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Notas sobre el estilo

Mojocoya de
"El Tambo" de Comarapa

Javier Mauricio Gonzales Skaric


Notas sobre el estilo Mojocoya de
"El Tambo" de Comarapa

Javier Mauricio Gonzales Skaric

Instituto de Investigaciones Antropológicas


y Museo Arqueológico
Universidad Mayor de San Simón
Calle Jordán E-199, esquina Nataniel Aguirre
Tel: (591) - 4 - 4250010
iniam@umss.edu.bo
www.museo.umss.edu.bo
Cochabamba, Bolivia

2da Edición, 2016


Cochabamba - Bolivia
Versión electrónica distribuida por el INIAM-UMSS sin
fines comerciales y con licencia del autor

1ra Edición: 30 de julio de 2007, Valencia, España.


www.lulu.com

© 2016. Javier Mauricio González Skaric


gonzales.skaric@gmail.com
Notas sobre el estilo
Mojocoya de
"El Tambo" de Comarapa

Javier Mauricio Gonzales Skaric

2016
2da Edición

Cochabamba, Bolivia
INDICE
Prefacio …………………………………………………………………………………… 1

Introducción ………………………………………………………………………………. 3

La excavación …………………………………………………………………………….. 5

Análisis de materiales culturales …………………………………………………………. 6

La cerámica pintada ………………………………………………………………………. 6

Descripción de formas y decorados ………………………………………………………. 7

Cuencos trípode …………………………………………………………………… 9


Vasos y keros …………………………………………………………………….. 10
Jarras ……………………………………………………………………………... 11
Otros objetos ……………………………………………………………………... 11

Conclusiones …………………………………………………………………………….. 12

Bibliografía ……………………………………………………………………………… 14

Prólogo de introducción …………………………………………………………………. 17

Análisis comparativo del material


Cerámico “Knutson” y del material
cerámico “Proyecto Formativo UMSS”
del yacimiento Mojocoya “El Tambo” de Comarapa……………………………………. 20

Urnas, cerámica utilitaria, formativa, metales, huesos …………………………………... 31

Discusión ………………………………………………………………………………… 34

Anexo antiplásticos:
Pastas y antiplásticos en fragmentos pintados…………………………………………… 38

Bibliografía ……………………………………………………………………………… 40

Anexos, imágenes………………………………………………………………………… 45
“No respondas al necio según su necedad, para no hacerte como él.
Responde al necio como merece su necedad, para que no se tenga por sabio”
Los Proverbios

Han pasado ahora seis años desde que llegamos a España, dieciséis de mi cumpleaños
Nº 34 en El Tambo de San Isidro, tiempo veloz e implacable, a la vez espeso de vida.
El artículo “Notas sobre el estilo Mojocoya de El Tambo de Comarapa”1 se gesta en ese
acontecimiento privado de 1991; un regalo de Pachamama. Un presente de
responsabilidad, serio y profundo como la imagen de la muerte encerrada en esa urna-
huevo de cerámica rediviva 17 siglos después. Resulta inevitable el breve relato de lo
sucedido; fumábamos Don y yo unos cigarrillos cerca de la orilla del río luego de
caminar rastreando el terreno durante más de una hora, el sol empezaba a calentar y
había que iniciar los sondeos, preguntó dónde quería hacer un pozo, le contesté: -Aquí -.
Donde estaba parado, me miró a los ojos y propuso tirar a la moneda porque también
quería abrir el suyo en el mismo lugar. -Cara o cruz - gané, unas horas más tarde
aparecieron las cuatro urnas de ese conjunto, todas del mismo momento, tres con
ofrendas y una con los restos del individuo y también ofrendas.
Dos años investigando el material a fondo. El resultado fue ese informe completo con
los dibujos, estadísticas e interpretaciones que entonces se podían dar, encabezando los
nombres de los cuatro con la intención de sacar luego un libro como lo hicieron los 1
otros tres en 2005 en honorable omisión a mi co-autoría con sus plagios, añadidos y
retoques consecuentes.
En 1998 cuando ejercía docencia en antropología a distancia de la Universidad Católica
de Cochabamba, fui invitado a inaugurar los cursos presénciales junto con M. Ruiz
dando una conferencia en el marco de un seminario sobre arqueología sur andina, el
artículo que presento es el resultado de aquella. La carrera de antropología de la
universidad nunca lo publicó a pesar de mantener “colgado” en la red el anuncio entre
“publicaciones docentes” desde entonces hasta marzo de 2007 que se borra el “link”.
Del informe original (1993) existen el texto, los dibujos, el análisis de materiales, las
conclusiones y el anexo comparativo con las “láminas de Knutson” y las propias
interpretaciones. Confieso que entonces entre 1994 y más o menos 1996 varios colegas

1
En realidad debería ser: “Notas sobre…El Tambo de San Isidro”. El yacimiento se encuentra localizado
en el cantón San Isidro de la provincia Manuel María Caballero del departamento de Santa Cruz en
Bolivia. Se viene llamando “Tambo de Comarapa” por ser este pueblo en el cantón Comarapa, capital de
la provincia M.M. Caballero.
extranjeros y bolivianos conocieron el informe a través de fotocopias excepto el anexo
Knutson. En aquella época ya estaba claro lo que luego sucedería y pensaba que de esa
manera se podía hacer algo, resta la satisfacción que esas minúsculas acciones
preventivas son útiles para aclarar algunas verdades sepultadas durante un par de
décadas; una arqueología de arqueólogos de la arqueología en Cochabamba, un
proyecto sin límite temporal que se inicia un par de años antes del deceso de Geraldine
Byrne de Caballero y sigue en proceso, con una cronología densa en horas, días, meses,
años y décadas, abundante material rescatado de los periplos geográfico-temporales y
pegado al presente, que hace una arqueológica al revés, cara al devenir inmediato, con
múltiples bifurcaciones y cuyo balance pronto es a llegar… Sin este “boom” de la
informática con el acceso democrático y mundializado al Internet, casi seguro que este
artículo se quedaba bajo toneladas de olvido, y todos palpando solo aquello que
legitimado por conveniencias ocultas es hecho materia papel casi por decretos…
A pesar de lo expresado es arduo y complicado desmantelar esa compleja e
hipertrofiada estructura de verdades artificiales, tan acostumbrados a vivir en
permanentes falacias porque es más fácil de digerir fantasías bien aderezadas que
cualquier verdad cruda, pero la certeza de que la palabra escrita ahora se queda
“colgada”, “congelada”, “fijada” en el ciberespacio, sin retorno, cara al mundo,
testimonio de la vida y que espera si es necesario toda una eternidad, eso y solo eso hace
que en estos momentos este frente a esta máquina tecleando…
2
Pensaba en algún momento “retocar” y “maquillar” el artículo, había pasado tanto
tiempo y resultaba incompleto, muchas cosas nuevas habían ocurrido, pero creo que
como fue escrito y presentado ese día de julio de 1998 debe salir, con sus carencias y
debilidades, su terrible atraso escolar que llega tarde, muy pero muy tarde pero al fin
llega. Durante este “agujero negro” se han realizado investigaciones, estudios y avances
sobre el período Intermedio Temprano en los andes meridionales y tierras bajas de
Bolivia, por lo que éste es un aporte intermedio y bastante temprano sobre el estilo
Mojocoya de las cerámicas del campo de urnas de El Tambo de San Isidro.
He mantenido las láminas que entonces había preparado para la publicación de la
Universidad Católica con su numeración, orden, y escalas originales, a ellas añado el
material gráfico que debido a las limitantes que una conferencia impone, no se incluían.
Valencia, 30 de Julio de 2007
Notas sobre el estilo Mojocoya de "El Tambo" de Comarapa

Lic. Javier González Skaric Cochabamba, julio de 1998

Introducción:

En el año 1991 participamos en la excavación de pozos de sondeo en


un campo con urnas a orillas del río San lsidro en el sitio llamado "El
Tambo" de Comarapa, en la provincia Manuel M. Caballero del
departamento de Santa Cruz. Luego, en 1993 fuimos invitados a realizar el
análisis del material exhumado entonces; hasta el presente no hubo una
oportunidad de difundir los resultados más sobresalientes del estudio. En los
años 40 del presente siglo Ibarra Grasso y Branisa dieron a conocer en el
sureste boliviano, la presencia de un estilo de cerámica pintada diferente a
Tiwanaco, los restos obtenidos y presentados por los investigadores
provenían de las cuevas de Mojocoya en el departamento de Chuquisaca y
que Branisa bautizó con el nombre de Mojocoya Tricolor (Branisa, L., 1957,
pags. 290-291). En la siguiente década Ryden hizo excavaciones en
Tupuraya, un barrio al noreste de la ciudad de Cochabamba, donde halló
una serie de tumbas con ofrendas de cerámica Tiwanaco y también varios
fragmentos con un estilo particular de pintura designado como Tupuraya. 3
En el entierro "Tu 10", Ryden halló, como parte de las ofrendas, un cuenco
con soportes trípode perteneciente al estilo "Mojocoya tricolor" del que
dice: "...,la vasija trípode Tu 10...En la tabla este especímen representa su
propio grupo separado: Cerámica Mojocoya Tricolor de Chuquisaca. "
"...esta vasija podría tener un origen fuera del area de Cochabamba".
(Ryden, S., 1959., pag. 68). "La decoración y forma..." "...difieren por
completo de la cerámica Tiahuanaco." (p. 84). Una cultura local proveniente
de las tierras bajas, anterior y contemporánea a los invasores de Tiwanaco.
El investigador continuó su peregrinaje hacia el norte subiendo la cordillera
en pos del límite de expansión de los nuevos estilos llegando hasta Caihuasi
donde concluye que alcanzaron su presencia. Hacia el sureste, Walter, H. de
la Misión Alemana en 1956 excavó Icla-Chullpa Mokho, donde también
encontró el estilo Mojocoya en los niveles más profundos y propone que es
una importación del norte. Sus fechas de C14 dan una media de 880 +- 80
años d.C. (Walter, H., 1966)
En 1971 el profesor de ciencias naturales John Knutson del internado
de "El Tambo" realizó excavaciones en el campo de urnas y también
propone una relación con el período de expansión de Tiwanaco (s.VI - VII
d.C.), aunque señala que existe una influencia amazónica. Tanto Branissa
como Ibarra Grasso suponen que el origen de Mojocoya es en la amazonía y
también el área mexicana por la correspondencia de los cuencos trípodes
que se encuentran en ambas regiones (Branisa, L., 1959, Ibarra Grasso, D.,
1966, Ibarra Grasso, D y Querejazu, L., 1986).

Varias investigaciones al respecto del origen de los estilos Mojocoya,


Tupuraya y Sauces apuntan a confirmar las influencias del período
Formativo (medio y tardío) provenientes de las tierras bajas del este y que
enraizan en los valles interandinos de Bolivia hasta el noroeste argentino
(Brockington et al., 1995; Feldman, R.A. y Moseley, M.E. en Jennings,
D.J., 1982, Ottonello y Lorandi, 1987). También existen corrientes que
opinan sobre influencias opuestas, provenientes del Chaco en dirección
hacia los valles (Bonofiglio de Gómez et. al, 1979 en: Lecoq, P. et. al,
1996).

Breve nota sobre la ecología .- El área de Comarapa, según 4


Holderidge (1978) conformada por las localidades de Saipina, San Isidro,
Oconi, La Viña y El Vado, hace una sola unidad ecológica que se denomina
"Monte Espinoso Sub-tropical" y que tiene una superficie de 1.930 Km2
(0,17 % del área total de Bolivia). Las alturas varían desde los 2.000
m.s.n.m. hasta los 1.000 m.s.n.m. La precipitación pluvial es de 250 hasta
500 mm. por año. Esta aridez se debe a condiciones atmosféricas especiales,
determinadas por circulaciones locales de aire en función a la cordillera que
impide el paso de masas de aire húmedo provenientes de las selvas. El rio
Mizque es el colector principal de drenaje de esta formación. Predomina una
vegetación xerofítica; existe gran abundancia de cactáceas, algunas muy
típicas del área como el Caracore de Comarapa (Cereus comarapanus),
Kalapari o Carapari (Neocardenasia herzogiana Bckbg.), leguminosas
como el Quebracho Colorado (Schinopsis lorentzii), Soto (Schinopsis
haenkeana Engl.), y otras. (Cárdenas, 1989)
La excavación

Durante unos días realizamos siete "pozos de sondeo" a orillas del río
San Isidro, un área elegida por la cantidad de fragmentos cerámicos en
superficie. En el pozo No 2 se hallaron cuatro urnas de entierro con
ofrendas en sus interiores, urnas que estaban colocadas dentro de pozos
circulares excavados en tierra estéril; el espacio entre las urnas y las paredes
de los pozos había sido rellenado con leña de Cacha Cacha (Aspidosperma
quebracho blanco Engl.) y Quebracho colorado (Schinopsis lorentzii.
Griseb. Engl.), identificados en base a sus carbones. Los restantes pozos
contenían solo cerámica fragmentada, material óseo (algunos trabajados) y
algún material lítico.

Las excavaciones se realizaron a 5 - 10 ms. de la orilla oeste del río y 5


cerca del área donde Knutson había excavado en los años 70. Una gran parte
del yacimiento se ha ido perdiendo por la erosión y el laboreo con tractores;
resulta que el campo con urnas se ubica en las mejores tierras agrícolas de
Comarapa.

El yacimiento de "El Tambo" contiene material exclusivo al estilo


Mojocoya (Sauces), sin intrusiones foráneas, y podría servir para definir una
fase temprana de Mojocoya, anterior a la presencia de Tiwanaco en el
sureste de Cochabamba y Chuquisaca y que proviene de Santa Cruz. El sitio
fué un área de entierros rituales con urnas y tal cualidad limita el
entendimiento sobre los asentamientos (áreas de viviendas, talleres, campos
agrícolas, etc.) y su distribución espacial.
Análisis de materiales culturales

De la sección correspondiente a "cerámica utilitaria o basta"


estudiada solo hacemos una breve mención puesto que nos concierne la
"cerámica con pintura"; intentamos describir las formas y el estilo
decorativo para aportar a futuras investigaciones comparativas sobre un
horizonte Mojocoya Temprano (fase Sauces?).

El total de material cerámico excavado fue de 3.905 fragmentos (sin


considerar las urnas y sus contenidos), de éstos, 432 corresponden a
"cerámica pintada" (11,2%). El grupo de "cerámica utilitaria o basta" en
cuanto a formas representativas tiene:

-Cántaros-urnas con dos formas; una con borde vertical y transición de


cuello y cuerpo en ángulo de 45 grados, un diámetro de borde de 20 - 22
cm., y otra con transición entre cuello y cuerpo indiferenciada, un diámetro
de borde de 26 - 30 cm.
6
-Ollas con tres formas; de cuellos cortos y muy eversos, cuerpos globulares,
el diámetro de borde de 22 cm.; ollas con bordes verticales, cuerpos
semiglobulares, un diámetro de borde de 14 cm. y ollas con cuellos
verticales y bordes poco eversos, un diámetro de borde de 8 cm.

Luego hay formas poco representativas de ollas biglobulares, platos y otros.

La cerámica pintada

La primera observación a través de este grupo refleja una tendencia


limitada de formas que corresponden a cuencos y cuencos con soportes
trípode. Existen en menor proporción keros, jarras y vasos. En
consideración al estilo, algunos de los ejemplares de trípode presentados por
Branisa en los años 40 y que provenían de las saqueadas cuevas y tumbas de
Mojocoya, tenían unos soportes planos, rectangulares, muy estilizados, de
grandes dimensiones y con la típica combinación de motivos en negro y
rojo; espirales con muchas vueltas, escalonados opuestos, siempre bajo una
absoluta rigidez simétrica.

Los hay también entre trípodes, cuencos y jarras, otros menos


exagerados en formas pero siempre ése decorado, con su número limitado
de posibilidades y combinaciones de espirales y escalonados opuestos.
Contemporáneo a Tiwanacu, en ese momento, el estilo Mojocoya había
entrado en su última fase de desarrollo. En la época de ocupación de "El
Tambo" (200 d.C hasta 400 d.C), vemos un estilo joven, mas libre en sus
diseños que a momentos evitan la simetría a pesar de las formas y los
motivos repetitivos, la insistente dualidad cromática y simbólica, cualidades
que podrían sugerir un temprano momento en el proceso de consolidación
de las ideas y expresiones simbólicas de las sociedades portadoras del estilo
Mojocoya en general.

Descripción de formas y decorados

7
De los 432 fragmentos de cerámica pintada, pertenecen a cuencos
cóncavos 174 (40 %) fragmentos. Una selección primaria es por formas y
sus variantes; los cuencos enteros hallados en las urnas han servido mucho
en esta tarea. Se logró distinguir tres formas de cuencos (A, B y C), cada
una con sus variantes propias:

Cuencos A: dos piezas enteras (urna 1 y urna 3) y siete fragmentos, parecen


de exclusivo fin ofrendatorio debido a los pocos fragmentos hallados. Su
diámetro es de 16,5 cm. y tienen una altura de 7 cm. Sus paredes son
verticales pero tienen un ligero angostamiento a 2 - 3 cm. del borde, a veces
es una leve ondulación en vez de angostamiento.

El cuenco de urna 1 tiene un decorado trícromo; líneas dentadas en


secuencia opuesta y unidas por un puente, logradas en rojo con reborde
interno blanco y externo negro. El motivo pertenece al indefinido estilo
Sauces (Ibarra Grasso, D., 1966, Brokington, D. et. al, 1995) y que aparece
como parte muy común del bagaje estilístico Mojocoya en los valles
cruceños.

El cuenco de urna 3 es idéntico en forma al anterior pero sus motivos


son las clásicas espirales opuestas en negro y rojo y sus correspondientes
escalonados en una secuencia circular entorno a la vasija, motivos y colores
que sirven para la identificación del estilo Mojocoya.

Cuencos B: con 25 fragmentos, un perfil reconstruido por correspondencia


de fragmentos. Esta forma es globular pero el borde es anular y vertical, a
veces everso y angular o también con una ligera ondulación. En este grupo,
aquellas variantes globulares con borde anular vertical y everso y angular
tienen el decorado de las espirales opuestas en rojo y negro sobre un fondo
marrón o naranja. Mientras que en la variante ondulada algunos tienen
decorado interior rojo sobre fondo naranja y otros siguen con el esquema
anterior de las espirales aunque estas son en negro sobre fondos naranja, sin
el rojo.

Cuencos C: Esta forma es la más difundida con 145 fragmentos, 2 piezas


completas como ofrendas de la urna 1 y la urna 2. El cuenco de urna 1 es 8
una forma más pequeña con dos orificios cerca al borde y un orificio al
centro de la base, parece exclusiva para ofrendas, es cerámica blanca (con
caolina), muy delgada y sin objeto práctico, su decorado con pintura negra
postcocción. La otra forma es de mayores dimensiones, bien acabada y para
uso práctico como recipiente (dibujos: 2ad2 y 3; 2ad2 ) pero también
ofrenda (dibujos: ofrenda entierro 2; 2-3). Ambas tienen formas inversas
hacia el borde que se angosta. Por ser tan numeroso el grupo, también existe
mayor variedad en decorado, la variante "menor" tiene los motivos de
espirales contrapuestas "informales" y estilizadas en el cuenco pequeño,
realizadas en negro sobre fondo naranja muy claro y un "estilo" que se
repite en la jarrita de ofrenda de la misma urna. Algunos fragmentos
insinúan el motivo de pseudo-espirales muy estilizadas en rojo con marco
negro en contorno, el trazo es libre y quiere evadir la perfección simétrica
que obligan los símbolos expresados. Su diámetro promedio es de 7 - 8 cm.
y su altura de 5 - 7 cm.

La variante "mayor" tienen menos cerrado el borde que los anteriores;


su diámetro promedio es de 18 - 20 cm. con una altura de 8 - 10 cm. la
decoración repite el motivo de las espirales contrapuestas y los escalonados
(dentados), aparece alguna variante posible como la clepsidra en rojo y
negro (dibujo 2-3, cuencos C). Queda el grupo de fragmentos cuyo decorado
de líneas rojas gruesas en ángulos de 45 grados y con borde blanco
recuerdan a los motivos del estilo Sauces.

Cuencos trípode

También se pudo seleccionar tres formas comunes de cuencos con


soportes trípodes de acuerdo a las diferencias entre los soportes (A, B, y C)
y que sugieren procesos de cambio en el tiempo. El total de fragmentos es
de 42.

Trípodes A: esta forma tiene 10 fragmentos, una pieza entera de la urna 4;


dentro de sus variantes, los soportes trípode huecos son originarios del area
amazónica (Nordesnkiold, E., 1917, Ryden, S., 1956, Walter, H., 1966,
Feldman, R.A. y Moseley, M.E. en Jennings, D.J., 1982, Ibarra Grasso, D. y 9
Querejazu, R., 1986). Esos soportes "globulares" huecos y con un orificio
en su parte posterior, a veces con piedrecillas adentro y que convierten a la
vasija en "sonajera", a veces modelados como las patas de un animal como
la vasija tetrápode en el museo de Samaipata, aquí, en "El Tambo", para la
época de las urnas halladas en 1991, los soportes globulares huecos habían
pasado por una metamorfosis que primero rellenó el espacio hueco haciendo
sólidos a los soportes pero manteniendo la forma globular para luego acabar
con el "botón" de nuestra pieza de ofrenda en urna 4.

Los soportes huecos y globulares son de factura muy fina y delgada,


la cerámica es pulida y brillante. Los pocos trazos de líneas no indican
ningún estilo particular y son en rojo. Los soportes globulares rellenos son
con decoración Mojocoya en rojo y negro el acabado es basto en el exterior.
El cuenco trípode de entierro 4 tiene el decorado de pseudo-espirales
conectadas como motivos vegetales en rojo y enmarcados con una línea
negra sobre un acabado regular de color naranja. El fragmento 1-4 también
sigue esa tendencia aunque la combinación es del trazo lineal rojo con borde
blanco sobre un acabado basto marrón que sugiere de nuevo al llamado
estilo Sauces.
Trípodes B: con 11 fragmentos, no se pudo reconstruir el perfil completo
de la forma. Más que cuencos son "platos hondos", tienen los soportes
delgados y el exterior es basto de color violeta por efectos de la reducción
pero el interior muy pulido y brilloso, en un caso con decoración en rojo con
reborde blanco sobre gris.

Trípodes C: para esta forma se hallaron 21 fragmentos, uno de ellos era un


pedazo completo de perfil (dibujo 5-2), los soportes son cortos y sólidos, las
paredes de los cuencos son gruesas. El decorado del fragmento de
reconstrucción es el trazo de manchas rojas con borde blanco sobre marrón
mientras que en otros se repite la combinación linear de rojo y negro sobre
fondos naranjas o marrones.

Vasos y keros

10

A pesar de su poca representatividad estadística, la ubicación de los


vasos y keros hallados en el contexto de los entierros de urnas como partes
constitutivas de los rituales, es muy significativa; el vaso con borde inverso
y decorado en rojo y negro se hallo sobre la laja circular que clausuraba a
los entierros como sellando el proceso. El kero abierto II fue hallado en el
mismo nivel pero con sus fragmentos muy dispersos, al ser reconstruido, se
pudo descubrir que fue roto en su base con un golpe de piedra, a modo de
"sacrificio" también en señal de acto final. El vaso cerrado y el kero II son
de factura bastante pobre, de cerámica muy porosa y de uso muy definido,
en cambio el kero I es fino y de una calidad que permite su uso frecuente
como recipiente para líquidos. El decorado del vaso cerrado es una
secuencia intercalada de escalonados (dentados) en rojo y negro sobre toda
la superficie externa. Este motivo aparece en varios keros descritos por
Ibarra, Branisa y Knutson, mientras que los motivos de los keros II y I salen
de las posibilidades usuales de diseños Mojocoya o Sauces que hemos visto
hasta el momento para "El Tambo" y nos remiten a ideas y manifestaciones
iconográficas más cercanas al estilo Tupuraya de los valles centrales y del
sureste cochabambino; diseños de formas rectangulares o triangulares con
espacios cuadrados centrales que contienen marcos interiores, triángulos
con el mismo motivo pero con apéndices o con aserrados intercalando el
rojo con el negro. La diferencia radica en el fondo blanco que es común en
el estilo Tupuraya y que en nuestros vasos y keros es naranja.

Jarras

En la urna 1 estaba una jarra globular con asa vertical que acaba
modelada en forma de un cánido (perro?). Tiene un decorado de líneas
rojas y negras en el borde y las espirales con sus escalonados en el cuerpo
pero solo en negro sobre un fondo marrón oscuro muy pulido y bruñido. En
la misma urna estaba la jarrita pequeña y asimétrica que acompañaba en
"estilo" al cuenco C de los orificios.

Otros objetos
11

Dentro la urna 1 se encontraron dos piezas de cobre arsenical


laminado y doblado, algunos restos de tejidos y fragmentos de calabacines
(con posibles pirograbados?). En los pozos adyacentes se hallaron huesos
trabajados como la tembeta presentada en dibujo, similar a las que usan los
guaraníes actuales en el sureste boliviano un tubo inhalador y dos
lanzaderas para tejer ("wichuñas") iguales a las que hoy se utilizan en los
valles y altiplano, de hueso de camélidos (tibias).
Conclusiones

El trabajo realizado en torno al material de "El Tambo" no pretende


ser una investigación exhaustiva sobre el tema, es mas bien un limitado y
casual esfuerzo, producto de la ocasión efímera de hacer arqueología que
marca el estado de cosas en nuestro medio. La selección de formas y la
descripción de los decorados puede ser superada y ampliada, o también
cambiar por completo si se enfrenta la posibilidad de realizar estudios con
coberturas geográficas mayores o investigaciones arqueológicas más
sistemáticas y prolongadas en sitios como "El Tambo". Poco o nada
sabemos de las corrientes de difusión hacia el sur, cómo es que cambian y se
estilizan las formas y quedan los símbolos originales a veces combinados
con la iconografía Omereque policromo, Tiwanaco, Karaparial y otras
expresiones.

+El estilo Mojocoya de "El Tambo" puede ser una fase temprana de la
cerámica Mojocoya que luego, al establecer su presencia en los valles inter-
andinos de Cochabamba y Chuquisaca se extiende hacia el sur e influye en 12
las culturas contemporáneas de Tarija y el noroeste argentino. Las formas
originales de trípodes cambian y se estilizan a partir del s. IV-V d.C pero la
iconografía se mantiene hasta el fin del período Tiwanaco (aprox. s. XII
d.C.)

+La presencia del llamado “estilo Sauces” en "El Tambo" es indiscutible y


sugiere una variante iconográfica dentro del estilo Mojocoya más que una
cultura contemporánea y paralela.

+El estilo Tupuraya es una variante originaria del mismo tronco que el estilo
Mojocoya; aunque la decoración varía en el uso cromático repite ciertos
símbolos iconográficos.
+Los estudios sobre el período intermedio temprano y sobre los desarrollos
regionales previos a la aparición de Tiwanacu en el sureste boliviano son
escasos y sin una consecución temporal que permita aclarar todas las dudas
que surgen al respecto.

+Los entierros con urnas son una tradición amplia y difundida durante el
período Formativo en las tierras bajas de Bolivia que continua por los valles
sur occidentales hasta el norte de Argentina en los períodos posteriores
hasta entrada la conquista Inka.

13
Bibliografía

Branisa, Leonardo.

1957 "Un nuevo estilo de cerámica precolombina de Chuquisaca,


Mojocoya Tricolor" en: Aqueología boliviana (Primera Mesa
Redonda). Publicación dirigida por: Carlos Ponce
Sanjines, pp. 289-317, Biblioteca Paceña - Alcaldía
Municipal, La Paz - Bolivia.

Brockington, Donald L. et al.

1995 Estudios arqueológicos del período Formativo en el sureste

de Cochabamba; 1988 - 1989, UMSS - ODEC - SEMILLA.

Feldman, R.A. y Moseley, M.E.

1983 "The Northern Andes" en: Ancient South Americans, 14


W.H. Freeman & Company, San Francisco.

Lecoq, Patrice et al.

s/f. "Nuevos datos sobre la ocupación prehispánica de los andes

meridionales de Potosí, Cuadernos No 8, Revista de la Facultad

de Humanidades y Ciencias Sociales, Universidad Nacional de


Jujuy.

Ibarra Grasso, Dick E.


1957 "Un nuevo panorama de la arqueología boliviana" en:
Arqueología boliviana (Primera Mesa Redonda). Publicación
dirigida por:

Carlos Ponce Sanjines, pp. 235-285, Biblioteca Paceña -

Alcaldía Municipal, La Paz - Bolivia.

1965 Prehistoria de Bolivia, Ed. "Los Amigos del Libro",

Cochabamba - Bolivia.

Ibarra Grasso, Dick E.y Querejazu L., R.

1986 30.000 años de prehistoria en Bolivia, Ed. "Los Amigos

del Libro", Cochabamba - Bolivia.


15

Nordenskiold, Erland

1915 Foskningar och Aventyr i Sydamerika. Stockholm.

Ryden, Stig.

1959 Andean Excavations. II. Tupuraya and Cayhuasi: Two


Tiahuanaco Sites. The Ethnopraphical Museum of
Sweden, Monograph Series.

publication num. 6. Stockholm.

1956 "The Erland Nordenskiold Archaeological Collection from the

Mizque Valley, Bolivia". En: "Etnologiaska Studier", No 22.


Etnographiska Museet. Goteborg.

Walter, Heinz.

1966 Beitrage zur Archaeologie.Boliviens, Verlag von Dietrich

Reimer, Berlin.

16
Prólogo de introducción

El anexo “Estudio comparativo del material cerámico Knutson y del material cerámico
“Proyecto Formativo UMSS” del sitio Mojocoya de “El Tambo” deSan Isidro”, surgió a
raíz de los contactos que Brockington había hecho con John Knutson entre 1992-93 y
gracias a los cuales se podía contar con un valioso informe gráfico y textual sobre los
trabajos de éste en El Tambo a principios de los años 70`del siglo pasado, además,
también Brockington había logrado que el Sr. Swartz en Cochabamba nos permitiese
observar su colección privada de piezas de El Tambo. Al momento de recibir dicho
material y de la visita a Swartz, el trabajo de laboratorio y el informe correspondiente a
la cerámica de nuestras excavaciones en El Tambo estaba en su fase final, un par de
meses después rescindiría el contrato de la UMSS y el anexo quedaría inconcluso sin
respaldo, como un trabajo “abortado” porque además y por razones desconocidas de
entonces a hoy la comunicación con el resto de miembros del equipo acabo
desvanecida.
Al principio de su elaboración saltaron a la vista una serie evidencias que enriquecían de
manera notable el estudio realizado durante todo el año y medio anteriores centrado en
los restos de nuestra excavación, además de aclarar muchos aspectos sobre la naturaleza
de “campos de entierros con urnas” frente a lo que podría ser un sitio funerario
correspondiente a un asentamiento Mojocoya temprano como una parte constitutiva del
espacio habitacional o urbano. El análisis comparativo tiende a aclarar el origen de
factura de muchas piezas y sus posibles funciones y mejora la caracterización del estilo
Mojocoya El Tambo y sus formas, resulta un útil ejercicio para destacar “marcadores -
diagnóstico” en el discernimiento espacial y cronológico del Intermedio Temprano en
sus fases iniciales en esa área que es el divortio aquarium y cultural de Bolivia, también
de la cultura que podemos denominar “Mojocoya Temprano” en cuestión. Ha pasado
una década y más desde entonces y ese inconcluso trabajo nos ha seguido por los
derroteros geográficos, semi-archivado porque siempre volvía una y otra vez buscando
algún sentido, más revisiones o una posible edición. Al fin ellos, ex – compañeros de la 17
investigación aventuraron una publicación (Mojocoya y Grey Ware, 2005) que provoca
la necesidad de que este anexo salga a la luz, claro, la diferencia con el artículo sobre el
estilo Mojocoya de “El Tambo” es que el “anexo” sufre las modificaciones
interpretativas que supongo, desde esta condición, le son legítimas y competentes para
aclarar diferencias entre lo que Brockington y Pereira han intentado y lo que yo venía
desarrollando, además que son fundamentales para confirmar la involución personal en
la investigación y el uso que se dio a un trabajo original con todas las consecuencias
éticas que ello conlleva. La aplicación del lenguaje triunfal y apodíctico que practican
Brockington et al., 2005 en algunas partes de su libro lleva a pensar en necesidades
extremas de autoafirmación que en lugar de solapar, justo provocan lo contrario,
destacan lagunas y levantan dudas, algo imposible de soslayar, una cuestión que plantea
un reto; saber que se esconde detrás de esa cordillera semántica, o “beyond the
clouds”?. Poco hay que decir sobre algunas partes donde analizan a Branisa, Ibarra,
Querejazu, Walter, Ryden; Nordenskiold y otros, discusiones que por supuesto son
elaboradas, casi auténticas pero coincidentes con las que llevamos entonces como
equipo y cuyos resultados centrales estaban ya delineados en el informe de 1993 y en el
artículo de 1998 (Cf. Gonzáles, 1998). En lo que concierne a la interpretación de los
materiales de “El Tambo”, el plagio está bastante mal realizado a través de un uso
arbitrario y distorsionado de los dibujos, la selección y clasificación de formas, las
conclusiones estadísticas, la descripción de los hallazgos y contenidos en las urnas,
puntos que obligan a ser tomados con detalle para su aclaración real. Dicen por
ejemplo:
“la cerámica pintada fue al principio estudiada por Javier Gonzáles S. … Su
clasificación de formas ha sido útil y la hemos usado con varios cambios.”
(Brockington, et al., 2005:28)1. Aclaramos que fue estudiada por J. Gonzáles S. de
principio a fin y que la clasificación que se logró es un hito imposible de evitar y si se
cambia o “adapta” su esencia es preciso argumentar con algunas bases sólidas dichas
alteraciones o apropiaciones, por lo que se puede observar en el libro, se intenta una
“nueva” clasificación de los soportes trípodes basada en observaciones superficiales,
con omisión de los análisis morfológicos y estadísticos como se propone en la
investigación original. Provoca suponer que la obviedad del plagio obligaba en algún
momento a replantear dicho esquema para aparentar originalidad. Continúan intentando
medrar el rol de co-autor con la excusa de que “…este estudio no enfatizará mucho esos
detalles, reconociendo las variaciones por supuesto, …más bien estará orientado
a…establecer una definición preliminar de la tradición Mojocoya de… 1000 años en un
amplio territorio.” (p.28) Sin embargo desde esa página hasta página 57 solo se
“enfatizan” los detalles de la cerámica intentando en medio caos resolver un laboratorio
improvisado de “lecturas Munsell” al azar. Reconozco que en su momento no contaba
con la famosa “Tabla Munsell” porque no la cedieron para el estudio, como reservando
un quid científico en la historia, luego apareció un tiempo antes de abandonar el museo
para que una investigadora extranjera realice sus trabajos… A estas alturas las cosas son
diferentes, la prolijidad del esfuerzo y sus resultados permiten hacer una entrega
detallada del estudio cerámico dando cuenta de que a los escritos propios se suma la
“Tabla Wiphala” de la memoria, fiel y permanente que nos acompaña en cualquier
circunstancia para dar colores a los recuerdos. Resulta harto triste saber que contaban
con un buen informe de estudio que es lo que habíamos imaginado: la materia prima
para una buena publicación y que fue mal usado, recortado a prisa, sin criterios de
análisis y pobre ética científica2. La aclaración final plantea una cuestión de los
posibles vínculos entre Grey Ware y Mojocoya de El Tambo y se ciernen dudas muy
serias en torno a ello, además que resultó extraño y sospechoso en su momento la
milagrosa “aparición” de mi nombre como co-autor del artículo sobre Laimiña
(Brockington et al., 2001), en realidad ese fue uno de los últimos trabajos que hice con
ellos y como era un yacimiento pobre es posible que me cedieran ese honor, también 18
queda la sospecha de que hayan querido involucrarme en un primer momento cuando
todavía me consideraban potencial co-autor del libro sobre Mojocoya, en la relación El
Tambo – Laimiña o Mojocoya y Grey Ware, finalmente hay la duda también de que lo
hicieran así para evitar reacciones en cuanto a las omisiones y plagios tempranos en los
estudios sobre Valle Ivirza, Sehuencas, en fin, cualquier elucubración es ahora posible.
La “intrusión” del sitio La Laja en el libro, más que un aporte que ayuda a entender la
transición del Formativo Tardío al Intermedio Temprano al sur-este de Cochabamba, se
me asemeja un “camuflaje” intelectual improvisado a última hora y de corto aliento,
orientado a mitigar el peso de El Tambo sobre alguna conciencia. Según lo poco que se
puede decir, esa forma C de cuencos tendría algún símil lejano, muy lejano y
monócromo en Laimiña y eso no dice nada, la decoración incisa tampoco es mucho
porque ningún motivo relaciona a uno y otro sitio, más bien las cercanías culturales y
geográficas están en otras direcciones. Ambos yacimientos se diferencian en todo; en
Laimiña encontramos restos de cerámica de pésima calidad incluidas la pipa y las dos
jarras con apliques y decorados, piezas enteras todas. En El Tambo se encontraron

1
Subrayado nuestro.
2
Ese informe se titulaba: “Nuevos aportes sobre la cerámica Mojocoya: del Formativo Tardío al
Intermedio Temprano en el Sur-Este de Bolivia”. Firmábamos: D. Pereira, J. Gonzáles, R. Sanzetenea y
D. Brockington en el año 1993.
algunos fragmentos del Formativo medio-tardío coincidentes más con el sur-este de
Cochabamba (Aiquile) algo significativo per se, no como para importar una relación
con el material mayoritario (¿?). Podría ser que en el mismo área de El Tambo haya
existido un sitio formativo de cuyos materiales dispersos tenemos algunas muestras
salidas del contexto, ocupación temprana en la misma zona pero sin evidencias claras de
alguna relación con la tradición Mojocoya aunque tampoco descartable. La
imposibilidad de realizar mejores estudios en dicho yacimiento es evidente debido a que
es una propiedad privada. Quizás hoy la mayor parte haya desaparecido por erosión
natural y por otras causas por lo tanto, es importante tener una visión cierta y objetiva
del material rescatado que es todavía posible estudiar, además es preciso intentar
plantear proyectos de mayor envergadura en el área de las provincias M.M. Caballero,
Vallegrande, Ichilo y Florida en Santa Cruz y las provincias de Mizque, Aiquile, y
Carrasco de Cochabamba, que consideren prospecciones sistemáticas y excavaciones
areales. Razón por demás que obliga a rectificar los errores, con el sincero deseo de que
los colegas asuman la verdad con la altura de originales científicos; reconociendo sus
equívocos y omisiones. Así las cosas, tengo la obligación moral de replicar a esa
afrenta “warawas tricolor”3 y propongo este contra-plagio “walaycho polícromo” para
que todos tengamos un estudio científico comparativo en “technicolor” sobre el estilo
Mojocoya temprano de “El Tambo” del Cantón San Isidro de la provincia Manuel
María Caballero del Departamento de Santa Cruz en Bolivia, y que sea además un
reflejo nítido de ese “cholo” espíritu que es parte de la esencia del “ser kjochalo” que
llevamos dentro.

Cochabamba 1991 – 1993, Valencia 2007.

19

3
Cholo: mestizo de los andes. Kjochalo:
habitante de Cochabamba. Walaycho:
(quechua) irreverente, travieso.
Warawas: (aymarañol) del aymara “wara”: estrella; adornos que van por demás en el vestido,
colorinches, lentejuelas, “kitsch”, etc.
Wiphala: bandera andina con cuadros de todos los colores.
ANALISIS COMPARATIVO DEL MATERIAL CERAMICO “KNUTSON” Y
DEL MATERIAL CERAMICO “PROYECTO FORMATIVO UMSS” DEL
YACIMIENTO MOJOCOYA “EL TAMBO” DE COMARAPA

Los hallazgos de John Knutson (1974)

Finalizado el estudio del material de excavación del yacimiento “El Tambo” de


Comarapa por parte del Proyecto Formativo (Gonzales, 1993. En revisión para
publicación), se recibió en fecha reciente (18/02/1993) una carta con información
fundamental sobre el material de excavaciones junto a láminas de dibujos enviados por
John Knutson. En la carta dice: “To that end, I`ve dug up my old files and have
enclosed some associations that you migth find interesting (a continuación se traduce el
texto):
1. URNA DE ALMACENAMIENTO 1502. Los contenidos son aparentemente
posesiones de un niño. El 2506 un silbato. 2507 una jarra de almacenamiento
(urna) en miniatura (en pasta gris). 2508 una olla en miniatura, y 2509 un vaso
para beber (kero) para niños
2. URNA DE ALMACENAMIENTO 1503. 2511 una jarra antropomórfa con
labios femeninos debajo de la falda. 2512 una vasija trípode sin decoración
externa pero con decoración interna.
20
3. URNA DE ALMACENAMIENTO 1505. 2513 fue realizada con arcilla blanca
(la única pieza Mojocoya blanca que vi). Tenía un par de orificios en los lados
opuestos del borde (para colgar la vasija o suspender algo dentro de la vasija?).
2514 una pequeña jarra. 2515 un trípode con soportes huecos.
4. URNA DE ALMACENAMIENTO 1506. 2516 una jarra trípode elaboradamente
diseñada con seis botones protuberantes alrededor de la porción superior. 2517
era un cuenco con pares de orificios en los lados opuestos cercanos al borde y un
orificio central en la base del cuenco. 2518 un cuenco trípode con soportes
sólidos.
5. URNA DE ALMACENAMIENTO 1507. 2520 Y 2521 cuencos trípodes con
soportes huecos. 2522 una jarrita.
6. URNA DE ALMACENAMIENTO 1508. el cuello de la urna de
almacenamiento estaba perdido. Una gran pieza de fragmento de otro tipo de
urna de almacenamiento fue colocado cubriendo la apertura. 2523 una jarra
basta.
7. URNA DE ALMACENAMIENTO 1509. estaba partida en el corte del río,
seguramente la otra parte se la llevó el agua. 2523 es un cuenco trípode que será
probablemente de gran interés para Uds. Es un cuenco que yo doné a su museo.
8. 2503 un cuenco Mojocoya inusual. Es el único que observo cuenta con base
anular.
9. 2504 podría tener un significado ceremonial. Tiene una protuberancia fálica con
un rostro en el final. Como recalco, los orificios nasales estaban conectados por
un ducto al interior del cuerpo de la jarra, de manera que el líquido en la jarra
podría salir a través de las fosas cuando se vuelca esta.

De las antes mencionadas piezas, las siguientes están en el Museo de Samaipata: 2503,
2504, 2509, 2511, 2512, 2517, y 2524. Yo creo que ellos tienen ambos tipos de urnas de
almacenamiento. Las siguientes piezas están en la Casa de la Cultura en Santa Cruz:
2518, 2521, y 2522.

En lo que respecta a los diferentes tipos de sitios y artefactos en el área de El Tambo,


los únicos dos en el valle eran Mojocoya e Inka. Además de cerámica, yo creo que los
Mojocoya utilizaban un hacha de piedra pulida (basalto) en general de forma de hacha
21
Inka pero redondeada y gorda. Otro tipo, posiblemente Mojocoya, es larga y pulida y
aparenta ser un hacha de mano. Los cinceles de basalto y granito pulidos que son
comunes en los alrededores de El Tambo y San Isidro, yo creo que eran herramientas
para el trabajo local en madera? Una industria de los tiempos Inka. Esto podría calzar
con la práctica Inka de tener diferentes regiones especializadas en diferentes industrias.
Otro tipo de artefacto en el valle era una especie de piedra pulida perforada para
pesca (¿) en redes. Estas eran generalmente rectangulares con los bordes redondeados y
una perforación central para pasar una cuerda. Estas fueron halladas en el lecho del río.
Yo no sé si fueron Mojocoya o Inka” (copia de la carta de Knutson a Pereira,
18/02/1993, traducción de J. Gonzales,1993).
El texto y las ilustraciones resultan explícitos y se puede considerar de manera
primordial lo siguiente: Knutson excavó al menos cinco de las seis y media urnas de las
que informa con la división tipológica de las urnas (Lámina 2), estas eran nueve, (de
1501 a 1510 según su nomenclatura) en la orilla misma del río, no es posible por ahora
saber la secuencia de sus trabajos ni cómo descubrió las urnas, se puede suponer que
tenía noticias de un derrumbe de la orilla en donde la urna 1509 (Lámina 1) se
encontraba partida y que en base a ese dato descubrió el resto de urnas completas a
izquierda y derecha de ésta. (Lámina 1: se pueden observar las fechas de los
hallazgos 1508, 1509 y 1510 el 3/05/1974 y 1507 el 1/12/1974). No sabemos si rescató
en sus excavaciones el material de fragmentos cerámicos de sus pozos. Se cuentan un
total de 17 piezas de ofrendas al interior de las urnas (10 en Santa Cruz, 1 en
Cochabamba, 6?) esto hace un promedio de 2,61 piezas por urna más dos piezas que
parecen ser hallazgos sueltos (2303*y 2304*), la distribución fue la siguiente:
Urna 1502: Cuatro piezas (2506, 2507, 2508, 2509*), tierra orgánica y algún resto
óseo.
Urna 1503: Dos piezas (2511*, 2512*), tierra orgánica. Urna
1505: Tres piezas (2513, 2514, 2515), tierra orgánica. Urna
1506: Tres piezas (2516, 2517*, 2518**), tierra orgánica. Urna
1507: Tres piezas (2520, 2521**, 2522**), tierra orgánica Urna
1508: Una pieza (2524*)
Urna 1509: Una pieza (2523***), tierra orgánica. /media urna/.
Los asteriscos son: *localización en Santa Cruz, **en Samaipata y ***en Cochabamba
Las urnas 1501 y 1510 (sin restos) son tipo A (44 cm. Altura y 31 cm. Diámetro) y las
restantes son del tipo B (63 cm. Altura y 35 cm. Diámetro) según las medidas de 22
Knutson (1974?). De una posible urna 1504 no dice nada, por ello la suponemos
“inexistente”. En el libro “Mojocoya y Grey Ware” (Brockington y Pereira, 2005) se
pueden contabilizar 29 piezas atribuidas al trabajo de Knutson, de las que 11 están en
los museos mencionados.

Los hallazgos del Proyecto Formativo UMSS (1991)

De los entierros encontrados en el pozo 2 de las excavaciones en El Tambo, las cuatro


urnas (signadas como 1, 2, 3, 4) tenían una disposición espacial vertical y horizontal tal
que sugieren ser contemporáneas y es posible que también se correspondan con un rito
funerario más complejo; una urna con inhumación y tres urnas ofrendatorias ( ¿?), entre
los otros detalles que son destacables para orientar la suposición en dicho sentido son el
hecho de que la urna 1 con restos humanos, textiles, vegetales y mayor número de
piezas cerámicas. A unos 30 cm. Tenía sobre si una laja circular de piedra a modo de
“sello”, sobre ésta se encontraron 2 vasos (Kero II y Vaso cerrado; Lámina 7 P.F. )
ambos rotos, Kero II fue restaurado y presenta la señal de un claro golpe de percusión
en la base que insinúa haber sido causa de su fragmentación, el Vaso cerrado también
tiene el borde roto y es posible a causa de haber sido tirado contra el suelo(¿?). Las
cuatro urnas fueron semi – enterradas en fosas excavadas en tierra estéril dejando 20 –
30 cm. Entre fosos y urnas en donde se encontraban restos carbonizados de maderas.
Este detalle obviado se puede confirmar a simple vista en la foto de página 27 del libro
“Mojocoya y Grey Ware”, (Brockington et al., 2005) en donde se observan tanto en la
pared del pozo como en el piso los límites de tonalidad y el contorno de las fosas y
comparar con los perfiles estratigráficos realizados en terreno. La distribución del
material por urnas es la siguiente:
Urna 1: Un cuenco tipo A, Un cuenco tipo C con su par de perforaciones laterales y una
basal, una jarra miniatura. Mandíbula inferior correspondiente a un niño(a) (7 – 10
años¿?), 2 láminas dobladas de cobre arsenical. Restos de tejidos. Restos de calabacines
pirograbados.
Urna 2: Un cuenco tipo C,
Urna 3: Un cuenco tipo A.
Urna 4: Un cuenco con soportes trípode tipo A (tardío). Una jarra con asa-moldura
zoomorfa (un perro¿?).
Todas las urnas contenían tierra con posibles restos orgánicos. Todas pertenecen a la
23
variante A que se definió en laboratorio.
Del trabajo de gabinete salió una clasificación tipológica fundamental sobre las formas
de cerámica Mojocoya estilo “El Tambo”, basada en la selección de fragmentos y
decorados y su consiguiente asignación en variantes comunes y atípicas. Siguiendo tal
esquema, resulta por el momento aceptable y coherente su aplicación a las piezas
cerámicas completas de ambos casos. El posicionamiento cronológico de los entierros
exhumados por el “Proyecto Formativo” es aproximado y está basado en la búsqueda de
un promedio relativo a los dos datos de C 14, ambos provenientes de muestras de pozo
1 nivel 3 (146 – 190 dC./GX-17572/) y pozo 4 nivel 5 (415 dC./GX-17573/)
(Brockington et al., 2005:50). No se dataron las excelentes muestras de carbón y tierra
orgánica logradas en Pozo 2 y eso quedará como una sobresaliente incógnita en los
estudios arqueológicos sobre El Tambo si se considera el hecho de un hallazgo asociado
a materiales vegetales carbonizados abundantes. La estimación que proponen
Brockington y Pereira es una interpretación basada en una relación supuesta entre
Laimiña (400 aC), La Laja (122dC) y El Tambo (146 – 415 dC) a través de las posibles
equivalencia (o parecidos) de una forma cerámica; los Cuencos C. Hay que precisar que
la forma de cuenco cóncavo tipo C es atributo de la tradición formativa temprana de un
enorme área tanto de la costa, los andes como de sus valles interandinos y la cuenca del
amazonas y que transita en el tiempo hasta el período Inka (Cf. Brockington et al.,
2005:50). Si bien resulta cierto que en El Tambo no aparecen atributos distintivos de la
cultura Tiwanacu, la iconografía fundamental como las espirales seguidas de sus
escalonados en pares opuestos o la cuatripartición del espacio a través de una cruz
compuesta de cuatro ángulos y encerrada en un círculo aparecen en el área de los andes
y en una extensión también amplia que abarca el altiplano peruano-boliviano, el norte
de Chile y luego los valles Inter.-andinos y mesotérmicos de Bolivia a partir del
Formativo Medio - Tardio y luego se afianza y cobra identidades específicas en sus
ámbitos geográfico-ecológicos también particulares durante el Intermedio temprano. La
forma A de cuenco proviene de las piezas completas de Urna 1 y Urna 3 de Pozo 2.1 No
hay un solo fragmento de cuencos A en los pozos 2, 2 ad, 2 ad N y 3 , pero sí dos
fragmentos B y 26 fragmentos C. (Gonzáles et al., 1993).La escasez de fragmentos
cerámicos en el pozo de las urnas es obvia debido a las excavaciones y limpiezas
“prehistóricas” para el emplazamiento de las mismas, también es poca la cantidad
general de fragmentos de cuencos A de todos los pozos que hacen el 2,8% ( los
fragmentos son: uno en Pozo 1, niveles 5/6, pozos 4 y 4 ad N: cuatro en Niveles 1, 2, 3
24
y 5/6 = 5 fragmentos) del total de 175 fragmentos de cuencos A, B y C . La fecha
temprana para el sitio sale de pozo 1, nivel 3 pero hay un fragmento-perfil cuenco A de
nivel 5/6. La fecha tardía sale pozo 4 y 4 ad N, nivel 5. En cuanto decorado, en este
grupo tenemos dos fragmentos ; pozo 4 nivel 1 y 4 ad N, nivel 3 con diseños trícromos
(negro + rojo + blanco sobre la superficie), además del cuenco A de urna 1. En total se
encontraron 7 fragmentos con decorado trícromo para cuencos A (2 + forma), B (2) y C
(4). En este caso, la relación estadística significativa se da a la inversa, a través de la
mínima magnitud que destaca la aparición de un color más a la decoración (a+b+c sobre
d), esta deducción es apoyada por la presencia del cuenco A de ofrenda mencionado y
ello implica que nuestros entierros estarían situados entre el 450 y 500 dC. Se debe
tomar en cuenta que los trabajos de “excavaciones prehistóricas” crearon sectores con

1
Algo inevitable es la gran cantidad de erratas: “…, debemos señalar que dos Cuencos A fueron
hallados en las urnas Entierro 1 y Entierro 3 en el pozo 1.” (Brockington et al., 2005:51, subrayado
nuestro). Otro detalle es designar la forma como cuencos convexos siendo que son cóncavos.
estratigrafía inversa, pero aledaña a los entierros de urnas. La poca presencia de
cuencos A en general orienta también a pensar que fueron hechos como piezas para
ofrendas funerarias, su escasez como material fragmentario en la excavación pero su
presencia como piezas completas en las urnas pueden indicar ello. Aunque se debe
remarcar que también tenemos dos cuencos tipo C en las urnas 1 y 2, mientras que en
los pozos 2, 2 ad, 2 ad N y pozo 3 se obtuvieron 26 fragmentos cuencos C (14,85%). El
pozo 4 contenía 80 fragmentos de cuencos tipo C ( 55,17 %), el pozo 1 dio un total de
36 fragmentos de cuentos tipo C (24,82 %) mientras que pozos 5 y 6 solo dieron 3
fragmentos de cuencos tipo C o el (2,8 %). Los cuencos tipo C representan el 82,8 %
del total de cuencos A, B y C, precisando que se debe ello a que existen al menos tres
sub-variantes por formas, dimensiones, cualidades cerámicas y de uso, y decorados de
cuencos de dicho tipo y que más adelante se analizarán.2 En todo caso el estudio de los
soportes trípode arroja una secuencia de cambios que puede ser utilizada como una
posible aunque aún insegura orientación cronológica (Cf. Gonzáles, 1998). La
aproximación inicial al estudio comparativo es que tanto las urnas de Knutson como las
del proyecto Formativo son asumidas como unidades junto con los hallazgos en sus
interiores. La disgregación de los componentes ofrendatorios para una clasificación
tipológica por formas solo fue posible luego de un detallado examen de dichas
unidades. Es probable que algunas de las piezas al interior de las urnas fueran hechas ex
profeso, como componentes tradicionales para los entierros y otras fueron cerámicas de
25
uso cotidiano. También es posible que al menos en el caso de los hallazgos de proyecto
Formativo, las urnas podrían hacer conjuntos, como se explicó antes. La urna 1502 de
Knutson, al igual que urna 1 contenía restos óseos humanos, quizás también de un niño
y además receptaba el mayor número de ofrendas como en el caso nuestro. No se puede
decir nada al respecto de otras urnas entorno o cercanas a urna 1502 puesto que no se
cuenta con la continuación del boceto de plano que Knutson facilitó, en el que cedió
solo constan las ubicaciones de urnas 1507, 1506, 1508, 1509 y 1510 aunque estas dos
últimas distan un metro la una de la otra. Tampoco es posible decir más ya que el
boceto solo refleja el plano con respecto al borde de la barranca del río, habría sido
importante tener al menos un croquis de ubicación de las restantes urnas para aclarar lo
referente a posibles conjuntos. También un plano de corte estratigráfico.

2
Es imposible entender la tabla 9 (Brockington et al., 2005:51) las cifras no se sabe que representan:
número de fragmentos total (¿?) . Estilos IA y IB (¿?). Si se suman todos los números de dicha tabla se
tiene la cifra de 1173. Ver Cuadro 1
Descripción comparativa de los materiales “Knutson” – “Proyecto Formativo”
La selección de formas del material de excavación proveniente del Proyecto Formativo
fue realizada a partir de las estadísticas resultantes del estudio ceramológico de los
fragmentos de cerámica pintada hallados en los pozos de excavación. Tal como se
especifica en los resultados del informe final (Gonzáles et al., 1993), la materia prima
pudo ser de origen local, los procesos de cocción denotan un avanzado estadio de
tecnología puesto que las combinaciones de antiplásticos con núcleos oxidados y
reducidos y en algunos casos combinados, los engobes, las pinturas tanto pre como
post-cocción lo certifican. Algunas piezas aparentan haber sido elaboradas para el uso
exclusivo en ritos funerarios, unas como ofrendas y otras como sacrificios, en tanto que
otras parecen haber sido vajilla común. De las primeras hay algunas cuyos rasgos hacen
sospechar que fueron hechas por niños(as), en consecuencia son bastante irregulares y
los trazos torpes de pintura apuntan a ello, sería importante demostrar lo antedicho a
través de un análisis dactiloscópico de las huellas que se puedan hallar tanto al interior
como exterior de dichas piezas y algunos fragmentos similares (cfr. Sjöquist y Aström,
1991). Los ejemplos mas evidentes son la jarrita hallada en Urna 1 y la jarra con asa
moldeada en forma de cánido hallada en Urna 4. Otras parecen ser receptáculos
especiales como el cuenco tipo C con dos perforaciones laterales y una basal del que
además existe una similar en los hallazgos de Knutson. Este tipo de piezas fueron
26
fabricadas al parecer como parte constitutiva de ofrendas para urnas y ritos fúnebres, la
cerámica es siempre blanca o crema (caolinita), delgada, muy frágil y porosa, con
antiplásticos de carbonatos, y casi siempre con pintura postcocción. La medida entre los
orificios laterales es de 2,5 cm. Coincidente con los orificios del llamado “medallón”. El
diámetro de la tapa-“medallón” es de 8,2 cms. Mientras que el borde de los cuencos de
este tipo es de 8,5 – 14 cms. El “medallón” fue hallado fragmentado en el pozo 3, nivel
3, no en una urna (Cf. Brockington et al., 2005:47). El desgaste por contacto es en el
borde externo, es decir que la cara con el diseño iría tapando algún recipiente como los
que detallamos y sujeto a la pieza con una cuerda a través de los orificios mencionados,
además, por el tipo de desgaste, parece ser una pieza utilizada con el mismo fin en
varias ocasiones. También los cuencos tipo A podrían haber sido manufacturados como
parte del ajuar funerario para las urnas, deducción fortalecida por la cualidad pobre de
las cerámicas; sin engobes y muy porosas. Las piezas tipo “sacrificios” halladas sobre la
laja del entierro es posible que fueran también fabricadas para los ritos funerarios, el
vaso con borde inverso y decorado con secuencias dentadas en rojo y negro y el Kero
tipo II, el primero sin engobe y sin pulido además de poroso y el segundo con engobe
pulido pero muy poroso. Dichas características indican que no fueron objetos de uso
cotidiano y orientan a una artesanía especializada y dedicada a rituales mortuorios para
su consecuente sacrificio.
Las urnas “Knutson” muestran una amplia variedad de piezas “atípicas” que
incrementan el número de formas, en particular trípodes cuyos cuerpos tienen
características escultóricas que salen de los patrones de cerámicas comunes. El
identificador en este caso son los soportes que según nuestra clasificación resultan un
rasgo común para destacar formas Mojocoya tempranas del estilo El Tambo. Urna 1502
contenía vasijas miniaturas entre ellas un kero tipo II (2509) en cuyo interior se hallaba
un cuenco tipo C (2508), un silbato (2506) y una urna miniatura (2507). Urna 1503
llevaba dos piezas; 2511 que es una vasija tipo cántaro esculturado antropomorfo con
apliques en el borde - cuello y en la base: en el cuello lleva pastillas en forma de ojo
“grano de café”, nariz agüileña y un par de orejas, en la base lleva una cinta de
contorno, dos pies y al centro una vagina “grano de café”debajo la cinta que hace de
“falda”. El trípode 2512 es tipo B, con decoración interior. Urna 1505 cuenta con dos
vasijas trípode; 2513 y 2515. la primera es un cuenco con soportes tipo A (imitación
tipo A; planas) que contiene otro cuenco inverso con base anular pero moldeado en la
misma pieza a modo de tapa, en el libro de Brockington sale una foto de ésta y en la
27
siguiente página hay una serie de ilustraciones de diseños, entre ellos uno con signatura
K – 2513 en donde se muestra el decorado parcial de la banda superior de dicha pieza
que cuenta con dos bandas de decorado (Brockington et al., 2005: 20, 21). La pieza
2515 es también un cuenco con soportes tipo A (1 o 2). La pieza 2514 es una jarra
biglobular con asa que parte del borde hasta medio cuerpo. Urna 1506 cuenta con tres
piezas de las que 2516 es una vasija tipo urna con protuberancias voluminosas
alrededor de la parte inmediata al cuello y cuenta con soportes trípode tipo A (1 o 2). La
vasija 2518 es un cuenco con soportes trípode tipo C. La pieza 2517 es el cuenco C con
el par de orificios laterales y el basal. Urna 1507 con tres piezas; dos cuencos con
soportes trípode, el cuenco 2520 con soportes de tipo A (2) en apariencia sólidos y el
cuenco 2521 con trípodes tipo A (1) (huecos¿?). La vasija 2522 es una jarra biglobular
con asa puente y corte anular que parte desde medio cuerpo del primer ensanchamiento
hasta el inicio del segundo ensanchamiento del cuerpo. Sobre esta urna y sus ofrendas
hay que explicar que Knutson, tal como se puede ver en las fotocopias, las signó como
las presentamos, en la publicación de Brockington et al., 2005, Pág. 19 donde aparecen
las mencionadas piezas llevan otra signatura, todas son A.K-1502, además se añaden
un trípode con soportes tipo C y una jarrita con asa-moldura zoomorfa(¿?). Estas dos
últimas piezas no estaban en el inventario y los dibujos que en 1993 envió el autor.
Según el tipo de urnas como se dijo, todas las de Knutson son variante A, de mayores
dimensiones y en forma de huso, los hallazgos datan de principios de los años 70, época
en que la orilla del río distaba mucho de la orilla de 1991 por lo que corresponderían a
un sector que se podría llamar El Tambo I del campo ( siglo I dC. – siglo 4 dC.) , con
las urnas alargadas y sus alfares como los trípode tipo A 1 y A 2, el cuenco C ofrenda
y los Kero II. El sector de pozo 2 del proyecto Formativo con sus urnas mas pequeñas y
abombadas de variante B y sus ofrendas como los cuencos A trícromo y C ofrenda y
el trípode tipo A 3 corresponderían al sector El Tambo II. (siglo 4 dC. – siglo 6 dC.) .
Knutson excavó siete urnas variante A y dos variante B, de estas últimas, 1501 y 1510
no tenemos información de 1993, en el libro de Brockington et al., 2005, página 22 hay
un trípode tipo C con decoración interior y en página 23 un Kero II que llevan la
signatura 2501 y que podrían provenir de dichas urnas (¿?), luego en la página 24
aparecen un trípode 1 tipo A (1-2¿?) y 2 tipo C junto a una jarra globular, dícen de
ellas: “Piezas mojocoya, probablemente todas de El Tambo, Knutson”. (Brockington et.
al. 24:2005). Las formas completas de los cuencos con soportes trípodes tipo A 1 y A 2,
considerados en nuestro trabajo como mas antiguos y también algunas formas
28
escultóricas con dichos soportes todas vienen de las urnas Knutson, son cuatro cuencos
y dos piezas moldeadas con los soportes trípodes mencionados. La forma para cuencos
con soportes tipo B que son de paredes restrictas con pintura en rojo con borde blanco o
solo rojo sobre gris al interior, muchos de ellos con exteriores bastos color violeta, a
veces pintados con negro, la forma completa proviene de la ofrenda 25123 . Como se
aprecia en las láminas de Knutson, solo contamos con los colores básicos de los diseños
pero no de los fondos. Para los cuencos con soportes tipo C tenemos una reconstrucción
en base a un fragmento de la forma completa y del cuenco 2518 de Knutson, por lo que
también pueden ser formas más antiguas de trípodes y que prevalecen como tales. La
transición de soportes abultados huecos y luego rellenos hacia el trípode con soportes
tipo A 3 es un punto de inflexión importante puesto que marca el abandono de una

3
en el libro de Brockington et. al., solo aparece el motivo pero no la pieza pero también aparece una pieza
con soportes tipo B y con decorado en rojo sobre(¿?) signada como 2510. (Cf. Brockington et al.,
22:2005)
tradición de siglos y por ello ciertas creencias y costumbres relacionadas con esa
peculiaridad se transforman en significantes solo conmemorativos como el botón de los
soportes del trípode ofrenda urna 4. La tradición del “modelaje” de piezas
extraordinarias en cerámica decoradas con pintura y pastillaje da paso a la producción
de alfarería en serie como un tributo a las nuevas condiciones económicas y políticas
derivadas del paulatino desarrollo de los pueblos portadores del estilo Mojocoya y su
expansión geográfica. Sobre esta última cuestión merece hacer hincapié en la
plausibilidad de que Mojocoya El Tambo I derivó en Mojocoya El Tambo II para
luego adentrado en las tierras más andinas de los valles de Cochabamba y Chuquisaca
continuar la tradición con trípodes planos, hipertrofiados y de marcada rigidez
geométrica, decorados con la iconografía estilizada pero manteniendo los motivos
fundamentales de su origen hasta su fusión con Tiwanacu entre los siglos VII – VIII
dC., mientras que hacia el nor-este esta tradición de trípodes con sus soportes
globulares huecos también hipertrofiados, cuencos con base anular y decoración barroca
y los entierros en urnas florece en las lomas de los llanos de Mojos. El balance
estadístico de soportes trípode da las siguientes relaciones para las excavaciones del
Proyecto Formativo: tipo A, 24 %, tipo B, 26 % y tipo C, 50 %. En la colección
Knutson prevalecen los soportes tipo A. 4Las jarras de la excavación del Proyecto
Formativo son escasas como material fragmentario, apuntan a dos tipos de perfiles;
jarras con cuerpos bi-globulares con asas grandes y jarras pequeñas con cuerpos
29
globulares angulares y asas pequeñas. También existen las jarras atípicas enteras como
las mencionadas en los hallazgos de urnas 1 y 4. Las formas completas de jarras
biglobulares vienen de los hallazgos Knutson 2514 y 2522: la primera decorada con la
serie de espirales con sus dentados en rojo, con un ribete en negro sobre la franja
decorada y con el labio también pintado en negro con asa en arco y de sección circular
que parte del labio al segundo cuerpo, la segunda pieza va decorada con dos bandas de
espirales la superior en negro y la inferior en rojo y negro ambas seguidas con sus
escalonados, con asa en arco y de sección anular que parte del medio del primer cuerpo
al segundo.5 Entre los fragmentos excavados existen algunos con pintura que sugieren la
forma biglobular y otros como el fragmento de reconstrucción de jarras pequeñas

4
Se encontraron un total de 42 fragmentos de trípodes durante la excavación además del trípode ofrenda
de urna 4.
5
Nótese el tratamiento de ambas piezas en el libro de Brockington et al.; pieza 2522 que ellos signan
como 1502, según la ilustración, ambas bandas tienen decorados en negro y rojo. De acuerdo a las
ilustraciones de Knutson eso no es tal. Lo mismo ocurre con 2514 que tiene dos líneas en negro; en el
labio y luego, al fin del cuello y luego la banda de motivos es en rojo. (Brockington et al., 2005: 18, 19)
globulares que dan el perfil a tales piezas. Aunque el número es escaso, la cualidad y
los motivos de los fragmentos mencionados son de alta calidad de acabado en la factura,
sus diseños sugieren entramados de inspiración textil, insinúan un origen de
manufactura común, además de expresar una madurez artística eximia. La jarrita
globular tiene una factura y dibujos que recuerdan a la cerámica que suponemos fue
realizada por infantes que imitan las formas y diseños de piezas elaboradas por adultos.
La decoración aparece siempre realizada con pintura negra en tales circunstancias,
también replican los motivos de “interlocking” seguidos de los tres escalonados que en
este caso acaban en garfios. La banda superior que hace el cuello de la pieza es una
cinta zig-zag con puntos dentro de los triángulos. Este motivo aparece en dos
fragmentos de cuencos tipo C de la excavación y en el cuenco 2517 tipo C con las
perforaciones proveniente de urna 1506 como decoración de la banda superior. La jarra
2524 de urna 1508 con cuello restricto, cuerpo globular y asa redonda que parte del
borde hasta el inicio del cuerpo es una variante ofrendatoria sin fragmentos
equivalentes. Entre las formas poco comunes como la pieza 2504 de Knutson, una jarra
biglobular con asa-ducto que termina en un rostro humano, se cuenta en el material del
proyecto Formativo con un fragmento de jarra con asa-ducto de pozo 4, nivel 3 (ver
lámina de Jarras). La pieza es monocroma, el fragmento viene con trazos de pintura
sobre color marrón. Contamos entre los fragmentos con un rostro en apliqué
proveniente de alguna pieza más grande, está muy meteorizado pero se puede discernir
30
un rostro con ojos “grano de café” y una nariz aguileña.
URNAS, CERAMICA UTILITARIA, FORMATIVA, METALES, HUESOS

Totales de fragmentos por pozo “Proyecto Formativo”


Pozo Número de fragmentos %
1 952 24,6
2 269 6,9
ad 788 20,4
ad E 91 2,3
3 495 12,8
4 384 9,8
ad N 770 19,9
5 18 0,4
6 88 2,3
3.855 99,4
( Brockington y Gonzales, 1993)

Pozo 4 con su adicional contienen la mayor concentración de restos (29,70 %). Pozo 2
con sus adicionales le sigue, se puede notar que la concentración está en los pozos
31
adicionales, pueden ser los restos de excavación depositados durante la preparación del
enterramiento (29,60 %). Pozo 1 es la mayor concentración de restos como unidad sin
adicionales, por el contenido de cenizas, restos óseos y otros podría tratarse de un
basural o también concentración de materiales debido a la preparación de un
enterramiento (24,60 %).

De este total tenemos 432 fragmentos con pintura y de acabado fino que hacen el 11,2
% del total de 3.855 fragmentos.
Selección por cualidad y acabado
Se dividió en principio por utilitarios + “escobillados”6 y especiales (pintados +
fragmentos monócromos de alta calidad + fragmentos del Formativo).

Fragmentos utilitarios

6
Se denominaron así fragmentos de piezas mayores como urnas que tienen un tratamiento exterior como
“escobillado” dejando surcos rugosos en la superficie.
1: Urnas:
Se tiene dos formas; Urna A y Urna B en base a 82 fragmentos de bordes; Urna A
corresponde a borde verticales con el ángulo de transición al cuerpo de 45º aprox. Sus
promedios de diámetros de borde son de 26 a 30 cm. Y su altura es de 55 – 60 cm.7,
para Urnas B no contamos con la altura pero es mayor. La Urna B tiene una transición
suave casi indiferenciada de cuello a cuerpo con diámetros de 24 a 28 cm. Del borde.
Ambas formas serían utilizadas como urnas. El 53 % son Urna A y el 47 % de Urna B
por lo que las proporciones están bastante equilibradas. El volumen de las urnas del
Proyecto Formativo es de 30 – 40litros de capacidad por urna8. Las urnas de ambas
variantes llevan dos pares de protuberancias laterales en la parte superior del cuerpo
iniciando el angostamiento hacia el cuello. En algunos casos apéndices, se supone que
servían para el transporte o sujeción con cuerdas.
2: Ollas y cántaros:
Las ollas van de muy globulares a menos globulares, con cuellos cortos eversos, a veces
ribeteados, los bordes tienen entre15 hasta los 22 cm. De diámetro aunque aunque
algunos ejemplares tienen 6 cm. De diámetro. De los 43 fragmentos hay 5 ejemplares
con asa horizontal plana con 37 cm. de diámetro el borde, 3 fragmentos con asa vertical.
Los colores de la cerámica son en general negros, grises, marrones y en menor
proporción naranja, las piezas grandes fueron quemadas desigual; en algunos sectores la
superficie bien oxidada anaranjada y en otros reducida en diferentes tonalidades del gris 32
al negro.
3: Otros materiales; metales, huesos, piedras, metales:

4: Fragmentos del Formativo:


Se cuenta con 12 fragmentos de los que son significativos los inciso punteado y lineal,
un impreso en textil y otro en cestería y una fragmento de base de vaso tipo “chop” en
piedra, materiales comparables a los hallados en Aiquile, Yuraj Molino o también Valle
Ivirza (Brockington et al., 2000)
5: Metal:
La presencia de cobre arsenical en forma de cuentas en urna 1, lleva a inferir en la
posibilidad de que dicho material sea producto de transacciones de intercambio, esto en

7
Para urnas tipo B el tamaño es según Knutson. Por lo que se puede ver en el libro, ellos se basan en las
dimensiones y reconstrucciones de Knutson (Cf. Brockington et. al., 32:2005)
8
Dicen: “de acuerdo a nuestras estimaciones, la urna A pudo contener… seis litros y B… quizá diez.”
(Brockington et al., 2005:33)
sentido de que no tenemos información sobre menas de cobre en la región. Es posible
que llegara a través de las rutas hacia los valles detrás de las serranías de Siberia o
también que su origen sea de otras más alejadas áreas. En cualquier caso, su presencia
en el entierro mencionado alerta en la búsqueda de similares hallazgos en otras áreas,
encontrando algún paralelo para períodos muy posteriores como en el caso del sitio de
Yoroma en el valle de Oroncota entre los departamentos de Chuquisaca y Potosí en
donde se halló en contexto una ofrenda con seis láminas cuadradas de cobre dobladas
haciendo a modo de campanas, a las que se atribuye ser bienes de prestigio social
(Alconini, S., 2005:51).
En hueso trabajado se cuenta con dos lanzaderas para trama de tejidos denominadas
“wichuñas” en quechua y que hasta el presente se utilizan tanto en la región aymara de
Bolivia como en los valles hasta el sur de Potosí. Su presencia en El Tambo es también
un indicador de los profundos vínculos de los portadores del estilo con las áreas de los
andes. Otra pieza trabajada en hueso es la tembeta, un adorno de amplísima difusión
tanto en los andes como en la región amazónica y el Chaco y que podemos seguir hasta
épocas recientes en la bibliografía etnográfica (Metraux, A., 1946). En la literatura
arqueológica próxima existen innumerables ejemplos tanto para el área de Moxos como
para el altiplano circumlacustre (Pruemers, H., 2007 en Internet, Sagárnaga, J. et al.,
2005).
El objeto, a nuestro parecer más interesante, de la colección de materiales óseos resulta
33
ser un tubo inhalador adaptado de un hueso de ave, esto indicaría de que en el sitio
además de ser un área donde abundan árboles del género Anadenantera, también se
practicaba la inhalación de este producto. Según las observaciones realizadas
personalmente en el área entre Santa Cruz y Cochabamba, se ha podido detectar la
presencia de Anadenantera peregrina muy dentro en los valles altos de Cochabamba.
Su uso actual en la zona de los valles cochabambinos está restringida a ser un
componente específico en los enterratorios rituales de los cimientos previos a la
construcción de viviendas, acompañando a los fetos de llama, las hojas de coca y q`oa y
otras plantas. Se puede observar en los mercados de la propia ciudad como en pueblos
aledaños la presencia tanto de semillas locales de Anadenanthera colubrina (Vell.)
Brennan var. Colubrina (Griseb.) von Reis Alt.(Reis – Altschul,1964), llamada
localmente “Willca” asi como de Piptadenia macrocarpa Benth. Conocida como
“Cebíl Colorado” o “Cebíl Moro”, mucho más potente con un 12,4 % de Bufotenina
mientras que la primera variedad solo contiene de 2 a 5 % de dicho principio activo
(Ott, J., 1998, Reis, S. Von, 1979, Torres, C.M.& Repke, D.B., 2006). Además del
mencionado hallazgo del tubo inhalador, es preciso decir que se hallaron algunas
piedras de origen volcánico en formas naturales de receptáculos que podrían haber sido
“tabletas para rapé” pero que fueron descartados como posible material cultural siendo
consideradas “simples piedras”. El área en cuestión es también conocido
tradicionalmente por ser una de las zonas de producción de tabaco (Nicotiana tabacum)
en Bolivia (pampas de Mairana en provincia Florida), lo que no descarta la posibilidad
de que también los portadores del estilo Mojocoya temprano hayan sido productores.
Por último, cabe destacar que es probable un área también de cultivos de coca
(Erithroxilum coca) en su sector nor-oriental, sobre el cantón San Mateo, añadido a ello,
existen variedades rústicas de ambas plantas, tabaco y coca sobre los 2.000 m.s.n.m.

Discusión:

El estudio de una tradición con cerámica pintada temprana singular en el piedemonte


andino con vínculos profundos en las tradiciones del Formativo del Sureste de Cochabamba
y con influencias provenientes de las tierras bajas de la cuenca del Amazonas y el chaco
(ríos Pilcomayo y Paraguay) como la que se estudia, presenta varios interrogantes, el
principal es saber su origen, el substrato subyacente del que se nutre. Muchos autores 34
(Nordenskiold, 1924, Ryden, 1957, Denevan, 1966, Erickson, 1980, Meggers, 1982, 1983,
etc. Entre otros) Asignan un origen amazónico a las manifestaciones culturales cerámicas
como la modalidad de entierros en urnas, los cuencos trípode y los raspadores de mandioca,
sin embargo resulta llamativo el hecho de que la forma de entierros en urnas tenga sus
correlativos muy antiguos también en el Formativo de los valles altos y centrales de
Cochabamba en yacimientos como Cliza, Santa Lucía, o Colcapirhua. Hacia el sureste los
platos raspadores de grandes dimensiones de Ardila en la provincia Carrasco de
Cochabamba, también del Formativo Medio, todos yacimientos considerados hasta el
presente como portadores de tradiciones formativas andinas, aunque este término deberá
distinguir entre lo particular de la cuenca del Titicaca y su área de influencia y lo que
podrían ser tradiciones formativas de los valles interandinos del este y sur – este de Bolivia9
cercanos o insertos dentro la franja de piedemonte. Esta amplia zona que abarca la vertiente
oriental de los andes bolivianos hasta el Noroeste argentino parece haber tenido un rol

9
subrayado nuestro
gravitacional en el desarrollo de manifestaciones culturales post-formativas, en tanto zona
de contacto entre las montañas y los llanos hacia el chaco y hacia el amazonas (Standen et
al., 2004, Muñoz, I. 2004, Nuñez, L., 2004, Alconini, S., 2004). El acceso a una gran
diversidad de recursos para la producción, comercio e intercambio entre amplios espacios
hacia el este y hacia el oeste tiene que haber generado dinámicas de desarrollo en las que se
habrían fusionado desde épocas muy tempranas elementos venidos de la cuenca del
amazonas, del oeste de los andes y el Pacífico y del Chaco, también es plausible que dichas
sinergias hayan propiciado desarrollos culturales originales, resulta difícil negar el hecho de
que la simbología gráfica del estilo Mojocoya temprano tiene sus fuentes de origen en la
zona andina de los valles altos de Cochabamba así como sus paralelos a lo largo del
altiplano boliviano-peruano, en el norte de Chile, el sur de Bolivia y noroeste Argentino
(Angelo et al. 2000, Lecoq, P. et al., 1998, Alconini, S., 2004). Lo antedicho no descarta las
posibilidades de que el mosaico étnico de la época en que aparecía la cerámica pintada en el
área , haya sido muy plural y cambiante en el sentido geográfico y temporal más amplio, es
decir que también hayan existido enclaves de poblaciones antiguas de sustrato amazónico
en los andes, incluso hasta en el norte de Chile (Standen et al., 2004), también invasiones
tempranas de grupos de filiación guaraní en épocas muy anteriores a la presencia Inka en el
área con reflujos periódicos a través de los siglos (Parsinnen et al, 2003). En sentido
inverso sucede que grupos andinos durante milenios, a través de ese incesante caravaneo
hacia las punas, el chaco y las vertientes orientales de los andes, se establecieran en un área
35
que penetra hasta el espacio que devendrá la alta cultura de los Llanos de Moxos, en
sentido de un transecto que marcarían las “rutas del cebil, la sal y el cobre”. Siguiendo esos
derroteros, se puede afirmar que los elementos típicos de posible origen amazónico
(arawak?) como los soportes trípode, el decorado de pastillaje (ojos “grano de café)
aparecen como aporte a la influencia de un sustrato poblacional vigente y fluctuante
entonces en el mismo espacio y cuyo origen se remontaría a los tiempos del Formativo
Temprano o quizás Arcaico de la cuenca amazónica.(Meggers, B., 1982; Morales, Ch.D.,
1989, 1992; Myers, Th.P., 1985; Lathrap, D.W., 1970, 1985; DeBoer, W. 1981, Erickson,
C., 2003, etc.). Aunque tampoco lo antedicho podría resultar demasiado concluyente para
el caso que tratamos porque hay todavía información que se debe contrastar o que resulta
paradójica como en el caso de los trípodes, según los indicios más antiguos que se tienen
para la zona de los llanos de Moxos, en la fase Casarabe de Dougherty y Calandra situada
en el 300 dC. Aparece una forma de cerámica con soportes trípode muy pequeños, los
decorados son lineales y verticales, en algunos casos punteados sin relación con los
materiales del área de nuestro estudio. Por otra parte, el mismo autor afirma que los
entierros en urnas son una característica posterior: “…, para etapas más recientes, cuerpos
flexionados cubiertos con grandes platos o depositados en grandes vasijas campaniformes y
entierros secundarios en vasijas ovoidales no citados para Mojos etnográfico.” (Calandra et
al., 2004:10). De todas maneras, el fechado mas temprano de El Tambo antecede al menos
con una centuria y media a la fecha a la fecha que asignan los autores para la fase Casarabe.
Ahora bien, aunque sin datos cronológicos precisos, el pastillaje o moldeaje tipo “granos de
café”, se encuentra hasta en el extremo sur de Bolivia en Lipez (Lecoq, P., et al., 1998) con
esto no pretendemos plantear nuevas hipótesis al respecto de un posible origen andino de
Mojocoya, mas bien queremos alertar sobre las relaciones y vínculos tempranos entre
poblaciones de diferente origen, tanto amazónico, andino como chaqueño intentando
entender que las fronteras culturales que asumimos desde la perspectiva sincrónica son
meros planteamientos hipotéticos que pueden resultar deleznables al momento del contraste
con resultados factuales. Tales circunstancias son parte de los procesos mas amplios que se
vienen realizando productos de la involución de un número cada vez creciente de
investigadores interesados en estos espacios.

El área en cuestión vista desde sus posibilidades ecológicas y productivas es muy rica
en diversidad de cultígenos tanto los de origen andino como las papas y el maíz como
aquellos de regiones semi-tropicales y tropicales como el maní, calabazas, frijoles, yuca, 36
coca, tabaco, kurupau (cebíl). Estos últimos tres productos parecen haber sido de suma
importancia para la religión y la medicina desde épocas tempranas (Arcaico) y en ese
amplio espacio que va desde la costa del pacífico hasta muy dentro de las tierras bajas
de Bolivia, y habrían generado las dinámicas de intercambio de largas distancias
durante milenios y propiciado las bases para el impulso de los desarrollos regionales
culturales tempranos dentro la franja transversal entre el Pacífico, los Andes, el Chaco y
parte de la Amazonía. (Angelo et al., 2000, Mathers 1986, Núñez 1995, Torres, 2001).
Las características morfológicas generales y la decoración con pintura de la cerámica
de El Tambo, sin duda establecen un clara distinción de las tradiciones Formativas
dando paso a ese período en donde se estructuran y afianzan nuevas formas de dominio
político y religioso de los espacios geográficos. Para esta región de los valles
interandinos al sur –este de la cordillera oriental de Bolivia y fuera del espacio
gravitacional de Tiwanacu en sus fases tempranas, la aparición de los estilos Mojocoya
y Tupuraya a partir del primer siglo de nuestra era resulta todavía algo confuso y
complejo para su entendimiento, las investigaciones son todavía muy escasas y de
coberturas bastante modestas. Al presente los fechados abundan mas para el Formativo
y para el Horizonte Medio, como referentes a materiales asociados tanto a Tupuraya
como Mojocoya en Cochabamba están vinculados a estudios que contemplan la
transición del Intermedio Temprano al Horizonte Medio. Además de lo planteado, se
debe entender que en la época en que Barnissa e Ibarra Grasso habían distinguido
ambos estilos como tradiciones originales y locales anteriores o contemporáneas a
Tiwanacu en los valles de Cochabamba y Chuquisaca, los estudios arqueológicos eran
muy puntuales y escasos, llevados de manera particular y con pocos recursos, lo que
implicaba más el laboreo prospectivo o recolectivo . Además de los mencionados
estilos, Ibarra identifica un tercer supuesto estilo que llama “Sauces” ya que lo halló en
la estancia Sauces del sitio Sauces-Lakatambo; una hacienda localizada en el valle de
Mizque, en asociación con cerámica del estilo Mojocoya. (Branissa, L., 1957, Ibarra
Grasso, D., 1965, 1986, Gonzáles, 1998). Estudiado el material presente podemos decir
que esa variante decorativa es parte del conjunto estilístico-iconográfico que conocemos
como Mojocoya Temprano I y II de El Tambo. Esta cuestión no descarta la idea
fundamental de la existencia de otros estilos contemporáneos a Mojocoya y Tupuraya,
como por ejemplo Céspedes R. advierte que en el valle central de Cochabamba existiría
el estilo “Kochapampa” descrito en principio como perteneciente al Formativo Tardío
pero luego hallado en prospecciones en el sudeste de Potosí junto a materiales del
37
Intermedio temprano regional (Tica Tica y Yampara Temprano) y del Horizonte Medio,
del que aún se sabe muy poco en tanto como estilo como en cuanto a su distribución
espacial (Céspedes, R. 1998 Comunicación personal). Lo mismo podría ser para los
valles mesotérmicos de Santa Cruz con estilos evidentes como el gris de San Juan del
Potrero con sus jarra globulares y rostros humanos con pastillaje “grano de café) todo
en arcilla gris muy fina y pulida (Museo Arqueológico de Samaipata) sin fechas. La
coexistencia de variados estilos con distancias físicas, cronológicas o genéricas
relativamente cercanas o lejanas indican un flujo demográfico positivo de tradiciones
con larga data de arraigo en las microcuencas o valles vecinos de la provincia M.M.
Caballero, el área de San juan del Potrero pertenece a las cuencas de los ríos San Mateo
y Alto Ichilo de la hoya amazónica mientras que El Tambo de San Isidro está
enclavado en las cuencas del río San Isidro y el río Mizque pertenecientes a la hoya

chaqueña. Ambas cuencas partidas por la andina serranía de Siberia.


ANEXO ANTIPLÁSTICOS:
Pastas y antiplásticos en fragmentos pintados:
En general las pastas y antiplásticos de este grupo presentan una homogeneidad granular
desde 0,1 mm3 hasta 2 mm3 en muy pocos casos existen intrusiones mayores,
especialmente de tiesto molido, fosfatos de calcio, poros de materia orgánica o
piedrecillas. Se cuenta con cinco grupos por variedad de antiplástico:
1: Tiestos molidos fino a granular; 0, 5 – 1 mm3, inclusiones de mica plata dispersas y
visibles en la superficie, trazos de materia orgánica, cuarzo lechoso granular.
2: Tiesto molido fino con arena sílice y mica plata en la superficie, ocre púrpura en
gránulos 2 – 5 mm3, algunos casos con calcita y materia orgánica (estiércol molido ¿?).
3: Tiesto molido granular 0,5 – 3 mm3. Tiesto molido laminar 2 – 5 mm largo, cuarzo
lechoso granular y mica plata en engobes.
4: Tiesto molido fino y arena cuarcítica muy fina.
5: Tiesto molido fino con arena silícea muy fina.
Frecuencias de antiplástico y núcleo:
Núcleos
Tipo (X) (N) (G) (NX) (GX)
1 5 4 5 5 1 20 =11,4 % 38
2 37 1 11 3 7 59 = 33,9 %
3 26 4 6 1 3 41 = 23,5 %
4 7 2 5 - 2 16 = 9,2 %
5 27 6 5 - - 38 = 21,8 %
102 17 32 9 13 174 = 99,8 %
58,6 % 9,7 % 18,4 % 5,2 % 7,5 % = 99,9 %
+ 0,5 %

(Gonzáles, 1993)
Se puede observar que los tipos de antiplásticos 2, 3 y 5 son dominantes y hacen el 79,2
% del total también cuentan con el rango de núcleos oxidados mayoritario con el 51,72
% del total, a este grupo le sumamos los núcleos negro/oxidado, gris/oxidado que juntos
hacen el 8 % del total, en ambos casos dichas combinaciones son intencionales y con
fines estéticos. Se llega entonces al 59,72 % de fragmentos con núcleos oxidados lo que
indica un alto nivel de conocimientos en la alfarería.

39
BIBLIOGRAFIA

Alconini, Sonia
2004 “Resumen de las excavaciones en el asentamiento Yoroma, región
Oroncota: efectos de la política Inka en un centro administrativo Yampara”
Revista . “Nuevos Aportes”, Nº 3, La Paz, Bolivia.
Angelo Zelada, Dante y Capriles Flores, Mariano
2000 “La importancia de las plantas psicotrópicas para la economía de
intercambio y las relaciones de interacción en el altiplano sur
andino”. Complutum 11, 2000: 275 – 284
Branisa, Leonardo.
1957 "Un nuevo estilo de cerámica precolombina de Chuquisaca, Mojocoya
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