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LA COMPLEJA FÓRMULA DE LA PÉRDIDA DE PESO

¿Sabías que para bajar de peso no solo interviene la disminución de


calorías? ¿Comer menos en realidad es efectivo? ¿El peso ya está
predispuesto genéticamente? Estas son preguntas que a menudo las
personas en el mundo se plantean por ser tan común entre la población
acerca de la pérdida de peso. En las siguientes líneas, se explicará los
factores y efectos en el cuerpo sobre este tema.
Es en el verano donde las personas deciden enfocarse más sobre su
apariencia física. Habrán muchas que cambiaran su cuerpo a mejor.
Artículos, revistas, ofertas en los gimnasios, nuevos videos sobre dietas
variadas en youtube serán subidos, en los parques y calles habrán ciclistas
y corredores. Con el pasar del tiempo, muchas de estas personas notarán
que no hay los resultados esperados y que su cuerpo no quiere responder
ante los estímulos dados. En otras palabras, su cuerpo se resiste a cambiar.
Hay muchos factores que intervienen en este problema, como por ejemplo:
hormonales, genéticos, epigenéticos y el entorno.
En nuestro cuerpo, aparte de las muchas hormonas que se secreta, existen
dos principales que tienen que ver con el peso. Una de ellas es la leptina
que es secretada por el tejido adiposo, es decir, la grasa que tenemos en
nuestro cuerpo. Esta nos ayuda a mandar señales al cerebro de que la
persona ya está saciada. Es lógico pensar que a más grasa corporal, el
individuo estará más saciado. Sin embargo, en personas obesas no ocurre
de esta manera, ya que, por tener tantos niveles de leptina, la señal deja de
funcionar y siempre tienen hambre. Se han vuelto resistentes a la leptina.
Esto se puede comparar con los diabéticos tipo 2 quienes son resistentes a
la insulina. Pues, puede haber mucha insulina circulando en su sangre, pero
esta no hará descender el azúcar porque el cuerpo se volvió resistente a
ella. Otra manera de hacer que la leptina no cumpla su papel como es
debido, es consumir aquellos alimentos que contengan alto azúcar y grasa,
muy recargada de energía, por ejemplo: pizzas, bebidas azucaradas,
galletas, frituras, entre otras. Estas harán que se inhiba la leptina, por tanto,
el cerebro no recibirá la señal de saciedad y la persona querrá comer más.
Otra de las hormonas involucradas es la grelina, secretada por el estómago,
que se explicará en otro párrafo.
Otros factores que intervienen en el peso son genéticos y epigenéticos. Este
último manda a la genética qué genes se deben expresar y quienes no, los
enciende o los apaga. La genética es imposible de cambiar pero la
epigenética pueden activarse haciendo cambios en tu vida: lo que comes,
cuanto te mueves, etc. El entorno, un factor no menos importante, también
tiene que ver con la pérdida del peso, por ejemplo está que tipo de trabajo
se realiza, pues es muy diferente la demanda energética que hace un
computador de un nadador. Otro ejemplo podría ser la comida rápida que
ofrecen en las calles y supermercados. Mientras uno esté más cerca de
ellos, más propenso está a consumirlos. Asimismo, un entorno que
mantiene a la persona estresada, hace que libere en su cuerpo cortisol,
hormona que en sus valores altos, aumenta la grasa abdominal.
Los efectos sobre la pérdida de peso, pueden ser favorables, como recopila
Amanda MacMillan en Time, pero no siempre es así cuando el método para
realizarlo no es el adecuado, allí es cuando se torna adverso. Por ejemplo,
es común escuchar a algunas personas que quieren bajar de peso, que van
a comer menos y en las noches quizá una botella de agua o intentar solo
tomar jugos durante todo el día por medio mes, hacer la dieta de la piña,
jarabe de arce, etc. Pues, así cortan las calorías y comienzan a adelgazar
pero no están consumiendo los nutrientes que se requiere para que el
cuerpo esté en óptimas condiciones, más bien poco a poco se están
desnutriendo.
Al cabo de algunas semanas verán que su cuerpo ya no está respondiendo
a como se esperaba, pues hay un estancamiento. Esto se debe a que el
cuerpo no quiere perder su energía, entonces cuando se cortan las calorías,
reacciona en forma de que sea más difícil perder peso. El cuerpo es sabio,
se pone en modo eficiente con la energía. Mientras más abundantes son las
células adiposas, más leptina, la hormona de la saciedad, se produce.
Entonces cuando uno baja de peso, los niveles de leptina bajan. En el
cerebro, específicamente en el hipotálamo, centro de control de las
hormonas, interpreta este descenso de leptina como “hambre” y le dice al
cuerpo que conserve su energía y que coma más para recuperar las
reservas. Otros órganos también usan hormonas para avisarle al cerebro de
que hay un descenso de calorías a la hora de bajar de peso. Es el caso del
estómago. Este le dice al cerebro que no está lleno, incrementando los
niveles de una hormona: la grelina, quien produce hambre. Al mismo
tiempo el páncreas secreta amilina, quien señala llenura. Entonces cuando
se corta las calorías y se pierde peso, los niveles de grelina aumentan y los
niveles de amilina se desploman, estas son señales que se mandan al
cerebro para aumentar el apetito, siendo uno de los efectos de la pérdida
de peso. Incluso, en cuanto comes de nuevo, recuperas el mismo peso que
tenías, hasta con algo adicional en algunas personas siendo otra
consecuencia.
Para terminar, pensarás que algo de lo escrito no tiene sentido, pues si
comes menos, es seguro que perderás peso, y si comes demasiado, ganarás
más de la cuenta. Nuestro peso no está determinado solo por la diferencia
entre la energía que gastamos y la que comemos. Entran en juego las
hormonas, los genes, epigenes, el tipo de comida, entorno, entre otras
cosas. Tal vez esto explique por qué tu vecina come el doble que tú y las ves
siempre delgada o por qué tu amigo corpulento hace ejercicio y difícilmente
consigue bajar de peso.

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