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Examen de glucemia

Un examen de azúcar en sangre mide la cantidad de un azúcar llamado glucosa en una


muestra de sangre.

La glucosa es una fuente importante de energía para la mayoría de las células del cuerpo,
incluyendo a las del cerebro. La glucosa es una base fundamental de los carbohidratos. Los
carbohidratos se encuentran en las frutas, los cereales, el pan, la pasta y el arroz. Los
carbohidratos se transforman rápidamente en glucosa en el cuerpo. Esto puede elevar su
nivel de glucosa en la sangre.

Las hormonas producidas en el cuerpo ayudan a controlar el nivel de glucosa en la sangre.

Forma en que se realiza el examen


Se necesita una muestra de sangre.

Preparación para el examen


El examen se puede hacer de las siguientes maneras:

 Después de no haber comido nada (en ayunas) durante al menos 8 horas

 En cualquier momento del día (aleatorio)

 Dos horas después de tomar cierta cantidad de glucosa (prueba oral de tolerancia a la
glucosa)
Lo que se siente durante el examen
Cuando se introduce la aguja para extraer la sangre, algunas personas sienten un dolor
moderado. Otras solo sienten un pinchazo o sensación de picadura. Posteriormente, puede
haber algo de sensación pulsátil o un hematoma leve. Esto pronto desaparece.

Razones por las que se realiza el examen


Su médico puede solicitar este examen si usted tiene signos de diabetes. Lo más probable es
que el médico ordene una prueba de glucemia en ayunas.
El examen de glucemia también se utiliza para monitorear a personas que padecen diabetes.

También se puede hacer si usted presenta:

 Un aumento en la frecuencia de la necesidad de orinar


 Reciente aumento de mucho peso

 Visión borrosa

 Confusión o un cambio en la forma como usted normalmente habla o se comporta

 Episodios de desmayo

 Convulsiones (por primera vez)

 Inconsciencia o coma

PRUEBA DE DETECCIÓN PARA DIABETES

Esta prueba también puede utilizarse para examinar a una persona en busca de diabetes.

Es posible que la hiperglucemia y la diabetes no causen síntomas en las primeras etapas.


Casi siempre se hace una prueba de glucemia en ayunas para detectar diabetes.

Si usted es mayor de 45 años de edad, debe hacerse examinar cada 3 años.

Si usted tiene sobrepeso (índice de masa corporal o IMC, de 25 o más alto) y tiene alguno
de los siguientes factores de riesgo, pregúntele a su proveedor de atención médica respecto
a la realización de pruebas a una edad más temprana y con mayor frecuencia:

 Elevado nivel de azúcar en sangre en una prueba previa

 Presión arterial de 140/90 mm Hg o superior, o niveles no saludables de colesterol

 Antecedentes de enfermedad cardíaca

 Miembro de un grupo étnico de alto riesgo (afroamericanos, latinos, nativos americanos,


asiáticos americanos o nativos de las islas del Pacífico)

 Mujeres que fueron diagnosticadas con diabetes gestacional

 Enfermedad del ovario poliquístico (afección en la cual la mujer tiene un desequilibrio en


las hormonas sexuales femeninas causando quistes en los ovarios)

 Pariente cercano con diabetes (por ejemplo, un padre, hermano o hermana)

 No ser activo físicamente

Los niños de 10 años de edad o más que tienen sobrepeso y al menos dos de los factores de
riesgo mencionados anteriormente deben ser examinados para detectar diabetes tipo 2 cada
3 años, incluso si no tienen síntomas.
Resultados normales
Si le hicieron un examen de glucemia en ayunas, un nivel entre 70 y 100 mg/dl (3.9 y 5.6
mmol/l) se considera normal.

Si le hicieron un examen de glucemia aleatorio, un resultado normal depende de cuándo fue


la última vez que comió. La mayoría de las veces, el nivel de glucemia estará por debajo de
125 mg/dl (6.9 mmol/l).

Los ejemplos anteriores muestran las mediciones comunes para los resultados de estas
pruebas. Los rangos de los valores normales pueden variar ligeramente entre laboratorios.
Algunos laboratorios usan diferentes medidas o pueden analizar distintas muestras. Hable
con el médico acerca del significado de los resultados específicos de su examen.

Significado de los resultados anormales


Si le hicieron un examen de glucemia en ayunas:

 Un nivel de 100 a 125 mg/dl (5.6 a 6.9 mmol/l) significa que usted tiene una alteración de
la glucosa en ayunas, un tipo de prediabetes. Esto incrementa el riesgo de desarrollar
diabetes tipo 2.

 Un nivel de 126 mg/dl (7 mmol/l) o mayor casi siempre significa que usted tiene diabetes.

Si a usted le realizaron un examen de glucemia aleatorio:

 Un nivel igual o superior a 200 mg/dl (11 mmol/l) a menudo significa que tiene diabetes.

 El proveedor ordenará un examen de glucemia en ayunas, un examen de A1C o una prueba


de tolerancia a la glucosa según el resultado del examen de glucemia aleatorio.
 En alguien que tiene diabetes, un resultado anormal en el examen de glucemia aleatorio
puede significar que la diabetes no está bien controlada.

Otros problemas de salud también pueden provocar un nivel de glucosa en la sangre


superior a lo normal, por ejemplo:

Hipertiroidismo

Cáncer pancreático

Hinchazón e inflamación del páncreas (pancreatitis)

Estrés debido a un traumatismo, accidente cerebrovascular, ataque cardíaco o cirugía

Tumores raros, por ejemplo feocromocitoma, acromegalia, síndrome de Cushing o glucagonoma

Un nivel de glucosa en la sangre inferior a lo normal (hipoglucemia) puede deberse a:


 Hipopituitarismo (un trastorno de la hipófisis)
 Hipotiroidismo o glándula suprarrenal
 Tumor del páncreas (insulinoma - muy poco común)
 Muy poco alimento

 Demasiada insulina u otros medicamentos para la diabetes

 Enfermedad hepática o renal

 Pérdida de peso después de una cirugía para adelgazar

 Ejercicio vigoroso

Algunos medicamentos pueden elevar o bajar el nivel de glucosa en la sangre. Antes de


hacerse el examen, coméntele a su proveedor sobre todos los medicamentos que está
tomando.

Para algunas mujeres jóvenes delgadas, un nivel de azúcar en sangre en ayunas menor a 70
mg/dl (3.9 mmol/l) puede ser normal.

Riesgos
Existe poco riesgo con la extracción de sangre. Las venas y las arterias varían de tamaño de
una persona a otra y de un lado del cuerpo a otro. Obtener una muestra de sangre de
algunas personas puede resultar más difícil que de otras.

Otros riesgos asociados con la extracción de sangre son leves, pero pueden ser:

 Sangrado excesivo

 Desmayo o sensación de mareo

 Punciones múltiples para localizar las venas

 Hematoma (acumulación de sangre debajo de la piel)

 Infección (un riesgo leve cada vez que se presenta ruptura de la piel)

Nombres alternativos
Glucemia aleatoria; Nivel de azúcar en la sangre; Glucemia en ayunas; Examen de glucosa;
Examen de detección de diabetes - examen de medición de azúcar en la sangre; Diabetes -
examen de medición de azúcar en la sangre
Insulina
Martes, 17 de mayo de 2011 por Enrique Meléndez Hevia

Insulina
La insulina es la hormona hipoglucemiante. Como tal, su función primaria es reducir
la concentración de glucosa en sangre (glucemia) promoviendo su transporte al
interior de las células, pero sólo actúa en este sentido sobre el tejido adiposo
(adipocitos), el músculo (fibras musculares o miocitos) y el corazón (fibras cardiacas
o miocardiocitos). La insulina realiza esta función activando el transportador de
glucosa GLUT4, que sólo se encuentra en la membrana plasmática de esas células.
La glucosa es una sustancia poco polar, y como tal puede difundir libremente por
las membranas de las células. Sin embargo, todas las células tienen transportadores
específicos de glucosa para acelerar su tránsito a través de sus membranas, pero el
único transportador dependiente de insulina está sólo en las células citadas, las
cuales tienen además transportadores no dependientes de insulina.
Los transportadores de glucosa son proteínas integradas en la membrana plasmática
de las células que permiten o facilitan el transporte de sustancias específicas en
ambos sentidos (del medio extracelular al citoplasma, o en sentido contrario, de
acuerdo con las condiciones termodinámicas). Se conocen hasta doce
transportadores diferentes de glucosa (véase la Tabla 1) [1, 2]. El más general y más
ubicuo es GLUT1. El transportador GLUT3 se encuentra sólo en el cerebro, y GLUT4
(que se encuentra en los músculos, el corazón y el tejido adiposo) es el único de los
doce sensible a la insulina. Así, la mayoría de las células no necesitan insulina para
consumir glucosa.
1. Medina, R. A. & Owen, G. I. (2002) Glucose transporters: expression, regulation and
cancer. Biological Research, 35, 9-26.
2. Maher, F., Vannucci, S. J. & Simpson, I. A. (994) Glucose transporter proteins in
brain. FASEB Journal, 8, 1003-1011.
Tabla 1. Transportadores de glucosa (GLUT) en diversos tejidos
En algunos textos, sin embargo, se atribuye erróneamente a la insulina la función de
ser una hormona necesaria para el consumo normal de glucosa por las células. Esta
suposición no tiene sentido y es insostenible. Realmente no hay ningún dato o
motivo lógico que pueda apoyar esa idea, pero hay muchos que demuestran
fuertemente que la insulina juega un papel muy diferente:
(a) La razón principal de esta proposición se basa en primer lugar en la lógica del
metabolismo: como una manera de suministrar energía a las células, actividad de la
glucólisis no puede depender de una señal hormonal (externa) y menos de una
hormona cuya vida es tan sólo unos minutos. Una señal externa, como la adrenalina
o glucagón, puede preparar el medio extracelular, aumentando la glucosa en la
sangre, lista para consumir, pero el consumo de glucosa por cada célula para
satisfacer sus necesidades de energía deben regularse por señales intracelulares, que
dependerán de sus necesidades particulares de energía.
(b) Todas las células consumen glucosa en mayor o menor grado, preferentemente
como combustible energético, pero también como precursor de muchos productos
metabólicos, y como puede verse en la tabla 1, la insulina no interviene en el
transporte de glucosa en la mayoría de los tejidos.
(c) Hay varias hormonas hiperglucémicas: principalmente glucagón, adrenalina, los
glucocorticoides (cortisona y cortisol), y la hormona del crecimiento. Todas ellas
promueven un aumento de la glucemia, aunque por diferentes motivos. Cada una
tiene una función específica y su secreción obedece a necesidades especiales que
demandan tejidos específicos o funciones específicas del organismo, y se segregan
respondiendo a estímulos diferentes, de acuerdo con cada caso:
Glucagon. El glucagon es una hormona glucostática cuyo efecto es antagónico al de
la insulina. Lo segregan las células a del páncreas cuando disminuye la glucemia.
Actúa sobre el hígado promoviendo la liberación de glucosa a la sangre a partir del
glucógeno hepático para equilibrar la glucemia.
Adrenalina y las demás catecolaminas. La adrenalina es la hormona del estrés. Se
segrega por las células de la médula adrenal respondiendo a estímulos del sistema
nervioso central para aumentar la concentración de glucosa en sangre cuando es
previsible que haya un aumento de consumo de glucosa.
Glucocorticoides. Los glucocorticoides son hormonas segregadas por la corteza
adrenal que activan la síntesis de glucosa y de glucógeno (gluconeogénesis) en el
hígado y en el riñón. Su efecto hiperglucemiante es un efecto indirecto de esta
actividad.
Hormona del crecimiento. Hormona que regula el crecimiento de los tejidos. Su
efecto hiperglucemiante es un efecto general para esta función.
Sin embargo, frente a tantas hormonas hiperglucémicas, la insulina es la única
hipoglucemica, lo que indica que el significado de la hormona cuya función es
reducir la glucosa de la sangre no es un proceso para suministrar combustible de
energía a las células para diferentes propósitos, sino sólo una vía para nivelar la
glucemia. Cada hormona hiperglucémica se segrega como respuesta a un estímulo
específico diferente, que representa una necesidad metabólica específica. Por el
contrario, los mecanismos que producen la secreción de insulina dependen
exclusivamente del nivel de glucosa en sangre. Así, el papel de la insulina, de
acuerdo con el estímulo que promueve su secreción, no está relacionado con las
necesidades de energía de las células, sino estrictamente con el nivel de glucosa en
sangre. Por lo tanto, debemos concluir que la insulina no es una hormona que trabaje
al servicio las células, sino al servicio de la sangre, ya que su objetivo no está
relacionado con el metabolismo celular, sino con la homeostasis sanguínea.
(d) Hace años se supuso que el cerebro no podía utilizar ácidos grasos como
combustible, sino sólo glucosa. Sin embargo, esta suposición carecía de base; era un
error sin fundamento y sin datos que la apoyasen. A partir de los años 1950, y con
muchos resultados confirmados en la década siguiente y sobre todo en la última
década de los años 2000, se sabe que el cerebro, y específicamente las neuronas,
pueden consumir ácidos grasos como combustible energético ya que tienen todas
las enzimas para su degradación.
No obstante, el cerebro es un buen consumidor de glucosa, que usa preferentemente
como combustible energético, y sin embargo, las neuronas no necesitan insulina, ya
que esta hormona no influye en la actividad de su transportador específico de
glucosa GLUT3. Además, la insulina no se segrega en el período de ayuno, lo que
indica que cuando la glucemia es normal se preserva la glucosa de la sangre
(evitando su consumo excesivo por otros tejidos) para ser utilizada por el cerebro,
pues la insulina favorecería su uso por el músculo, adiposo y corazón, dejando el
cerebro sin alimentación. Estos datos nuevamente demuestran que el papel
erróneamente asignado a la insulina como hormona necesaria para el consumo
normal de glucosa por las células no tiene sentido. Si la insulina fuese necesaria para
el consumo normal de glucosa por las células, sería el cerebro, que es el órgano más
dependiente de su consumo, quien debería tener su transportador sensible a la
insulina. Esta ausencia de insulina en períodos donde los tejidos deben tener glucosa
disponible regularmente, indica otra vez que el papel de la insulina es realmente una
hormona exclusivamente hipoglucemiante, lo que realmente significa que la
hipoglicemia no es sólo su efecto, sino su función real. Véase: Insulina, glucemia y
glucostasis (póster).
(e) Las células musculares son grandes consumidoras de glucosa, y están entre las
más sensibles a la insulina, con el transportador de glucosa GLUT4. Sin embargo,
estas células no necesitan insulina para consumir glucosa porque también tienen
otros transportadores de glucosa no sensibles a la insulina (GLUT1, GLUT10 y
GLUT11) glucólisis muscular no necesitamos que funcione. Es sabido que el ejercicio
físico reduce los niveles de glucosa de la sangre. Los diabéticos saben que cuando
hacen ejercicio físico pueden reducir su dosis de insulina o de medicamentos
hipoglucemiantes consiguiendo mejores niveles de glucosa que con una vida
sedentaria. Esto demuestra claramente que el músculo no necesita insulina para
trabajar.
¿Por qué la insulina activa específicamente la entrada de glucosa sólo en las células
musculares, corazón y adiposo? La explicación es sencilla: la insulina, como
hormona hipoglucemiante debe eliminar el exceso de glucosa y el recurso que se usa
para ello es forzar su entrada en las células que más lo pueden soportar porque son
buenas consumidoras de glucosa: músculo y corazón, como material energético, y
tejido adiposo, para convertirla en grasa que se va a acumular allí. Pero esto no
significa que esas células necesiten una sobrecarga de glucosa.
Con independencia de activar la captación de glucosa en adiposo, músculo y
corazón, la insulina ejerce otras funciones metabólicas: aumenta la biosíntesis de
grasa (ácidos grasos y triglicéridos) en hígado y tejido adiposo (tejidos mayoritarios
de síntesis de grasa) activando la expresión génica de todas las enzimas del proceso:
acetil-CoA carboxilasa [3,4], ácido graso sintasa [5,7] y glicerol 3-fosfato
aciltransferasa [5,8]. Los efectos sobre los genes de sintasa y transferasa también son
activados por glucosa directamente [9]. Además, la insulina aumenta este efecto
indirectamente evitando el consumo de grasa al reprimir la expresión génica de la
enzima piruvato carboxilasa; véase anaplerosis. Es importante insistir en este punto:
al regular la insulina la expresión de estos genes, estos efectos son muy duraderos,
y se pueden tardar semanas o meses en recuperar su expresión normal. Véase una
revisión de estos efectos en [8].
3. Mabrouk, G. M., Helmy, I. M., Thampy, K. G. & Wakil, S. J. (1990) Acute hormonal
control of acetyl-CoA carboxylase. Journal of Biological Chemistry 265, 6330-6338.
4. Witters, L. A. & Kemp, B. E. (1992) Insulin activation of acetyl-CoA carboxylase
accompanied by inhibition of the 5’-AMP activated protein kinase. Journal of Biological
Chemistry 267, 2864-2867.
5. Sul, H. S., Latasa, M.-J., Moon, Y. & Kim, K.-H. (2000) Regulation of the fatty acid
synthase promoter by insulin. Journal of Nutrition 130, 315S-320S.
6. Palmer, D. G., Rutter, G. A. & Tavaré, J. M. (2002) Insulin-stimulated fatty acid
synthase gene expression does not require increased sterol response element binding
protein 1 transcription in primary adipocytes. Biochemical and Biophysical Research
Communications 291, 439-443.
7. Wang, Y. et al. (2004) The human fatty synthase gene and the novo lipogenesis are
coordinately regulated in human adipose tissue. Journal Nutrition 134, 1032-1038.
8. Ferré (1999) Regulation of gene expression by glucose. Proceedings of the Nutrition
Society 58, 621-623.
9. O’Brien, R. M. & Granner, D. K. (1996) Regulation of gene expression by
insulin. Physiological Reviews 76, 1109-1161.
La conclusión final de estos efectos es que una dieta muy rica en hidratos de carbono,
aunque baja en grasa -o incluso libre de grasa- al producir un aumento considerable
de la glucemia promueve la secreción de insulina, lo que activa la síntesis de grasa
y su acumulación. Así, la mayor parte de los hidratos de carbono de la dieta se
transforma en ácidos grasos y finalmente en triglicéridos [5-9].
Estos efectos no se producen cuando la glucemia tiene su nivel basal (5 mM,
equivalente a 90 mg/100 mL), porque esta situación no promueve la secreción de
insulina. En estas condiciones no se activa la síntesis de grasa, y la enzima piruvato
carboxilasa puede desempeñar su papel anaplerótico permitiendo su degradación.
Estos efectos señalan una vez más que la insulina no es una hormona para regular
el consumo de glucosa por tejidos para producir ATP, sino para eliminar el exceso
de glucosa convirtiéndola en ácidos grasos, promoviendo la obesidad, que es un
hecho bien conocido.
Por lo tanto, debe concluirse que la actividad de la insulina está relacionada con el
estado homeostático global del cuerpo, cuya función es mantener el nivel de glucosa
en sangre baja, obligando a su consumo por algunas células particulares, en lugar
de a las necesidades de energía interna de las células. La breve duración de insulina
(unos minutos), demuestra que su función es resolver estados críticos de emergencia
o de peligro. La insulina no es una hormona necesaria para permitir a las células a
consumir glucosa, sino sólo una dispositivo para forzar su consumo rápido, a fin de
reducir el nivel de glucosa en sangre cuando la dieta tiene exceso de hidratos de
carbono, o cuando otras hormonas (principalmente adrenalina) la han elevado
demasiado, y la actividad del cuerpo no ha sido capaz para dar cuenta para ello (un
estrés no resuelto).
La causa de la confusión sobre la función de la insulina probablemente se debe a que
se ha notado que la capacidad de las células musculares para consumir glucosa
puede aumentarse con la influencia de la insulina, y esto probablemente ha llevado
a la idea de que la insulina es necesaria para mantener la actividad muscular, y la
idea se ha generalizado, extendiéndola a otras células, sin fundamento. Sin embargo,
esto no es así. El principal combustible energético del músculo rojo y del corazón no
es la glucosa sino los ácidos grasos, mientras que la glucosa es un combustible
alternativo secundario (y especial para movimientos rápidos). Este error es sin duda
una de las causas de la falta de comprensión de la diabetes. La explicación que aquí
presentamos sugiere nuevas formas de lucha contra la diabetes, que explicamos en
esta página web. Véase diabetes y metabolismo del ejercicio físico.

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