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DEFINICION
La inmovilidad en el adulto mayor es la disminución de la capacidad para desempeñar actividades de la vida
diaria como consecuencia del deterioro de las funciones motoras, relacionadas con el sistema neuro-músculo-
esquelético.
Se caracteriza por una reducción marcada a la tolerancia del ejercicio (respuesta taquicardica, hipertensión o
disnea), progresiva debilidad muscular, y en casos extremos perdida del automatismo y los reflejos postulares
que imposibilitan la deambulación.
TIPOS DE INMOVILIDAD
1. Relativa: Aquella en la que el anciano lleva una vida sedentaria pero es capaz de movilizarse con mayor
o menor independencia. Riesgo: estar en cama de forma crónica.
2. Absoluta: Implica estar encamado en forma crónica, estando muy limitada la variabilidad postural. Riesgo:
institucionalización y morbimortalidad.
FACTORES PREDISPONENTES
Factores intrínsecos.
Enfermedades musculo esqueléticas: osteoartrosis, fractura de cadera, osteoporosis, aplastamientos
vertebrales, artritis, polimialgia reumática, patología podológica (hallux valgus).
Enfermedades neurológicas: ECV, Parkinson, demencia y depresión.
Enfermedades cardiovasculares.
Enfermedades pulmonares: EPOC, Neumonía.
Enfermedades endocrinas: Diabetes mellitus, obesidad, hipotiroidismo.
Déficit sensorial.
Factores extrínsecos.
Factores iatrogénicos: prescripción de reposo, medidas de restricción física, sobreprotección, fármacos
(neurolépticos, benzodiacepinas, sedantes)
Factores ambientales: hospitalización, barreras arquitectónicas.
Factores sociales: falta de apoyo social y estímulo.
Factores psicosociales, ambientales y la declinación catastrófica en la movilidad de los ancianos, encontró los
siguientes factores de riesgo: edad mayor de 70 años, problemas auditivos, deterioro general y pobre
percepción de la salud, pérdida de control, sentimiento de miedo, incapacidad para realizar labores en el hogar,
para cargar compras pesadas y para doblarse a cortar las uñas de los pies.
VALORACIÓN DEL PACIENTE CON INMOVILIDAD
Anamnesis: Permite identificar condiciones clínicas que conducen a la inmovilidad, factores de riesgo
asociados, uso de medicamentos, tiempo de evolución, impacto en las actividades de la vida diaria,
aspectos psicológicos y sociales que rodean al paciente.
Examen físico: Debe realizarse una valoración músculo esquelética en la que se evalué tono, fuerza,
rango de movilidad articular, marcha y equilibrio. Medir la presión arterial a los cambios posturales, déficits
neurológicos, deformidades. Determinar el estado nutricional y de la piel, realizar un adecuado examen
podológico: hallux valgus, dedos en martillo, etc. Hacer una valoración visual y auditiva.
Se utilizan en la valoración de la marcha y el equilibrio de los desplazamientos, instrumentos como; la escala
de Tinetti, que mide macha y equilibrio estático y dinámico, la escala de levántate y anda (test timed up
and go), que parte de una posición sentado, a continuación debe levantarse, caminar 3 metros, darse la
vuelta y volver a sentarse. Esta actividad se cronometra y se considera que un tiempo mayor de 20
segundos, implica un alto riesgo de caídas. También se usa el test de Romberg, en donde se valora el
grado de estabilidad y el de inclinación corporal.
Escalas para evaluar discapacidad:
– Índice de Independencia para Actividades de Vida Diaria (Índice de Barthel).
– Índice de actividades instrumentales de la vida diaria (Escala de Lawton).
– Escala de riesgo para úlceras por presión (Escala de Norton, Escala de Braden).
PREVENCIÓN DEL SÍNDROME DE INMOVILIDAD
Primaria
Ejercicio físico
o Los ejercicios de fuerza potencia se realizan con la musculatura extensora de extremidades superiores. Se
realizan con ayuda de pesas y poleas, uso de escaleras y escalones.
o Los ejercicios de resistencia aumentan la fuerza y la masa muscular, siendo bien tolerados por las
personas mayores. Son ejemplos; caminar, ciclismo o natación.
o Los ejercicios de flexibilidad incluyen los estiramientos musculares y pueden realizarse de forma activa o
pasiva. Mantener o incrementar la flexibilidad por lo menos durante 10 minutos en al menos dos días de la
semana.
o Los ejercicios de mantenimiento mejoran el gasto cardiaco, aumentan la fracción de eyección y volumen
diastólico final y disminuyen la frecuencia cardiaca. Por ejemplo; subir cuestas, escaleras, peldaños,
bicicleta o nadar.
o Los ejercicios de equilibrio pueden reducir el número de caídas y lesiones relacionadas.
Prevención secundaria
o Puertas, habitaciones y pasillos: amplias que faciliten el transito del anciano y si es precisa para la
movilización en sillas de ruedas o caminadores.
o Mobiliario: retirar los muebles que puedan interferir en la deambulación, así como colocarlos como ayuda
o punto de apoyo durante la misma.
o Barandillas: uso en pasillos para apoyarse.
o Iluminación: adecuada, con interruptores en lugares accesibles y cómodos.
o Suelo: eliminación de alfombras, cables o cordones que favorezcan las caídas. Valorar el uso de superficies
antideslizantes y rampas en lugar de escaleras.
o Lavamanos: uso de barras de sujeción, superficie antideslizante en la bañera, facilitar la entrada y salida
de la bañera mediante asientos desplazables que permitan tomar el baño sentado, grifería de sencillo
manejo.
o Higiene personal: La piel debe mantenerse limpia y seca. En el paciente incontinente deben extremarse
las medidas higiénicas por lo extremadamente cáusticas que resultan las excretas. La cama debe
mantenerse limpia y seca.
o Vestido: sustitución de botones y cremalleras por velcros, prendas abiertas por delante y suelas
antideslizantes en los zapatos.
o Sillas: sólidas, pesadas, con respaldo alto y brazos.
o Cubiertos: adaptados según las necesidades del anciano y platos hondos de plástico y colores vivos en
caso de déficit visual.
Prevención terciaria
Tratamiento síndrome de inmovilización
Una vez valorada la situación de inmovilidad del paciente se realizará un plan de actuaciones que incluya:
o Tratamiento de la causa de la inmovilidad.
o Plan de rehabilitación encaminado al tratamiento de la inmovilidad existente y a evitar su progresión.
o Uso de ayudas y adaptaciones en el hogar.
o Prevención de las complicaciones asociadas.
Encamamiento
Si la inmovilidad es total se realizarán cambios posturales pasivos, asegurando una postura correcta. Si existe
estabilidad médica se puede iniciar movilización articular pasiva (ejercicios de estiramiento y relajación
muscular) evitando provocar dolor. Cuando el estado del paciente lo permita se pueden comenzar
movilizaciones activas e intentos de flexión anterior del tronco con ayuda de barandillas, así como la
incorporación progresiva de la cabecera de la cama.
Sedestación
Cuando el enfermo está encamado hay que iniciar la sedestación al borde de la cama con los pies colgando
enseñándole a hacerlo sin ayuda. Una vez conseguido este aspecto se reforzará con ejercicios de control de
tronco. La sedestación al borde de la cama es la preparación para realizar las transferencias.
Transferencias
Dependerán del grado de dependencia del enfermo, requiriendo mayor o menor grado de ayuda según el
mismo.
Bipedestación
Si no existe equilibrio se mantendrá al paciente en bipedestación durante unos minutos con ayuda del terapeuta
o ayudas técnicas, aumentando progresivamente el tiempo de la misma. También es importante corregir
posturas anómalas, como la flexión de tronco, caderas o rodillas.
Deambulación
Se iniciará en la habitación con la ayuda técnica más adecuada a cada caso: inicialmente con ayuda de un
caminador y, después, muleta o bastón.
Ayudas técnicas
Bastones
Muletas
Caminadores
Sillas de ruedas
MOVILIDAD
Permanecer encamado el menor tiempo posible.
Animar a la deambulación y los interciclos de movilización, por lo menos dos veces al día.
Realizar cambios posturales cada 2-4 horas en pacientes encamado y cada hora en pacientes con silla de
ruedas.
Evitar el roce de prominencias entre sí.
Aliviar la presión con: almohadas, colchón neumático (agua o aire), cojines de gel de frotación, protector de
talones y codos, piel de cordero y felpa.
Evitar levantar la cabeza de la cama más de 30º.
Intentar mantener en todo momento la alineación corporal.
Decúbito Supino:
- Almohada en cabeza
- Almohada en gemelos, para facilitar el retorno venoso.
- Almohada en piecero para evitar el pie equino.
- Almohada en trocánter, para evitar la rotación.
Decúbito Lateral:
- Almohada debajo de la cabeza.
- Almohada a lo largo de la espalda.
- Almohada entre las rodillas para evitar roces.
- Almohada debajo del brazo.
Decúbito Prono:
- Almohada debajo de la cabeza.
- Almohada del abdomen para evitar tensión muscular.
- Almohada debajo de las piernas para favorecer circulación de retorno.
- Almohada debajo de los hombros para bajar tensión muscular.
Posición sentado:
- Almohada detrás de la cabeza
- Almohada debajo del brazo.
- Almohada debajo de los pies.
HIGIENE
Utilizar una esponjilla para cada parte del cuerpo.
Realizar correcta higiene corporal mediante lavado con agua y jabón seguido de
aclarado y perfecto secado (especial atención a los pliegues cutáneos).
No dar jabón en la ulcera.
Hidratación corporal con crema.
No masajear prominencias óseas.
No utilizar ningún tipo de alcoholes.
Si se hidrata con vaselina líquida,. Extenderla antes de secar al paciente.
No dar masajes intensos.
INCONTINENCIA
Ante perdidas involuntarias de orina es importante la valoración de la implantación de
sonda o colector urinarios.
Con cada cambio de pañal lavar e hidratar la zona.
Reeducación de esfínteres.
NUTRICION
Valoración dietética: alimentación adecuada a su edad y patología.
Aporte de líquidos mínimo 2 litros/día, si no existe contraindicación médica.
Administrar suplementos hiperprotéicos si no toma una dieta completa.
Dar suplementos minerales (zinc, hierro, cobre) y vitaminas (A, B, C).
Si presenta problemas en la deglución, emplear espesantes y gelatinas.
YATROGENIA
Son úlceras que se producen por el roce continuo de un recurso instrumental
imprescindible para el tratamiento y/o diagnóstico.
Se debe tener especial cuidado con:
Nariz: cambiar diariamente apósito de fijación de SNG y mover apoyo en la mucosa
gástrica.
Boca: por fijación de tubos endotraqueales realizar igualmente movilización.
Meato urinario: lesiones por sondaje vesical (hombres en prepucio y mujeres en
labios vaginales), cambiar puntos de apoyo.
Muñecas, codos y talones: por sujeciones mecánicas. Proteger la piel.
Orejas: por gomillas de mascarilla de oxígeno, proteger del contacto directo utilizando
gasas.
Pómulos: por gafas nasales, vigilar presión y movilizar.
Talones, piernas y tronco: por escayolas, proteger previamente la piel y vigilar.
Glúteos: debido a las cuñas, intentar mantenerlas el menor tiempo posible, no realizar
arrastre.
PROTECCION DE ZONAS DE RIESGO
Las zonas más frecuentes de aparición de UPP son: sacro, glúteos, talones y
trocánteres.
Colocar una almohada en los pies para q los talones queden al aire.
Los codos se protegerán con vendaje algodón, procurando mantener los brazos en
flexión anatómica.
Igualmente se realizará en los talones hasta el tobillo y dejando los dedos a la vista.
Utilizar placas de protección en sacro y trocánteres, además de los métodos de movilización
e utilización de superficies de apoyo especiales para aliviar la presión.
CUIDADOS GENERALES
Identificar aquellos procesos que puedan incidir en el desarrollo de UPP:
Alteraciones respiratorias.
Alteraciones circulatorias.
Alteraciones metabólicas.
Alteraciones por tratamiento farmacológico:
- Sedantes, pueden interferir en la movilidad.
- Corticoides, que pueden actuar sobre los tejidos disminuyendo la resistencia e
inhibiendo por lo tanto la cicatrización.
- Citostáticos, debido al riesgo de necrosis asociado a la quimioterapia endovenosa.
Identificar y corregir déficit nutricional.
Asegurar un estado de hidratación adecuado.
MOVILIZACIÓN
- Por tanto, para levantar a un enfermo, conviene doblar siempre las rodillas,
manteniendo la espalda recta e inclinada hacia delante desde las caderas.
- Los pies del cuidador se colocan separados, bloqueando uno, a su vez, los pies del
enfermo y situándose en la dirección del movimiento.
- Cuando el paciente es demasiado pesado o está muy incapacitado, se pueden utilizar
medios mecánicos, como grúas, que son de gran utilidad.
- Los ancianos que aún conservan cierta movilidad pueden hacer los giros por sí solos.
Para ello, deben doblar las rodillas y apoyar los pies sobre la cama, ladear las piernas
hacia el lado sobre el que se va a realizar el giro, entrelazar las manos y levantarlas
estirando los codos al mismo tiempo para, finalmente, girar la cabeza y desplazar los
brazos hacia ese mismo lado.
Levantarse de la cama: Los ancianos dependientes pero con movilidad pueden: mover
las piernas hasta el borde de la cama, apoyarse en el codo y en la mano, levantar la
cabeza y bajar los pies al suelo quedando sentados en la cama.
- Si el enfermo necesita ayuda, nos colocamos frente a él con las caderas flexionadas y
nuestras rodillas pegadas a las suyas, bloqueando sus pies con los nuestros. Pasamos
los brazos a su espalda por debajo de las axilas, invitándole a que intente levantarse y,
en ese momento, tiramos hacia arriba hasta colocarle de pie.
En muchos casos, los ancianos ocupan una butaca durante bastantes horas al día. A
continuación se anotan algunas recomendaciones de cómo deben de ser las sillas y los
sillones de las personas mayores con problemas de movilidad:
- Los reposabrazos son fundamentales para una mayor comodidad y para facilitar los
movimientos de sentarse y levantarse. Existen sillas recomendables de distintos tipos y
alturas.
- El sujeto debe desplazarse hasta el borde de la silla y llevar el tronco y la cabeza hacia
delante. Con los pies bien apoyados sobre el suelo y ligeramente separados, se da un
pequeño impulso sujetándose con las manos a los brazos del sillón..
- A los ancianos con un brazo impedido o limitado más que el otro les resulta más fácil
levantarse apoyando su brazo sano en el brazo de la silla e impulsándose sobre su
pierna sana.
- Nunca se debe tirar del enfermo para ayudarle a levantarse por rutina; hay que
animarle a que lo haga por sí mismo. Si esto no fuera posible, se le ha de prestar la
ayuda mínima, dándole un pequeño impulso desde la espalda o sujetándole por la
cinturilla del pantalón.
Sentarse en la silla: El anciano no debe nunca arrojarse sobre la silla, sino aproximarse
lo suficiente hasta tocarla con la parte posterior de las rodillas. En esta posición, debe
coger con las manos los brazos del sillón, inclinarse hacia adelante y doblar las rodillas
hasta sentarse. Cuando el anciano está más incapacitado y necesita la ayuda de una
persona, se le sujeta por la espalda bloqueando las rodillas y los pies del anciano.
Para que mantenga la postura correcta y se impida que se deslice en la silla, se le sujeta
el tronco por debajo de sus brazos hasta pegar su espalda por completo al respaldo del
sillón.
Bipedestación: Constituye la actitud normal del ser humano que se sostiene con dos
pies. La tendencia del anciano en esta posición es adoptar una actitud encorvada en
exceso. Por ello, es importante recordarle que autocorrija esa postura y se mantenga lo
más erguido posible. La posición idónea en bipedestación supone: colocar los pies
separados, uno de ellos avanzado ligeramente con respecto al otro; mantener las
caderas paralelas y el tronco erguido, aunque con una ligera flexión y las plantas de los
pies apoyadas por completo en el suelo.
Para los ancianos que han perdido su capacidad para la deambulación, pero que aún
pueden levantarse solos de una silla, es importante que mantengan la bipedestación
durante algunos minutos. Para dar la máxima seguridad al paciente y prevenir posibles
caídas es conveniente realizar esta actividad frente a una mesa estable. En esta
posición, el apoyo alternativo de las piernas proporciona mayor estabilidad y relajación.
Debe animarse al anciano a que se levante y se siente cuantas veces sea posible para
prevenir la aparición de escaras. Para los ancianos hemipléjicos, que han perdido el
control del equilibrio, es muy importante que mantengan sus miembros en una buena
posición: manos colocadas sobre la mesa y plantas de los pies totalmente apoyadas
sobre el suelo. En los ancianos con fractura de cadera conviene evitar, en lo posible, la
tendencia a la rotación externa (es decir, punta del pie hacia afuera), recordándoselo y
ayudándoles a corregir la postura.
Cuando tenga una marcha inestable y necesite ayuda, el familiar o el cuidador debe
caminar a su lado sujetándole por las dos manos para proporcionarle la máxima
seguridad.
- Muletas con codo. Son las de manejo más sencillo, pero en ocasiones no proporcionan
la estabilidad necesaria, por lo que son rechazadas por algunos ancianos. Es muy
importante su utilización correcta, colocando bien el brazo en la abrazadera y la mano
en la empuñadura.
- Trípode y bastones de cuatro patas. Son más estables. Están indicados sobre todo en
personas de edad avanzada y con gran inestabilidad. Es importante que tengan la altura
adecuada.