuía a la cultura
periodistica de clase media. Este argumento puede agregar-
se al que elaboré antes con relación a los complejos niveles
de análisis, históricamente cambiantes, que una sociología Ideología: ¿el retorno de lo reprimido?
del periodismo debiera respetar. Con esto presente, y basán-
dose en las contribuciones de Hall, Sch1esinger (1990) sos- Hall (1982) caracteriza los análisis estadounidenses de
tiene que el estudio de los medios masivos debe desarrollar los medios de las décadas de 1940 y 1950 como pertenecien-

68 69
tes a la escuela de los «efectos». El propósito de esa forma de de procesos lingüisticos y psíquicos. El sujeto se reconOGe
investigación era el de establecer la incidencia medible de erróneamente a sí mísmo como un individuo único ante. qlle
los medios de comunicación masiva en la conducta humana, como una identidad construida a través de lo social. Elénfa·
y su conclusión fue que estos suelen ser relativamente ino- sis de Althusser en la formación del yo a través de discursos
fensivos, y refuerzan las normas y los valores sostenidos por ideológícos ejerció en Hall una influencia formativa." A jui-
una sociedad pluralista. Pero el redescubrimiento de la cio de Hall, el estructuralismo inaugura dos campos princi-
ideología en los estudios sobre los medios reintrodujo una pales de investigación para la comunicación masiva: 1) un
noción de poder y abordó de manera más crítica la construc- análisis de los discursos dominantes que excluyen otras ex-
ción de lo real. El recurso intelectual y teórico más im- plicaciones divergentes, y 2) un análisis del modo en que las
portante en el gíro hacia la ideología es el estructuralismo. propias instituciones mediáticas sirven para ofrecer una ga-
En este aspecto reviste particular importancia la obra de ma sólo limitada de sentidos. Consideremos sucesivamente
Louis Althusser, cuyos escritos acerca de la ideología mol- estos niveles de análisis.
dearon profundamente la forma dominante de los estudios
culturales en Gran Bretaña, si bien encontró vehemente re- 1. Hall (1977) sostiene que los medios masivos constitu-
sistencia en algunos sectores (Thompson, 1978). La influen- yen la principal institución ideológica del capitalismo con-
cia de Althusser puede rastrearse por toda una serie de es· temporáneo. Esto puede afirmarse en tanto el sistema de
tudios culturales y políticos, que incluyen la literatura, la comunicación proporciona el principal ámbito simbólico me-
cinematografía, el psicoanálisis y la teoría política (Elliott, diante el cual se elabora la manufactura del consenso domi-
1987). Su interés crítico es investigar los medios por los cua- nante. De acuerdo con Hall, los medios masivos de comuni-
les la sociedad capitalista reproduce las relaciones institu- cación operan a través de la producción de códigos hegemó-
cionales dominantes. La producción y la reproducción de nicos que aglutinan a la sociedad. Además, los códigos que
ideología suministra la llave para esa cuestión. En su fa- representan lo real se recogen de un limitado campo de dis-
maso ensayo acerca del tema, Althusser (1984) establece la cursos dominantes basados en una gama restringída de ex-
distinción entre los aparatos ideológícos de Estado (AlE) y plicaciones sociales. Los códigos preferenciales producen su
los aparatos represivos de Estado (ARE). Tanto los unos efecto ideológico aparentando ser naturales. Siguiendo a Al-
como los otros son prácticas sociales que tienen una función thusser, en la medida en que el lenguaje no refleja lo real,
ideológíca. Se los puede distinguir porque los ARE (el ejér- puede hablarse del efecto de realidad de la ideología. La ex·
cito, la policía) operan principalmente mediante la fuerza, periencia de una realidad inmediata es construida simbóli-
mientras que los AlE (los medios, la educación) aseguran el camente mediante el lenguaje. Tal como el sujeto se engaña
dominio ideológíco de la clase gobernante. Podría decirse respecto de la fuente de su identidad, del mismo modo los
que la producción de ideología tiene, en la formulación de medios parecen reflejar la realidad, cuando en verdad la es·
Althusser, dos características distintivas. Primero: si bien tán construyendo. Puedo creer que las imágenes emitidas
la ideología se enlazaba a un análisis institucional, no podía en el noticiero de anoche que muestran a John Majar ha-
ser concebida como la inversión o el reflejo de lo real. Más ciendo gestos desde la entrada del número 10 transmiten
bien, en las memorables palabras de Althusser, la ideología sencillamente la realidad. Lo que no reconozco de manera
«representa la relación imaginaria de los individuos con sus inmediata es que probablemente se trata de una maniobra
condiciones reales de existencia» (1984, pág. 36). Segundo: publicitaria bien orquestada, destinada a promover la legi-
la ideología no solamente constituye nuestra relación sim- timidad del Estado. Jphn Majar haciendo gestos junto a la
bólica con lo real, sino que transforma a los seres humanos entrada del número 10 puede ser un vano intento de transo
en sujetos. La ideología hace que los individuos errónea- 7 Hall ha mantenido constantemente una actitud crítica respecto de las
mente se reconozcan como agentes que se determinan a sí formulaciones específicas de Althusser. Cf. Stuart Hall, «Thatcheriem
mismos, cuando en realidad los sujetos se forman a través amongst the theorists: toad in the garden» (1988b).

70 71
mitir la idea de que todo sigue como de costumbre, mientras Hall rechaza el argumento de que el predominio eetrllo.o
que la nación se hunde en la crisis. Hall llama a esto la «ilu- tural de la clase gobernante asegure el predominio de dettr-
sión naturalista» (Hall, 1982, pág. 76). minadas ideas. El genio del thatcherismo estribó en 8U ca·
Los escritos posteriores de Hall (1988b) tienen cada vez pacidad de reconocer que el terreno ideológico consistía en
más en cuenta las acusaciones de funcionalismo que se han una batalla por el «sentido común», Puede aplicarse en este
dirigido a Althusser. En la tesis originaria de este, según vi- punto una de las lecciones centrales del estructuralismo. El
mos, los AlE transmiten formas ideológicas de reconoci- significado no depende de cómo son las cosas sino de cómo
miento erróneo de las relaciones reales de dominación. Así, se las significa, de modo que es posible significar de dife-
sostiene Althusser, la ideologia liga a los individuos con la rente manera sucesos semejantes. Por consiguiente, el sig-
estructura social. Por eso los efectos mistificadores de la nificado de un suceso pasa a ser una lucha semiótica por el
ideologia aseguran la reproducción de la sociedad de clases. dominio del discurso. En las sociedades capitalistas occi-
Para Hall, el acento que Althusser pone en la ideología en dentales figuran, entre los principales signos sostenidos
tanto se materializa en prácticas y rituales concretos sigue intersubjetivamente, «democracia», «libertad» e «individua-
siendo un avance definido. Su análisis del thatcherismo es lismo». Estos signos pueden ser formulados por diferentes
una investigación de las diversas estrategias discursivas díscursos políticos en la medída en que no tienen una «per-
empleadas por la prensa popular, las entrevistas televisivas tenencia» necesaria ni a la derecha ni a la izquierda. Por
y los equipos de cerebros del ala derecha. No obstante, los ejemplo: como «democracia» no tiene un significado trans-
escritos políticos de Hall acerca del thatcherismo, a la vez histórico, su significación deriva de su posición dentro de
que desarrollan algunos de los argumentos presentados en una formación discursiva (Hall, 1986). Por consiguiente, la
Policing the Crisis, también procuran remediar algunas de mejor manera de caracterizar los medios masivos es decir
las dificultades teóricas con las que se encontró Althusser. que son un campo de fuerzas en constante estado de fluc-
La Nueva Derecha surgió por la ruptura del compromiso tuación. El papel de los movimientos políticos es prestar
de posguerra entre el capital y el trabajo (Hall, 1983). Ello atención a la manera en que hoy se definen hegemónica-
no fue tanto una respuesta mecánica a una crisis económica mente palabras fundamentales como «democracia» e inves-
cuanto lo que Gramsci describe como una «crisis orgánica»: tirlas de nuevos significados, cambiando los fundamentos
la emergencia de fuerzas y configuraciones sociales nuevas del consenso. Con todo, Hall reconoce que a «democracia»
que llevan a una reestructuración de los discursos ideológi- puede atribuírsele cierta fijeza, dada su nítida asociación
cos. La intensificación del control del Estado sobre la socie- con significados históricos relativamente duraderos. Esa es
dad civil se acompañó de una maniobra ideológica destina- una especificación de importancia, a la luz de las tesis, más
da a ganar el consentimiento popular. Hall (1988b) caracte- radicales, de Laclau y Mouffe (1985; Laclau, 1977). Estos
riza esta estrategia como un «populismo autoritario». De autores han sostenido, junto con Margaret Thatcher, que en
acuerdo con Hall, como no puede haber una teoria general realidad «no hay una cosa tal como la sociedad», Con eso
del Estado capitalista, el teórico debe procurar determinar quieren decir que lo social no tiene una causa subyacente,
el modo en que se atraviesa simbólicamente una crisis es- tal como una base económica, que constituya un campo de
pecificamente nacional. El thatcherismo tuvo éxito porque diferencias. Sostienen que, en lugar de eso, la acción de la
fue capaz de articular los temores y las ansiedades de las hegemonía es la suturación, en tanto los discursos domi-
clases respetables en un consenso derechista. Esto puso a la nantes intentan suministrar a las identidades modernas
Derecha en condiciones de hacer declaraciones por los una coherencia de la que fundamentalmente carecen. s Aquí
«miembros ordinarios del público», atemorizados ante el in-
cremento del crimen, la delincuencia y la permisividad mo- 8 Es la ausencia de una adecuación teórica entre el significante y el sig-
ral, mientras que la izquierda democrática aparecía defen- nificado lo que les permite a Laclau y Mouffe sostener que el discurso ideo-
diendo el statu qua. lógico no tiene una pertenencia necesaria.

72 73
el problema es que el énfasis de Laclau y Mouffe en la radi- nos ayudan a comprender de qué modo, mediante nlltV••
cal inestabilidad del significado no puede explicar formas estrategias discursivas, pueden pasar a ocupar otra poli.
más duraderas de cierre ideológico. Hall afirma, en oposi- ción sujetos ya interpelados. Si, como sugiere Lacan, la l.y
ción a esa tesis, que si bien puede no existir una correspon- de la cultura es, por definición, la ley del padre, es dificil en-
dencia necesaria entre democracia y parlamento, por ejem- tender cómo las mujeres podrian desafiar el patriarcado
plo, históricamente se han forjado entre aquella y este cier- (Hall, 1980, pág. 162). En términos más althusserianos, la
tas conexiones. Según Hall, significante y significado están s~~jetividad moderna nunca es sencillamente el efecto id~.
unidos entre sí por convenciones culturales relativamente 10gIcO de los aparatos del Estado ----eomo sostiene Althusser,
duraderas. más que Lacan-, sino que, según nos lo muestra Hall, es
El punto central de la investigación de Hall acerca del resultado de los efectos fracturantes de la represión y de
thatcherismo es el examen del modo en que una pluralidad una pluralidad de discursos sociales. Parece que Althusser
de discursos se reúne en una red coherente de significado. desea establecer un acuerdo teórico excesivamente ajustado
El thatcherismo fue capaz de articular cierto número de hi- entre la reproducción del orden social y la identidad social.
los ideológicos en un discurso popular coherente. La creen- En los escritos más recientes de Hall (1991), este autor con-
cia de la Izquierda tradicional según la cual eso era sencilla- cibe la identidad como algo siempre en formación, aunque
mente poner vino viejo en odres nuevos indica que no era dependa de procesos ideológicos y psíquicos de disociación e
capaz de dar una respuesta política tan eficaz COmo la que identificación. Esto lleva a reconocer que el yo moderno se
pudo haber dado. compone de una multiplicidad de identidades, y no sólo de
Como he indicado, el análisis que Hall hace del thatche- una. El thatcherismo se articuló hábilmente como una es-
rismo representa una ruptura con Althusser en tres senti- trategia política apelando a distintas gamas de sujetos. De
dos. Primero, Althusser atribuye una función ideológica a este modo el thatcherismo, según el análisis de Hall, puede
determmados aparatos de Estado (AlE), mientras que Hall condensar las identidades divergentes y culturalmente
pone de manifiesto la capacidad del thatcherismo de copar complejas en una poderosa formación hegemónica. En lo
la sociedad civil. Durante la década de 1980, la prensa sen- esencial, si el thatcherismo pudo dominar la política duran-
sacionalista, bajo propiedad y control privados, estuvo do- te la década de 1980, fue porque esa construcción cultural
minada por un programa determinado en gran medida por pudo proporcionarle un centro a una diversidad de identida-
la Nueva Derecha. De ese modo, el thatcherismo pudo ocu- des grupales.
par el terreno ideológico fuera del dominio del Estado. En 2. En contraste con la atención que dedica a los mensajes
segundo lugar, Hall objeta a Althusser, junto con otros críti- difundidos por los medios, Hall tiene relativamente poco
cos de este (G. Elliott, 1987; A. Elliott, 1992), que presente que decir acerca de las instituciones de la comunicación
una explicación demasiado integrada de la producción y la masiva. En sus elaboradas consideraciones acerca del that-
reproducción de ideologías. El acento que Hall pone en la cherismo presenta sólo una muy limitada discusión de la
naturaleza contingente y cambiante de las estrategias ideo- incidencia estructuradora del Estado y del capital. De he-
lógicas le permite explicar mejor que Althusser la lucha eco- cho, numerosas veces Hall llega a sostener que mucho más
nómica y politica. Por último, lo que es más decisivo, la ca- significativo que esa relación es el limitado marco de inter-
pacidad del thatcherismo de articular nuevas posiciones de pretaciones en que opera el periodismo (Hall, 1972a, pág. 10).
sujeto no se aprecia apropiadamente en el esquema althus- Sin embargo, como hemos visto a propósito de Policing the
seriano. Para Althusser, que en esto sigue en gran medida Crisis, Hall corregiría la explicación internalista con un
los trabajos de Lacan (Fraser, 1992), el ingreso del sujeto en énfasis estructural en las fuentes periodísticas. Lo mani-
el lenguaje requiere una sumisión al orden simbólico. El fiesto es que para Hall (1972a, 1975; Hall et al., 1978) sigue
,p~blema que se plantea con Lacan y Althusser, pese a las siendo determinante la intersección del contexto cultural
diferencias que los separan (Elliott, 1992), está en que no del periodismo y el contenido semiótico de los mensajes me-

74 75
diáticos. A pesar de que su teoría de la producción ideológica de determinadas asociaciones culturales. Para referlrnoa
es más compleja, también se presentan en Hall las dificulta- una vez más al ejemplo de los obreros en huelga, el grupo d8
des críticas del GMUG en tanto omite rastrear la produc- Glasgow destaca la significación de ciertos términos, como
ción cultural hasta los niveles del análisis institucional. los de «amenaza» y «demanda», cuando se los asocia al mo-
Fuera de esto, la pericia de Hall descuella en la interpreta- vimiento obrero. Sostiene que esos términos, dentro de un
ción de los mensajes de los medios, y esto en definitiva lo marco cultural compartido, sitúan ideológicamente a los
lleva a plantear cuestiones de respuesta de audiencia no trabajadores como irracionales y destructivos (GMU~
atendidas por Williams y el grupo de Glasgow. 1976b). Por consiguiente, la referencia del signo está deter-
minada por diferentes códigos culturales, con connotaciones
que agregan significados a los contenidos denotados. Hall
(1972b) avanza en este punto sosteniendo que los discursos
Codificación y decodificación del discurso tienen significados dominantes que estructuran el significa-
mediático do del mensaje. Un significado ideológico depende del hecho
de que no hay un número infinito de lecturas sugeridas por
Para elaborar una nueva conceptualiza,ción del papel de- el texto. Al centrarse en la ideologia del texto, Hall privile-
terminante desempeñado por los mensajes mediáticos, Hall gia el mensaje en la construcción de la subjetividad.
se apoya en lo afirmado por Saussure (1974) acerca de la na- Posteriormente Hall (1973, 1980) se aparta de esta posi-
turaleza arbitraria del. signo lingüístico. De acuerdo con ción para dejar lugar a lecturas opositoras de los mensajes
este punto de vista, el lenguaje es un sistema de signos. Los mediáticos y a un énfasis mayor en la naturaleza polisémica
signos están compuestos por significantes (los trazos en el del sentido. En la producción de mensajes mediáticos, Hall
papel o los sonidos en el aire) y un significado: el concepto establece una distinción fundamental entre codificadores y
mental correspondiente. Así, la palabra «diario», cuando se decodificadores. Descubre una ruptura radical entre los
la pronuncia, tiene cierto sonido (significante) y remite en sistemas de conocimiento, las relaciones de producción y la
realidad a una cosa que se compra todos los dias, hecha de infraestructura técnica que facilita la codificación y la de-
papel y que contiene fotografias y letras impresas (signifi- codificación de estructuras de sentido. La codificación de un
cado). Para Saussure, la relación entre significante y signi- texto mediático depende de ciertas normas y procedimien-
ficado es arbitraria. Con eso quiere decir que no hay un lazo tos profesionales, de relaciones institucionales y de un equi-
necesario, aparte de la convención, entre la palabra «diario» pamiento técnico (cámaras de televisión, cintas de video,
y el objeto significado. Una de las consecuencias de esta micrófonos, grabadoras, etc.). Una vez que el mensaje ha
proposición es que el significado es una propiedad inestable, sido codificado simbólicamente, queda abierto a las estra-
que depende de su articulación en formaciones discursivas. tegias de lectura empleadas por la audiencia. La recepción
Roland Barthes (1973), apoyándose en las ideas de la por parte de la audiencia depende de disposiciones cultu-
lingüística saussureana, sostiene que hay dos niveles de rales y políticas, de su relación con marcos más amplios de
significación. El primero -que Barthes llama «denota- poder y del acceso a tecnologias de producción en masa (ra-
cións-s- remite al nivel común de significación. Tomemos, dio, televisión, videograbadora, equipo para discos compac-
por ejemplo, el análisis que hace el grupo de Glasgow de la tos, etc.). Hay tres formas principales de leer un texto sim-
representación mediática de las huelgas obreras de la déca- bólicamente codificado. Una lectura hegemónica dominante
da de 1970: comprende una descripción de los entrevistados interpreta el texto con arreglo al sentido privilegiado que el
por los medios, lo que se dice y quién lo dice. La segunda ca- texto sugiere. Si el noticiero de la noche dice que todos los
racterística de los mensajes de los medios es la connotación. docentes universitarios deben prepararse para una rebaja
Por «connotación» Barthes entiende los significados más de sueldos yeso me persuade, podría decirse que se trata de
amplios implicados en el signo, significados que dependen una lectura hegemónica. Hay ahí una correspondencia sig-

76 77
nificativa entre la práctica de codificación y decodificación, mía; evaluaré la ausencia de una teoría de la producción
que es menos marcada en los otros dos tipos de lectura mediática democrática en su elaboración; discutiré su con-
señalados por Hall. En segundo lugar, el sentido del texto tribución a una teoría de la ideología y la hegemonía, y exa-
mediático, según Hall, puede ser también resultado de un minaré sus argumentos acerca de la recepción del discurso
código negociado. Aquí el sentido producido por la interfase mediático.
entre el intérprete y el mensaje codificado es cuestionado
sutilmente. Aceptando el marco genera! sugerido por el có- 1. Una investigación de la moderna cultura mediátíca
digo dominante, el espectador o el oyente halla en el men- debiera centrarse, según Hall, en la unión entre la construc-
saje un sentido contradictorio. En este caso, yo estaría muy ción discursiva del mensaje y la comprensión interpretativa
de acuerdo con que algunos miembros más antiguos de la de la audiencia. Si bien Hall tiene razón cuando destaca la
universidad deban estar dispuestos a aceptar una reduc- importancia de esa relación, el nivel determinante reside,
ción de los salarios, pero creería que eso no debiera aplicar- según pienso, en otro sitio. Aunque Hall articula un modelo
se a empleados con contratos temporarios o de tiempo par- triádico de la comunicación masiva, lo que se echa de menos
cia!. U na lectura opositora del mismo programa de noticias es una estimación detallada del modo en que la economía y
ofreceria quizá la interpretación de que una estrategia se- el Estado configuran la producción cultural. Los escritos
mejante, impulsada por el gobierno, constituye un medio más recientes de Hall propenden a no tomar en cuenta el
para atacar los principios mismos de la educación superior. modo en que las relaciones sociales «reales» modelan la
Una comprensión opositora iría a contrapelo del texto, con construcción de los mensajes mediáticos y los contextos de
pocas concesiones a la perspectiva que se ofrece. Se presen- recepción. Los trabajos de Hall acerca de las prácticas insti-
tan estas tres formas de interpretación como medios de si- tucionaes suelen destacar la importancia relativa de los
tuar los textos dentro de estrategias discursivas dominan- «definidores primarios» o la cultura ocupacional de la indus-
tes, al mismo tiempo que se los liga con una audiencia ya tria mediática. De acuerdo con Golding y Murdock (1979),
codificada. Hall trata los medios masivos como un aparato ideológico
autónomo. Esto es particularmente visible cuando se consi-
dera que Hall descuida en gran medida la creciente interpe-
netración económica de diferentes sectores mediáticos y la
La hiperinflación del discurso y otras críticas internacionalización de los conglomerados de medíos. La
conexas distribución de los recursos económicos, sostienen Golding y
Murdock, tiene un influjo determinante en la diversidad
Hemos visto que para Stuart Hall los medios de comuni- «ideológica» de la industria de los diarios. La razón de que
cación masiva están constituidos básicamente por enuncia- Gran Bretaña esté dominada por una prensa de derecha es
ciones discursivas. Esas estrategias tienen que ser vincula- el elevado costo del ingreso en el mercado naciona! e interna-
das conceptualmente con formaciones de poder y con asocía- cional, y la ausencia de ingresos por publicidad para even-
ciones hegemónicas más amplias, que enuncian posiciones tuales publicaciones nuevas (Golding y Murdock, 1979).
de sujeto nuevas y contradictorias. Pero la contribución de Para decirlo de otra manera: Hall exagera la radical rup-
Hall a la teoría de la comunicación masiva sigue siendo in- tura entre lo real y lo simbólico, a pesar de algunas de las
suficíente en razón de su preocupación por el discurso. Hall reservas que introduce. Como insiste en la naturaleza ar-
exagera la capacidad incorporadora de las estrategias ideo- bitraria del signo, es incapaz de explicar las relaciones ins-
lógicas y omite presentar una economía politica sustantiva titucionales más duraderas que modelan a los discursos so-
de la comunicación masiva. En esta sección analizaré la ciales. Hall-s-si este análisis es correcto- hereda los defec-
omisión, en que Hall incurre, de la más amplias relaciones tos de gran parte del pensamiento estructuralista Yposes-
estructuradoras tal como las ofrecen el Estado y la econo- tructuralísta, en tanto no desarrolla una adecuada teoría de

78 79
la referencia. De acuerdc.ccn Giddens, en lugar de reple- economía y el Estado. Si la emisión de servicio público e.,
garse en el código, la teoría social debiera proponerse «en- como sostiene Hall, un mero aparato ideológíco del Estado,
tender el carácter relacional de la significación en el con- no puede alegarse razón alguna para su conservación y re-
texto de prácticas sociales (Giddens, 1987b, pág. 86). Para forma. En este punto, Hall sigue a Barthes y a Althusser, y
continuar con el ejemplo dado antes, existe un nexo definido argumenta que los príncípíos de neutralidad y objetividad
entre las relaciones económicas transnacionales reales y la se relacionan con la ideología burguesa dominante. Pero si
construcción discursiva del contenido de la prensa. Tam- tales principios pueden tener un efecto ideológíco, invitan.
bién existe una vehemente evidencia de un nexo entre re- más bien a formas de crítica inmanente que a un rechazo di-
gímenes de propiedad y organización, el contenido de la recto. La reformulación democrática de los medios de comu-
prensa y el predominio de partidos políticos de derecha nicación masiva dependería de la transformacíón de las
(Golding, 1993). Lo que Hall presenta es una crítica radical relaciones estructurales globales y de la inserción más pro-
de la idea de que las estructuras de propiedad determinan funda de los príncipios democráticos. En realidad, como se
el contenido de los medios en una forma directa. Con todo, a lo procuró subrayar en la anteríor discusión de Williams, la
pesar de su indudable agudeza, la atención que Hall presta defensa de los sistemas públicos de comunicación tiene una
al discurso descompone la relación entre estructuras mate- renovada príorídad política en vista de su actual erosión por
riales y formas simbólicas. las ~(JIrmas comerciales de emisión. El marco de referencia
Para presentar un ejemplo de actualidad: la prensa tory de Hall, señaladamente ideológíco I semiótico, agrega poco a
recientemente ha abandonado su tradicional hogar ideoló- las cuestiones de los derechos, las necesidades y las obliga-
gíco en el partido conservador. Es indudable que el interés ciones culturales que es preciso imponer al funcionamiento
semiótico de Hall proporcionaría un interesante marco para de los sistemas público y prívado. Si ciertas definiciones
observar la manera en que el contenido hegemónico de la normativas de lo público deben ser protegídas de la necesi-
prensa se ha desplazado en conformidad con la declinación dad del mercado de satisfacer a los anunciantes, entonces
del thatcherísmo. Pero Hall está tan ansioso por distanciar- cobran mayor relevancia las cuestiones que conciernen a la
se del determinismo económico que omite investigar la con- comunicación y la ciudadanía.
tinua relación entre las formaciones institucionales y el con- 3. La discusión de Hall acerca de la ideología y la hege-
tenido de la prensa. Subsiste el hecho de que la prensa pre- monía nos ha alertado acerca de la importancia del sentido
dominantemente blanca, masculina y nacional conserva lingüístico y las Jormaciones discursivas. El thatcherísmo
algunas perspectivas que seria dificil explicar al margen de fue capaz de reconstruir simbólicamente el sentido común
una consideración de características institucionales. Por de la política brítánica durante la década de 1980 en torno
ejemplo: es notable que, a pesar del cambio producido en la de una alianza hegemónica emergente. Esta interpretación
opinión pública, el rebaño de diaríos de Rupert Murdoch se particular, aunque popular durante esa década, se atrajo
muestre reacio a acoger a alguno de los otros partidos nacio- también su porción de crítícae.? La más saliente de estas es
nales, salvo con extrema ambivalencia. Aun cuando lo ha- la llamada tesis de «las dos naciones» (Jessop y otros, 1984).
gan, esa relación probablemente dependerá de que no obs- El argumento presentado por Jessop y sus colaboradores es
taculice el funcionamiento de su imperío de negocios multi- que Hall sobrestimó en mucho la capacidad del thatcherís-
mediáticos. mo de articular nuevas identidades. A pesar de algunas de
2. Una segunda deficiencia, relacionada con la anteríor, las afirmaciones hechas por Hall, el thatcherísmo no se las
de la postura de Hall es que su preocupación por el análisis ingenió para construir un consenso imaginario en torno de
semiótico le impide iniciar un análisis de la posible demo- su programa político. Más significativos que los llamamien-
cratización de los medios. Para volver a los trabajos de Ray-
mond Williams, el primer nivel que una critica así debiera 9 En particular, la obra de Hall encontró un vasto público de izquierda
abordar es la estructuración de los medios masivos por la en las páginas de Marxism Today durante la década de 1980.

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tos ideológicos del thatcherismo fueron las divisiones dentro' derado la manera en que la audiencia construye un sentido
de la oposición politica y los cambios económicos en el mer- como una forma de negociación. En los términos de Hall, un
cado laboral. El thatcherismo, de acuerdo con esta forma de estudio así procuraria revelar las pautas díscursivas domi-
ver, abandonó poco a poco el intento de integrar al pobre en nantes de la huelga de los mineros, e investigar el modo en
las formas universales de ciudadanía, al tiempo que prag- que esos mensajes eran decodificados por espectadores si-
máticamente apelaba a los que tenían un trabajo de tiempo tuados. Como sugiere Hall, una teoría de la comunicación
completo medíante la reducción de impuestos y la privatiza- masiva debiera prestar atención a la relación interpretativa
ción de los servicios. El predomínio de la Nueva Derecha du- entre la audiencia y las formas culturales sin pulverizar
rante la década de 1980 se explica mejor económica y políti- ninguno de los dos polos.
camente que en el plano ideológico. En pocas palabras, la De todos modos, en estas propuestas sigue habiendo
atención de Hall a las pautas díscursivas del thatcherismo dificultades. La más importante es que Hall equipara teó-
parece impedirle ver otros niveles de análisis. Si bien sumi- ricamente los sentidos dominantes y lo que considero que es
nistra una hábil lectura de los matices internos del díscurso una concepción crítica de la ideologia. Si se entiende que la
de la Nueva Derecha, su explicación de la hegemonía es ideologia es el medio simbólico por el cual las relaciones de
demasiado cultural y omite considerar que el thatcherismo dominio se reafirman o se dejan sin cuestionar, es entonces
pudo haber atraído lecturas divergentes desde diferentes perfectamente posible que la audíencia se resista a-los sen-
posiciones estructurales. Hall puede ser acusado también tidos dominantes presentados por un programa de radío y
de haber llevado la inflación discursiva a lo que Perry An- reafirme determinadas relaciones de poder. Esto se de-
derson ha llamado la «megalomanía del significante» (An- muestra fácilmente. Podría estar escuchando un radiotea-
derson, 1983, pág. 45). Pero sobre todo, y creo que es el as- tro feminista en el que uno de los personajes principales
pecto principal, Hall exagera la «efectividad» hegemónica declara a su esposo su amor por otra mujer. Si la irritación
del thatcherismo. La circunstancia de que Hall separe al por esos dichos hace que cambie de emisora, puede decirse
thatcherismo de sus contextos de recepción, así como de los verosímilmente que mis acciones reafirman determinadas
niveles económicos de análisis, indica limitaciones inheren- prácticas heterosexuales. Es dificil que un acto así pudíera
tes a la semiótica. ser descripto como de resistencia, dada la actual desigual-
4. El lado constructivo de la obra de Stuart Hall se sitúa dad entre diferentes dominios de la actividad sexual. La-
en la tensión entre los códigos como niveles sistemática- mentablemente Hall deja tales ousstíones sin resolver pese
mente organizados del díscurso y la multiacentualidad del a sus intentos de vincular niveles diferentes de la práctica
sentido. Las estrategias ideológicas, como muy bien lo vio cultural.
Hall, sólo pueden considerarse eficaces si hacen que el
sentido se fije. Sostener que todos los sentidos son igual-
mente abiertos equivaldria a eliminar el nexo con cuestio-
nes de determinación y poder. Si bien Hall ve el thatcheris- Resumen
mo como un texto abierto, presenta fuertes razones en con-
tra de una visión del sentido que lo entiende con arreglo a En el curso de un examen de las concepciones de Ray-
«lecturas privadas, individuales, variables» (Hall, 1980, mond Williams, el Grupo de Medios de la Universidad de
pág. 135). Para Hall, puede decirse que el texto codificado Glasgow y Stuart Hall, he presentado en lo esencial una
privilegia determinadas lecturas dentro de ciertos límites y propuesta concerniente a dos áreas principales de investi-
parámetros. Esta es una intelección importante. Para refe- gación. En primer lugar, he sustentado que el estudío de las
rirnos al estudio de Cumberbatch (1986) ya considerado, en comunicaciones masivas debiera dar expresión a una econo-
lugar de averiguar cómo el sentido se proyecta en los no- mía política de las industrias culturales. Un enfoque así
ticieros televisivos, los investigadores podrían haber consi- atendería a la relación global entre la economía y las forma-

82 83
ciones estatales. Para que se considere que este enfoque es ' 2. Habermas, la cultura de masas y la
crítico, y que prolonga los trabajos de Raymond Williams, es
preciso investigar más la manera de aplicar los principios esfera pública
de la democracia en escenarios globales. He sostenido tam-
bién que los conceptos de hegemonia e ideología siguen
siendo esenciales para entender la era de la información. Si
bien los escritos del GMUG y de Stuart Hall constituyen
aportes importantes al debate de la ideología, convendría
referirlos a las cuestiones de la economía política y a los ho-
rizontes interpretativos de la audiencia. Es común a los tra- Culturas públicas
bajos de Williams, del GMUG y de Hall cierta tendencia a
exagerar la capacidad asimiladora de la ideología. Las limi- La cultura es un fenómeno intersubjetivamente produci-
taciones de esos enfoques en la conceptualización de cultu- do, públicamente compartido. Contribuye a suministrar
ras mediáticas polimorfas se hará más evidente en los capí- una fuente de identidad, un medio para el intercambio so-
tulos siguientes. cial y un sentido de comunidad. En el transcurso del siglo
XX,las culturas públicas de las democracias sociales cobran
paulatinamente un carácter cada vez más comercial y mer-
cantil. En lugar de las viejas culturas integradoras de cada
nación, en la actualidad surge una cultura global más frag-
mentada, basada en goces más populares. Esta cultura
transnacional está construyendo nuevas identidades y so-
cavando las viejas versiones de la solidaridad nacional. Una
noción crítica de la esfera pública nos ayuda a ver este pro-
ceso de manera ambivalente. El desarrollo de las nuevas
tecnologías y de las nuevas formas culturales parece depen-
der más de modos privados de consumo que de los principios
del debate y la discusión abiertos. En oposición a estas ten-
dencias, ciertos autores que trabajan dentro de tradiciones
socialistas, comunitarias y republicanas han intentado de-
sarrollar nuevas formas que permitan a la sociedad civil
redescubrir la ética de la solidaridad y de la racionalidad
crítica. Mientras que el marxismo ha mostrado sufuerza en
el análisis de la dominación de clase que estructura el inter-
cambio cultural, el liberalismo ha señalado la necesidad de
limitar el poder del Estado estableciendo derechos colecti-
vamente compartidos. Según lo entiendo aquí, para sa-
tisfacer las necesidades comunicativas de los ciudadanos
hacen falta derechos y obligaciones de comunicación en una
zona civil exenta del dominio del dinero y del poder. Esto
lleva al proyecto emancipatorio más allá de la lógíca tanto
del marxismo como del liberalismo. El autor más claramen-
te asociado a estas ideas -que definen una de las más im-

84 85
portantes problemáticas que en la actualidad enfrentan las La esfera pública burguesa
culturas mediáticas- es Jürgen Habermas.
Las recientes contribuciones de Jürgen Habermas han La única obra de Habermas, hasta la fecha, que está de-
ejercido una influencia considerable en los debates moder- dicada por entero a los medios masivos -una exposición
nos de teoria social. Sus trabajos recorren una gran varie- histórica del ascenso y la caída de la esfera pública burgue-
dad de esferas intelectuales que incluyen la sociología, la sa-, si bien fue concluida en 1962, no apareció en inglés
historia, la filosofía y la ciencia politica, para producir una hasta 1989. Tal cosa, como señala Thomas McCarthy en la
explicación sustantiva y compleja de la modernidad. A pe- introducción a TIte Structural Transformation of the Public
sar de la creciente importancia de Habermas en las discu- Sphere (1989), es dificil de explicar si se tiene en cuenta el
siones contemporáneas. sus trabajos acerca de la comunica- interés por las demás obras del autor y su bien conocida con-
ción masiva no han suscitado la atención que merecen. La vicción sobre la importancia de la comunicación humana. El
bibliografia, escasa pero en constante crecimiento, que se hecho de que esta obra en particular se haya traducido bas-
ocupa de Habermas en relación con la esfera pública suele tante tarde es especialmente llamativo, a la luz de la gran
aislar esos intereses de su desarrollo intelectual posterior y atención que se había prestado a la inicial Escuela de
presentar su contribución más centrada en los medios de lo Franefort y a la administración de la industria cultural. Pa-
que el autor pretendia. El análisis presentado aquí destaca- ra restablecer el equilibrio, por así decirlo, comenzaré con
rá algunas de las cuestiones que han planteado los trabajos una exposición de los principales temas de Habermas, ofre-
de Habermas acerca de la esfera pública. Adoptamos este ciendo así los antecedentes de la discusión posterior.
enfoque particular a fin de investigar los puntos fuertes y La esfera pública burguesa se desarrolló a partir de un
los puntos débiles de la defensa que Habermas hace de las sistema feudal que negaba el principio de la discusión públi-
culturas públicas en contextos más contemporáneos. Gran ca abierta en cuestiones de interés universal. Si bien había
parte de la investigación reciente acerca de los medios ha existido una esfera pública en la Grecia clásica, asumió una
intentado extraer las implicaciones que los procesos con- forma más caracteristíca sólo en la Europa de los siglos
temporáneos de globalización, diversificación, conglomera- XVII y XVIII, junto con el desarrollo del capitalis?,o. E,,;esa
ción y fragmentación encierran para las culturas democrá- época, el Estado se convirtió en la esfera de auto,:,dad publi-
ticas modernas. La argumentación de este capítulo está di- ca que tenía un derecho legítimo al uso de la violencia. El
rigída además a indagar el futuro de la esfera pública en Estado moderno pudo separarse claramente de la sociedad
vista de las condiciones sociales del capitalismo tardio. El civil tanto desde el punto de vista jurídico como desde el
estudio de Habermas acerca de la emergencia de la esfera punto de vista institucional. La sociedad civil, en ,tanto
pública burguesa sigue siendo pertinente. Y ello no porque distinta del Estado, incluía el dominio de la producción y el
presente un modelo que pudiera ser realizado o copiado, intercambio de mercancías, así como la familia «privada».
sino porque ofrece los principios dentro de los cuales pueden Entre el ámbito de la autoridad pública y la sociedad civil
operar mejor las culturas públicas. La organización sístémi- apareció el dominio crítico de la esfera pública. El propósito
ca de las culturas mediáticas se podria reformular siguien- de la esfera pública era habilitar a las personas para refle-
do lineamientos que respeten la diversidad cultural y a la xionar críticamente acerca de ellas mismas y de las prácti-
vez impongan razonables obligaciones a quienes desean in- cas del Estado. La esfera pública se desarrolló inicialmente
tervenir en un diálogo cultural o politico. En verdad, en este desde los cafés y los salones donde los miembros varones de
aspecto las deficiencias del capitalismo liberal y el derrum- la burguesía, los nobles y los intelectuales, se r~unian para
be del socialismo cientifico anuncian oportunidades nuevas discutir obras literarias. Si bien esas conversaciones abier-
para análisis de los medios inspirados en Habermas. tas se basaban siempre en prácticas de exclusión, al menos
para Habermas conservaban cierta inmanencia. El poten-
cial crítico de esos diálogos permanentes se mantiene por

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tres razones principales. Primero, el contacto social que con' momento en que la prensa se convirtió en lo que Habermas
el tiempo se trasladó de lo literario a la critica política, abrió describe como el «caballito de juguete de la aristocracia del
un espacio social donde la autoridad del mejor argumento dinero» (Habermas, 1989, pág. 182). Pero desde la finaliza-
podía afirmarse contra el stotu qua. En segundolugar, cam- ción de la era liberal, que Habermas sitúa a comienzos de la
pos de debate social que habían sido clausurados bajo el feu- década de 1870, el advenimiento del capitalismo monopóli-
dalismo perdieron el «aura» que les habían conferido la Igle- ca día lugar a la comercialización de la prensa. Las formas
sia y la corte y fueron problematizados cada vez más a tra- literarias de representación fueron desplazadas por perio-
vés de un diálogo que prescindía de la condíción de los parti- distas especializados que obedecían a los intereses privados
cipantes. Por último, Habermas se propone sostener que las de un propietario. El intento de desenmascarar la domina-
reuniones que ocurrieron a lo largo de Europa en cafés y en ción política con el uso de la razón fue reemplazado por la
salones, especialmente entre 1680 y 1730, eran tanto inclu- imposición de un consenso ideológico mediante los mecanis-
sivas como exclusivas.. Si bien las condíciones para tomar mos de la manipulación económica y política.
parte activa en el díálogo siguieron siendo francamente res- La progresiva eliminación institucional de particulares
trictivas, se afirmaba que esa actividad constituía un porta- que entraban en comunicacíón por diálogos de la esfera pú-
voz para lo público. Habermas sostiene que si bien lo «públi- blica acentuó una separación creciente de la vida pública y
00» seguía siendo reducido, empezó a aceptarse el principio la vida privada. Desde ese momento, la cultura comercial se
de la universalidad: los que reunian las condíciones de ser consumió en privado, y no exigía ulterior debate o discusión.
racionales, varones y propietarios podían servir, a través d~ I A diferencia de la cultura impresa de los salones discursivos

la participación, en la esfera pública. Mediante el principio burgueses, gran parte de los nuevos medios (televisión, cine
de la publicidad, sostiene Habermas, se estableció que el y radío) negó la posibilidad de responder y participar. Así co-
uso público de la razón era superior a su empleo privado. La mo la recepción de la moderna cultura de masas se produce
búsqueda de la verdad por una dimensión intersubjetiva en contextos atomizados, de igual modo el desarrollo técnico
que reflexionaba tanto acerca de la sociedad civil como acer- de las nuevas formas culturales ha sido adoptado por una
ca del Estado, sigue díciendo Habermas, ofreció dístintas sociedad que se basa en lo que Raymond Williams (1985)
posibilidades para reformar relaciones de fuerza asimétri- denominó «privatismo móvil». Al lado de la «privatización»
cas. De este modo, la clase capitalista masculina mantuvo de la cultura, agrega Habermas, ha habido la correspon-
su posición hegemónica mediante prácticas de exclusión, al díente trivialización de los productos culturales con el pro-
mismo tiempo que proporcionaba las bases culturales para pósito de ganar una porción amplia del mercado. Para Ha-
la crítica. bermas, el funcionamiento del mercado se entiende mejor
La tragedia de la esfera pública burguesa fue que las como un proceso dual y contradictorio, con efectos y con-
mismas fuerzas sociales que le díeron existencia la lleva- secuencias tanto de emancipación cuanto de sometimiento.
rían, en su momento, a la declinación y la destrucción. El Por ejemplo, el mercado del libro es el proveedor de una
díáloga institucionalizado de los salones y cafés retrocedería pequeña capa de lectores con acceso a la literatura de alta
a medida que amplios intereses comerciales progresiva- calidad. Sin embargo, el descenso de los requisitos de admi-
mente organizaban la comunicación. Esta transformación sión significó que la literatura tuviera que adaptarse a una
puede seguirse de la mejor manera a través de la industria cultura masiva del tiempo libre, la cual requiere distensión
del diario. El comercio de los diarios se organizó originaria- y sencillez en la recepción. Esas formas masivas de la culo
mente como un pequeño negocio artesanal, y sólo después tura tienen una función específicamente ideológica. Las
pasó a interesarse en la oposición de percepciones y puntos formas culturales modernas incorporan a los sujetos a una
de vista. Habermas caracteriza a este período como una for- cultura despolitizada que elude la esfera pública donde se
ma de periodismo literario. Los propósitos comerciales de la pudieran discutir los enunciados en su pretensión de ser
producción de noticias retroredian a un segundo plano en el correctos.

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Las transformaciones y los procesos culturales que se, Tanto Nairn como Habermas sostienen, por caminos sin
acaban de resumir condujeron, de acuerdo con Habermas, a duda distintos, que la esfera pública ha pasado a estar do-
la refeudalización de la esfera pública. Mientras que en un minada por una cultura simbólica superfIcial que se basa en
momento anterior la publicidad significó el des,enmascara- la exhibición y la ceremonia antes que en los procedimien-
miento de la dominación a través del uso de la razón, la es- tos democráticos abiertos en la adopción de decisiones.
fera pública se inserta ahora en un teatro politico con una Coinciden también en que la cultura dominante proporcio-
dirección -de escena. Las culturas mediáticas modernas se na una fuerza cohesionante que se dirige a las personas a
caracterizan por la progresiva privatización de la condición título de consumidores antes que de ciudadanos, Vinculán-
de ciudadano y la trivialización y'ía romantización de cues- dolas ideológicamente a formas específicamente nacionales
tiones de incumbencia e interés públicos. El asalto de las de subordinación. No obstante, mientras que en la visión de
cuestiones comunicativas por parte de intereses monopóli- Nairn y Anderson la herencia cultural de la burguesía y la
cos parece transformar a los ciudadanos en consumidores y aristocracia es intrínsecamente ideológica, Habermas ofre-
a los políticos en estrellas mediáticas a cubierto del cuestio- ce una visión más dialéctica, en consonancia con las tradi-
namiento racional. ciones de la primera Escuela de Francfort. Según lo ve Ha-
No es caprichoso pretender que existen paralelismos en- bermas, el problema no es tanto la llegada tardia del mar-
tre los trabajos de Habermas y los de Tom Nairn (1988) xismo cuanto la eventual exclusión hegemónica de una cul-
acerca del Estado británico. Tom Nairn, que aboga por lo tura comunicativa más ilustrada. A fines del siglo XX, las
que él denomina «republicanismo apacible», sostiene que la masas no piden a gritos 'una revolución porque sus miem-
cultura dominante de la clase gobernante británica necesita bros están aislados y alienados de la mayor parte de la pro-
de reforma y renovación. Según su explicación, un bloque ducción mediática.
gobernante hegemónico específicamente sureño se aglutinó
básicamente en virtud del dominio cultural de la familia
real. La superioridad simbólica del «cristal encantado» ha
fomentado en la clase gobernante británica un anti-indus- Habermas, la cultura de masas y la primera
trialismo retrógrado. Esta afirmación se basa en las que en Escuela de Francfort
la década de 1960 se conocieron como «las tesis de Nairn-
Anderson». Nairn (1964) y Anderson (1964, 1992) plantea- Los trabajos de Habermas representan una ruptura
ron que la alianza entre la burguesía naciente y la aristo- epistemológica con la primera Escuela de Francfort. Su teo-
cracia en el siglo XVII creó un clima ideológico estéril. En ría de la racionalidad comunicativa aparta lo que común-
contraste con el resto de Europa, la burguesía británica no mente se caracteriza como una filosofía de la conciencia,
produjo ni un economicismo militante ni una ideología polí- muy evidente en las formas subjetivas y objetivas de la ra-
tica revolucionaria. Además, a causa de la índole prematura zón empleadas por Luckács, Benjamin, Adorno, Horkhei-
de la Revolución Industrial y la falta de ideas desde arriba, mer y Marcuse. La idea de racionalidad comunicativa se
la clase obrera desarrolló una ideología reformista. Para la aleja de una filosofía tradicional que opone un sujeto auto-
clase obrera británica, el marxismo llegó demasiado tarde. suficiente a un mundo-objeto. La forma de racionalidad,
Nairn sostiene que, en tiempos más modernos, la solución más interactiva, sustentada por Habermas, sugiere que la
de esta dolencia específicamente británica es una forma de personalidad sólo puede surgir a través de una comunidad
redención republicana. Es necesario revivir la cultura na- intersubjetiva de lenguaje. Para Habermas (1981a, 1983a),
cional dominante para completar la inacabada tarea de una el propío hecho de que empleemos un lenguaje indica que
cultura racional ilustrada, lo cual sólo puede lograrse me- somos comunicativamente capaces de lograr un entendí-
diante una cultura industrial específicamente norteña ba- miento mutuo. Habermas afirma que en todo acto de habla
sada en los derechos civiles. podemos plantear inmanentemente tres exigencias de

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validez en relación con lo que se dice. Agrega que esas tres y limitar una crítica más esclarecida. La doble presión de la
exigencias de validez constituyen el consenso de fondo del economía y del poder social instituido procura, según esta
empleo cotidiano normal del lenguaje en la sociedad oc- lectura, reprimir el cuestionamiento crítico de lo social a
cidental. Es posible caracterizar esas tres exigencias -uti- través de una dimensión cultural.
lizadas por los actores para corroborar la validez del ha- El estado del mundo de vida es distorsionado no sólo por
bla- como exigencias de verdad proposicional, exigencias la refeudalización y la colonización, sino también por lo que
normativas concernientes a la corrección y exigencias re- Habermas define como un empobrecimiento cultural. Si-
lacionadas con la sinceridad. Si bien esta dimensión del guiendo a Weber, Habermas sostiene que desde el siglo
pensamiento de Habermas ha sido discutida en profundi- XVIII somos testigos de la separación de tres exigencias di-
dad en otros trabajos (Eagleton, 1991; Thompson, 1984; ferentes, referidas al conocimiento, la justicia y el gusto. La
White, 1988), los tres universales pragmáticos proporcio- disociación y la racionalización de esas esferas de valor fue-
nan la base de una «situación ideal de habla». La mejor ma- ron indispensables para el surgimiento de una política
nera de caracterizar la situación ideal de habla es como una emancipatoria, pero también contribuyeron a una pérdida
comunicación de la que están ausentes las barreras. Ello só- de sentido en el contexto de la vida cotidiana. Habermas
lo puede cumplirse cuando hay igualdad de oportunidades atribuye este fenómeno a la creciente separación de las cul-
para tomar parte en la comunicación, y cuando un enun- turas especializadas de los contextos de la práctica común.
ciado es verdadero sólo si potencialmente puede obtener el Por lo tanto, una forma más emancipatoria de la política
libre consentimiento de todos. Por eso, sólo el contexto de abarcaría Ell resultado combinado de una fundamentación
una democracia radical, muy opuesta a la presente, ofre- institucional de la acción comunicativa con un diálogo vivo
cería las condiciones sociales para que los hombres tuvieran entre las diferentes esferas sociales (Habermas, 1981b).
pleno conocimiento de sus necesidades y sus intereses. Si bien Habermas no establece esta conexión en particu-
En sus escritos posteriores, Habermas habla menos de lar, algunos de los argumentos que desarrolla en su obra
la refeudalización de la esfera pública y más de la pulveriza- posterior pueden ser referidos al desenvolvimiento de la
ción de la esfera cultural por la economía y el Estado. Ha- prensa británica. En su fecundo estudio, Curran y Seaton
bermas describe ese hecho como la colonización del mundo (1985) afirman que la comercialización de la prensa colabo-
de vida (Habermas, 1983a). Puede decirse que el mundo de ró a dar forma a la industria del diario en dos formatos bási-
vida ha sido exitosamente colonizado por los mecanismos de cos. Según esta interpretación, la prensa seria intentó lle-
mando sistémico del dinero y el poder; en esa medida, la gar a un público reducido que era rico tanto por la calidad de
acción comunicativa es excluida en favor de una acción ins- la información que recibia y -aspecto más importante para
trumental orientada hacia el «éxito». Con ello Habermas los anunciantes- económicamente próspero por su capaci-
quiere señalar que la posibilidad de lograr formas raciona- dad adquisitiva. La prensa sensacionalista, por otra parte,
les de entendimiento es socavada por las formas instrumen- depende, para sus ingresos, menos de la publicidad y más
tales de la razón que sostienen un sistema social injusto. de la circulación masiva. Las tesis de Habermas acerca de la
Habermas afirma además que las reacciones defensivas del colonización y el empobrecimiento cultural explicarían el
movimiento ecológico y del movimiento pacifista pueden tan trillado contenido melodramático de la prensa sensacio-
explicarse en esos términos. De acuerdo con esta tesis, los nalista (Sparks, 1992a). La comercialización y la mercanti-
nuevos movimientos sociales intentaron resistir la expan- lización de la prensa popular han socavado su aptitud para
sión de los medios de mando, ante todo planteando las cues- obrar como centro de debate, y contribuyeron además a una
tiones de una «vida buena» no instrumental. En términos forma de fragmentación cultural en la que las masas despoli-
de culturas mediáticas, eso significaría un énfasis creciente tizadas son excluidas de las discusiones fundamentales de
en las culturas comerciales que fueron culturalmente hege- nuestra cultura política. Según lo señala un número cada
mónicas, en busca de maximizar la acumulación del capital vez mayor de autores, el advenimiento de la sociedad de la

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información no creó una ciudadanía común fundada en el, guarda, en esta etapa, una marcada semejanza con el de BUB
acceso general a la información. Puede decirse que sólo con predecesores intelectuales. Además, en tanto Adorno y
la fuerza de los principios universales y de la acción comuni- Horkheimer confian en hallar en el arte modernista una crí-
cativa podría hacerse frente democráticamente a la coloni- tica utópica de la racionalidad dominante, en forma pareci-
zación y al empobrecimiento culturaL Con su teoria de la da Habermas descubre en la sociedad burguesa del salón
acción comunicativa, Habermas puede proporcionar la base una lógica emancipatoria y utópica.
filosófica para la reconstrucción de la esfera pública en una El otro miembro de la Escuela de Francfort cuya presen-
forma en que el pesimismo cultural de la primera Escuela cia en la obra de Habermas acerca de la esfera pública pue-
de Francfort no podría haberlo hecho. de discernirse con claridad es Walter Benjamin. Marx esta-
La teoría de la industria cultural de Adorno y Horkhei- ba interesado en el efecto de la nueva tecnología (trabajo
mer (1973; Adorno, 1991), ampliamente desarrollada en cristalizado) en el proceso del trabajo (trabajo vivo), pero
California en la década de 1940, se proponía poner de mani- Benjamin (1973) se ocupó del efecto de la reproducción me-
fiesto la manera en que el capitalismo de las corporaciones cánica en las obras de arte y su recepción. Desde que la im-
dominaba la cultura de masas. Su argumento era que la ra- prenta de Gutenberg transformó la producción cultural, ini-
cionalización del trabajo y la producción se reflejaba en mo- ciando así el camino no sólo hacia la reproducción masiva de
dos de razón instrumental que pasaban a administrar, con- impresos sino también hacia la fotografia y el filme, puede
trolar y producir formas superficiales de cultura del consu- decirse que la obra de arte perdió su aura. Como resultado
midor. La eficacia de la industria cultural no se aseguraba de desarrollos en las técnicas de producción, surge un des-
con una ideología engañosa sino apartando de la conciencia plazamiento de la «distancia cultural» en los procesos de re-
de las masas cualquier alternativa al capitalismo. La cultu- cepción. De acuerdo con Benjamin, la declinación de la con-
ra dominante del capitalismo tardío sirvió para promover la dición mítica del arte y su disponibilidad más general die-
represión, en la esfera cultural, de todas las formas de con- ron lugar a la posibilidad de que el arte se volviera «ordina-
flicto, heterogeneidad y particularidad. Esa modalidad de río- y, en consecuencia, más participativo. En los nuevos
«cultura afirmativa» fetichiza el valor de cambio en de- medios, el empleo de técnicas refinadas de producción ha
trimento del valor de uso (donde el valor de un cóncierto se hecho que el prestigio del original disminuyera considera-
asegura más por el costo de la entrada que por la calidad de blemente. Ocasiona, por ejemplo, que en fotografia no tenga
la ejecución) y produce en la audiencia el deseo de lo mismo mucho sentido hablar de una impresión origínal si todas las
una y otra vez. En el pensamiento de Adorno, la cultura mo- reproducciones tienen la misma calidad. Esta forma más
derna es un deseo infantil y regresivo de repetición de cier- inmediata de experiencia hace posible que la gente común
tas fórmulas culturales bien establecidas. En esta visión, se convierta en experta en formas culturales populares.
sólo las formas modernas del arte conservaban momentos Adorno respondió al ensayo de Benjamin con una defen-
utópicos de trascendencia, así como nociones sustanciales sa de la vanguardia y una crítica más de la industria cultu-
de individualidad y formas sensibles de particularismo. Ha- ral (Jameson, 1977, págs. 100-41). Solamente la obra de ar-
bermas, aunque se mantiene a prudente distancia del ex- te formalista, inaccesible a las masas, podia resistir la de-
tremo pesimismo cultural de Adorno y Horkheimer, tam- formada lógica del capitalismo tardío. La eliminación de la
bién expone a la producción de la cultura de masas someti- «distancia cultural», a la que el argumento de Benjamin
da a las necesidades del capitalismo. Habermas y la prime- atribuía un efecto potencialmente emancipador, sólo busca-
ra Escuela de Francfort consideran que la cultura comercial ba, para Adorno, producir «consumidores en diabólica armo-
carece por completo de potencial crítico intrínseco, y se basa nía» (Adorno, 1991, pág. 38). A pesar de las protestas de
en una audiencia pasiva. Si bien es cierto que Habermas Adorno, Benjamin estimaba dialécticamente la declinación
presenta las formas culturales modernas de una manera del aura. Los procedimientos técnicos de reproducción, en
más matizada que Adorno o Horkheimer, su pensamiento particular por obra de los nuevos medios, ofrecen la perspec-

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tiva de formas de producción y recepción cultural más deo, reflexión crítica y análisis de formas institucionales de
mocráticas y con participación de las masas. Benjamin sos- violencia estructura!. El proyecto de Benjamin puede re-
tenía que si el desarrollo de las fuerzas culturales de pro- sumirse más adecuadamente como un deseo de destrozar el
ducción fuera acompañado de una transformación.de las re- mito y el aura de manera de hacer que esos elementos sean
laciones sociales, ello crearía la posibilidad de un arte que accesibles a la experiencia. Para Benjamin, los recursos cul-
dejara de ser coto de una elite. Pero su actitud respecto de la turales que permíten a los seres humanos revestir el mundo
demístificación de la obra de arte seguía siendo profunda- de sentido fueron depositados en el mito. El mito, en los tra-
mente ambivalente. Eso se debía a que la declinación del bajos de Benjamin, es también por completo indiferente a
aura señalaría el fin de un modo complejo de experiencia. los enunciados veritativos y es autónomo respecto de estos
Benjamin, en concordancia con otros miembros de la prime- (Menninghaus, 1991). Por eso su recuperación de los conte-
ra Escuela de Francfort, pensaba que el arte aurático expre- nidos míticos y utópicos de la historia no se basa tanto en
saba la posibilidad de trascendencia, la cual, de ser obteni- una teoría reflexiva crítica cuanto en una noción de expe-
da, contenía la promesa futura de felicidad. Pero Benjamin riencia. En términos de Habermas, la adhesión de Benja-
afirmaba también, junto con Brecht y en oposición a Adorno min a la redención del mito es indicio de una mentalidad
y Horkheimer, que los comunistas debieran proponerse po- conservadora. En este punto, el intento de Benjamin de se-
litizar el arte. Y ello porque en la estetización de la polítíca, gregar partes del diálogo cultural de los enunciados verita-
como era manífiesto en el fascismo, podían advertirse ries- tivos es vigorosamente rechazado por Habermas.
gos muy grandes para la humanídad. La formulación de la esfera pública en Habermas guar-
Habermas ve las transformaciones de los procesos cultu- da cierto grado de continuidad con algunos miembros de la
rales modernos de una manera igualmente ambivalente. La inicial Escuela de Francfort. El principal punto de diferen-
mercantilización de la cultura, junto con la separación insti- cia es su revisión de la filosofia del sujeto y su intento de
tucional de Estado y sociedad civil, condujo la aparición de conjugar distintas orientaciones de la Escuela de Francfort
una esfera pública desencantada, para emplear la expre- de una manera novedosa y provocadora. De Adorno y Hork-
síón de Weber. La declinación de la sociedad feudal «auráti- heimer hereda Habermas una orientación pesimista res-
CID', junto con la secularización y la separación de las esferas pecto del contenido crítico de la cultura moderna, y de Ben-
sociales, preparó el camino para una sociedad potencial- jamin, pese a las grandes diferencias que los separan, reela-
mente más «abierta» Los trabajos posteriores de Habermas bora las consecuencias emancipatorias de la declinación del
ponen particularmente de manifiesto, mediante el recurso a arte aurático.
Popper (Habermas, 1981a, pág. 70), que la racionalización Habiendo aclarado el contexto intelectual de Habermas,
del mundo de vida es un componente necesario para produ- deseo considerar de manera más crítica el tema de la cultu-
cir la posibilidad de emancipación. A juicio de Habermas, ra de masas, para relacionar después estos temas con el fu-
las tradiciones culturales tíenen que ser despojadas de su turo de la esfera pública.
dogmatísmo, de manera que podamos poner a prueba la va-
lidez intersubjetiva de los principíos y las normas morales
de acción a través de relaciones de poder más simétricas. No
obstante, según Habermas (1983b), es la propia adhesíón Problemas de la cultura de masas: Habermas y la
de Benjamin al mito lo que le impide producir una teoría so- Escuela de Francfort
cial sustancialmente fundamentada. Habermas sostiene
que Benjamin, a pesar de su deseo de politizar el arte, esta- A pesar del sesgo atractívo de los argumentos expuestos
ba más interesado en elaborar una teoría general de la ex- hasta aquí, los trabajos de Habermas presentan una ver-
periencia que en iniciar una crítica ideológica. Como explica sión inadecuada de la cultura moderna. Si bien este autor se
Habermas, iniciar una crítica ideológica exige capacidad de ha basado en algunos de los aspectos críticos más penetran-

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tes de la inicial Escuela de Francfort, puede decirse que ha obrera interpretan activamente las formas populares, le
heredado también algunos de sus aspectos culturalmente avanza en el desenmascaramiento del conservadurismo
más conservadores. Cabe señalar, siguiendo observaciones cultural de los críticos literarios de la cultura popular. Sin
hechas, entre otros, por J. B. Thompson (1990), que los tra- esperar los beneficios educativos de una cultura presunta-
bajos de Habermas resultan insuficientes al menos en cua- mente más refinada, los jóvenes buscan placer, autonomía y
tro puntos: 1) su excesiva concentración en la producción y sentido de sí a través de una cultura comercial. Para Willis,
el contenido de las formas culturales; 2) la tesis acerca de la autores como Adorno y Horkheimer, que no distinguen cla-
ideología dominante que opera en toda su explicación de la ramente entre la producción y la recepción de las modernas
cultura de masas; 3) la orientación demasiado pesimista de formas culturales, son por lo común incapaces de exponer
la refeudalización de la esfera pública en el contexto históri- las posibles consecuencias liberadoras de gran parte de la
co británico; 4) su limitada comprensión de esferas públicas cultura moderna. Para expresar los argumentos de Willis
más globales y locales. con más claridad, bastarán dos ejemplos. El primero de
ellos es del propio Willis, según el cual muchos jóvenes de la
1. El desarrollo de los estudios culturales contempo- clase obrera, si pueden encontrar un trabajo pago, suelen
ráneos durante la década pasada puede ser caracterizado emplearse en tareas que impiden al trabajador dar mues-
por una más estrecha articulación con la sociología y su tras de altos niveles de habilidad y autonomía. Por el con-
declarado interés en concentrarse en los contextos de la re- trario, su tiempo libre suele estar dedicado a mediaciones
cepción de manera más explícita. Si bien dentro de la disci- complejas con un conjunto variado de formas culturales.
plina se han desarrollado tendencias no menos importan- Como señala Willis,
tes, como la creciente relevancia analítica de la globaliza-
ción (Ring, 1991) y el psicoanálisis (Elliott, 1992), es tam- «las relaciones laborales y el anhelo de eficacia dependen
bién importante y pertinente el perceptible movimiento ahora de la supresión de un trabajo simbólico informal en la
hacia la sociología y la investigación de la audiencia. En el mayoría de los trabajadores; la lógica de las industrias de la
contexto británico y en el contexto alemán se ha establecido cultura y del tiempo libre se basa en la tendencia opuesta:
un fuerte vinculo entre ciertas variedades del análisis lite- una forma de capacitación y liberación. Mientras que el mo-
rario y el desarrollo de los estudios culturales. Lo que com- delo ideal para el trabajador es mantener un buen ritmo, la
parten figuras como Adorno y Horkheimer, así como Ray- cabeza disciplinada y vacía, el modelo del buen consumidor
mond Williams y Richard Hoggart, es que su investigación es el inverso: una cabeza llena de apetitos desatados por ob-
de las formas culturales está íntimamente estructurada por jetos simbólicos» (1990, pág. 19).
una común adhesión a la cultura literaria. Estos autores
creían que una forma «elevada» de cultura corría el riesgo El argumento de Willis en este punto es que toda crítica de
de ser arrumada por una cultura estadounidense barata. la cultura comercial debiera reconocer el trabajo informal y
No sólo se veía en la superficial cultura invasora una ama- simbólico que supone su recepción.
naza bárbara a la expansión democrática de una cultura El otro ejemplo procede de There Ain't No Black in the
elevada más rica, sino que también se la suponía esencial- Union Jack, de Paul Gilroy (1987). En su explicación, Gilroy
mente ideológíca. Pierre Bourdieu (1990, pág. 112) ha des- demuestra en forma convincente que la cultura popular ne-
cripto convenientemente como una falacia académica la po- gra de Gran Bretaña intenta constantemente construir y
sición del crítico que supone que los agentes cotidianos in- reformular tradiciones de música negra que protesta contra
terpretan las formas culturales populares del mismo modo el racismo. Para Gilroy, esas formas culturales populares
que los miembros de comunidades académicas. representan un anhelo utópico de un mundo en el que la ra-
En el libro de Paul Willis Common Culture (1990), que es za no es factor de dominación de un grupo por otro. La cultu-
un estudio acerca de la manera en que los jóvenes de la clase ra musical de los jóvenes negros es en sí parte de la diáspora

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que atraviesa las fronteras internas de los Estados naciona- En síntesis, la dificultad de Fiske es que deja poco e.pa-
les. En este sentido, el significado de ser negro y británico se cio a la comprensión más institucional e histórica de la culo
transforma de continuo mediante pautas y formas simbóli- tura de masas que ofrecen autores como Habermas. Si bien
cas que han perdido su vinculo con sus contextos originarios la cultura popular no es la forma masiva de engaño que Ha-
. de producción. Según Gilroy, los jóvenes negros son capaces bermas supone, tampoco es -señalaría por mi parte--- la
de forjar una identidad política global más comprensiva, abierta cultura participativa que describen algunos sociólo-
que desafía su exclusión de la ciudadanía británica. Esta gos de la recepción. Philip Schlesinger llama «neo-revisio-
forma crítica, global, de imaginar, depende, por supuesto, de nistas» a quienes sobrevaloran los procesos de recepción ¡

la cultura comercial transmitida por la industria cultural. (Schlesinger, 1991, pág. 149). Schlesinger sostiene acerta-
Reunidos, los argumentos de Willis y de Gilroy demuestran damente que si bien no cabe subestimar el placer del texto,
con amplitud que los grupos sociales destinados a benefi- no hay que dejar que el interés por ese aspecto sustituya a
ciarse de la revitalización de la cultura política ya producen un análisis del poder. Aunque ha sido criticado -eon razón,
adhesiones a las formas populares y buscan un sentido en a mi modo de ver- por descuidar la actividad interpretati-
ellas. Como señala en particular Gilroy, ese hecho tiene cier- va de la audiencia, Habermas presenta una crítica política
tas consecuencias políticas que es indispensable tener pre- de formas de manipulación manifiestas en nuestra cultura,
sentes en cualquier valoración más amplia. que no encontramos en escritores como Fiske. Por ejemplo:
Hasta aquí, la tendencia sociológica de autores como Gil- puedo sentarme en casa todos los jueves por la noche para
roy y Willis ha demostrado con amplitud la necesidad de un hacer una lectura irónica del programa de discusión política
enfoque más inquisitivo de los contextos de recepción dis- de la BBC Question Time (Scannell, 1992, pág. 345). Obvia-
tanciados. Pero -sugeriría por mi parte--- resultaría mani- mente, una lectura así se resistiría a la estrategia del pro-
fiestamente peligroso para el análisis cultural llevar este grama de situarme como ciudadano político con interés en
argumento hasta una celebración acrítica de la cultura po- los temas en discusión. En términos de Fiske, esa actitud se
pular posmoderna. El análisis de Fiske (1989a, 1989b) reco- consideraría subversiva, puesto que yo me estaría resistien-
noce una clara ruptura entre la producción de formas cultu- do al particular régimen de verdad impuesto por el bloque
rales lucrativas y las lecturas, a menudo subversivas, que de poder. La familiaridad con los trabajos de Habermas me
se hacen de ellas. Investiga la naturaleza discursivamente permitiría, en lugar de eso, hacer de ese programa una lec-
abierta de los textos populares con especial referencia al re- tura de sesgo más político. Se podría iniciar semejante
chazo popular de las prácticas discursivas del bloque de po- aventura interpretativa observando la estrecha gama de
,der. Según Fiske (1992), la cultura hegemónica dominante voces que pueden escucharse en la transmisión, la mayoría
'intenta, a través de llamamientos a la imparcialidad y la ob- de las cuales son seleccionadas e introducidas en un «guión»
etivida d, producir sujetos con creencias, no sujetos escépti- fijo por los principales partidos políticos. A continuación po-
(0 coso Por el contrario, la falta de una posición de sujeto unita- dría pensar que a la audiencia se le permite solamente un
ria que se registra en diarios y periódicos populares sugiere papel pasivo en la discusión política que sigue, y meditar en
/
luna multiplicidad de contradicciones textuales que requie- la manera de darle poder en ese contexto. Después podría
ll"'n la activa negociación de un agente social. Por ejemplo, el pasar a elaborar una crítica institucional de la televisión de
título sensacionalista invita al lector, a través de la exagera- servicio público, y reconsiderar en la imaginación las for-
ción y el exceso, a poner en tela de juicio lo normal y lo ofi- mas de reorganizada democráticamente. En resumen, si
cial, Si bien autores como Fiske han ilustrado provechosa- bien Habermas es culpable de descuidar los horizontes in-
mente el modo en que lo popular puede convertirse en ellu- terpretativos de la audiencia, los estudios culturales y me-
gar de una micropolítica de resistencia, su análisis, como el diáticos parecen renunciar a algo muy importante cuando
de otros, lleva las cosas demasiado lejos.! no elaboran los correspondientes marcos institucionales de
1 En el capítulo 3 discutimos detalladamente la obra de John Fiske. análisis.

100 101
2. Tanto en su etapa inicial como en la más reciente, la de televisión explícitamente buscan alcanzar determinadOl
Escuela de Francfort supone que las industrias mediáticas segmentos de la audiencia. El capitalismo tardio ha palado
eliminan las bases de toda crítica porque hegemónicamente a depender de un público consumidor que es heterogéneo en
atan a las masas a! statu qua. La descripción que Horkhei- sus demandas de estilo de vida. El hecho de que el fantasma
mer y Adorno hacen de la superficialización de la cultura de la unidad ideológica todavia aceche en los estudios cultu-
moderna halla su paralelismo en la imagen que Habermas rales también puede atribuirse en parte a la constante in-
presenta de una cultura que no puede admitir formas críti- fluencia del marxismo occidental. La tesis de la ideología
cas de diálogo. Ello no sólo reduce a la audiencia a la condi- dominante se ha mostrado incapaz de explicar la diversidad
ción de un objeto aletargado, sino que sobrestima la respon- de las pautas culturales modernas o los complejos procesos
sabilidad de los medios en la reproducción de relaciones so- de identificación psíquica inducidos por la recepción. Dicho
ciales asimétricas mediante un discurso hegemónico. Para esto, quisiera mantener abierta al menos la posib~dad de
Habermas, la mejor manera de caracterizar la despolitiza- formas hegemónicas de análisis. El caso es que el publico es
da cultura de masas que no exige de su audiencia ningún co- una construcción ideológicamente más inestable de lo que
mentario es decir que se trata de «una cultura de integra- Habermas permite ver, aunque, si se lleva muy lejos este ar-
ción motivacional>, (Habermas, 1989, pág. 173). En este gumento, el efecto de las comunicaciones masivas en cues-
punto, Habermas recoge un tema dominante en el marxis- tiones de poder cultural se vuelve insignificante. No se pue-
mo occidental: la reproducción del statu qua tiene su mejor de subestimar la circunstancia de que los medios masivos
explicación en la incorporación ideológica de los grupos so- tienen un importante papel ideológico por desempeñar en la
ciales subordinados. Este tema se manifiesta también en modernidad. Los medios pueden no haber sido capaces de
otros trabajos de Habermas. En Problemas de legitimación unificar culturalmente al público en la forma en que Haber-
en el capitalismo tardío (1976), su premisa fundamental es mas indica, pero sin duda retienen ciertas capacidades he-
que las dos principales pautas de motivación (vocación civil gemónicas. Es importante subrayar aquí que la investiga-
y familiar) son sistemáticamente erosionadas. Esta concep- ción en el terreno de la comunicación masiva no está obliga-
ción supone que para legitimarse hegemónicamente, los sis- da a optar entre unidad ídeológica o fragmentación cultu-
temas sociales necesitan integrar normativamente en la so- ral. Dadas ciertas condiciones estructurales, las culturas
ciedad a los sujetos sociales. En cambio, según David Held mediáticas son capaces de producir uno y otro efecto. Un en-
(1989), es más probable que en las sociedades modernas la foque más matizado procuraría destacar las tensiones entre
estabilidad se logre por medio del atomismo cultural que de la unidad y la fragmentación, y establecer un diálogo entre
un consenso impuesto desde afuera. Del mismo modo, Mi- incorporación hegemónica y atomismo socia!.
chael Mann (1970) indica que los sociólogos tendrian que
distinguir entre aceptación pragmática y aceptación nor- 3. La idea de Habermas de una refeudalización de la
mativa. Podemos decir que una aceptación normativa se esfera pública, aunque contiene cierto atractivo crítico, no
produce cuando los grupos sociales dominantes logran mo- deja de ser demasiado amplia para comprender de manera
vilizar el consenso a fin de legitimar su posición social. Por adecuada la forma de operar de las culturas mediátícas mo-
otra parte, una aceptación pragmática ocurre cuando las dernas. La afirmación de Habermas en el sentido de que la
personas consienten a esos grupos su posición social porque sociedad del espectáculo ha reemplazado a una esfera pú-
no advierten ninguna alternativa realista. blica racional orientada hacia los reclamos de justicia, exa-
La fragmentación de las identidades modernas puede gera considerablemente las cosas. En este aspecto, deseo
explicarse en términos económicos, políticos y culturales. presentar dos argumentos diferentes en contra de Haber-
Por ejemplo: ha pasado a ser un lugar común en los estudios mas. El primero es que Habermas, una vez que ha mtrodu-
culturales observar que los anunciantes, la industria de la cido la idea de la esfera pública, parece echar por la borda
música, los diarios, las revistas y los programas de radio y todo marca histórico específico. Aquello de lo que no puede

102 103
dar explicación es la considerable tensión institucional exis- na como un factor disuasivo en la producción de puntos de
tente en la sociedad moderna entre la economía, el Estado y vista críticos respecto de Irlanda del Norte. Además de eso,
la emisión de servicio público. El otro argumento es que si el anuncio que el entonces ministro de Interior Douglas
bien Habermas, con acierto según creo, destaca la impor- Hurd hizo el 19 de octubre de 1988 en el sentido de que el
tancia de un ámbito público nacional de debate oficialmente gobierno prohibiría la difusión de los nombres de los grupos
sancionado, no logra explicar sin dificultad la aparición de terroristas, buscaba seguir amordazando la crítica al Esta-
esferas públicas más bien internacionales y también locales. do británico. Aunque podemos sostener que esto es un buen
Paddy Scannell (1986, 1990, 1992) ha sostenido recien- ejemplo del modo en que el Estado moderno ha intentado
temente, en una vigorosa defensa de los sistemas públicos excluir y manejar determinados campos del debate público,
de comunicación, que desde sus comienzos la emisión de no ha sido del todo exitoso en esa aventura. Pero el hecho
servicio público se ha basado en el principio del acceso uni- mismo de que el Estado haya desoído exigencias de libertad
versal y el suministro de una programación variada. A tra- de expresión en este campo lo convirtió en objeto de críticas.
vés de la recontextualización de la vida privada en el terre- La declaración no impidió que cineastas más independien-
no público, y viceversa, la emisión de servicio público nacio- tes como Ken Loach o algunos sectores de la «prensa sería»
nal ha ensanchado mucho el espectro de lo que legítima- iniciaran una discusión sobre este punto. Además, las insti-
mente puede debatirse en el dominio público. Pero, como tuciones de emisión pública han seguido transmitiendo un
han observado Raymond Williams (1962) y otros autores, la reducido número de filmes documentales acerca de Irlanda
BBC mantuvo tradicionalmente una relación paternalista del Norte, algunos de los cuales han sido marcadamente crí-
con su audiencia y fue demasiado deferente con el orden ticos hacia el Estado británico. 2
establecido. No obstante, según Scannell ese modelo cul- Parece razonable pensar que si el Estado británico no
tural experimentaria una transformación a fines de la dé- consigue un completo control sobre la afluencia de informa-
cada de 1950. Con la introducción de la competencia plan- ción a los ciudadanos acerca de Irlanda del Norte, tenemos
teada por la TVI, el sistema público de emisión se vio obliga- razones para ser escépticos en cuanto al grado en que puede
do a adoptar una actitud más democrática en el trato con decirse que los medios han sido refeudalizados. Con ello no
quienes ocupaban posiciones de autoridad. La aparición de queremos decir que «otros», percibidos como una amenaza
un estilo de presentación más populista y abierto procuraba para una comunidad internacional específicamente imagí-
hacer que el Estado fuera responsable ante el público. La naria, no sean presentados a menudo dentro de un conflicto
capacidad de algunos periodistas informativos para mante- entre el bien y el mal. En este sentido, los trabajos de Haber-
ner cierto grado de «independencia» respecto de las tentati- mas conservan fuerza critica porque esas representaciones
vas externas de controlar el contenido de la producción de culturales pasan por alto las exigencias iluministas de ver-
noticias descansa, obviamente, en contextos institucionales dad y de examen racional. Pero para que sus argumentos
especificos. Esto plantea el problema de los nexos entre la tengan algo más que una validez general, Habermas debe-
emisión pública y los «definidores» externos, como el Esta- ría contemplar los espacios relativamente desmercantili-
do, la policía y los sindicatos, pero existen abundantes prue- zados y discursivamente abiertos que han resistido a las
bas de que históricamente ha conseguido inscribir una serie estrategías de colonización o han sido ignorados por ellas.
de prácticas sociales relativamente autónomas.
Veamos un ejemplo. El Estado británico ha interferido 4. La obra de Habermas acerca de la esfera pública se co-
de manera consistente en la producción de programas docu- necta explícitamente con el Estado nacional. Ese es un mar-
mentales, informativos y dramáticos referidos a Irlanda del
2 Este punto se puso claramente de manifiesto en el choque entre el Ca-
Norte. Según Elliott, Murdock y Schlesinger (1983), la ame- oal4, el Estado y el Consejo Real del Ulster por la serie televisiva Dispat-
naza constante de una intervención del Estado dio lugar a ches. Se hallará un resumen de este conflicto en David Cox, «Caught in the
una forma interna de autocensura en la BBC, la cualfuncio- act» (1992).

104 105
co conceptual inapropiado para entender la esfera pública. competencia desleal. En la sección siguiente examinamos
El Estado moderno ha sido constantemente penetrado des- algunas de estas cuestiones y su relación con la emisión de
de arriba por la acción de instituciones transnacionales, al servicio público.
tiempo que debia enfrentar nuevas demandas de autono-
mía desde abajo. El lectorado internacional de ciertos perió-
dicos de negocios o serios implica que surge una esfera pú-
blica global para determinadas elites (Sparks, 1992b). Esto La esfera pública y la emisión pública
puede relacionarse con otros procesos de globalización que
vienen a sustentar lo que antes Gilroy (1987) caracterizó co- La mayor parte de la bibliografía que ha recogido los ar-
mo una diáspora específicamente negra, o lo que Benedict gumentos de Habermas acerca de la esfera pública buscaba
Anderson (1992) llamó un «nacionalismo de larga distan- valerse de su obra para defender la emisión pública. Algu-
cia». En todos estos casos se plantean cuestiones concer- nos autores alegan que la desregulación de los servicios pú-
nientes a la identidad propia y a la ciudadania que no se blicos nacionales es una amenaza a la ciudadanía democrá-
pueden entender si se circunscriben a las culturas específi- tica en la medida en que pone el control de nuestra informa-
camente nacionales. Un reconocimiento de esas transfor- -ciónen manos de conglomerados internacionales. De acuer-
maciones invitaria a abandonar el intento de preservar las do con esta argumentación, con el tiempo eso llevará a la
culturas nacionales de formas «foráneas» de erosión y a disminución de un servicio universal «de calidad» al que too
plantear las cuestiones de la diversidad cultural mirando dos tienen acceso y al abandono de una programación de in-
sus consecuencias para los modernos haces de derechos y terés especial que no pueda asegurar el respaldo de los
obligaciones (Parekh, 1991; Barbook, 1992). A través de los anunciantes. El ascenso de la Nueva Derechaha hecho in-
nuevos movimientos sociales puede discernirse también el dispensable reafirmar intelectualmente la necesidad de
surgimiento de una esfera pública local más fragmentada, una esfera pública democrática. La Nueva Derecha ha ata-
donde pequeños grupos enfrentan en una discusión abierta cado a la emisión organizada por el Estado porque su costo
multitud de temas, que van desde el desarme nuclear hasta es elevado, impide la libre afluencia de información al res-
la sexualidad (Phillips, 1991). Esos agrupamientos han sido tringir la publicidad y no permite elegir. El argumento de
la fuente de una prensa y de redes de información en peque- más fuerza desde el punto de vista ideológico probablemen-
ña escala y de distribución independiente. El hecho de que te ha sido el de la restricción de la posibilidad de elegir (Kea-
Habermas desconozca esos procesos culturales duales debi- ne, 1991). Los miembros de la Nueva Derecha sugieren que
lita su defensa de la importancia de la esfera pública para los medios protegidos por el Estado son capaces de imponer-
una democracia radical. 'nos a los demás sus gustos elitistas. Según este punto de
Pero el deseo de Habermas de originar normas de proce- vista, con un mercado libre, el propio mercado podría res-
dimiento sería aplicable a una concepción de la esfera públi- ponder a las verdaderas preferencias del público. Esta ofen-
ca más espacialmente sensible. La novedad más importante siva ideológica ha hurtado algunos ropajes tradicionales de
en este contexto ha sido el advenimiento de sistemas de la Izquierda. Lord Reith, primer director general de la BBC,
emisión transfronteras por satélite y por cable. En la actua- sostenía que la emisión de servicio público tenía el deber de
lidad muchos de esos servicios comerciales escapan de los educar e informar. No obstante, la defensa de esas normas
deberes y las obligaciones que se aplican a los medios de quedó adherida a una estrategia cultural que procuraba im-
servicio público (Negrine, 1994). En Gran Bretaña, esos sis- poner una cultura elevada elitista a una comumdad nació-
temas evaden hoy exigencias de equilibrio, imparcialidad y nal diversa. Desde la época de Reith, una multitud de voces
calidad. La aplicación de normas obligatorias universales excluidas han criticado a la BBC por imponer a la audiencia
es, según parece, decisiva en este contexto para cumplir determinada versión de la anglicidad. Esto trajo el surgi-
ciertas exigencias concernientes a la ciudadania y limitar la miento de distintas perspectivas en torno de los temas de la

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etnicidad, el género y la clase, orientadas a criticar el pater- control estatal. Originariamente, el programa se proponía
nalismo de Reith. Lo objetable en la pretensión de la Nueva tanto alentar los intentos voluntarios de mitigar el desem-
Derecha de representar esas voces está en que permanece pleo masivo cuanto ofrecer un espacio «público» a las expe-
ciega a la división de intereses que existe entre un servicio riencias de los desempleados. A pesar de la incredulidad de
público universal y la propiedad y el control privados de los la Izquierda, la autodescripción de la clase obrera que sur-
medios de comunicación. gió en una esfera pública definida nacionalmente sirvió pa-
De acuerdo con aquellos que desean preservar una no- ra provocar entre los miembros del parlamento el debate so-
ción de esfera pública, la emisión de servicio público sigue bre la cuestión del desempleo. Cuando la prensa recogió los
siendo importante por tres razones: 1) ha ocupado histórica- debates de la Cámara de los Comunes, el gobierno de Ram-
mente un espacio institucional que goza de cierta indepen- say MacDonald intentó silencíar la serie radiofónica y, con
dencia respecto tanto de la economía como del Estado; 2) la ella, la creciente conciencia «pública» sobre temas relacio-
emisión pública suministra potencialmente un ámbito na- nados con la pobreza y el desempleo. A despecho de la gran
cíonal de debate para que diversos grupos sociales se comu- presión del gobierno, Reith se negó a ínterrumpir la serie.
niquen entre sí, y 3) considera que el público está formado Afirmó que sí el gobíerno elimínaba el programa, reempla-
más por ciudadanos que por consumídores. zaría el horario de transmisíón correspondiente por veinte
minutos de silencío. Ante ello, MacDonald resolvió desistir.
1. En su esbozo originario sobre la esfera pública, Haber- A pesar de mí defensa de la emísíón pública contra quie-
mas destaca que el espacio íntelectual para el debate crítico nes se proponen asimilar su funcionamiento al de una ideo-
se inauguró por su diferenciación institucional respecto del logia dominante, subsiste, como lo sugirió Raymond Wil-
Estado y la sociedad civil, Así fue posible la aparición del liams (1962, 1974, 1985), un poderoso argumento en favor
principío de la publicidad, donde se privilegia el uso público de su democratización y una separación más formal del Es-
de la razón por sobre su uso privado. Tradicionalmente se tado. El suministro de un servicio universal destinado a
ha empleado el mecanísmo del pago por licencía para aislar proporcíonar formas de ínformación de alta calidad sigue
a la BBC de las presiones comerciales y del gobierno del mo- siendo un componente fundamental de las formas moder-
mento. Sin embargo, como lo han observado J. B. Thompson nas de ciudadanía.
(1990) y Nicholas Garnham (1990), en la práctica la llama-
da neutralidad de la BBC se ha visto comprometida muchas 2. Según Curran (1991) y Garnham (1990), una refor-
veces. En parte, esto puede explicarse como un resultado de mulación de la esfera pública podría dar a distintos grupos y
la concentración de poder en una elite burocrática que ocu- clases la oportunidad de tomar parte en un diálogo público
pa la cúspide de la estructura organizativa de la BBC. Esa común. De acuerdo con esa concepción, la emisión de ser-
elite característica províno tradicionalmente de quienes te- vicio público podría ofrecer un ámbito compartido para que
nían una posición social privilegiada, cuya definición del un grupo pluralista de individuos vea si tiene o no tiene in-
«interés público>. propendió a mantener gran semejanza con tereses en común. Lamentablemente, este argumento no
la del gobierno de tumo. Este argumento en particular Sue- trata con suficiente seriedad las cuestiones antes plantea-
le invocar las famosas observaciones de Reith en defensa das de la fragmentación cultural, y desconoce la abundan-
del gobierno durante la Huelga General de 1926. Yo diría, .cia de información de que se dispone en la moderna socie-
no obstante, que la «independencia» de la BBC no se com- dad posindustrial. Peter Golding (1990) ha hecho la verosí-
pendia en una forma ideológica de falso reconocimiento. mil observación de que, pese a algunas de las expectativas
Paddy Scannell (1986) ha demostrado, COn su investigación más utópicas, el acceso a las formas modernas de informa-
del popular programa radiofónico nacional de la década de ción se estructura por las prácticas del Estado así como por
1930, Time to Spare, que las formas inicíales de la emisión las divisiones de clase, raza y sexo. Las audiencias no se
pública conservaban cierto grado de autonomía respecto del fragmentan sólo a causa de sus particulares actitudes cul-

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turales (Bourdieu, 1984). sino que también se dividen por nuevas relaciones intersubjetivas, no deja de ser insuficien-
su difere~te acceso a formas nuevas de la tecnología de la te en su apreciación de la naturaleza globalizada y fragmen-
información No hace falta ser un materialista «burdo» para tada de gran parte de la vida social. Por eso, todo intento de
persuadirse d~ qu~ la tendencia hacia sistemas desregula- revigorizar una esfera pública pluralizada haría bien en
dos de comunicación por cable representará un incremento excluir las constricciones que le impone un capitalismo
de las opciones de quienes disponen de altos ingresos y op- transnacional. Esto no quíere decir que -si la acompañan
cienes relativamente menores para quienes no los tienen. otras propuestas-la redefinición de los sistemas públicos a
Aun cuando el Estado se propusiera expandir las comunica- través de las esferas sociales locales, nacionales y transna-
Clones de servicio público. es improbable. por las novedades cionales no concurra a mantener relaciones sociales más so-
d~ la nueva. tecnología. que sea capaz de asegurarse la aten- lidarias. Lo más probable es que tales relaciones se disocien
cion comedida de una comunidad nacional. cada vez más del contexto nacional. Esas organizaciones
Este problema resulta exagerado si se considera la ex- harian proliferar segmentos de mercado divergentes, junto
traordinaria cantidad de información que actualmente se con el reconocimiento cultural de los derechos de los otros
P'?ne a disposición de los ciudadanos en la modernidad. Se- y de nuestras obligaciones hacia ellos. Por supuesto, tales
gun lo han reconocido muchos pensadores posindustriales procesos no pueden estar en modo alguno garantizados.
como Baudrillard (1988a) y Melucci (1989). las sociedade~ aunque es posible, por cierto, que esas organizaciones com-
modernas no se caracterizan por la falta de información si- batan algunas de las presiones atomizadoras más extremas
no P?r lo que podria llamarse sobrecarga de informació~. A fomentadas hoy por la liberación de los mercados.
través de la financiación de la televisión por cable videos li-
bros. revistas populares y periódicos. el mercad~ mundial 3. Según sus defensores, el modelo del servicio público, a
del capitalismo tardio ha llenado el mundo de información causa de su aislamiento respecto del mercado, tradicional-
La proliferación de la cultura moderna es tal que normal: mente se ha dirigido a las personas como ciudadanas antes
mente nadie sería capaz de asimilar toda la información que como consumidoras. Para Habermas y Garnham, el
proporcíonada por un solo diario en un solo dia. Si bien Bau- ciudadano puede definirse por el hecho de habitar en un
drillard, como otros autores. ha interpretado el incremento ámbito polítíco donde. gracias a los derechos públicos del de-
de la información con un estilo políticamente conservador bate, se pueden discutir en forma colectiva las reglas acor-
plantea cuestiones espinosas para cualquier intento de re: dadas en común. Así, dentro de la esfera pública, prevalece
formular la esfera pública. la producción consensuada de normas de acción generales.
Estas consideraciones fijan límites a íntentos como el de En el mundo moderno, la legitimidad de ciertas tradiciones
Curran y Garnham de construir nuevas formas nacionales políticas descansa ahora más en su apropíación creativa e
de solidaridad y de comunidad a través de instituciones cul- imaginativa que en un mítíco dominio intemporal. En cam-
turales británicas. En esas propuestas se puede reconocer bio, en el terreno económico los sujetos reciben el trato ya de
la.figura de Raymond Willíams. Fue una arraigada convic- productores, ya de consumidores que tienen intereses esen-
Clon. de l~ antigua Nueva Izquierda la de que. con la demo- cialmente privados antes que públicos. Lo objetable de la
cr~tIzaclOn de las formas masivas de comunicación, se po- desregulación de la emisión pública está en que los indivi-
drían promover nuevas formas de comunidad y de entendi- duos reciben cada vez más el trato de consumidores y no el
miento. Esa orientación puede discernirse también en la de ciudadanos activos con derechos y obligaciones. Por
ob~a. de Habermas. La concepción de Habermas. como la de ejemplo: los consumidores no son democráticamente con-
Willia~s, parece suponer que, si Se hace ingresar al público sultados sobre la estrategia de inversión y comercialización
en el diálogo, el resultado final será la aparición de versio- de los conglomerados. Una de las estrategias ideológicas
~es comunes del bien y un incremento de la solidaridad so- más exitosas de la Nueva Derecha ha sido la de oscurecer
cial, Aunque una estrategia así suministraría el marco para la distinción entre ciudadanía y consumismo. Garnham

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(1990) objeta que una vez que esas dos esferas han sido comunicación masiva. Esas dificultades se originan tanto
equiparadas teóricamente, no se ve ninguna razón por la en los que han intentado aplicar las nociones de la esfera
que en el discurso neoliberallos derechos electorales no pública cuanto en el propio Habermas. En la práctica, los
pasen a depender del poder adquisitivo. teóricos de los medios han tendido a abstraer el interés de
Si, en cambio, aceptamos que los valores del consumis- Habermas por la esfera pública de su énfasis, más amplio,
mo deben separarse de los de ciudadanía politica, entonces en la realización institucional de una democracia radicaL
cuestionaremos seriamente la legitimidad de la propiedad La ojeada más sumaria a la obra de Habermas pone de ma-
privada de los medios simbólicos a través de los cuales se nifiesto que la aplicación de normas democráticas a las cul-
hacen públicos los sucesos. La privatización de la cultura turas massmediáticas ocupa sólo una pequeña parte de las
moderna también se discierne en la índole de los llama- exigencias de ciudadanía que él pone en primer plano. Sin
mientos que los politicos hacen a los votantes. En las demo- advertírselo, se ha hecho de los argumentos de Habermas
cracias liberales modernas, es común que los politicos se di- argumentos centrados en los medios. Un análisis más amo
rijan al público votante como «contribuyentes» antes que co- plio de la cultura del capitalismo tardio consideraría ciertos
mo miembros reflexivos de un público interesado en el bien constreñimientos materiales y culturales que impiden a la
común. Esa tendencia, se afirma, se exageraría si nuestra ciudadanía una participación plena en las decisiones de-
cultura pasara a estar aún más dominada por las formas mocráticas. Las prácticas sociales de las culturas mediáti-
desreguladas de la producción cultural transnacionaL Ha- cas explican sólo en parte esta situación. El otro problema,
bria que volver a pensar un proyecto de emisión de servicio que ya he mencionado, es la condición de filósofo de Haber-
público no tanto como un medio de preservar una cultura mas. Es claro que deja a los demás la tarea de aplicar las
nacional «peculiar» sino más bien en favor de normas uni- normas universales de la esfera pública burguesa a situa-
versales de ciudadanía (Barbook, 1992; Thompson, 1978). ciones actuales. Aunque por mi parte defendería la credibi-
lidad intelectual de tal empresa, la forma en que se adaptan
Pero resta la dificultad de que la información que los ciu- esos valores a contextos empíricos pide atención especiaL
dadanos requieren en una cultura global no puede ser origi- Debiera ser obvio que el interés de Habermas por la racio-
nada internamente dentro de un país aislado. Mientras que nalidad comunicativa es producto de la cultura impresa an-
sin duda hay una poderosa razón para separar las diferen- tes que de la cultura electróníca.é Es cierto que esa circuns-
tes esferas de valor que son el consumo y la ciudadanía, lo tancia no hace redundantes a esos ideales, pero significa
público y lo privado, estas distinciones tienen que ser redefi- que se necesitan investigaciones más detenidas del poder de
nídas internacionalmente. Al pensar en el futuro de la emi- estructuración de las culturas electrónicas. El principal
sión pública, debemos elaborar politicas que atiendan tanto problema que esas culturas plantean a la reforma de la esfe-
al ámbito de debate internacional cuanto al nacional. Una ra pública está en su naturaleza acelerada y fragmentada.
ésfera pública con mayor base internacional quizá se propu- Esta perspectiva sostiene que las culturas modernas han
siera intercambiar información a través de las fronteras de presenciado la desaparición del espacio privado y la declina-
los países, discutir los estereotipos nacionales y tomar como ción de la historicidad. Mi visión personal es que esas trans-
eje las consecuencias globales de las politicas de los Estados formaciones hacen que las razones en favor de sistemas pú-
nacionales. La reaparición de una esfera pública, importan- blicos antes que comerciales sean más fuertes y no más
te para el mundo moderno, necesariamente dependería de débiles. Pero hay algo por responder. ¿Cómo puede la revita-
formas más globales de colaboración pública que aquellas lización de la esfera pública producir un sentir de continui-
que hemos conocido hasta ahora (Murdock, 1992). dad y diálogo sobre los temas decisivos del día? ¿Qué me-
Hay, sin embargo, problemas importantes que deben en- didas pueden tomarse para asegurar que un debate público
frentar los bienvenidos intentos de aplicar los trabajos de pluralista sea inclusivo antes que exclusivo? Esas y otras
Habermas a los temas actuales de investigación sobre la 3 Esto se mostrará con más claridad en los capítulos 4 y 5.

112 113
preguntas son cruciales para aplicar el programa normati-
vo de Habermas. vistas en el cine. El contexto técnico y estético del cine, junto
Quedan también otras áreas de la experiencia mediática con el relativo aislamiento del público, asegura una presen-
que el interés interpretativo de Habermas en los medios tación de la imagen con determinado efecto dramático. La
masivos expresa pobremente. Por ejemplo: ¿cómo aplicamos secuencia inicial de la película The Piano [La lección de pia-
la situación ideal de habla a una ida al cine? Aparentemen- 00],* de Jane Campion, presenta la llegada de una joven y
te, según la teoria de Habermas, sólo revestiria importancia su hija a Nueva Zelanda. La vastedad del paisaje y la pe-
si emprendemos una forma más amplia de reflexión común queñez de las viajeras están bien sostenidas por la pantalla
acerca del filme en cuestión y las relaciones institucionales grande. Esa sensación, como casi cualquiera que haya visto
de la producción de imagen. El problema con esta orienta- el filme admitirá, seria inadecuadamente captada por la te-
ción es que no se relaciona con gran parte de la experiencia levisión. La impresión que se crea está determinada por
cultural contemporánea. Por ejemplo: es notorio que Haber. una apreciación estética de la forma cultural, que es distin-
mas, a diferencia de la inicial Escuela de Francfort, tenga ta de la interpretación de los sentidos lingüísticos. Es irn-
poco que decir acerca de las cuestiones estética,s. Ello se de. probable que Habermas intentase negar este fenómeno, y
be principalmente a su deseo de rescatar la razon comunica- yo estaria de acuerdo con él en que no tiene la importancia
tiva de los miembros de la Escuela que oponían una senaibi- política que cabe atribuir a la regeneración de las culturas
lidad estética a las formas instrumentales de la razón. Una públicas. Pero su dístancia analítica respecto de los contex-
vez más, en los contextos contemporáneos simpatizo mucho tos de recepción indica que ofrece sólo una imagen parcial
con el deseo de Habermas de combatir el vanguardísmo en de la cultura medíática contemporánea.
la Izquierda y el conservadurismo cultural en la Derecha.
Su argumento, muy cercano al de Williams, no es que los aro
tistas deban renunciar a la experimentación, sino que de-
ben procurar crear un díálogo entre el ámbito estético y el Habermas, la esfera pública y la ciudadanía
ámbito político. Esto implicaria que la expresión artística
debe respetar ciertas obligaciones sociales sin procurar uru- En su respuesta escrita a las revoluciones de 1989, Ha.
ficar falsamente los dominios del arte y la política. No obs- bermas imagina qué aspecto podría ofrecer un hipotético
tante, esos sentimientos, aunque valiosos, no se relacionan proyecto político alternativo en una Europa pos marxista
con formas más comunes de goce estético. (Habermas, 1990a). Presenta como tarea fundamental de la
El compromiso popular de los fans con las culturas de la Izquierda la afirmación de los intereses universales en un
música la televisión y el cine desmiente un rasgo que no se Intento de devolver carácter moral a los conflictos públicos.
recon~e fácilmente en las preocupaciones hermenéuticas. En las condíciones del capitalismo tardío, la idea de que la
Es muy conocida la afirmación-de Susan Sontag (1994) en el Izquierda pueda, de forma no problemática, procurar socia.
sentido de que el interés en la interpretación suele omitir el lizar los mecanismos de mando del dinero y del poder ten-
análisis de la experiencia sensorial de la obra de arte. Este dría que ser rechazada como un anacronismo. Consignar
argumento, situado en el contexto de las culturas mediáti: si determinadas necesidades y determinados valores que
cas populares, tiene cierto valor explicativo. Por ejemplo: mi surgen en el mundo de vida pueden poner límites al fun-
entusiasmo por la ceremonia inaugural del campeonato cionamiento del dinero y el poder sigue siendo, para Ha-
mundíal de fútbol sólo en parte se relaciona con los signifi- bermas, una cuestión empirica. Los. principios de laacción
cados que pueden atribuírsele. Es más probable que esas comunicativa debieran aplicarse a las formas públicas de
prácticas visuales respondan al gran despliegue de colores y administración sin aspirar a someterlas completamente a
a la impresión general de espectáculo. Para volver al filme,
se nos suele decir que ciertas producciones tienen que ser * [Entre corchetes y en bastardillas, los títulos de filmes según se cono-
cieron en la Argentina. (N. del T.»)

II4
II5
su lógica. Habermas agrega que, si bien una teoría crítica dadas las relaciones materiales y simbólicas del capitalismo
no debe intentar ser demasiado prescriptiva en sus reco- tardío, mantener la cautela en cuanto a sus posibles efectos.
mendaciones, la regeneración de una esfera pública funda- A lo largo de este capítulo he sostenido que, pese a sus in-
da racionalmente continúa siendo un proyecto político nece- suficiencias, la obra de Habermas acerca de la esfera públi-
sario. No lleva más adelante sus argumentaciones en este ca contiene una fuerza considerable por el énfasis puesto en
sentido. Por mi parte añadiría, no obstante, que si no somos la comunicación y en la participación (Rustin, 1992). Es un
capaces de lograr colectivamente un sentido de comunidad gran aporte al debate político y sociológico actual acerca de
y atender racionalmente a las necesidades, los temores y las la ciudadanía. Para seguir ahora a partir de lo señalado por
inquietudes de los demás, el resultado final serán formas T. H. Marshall (1992), a menudo las formas modernas de
más destructivas de atomismo social. Para que surja este ciudadanía han sido concebidas de manera más bien pasiva
programa, como creo haber indicado, nuestros ciudadanos en lo que concierne a los derechos y las obligaciones garantí-
dependerán de la provisión de formas de información de zados a los sujetos sociales (Giddens, 1985). La inspiración
«calidad>.y de foros democráticos de discusión. de la crítica de Habermas es que los intentos actuales de
El desarrollo de una cultura más comunicativa que pro- imaginar nuevas formas de solidaridad social mediante un
cure, según la expresión de Arendt (1958), «expandir el peno discurso acerca de la ciudadanía presuponen establecer
samiento» sólo es posible, en los contextos modernos, me- condiciones materiales que hagan posible un compromiso
diante la democratización radical de la industria cultural. democrático popular por un grupo más amplio de ciudada-
En una cultura globalizada y fragmentada, es especialmen- nos. A continuación esbozaré brevemente algunos proble-
te necesaria la presentación de una pluralidad de voces, en mas relacionados con el intento teórico de Habermas de re-
particular las que no están inmediatamente presentes en considerar ideas concernientes a la ciudadanía en relación
encuentros cotidianos. Diría que una fuente de esperanza con la esfera pública. En esta sección, que es la final, sos-
sigue siendo la constante capacidad de la gente común de tengo que el enfoque de la ciudadanía contemporánea hecho
experimentar un sentimiento de solidaridad con los demás por Habermas plantea por lo menos tres problemas. Es neo
en contextos muy alejados de los propios. Los programas de cesario destacar que esos tres puntos son tentativos y re-
servicio público que se propongan subrayar esos sentimien- quieren mayor elaboración. Con todo, deseo sostener, en
tos tendrían que mostrar los temas en discusión como te- esta etapa, que la obra de Habermas acerca de la esfera
mas que merecen igual respeto, buscando afianzar una tra- pública y las formas participativas de democracia necesita
ma emocional intersubjetiva de preocupación empática. 1) reconocer de manera más definida que la acción comuni-
Esta «ética de la compasión» (Habermas, 1990b) nace del cativa puede estar sujeta a ciertos límites; 2) ser más especí-
proceso de reconocimiento mutuo manifiesto en las relacio- fica respecto de la relación entre democracia directa y repre-
nes personales y en los procesos iniciales de socialización sentativa, y 3) revisar teóricamente su orientación univer-
(Benjamín, 1988). Lo que mejor demuestra que en una cul- salista para dar lugar a las diferencias.
tura comercial massmediada las relaciones empáticas son
todavía posibles es el interés mundial por el sufrimiento hu- 1. Perry Anderson ha observado agudamente que tras el
mano expresado por Live Aid en 1986. No puede subesti- pensamiento de Habermas están «los sinceros ideales y el
marse la vinculación imaginaria con los demás que puso de serio optimismo del Iluminismo alemán» (Anderson, 1983,
manifiesto ese acontecimiento. En realidad, lazos así sólo pág. 63). Pese a la intención de Habermas de presentar un
pueden fortalecerse mediante un compromiso más profun- análisis estructural de las fuerzas sociales contemporáneas,
do con los valores de la emisión de servicio público. No obs- su pensamiento se mantiene a gran distancia de la actual
tante, como he señalado, si bien esas exigencias éticas si- crisis del capitalismo tardío. La orientación filosófica del
guen siendo el núcleo de todo intento de reformular una es- pensamiento de Habermas, aunque proporciona varias
fera pública con una base más internacional, debemos, ideas fundamentales, suele mantenerse muy distante de un

116 117
análisis de las estructuras sociales contemporáneas. De fundamentales que su obra sin duda suscita. Seyla Ben-
acuerdo con Anderson, ello ha hecho que sus trabajos cobra- habib (1992) ha sostenido que el compromiso con una ética
ran un formalismo excesivo y una actitud pedagógica res- dialógica, para ser moralmente convincente, tiene que reco-
pecto de la política. nocer su dependencia de ciertos presupuestos esenciales.
La debilidad del minimalismo ético de Habermas se po- Benhabib propone que en las formas simétricas de comuni-
ne de manifiesto tan pronto se le pide una justificación. Yo cación tratamos a los otros con igual respeto, y reconocemos
admitiría, con Habermas, que las formas «políticas» de co- que todas las personas que intervienen en el diálogo tienen
municación, en las condiciones sociales del capitalismo tar- los mismos derechos. Esos prerrequisitos éticos de las for-
dío, debieran orientarse hacia una búsqueda de consenso. mas igualitarias de comunicación están, desde luego, suje-
Como ha señalado Charles Taylor (1989, 1991), subsiste el tos a debate, pero, según sostiene esta autora, sus funda-
problema de que Habermas no puede decirnos por qué mentos normativos no pueden nacer del habla humana. Lo
debiéramos desear vivir racionalmente o procurar alcanzar único que podemos decir es que, si se los transgrede, la fuer-
un entendimiento con los demás. Castoriadis (1991), que si- za pasa a ocupar el lugar de la persuasión. A la luz de estas
gue una línea argumentativa similar a la de Taylor, sostiene objeciones, ha de ser bienvenido un intento éticamente más
que, en última instancia, Habermas, cuando procura hallar «denso» de asegurar los principios de la acción comunicati-
una respuesta a esa cuestión, basa su réplica en un funda- va. Un paso así buscaría plantear cuestiones de cultura en
mento biológico mítico. La tesis de Habermas según la cual relación con las necesidades humanas. Por ejemplo: los ar-
los seres humanos son usuarios de un lenguaje intersubje- gumentos de Habermas referidos a la ética comunicativa
tivo cuya práctica cotidiana supone su emancipación no tienen poco sentido si no sostenemos que los seres humanos
puede mostrarnos fácilmente por qué nos esforzaríamos en necesitan vivir en comunidades racionales. Ello presupone
lograr la libertad. Lo único que Habermas nos dice es que entonces una esfera pública pluralista y una democracia
mediante la aplicación de exigencias de validez universal se participativa radical. En su obra resulta evidente que en la
vuelven posibles formas de vida más emancipadas. No nos actualidad esas necesidades son ignoradas por las estructu-
ofrece, ni puede ofrecernos, con una ética demasiado míni- ras del capitalismo tardio. S~ como creo, se puede determi-
ma, razones bien ponderadas que nos hagan preferir mar- nar que los seres humanos tienen ciertas necesidades comu-
cos discursivos democráticos más habilitantes. Como dice nes que sólo pueden ser satisfechas en el nivel institucional,
Taylor (1991, pág. 32), «el hecho de que debamos preferir ello también tendría consecuencias para la organización de
una comprensión racional a mecanismos arbitrarios de los sistemas de comunicación. Volveré sobre estos temas.
mando se liga estrechamente a nuestra comprensión de la
dignidad humana», Para considerar otro ejemplo: la razón 2. Habermas ha sostenido recientemente que no es papel
por la que el movimiento pacifista se opuso a la Guerra del del filósofo formular prescripciones acerca del modo de apli-
Golfo no concernía tanto a una ruptura en la comunicación, car los principios de la democracia (Dews, 1986). Lo mismo
por decisivo que ello fuera, cuanto con la inminente perspec- que Marx, Habermas afirma que no está dispuesto a dibu-
tiva de formas masivas de sufrimiento humano. Si Haber- jar el plano para llevar adelante el cambio porque ello sig-
mas no es capaz de ofrecer a los ciudadanos modernos razo- nificaría otra intromisión en el resultado futuro de un con-
nes de más peso que los inclinen en favor del consenso como senso logrado democráticamente. Pero este argumento, si
objetivo de los diálogos, entonces un diálogo «libre» puede, bien tiene cierta coherencia, está expuesto a varias objecio-
en la misma medida, producir versiones aún más obstina- nes. En particular, y dada la defensa que Habermas hace de
das de odio e incomprensión. las formas participativas de la democracia, es llamativo que
Si Habermas no consigue modificar sustancialmente el no haya intentado ser más prescriptivo en los temas de la
trazado de la línea que separa las cuestiones de justicia de democracia directa y representativa, que es la forma más
la VIda buena, no podrá responder algunas de las cuestiones compatible con una acción comunicativa como democracia

118 119
directa. La democracia directa y las formas «ideales» de ha. de la gente común, hay más preocupación por los derechos a
bla hacen posible un consenso racionalmente obtenido sólo la privacidad que por los del discurso. La dificultad de estas
después de un período de argumentación entre todas las medidas se sitúa tanto en su aplicación cuanto en su justifi-
partes interesadas. Pero Habermas aceptaría por cierto que cación filosófica. Harían falta organismos intermedios para
las formas de la democracia directa sólo encontrarán una ver que el funcionamiento de los derechos públicos de repre-
expresión limitada en una sociedad compleja y vasta (Bob- sentación y de privacidad no privilegien a grupos sociales
bio, 1987; Held, 1989). Si bien Habermas ha afirmado una y minoritarios. Esto plantea espinosas cuestiones. ¿Cómo ha-
otra vez que los límites de la acción comunicativa sólo pue- cer para que el directorio de la BBC refleje una cultura étni-
den comprobarse empíricamente, no resulta claro de qué camente plural? ¿Qué clase de protección ofrecerían en rea-
manera se aplicaría rápidamente una ética mínima. Sin lidad al rico y poderoso los derechos de privacidad? Estas
pretender rebajar la importancia de la ética comunicativa, propuestas merecen un tratamiento más ponderado que el
la práctica democrática contemporánea se caracteriza disponible aquí. Pero resulta evidente que estas cuestiones
mejor por la aplícación del poder desde abajo, y por la redis- se expresan más eficazmente referidas a la definición de
tribución del poder en tanto se opone a su concentración. Se- democracia representativa indicada por Bobbio que refe-
gún Norberto Bobbio (1987), la dificultad no está tanto en ridas al interés de Habermas en la ética del discurso.
aplícar las reglas de la acción comunicativa cuanto en abrir
paso a una mezcla precisa de democracia directa y demo- 3. Habermas privilegia las formas universales de la ciu-
cracia representativa. Sostener, como parece hacerlo Ha- dadanía como medio para reintroducir los temas de la soli-
bermas, que la socialízación parcial de los mecanismos de daridad y la comunidad en el debate político contemporá-
mando de la sociedad depende de la aplicación de una ética neo. Como vimos, estos valores estaban destinados a funcio-
mínima pasa por alto esta cuestión. nar como un correctivo del tono individualista de la Nueva
La actual concentración global de la propiedad y el con- Derecha. No obstante, en los debates acerca de la ciudada-
trol de los sistemas mediáticos indica que el poder econó- nía se ha ido tomando cada vez más conciencia de que las
mico con frecuencia se convierte en poder político y en poder teorías universales propenden a pasar por alto la natura-
cultural. En Europa, la influencia de Murdoch y Berlusconi leza fundamentalmente diversa y especifica de las necesi-
debiera hacernos tomar conciencia de la necesidad de exigir dades humanas (parekh, 1991). El tema ha encontrado su
que la prensa, la radio y la televisión no estén controladas punto de resonancia más profundo entre las autoras femi-
por monopolios. Como Habermas bien lo ve, sería en definí- nistas (Benhabib, 1992; Lister, 1991; Pateman, 1989; Phi!-
tiva insuficiente formular esa exigencia como un reclamo de lips, 1991). De acuerdo con ellas, una teoría de la ciudada-
participación directa. También es exigible que los agentes nía debiera reconocer necesidades e intereses universales,
de la autoridad política supervisen la distribución de la pro- aunque prestando gran atención a las formas de diferencia
piedad e impongan obligaciones comunicativas en todos los que no infrinjan necesidades y obligaciones 'generales. Es
niveles de las democracias representativas. Aparte de eso, un rasgo especítico de las teorías kantianas, como las elabo·
podría haber razones para hacer democráticamente respon- radas por Habermas, el que ostenten cierta ceguera con re-
sables a los sistemas públicos de comunicación en los nive- lación a la diferencia estructural y cultural. La imposición
les local, nacional y global. En la actualidad, los directivos de normas universales, como bien lo ha visto T. H. Marshall
de la BBC, como vimos, son designados por elites políticas (1992), suele inclinarse más en favor de determinados gru-
antes que por los que costean la licencia. Si el servicio fuera pos que de otros. Como lo muestran con claridad tanto Lis-
desvinculándose gradualmente del Estado, sería posible ter (1991) como Pateman (1989), el supuesto de la igualdad
hallar formas de instituir medios de representación más parece incluir una tendencia innata a ser insensible a las
democráticos. También en la reciente polémica acerca de la necesidades de las mujeres. Pero también agregan que el fe-
habitual intrusión de los diarios sensacionalistas en la vida minismo de la «diferencia» puede servir de igual modo para

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Como ha sostenido Kate Soper (1990), plantear que la
encerrar a las mujeres en posiciones de dependencia y su- esfera pública masculina representa una zona exenta de
bordinación. Lo que se necesita son formas de ciudadanía afecto es hacerse cómplice de formas masculinas de deseo-
que íntenten tanto reformar las prácticas del Estado -defi- nocimiento subjetivo. Para Soper, la esfera pública de defi-
niendo esferas de autonomía- como reestructurar una for- nición masculina lo es todo menos imparcial, y se lo puede
ma más igualitaria de sociedad civil (Held, 1989). demostrar considerando las opiniones de ciertos jueces va-
Es innegable que la obra de Habermas plantea proble- rones en juicios por violación que se han hecho públicos re-
mas en relacíón con el feminismo contemporáneo. Si bien es cientemente. Las formas de raciocinio moral manifiestas en
cierto que toda teoría de la esfera pública presupone una esos casos parecieran ser cualquier cosa menos des.inte~sa­
distinción entre lo público y lo privado, el problema del que das e imparciales. Por otra parte, si se ve en la racionalidad
las autoras feministas nos han hecho tomar conciencia es y la imparcialidad formas intrínsecamente masculina".?e
que el modo tradicional de trazar esa distinción legitima la la razón, las feministas se inhabilitan para una OpOSICIon
opresión de que son objeto las mujeres. En este sentido, Ca- coherente a las formas masculinas de dominación. Parte del
role Pateman señala: argumento feminista contra la disociación e~tre lo público
«En la concíencia popular (y académica), la dualidad de lo (masculino) y lo privado (femeníno) ha consistido en dec?,
femenino y lo masculino suele servir para encapsular o que es injusta. La exclusión de las mUJ~":s de la esfera pu-
representar la serie (o círculo) de separaciones y oposiciones blica no sólo las ha despojado de la posibilidad de gozar de
liberales: mujer o naturaleza, personal, emocional, amor, las mismas formas de participación, sino que ha impedido a
privado, intuición, moralidad, adscripción, particular, sub- los hombres tomar parte activa en la crianza de los niños. El
jetivo; masculino o cultura, político, razón, justicia, público, reordenamiento político de esas esferas depende de la apli-
filosofía, poder, logro, universal, libertad» (Pateman, 1982, cacíón universal del principio de igualdad, que es sensible a
pág. 109). la diferencia. Desechar esos argumentos por íntrínseca-
mente masculinos es negarles su lógica intrínsecamente
Rosi Braidotti (1986) ha afirmado provocativamente que emancipatoria y encerrar a las mujeres en el ámbito de. l?
la exclusión de las mujeres de una esfera pública indepen- irracional. Una vez más, si bien Habermas puede ser criti-
dientemente masculina condujo al predominio de la forma cado por no tener en cuenta la llama~a ~tra parte de ~a ra-
masculina de razonamiento. Basada en otras autoras, como zón el énfasis que pone en la esfera publica racional aun no
Jessica Benjamin (1988) y Nancy Chodorow (1978), sostie- ha sido debidamente refutado por sus críticos. En efecto,
ne que el niño, a través de la renuncia a su identificación también podría sostenerse que las formas comunicativas de
primaria con la madre, puede establecer límites firmes y un la razón facilitarían una reflexividad mayor con respecto a
yo independiente. La disociación masculina respecto de lo nuestras necesidades emocionales. Las relaciones entre ra-
femenino reproduce un mundo público que alienta formas zón y emoción se podrían redefinir para dar a los ciudada-
desarraigadas de razonamiento. En la versión racionalista nos oportunidades de asumir ciertos derechos a partlCl?ar y
de Habermas de la esfera pública, la idea de feminidad se a establecer relacíones empáticas con los otros. Ademas, la
reproduce como lo «otro». Para Braidotti, pensadores como racionalidad comunicativa no conseguiría, dadas la comple-
Habermas reproducen una oposición binaria entre lo feme- jidad cultural de la modernidad y la acción de sentimientos
nino y la razón. Esto es quizá más notorio en la situación inconscientes, que los sujetos sociales se volvieran transpa-
ideal de habla de Habermas, donde el triunfo del mejor aro rentes para sí mismos, pero suministraría el marco de dere-
gumento parece depender de la exclusión de la emoción y el chos y de obligaciones que permitiera la apa.rición de nuevas
afecto. Estas observaciones contra el divorcio que Haber- posiciones de sujeto, de naturaleza menos mstrumenta!.
mas establece entre razón y deseo están bien señaladas, Por otra parte, Nancy Fraser (1994) ha señalado que el
pero yo diría que reposan en una forma de esencialismo que análisis de Habermas de la esfera pública olvida las formas
a la vez priva de fundamentos a la crítica.

123
122
en que el dinero y el poder refuerzan las formas masculinas 3. Perspectivas críticas en la investigación
de dominación en la esfera privada. Afirma que la tesis de la
colonización sostenida por Habermas propende a centrarse de la audiencia
en la forma en que esos dos «medios» modifican las insti-
Problemas concernientes a la interpretación, la acción,
tuciones públicas más bien que las privadas. Para nuestros
propósitos, esta sigue siendo una dimensión decisiva en los la estructura y la ideología
estudios acerca de la comunicación masiva. Como se mos-
trará en el capítulo siguiente, el poder masculino en el ho-
gar suele hacer que las familias nucleares encabezadas por
un varón reproduzcan relaciones de poder en la interacción La aparición de los estudios críticos de la
cotidiana con las tecnologías de la comunicación. Además, audiencia
la investigación de orientación feminista ha procurado po-
ner de relieve las formas en que los miembros subordinados La investigación de la audiencia emprendida en la ac-
de una familia (mujeres y niños) han elaborado estrategias tualidad es fundamentalmente de dos tipos. La primera y
de resistencia valiéndose de culturas semióticas hegemóni- más difundida forma de conocimiento acerca de la audien-
camente ambiguas. cia es la que recogen las grandes instituciones de la comuni-
cación. Esta forma de investigación se vuelve indispensable
en la medida en que la producción televisiva, radial, cine-
matográfica y de prensa necesita atraer espectadores, oyen-
Resumen tes y lectores. A fin de capturar una audiencia, las institu-
ciones modernas tienen necesidad de conocer los hábitos,
El análisis que Habermas hace de la aparición de la esfe- los gustos y las disposiciones del «público». Ello pone a las
ra pública se ha revelado como un importante recurso en la corporaciones mediáticas en condiciones de apuntar a de-
lucha por preservar los sistemas públicos de comunicación. terminados segmentos de la audiencia mediante un progra-
El principio de la publicidad sostiene que la cultura es pro- ma o una estrategia textual. El deseo de saber quién integra
ducida intersubjetivamente y debe estar abierta al cuestio- la audiencia en determinado momento da lugar a un conoci-
namiento racional. La acción comunicativa trae también miento útil, que atrae a los anunciantes y suministra a los
consecuencias para los derechos y las obligaciones de la ciu- emisores cierta idea sobre a quiénes se están dirigiendo.
dadania moderna, si bien estas normas universales deben Algunos críticos han sostenido que la nueva tecnología
aplicarse sabiamente, respetando la diferencia y el influjo de cable, que hará que las transmisiones televisivas lleguen
de las culturas electrónicas. Se ha puesto de manifiesto a través de la conexión telefónica, permitirá calcular cuán-
también que la teoría de Habermas contiene algunos pun- tas personas de determinada área de la ciudad vieron el gran
tos ciegos en relación con la estética popular, los contextos éxito de Hollywood que se pasó la noche anterior. Esta base
de recepción, la historia de la emisión de servicio público, de conocimientos cada vez más particularizada soluciona el
las dimensiones espaciales de la esfera pública y el poder problema que se les plantea a las actuales redes de comuni-
masculino. Fuera de esto, los planteos de Habermas apor- cación, en las que podría ocurrir que la mayoría de los anun-
tan una contribución esencial a los estudios acerca de la co- cios publicitarios fueran vistos por una infraclase demasia-
municación masiva y deben continuar moldeando investi- do pobre para adquirir los productos que se le ofrecen. Pero
gaciones críticas en este caropo. la creencia en que la nueva tecnología entregará a los anun-
ciantes una audiencia uniforme deseosa de consumir suena
como una forma avanzada del cumplimiento del deseo capi-
talista. La estrategia que se esconde tras muchas inversio-

124 125
nes en las nuevas tecnologías comunicativas podría ser esa, Son las llamadas prácticas y placeres corrientes de mirar,
pero su realización es harina de otro costal. Las audiencias escuchar y leer las que constituyen el segundo paradigma
han ideado formas de eludir los intentos del capitalismo de la investigación de la comunicación masiva. Esta linea
semiótico de hacer que permanezcan sentadas durante los del estudio de la audiencia ha sido elaborada por enfoques
obligatorios períodos de anuncios publicitarios. Se lo logra interpretativos de estudios sociológicos y mediáticos. En
mirando otro canal, preparando una taza de té durante la contra de los intereses, de carácter más instrumental, de las
pausa comercial o apretando el botón de avance rápido en la organizaciones comerciales, esos estudios han intentado re-
video. Como respuesta a ello, la cultura comercial ha procu- ferirse a los contextos del mundo de vida de las audiencias
rado integrar la publicidad dentro de los propios programas. mediáticas. En este sentido, los intereses de la investiga-
Si bien eso vuelve inevitable alguna forma de compromiso ción de la audiencia se centran en las interpretaciones y en
con los productos de consumo, la audiencia no se ha vuelto las relaciones sociales de la recepción.
pasiva. Durante la Copa Mundial de 1994, algunos especta- El interés actual en la actividad interpretativa de la au-
dores estadounidenses, hábiles para eludir las diversas es- diencia conlleva por lo común una fuerte crítica del pesimis-
trategias comerciales que habían sido incorporadas en los mo cultural de algunos miembros de la inicial Escuela de
comentarios, pasaban a los canales de cable en lengua espa- Francfort, y una deuda con el llamado enfoque de los usos y
ñola. Ello proporcionaba una protección mejor, pues la pu- las gratificaciones. Como vimos antes, algunos miembros de
blicidad no resultaba tan invasora, si bien es improbable la Escuela de Francfort propendian a ver la cultura popular
que la gran mayoría de los espectadores entendiera la for- desde un apego especial a las formas elevadas del arte mo-
mulación lingüístíca del acontecimiento. Este ejemplo indi- derno. Esta particular actitud cultural indica que no se pre-
ca una situación donde la capitalización y la proliferación de guntaban por las actividades de lectura de una audiencia
distintas redes facilita a la audiencia escapar de estrategias socialmente sítuada. Es una actitud manifiesta en enfoques
mediáticas «particulares» destínadas a captar su atención. literaríos de los medios, como el de Raymond Williams y
El hábito de ver televisión saltando de canal, propiciado por Fredric Jameson, cuyas lecturas de la cultura pretenden re-
esas condiciones, hará que sea más dificíl calcular la pro- flejar y sustituir la de sujetos sociales ausentes. Por otra
porción de audiencia. parte, la investígación de los usos y las gratificaciones ha in-
Pero, como lo ha sostenido len Ang (1991), la práctica de tentado reemplazar la idea de los «efectos» mensurables que
hacer cognoscible la audiencia mediante estadísticas tiene los medios producen en la audiencia, con un análisis de las
como consecuencia la reificación de sus prácticas sociales formas en que las personas utilizan los medios. Esta inves-
reales. Podemos saber que el 20 % de las trabajadoras de la tigación, cuya principal precursora fue la psicologia social
salud vieron el episodio de anoche del canal treinta y tantos, de la posguerra, sitúa en primer plano la idea de que las per-
pero eso en realidad nos dice muy poco acerca del contexto cepciones que la audiencia hace de los mensajes pueden di-
en que se ve el programa o, aun, del sentido que de este ferir radicalmente de los sentidos pretendidos por su(s) pro-
construyeron las mujeres. La forma de conocimiento cuanti- ductor(es). Subsiste alguna discusión sobre lo que debe a
ficable requerido por las instituciones comerciales yestata- esta perspectiva la actual investigación de la audiencia, pe-
les es constantemente desbaratada por la práctica cotídiana ro eso no nos interesa aquí (Curran, 1990; Morley, 1992). En
de la audiencia. Para Ang, y para otros, los miembros de la cambío, hay que decir algunas palabras, a manera de intro-
audiencia son ligeramente anárquicos. Nuestra trabajado- ducción, acerca de las raíces intelectuales del renovado inte-
ra de la salud que se pone a ver el treinta y tantos puede rés por la audiencia. Todas las orientaciones de la teoría cul-
también estar pasando a otro canal para ver el nuevo video tural a las que me propongo referirme surgieron del cuestio-
de Prince, o aun puede ser interrumpida por un llamado namiento del supuesto según el cual el sentido de una
telefónico relacionado con su trabajo. En un contexto así, acción es algo que sencillamente puede darse por sentado.
sería dificil decidir qué se defme en verdad como «mirar». Esto es, la subjetividad de la audiencia se construye a tra-

126 127
vés de su interacción COn determinadas condiciones ma- trata de un campo legítimo de indagación, este tipo de en-
teriales de existencia y una variedad de formas simbólicas. foque de los estudios de la comunicación masiva no deja de
El interés por estos temas se relaciona comúnmente con plantear una dificultad fundamenta!. Para decirlo lisa y lla-
una concepción simbólica de la cultura. namente, algunos de los estudios que han recurrido a esta
La obra del antropólogo Clifford Geertz (1973) colaboró particular forma de concebir la cultura subestiman la ac-
de manera decisiva en la configuración de un enfoque sim- ción de la estructura social y de poder sobre la producción y
bólico de los estudios culturales. Para Geertz, lo que lla- la recepción de las formas simbólicas. Para continuar con lo
mamos cultura es una red de significación.que ha sido tejida señalado en los dos capítulos anteriores, sostendré que la
por acciones, objetos y expresiones provistos de sentido. Ba- producción de sentido debiera ser relacionada con la acción
jo este aspecto, la cultura no es ni objetiva ni subjetiva. Este de las instituciones y del poder. Y que, en algunos casos, se
enfoque desestima la afirmación empirista de acuerdo con ha dejado que la celebración simbólica de la capacidad in-
la cual la producción de datos rigurosamente objetivos (co- terpretativa de la audiencia ocupara el lugar de una teoría
mo los obtenidos cuando se miran figuras) puede proporcio- social más crítica y normativa.
nar un anclaje seguro para las ciencias sociales. Tesis objeti- Aunque son muchos los enfoques en materia de investi-
vistas como esa parecen ofrecer la posibilidad de quebrar el gación de la audiencia que convendría examinar, me cen-
círculo de la interpretación. El énfasis que Geertz pone en la traré en tres campos principales de debate, definidos como
naturaleza simbólica de la cultura deja un espacio abierto sigue: 1) sobre la base del ensayo de Stuart Hall sobre codi-
para ulteriores interpretaciones por parte de los propios ac- ficación y decodificación, David Morley ha presentado un
tores no especializados o de sociólogos investigadores. Es sugerente análisis de la capacidad interpretativa de la au-
indispensable distinguir aquí entre interpretaciones de pri- diencia de televisión y de los contextos en los que ella mira;
mer orden y de segundo orden: debe establecerse una sepa- 2) la obra de John Fiske ha llevado a un sector de la teoría
ración entre los significados intersubjetivos producidos por cultural a sostener que la actividad de guerrilla ejercida por
los propios agentes y el sentido que los especialistas en cien- la audiencia ofrece un medio de resistencia a los grupos de
cias sociales dan a esas interpretaciones. Las expresiones poder dominantes, y 3) la principal contribución de la teoría
culturales tienen sentido tanto para los agentes sociales feminísta ha consistido en un análisis de la lectura, placen-
cuanto para los investigadores que las estudian. Además, si tera y potencialmente utópica, que las mujeres hacen de los
podemos estar de acuerdo en que el sentido es propiedad relatos románticos y de los melodramas. Ofreceré un co-
pública e intersubjetiva, ello implica que no se aloja de al- mentario crítico de esas tres perspectivas, y al mismo tiem-
gún modo en la cabeza de la gente. En síntesis, una buena po procuraré indicar el modo de perfeccionar y ampliar esas
interpretación de una comunidad lingüística particular no tres contribuciones.
está gobernada por la sagacidad del autor, sino por su apti-
tud para llevar al lector al «corazón» de los sentidos comu-
nes simbólicamente producidos.
James Carey (1989), al comentar el reciente «giro inter- David Morley y la audiencia televisiva: revisión
pretativoi producido dentro de la sociología de los medios, de la codificación y la decodificación
sostiene que ha sobrevenido un correlativo distanciamiento
de los enfoques funcionales. Por análisis funcional entiende Como la de Stuart Hall, la contribución específica de
la investigación que se concentra en la cuestión de saber si David Morley a los estudios culturales y mediáticos surgió
los medios masivos confirman o alteran el statu quo. Según del Centro de Estudios Culturales Contemporáneos de la
señala, un enfoque más simbólico de las formas culturales Universidad de Birmingham. Entre 1975 y 1979, cuando
procuraría examinar la interacción de los sentidos simbóli- aún trabajaba en ese centro, Morley aplicó el famoso ensayo
cos en el seno de la comunicación. No obstante, si bien se de Hall (1980) acerca de la codificación y la decodificación al

128 129
estudio del popular programa de actualidades Nationwide cura hacer explícito el modo de destinación del texto. Nation
(Morley, 1980, 1992). Para resumirlo rápidamente, en su wide se dirigía a la audiencia en tanto compuesta por ciu-
ensayo Hall sostiene que hay una distinción básica entre los dadanos individuales que viven en una comunidad política
procesos sociales que codifican y decodifican textos mediá- específicamente nacional. Eso es diferente, pongamos por
ticos. Se puede decir que las formas culturales se codifican caso, del modo de destinación empleado por los programas
mediante una combinación histórica especifica de relacio- de juegos que comúnmente <mas hablan» como si fuéramos
nes institucionales, normas profesionales y equipos técni- miembros de felices familias nucleares. Es decir que todo
cos. Las estrategias de decodificación que la audiencia apli- análisis ideológico debe tratar de poner de manifiesto la ma-
ca dependen también de relaciones sociales estructurales nera en que los textos populares producen determinadas
actitudes políticas y culturales y el acceso a la tecnologi~ posiciones de sujeto. Pero es central para la argumentación
relevante. Aunque el ensayo de Hall añrma la naturaleza de Morley que mediante diferentes estrategias de decodifi-
dual de la producción textual, la mayoría de las veces se lo cación es posible resistir el sentido preferencial del texto con
recuerda por el énfasis que pone en tres formas (preteren- estrategías de lectura culturalmente codificadas de que la
cíal, negociaday de oposición) de estrategia de lectura por audiencia dispone. De tal modo, Nationwide no ejerce un
parte de la audiencia. Este modelo constituye la base del es- «efecto» causal sobre la audiencia, sino que tiene que ser in-
tudio de Morley acerca de Nationwide y los estudios que le terpretado. Sin embargo, ello no quiere decir que la audien-
siguieron en el terreno de la investigación de audiencia. cia sea capaz de leer en el texto cualquier sentido. El texto
actúa como una polisemia estructurada que, si bien nunca
alcanza un cierre ideológico «total», puede abrir ciertos sen-
tidos y cerrar otros. En este aspecto, Morley es marcada-
La semiótica, la sociología y la audiencia mente crítico acerca de las modalidades de teoría cultural
televisiva que reducen el sentido o bien a las posiciones de sujeto ins-
criptas en el texto o bien a los prejuicios subjetivos de la au-
En esta sección me propongo recorrer los cambiantes diencia.
perfiles del interés de David Morley por proporcionar una En su trabajo más reciente, Morley (1992, pág. 60) volvió
perspectiva teórica apropiada para captar las prácticas una vez más sobre la obra de Stuart Hall. Siguiendo las crí-
culturales de la audiencia televisiva. Quiero comenzar esbo- ticas de este a Lacan y Althusser, sostiene que toda teoría de
zando brevemente los principales intereses de su estudio la interpretación debe atender al espacio entre los sujetos
acerca de Nationwide, para pasar después a sus contribu- constituidos y los discursos específicos.' Una teoría de la in-
ciones posteriores. Siguiendo a Hall, Morley sostiene que el terpretación saldrá al encuentro de la constante interrup-
, proceso de generación de sentido depende de la estructura ción por discursos distintos de los insertos en el texto. Por
interna del mensaje televisivo (semiótica) y de la formación eso, como lo hemos visto en la discusión de Hall y Laclau, las'
cultural del espectador (sociología). El «sentido» de Nation- identidades modernas son la heterogénea construcción de
wide es producto de la lectura preferencial ofrecida por el una multitud de prácticas discursivas. Por ejemplo, un sin-
texto y las actitudes culturales de la audiencia. En el nivel dicalista blanco de clase obrera sería capaz, de acuerdo con
del texto codificado, se requiere atender al contenido ex- el contexto, de proporcionar lecturas hegemónicas domi-
plícito y a los sentidos «invisibles» que se dan por supuestos. nantes, negociadas o de oposición. Para decirlo de manera
El discurso popular de Nationwide se interesaba por el ám- aún más concreta: nuestro sindicalista puede ser votante
bito del hogar, el ocio y el consumo, y silenciaba el mundo, de del laborismo, sexista y racista, todo ello al mismo tiempo.
carácter más público, del trabajo. A fin de comprender la El defecto del estudio de Morley acerca de Nationwide, como
manera en que los horizontes del texto pueden conectarse
con los presupuestos culturales de la audiencia, Morley pro- 1 Este punto se examinó más por extenso en el capítulo 1, págs. 86-90.

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él lo advirtió después, fue que entendía las estrategias de 4) los sentidos preferenciales son más fáciles de identificar
lectura de la audiencia principalmente mediante un para- en textos que tienen una sola narrativa cerrada. Textos más
digma de clase (Morley, 1981, 1992). abiertos, como las telenovelas, que se apoyan en una plura-
En el estudio acerca de Nationwide, Morley y sus colabo- lidad de narrativas y en posicíones de sujeto relativamente
radores mostraron dos ediciones del programa a cierto nú- sueltas, pueden resistir a una lectura hegemónica domi.
mero de grupos culturalmente diversos. Decidieron enton- nante del teórico. Esta crítica suministra una base prove-
ces entrevistar a los sujetos en grupos a fin de investigar el chosa para un análisis del proyecto de Morley referido a la
modo en que el habla se construía colectivamente a través televisión familiar (Morley, 1988).
de la discusión. En el diálogo con los distintos grupos, Mor- La investigación acerca de la televisión familiar repre-
ley pudo seguir depurando el modelo de la codificación y la senta un progreso respecto del estudio de Nationwide, y ello
decodificación. Las conversaciones de los gerentes de banco, bajo tres aspectos principales. En primer lugar, Morley deci-
según descubrió, dificilmente se referían al contenido del dió realizar las entrevistas en el hogar de los sujetos, puesto
programa, que les parecía relativamente no polémico. Ello que uno de los problemas que se presentaban en la inves-
significa que la subjetividad de los gerentes de banco se ali- tigación anterior era que se las realizaba en escenarios más
neaba muy próxima a la posición de lectura dominante ofre- bien «artificiales», aislados del contexto normal en que se
cida por el texto, y volvia invisible la naturaleza construida mira televisión. En un contexto más familiar, piensa Mor-
de este. Esta lectura contrasta marcadamente con la de un ley, la lectura de oposición de Nationwide realizada por sin-
grupo de sindicalistas que fueron capaces de hacer visible la dicalistas varones probablemente perdería gran parte de su
construcción ideológica del programa mostrándolo como fa- intensidad. En segundo lugar, Morley sostiene que el estu-
vorable a los intereses de la gerencia media. Pero Morley dio de Nationwide dejaba demasiado poco espacio a decodi-
también halló que las lecturas de oposición no se limitaban ficaciones contradictorias. Es aquí donde comienza a elabo-
a los grupos subordinados. Personas formadas en la admi- rar una valoración más crítica del debate, antes menciona-
nistración de imprentas hicieron una lectura de oposición do, entre Laclau y Hall. Morley admite que el estudio de Na-
basada en una perspectiva derechista. Por otra parte, cuan- tionwide estrechaba demasiado las interpretaciones de la
do la separación entre la audiencia y el texto era demasiado audiencia en torno de un paradigma de clase. En este punto
amplia, los sujetos solian guardar silencio. Eso ocurrió en el la obra de Laclau resulta valiosa en la medida en que se
caso de estudiantes de mayor instrucción provenientes del representa al sujeto como construido por una matriz de dis-
centro de la ciudad. Parecía haber allí un muy pequeño pun- cursos. Pero Laclau mantiene, según Morley, una tendencia
to real de identificacíón entre los prejuicios subjetivos del a reducir el sujeto a un «efecto» de discurso.é Si bien no de-
grupo y el texto semióticamente construido. Estas observa- sarrolla el tema con mucha profundidad, Morley sostiene
ciones indican, según Morley, la existencia de aspectos obje- que los discursos proporcionan los recursos culturales con
tables en el modelo original de codificación y decodificación los que el sujetointerpretativo realiza sus lecturas (Morley,
tomado de la obra de Hall. Las dificultades que presenta 1988, pág. 43). Morley, oponiéndose al sesgo althusseriano
este enfoque se defmen de la siguiente manera: 1) el concep- del trabajo de Laclau, sostiene que es dificil predecir las
to de lectura preferencial invoca la idea de que elcontenido lecturas que harán los sujetos con sólo tomar en cuenta la
del mensaje está gobernado por la intencíonalidad conscien- forma en que han sido construidos en el discurso. Antes
te del emisor: 2) la metáfora de la codificación y la decodifi- bien, tal como lo han afirmado muchos autores críticos del
cación evoca una «correa de transmisión» de sentido más posestructuralismo, el sujeto tiene la capacidad de ejercer
que la posibilidad de una discontinuidad radical entre esos
2 Peter Dews hace una observación similar en un diálogo con Laclau. De
niveles: 3) la decodificación sugiere que la audiencia atiende
acuerdo con Dews, la versión que Laclau ofrece del sujeto parece ser auto-
al texto y produce sentido, mientras que si el texto tiene es- determinante, y construida a través del lenguaje. Véase Ernesto Laclau,
casa resonancia en el lector, puede de hecho ser ignorado, y New Reflections on the Revolution of OUT Time (1990, págs. 209-10).

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formas críticas de pensamiento reflexivo. Sustentar que la obstante el control masculino nunca es absoluto y se ve
audiencia es más que el «efecto» de prácticas y discursos cuestion~do de continuo por los restantes miembros de la
sociales no es abogar por el regreso narcisista del sujeto familia. Señalemos algunos ejemplos. Un miembro de la
omnipotente. El hecho de que el sujeto permanezca descen- tercera de las familias del estudio (un padre sin empleo)
trado por obra de procesos sociales e inconscientes, aun describe su relación con la televisión como «de adicción...
cuando es capaz de actuar creativamente en el mundo so- para mí es como una droga» (Morley, 1988, pág. 68). Morley
cial, es un rasgo importante del estudio. En tercer lugar, y señala que en ese hogar el televisor raramente se apaga y el
de manera más decisiva, la atención que Morley presta al padre da muestras de una obsesión masculina por mirar te-
marco sociológico lo lleva a poner mayor énfasis en el modo levisión en un silencio sin interrupciones. Eso era caracte-
en que verdaderamente se emplea la televisión en contextos ristico del estilo en que en general los hombres preferían mi-
familiares. Ello es indicativo de su alejamiento de la semió- rar televisión, en tanto que las mujeres propendian mucho
tica hacia un interés de carácter más sociológicoen las rela- más a desarrollar por lo menos otra actividad social. Se re-
ciones de poder que dan forma a las prácticas de mirar te- conoció también, por parte tanto de hombres como de muje-
levisión. De acuerdo con Morley, este desplazamiento del res, que los hombres miraban mucha más televisión que las
acento pone de relieve que mirar televisión es primariamen- mujeres. También esto es recogido por Morley en términos
te una actividad «privatizada» que se constituye a través de de una división del hogar según géneros. Los hombres sien-
relaciones familiares. A pesar de este cambio en sus preocu- ten la casa como un lugar de relajamiento, pero en las mu-
paciones, Morley, sabiamente a mi modo de ver, se propone jeres de todas las clases sociales el deseo de mirar televisión
mantener abierta la posibilidad de que el sentido preferen- siempre tiene que entrar en transacciones con sentimientos
cial sea capaz de reelaborar los prejuicios subjetivos de la de culpa y de obligación. Cuando las mujeres podían nego-
audiencia. ciar algún espacio, comúnmente durante la ausencia del ma-
El proyecto de la televisión familiar se basó en dieciocho rido, tendían a mirar programas de entretenimientos que
familias blancas (dos adultos con dos o más niños) que fue- recibían una valoración negativa, en especial por parte del
ron entrevistadas en 1985. Si bien Morley presta mucha marido, que afirmaba su preferencia por productos más
atención al contexto en que se mira televisión (entrevista a referidos a los hechos. En realidad, el control de la escena
familias de desempleados, de clase trabajadora y de clase familiar por los hombres era tal que el padre sin empleo
media), su investigación encuentra un nuevo centro de inte- mencionado anteriormente manifestaba una fuerte resis-
rés en la importancia del género en el uso de la televisión. tencia a asistir a espectáculos fuera del hogar. Como esas
La naturaleza de género de la actividad social centrada en actividades solían ser gratuitas, Morley interpreta la ne-
la televisión es manifiesta en todos los hogares, y corta gativa del padre a salir de casa como un medio de rechazar
transversalmente la clase social. Morley dice que «inves- la posible pérdida de un «poder total» (Morley, 1988, pág. 70).
tigar la forma de mirar televisión en el hogar es, por defini- La madre de la décima' familia del estudio (una familia
ción, investigar algo que los hombres están en mejores con- de clase trabajadora) exhibe una aguda conciencia del papel
diciones de hacer francamente, y que las mujeres parecen que los dramones en episodios suelen desempeñar en la vi-
capaces de hacer sólo distraída y culposamente, a causa de da de las mujeres. El relativo aislamiento de estas respecto
las responsabilidades domésticas que nunca dejan de pesar de la esfera pública hace que a menudo tengan tres temas
sobre ellas» (Morley, 1988, pág. 147). principales de conversación (los niños, las tareas domésti-
En la mayor parte de las familias entrevistadas era el cas y la televisión) que proporcionan el «cemento» social pa-
adulto masculino de la casa quien tenía el control sobre las ra la vida comunitaria. Morley observa que, de acuerdo con
pautas de la práctica de ver televisión de los demás miem- su estudio, en tanto que son los hombres los que consumen
bros de la familia. El predominio masculino en el hogar se una cantidad predominante de televisión, son, en conjunto,
extiende al manejo del televisor y de la videograbadora. No las mujeres las más inclinadas a admitir que se dedican a

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hablar acerca de ella. En su trabajo posterior (1992), Morley este punto Gray coincide con Morley en la necesidad de
interpreta la adhesión de los hombres a los programas rea- situar los placeres domésticos privados en contextos socio-
listas y relacionados con los hechos como una manera de de- lógícos en los que las relaciones de los géneros son determi-
fenderse de la posibilidad de dejarse llevar por la fantasía o nantes.
la emoción. Y la necesidad que las mujeres tienen de estar
«haciendo algo» mientras miran televisión puede asociarse
a la manera en que se construyen las identidades de género
en una sociedad patriarcal. La razón por la que mirar televi- Clase, poder e ideología en el ocio doméstico
sión sigue siendo un placer culposo en las familias nuclea-
res modernas es que su rol de género exige a las mujeres su- Las observaciones de Morley acerca de la naturaleza so-
bordinar constantemente sus necesidades, sus deseos y sus ciológica y semiótica de la práctica de mirar televisión
placeres a los de su pareja masculina. plantea importantes perspectivas en la investigación de los
Más recientemente, Ann Gray (1992) ha retomado parte medios. Las discusiones de los capítulos precedentes se han
de la investigación de Morley con un estudio sobre la rela- concentrado en la naturaleza específicamente pública de los
ción de las mujeres con la tecnología doméstica de video. Al sistemas modernos de comunicación masiva. Especialmen-
igual que Morley, Gray sostiene que la tradición de los «efec- te en su proyecto de televisión familiar, Morley contraría
tos- en la investigación acerca de las comunicaciones nega- esa orientación cuando sostiene que el determinante decisi-
ba la competencia cultural del sujeto. Por su parte, adopta vo de las pautas de mirar televisión es el ejercicio del poder
un enfoque que complementa claramente al de Morley en según géneros dentro de los marcos domésticos «ordina-
tanto destaca la importancia del contexto sociocultural de rios». Es mucho lo que esas ideas, que en modo alguno.son
las interacciones de las mujeres con el video y con las video- propias sólo de Morley, comparten con las escuelas feminis-
grabadoras. Su investigación destaca el género como el tas de pensamiento. La escisión teórica en contextos públi-
principal determinante del uso específico de la tecnología cos y contextos privados es característica tanto de los en-
doméstica. Gray halló que la mayoría de las mujeres, sea foques liberales cuanto de los enfoques marxistas de los
cual fuere su clase social, en general no eran competentes medios de comunicación masiva., En este marco, las contri-
en el manejo del video, y tenían una díficultad especial en buciones de Williams y de Habermas, entre otros, que he in-
relación con la función de tiempo de grabación. Gray exclu- tentado defender criticamente, están demasiado subordina-
ye la idea de que la falta de habilidades de la mujer en este das a una esfera pública definida en términos masculinos.
terreno se vincule con un temor general a la tecnología. De Si bien sigue siendo decisivo un análisis de los escenarios
acuerdo con Gray, y ello es una arraigada característica de institucionales públicos del funcionamiento de las redes de
la división doméstica del trabajo, las mujeres dan muestras comunicación masiva, no debe permitirse que ello impida
de dominar la tecnología de la cocina, cosa que no se da en la ver la importancia de la esfera privada. Según Morley y
mayoría de los hombres. Pero las mujeres adultas, en com- Gray, las desiguales relaciones dentro de los escenarios fa-
paración con otros miembros del hogar, se hallaban en clara miliares tiene un influjo decisivo en las estrategías de deco-
desventaja cuando se trataba de organizar el uso de la vi- díficación adoptadas por la audiencia.
deograbadora. Halló que el almacenamiento de la informa- Con todo, subsiste el problema de que una investigación
ción visual de las cintas de video por lo general era una acti- como la de Morley reproduce algunas de las divisiones de
vidad definidamente masculina. Esto es, las mujeres entre- género entre lo público y lo privado esbozadas antes. El cen-
vistadas en el estudio tenian una marcada preferencia por tramiento más bien excluyente de Morley en los escenarios
ver una producción particular sólo en una oportunidad, en familiares propende a aislarlos del continuo influjo que ejer-
oposición a algunos de los hombres, que mostraban una ten- cen sobre ellos las formas más públicas del dinero y el poder.
dencia a ver los mismos filmes una y otra vez. También en Es así como la importancia estructural de las divisiones de

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género conserva cierta significación para la vida pública y la oposición entre el estudio de los usos y las gratificaciones
privada. Probablemente esta omisión sea resultado de cier- y el estructuralismo. Giddens se rehúsa a ver el obrar y la
tas insuficiencias del modelo de la codificación y la decodifi- estructura como términos de análisís separados; en lugar de
cación tomado de Stuart Hall. Como lo he señalado en el ca- ello, los representa teóricamente en lo que llama una «dua-
pítulo 1, el interés de Hall por el sentido y la semiótica aleja lidad». Por lo general se concibe el obrar como la capacidad
el análisis de marcos institucionales de poder más materia- de hacer otra cosa que la producida. Los teóricos deben ven-
les. Es de subrayar que Morley elaboró de ese modelo espe- cer la tentación de oponer el obrar así entendido a las es-
cificamente más la dimensión decodificadora que la codifi- tructuras determinantes. Antes bien, como lo sugiere el tér-
cadora. Si bien en su trabajo más reciente ha dado pasos pa- mino «dualidad», es mejor concebir obrar y estructura como
ra corregir esa parcialidad, creo que la reconstrucción de categorías teóricas interdependientes. Dice Gíddens:
sus estudios ha sido inadecuada bajo ese aspecto. Entre las
principales dificultades que, a mi juicio, plantea el trabajo «Entendida como reglas y recursos que participan en la
de Morley acerca de la teoria de comunicación masiva figu- "forma" de colectividades de sístemas sociales, reproducida
ra la siguiente: en un espacio y un tiempo, la estructura es el elemento
mismo del aspecto "humano" del obrar. Al mismo tiempo, el
1. Recientemente Morley (1992, pág. 275) intentó de- obrar es el elemento de la estructura, que los individuos re-
fenderse de la acusación de que omite analizar la íntersec- producen en el curso de sus actividades» (Giddens, 1987a,
ción del macrocontexto y el microcontexto. Afirma reconocer págs. 220-1).
que todo estudio de los sentidos y las prácticas de la audien-
cia debíera incluir tanto el análisis de la interconexión entre Giddens da, al menos para mí, la mejor ilustración de su
recursos simbólicos y materiales cuanto el reconocimiento teoría de la estructuración con un examen del uso del
de que la audiencia no es enteramente «impotente», pese a lenguaje. Las reglas de la lengua (langue) se basan en la
hallarse separada del control sobre los procesos institu- producción real del habla (parole). Por eso una de las cense-
cionales. Morley sostiene que transita un sendero razonable cuencias no intencionales del uso del lenguaje es la repro-
entre la tradición estructuralista, que reduce las prácticas y ducción de determinadas reglas generativas. Desde luego,
las interpretaciones de la audiencia a un efecto del texto, y esas reglas lingiiísticas pueden cambiar como resultado de
el enfoque de los usos y la gratificación, donde el énfasis se la práctica real. Como conjunto de reglas y recursos, no se
pone en ciertas respuestas psicológicas atomizadas antes puede considerar que el lenguaje sea producido por o para
que en una explicación histórica y sociológica de las accio- algún agente; más bien, la langue preexíste a la parole y es
nes de la audiencia. En este sentido -sostiene-, su inves- una condición previa del uso del lenguaje, no un producto
tigación tiene mucho en común con la teoría de la estructu- directo de este. Así, las estructuras sociales pueden concep-
ración de Anthony Giddens (1984): . tualizarse como conjuntos de reglas y recursos que simul-
táneamente hacen posible y restringen la acción .:Al mismo
«No es cuestión, en definitiva, de entender simplemente el tíempo, los agentes humanos, rutinaríamente, controlan de
papel ideológico (o representativo) de la televísión, o simple- manera reflexiva su conducta y son capaces de aducir razo-
mente su función ritual (o socialmente organizadora), o el nes para sus actos. Esta observación no supone que los
proceso de su consumo doméstíco (o, más ampliamente, so- agentes siempre conozcan las consecuencias de sus actos, ni
cíal). Se trata de comprender todos esos temas (o dimen- que posean una comprensión completa de las condiciones de
síones) en su relación recíproca» (Morley, 1992, pág. 276). sus acciones. Al margen de las distintas críticas que se han
hecho de la teoría de la estructuración, sostendré que la
La teoría de la estructuración de Anthony Giddens se pro- obra de Morley acerca de los medios sólo superficialmente
pone evitar esa misma polarización que Morley-registra en puede ser asociada a la elaboración teórica de Giddens.

138 139
"Giddens afirma que la estructuración de la actividad hu- damente la variedad de productos culturales que se ofrecen.
mana se desenvuelve en marcos institucionales. En este Los consumidores, de acuerdo con el modelo de Giddens, no
sentido, Morley raramente menciona la desigual distribu- son pasivos en este proceso, en la medida en que pueden
ción de los recursos materiales y simbólicos, que dependen negarse a comprar determinados productos, pero no tienen
tanto de la clase como del género. Puede ilustrarse tal cosa formas directas de control sobre las formas culturales que
considerando nuevamente al padre desempleado del pro- se ofrecen. Por eso la división capitalista del trabajo es un
yecto sobre la televisión en la familia. Allí el hecho de que el conjunto relativamente duradero de reglas y de recursos
padre mire obsesivamente televisión es explicado como ilus- que «restringe» las elecciones del consumidor. Una vez más,
tración de las formas masculinas de control manifiestas en el énfasis que Morley pone en contextos de carácter micro-
contextos domésticos. Ello parece especialmente evidente social pasa por alto este importante punto.
en su negativa a asistir a acontecimientos culturales fuera
de su casa, en la medida en que ello socavaría su control de 2. Todo análisis que incluya la distribución desigual de
las prácticas culturales del hogar. La interpretación de Mor- poder inevitablemente nos conduce al terreno de la ideolo-
ley ignora el argumento de Golding (1990) en el sentido de gía. El estudio de la ideología puede ser apropiadamente
que la posición de una persona dentro del sistema de clases definido como el de «las formas en que el sentido (la signifi-
estructura el acceso que un agente tiene a ciertos bienes cación) contribuye a sostener relaciones de dominación»
culturales. Es decir, el solo hecho de que la familia haya re- (Thompson, 1984, págs. 130-1). Una tarea así presupone un
cibido entradas gratuitas para ir al teatro no supone que examen de los modos en que se mistifican las estructuras de
tenga acceso a la vestimenta apropiada para ello, al trans- dominación, con lo que se reafirman y oscurecen las relacio-
porte o al dinero para la niñera. Aparte de eso, como lo ha nes de fuerza. Referirse a la movilización del sentido en el
mostrado la investigación de Bourdieu (1984), las compe- contexto de las relaciones de dominación, como bien lo en-
tencias culturales necesarias para el goce de ciertas expre- tiende Morley, es centrarse en las formas en que se inter-
siones teatrales están determinadas por la formación y la preta el sentido en los contextos cotidianos. Aunque concen-
educación de la familia. Así, a través del ejercicio del poder, tra la atención preferentemente en los contextos domésti-
determinados grupos sociales dominantes restringen el cos, Morley desea mantener abierta la posibilidad de que
espectro de opciones materiales y simbólicas abiertas a los las lecturas preferenciales de los textos puedan consolidar
agentes en escenarios públicos y privados. Giddens sosten- determinadas normas y valores dominantes. Además, como
dría que si bien ese poder nunca es absoluto, sí impone res- lo pone de manifiesto el estudio de Nationwide, los progra-
tricciones a la autonomía hasta del padre más patriarcal. mas que critican las estructuras de poder pueden ser resis-
Pero una vez más, aunque recientemente Morley (1992) ha tidos además por las perspectivas más abiertamente ideoló-
dado algunos pasos hacia el reconocimiento de estos aspec- gícas del espectador. Si bien la formulación que Morley hace
tos, ellos están ausentes tanto del proyecto Nationwide co- del problema de la ideología ofrece muchas dificultades, de-
mo del dedicado a la televisión en la familia. seo centrarme en las cuestiones planteadas por Greg Philo
En segundo lugar, la mayoría de las veces los bienes cul- (1990).
turales son producidos por instituciones comerciales para La huelga de los mineros de 1984 fue una prolongada y
que se los compre y se los venda en el mercado. Como lo ha amarga disputa que, durante su desarrollo, dominó los in-
sostenido la teoría social marxista, el éxito de una mercan- formes periodisticos de Gran Bretaña. Philo se propone sos-
cía cultural dentro de una cultura capitalista está determi- tener que el ejercicio hegemónico del poder y de la autoridad
nado por su capacidad de producir un beneficio. En el ante- logró manipular la comprensión que el público tuvo de la
rior examen de la contribución de Raymond Williams a la huelga. Lo demuestra solicitando a un corte transversal de
investigación de la comunicación masiva, se hizo manifiesto la audiencia que forme, a partir de una serie de fotografias,
que la necesidad de rendir un beneficio restringe marca- un relato representativo de la huelga. La meta de este ejer-

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cicio era descubrir si la fotografía de un arma era asociada ley, en su obra más reciente, se proponga mantener abierta
con la policía, con los mineros que trabajaban o con los mi- la posibilidad de la lectura preferencial, pero no consiga pre-
neros en huelga. Halló que el arma era abrumadoramente sentar muchos ejemplos de ese proceso en funcionamiento.
~lacio~ada con los obreros en huelga, aun entre quienes El enfoque, más «macro», de Philo tiene la ventaja de poder
simpatizaban con los objetivos de esta. Philo interpreta este demostrar que los medios oficiales y nacionales lograron su-
hecho como significativo y lo vincula con los marcos ideoló- ministrar el marco ideológico dentro del cual se desarrolla-
gicos dominantes en la producción de noticias, presentes ron los debates acerca de la huelga de los mineros. Pero el
durante la huelga: que los piquetes eran violentos y que la trabajo de Morley, con un enfoque más especifico, ofrece,
responsabilidad principal por ese estado de cosas recaia en consideradas las reservas hechas antes, un correctivo para
los huelguistas. Pero la investigación de Philo también pone las grandes ambiciones de Philo. Según lo descubrió Morley
de ~anifiesto que, i,ndependientemente de su perspectiva en sus estudio acerca de Nationwide, el punto ciego de la
política, los que hablan estado comprometidos directa o in- perspectiva de Philo es que las discusiones del grupo ocupa-
directamente con las líneas de piquetes durante la huelga cional separan artificialmente el sentido del contexto. Philo
era~ menos pro;lives a creer que fueran sitios especialmen- no considera verdaderamente que el sentido lingüístico de-
te violentos, ASI, los que habían tenido una experiencía per- pende de las interpretaciones, socialmente situadas, de los
sonal con las líneas de piquetes no aceptaban con facilidad actores legos. En verdad, vuelve a subrayar, como lo hace el
las perspectivas domínantes ofrecidas por los medios La grupo de Glasgow, el modo en que una ideologia dominante
otra razón fundamental aducida para dudar de las noticias transmitida por los medios de noticias contribuye a configu-
televisivas era el acceso a perspectívas de otras fuentes so- rar el campo discursivo legitimado del debate político. Por
bre todo de la prensa seria y la prensa y la radio locales'. La ejemplo, a la huelga de los mineros pudo habérsele atribui-
efectiva criminalización de la huelga por los medios de emi- do sentidos diferentes en diferentes momentos de su de-
sión oficiales y nacionales tuvo como consecuencia reducir sarrollo (las entrevistas se realizaron un año después de
al minimo formas más públicas de solidaridad con los mine- concluida la huelga), y pudo haber sido interpretada de ma-
ros. La manipulación oficial de los informes periodísticos neras divergentes según se la leyera en un escenario públi-
fue más manifiesta en la atención que se prestó al «gran re- co o doméstico. Este argumento puede llevarse más lejos si
torno», al final de la huelga. Aquí el tema subyacente en los recordamos que la huelga minera, de un año de duración,
notI?,eros naclO~ales pasó,a ser la cantidad de personas que fue un acontecimiento político excepcional. Como lo demos-
volvían a trabajar (las imagenes eran provistas por el Coal tró el estudio de Morley acerca de Nationwide, las lectu-
Boar.d, de propiedad del Estado), y no la cantidad de los que ras atribuidas al contenido de la televisión tienen más pro-
segma~ en huelga. El «efecto» ideológico de esta estrategia babilidades de producir una gama compleja y discordante
discursiva fue, una vez más, limitar la solidaridad con la de sentidos que un consenso social indiscutiblemente hege-
huelga y aislar a los mineros que habían abandonado el tra- mónico.
bajo.
Lo que a Philo le interesa principalmente en estudios de 3. Suele pensarse que los medios de comunicación son
carácter más «micro», como el de Morloy, es que no son capa- una fuente poderosa de difusión de ideas y conceptos referi-
ces de mostrar los procesos sociales por los cuales los grupos dos al mundo social. Los estudios críticos, en especial dentro
SOCiales dommantes generan determinados sentidos y los de la tradición del marxismo occidental, han tendido a cen-
fijan. Este es un fuerte reproche. Si bien la investigación de trarse en el contenido de los medios en tanto ha modelado
Philo está próxima a destacar una nueva versión de la tesis creencias y prácticas conscientes. La crítica que tradicional-
de la ideología dominante, demuestra la necesidad de poner mente se hace a esta forma de ver es que sobrestima la cohe-
en conexión CIertas perspectivas conscientemente sosteni- rencia de los mensajes transmitidos por los medios, y que
das con el orden social dominante. Es interesante que Mor- omite analizar el modo en que agentes de distinta localiza-

142 143
ción social interpretan una línea de información. Morley ha sada para ser una actividad pasiva y no muy exigente desde
llevado más allá la crítica de este paradigma señalando que el punto de vista intelectuaL Esto no equivale a sugerir que
la noción de ideología debiera ampliarse para atender a la los estudios sobre los medios deban regresar a la idea de
contribución de los medios a la organización temporal del la inicial Escuela de Francfort del consumidor pasivo de la
día. Los emisores constantemente hacen suposiciones acer- cultura de masas, sino a sostener que para la mayor parte
ca de la manera en que las audiencias organizan el día y, lo de la audiencia, la mayor parte del tiempo, la cultura mo-
que es más ímportante, acerca de quién forma parte de su derna se cultiva como una forma de escape. Aparte de eso,
públíco. Habítualmente hablamos de los diarios de la ma- aunque el interés, de sesgo más sociológico, de Morley pres-
ñana, de la televisión del desayuno y dellíbro de Radio 4 de ta mucha atención al contexto doméstico, su tendencia se-
la hora de acostarse. El ritual compartido de cultivar esas miótica sobrestima la importancia ideológíca de la capaci-
formas culturales puede ser tan importante como el conte- dad interpretativa de la audiencia.
nido de la información. En esta breve sección hemos visto que la investigación
Estas elaboraciones son importantes porque muestran de Morley acerca de la audiencia televisiva inauguró un
que los medios estructuran la vida social de una manera análisis semiótico y sociológíco de la actividad de la audien-
que va más allá de las creencias reales conscientemente sos- cia. Se estimó que estos argumentos son de particular im-
tenidas. Pero a Morley (Y, para el caso, a Philo) se le puede portancia, a la luz de las recientes críticas feministas de una
criticar todavia que se concentre principalmente en la hue- obsesión masculina por la esfera pública en desmedro de la
lla que la ideología deja en las perspectivas conscientes. Te- privada. El análisis de Morley destaca que el «uso- particu-
rry Eagleton (1991) ha sostenido que en el hecho de pasar lar que la audiencia hace de la tecnología de los medios y de
mucho tiempo mirando televisión, no es el efecto ideológíco las formas culturales se decide a través de la arqueología
que ejerce en el espectador lo que tiene más importancia po- humana de los contextos domésticos. Pero el trabajo de
lítica; probablemente sea más decisivo que, mientras mira Morley, pese a las salvedades que él mismo hace, se mantie-
televisión, la gente no se compromete en una actividad polí- ne apartado de los contextos estructurales, más amplios, del
tica más seria. Como dice Eagleton, la televisión «es más dinero y el poder. Ello resultó evidente a propósito del condi-
una forma de control social que un aparato ideológico- (Ea- cionamiento de los contextos domésticos por las estructuras
gleton, 1991, pág. 35). Este es un aspecto importante, no de- de poder, de carácter más «macro»: la ausencia de una teoría
saprovechado por regímenes represivos que procuraron de la ideología que incorporara esas mismas estructuras de
mantener a la población entretenida con una dieta de televi- dominación, y la circunstancia de que el funcionamiento de
sión comercial barata, que se puede comprar en el mercado determinadas actividades culturales como formas de con-
mundiaL En las sociedades occidentales contemporáneas, trol social puede ser más importante que su riqueza semió-
la importancia de la televisión puede ser asociada con la pri- tica. Estos temas continuarán interesándonos en las seccio-
vatización de las actividades de ocio en el hogar (Philips y nes siguientes.
Tomlinson, 1992). Las consecuencias ideológícas de una culo
tura del ocio más centrada en el hogar quizá se descubran
en la atomización de las prácticas de ocio y en las formas
sociales de aislamiento respecto de grupos más amplios. De John Fiske y el placer de la cultura popular
hecho, como Lefebvre (1992) lo señaló una vez, se espera
que el tiempo de ocio sea una forma de distensión y, por tan- John Fiske, al igual que David Morley, ha intentado ar-
to, una pausa respecto del mundo del trabajo. Es así como la ticular una teoría de la cultura popular que se apoya en el
ideología del ocio no debe buscarse en el contenido de los ensayo original de Hall acerca de la codificación y la decodi-
noticieros televisivos o en la forma en que los ciudadanos los ficación. A lo largo de casi todo su trabajo sobre la cultura
interpretan, sino en el hecho de que la televisión está pen- popular está presente la distinción entre las simplificadas

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fdrmas instrumentales de producción que caracterizan al [Buscando a Susan] y desnudos aparecidos en Penthouse y
capitalismo, y los sentidos creativos de que los consumi- Playboy, así como la exitosa comercialización de cierto look.
dores revisten a esos productos. Hay una radical ruptura Fiske sostiene que Madonna juega simbólicamente con es-
entre los intereses de las instituciones económicas que pro- tereotipos tradicionales machistas de la virgen y la prosti-
ducen formas culturales y los intereses interpretativos de la tuta a tínde subvertir sutilmente sentidos patriarcales. Es
audiencia. Fiske expresa esta distinción como una oposición decir la textualidad de Madonna desestabiliza ideológica-
entre el «bloque de pode!'» (el orden cultural, politico y social men;e representaciones tradicionales de las mujeres. Fiske
dominante) y el «pueblo» (conjuntos de adhesiones social- explica el éxito de Madonna diciendo que es más un texto
mente percibidas, divididas transversalmente en clase, gé- abierto o de escritura que un texto cerrado de lectura. De
nero, raza, edad, etc.). El «bloque de pode!'» fabrica produc- esta manera, Madonna puede plantear a sus admiradores
tos masivos uniformes que el «pueblo» transforma después el desafio de reinventar sus propias identidades sexuales
en prácticas de resistencia. Como señala Fiske, <da cultura desde los recursos culturales que ella y el capitalismo pa-
popular es hecha por el pueblo, no producida por la indus- triarcalles suministran. Por eso Madonna es, como texto,
tria cultural» (Fiske, 1989a, pág. 24). Por tanto, para que se polisémica, patriarcal y escéptica. En último análisis, Ma-
las considere populares, las mercancias tienen que poder donna no es popular porque la industria cultural la promue-
ser producidas en masa con vistas al beneficio económico y va, sino porque sus intentos de elaborar su propia identidad
estar potencialmente abiertas a las lecturas subversivas del dentro de una cultura definida por el varón tienen, para sus
pueblo. Para Fiske, una vez que he comprado el nuevo disco admiradores, una precisa relevancia.
compacto de Madonna en el comercio de música local, el pro- Fiske se basa en distintas expresiones de la teoria cultu-
ducto se ha separado de las estrategias del capitalismo. La ral más visiblemente en la semiótica y el posestructura-
música de Madonna no es solamente un producto estanda- lismo, pero es la obra de Michel de Certeau (1984) la que tie-
rizado que puede ser comprado a través de las instituciones ne en su enfoque un eco particular. Para De Certeau, lo más
del capitalismo global, sino que es un recurso cultural de la apropiado es definir la cultura popular como las operaciones
vida cotidiana. El acto de consumo siempre implica la pro- realizadas sobre textos antes que como los dominios reales
ducción de sentido. de los propios textos. La vida cotidiana tiene que operar
La circulación del sentido exige que examinemos tres dentro de los espacios instrumentales que han sido modela-
niveles de textualidad y discriminemos las relaciones espe- dos por el poder. Leer una revista de modas, escuchar un ál-
cíficas que existen entre ellos. Primero están las formas cul- bum punk, ponerse un distintivo del equipo de fútbolfavori-
turales que se producen junto con el nuevo álbum de Ma- to, pegar una foto de Bruce Springsteen es descubrir un mo-
donna para crear la idea de un evento mediático. Ellas pue- do de utilizar la cultura común que no es el estrictamente
den incluir recitales, libros, carteles y videos. En el nivel prescripto por sus hacedores. El acto de consumo es parte de
siguiente, se sitúan diferentes formas de charla mediática las «tácticas» del débil que, ocupando los espacios del fuerte,
en revistas y diarios populares, programas televisivos pop y transforma el tiempo disciplinado e instrumental en libre y
audiciones radiales, todas las cuales presentan diversos creativo. Las tácticas específicas que eluden los modos ins-
comentarios criticos acerca de Madonna. El último nivel de trumentales de dominio, o lo que De Certeau suele llamar
textualidad, aquel al que Fiske dice prestar más atención, «hurto cultural», nunca se cosífican en la práctica en tanto
incluye las formas en que Madonna se convierte en parte de cambian constantemente y eluden así la detección. Con es-
la vida cotidiana. De acuerdo con Fiske (1987a, 1989b), la ta orientación, De Certeau describe como «la perruque a
carrera de Madonna se inició con el video de rock de una aquellas prácticas astutas que logran engañar al orden. Por
temprana canción titulada «Lucky Sta!'». Se afirmó como ejemplo, la práctica de escribir una carta de amor cuando
ícono cultural en 1985, a través de una serie de exitosos ál- se está en el trabajo es una forma de robarle tiempo a una
bumes y discos simples, el filme Desperately Seeking Susan actividad instrumental y dedicarlo a un propósito más

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placentero. De tal modo, si bien las prácticas del poder En verdad, para De Certeau la necesidad de escribir na-
dominan la producción de formas culturales y regulan los ce de un deseo psíquico de dominar y ordenar el mundo. El
espacios de su recepción, los procesos de lectura del débil surgimiento de la novela, en consecuencia, fue un intento de
eluden las estrategias de control directo. Para tomar otro recuperar algo del lenguaje cosmológico que antes había de-
ejemplo dado por De Certeau: si bien los colonizadores espa- finido el lugar que uno ocupaba en el mundo dentro de la so-
ñoles tuvieron «éxito» en imponer su propia cultura a los in- ciedad tradicional. En la moderna era de individualismo
digenas, los dominados fueron capaces de hacer de la cultu- atomizado, se ha producido una ulterior declinación en la
ra que se les había impuesto algo diferente de lo que los con- adhesión a ciertas creencias. Además, en la medida en que
quistadores querian. No se logró tal cosa a través de una instituciones tales como las organizaciones políticas y las
lucha revolucionaria, sino aceptando la cultura del español religiosas pierden su capacidad para generar creencias, las
y transformándola sutilmente para sus propios fines. personas se refugian en los medios y en las actividades de
Fiske, siguiendo a De Certeau, renuncia a la noción de ocio.Vivimos ahora en una sociedad «recitada» que constan-
«lectura preferencial», que es un elemento saliente del mo- temente hace circular narrativas y cuentos a través del me-
delo originario de la codificación y la decodificación. Tanto dio que constituye la comunicación masiva. En el mundo
Fiske como De Certeau propenden a apartarse de teorias posverdad, el pueblo está saturado por una pluralidad de
culturales como las propuestas por la inicial Escuela de discursos que luchan por obtener la aceptación de la au-
Francfort, que suponen que el consumidor se vuelve más diencia, pero la diferencia se sitúa en el hecho de que la ex-
parecido al producto, y no que los consumidores hacen que plosión de mensajes que caracteriza a la modernidad no tie-
el producto se parezca a ellos. Para De Certeau,las explica- ne ya el sello del «prestigie» de sus autores. De Certeau des-
ciones culturales más conservadoras provienen de la creen- cribe acertadamente el modo en que las antiguas formas
cia de la Ilustración según la cual ciertas formas prestigio- religiosas de autoridad han sido reemplazadas por una plu-
sas de conocimiento eran capaces de transformar los hábi- ralidad de narrativas que confieren poder al lector antes
tos del pueblo. Esta actitud particular establece una jerar- que al autor. En forma semejante, Fiske sostiene que el
quía definida entre los intelectuales profesionales que cons- cambio desde el capitalismo local hasta el capitalismo glo-
truyen el texto y aquellos que están destinados a asimilarlo bal ha significado que el sistema de producción se volviese
pasivamente. En esta lectura, el «bloque de poder» intenta más «distante» y dejara libre el espacio necesario para las
cerrar los significados virtuales del texto poniendo algunas tácticas de oposición. La paradoja central de la modernidad
interpretaciones jerárquicamente por encima de otras. No identificada por Fiske y De Certeau reside en que cuanto
obstante, el mundo moderno ha sido testigo de una declina- mayor es la información que el bloque de poder produce,
ción del poder de la tradición en general, y de los intelectua- menos capaz es este de gobernar las distintas interpretacio-
les en particular, de proscribir significados por esa via. Dice nes que hacen de aquella los sujetos socialmente situados.
De Certeau: Para ilustrar este punto, Fiske (1987b) suele basarse en la
fecunda investigación de Hodge y Tripp (1986) acerca de la
«Tal como el avión hace posible una independencia cada vez relación de los niños con la televisión.
mayor de las limitaciones impuestas por la organización Hodge y Tripp se proponen refutar el mito unitario de
geográfica, las técnicas de lectura veloz permiten alcanzar, que la televisión es necesariamente nociva para los niños
a través de un mayor distanciamiento de los puntos de de- desde el punto de vista educativo, y de que padres y niños
tención ocular, una aceleración de sus movimientos a lo lar- leen la televisión de la misma manera. Ese propósito se
go de la página, una autonomia respecto de las determinan- destaca particularmente en el intento de estos autores por
tes del texto y una multiplicación de los espacios cubiertos. poner de manifiesto las razones de la popularidad de la
Emancipado de los lugares, el cuerpo que lee es más libre en serie Prisoner Cell Block H entre los escolares australianos.
sus movimientos» (De Certeau, 1984, pág. 176). Hodge y Tripp hallan que los niños se identifican física-

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mente con las prisioneras de la serie de televisión. Los auto- disciplinamiento empleadas por el bloque de poder. En la
res explican este fenómeno por las similitudes estructurales lectura que la audiencia hace de textos populares se en-
de la situación de los niños dentro de la escuela y la de las cierra un placer doble. El primero es el goce que conlleva la
prisioneras de la ficción. Escolares y prisioneras viven bajo producción simbólica de sentidos que se oponen a los del
una autoridad única, se los trata igualmente de acuerdo con bloque de poder, y el segundo se relaciona con la actividad
un orden de horario estricto impuesto desde arriba y sus ac- real de ser productivo. Esas prácticas revisten particular
tividades se coordinan según una planificación racional he- importancia en los escenarios modernos; lo mismo que su
cha por la institución. Los escolares expresan también mu- colega John Hartley (1992), Fiske sostiene que la moderna
chos puntos de similitud entre la escuela y la prisión en política burocrática está controlada por una minoria peque-
cuanto a la forma en que se los suele encerrar, separados de ña y poderosa. La «distancia» de la democracia parlamenta-
sus amigos; la circunstancia de no tener derechos; de no es- ria respecto de la trama de la vida cotidiana de la gente im-
tar allí salvo porque se los obliga, y verse sometidos a reglas plica que la participación en lo político se hace a través del
para cuya observancia no se disciernen muchas razones. La uso creativo de los productos populares. En este argumento,
percepción que los alumnos tienen de si mismos se aproxi- el mercado, a diferencia de la declinante cultura superior de
ma a la representada por las prisioneras, que en los progra- los poderosos, lleva algunos productos culturales a los hori-
mas también están reducidas a papeles «infantiles». De ma- zontes críticos de la gente. El problema que presenta gran
nera parecida, los maestros y los guardias de la prisión eran parte de la producción cultural del bloque de poder consiste
asimilados a menudo como figuras de autoridad. Por consi- en que no llega a ser lo bastante polisémica y se concentra
guiente, la popularidad de Prisoner Cell Block Hes resulta- demasiado en el descubrimiento de una verdad objetiva. La
do de que los niños tienen la idea de que las escuelas son co- búsqueda de una verdad universal definitiva que esta posi-
mo prisiones. Para volver a los argumentos de Fiske, lo «po- ción implica, es totalitaria antes que democrática. El resul-
pular», según lo demuestran ampliamente Hodge y Tripp, tado es el cierre de la pluralidad de verdades a las que en un
es una cultura abierta, fluida y cambiante que se realiza con orden democrático debiera permitirse expresión. Los argu-
las tácticas simbólicas del débil. Las prácticas simbólicas de mentos en el sentido de que las noticias debieran ser más
los escolares sólo pueden cobrar sentido si sus diferentes precisas y objetivas dan en realidad apoyo a las prácticas
interpretaciones se entienden por referencia a las relacio- discursivas del bloque de poder. Una forma más democráti-
nes de poder asimétricas que existen entre adultos y niños. ca de periodismo electrónico procuraría ironizar acerca de
Si se admiten las conclusiones de Fiske, aunque confieso no las pretensiones de verdad intentando poner de manifiesto
estar completamente convencido de su verdad, la investiga- que se las produce histórica y socialmente. Por consiguien-
ción acerca de los niños y la televisión no debiera centrarse te, afirmar que hay una sola verdad es capitular ante el ré-
tanto en las influencias ideológicamente corruptoras de la gimen de verdad dominante, y negar el placer potencial-
televisión cuanto en las modalidades de su empleo como furo mente liberador del texto. Pero una vez que la producción de
ma de resistencia. información ha renunciado al «tono del autor-dios» (Fiske,
1989b, pág. 193), ello debiera alentar a los espectadores a
emprender más activamente la tarea de explicar el mundo.
Mientras los ciudadanos estén excluidos de formas directas
La vida es más divertida con la prensa popular de participación en los procesos de toma de decisión de las
modernas democracias representativas, podría permitírse-
En una entrevista reimpresa, Fiske describe su produc- les disponer de más microformas de participación en una
ción teórica diciendo que intenta elaborar «una teoria socia. democracia semiótica.
lista del placer» (Fiske, 1989b). Esas formas írreverentes de Recientemente Fiske (1992) ha intentado concretar un
goce que írrumpen desde abajo se oponen a las técnicas de poco más estos aspectos teóricos mediante un examen de la

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prensa. Esboza en él tres formas distintas de producción de Lo que importa en la prensa popular no es si los artículos
noticias: la seria, la alternativa y la popular. Como hemos y las historias que cuenta son auténticamente verdaderos,
visto antes, la producción cultural del «bloque de poder» sino su posición opositiva frente a los regimenes oficiales de
desfigura ideológicamente su naturaleza interesada ape- verdad. Fiske ilustra esta afirmación con un relato según el
lando a valores universales. De esta manera, la prensa se- cual llegaban a la Tierra seres del espacio exterior, que, se·
ria se orienta a la presentación de hechos objetivos, y con gún señala, es una historia recurrente en el periodismo po-
este producto instila creencia en sus lectores apartándolos pular. Lo esencial en esos relatos es que subversivamente
del escepticismo. La esfera pública del siglo XVIII, defen- oscurecen la distinción entre hechos y ficción, desbaratan-
dida en la elaboración de Habermas (1989), antes que re- do de esa manera eljuego del lenguaje dominante difundido
ferirse a la apertura comunicativa de determinadas cues- por el bloque de poder. Además, mientras que las noticias
tiones que habían sido reprimidas, fue una estrategia de oficiales intentan encubrir ideológicamente la contradicción
dominación. Fue más bien el bloque de poder, y no los ciu- manifiesta en su discurso, la prensa popular deliberada-
dadanos, el que decidió hacer circular determinadas formas mente busca exagerar algunas normas, anormalizándolas
de información que no requieren del compromiso activo del de ese modo. Lo que Fiske sostiene en este sentido es que los
débil. En segundo lugar, la transmisión de puntos de vista relatos sensacionalistas característicos de los diarios popu-
más radicales tiene como vehículo la prensa alternativa, lares producen un texto escríbible en tanto invitan abierta-
que depende de la práctica de periodistas radicales y es con- mente a que sus lectores tengan una participación interpre-
sumida principalmente por la clase media educada. Esta tativa. La prensa popular, lo mismo que otros textos popu-
modalidad de las noticias es más crítica de las prácticas del lares como Madonna y las series melodramáticas, conser-
grupo dominante que la prensa seria, pero por lo general van su popularidad informando a la gente acerca del mundo
sus lectores y sus autores están constituidos por represen- de una manera que está abierta a las tácticas del débil. En
tantes más marginales del propio grupo de poder. La prensa esta lectura, las diversas formas de despolitización notorías
de tabloide o popular, a diferencia de la prensa seria y la en las democracias occidentales deben atribuirse más a la
prensa de alternativa, de construye la oposición entre las prensa seria que a la prensa popular. Por otra parte, Fiske afir-
noticias y el entretenimiento. Esa es una operación nece- ma ser consciente de que raramente la prensa popular es
saria en tanto el entretenimiento no es menos un producto orquestada en favor de fines políticos progresistas. Pero, se-
discursivo que las llamadas noticias «duras», y para que las gún él, la forma cultural y estilística de la prensa popular
noticias se vuelvan más populares tienen que poder sus- podría volverse contra los intereses de los poderosos. Una
citar en la audiencia un compromiso placentero. Fiske sos- estrategia política de Izquierda debiera evitar la «prédica»
tiene también que mientras que la prensa seria produce un (Fiske, 1989a, pág. 178) Y proponer textos placenteros que
sujeto que cree, los periódicos populares alimentan en sus rechacen la tentación de imponer determinados sentidos so-
lectores formas más críticas de producción cultural. Me- cialmente correctos. Esto abriría la posibilidad de un diario
diante la producción de textos abiertos, la prensa popular genuinamente izquierdista que no procure controlar con
provoca rigidez los sentidos producidos por sus lectores.

«una risa escéptica que proporciona los placeres de la in-


credulidad, los placeres de no ser embaucado. Ese placer po-
pular de "adivinarles las intenciones" (no importa quiénes ¿Populismo insustancial o placeres de la
sean en el momento los poderosos de los que se trate) es re- resistencia?
sultado histórico de siglos de una subordinación que la gen-
te no ha permitido que se convirtiese en sujeción» (Fiske, La mayor fuerza del enfoque de John Fiske para el es-
1992, pág. 49). tudio de los medios y de la cultura reside en el énfasis que

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pone en el trabajo creativo que realiza la audiencia en la para obtener dinero y poder. La disposición estética de la in·
producción de lecturas negociadas y de oposición. El estudio telligentsia naturaliza su producción y su recepción especifi.
de la cultura popular no trata macrocuestiones de economia cas de determinados tipos de bienes simbólicos. En oposi-
política, de ideología o de la esfera pública, sino las tácticas ción a ello, la estética popular, el producto de la disposición
evasivas del débil. Esta concepción proporciona un correcti- cultural de la clase obrera, expresa un deseo de participa-
vo importante a quienes siguen desconociendo la capacidad ción y de formas inmediatas de gratificación. Ello explicaria
de la audiencia para poner en práctica una insurgencia se- la popularidad del fútbol como deporte espectáculo entre los
miótica. Pero lo que deseo sostener es que el trabajo de John varones de la clase obrera, debido a las oportunidades de
Fiske presenta defectos irreparables. Expondré en lo que participación mediante la vestimenta, el voceo y los cantos.
sigue cinco razones principales para apoyar tal afirmación: El espectro de prácticas culturales incorporadas a la estéti-
1) su elaboración no presta atención suficiente a las institu- ca popular es distinto del origínado por la estética dominan-
ciones que estructuran la recepción de las formas simbó- te. Por eso el espacio social que se crea para la participación
licas; 2) sus argumentos cierran la posibilidad de una teoria de la audiencia en la estética dominante está regulado más
de la ideología; 3) en su concepción de la prensa popular se rígídamente. De acuerdo con Bourdieu, experimentar pla-
excluye toda investigación concreta de su contenido real; cer en la atmósfera, menos espontánea, de una galería de
4) carece de una concepción critica de la importancia políti- arte o de un museo, supone que se ha tenido acceso a los có-
ca de la fragmentación de la esfera pública, y 5) constante- digos y las disposiciones sociales apropiados para ello.
mente reemplaza por su propia lectura de las formas po- Para volver a Fiske, vemos que su elaboración y la de
pulares las lecturas de la audiencia. Bourdieu son similares en relación con la necesidad popular
de un intenso sentimiento de participación en las prácticas
1. La teoria socialista del placer sustentada por Fiske de- populares. Sean esas prácticas resultado de las exageracio-
pende de una concepción del mercado que democratiza el nes de la prensa popular, de los textos de las telenovelas o de
acceso de la gente a los bienes culturales. Tal suposición sólo los placeres más inmediatos que proporciona presenciar un
puede sostenerse si se comparan las formas masivas de cul- partido de fútbol, se los puede definir por oposición tanto a
tura con la llamada «cultura elevada», Como ha sostenido la producción instrumental del bloque de poder cuanto a la
Bourdieu (1984), el acceso a la disposición cultural que per- disposición estética de la burguesia. Parece verdaderamen-
mite el goce de las «artes oficiales- depende de la formación te legítimo el argumento de que la cultura popular de mer-
familiar y educativa del sujeto. Esta disposición, o lo que cado es más inclusiva que la de la burguesía cultivada o el
Bourdieu llama «la estética dominante», es una habilidad bloque de poder. Pero ni Fiske ni Bourdieu, en sus análisis,
corporal adquirida que destaca la primacia del distancia- que manifiestamente son distintos, prestan atención soste-
miento y la contemplación frente a las formas activas de nida a las instituciones de la industria cultural (Garnham,
participación. Puede discernirse el habitus de la clase domi- 1986b). Por ejemplo, las instituciones comerciales del capi-
nante en la ideología del carisma natural, lo mismo que en talismo tardio se orientan a captar determinados segmen-
la idea de que el «gusto» es un don de la naturaleza. El estilo tos de audiencia. Dick Hebdige ha descripto el alejamiento'
de vida dominante nació históricamente de una división, posfordista desde la producción masiva hacia formas más
dentro de la clase dominante, entre la burguesia industrial flexibles de producción como la «sociología de aspiración»
y la intelligentsia. La separación de la intelligentsia res- (Hebdige, 1989, pág. 53). Con ello quiere decir que las for-
pecto de la necesidad material llevó a que tradicionalmente mas comerciales de cultura están simbólicamente prepara-
concibiera, en forma errónea, su propia producción cultural das para establecer un contacto con los estilos de vida y los
como desinteresada. El propósito de Bourdieu es enfocar deseos futuros de los grupos de consumidores. Lo que no es
prácticas aparentemente neutrales, tales como las inclui- claro es que las lecturas de oposición de los grupos-blanco
daa en la producción cultural, como medios estratégicos constituyan en realidad formas de resistencia que subvier-

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tan las estructuras económicas del capitalismo tardío, o que grandes corporaciones transnacionales que a su vez privati-
las formas comerciales de cultura sean materialmente tan zan poco a poco formas públicas de cultura. Fiske pasa en-
accesibles como Fiske lo supone. teramente por alto este problema. Hasta llega a sugerir, en
Los juegos de computación, por ejemplo, se venden a una determinado momento, que las nuevas formas de solidari-
audíencia formada por adolescentes a través de la publici- dad que se ponen de manifiesto en el salón de baile, en la
dad televisiva, las revistas especializadas, los programas de cultura de los fans y en otras prácticas populares podrían
televisión, las audíciones radiales y la prensa popular. Fiske suministrar la base para una sociedad socialmente más jus-
podría sostener que por su diagramación algunos juegos ta (Fiske, 1989a, pág. 176). Un marco de referencia de natu-
constituyen textos relativamente abiertos, que los ofrecen a raleza más institucional podría haber contextualizado de
formas semióticas de resistencia. La dificultad que presenta manera más apropiada las respuestas creativas de la au-
este argumento es que resulta arduo ver de qué modo las es- diencia vinculándolas a estructuras de dominación social-
tructuras del capitalismo tardío pueden verse amenazadas mente reproducibles. En esta interpretación, el jugueteo se-
por esta actividad. En realidad, es probable que los juegos miótico y el predominio del statu qua podrían guardar una
de computación, 10 mismo que otras formas culturales, ten- relación mucho más estrecha de lo que Fiske cree.
gan cierta apertura semiótica deliberadamente incorporada De manera similar, la ausencia de una perspectiva insti-
a ellos. Como lo sostuve en el capitulo 2, las estructuras de tucional ciega a Fiske para distinciones materiales, ya no
dominación son susceptibles de mantenerse lo mismo gra- simbólicas, en la audiencia. Como ha sostenido Peter Gol-
cias a un atomismo social o a un consenso ideológico. U na ding (1990), las naciones capitalistas occidentales ostentan
sociedad cuyo imaginario está constituido más por la dife- desigualdades masivas en el acceso a los bienes culturales.
rencia y la díversidad que por la identidad, suministra una Esta situación está determinada principalmente por la muy
pluralidad de mercados para las estrategias de la acumula- publicitada brecha, siempre creciente, entre ricos y pobres.
ción capitalista. Por supuesto, ello no quiere decir que no Fiske parece suponer que el mercado capitalista tiene un
puedan abrirse determinadas lecturas críticas del orden so- efecto democratizante porque pone a disposición de muchos
cial dominante gracias a un compromiso Con lo popular, una serie de textos placenteros. Este argumento, según vi-
según lo demuestra Fiske. Más bien sostengo que una cul- mos, tiene cierta validez si se comparan formas culturales
tura fragmentada puede socavar la cohesión social necesa- genuinamente populares con las que reclaman recursos
ria para producir relaciones de solidaridad con quienes no sirobólicos escasos. Pero si volvemos al análisis de los juegos
están inmedíatamente presentes en el tiempo y en el espa- de computadoras antes expuesto, debiera resultar obvio que
cio. Esta situación propende a desbaratar intentos políticos se omite mencionar la desigual distribución de la tecnología
de crear sirobólicamente alianzas entre los débiles contra el computacional necesaria. En 1986, el 32,1 % de aquellos
bloque de poder. En realidad, podría decirse que la natura- cuyos ingresos familiares superaban las 550 libras semana-
leza culturalmente fracturada de la audiencia trabaja en fa- les poseían una computadora personal, frente all,3 % de los
vor de la industria cultural, en la medída en que suministra que sobrevivían con 45 libras o menos (Goldíng, 1990). La
nuevos mercados y fomenta una cultura indívidualista. estructura de clases erige, pues, concretas barreras mate-
Si se prolonga esta argumentación, un medía más eficaz riales, aparte de las simbólicas, a las formas culturales de
de resistir a la industria capitalista de los juegos de compu- participación, que Fisks, en su interés por los signos y los
tación seria el empleo de estrategias de desmercantiliza- símbolos, omite considerar.
ción. Esas prácticas podrían consistir en crear bibliotecas
públicas en las que se prestasen juegos de computación y en 2. Una teoría crítica de la ideologia depende del concepto
la producción de nuevos juegos por cooperativas. La impro- de que ciertos signos lingüísticos refuerzan simbólicamente
babilidad de que tales proyectos se lleven a la práctica se o no cuestionan relaciones materiales de dominación. Yo
debe sin duda a que las inversiones son controladas por diría que Fiske cierra la posibilidad de una teoría de la ideo-

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logía al leer lo popular siempre como una forma de resisten- que la publicidad afecta directamente las elecciones del eon-
cia. Para volver a Bourdieu, es manifiesto que Fiske carece sumidor. Ello se debe a que la publicidad compite con otras
de una teoría de la dominación cultural como tal. Bourdieu formas de información (revistas, valoraciones de los paree,
dice de la estética dominante que es arbitraria porque no lealtad a la marca) y es también objeto de incredulidad po-
hay ninguna razón intrinseca por la que las preferencias y pular. No obstante, en algunos aspectos la publicidad puede
los gustos de la clase alta deban ser indicativos de una ser un medio poderoso para persuadir, a consumidores más
cultura elevada. La cultura es una herramienta de domina- vulnerables, de los méritos de un producto particular. Uno
ción de clase. La burguesía confunde como ahistóricos y de- de esos grupos son los niños pequeños, que necesariamente
sinteresados su estilo de vida y sus formas culturales de tienen un acceso a fuentes de información más restringidas
producción. El sistema de educación, por ejemplo, reprodu- si se los compara con los adultos. Si bien pueden encontrar
ce la dominación de la burguesía con el reconocimiento de la sentido a los anuncios televisivos, no son capaces de desci-
superioridad de la estética dominante. Bourdieu y Passeron frar gran parte de la información de los medios impresos, y
(1977) sostienen que las instituciones educativas imponen a son consumidores culturales relativamente inexpertos. Fis-
las clases trabajadoras la forma de vida dominante. El habi- ke responderia a ello objetando, sin duda, que el estudio de
tus dominante no socializa a los sujetos en las pautas cultu- Hodge y Tripp sostiene que los niños y los adultos leen la te-
rales requeridas por el sistema educativo, sino que desem- levisión de muy distinta manera. Si bien ello puede ser así,
boca en la autoexclusión de las clases dominadas. A través Fiske no puede explicar las razones por las que los niños pa-
de un proceso que Bourdieu llama «violencia simbólica», la recen ser presa tan fácil de los anunciantes. Jim McGuigan
clase obrera reconoce que el habitus dominante es superior (1992) añade que no sólo los anuncios buscan crear deseos
al de ella. Para Bourdieu (1991), el lenguaje no sirve como materiales en la audiencia más joven, sino que los progra-
mero instrumento de comunicación, sino que expresa la po- mas y los filmes de televisión suelen producirse especifica-
sición social del hablante. Dicho de otro modo, no es la com- mente para vender una serie de productos que incluyen
plejidad del léxico de la burguesía lo que le asegura su supe- .desde juguetes caros hasta remeras. Esto es, los niños pue-
rioridad. Antes bien, el dominio simbólico de la burguesía se den no decodificar las formas simbólicas de la manera en
mantiene por su capacidad de someter a censura la legitimi- que se lo propusieron los productores de la imagen, pero se
dad de otros modos de expresión. Los estilos de vida de la convencen de la deseabilidad de un producto determinado.
clase obrera son, de acuerdo con esta lectura, culturalmente Asi, en la medida en que es hostil a un concepto critico de
dominados y enjuiciados desde el punto de vista del estilo ideología, Fiske pareciera ser capaz de apreciar sólo un
cultural dominante. De tal modo, aun aquellos que gozan de segmento estrecho de prácticas culturales.
las vigorosas actividades de apoyar a un equipo de fútbol se
inclinan a conceder un valor mayor a las formas más eleva- 3. Lo que sorprende inmediatamente al lector del análi-
das de práctica cultural (como la de asistir a una ópera). En sis que Fiske hace de la cultura popular es la inadecuación
contraposición a ello, Fiske ve lo popular como lugar de re- de su percepción de los contenidos de aquella. Si bien la for-
sistencia antes que de dominación. Desestima la posibi- mación de Fiske (1982) en semiótica implica que está per-
lidad, que Bourdieu sin duda sobrevalora, de que el pueblo fectamente equipado para mostrar las estructuras internas
vea sus propias prácticas culturales como menos importan- de textos populares, hace de ellos una lectura decididamen-
tes que las del bloque de poder. Lo que el análisis de Bour- te unidimensional. De hecho, en su obra hay unos pocos
dieu pone de manifiesto es que ciertos estilos y disposiciones análisis detenidos de textos populares. Eso nos lleva a du-
culturales son susceptibles de imprimirse en otros a causa dar un poco de sus afirmaciones en favor de la cultura po-
de relaciones de autoridad que existen fuera del lenguaje. pular. En el núcleo de su concepción de la prensa popular es-
A propósito de un tema distinto, Michael Schudson tá el supuesto de que los modos discursivos de exageración
(1993) comparte las dudas de Fiske respecto del grado en producen cierto escepticismo en el sujeto que lee. Para Fis-

158 159
ke, los relatos acerca de la llegada de extraterrestres sub- la principal razón que cita Fiske para la «brecha cultural»
vierten eljuego del lenguaje del bloque de poder. Una de las que se ha abierto, en las democracias occidentales, entre los
dificultades que presenta este argumento está en que es políticos electos y la población. En lugar de la prensa seria y
poco lo que Fiske ofrece a título de prueba para avalar su la alternativa, Fiske aboga por una gama políticamente
afirmación acerca del carácter difundido de tales relatos. En más variada de textos populares. Esta tesis contrasta con
realidad, muchas más pruebas sustentan el carácter mar- los puntos de vista de Williams y de Habermas presentados
cadamente ideológico del contenido real de la prensa popu- en los capítulos precedentes.f Williams y Habermas sugie-
lar. Por ejemplo, los estudios sistemáticos de contenido, de ren que la modernidad ha sido testigo de la creciente dife-
Van Dijk (1991), han demostrado la naturaleza racista de renciación de formas de alta y de baja calidad de informa-
gran parte del contenido de la prensa. En un estudio acerca cíón. Este y otros procesos, incluidos la privatización del co-
de la prensa británíca y holandesa durante la década de nocimiento, el atomismo social, el estancamiento económico
1980, muestra que en gran medida los informes periodisti- y la naturaleza restringida de la democracia, han contribui-
cos reproducen ideológicamente un sistema que sostiene el do a la progresiva despolitización de la esfera pública. A su
predominio del grupo blanco. Si bien estos temas no pueden vez, ello ha creado un vacío social que la prensa popular
ser examinados aquí, cabe sostener, en relación con el con- llena con su particular mezcla de escándalo y sensaciona-
tenido real, que la prensa popular es más proclive a carac- lismo. Fiske, por otra parte, pone de manifiesto algunas de
terizarse por la naturaleza racista de su contenido que por las estrategias discursivas que han sido incorporadas por la
aquellas historias extravagantes que Fiske descubre. An- prensa popular de noticias, y nos recuerda que la audiencia
tes que a la creación de normas colectivas anormalizantes, es capaz de producir significados plurales. No obstante, la
la prensa popular suele dedicarse con más frecuencia a la afirmación de Fiske en el sentido de que sólo podrá soste-
creación simbólica de determinados grupos marginales. La nerse una cultura pluralista y participativa cuando la pren-
prensa nacional blanca ignora constantemente aquellos sa seria se vuelva más parecida a la popular está totalmen-
temas que son del mayor interés para las minorías étnicas te equivocada. Colin Sparks (1992a) ha sostenido que la
(vivienda, trabajo, salud), y en cambio presenta a estas co- prensa popular tiende a presentar el mundo en los términos
mo un problema social (tumultos, crimen, inmigración). de un conflicto individualizado entre bien y mal. La prensa
Hay razones para sostener -y este punto es destacado seria, al margen de su contenido político, se interesa mucho
enérgicamente por Van Dijk- que, al presentar de ese mo- más por vincular «acontecimientos» con el contexto público
do a las minorías étnicas, la prensa colabora en el manteni- de las relaciones sociales y políticas. Sparks sostiene, con
miento del dominio blanco. Esto no equivale a afirmar que razón, que un debate público documentado se tiene que
tales relatos necesariamente sean aceptados de manera apoyar necesariamente en la discusión de procesos y prácti-
acrítica por sus lectores, pero quisiera al menos dejar abier- cas ínstitucionales tal como la cultiva la prensa seria. Por
ta esa posibilidad. El hecho de que Fiske desconozca la ma- mi parte, añadiría que Fiske entiende erróneamente el con-
yor parte de estos argumentos, irremediablemente compro- cepto originario de esfera pública elaborado por Williams y
mete su visión, más bien impresionista, del contenido de la Habermas. A pesar de las limitaciones de sus enfoques, am-
cultura popular. bos autores subrayan la necesidad de una esfera comunica-
tiva protegida de la acción del dinero y el poder. De tal modo,
4. Cuando se ocupa de la prensa alternativa, Fiske sos- la cultura del bloque de poder debiera atender menos a la
tiene que muestra una tendencia a ser autoritaria y marca- producción de creencia e interesarse más por el proceso de
damente prescriptiva. De manera similar, la cultura del blo- argumentación y discusión racionales. Es innegable que la
que de poder se concentra, a su juicio, en las actividades esfera pública actualmente existente suele emplear estrate-
«oficiales» del rico y poderoso, bien distantes de la vida de la
llamada gente común. Esas mismas prácticas constituyen 3 Véanse los capítulos 1 y 2, respectivamente.

160 161
gias ideológicas para legitimar el dominio de minorías go- billectura, y sólo brevemente aborda la perspectiva de sus
bernantes. Pero, como sostienen Williams y Habermas, sólo admiradores, a través de la página de cartas de lectores de
se obtendrán una sociedad y una cultura más democráticas una revista de adolescentes. Del mismo modo, la afirmación
recurriendo a la producción de formas diversas de conoci- de Fiske en el sentido de que la prensa popular está abierta
miento y a las estructuras sociales y políticas que alienten a las tácticas subversivas del débil se mantiene en el nivel
formas democráticas de participación. John Keane (1991) del texto; no puede ofrecer ningún apoyo empírico para su
sostiene en este sentido que el debate documentado entre afirmación, Indiscutiblemente, si bien los estudios acerca
los ciudadanos de las democracias modernas, especialmen- de la televisión y los filmes están empezando a abrir pers-
te en marcos globalizados, depende de formas de informa- pectivas en relación con la audiencia, son escasas las in-
ción de alta calidad. Según señala, en coincidencia con vestigaciones que se han hecho hasta ahora, con una cali-
Sparks, el buen periodismo de investigación depende de un dad semejante, acerca de la cultura de las revistas y los
paciente proceso de indagación que busca mantener un ojo diarios.
vigilante sobre los que están en el poder. Mi sospecha es que Uno de los pocos ejemplos de esa clase de investigación
la visión que Fiske tiene de una cultura más participativa es el que ofrece Mark Pursehouse (1987) en un trabajo et-
se inclina a girar en torno de una dieta de exageración y es- nográfico acerca de las prácticas de lectura de consumidores
cándalo. Esta concepción se ve reforzada por su errónea vi- de prensa popular. Pursehouse describe con detalle el modo
sión de determinadas tradiciones democráticas y su creen- de destinación del periódico Sun como «heterosexual, mas-
cia populista en las ficciones de la prensa popular. culino, blanco, conservador, capitalista, nacionalista» (1987,
pág. 2). En su estudio, se presenta a los entrevistados como
5. La afirmación fundamental de Fiske es que las prácti- sujetos que entran en diestras transacciones con las cons-
cas fluidas de los consumidores constituyen una forma de trucciones simbólicas del periódico. Ello resultó evidente en
resistencia contra la sociedad instrumental dominante. Si particular entre las lectoras que veían los tres afiches pro-
bien he puesto en tela de juicio algunos de sus supuestos vocativos y las secciones deportivas como páginas periféri-
concernientes a la noción de resistencia semiótica, a Fiske cas. Pursehouse también muestra que muchos de los lecto-
le corresponde el mérito de haber abierto el espacio teórico res veían el periódico como una fuente de diversión y de dis-
para la investigación de la audiencia. El problema está aquí tensión que había que gozar como una «pausa» en las ruti-
en que Fiske,lo mismo que De Certeau, coloca su propia ex- nas laborales. Pero el periódico es interpretado por lo común
periencia del texto en lugar de la de la audiencia. John Frow como un diario de la clase obrera, a diferencia de la prensa
(1991) sostiene que las categorías semióticas de De Certeau seria, que se supone que tiene lectores más bien de clase
lo llevan a implantar su propia voz allí donde esperamos media. El Sun, para esos lectores, se define por el uso per-
hallar la de los usuarios de la cultura popular. Es muy poco sonal que se hace de él en contextos corrientes. Podemos in-
lo que Fiske ofrece en materia de prueba empírica para ava- terpretar esa lectura como una forma de enmascaramiento
lar sus afirmaciones acerca de las intensas actividades de la o de disimulación ideológica. Como dice J. B. Thompson
audiencia. Ello se debe a su propio entusiasmo por los textos (1990), la disimulación se establece cuando se encubren
populares y a su formación intelectual en métodos semióti- lingüísticamente determinadas relaciones sociales. Cuando
cos de análisis del contenido." Su análisis de la naturaleza se lo lee como una forma de entretenimiento privado, el pe-
intertextual de Madonna se basa en gran medida en su há- riódico se desprende de los ejes del poder y de la política. La
identificación del periódico como periódico de la clase obrera
4 En este sentido, Fiske cae justamente en el mismo lazo que Raymond -sugeriría por mi parte- niega su localización política e
Williams. Como vimos en el capítulo 1, él reprocha a Williams suponer que
un critico literario leería lo popular tal como lo hace la audiencia. Aquí
institucional. Como bien se sabe, el Sun es propiedad del
sostengo que Fiske supone que la audiencia siempre leería lo popular imperio mediático mundial de Rupert Murdoch, y a lo largo
como lo haría un fanático entusiasta. de la década de 1980 colaboró en la construcción de la poli-

162 163
tica populista autoritaria de la extrema Derecha. El hecho de la dominación masculina podia localizarse en la estruc-
de que los lectores de Pursehouse no sean capaces de dar al tura social y familiar. En los estudios sobre los medios, esa
periódico una lectura más politica, probablemente es resul- tendencia se expresaba en intentos de verificar objetiva-
tado de que se lo ve como un medio para el placer privado mente la exclusión de las mujeres de las estructuras de em-
más que como de interés público. La falta, en Fiske, de una pleo en los medios, así como las imágenes y las representa-
sensibilidad hermenéutica para los horizontes de la audien- ciones de estereotipos sexuales en los que se sustentaba el
cia, a pesar de sus afirmaciones en contrario, traslada su patriarcado (Tuchman, 1978). La imagen que así se presen-
propia lectura del periódico popular a la audiencia. Inves- ta es la de metas feministas progresistas que se ven subor-
tigaciones con mayor sensibilidad interpretativa abrirían dinadas por medios donde dominan los varones. Entre las
un espacio a las respuestas de la audiencia colocándolas en feministas del antiguo estilo, estaba muy difundida la su-
el marco de relaciones sociales desiguales. Es eso precisa- posición de que el proceso de cambio podia acelerarse pre-
mente lo que Fiske no hace. sentando imágenes más positivas de las mujeres. Esta pers-
pectiva reproducía una simple oposición binaria entre las
voces excluidas de las feministas progresistas y la cultura
ideológica dominante. Pero, de acuerdo con Barrett, ese con-
Feminismo y folletín: lectura de placer senso ahora se ha roto con la influencia del posestructura-
lismo y el planteo de cuestiones relacionadas con la diferen-
En la investigación feminista de las culturas mediáticas cia sexual. Las feministas, junto con otros interesados en
populares, el acento ha recaído en librar a los placeres de la cuestiones de identidad, procuran establecer personalida-
mujer de encuadres y definiciones predominantemente des de género como construcciones discursivamente inesta-
masculinos. Estos estudios han destacado la importancia de bIes. La meta es deconstruir fecundamente polarizaciones
las culturas comerciales en el suministro de espacio para simples entre hombres y mujeres, hetero y homosexuales,
lecturas utópicas y para identidades transgresoras. Sosten- lesbianas y gays, y descubrir las complejas formas en que
dré una vez más que, aunque importantes, los estudios que realmente se construyen las identidades. En forma similar,
señalan la naturaleza ambivalente de las culturas popula- el acento que los estudios culturales ponen en la identidad
res descuidan un conjunto más amplio de intereses politicos ha dado lugar a un examen menos moralizante de la cultura
en los que el feminismo se interesa. popular y de la esfera pública. En el estudio de textos popu-
El reciente cambio de paradigmas dentro de la teoria fe- lares, los académicos han perdido cierta aura de elevación y
minista ha tenido un considerable influjo en los estudios so- objetivación. Esta atmósfera menos regimentada de discu-
bre la cultura y los medios. En los últimos tiempos, ambas sión ha permitido a los investigadores de los medios recono-
perspectivas han sido testigos de un desplazamiento del in- cer abiertamente su propio goce de lo popular, arrojando
terés desde las estructuras sociales constrictivas hacia una luz, al mismo tiempo, sobre los contradictorios placeres de
investigación de la construcción social de la identidad. Mi- la audiencia. A través de los estudios de la relación interpre-
chéle Barrett y Aun Phil1ips (1992) presentan algunas refle- tativa de las mujeres con la cultura popular, los estudios
xiones interesantes sobre los cambios teóricos en los inten- culturales han considerado cuestiones referidas al placer y
tos feministas de «desestabilizar» encuadres masculinos a la identidad, antes reprimidas. De tal modo, algunos gru-
antes sólidos. En particular, Barrett establece comparacio- pos del feminismo y de los estudios culturales han procura-
nes entre el feminismo contemporáneo y el de la década de do relevar, en forma conjunta, el modo en que la persona se
1970. Sostiene que el feminismo de la década de 1970 puede modela a partir de las formas culturales contemporáneas.
caracterizarse. en general, por la creencia en que se podía La fusión de los intereses del feminismo y de los estudios
localizar la causa de la opresión de las mujeres. Según Ba- culturales -sostendria por mi parte- es más notoria en el
rrett, la mayoría de las feministas sostenían que la esencia examen de la ficción romántica y el folletin.

164 165
Feminismo, cultura de masas y Dallas Quisiera incluir esas reacciones en mi tesis universitaria»
(Ang, 1985, pág. 10).
El estudio clásico acerca de la relación de la mujer con el
melodrama en episodios sigue siendo el de len Ang (1985) La autora sostiene que el placer popular se define por
acerca de la serie estadounidense Dallas. Mientras Ang es. formas inmediatas y sensuales de goce. Como lo señalan
cribía su estudio, Dallas era vista en 90 países y se había tanto Fiske como Bourdieu, por lo común el goce de lo popu-
convertido en parte de una cultura global. De hecho, de lar se asocia con una actitud corporal más distendida por.
acuerdo con Ang, en su pais, Holanda, en la primavera de que la idea de entretenerse ofrece una liberación de las exi-
1982 Dallas era vista por más de la mitad de la población. gencias corrientes de la sociedad. Pero aun estas sugerentes
El programa en sí, para aquellos que nunca lo han visto, observaciones ofrecen comparativamente poco para estu-
trata de las relaciones personales de una familia que se ha. diar los placeres especificos de la audiencia. Cuando presen-
ce rica con el petróleo de Texas. El libro de Ang es un intento ta un análisis de las interpretaciones de su propia experien-
de explicar la popularidad de la serie a través de una como cia que hicieron las personas que respondieron a su anun-
prensión interpretativa de los placeres de la audiencia y de cio, Ang sostiene que los ávidos espectadores de Dalias en-
su propio y evidente disfrute del programa. Por entonces, la cuentran la serie emocionalmente realista. En principio,
principal razón que los medios holandeses habían aducido parece una caracterización extraña para un programa cuyo
para explicar el éxito de Dallas era la tesis del imperialismo contexto está muy alejado de la vida cotidiana de la vasta
cultural. Por tal, Ang entiende una explicación de acuerdo mayoría de la audiencia. Más aún, Ang anota que justa.
con la cual una artificial cultura estadounidense global re. mente la manifiesta falta de realismo de Dallas fue la queja
prime culturas nacionales más auténticas. Para la autora más común entre los detractores del programa. Ese argu-
tal explicación llevaría a restringir el libre intercambio en la mento, que Ang en parte atribuye a la circulación cultural
cultura comercial para hacer posibles formas nacionales de de la tesis del imperialismo de los medios, no acierta en la
producción cultural. Esa perspectiva, según Ang, tiene el comprensión de la complejidad de las reacciones populares.
defecto de que probablemente conduciría a que los Estados En primer lugar, lamentar que una obra de ficción no sea
nacionales intentaran hacer imitaciones baratas de la lujo- realista es entender malla naturaleza de la producción sim-
sa producción de Dallas, pero, lo que es más importante, tal bólica. El texto, explica Ang, no refleja el mundo, sino que en
forma de ver yerra en exponer las razones por las que la au- realidad lo produce. El realismo identificado por los segui-
diencia sintoniza el programa todas las semanas. La expli- dores de Dallas no es empírico sino psicológico. El «efecto de
cación, relacionada con la anterior, de que el éxito de Dallas realidad» de Dallas no es producido por la correspondencia
es resultado de la droga mediática y el predominio de la in. con el mundo externo, sino por los sentimientos de compro.
d~stria cultural, es también errónea porque, por implica. miso directo que provoca en la audiencia. La fascinación con
cion, reduce a los miembros de la audiencia a la condición de el mundo de J. R. y Sue Ellen, Pamela y Bobby Ewing, es
narcotizados culturales. Como en Morley y Fiske, el tema resultado de la identificación de la audiencia con «experien-
conductor de la investigación es tomar en serio una herme- cias más generales de vida: peleas, intrigas, problemas, feli-
néutica de los placeres triviales. cidad y desgracia» (Ang, 1985, págs. 44·5). Como otros
Ang entró en contacto con otros espectadores de Dallas folletines, Dalias proporciona una pluralidad de narrativas
mediante un breve anuncio publicado en una revista feme- que simbólicamente inventa una idea de comunidad en
nina holandesa: torno de la familia. No obstante, como melodrama Dallas
encarna, en su construcción de la vida familiar, lo que Ang
«Me gusta mirar la serie de TV Dallas, pero suelo reaccio- llama una estructura de sensibilidad trágica. Con ello Ang
nar a ella de manera extraña. ¿Desea alguien escribirme y quiere decir que la.vida familiar no es tanto novelada cuan-
contarme por qué también le gusta, o le disgusta, verla? to «sin cesar conmovida» (Ang, 1985, pág. 69). Los perso-

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najes de Dalias, en consonancia con la estructura de sensi- compartan el mismo destino desdichado no debiera disuadir
bilidad trágica, exhiben una escasa reflexión acerca de si a las feministas de tratar de desentrañar los modos en que
mismos y una falta de control sobre su vida. Ello se conecta el proceso de leer la cultura masiva plantea nuevas formas
con el hecho de que los espectadores caen en la cuenta de de identidad culturaL Ang no desconoce que esas posiciones
que el sufrimiento y el dolor son el pan cotidiano de las rela- imaginarias que podemos adoptar en la fantasía no están
ciones personales. Algunos segmentos de la audiencia opi- necesariamente destinadas a una reflexión crítica acerca de
naron que el mundo de Dallas era realista porque daba por lo real; sin embargo, concluye el estudio con un llamamiento
sentado el funcionamiento de la sociedad patriarcaL La es- a las feministas a examinar más de cerca las formas en que
tructura de sensibilidad trágica no solamente abre un mun- pueden conectarse entre sí las esferas de las relaciones so-
do en el que la celebración de la felicidad es siempre efíme- ciales de la vida real y la identificación psíquica. De ese mo-
ra, sino que presenta a los dueños del poder como simple- do indica un camino crítico entre la marginación de los pla-
mente humanos casi siempre. ceres privados de las mujeres en la prisión ideológica del ho-
Aparte de la estructura de sensibilidad trágica, Ang des- gar (Modieski, 1988) y la celebración populista del ama de
cubre otras formas de relacionarse con Dallas. Encuentra casa que resíste (Fiske, 1987b).
que en muchos espectadores se desarrolló una actitud iró-
nica hacia el programa. Esta es una forma de ver Dallas que
participa de los placeres de la serie pero de un modo que
recurre al humor como un medio para crear una especie de Psicoanálisis, identidad y utopía
distancia social entre el lector y el texto. Ang entiende esta
reacción como un medio de defensa para proteger el placer Otras feministas han intentado desarrollar los temas es-
del texto frente al discurso normalizador de la tesis del im- bozados por Ang. Visto retrospectivamente, el estudio de
perialismo culturaL En esta lectura, el concepto de imperia- Ang se caracteriza quizá más por la ausencia de un interés
lismo cultural no sólo reprime la productividad cultural de en elaborar una concepción psicoanalítica de la construc-
la audiencia, sino que obra como un medio de violencia sim- ción de los géneros y por omitir la consideración del contexto
bólica contra los gustos populares. Ang, en cambio, desea social de la audiencia. En este sentido, el estudio de Janice
defender los placeres ordinarios que ofrece Dallas, y ligar Radway (1987), aparecido poco antes, resultó ser fuente de
esas preocupaciones con la politica feminista utópica. inspiración de muchas escritoras feministas que procuran
El feminismo es utópico en la medida en que funda una desarrollar los temas de la identidad, la cultura masiva y la
política imaginaria en la posibilidad futura de vivir en un utopía (Geraghty, 1991). Como Ang, Radway afirma una po-
mundo en el que los hombres ya no dominen a las mujeres. lítica utópica en su visión de las práctícas de lectura de mu-
El compromiso dialógico de la audiencia mayoritariamente jeres consumidoras de cultura popular. Pero avanza en esa
femenina señala una contradicción básica, existente en el temática porque intenta ligar un concepto más complejo de
texto, entre las diferentes posiciones de sujeto que represen- la subjetividad de géneros a un proceso psíquico de identifi-
tan Sue Ellen y Pamela. Si bien, según señala Ang, tanto cación. Aparte de eso, Radway establece un nexo decisivo
Sue Ellen como Pamela están atrapadas en las estructuras entre el placer de leer ficción romántica y la posición subor-
patriarcales de dominación, encarnan formas culturalmen- dinada que la mujer ocupa en los hogares patriarcales.
te distintas de expresar subjetivamente esa relación. Sue A lo largo del estudio de Radway, se pone de continuo el
Ellen, en armonía con la estructura de sensíbilidad trágica, acento en la complejidad ídeológica de la lectura de novelas.
exhibe un reconocimiento cínico del carácter inevitable del Su trabajo de campo se centra en un pequeño grupo de ávi-
dominio masculino, en tanto que Pamela afirma la posibili- das lectoras de novelas de un pueblo del Oeste medio de los
dad utópíca de formas igualitarias de amor entre hombres y Estados Unidos llamado Smithton. En un artículo posterior
mujeres. El hecho de que con el tiempo los dos personajes sostiene que el estudio de la novela presenta el mundo de la

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lectora como «un edredón hecho entre varias personas con libre, y abre una limitada crítica del patriarcado. Radway
pedazos de tela, en la que distintas costureras a lo largo del señala, en coincidencia con otros (Gray, 1992), que el disfru-
tiempo cosen unas con otras pautas pequeñas producidas te de la mujer con las novelas románticas sólo se logra des-
por sep~rado (pero también colectivamente)» (Radway, pués que ha superado con éxito la burla cultural del esposo
1987, pago 109). Como Morley y Fiske, Radway presenta y el sentimiento de culpa de ella misma. Los placeres culpo.
una crítica de una teoría del sentido que se inicia con el lec- sos encerrados en la lectura de la novela se sostienen emo-
tor individuaL Su tesis es que el sentido social de la novela cionalmente en un orden social dominado por el varón, que
es producto de la interrelación entre el mundo cultural vi. busca disciplinar a las mujeres para que subordinen sus
vida de las lectoras, la ideologia y las relaciones de poder. necesidades a las de otros significativos. Su lectura opera en
Los productores de fantasías novelescas desconocen en forma compensatoria porque ofrece, a través del texto, el
gran medida las identificaciones de las lectoras. Esta dís- apoyo emocional negado en sus relaciones personales con
yunción entre codificadores y decodificadores era salvada los hombres. Pero el escape a través de la novela se basa
por un seleccionador confiable al que las mujeres compra. también en una forma de receptividad utópica donde la
ban sus novelas románticas. En este sentido, el selecciona- lectora tiene la sensación de que sus necesidades son aten-
dor era capaz de reducir la distancia entre la producción ca. didas en forma afectuosa y receptiva. Paradójicamente, la
pitalista de novelas y las necesidades y los deseos expresos novela colabora ideológicamente en mantener a las mujeres
de las mujeres. De ahi que el papel del mediador fuera mu- dentro de las relaciones patriarcales y al mismo tiempo afir-
cho más importante que el de las estrategias de publicidad ma la posibilidad de relaciones humanas más afectuosas.
utilizadas por los productores de los relatos para determi- En este punto, Radway recurre a la obra psicoanalítica
nar qué libros leerían en efecto las mujeres. Desempeñan si. de Chodorow (1978). Chodorow sostiene que el sujeto mas-
milar papel de gatekeeper también otras actividades cultu- culino establece su identidad por un proceso de desidentiñ-
rales, como las reseñas de los nuevos títulos incluidas en cación con la madre. El repudio de su primer objeto de amor
publicaciones musicales, la recomendación de una novela es indispensable para que la persona se establezca psíqui-
por una persona amiga y el entusiasmo de los comercios de camente como persona «independiente». La identificación
videos por determinados títulos. Aparte de eso, una investí- del niño con el padre lo conduce a valorar la autonomía más
gación sobre la comprensión interpretativa de las mujeres que la dependencia, y la separación más que la vinculación.
demostró que muchas veían en las novelas un símbolo del De tal modo, mientras que el niño es capaz de reconocer al
triunfo femenino. La razón de ello era que las novelas más otro como separado de su propio ser, suele tener dificultades
populares presentaban el relato de una transformación por para experimentar relaciones empáticas con los demás. La
la que hombres fríos, distantes y aislados se transformaban, necesidad de establecer límites firmes entre propio ser y
al final de la historia, en atentos, cariñosos y feminizados. otro suele acompañarse del temor de ser reabsorbido por la
Lo que explicaba el éxito era la capacidad de la novela de aro madre. Esta, dice Benjamin (1988) siguiendo a Chodorow,
ticular una forma profunda de comprensión humana entre es la clave para comprender el deseo de los hombres de do-
el héroe y la heroína. Las novelas que se apartaban de este minar a las mujeres. La ansiedad masculina relacionada
predecible esquema por lo COmún dejaban insatisfechas a con el cuerpo materno lleva al deseo de tener poder sobre él
las lectoras. Frente a narrativas decepcionantes, el media. y, en última instancia, denigrarlo. Quizás eso explique en
dar recomendaba a otras lectoras no leerlas o las propias parte la aversión masculina a textos populares que ensal-
lectoras no se molestaban en leer el texto cuando se daban zan el sentimiento, el afecto y la emoción. Inversamente, la
cuenta de que la novela no tenía un final feliz. mayor intensidad de la identificación de la niña con la ma-
La práctica de leer novelas parece revestir importancia dre no le permite expresar sus propios deseos aislados. Las
para las mujeres porque les da la oportunidad de lograr madres, sostiene Chorodow, propenden a sentir que sus hi-
cierto espacio social para sus propias actividades de tiempo jas se parecen más a ellas que sus hijos. En consecuencia,

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las niñas no se ven alentadas a separarse y a desarrollarse Mujeres que miran a mujeres: feminismo y teoría
psíquicamente más rápido en virtud de sus interrelaciones crítica
con otros. La ficción romántica ocupa el pliegue entre el re-
chazo patriarcal de las necesidades propias de la mujer y el En los últimos diez años, uno de los temas más polémicos
deseo psíquico de relaciones humanas más afectuosas y de los teóricos feministas de los medios ha sido el de la for-
emocionalmente sustentadoras. Pero, como bien lo entiende mación del sujeto de género. El asunto es complejo, y com-
Radway, el utópico cumplimiento del deseo experimentado prende algunos otros temas y cuestiones relacionados con
por las mujeres sólo es capaz de cuestionar las relaciones él. Diré que, con todo, el paradigma emergente que busca
más íntimas de estas. El mundo relacional del texto se man- poner al descubierto formas femeninas de goce, debiera in-
tiene ideológicamente aislado del mundo público definido tegrarse en una sociologia de los medios más amplia y más
en términos masculinos. crítica. En términos del desarrollo de los estudios acerca del
La dificultad que presenta la fundamentación que Rad- feminismo y los medios, ello sugeriría un nuevo compromiso
way busca en Chodorow consiste en que no puede explicar critico con orientaciones tempranas de la investigación que
muy bien el deseo femenino, por culposo que pueda ser, de articulaban marcos más institucionales. Mientras las in-
un espacio social separado donde disfrutar de las novelas. vestigadoras feministas han puesto de manifiesto lecturas
Como han sostenido Elliott (1994), Sayers (1986) y Flax femeninas de la cultura popular antes no tomadas en cuen-
(1990), la tesis de Chodorow no explica la urgencia psíquica, ta, se ha producido una desregulacíón, ampliamente pro-
entre las feministas, de relaciones sociales más autónomas. palada, de la emisión de servicio público con la correspon-
En el estudio de la propia Radway, las mujeres señalan al- diente globalización de los medios de comunicación masiva.
gunas de las dificultades que encuentran en su intento de Esos cambios estructurales no se pueden pensar disociados
procurarse el aislamiento necesario para leer. Ese espacio de las prácticas de recepción de la audiencia. En el examen
era deseado no sólo para encontrar una forma más nutricia que sigue, intentaré reconectar las preocupaciones feminis-
de masculinidad, sino también para ensanchar horizontes, tas con la necesidad de una esfera pública reformulada. Es-
por la frecuentación de lugares, histórica y geográficamente pero que tal examen contribuya a un feminismo utópico
diferentes, registrados en las novelas. De modo que hay un más sustancial, que trascienda el interés más restringido
deseo de separación que hace posible el cumplimiento de por las telenovelas y los folletines, aun cuando eso, sin du-
formas de identificación con mayor sustento emocional. da, es importante.
Radway se apoya en Chorodow, lo que implica que el deseo Los melodramas como Dalias han formado parte de una
de separación de las mujeres sigue estando insuficiente- tradición cultural auténticamente popular. Desde la década
mente teorizado. Como lo han señalado tanto Radway como de 1790, la retórica del exceso propia del melodrama, su
Gray, la necesidad, aunque subordinada, que tienen las mu- sentido del espectáculo y el predominio de lo sentimental en
jeres de experimentar una forma de placer que los hombres la batalla entre el bien y el mal, ha venido deleitando a la
suelen desdeñar las lleva a transacciones conflictivas con gente, a la vez que ofendia gustos más refinados (Barbero,
sus parejas masculinas. Una vez más, si bien uno de los mé- 1993: Brooks, 1976). Como señala Barbero, la forma cul-
ritos del estudio de Radway ha sido plantear ciertas dificiles tural del melodrama puede rastrearse hasta la literatura
cuestiones relacionadas con la identidad, descuidadas por el obscena producida en el siglo XVII para las clases popula-
análisis del discurso y la tendencia dominante en los estu- res. La literatura española de cordel y la francesa de colpor-
dios sobre los medios, en este aspecto subsisten preguntas tage presentan una combinación de cultura elevada y cul-
sin respuesta. Con todo, la tesis de que la teoria de la au- tura baja, basada en el lenguaje del pueblo. Esos textos po-
diencia debiera establecer una relación más estrecha con pulares ironizaban sobre la cultura elevada ofreciendo al
perspectivas psicoanalíticas es uno de los logros principales público relatos heroicos de bandidos y criminales. Son,
del libro de Radway. pues, esos estilos yesos idiomas populares, según la expre-

172 173
sión de Fiske, los que ahora el bloque de poder incorpora Mundo»; esto se debe al costo prohibitivo de una produc-
hegemónicamente y difunde para goce popular. Parece que ción más local.
si rastreamos históricamente las cambiantes alianzas he- 2. La compra de tecnología mediática automáticamente
gemónicas del melodrama, la idea del placer popular como compromete a las naciones dependientes en las estructu-
expresión subversiva del pueblo nunca está demasiado ras financieras y organizativas del capitalismo tardio. El
lejos. Para volver al estudio de Ang acerca de Dalias, la es- crecimiento de las corporaciones mediáticas transnacio-
tructura de sensibilidad trágica expresaba los ordinarios nales hizo que el capital y los métodos occidentales se em-
intereses cotidianos de las mujeres insertas en una sociedad plearan en la instalación de sistemas de comunicación en
patriarcal. Como hemos visto, Ang sugeria incluso que «el Estados nacionales económicamente subordinados. Ello
lenguaje de lo personab mediado por Dallas ofrecia una po- determinó una imitación de las formas capitalistas de es-
lítica utópica de inspiración feminista. Ang nos asegura que tructura organizativa y control
los teorizadores que se interesan en temas como el imperia- 3. Las normas profesionales occidentales (objetividad, equi-
lismo cultural, de hecho se alinean con elites nacionales que librio) se destacan también en las organizaciones mediá-
buscan preservar culturas nacionales declinantes. No obs- ticas. No obstante, la forma más relevante de imperialis-
tante, el análisis de Ang entra en colusión con el de los gran- mo mediático se ejerce en los mensajes y los supuestos
des personajes derechistas de los medios, tales como Mur- ideológicos manifiestos en la cultura cinematográfica, los
doch y Berlusconi, los cuales sostienen que la cultura co- programas de televisión, las emisiones radiofónicas y los
mercial tiene una vigencia natural entre la gente. Para periódicos y las revistas de producción occidental. Esas
desarrollar esta argumentación, deseo recordar algunas de formas culturales simultáneamente promueven determi-
las discusiones acerca del imperialismo de los medios. nados valores occidentales (léase consumismo) y acallan
Estos debates tienen una historia larga y compleja, acer- perspectivas más críticas.
ca de la cual se ha tratado extensamente en otros lugares
(Reeves, 1993; Tomlinson, 1991). La mejor definición del Estas tres perspectivas proporcionan la base para toda dis-
imperialismo mediático que he hallado es la dada por Fejes: cusión del imperialismo mediático. En primer lugar deseo
disculparme por no hacer una evaluación crítica detallada
«"imperialismo de los medios" se empleará en forma amplia de estos términos. Baste decir que, lo mismo que en otras
y general para describir el proceso mediante el cual los mo- ramas de la teoría de la dependencia, Boyd-Barrett exagera
dernos medios de comunicación han obrado para crear, las implicaciones de las formas económicas occidentales de
mantener y expandir sistemas de dominación y dependen- dominación. Es que sobreestima el alcance de la penetra-
cia a escala mundiab (Fejes, 1981, pág. 281). ción mediática especificamente occidental y subestima la
capacidad de los países de aislarse de determinados proce-
Esos argumentos tienen, según Boyd-Barrett (1977), tres sos globales.f Lo que aquí deseo destacar es que, indepen-
niveles distintos que se pueden expresar así: dientemente de lo acertado de tales argumentos, que nece-
sitan, por cierto, ser reformulados, el centro de interés prin-
1. El desarrollo de las tecnologías de comunicación por el cipal concierne a la dominación económica y política de
capital occidental le significó poder modelar los vehiculos sistemas globales de comunicación.
de comunicación (radio, prensa, televisión, video, cine). El argumento de Ang en contra de la tesis del imperialis-
Las tecnologías fueron exportadas por vía de colonia. mo mediático es que Dallas es un texto polisémico cuya
lismo y, después, a través de las relaciones de dependen- construcción depende del contexto social y discursivo del es-
cia, promovidas por el capitalismo tardio. La nueva tec-
5 Por ejemplo, en 1986 Angola, Ghana, Kenya, Meli, Mozambique, la In-
nología se ha importado en su mayor parte del Occidente dia y China tenían en uso diez televisores o menos por cada mil habitantes
capitalista en lugar de ser desarrollada por el «Tercer (UnescoStatistical Yearbook, 1988).

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pectador. Katz y Liebes (1985) en general dudan, lo mismo celebre de una manera acrítica la diferencia (por más que
que Ang, de que Dallas imprima los valores del capitalismo esta orientación está. por cierto, presente), sino que esas
consumista occidental en la conciencia de su audiencia identidades se construyen en el interior de un discurso con-
mundial. El estudio de estos autores muestra que diferen- sumista.
tes grupos étnicos aportaban su propia identidad a un juicio Las feministas, por ejemplo, desean lograr, sin duda,
sobre el contenido del programa. En general hallan, en con- una cultura pública en la que temas como la violación se dis-
cordancia con Ang, que fue la naturaleza melodramática de cutan de una manera documentada, democrátíca. De acuer-
la narrativa, antes que el oropel del consumismo, lo que cap- do con Soothill y Walby (1990), la prensa británica cons-
turaba la atención de la audiencia. Katz, Liebes y Ang sos- tantemente aísla los temas relacionados con el crimen se·
tienen por igual que si los sentidos sociales del capitalismo xual de los temas del poder y la masculinidad. La prensa se
estadounidense son subvertidos por las interpretaciones de inclina más a presentar la violación a través de versiones
la audiencia, este mismo hecho desmiente la tesis del impe- sensacionalistas de marginales depravados (comúnmente
rialismo mediático. Folletines como Dallas afirman y conva- descriptos como animaloides, esto es, «el Zorro» o «la Pante-
lidan más la importancia de lo inmediato y lo cotidiano que ra»), de manera de anormalizar ideológicamente a los vic-
los intereses del capital mundial. timarios. Semejante estrategia distrae la atención del poder
El argumento de que la tesis del imperialismo mediático masculino, y asegura a hombres y mujeres heterosexuales
desconoce la complejidad cultural de la audiencia es, por que la violación es producto del mal. No se pone en duda que
cierto, correcto. Pero lo objetable en esta afirmación no sólo los lectores de tales relatos puedan resistirse al modo en que
está en que desplaza las dimensiones económica y política se retrata la violación públicamente. De hecho, comproba-
del argumento, sino en que confunde la identidad política ciones recientes indican que viendo violaciones en la ficción,
con la consumista. Según se ha visto en el examen de Ha- las mujeres que no habían sufrido violencia masculina eran
bermas y Williams que he presentado más arriba, la modero más propensas a censurar a la victima que aquellas que la
nidad puede caracterizarse como un discurso del consumis- habían sufrido (Schlesinger et al., 1992). Según señalan
mo (la elección que los individuos hacen de los bienes en el cautelosamente Schlesinger y sus colaboradores, esto no
mercado) y de la política (decidida democráticamente según puede ser considerado un efecto directo de los medios. Pero
normas públicas). El enfoque populista presenta una simili- una discusión mediática más documentada acerca del tema
tud con el de la Nueva Derecha en la medida en que propen- de la violación seguramente plantearía cíertos temas, cues-
de a privilegiar las identidades consumistas por sobre las tionaría estereotipos, suscitaría un pensamiento crítico,
identidades políticas. Como afirman Morley, Fiske y Ang.Ia permitiría una pluralidad mayor de perspectivas y trataría
forma en que la gente emplea la cultura popular puede el asunto con el respeto público que indudablemente mere-
traer determinadas consecuencias subversivas. Quisiera ce. Un espacio público democráticamente reformulado dis-
señalar mi distancia respecto de aquellos que, como Curran cutiría los procedimientos legales para el tratamiento de la
(1990) y Evans (1990), han sostenido que, desde el punto de violación, la creación de unidades de apoyo para las vícti-
vista politico, el interés semiótico en los distintos sentidos mas, la protección de la identidad de las victimas, la rehabi-
constituye un pluralismo acrítico. Los valores de los investí- litación y el castigo de los victimarios, formas más seguras
gadores de la audiencia se caracterizan más bien por la de espacio público y la construcción social de la masculíni-
respetuosa atención que prestan a formas de práctica popu- dad. Una discusión así comprendería las identidades de
lar que históricamente habían sido marginadas en los estu- hombres y de mujeres como miembros críticos y reflexivos
dios académicos. Esta nueva historia desde abajo pone de de una esfera pública regenerada. Este diálogo no solamen-
manifiesto «el arte de hacer» nuestro «espacio dentro del te podría fundarse en determinados derechos de acceso, si-
lugar de ellos» (Fiske, 1993, pág. 70). El problema no está en no que también incluiría la obligación de atender de mane-
que la creación de identidades emergentes sencillamente ra respetuosa las perspectivas de los otros, con la debida

176 177
consideración por las relaciones de poder manifiestas entre masculino. Ello exige reconocer que una política feminista
hombres y mujeres. Los derechos y las obligaciones de la democrática cuestionaría las formas masculinas de domi-
comprensión comunicativa se dirigirían más a las identida- nación en los ámbitos público y privado.
des politicas de los ciudadanos que a sus identificaciones vo- Tal como se presenta, la esperanza política de Ang de que
yeuristamente placenteras. Las culturas mediáticas no pro- las formas comerciales de cultura sostengan una políti-
curarían dar una versión sensacionalista de los crímenes ca feminista radical presenta una marcada semejanza con
sexuales, sino asegurar un diálo!fO documentado que expre- la esperanza de la inicial Escuela de Francfort. Si Adorno
sara solidaridad con las víctimas de la víolencia masculina y (1991) y Marcuse (1977) buscaron una forma utópica de
un tratamiento más racional del tema. trascendencia a través de una dimensión estética, las femi-
Para volver al estudio de Ang, es evídente que la mayoría nistas, como Ang, buscan la emergencia de una subjetivídad
de las mujeres que respondieron al anuncio veían Dalias rebelde en las formas masivas de la cultura. Con la misma
con referencia a un derecho consumista al placer. Como lo justificación se podría decir que Adorno y Marcuse se vol-
demuestra Ang, la construcción de las identidades consu- vían a la estética a causa de la insuficiencia de los movi-
mistas puede ejercer resistencia en marcos privados, lo cual mientos socialistas y estudiantiles, pero algunas escritoras
realza los derechos de los indivíduos a los placeres de consu- feministas revalorizan la cultura del consumo justamente
mo. Ang, Radway y Gray por igual llegan a la conclusión de en el momento en que determinadas normas públicas se
que este discurso puede ser empleado para conferir más ven amenazadas. Esto no equivale a afirmar que la cultura
poder a las mujeres en el marco doméstico. Estamos ahora de masas no pueda sostener ciertos rasgos utópicos (incluso
en condiciones de reinterpretar las lecturas irónicas y oposi- Adorno [1974]10 reconocía), pero habría que subrayar que
toras de Dalias. Los espectadores a los que preocupaba que folletines y novelas, aun cuando encarnen sentimientos y
Dalias fuera una forma de imperialismo cultural superpo- perspectivas utópicos, no son un sustituto de una esfera pú-
nían sus identidades conjuntas de consumidores y de ciuda- blica radicalizada. Este es el ángulo desde el que se puede
danos políticos. Lo objetable en la valoración de Ang sobre afirmar que la primera Escuela de Francfort y las feminis-
esas lecturas es que reduce a esos sujetos a la condición de tas de la cultura masiva sobrevaloran el arte y la cultura de
juguetes políticos de los intereses del establishment, al masas, respectivamente. Tal es el interés de Ang por defen-
tiempo que presta atención a la complejidad cultural de los der los derechos de las seguidoras de Dalias a comprometer-
que comparten el entusiasmo de la autora por la programa- se con su programa de televísión favorito que omite relacio-
ción popular. Leída con más generosidad, la preocupación nar esos intereses con la evídente necesidad de una esfera
por el imperialismo mediático podría cuestionar el predo- pública más democrática. Su temor es que el abandono del
minio estadounidense en el mercado del entretenimiento y placer como eje central de la teoría de los medios pueda con-
la gradual desregulación de la emisión de servicio público. ducir a la política moralizadora del feminismo de la década
Tales perspectivas incluirian también la posibilidad de una de 1970 y a formas nuevas de pesimismo cultural. Además
forma más pública de política feminista utópica que comple- de proporcionar placer, los medios de comunicación de ma-
mentara la esbozada por Ang. Después de todo, el feminis- sas tienen una obligación pública de poner a los ciudadanos
mo ha desempeñado históricamente un papel dual, en la en un diálogo crítico recíproco. Una transformación así no
medida en que buscaba promover una participación igua- puede llevarse a cabo oponiendo la cultura elevada a la cul-
litaria de las mujeres en el mundo público, al tiempo que de- tura baja, como bien lo entienden los populistas, sino asegu-
seaba extender los conceptos de igualdad a las relaciones rando que los canales de comunicación procuren fortalecer
personales. Esta meta sólo podría garantizarse en un mun- las identidades políticas tanto como las comerciales.
do donde los canales públicos de comunicación fueran plu-
ralistas, se basaran en un acceso igualitario y estuvíeran li-
bres de las influencias colonizadoras del dinero y el poder

178 179
Resumen 4. Marshall McLuhan y el medio cultural
Los intereses interpretativos de David Morley, John Fis- Espacio, tiempo e implosión en la Aldea Global
ke y la teoría feminista de la audiencia han intentado pro-
ducir una hermenéutica de la actividad de la audiencia. Es-
tos debates, sobre todo cuando la articulación semiótica de
los sentidos se combina con el interés sociológico por las re-
laciones de poder domésticas, han hecho un importante
aporte a la teoría de los medios. No obstante, respetando las
diferencias específicas existentes entre los enfoques, convie- Medios técnicos
ne insistir en que esas orientaciones de teoría de la audien-
cia comparten ciertas dificultades. Gran parte de la teoría La moderna diseminación de las formas culturales ha
de la audiencia se mantiene demasiado interesada en la mi- reestructurado radicalmente los parámetros de tiempo y
croscópica visión del mundo de espectadores, lectores y espacio. Desde la producción de diarios hasta la transmi-
oyentes socialmente dispersos. Señalamos que la estructu- sión electrónica de los resultados de las últimas carreras,
ración de las prácticas de recepción en instituciones econó- las formas técnicas de la comunicación masiva alteran el
micas, políticas y culturales era en muchos casos desplaza- contenido de la experiencia de la vida cotidiana. En la ac-
da por intereses más locales. El centramiento semiótico en tualidad, los medios técnicos son capaces de trasladar im-
la producción de sentidos (prácticas de codíficación y deco- presiones simbólicas mundialmente, y ello en una propor-
dificación) apreció de manera inadecuada la función social ción cada vez más intensa. El mundo está tironeado por
de las actividades de consumo del tiempo líbre en el capita- agencias internacionales de noticias que compiten entre sí y
lísmo tardío. Lo decimos con acabada conciencia de que cier- son capaces de dictar la letra a las redes locales y nacionales
tas formas de compromiso cultural producen una aprecia- de información. Algunos «sucesos noticiosos» son transmiti ~ f
ción reflexiva de los mapas de la sociedad moderna. Tales dos en el llamado tiempo real. Esto recontextualíza la infor- '
prácticas (el utopismo de Ang y la lucha semiótica de Fiske) mación a través de las fronteras permeables de los Estados
suelen ser erróneamente contextualizadas dentro de un es- nacionales y causa la impresión de una comunicación ins-
pectro más amplio de intereses críticos y prácticas sociales. tantánea. La transmisión al segundo de relatos sin conside-
Por último, vimos que la teoría de la audiencia busca volver rar su contenido real ha hecho del mundo un lugar más pe-
a describir respetuosamente las prácticas de consumo de los queño, con la reducción correlativa de las concepciones hu-
ciudadanos corrientes. A despecho de determinadas formas manas del tiempo. Seguimos en una carencia crónica de in-
de análisis de los medios, sigo apreciando la importancia de vestigación suficiente sobre la influencia de los medios ma-
estos estudios para una teoría de la ideologia. Ahora bien, el sivos en la construcción de las relaciones espaciales horí-
énfasis en la pluralidad semiótica no deja de estar políti- zontales y las dimensiones temporales de la vida social.
camente ligado a formas posmodernas de repulsa. La teoría Esta clase de problemas teóricos se mantiene segregada, al
de los medios debiera buscar poner en relación mutua los menos analíticamente, de los temas referidos al contenido
derechos consumistas al placer privado con las formas más cultural que han capturado la atención de ciertas escuelas
públicas y generales de derechos y obligaciones. Una refor- de la comunicación masiva. Hoy, ante la creciente penetra-
ma democrática de los medios buscará replantear política- ción y globalización de las formas electrónicas mediáticas,
mente esas posibilidades. En el capítulo final esbozaré mi tales cuestiones exigen una investigación más profunda.
propia versión sobre nuevas formas de espacio público que El profundo influjo de las nuevas formas de comunica-
podrían eclipsar el flujo mundial de la industría del entrete- ción en las dimensiones del espacio y del tiempo y en la per-
nimiento. cepción humana son los motivos dominantes en Marshall

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McLuhan. Su obra fue reconocida ampliamente, al princi- rodeo por la obra de otro canadiense, Harold A. Innis. Ello es
pio, como expresión de algunos de los cambios más profun- tanto más urgente cuanto que McLuhan e Innis comparten
dos que las nuevas tecnologías mediáticas introducían. Pero un contexto intelectual semejante y consideran central el
si bien McLuhan ejerció una influencia inicial a comie,*os estudio de la comunicación masiva con respecto a la forma-
de la década de 1960 (y durante un tiempo él mismo se ción de la propia modernidad. El dispositivo técnico de los
transformó en una celebridad mediática), en la actualidad medios masivos se considera aquí constitutivo, y no simple-
tiene pocos seguidores o admiradores. Es indudable que es- mente accidental, en la configuración de las relaciones so-
to se debe no menos al estilo errático de su escritura que al ciales contemporáneas. A pesar de las manifiestas diferen-
contenido sustantivo de sus ideas. En los estudios cultura- cias entre McLuhan e Innis, esta perspectiva difiere mucho
les y mediáticos, sus ideas primero fueron cálidamente aco- de los enfoques que hemos considerado en lo que precede de
gídas, porque se veía en ellas un avance notable en la expre- este libro.
sión de algunas de las dimensiones de la naciente cultura
electrónica. Pero la burbuja de entusiasmo pronto se desva-
necería, y las propuestas de Marshall McLuhan, censura-
das por representar una variedad de determinismo tecnoló- Innis, McLuhan y la teoría social canadiense
gíco, se desecharon en general. El interés del culturalismo
por distanciarse de las explicaciones técnicas ha sido tal que Innis (1950, 1951) fue un historiador de la economía que
descuidó analizar la diferencia que introducen los medios en los últimos diez años de su vida escribió dos obras acerca
culturales. Es que cabe pensar que hace diferencia para las de la comunicación humana. Para Innis, las redes de comu-
culturas modernas la circunstancia de que reciban la mayor nicación son importantes por la información de que son ve-
parte de su información de las redes televisivas mundiales hículo y por la amplia influencia que ejercen en las formas
o de la prensa nacional de aparición sólo semanal. El otro sociales de organización. Todo medio de comunicación, en
problema es que ciertas versiones del posmodernismo, como tanto opuesto al mensaje, tiene cierta propensión hacia el
la expuesta por Baudrillard, han reelaborado algunas de las tiempo o hacia el espacio. Medios como el pergamino, la ar-
principales tesis de McLuhan. Lo que Baudrillard defiende cilla y la piedra, que predominaron en la etapa de historia
es la importancia descriptiva de McLuhan y el acento que humana que precedió a la invención de la imprenta, tenían
pone en el determinismo tecnológico, rechazado por una una propensión más temporal que espacial: era muy dificil
tendencia anterior de critica cultural. Aunque más adelan- transportarlos en el espacio, pero resultaron ser un medio
te volveré sobre problemas de interpretación, me propongo resistente que soportaba el paso del tiempo. Como los me-
ahora, en contra de la actitud de sus detractores más locua- dios de propensión temporal pueden asociarse estrecha-
ces recomendar enfáticamente a los estudiosos de los me- mente a su presencia física en determinados lugares, son fe-
dios la revalorización crítica de su obra. Defenderé una ver- nómenos sociales relativamente estables que vinculan el
sión de la obra de Marshall McLuhan que no armoniza bien pasado, el presente y el futuro. Inversamente, los medios
con el culturalismo o con el posmodernismo: que la insisten- livianos y menos durables (como el papel impreso) tienen
cia de McLuhan en los medios técnicos importa para distin- una propensión espacial porque se los puede trasladar con
guir entre diferentes modos de transmisión (oral, literario, más facilidad. Los medios transportables favorecieron el
electrónico) y que esos medios estructuran las relaciones crecimiento de las relaciones administrativas a través del
sociales intersubjetivas. Con todo, el enfoque de McLuhan espacio, y así facilitaron el desarrollo descentralizado de la
plantea los problemas que señalaré, a la vez que pondré de autoridad secular y política. Los medios de propensión tem-
manifiesto la importancia de las preguntas que formuló. poral, por otra parte, ayudaron a sostener formas de tradi-
Antes de esbozar la contribución de McLuhan a la teoría ción religíosa centralizada. Como señala James W. Carey
social de la comunicación masiva, es necesario dar un breve (1969, pág. 275), «en términos culturales, el tiempo significa

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lo sagrado, lo moral, lo histórico; el espacio, el presente y el pacio y el tiempo, me parece que se equivoca cuando dice
futuro, lo técnico y lo secular», que el tiempo y el espacio necesariamente muestran una
Innis intenta extender el alcance de esta distinción entre propensión hacia un polo con parcial exclusión del otro tér-
medios de propensión temporal y de propensión espacial mino. Eso no me parece satisfactorio. Puede afirmarse, por
con una comparación entre sociedades orales y alfabetas. ejemplo, que el nacionalismo tiene tanto un sesgo temporal
En las sociedades orales, el principal medio de comunica- cuanto un sesgo espacial. Suele entenderse que el naciona-
ción es el habla, si bien, como Innis lo reconoce, ese no es el lismo expresa un vinculo histórico entre los integrantes del
único medio. En estas sociedades, la dependencia del habla pasado y del presente de un Estado nacional, y al mismo
como medio de comunicación favorece una marcada propen- tiempo procura, mediante determinados rituales y tradicio-
sión temporal. La razón de esto es que el decir sólo puede re- nes, un sentimiento de conexión espacial. Este argumento
correr distancias cortas y no es un medio particularmente se hace más complejo si consideramos que la transmisión
eficaz para almacenar información. De acuerdo con Walter del sentimiento y de la cultura nacionales ha dependido his-
Ong (1977), eso explica en parte la naturaleza conservadora tóricamente de una variedad de medios que incluyen el ci-
de los regímenes institucionales, manifiesta en la mayoria ne, las revistas, los diarios, la radio y, por cierto, la televi-
de las sociedades orales. Sin formas escritas de comunica- sión. Ello señala las limitaciones del «determinismo tecno-
ción, la tradición tiene que ser cuidadosamente preservada lógico- de Innis, si bien algunas escuelas de los estudios cul-
en rituales y prácticas repetibles y hechas de fórmulas. turales han exagerado en cierto modo este aspecto. Sea co-
Tanto Ong como Innis reconocen que la ausencia de escritu- mo fuere, Innis acierta cuando nos llama la atención acerca
ra origína sociedades humanas con una marcada propen- del hecho de que los medios técnicos de comunicación tienen
sión temporal. Para Innis, las tradiciones escritas propen- una influencia definida en la organización social de la cultu-
den más a ligarse al espacio, en la medida en que tienden a ra, aunque, para explicar procesos más contemporáneos, se-
privilegiar el futuro sobre el pasado. La invención de la es- ría indispensable reformular radicalmente su concepción de
critura no solamente cristaliza la tradición oral, convirtién- la interfase entre los medios técnicos, el espacio y el tiempo.
dola en «objeto» de la investigación de sociedades futuras, La idea de que el medio de comunicación dominante influye
sino que también hace posible que distintas tradiciones y en el desarrollo de las sociedades históricas fue recogída y
culturas escapen de las limitaciones espaciales de la aldea. elaborada por Marshall McLuhan.
De acuerdo con Innis, la mejor concepción del tiempo y el
espacio es, quizá, la de una dialéctica donde la eliminación
progresiva de un polo lleva al predominio del otro. Carey
(1989) ha señalado que el enfoque de Innis acaso admita El medio es el mensaje
también una aplicación más contemporánea. En efecto, se
puede sostener que la prensa hace posible extenderse más Marshall McLuhan es conocido sobre todo por su provo-
por el espacio que por el tiempo. La naturaleza de la prensa, cativa tesis según la cual el aspecto más importante de los
orientada por el acontecimiento, suele hacer que los títulos medios no debe buscarse en cuestiones relacionadas con el
de ayer se olviden con rapidez, en tanto que la identidad de contenido cultural, sino en el medio técnico de comunica-
la prensa se aprecia más probablemente en términos espa- ción. El medio, declara McLuhan, es el mensaje. De acuerdo
ciales (locales, nacionales o internacionales). La prensa, co- con él, atender a la construcción ideológíca o semiótica de
mo medio moderno transportable, se entiende mejor, según un artículo aparecido en el diario de hoy, por ejemplo, es no
Innis, como un medio con propensión más espacial que tem- dar en el punto central. McLuhan insiste, una y otra vez, en
poral. que las formas técnicas de los medios configuran la percep-
Si bien creo que Innis tiene razón en cuanto a que el me- ción humana, y averiguar el modo en que esto se produce es
dio de comunicación trae consecuencias en el orden del es- la cuestión teórica más importante que los estudios de los

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medios tienen hoy ante sí. El mejor ejemplo que presenta de quedan atrapados en ese proceso. La comercialización de
este proceso se refiere a la importancia de la luz eléctrica en las relaciones humanas más íntimas reduce la expresión de
la recontextualización de las relaciones sociales (McLuhan, la sexualidad a «un problema de mecánica e higiene» (Me-
1994, pág. 52). La luz eléctrica que enciendo todas las m", Luhan, 1951, pág. 99). La reproducción mecánica de repre-
ñanas en mi oficina no es vehículo de ningún mensaje, pero sentaciones del cuerpo humano abstrae de la naturaleza
transforma las relaciones de espacio y tiempo. Por ejemplo, sensible de la experiencia humana y suministra un terreno
me permite trabajar por la noche o por la mañana tempra- propicio para los deseos y las fantasías sádicos. De tal modo,
no. Ello afecta el modo en que estructuro mi vida privada y el influjo alienante de las modernas formas de comunica-
pública. Por cierto, la luz eléctrica tiene consecuencias más ción produce efectos secundarios patológicos y actúa como
amplias porque los centros comerciales, los lugares de di- un medio de dominación. Pero en sus trabajos posteriores,
versión y los lugares de trabajo pueden funcionar veinticua- McLuhan abandonó lo que se podría caracterizar como una
tro horas diarias. Es, una vez más, la capacidad de la luz actitud de crítico literario hacia la cultura del consumo, en
eléctrica para reestructurar las relaciones sociales y las per- favor de un estilo más celebratorio.
cepciones lo que recibe prioridad analitica. El grueso de la obra posterior de McLuhan se empeña en
No obstante, McLuhan no siempre tuvo esta orientación elaborar una teoría de los medios que invierte muchas de
intelectual. En su primera obra importante, The Mechani- sus reflexiones anteriores. En primer lugar, McLuhan ya no
cal Bride (1951), se mostró muy crítico de las ocasiones de considera el contenido cultural como su asunto fundamen-
control y de manipulación que originaban las formas mediá- tal. Ello se debe sobre todo a la atención que presta a las tec-
ticas emergentes. Aunque muchos de los temas que propul- nologias de la diseminación cultural. Aquí las tecnologias
sarían a McLuhan a un reconocimiento público más general modernas ya no se ven como alienantes. La razón de ello es
eran ya perceptibles en ese momento, su trabajo presenta que se las concibe sobre todo como extensiones del cuerpo o,
no pocos puntos en común con la sensibilidad literaria de como señala ocasionalmente McLuhan, del sistema nervio-
Raymond Williams y la inicial Escuela de Francfort.! La so- so del hombre. Con ello quiere decir que la rueda es una ex-
ciedad de consumo, señala, siguiendo enfoques ya conocidos tensión del pie, y la vestimenta, una proyección técnica de la
de los medios masivos, impone una forma de pasividad en piel. Para mayor ilustración, y como algo quizá más impor-
aquellos sujetos que viven con una insustancial dieta de tante en relación con la tesis de McLuhan a propósito de los
música enlatada y programas de noticias empaquetadas. medios, se concibe el libro como una excrecencia del ojo, en
Aquí McLuhan critica a la cultura contemporánea por ofre- tanto que la radio es presentada como la extensión tecnoló-
cer sólo la ilusión de una diversidad, producir uniformidad gica del oído.
masiva y destruir la base social de la buena literatura. Sos- Para entender este proceso es decisivo el predominio de
tiene, anticipándose a elaboraciones posteriores del posmo- la cultura impresa tras la aparición de la Biblia de Guten-
dernismo y la semiótica (temas sobre los que volveré), que berg en la Europa de comienzos de la época moderna (Me-
«en los Estados Unidos, bajo, medio y elevado son niveles de Luhan, 1962). Siguiendo a Innis, McLuhan sostiene que el
consumo, y solamente eso» (McLuhan, 1951, pág. 59). La medio impreso transportable hizo posible que las ideas y las
publicidad produce distinciones sociales para enmascarar opiniones circularan a través del espacio. En relación con el
ideológicamente prácticas comerciales de compra y de ven- tiempo, el predominio de la cultura escrita ha acortado los
ta, y tiene, a la vez, un efecto deshumanizador en los que recuerdos humanos, porque la información podia almace-
narse ahora en el medio durable que era el libro. Ahora
1 Es probable que estas conexiones intelectuales se expliquen por el he- bien, el carácter transportable del libro, como también lo
cho de que tanto Williams como McLuhan fueron muy influidos por el crí-
muestra B. Anderson (1983), hace posible la expresión cul-
tico literario F. R. Leavis. Por otra parte, la inicial Escuela de Francfort,
según se lo reconoce hoy ampliamente, había ejercido gran influencia en tural del nacionalismo fuera del control de las formas esta-
muchos criticos universitarios estadounidenses de la posguerra. blecidas de la autoridad religiosa. Anderson afirma que en

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el periodo que va de 1500 a 1550 se combinaron la necesidad dos nacionales de uniformidad, al mismo tiempo que erigen-
del capitalismo impresor de hallar nuevos mercados, los dra nociones de individualidad. Para esta conquista, la im-
progresos tecnológicos de la imprenta y la expresión impre- prenta de Gutenberg transformó el espacio y el tiempo en lo
sa de lenguas distintas del latín. Estos factores crearon nue- calculable, lo racional y lo predecible. El acento lineal y lógi-
vos lenguajes de poder, los cuales colaboraron en el fortale- co de la escritura se reflejó en la uniforme regimentación de
cimiento de formas de legitimidad nacional que socavaron las horas. El influjo racionalizante de la prensa preparó el
la autoridad central de la Iglesia feudal. Si bien McLuhan camino para los mapas, los horarios ferroviarios y las nocio-
señala algo parecido, él hace recaer el acento en otra parte. nes de perspectiva en la pintura. De acuerdo con McLuhan,
La fijación del lenguaje impreso es importante no sólo por- el advenimiento de la cultura de la imprenta hizo que se de-
que crea una propensión espacial, sino porque promueve sarrollase cierto sentido (la vista) más que los demás, y mol-
una propensión en la percepción humana. McLuhan sostie- deó una forma particular de racionalidad humana. No obs-
ne que «la invención del alfabeto, como la invención de la tante, todo ello cambiaría con la llegada de las formas de la
rueda, consistió en el traslado o la reducción de una interre- comunicación electrónica.
lación compleja, orgánica, de espacios a un solo espacio. El La transición a la comunicación electrónica puede ser
alfabeto fonético redujo el empleo conjunto de todos los relacionada con un cambio producido en la naturaleza de la
sentidos, como en el habla, a un código meramente visual» experiencia de la modernidad. Lo que mejor lo expresa es
(McLuhan, 1962, pág. 45). la progresiva sustitución de los medios calientes por los
En el periodo medieval, los manuscritos se localizaban medios frias. ¿Qué quiere decir McLuhan con esto? Un me-
de manera fija en un espacio físico, raramente incluían pun- dio caliente es un medio que impide la participación y tiene
tuación y se los leia sobre todo en voz alta. La intelectuali- un elevado contenido informativo. Inversamente, los me-
dad medieval, según McLuhan, fue más para el oído que pa- dios más frias dejan más espacio para que la audiencia par-
ra el ojo. Con el avance hacia una cultura predominante- ticipe, y presentan niveles más bajos de intensidad informa-
mente impresa, los sentidos humanos se volvieron cada vez tiva. McLuhan lo explica en la siguiente forma:
más compartimentados y especializados. Mientras que la
cultura oral permitía la rica interrelación de todos los senti- «el habla es un medio fria de baja definición porque es poco
dos, la cultura impresa separaba la escritura del habla y lo que se entrega y es mucho lo que el oyente tiene que com-
promovia el componente visual del organismo humano. El pletar. Por otra parte, los medios calientes no dejan a la au-
predominio de las formas escritas de comunicación hizo que diencia tanto para llenar o completar. Por consiguiente, los
se desarrollara una cultura racionalizada lineal. uniforme e medios calientes piden escasa participación y los medios
infinitamente repetible. La cultura de la imprenta reempla- frias exigen de la audiencia un considerable llenado o parti-
za el juego sensual de las culturas orales por un modo de cipación- (McLuhan, 1994, pág. 23).
pensamiento predecible y estandarizado. Además, la hege-
monía tipográfica no sólo «desalienta el juego verbal me- El ejemplo más obvio de medio fria es el teléfono. El teléfono
nudo» (McLuhan, 1962, pág. 158) a través de la unificación es un medio dialógico que normalmente exige que en la co-
de la gramática, la pronunciación y el significado, sino que municación tomen parte por lo menos dos personas. Inver-
moldea las formas modernas del individualismo. La cultura samente, la cultura impresa es un medio caliente, porque la
del libro exige que las prácticas de lectura sean silenciosas y actividad de lectura exige menos al sujeto en cuanto a dar
atentas, que el texto tenga un autor y que la traducción de forma al flujo de la información. Según dice McLuhan, el te-
una cultura colectiva común se base ahora en formas indivi- léfono «exige una participación completa, a diferencia de la
duales de expresión. Como comenta McLuhan, «la imprenta página escrita e impresa» (McLuhan, 1994, pág. 267). Me-
es una tecnología del individualismo» (1962, pág. 158). La Luhan sabe también que el teléfono, al hacer que los usua-
imprenta proporciona los recursos culturales para los mo- rios estén constantemente a disposición, tiene como efecto

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también el cambio de las relaciones de poder y de las con- buena parte a Innis al sostener que, si bien las sociedades
cepciones de lo público y lo privado. Mientras prevalecían orales tienen una propensión temporal, las culturas alfabe-
los anteriores medios de comunicación, la cultura del libro tas tienen una propensión espacial. Pero el desplazamien-
dependía de las prácticas de lectura que se desarrollaban en to de la circulación impresa por la electrónica volvió re-
espacios privados, por oposición a los espacios públicos, y la dundantes las reflexiones iniciales de Innis. El espacio y el
producción de conocimientos era la iniciativa de un pequeño tiempo habían sido aniquilados. Para entenderio, reconsi-
grupo de autores. Los medios más fríos, como el teléfono, deremos la concepción que McLuhan tiene de los medios. La
descentralizan la producción de conocimientos en la medida cultura de la imprenta promovia el individualismo en tanto
en que comprenden una gama más amplia de participantes implicaba un modo privatizado de recepción. Si un indivi-
y, por consiguiente, democratizan la formación de opinión. duo deseaba leer un libro, debía tomarse el trabajo de bus-
Es interesante la afirmación de McLuhan en el sentido de cario. Pero en la situación moderna, según McLuhan, las
que es característico de los intelectuales «librescos» el deseo formas culturales «se derraman sobre nosotros instantánea
de extender las llamadas perspectivas ilustradas a socieda- y constantemente» (McLuhan y Fiore, 1967, pág. 16). La in-
des de regiones más atrasadas. Esto, según continúa la ar- teracción entre los sujetos modernos y las redes de comuni-
gumentación, es efecto de una forma de comunicación cada cación no se limita ya a unas pocas horas solitarias antes de
vez más obsoleta que depende de formas centralizadas de dormir. Hoy la vida de los ciudadanos del globo se envuelve
producción de conocimientos. Los nuevos medios, como el en un encuentro aparentemente interminable con modos
teléfono, han puesto fin a vinculos de dominio en las relacio- materiales y simbólicos de comunicación. Los diarios se leen
nes comunicativas y han producido un sistema que ninguna en el ómnibus y en los trenes, se sintoniza la radio del auto-
autoridad central puede gobernar. móvil para enterarse de las noticias de la mañana, los gim-
De igual modo, McLuhan sostiene que la televisión es nastas escuchan libros pariantes mientras hacen ejercicios
fría, en tanto que el cine es caliente. La práctica social de y la gente hace el amor frente al televisor. La experiencia
sentarse en un cine, aislado de hecho de los demás integran- mediada de la modernidad es la de «una vertiginosa fantas-
tes del público, impide formas de participación entre el pú- magoría» (McLuhan, 1951, pág. v). Para McLuhan, lo que
blico, Como cabía esperar, la actividad de mirar una pelicu- mejor caracteriza a la modernidad es el incesante trasla-
la guarda para McLuhan un fuerte aire de familia con la do de la información en el tiempo y en el espacio. Aquí los
pasividad impuesta al público por la lectura de un libro. El sistemas de comunicación nos ponen en contacto constante
medio del filme es centralizado y autoritario, y exige de e inmediato con perspectivas distintas. Las coordenadas de
quien hace el filme transformar a la audiencia en otro mun- tiempo y espacio se han desvanecido para anunciar un
do (McLuhan, 1994, pág. 285). En cambio, mientras que un mundo donde la actitud de desapego individualizante que
medio caliente como el filme pronuncia sentidos, la práctica provenia de una cultura del libro ha dado paso a una actitud
más fría de mirar televisión deja más trabajo a cargo de la donde cada uno «está profundamente comprometido con to-
audiencia, La televisión, un medio más descentralizado que dos los demás» (McLuhan y Fiore, 1967, pág. 61). La explo-
el filme, permite la expresión de los dialectos regionales y, sión de los nuevos medios ha corroído la propensión visual
como la calidad de la imagen televisiva era pobre en la época de las formas escritas de comunicación y ha devuelto a los
en que McLuhan escribía, sostuvo que ello convertía a los ciudadanos del mundo a una cultura que comparte muchos
espectadores en socios más igualitarios en la producción de rasgos con las sociedades orales. La aldea global ha dese-
sentido, En este aspecto, la televisión promovía lo que Me- chado la cultura jerárquica, uniforme e individüalizante de
Luhan llamaba «participación profunda» (1994, pág. 321). la producción impresa y la sustituyó por una cultura más
La reconstitución de los medios en formas electrónicas táctil de acontecimientos simultáneos.
de comunicación también trae consecuencias para la reela- McLuhan, anticipando mucho de lo que hoy se dice acer-
boración del espacio y el tiempo. Antes, McLuhan seguía en ca de la muerte de los Estados, señala:

190 191
«Las soberanías departamentales se han disuelto tan rápi- muy alejados del de quien lee o produce el periódico, L.
damente como las soberanías nacionales bajo las condicio- aceleración y la globalización de las prácticas de recolección
nes de la velocidad electróníca. La obsesión por los antiguos de noticias hacen que la temporalidad y la distancia poco a
patrones de expansión mecánica, unidireccional, desde el poco pierdan importancia para dominar el contenido del
centro hacia las márgenes ya no es relevante para nuestro diario. Aparte de eso, McLuhan afirma explicitamente que,
mundo electróníco. La electricidad no centraliza, sino que en lo que concierne al contenido, son los consumidores, an-
descentraliza» (McLuhan, 1994, págs. 35-6). tes que los que poseen y controlan los medios de producción,
los que resultan determinantes (McLuhan, 1994, pág. 216).
Tal como Foucault (1980) y los movimientos feministas mo- En la medida en que el espacio y el tiempo, al igual que los
dernos han sostenido que el poder está en todas partes, del regímenes de propiedad, se tornan irrelevantes para el
mismo modo afirma McLuhan que lo están los tentáculos de contenído del diario, es la necesidad de participación de la
la comunicación masiva. Una cultura impulsada por la elec- audiencia lo que da forma a ese proceso. Ello se nutre del
tricidad no fluye desde un sitio o un punto, sino que literal- hecho de que las formas modernas de comunícación permi-
mente se organiza en redes que no tienen un centro que las ten a las audiencias viajar a través del tiempo y el espacio.
conecte. La tecnología de la comunicación extiende, pues, Antes de la producción masiva de fotografías, se hacian via-
nuestro sistema nervioso central en un sensual abrazo glo- jes «para encontrarse con lo extraño y lo desconocido» (Me-
bal con el resto de la humanidad. Ello vuelve redundantes Luhan, 1994, pág. 198). Ahora, para volver a nuestro diario
las distinciones temporales (pasado y presente) y espaciales de la mañana, podemos tomar conocimiento del Gran Ca-
(cerca y lejos). Los que están más en contacto con el nuevo ñón o de la torre Eiffel mirando las páginas de viajes. Pero
medio electrónico han resignado el antiguo elemento de per- así como el espacio ha sido abolido, lo han sido también las
cepción que entregaba una cultura obsoleta de la imprenta. concepciones lineales del tiempo (McLuhan, 1969, pág.
McLuhan presenta los nuevos medios en armonía con los 122). Con las formas electrónicas de comunícación, el mun-
representantes más espaciados de los movimientos contra- do se ha vuelto visible tanto histórica cuanto espacialmente.
culturales de la década de 1960. El nuevo modo de percep- Al repasar el diario, podemos desplazar nuestra mirada a
ción, para los que mantienen suficiente contacto para no través de historias procedentes de distintas partes del mun-
quedar afuera, suprime las diferencias sociales y reúne a los do y de acontecimientos de la historia humana. Un solo
seres humanos en un alucinado abrazo de hermandad. diario puede contener artículos concernientes a un nuevo
Los señalados son aspectos importantes sobre los que filme sobre la Revolución Rusa, fotograñas con el aspecto
volveré. Por el momento deseo indicar que para McLuhan la que nuestra ciudad presentaba en la década de 1920 o una
eliminación del espacio y el tiempo está vinculada' a progre- nota sobre el intento de la cultura juvenil de revivir la dé-
sos tecnológicos en las comunicaciones masivas. Si echamos cada de 1970. Esa es la razón por la que McLuhan plantea
una mirada a nuestro diario matutino, enseguida vemos que la práctica de leer un diario nos permite viajar por el
que cultiva una forma radicalmente distinta de la novela tiempo y el espacio sin abandonar nuestra casa.
tradicional. En lugar del avance lineal de una narrativa Estas reflexiones llevan al concepto de implosión soste-
nos hallamos ante lo que McLuhan llama un «mosaico ca: nido por McLuhan. En las culturas prealfabetas, afirma,
munab (McLuhan, 1994, pág. 204). Todo diario tiene una «no hay arte en el sentido que este término tiene para noso-
pluralidad de autores y una variedad de artículos y de sec- tros, sino que la totalidad del medio se experimenta como
ciones (página de deportes, sección de modas, noticias in- una unidad» (McLuhan, 1969, pág. 31). El mundo de las
ternacionales, editorial) que contrarian el punto de vista sociedades orales, social y sensoria1mente integrado, fue,
único dominante en el libro. La diagramación del diario mo- según hemos visto, radicalmente alterado por el impulso
derno, similar a la de un colags, contendrá además gran nú- racionalizador de la imprenta. Ello condujo a la producción
mero de componentes que han sido trasladados de contextos de una cultura minoritaria, jerárquica y especializada. Co-

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mo lo mostró Habermas (1989), la aparición de una esfera organismo humano a los lazos mundiales de la formación de
pública en el siglo XVIII estuvo íntimamente vinculada a la opinión. La implosión cultural ha hecho de un público racio-
producción de una sociedad burguesa alfabeta. Pero en nal una masa interactiva o, como dice a veces McLuhan, un
tanto que Habermas destaca, de manera ambivalente, el circuito electrónico de eneraía.
potencial comunicativo de las formas alfabetas de produc- La implosión no solamente ha hecho que los medios se
ción, McLuhan entiende que ese desarrollo crea una cultura transformasen en política, sino también que el negocio del
jerárquica centralizada que incluye rígidas distinciones de espectáculo se convirtiese en educación. Podría decirse que
límites. La especialización de la imprenta separó los domi- la actual obsesión de los jóvenes por los videojuegos hace
nios de la estética, la política y la economía, y de lo público y que el libro, asociado a las formas tradicionales de la educa-
lo privado. Ahora bien, las relaciones horizontales y vertica- ción, parezca aburrido y tonto. Ahora las instituciones edu-
les de esas esferas han sido redefinidas de raíz por el influjo cativas utilizan el ñlme, la televisión y el video como parte
de las comunicaciones electrónicas. Las nuevas tecnologias del proceso de enseñanza. De acuerdo con McLuhan, con el
mediáticas han reestructurado la vida social al punto de tiempo eso producirá formas culturales híbridas, que serán
que para tomar parte en ella ya no se necesita ser un espe- a la vez de pasatiempo y educativas. Para McLuhan, el con-
cialista. Hoy habitamos un mundo traslapado que eliminó cepto de lo hibrido es importante; la razón de ello es que nos
las jerarquías culturales y la separación de las esferas. El alienta a abandonar los patrones lineales de desarrollo para
mundo ha experimentado una implosión en los sentidos considerar constelaciones espaciales. Según McLuhan y Po-
vertical, temporal y horizontaL La humanidad, agrega Mc- wers (1989), la producción de revistas ha cambiado a causa
Luhan, se ha derrumbado sobre sí misma, regresando al es- de la televisión en colores. El recurso a cubiertas satinadas,
tado aldeano característico de las sociedades orales. imágenes en color y diagramaciones más cómodas para el
El dominio de la política ya no es susceptible de ser fácil- usuario se puso en práctica a medida que el medio de la pro-
mente separado de la esfera de la comunicación mediante la ducción de revistas respondía a los desarrollos tecnológicos
cual la política se hace pública. Lo esencial de la acelerada de la televisión. Este aspecto habría sido omitido si nuestro
cultura de la modernidad no consiste en ampliar el poder de análisis se hubiera satisfecho con recorrer la aparición li-
un establishment político capaz de colonizar el discurso pú- neal de la producción de revistas. McLuhan hace la fecunda
blico. Más bien la implosión de los medios de la comunica- recomendación de relacionar el desarrollo histórico de un
ción masiva en el dominio político da lugar a una sociedad campo mediático particular con otros campos de la produc-
donde los medios son la política y la política son los medios. ción culturaL La hibridación técnica de las formas mediáti-
Recientemente, cuando el presidente de Francia voló a la cas ha ¡¡roducido efectos radicales, reestructurando campos
antigua Yugoslavia, no lo hizo para asistir a la firma de un de producción asociados entre sí. Para dar más fuerza a esta
importante tratado político o para emprender un debate con idea -señalaría, por mi parte-, la hibridización de la mú-
los jefes de la guerra civil. La visita de Mitterrand tenia el sica en casetes y la novela en los libros parlantes, la fusión
propósito de centrar la atención de la opinión pública mun- de la televisión y la computadora en el desarrollo de MeTV,
dial en el sufrimiento de las victimas del conflicto; lo consi- la integración de la televisión y el video en MTV y el ejem-
guió sobre todo recorriendo en auto las calles destrozadas plo, dado por el propio McLuhan (1994, pág. 231), de que la
por la guerra mientras los medios mundiales lo seguian. elevada calidad de la producción cinematográfica ha modifi-
McLuhan y Fiare (1968) observan que nuestros represen- cado la naturaleza de la publicidad. Estos comentarios se
tantes politicos literalmente pueden hacer o inventar las insertan en la concepción general de McLuhan acerca de los
noticias. Además, la correlativa implosión de lo público en lo medios como un ciclón que ha roto las relaciones espaciales
privado ha puesto fin a la esfera pública. El dominio privado y temporales estables, a la vez que la cultura híbrida e im-
de la reflexión crítica es constantemente quebrado por los plotada de las sociedades posalfabetas altera constante-
nuevos medios, que demandan atención, y así encadenan el mente los límites de la experiencia moderna.

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«Tan pronto como se la solicita, la información es rápida- Edward Soja (1989) ha mostrado que la teoría social con.·
mente reemplazada por una información incluso más re- tantemente ha privilegiado la investigación del ser social y
ciente. Nuestro mundo, eléctricamente configurado, nos ha el tiempo por sobre la del espacio. Con una orientación teó-
obligado a pasar del hábito de la clasificación de datos al rica parecida a la de Adam, Soja señala ~ue el espacio, si es
reconocimiento de pautas. Ya no podemos construir serial- que se lo toma en cuenta, a menudo se conceptualiza como
mente, parte por parte, paso a paso, porque la comunicación un producto reificado y objetivo. Así como el tiempo está en-
instantánea asegura que todos los factores del medio y de la tretejido con las acciones y los significados humanos, de
experiencia coexisten en un estado de activa interrelación» igual modo el espacio no actúa meramente como trasfondo
(McLuhan y Fiare, 1967, pág. 63). indiferenciado de la interacción humana, sino que es creado
socialmente y modificado por tal actividad. El espacio y el
tiempo no son continentes oacios de la actividad social, sino
que ambos hacen posible y limitan la acción humana. Ade-
Espacio y tiempo: tecnología y estudios culturales más, las relaciones espaciales y temporales, como bien lo
entendió McLuhan, no permanecen separadas de las prácti-
Inicialmente, las ideas de Marshall McLuhan recibieron cas sociales, sino que son producidas y reproducidas por
el aplauso de unos y la crítica de otros. No me propongo aquí ellas. Desde luego, ello no me obliga a defender la manera
defender de manera acrítica sus puntos de vista, aunque su especifica en que McLuhan presenta la transformación del
tratamiento de cuestiones relacionadas con el espacio y el espacio y del tiempo en su teoria de los medios. Pero dado el
tiempo los hacen pertinentes para la teoría de la comunica- interés de McLuhan en examinar las nociones de espacio y
ción masiva. Esos temas conservan su importancia justa- tiempo en conexión con los medios, y admitiendo que actual-
mente porque gran parte de la teoría de los medios y de la mente esos temas están insuficientemente contemplados en
teoría sociológica actuales los desatiende. Pienso, con Adam la bibliografía, la pregunta que debemos responder ahora es
(1990), que en cuestiones referidas al tiempo en la sociedad la siguiente: ¿cómo explicar la resistencia a su obra en los
yen los medios debiera evitarse el planteo de dualismos teó- estudios culturales y de los medios?
ricos. Con ello esta autora quiere decir que no debiera opo- Son dos las razones, asociadas entre sí, que comúnmente
nerse el tiempo social construido al tiempo llamado real o se aducen en contra de las perspectivas de McLuhan. La
natural. Adam no vacila en preferir de manera desafiante primera, cuya formulación más coherente se debe a Ray-
un concepto de tiempo de muchas facetas, que no admite mond Williams (1974, 1985), es la objeción según la cual el
distincíones entre tiempo simbólico y tiempo natural. y lo determinismo tecnológico de McLuhan funciona como una
resume en la siguiente forma: «No es invierno o diciembre o justificación ideológica de las relaciones sociales dominan-
tiempo de hibernación para la tortuga, o la hora una, o 'el tes. Williams afirma que el análisis que McLuhan hace del
tiempo de la cena de Navidad. Es tiempo biológico, tiem- medio de comunicación está aislado de contextos culturales
po horario y calendario, tiempo natural y social a la vez» y sociológicos más amplios. Ello en realidad desocializa el
(Adam, 1990, pág. 16). análisis de los medios, en tanto McLuhan no hace visible el
Un tratamiento hermenéutico de la manera en que los modo en que las relaciones de autoridad dominantes estruc-
medios dan forma a la experiencia de la temporalidad, que turan la producción, el contenido y la recepción culturales.
eluda además el dualismo de sujeto y objeto, debiera cen- En realidad, McLuhan vuelve irrelevantes tales cuestiones
trarse en la investigación de los medios por los cuales el en la medida en que el influjo social de la tecnologia cultural
tiempo estructura la acción social. Con todo, si bien se pue- se abstrae del análisis de relaciones sociales especificas. La
de sostener al menos que la teoría social tiene razonables objeción de que la concepción de McLuhan no cuestiona las
antecedentes en relación con los problemas del tiempo, no relaciones capitalistas mundiales ha sido tema constante de
se puede decir lo mismo acerca de las relaciones espaciales. algunos de los críticos más severos de McLuhan (Finkel-

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stein, 1968; Nairn, 1969). Esta orientación de análisis pue- bajo de los discursos disciplinarios del Estado nacional, ~ a
de ser puesta en relación con el argumento de Stuart Hall la vez ha establecido conexiones con una cultura comercial
(1986) en el sentido de que la actitud cultural de McLuhan de orientación más global. En el nivel local, por tanto, puede
hacia los medios de comunicación masiva tiene mucho en registrarse un alejamiento desde la incierta fluencia de la
común con las formas acríticas del posmodernismo.é Los modernidad hacia identidades sociales más definidas, y ha-
trabajos de McLuhan pasan de la perspectiva de crítica lite- cia un reconocimiento de la diferencia más emancipatorio,
raria que se destaca en su obra inicial hacia una posición menos reactivo (Hall, 1991).
más eufórica. Esta postura es paralela a la de algunos de- Tanto la crítica de Willisms como la de Hall nos hacen re-
sarrollos salientes en el posmodernismo francés, que tam- parar en que el intento de McLuhan por entender las redes
bién ha abogado por el abandono de la crítica cultural. Es de comunicación es de naturaleza marcadamente técnica.
asi como se acusa al critico de carecer de una actitud sufi- Su afán de considerar los medios técnicos de comunicación
cientemente seria, de propiciar una forma de inclinación indica que los significados originados por la intersección de
consumista y de gozar de la proliferación de discursos en la las relaciones globales, nacionales y locales se pueden dis-
aldea global. Es grsnde la carga de esas acusaciones. McLu- tinguir, para decirlo con palabras de Williams, «sólo por su
han, por ejemplo, tiene poco que decir acerca de la globali- variable composición sensorial» (Williams, 1974, pág. 127).
zación de las relaciones capitalistas que hacen imaginable Esta es una observación semejante a la que hizo Miller
la aldea global. Omite también considerar el grsdo en que el (1971) en su clásico estudio acerca de McLuhan. Los signifi-
desarrollo transnacional de la tecnología de las comunica- cados, según sostiene Miller, no están gobernados por la po-
ciones se enlaza con la promoción de pautas capitalistas de tenciación técnica de las modalidades sensoriales, sino por
organización, control y estilo de vida. La progresiva comer- las prácticas lingüísticas. Por mi parte señalaría, siguiendo
cialización del espacio público, como han señalado los Mat- a Saussure, que el significado lingüístico no está determina-
telart (1992), ha significado que las formas hegemónicas de do por condiciones técnicas (la relación entre significante y
dominio puedan vincularse al cambio de operadores públi- significado es arbitraria), sino por la naturaleza intersubje-
cos por privados, y de operadores nacionales por transnacio- tiva del lenguaje. La índole interactiva de un programa de
nales. Es posible además conectar estas cuestiones con la televisión, por ejemplo, tiene más relación con el ca~áct~r
realización de las formas de hibridez, culturales antes que cerrado o abierto del texto, o la relevancia que la audiencia
técnicas, que los procesos de globalización promueven en la confiere al programa. La naturaleza comunicativa de la te-
actualidad. Mientras que en un nivel asistimos a la difusión levisión no está, por consiguiente, determinada por el medio
internacional de una cultura capitalista homogénea, en otro técnico. Además, como muchos de los posmodernistas que lo
se ha producido la erupción de identidades diferentes. Ello siguen, McLuhan desatiende el influjo de las relaciones de
es producto del capitalismo, en la medida en que las formas poder y de fuerza en el mundo hístórico-social. Su omisión
posfordistas de producción necesitan generar diferentes teórica del papel de la comunicación masiva en la produc-
orientaciones en el estilo de vida de los consumidores, y es ción de significados simbólicos y en la conservación de las
además una prueba de la capacidad simbólica que identida- relaciones sociales dominantes pone innecesariamente en-
des complejas, inestables, tienen para rehacerse a través de tre paréntesis cuestiones críticas relacionadas con la orga-
un bricolaje global (Robertson, 1992). La emergencia políti- nización de las instituciones, la cultura y la ideología.
ca de identidades étnicas híbridas se ha producido por de- Sin embargo, si bien todo eso es verdad hasta cierto pun-
to, me queda la impresión de que se está arrojando al niño
junto con el agua del baño. Si bien los críticos culturales tie-
2 Probablemente ello explique el entusiasmo de Baudrillard por McLu-
han. Ambos autores comparten el deseo de analizar el desarrollo tecnológi-
nen razón en observar las limitaciones del análisis de McLu-
co de los medios masivos, los medios de comunicación y las ideas referidas han, sus propios intereses contienen también ciert~s al~­
8 la implosión. siones. El análisis crítico en el terreno de la COmUnlCa?10n

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masiva -desde McLuhan- ha prestado muy poca atención dida la transmisión de la cultura en una sociedad dominada
a aquellas cuestiones que podrían estar destinadas a ser por los medios masivos de comunicación ocurre cón pres ..
centrales en su empresa. Resumamos esto, por convenien- cindencia de las formas constantes de retroalimentación
cia, en una sola pregunta: ¿cómo ha modificado el desarrollo que caracterizan a la conversación cotidiana. Pero el flujo
de los medios de comunicación la percepción del tiempo y interactivo unidireccional de la televisión admite formas
del espacio en la sociedad contemporánea? Bajo la acusa- nuevas de oposición de la audiencia, distanciadas de los pro-
ción de determinismo tecnológico, esta manera de ver ha ductores del mensaje: Mientras que la televisión hace pre-
sido descuidada por la corriente dominante en la teoria cul- sentes las regiones posteriores de los que aparecen en ella,
tural. La forma en que McLuhan trata estos puntos no está mis propias reacciones están ausentes. Cuando George
a salvo de cuestionamientos, y en este sentido las acusacio- Bush se cayó sobre la sopa, sus actos se volvieron inmedia-
nes de determinismo tecnológico tienen mucha fuerza cri- tamente accesibles a todos los que veían televisión, pero lo
tica. Pero yo sostendria, junto con Carey (1989), Meyrowitz que está ausente es el manifiesto regocijo y la risa de la
(1985) y J. B. Thompson (1990), que los medios culturales, audiencia televisiva. Las tecnologias culturales y los medios,
al margen de su contenido real, han ejercido una influencia de la vida cotidiana han servido para reestructurar gran
decisiva en la naturaleza de la vida social. Los autores men- parte de la experiencia moderna. Esta discusión debiera
cionados sostienen, lo mismo que McLuhan, que los medios precavernos frente a ciertas corrientes del posestructuralis-
de comunicación reestructuran el tiempo y el espacio, y que, mo que consideran las relaciones sociales y técnicas esen-
por lo tanto, colaboran en la configuración de relaciones cialmente separables de la producción de significado. Una
sociales intersubjetivas. De este modo, con una visión me- vez más, si el significado de las noticias de las veinte horas
nos determinista de la que el propio McLuhan a menudo se no está determinado por ciertos dispositivos técnicos, haria
atribuyó a sí mismo, su obra sigue estando llena de ideas. una diferencia tanto para los productores cuanto para los
McLuhan presenta un interesante análisis de la intro- consumidores que la información se oyera de segunda mano
ducción del telégrafo, que transformó las relaciones huma- por teléfono, por televisión mientras intentamos conectar
nas intersubjetivas. Nos recuerda que, como el teléfono, el Star Trek en otro canal o por radio mientras acostamos al
telégrafo nos hace presentes de continuo, y accesibles a niño. Para seguir ilustrando estas observaciones, resumiré
otras personas en relaciones comunicativas. El medio téc- sintéticamente las contribuciones de otros dos pensadores
nico del telégrafo, por ejemplo, nos permite mantener rela- cercanos a McLuhan. Tanto Jack Goody como Anthony Gid-
ciones sociales estrechas en el tiempo y el espacio, a la vez dens sitúan en el centro de su análisis del cambio histórico
que estructuramos esas relaciones. En síntesis: el telégrafo el interés en los medios de comunicación. Se puede decir que
no gobierna el contenido cultural de nuestros mensajes per- lo hacen en una forma que elude algunos de los problemas
sonales, pero tiene cierto papel en su configuración. Me- que hemos encontrado en McLuhan.
Luhan (1994, pág. 256) da el ejemplo de unos estudiantes de
Oxford que, tras leer que a Rudyard Kipling le habían paga-
do diez chelines por cada palabra que había publicado, le
enviaron un telegrama. El mensaje que le telegrafiaron con- Culturas oral, de la imprenta y moderna: Jack
tenia diez chelines y le pedia una de sus mejores palabras. Goody y Anthony Giddens
Kipling respondió enseguida: «Gracias». Podemos sostener
razonablemente que si bien los medios técnicos no determi- Los aspectos de la obra de Goody (1977; Goody y Watt,
nan significados culturales, como McLuhan lo da a enten- 1968) que examinaré se refieren a las distinciones que sa-
der, desempeñan un papel porque colaboran en plasmar las biamente traza entre sociedades alfabetas y sociedades
relaciones del mundo de vida que son caracteristicas de la orales. La novedad del enfoque de Goody está en su insis-
modernidad. J. B. Thompson (1990) señala que en gran me- tencia en que las principales diferencias entre las dos cultu-

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ras deben situarse en los medios de comunicación específi- mente esos resultados. Esto puede producir cierta ansiedad
cos. En forma semejante a McLuhan, Goody sostiene que se en el autor, pero conlleva también una definida ruptura con
puede juzgar la importancia de esos dos factores tecnológi- las formas más personales de interacción salientes en las
cos independientemente de consideraciones ideológicas. culturas orales. Por eso Goody deconstruye las oposiciones
Las diferencias entre los actos comunicativos característi- entre lo civilizado y lo no civilizado que tradicionalmente se
cos de las sociedades orales y las sociedades a1fabetas traen asocian al contraste de las formas de vida en las sociedades
amplias consecuencias para la naturaleza sociológica de las orales y alfabetas, sin tomar partido por una forma de rela-
respectivas culturas. En un plano general, las sociedades tivismo cultural. Según él, lo que explica la naturaleza rela-
orales tienen una actitud mucho más pragmática respecto tivamente cerrada de las sociedades orales son diferencias
del lenguaje de la que por regla general se puede percibir en evidentes en los medios de comunicación, y no disposiciones
las sociedades alfabetas. La transmisión social de la cultura mentales radicalmente distintas.
se produce, como cabría esperar, predominantemente en Estas reflexiones, algo resumidas, arrojan una intere-
una interacción cara a cara, en tanto que el conocimiento sante luz crítica sobre la obra de McLuhan. Con otros au-
busca sobre todo la conservación de las relaciones sociales tores (Chartier, 1989; Thompson, 1990), Goody sostiene que
existentes. La necesidad de mantener la tradición en el la transición de una cultura predominantemente oral a una
tiempo, antes que en 'el espacio, es tal que el conocimiento cultura de impresos es menos continua de lo que McLuhan
que no cumple esa función es rápidamente excluido. La admite. Goody está de acuerdo con McLuhan en que la im-
transición de una cultura predominantemente oral a una prenta tiene un efecto de individualización y especialización
cultura alfabeta y oral conlleva el almacenamiento del cono- en la cultura, y crea jerarquías en el conocimiento y un
cimiento en formas escritas. Este proceso hace posible la cierre social. Pero esos cambios culturales se producen a la
aparición de una actitud más crítica, en la medida en que vez que subsiste la importancia de la tradición oral. La es-
los sujetos se libran del interés dominante en la transmi- critura no reemplazó a la cultura oral, sino que la transfor-
sión oral del conocimiento. La objetivación de la cultura en mó y la modificó al mismo tiempo. Los padres siguen trans-
lo escrito crea también las condiciones de la crítica, en tanto mitiendo a los hijos los recuerdos tradicionales, y otros gru-
se vuelve más fácil para los lectores percibir las incoh~reJ1­ pos conservan su sentido del pasado en la ejecución de can-
cias y las contradicciones lógicas. Si yo decidiera leer este li- tos, baladas y relatos populares que no síempre pasan a la
bro en voz alta ante un auditorio durante varios dias, sin escritura. Pese a las pretensiones de McLuhan de romper
duda a los oyentes les resultaría difícil advertir que algunos con la captación lineal que la imprenta ejerce sobre la psi-
problemas quedan insuficientemente tratados. A la inversa, que moderna, su examen de los estadios sucesivos del de-
como sin duda los reseñadores y los lectores corrientes bien sarrollo del modo de comunicación (oral, alfabeto, eléctróni-
saben, la enunciación de formas críticas de comprensión se ca) sigue un esquema segmentado. La ímprenta, más que
fortalece, sobre todo dada la complejidad de muchos de los reemplazar a la cultura oral, la complementa.
argumentos, si se dispone de una discusión por escrito. Ade- Goody destaca las posibilidades comunicativas que se
más también la circunstancia de que el autor no conozca a abren con la ímprenta. McLuhan, como hemos visto, pro-
la mayoría de las personas que han de sentarse a leer su li- pende a ver ese desarrollo de manera negativa, como pro-
bro incrementa también la posibilidad de formas críticas de ductor de formas de vida sensorialmente empobrecidas,
recepción. Goody señala que el advenimiento de la escritura uniformes y homogéneas. Esta fría lectura de la cultura im-
hizo posibles los procedimientos más impersonales de valo- presa excluye innecesariamente algunas de las oportunida-
raci6n que son característicos de las burocracias modernas. des de emancipación que florecieron en el despertar de la
La escritura permitirá quedos que están alejados del autor comunicación escrita. Según demuestra Goody ampliamen-
en el tiempo y en el espacio examinen un conjunto de argu- te, la fijación del díscurso mediante la imprenta favoreció
mentos sin que el productor del texto reciba automática- una forma de conciencia racional, crítica, sin la que sería di-

202 203
ficil imaginar la vida contemporánea. Podemos concluir, en mados sobre ocasiones sociales importantes en una forma
oposición a McLuhan, que la mejor manera de representar que no depende de factores locales concretos.
la cultura impresa es la dialéctica. Aunque ejerció, sin duda, Esto nos lleva al segundo aspecto de la contribución de
una influencia racionalizadora sobre la producción de co- Giddens que deseo considerar: el desarraigo de los sistemas
nocimientos, aseguró también las bases reflexivas de las sociales. La modernidad, según Giddens, es un orden social
formas contrafácticas de compromiso que transformaron el postradicional donde el «vaciamiento» del tiempo y el espa-
itinerario de las culturas modernas. cio hace posible el estiramiento de las relaciones sociales.
La teoria de Anthony Giddens (1990, 1991) de la moder- Ello resulta claro con sólo pensar un momento en la globali-
nidad radicalizada constituye uno de los intentos más origi- zación de las redes de televisión. Aunque global no es toda-
nales y de mayor alcance de considerar ciertas transforma- vía lo mismo que universal, las organizaciones mediáticas
ciones que se registran en el mundo moderno. En el de- internacionales pueden transportar imágenes y representa-
sarrollo de este proyecto teórico, presenta a la modernidad ciones a través del tiempo y del espacio, y sobre los televi-
como un veloz Juggernaut en el que todo intento de ordenar sores de los ciudadanos del mundo. Como cabe recordar, ello
su sendero produce consecuencias no buscadas que lo vuel- transformó a la Guerra del Golfo en un conflicto global. Co-
ven más dificil de controlar. Por eso nunca podemos llegar a mo lo expresa McLuhan, el globo ha hecho implosión sobre
poner a la sociedad enteramente bajo control. A la luz de es- sí mismo, con desarraigo del tiempo y el espacio. Según Gid-
tas reflexiones, Giddens sostiene que la modernidad cambia dens, el traslado de información desde contextos localiza-
a un ritmo mucho más rápido que cualquier otra sociedad dos, como se manifiesta en las redes modernas de comunica-
anterior; además, ha llegado a tener un alcance mundial y, ción, es posible por el divorcio de tiempo y espacio, y por los
finalmente, ha transformado profundamente las prácticas mecanismos de desinserción, como lo son los medios técni-
sociales tradicionales. No dispongo aquí de espacio para pa- cos. Estos recursos coullevan la separación de las relaciones
sar revista al amplio conjunto de cuestiones encerradas en sociales «de contextos locales de interacción y su reestructu-
estas observaciones. Me propongo concentrarme en dos ración por tramos indefinidos de tiempo y espacio» (Gid-
campos inaugurados por las instituciones modernas, que dens, 1990, pág. 21). Por ejemplo, afirma Giddens, los siste-
ocupan un lugar central en las consideraciones de Giddens.. mas expertos presentan muchos de estos rasgos, porque el
En primer lugar, las sociedades contemporáneas han conocimiento que ponen de manifiesto tiene una validez
presenciado el desarrollo de un distanciamiento temporal y independiente de los agentes que los emplean. Los sistemas
espacial que no era perceptible en las sociedades premoder- expertos son parte de la trama cotidiana y tienen la capaci-
nas. Con ello Giddens da a entender que en el período pre- dad de extender las relaciones sociales en el tiempo y en el
moderno el tiempo y el espacio estaban siempre marcada- espacio. Cada vez que leo un artículo de divulgación acerca
mente localizados con relación a un lugar fisico. El paso de del cuidado de la salud, se recontextualizan marcos de refe-
la noche al dia o la sucesión de las estaciones obraban como rencia especializados respecto de determinadas decisiones
indicadores localizados del tiempo y del espacio. Puede de- que puedo tomar acerca del estilo de vida. La decisión de
cirse que con la invención del reloj el tiempo se separó del dejar de comer carne puede basarse en la información con-
espado, y que el tiempo y el espacio se convirtieron en fenó- tenida en un artículo que he leído en una revista femenina,
menos vacíos. La separación entre tiempo y espacio puede en un folleto que ataca a McDonald's o en mi desconfianza
visualizarse en los calendarios, en los horarios de ferrocarril hacia. las garantías que ofrecen los científicos al servicio del
yen los mapas. Estos artificios permiten coordinar tiempo y Estado: todos ellos son ejemplos de la manera en que el co-
espacio sin referencia alguna a nociones de lugar: son me- nocimiento técnico se reconstituye rutinariamente en la
dios abstractos de ordenar la actividad social. Recordar un modernidad.é
cumpleaños no exige la presencia inmediata de la persona 3 En este punto Giddens se aparta de los análisis de Habermas que he-
en cueetión. El uso de calendarios nos ayuda a estar infor- mos visto anteriormente. Habermas sostiene que las culturas expertas se

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En su breve discusión acerca del maquillaje cultural de acompañan de procesos de fragmentación. Como afirma
los periódicos, Giddens (1991, págs. 24-7) reconoce explíci- Giddens (1991, pág. 188), el acto de leer un periódico puede.
tamente el papel que desempeñan los medios técnicos. Fue en un nivel, comunicarnos temas relacionados con la gleba-
la invención del telégrafo lo que permitió que los antiguos lización, pero en otro nivel, dada la gran cantidad de noti-
periódicos disociaran el espacio de las nociones de lugar. cias impresas disponibles, supone la selección consciente de
Hasta ese momento, el contenido de la prensa estaba deter- ciertos modos de información con preferencia a otros. La
minado por la circunstancia de que los asuntos estuvieran o insistencia de McLuhan en las consecuencias unificatorias
no a mano. La capacidad del telégrafo de desarraigar la in- de la tecnologia de las comunicaciones y la relativa irre-
formación de la localización social hizo que los contenidos levancia de los sentidos que contribuyen a generar, lo llevan
de los medios estuvieran menos determinados por la proxi- a pasar por alto este punto.
midad en el espacio y en el tiempo, y los periódicos se subor- En otros aspectos, las observaciones de Giddens sugie-
dinasen mucho más a los eventos. La transformación provo- ren criticas a McLuhan semejantes a las formuladas por
cada por el medio técnico del telégrafo alteró la naturaleza Goody. Para Goody y Giddens, las culturas orales están co-
de los periódicos. Giddens sigue notoriamente a McLuhan mo atrapadas por formas de vida que integran la organiza-
cuando sostiene que la reestructuración de tiempo y espacio ción temporal y espacial de la aldea. Goody piensa que la
permite que sucesos lejanos pasen a ser parte de la vida introducción de la escritura hace posible la reflexión critica,
cotidiana, y hace que el contenido de los medios modernos mientras que, para Giddens, su efecto es similar en la medi-
se transforme con un efecto de colage. da en que contribuye al distanciamiento en tiempo y espa-
El influjo de largo plazo de los cambiantes contornos de cio. Eso permite que la producción de conocimiento pueda
la modernidad tiene efectos tanto de unificación como de aislarse de la reinterpretación de los códigos y las prácticas
fragmentación. Por ejemplo, el carácter de mosaico que pre- tradicionales. El divorcio del tiempo /espacio respecto del
senta el periódico fortalece la idea de que la humanidad lugar, y la apropiación critica del conocimiento de la tradi-
comparte un mismo mundo, al tiempo que nos hace tomar ción, crean las condiciones para la naturaleza reflexiva de la
conciencia de su diversidad. Una vez más, con una orienta- modernidad. Ya vimos que la rutina que se desgaja de las
ción muy parecida a la de McLuhan, Giddens sostiene que formas del saber experto contribuye a mantener prácticas
la implosión de las formas globales de vida fortalece la idea críticas. Dice Giddens: «En todas las culturas, las prácticas
de que los seres humanos comparten hoy gran número de sociales son alteradas de manera rutinaria por los descubri-
oportunidades y de problemas. Ahora bien, estoy de acuerdo mientos continuos que las alimentan. Pero sólo en la era de
con Giddens en que las fuerzas sociales de unificación se la modernidad, la revisión de la convención se radicaliza
hasta aplicarse (en principio) a todos los aspectos de la vida
separan poco a poco de un mundo de vida culturalmente empobrecido, en humana» (1990, págs. 38-9).
tanto que Giddens sugiere que los sistemas expertos se asimilan como ru- El arco reflexivo de la modernidad anuncia un mundo en
tinas en las prácticas cotidianas. Estas dos formas de ver no necesaria- el que en definitiva nada es firme ni está exento de cues-
mente son irreconciliables, y reflejan las dos características importantes tionamiento, incluida la razón. La reflexividad, o la modifi-
de la experiencia moderna. Si consideráramos un problema como el del
sida, Giddens señalaría el hecho de que la mayor parte de las personas
cación de la acción humana a la luz de un nuevo saber, está
sabe que la actividad sexual en la modernidad encierra diferentes grados profundamente inscripta en las instituciones modernas.
de riesgo. Al tomar decisiones basadas en una información, o no tan infor- Una vez más habría que cuestionar la lectura reactiva que
madas, recurriremos al llamado consejo experto, que proviene de los mé- McLuhan hace del derrumbe de la tradición, y el cuasi
dicos, 108 medios, los activistas gays y lesbianas, etc. Un enfoque más ha- regreso de esta bajo las formas electrónicas de comunica-
bermasiano señalaría la distorsión que la acción del poder y el dinero ha
introducido en la discusión mundial acerca del sida. Por ejemplo, muchos
ción. Los nuevos medios de la comunicación masiva no han
periódicos populares hacen circular historias sensacionalistas que exclu- devuelto sociedades modernas a la forma de racionalidad
yen formas más amplias de debate racional. palpable en la aldea premoderna. En este aspecto, su obra

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es irremediablemente errónea. McLuhan está en lo cierto participación de la audiencia. Eso permite que en contextos
cuando sostiene que los medios constituyen formas nuevas radicalmente distintos del de los Estados Unidos los espec-
de compromiso y conexión espacial, pero comete un error tadores se vean ante el debate de temas que en su propio
radical cuando no establece la conexión entre los medios contexto nacional acaso se manejen de manera más represi-
culturales y el cuestionamiento reflexivo. Podemos, pues, va. La recontextualización de «lo que constituye una rela-
sostener, siguiendo a Giddens, que uno de los mecanismos ción sana» en parte arranca esas cuestiones de las manos de
básicos que han puesto a nuestro alcance un saber nuevo los organismos profesionales y las abre a la reflexión públi-
fue el elemento de la comunicación masiva. Distintos me- ca. Con todo, el problema principal que plantean estos aná-
dios de comunicación han inundado la vida de las audien- lisis es que los desvelos por los servicios que los medios téc-
cias con perspectivas que fueron segregadas de sus locali- nicos acaso presten para democratizar la reflexividad en la
zaciones previas en el espacio y en el tiempo. El examen crí- modernidad se disocian demasiado de la calidad de los diá-
tico de las prácticas sociales existentes se relaciona sin duda logos que se producen en las sesiones de talk show. Como he
con las redes de comunicación por donde circulan formas señalado, la necesidad de capturar porcentajes de audiencia
perfeccionadas de saber. Así, las nociones de crítica cultural puede llevar a que esos diálogos terminen colonizados por
tienen, para Goody y para Giddens, una íntima conexión los valores de una producción brillante y elementos de efec-
con los medios técnicos de comunicación. Los medios cultu- tismo y sorpresa. Estos aspectos exceden los intereses del
rales funcionan al mismo tiempo como artificios de almace- presente capítulo, pero parece manifiesto que si los medios
namiento y como instrumentos para relocalizar informa- técnicos han tenido cierto efecto dsmocratizador, no pueden
ción en el tiempo y el espacio. garantizar por sí elevados niveles de debate. Esto no equi-
Estas perspectivas implican que los medios técnicos han vale a negar la relevancia de las observaciones de Goody y
desempeñado un papel importante en contribuir a la pro- Giddens, aunque es esencial para los propósitos de este li-
moción de una cultura más reflexiva dentro de la moderni- bro sostener que la cultura semiótica de la que no puede
dad. Para dar un ejemplo de ello, los talk shows estadouni- prescindir una reconsideración crítica de la vida social se
denses suelen centrarse en algunos de los aspectos más ín- debe someter a ciertas consideraciones normativas.
timos de la vida moderna. Ya sea que se hable del abuso de Goody y Giddens, al igual que McLuhan e Innis, hacen
niños, de la falta de aseo de la pareja o de las relaciones en- de la evolución de los sistemas comunicativos una elemento
tre distintas razas, tienen la función de contribuir a dar a central para comprender el desarrollo de las sociedades mo-
conocer una serie de temas sociales que hasta hace poco es- dernas. Yo sostendría que el desarrollo de los medios de co-
taban defendidos de la mirada pública. Si bien esos temas municación está estrechamente vinculado al nacimiento y
suelen ser tratados de manera sensacionalista (en los Esta- la caída de la sociedad de masas. La declinación de la socie-
dos Unidos, la intensa competencia entre las redes hace que dad de masas ha sido asociada recientemente con algunos
se emplee gran variedad de medios para retener a la au- cambios culturales que se verifican en la sociedad de pos-
diencia), esos talk shows han recontextualizado las relacio- guerra. Ellos incluyen el cambio en las prácticas laborales,
nes entre lo público y lo privado. El hecho de que esos pro- la declinación de los partidos políticos tradicionales, el debi-
gramas puedan ser conservados en grabaciones de video litamiento de las tradiciones nacionales y la alteración de la
permite que los investigadores conozcan la forma en que se estructura de la familia. El cambio en la naturaleza de los
presentan la sexualidad y la raza. Por supuesto, eso sería medios técnicos, según nos lo ha mostrado McLuhan, tam-
dificil si pudiéramos ver el programa solamente una vez. La bién tiene consecuencias para ciertas relaciones culturales.
naturaleza transportable de la cultura en un mercado tele- El grado de integración cultural experimentado por las so-
visivo mundial hace que esos programas puedan ser vistos ciedades occidentales de comienzos del siglo XX se suele
por una vasta audiencia. Como señala Giddens, los talk contraponer al presente, más fragmentado. El carácter cen-
shows presentan una mezcla popular de opinión experta y tralizado y nacional de los sistemas de comunicación que

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acompañaron al surgimiento de los Estados nacionales se nada del papel de los medios masivos en la configuración de
pone de manifiesto en la integración de los ciudadanos en las sociedades modernas tomará en cuenta a los medio!
estructuras verticales. El cambio del centro de gravedad de como portadores, según lo demuestran Goody, Giddens y
las estructuras de comunicación ha influido en consonancia McLuhan. Pero el punto en que McLuhan y, para el caso,
sobre las subjetividades que hoy son manifiestas. La apari- Innis, yerran es en su afán de ocuparse de la tecnología en
ción de los sistemas de emisión por cable, por satélite y me- detrimento del problema de la intersección del sentido y las
diante otras formas más globales, el rápido surgimiento de instituciones. Nuestro análisis sugeriría que la teoría de los
un heterogéneo mercado de revistas, la comercialización de medios debiera procurar mantener la tensión entre niveles
las ondas de aire y el aumento del número de hogares que de análisis distintos aunque relacionados entre sí.
disponen de equipo de video han modificado el eje de la pro-
ducción cultural. Ahora los consumidores tienen posibilida-
des mucho más amplias de elección y de control sobre las Más observaciones críticas
formas culturales que desean comprar. Ello les ha permiti-
do escapar de las formas tradicionales de producción cultu- Hasta ahora, las ideas de Marshall McLuhan han sido
ral y solazarse con una variedad de material semiótico que acogídas con una actitud de relativa adhesión. No obstante,
no tiene precedentes. Los desarrollos en tecnologías mediá- mi intención no es resucitar la obra de McLuhan sin una
ticas no sólo han fragmentado la audiencia, sino que han consideración crítica algo más vigorosa. Una valoración
puesto límites al grado en que los medios de comunicación apropiada de la obra de McLuhan en relación con los estu-
pueden ser utilizados para la manipulación y el control na- dios de la comunicación masiva debe reconocer por lo menos
cionales. Como en la actualidad las redes de comunicación otros cuatro niveles de crítica: 1) sus equivocadas reflexio-
superan la capacidad que los Estados tienen para gobernar nes acerca de la naturaleza del tiempo y del espacio; 2) la
el flujo de la información, esa circunstancia fija limites a la dialéctica entre la unificación y la fragmentación que es per-
imposición de una ideología desde arriba. Con todo, los sis- ceptible en los medios, y 3) los modos en que la tecnología
temas mediáticos siguen siendo en gran medida de carácter mediática pueden emplearse en estrategías de vigilancia.
nacional, y esta clase de argumentos supone erróneamente Por último, como preparación para un examen ulterior, me
que los sistemas comerciales no pueden ser igualmente em- referiré a 4) las consecuencias de las teorías de McLuhan
pleados con fines de adoctrinamiento. Lo que puede decirse para el futuro de un espacio especificamente público.
con mayor certeza es que la proliferación de productos me-
diáticos hace que esas estrategías sean más complejas que 1. En la concepción de McLuhan, la implosión del mundo
en los modos de comunicación anteriores. O sea, el derrum- a través de los medios de comunicación masiva ha destruido
be de los modelos sociales de integración más antiguos pue- el tiempo y el espacio como construcciones significativas. El
de relacionarse con los sistemas técnicos que en la actuali- tránsito de información ha desembocado en el derrumbe de
dad son accesibles a un sector más amplio de la población. todas las relaciones espaciales y temporales significativas.
Estas cuestiones nos hacen avanzar en la escritura de Tales observaciones son esencialistas y marcadamente exa-
una historia de la modernidad en función del desarrollo de geradas. Si nos proponemos considerar la noción de espacio
las tecnologías mediáticas. Este proyecto debiera evitar el sustentada por Mcl.uhan (aunque lo mismo podría argu-
determinismo tecnológíco manifiesto en los trabajos de In- mentarse en relación con el tiempo), la obra de Henri Lefeb-
nis y McLuhan, pero debiera también criticar las explicacio- vre (1991) ofrece algunos análisis pertinentes.
nes funcionalistas o marxistas que reducen las estructuras De acuerdo con Lefebvre, el espacio es el producto de
de las comunicaciones a otras formaciones. Convendria po- prácticas sociales tanto materiales cuanto símbélicas.t Po-
ner el mismo cuidado en no exagerar el poder de los medios 4 Lefebvre critica explícitamente a autores posestructuralistas como
de comunicación. Es cierto que una apreciación bien afi- Derrida y Barthes, quienes, según él, han reducido el espacio a una opera-

210 211
demos hablar de tres niveles diferentes de práctica espacial. formadores de los medios electrónicos. Lefebvre nos advier-
Primero están las prácticas que directamente conciernen a te además que por regla general las prácticas espaciales tie-
la producción y la reproducción de espacios especificos. En nen cierta persistencia en el tiempo. Ello sugiere que las
este aspecto, lo característico del Estado moderno está en observaciones de McLuhan acerca del fin del espacio no sólo
que habitualmente intenta regular el paso de los ciudada- son esencialistas, sino que también obran como un correcti-
nos a través de las fronteras mediante la observancia de vo para los autores posestructuralistas cuyo interés por las
ciertos criterios de ingreso. Esas prácticas colaboran en la formas híbridas -tengo presentes aquí algunas de las últi-
reproducción de determinadas ideas de ciudadanía de un mas observaciones de Hall- los ha llevado a descuidar la
modo relativamente duradero. Segundo, Lefebvre sostiene subsistencia de formaciones más sólidas. Es instructivo que
que ciertas representaciones del espacio se entretejen direc- continúe la producción de una prensa nacional especifica-
tamente con la producción de espacio. Las prácticas repre- mente localizable. Puede decirse que la práctica social de
sentacionales de la arquitectura contemporánea pueden comprar un periódico nacional expresa una identidad esta-
concebirse de esa manera. Mientras que, en una acción con- ble que liga espacio y tiempo. Además, según Lefebvre, al-
junta, el dinero (el capital) y el poder (el Estado) transfor- gunas de las transformaciones espaciales causadas por los
man constantemente el paisaje de la ciudad (práctica es- medios masivos pueden ser puestas en conexión con proce-
pacial), reposan a su vez en los dibujos y los proyectos de sos institucionales. Ello nos remite a un punto anterior: que
arquitectos para figurarse el modo en que lo pueden hacer. la aldea mundial tecnológicamente simulada no puede con-
Justamente, con respecto a la globalización de formas espe- cebirse al margen de una consideración de las relaciones so-
eíficamente occidentales de tecnología y práctica institucio- ciales dialécticas que al mismo tiempo han comercializado y
nal, Lefebvre sostiene que el capitalismo ha introducido lo privatizado el espacio público. Las preocupaciones más ma-
que él llama «espacio abstracto». El espacio abstracto está teriales de Lefebvre nos recuerdan que la transformación
gobernado por formas tecnológicas de razón y un impulso del espacio descansa en marcos de referencia de carácter
imperialista que aplasta formas de diferencia y alteridad. institucional antes que meramente tecnológicos. Por otra
David Harvey (1989) agrega que el eje espacial en las rela- parte, es dificil ver cómo la teoría de Lefebvre podría dejar
ciones entre capital y trabajo sigue siendo decisivo: la liqui- espacio a algunas de las capacidades de los medios técnicos
dez del capital ha llegado a dominar el espacio, pero el tra- que McLuhan señaladamente pone de relieve. El marco de
bajo, en la actualidad, organiza mejor la resistencia a través referencia materialista de Lefebvre enlazaría crudamente
de la localización. Por último, están los que Lefebvre llama con los intereses del capital la capacidad de la televisión de
los «espacios representacionales»: son complejas delimita- recontextualizar la información a través del tiempo y el es-
ciones simbólicas, como el arte, que mantienen una auto- pacio. Quizá nos situamos en un terreno teórico más firme
nomia relativa respecto de las relaciones de producción si sostenemos que la diseminación global de los medios elec-
dominantes. trónicos puede relacionarse con el desarrollo del capitalis-
Porío pronto, el análisis de Lefebvre al menos nos mues- mo, pero algunas de las consecuencias culturales potencia-
tra que existen distintos niveles de práctica espacial. Por das por estos procesos se entienden mejor como propiedades
obra de McLuhan, los niveles interrelacionados de un análi- de ciertos medios técnicos.
sis espacial habían hecho implosión sobre los efectos trans- Pero ¿qué ocurre con el hecho de que McLuhan presente
espacio y tiempo como formas instantáneas de comunica-
ción? Marjorie Ferguson (1990, 1991) ha señalado que la
ci6n metafórica del lenguaje. Ello crea un dualismo teórico entre el espacio apariencia de una comunicación inmediata puede actuar
físico y el espacio social. La transformación del espacio en un lenguaje que como una forma de manipulación ideológica que oscurece
debe ser leído prescinde de las formas en que el espacio se construye a tra-
'wésde las prácticas sociales. Esa ea la razón por la que Lefebvre pone tanto
las relaciones de selección que están en juego en la afirma-
'énfasis en la producción de espacio. ción de determinadas representaciones con preferencia a

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otras. Es, una vez más, el paradigma exclusivamente tecno- masiva producen un mundo sin extranjeros. Con ello quiere
lógico de McLuhan el que le impide producir reflexiones de decir que los nuevos medios, a diferencia de lo que ocurrie
carácter más social acerca de los medios masivos. En ese con el predominio de la cultura de la imprenta, tienen un
sentido, Ferguson señala que ciertas relaciones sociales de efecto democratizador porque el umbral de entrada es
producción de imagen pueden vincularse a la selección de menos jerárquico. Ello fortalece el sentimiento de que el
las imágenes y las representaciones de los otros. El Esta- mundo implosionado es un sitio de conexión íntima. Estas
do moderno, por ejemplo, realiza constantemente un segui- ideas han sido desarrolladas de una manera interesante
miento de la información que los medios masivos transmi- por Joshua Meyrowitz (1985). Para Meyrowitz, ver televi-
ten a los ciudadanos. Especialmente en épocas de intenso sión es un acto privado que no supone el nivel de compromi-
conflicto social, ello puede llevar a medidas de censura, re- so público que puede asociarse a la compra de un libro, un
presión efectiva o activo desaliento de la transmisión de in- disco o una revista. Sostiene, por ejemplo, que aunque la
formación delicada. Son todos casos pertinentes. Tal vez sea gente sea reacia a comprar una revista sobre travestismo,
preferible decir que los medios no han abolido el tiempo y el quizá tenga pocas reservas para ver un programa de televi-
espacio, sino que los han comprimido radicalmente. David sión acerca de ese tema. La televisión puede no profundizar
Harvey (1989) sostiene que la difusión global del capitalis- nuestra comprensión de toda una serie de formas de vida,
mo ha acelerado el proceso de la vida cotidiana a través de lo pero al menos ofrece una familiaridad superficial con otros
que él caracteriza como una compresión de tiempo y espa- que no comparten nuestros lugares sociales inmediatos.
cio. Este argumento debiera llevar a destacar, como lo hace Meyrowitz ve la televisión como una forma de comunicación
Harvey, el papel que desempeñan las instituciones en el pública que cruza una variedad de esferas sociales, y rede-
desarraigo de ciertas imágenes y ciertas impresiones, la fine, de ese modo, los límites de la interacción social. En
función que cumplen al transmitirlas a todo el mundo, sin realidad, la televisión difumina las relaciones de copresen-
que la nación o la localidad caigan presa de las limitaciones cia y distancia, y lo que Goffman (1971) llama regiones «de
inherentes a un paradigma tecnológico. Según he señalado, primer plano» y «de bambalinas». El hecho de que el minis-
sólo se podrá argüir que el espacio ha sido abolido cuando tro de un gobierno se tropiece con las palabras cuando se lo
los medios ya no se localicen dentro de redes espaciales rela- enfrenta a cuestiones referidas a un supuesto romance con
tivamente estables. Aunque el principal relato noticioso del su secretaria es consecuencia de ello: la televisión hace visi-
informativo de las seis puede provenir de cualquier parte ble la confusión del ministro en una forma que él más bien
del mundo, lo más probable es que se preste atención al habría reservado para contextos más privados. La posibili-
mundo occidental o, llegado el caso, a la nación. Además, a dad de ver esa turbación tiene un efecto demistificador so-
pesar de la declinación del poder culturalmente cohesionan- bre gente por lo demás poderosa, y nos recuerda que son
te de la nación, en el contexto europeo la mayor parte de los personas comunes, como nosotros. También el hecho de per-
programas de noticias se irradian dentro de los limites de cibir que los políticos son personas comunes puede ser rela-
los Estados, y las más de las veces reflejan sus preocupa- cionado con la tan comentada declinación del respeto entre
ciones particulares. Acerca de las relaciones de tiempo y los ciudadanos de las democracias occidentales. Por supues-
espacio, la comunicación instantánea no nos interesa tanto to, los políticos han de idear nuevas estrategias para enfren-
como la forma en que las matrices institucionales y tecno- tar sus relaciones más «visibles» con el público elector; se
lógicas se cruzan con la conservación o la destrucción de las prepararán intentos concertados de esconder las regiones
identidades locales, nacionales o globales (Schlesinger, posteriores mientras se buscan los medios para modificar
1991). las relaciones de distancia.
De acuerdo con Meyrowitz, la televisión no solamente re-
2. Una línea del razonamiento de McLuhan que merece formula las relaciones sociales entre la población y los poli-
que se la siga es la de que los medios de la comunicación ticos, sino también entre los hombres y las mujeres y entre

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los padres y los hijos. En armonía con la discusión que he- de fácil identificación. Las acciones comerciales han produ-
mos presentado, sostiene que el medio de la televisión ha cido una colonización del juego, la imaginación y la ficción
uníficado los distintos mundos sociales que antes separa- infantiles, mediante la integración de la estética y la pro-
ban los sexos y las sucesivas generaciones. La televisión ducción de mercancías. Por supuesto, las estrategias in-
verdaderamente ha demistificado la esfera pública del tra- tensivas de mercado suelen fracasar, o son resistidas tanto
bajo y la politica, de la que las mujeres tradicionalmente ha- por los niños cuanto por los padres. Pero el hecho de que ex-
bian sido excluidas. Históricamente se había empleado una plícitamente se tomen como blanco segmentos de audiencia
cultura de la imprenta de sello masculino para enmascarar debe llevarnos a concluir que es indispensable un marco de
esas áreas de la experiencia social, silenciando a las muje- análisis más dialéctico, que conceptualice los procesos de
res y aislándolas de hecho en el hogar. Del mismo modo, la unificación y de fragmentación, si se desea elaborar algunas
televisión ha dado a los níños acceso a un mundo adulto que de las ideas más fecundas de Marshall McLuhan. Lo que
antes era socialmente distante. Por lo común, los niños mi- Kline sostiene no es sólo que la televisión es empleada por
ran los melodramas que reflejan muchos de los problemas los niños como un medio para familiarizarse con el mundo
públicos y privados que los adultos enfrentan como parte de adulto, sino que los propios niños se han convertido en un
la vida cotidiana. Estas reflexiones se asemejan a las de importante segmento de mercado que las estrategias capi-
Postman (1982), quien afirma que la invención de la im- talistas utilizan para expandir un mercado del juguete fuer-
prenta produjo una estratificación de los adultos y los niños temente competitivo.
en alfabetos y analfabetos. Parte de los derechos del niño a
pasar a un mundo adulto se realizan en una progresiva fa- 3. Recientemente, algunos teóricos de la comunicación
miliaridad con el desarrollo de una cultura del libro. En la masiva han sugerido que las redes de comunícación hacen
concepción de Postman, esa situación se ha transformado que lo social se vuelva cada vez más visible. J. B. Thompson
con el medio técníco de la televisión, que propende a elimi- y Meyrowitz, siguiendo a McLuhan, creen que esos desarro-
nar la idea de un mundo adulto específico. Habitamos hoy llos han abierto la posibilidad de relaciones sociales más de-
en un mundo públicamente visible donde son pocos los te- mocráticas. No obstante, tales reflexiones contienen, a mi
mas de los que no se habla de manera abierta. juicio, un sustancial punto ciego en tanto no se refieren a
Las argumentaciones de Msyrowítz y Postman compar- cuestiones concernientes a la vigilancia. Las consideracio-
ten con las de McLuhan los mismos problemas del determi- nes que Thompson (1994) y Meyrowitz (1985) hacen de los
nismo tecnológico. Ambos sobrevaloran, como McLuhan, la riesgos y las oportunidades que encierra para los políticos
capacidad de la tecnologia para promover formas sociales de su visibilidad pública representan un interesante desarro-
unificación. Esto no equivale a decir que la televisión no llo de los argumentos de McLuhan acerca de la implosión.
haya tenido algunos de los efectos que Meyrowitz señala, Pero si bien McLuhan, Meyrowitz y Thompson prestan
pero sí indica que la televisión encuentra una representa- atención a los medios por los que se vuelven visibles las ac-
ción más apropiada en una dialéctica de la unificación y la ciones de los grupos dominantes, no tienen en cuenta las
fragmentación. Desde fines de la década de 1950, según formas en que pueden usarse las tecnologias de la comuni-
sostiene Stephen Kline (1993), los niños han sido el blanco cación para indagar las acciones de los menos poderosos. La
explícito de la propaganda televisiva de los fabricantes de obra de Michel Foucault podria resultar importante en este
juguetes. La comercialización de la cultura infantil se inten- punto, aunque indiscutiblemente es poco lo que tiene que
sificó a lo largo de la década de 1980 con programas televisi- decir acerca del desarrollo histórico de los sistemas de co-
vos que funcionaban cada vez más como anuncios de pro- municación.
ductos comerciales. Los intereses capitalistas han emplea- Foucault (1977) llama «poder disciplinario» a la particu-
do una amplia investigación psicológica, campañas de pro- lar forma de poder y de conocimiento que caracteriza a las
moción y estudios de mercado masivo a fin de crear rasgos instituciones modernas. En las sociedades premodernas,

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como el ancien régime, era el soberano el que se hacía visible pone que más campos de la vida social se vuelvan visibles y
en tanto que el pueblo súbdito, sobre el cual se ejercía el presentes, en lugar de invisibles y ausentes. Para volver a
poder, permanecía invisible. Se produce una señalada in- Foucault, si bien en las sociedades premodernas el ejercicio
versión de esa situación en lo que Foucault describe como la del poder puede haber sido visible, lo que permanecía invisi-
moderna sociedad carcelaria. En ella, los sujetos que han de ble eran las razones por las que se debían tomar determina-
ser disciplinados, observados y juzgados se vuelven más das decisiones y no otras. La tradición de la Ilustración de
visibles por obra del poder. Ahora es el propio poder el que la que Foucault desconfia tanto, procura, según el análisis
busca invisibilidad, en tanto que los que se transforman en de Bobbio, la justificación y el ejercicio públicamente abierto
el objeto de su control reaparecen gracias a la reorganiza- del poder que antes se mantenía secreto. En relación con los
ción del espacio institucionaL En los escenarios contempo- contextos modernos, Foucault tiende erróneamente a hacer
ráneos, el Estado se apoya en un refinado despliegue de vi- equivaler visibilidad con sujeción, antes que con formas de
gilancia tecnológica a fin de vigilar los cuerpos individuali- responsabilidad democrática. Foucault no se equivoca tanto
zados del público. El público se hace presente en tanto deja a propósito de la utilización del poder disciplinario como en
que un complejo aparato de vigilancia tecnológica registre relación con las posibilidades democráticas inauguradas
sus acciones, pero aquellos que hacen el seguimiento de sus por lo que Thompson (1994, pág. 41) llama escudriñamiento
cuerpos se mantienen ocultos a la mirada. Actividades tan global. Con ello quiere decir que el ejercicio del poder políti-
diversas como esperar en la fila de un banco, hacer compras co se desarrolla cada vez más en un escenario ID undial visi-
en un paseo o asistir a determinados acontecimientos de- ble. Los medios masivos de comunicación hacen que las ac-
portivos suponen habitualmente el seguimiento de la mul- ciones de los Estados despóticos, como la sofocación del mo-
titud. Estas consideraciones buscan persuadirnos de que, vimiento pro democrático chino, sean visibles para los ciu-
en general, las tecnologías de la comunicación no solamente dadanos del mundo.
producen la implosión de distintas esferas de la vida social, Con todo, yo diría que la explicación de Foucault ofrece
sino que también permiten escudriñar al menos poderoso. gran interés para los estudiosos de los medios. Por ejemplo,
¿Qué consecuencias traen estas consideraciones para la prensa popular suele emplear técnicas parecidas a las
una teoría social de las comunicaciones masivas? Podría formas de poder disciplinarias que Foucault describe. Gran
objetarse que, como la mayoría de los productos mediáticos parte del contenido de la prensa sensacionalista se relacio-
son consumidos en espacios privados relativamente cerra- na mucho con la vigilancia normalizadora de la vida priva-
dos, la actividad de la audiencia por lo común no es someti- da de la gente común, lo mismo que con los mecanismos de-
da al mecanismo que Foucault describe. También se puede mocráticos de publicidad. Aquí -a pesar de las argumenta-
comprobar -Foucault no lo hace--- que junto con la exten- ciones que suelen hacerse en su favor-, el hacer pública la
sión de la mirada normativa del Estado advienen ciertos identidad de las victimas de violaciones y de los familiares
derechos a la privacidad. Estos puntos de vista restringen de criminales, así como los informes, a menudo racistas, de
algunas de las afirmaciones más exageradas de Foucault y revueltas, guardan más relación con formas normalizado-
de sus seguidores acerca de la ubicuidad de la sociedad ras de poder que con el flujo democrático de opinión. La edi-
carcelaria. A ello pueden añadirse las reflexiones de Thomp- ción del periódico TIte Sun del 20 de octubre de 1993 ofrece
son, Meyrowitz y McLuhan en el sentido de que las formas dos ejemplos de esta índole. El primero corresponde a un
masivas de comunicación anuncian formas de vida más equipo encubierto de reporteros que descubrieron las llama-
democráticas. Norberto Bobbio (1987) ha sostenido, en coin- das fiestas de sexo salvaje celebradas por estudiantes uni-
cidencia con Foucault, que el poder moderno tiene como me- versitarios. El informe estaba destinado a proporcionar el
ta hacerse invisible. La naturaleza encubierta del poder escenario para una discusión acerca de la moda de las viola-
transgrede los conceptos democráticos de representación y ciones en los campus universitarios. El periódico no sólo
descentralización. Según Bobbio, la idea de democracia su- plantea erróneamente las cuestiones de sexualidad y poder

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que toda discusión documentada acerca del tema debe con- valores de una democracia racionaL La televisión, como me-
siderar, sino que ofrece una fantástica versión de estudian- dio visual, requiere el ejercicio de escasas habilidades para
tes con desvíos sexuales. La misma edición informaba que verla, y hace recaer el interés más en el estilo que en el con-
un cartero que había sido sorprendido por un fotógrafo tenido. Nuevamente, como lo ha observado Jenson (1990),
cuando arrojaba un ladrillo a una manifestación antirracis- el paradigma tecnológico que Postman ha heredado de
ta fue suspendido por sus patrones. Eso, según sostenía el McLuhan supone que el sentido de la televisión está deter-
informe, había sido consecuencia directa de la publicación minado por el medio de comunicación. Pero esto no quiere
que el periódico había hecho de la fotografia, y se invítaba a decir que no deba establecerse una relación entre las tecno-
los lectores a identificar a la persona en cuestión. Los dos logías de la comunicación y la esfera pública.
artículos ofrecen ejemplos del modo en que puede emplear- Creo que en gran medida las explicaciones de McLuhan
se la tecnología de la información para crear casos indivi- sobre la esfera pública están mal orientadas. Su análisis
duales de transgresión moral a fin de suscitar una amplia excluye explícitamente la importancia que en mi opinión
reprobación pública. Foucault diría que esos informes in- tiene establecer un vínculo entre los medios de comunica-
tentan imponer a la población normas regularizadas de con- ción y una cultura que promueva formas críticas de discu-
ducta, presentándole casos evídentes de una actividad des- sión y debate. Como McLuhan bien sabe, las formas electró-
viada. Estos ejemplos, escogidos al azar, demuestran con nicas de comunicación han modificado radicalmente la esfe-
certeza que, a pesar de las limitaciones de Foucault, un aná- ra pública. La mayor oferta de información y la aceleración
lisis de las prácticas normalizadoras no debe ser subsumido general de nuestra cultura han vuelto más problemática la
en una concepción que sólo reconozca como papel de los me- reflexión critica. El creciente vuelco a los que McLuhan de-
dios masivos el de servir a la democratización de la vida pú- fine como medios frias puede advertirse en el desarrollo del
blica. Una teoria más sustantiva de los medios públicos de- video, de los juegos de computadora y, finalmente, formas de
biera procurar tener en cuenta la capacidad que las tecnolo- televisión más interactivas. Ello no sólo modifica el equili-
gías de la comunicación tienen de originar una reflexión brio entre los que suministran información y la audiencia,
pública critica, al igual que los peligros manifiestos en los sino que tiene efectos individualizantes de más alcance, que
mecanismos de disciplinamiento. corroen los conceptos de lo público. Esos procesos traen con-
secuencias para las formas democráticas de la cultura pú-
4. La teoría de McLuhan nos llama la atención sobre blica. No basta con sostener, como hace McLuhan, que me-
el vínculo entre la tecnología de la información y la esfera dios como la televisión son democráticos porque son relati-
pública. La versión de la esfera pública esbozada por Haber- vamente descentralizados y admiten la participación. El
mas (1989) es el producto de una sociedad dominada por la concepto de democracia es una norma contextua1 comparti-
tecnología de la imprenta. La imprenta, según sostiene da que abarca una amplia gama de intereses. Por ejemplo,
McLuhan, promueve el espacio privado necesario para la toda cultura que se considere democrática está obligada a
reflexión individual y la formación de opinión. A la vez, las proporcionar una base institucional para una pluralidad de
formas electrónicas de comunicación eliminan el ámbito re- perspectivas y formas cuestionadoras de drama y debate.
flexivo crítico con la implosión de las esferas sociales y el Es por lo menos discutible que sean esos los intereses fun-
fomento de un espacio más interactivo. Sobre este punto, damentales de los que en la actualidad comercializan el
Postman (1985) ha interpretado las explicaciones de McLu- nuevo futuro interactivo.
han de manera algo conservadora. Postman está de acuerdo Recientemente Zygmunt Bauman (1993) ha propuesto
con McLuhan en que los medios electrónicos de comunica- el concepto de teleciudad para explicar algunos de esos cam-
ción han socavado el espacio público racionaL El mundo ló- bios. La teleciudad, según Bauman, está allí donde objetos y
gico de la imprenta ha sido desplazado por un medio -la te- sujetos aparecen solamente como formas de placer y de en-
levisión- que no está bien equipado para fortalecer los tretenimiento:

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«Los extranjeros pueden ser contemplados ahora abierta- dos de antemano contribuyan muy poco a cuestionar los
mente, sin temor... como los leones en el zoológico: todos los preconceptos de la audiencia: el público televisivo puede
estremecimientos y los hormigueos de la bestia rugiente sin volverse menos tolerante en relación con programas que
que los colmillos lleguen jamás a acercase a la piel. Puede normalmente no vería, y esto eliminaría de la cultura tele-
verse a los extranjeros cuando roban, se mutilan, se tiro- visiva los elementos de sorpresa y enfrentamiento.
tean y se aporrean entre sí (cosas que cabe esperar que los Estas proyecciones negativas atestiguarían el fin del es-
extranjeros hagan, por ser extranjeros) en la infinita repeti- pacio público y el fortalecimiento de una cultura atomizada
ción de los dramas criminales y policiales de la televisión. O del placer. Con todo, tales reflexiones no dejan de ser futu-
se los puede contemplar alegremente en pleno vuelo de sus ristas, y la multiplicación de los canales televisivos tiene
pasiones animales. 0, mejor aun, se los puede hacer cesar, consecuencias potencialmente positivas. En lugar de pro-
interpretar el libreto o poner fuera de acción con un mínimo mover la teleciudad -podríamos argumentar-, la nueva
movimiento del pulsador. Como objetos, están infinitamen- tecnología proporcionará diferentes especies de programa-
te cerca; pero, felizmente, están condenados a permanecer ción para sectores desdeñados de la audiencia. Asi como las
infinitamente alejados como sujetos de acción. En la teleciu- formas más baratas de la tecnologia (que hicieron posible
dad, los extranjeros están esterilizados y son seguros» (Bau- las revistas feministas, la prensa de los negros y otras publi-
man, 1993, pág. 178). caciones radicales) revolucionaron la producción de periódi-
cos y de revistas, la apertura de la televisión ofrecerá algo
La pantalla del televisor nos permite viajar sin dejar semejante. Si bien tales proyecciones son quizás excesiva-
nuestro hogar, pero su integración en las pautas del tiempo mente optimistas, sobre todo si se tiene en cuenta la limita-
libre privatizado significa que los sujetos modernos enfren- da circulación de las formas alternativas de cultura impre-
tarán una alteridad sólo si esta no plantea un sentimiento sa, es, como siempre, dificil predecir con cierto grado de cer-
serio de obligación. Aunque exagerado, porque es difícil teza los desarrollos futuros. Pero si no se aseguran con más
imaginar un futuro en el que los seres humanos ya no ten- energía los intereses públicos y comunicativos, mi lectura
gan entre sí sentimientos de obligación y de solidaridad, el optimista se vuelve dificil de mantener.
concepto de teleciudad pone de relieve algunas dinámices Aunque no me propongo defender las observaciones de
culturales de los futuros desarrollos tecnológicos de la reali- McLuhan acerca del derrumbe del espacio público, parece
dad virtual y la MeTV. En los dos casos, se eligen imágenes verosimil decir que la globalización de las redes de informa-
y representaciones que concuerden con los gustos y las pre- ción trae posibilidades y peligros nuevos para las culturas
ferencias del sujeto en cuanto a estilo de vida. El espacio democráticas. Por eso todo intento de repensar el espacio
abierto por la teleciudad se basa en el placer individual: un público debiera seguir poniendo el acento en el espacio (lo-
placer que permite al sujeto pasearse a lo largo de una va- cal, nacional, global). Si esas esferas han de modificarse, los
riedad de textos mediáticos sin condicionamientos. Es una dominios de los medios de comunicación, el contenido y la
disposición hacia los otros. Por ejemplo, la idea de MeTV, organización institucional de la cultura tendrán un papel
desarrollada actualmente en los Estados Unidos, proporcio- en ello. Aun cuando estas observaciones son incompletas, es
nará al receptor el poder tecnológico de elegir filmes, docu- claro que la obra de McLuhan sigue ofreciendo perspectivas
mentales y espectáculos cómicos en representación del es- desafiantes a los interesados en dibujar el mapa de nuestra
pectador. Por otra parte, este es un recurso útil para el cultura.
espectador que, ante la expectativa de una explosión de las
redes y los canales de televisión en la carretera informática,
se verá en dificultades para elegir con fundamento según
sus preferencias de programación. Pero las consecuencias
más negativas pueden ser que los programas selecciona-

222 223
Resumen 5. Las tormentas de Baudrillard
El análisis de McLuhan conserva su relevancia para la Posmodernidad, comunicación de masas e
actualidad porque introduce en los estudios mediáticos intercambio simbólico
cuestiones relacionadas con el espacio, el tiempo, la implo-
sión y la hibridez. Su obra, que nace del contexto de la teoria
social canadiense, a menudo fue desechada bajo la acu-
sación de determinismo tecnológico y conservadurismo po-
lítico. Estos argumentos se hincan analíticamente bien,
pero la bibliografía que los sostiene los ha sobrestimado. El El posmodernismo como campo heterogéneo
aporte de McLuhan, junto con el de Goody y Giddens, con-
serva su inspiración en tanto sostiene que los medios de co- Los temas que comúnmente se tratan bajo el título de
municación han desempeñado un papel central en el de- posmodernísmo son diversos y no se los puede conceptua-
sarrollo de la modernidad. Tanto Goody como Giddens, en lizar en un discurso unitario. Hasta esperariamos un credo
oposición a McLuhan, demuestran que existe una conexión filosófico que alertara contra el impulso autoritario implí-
entre ciertas capacidades técnicas de los medios culturales cito en el deseo de unificar y clasificar, sospechable tras los
y las formas reflexivas de compromiso caracteristicas de la intentos de fijar el campo intelectual. Con todo, aunque pre-
modernidad. La tesis de McLuhan de que hemos vuelto a senta variedad interna, el pos modernismo ha alcanzado
una condición característica de las sociedades orales se ha cierta coherencia en relación con ciertas cuestiones críticas.
considerado demasiado parcial y equívoca. En la sección fi- Se ha definido un campo de lucha sobre algunos temas de-
nal vimos que la obra de McLuhan contenía insuficiencias cisivos. Estos incluyen 1) el cuestionamiento de preocupa-
más sustanciales que las que aparecieron en las discusiones ciones filosóficas, como las de la objetividad y la función re-
anteriores. Si bien sus consideraciones sobre las ideas de es- ferencial del lenguaje; 2) la fragmentación de la subjetivi-
pacio y tiempo conservan su valor, se las debe complemen- dad moderna; 3) la preservación de la diferencia contra los
tar con un enfoque menos esencialista y con un mayor fun- afanes homogeneizadores; 4) el rechazo de las perspectivas
damento institucional. Además, los trabajos de McLuhan totalizadoras (evidentes en gran parte de las teorías socia-
sobre el influjo unificador y democratizante de las formas de les clásicas, como el marxismo) que intentan fijar una natu-
comunícación electrónica no pueden prescindir de la corres- raleza humana uníversal o un medio para apresar lo social
pondiente fragmentación cultural y la vigilancia. A despe- con un úníco modelo teórico; 5) la repulsa de concepciones
cho de las limitaciones del enfoque de McLuhan, los que sos- teleológicas de cambio social, y 6) el escepticísmo hacia toda
tienen que en el futuro habrá culturas más democráticas posición política utópica que prometa un final de las formas
tendrán que reconsiderar las implicaciones del cambiante sociales antagónicas. Tocaremos aquí todos esos temas. No
panorama tecnológico para el futuro de la esfera pública. debe sorprender, sin embargo, en vista de la amplitud de la
Ahora tenemos que ver mejor si esas nociones se han vuelto línea de enfrentamíentos, que los teóricos examinados res-
obsoletas con el desarrollo de la posmodernidad. pondan sólo de manera imperfecta a ese tipo ideal. Esto nos
previene contra intentos intelectuales perezosos -de los
que hay muchos casos- que o rechazan sin más las cuestío-
nes de la pos modernidad o no aciertan con las posiciones es-
pecificas ocupadas por sus principales antagonístas.
La más elaborada de las críticas posmodernas actuales
de la comunicación masiva es la ofrecida por Jean Baudri-
llard. Este autor se ha referído a la radical modificación de

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la experiencia de fines del siglo XX por obra del crecimiento do de interpretación es para Baudrillard parte del proble-
de las tecnologías de las comunicaciones, las modas pasaje- ma, no la solución.
ras, los parques temáticos, los graffiti y los estilos de vida
posindustriales. Para Baudrillard, el advenimiento de las
culturas del consumo cuestiona radicalmente las distincio-
nes que comúnmente se establecen entre arte elevado y arte Baudrillard, Althusser y Debord
inferior, lo profundo y lo superficial, la cultura y la mercan-
cía, el significante y el significado, y -un aspecto que inte- Las tres obras principales que han aparecido hasta aho-
resará mucho en la discusión ulterior- el concepto de nece- ra acerca de Baudrillard subrayan su afinidad con una serie
sidades humanas y las ofertas actuales del capitalismo de autores que incluye a Bataille, Marx, Mauss y Nietzsche
tardio. En relacíón con estos temas, la contribución de Bau- (Gane, 1991a, 1991b; Kellner, 1989). Estos autores consti-
drillard en el marco de las perspectivas teóricas de la inves- tuirán el trasfondo de mi discusión, aunque deseo poner el
tigación de la comunicación masiva ha procurado desarro- acento inicial en otra parte. Mientras enseñó en Nanterre
llar la obra de Marshall McLuhan. Pese a las evidentes di- (Francia) a fines de la década de 1960, Baudrillard colaboró
ferencias entre ambos, Baudrillard radicaliza los conceptos en un diario llamado Utopie, que ofrecía una mezcla de si-
de implosión y de comunicación instantánea, a la vez que di- tuacionismo y marxismo posestructuralista. Las dos figuras
rectamente se concentra en el medio de comunicación. Bau- más importantes en esos campos de la práctica teórica son
drillard destaca más la importancia del medio que la del Debord y Althusser. Es indispensable comprender a estos
mensaje. No comparte con McLuhan la lectura optimista de dos autores para valorar al primero y al segundo Baudri-
las nuevas formas globales de interconexión que la comuni- llard.
cacíón electrónica posibilita. La lectura, mucho más pesi- Las formulaciones iniciales de Baudrillard pueden leer-
mista, que Baudrillard hace de la situación, atribuye al se como un debate con el marxismo humanista y estructu-
torrente posmoderno de información la eliminación del su- ra!. En la escena intelectual francesa de fines de la década
jeto y, por tanto, la creación más de indiferencia que de par- de 1960, los empeños de Althusser dominaban esos debates.
ticipación. En el análisis de Ba udrillard, la cultura domi- Los rasgos característicos del marxismo de Althusser son el
nante de la posmodernidad carece de una inmanencia críti- rechazo del humanismo socialista y su precursor trabajo
ca y reclama sólo las formas más cínicas de compromiso. acerca del concepto de ideología. Para Althusser, el huma-
La exposición que sigue resituará cuidadosamente a nismo socialista, que provenía de la obra del joven Marx,
Baudrillard en su contexto intelectual; después, desde alli, era tanto esencialista cuanto teleológíco. Este dogma filo-
invertiré muchos de sus supuestos fundamentales. Pero sófico presentaba a la clase trabajadora como el sujeto pri-
primero consideremos algunas de las dificultades estilisti- vilegíado de la historia. La tarea que históricamente le era
cas que plantea al crítico la escritura de Baudrillard. Su asignada a ese sujeto era la de realizar, a través de la acción
actitud irónica y a menudo juguetona, evidente sobre todo revolucionaria, la naturaleza esencial de la especie huma-
en su últímo trabajo, hace que su obra no sea fácil de resu- na. El humanismo socialista era esencialista al punto de
mir. Eso, asociado a una política vanguardista, significa que sostener una definición fija de la naturaleza humana, y pri-
el discurso de Baudrillard procura escapar de su incorpora- vilegíaba epistemológícamente a la clase trabajadora. El gi-
ción en textos como el presente. Pero pese a la escasa sim- ro historicista de este esquema hegeliano impartió a la his-
patía que puedo sentir por la política de Baudrillard, mi es- toria una meta; la de superar la alienación y alcanzar la au-
trategía argumentativa propone que, para que el crítico torrealización de la clase obrera. En cambio, según sostiene
pueda responder a sus ataques teóricos, se deben poner en Althusser, los seres humanos no son agentes constitutivos
claro hermenéuticamente los contextos discursivos del me- que gobiernen una realidad en definitiva manipulable. En
dio del propio Baudrillard. Resta comprender que mi méto- realidad son sujetos socialmente constituidos que ocupan

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un sitio en una estructura social ya existente. El principal ma, medios de producción y producto final. Tal como el
error teórico del humanismo está en la creencia en que los obrero emplea su fuerza de trabajo para transformar la na-
seres humanos tienen una naturaleza que no está determi- turaleza en una mercancía, de igual modo el teórico aplica
nada por prácticas sociales existentes (Althusser, 1977). la ciencia marxista a una combinación de conceptos y de he-
Las reflexiones de Althusser sobre la ideología procuran chos a fin de producir conocimiento. La jerarquía científica
explicar el modo en que las sociedades capitalistas occiden- del marxismo se basa en los textos del Marx de la madurez,
tales reproducen las relaciones institucionales dominantes. que, como es sabido, depura su obra de categorías humanis-
La necesidad que el sistema económico tiene de fuerza de tas como las de necesidad, alíenación y ser genérico. Estas
trabajo es satisfecha fuera del modo de producción domi- afirmaciones son hoy muy poco populares, aun entre los crío
nante, principalmente en los aparatos ideológicos del Esta- ticos que simpatizan con él. Por ejemplo, Perry Anderson
do, como el sistema educativo, la familia y los medios. La (1980) ha sostenido que el funcionalismo estructural de Al-
fuerza de trabajo se reproduce en condiciones de someti- thusser hace que sea incapaz de tomar en cuenta nociones
miento ideológico. La ideología, de acuerdo con las propues- como la de lucha de clases. Como en su momento observó E.
tas de Althusser, convierte a los seres humanos en sujetos. P. Thompson (1978), las formulaciones de Althusser redu-
La ideología nos lleva a reconocernos erróneamente como cen la acción humana al nivel de las estructuras sociales
agentes que se determinan autónomamente, cuando en rea- pre-programadas. Los agentes pueden actuar en condicio-
lidad somos sujetos formados a través de procesos sociales y nes que no comprenden del todo o, según Marx, en condi-
psíquicos. Por consiguiente, la ideología no es el reflejo in- ciones que eligen, pero debe aceptarse, en especíal desde la
vertido de lo real, sino nuestra relación imaginaria o simbó- perspectiva marxista, que los seres humanos son capaces de
lica con nuestras comunes condiciones de existencia. La actuar de manera reflexiva y creadora para modificar sus
fuerza de Althusser reside en su insistencia en que la ideolo- condiciones sociales. Otros comentaristas, como Benton
gía está pre-reflexivamente enlazada con el funcionamiento (1984) y Elliott (1987), han señalado que la noción althusse-
del orden social dominante. Cuando contemplo la publici- riana de práctica teórica es autoritaria y circular. Sólo sabe-
dad del último modelo de pantalones Levi, soy interpelado mos que el marxismo es una ciencía porque Althusser nos lo
como consumidor individual con mis pasiones y deseos sin- dice, y la clase trabajadora efectivamente es reducida a ser
guiares. El efecto ideológico del anuncio no reside tanto en una victima cultural d~ sistema. Al margen de esos proble-
su contenido cultural específico sino más bien en su capaci- mas, la crítica que Althusser hace del humanismo y de la
dad de interpelarme de esa manera. La ideología no se liga ideología contribuyó a formar el clima intelectual del en-
tanto a la representación equivocada de lo real cuanto al frentamiento de Baud:rillard con el marxismo y con la teoría
proceso de reconocimiento equivocado que el sujeto enfren- cultural. El acento que Baudrillard pone en el descentra-
ta. No es falsa conciencia. Más bien, es una práctica mate- miento del sujeto, en la ideología y en la bancarrota del hu-
rial producida por el aparato ideológico de Estado. Así, el manismo parece tener allí sus raíces.
anuncio de Levi me llama como consumidor hedonista ano El análisis que Debord (1987) hace de la sociedad capita-
tes que como miembro colectivo de una clase social explota- lista dífiere marcadamente de la producción teórica profe-
da. Hace que piense que soy consumidor soberano y no el sional de Althusser. Debord fue miembro de la Internacio-
efecto de un proceso ideológico (Althusser, 1984). nal Situacionista (fundada en 1957), que procuró combinar
Llamativamente, pese a sus comentarios acerca de la la agitación del vanguardismo artístico con el marxismo.
falsa conciencía, Althusser desarrolla su tesis estableciendo Aqui el interés no se centraba en producir una práctica teó-
una rigurosa distinción entre la ciencia y la ideología. Divi- rica científica, sino en extender el análisis marxista de la
de la sociedad en cuatro prácticas fundamentales: económi- producción económica hasta abarcar la producción cultural
ca, política, ideológica y teórica. La práctica teórica, como y mediática. Se pone el acento en los escritos del joven Marx
práctica científica, tiene tres níveles distintos: materia pri- humanista. La propiedad privada de los medios de produc-

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ción era la ca usa originaria de la alienación del obrero res- portante es una cosa, tanto más se la oculta» (Debord, 1990.
pecto de sí mismo, de sus prójimos y del producto de su tra- págs. 13-4).
bajo. Al separarse del trabajo, la mercancia adquirió una
existencia objetivada, y así el obrero se alienó de su verda- Se ha logrado la abolición del conocimiento históríco me-
dero yo. Debord sostiene que la agudización de esos proce- diante una alianza global entre el capital, los gobiernos y los
sos no solamente alienó al obrero en lo público sino también profesionales de los medios. El mundo de los latiguillos, las
en lo privado. La mercantilización de los medios y de la cul- noticias al instante, las modas fluctuantes y los videos pop
tura produce imágenes y representaciones que tienen tam- de tres minutos ha erradicado nuestro sentido de la histo-
bién la apariencia de cosas. Las imágenes que vemos en los ria. La naturaleza inquieta y cambiante del discurso mediá-
noticieros televisivos todas las noches han cobrado una apa- tico sólo puede ocuparse en cuestiones de grave importancia
riencia autónoma que parece guardar escasa relación con la durante un par de segundos por vez antes de continuar. La
vida cotidiana. Es así como, diría Debord, pudimos ver las antigua esfera pública burguesa basada en la cultura de la
formas de bombardeo masivo mostradas durante la Guerra imprenta y en la interacción cara a cara ha sido reemplaza-
del Golfo con un efecto político al parecer igualmente redu- da por un discurso instantáneo unidireccional que no deja
cido. El problema es que el espectáculo infunde una apa- espacio a la réplica. La inexorable rapidez de los modernos
riencia de irrealidad a la miseria y al sufrimiento humanos. sistemas de comunicación es tal que el sujeto ya no es capaz
El espectáculo es ideológico porque las masas están di- de construir una versión estable del pasado. La historia y el
vorciadas de los medios de producción de imágenes y se las contexto social han desaparecido en el ruido blanco de la
obliga a una especie de pasividad estólida. Viven en una charla mediática. Debord sostiene convincentemente que la
confusión forzada que encubre las relaciones de poder que reificación y la fragmentación de lo social, añadidas a la de-
determinan las relaciones sociales existentes. A causa de la saparición del debate crítico y del conocimiento históríco,
ubicuidad del espectáculo, los situacionistas procuraron sirve a los intereses de clase del capital multinacional.
elaborar formas artísticas de rebelión que resistiesen su in- La polémica obra de Debord presenta muchas de las ca-
corporación al sistema dominante de producción de imáge- racterísticas de la de Baudrillard. Por el momento, deseo
nes. Ello abarcaba muchas técnicas de conmoción destina- llamar la atención acerca de dos similitudes. La primera es
das a despertar el espíritu revolucionario del pueblo. Exi- su común énfasis en el medio di' comunicación. Para Debord
gían que el arte fuera sacado de las galerías y estableciera y para Baudrillard, el calidoscópico caos manifiesto en la
una relación más reciproca con la vida cotidiana a través del miriada de canales y discursos mediáticos proporciona el
arte callejero, las campañas de carteles, la poesía mural y el escenario para el análisis de los medios. No obstante, Bau-
uso imaginativo de los graffiti (plant, 1992). drillard prescinde de conceptos tales como alienación y reifi-
En su trabajo más reciente, Debord (1990) ha extendido cación, a causa de su relación con las versiones más huma-
de manera fecunda el análisis con respecto al espacio y al nistas del marxismo. En cambio, toma de Debord el recono-
tiempo. Dice Debord: cimiento de que es más la forma que la sustancia de los
mensajes mediáticos lo que constituye un rasgo central de
«La primera prioridad del dominio del espectáculo fue erra- la modernidad. Tanto Debord como Baudrillard están pren-
dicar el conocimiento histórico en general; para empezar, dados de la explosión de voces que reclaman que se las escu-
toda información y todo comentario racionales acerca del che pero que no piden una respuesta. En segundo lugar, De-
pasado reciente. La prueba de ello es t.an notoria que casi no bord y Baudrillard están ambos en favor de una estrategia
necesita de más explicación. Con consumada habilidad, el política vanguardista. Esta huye de los intentos políticos or-
espectáculo organiza la ignorancia acerca de lo que está en todoxos de construir pacientes alianzas políticas para bus-
vias de ocurrir e, inmediatamente después, el olvido de lo car estrategias más polémicas y explosivas. El último traba-
que no obstante se pudo haber entendido. Cuanto más im- jo de Baudrillard no busca complicidad con el lector sino que

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más bien golpea y se burla de lo que considera credos hu- «sistema de objeto I signo» (Baudrillard, 1988a, pág. 23).
manistas ingenuos. Baudrillard sostiene que antes de qué los bienes (objetos)
puedan ser consumidos, deben convertirse en signos. Elsig-
nificado de los objetos se establece a través de la organiza-
ción de signos en códigos. Sólo a través de esos códigos lle-
Posmodernismo, intercambio simbólico y gan los seres humanos a tomar conciencia de su sentido de
marxismo si y de sus necesidades. Los códigos están a su vez jerárqui-
camente ordenados, empleándoselos para significar distin-
En esta sección me propongo concentrarme en los que ciones de condición social y de prestigio. Como dice Baudri-
considero que son los principales temas de la obra teórica de llard, «una necesidad no es una necesidad de un objeto par-
Baudrillard. Pienso, siguiendo a Kellner (1989), que es útil ticular cuanto una "necesidad" de diferencia (el deseo de
distribuir la obra de Baudrillard en dos fases diferentes significado social), y sólo entonces entenderemos que la sa-
pero relacionadas entre sí. La primera comprende la provo- tisfacción nunca puede ser colmada, y, consiguientemente,
cativa crítica de Baudrillard al marxismo y sus considera- que nunca puede haber una definición de las necesidades»
ciones referidas al desarrollo de la sociedad de consumo. (Baudrillard, 1988a, pág. 45).
Aquí la influencia de Althusser es la más fuerte, aunque El objeto no es consumido por un sujeto cuyas necesida-
Baudrillard reelabora, de una manera interesante, algunos des estén fijadas por una naturaleza humana universal o
de sus supuestos centrales. Después de la producción de In- por la biologia. El consumo -si se sigue el argumento-
tercambio simbólico y muerte (1993a, publicado primera- tampoco es resultado del deseo preconstituido de un objeto
mente en 1976), Baudrillard poco a poco llega a abandonar por un sujeto sin inserción. Los bienes sociales no son con-
el análisis crítico marxista. Es a partir de ese momento sumidos para satisfacer necesidades preexistentes sino pa-
cuando los temas de la implosión, la simulación, los medios ra significar distinciones sociales. Esta explicación necesa-
masivos, las estrategias fatales y el intercambio simbólico riamente vuelve obsoletas las formulaciones críticas sobre
comienzan a desplazar a las categorías teóricas más tradi- necesidades reales y falsas, y sobre necesidades primarias y
cionales. Baudrillard, mediante un análisis más explícita- secundarias. En la teoría marxista, esas categorías binarias
mente posindustrial, sostiene que las relaciones reales de producen una forma del dualismo del sujeto y el objeto y,
producción y de consumo han sido reemplazadas por un sis- además, una noción del sujeto que por una parte es cultural
tema de signos. y por otra biológica (Baudrillard, 1981a, pág. 68). Estos
Las raíces del giro de Baudrillard hacia el análisis de los dualismos filosóficos y los desacreditados humanismos son
signos pueden encontrarse en sus dos primeras publicacio- sustituidos por un análisis de acuerdo con el cual las necesi-
nes, El sistema de objetos y Sociedad de consumo. 1 De dades humanas son efecto del sistema social. Baudrillard
acuerdo con Baudrillard, el advenimiento de la sociedad de sigue, pues, a Althusser cuando sostiene que el sujeto se
consumo exige una reconstrucción radical de la teoría crí- constituye a través de clasificaciones sociales y procesos
tica. La sociedad de consumo efectivamente ha desplazado ideológicos. Pero, a diferencia de Althusser, en Baudrillard
categorías morales como las basadas en el respeto y el aho- el principal aparato ideológico es el capitalismo consumista,
rro, y las ha reemplazado por la búsqueda hedonista de sa- el cual opera como una forma de control social. Primera-
tisfacciones. Pero si bien el mercado tiene cierto efecto de- mente, las distinciones clasificatorias vinculadas a los ob-
mocratizador, sirve también para instituir nuevas barreras jetos tienen en el consumidor una influencia atomizadora.
de exclusión social a través de lo que Baudrillard llama el Si volvemos al anterior ejemplo del individuo convertido en
sujeto por la propaganda televisiva, Baudrillard sostendría
que el discurso codificado que se aplica al producto no tie-
1 Estas obras todavía no han sido traducidas [al inglés] enteras. Me baso
aquí en las selecciones contenidas en Baudrillard (1988a). ne relación con la realidad. Mark Poster (1994, pág. 178)

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sostiene que para Baudrillard «el lenguaje se vuelve in- contemporánea ha abolido la distinción entre el significante
teligible sólo desde el punto de vista de su estructura; por y el significado, o entre lo real y lo simbólico. No hay ya una
tanto, el lenguaje constituye al sujeto, y no inversamente». realidad extradiscursiva que podamos suponer representa-
En otro lugar, Poster (1990) afirma que, según Baudrillard, da concretamente por el lenguaje. Las prácticas lingüísticas
las propagandas televisivas colaboran en la configuración no reflejan lo real, sino que lo constituyen activamente.
de un nuevo lenguaje y, en consecuencia, en la de las nuevas Hasta ahi, todo está bien. El problema está en el supuesto
posiciones de sujeto. Si el anuncio presenta a un joven ves- implícito del marxismo de que esas prácticas pueden tex-
tido con un par de pantalones Levi, podría decirse que su tualizar adecuadamente el dominio de la economía política.
finalidad es la de asociar el producto con la juventud, la se- Ese supuesto resulta ahora discutible, dado que el lenguaje
xualidad, la masculinidad y la conciencia de la moda. Para no remite a una realidad objetiva. Lo que el marxismo real-
Baudrillard, no tiene mucho sentido sostener que las aso- mente produce es una versión de la sociedad humana poten-
ciaciones simbólicas de los pantalones vaqueros son expre- cial e histórica, que está sobredeterminada por el código de
sión de necesidades falsas o inauténticas. Más bien, el aná- la economía política. Baudrillard sostiene que el código sim-
lisis crítico debiera investigar las connotaciones culturales bólico del marxismo establece como identidad primaria de
instituidas en el anuncio. El efecto ideológico del anuncio hombres y mujeres la identidad de productor. En esta cons-
reside en la manera en que se articulan distinciones cultu- trucción social, la gente sólo haría el amor con el propósito
rales y en su destinación a los consumidores como sujetos de producir niños, no para darse placer o para establecer
autónomos. La otra forma en que la sociedad de consumo una intimidad. Así, aunque Marx presenta una teoría de la
mantiene las relaciones de dominación es a través de la producción económica, no puede explicar las prácticas socia-
privatización del público consumidor. Baudrillard sostiene les que no reflejan la lógica de la producción. El propio len-
que los consumidores individuales de la cultura comercial guaje no es producido por unos y consumido por otros, sino
están separados los unos de los otros por prácticas privadas que se lo intercambia mediante prácticas sociales recípro-
de ocio. En este sentido, Baudrillard considera que la indole cas. La lógica totalizadora del marxismo se acentúa particu-
aislada de la práctica de ver televisión hace dificil imaginar larmente en su consideración de sociedades históricas dis-
formas colectivas de resistencia contra la: publicidad televi- tintas del capitalismo. El código simbólico originado por el
siva. El sistema es presa de la contradicción fundamental materialismo histórico presupone qu~ la semiautónoma
de tener que producir sujetos consumidores individuales y esfera de la producción económica tiene en otras sociedades
fomentar no obstante formas de control burocrático para similar grado de separación. El sesgo etnocéntrico de la lla-
asegurar que los ciudadanos cumplan con sus obligaciones mada teoría crítica encubre el hecho de que la economía
fiscales. Si bien Baudrillard no desarrolla este aspecto, su suele ínsertarse en lo profundo del mundo de vida cultural.
crítica es lo suficientemente dialéctica, en este punto, para Esta idea, que fue popular en la izquierda francesa de la dé-
estimar que la sociedad de consumo está cargada de contra- cada de 1960 (Castoriadis, 1987), sostiene que el cientificis-
dicción y conflicto sistémicos. mo del marxismo lo ciega respecto de sus propios prejuicios
Pasemos ahora al intento más ajustado de Baudrillard culturales, que reproyecta sobre otras sociedades.
de formular una crítica del legado histórico del marxismo. A lo que llama «la revolución del signo», Baudrillard le
En El espejo de la producción (1975) sostiene que el marxis- concede la misma importancia que a la revolución de la eco-
mo reproduce un imaginario social que refleja al del capita- nomía política. Tanto el marxismo cuanto los defensores del
lismo. La importancia atribuida a la politica económica omi- capitalismo tienden a subordinar una serie de actividades a
te teorizar nociones sobre la significación; es etnocéntrica las económicas, y producen códigos normativos de actividad
en su forma de comprender otras sociedades, y reduce las correcta. A consecuencia de ello, el marxismo no ha sido ca-
prácticas sociales a prácticas productivas. El punto de par- paz de vincularse a emergentes luchas sociales que son pri-
tida de Baudrillard es que el giro lingüístico de la filosofía mariamente de carácter simbólico. La cuestión política más

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urgente de fines del siglo XX no es la explotación económica que el marxismo representa de manera inadecuada deter-
del proletariado, sino la imposición de un código dominante minadas luchas sociales, el intercambio lingúístico o la his-
único. El feminismo y la política negra no se interesan tanto toria. Esto es, Baudrillard sigue suponiendo que el lenguaje
en la socialización de los medios de producción cuanto en la puede trazar el mapa de lo real. Lamentablemente, resuel-
destrucción del predominio ideológico de los hombres blan- ve esta dificultad dando más fuerza a su afirmación de que
cos, heterosexuales. La tendencia del marxismo a reducir lo real y el signo han implosionado hoy en lo simbólico. Tal
esas cuestiones a la acción de una base material refuerza un como el inconsciente no existiría sin el freudismo, el marxis-
código etnocéntrico y masculinista. Además, el predominio mo produce simbólicamente el proletariado. El lenguaje, se-
cultural del marxismo en los movimientos obreros promue- gún concluye confiadamente Baudrillard, no tiene referen-
ve al rango de valor el signo mismo de su propia esclavitud. te, y produce lo real.
Esto es, la ecuación capitalista del trabajador como reduc- Estas ideas son desarrolladas en Intercambio simbólico
tible a su fuerza de trabajo se refleja en la primacía que el y muerte (1993a). Si bien el modo de producción ha sido un
marxismo concede al trabajo. Para los marxistas, el traba- punto de referencia del pensamiento crítico, Baudrillard
jo no es solamente el sitio de la opresión sino la actividad afirma resueltamente que eso es cosa del pasado. Anterior-
esencial que llegará a definir a un ser humano más liberado mente, su pensamiento había dejado entrever la posibilidad
en el futuro. de repensar las conexiones entre una economía política de
La critica que Baudrillard dirige al productivismo mar- la cultura y las relaciones estructurales de consumo. Esa
xista tiene muchos paralelos en la Nueva Izquierda. Auto- modalidad de análisis ha sido eliminada por la afirmación
res tan distintos como Williams, Gorz y Habermas han criti- de Baudrillard de que el signo se ha emancipado ahora de
cado ciertas versiones de la teoría marxista por reproducir todo sistema de referencia. Nos propone, antes que exami-
el predominio de la razón económica. Estos autores han sos- nar las relaciones entre producción y consumo, lo económico
tenido que para revitalizar una teoría crítica habría que y lo cultural, y lo material y lo simbólico, concentrarnos en
procurar socializar algunos de los aspectos más destructi- el funcionamiento del código. En este sentido, el trabajo ya
vos del poder colonizador de la economía. Según sostienen, no es una forma de poder, sino un signo entre otros signos.
el acento que el marxismo pone en la productividad econó- Como señala Baudrillard: «la fuerza de trabajo es inicial-
mica instituye una versión particularmente empobrecida mente una condición, una estructura de obediencia a un
de las diversas capacidades de los seres humanos y no logra código» (1993a, pág. 12). El capitalismo ha pasado de una
precisar los límites culturales de las formas económicas de fase en la que el trabajo era objeto de explotación a una en
la razón. Inversamente, lo que caracteriza a la contribución que lo es de designación, comercialización y consumo. La
de Baudrillard no es su crítica de la racionalidad económica era de la producción concluyó en 1929 con el derrumbe de
sino su insistencia en el código. Las tesis de Baudrillard no Wall Street, y desde ese período en adelante, la producción y
son tanto un intento de volver a pensar las relaciones entre el consumo quedaron cautivos de una espiral fluida que no
las prácticas económicas, políticas y culturales -tal es el tiene por metas ni los beneficios ni las necesidades. Por tan-
caso de los autores antes mencionados-, como de mostrar to, el capitalismo no se refiere tanto a las relaciones sociales
que el análisis de los códigos culturales ha pasado a ser el materiales cuanto a los imperativos de ciertas formaciones
proyecto central de una teoría crítica. Ello enfrenta a la crí- identitarias indispensables para el funcionamiento del sis-
tica que Baudrillard dirige al marxismo con una dificultad. tema. Como el significante y el significado se han separado,
En su afirmación de que la teoría crítica debiera abandonar lo mismo ha ocurrido con la producción de mercancías, el
la tendencia del marxismo a reducir lo social al signo de la beneficio y los niveles salariales. El dinero se ha transfor-
economía política, da por sentado lo que dice negar. Si Bau- mado en un fenómeno especulativo que puede perderse en
drillard no puede establecer una separación teórica entre el mercados de intercambio o en mesas de ruleta sin significar
dominio de la teoría y el de la práctica, no puede sostener nada fuera de sí mismo.

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Por cierto, en este punto Baudrillard recoge algunos de una vez q.. lo lograron, se pusieron del lado de la burguesía
los rasgos del capitalismo contemporáneo. A través de la in- en contra de los divergentes y los marginados. Según Bau-
ternacionalización de los mercados de dinero, este ha pasa- drillard, la función más importante del interés del marxis-
do a ser un significante que fluctúa libremente. Quiero decir mo y del capitalismo por la economía política es que ejerce
con esto que la desregulación de los mercados de dinero ha un predominio simbólico sobre la vida y la muerte. Con ello
debilitado poco a poco el vinculo del capital con un sentido Baudrillard quiere decir que en la sociedad posindustrial,la
de lugar. Cuanto más se separa el dinero de los procesos rea- condición de trabajador productivo es significativa de ciuda-
les a los que solía referirse, en mayor grado se genera a tra- danía, donde la ley fundamental de la sociedad es el código
vés de opciones, tomas de fondos y futuros (Lash y Urry, de normalidad que busca ocupar «todos los intersticios de la
1994, pág. 292). Para Baudrillard, cuanto más se separa el vida» (Baudrillard, 1993a, pág. 34).
dinero de los principios de la economía política, tanto más se En un sistema aSÍ, la dominación deriva de ser excluido
transforma en un fenómeno indiferente. El dinero ya no se del código y de los procesos de intercambio de dones. La cla-
refiere a la circulación de las mercancías, sino que se refiere se obrera ocupa una posición ambivalente en la teoría de
esencialmente a sí mismo. Baudrillard porque ayuda a definir las concepciones nor-
No obstante, el problema que se plantea en Baudrillard mativas de la ciudadania a la vez que es dominada por las
es que hace a! capitalismo demasiado simbólico y no lo bas- formas de intercambio simbólico instituidas por el capita-
tante material. Por cierto, la producción de mercancías lismo. Baudrillard sigue a Mauss (1990) cuando sostiene
incluye ahora consideraciones significantes ausentes en las que el don es una forma de reciprocidad en la que está invo-
formas de producción masivas y más simplificadas. Pero lucrado el honor del dador y del receptor. Mauss estudia va-
Baudrillard lleva esta idea demasiado lejos. Las economías rias sociedades arcaicas (polinesia, Melanesia y el Noroeste
posindustriales producen objetos que son consumidos tanto de los Estados Unidos) donde el intercambio de bienes so-
materia! cuanto simbólicamente. El rasgo más saliente de ciales se liga a formas de obligación colectiva. Aunque son
mi tostadora no es su diseño sino su capacidad de tostar distintas desde el punto de vista cultural, todas estas socie-
pan. Si bien es cierto que el capitalismo tardio ha sido testi- dades presentan caracteres de intercambio recíproco o pot-
go de la proliferación de muchísimas tostadoras de diferente latch. La noción de potlatch tiene tres formas interrelacio-
diseño, cada una de ellas con un público distinto como blan- nadas de obligación social: dar, aceptar y devolver. Esta
co, este factor no prevalece sobre su empleo funcional. La cadena de reconocimiento mutuo vincula simbólicamente
mayor parte de los consumidores, diría yo, querrían más jerarquías de pequeña escala al crear relaciones de obliga-
bien que sus tostadoras funcionaran bien. Es posible hacer ción. Mauss observa que el jefe de una tribu reafirma su po-
remontar esta argumentación a las primeras observaciones sición con el acto de dar más de lo que puede devolverse.
de Baudrillard sobre las necesidades humanas. Si las nece- Otros miembros de la tribu tienen la obligación tanto de
sidades son suscitadas por distinciones de estilo de vida, en- aceptar como de devolver el don. Si alguno deja de hacerlo,
tonces Baudrillard tiene razón en que el código es lo más por lo común quiere decir que ese miembro particular de la
importante. Pero, según veremos más adelante, puede sos- comunidad pierde jerarquía y su condición de persona libre.
tenerse que los seres humanos tienen necesidades materia- El intercambio recíproco de dones es la práctica por la cual
les y simbólicas que no están enteramente determinadas se mantienen relaciones de solidaridad social. Ma uss afir-
por el sistema de distinciones culturales en el cual viven. ma que los procesos de intercambio simbólico proporciona-
Para Baudrillard, el problema que enfrentan los movi- rían a las modernas sociedades capitalistas formas orgáni-
mientos obreros en las economías posindustriales no es el cas de solidaridad que mediaran la fría abstracción del in-
del reemplazo del capital, sino el de su funcionamiento más tercambio de mercancías.é Baudrillard da a las ideas antro-
eficiente. Los trabajadores luchaban contra el capitalismo 2 Son evidentes las connotaciones durkheimianas de esta tesis. Mauas
para ganar la jerarquía de seres humanos «normales», y no presenta una crítica nostálgica como la que propone Baudrillard. Sos-

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pológicas de Mauss, en las que se basa, un sesgo a la vez gazas de pan son una relación unidireccional de poder. A di-
pesimista y nostálgico. El capitalismo no mantiene su domi- ferencia del intercambio desigual de dones, el código del ca-
nio sobre el trabajador por la explotación sino por el don de pital se basa en el aplazamiento de la muerte de sus traba-
un trabajo que no puede ser retribuido. En un lugar impor- jadores. Así, la dominación del código obliga a los ciudada-
tante de su obra, Baudrillard afirma que nos a trabajar y a consumir; ello sólo se puede evitar con la
muerte prematura o el suicidio violento. Como el capita-
«si la dominación nace porque el sistema conserva la exclu- lismo no puede ser materialmente derribado, el código do-
sividad del don sin devolución: el don del trabajo que sólo se minante sólo será desgastado por la negación simbólica del
puede retribuir por la destrucción o el sacrificio, si no por el principio de rendimiento (Baudrillard, 1993a, pág. 123).3
consumo, que es sólo una espiral del sistema de la gratifi- A través de su invocación de la muerte ritual, Baudri-
cación excedente; un don de medios y mensajes por los que, llard propone una estrategia como la de los situacionistas,
en razón del monopolio del código, no se permite dar nada que no pueda ser reincorporada al sistema." Abora estamos
en retribución; el don, dondequiera y en todo instante, de lo en condiciones de comprender por qué Baudrillard sugería
social, de la acción protectora, la seguridad, la gratificación que las masas se agolparan en el centro Beaubourg de París
y la solicitación de la forma social a la que nada tiene ya per- hasta que se hundiera bajo su peso. Baudrillard afirma que
mitido escapar, entonces la única solución es devolver el la auténtica cultura es «clandestinidad, seducción, inicia-
principio de su poder contra el sistema mismo: la imposibi- ción e intercambio de símbolos» (1982, págs. 3-13). La cultu-
lidad de responder o hacer retorsión. Desafiar al sistema ra oficial del Beaubourg rechaza esas cosas. Representa el
con un don al que 1W pueda responder salvo con su propio don que la cultura oficial (que siempre ha despreciado a la
derrumbe y muerte» (Baudrillard, 1993a, págs. 36-7; las gente común) hace a las masas. Como las masas no están en
bastardillas son del original). condiciones de retribuir ese don, el único lema revoluciona-
rio apropiado es HUNDIR EL BEAUBOURG. En otro lugar, Bau-
Esta cita extensa demuestra con evidencia el alejamiento drillard (1993a) celebra formas de graffíti que aparecieron
de Baudrillard del marxismo y destaca algunas de las orien- en Nueva York y que no tenían significado. Parece que le
taciones futuras de su teoría social. La relación entre el atrae esta forma de inscripción porque hace posible una res-
obrero y el capitalista no es ya una relación de explotación, puesta que se halla al margen de los modos de expresión ofi-
sino de intercambio desigual de dones. La dificultad de la cialmente aprobados. Los signos figurales trazados en las
teoría marxista es que los niveles salariales ya no se corres- paredes, que contravienen el significado, se resisten a su in-
ponden con los procesos de producción, de manera que el corporación en el mundo del arte burgués y permiten el in-
trabajo ha dejado de ser la fuente de todo valor. Por otra par- tercambio simbólico. Del mismo modo, su propia escritura
te, el hecho de que el trabajador no pueda retribuir el don realmente no propugna que las masas tomen posesión del
quiere decir que se lo coloca en una posición subordinada. Beaubourg; su objetivo es sugerir una lógica cultural más
Entenderemos lo que Baudrillard y Mauss intentan decir sutil. Por ejemplo, el principio de utilidad se ve socavado tam-
considerando el ejemplo de la caridad. Se puede afirmar que bién por la moda, cuyo breve ciclo de vida promueve una at-
la caridad es una forma de don unilateral que el receptor no mósfera de «juego y futilidad» (Baudrillard, 1993a, pág. 95).
puede pretender y por la que el donante no tiene obligación.
Según la distribución de valor, la caridad tiende a estigma- 3 Las observaciones de Baudrillard acerca de la muerte y el morir tienen
tizar al receptor y a elevar al dador. Así, el don del trabajo, mucho en común con la reciente obra de Zygmunt Bauman (1992b).
las imágenes de la televisión y las señales de radio o las ho- 4 Aunque, como señala Sadie Plant (1992), loa eituacionietae buscaban
presentar una crítica del espectáculo que condujera a la transformación de
las relaciones sociales reales. Además de eso, los situacionistas tenían ple-
tiene, en cambio. que las formas colectivas de solidaridad se fomentarían na esperanza en que sus acciones fueran reincorporadas al sistema. No es
suministrando seguros de desempleo y otras medidas de beneficencia. claro si puede decirse lo mismo de Baudrillard.

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Los ciclos de las nuevas mercancías, al igual que la prosa exageradas afirmaciones di Baudrillard respecto del código
misma de Baudrillard, nos recuerdan que nada dura, si anulan la posibilidad de que 118 den formas inmanentes de
bien todo tiene la posibilidad de ser revivido. La abolición crítica. Baudrillard sube.tima el que las sociedades contem-
constante de nuevas formas de música, libros, vestimen- poráneas estén divididas por racionalidades rivales. En este
ta, periódicos expresa un deseo reprimido de muerte. Este sentido, resulta dificil imaginar la manera en que Baudri-
deseo, que Baudrillard intenta reelaborar, se neutraliza llard explicaría movimientos socialistas, antimilitaristas,
porque se aplaza constantemente a través de una renova- feministas o ecologistas, que presentan alternativas a los
ción infinita que niega el intercambio. modos reificantes de pensamiento. Tradicionalmente, esos
Además de Mauss y Debord, también la recepción de Ba- intereses han procurado socavar las formas puramente
taille por Baudrillard influye en la posición de este (Baudri- calculadoras de la razón, mediante la construcción de rela-
llard, 1987a). Lo que Baudrillard toma de Bataille es la ne- ciones comunícativas de solidaridad con los otros. También
cesidad de resistir al principio de utilidad, introducido por han señalado algunos de los problemas sociales y existen-
la clase capitalista. En oposición a ese principio, compartido ciales decisivos que hoy enfrenta la humanídad. Con esto
por el marxismo en su interés por preservar el valor de uso, presente, sostendré más abajo que las polémicas discursi-
Bataille propone una crítica aristocrática bajo la forma de la vas de Baudrillard tienen más elementos en común con al-
noción de sacrificio. Bataille y Baudrillard abogan, pues, gunos aspectos de la Nueva Derecha que con los intentos de
por la subversión del capital a través de la lógica antiutilita- construir relaciones recíprocas contra la dominación.
ria del despilfarro, el sacrificio y la destrucción. Todas las En su trabajo más reciente, Baudrillard ha elaborado
revoluciones marxistas precedentes sencillamente han con- una estrategia simbólica distinta, centrada en lo que él lla-
tribuido a la expansión de las formas instrumentales de la ma la teoría fatal (Baudrillard, 1990a). Hay, según declara
razón. Baudrillard, enlazando a Bataille y a Mauss, propo- Baudrillard, dos especies fundamentales de teoría social.
ne una forma de intercambio que quiebre el dominio de la Está la teoría trivial, en la que los teóricos afirman ser capa-
lógica del capital, y plantea una economía moral alternati- ces de dominar y formular una representación estable de lo
va. Esta es una estrategia fundamentalmente nostálgica y social. La otra forma de teoría de que disponen los especia-
vanguardista, y Baudrillard no propone una reforma del ca- listas, sostiene con modestia Baudrillard, es la teoría fatal,
pitalismo en esos términos. La de él es la política del mar- que lleve su marca particular. La teoría fatal no es tanto un
gen permanente. En la eventualidad, sin duda improbable, método cuanto una actitud. Ba udrillard lo explica así: «el
de que un movimiento social asumiese sus reflexiones y objeto es considerado más astuto, más cíníco, más talentoso
diera lugar a la posibilidad de que se las incorpore en el que el sujeto a cuya espera está. Las metamorfosis, las
código dominante, seguro que Baudrillard haría sus male- trampas, las estrategias del objeto superan el entendimien-
tas teóricas y se iría. to del sujeto» (Baudrillard, 1990a, pág. 181). El paso aliado
En parte, una estrategia así es consecuencia necesaria del objeto y la desaparición del sujeto reflexivo son mani-
de la concepción de Baudrillard según la cual la lógica de la fieetos en su trabajo acerca de la cultura estadounidense
economía política produce conformismo en el nivel de la vi- (Baudrillard, 1988b). Una de las razones por las que críticos
da cotidiana. Una vez más, ello puede compararse negativa- marxistas como Kellner (1989) han reaccionado de manera
mente con las contribuciones de Habermas y de Williams. tan violenta contra Baudrillard está en que este parece eli-
Estos autores, si bien se interesaban en las formas de racío- minar todo rastro de sufrimiento, explotación, segregación
nalidad salientes en el capitalismo, percibían que el sistema racial y sexismo de la apreciación de la escena estadouni-
social contenía una lógica más emancipatoria. Ya fuese que dense. Gane (1991a), al presentar una imagen más positiva
esa lógica se encarnara en actos de habla, en la necesidad de de Baudrillard, sostiene que no es un ejercicio de hermenéu-
autonomía o en los movimientos sociales colectivos, la ma- tica profunda, sino un intento de decir algo sobre la cultura
nera de representar el sistema social era dialéctica. Las acerca de la cual escribe. Smart (1993) y Turner (l993a)

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coinciden con Gane, pero observan que Baudrillard pasa tiene «bien helado» (Baudrillard, 1993b, pág. 32). Si bien
por alto el lado oscuro de la cultura estadounidense e ignora una descripción así tiene cierta resonancia, también contra-
el dominio que ejerce en el mundo. Turner (1993a), desarro- dice llanamente la anterior afirmación de Baudrillard acer-
llando las observaciones anteriores de Gane, afirma que la ca de la implosión del sujeto en el objeto, puesto que lo que
experiencia del lector ante el texto de Baudrillard es seme- ahora Baudrillard parece decir es que mientras que el obje-
jante a la de un turista. En lugar de condenar a Baudrillard to va más rápido, el sujeto va más lento. Si ese es el caso, po-
por falto de seriedad, Turner sugiere que lo leamos como en- demos considerar las capacidades interpretativas del sujeto
carnación de una cultura de crucero y salto del canal: el lec- separadamente de las del objeto. Pero no importa: en la poé-
tor puede deslizarse por el texto de Baudrillard como un tu- tica teoría de Baudrillard, esa es sólo una contradicción en-
rista lo haría a través de un parque o un paseo de compras. tre muchas otras. Y, de todos modos, el universo de las co-
Es decir, Baudrillard omite la otra cara de los Estados Uni- municaciones está donde cada uno habla al mismo tiempo
dos porque desea sacudir al lector llevándolo a apreciar que sin que nadie se moleste en prestar atención. Por eso Bau-
las formas críticas de distancia han desaparecido. drillard, mientras camina por Nueva York, no puede ofre-
Según Baudrillard (1983), los sujetos ya no proyectan cerles a los críticos radicales que hay entre nosotros ningún
sus deseos en los objetos; antes bien, la distancia existente consuelo acerca de la situación de los pobres de la ciudad. El
entre ambos ha sufrido una implosión. En definitiva, los intento de hacerlo significaría sugerir que la crítica es aún
sujetos ocupan hoy un mundo en el que el flujo cultural de posible, que los sujetos tienen necesidades que no son satis-
información ha absorbido el espacio privado. Nuestros mo- fechas por el sistema, que podemos representar con exacti-
mentos más íntimos se hacen ritualmente públicos a través tud lo social y que después de todo el sujeto no está domina-
de las tecnologias mediáticas. Ya no hay temas que sean ta- do por el objeto.
búes: todo se pone de manifiesto y todo se discute, no impor- Por último, con el agregado más reciente que hace a su
ta lo trivial que sea. Baudrillard describe la implosión de la teoría, Baudrillard (1993b) procura elaborar un principio
vida cotidiana en los medios como una forma de pornogra- del mal. Como ya hemos visto, el código propende a eliminar
fía. Es posible describir con exactitud la cultura moderna los conceptos de una Alteridad radical. Ahora esa Alteridad
como una cultura obscena en la que el mundo se ha vuelto sólo puede expresarse en formas comunicativas que se nie-
inmediato y transparente en la medida en que se lo despoja gan a ser razonables o a idealizar la bondad de los seres hu-
de todo secreto. El universo cercano de la pantalla del tele- manos, y a sostener los valores de la racionalidad y la demo-
visor ha eliminado la posibilidad de una reflexión crítica, en cracia. El principio del mal está destinado a articular una
la medida en que se reduce a los sujetos a terminales de una forma de simbolismo que no cae en la flexible cultura de la
cultura edulcorada y de movimientos rápidos. La superpro- sociedad permisiva. A título de ejemplo, Baudrillard (1993b,
ducción cultural significa que la cantidad de información pág. 83) defiende su derecho de llamar lisiado a un lisiado.
producida supera la capacidad interpretativa del sujeto. El Una vez más, esta estrategia deliberadamente ofensiva
objeto ha hecho que el sujeto muriera. Si nos imaginamos a queda atrapada en las propias contradicciones de Baudri-
un hombre sentado en un bar, rodeado por una serie de llard. Una formulación así se basa en el concepto de que la
equipos de televisión, carteles de publicidad, la prensa crítica es de todos modos posible para nuestros superteóri-
mundial y la charla constante de la radio, podemos captar coso Su escritura, lo mismo que gran parte de la publicidad
algo de las observaciones de Baudrillard. El hombre bebe su moderna, está orientada hacia la finalidad de atraer al púo
cerveza tomando nota de la electrocución permanente de las blico con el expediente de distinguirse de los tonos serios de
tecnologias mediáticas sin que ninguno de los medios atrai- la mayoría de los productos culturales. Lo mismo que los
ga del todo su atención. El indiferente cinismo de nuestro más recientes anuncios de cerveza, cuanto más transgreso-
bebedor de cerveza ya lo ha visto todo con anterioridad. Bajo res son, tanta más atención atraen en un campo de super-
la cacofonía del flujo de la información mundial, se man- producción.

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El McLuhan francés: simulaciones, hiperrealidad impresión de que es capaz de ver el mundo desde su sala de
y masas estar. De ese modo, el espectador, evocando la herencia
althusseriana de Baudrillard, concibe erróneamente el
Las contribuciones más importantes de Baudrillard que mundo social como un fenómeno transparente. La televi-
se refieren específicamente a los medios se resumen con sión no se refiere a la comunicación del sujeto con el mundo
mayor facilidad. Aunque el ínterés por estos y por la comu- real de los objetos, sino que atañe a la articulación de suje-
nicación es constante en su obra, rara vez centra su aten- tos y objetos a través de cadenas de significación.
ción exclusivamente en el funcíonamiento de los distintos A medida que se desarrolla su trabajo acerca de los me-
medios. El más temprano de sus ensayos traducidos al in- dios, Baudrillard se interesa cada vez menos en su función
glés que he podido rastrear es producto de su interés en la simbólica y cada vez más en los propios medios técnicos.
explosión de los signos en la sociedad de consumo (Baudri- Ello se debe a que el acceso a los medios masivos ya no es un
llard, 1990b).5 Baudrillard centra su análisis sobre todo en bien posicional, sino que ha hecho implosión en una cultura
la televisión, la cual es ímportante en dos sentidos. Prime- de masas. En esta etapa, Baudrillard (1981b) procura ela-
ro, como producto de la sociedad de consumo, la televisión borar una teoria de los medios a través de una discusión con
es «un elemento codíficado de status sociab (Baudrillard Enzensberger y McLuhan. Sostiene que el marxismo, domi-
1990b, pág. 73). El contenido cultural de la televisión te: nado por el código de la producción, nunca ha dado debida
n~ una importancia secundaria para la función, propia del cuenta del medio de comunicación. Enzensberger, aunque
objeto, de establecer diferencias culturales entre distintas produce una teoria más refinada que la mayoría, no llega
fracciones de clase. En otro lugar, Gane (1991a) informa a ver los medios masivos como una versión deformada de
que Baudrillard sostiene que la localización fisica de la tele- intercambio simbólico. El problema central de los medíos
visión en el marco doméstico expresa determinadas diferen- masivos no se sitúa en las relaciones de poder que gobier-
cias de status. En hogares de clase baja, la sala de estar se nan la producción de mensajes, sino en la «naturaleza uni-
organiza en torno del aparato de televisíón, que se constitu- lateral» del medio (Baudrillard, 1981b, pág. 170). La insis-
ye por lo común en un elemento central. En cambio la bur- tencia de Baudrillard en el intercambio simbólico implica
guesía propende a esconder o a encubrir sus aparatos de te- que el impulso democrático que lleva a Enzensberger a po-
levisión: probablemente ello se debe a que se lo toma como ner los medios técnicos de producción en las manos de la
sign? de vulgaridad y de cultura masiva. En segundo lugar, gente común termina por ser una forma de totalitarismo. Lo
tomandole la delantera a McLuhan, Baudrillard considera mismo que la cultura oficial del Beaubourg, las modernas
que el medio de comunicación es un elemento central de la tecnologías mediáticas no exigen una réplica por parte de la
cultura mediática. A causa de la localización del aparato de audiencia. A quienes insisten en que las audiencias suelen
televisión en la esfera doméstica, surge una forma de jue- participar en la producción (llamadas telefónicas a la radio
go superficial que Baudrillard llama «curiosidad lúdica» o discusiones ante las cámaras) y en el consumo (respuestas
(1990b, pág. 79). La televisión proporciona una forma de interpretatívas al discurso televisivo) de los medios, Bau-
compromiso carente de profundidad que traduce el mundo drillard les responde que esos son fenómenos marginales.
en trozos fácilmente consumibles de «realidad» social. El Los medios no pueden ser democratizados porque la capa-
efecto, p~ariamente ideológico, del medio consiste, según cidad técnica del sistema de comunicación sigue siendo uni-
hemos VIsto en el examen de la publicidad presentado an- voca. Baudrillard contrasta negativamente las formas im-
tes, en que ofrece la ilusión de una apropiación no mediada presas y electrónicas de comunicación con formas de inter-
del mundo social. La capacidad que el medio tiene de desli- cambio más recíprocas, como los graffiti. Estos, como forma
gar los signos de los contextos sociales, da al espectador la cultural, son transgresores en la medida en que rompen la
regla fundamental de los medios al permitir la respuesta so-
GEste ensayo fue escrito originariamente en 1968. cial de parte del público.

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La discusión precedente implica que la teoría fatal de en silencio. Baudrillard, invirtiendo completamente sus in-
Baudrillard es objeto constante de revisión y de modifica- clinaciones marxistas, sostiene que el poder de las masas
ción. La teoría fatal, sostiene Baudrillard (1993c), no tiene está en su negativa al sentido y a la participación:
doctrinas que defender. sólo estrategias, Una estrategía de
«ese silencio era un poder, que era una respuesta, que el si-
esa índole, en relación con las propuestas de Baudrillard
lencio era una respuesta masiva por la retirada, ese silencio
sobre los medíos técnicos, ha sido la de extremar la argu-
era una estrategía. No era solamente pasividad. Es justa-
mentación. Con tales consideraciones, Baudrillard se pro-
mente un medío para poner fin al sentido, para poner fin a
pone invertir algunas de las declaraciones más optimistas
los grandes sistemas de manipulación, política e informa-
de McLuhan y de Enzensberger acerca de los medios. La
cional» (Baudríllard, 1993c, pág. 87).
tesis de que los medíos en realidad prohíben una respuesta
implica de su parte una lucha antimedíática (Baudrillard, Ese poder no es caliente, como las formas políticas de lucha,
1985). Sostiene, en consonancia con sus afirmaciones ante- sino frío. Esta forma melancólica de desdén cultural parece
riores, que los teórícos de los medios no pueden ya seguir reflejar las concepciones de la cultura popular del propio
adelante con la suposición de que a determinados aspectos Baudríllard. A diferencia de aquellos teóricos culturales que
de la naturaleza humana se les niega expresión a través de quieren ver a la gente común elaborando complejas lecturas
los medios. Incluso desestima la afirmación de McLuhan de y comprensiones de la cultura popular, Baudríllard mues-
que las nuevas tecnologías mediáticas permiten mayores tra al televidente crónico. La aceleración de los mensajes
formas de participación y de unificación. La proliferación de mediáticos, según hemos visto, modeló nuestra experiencia
la información y el silenciamiento de las masas han llevado del espacio y del tiempo. Vistos en forma pesimista, esos
a la simultánea desaparición del sentido. En el desafiante procesos nos han conducido a un sentimiento creciente de lo
análisis de Baudríllard, las formas culturales que solían superficial y descartable de la cultura moderna. Si nada du-
significar distinciones sociales se han evaporado en medio ra eternamente, entonces nada merece que se crea en ello.
de la escalada de la comunicación. La ciencia de la semiolo- Esas espirales de información han dejado tras si agujeros
gía ha sido reemplazada por la «licuefacción» de lo social negros que han sido ocupados por las masas.
(Baudríllard, 1993c, pág. 84). La otra vertiente importante de la teoría de los medios
Si tomamos el ejemplo de las encuestas de opinión, en de Baudríllard (1988a) está en su interés por las simulacio-
realidad producen opinión en una era en la que lo público ha nes y lo híperreal. El avance hacia la moderna era de las si-
desaparecido. No es una forma de manipulación, sino una mulaciones ha pasado por tres estadios históricos. Según
característica de la implosión de las encuestas públicas y la Baudríllard (1993a), el período que va del Renacimiento a la
opinión privada. Desde la declinación de la cultura impresa, Revolución Industrial puede ser descripto como la edad de
el espacio privado de formación de opinión se ha sumergído la falsificación, En esa época, los signos significaban orden,
en los procesos massmediados. Esta formulación, que ori- rango y prestigío. Especialmente en las piezas de Shakes-
gínariamente es de McLuhan, quiere decir que ya no pode- peare, ello plantea cuestiones acerca de la verdadera natu-
mos decir si las pautas electorales influyen en las encuestas raleza de la persona que está detrás de la máscara. El esta-
o si las encuestas influyen en la votación. La encuesta de dío siguiente, el orden de la producción, que acompaña al
opinión sólo reclama una respuesta programada de ante- capitalismo, hace posible la duplicación infinita de los obje-
mano de acuerdo con cierta lógica binaria. Asi, el código tos. Es conocida la afirmación de Walter Benjamin (1973)
dominante de la comunicación masiva, al igual que el de las según la cual la producción capitalista ha destruido el aura
encuestas de opinión, es el del sí o no, en favor o en contra. de la obra de arte. En la época del filme y de la fotografía,
Se nos pide que compremos un ejemplar del último best- señala Benjamin, tiene poco sentido hablar de una impre-
seller, adhiramos al último manifiesto del partido conserva- sión orígínal, cuando esta podría ser reproducida infinita-
dor, votemos por nuestro filme preferido o permanezcamos mente. Baudríllard desarrolla estas ideas en relación con el

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estadio final: la actual edad de la simulación. Las posibili- Baudrillard y Jameson
dades que han abierto las nuevas tecnologías mediáticas
hacen que la cultura ya no copie lo real sino que lo produzca. En la actualidad pasa a ser de buen tono afirmar que
Lo real es un efecto de la televisión, de las pantallas de la Baudríllard no es. después de todo. un posmodernista (Ga-
computadora, de la realidad virtual y de los equipos es- ne, 1991a, 1991b). Esas afirmaciones son, en el mejor de los
tereofónicos. Las películas que vemos en la televisión son casos, desplazamientos. Es verdad que su obra ha sido in-
ahora parte de una cultura intertextual que se inspira en fluida por una varíada seríe de teóricos, a muchos de los
otros géneros de música popular, novelas baratas, series te- cuales yo me rehusaría a colocarles el rótulo de posmoder-
levisivas clásicas y otros formatos cinematográficos. Por nistas. Pero Baudríllard tiene algo que aportar acerca de la
cierto, estas formas no reflejan una realidad ya constituida, mayoría de los temas que dibujan el mapa del posmodernis-
sino que contribuyen a constituir la configuración de gran mo. Su rechazo a la ideología, la verdad, la representación,
parte de la cultura posmoderna. la seriedad y la emancipación del sujeto tiene un marcado
La simulación lleva a cierta nostalgia por lo rea!. Ello se aire de familia con los temas que son de interés del posmo-
manifiesta en la popularidad de los relatos de la vida real, la dernismo. Para desarrollar estos asuntos presentaré un
autobiografía y los llamados informes. La simulación de lo diálogo entre Baudrillard y el autor que considero el más re-
real produce lo hiperrea!. Baudrillard presenta como ejem- finado teórico pos moderno de la actualidad, Fredríc Jame-
plos a los fanáticos de las telenovelas que creen que los acto- son. La comparación crítica buscará destacar tanto los te-
res son la encarnación de sus personajes, o las historias de mas y las confusiones comunes como las razones por las que
crimenes que hacen que el público tenga miedo a quedarse la obra de Jameson es, en mi opinión, superior. Como fondo
en casa por la noche. Podemos agregar que el filme de 1993 de estas reflexiones, destacaré las contribuciones más re-
En el nombre del padre proporciona otro ejemplo. El filme cientes de Jameson a las teorías de la cultura y los medios.
narra la historia de dos miembros del Birmingham Six que Me centraré en una de las principales obras de J ameson:
fueron erróneamente acusados de cometer un acto de terro- Postmodernism or TIte Cultural Logic of Late Capitalism
rismo. La narración se basa en la autobiografía de Gerry (1991).
Conlon, uno de los acusados. La exhibición del filme estuvo El pos modernismo, como lo indica el título del libro de
acompañada de una gran controversia en la prensa acerca Jameson, es la expresión cultural, o lo que él llama la lógica,
de su verdadero valor de verdad. Algunos sostenían que los de una fase particular del capitalismo. Es notorio que Jame-
llamados hechos reales habían sido representados errónea- son prefíere la expresión «capitalismo tardío» al término de
mente, apartándose así del principal propósito del filme, Baudríllard, «posíndustrialismo». La razón de ello es que
que era el de poner de manifiesto la corrupción y el racismo Jameson toma como punto de partida de su análisis el de-
perceptibles en el establishment británico. La contribución rrumbe global de la cultura en formas económicas de pro-
de Baudrillard a este debate habría consistido en señalar ducción. La confusión de la alta modernidad y de la cultura
que no podemos trazar ese distingo entre los hechos reales a comercial masiva se ha verificado a través de la coloniza-
los que el filme se refería y el filme mismo. Habría afirmado ción de la esfera cultural por el funcionamiento del merca-
que no hay una dialéctica entre imagen y realidad: sólo hay do. La integración de la producción estética en la producción
prácticas significativas (Baudrillard, 1987b). ¿Qué sentido de mercancías ha originado la nueva dominante cultural, el
habría tenido hacer otra película que estuviera más cerca posmodernismo. La meta del modernismo clásico era sacu-
de la llamada verdad? Sólo habría aumentado el efecto de dir y derribar a la burguesía a través de la producción cul-
realidad del filme y reforzado los procesos de falso reconoci- tura!. En la era posmoderna, las formaciones modernistas
miento. Es mejor, en lugar de eso, atender a cada uno de los se han canonizado en departamentos universitarios y han
géneros que afirman enunciar lo real, y así llevar el análisis perdido su ánimo subversivo. Entretanto, las formas con-
más allá de la verdad y la falsedad. temporáneas de arte, como el punk rack, que se proponen

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subvertir el sistema, rápidamente 8e vuelven confiables mitables» del modernismo. La mercantilización del mundo
gracias a su mercantilización. La mayor parte de la produc- social ha llevado a la proliferación y la fragmentación de los
ción artística ha pasado a vincularse al mercado y equipara códigos sociales. Puesto que la heterogeneidad discursiva se
el logro al éxito comercial. Para Jameson, la superficial flui- ha convertido en la norma, la mejor forma de representar la
dez de gran parte de la cultura moderna es consecuencia del cultura moderna es como «parodia vacía» o pastiche. Con
capitalismo internacional. esta última noción Jameson quiere dar a entender que los
¿Cuáles son, entonces, las características dístintivas del códigos sociales ya no pueden ser sujeto de parodia en el
posmodernismo? Una forma de ilustrarlas consiste en com- sentido tradicional. La parodia implica, por definición, una
pararlo con otros modos de producción artística. Jameson recepción crítica de los códigos y de las normas sociales que
presenta una comparación entre la conocida pintura de Van el propio productor cultural aplica. Eso ya no es posible, por-
Gogh El par de zuecos y el grabado de Andy Warhol Zapatos que la fragmentación de los estilos culturales no sólo ha ex-
de polvo de diamante. La obra de Van Gogh invita a un abor- cluido la idea del genio creativo individual, sino también la
daje interpretativo tradicional que remite a su contexto de noción de normalidad lingüística. El pastiche «está despro-
producción y a su posible momento de trascendencia. Los vi- visto de impulso satírico, de risa, del sentimiento todavia
vidos colores de la pintura ofrecen una intención utópica, en latente de que existe algo normal, comparado con lo cual lo
tanto que el contexto habla de privación material. Del es- que se imita resulta más bien cómico» (Jameson, 1988a,
fuerzo de Warhol no se podría hacer una interpretación así; pág. 16).
para empezar, los zapatos del grabado integran una azarosa Si consideramos ahora el filme En el nombre del padre,
colección de objetos que flotan desprendidos de todo contex- Jameson probablemente aludiría a la variedad de códigos
to mayor. Jameson piensa que los zapatos podrían haber sí- lingüísticos, estilísticos y musicales empleados para signifi-
do abandonados después del incendio de un salón de baile o car la década de 1970 en el texto. Esos códigos son emplea-
ser el fantasmal vestigio de un campo de concentración. El dos en la actualidad por muchas formas culturales median-
hecho de que no tengamos manera de saberlo, sostiene J a- te un regreso nostálgico de la década de 1970. Los artefactos
meson, está también encarnado por la actitud artística de culturales que son generados por los medios de representa-
Warhol, a la que él describe como «gratuita frivolidad» (Ja- ción aislados de su localización social original (la disocíación
meson, 1991, pág. 10). Estos temas reflejan los de la teoría de significante y significado) anuncian un derrumbe en la
contemporánea que se ha vuelto desconfiada ante los mode- temporalidad. El filme, en la lectura de Jameson, no trata
los interpretativos profundos. Las nociones de significado y tanto sobre la injusticia británica, sino que se refiere más
significante, y de signo y referente, han sido reemplazadas bien al conjunto esquizofrénico de códigos que ya no son ca-
por cuestiones relacionadas con los discursos y los códigos. paces de representar un pasado que sea lo otro del presente.
Los zapatos de Warhol, a diferencia de los de Van Gogh, no La década de 1970 se convierte en una forma de pretérito
mantienen ninguna relación estable o evidente con el domi- cuyo vehículo son determinadas «idealidades imaginarias y
nio de lo real. Un enfoque interpretativo podría relacionar estereotipadas» (Jameson, 1991, pág. 19). En un movimien-
los zuecos de la campesina con una ídea de totalidad que es- to que recuerda al de Baudríllard, la década de 1970 real ha
tá ausente del proyecto de Warhol. El desprendimiento de sido simbólicamente borrada a través del juego intertextual
los regímenes de significación de sus contextos materiales de códigos que procuran simularla semióticamente. Se bo-
originales es un componente decisivo de la cultura posmo- rra la historicidad, en la medida en que parte del placer que
derna global. procura el ver la película está en la decodificación de la mú-
La cultura superficial del mercado también ha borrado sica, en el cabello largo y en los pantalones anchos. Dado el
la noción de estilo individual. Una vez más, los desarrollos actual resurgimiento de esas modas, es dificil deslindar pa-
de la teoría moderna acerca de la muerte del sujeto han co- sado y presente. Lo que de pretérito tíene el filme es contra-
rrido en forma paralela a la desaparición de los estilos «ini- dicho por la novedad de los códigos culturales. El rena-

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cimiento de la década de 1970 que en la actualidad inunda a La variable y fragmentada cultura de la producción fIl·
Gran Bretaña ha derribado distinciones estilísticas defini- mica, aun cuando articula momentos de trascendencia, no
das que pudieran hacerse sobre la base de los periodos. Por puede representar el modo global de producción. El dominio
ejemplo, en la actualidad estamos experimentando el rena- de los complejos fragmentos del objeto es tal que los sujetos
cimiento de las músicas soul y punk y del grupo Abba de la no pueden situarse de manera apropiada en un mundo ex-
década de 1970 (incluyendo los conjuntos musicales que los terno. Asi como la obra de arte ya no puede conceptualizar el
imitan), todo a la vez. El reciclamiento infinito y la imita- conjunto, del mismo modo la experiencia fenomenológica
ción de los viejos estilos se ha transformado en un rasgo del sujeto no puede hallar su sitio en las coordenadas globa-
esencial de la cultura musical mercantilizada. De acuerdo les del capitalismo. La relación entre las estructuras socia-
con Jameson, la fractura de significantes y significados ma- les del capitalismo tardío y nuestras experiencias sociales
nifiesta en este proceso indica que ahora vivimos en un per- se ha vuelto más polarizada. La creciente complejidad de los
petuo presente. niveles sistémicos de análisis ha hecho que el sujeto queda-
En otro lugar (1988a), Jameson sostiene que los medios ra «limitado a una minúscula esquina del mundo sociab
electrónicos en general, por su rápido giro de noticias y he- (Jameson, 1991, pág. 411). Con esta orientación, Jameson
chos, pronto relegan experiencias recientes a un pasado dis- describe la arquitectura posmoderna, representada por el
tante. De manera semejante a Debord, Jameson sugiere Hotel Bonaventure de Los Angeles, «como un espacio total
que el efecto ideológico de los medios se produce más por que rechaza a la ciudad que lo rodea». Lo que para Jameson
obra de su forma que de su contenido. La conversión de la constituye el tema principal estriba en que el hotel es popu-
realidad en regímenes autónomos de significación y la velo- lista, en la medida en que niega el lenguaje elevado del
cidad electrónica de la circulación informativa despojan al modernismo y, a la vez, lo que es más decisivo, en que su or-
sujeto de todo sentido del proceso histórico. Con todo, Jame- ganización espacial desorienta al sujeto. El diseño del hotel
son sostiene, como dialéctico, que los medios y la cultura es tan fragmentado que plantea a los clientes problemas
moderna contienen también un potencial más critico. No para saber dónde están los comercios. Este ejemplo local su-
halla dificultades en aceptar que las nuevas formas de visi- giere que los rasgos culturales del capitalismo han comen-
bilidad pública anunciadas por las tecnologías de la comuni- zado a rebasar el foco, más instrumental, de la acumula-
cación han puesto límites a ciertos regímenes represivos, en ción. Espacialmente desorganizado, el capitalismo exige
tanto que los acontecimientos mediáticos, como el asesinato una forma nueva y radical de política que Jameson caracte-
del presidente Kennedy, conservan un impulso utópico. Las riza como relevamiento cognitivo. Una empresa así debiera
nuevas tecnologías de la comunicación contribuyen tanto a caer en la cuenta de que lo real, si bien no puede ser repre-
una amnesia histórica que todo lo penetra cuanto, ocasio- sentado directamente, puede ser relevado. Se necesitan for-
nalmente, a formas más colectivas de comunión. A diferen- mas culturales nuevas que sean capaces de representar las
cia de Habermas, Jamesan no prefigura la utopía a través dimensiones espaciales del capitalismo multinacional y
de la estructura del lenguaje, sino a través de la representa- puedan colaborar en la formación de una nueva conciencia
ción simbólica de la comunidad. El filme En el nombre del de clase. Ello es especialmente necesario en una cultura es-
padre contiene expresiones colectivas de solidaridad por pacialmente confusa que ha sido testigo de la supresión de
obra de la resistencia de la clase obrera católica irlandesa, y la distancia crítica. Como McLuhan, Debord y, ahora, Bau-
en una escena final, en la que los prisioneros finalmente SOn drillard, Jameson acepta que el bombardeo de información
liberados de la prisión, por obra de momentos de optimismo de las comunicaciones modernas ha derribado los espacios
eufórico. Tales representaciones proponen la posibilidad privados de reflexión critica. Con todo, lo que diferencia la
utópica de una sensibilidad de carácter más colectivo a la concepción de Jameson -particularmente respecto de los
que se niega expresión en la cultura reificante del capitalis- autores nombrados- es su insistencia en que ello es el re-
mo mercantil. sultado de la pulverización de lo cultural por lo económico.

254 255
Como el capital mundial lo penetra todo, la autonomía cul- tación psíquica del proletariado puede hacerse remontar al
tural y las mediaciones estéticas finalmente se han derrum- primer Lukács. Se subraya esta diroensión en contra de los
bado. Esta situación puede captarse solamente a través de teóricos críticos que, inspirándose en Gramsci, sostienen
la ciencía marxista, y potencialmente a través del arte radi- que los significados reales originados por el capitalismo le
cal. Las interrelaciones de la localidad, la nación y el globo aseguran su dominación. Jamesan, en cambio, insiste en
sólo pueden pensarse en ese nivel, en tanto el sujeto se man- que son tanto las formas culturales cuanto las formas mate-
tíene fracturado y aislado. riales de separación las que aseguran el dominio del capital
Parece haber muchos puntos de referencia comunes a multinacional. En este marco de referencia, tan importante
Baudríllard y a J ameson, como la desaparición de lo real, la como la fragmentación cultural es la radical separación en-
formación lingüística del sujeto, la importancia de la cultu- tre las prácticas de consumo y de producción (Jameson,
ra del consumo y la erosíón de la profundidad. Ofrecen ade- 1991, pág. 315). La reificación de esos dominios sociales
más explicaciones semejantes sobre la periodización histó- borra ideológicamente a los desafortunados del imaginario
rica de la cultura y las formas dístintivas de espacio.v La de los grupos socialesdominantes. Ello, sobre todo en una
principal diferencia entre la perspectiva de J ameson y la de cultura que ha perdido su capacidad para expresar la histo-
Baudrillard está en la noción de economía política. Mien- ricidad y la totalidad, iropide materialmente el desarrollo de
tras que J ameson persiste en la idea de que las relaciones relaciones geográficas de solidaridad.
económicas han ido cobrando cada vez más importancia en La disposición de Jameson a subrayar las interrelacio-
la organización y el control de la producción cultural, Bau- nes de lo material y lo simbólico, y de la teoría y la práctica,
drillard considera ese hecho como un signo del código do- representa un avance respecto del interés de Baudrillard en
minante. Aparentemente la necesidad de Baudrillard de la implosión. Baudríllard no ve ningún peligro en deshacer-
distinguir la lógica de la producción de la lógica del inter- se de todas esas distinciones. Desde esta perspectiva, la crí-
cambio simbólico, unida a su deseo de reemplazar lo real y tica de J ameson a la colonización de la cultura es sencilla-
lo simbólico por el código, le iropide ver hasta qué punto lo mente una pieza más por agregar a la galería de aquellos
primero ha reordenado lo segundo. La reunión de las llama- que han quedado atrapados por el espejo de la producción.
das relaciones económicas y las representaciones simbóli- En contraste con las reducciones de Baudríllard, la teoría de
cas implica que J ameson puede explorar las formas, cada J amasan, con su sesgo más espacial, conserva la ambición
vez más complejas, de su interrelación. La globalización del de enunciar la continuidad de la importancia del capitalis-
capital consumista, según señala acertadamente Jameson, mo para la producción de la cultura. La diferencia entre Ja-
ha propiciado nuevas relaciones de control social y de domi- mesan y Baudrillard en este aspecto está en que Baudri-
nación internacionalizada de clase. llard niega la distinción entre el nivel de las teorías acerca
Pero, al igual que Baudríllard, también él sostiene que del mundo y las prácticas sociales reales que se desarrollan
el nuevo modo de producción y el desarrollo del espacio hi- en él.
perreal han superado la capacidad de los sujetos sociales y Por supuesto, las formulaciones de Jameson plantean
la aptitud de la teoría social clásica de representarlo apro- sus dificultades. Mencionaré aquí sólo unas pocas. Al leer la
piadamente. Según Jameson, esto obliga a reformular las prosa de Jamesan casi siempre me llaman la atención sus
relaciones entre la teoría y la práctica, en tanto que Baudrí- orígenes estadounidenses. Su énfasis en el dominio econó-
llard erróneamente une ambos niveles. En realidad, pese a mico sobre la esfera cultural parece no tener mucho sentido
lo elaborado de su teoría cultural, Jameson sigue siendo, en en otros contextos sociales. En determinado momento, Ja-
algunos aspectos, un marxista tradicional. Su tesis de que mesan (1991) afirma que la teoría de Habermas acerca de la
el dominio del sistema capitalista depende de la fragmen- acción comunicativa tiene sólo un significado local dentro de
6 dameeon sostiene que cada fase de la producción capitalista tiene su determinado contexto nacional. Ello se debe a que en la so-
respectivo régimen de espacio. Véase Jameeon (1988b). ciedad alemana los principios de la democracia liberal tie-

256 257
nen sólo una débil base institucional. Lo que sostengo es, en una manifestación racista. Aparte de eso, dada la impor-
este sentido, que la propia teoria de Jameson dice más tancia que Jameson atribuye a la fragmentación del yo, no
acerca de la cultura estadounidense que acerca de la cultu- resulta claro cuáles son las fuentes de los impulsos utópicos
ra mundial. Said (1993) ha sostenido que es una ilusión ca- o, incluso, cómo puede pretender el marxismo proporcionar
racteristica de los intelectuales estadounidenses suponer un análisis estable de los desarrollos históricos en el capital
que su nación está en el centro del mundo. Jameson, pese a consumista. El hecho de que Jameson haga tales observa-
ser marxista, exhibe mucho de la seguridad que suele aso- ciones y se rehúse a considerar debidamente los fundamen-
ciarse a una visión imperial. Si bien en parte se pone a salvo tos de su critica desafía a gran parte de la teoria critica. Wil-
de esta objeción afirmando que el posmodernismo aún no ha liams y Habermas han marcado una retracción de teorias
llegado del todo, a su teoria le falta una estimación de deter- que pretenden una superioridad cientifica hacia otras refle-
minadas mediaciones culturales e institucionales que res- xiones. El proyecto de Williams y de Habermas consiste en
tringen lo económico. En un contexto europeo, esta inquie- hacer que se disponga en común de formas de comunicación
tud demandaria atender al patrocinio estatal de prácticas más democráticas. Ello convertiria a la critica ideológica en
artísticas tradicionales, al desarrollo de la politica cultural una práctica cotidiana. Un renacimiento democrático de las
pública y a la tradición común de la emisión de servicio pú- instituciones públicas aparentemente permitiria a las ma-
blico. Estas formaciones institucionales funcionan dentro sas de Baudrillard repensar comunicativamente sus intere-
de una zona relativamente desmercantilizada. El que Ja- ses a la luz de otras consideraciones. Aquí los intereses no
mesan ignore esos niveles institucionales dice roucho acerca están inmediatamente presentes para los agentes, ni su
de la cultura dentro de la cual trabaja, tal como él lo señala propiedad es privilegío de profesores universitarios estado-
respecto de Habermas. De hecho, Said (1993) ha mostrado unidenses, sino que pueden empezar a aparecer sólo des-
convincentemente que la falta de una esfera pública demo- pués de habérselos considerado plenamente en distintos
crática resultó en efecto importantísima durante la Guerra marcos democráticos. Por consiguiente, la teoria de Jame-
del Golfo. El estrecho control sobre el diálogo público insti- son resulta demasiado construida en torno de los aspectos
tuido, en el contexto estadounidense, fue un instrumento reificatorios del consumismo, sin advertir la urgente necesi-
útil para asegurar el apoyo público a la guerra. Puede decir- dad de desarrollar una teoria democrática más normativa
se que, al ignorar esos niveles, Jameson hace un fetiche de de la producción y de la recepción medíáticas.?
la reificación. La extensión con la que otros rasgos determi-
nantes y hegemónicos del capitalismo tardio influyen en la
producción de culturas públicas nunca ocupa plenamente el
análisis de J ameson. El irracionalismo de Baudrillard
La otra caracteristica que deseo señalar es el althusse-
rismo, aparentemente no reconstruido, de Jamesan. Nunca Desde la época de Nietzsche, los ataques contra los con-
ha resultado claro cómo el marxismo conseguiria justificar ceptos de razón de la Ilustración se han vuelto comunes. En
su condición de ciencia opuesta a una ideología. Este tema las últimas décadas, esos ataques se hicieron conocidos a
es particularmente saliente en la obra de Jameson, en la través de la teoría social francesa. Pienso, en este sentido en
medida en que desea preservar una noción de ideología cri- Foucault, Derrida, Lyotard y, por supuesto, Baudrillard. Es-
tica. Si se considera lo dicho por Jameson acerca de la uto- tas orientaciones intelectuales han señalado las conexiones
pía, parece que toda imagen de lo colectivo tiene una signifi- entre poder y conocimiento, han puesto de relieve el mito
cación positiva. Terry Eagleton (1990, pág. 404) sostiene
que la adhesión de Jameson a las cualidades trascendentes 7 Deseo agradecer a Sean Homer (del Departamento de Psiquiatría de la
Universidad de Sheffield) por haberme ayudado a lograr una valoración
de las imágenes de la solidaridad humana es tal que podría-
más fundada de la obra de Jameson. La influencia de su pensamiento es
mos vernos llevarlos a esperarver un potencial utópico en particularmente marcada en la sección precedente.

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del sujeto descontextualizado y han destacado las limita- cierto respecto de Foucault-, pero en manos como las de
ciones de la razón instrumental. Baudrillard parece haber Baudrillard se la emplea para legitimar un proyecto más
llevado esos intereses mucho más adelante que sus rivales. reaccionario. Las observaciones más desafiantes de Bau-
No solamente destaca la situacionalidad del sujeto, sino su drillard (1993c, pág. 209) acerca de su antihumanismo y
completa desaparición en el objeto. Al criticar el centra- antifeminismo tienen sus raíces en ese recurso filosófico. En
miento epistemológico de la filosofía moderna, desecha, a la un importante ensayo, Sabina Lovíbond (1990) sostiene que
vez, las concepciones de la verdad y las pretensiones de rec- gran parte de la teoría pos modernista, que toma su orien-
titud. Las estrategias fatales vanguardistas de Baudrillard tación de Nietzsche -yen ella incluiría yo a Baudrillard-
no sólo reducen la operación de los medios a sus funciones se opone al racionalismo sobre la base de un masculinismo
técnicas, sino que también parecen negar la posibilidad de impenitente. Nietzsche caracteriza al racionalismo como
una reflexión por parte de la audiencia. Si se la acepta, su una forma de moral del esclavo que fue expresión cultural
extrema orientación antirracionalista y antihermenéutica del resentimiento de las masas. A contrapelo de los más
liquidaría la alianza entre teoría crítica y comunicación ma- entusiastas defensores de Nietzsche, Levíbond afirma que
siva que procuro elaborar en este libro. Replicaré aquí enér- la teoría social aristocrática de Nietzsche desecha los moví-
gicamente al sostenido ataque de Baudrillard a la perspec- mientos democráticos porque estos cuestionan los llamados
tiva del humanismo crítico como la que defiendo en este vo- órdenes jerárquicos naturales. El propósito de los moví-
lumen. Son esenciales cuatro análisis que ya he menciona- mientos feministas y socialistas ha consistido tradicional-
do: 1) la necesidad de pretensíones veritativas para una teo- mente en iniciar críticas racionales de la dominación. La
ría crítica de la ideologia; 2) la importancia de un enfoque teoría crítica, piensa sensatamente Levibond, se interesa en
culturalmente materialista del lenguaje; 3) las limitaciones reemplazar las relaciones de fuerza por las de comprensión
teórícas de lo que caracterizaré como el enfoque van- y veracidad comunicativas. Para Nietzsche, y podriamos de-
guardista y tecnológico de Baudrillard en relación con los cir que también para Baudrillard, en un mundo que había
medios, y 4) la importancia continuada de concepciones so- abolido las distinciones entre aparíencia y realidad, y eli-
bre la necesidad humana para el análisis cultural. Pese a minado la fundamentación de la moral, lo social quedaba
mi declarada falta de simpatía por el sesgo general del pro- abierto a la intervención viril. Para Nietzsche y para Bau-
yecto de Baudrillard, le reconoceré, donde corresponda, que drillard, lo social es un caos sin sentido, que da al crítico la
al menos ha planteado cuestiones importantes que antes de libertad de crear sus propios valores. Frente a un universo
él se eludían en la sociologia de los medios. Pienso en este vacío, Nietzsche aboga por una forma de acción masculina a
sentído en algunas de las observaciones más penetrantes de través de la voluntad de poderio. Del mismo modo, Baudri-
Baudrillard acerca de las formas de subjetivídad que proba- llard sostiene que la simulación de lo social a través de las
blemente se desarrollen por obra de las tecnologias mediáti- nuevas tecnologias mediáticas ha provocado la implosión de
cas interactivas y acerca de la sobrevaloración de la activí- las cuestiones acerca de la verdad. ¿De qué sirve la verdad
dad interpretativa de la audiencia. También el centramien- --1le pregunta Baudrillard- en un mundo en el que el Ra-
to de Baudrillard en los medios de comunicación tiene cierta tón Mickey se ha vuelto tan real como George Bush? Su es-
validez, si bien mi impresión general es que quita y agrega trategia discursiva en la transmisión de esas ideas depende
poco a las contribuciones, más innovadoras, de McLuhan. del mismo modo de una acción vígorosa como la que su pro-
pia versión del sujeto niega explícitamente. Según parece,
1. El ataque de Baudrillard a la razón, según he seña- Baudrillard ha heredado de Nietzsche y de algunos de sus
lado, hunde sus raíces en el antihumanismo de Nietzsche. seguidores una versión del sujeto que es subsumido por el
La sustitución de Marx por Nietzsche en la teoría social objeto, no obstante lo cual está suficientemente centrado
francesa contemporánea ha abierto, sin duda, algunas pers- para abogar más vigorosamente por formas menos femeni-
pectivas interesantes ---<lsto parece ser particularmente nas de teorización.

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Al margen de esas confusiones, deseo referirme a las ob- veraces que, pongamos por caso, la propaganda oficial ••ta.
servaciones de Baudrillard acerca de la idea de verdad. En dounidense realizada durante la guerra. Afirmar tal co••,
la visión de Baudrillard, los conceptos de verdad pueden sostiene Christopher Norris (1990), nos compromete ine-
omitirse puesto que el significante y el significado han sido ludiblemente con una forma de crítica ideológíca para la
desgajados. Ello quiere decir que no puede haber una rela- cual determinadas representaciones exponen la realidad de
ción entre acontecimientos concretos y regímenes de inter- manera equivocada. En la lectura de Baudrillard, la única
pretación. Pareciera que Baudrillard no puede determinar diferencia entre los filmes de Oliver Stone y las distintas
si el mundo real se transforma en algo semejante a las pelí- formas de propaganda consiste en que la propaganda pre-
culas o si las películas se transforman en algo más seme- tende Ser más real. Para Baudrillard, tales nociones son
jante al mundo real. Por lo tanto, al discutir los filmes acer- siempre formas equivocadas de comprender la naturaleza
ca de la Guerra de Vietnam, Baudrillard (1981b) puede afir- de la producción simbólica. Ello elude el problema de que
mar que en realidad la guerra nunca se produjo. Esto difiere todos los filmes y todos los documentales son, según parece,
del trabajo de J ameson acerca del posmodernismo, en el que cdn.strucciones sociales, y que, a pesar de eso, algunos son
se formula la afirmación, más verosímil, de que sólo tene- más verídicos que otros. Reducir siempre tales formulacio-
mos acceso al acontecimiento real a través de ciertos regí- nes al nivel del reconocimiento equivocado, como hace Bau-
menes de significación. Según lo entiendo, ello no pretende drillard, es negar el poder subversivo del filme popular, el
negar que las series de acciones que podríamos llamar documental y el comentario.
«Guerra de Vietnam» tienen una jerarquía ontológica simi-
lar a la de un filme acerca de la guerra. Mientras que Bau- 2. La idea de las simulaciones y de lo hiperreal suscita la
drillard sostiene que un filme acerca de la guerra es una si- cuestión de si Baudrillard puede dar debida cuenta del pa-
mulación en la misma medida en que lo es la propia guerra, pel de la cultura en la vida social. Si los textos sólo tienen
la visión de Jameson es que significantes flotantes vuelven efectos de realidad, ¿cómo valoraremos la verdad de las de-
esquizofrénica la historicidad de lo real. claraciones del propio Baudrillard? Puede ser, como él dice,
Baudrillard -hay que decirlo-e- tiene razón, por cierto, que el lenguaje no refleje lo real, sino que lo constituya acti-
en cuanto a que los videos pop, el cine de Hollywood y las vamente. Con todo, ¿significa ese hecho que las formas culo
historias policiales no reflejan lo real. Por eso se los debiera turales son incapaces de plantear interpretaciones acerca
considerar formas de producción significantes por derecho del mundo social? Cabe notar que cuanto más se aparta
propio. Sus argumentos parecen menos verosímiles --<liga- Baudrillard de la referencia al mundo material, más se re-
mos que absurdos- si se considera un filme documental primen esas cuestiones en su escritura. En este sentido,
acerca de familias monoparentales. Si un filme de ese tipo estoy en desacuerdo con su tesis de que lo real ha desapare-
sostuviera que todas las familias monoparentales producen cido sólo para ser reemplazado por su duelo simbólico. Para
hijos delincuentes, tendríamos mucha razón en sentirnos volver a la obra de Volosinov (1986) y Raymond Williams
justificados en nuestra indignación, porque semejante for- (1979b, 1980, 1982), sostendré que el lenguaje y las formas
ma de ver es falsa. Esto no equivale a sostener que los docu- culturales son de carácter a la vez material y simbólico. Es-
mentales, como otras formas de producción fílmica, no tra- to parece constituir una observación marginal, pero una
bajan de acuerdo con determinados códigos, sino que son perspectiva cultural materialista puede ofrecer, a propósito
susceptibles de pretensiones veritativas. Además, los filmes del sujeto, una visión diferente de la que sostiene Baudri-
acerca de Vietnam también pueden expresar verdades. La llard. La aplicación de un materialismo cultural trae tam-
trilogía fílmica de Oliver Stone acerca de Vietnam se inte- bién consecuencias para la manera de interpretar la cultura
resa en el tema universal del sufrimiento humano innecesa- y reelaborar las concepciones sobre la necesidad humana.
rio que origina la moderna tecnología bélica. Puede decirse La discusión desembocará entonces en algunas de las obser-
que esos filmes son representaciones del conflicto más vaciones de Gadamer (1975) y de Ricoeur (1981) acerca del

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momento referencial del texto, que los trabajos de Baudri- humanos para introducir nuevos significados por medio di
llard y de J ameson oscurecen. ciertas formas materiales es una fuente de optimísmo para
Volosinov y Williams sostienen que el lenguaje es una ambos autores.
práctica social material y simbólica. La reproducción del Esta explicación difiere sustancialmente de la de Bau-
signo es el producto de la interfase entre la acción humana y drillard en tanto el lenguaje es visto como lugar de lucha de
las estructuras sociales. Los dos autores critican la separa- fuerzas sociales extralingüísticas. La insistencia de Baudri-
ción arbitraria que según De Saussure existe entre la es- llard en que el signo no tiene referente indica que la produc-
tructura del lenguaje y la manera en que se lo reproduce en ción de formas materiales (filmes, periódicos, programas de
contextos sociales. Saussure atribuye al lenguaje un carác- televisión y revistas) no se entiende verdaderamente como
ter objetivo fijo que está abstraído del habla viva de los seres campo de lucha hegemónica. Pero ni Williams ni Volosinov
humanos. El énfasis dialéctico del materialismo cultural suponen automáticamente que las relaciones sociales de
sostiene que la producción lingüística no puede ser reducida producción tienen un influjo predeterminado o desdeñable
a la subjetividad de un actor aislado o a las estructuras pre- en la producoién y la reproducción lingüísticas. En este sen-
determinadas del lenguaje. El lenguaje es el producto colec- tido, Williams tiende a subrayar el papel de las institucio-
tivo de relaciones sociales intersubjetivas. Es conocida la te- nes públicas, en tanto que Volosinov, acercándose más bien
sis de Volosinov (1986, pág. 26) según la cual la psique se a Bourdieu, vincula la articulación simbólica con los antece-
forma a través del lenguaje, que se sitúa en la línea fronteri- dentes de clase. Si bien estos temas requieren más elabora-
za entre la biología y el mundo exterior. Esos procesos lin- ción, lo que resulta claro, a partir de tales formulaciones, es
güísticos no pueden reducirse ni a la biología humana ni a que la producción del signo, considerada como una práctica
la impronta estructural de la sociedad humana. Dicho de social, tiene que ser puesta en conexión con relaciones so-
otro modo, la estructuración dinámica del lenguaje no pue- ciales externas. Pero si, como hace Baudrillard, se pone un
de ser resuelta apelando a la base biológíca de los seres hu- acento tan exagerado en la separación entre lo simbólico y lo
manos o a un sistema lingüístico objetivo y cerrado. El acen- real, se omite tomar en cuenta esas relaciones. El lenguaje y
to se pone en la capacidad creativa de los sujetos humanos la cultura son, siempre, el resultado de determinadas rela-
para modificar el lenguaje colectivamente a través de la ree- ciones sociales de realización y consumo. Uno de los muchos
laboración de estructuras ya existentes. En esa forma, la ac- elementos decepcionantes de los trabajos de Baudrillard es
ción humana no se opone a una estructura lingüística exter- que él evita reconocer esos aspectos. Esto es, lo simbólico
na constrictiva, puesto que las reglas del lenguaje son la puede no estar determinado por lo real, pero por cierto lo
condición previa de esa actividad. Esas prácticas, como he real afecta su producción y su recepción.
señalado, son a la vez materiales y simbólicas. El signo tie- Gran parte de la cultura mediática moderna conserva
ne que ser producido materialmente por la emisión de soni- una naturaleza referencial, pero Jameson y Baudrillard
dos en el aire, el trazado de caracteres sobre el papel o deter- presentan un análisis de la cultura mediática que destaca
minados movimíentos corporales. Su cualidad simbólica, o la producción de códigos y medios de comunicación intertex-
los significados que se origínan a través de un conjunto de tuales. Con todo, En el nombre del padre no es sólo un ejem-
signos, son pluriacentuales. El signo es el asunto de una lu- plo de intertextualidad, como Jameson y Baudrillard pro-
cha semiótica, donde diferentes grupos sociales atribuyen pondrian. Por importantes que resulten ser esas perspec-
distintos significados a una variedad de acentos sociales. tivas, parecen desconocer las preocupaciones hermenéuti-
Williams (1979b) y Volosinov (1986) sostienen por igual que cas más tradicionales en la visión del mundo que un texto
los grupos dominantes tenderán a insistir en que el signo es abre discursivamente. Dicho de otro modo, el filme en cues-
uniacentual; las formaciones hegemónicas lo representarán tión podria ser considerado un comentario acerca de las for-
como si tuviera una cualidad reificada y fija que no es el re- mas de injusticia históricamente dispensadas a los sospe-
sultado de procesos históricos. La capacidad de los seres chosos irlandeses bajo la ley británica. Las dimensiones

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abiertas por el texto son potencialmente una crítica de las es que las orientaciones de Baudrillard y de Jameson dejan
relaciones sociales reales. En oposición a los que se propo- esas cuestiones sin desenvolver. 8
nen deconstruir el texto, o a los que, como Baudrillard y Ja-
mesan, atienden principalmente a sus características como 3. Si el análisis desarrollado hasta aquí es correcto, la vi-
forma cultural, una estimación de sesgo más hermenéutico sión de la cultura mediática que sustenta Baudrillard so-
buscaría atender a los horizontes crítícos que se dibujan brestima algunos aspectos en detrimento de otros. El pro-
cuando se presta atención a lo que el texto intenta decir. yecto de Baudrillard se ve afectado por exageraciones polé-
Baudrillard no puede responder a esa característica crítica micas y afirmaciones insostenibles. Aparte de eso, creo que
de la producción textual porque sustenta la implosión del en su concepto de estrategias fatales subyace un vanguar-
comentario poético acerca del mundo en acciones y relacio- dismo masculinista que desprecia todo sentimiento de com-
nes sociales reales. Lo que Gadamer (1975) y Ricoeur (1981) pañerismo entre los seres humanos capaz de generar re-
llaman el momento referencial del texto es esencial para laciones de solidaridad. en el seno del mundo de vida. Ray-
una apreciación de la relación de la audiencia con una va- mond Williams (1989¿' ha rastreado similares estructuras
riedad de textos y añade, al mismo tiempo, una dimensión de sensibilidad en el inicial movimiento modernista hacia
subversiva a la política cultural. Por supuesto, ahora las es- la Nueva Derecha. Sus análisis de Strindberg y Nietzsche
tructuras de la sociedad de consumo alientan e incorporan muestran que la cultura de la vanguardia modernista pone
de diversos modos la pluralidad semiótica. Pero si conside- el acento en una rebelión individualista contra la burgue-
ramos el ingreso parcial de las perspectivas feministas en la sía. La preocupación modernista por los sentimientos de
cultura predominante, las conclusiones que extraigamos no alienación, fragmentación y exilio se entreteje ahora con un
tienen por qué ser tan pesimistas. El surgimiento de edito- discurso derechista del individuo atomizado que propende a
riales feministas y el movimiento feminista en general han negar relaciones más empáticas y solidarias. La posición
transformado gran variedad de textos populares destinados adoptada en los escritos de Baudrillard aboga por una foro
a las mujeres (Ballaster et al., 1991; McRobbie, 1994). La ma de individualismo, por parte del escritor, alejada del re-
ideologia de la feminidad incorporada en las revistas feme- baño moderno. Eso aparentemente coincide con algunos de
ninas resultó cuestionada por la influencia feminista. Es los aspectos más elitistas de la vanguardia modernista es-
cierto que todavia la mayor parte de las revistas destinadas bozados por Willíams.
a las mujeres las más de las veces las toman como clientela Pueden advertirse supuestos similares tras la afirma-
en su papel de consumidoras y de amas de casa. Pero hay ción de Baudrillard en el sentido de que el aparato técnico
cambios visibles, en la medida en que algunas revistas al de la comunicación masiva convierte a la gente en una masa
menos rinden tributo, siquiera de palabra, a muchos de los irresponsable. Bauman (1992a), Hall (1986) y Kellner
intereses feministas, que abarcan desde definiciones más (1989) sostienen que la escritura de Baudrillard contiene
emancipadas de la sexualidad hasta la salud y la situación un sesgo antihermenéutico. Puede decirse que Baudrillard
de las mujeres en el trabajo. Esas culturas materiales ofre- presenta a las masas como un cuerpo homogéneo y apático
cen la posibilidad de identidades y subjetividades nuevas que rechaza las estrategias mediáticas para suscitar parti-
que no pueden entenderse sin prestar atención a la relación cipación e identificación. De acuerdo con esas perspectivas,
entre el contenido textual y los movimientos y las relacio- falta en él una apreciación de la pluralidad semiótica de los
nes extratextuales. Si bien esos textos raramente procuran textos populares, los cuales se leen ambiguamente desde
politizar relaciones de dominio sexual, el sujeto femenino distintas posiciones de sujeto. Tengo presentes aquí obser-
ha pasado a ser una construcción más inestable, y se han
8 Agradezco aquí, por las conversaciones que pude mantener con ella, a
abierto espacios para formas más autónomas de desarrollo. Caroline Dates, del Departamento de Estudios Sociológicos de la Universi-
Quisiera subrayar una vez más que no habría que sobresti- dad de Sheffield, que está concluyendo una tesis de doctorado acerca de las
mar esos desarrollos, si bien lo importante en este contexto revistas de mujeres y sus lectores.

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vaciones de Williams (1965) referidas a quienes buscan re- los sistemas de comunicación modernos han instituido una
ducir el cuerpo, culturalmente diverso, de la población a versión unidireccional de la comunicación. En los estudios
una categoría unitaria como la de masas. Para Williams, las sobre los medios, las preocupaciones por la democracia y la
masas no tienen un referente fuera de las producciones sim- ideología se han apoyado en ese supuesto, aunque en la ma-
bólicas de ciertas tradiciones intelectuales y formaciones ar- yor parte de los casos ello no ha sido explícitamente recono-
tísticas. Tales representaciones, junto con las del individuo cido. La institución de las llamadas sociedades de masas se
reifícado que existe con independencia de las conexiones basó en determinadas formas nacionales de homogeneidad
humanas, presentan un análisis reductivo de la compleji- cultural que a su vez fueron posibles gracias a la centraliza-
dad realmente vivida en la modernidad. Según Williams, la ción de las tecnologías de la comunicación. Hoy, con el adve-
estrategia argumentativa de Baudrillard en el nivel de la nimiento de sistemas estereofónicos personales, estaciones
teoría y de la práctica aísla a los actores legos de sus contex- satelitales y aparatos de videograbación, las tecnologias tie-
tos intersubjetivos y constituye nada menos que una forma nen efectos individuantes. Las nuevas formas de control so-
de determinismo tecnológico. Estas objeciones tienen una cial propiciadas por tales, desarrollos no consisten tanto en
relevancia categórica. No obstante, Smart (1992) ha soste- la integración en una sociedad de masas cuanto en la frag-
nido, en defensa de Baudrillard, que este en verdad señala mentación cultural. Por cierto, el paradigma gramsciano,
que las masas son silenciadas por la naturaleza unidireccio- que privilegia las nociones de incorporación ideológica, si-
nal de la tecnología. Las masas -yen esto Smart estaría de gue siendo relevante, pero todo planteo referido a los efectos
acuerdo con Williams- son una simulación de la escritura hegemónicos de la cultura popular tendrá que ser mediado
del propio Baudri1lard. Lo que se echa de menos en los que con una preocupación por el decadente espacio social del ca-
caracterizan a Baudrillard como elitista es una apreciación pitalismo tardio. Por supuesto, Baudrillard no establece los
de su estrategia discursiva. En este sentido, Baudríllard ha nexos que proponemos aquí; quizás él tiene más importan-
producido una alternativa a la hegemonía del código domi- cia por algunas de las cuestiones que plantea.
nante, que alienta la actividad y la participación de la au- Por ejemplo, la insistencia de McLuhan y Baudrillard en
diencia. La dificultad surge a raíz del modo en que Baudrí- que la comunicación instantánea u obscena ha vuelto obso-
llard formula la cuestión. Si las masas mismas son una me- leta la esfera pública, conserva una fuerza analítica. Los
ra simulación, tengo derecho a preguntar por qué debiera yo intentos por rehacer la esfera pública, como los de Williams
aceptar las declaraciones de Ba udrillard. El profundo pesi- y Habermas, tendrían que aceptar que los modernos flujos
mismo de Baudrillard actúa como un antídoto contra algu- de información y el silenciamiento de la vasta mayoría de la
nos de los vértigos semióticos de los teóricos de la audiencia. poblacíón imponen ciertas limitaciones. Baudrillard y Me-
En este sentido, su escritura conserva cierta relevancia Luhan señalan legitimamente el paso de la cultura impresa
descriptiva en su versión de los consumidores de cultura po- a la cultura electrónica como un hecho que tiene ciertas con-
pular que se vuelven cada vez más aturullados y cínicos, pe- secuencias en este sentido. Los bombardeos de información
ro sabedores de las referencias intertextuales manifiestas simulada característicos de la modernidad indícan que las
en la ficción popular, en las series de televisión y en las pelí- respuestas reflexivas de la audiencia marchan a la zaga de
culas. Pero sus reflexiones no dejan de ser impresionistas y, una cultura de la velocidad cada vez más indíviduada. Pero
consideradas en sus propios términos, tendrían que resistir- ello no necesariamente elimina la capacidad del sujeto de
se al referente empírico que propongo aquí. ejercer una reflexión crítica con arreglo a lo bueno y a lo jus-
El otro punto fuerte de Baudrillard es, al igual que en to, según lo dan a entender tanto McLuhan como Baudri-
McLuhan, su insistencia en el papel de la tecnologia en la llard. Parecieran más verosímiles las afirmaciones de De-
formación de relaciones intersubjetivas. También, al igual bord y de J ameson acerca de la declinación de las narrativas
que McLuhan, fetíchiza los aspectos tecnológicos de la co- históricas, si bien estos planteos deberían explicar la recu-
municación mediática. Es muy importante la idea de que peración del nacionalismo en la edad moderna. No obs-

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tante, una apreciación asi fija límites al intento de formar mueren. Esto requiere una democracia radical y un abierto
comunidades racionales de intercambio exclusivamente a sistema comunicativo de intercambio, tan libre del dinero y
través de los medios. Los defensores de la esfera pública po- el poder como sea posible. Desdichadamente, la teoría social
drian señalar el hecho de que la obsesión de Baudrillard por nihilista de Baudrillard, más interesada por su propia posi-
la tecnologia pone entre paréntesis, con un sesgo conserva- ción que por el mundo social, vuelve irrelevantes tales cues-
dor, cuestiones concernientes a su institución democrática. tiones.
¿Cómo asegurar -cabría preguntarse- que se discutan
con amplitud cuestiones de interés público desde una plura- 4. Inicié el presente capítulo rastreando las raíces del an-
lidad de puntos de vista? Además, dada la fragmentación de tihumanismo de Baudrillard. Hemos visto que había sido
lo público, ¿cómo asegurarnos de que las cuestiones más influido por la crítica de Althusser al primer Marx y, mucho
importantes de nuestro tiempo lleguen a los espacios en los después, por su interés en Nietzsche y Bataille. Un elemen-
que la gente trabaja, cuida a los niños, descansa y se forma to constante en la teoría social de Baudrillard ha sido su in-
una opinión? Estas preguntas presuponen una reformula- sistencia en que el sujeto ha desaparecido en el objeto. Ade-
ción democrática de nuestra cultura y propician visiones de más, Baudrillard sostiene que el interés por las necesidades
lo social menos centradas en los medios que las ofrecidas humanas está filosóficamente en quiebra y resulta ana-
por McLuhan y Baudrillard. crónico en la era de las frías culturas electrónicas. De todos
Desde una perspectiva diferente, el vertiginoso mundo modos -insistiría por mi parte---, la idea de que los seres
de las imágenes mediáticas ha sido interpretado a la vez de humanos tienen necesidades social e históricamente media-
manera demasiado optimista (McLuhan) y demasiado pesi- das conserva su importancia. De otro modo, si se siguen las
mista (Baudrillard). Mi actitud se acerca a la de Jameson, si tesis de Baudrillard, no se podría decir que los sistemas
bien he señalado que su explicación se construye demasiado sociales no satísfacen las necesídades de sus ciudadanos.
estrechamente en torno del problema de la reificación de la Podemos estar seguros de que, si no se sostiene alguna con-
mercancía. Tal visión dialéctica aceptaria, con Baudrillard, cepción de necesidad humana, es dificil ver por qué critica-
que el diario vaivén de acontecimientos únicos en los medios ríamos las estructuras del capitalismo tardío. Los super-
promueve un sentimiento de precariedad y de superficiali- mercados pueden estar repletos de bienes de consumo, pero
dad. En esto, la modernidad contribuye a promover una cul- eso no quiere decir que sus alimentos no sean venenosos o
tura débil en la que nada parece tener un valor duradero. que estén al alcance de todos. Más todavia: nuestras esta-
Pero la explosión de la cultura semiótica ha presenciado, ciones de radio pueden estar llenas de grandes personali-
correlativamente, una nueva búsqueda de profundidad y de dades que se expresan, pero eso no quiere decir que sean
sentido dentro y fuera de la cultura comercial dominante. El competentes para cuestionar nuestra forma de percibir el
desarrollo de las comunicaciones globales ha propiciado sida o la pobreza. Sostendré en este punto, con espíritu un
nuevas relaciones de solidaridad con quienes están lejos en poco fuera de moda, que los seres humanos de fines del siglo
el espacio y en el tiempo. Semejante dialéctica -y esto me XX tienen necesidades tanto materiales cuanto simbólicas.
lleva nuevamente a mi preocupación por la esfera pública- En la conclusión retomaremos estos argumentos, que tie-
pone de manifiesto que los sistemas libres de comunicación nen un peso decisivo en la teoría de la comunicación masiva.
son más urgentes que nunca. Las oportunidades y los peli- La idea de las necesidades humanas es rechazada por
gros que enfrentan los ciudadanos del mundo suponen la Baudrillard por dos razones principales. Primero, esa no-
necesidad de tener acceso a información de mucha calidad, ción, según lo resume correctamente Baudrillard, guarda
dramas que promuevan la reflexión critica e informes filma- una estrecha relación con las teorías de la naturaleza hu-
dos que susciten respuestas de los ciudadanos. Estos clara- mana. Para Baudrillard, las ideas acerca de la naturaleza
mente necesitan tener una conciencia crítica de las condi- humana están vinculadas a la función normalizadora del
ciones sociales, cada vez más complejas, en las que viven y código dominante. El marxismo y el capitalismo comparten

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una visión similar de los seres humanos como seres que jará de traer consecuencias para la organización de los me-
esencialmente son trabajadores productivos, lo cual forta- dios dominantes de comunicación.
lece una suerte de racismo de la especie contra los que no La otra objeción de Baudrillard está asimismo errada.
alcanzan esa jerarquia. La otra crítica de Baudrillard fue No obstante, la idea de que las teorías de las necesidades
que las nociones de necesidad dependen de una versión del humanas son propensas a los dualismos filosóficos tiene sin
sujeto humano que no es propiamente social. Baudrillard duda cierta aceptabilidad. Una visión así era cierta a propó-
sostiene que las necesidades dependen de las distinciones sito de Marx, puesto que uno de los problemas del capitalis-
de los sujetos respecto de otros grupos de consumidores, y mo era que reducía a los obreros de las fábricas a la degra-
que son efecto del sistema social en el que viven. Por tanto, dada condición de animales. Era la barbarie del capitalismo
los discursos acerca de las necesidades son ideológicos -un del siglo XIX lo que impedía que los trabajadores realizaran
término al que Baudrillard no es muy aficionado- en la plenamente su naturaleza intrínsecamente humana. Una
medida en que reproducen la exclusividad de un código yes- visión así se acerca a una forma de especismo que categori-
cinden al sujeto en sus necesidades naturales y sus necesi- za a las necesidades animales como básicas y a las necesi-
dades sociales. Considero que estos dos supuestos están dades humanas como elevadas y nobles. Pero decir que la
errados. manera en que Marx formula las necesidades humanas
La primera tesis, según la cual las concepciones de la ne- contiene dificultades no impone, a mi modo de ver, el aban-
cesidad y la naturaleza humanas son por fuerza excluyen- dono liso y llano del concepto. La idea de necesidades mate-
tes, es sin duda falsa. Acaso se podria estar de acuerdo en riales universales que los seres humanos comparten como
que algunas formulaciones funcionan de esa manera, pero especie es obvia y señala, en el pensamiento de Baudrillard,
ese no es ineludiblemente el caso. Por ejemplo, Norman Ge- un profundo prejuicio contra la ontologia (Bhaskar, 1991).
ras (1983) ha señalado que Marx, en contra de lo que decla- Si tales necesidades estuvieran gobernadas por el sistema,
ra Althusser, nunca rechazó una visión de la naturaleza no podriamos decir que una sociedad que mata de hambre a
humana, y que al no hacerlo tenía razón. Marx defiende sus ciudadanos no satisfacía sus necesidades. En relación
una concepción universalista de los seres humanos con la con los dualismos filosóficos, Ted Benton (1993) sostiene
teoría de las necesidades materíales y sociales. A no ser que que puede eludírselos considerando que cada especie tiene
se satisfagan las necesidades de alimentación, protección y determinado potencial histórícamente dado. Los seres hu-
salud, es improbable que los seres humanos subsistan por manos y los gatos comparten determinadas condiciones
mucho tiempo. También tienen, de acuerdo con Marx, nece- biológicas (una vida de duración limitada, vínculos con
sidades sociales de asociación, trabajo creativo y diversas otros animales, actividad sexual, etc.), pero tienen diferen-
ocupaciones sociales. Esas necesidades pueden expresarse tes potenciales de especie. Por ejemplo, sólo los seres huma-
de diferente manera en culturas diferentes, pero son en nos son capaces de comunicar lingüísticamente las inter-
esencia universales. Aunque no necesariamente estoy inte- pretaciones de sus necesidades a través de los mecanismos
resado en defender las teorías marxistas acerca de la nece- instituidos de los medios masivos. Ese potencial de la espe-
sidad y la naturaleza humana, es dificil ver qué hay de in- cie depende obviamente de determinados niveles de de-
trínsecamente racista en esas ideas. Se puede suponer que sarrollo histórico y no puede ser concebido de manera apro-
el propio Baudrillard necesita de alimentos para subsistir, y piada como expresión de su biologia. Sin embargo, una ver-
piensa que tendrá más posibilidades de ser creativo con una sión así de las necesidades evita reducir las capacidades
carrera de escrítor que con un monótono trabajo manual. humanas a sistemas sociales específicos y no teme admitir
Pero con respecto a la teoría de la comunicación, si se puede que los seres sociales son también seres biológicos. La filo-
defender la idea ~omo en efecto creo que se puede- de sofia antimateríalista de Baudrillard al parecer reduce la
que los seres humanos tienen necesidades de comunidad, capacidad compartida de sufrimiento y muerte de los seres
de saber y de expresión creativa, esa circunstancia no de- humanos a los puntos electrónicos de la pantalla de televi-

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sión. De todos modos, hemos visto que las nociones de nece- 6. Perspectivas en culturas mediáticas y
sidad son importantes para la teoría de la comunicación
masiva, y deseo recoger estos temas en el próximo capítulo.
teoría social

Resumen
Baudríllard se interesa sobre todo en las características
técnícas de la comunicación masiva. Aparte de la penetra- Los tres paradigmas en la investigación de la
ción de la cultura simulada, y de su propio antihumanismo comunicación masiva
y sus intransigentes polémicas, ese fue el tema principal de
este capitulo. Pero, lo mismo que McLuhan, Baudrillard ini- El legado de la teoría de los medios ofrece a los especia-
cialmente presenta el programa de una atenta considera- listas en teoría social ricas perspectivas sobre la práctica
ción de los medios específicamente tecnológícos antes de mediática. La actual explosión de las nuevas tecnologías y
demolerlos bajo formas más abstractas de análisis. Baudri- la rápida globalízación de las culturas mediáticas hace que
llard parece tener mucho que decir acerca de la influencia esos temas sean cada vez más relevan~ Como lo acepta la
de las nuevas formas de comunicación. Pero como ridiculiza mayoría de los autores examinados, el intercambio de im-
las nociones de lo público y de la economía política, y hace presiones mediáticas constituye el trasfondo permanente
un análisis impresionista de las culturas mediáticas, sus del fin del siglo XX. Sea que pasemos toda nuestra vida en la
contribuciones requieren de un soporte más sustancial. El aldea donde nacimos, sea que viajemos sin cesar por todo el
problema es aquí que el extremo antiempirismo de Baudri- mundo, ~ras mediátjcas casi con seguridad estarán
llard coarta semejante posibilidad. presentes, Qfrecen el tejido microscópico que une los par-
ches que llamamos globalización. Más modestamente, ayu-
dan a delinear, sostener y, en ocasiones, transformar las
identidades transnacionales, nacionales, regíonales y loca-
les. El ruidoso flujo de culturas que las tecnologías de la
comunicación contribuyen a transmitir nos recuerda que
las ambiciones fundamentalistas y separatistas están casi
condenadas a fracasar. Los ubicuos tentáculos de los medios
masivos indican que la criatura humana se abraza con sus
prójimos. En realidad, mientras más rápido aceptemos la
naturaleza simbólicamente cosmopolita e irredimiblemente
material de la existencia humana, tanto mejor. Examinar
los titulares del diario matutino -que McLuhan (1994)
comparaba con un colage-- es caer en la cuenta del alcance
global de las agencias internacionales de noticias. La yuxta-
posición de diversos informes noticieros es un ejemplo de los
modos de conexión cultural que la modernidad pone cotidia-
namente a nuestro alcance. Parece que esas figuraciones
culturales, si no se produce ningún cambio dramático, esta-
rán con nosotros aún durante algún tiempo en el futuro.

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En contra de los que buscan explicar la vida social según teresa la agudeza del autor, sino su capacidad de llevarnos
un paradigma único, el flujo global de información descen- al núcleo de la cuestión. Como sostiene Baudrillard (1983),
tra al sujeto de continuo. El sistema de comunicaciones es los límites entre la teoria y la práctica son fluidos. Pero, en
demasiado vasto para que se lo subordine a una sola opera- contra de su posición, podemos todavía discernir entre las
ción de control. Se difunden visiones opuestas, se ponen en nociones de teoria y de práctica al menos una relativa auto-
circulación formaciones contradictorias y los mensajes se nomía. Un enfoque critico busca el «encaje» entre las abs-
contradicen. Las culturas mediáticas son irremediablemen- tracciones analíticas y el mundo de la práctica social. El
te plurales en su propiedad, su tecnología, sus mensajes, su desarrollo teórico y la práctica social debieran procurar
forma y su recepción. Si es así, los sistemas de comunicación mantener una relación dialógíca que conserve una apertura
masiva son también virtualmente demasiado poderosos pa- intelectual a las nuevas orientaciones en ambos dominios.
ra que se los deje sin regular, y en manos de grandes corpo- Una visión así, que en la actualidad no es la moda entre la
raciones. Las culturas mediáticas son presa de estrategías niebla intelectual que ha pasado a asociarse al posmoder-
hegemónicas y de instancias ideológicas, No tenemos por nismo, plantearia la necesidad de conectar los desarrollos
qué elegir entre los tres paradigmas de investigación que se teóricos con los cambios que se producen en los propios sis-
nos ofrecen. De hecho, muchos de los autores considerados temas de comunicación. Con esa intención aplicaré los mo-
combinan por lo menos dos de los distintos enfoques exis- delos teóricos desarrollados en este texto a uno de los más
tentes. Por ejemplo, Jameson (1991) mezcla un enfoque cri- importantes acontecimientos mediáticos de esta década: la
tico con una comprensión de la naturaleza tecnológica de Guerra del Golfo. Aunque no cabe duda sobre que este es un
las culturas modernas, y Stuart Hall (1986) teoriza una no- acontecimiento excepcional, nos ayuda a reunir las corrien-
ción de hegemonía junto a las lecturas criticas de la audien- tes teóricas salientes en este terreno. Finalmente, avanzaré
cia. Podemos estar seguros, en conclusión, de que los tres en mis reflexiones acerca de los temas de las necesidades
enfoques contribuyen a nuestra comprensión de la cultura humanas y la ciudadanía en relación con las comunicacio-
electrónica, impresa y oral moderna. Que sigan siendo re- nes. Los dos conceptos, relacionados entre sí, pueden hacer
levantes dependerá de los contextos empíricos a los que se una gran contribución a las teorías de la comunicación ma-
los aplique y de las cuestiones que queramos plantear. siva, y ostentan una prioridad normativa de la que otros
En este capítulo mi propósito es esbozar algunas de las campos de investigación carecen. Pero el problema más in-
principales preocupaciones de los capítulos precedentes. mediato es para mí preguntarme por qué la teoria social de-
Después pasaré a considerar lo que creo que es la cuestión biera interesarse en las comunicaciones masivas.
central de una teoria social y de la comunicación masiva: El estudio de los medios masivos de comunicación sigue
¿por qué el estudio de la comunicación masiva reviste im- una delgada línea entre las concepciones que sobrestiman
portancia para los que desean entender el mundo social? La su importancia y las que no se la atribuyen en medida sufi-
exploración que haré de este tema incluirá la aplicación de ciente. Incurren en lo primero aquellos que se ven llevados a
preocupaciones teóricas a los procesos culturales reales. La separar los medios de otros dominios de la práctica social, y
actitud que orienta la discusión es semejante a la de ciertas quienes insisten en su capacidad de atar ideológícamente a
ramas de la hermenéutica critica: la teoria nos interesa en los sujetos a ciertas creencias fundamentales. En cambio,
la medida en que puede aclarar determinados procesos so- cometen el segundo error aquellos que argumentan que los
ciales. Un enfoque así es incompatible con tendencias inte- medios constituyen sólo una forma más de actividad de
lectuales que disocian la teoria de la práctica social o consi- tiempo libre en la sociedad del capitalismo tardio, o sostie-
deran la relación entre teoria y práctica como una forma de nen que su influjo sobre los prejuicios de la audiencia es es-
intertextualidad. Si bien las preocupaciones teóricas no caso. Me parece que estas son falsas oposiciones, y el pre-
reflejan el mundo, ayudan a formar nuestras actitudes res- sente texto se propone avanzar algún trecho hacia su de-
pecto de él. Como señala Clifford Geertz (1973), no nos in- construcción.

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La aparición de las comunicaciones globales ha sido con- diversas prácticas de la audiencia. Por último, proporcionan
comitante del surgimiento de ciertos grupos poderosos que niveles globales de interconexión, al tiempo que producen
procuraron presentar perspectivas y tecnologias en armo- mayores efectos de fragmentación.
nía con sus intereses. El amplio desarrollo de las tecnolo- Estos distintos paradigmas intentan convencernos de
gías de la comunicación ha ido de la mano con el crecimiento que el estudio de la comunicación masiva es fundamental
del capitalismo y su incesante búsqueda de nuevos merca- para comprender la sociedad contemporánea. Toda concep-
dos .. Las formas culturales producidas fueron utilizadas por ción que rechace la tentación de hacer de las prácticas me-
conglomerados de gran escala que procuran llevar al máxi- diáticas algo demasiado central o demasiado periférico con-
mo tanto los beneficios como un dominio cultural e ideológi- cuerda con mi propósito. Con todo, a pesar de los desacuer-
co. Ello indujo a algunos autores a atribuir a los medios el dos manifiestos entre las tres tradiciones de los estudios so-
carácter de una fuerza ideológica dominante del capitalis- bre los medios, cada una de ellas señalará distintas razones
mo consumista en la creación de nuevos deseos y nuevas para explicar por qué es preciso estudiarlos. En última ins-
necesidades. Un enfoque más dialéctico pone de manifiesto tancia, a pesar de las grandes diferencias de sus historias y
procesos culturales que resisten a la mercantilización y a sus trayectorias, a ningún enfoque amplio de la comunica-
las estrategias ideológicas. La noción de la esfera pública; ción de masas le conviene ignorar alguno de los tres para-
los valores periodísticos de verdad, objetividad y equilibrio, digmas que se expresan en la bibliografia. Estos distintos
y la concepción del artista creativo son algunas de las mane- enfoques captan algunos de los aspectos más importantes
ras en que esas formaciones se han resistido a su coloniza- de los medios, pero dejan otros en la penumbra. Volveré so-
ción por el poder y el dinero. Enfoques más interpretativos bre el carácter incompleto de los tres paradigmas en mi exa-
de la audiencia han descubierto que algunas formas occi- men de las necesidades y la ciudadanía. Pero no propondré
dentales de producción mediática suelen tener consecuen- un paradigma inventado por mí, ni la quiebra completa de
cias no buscadas y son semióticamente abiertas. La disocia- las formaciones existentes: el problema es más bien que los
ción entre los que producen el mensaje y la audiencia que lo enfoques teóricos todavia no han elaborado ciertas dimen-
consume indica que el texto mediático suele ser visto en di- siones.
versos contextos y en muchas formas distintas. Pero ni si- La razón por la que el estudio de la comunicación masiva
quiera podemos hablar de esas cuestiones si no se satisfa- reviste importancia para comprender la sociedad contem-
cen algunos prerrequisitos tecnológicos. La discusión ante- poránea presenta tres partes, cada una de las cuales expre-
rior presupone la capacidad de las formas culturales de al- sa un ámbito distinto en el debate sobre la práctica mediá-
macenar información y trasladarla a través del espacio y el tica. Esas formulaciones teóricas interesan además a mu-
tiempo. Los medios ni sirven pasivamente a los intereses de chas preguntas que no han obtenido respuesta. Es inevita-
formaciones hegemónicas ni son económica, política y cultu- ble que no todas ellas puedan ser replanteadas, y algunas
ralmente inocentes. De la misma manera, las tecnologías de tengan que quedar para otros críticos. El primer enfoque
la comunicación son estructuradas por la capacidad del ca- ofrece una teoría crítica de la comunicación masiva. Esta
pital privado y el poder público, a la vez que los propios me- teoría ha procurado examinar las distintas formas en que
dios retienen ciertas capacidades. Por ejemplo, un teléfono las culturas mediáticas han llegado a convertirse en un po-
tiene características constantes, con independencia de que der social dentro de las sociedades contemporáneas. Se dis-
su propiedad y su operación sean públicas o privadas. De tal cute mucho acerca de su eficacia en ese sentido. Las dos tra-
modo, en los contextos modernos, las tecnologias de la co- diciones intelectuales presentadas en este libro -el marxis-
municación son fuente de ciertas oportunidades y de ciertos mo inglés y la Escuela de Francfort- no llegan a decidir
peligros. Suelen ser impredecibles en sus efectos culturales, sobre el grado en que las estrategias mediáticas penetran
aunque se mantienen enlazadas al funcionamiento del po- culturalmente en el mundo de vida. Además, esas tradicio-
der social. Son dominadoras y a la vez están sujetas a las nes han intentado poner en conexión los medios con otros

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dominios de la práctica social: la economia y la política. trabajen, vivan y amen como nosotros. Puede decirse que el
Sigue siendo una cuestión abierta el grado en que lo cul- espectáculo de los cadáveres cargados en carros, abandona-
tural ha quedado bajo el dominio y el manejo de las estrate- dos al sol hasta que revienten o quemados sobre el suelo
gias de la mercantilización y el poder estataL Las razones hace muy poco por promover nociones de identificación glo-
que habitualmente se aducen para marcar la importancia baL Son cuerpos sin cultura. Se les pone a los ruandeses la
de estas cuestiones recurren a nociones de autoridad y de- marca a fuego de irracionales por abandonar su país en ma-
mocracia. Es común sostener que las modernas democra- sa, y se les tiene lástima por su espantosa situación. En este
cias necesitan que se presente a sus ciudadanos un variado aspecto, como destacan muchos autores, es verdad, sin du-
espectro de opiniones, para que ellos puedan hacer aportes da, que los medíos no tienen memoria. Sólo unas pocas se-
creativos y reflexivos a los debates democráticos. Esto es manas antes, las pantallas de nuestros televisores estaban
decisivo, en la medida en que una autoridad democrática re- llenas de informes sobre la práctica del genocidío dentro de
side supuestamente en el pueblo; este constituye el cuerpo las fronteras del Estado de Ruanda. U no se queda con la im-
que tiene el poder de destituir a los representantes elegidos. presión de que si fueran europeos blancos, la ayuda habría
Pero, como advierte la mayoría de los crítícos, los procesos estado más cerca. Pero sin la presencia de los medíos glo-
democráticos de decisión se ven obligados a desarrollarse en bales, es dificil que los líderes del mundo emprendan la ac-
condíciones menos que ideales. En los últimos años, las de- ción necesaria para asistir al sufrimiento masivo. Por su-
mocracias occidentales han enfrentado una crisis de legiti- puesto, los medios pronto dirigirán la atención hacia otro si-
midad como resultado de una declinación de la participa- tio, y las formas globales de redístribución y de instituciona-
ción en los principales partidos políticos, una escasa con- lización necesarias para atender a los problemas de Ruanda
currencia a las elecciones generales y una difundida con- no se producirán. No obstante, sin las imágenes televisivas,
ciencia de las formas en que el poder y el dínero buscan ase- los informes de prensa y las entrevistas radíales, la mayo-
gurarse de que ciertas cuestiones se decidan en su favor. En ría de la gente ignoraría las obligaciones que tenemos con
este contexto, los medíos masivos parecen sostener ideoló- aquellos que están espacialmente ausentes de la pequeña
gicamente el statu quo y marginar a las voces críticas. esquina en que vivimos. Los medios globales tienen la capa-
El concepto de hegemonía ha puesto de manifiesto que el cidad de impeler públicamente a los líderes del mundo occi-
dominio del flujo de la información es casi siempre despare- dental a la acción, a pesar de que sin duda los informes re-
jo. Por cierto, favorece las voces y las perspectivas de los producirán muchas de las estructuras dominantes. En sín-
poderosos, pero también proporciona un espacio para las re- tesis, si bien los medios de comunicación masiva tienen
flexiones críticas y para otras relaciones intersubjetivas. muchas de las características que el enfoque crítico señala,
Como lo ha mostrado este estudio, la presentación de las esas estrategias mediáticas suelen tener consecuencias no
imágenes, las voces y la historicidad es sistemáticamente buscadas y más contradíctorias de lo que la mayor parte de
dístorsionada por mecanísmos de mando. Pero estos no han las teorías de la hegemonía supone.
tenido éxito ni en colonizar el mundo de vida ni en manejar La segunda orientación principal de la investigación
la impredecible circulación de las culturas mediáticas. Por acerca de los medíos propone enfoques de carácter más in-
ejemplo, los medios mundiales ciertamente presentan las terpretativo. La investigación de la audiencia, a pesar de
crisis humanas del Tercer Mundo en forma etnocéntrica, sus defectos, expresa muchos de los ambivalentes procesos
con escasa consideración de los contextos económicos, polí- que se destacan en las culturas mediáticas. Esta investi-
ticos y culturales locales. Según he señalado, ese es el ca- gación ha destacado que las interacciones mediáticas casi
so en la tragedia humana que actualmente se desarrolla siempre se verifican en marcos domésticos y abarcan un
en Ruanda. La complejidad cultural de los habítantes de complejo trabajo simbólico de los propios espectadores y
Ruanda ha sido reducida al signo de la muerte. No parecen oyentes. Pero hay muchísimo desacuerdo en torno del mejor
ser personas que tengan costumbres y tradíciones, y que procedimiento para llevar a cabo una investigación de la au-

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diencia. Hemos visto que David Morley (1992) y Ann Gray practican las culturas mediáticas. Esta área de la práctica
(1992) estaban más interesados en el contexto mismo en teórica ha hecho que los investigadores profesionales vieran
que se ve, que en el texto específico que se interpreta. Por en ellos mismos y en los miembros de la audiencia unos su-
otra parte, John Fiske (1987b) y len Ang (1985) se intere- jetos contradictorios como antes no creían serlo. Las identi-
saban por lo popular de ciertas formas culturales, y por su dades políticas y las construcciones más populares parecen
índole semiótica y subversiva. Si bien nos hace tomar con- superponerse las unas a las otras. Estas adhesiones más
ciencia de estos actos, la teoría de la audiencia en todas sus placenteras y privadas son un componente importante de la
variantes pasa por alto la totalidad de las relaciones econó- vida moderna y tienen un interés más simbólico que infor-
micas, politicas y culturales, y la manera en que estas se mativo o instrumental. Vistas positivamente, nos permiten
introducen en el proceso corriente de recepción. No obstan- tomar parte en diversas narrativas populares desde las cua-
te, esta perspectiva indujo a tomar en cuenta algunas cues- les construimos un sentido de la persona y de una comuni-
tiones interesantes. ¿Por qué son populares los melodra- dad imaginaria. Si se las concibe de manera menos genero-
mas? ¿Cómo explicaremos el predominio, en nuestros días, sa, las prácticas privadas del consumo doméstico son por sí
de la televisión en las actividades de tiempo libre? La pre- indicativas del proceso de atomización y despolitización ma-
gunta por la importancia que revisten los medios ha sido nifiesto en la democracia occidental. Inevitablemente, esas
respondida por referencia a la textura de las prácticas en la dos lecturas tienen cierto grado de legitimidad. Si se las reú-
vida corriente. Esto es, los medios siguen siendo un campo ne, hablan de una profunda ambivalencia en las culturas
decisivo de estudio porque la gente construye un sentido de mediáticas populares.
identidad y entra en relación con sus prójimos a través de Por otro lado, una teoría de la hegemonía, a pesar de los
los diversos modos de interacción con las formas comunica- problemas que para mí plantea el modo en que se ha apli-
tivas. Las culturas mediáticas importan en razón de la en- cado este concepto, podría ayudar a dar otro enfoque a estas
tusiasta participación de los miembros comunes del público. cuestiones. Las nociones de hegemonía permiten ver los mo-
Lo que estas perspectivas parecen valorar en la comunica- dos en que los propios contextos de recepción se estructuran
ción masiva es la capacidad de los seres humanos para par- a través de las prácticas económicas, políticas y culturales.
ticipar en una cultura. Si la teoría crítica de los medios pone Una visión así de la hegemonía no puede reducirse al inte-
de relieve el papel de estos en formas democráticas de par- rés de Morley (1992) y de Hall (1980) por las lecturas domi-
ticipación, la teoría de la audiencia defiende los derechos de nantes, negociadas o de oposición. Las interpretaciones de
los sujetos a tomar parte en culturas comerciales populares. las culturas mediáticas son configuradas por las relaciones
Para los representantes de la teoría crítica de los medios, sociales materiales y las redes de poder, tanto dentro como
como Habermas (1989) y Williams (1974), nos convertimos fuera de los espacios de compromiso cultural. Una visión así
en seres humanos maduros en la medida en que somos puede ayudar a dar otro enfoque a las prácticas de recepción
capaces de cuestionarnos reflexivamente las tradiciones y en el interior de prácticas estructurales, históricas y espa-
las creencias antes sustentadas. Del mismo modo, los repre- ciales más amplias.
sentantes de la teoría de la audiencia, a pesar de centrarse Los que se centraron en los medios de comunicación
manífiestamente en contextos más domésticos que públi- situaron el desarrollo de las culturas mediáticas en la histo-
cos, destacan la capacidad de los sujetos sociales de pensar ria de la modernidad. En sus distintas variantes, oponién-
en contra de la orientación de los textos mediáticos. Los une dose a quienes relegaban el estudio de las culturas mediáti-
el común énfasis en las complejas capacidades simbólicas cas a un rango secundario, han sostenido que esos procesos
del sujeto. Sin embargo, a los teóricos de la recepción les son componentes centrales de las sociedades modernas. En
preocupa menos la realización de las virtudes republicanas coincidencia con algunas orientaciones del posestructura-
que el admirador entusiasta. Aquí están en el centro de la lismo, consideran el funcionamiento de los medios no menos
atención las maneras menos grandiosas en que se viven y real y profundo que el estudio de las pautas de empleo o la

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organización de la crianza de los niños. La modificación del explosión de la cantidad de cultura mediática disponible
tiempo y el espacio por formas predominantemente unidi- bajo distintas formas y géneros indica que la audiencia está
reccionales de comunicación es un rasgo fundamental de constantemente empeñada en seleccionar. La decisión de
nuestra vida cotidiana. Este enfoque subraya que las cul- mirar la historia policial, terminar una novela o escuchar
turas mediáticas son prácticas sociales como otras. El ar- ópera nos une a ciertos espectadores, lectores u oyentes, a la
gumento materialista, que suele reducir el funcionamiento vez que nos separa de otros. Los medios técnicos que han
de esas culturas a la impronta de una estructura social más hecho posibles esas transformaciones merecen un estudio
amplia, se equivoca en este punto. Las culturas mediáticas en tanto transforman constantemente tales relaciones so-
son autónomas respecto de otras prácticas y actividades, y ciales.
al mismo tiempo están entretejidas con ellas, de las que a su El funcionamiento del aparato técnico de comunicación
vez reciben un influjo estructurante. ha traído también consecuencias precisas para las otras dos
El desarrollo de los medios tecnológicos de intercambio modalidades de estudio de los medios. La centralización de
de imágenes e información ha tenido un profundo efecto en la tecnología mediática con el advenimiento de la televisión,
el siglo XX. De una cultura decimonónica impresa y oral, ha la radio y la prensa nacionales impuso a la bibliografia so-
surgido una cultura electrónica que contribuyó a sustentar ciológica el interés por las ideas acerca de una sociedad de
relaciones intersubjetivas a través del tiempo y el espacio. masas. Se advirtió que el control de determinadas tecnolo-
Hoy nuestra experiencia cotidiana rebosa en imágenes y gías por el capital y por el Estado podia origínar formas
perspectivas distantes de los lugares en que vivimos, traba- ideológicas de incorporación. La oferta de equipos de video,
jamos y amamos. En diferentes momentos, los medios técni- el incremento del número de canales de televisión y de es-
cos de comunicación pueden suministrar un cemento social taciones de radio, y la proliferación de la industria de las
al presentar detalles de acontecimientos de los que todos revistas han alterado el equilibrio entre el productor y el
hablan. Puede tratarse de un niño desaparecido, de un te- consumidor. Si bien los procesos ideológicos son todavía
rremoto o de la elección del presidente de los Estados Uni- manifiestos, el desarrollo de las comunicaciones culturales
dos. Uno de los efectos de la comunicación masiva ha sido el ha centrado la atención cada vez más en la audiencia. La
de unificar comunidades y grupos sociales distintos a tra- capitalización de una refinada tecnologia de comunicación
vés del espacio y el tiempo. Esas comunidades imaginarias ha contribuido a la fragmentación de la audiencia. Tecno-
pueden ser experiencias transitorias que concentran nues- logías tales como la de las videograbadoras y los equipos de
tra atención sólo por breves períodos, o también pueden ser estéreo personales han tenido un efecto individualizador,
un lugar de sentimientos de identificación más intensos. permitiendo que la audiencia hiciera, en cuanto al modo de
Los medios masivos nos ofrecen ritualmente información recibir las culturas mediáticas, selecciones que no eran tan
sobre formas de vida radicalmente diferentes de las nues- manifiestas en las oleadas tecnológícas anteriores. Las au-
tras. El tomarlos como refugio puede dar lugar a un recono- diencias adquirían cada vez más interés para la investiga-
cimiento erróneo, una manipulación hegemónica o diversio- ción a medida que la tecnología avanzaba y solicitaba su
nes voyeuristas, pero también al sentimiento de que existen participación cultural.
muchas formas distintas de vivir la vida. Con todo, como lo Este campo de investigación también tiene sus puntos
sabe la mayoría de los comentaristas, cuanto más se han de- ciegos; son los que sugieren los otros dos tipos de teorías de
sarrollado las tecnologías de las comunicaciones, tanto más la comunicación masiva. El interés tanto de Baudrillard
fragmentada se ha vuelto la audiencia. Las tecnologías de la (1988a) como de McLuhan (1994) por el vehiculo fisico se
comunicación promueven procesos de unificación y de frag- abstraía de contextos sociales más amplios (capital y políti-
mentación a través de los contornos espaciales de lo local, lo ca estatal) y pasaba por alto las capacidades semióticas de
nacional y lo mundial. Sus líneas de intersección parecen la audiencia. El centramiento en los medios tecnológicos se
reunir al mundo, a la vez que poco a poco lo disgregan. La debiera reinsertar en contextos y preocupaciones de carác-

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ter más socializado. Si esto se hace, surgirá una interesante lógica cultural diferente. La polarización de los periódico.
serie de cuestiones. ¿Son algunas formas tecnológicas in- en formas «serias» y formas «populares» ha creado dos mer-
trínsecamente más democráticas que otras? ¿El desarrollo cados paralelos. La prensa seria, como hemos visto, tiende a
de nueva tecnologia interactiva complementará los proce- concentrarse en modalidades amplias de discusión pública
sos democráticos o socavará más las formas públicas de dis- acerca de temas de interés público. La popular, por su parte,
cusión? ¿Qué efectos estructurantes tienen las culturas trata, en informes sensacionalistas, el absurdo y las con-
electrónicas en formas más frías, más racionales, de deba- cepciones individuales del mundo que hablan de privatiza-
te? He señalado las direcciones que podrían tomar las res- ción y despolitización. En términos mediáticos, por tanto, es
puestas a esas preguntas, aunque siguen siendo cuestiones tentador hablar de desarrollo combinado y desigual. Mien-
abiertas a la discusión. tras que la implosión y la simulación verdaderamente han
El debate entre los que defienden versiones de la moder- influido en las culturas mediáticas, no han revertido otras
nidad (Williams y Habermas), de la modernidad radicaliza- tendencias más profundamente arraigadas que pueden ser
da (Giddens) o de la posmodernidad (Baudrillard y Jame- asociadas a la modernidad. Es posible decir entonces que los
son) es precondición de cada uno de los tres paradigmas. medios provocan al mismo tiempo la implosión y la diferen-
Aunque mis simpatías están con los que procuran defender ciación de los mercados de información. Una vez más, ello
un proyecto modernista dirigido a la democratización de los ilustra la naturaleza plural, antes que homogénea, de las
medios de comunicación masiva, no puede negarse que al- culturas mediáticas.
gunos aspectos del posmodernismo tienen por lo menos una A lo largo de este libro he presentado argumentos en re-
importancia descriptiva. Considérese el concepto de implo- lación con el significado y la aplicación de determinadas teo-
sión de Baudrillard (1988a) y McLuhan (1994). Es sin duda rías. Estamos ahora en condiciones de ver que mientras los
cierto que las culturas mediáticas habitualmente invierten críticos de los medios ponen en cada caso el énfasis en un
muchos de los procesos de especialización salientes en la punto distinto, las tres áreas temáticas son interdependien-
modernidad. El rápido recambio de los acontecimientos me- tes. Mi intención, cuando señalo esto, no es unificar falsa-
diáticos en las culturas mediáticas, la rápida comercializa- mente campos diversos de práctica teórica: después de todo,
ción de los sistemas de medios y los intentos de las elites po- la tensión crítica es lo más fecundo en este campo. Pero es
líticas por controlar la producción mediática han modificado posible reconciliar las preocupaciones de los distintos cam-
la percepción que tenemos de lo real. Los medios, podría pos. Comparten el mismo objeto de estudio, aunque resal-
decirse, no sólo informan sobre las noticias; en cierta me- tan aspectos diferentes de su acción. Sea que estemos inte-
dida, las producen. Aparte de eso, el cambio histórico de los resados en las modalidades institucionales de dominación,
regimenes de significación del capitalismo semiótico y la en la formación de la identidad o en el cambio del espacio y
simulación de lo real han modificado el centro de atención el tiempo, esas perspectivas expresan algunos de los pro-
de las culturas mediáticas. Si los medios dan relieve a una blemas fundamentales con los que se asocia la teoría social.
gacetilla periodistica sobre una convención de los admirado- Conocemos ya las razones por las cuales los teóricos socia-
res de Elvis, ello en realidad se podría describir como un si- les, u otros cualesquiera, deben considerar seriamente los
mulacro. Los propios admiradores, que probablemente creo medios. Se expresan en complejos campos de práctica teó-
cieron escuchando los discos de su estrella favorita, viendo rica que han permitido conocer la naturaleza hibrida y plu-
sus peliculas y leyendo relatos populares acerca de él, se ral de las culturas mediáticas. La circunstancia de que
convierten ellos mismos en un acontecimiento mediático. aquellas preocupaciones sean incompletas en la actualidad,
Este ejemplo muestra que la relación entre los medios y el y que acaso nunca se completen, es el tema de las siguientes
mundo social no es una relación estable. Y sin embargo, reflexiones.
otros procesos culturales operan. El desarrollo y la circu-
lación masivos de los periódicos populares hablan de una

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Los medios y la Guerra del Golfo: hegemonía, que aún no se han planteado en esas discusiones. Me ceno
audiencia y simulación traré en los contextos sociales y culturales más amplios re-
velados por la Guerra del Golfo, e investigaré brevemente
La Guerra del Golfo de 1991 fue quizás el conflicto hu- algunas de las identificaciones inconscientes que no han si-
mano violento mediado con más profusión en la historia. En do tomadas en cuenta. Supondré que el lector posee ya un
este sentido fue quizá la primera guerra verdaderamente conocimiento básico de la Guerra del Golfo Pérsico, y decla-
global. La cobertura de la guerra dominó la mayoría de los ro, además, no hallarme en condiciones de discutir el amplio
aspectos de la producción televisiva, de prensa y radial. Ello espectro de cuestiones éticas y políticas que la guerra inelu-
la convirtió en un acontecimiento mediático excepcional y diblemente suscita. Mis intereses son más limitados. Aun-
casi sin precedentes. Ya fuese escuchando una pequeña ra- que es inevitable que rocen también otras consideraciones,
dio portátil junto al río Ganges, en la India, o mirando tele- deseo limitarme, en la medida de lo posible, a la discusión
visión en tiempo real en unpenthouse neoyorquino, el mun- de las perspectivas teóricas en cuestión.
do entero siguió la guerra a través de los medios de comuni- KeIlner (1992) caracteriza a la Guerra del Golfo como
cación masiva. Fue como si la predicción de Marshall McLu- una guerra televisiva. Entre los espectadores de su país, los
han de una aldea global finalmente se hubiera cumplido. El Estados Unidos, las principales maneras de ver el conflicto
mundo había reducido su tamaño mientras sus habitantes se formaron, más que a través de cualquier otro medio, en la
miraban, escuchaban y leían con nerviosismo acerca del de- interacción con la pantalla del televisor. Kellner adopta una
sarrollo de los acontecimientos. Si bien el carácter vasto de postura crítica hacia la mayor parte de la cobertura tele-
la cobertura hace de la Guerra del Golfo un hecho entera- visiva, argumentando que fue hegemónica en la medida en
mente singular y, acaso, no representativo de flujos cultura- que reafirmaba una guerra injustificable. No quiere decir
les más comunes, ofrece un interesante punto de debate. con eso que la televisión fuera una herramienta pasiva de
¿En qué forma pueden los tres paradigmas de la comuni- los grupos dominantes, sino que la cobertura mediática fue
cación ayudarnos a comprender este acontecimiento? No re- estructurada por un campo de lucha socíal. Es verdad que
sulta sorprendente, puesto que la cobertura llegó casi a la en gran parte los medios legitimaron las acciones de los gru-
saturación, que motivara cierto número de artículos yestu- pos sociales dominantes y excluyeron a las voces disidentes.
dios académicos que se centraron principalmente en los Pero las estrategias mediáticas recibieron críticas aun den-
controles impuestos a las formas públicas de reflexión y en tro del establishment, y desde la herencia cultural de Viet-
la reacción y las interpretaciones de la audiencia. Y bien, nam y un movimiento pacifista que al comienzo fue pode-
McLuhan y Fiare (1968) escribieron un interesante trabajo roso. La pregunta crítica que Kellner hace es: ¿cómo pudo la
sobre la guerra, en tanto que Baudrillard (1991) hizo algu- esfera pública aprobar el empleo de una fuerza que mató
nos comentarios, breves pero destacables, en un artículo pe- aproximadamente a 243.000 iraquíes?
riodistico. No me propongo aquí abarcar exhaustivamente Al justificar el uso militar de la fuerza, el medio televisi-
la ínvestigación acerca de la Guerra del Golfo. Por razones vo no cumplió con su responsabilidad democrática de infor-
de claridad, y como complemento a las mencionadas contri- mar al público acerca de lo que estaba en juego, acerca de
buciones de McLuhan y Baudrillard, me centraré funda- las consecuencias que se seguirían y acerca de quién se be-
mentalmente en dos estudios de ese carácter: el de Kellner neficiaba en última ínstancia. Para ello, traficó ideológica-
(1992) y el de Morrison (1992). Los he elegido porque están mente con ciertos giros y géneros populares, propíció mar-
hechos con competencia y destacan muchos de los puntos cos de referencia racistas y refrendó falsedades y afirmacio-
fuertes y de los puntos débiles de los tres paradigmas de in- nes insuficientemente comprobadas. Estas estrategias
vestigación propuestos. Mi intención es referir la aplicación consistíeron sobre todo en personificar el mal en Saddam
de los principales enfoques de la comunicación masiva y H usseín, en propalar historias horrendas, mal verificadas,
poner de manifiesto algunas de las cuestiones más amplias de atrocidades iraquíes, en difundir proyecciones racistas

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de una barbarie árabe y en marginar las perspectivas disi- (1992, pág. 59) señala que en 1989 la General Eleotricl, q\ll
dentes. Sin embargo. cuando se inició el bombardeo estado- es propietaria de la red televisiva NBC, obtuvo nueve mi.
unidense. el foco ideológico fundamental se desplazó hacia llones de dólares de los contratos militares. Los regímenee
el poder de las formas occidentales de la tecnología, Se com- cruzados de propiedad hicieron que las mismas compañías
pararon los bien organizados ataques sorpresivos del ejérci- que traían las noticias del Golfo también construyeran las
to estadounidense con los ataques indiscriminados con armas que se empleaban para causar efectos tan destructi-
scuds que los iraquíes dirigian contra Israel. Se presenta- vos. La otra razón fundamental por la que los medios apoya-
ron las bombas estadounidenses como si siempre dieran en ron la guerra fue el estricto control de la información ejer-
sus blancos, que las más de las veces eran cosas y no perso- cido por el ejército y el gobierno. En el Golfo los periodistas
nas. Eso, como fácilmente se advertía, minimizaba el sufri- fueron asignados a grupos militares, y se les requirió que
miento humano necesario para provocar la retirada iraquí. sólo hicieran tomas seleccionadas de antemano. Kellner se-
Las imágenes televisivas eran cómplices de esa estrategia ñala también que se impidió el ingreso de los periodistas
en la medida en que raras veces mostraban la ruina am- que tenían una opinión crítica reconocida respecto de la
biental y humana que era resultado directo del bombardeo guerra. La amenaza de quedar aislado de la información y
estadounidense, yen las pocas ocasiones en que lo hicieron, de la frecuentación de las elites militares y políticas garan-
se echaba categóricamente la culpa a Saddam Hussein. Se tizó la pasividad de los medios. La manipulación. manifies-
emplearon estos mecanismos ideológicos e irracionales con ta en el control de la esfera pública. consiguió persuadir a la
el fin de neutralizar formas más amplias y criticas de de- mayoría de los estadounidenses de que valía la pena librar
bate público. Por ejemplo. la demonización de Hussein por la guerra. y la opinión pública mantuvo su aquiescencia.
George Bush hizo que el conflicto se convirtiese en una lu- Cualquier teoría crítica de los medios tendría que inves-
cha entre el bien y el mal. con omisión del análisis de los tigar la intersección de las estructuras sociales materiales
intereses específicos que estaban en juego. La construcción la construcción cultural de los sucesos y la veracidad de las
del conflicto como una batalla de voluntades entre los dos afirmaciones que se formulan. Lo debiera hacer de un modo
líderes hacia que se pasaran por alto cuestiones críticas que representara al suceso como una lucha hegemónica que
referidas a la justicia de la guerra y a los fines que pretendía es el producto negociado de la necesidad que los grupos do-
servir. Las nociones de un debate público abierto y razonado minantes tienen de asegurarse un consentimiento. Un estu-
fueron sacrificadas en el altar de burdos estereotipos y de la dio semejante por fuerza defenderá la aplicación contextual
necesidad de los Estados Unidos de proteger sus intereses de normas universales como las de verdad y justicia. Ten-
económicos. dría que pedir a los que se encuentran en posiciones de po-
¿Por qué, entonces, los medios apoyaron la guerra con der que explicaran sus acciones, planteándoles preguntas
tanto entusiasmo? Para Kellner la respuesta a esa pregun- dificiles y críticas. Estas razones ponen en guardia sobre la
ta se encuentra en la alianza entre el establishment militar excesiva concentración de medios, el control estatal y el des-
y el político, y en los intereses de las grandes corporaciones. gaste de la democracia. Este método de análisis, como se ha-
favorecidas en la década de 1980 por las administraciones brá notado, guarda una gran semejanza con las posiciones
de Reagan y de Bush. El apoyo a la Guerra del Golfo por los esbozadas antes en este libro.
medios fue consecuencia directa de las políticas de liberali- Se presentan, no obstante, algunos problemas. Se los
zación y de la declinación de las obligaciones de servicio pú- puede poner en relación con la legitimidad y la interacción
blico en las industrias mediáticas. La desregulación siste- de otros medios globales. Para la gran mayoría de los ciuda-
mática de las redes de televisión llevó a la captura y fusión danos occidentales. la Guerra del Golfo fue una guerra ba-
de compañías. Esto resultó ser decisivo en el transcurso de sada en la distancia. Michael Mann (1988) ha sostenido que
la Guerra del Golfo, cuando se produjo un entrelazamiento la generalizada posesión de armas nucleares en todo el
de intereses militares e intereses de los medios. Kellner mundo ha llevado que se produjeran guerras convenciona-

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les más limitadas. Estas guerras no dependen de la movili- tiempo, y nunca se los puede subordinar enteramente a blo-
zación de toda la población, como fue característico de las ques de poder nacionales. Además -y este es un punto que
guerras mundiales en la primera mitad de este siglo. Co- la Izquierda norteamericana (Chomsky, 1992) suele des-
múnmente, la guerra limitada supone el sacrificio personal conocer-, las culturas mediáticas siempre operan dentro
sólo por parte de los soldados profesionales, y la población de contextos sociales que al mismo tiempo hacen posible y
que permanece en su casa sostiene la guerra únicamente en limitan su poder ideológico. La cultura polimorfa de la so-
la medida en que se cumplan ciertas condiciones, a saber, ciedad del capitalismo tardio choca con otros factores socia-
que no se espere que haga grandes sacrificios y que no se les, y sus resultados suelen ser impredecibles. Las espirales
malgaste innecesariamente la vida de los soldados. Por eso de información y las retorcidas trayectorias de las culturas
es hoy infrecuente que en la sociedad occidental se dé un mediáticas tienen cierto desaliño que ha llegado para que-
compromiso profundo con las maniobras militares. Es hasta darse (Bauman, 1993, pág. 245).
improbable que las formas más intensas de movilización Ello fue sin duda manifiesto en Gran Bretaña. Una de
ideológica resulten eficaces si no se respetan determinados las objeciones a las que se presta el estudio de Kellner es
límites culturales. Si los estadounidenses no hubieran lo- que no consigna que los distintos medios de comunicación
grado una rápida victoria, la Guerra del Golfo seguramente suelen transmitir mensajes y modos de ver contradictorios.
habría recibido críticas crecientes en los medios de comuni- En gran medida, ello es consecuencia del énfasis que pone
cación masiva. Kellner sostiene que, durante el período de en la televisión. Si bien la televisión fue, sin duda, el medio
guerra, la cultura nacional se convirtió en una cultura mili- que predominó durante la Guerra, al menos en Gran Breta-
tarizada. Pero su explicación no tiene en cuenta que eso sólo ña las perspectivas críticas se discutieron en ciertas seccio-
podría haber sido un fenómeno de corto plazo.! Como a la nes de la prensa nacional seria. La investigación de Shaw y
población que permanecia en casa se le vendió la guerra co- Carr-Hill (1992) descubrió, lo mismo que la de Kellner, que
mo una alianza mundial contra un agresor, es improbable durante la Guerra del Golfo el espacio mediático pasó a es-
que incluso el sistema de medios más rigurosamente con- tar sobredeterminado por una cultura militarista..No obs-
trolado pudiera ignorar la aparición de perspectivas más tante, a pesar de esas estrategias, hallaron, entre los lecto-
críticas en otros contextos nacionales. Como es bien sabido, res de periódicos serios, a mujeres y ancianos muy preocu-
los Estados Unidos desempeñaron el papel conductor en la pados por la destructividad de los ataques aéreos. Ello no
construcción de esas relaciones, y es claro que no habrían pone en tela de juicio la descripción que Kellner hace de la
podido aislar indefinidamente a su propia población de una producción televisiva en los Estados Unidos, aunque sí
reacción crítica mundial. Kellner parece apreciar de ma- plantea la cuestión del grado de eficacia de los controles ofi-
nera parcial esa idea. Hacia el final de su libro, reconoce que ciales de mano dura en las descentradas culturas globales.
la victoria en el Golfo quizá «liberó» a Kuwait pero no salvó Una de las principales objeciones críticas que la teoría de
a George Bush. A pesar del éxito de la política exterior del los medios ha generado en los últimos años es la de que hace
partido republicano y de que los medios le eran favorables, demasiadas suposiciones en relación con la audiencia. ¿CÓ·
no pudo protegerse de la creciente crítica interna. Ello sirve mo puede Kellner estar seguro de que los espectadores es-
como un recordatorio de que los flujos locales, nacionales y tadounidenses estaban tan entusiasmados por la guerra
mundiales de la información pueden detenerse sólo por un como lo estaba George Bush? Los estudios de la audiencia
han sostenido que si tomamos con seriedad los conceptos de
1 Puede decirse que la cobertura que la televisión estadounidense hizo ideología, es necesario entonces investigar los significados
de la guerra fue más compleja de lo que Kellner señala. Hay pruebas de que se fijan y los que se pasan por alto. No podemos supo-
que en algunas de las redes de cable hubouna programacióncrítica. Luces
ner, continúa la argumentación, que el público se tragó las
y Wallner (1993) muestran que las formas baratas de tecnología, los cana-
les satelitales locales y la televisión de acceso público hicieron posible la representaciones mediáticas de la Guerra del Golfo tal como
circulación de perspectivas disidentes. se había intentado. Morrison (1992), que recogió las opinio-

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nes de más de mil adultos en Gran Bretaña, sostiene que la tablishment político, que deseaba presentar la guerra como
audiencia no vio el conflicto del Golfo según las categorías limpia y justa. El otro es el manifestado por los míembres d.
de parcialidad y objetividad, sino que se centró más en si era la audiencia que no deseaban que se les recordase que BU
aburrida. Si bien la mayor parte de la audiencia admitía apoyo a una guerra brutal tenía consecuencias destructi-
estar satisfecha con la cobertura (86 %), otros miembros de vas. El mantenimiento de una «distancia» entre los especta-
ella (el 43 %) opinaban que aquella era repetitiva, en tanto dores que estaban en su casa y la mala situación de los ira-
que una proporción menor (38 %) decía que se le había dedi- quíes sirve para esconder ideológicamente los sentimientos
cado demasiado espacio a la guerra. En otros lugares, donde subjetivos de obligación. Tal como no somos propensos a
la audiencia no se había aburrido, se hicieron, según Morri- sentir obligaciones hacia los ruandeses si sólo se los presen-
son, complejas lecturas de las representaciones mediáticas. ta como cuerpos moribundos, los procesos de identificación
Sus miembros habían apreciado algunas de las limitaciones se modifican permanentemente si el «otro» es el objeto de
bajo las cuales trabajaban los reporteros, creían en la legiti- deformaciones racistas y se oculta a la vista su sufrimiento.
midad moral de la guerra, veían a Saddam más bien como a Si se sigue por esa senda, el deseo de la audiencia de prote-
un hombre insensato que como a un loco y se inquietaban ger a sus níños es en realidad un deseo de protegerse de los
por el efecto que las escenas más crueles podrían tener en sentimientos de duda, ambivalencia y complejidad moral.
sus niños. En otras palabras, las inquietudes de la audien- El deseo de Morrison de hablar en favor de la audiencia con-
cia no reflejaban las de las formas más obvias de propa- tra los críticos de la sociedad de masas se convierte por sí en
ganda mediática. una defensa acrítica de sus limitadas proyecciones y creen-
Sin embargo, las propias representaciones de Morrison cias. Por otro lado, su satisfacción con la cobertura mediáti-
de un pueblo británico equilibrado y amante de la paz están ca podría haber sido resultado de la manera en que se los
construidas fuera de todo interés por las relaciones de poder salvó de la perturbadora experiencia moral de enfrentar las
y autoridad. En esto, el análisis de Morrison contrasta, en consecuencias de la campaña de bombardeos. Además, aun-
una forma que lo desfavorece, con las mejores investigacio- que Morrison encuentra pocos testimonios de formas más
nes de audiencia, representadas por Morley (1992), Ang placenteras de identificación que se pudieran asociar con
(1985), Radway (1987) y Gray (1992). Cada uno de estos au- sentimientos de triunfalismo y de superioridad moral, ¿po-
tores buscó integrar una compleja concepción de la activi- demos estar seguros de que no estaban presentes? Jacqueli-
dad de la audiencia en marcos de poder más amplios. Si ne Rose (1993), al presentar interesantes reflexiones acerca
bien en algunos respectos los he criticado por no desarrollar de la guerra, sostiene que la convicción nos ahorra el trabajo
temas más «macro» relacionados con cuestiones de econo- que supone dolerse del otro. Morrison encuentra sólo a unos
mía política e ideología, el trabajo de Morrison elude por pocos dispuestos a admitir que están profundamente in-
completo la discusión de cuestiones estructurales más am- quietos por la justificación de la guerra. Si proyecto agre-
plias e interpretativas. Además de eso, la explicación de sión en el otro, en este caso en Saddam, entonces el otro pro-
Kellner puede no tratar el sutil espectro de percepciones pende a convertirse en la encarnación de ese odio. Eso hace
que se pone de manifiesto en la audiencia, pero en efecto que resulte muy dificil decidir si el otro realmente significa
muestra que ciertas estructuras hegemónicas impidieron una amenaza o no. Para autores psicoanalíticos como Rose,
variantes mayores de la crítica. Puede decirse, al menos, la guerra es un medio de proyectar en los otros la destructi-
que son los miembros adultos de la audiencia los que que- vidad que sentimos en nuestro propio ser. Del mismo modo,
rian ser protegidos del sufrimiento visible de los iraquíes. Adorno (1991) sostiene que concentrar hostilidad fuera del
Esto es, esos temores son menos genuinos de lo que Morri- grupo al que pertenecemos desvia el sentimiento destructi-
son considera. En una lectura diferente, los deseos de pro- vo de aquellos hacia los cuales comúnmente tenemos senti-
tección de la audiencia se desplazan hacia los niños. Esta mientos ambivalentes. Ello proporciona una ganancia nar-
visión podría servir a dos propósitos. El primero es el del es- cisista, porque podemos entonces sentirnos más puros. Es lo

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que sucede cuando liberamos sobre el otro malo identifica- Es verdad que Morrison alude a las limitaciones de lo.
ciones perturbadoras. Por eso una de las razones por las que enfoques críticos que reemplazan las lecturas de la audien-
la audiencia puede sentirse moralmente justificada acaso cia con sus propias lecturas. Pero, por mi parte, sostendría
deriva del placer psíquico que pueden suscitar los senti- que la investigación de la audiencia se debe integrar en for-
mientos de unidad nacional e internacional. Cuanto más se mas de análisis de carácter más estructural y culturalmen-
unifica Occidente en un sentimiento de tolerancia y justicia, te menos inocentes. El estudio de Morrison presenta única-
más son las proyecciones agresivas desplazadas sobre los mente la apreciación más trivial de las cuestiones críticas
iraquíes. Esto podría explicar que Morrison encuentre a la en juego. Omite analizar las complejidades y las ambivalen-
audiencia tan racional. Señala. en efecto, que «no teniendo cias de las respuestas de la audiencia. En su visión, la teoría
un interés político particular, ve las noticias con tolerancia- de la audiencia es útil en la medida en que puede refrenar
(Morrison, 1992, pág. 9). Según mi interpretación, pues, ve algunas de las pretensiones más ambiciosas de la teoría crí-
la producción de noticias con una actitud positiva porque les tica. Es útil también porque pone de relieve los diversos mo-
satisface ciertas necesidades psíquicas y les ahorra la culpa. dos en que las culturas mediáticas contribuyen a un sentir
No puedo probar ninguna de estas afirmaciones, pero no me del propio ser, que se entrelaza en los marcos instituciona-
es claro por qué debiera preferir las interpretaciones de les de la cultura y la sociedad. No estoy persuadido, sin em-
Morrisan a las mías. bargo, de que o se impuso desde arriba una cultura militar
Las reacciones de la audiencia podrían interpretarse monolítica o las respuestas de la audiencia fueron tan razo-
también como una respuesta pasiva a cuestiones de enorme nables y correctas como Morrison lo da a entender. Uno de
urgencia pública. Su relativa falta de conexión con las inter- los puntos fuertes de los estudios psicoanalíticos está en que
pretaciones de la necesidad de los otros confirma muchas de pueden poner de manifiesto los temores y las proyecciones
las reflexiones más críticas de Kellner acerca del funciona- que los períodos de guerra inevitablemente traen a la super-
miento de la hegemonía. El desinterés de la audiencia ingle- ficie, La causa de ello no es que los líderes del mundo occi-
sa también puede haber tenido un núcleo racional. Como ha dental tengan una formación psicoanalítica, sino el hecho
sostenido Said (1993, pág. 355), la ideología más difundida de que la legítimación de las operaciones militares común-
para la Guerra del Golfo fue que la decisión de utilizar o no mente trae consigo una atmósfera culturalmente cargada
la fuerza era «un asunto interno de los estadounidenses». de emoción en lugar de formas de reflexión más serenas.
Es posible relacionar esto con concepciones imperiales más Si la Guerra del Golfo plantea dificultades tanto para la
antiguas según las cuales los destinos mundiales son deci- investigación crítica cuanto para los estudios de la audien-
didos por grandes potencias. Los informes de los medios, cia, la situación es aun más marcada en el caso de McLuhan
atendiendo a las tecnologías y los objetivos, escasamente y Baudrillard. McLuhan y Fiore (1968) sostienen que los
ocultaban que esta era una guerra estadounidense, librada medios tecnológícos de comunicación han transformado la
por tropas estadounidenses. Por tanto, la falta de interés práctica de la guerra. La guerra es fundamentalmente un
exhibida por los sujetos de Morrison pudo haber sido pro- intento o bien de sostener o bien de obtener una identidad.
ducto de una valoración pragmática antes que de las formas En la era de las comunicaciones electrónicas, eso es siempre
ideológícas de adoctrinamiento cuya omnipresencia regís- un logro complicado, en la medida en que constantemente
tra Kellner. La audiencia inglesa bien pudo haber entendi- se nos hace tomar conciencia de que nuestro sentimiento de
do que no era su guerra. Para el caso, esta apreciación per- identidad comunitaria es solamente uno entre otros. Inclu-
mitiría sostener que el mantenimiento de una esfera pú- so en la acción de guerra estamos obligados a prestar aten-
blica británica tiene importancia margínal. Aunque, si nos ción a aquellos contra quienes estamos combatiendo. Para
situamos en una perspectiva de largo plazo, no podemos es- McLuhan la guerra es una forma de educación. Las tecnolo-
tar seguros de los efectos que habría tenido sobre las orien- gías de la comunicación hacen asequibles la historia, la psi-
taciones futuras un debate más abierto en toda Europa. cología y los niveles de desarrollo tecnológíco de los otros.

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Esa forma de conocimiento ya no está controlada por una relaciones intersubjetivas menos opresivas y más demoor'·
minoría. Al asegurar formas públicas de participación en ticas exige cambios institucionales en el capitalismo tardlo.
cada etapa del conflicto, el orden electrónico produce la im- Semejante proyecto, piensa Said, difícilmente pueds poner-
plosión de las distinciones entre los ciudadanos y los milita- se en marcha si la producción y la distribución global de
res. Ello conduce a la tesis central de McLuhan: las nuevas cultura están dominadas por un pequeño círculo de corpora-
formas de interconexión y de participación cultural que las ciones privadas.
tecnologías globales hacen posibles. También la versión que Jean Baudrillard presenta de la
Al examen que McLuhan hace de la guerra, la moderni- posmodernidad cultural pasa por alto el predominio global
dad y los medios no le falta credibilidad; toda concepción de de la cultura estadounidense y el papel de la producción
la guerra en la edad de la comunicación masiva deberá te- transnacional. En su artículo acerca de la Guerra del Golfo,
ner en cuenta esos aspectos. Pero el hecho de que McLuhan escrito antes de que se iniciaran los bombardeos, describe la
se centre en las consecuencias unificatorias de la tecnología simulación de la guerra a través de imágenes de rehenes,
relega innecesariamente otras cuestiones. Edward Said declaraciones de las Naciones Unidas y discursos presiden-
(1993), en concordancia con McLuhan, sostiene que la Gue- ciales (Baudrillard, 1991). Baudrillard sugíere que, lo mis-
rra del Golfo hizo que se origínaran dos nuevas relaciones mo que en el caso de la guerra fría, se trataría de una guerra
intersubjetivas favorecidas por las tecnologias globales. de terror simulada, es decir, de una guerra «virtual», Sería
Para Said, empero, no sería atinado describir esas formas una guerra de palabras e imágenes, de muertes y destruc-
de reconocimiento mutuo como educativas; más preciso se- ción simuladas, no de muerte real. Para Baudrillard es cla-
ría presentarlas como formas bárbaras de reconocimiento ro que la guerra no existíría. La razón por la que hace afir-
erróneo: maciones tan desconcertantes procede de su incapacidad
para establecer una vinculación entre lo real y lo simbólico.
«Los musulmanes, los africanos, los indios o los japoneses,
Sugerir que las imágenes que aparecían en las pantallas de
en sus formas propias y desde sus localidades amenazadas,
nuestros televisores podrían ligarse a verdaderos intentos
atacan a Occidente, a la norteamericanización o al imperia-
de legítimar la destrucción humana es algo que la posición
lismo, con apenas más atención por el detalle, la diferencia-
filosófica de Baudrillard desecha. Con todo, en un sentido
ción crítica, la discriminación y la distinción de la que les ha
perverso, Baudrillard tiene razón. Para los espectadores
prodigado Occidente. Lo mismo es cierto a propósito de los
occidentales ahora parece como si la Guerra del Golfo no se
estadounidenses, cuyo patriotismo está cercano a la devo-
hubiera producido. Las imágenes mediáticas y el senti-
ción religiosa. Esto es, en última instancia, una dinámica
miento de caos que llegaron a asociarse a la guerra han de-
insensata. Sean cuales fueren las metas de las "guerras
saparecido de nuestras pantallas, reemplazados por otros
fronterizas", son empobrecedoras. Uno debe unirse al grupo
conflictos, en Bosnia, Ruanda y Haití. La semana próxima
primordial o constituido; o, como un Otro subalterno, debe
o, incluso, quizá mañana, nuestra atención se centrará en
aceptar una jerarquía inferíor, o combatir a muerte» (1993,
otra parte. La fragmentación del tiempo y el espacio mani-
pág. 376).
fiesta en esos relatos hace difícil conservar un sentido de la
Es muy poco lo que ha hecho el desarrollo de las culturas historicidad. La aceleración de los acontecimientos hace
globales posmodernas para socavar los esencializados mo- que parezca que la Guerra del Golfo hubiese ocurrido hace
delos de identificación subsistentes desde las últimas eta- mucho tiempo. El único recordatorio que se nos deja, según
pas del imperialismo. Al igual que Habermas y Williams, estimaría Baudrillard, es la historia ocasionalmente reci-
Said cree que a la penetración de esas viejas ideologías sólo clada en la prensa, viejos videos que celebren la victoria es-
se puede hacer frente mediante espacios seculares de inter- tadounidense y estudios académicos como el presente.
cambio cultural construidos de manera más humana. A di- La Guerra del Golfo fue un acontecimiento mediático di-
ferencia de McLuhan, Said reconoce que la constitución de ferente de cualquier otro. Los medios globales gíraron en

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torno de su cobertura y su investigación. Estudios críticos Las feministas han advertido hace tiempo que las mujere. a
como el presentado por Kellner (1992) sugieren que la co- las que se ve en términos de su sexo biológico «natural» sue-
bertura que los medios hicieron de la guerra estuvo falta de len ser catalogadas ideológicamente como seres que tienen
democracia a causa del franco control ejercido por las mino- determinadas necesidades de ser madres o de mantener las
rías políticas. Morrison (1992), por otra parte, presenta el relaciones íntimas de la casa. Teóricos críticos de las necesi-
cuadro de una guerra que parecía distante de la vida de las dades, como Raymond Williams (1965, 1979a), han sosteni-
personas que seguían sus peripecias. Se sentían ajenas, cul- do que los seres humanos tienen necesidades tanto materia-
tural y materialmente, de sus consecuencias y metas de lar- les cuanto simbólicas que la moderna sociedad capitalista
go plazo. Por último, las reflexiones de McLuhan y Fiore no satisface apropiadamente. De acuerdo con Williams, las
(1968) y la de Baudrillard (1991) destacaron los efectos uni- formas de interpretar la necesidad son sugeridas por la ma-
ficatorios y de simulación de los medios culturales. La prin- terialidad ontológica de la existencia humana y por el desa-
cipal idea presentada aquí es la de que la guerra ya se había rrollo histórico de las formaciones culturales. Una concep-
desarrollado en el imaginario global antes de que se iniciara ción así evita las trampas que encierran la naturalización
efectivamente. Estas cuestiones nos ayudan a armar un de las formaciones relacionadas con la necesidad y la igno-
rompecabezas cultural que configura un punto de vista plu- rancia de la especificidad histórica de la expresión de la ne-
ridimensional. Si bien hay una cierta tensión entre los para- cesidad. Por eso las necesidades se vinculan tanto con el
digmas, no considero que ello sea un problema. El énfasis fundamento material de los seres humanos cuanto con el
posmodernista en la diferencia inconmensurable capta la nivel de su desarrollo cultural. De esta manera, lo social y lo
diversidad de los enfoques. Además de eso, y en determina- biológico son vistos como esferas interrelacionadas que
dos aspectos, también es apropiada una insistencia moder- constantemente se median entre sí (Soper, 1979). La necesi-
nista en apresar la totalidad de las interrelaciones de las dad de alimento es, pues, tanto biológica como cultural. Las
prácticas mediáticas. Sobre tales bases sugiero que, en tan- ansias del hambre mantienen probablemente una gran si-
to capturan aspectos diferentes de la acción de los medios, militud a través de las culturas, pero se las satisface de mu-
todos los paradigmas teóricos contribuyen a la necesaria chos modos distintos.
construcción de una imagen más amplia. El hecho de que Hoy, a pesar de las propuestas de Williams, comúnmente
esa imagen quede incompleta estimulará nuevos intentos se sostienen estos argumentos con el más grande escepti-
de agregar la pieza final. Es probable, sin embargo, que ese cismo. Desde el advenimiento del posestructuralismo y la
proyecto sea llevado a cabo sin que lo guíe la esperanza de teoría del discurso, se afirma que las nociones de necesidad
un éxito defmitivo. En las dos secciones que siguen, agrega- humana son categorías inútiles, basadas en una equivoca-
ré algunas piezas más. da teoría del sujeto. Se dice que los conceptos de necesidad
humana universal desconocen la especificidad cultural y
obran como una forma de imperialismo cultural que supone
que todos somos lo mismo. De acuerdo con los pluralistas
Necesidades humanas y comunicación masiva radicales, sólo podemos plantear una política más progre-
sista si reconocemos la diferencia y la heterogeneidad. Las
El concepto de necesidades humanas tiene una larga y reflexiones anteriores acerca de las necesidades humanas,
compleja historia en las ciencias sociales. Corrientemente como las precisadas por Williams, son hechas desde el pun-
se conciben las necesidades como distintas de los deseos, y to de vista superior de una forma particular de vida, que es
poseen, por tanto, un potencial crítico. Quizá deseo pasar to- impuesta así al resto de nosotros. Tales estrategias tienen
do el tiempo dedicado a mirar MTV, pero ello puede no ser lo un gran parecido con la operación hegemónica del bloque de
que necesito. Tales conceptos de necesidad pueden ser defi- poder. Así como las teorías universales de la necesidad hu-
nidos en forma reaccionaria o democrática y progresista. mana impiden la expresión de la diversidad, de igual modo

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dades en común. Así.Ias formas de la comunicación, la com-
el bloque de poder procura imponer a sus ciudadanos deter- prensión y la interpretación humanas sona la vez materia-
minados universales culturales. Los juegos de lenguaje, las les y simbólicas. Con todo, algunas necesidades se d~fmen
identidades y las interpretaciones que florecerían en la so- más correctamente como simbólicas que como materiales,
ciedad civil son refrenados por la imposición de la hegemo- Mientras que la mayoria estaría de acuerdo en que los
nía dominante. Por consiguiente, debiera dejarse que el re- seres humanos tienen necesidades que deben ser satisfe-
conocimiento radical de la diferencia destruya la imposición chas para que ellos prosperen, ¿puede decirse lo mismo
de formas opresivas de mismidad. Con todo, tales formas de acerca de las necesidades simbólicas? En efecto, en la SItua-
ver, que por cierto no carecen de cierto grado de validez, si se ción actual no se ven con claridad las consecuencias de las
las deja prosperar o no se las pone en tela de juicio, podrán teorías de la necesidad para las comunicaciones masivas.
anular una teoría crítica de las necesidades humanas.é En Lo que en la actualidad se nos ofrece, es sólo que la comuni-
este punto, tal como lo indicaban mis anteriores observa- cación es a la vez material y cultural, y que los seres huma-
ciones acerca de Baudrillard, mi intención es invertir esas nos tienen necesidades ontológicas que se expresan cultu-
proyecciones. ralmente. Pero si bien nuestra naturaleza material tiene
No veo ninguna razón ineludible por la que el interés en consecuencias para nuestras necesidades culturales, resul-
cuestiones concernientes a las necesidades humanas forzo- taría demasiado esencialista afirmar que puede derivárse-
samente deba ser reaccionario. Sostener que los seres hu- las de estructuras biológicas comunes. Intentar tal cosa y
manos tienen necesidades que en la actualidad no son sa- llevarla a cabo sería homogeneizar la plural expresión de
tisfechas tiene consecuencias potencialmente emancipato- culturas, que consideramos fundamental para la existenc~a
rias. En verdad, yo estaría de acuerdo con Doyal y Gough humana. Grupos culturales diversos han aportado un nu-
(1991) en que si no pudiéramos afirmar que determinadas mero indefmidamente plural de maneras de expresar una
organizaciones sociales satisfacen las necesidades huma- variedad de emociones y asociaciones humanas, y una teo-
nas mejor que otras, tendríamos que abandonar también ría de las necesidades debiera fomentar esto, y no reprimir-
toda idea de progreso social. Estos autores afirman que los lo. Ciertas formas no represivas de pluralidad humana for-
pluralistas radicales rechazan el concepto de necesidades zosamente contribuyen a nuestra humanidad. La experien-
humanas, pero a renglón seguido las suponen. Si es verdad cia que, gracias al cine y al teatro, tenemos de literaturas,
que los grupos sociales, como se pretendió antes, son cultu- hábitos y tradiciones diferentes, Y las idantificaciones de
ralmente distintos, ¿entonces cómo haríamos para formular vida real que se establecen a través de los filmes y las pe-
una crítica? Las ideo logias extremas de la diferencia nos lículas documentales, fortalecen nuestra propia visión del
conducirían a reafirmar determinados supuestos racistas mundo. Una teoría de las necesidades humanas que incluya
según los cuales los blancos y los negros son tan distintos estas cuestiones tendrá que ser plural ella misma. Sólo en
entre sí que hay que mantenerlos separados. La razón por el sentido más pobre podría considerárselas efecto de la bio-
la que creemos que el racismo es un error obedece a ciertas logia. Las sociedades humanas tienen diferentes tradicio-
nociones universales como la de merecer igual respeto. De nes culturales, religiones, experiencias históricas, sistemas
hecho, en las instancias iniciales de una argumentación di- políticos y categorías artísticas que son producto de un im~­
rigida a defender una noción de necesidades humanas se ginario nítidamente social. Una apreciación asi reconocena
acepta que todos compartimos determinadas necesidades la polivalencia y la naturaleza heterogénea de las culturas
materiales. El hecho de que todos tengamos capacidad cor- globales. Pero tales ideas de la diferenci:, cultural no sO,n m-
poral de experimentar placer, dolor, autonomia física, sufri- compatibles con el énfasis más normativo de una teoría de
miento y muerte indica que tenemos determinadas necesi- las necesidades humanas. Las siguientes oonsideracionee
2 Estas ideas se aproximan mucho a las propuestas por Laclau y Mouffe estarán orientadas por la idea de que el pluralismo y el uni-
(1985) y John Keane (1988), pese a las diferencias que separan a estos versalismo pueden de hecho conciliarse.
autores.

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Aun admitiendo que las culturas humanas son variadas, mas de comunicación. No parece contradictorio señalar las
¿podríamos no suponer, dado cierto nivel de desarrollo, que necesidades que deben satisfacerse para que una cultura se
determinadas necesidades culturales son universales? Si beneficie con toda la gama de la experiencia humana.
tal cosa es en efecto posible, como creo que puede serlo, trae- Existen por lo menos cuatro especies de necesidades hu-
ría consigo consecuencias profundas para las teorías de la manas que guardan relación con la cultura y las comunica-
ciudadania y de la comunicación masiva. En particular, es- ciones: 1) la necesidad de conocer el funcionamiento de las
tas consideraciones revisten importancia ante el incierto culturas expertas; 2) la necesidad de comprender los deseos,
futuro de la esfera pública en relación con la mercantiliza- las demandas y las interpretaciones que de sus necesidades
ción, la desregulación y las formas represivas de censura hacen otros distantes en el tiempo y el espacio; 3) la necesi-
impuestas por el Estado. La implosión de las tecnologías dad de comprendernos como comunidad social, y 4) la ne-
mediátícas, el alcance global del capital, la erosión del Es- cesidad de experiencias humanas de carácter estético y no
tado nacional, los movimientos de población y las concepcio- instrumental.
nes de los derechos humanos han influido en el acercamien-
to mutuo de corrientes culturales diversas. Todos somos 1. La modernidad ha sido testigo de la creciente especia-
parte del mismo globo desde los puntos de vista económico, lización de determinadas formas del conocimiento experto.
político, cultural y moral. Los procesos de globalización han La mayor parte de los ciudadanos no comprende las formas
provisto comúnmente a los miembros del planeta de cuatro de funcionamiento de complejas economías globales, están
necesidades culturales universales que pueden ser relacio- perplejos ante las discusiones científicas acerca del calen-
nadas con las discusiones presentadas en este libro. No obs- tamiento del planeta y no están seguros de las precauciones
tante, esas necesidades se expresarán de una manera dife- que debieran tomar para protegerse de la infección del virus
rente en las distintas culturas del globo; si no es asi, ello del HIV. Las prácticas de la implosión cultural y la habitual
probablemente se deberá a su distorsión por parte de agen- recontextualización de temas como esos, trasladados desde
tes del poder. La expresión formal de esas necesidades tam- el nivel de los expertos a los mundos culturales de actores
bién tendrá que expresarse de manera más concreta en los legos, han creado, al mismo tiempo, una generalizada con-
términos de los derechos y los deberes de la ciudadanía. Si ciencia de tales cuestiones. Pero todas esas cuestiones son
bien la aplicación de esas necesidades será tema de la sec- objeto de afirmaciones y contraafirmaciones rivales. Si los
ción siguiente, no se las puede tratar con cierta profundi- ciudadanos han de tomar decisiones, sobre la base de una
dad. Soy consciente en este punto de que los derechos y obli- información suficiente, acerca de asuntos de política econó-
gaciones de la ciudadanía tienen que realizarse en terrenos mica, ecología y sexualidad, necesitarán tener acceso a co-
y contextos espacialmente diversos. J¡;I concepto de ciudada- nocimientos de elevada calidad y a la categoría de los argu-
nía tiene que ser aplicado en niveles locales, nacionales y mentos empleados en el debate serio..En sociedadesmuy
transnacionales. Reconozco además los peligros de elevar diferenciadas como la nuestra, la responsabilidad de comu-
mi opinión desde el nivel de un crítico interesado como tan- nicar esos temas recae, en gran medida, en los medíos masi-
tos otros hasta el del experto con el papel de legíslar acerca vos de comunicación. Es preciso mantener a los ciudadanos
del cambio social. Si bien trazo esta línea en un lugar distin- modernos informados acerca de los debates referidos a la
to de aquel en que la sitúa Habermas (1993), sé que creer en aficacia de la economía de mercado, los niveles de riesgo ad-
la discusión democrática es incompatible con el acto de ela- misible del medio ambiente y los conocimientos existentes
borar proyectos fijos. Ese no es, en modo alguno, el propósito acerca de la difusión del HIV. Algunas perspectivas críticas
de la actual discusión. No obstante, tales consideraciones han sostenido que los medios _masivos nosprestaron un
acerca de la necesidad seguramente pueden señalar las for- pobre servicio a propósito de esas cuestiones a causa de la
mas en que es posible aplicar los conjuntos de derechos y de influencia del dinero y el poder. Les que presentan puntos
deberes para fortalecer y restringir el desarrollo de siste- de vista acerca de la implosión cultural dan demasiadas co-

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sas por supuestas. La escisión de los mercados de informa- transformaciones y las políticas de nuestro propio Estado?
ción, el dominio ideológico de ciertas perspectivas derechis- ¿En qué forma afectan la situación las formas de capital
tas y la marginación de puntos de vista disidentes acerca ~e cada vez más desreguladoy liquido? Estas preguntas única-
esas cuestiones son aspectos que hacen al caso. En relación mente pueden ser respondidas si prestamos atención a las
con esas necesidades, la ciudadanía reclama un sistema pú- cuestiones, las opiniones y las perspectivas que están fuera
blico de comunícación que, en la medida de lo posible, obre de nuestro contexto inmediato. U na reforma del espacio
dentro de una zona no mercantilizada y fuera del control del público daría a los otros la oportunidad de elaborar sus re-
poder del Estado. Un sistema de intercambio cultural libre, presentaciones y contribuiría a facilitar las obligaciones de.
según hemos visto, comprenderia una pluralidad de pers- nuestros medios de exponerlas en toda su complejidad cul-
pectivas que respeten determinadas obligaciones de aten- tural. También las cuestiones ecológicas apuntan en esta
der al otro y responder racionalmente. Esa zona de ínter- dirección. Dados los peligros mundiales de la disminución
cambio comunicativo procuraría introducir en el dominio de la capa de ozono, el calentamiento del planeta, la conta-
público cuestiones de amplia relevancia, en forma tal de minación tóxica y los efectos de largo plazo del poder nu-
proporcionar un espacio donde puedan cuestionarse lo~ pre- clear, las decisiones locales deben basarse en una valoración
juicios irracionales y pueda desarrollarse una discusión m- de los marcos mundiales. Una vez más, las consecuencias
formada y auténticamente democrática. Por supuesto, el de tales decisiones pueden no afectar inmediatamente los
hecho de que se disponga de un espacio comunicativo no po- sitios en que vivimos y trabajamos, pero tener efectos desas-
dría asegurar determinados resultados, o que los ciudada- trosos sobre otros que viven en sitios distantes o sobre gene-
nos participen debidamente. Pero de alguna manera repre- raciones futuras de nuestra propia comunidad. Por su capa-
sentaría un avance hacia el reconocimiento de determma- cidad para trasladar espacialmente la información, los me-
das necesidades humanas fundamentales de conocimiento dios se hallan en una posición única para hacer que dispon-
acerca del mundo, riesgoso, peligroso e inseguro, en que vi- gamos de esa información, y debieran hacerlo. Son, además,
vimos. los sistemas públicos los que están mejor capacitados para
realizar esa tarea. Tales marcos colocarían las necesidades
2. El segundo y el tercer tema atañen a la necesidad de comunicativas de los ciudadanos por encima de los intere-
comunídad, la cual es particularmente acusada en una si- ses de las poderosas estructuras económicas y administrati-
tuación de fragmentación cultural y psíquica. Tales necesi- vas que mantienen el statu quo. Tenemos, por tanto, necssi-
dades, de las que los autores del humanismo socialista han dades de atender a los horizontes de los otros, sean cuales
sabido hace tiempo, son, en las condiciones modernas, más fueren las alianzas de los grupos a los que pertenecemos.
urgentes que nunca. Las dos especies de necesidades consi- Esas necesidades derivan, en última instancia, de nociones
deradas aquí forzosamente se superponen. La primera reco- de interés y de la capacidad moral que los seres humanos
noce que, en los contextos globalizados modernos, tenemos tienen de experimentar relaciones empáticas con los otros.
ciertas obligaciones hacia los otros. A no ser que conozcamos
las perspectivas de los otros, los cuales pueden vivir a gran 3. Tenemos también una serie de necesidades, relaciona-
distancía de nosotros, no podemos decídir lo que está en das con las anteriores, de ser capaces de definir semiótica-
nuestros intereses de largo plazo. Si igooramos las fuerzas mente los límites de nuestra comunidad y de nuestra forma
sociales y económicas que ahora producen crisis de refu- de vida. Tales definiciones se relacionan con nuestras dife-
giados, movimientos de poblaciones y diásporas culturales, rencias y semejanzas respecto de los otros, y con el material
es dificil que sepamos cuáles son nuestras obligaciones. ¿Te- cultural de que disponemos. Hasta hace poco, la autodefini-
nemos obligación de atender a las consecuencias inmedia- eión de la comunidad se concebía como responsabilidad pri-
tas de tales fenómenos o debemos ayudar a atacar las cau- maria del Estado nacional. Pero la fuerza legislativa del Es-
sas subyacentes? ¿Cuál es la conexión que existe entre esas tado y la ideas de la comunidad han ido disociándose poco a

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poco. Recientemente el Estado nacional ha tenido que res- una comprensión dialógica de la identidad que no se ha par-
ponder al conjunto, cada vez más diverso, de minorías étni- dido ni se encuentra totalmente sumergida bajo lae anda-
cas que acaso viven dentro de sus fronteras, a la aparición nadas contemporáneas de información.
de identidades regionales más firmes, a la declinación de las
identidades exclusivamente patrióticas y a la conservación 4. La última necesidad humana es quizá la más dificil de
de comunidades de larga distancia (Nairn, 1988; Samuel, sostener y tiene, paradójicamente, la menor influencia en la
1989). Pero por ahora la nación sigue siendo una localiza- interfase entre las comunicaciones y la ciudadanía. Ello no
ción importante en la que se mantienen las identidades equivale a subestimar su indudable importancia, sino sólo a
frente a culturas más globales y locales. Lo que continúa reconocer su condición marginal dentro de los propósitos del
siendo importante es la necesidad de los seres humanos de presente libro. De acuerdo con Walter Benjamin (1973), el
formar identidades en común con los otros. La identidad es capitalismo tardío ha hecho que pudiera disponerse amplia-
un fenómeno colectivo, jamás únicamente individual. La mente de culturas estéticas, a la vez que las ha despojado de
necesidad de los seres humanos de identificarse como un su aura. Benjamin veía esos procesos de manera ambiva-
«nosotros» impone también ciertos límites a los medios de lente: estos ofrecian la perspectiva de culturas más demo-
comunicación masiva. Los seres humanos tienen el derecho cráticas pero eran producto de la colonización cultural de la
de esperar que sus comunidades culturales no sean repri- estética por el capitalismo. Sean cuales fueren los méritos
midas, ignoradas o deformadas por la cultura dominante o actuales de esa discusión, los seres humanos tienen cierta
principal. Del mismo modo, la cultura huésped o principal necesidad de compromisos culturales que son de naturaleza
impone ciertas obligaciones a quienes viven dentro de su ór- estética antes que instrumental. Gadamer señala con clari-
bita, en la medida en que se respeten los derechos de la mi- dad esta distinción:
noría. Esas obligaciones son las de desarrollar una com-
prensión de las tradiciones, los valores y las formaciones «Las cosas bellas son aquellas cuyo valor es evidente por sí.
hegemónicas de la nación o de la región global en la que se Uno no puede preguntarse cuál es el propósito al que sirven.
vive (parekh, 1991). La transmisión del material semiótico Son deseables por sí mismas, y no, como lo útil, con vistas a
a partir del cual formamos nuestras identificaciones debe algo distinto ...
basarse en la reflexividad, la ambivalencia y el cuestiona- »Por eso la idea de belleza se acerca mucho a la de bien
miento cultural, Debemos abrirnos a cuestiones tales como (agathón), en la medida en que es algo que se elige por sí
las siguientes: ¿es la familia real un símbolo adecuado de mismo, como un fin que subordina a sí toda otra cosa como
una nación multicultural democrática? ¿Cómo pueden for- un medio. Porque lo que es bello no es considerado como un
marse identidades más abarcadoras? ¿Debe subsistir el Rei- medio para alguna otra cosa» (Gadamer, 1975, págs. 477-8).
no Unido o debe regionalizárselo? ¿Somos británicos o in-
gleses? ¿Qué significa el multiculturalismo? Esas formas El problema que plantean hoy estas afirmaciones es que es
críticas de cuestionamiento deben colocarse por encima de dificil sostener frente a Bourdieu el desinterés de la estéti-
las ambiciones estatistas de mantener el aura de formas ca. Los estudios de Bourdieu (1984) han puesto de manifies-
míticas, ceremoniales y rituales intemporales. Probable- to que los juicios de gusto se ligan a distinciones culturales y
mente las comunidades culturales serán incapaces de defi- a formas simbólicas de violencia. Sostiene que los grupos
nir en última instancia las respuestas a preguntas como sociales movilizan sus disposiciones estéticas para distin-
esas en la medida en que el antagonismo y la división sigan guirse de los otros y para convertir sus atributos en superio-
siendo rasgos culturales constantes. Sin embargo, las for- res. 3 En tanto que Gadamer considera lo estético como cul-
mulaciones posmodernas han subestimado el hecho de que
debamos comprender dónde estamos y quiénes somos antes 3 Bourdieu presenta y considera sus argumentos con más detalle en el
de ir al encuentro de la alteridad. Esto apunta en dirección a capítulo 3, págs. 130-1.

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turalmente inocente, Bourdieu lo reduce a efecto de las lu- tica, ¿tiene ello consecuencias para los reclamos de la ciuda-
chas que se desarrollan en un campo cultural y a la cualidad dama en relación con los medios de comunicación masiva?
estructurante del habitus. Por mi parte, sostendré que la Creo que sí. Estas consideraciones podrian otorgar peso a
dimensión estética tiene una autonomía relativa repecto de las tesis de que los medios debieran ser vehículo de muchas
otros dominios de la práctica social. Todas las culturas cono- formas de producción artística que no solamente son muy
cidas han ejercido actividades simbólicas que de alguna ma- elaboradas en sus mensajes sino arriesgadas en cuanto a su
nera exceden las necesarias para su acción instrumental. forma artística. Como lo han sostenido Habermas (1989) y
Como lo ha observado Sontag (1994), nuestra experiencia Williams (1962), no necesariamente hay, en el arte, contra-
de la forma cultural de la obra de arte se agrega a su con- dicciones entre la complejidad formal y la comunicatividad
tenido hermenéutico. Del mismo modo, John Berger (1988, política, ni aun, agregaría por mi parte, la genuina popula-
pág. 7), que es quien con mayor claridad ha separado la ex- ridad. Dermis Potter (1994), cuya obra tenia todas esas ca-
periencia estética respecto de la obra de arte, escribió en racterísticas, reconoció en su última entrevista que sin el
una ocasión que, al margen de su contenido, «la belleza es respaldo de un sistema de difusión pública su obra jamás
siempre una excepción, siempre a pesar de. Por eso nos con- podria haber prosperado. Ello es así porque en sistemas de
mueve». Así, no obstante el derrumbe posmoderno de la dis- carácter más comercíal el imperativo es asegurarse rápida-
tinción entre culturas superiores e inferiores, los valores mente una audiencia amplia en beneficio de los anuncian-
ideológicos transmitidos por las grandes obras de arte y las tes. Ineludiblemente ello reduce la capacidad de las redes
diferentes maneras de representar la naturaleza, hay entre para ofrecer obras difíciles o nuevas y cuestionadoras, La
los seres humanos experiencias estéticas similares. Ello no tentación es ir a lo seguro, adhiriendo a gustos más corrien-
equivale a ver esos ejemplos como utópicos o como trascen- tes y a grupos de interés ya estipulados. Deberían tener
dentales. Lo estético es siempre el producto de representa- acceso a los medios aquellas formas culturales de comunica-
ciones particulares y de esfuerzos especificas por escribir, ción que desafían a los programas de entretenimientos de
pintar, actuar, bailar y hacer música. Pienso que son las masas. No obstante, esos derechos tendrian que operar den-
correlaciones, vinculadas, pero en última instancia separa- tro de conjuntos más amplios de responsabilidadeay obliga-
das, de lo estético, lo material y lo simbólico las que moldean ciones, y aceptar que la libertad de expresión nunca es ab-
muchas de las reflexiones de Raymond Williams, soluta. Pueden imponerse limitaciones mediante determi-
nados derechos a la privacidad, y restringir los materiales
«En modo alguno deseo negar las experiencias llamadas es- marcadamente sexistas o racistas. Esos derechos y obliga-
téticas. Es uno de los logros humanos principales el atender ciones indicarían que las comunicaciones masivas no pier-
con completa precisión, a menudo sin ninguna otra conside- den su capacidad de sorprender, conmover y desafiar las
ración, a la forma en que una persona ha configurado una expectativas de la audiencia, aun cuando sean estéticamen-
piedra o emitido una nota musical. Negar tal cosa seria eli- te muy refinadas.
minar gran parte de la cultura humana y resultaría cómico.
Pero creo que necesitamos de un análisis mucho más especí- Las cuatro necesidades humanas esbozadas en lo prece-
fico de las situaciones, las ocasiones y las señales que pro- dente son de particular importancia en los contextos moder-
vocan esas respuestas, esa forma de atención» (Williams, nos, donde las tradiciones pierden su capacidad vinculante
1979a, pág. 348). (Beck, 1992). Los seres humanos reclaman, con más urgen-
cia que nunca, perspectivas y marcos renovados para com-
¿Qué muestra esto? Pienso que reconoce que los seres hu- prender a sociedades humanas que cambian con rapidez.
manos tienen disposiciones estéticas, pero que podrían no En un mundo donde la tradición pasa a ser solamente otra
ser disposiciones que alcancen acuerdo universal en cues- forma de vida, una cultura reflexiva, promovida por los me-
tiones de gusto. Si aceptamos que hay una dimensión esté- dios masivos de comunicación, es más importante que en

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cualquier momento anterior de la historia humana. Si he- sostenído que los Estados Unidos tradicionalmente domí-
mos de hacer frente a los desafios de nuestra generación y naron la producción cinematográfica, lo cual se debía, en
de las siguientes, esas necesidades reclaman una considera- parte no pequeña, a su mercado interno, pero avanzaron
ción seria a la luz de las exigencias de la ciudadanía. menos en televisión y en radio a causa de los emprendí-
mientos de los servicios públicos (Collins, 1990). Además,
las ideas de norteamericanizacián oscurecen otros flujos
de información globales entre regiones diferentes del mun-
Comunicación masiva y ciudadania: cultura, do. De acuerdo con Mattelart et al. (1984), distribuidores
posnacionalidad y Europa nuevos, como Japón, han partido de una situación de vir-
tual falta de exportación de productos televisivos en 1975,
En esta sección final deseo centrarme en la relación en- para llegar, hacia 1980, a exportar 4.585 horas de progra-
tre la comunicación masiva, la ciudadanía y las formas es- mación de dibujos animados a Italia, Hong Kong, Corea del
paciales de identidad, a fin de considerar en concreto la apli- Sur y Taiwan.
cación de las necesidades sociales con respecto a las exigen- La nueva era posnacional ha presenciado cambios en la
cias de la ciudadanía. Es oportuno que el libro termine de capacidad de los Estados para enfrentar el desorganizado
esta manera, puesto que he destacado la importancia de la flujo de los mercados económicos, los cambios políticos
esfera pública y la formación de identidades sociales demo- transnacionales y la internacionalización de la cultura. En
cráticas. Dada la prominencia que la televisión ha tenido en este terreno se observa, en el nível europeo, una prefigura-
lo que va del libro, a lo largo de la discusión tendré presente ción del modo en que probablemente se desarrollen en el
principalmente este medio cultural. futuro las formas políticas de organízación (Roche, 1992).
El cambio estructural producido contemporáneamente La construcción de un nível transnacional de gobierno tiene
ha propiciado las relaciones económicas, políticas y cultura- consecuencias para el futuro de la ciudadanía, la identidad
les posnacionales. El estudio de esas formaciones ineludi- y la regulación de las comunicaciones. No obstante, en la ac-
blemente comprende la investigación de procesos mundia- tualidad la Comunidad Europea (CE) se halla en un período
, les, regionales y multipolares. Desde fines de la década de de transición, lo que hace dificil formular cualquier predic-
1970, las ideas de la emisión de servicio público han venido ción acerca de sus relaciones con las estructuras políticas
mostrando signos de crisis. Ello puede relacionarse con los nacionales y locales en el largo plazo, así como respecto de la
recortes del gasto público exigidos por los marcos de libera- magnitud de los agrupamientos que la integren. No obs-
lización económica, el aumento de los costos de producción y tante, es probable que tenga profundas consecuencias para
la introducción de nuevas tecnologias que han abierto nue- la trayectoria futura de las comunicaciones masivas, la
vos mercados culturales para los inversores privados (Mat- existencia de esferas públicas y el desarrollo de identidades
telart et al., 1984). La otra fuerza principal que ha influido dialógicas.
en la desregulación de los compromisos con la emisión pú- En las democracias occidentales modernas, la emisión
blica ha sido la internacionalización de los mercados de televisiva ha establecido una relación asímétrica con el pú-
imágenes. Ciertos autores, como Herbert Schiller (1986), blico: por una parte, las instituciones televisivas investigan
han considerado la globalízación de la producción cultural a la audiencia para descubrir sus gustos y sus preferencias;
como sinónimo de la norteamericanización. En Europa Oc- por otra, tanto los medios públicos como los privados de la
cidental, en 1983, el 30 % del tiempo de la emisión televisiva organización televisiva retroalimentan un sentimiento de
se cubría con programas importados, y de estos, el44 % pro- identidad global, nacional y regional mediante el drama y el
venía de los Estados Unidos (Thompson, 1990, pág. 202). entretenimiento, y la información politica indispensable pa-
Las tesis sobre el imperialismo cultural conservan impor- ra el funcionamiento de la democracia. La noción de un ser-
tancia, pero no puede sobrestimárselas. Otras fuentes han vicio público definido en términos específicamente naciona-

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les está siendo socavada por redes comerciales de orienta- por conservar la fidelidad del espectador frente a la intensi-
ción predominantemente global. La creciente importancia ficación de las formas globales de competencia. La descen-
de los medios transnacionales ha librado a la audiencia de tralización de la producción y del contenido de los progra-
ciertas nociones socialmente impuestas de la comunidad mas respecto del centro nacional tiene aspiraciones a la vez
nacional, y al mismo tiempo ha acelerado los procesos de pluralistas y democráticas. También hay serios peligros si
despolitización.iEn Inglaterra, la emisión de servicio públi- la emisión regional se convierte en una mera reacción a los
co siempre ha estado enlazada a las ideas de democracia procesos de globalización y ofrece sólo la base para formas
anglicidad y nacionalidad. La concepción de emisión de ser: locales de particularismo. Los ciudadanos democráticos mo-
vicio público elaborada por Reith se basaba en los principios dernos requieren que se les haga saber de los modos en que
de universalidad e igualdad de acceso, así como en el deseo los mecanismos mundiales del dinero y el poder modifican
de educar a la población reuniéndola en una comunidad constantemente la configuración de la localidad inmediata:
imaginada en términos nacionales. El efecto inicial de la en una reformulación del concepto de esfera pública debiera
emisión comercial fue socavar la cómoda actitud reverencial ser prioritaria la tarea de poner de manifiesto los modos en
de la BBC respecto del Estado británico, pero el resultado que las relaciones sociales lejanas transforman los marcos
final parece haber sido un fortalecimiento de las formas co- locales. Otro desarrollo fundamental ha sido una serie de
merciales de la cultura por sobre la promoción de identida- convenios de asociación con grandes empresas comerciales,
des políticas. En la actualidad, los indicios señalan que una tales como el establecido entre la BSkyB televisiva de Ru-
identidad relativamente estable, articulada en términos pert Murdoch y la BBC. Estos acuerdos han incrementado
nacionales, en parte ha dejado lugar a una construcción la seguridad de las redes nacionales, al privatizarse aconte-
más fluida, fragmentada y cambiante. Durante la Segunda cimientos definidos de antemano como públicos (Hargrea-
Guerra Mundial, George Orwell (1980) escribía que los in- ves, 1993). Por último, el desarrollo de nuevas tecnologías
gleses eran una familia con la gente equivocada a cargo. Los ya ha rebasado los dominios de suministro del servicio pú-
ingleses parecían estar unidos por su incapacidad para do- blico, y es probable que continúe haciéndolo en el futuro. Un
minar otras lenguas, su falta de capacidad artística, la cer- informe reciente, hecho por una selecta comisión parlamen-
veza caliente y el odio al totalitarismo. Es improbable que taria con representación de todos los partidos, ha estudiado
hoy pueda hacerse un intento serio por sostener que la na- la posibilidad de utilizar tecnología digital alentando a las
ción tiene una cultura en coroún. La migración de personas compañías de teléfono y de cable a desarrollar redes de ban-
de otros continentes y la aparición de una cultura global da ancha. Ello podría traer consigo consecuencias comercia-
han eclipsado la imagen de cohesión nacional que Orwell les y públicas a través del suministro de videos a pedido,
trazaba, si bien continúa siendo parte de una nostalgia más compras desde el hogar, acceso a información oficial y con-
amplia. Ello da bases a la esperanza, en la medida en que la sulta médica (Bannister, 1994). Sin embargo, el debate ac-
comercialización de la cultura ha socavado el paternalismo tual acerca del futuro del medio televisivo parece haberse
integrador de las estructuras tradicionales de servicio pú- atascado entre un anhelo nostálgico de un regreso a la edad
blico y ha abierto un espacio para el surgimiento de identi- dorada de la emisión pública nacional y un enfoque plura-
dades más democráticas y multiculturales. Pero también lista movido por el mercado. Así como se ha derrumbado el
provoca pesimismo, en tanto el universo televisivo, movido eje Estado benefactor-pleno empleo, del mismo modo los
por el mercado, propende a basarse en bajos costos de pro- nuevos modelos de comunicación (satélite, cable, televisión
ducción y en un dominio de las corporaciones en el terreno digital) probablemente beneficien a quienes tengan un em-
de .las noticias y el entretenimiento. pleo estable de tiempo completo. Una situación así virtual-
La respuesta más reciente del servicio público es el de- mente permite a los privilegiados dos tercios contratar ser-
sarrollo potencial de una programación de carácter más re- vicios fuera del suministro universal ofrecido por la emisión
gional (McNair, 1994). Puede verse en ese paso un intento pública. Ello podría dejar a la emisión de servicio público

314 315
exhausta de recursos e interesada principalmente en cues- ción que, a pesar de las diferencias en su aplicación, como
tiones locales. Además, los mensajes de la nueva cultura parten muchos europeos occidentales. Históricamente, la
comercial, con una orientación más explícita, amenazan con emisión de servicio público ha provisto formas «serias» de
asfixiar culturalmente al mismo tiempo la idea de lo local y discusión pública, relativamente autónomas respecto de las
de lo nacional. Uno de los principales rasgos de la emisión programaciones y las presiones comerciales y estatistas. La
de servicio público era que permitía a la nación establecer noción de «seriedad» debe ser concebida aquí como una nor-
un diálogo consígo misma. La promesa de canales más espe- ma sostenida contextualmente, que suministra información
cializados de parte del cable, la televisión digital y el satélite precisa y perspectivas culturales renovadoras que buscan
no solamente puede dejar de proporcionar gran cantidad de una respuesta reflexíva de la audiencia (Blumler, 1992).
«programas de calidad», sino que puede continuar atomi- Los que tengan ese interés en el nivel europeo, necesitarán
zando a la audiencia. formular metas políticas más bien en términos de criterios
En el nivel de la CE, se ha adoptado una política de «Te- de ciudadanía. Es probable que eso proporcione la mejor
levisión sin Fronteras», y junto con ella se adoptaron ciertas defensa contra los temores de una norteamericanización y
formas mínimas de regulación a propósito de la pornogra- haga que el debate se centre más en los aspectos norma-
fía, la violencia y el racismo (8iune y Treutzschler, 1992). tivos.
Ello permite a los países poner freno a la transmisión de También hemos sido testigos del desarrollo de la prensa
material ofensivo. La política más intervencionista de las transnacional en toda Europa al servicio de grupos mino-
anunciadas hasta ahora se refiere a la regulación social de ritarios, incluyendo periódicos tales como el European, el
la publicidad. No ha habido aún un intento concertado de re- Financial Times y el International Herald Tribune. Ade-
gular la concentración de la propiedad de diversos medios más, la prensa nacional seria ha incorporado secciones eu-
interrelacionados, pero si ha de revitalizarse la emisíón de ropeas, junto con informes de los llamados diarios europeos
servicio público, la dimensión europea es la decisiva. Esto hermanos (Schlesinger, 1994). Estos desarrollos reflejan
resulta particularmente evidente si consideramos a los gran- una emergente identidad europea en lo que concierne a las
des personajes de los medios como Murdoch y Berlusconi, culturas mediáticas. Con todo, la nación sigue teniendo
cuya influencia aventaja a las funciones reguladoras del Es- gran importancia, a pesar de la globalización y la europeiza-
tado nacional. El poder ideológico de las publicaciones de ción, y a pesar también de los anuncios de su defunción. La
Murdoch ha hecho que los gobiernos nacionales se abstuvie- mayor parte de la cultura mediática que consumen los euro-
ran de plantear cuestiones de propiedad monopólica en los peos es transmitida, reunida y construida en Estados nacio-
medios masivos (Evans, 1994). Recientemente, Berlusconi, nales específicos. Al menos en Gran Bretaña, la emisión de
que es dueño de tres de los doce canales de Italia, convirtió servicio público es la cultura nacional. La participación de
el poder cultural y económico en poder político. Ahora puede audiencia, con una disminución para el servicio público en
aparecer en la confortable atmósfera de sus propios estudios 1991-1992, era de más del 52 % (Negrine, 1994), y en agosto
de televisión para explicar sus políticas al mismo tiempo de 1992 la prensa nacional tenía una circulación combinada
que controla la red oficial (Coles, 1994). El Estado es dema- que superaba los catorce millones (McNair, 1994). Esos pro-
siado pequeño para poner límites eficaces a la acción de con- cesos culturales, pese a las transformaciones a que he aludi-
glomerados culturales transnacionales que buscan coloni- do, son notoriamente nacionales en lo que concierne al cen-
zar el debate público. Ahora bíen, el artículo 4 del documen- tro de interés, la propiedad, el control y, por supuesto, los
to Televisión sin Fronteras expresa la aspiración política de lectores. Tal evaluación debiera obrar como un correctivo
proteger las identidades europeas de la norteamericaniza- para algunos de los planteas más silvestres de los posmo-
ción (8chlesinger, 1994). En el futuro, este deseo político po- dernistas y de aquellos que afirman que la nación se ha eva-
dría conducir a un interés de carácter más legislativo en el porado. La idea nacional es, en la actualidad, un punto fun-
destino de la emisión de servicio público. Esa es una tradi- damental de los conflictos de identidad, las exigencias de

316 317
ciudadanía y el funcionamiento del debate y la discusión podrían convertirse rápidamente en los derechos de grupos
comunicativos. nacionalístas para promover estereotipos racistas. Además,
Ello nos deja todavía con el problema de Europa. La cabe dudar de la tesis de que la emisión de servicio público
cuestión más urgente es aquí la de que Europa es muy di- ---en su situación presente-- puede proporcionar un modelo
ficil de definir desde los puntos de vista cultural y político. para una cultura más integradora. En primer lugar, la tra-
La propia CE ha estado debatiéndose recientemente por dición es, en su origen, especificamente occidental antes que
afirmar una identidad cultural propia frente a la fragmen- europea. Ello no equivale a decir que en la Europa oriental
tación, el predominio de la cultura estadounidense y la per- no haya pruebas de luchas sociales que buscan crear un es-
sistencia de las tradiciones nacionales. Es probable que los pacio público más comunicativo de acuerdo con el modelo de
rasgos esenciales de una identidad así continúen siendo la emisión de servicio público (Boyle, 1994). No obstante, es
problemáticos (Marquand, 1994). Recientemente las nacio- probable que los destinos de esas luchas particulares estén
nes europeas han sido testigos de la difusión de la violencia determinados por presiones económicas antes que por razo-
étnica, el derrumbe de la Unión Soviética, la reunificación nes normativas. Puede que ese siga siendo el caso mientras
de Alemania, la declinación del socialismo «realmente exis- el antiguo bloque oriental permanezca fuera de los marcos y
tente» la difusión de la democracia liberal, la claudicación las estructuras de la CE. Esta cuestión tampoco deja de ser
de la democracia social nacional y la integración económica en cierto modo académica mientras no se pueda persuadir a
y política más estrecha de la CE. Europa es un continente las estructuras europeas de que intervengan en favor del
turbulento. Ralph Dahrendorf (1990, pág. 13) sostuvo, in- desarrollo de una esfera pública comunicativa. En segundo
mediatamente después de la caída del comunismo, que una lugar, la fragmentación cultural hace que las audiencias
de las delicias de 1989 fue el redescubrimiento y la reapa- propendan a acceder a una diversidad de formas culturales,
rición de las diferencias nacionales. El antiguo Imperio So- así que una democratización de la red televisiva no puede
viético parecia haber subordinado tradiciones nacionales garantizar automáticamente efectos culturales específicos.
populares a sus propias exigencias ideológicas. Pero la ma- Un sistema europeo de emisión públicamente responsable
yoría de los comentaristas culturales vería ahora con más puede contribuir a promover una discusión abierta y racio-
ambivalencia la liberación de esas tradiciones. En realidad, nal, pero no garantizar que se le preste atención. En reali-
la cuestión cultural más importante que enfrenta Europa es dad, aunque se lo haga, los enfoques interpretativos y pos-
la actual explosión de las tensiones étnicas y de la violencia modernos sugieren que los sentidos que se construyan pro-
atávica. La paradoja actual parece ser la de que el mismo bablemente serán plurales e inestables.
período que trajo los efectos unificatorios del consumismo Me propongo considerar las posibilidades de una esfera
masivo, la norteamericanizacián y el estrechamiento de los pública europea y sus consecuencias para las políticas de
lazos de la CE, también ha sido testigo de una intensifica- identidad. Esto guarda estrecha relación con el desarrollo
ción de la violencia y el odio étnicos. Obviamente, esos no de la ciudadania y la eventual expansión de la CE. Puede
son problemas que puedan ser resueltos por una política de plantearse la cuestión de la rectitud normativa de una esfe-
comunicación masiva, aunque constituye el trasfondo de ra pública europea. Pero dada la persistencia de intensos
todo intento de reconsiderar su importancia en el contexto conflictos de identidad, no podemos predecir los efectos que
europeo. El desafio que enfrenta la reforma de las estructu- podria tener semejante política. Una esfera pública europea
ras de la sociedad civil es el de no desconocer esos conflictos debiera ser defendida refiriéndola a las exigencias de la
con la presentación de imágenes oficiales de unidad y armo- ciudadanía antes que según criterios fundamentalmente
nía. Una alternativa, de consecuencias igualmente desas- culturales. Lo que ímporta son los derechos y los deberes
trosas, sería la estructuración más democrática del espacio culturales, no la amenaza de una norteamericanizacián. Pe-
comunicativo europeo mediante la afirmación de ciertos de- ro las cuestíones de cíudadania y cultura síguen siendo ni-
rechos sin las correspondientes obligaciones. Esos derechos veles de análisis interrelacionados, aunque distintos. Una

318 319
estimación de las conexiones entre la identidad cultural y Los derechos y los deberes en los medios masivos ten-
las comunicaciones masivas democráticas debe precavernos drían que aplicarse con relación a lo que Walzer (1983) ca-
de extraer conclusiones excesivamente optimistas. racterizó como una esfera particular de justicia. La noción
Comúnmente se enlaza el concepto de ciudadanía con la central es aquí la idea de una igualdad compleja. En formas
obra del sociólogo inglés T. H. Marshall. Marshall (1992) simples de igualdad sólo podemos considerarnos iguales si
distinguía en la ciudadanía tres dimensiones. La primera es ambos tenemos los mismos recursos. Si nos ajustamos a la
la de los derechos civiles (derechos de propiedad, derechos a igualdad simple, somos iguales sólo si ambos poseemos la
un juicio justo), que en gran medida se desarrollaron en el misma cantidad de aparatos de televisión, de radios y de vi-
siglo XVIII. El siglo siguiente asistió al desarrollo de los de- deocaseteras, y tenemos acceso a la misma cantidad de ser-
rechos políticos bajo la forma del derecho de voto en eleccio- vicios. Pero en una sociedad en la que hay distintas versio-
nes democráticamente celebradas y de libertad de asocia- nes de lo bueno, es improbable que los dos deseemos lo últi-
ción. Finalmente, en el siglo XX surgíeron, junto con el Es- mo en materia de tecnología de la televisión. Si deseo poseer
tado benefactor, los derechos sociales bajo la forma de pro- una videograbadora de baja calidad, opuesta al modelo de la
tección contra la pobreza, el desempleo y las enfermedades. otra, que es superior, ello no necesariamente nos convierte
Estos derechos implicaban automáticamente determinadas en desiguales. Yo podría decidir, sin que lo demás cambie,
obligaciones y estaban destinados a definir cierta condición desarrollar el sentimiento de mí mismo a través de la activi-
de pertenencia. En años más recientes, aunque sin perder dad politica en lugar de convertirme en un admirador faná-
su influjo, esta herencia se volvió polémica por varias razo- tico de las películas estadounidenses de ciase B. La propie-
nes. Entre estas se cuentan el énfasis de Marshall en la evo- dad de formas complejas de tecnología pasa a ser objeta-
lución, la forma pasiva en que las exigencias de la ciuda- ble sólo si uno tiene acceso a información de gran calidad y
danía se han aislado del contexto de las luchas, su omisión el otro no. Ello se debe a que las cuestiones concernientes al
de desigualdades que no sean las de ciase, el restringído acceso deben considerarse de acuerdo con criterios de ciuda-
alcance de los derechos sociales y su concentración en el danía, y no de prosperidad material. Según Walzer, la igual-
Estado nacional (Roche, 1992; Turner, 1993b). A estas dis- dad compleja se satisface en el caso en que «ningún ciuda-
tintas orientaciones de la crítica, añadiría por mi parte la dano que esté en alguna esfera social en relación con un
omisión, en que Marshall incurre, de plantear una ciudada- bien social pueda ser disminuido por el hecho de estar en
nía cultural. A las dimensiones civil, política y social, debe- alguna otra esfera social en relación con algún otro bien»-
mas agregar los derechos y las obligaciones culturales (Mur- (Walzer, 1983, pág. 19).
dock, 1992). Por eso el concepto de ciudadanía debiera ser En una sociedad democrática, el sistema de comuni-
considerado según un modelo tetrádico y no según el habi- cación masiva debiera proporcionarnos una gran diversidad
tual modelo triádico. Donde se los aplique, tales derechos y de entretenimiento y de información política. Ello exige
obligaciones debieran basarse en determinadas necesida- formas culturales plurales que satisfagan las necesidades y
des universales. Mi enfoque difiere del de otros autores que los deseos de una ciudadanía diversa. Esas formas infor-
han destacado la ciudadanía cultural. El lugar central de la macionales y semióticas pueden satisfacerse tanto comer-
aplicación de l~ ciudadanía en relación con la cultura son cialmente cuanto a través de formas públicas de suminístro.
los sistemas de comunicación masiva.f En este sentido, tan- Esa relación sólo se vuelve objetable en caso de igualdad
to Turner (1994) como Wexler (1990) presentan interesan- compleja si determinados grupos sociales, a diferencia de "
tes análisis de la ciudadanía cultural, aunque no tienen en otros ciudadanos, pueden comprar mejores variedades de
cuenta el funcionamiento de los medios masivos. información electrónica, ficción o drama que satisfagan
esas necesídades. Si bíen Walzer, como es característico de
4 Graham Murdock (1992) es uno de los pocos que han advertido la im-
portancia de la relación entre los derechos y los deberes culturales y los muchos autores especializados en ciencias sociales, no pien-
sistemas de comunicación masiva. sa que los medios merezcan una discusión, sus argumentos

320 321
80n, por cierto, valiosos en este contexto. La idea de igual- esfera pública más transnacional, que forzosamente propor-
dad compleja diría que la actividad comunicativa de los cionará el material para el debate crítico.
ciudadanos no debiera ser impedida por el dinero y el poder. El príncipal argumento que Habermas propone es que
Esto es, los medios de comunicación debieran poder satis- podemos separar analíticamente las cuestiones concernien-
facer las variadas expectativas del público. Si no lo hacen, tes a la identidad propia de las concernientes a la rectitud
entonces ello probablemente se debe a que una esfera está normativa. Ello está evidentemente destinado a replicar a
dominando a otra. El que la esfera económica llegue a domi- sus críticos comunitarios, que han sostenido que las pres-
nar las necesidades culturales sería, según Walzer, tiránico. cripciones teóricas de Habermas son demasiado mínimas.
Puede decirse entonces que la distribución de los recursos ¿Cómo es posible comprender -preguntaban- ciertas ad-
comunicativos debiera decidirse sobre la base de la nece- hesiones étnicas al margen de las tradiciones, las comuni-
sidad, con el debido respeto por las demás formas de vida. dades y los lazos afectivos? El intento de Habermas de di-
Estas ideas implican determinadas obligaciones comunica- sociar las cuestiones de identidad respecto de las de recti-
tivas que sólo pueden llegar a gozarse en un espacio público tud, avanza hacia una respuesta a esos cargos. En el primer
radicalmente redefinido. Este espacio público tampoco pue- caso, el interés por el bienestar pregunta qué es correcto
de basarse en una forma simple de igualdad que imponga a para mí o para nosotros. ¿Será el emblema nacional la fami-
la audiencia la transmisión de determinadas formas estan- lia real o un símbolo de carácter más bien multicultural?
darizadas. Un espacio público europeo debiera estar cons- ¿Me considero inglés-indio o brítánico? Esas preguntas sólo
truido sobre el entrecruzamiento de la esfera local, la nacio- pueden responderse en relación con un individuo o con una
nal y la internacional. Ello introduciría diversos modos de comunidad, y a propósito de formaciones históricas o cultu-
información y de entretenimiento que satisficieran necesi- rales específicas. Aceptar, como lo hace Habermas, que vivi-
dades, y no imperativos sistémicos. mos en un mundo de bienes plurales, quiere decir que esas
Recientemente, Habermas (1993, 1994) ha sostenido cuestiones no pueden ser objeto de criterios universales
que habría que revisar las exigencias de ciudadanía en vista vinculantes. Por consiguiente, lo que puede originar acuer-
de la globalización del manejo de los medios y la fragmenta- do universal está limitado a los procedimientos mediante
ción de la subjetividad. El Estado nacional establece ori- los cuales decidimos las cuestiones de justicia.
ginariamente los fundamentos de la homogeneidad cultural La noción de justicia sustentada por Habermas reclama
y de las exigencias de la ciudadanía. No obstante, dada la que vayamos más allá del egoísmo de nuestras formaciones
actual pluralización de la identidad, y dadas las limitacio- específicas de identidad y consultemos dialógicamente las
nes del Estado nacional en cuanto a la satisfacción de los re- necesidades y los intereses de los otros. Las normas sosteni-
querimientos básicos de la ciudadanía, hoy ese modelo ha das en común, que regulan la acción social, deben basarse
quedado atrás. El primer punto es que la formación de la vo- en el consentimiento racional universal. Debe dejarse que
luntad democrática se debiera concebir analíticamente se- esas consideraciones «matero) nuestras adhesiones comu-
parada de las exigencias de identidad. La toma de decisio- nales. Habermas presenta consideraciones de la prioridad
nes en democracia es procedural, y no tiene por qué presu- del derecho sobre el bien. Por ejemplo, si un miembro de mi
poner una identidad compartida. La ciudadanía concierne a familia comete un crimen violento, debiera dejarse que el
la pertenencia y a los derechos civiles, no a la identidad étni- compromiso que yo tengo con determinadas normas demo-
ca. La comunidad europea es un nivel plurilingüe de gobier- cráticas universalmente admitidas prevaleciera sobre los
no que opera en los cruces de muchas divisorias étnicas y lazos afectivos que pueda haber entre nosotros. Los argu-
culturales. El imperativo de que la democracia se forme en mentos de los comunitarios subestiman la complejidad cul-
ese nivel está asegurado por los sistemas de la economía y tural de la modernidad y la importancia de obtener un con-
del Estado que aventajan a los niveles nacionales. La tras- sentimiento global acerca de determinadas normas proce-
cendencia del Estado nacional requiere también de una durales respecto de la justicia.

322 323
No es difícil advertir que esos argumentos podrían utili- ciones actuales de la emisión de servicio público están sóli-
zarse en favor de una redefinición de la esfera pública. Una damente ligadas al Estado nacional. ¿Qué aspecto ofrecería
revisión de la esfera pública haría posible la expresión críti- un modelo europeo? Lo más probable es que las redes lo-
ca de un amplio espectro de formaciones de identidad, en cales y nacionales conserven su importancia en los sistemas
tanto que, a través del periodismo racional y de investiga- de medios democráticos futuros. Pero aun cuando pudieran
ción, el debate podría centrarse espacialmente en las exi- superarse los problemas lingüísticos, ¿hay otras identida-
gencias de corrección y justicia. Pero, según he señalado an- des democráticas que puedan ser promovidas por la demo-
teriormente, el extremo formalismo de Habermas está de- cratización de los medios? La separación que Habermas
masiado alejado de las complejas cuestiones concernientes establece entre la rectitud normativa de los medios públicos
a la identidad y a la aplicación. En comparación con Edward y las identidades culturales hace que estas cuestiones que-
Said y Raymond Williams, parece apreciar poco las conexio- den sin suficiente examen. Además, si bien por mi parte
nes existentes entre las cuestiones relacionadas con la in- estaría de acuerdo en que debieran promoverse medios más
terpretación que hacemos de las necesidades, las identida- democráticos en el nivel europeo, las consecuencias de ello
des específicas y los problemas normativos. Para Haber- serían difíciles de prever. Ilustraré a continuación este pro-
mas, a pesar de su revisión de este tema, los compromisos blema a propósito del actual brote del sentimiento étnico a
éticos no brotan de los lazos afectivos, de las distintas vincu- lo largo de Europa.
laciones y de la experiencia encarnada. Podemos sostener, Hans Magnus Enzensberger (1994) ha escrito un apoca-
con Williams (1978), que aunque nuestro ser material no líptico libro acerca de las intensas formas de odio étnico que
asegure determinadas posiciones éticas, se puede conside- en la actualidad hallan expresión en el continente europeo.
rar que tiene implicaciones en este aspecto. La ética de Ha- Sostiene que la violencia es provocada principalmente por
bermas es tan deontológica que parece no haber una cone- una especie de insensato instinto homicida. No persigue
xión entre nuestra vulnerabilidad material y determinados metas políticas, y es violencia por la violencia misma. El
compromisos normativos. Además, la vida y la obra intelec- terror posmoderno provocado en Europa por este nuevo tri-
tual de Williams y de Said son ejemplos de la manera en que balismo no puede ser encauzado hacia formas racionales de
la formación personal de la identidad puede inspirar posi- crítica o de negociación. En este contexto, los medios masi-
ciones más públicas. Los dos fueron intelectuales híbridos vos, con su adicción al espectáculo, han dado espacio a los
que estuvieron siempre comprometidos con movimientos elementos más atávicos de nuestra sociedad. Según comen-
sociales a través de las concordantes inquietudes de su in- ta Enzensberger:
dividualidad y de convicciones éticas profundas. Pero nin-
guno de los dos esquivó la responsabilidad de reelaborar las «Cualquier idiota con una botella de cerveza llena de nafta
identificaciones y las declaraciones que antes había sosteni- en una mano y el otro brazo alzado en un saludo hítleriano
do. Como ha dicho Said (1994, pág. 24): «Nunca lasolidari- puede esperar salir en la portada del New York Times, y con-
dad antes de la crítica». Estas posiciones indican que si las templará en el noticiero de la noche su trabajo del dia ante-
cuestiones de la identidad propia y la corrección normativa rior: casas quemadas, cadáveres mutilados, sesiones noc-
no están tan unidas como pretenden los comunitaristas, turnasy comités de crisis. Esa es la forma en que la televi-
tampoco son tan distintas como lo sugiere Habermas. sión trabaja: como un graffiti único y colosal, un sustituto
Por tanto, la democratización de una esfera pública eu- artificial del yo hundido en el autismo» (Enzensberger,
ropea puede ser considerada normativamente correcta, pe- 1994, págs. 54-5).
ro tiene todavía consecuencias ambiguas con respecto a la
promoción de identidades culturales. Otros límites empíri- El análisis de Enzensberger no podría apoyarse en el frío
cos del proyecto de una esfera pública europea son los suge- racionalismo de Habermas. La adhesión de este a una esfe-
ridos por la diversidad lingüística del continente. Las tradi- ra pública europea no es forzosamente errónea, pero no se

324 325
convierte automáticamente en un antídoto para las proyec- ción de la peculiaridad de nuestra compleja constitución
ciones extremas de odio que se contienen en las reflexiones puede ser un paso en d.ireoción a destacar lo que comparti-
de Enzensberger. Ni siquiera es probable que la imposición mos con los otros y lo que nos separa de ellos. Es claro que
de obligaciones rigurosas por parte de los medios oficiales tales reconocimientos no pueden ser dados por un medio de-
curen el estallido de miedo e irracionalismo que en la actua- mocratizado de comunicación. No obstante, sin los recursos
lidad inunda al continente. Toda redefinición de la esfera culturales de la crítica que nos permita alzar muchos espe-
pública inevitablemente dejaría que se expresasen perspec- jos distintos ante nosotros mismos, semejante tarea parece
tivas que hoy están excluidas. Entre ellas podría figurar imposible. Por tanto, el logro de culturas más democráticas
una variada coleoción de nacionalistas, políticos mostrencos se sitúa constantemente en la encrucijada entre la esperan-
y nazis cerrados. La exclusión de estos grupos no sólo me- za y la desesperación. Y, lo mismo que las obligaciones inter-
liaría la credibilidad democrática de las llamadas redes par- subjetivas que podemos sentir hacia otros distantes, en últi-
ticipativas, sino que también alimentaría su sentimiento ma instancia no se las puede predecir ni controlar mediante
heroico de aislamiento. Y, si no, su participación en el deba- afirmaciones de política social.
te mediático agregaría cierta legitimidad a organizaciones
políticas que de otra manera se han mantenido periféricas.
Dadas las formas extremas de odio y de fundamentalismo
promovidas por estos grupos, resulta difícil que estén abier- Observaciones finales
tos a la persuasión y al debate. Estos son algunos de los pro-
blemas concretos con los que tendrían que luchar marcos Mi intención en este último capítulo no ha sido presentar
más democráticos. De todas maneras, por mi parte estaría una solución definitiva a los problemas que se suscitan en
de acuerdo en que, en lugar de evitar los intercambios socia- las interrelaciones de la comunicación masiva con la teoria
les violentos y hostiles, cualquier política futura referida a social. Semejante pretensión, dado el permanente flujo que
los medios debiera aprender a luchar con ellos. Lo que no se da en las culturas mediáticas, habría estado fuera de lu-
resulta inmediatamente claro es cómo hacerlo. gar. En el proceso de reconocimiento de los tres paradigmas
Quizá, para decirlo con Kristeva (1991), sólo cuando principales planteados en este libro, he señalado campos
aceptemos que SOIDOS «extraiios para nosotros mismos», se que requieren ulterior reflexión y elaboración. Mis conside-
superará la violencia. Esta autora sostiene, siguiendo a raciones acerca de la Guerra del Golfo dieron fuerza a esa
Freud, que tendemos a proyectar sentimientos inconscien- tesis. Se presentaron los tres paradigmas como orientacio-
tes de hostilidad que no podemos conservar en nuestro inte- nes coincidentes que avanzaban un trecho hacia la articu-
rior. Comúnmente esos sentimientos personales de aliena- lación de las diversas cuestiones planteadas por las cultu-
ción se proyectan en los extraños, o en quienes sentimos que ras mediáticas en la modernidad. Con todo, también aquí
no comparten nuestro modo de vida. Tales sentimientos de parecen excluirse determinadas perspectivas. He destaca-
«inquietante extrañeza» pueden también obrar socialmen- do, en coincidencia con autores procedentes del pensamien-
te: sólo parece posible que aceptemos otras identidades una to posmoderno y del psicoanálisis, que las culturas mediá-
vez que hemos caído en la cuenta de la singularidad y la ticas son, en sus efectos, ambivalentes y contradictorias, y
contingencia de la nuestra. El que aceptemos, siguiendo a en las dos últimas seociones he articulado discursos interre-
Williams y a Said, los complejos elementos que forman lacionados acerca de las necesidades humanas y la ciuda-
nuestro propio ser, quiere decir que nuestras relaciones y danía. Esas dos perspectivas, que antes que reemplazar a
formaciones de identidad más íntimas son sólo unas entre los tres paradigmas principales los complementan, señalan
muchas. El que nos consideremos ingleses, británicos o eu- posibles debates futuros. Resta ver si se los recoge en una
ropeos es producto del modo en que hemos sido escritos por discusión académica y política más amplia. Con todo, sea
una sociedad, así como de nuestras elecciones. La acepta- cual fuere el futuro del permanente vértigo de las culturas

326 327
mediáticas, con toda seguridad han de atraer una atención
Referencias bibliográficas
cada vez mayor de los especialistas en teoría social, y tam-
bién de quienes no lo son. Eso, al menos, puede predecirse
con alguna certidumbre. Este libro ha querido anticipar jus-
tamente esos debates futuros, tales que respeten la especifi-
cidad de las culturas mediáticas y a la vez las enlacen a con-
juntos más amplios de prácticas sociales. Es evidente que
se trata de tareas urgentes que interesan a las actividades
desarrolladas tanto dentro como fuera de los circulas acadé-
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