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75 ANIVERSARIO DEL FALLECIMIENTO DE

MONSEÑOR JOSÉ ANÍBAL VERDAGUER

1940 – 2015

VI- José Aníbal Verdaguer ¡Sacerdote!

Desde niño sintió un ansia infinita de santidad. Había nacido para amar a Dios, sólo a Dios y en
El a todos los hombres.

Hemos visto que como adolecente y joven sólo buscaba saciar su alma con la lectura de vida de
Santos y versos de poetas cristianos; formula propósitos de vida como un anhelo sublime de mejorarse
a sí mismo. Desea caminar siempre por la ruta de la virtud.

Dios lo había elegido desde el vientre de su madre ¡Tú eres sacerdote para siempre!

Llego por fin el día tan ansiado por José Aníbal. El 27 de


diciembre de 1901 fue ordenado sacerdote en Catedral de San Juan
por el obispo Marcelino del Carmen Benavente.

Se sabe que era muy asiduo a la lectura y meditación de las


cartas de San Pablo; sus máximas han sido en muchos casos su guía y
punto de apoyo. Esta vez resonaría en lo más hondo de su juvenil
corazón: “Es preciso vean en nosotros ministros de Cristo
dispensadores de los misterios de Dios… lo que en los dispensadores
se busca es que sean fieles”.

Es de imaginar la felicidad de la familia Verdaguer- Corominas,


que era consciente de esta Gracia que Dios había derramado sobre
ellos. Con cuanta unción habían seguido cada uno de los ritos de la
ordenación.

La Madre Rosa Verdaguer, y demás religiosas del monasterio de María no pudieron asistir a la
ordenación. El recién ordenado Padre Verdaguer decide, entonces, celebrar su primera misa en la
Capilla del Monasterio, el 19 de enero de 1902. Luce los ornamentos que su hermana Rosa le preparo
para esta celebración (se conservan estos ornamentos en el museo).

Los papás del padre José Aníbal elabora-


ron tarjetas invitando a la Primera Misa que
celebrará su hijo.
Se guarda en una carpeta de archivo el extenso sermón
pronunciado por una persona muy erudita. Su letra esta dibujada
con pluma y tinta china. Seguramente fue el regalo que le hiciera en
esta ocasión para que siempre reflexionara sobre la Gracia tan
grande recibida.

¡Te damos gracias Señor por tu Amor!

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