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Críticos de
Éxito
Por John David Manage
Copyright © 2009 Todos los derechos reservados por Leopoldo Maldonado Martínez
Si me citas, por favor pon la fuente. Y escríbeme a lmaldonadom@gmail.com para cualquier comentario.
PRÓLOGO
Confusión
El dejar los ‘viejos e inútiles’ compromisos morales está
provocando un caos que, desdichadamente, no está controlado
y que está afectando la ética empresarial en todos los niveles.
Nos estamos enfrentado a la mayor confusión que ha
conocido la Humanidad: necesitamos datos estables para
controlarla con cierto grado de predicción; lo mismo en el
mercado que dentro de la empresa (e incluso nuestras familias
y nosotros mismos).
Debemos entender por Mercado el Teatro de Operaciones
donde se estudia el Benchmarking –a través de las encuestas a
los clientes para desarrollar su estrategia— en el que se
desarrollan las diversas estrategias.
A pesar de lo que dice Adam Smith, no podemos dejarle
el mercado a la mano invisible, que lanza los dados
empresariales a la suerte nada más. Eso francamente es una
tontería.
La idea de la libre empresa es exactamente la contraria:
uno controla esos dados, aunque haya un elemento de azar en
los negocios, y en consecuencia, de riesgo empresarial. La
libertad de comercio como todas las libertades, tiene límites, y
sus límites se encuentran en el control de las finanzas de un
país, y para el caso, del planeta.
Uno de los objetivos primordiales de un empresario es,
por supuesto, disminuir el riesgo empresarial.
La teoría del caos y la entropía de la tercera ley de la
termodinámica–el aumento del desorden debido al desperdicio
de calor— existen en cualquier organización y, sobre todo en
los mercados, y cuando surgen deben ser controladas—hasta
donde sea posible— y, por sobre todas las cosas, tomadas como
una oportunidad de expansión.
¿Qué es un propósito?
El propósito, la meta bien definida, con plazos bien
delimitados, es el combustible de la vida: cuando le pones
entusiasmo, incluso felicidad, se enciende, y avanzas de ahí en
adelante.
La felicidad es necesaria para lograr los propósitos, no al
revés.
Las barreras, los incumplimientos a los que no se pone la
debida atención se termina poniéndoles demasiada atención.
Es el propósito el que tiene que tener toda la atención e
intención entusiasta de cumplirse para que arda.
Para eso el propósito tiene que tener sentido para los
individuos, tiene que ser parte de sus intenciones personales.
Atender el propósito de inmediato provoca su ignición.
Como todo combustible, arderá en la medida en que no
tenga barreras, incumplimiento u oposición o distracciones que
lo apaguen.
El fuego en sí es la decisión con la que le das ignición y el
entusiasmo con que manejes tu propósito.
Si das ignición a propósitos opuestos vas a tener
problemas, y ambos o uno solo se va a apagar.
Para eso tienes que decidir cuál de los propósitos que
tienes vas a encender.
El propósito puede crear una flama bien controlada, o un
incendio descontrolado, en cuyo caso, el ser busca apagarlo a
como dé lugar.
Es el caso del fanático, religioso o político, que se incendia
e incendia al mundo con su propósito descontrolado, con el fin
de destruir a todo aquél que se le oponga.
El tipo ya no entiende razones, ya no es razonable, no se
puede razonar con él, su idea fija lo destruirá.
Los Factores Críticos de Éxito mantienen encendido el
fuego, el entusiasmo provocado por un propósito valioso; si su
combustión está bien temperada, arderá continuamente.
Los propósitos requieren de atención y cuidado, de
entusiasmo, en ese sentido su ignición y su fuego es como el de
una planta que crece y se reproduce hasta abarcar un bosque.
Los propósitos se pueden entender si explicamos que una
planta (cualquier tipo de planta en la Tierra) es un organismo
que transforma la luz solar en energía bio-eléctrica, en otras
palabras ‘se enciende’.
La planta manufactura un producto (oxígeno) que la
vuelve valiosa para toda la biosfera.
Los propósitos siguen el mismo principio utilizando la
decisión como mecanismo de ignición y el entusiasmo como
mecanismo para mantenerlos encendidos.
Hay propósitos olvidados a los que pusimos atención
antes y que ya dejamos atrás, los cuales tenemos que o eliminar
o re-encender. Cuando uno tiene la duda, uno decide con base
en el máximo bien.
Las empresas tienen el mismo problema.
Así que los propósitos cuando uno los cuida se encienden
y se mantienen encendidos: en el caso del fanático incendiario
esos propósitos se prenden y se apagan casi de inmediato.
Y eso ocurre esos propósitos se prenden y apagan casi de
inmediato cuando no se aplican los Factores Críticos de Éxito.
En cambio, cuando el producto que lleva a la consecución
del propósito o meta se sigue entregando, cuando se sigue
creando entusiastamente con Factores Críticos de Éxito bien
especificados, entonces el propósito sigue ardiendo como la
llama que los devotos de Zarathushthra mantienen viva a pesar
de los siglos, las invasiones y las tormentas de las eras.
El propósito produce el fuego que se abrasa de
entusiasmo, cauterio de luz pura y voluntad de poder por el
interés y el trabajo.
El propósito es principio fundamental de la racionalidad;
viva imagen del triunfo sobre el rival, sobre el competidor;
ilusión tangible; sueño ‘con un plazo definido’; decisión auto-
determinada convertida en realidad casi absoluta: el todo o la
nada.
Una meta, un sueño… el propósito especificado se
convierte en el arma más temible de todas, en una especie de
artefacto de explosión nuclear que nos inyecta vida, al nosotros
inyectarle entusiasmo y alegría.
Un propósito encendido por el gozo quema todos los
obstáculos, los derrumba, ordena que las montañas se tiren al
mar y lo obedecen, es voluntad hecha lumbre, la ‘llama de amor
vivo’ que hiere tiernamente el centro del alma. Es lo que se
llama en religión, fe.
La actitud entusiasta es el combustible que lo mantiene
prendido: el propósito no se apaga si el entusiasmo persiste, su
sola existencia elimina las barreras, los incumplimientos, las
distracciones, la oposición.
No es que se tenga que cumplir el propósito para que se
produzca el entusiasmo sino al revés: para que se cumpla el
propósito debe aplicarse entusiasmo.
Un grupo con alta moral, con gran entusiasmo canalizado
hacia una Visión y Misión Crítica, puede en el sentido más
literal del mundo, conquistar un Mercado Crítico y
transformar la cultura entera.
El entusiasmo es el combustible por el que arde el
propósito.
La duda es el instrumento de razón que sirve para poder
encender el propósito correcto en nuestras vidas. La duda tiene
una utilidad indudable para saber si el propósito es el correcto
o el incorrecto…pero una vez que se tiene la certeza de que ése
es el camino ético, al desaparecer la duda, sólo queda llevarlo
a cabo.
El Propósito Crítico es aquel ideal racional que ayuda a
mirar lo ilógico, a reconocer su estupidez y a aniquilarlo;
quiebra todos los problemas, y hace surgir todas las soluciones.
Positivo en su pensar, cierto en su propia existencia,
pervive porque queremos; vive por nuestra intención; lo
comunicamos continuamente y le damos vida al coordinarlo
con otros; vive en la medida en que nosotros estemos de
acuerdo en que vive, en la medida en que resuene en la mente
de cada uno, para lograr la coordinación de su logro.
Podemos prenderlo o apagarlo dependiendo de nuestra
actitud y decisión, de nuestra imaginación e ilusión: de
nuestras dudas o certezas.
Cuando el propósito se apaga, nosotros morimos, aunque
sea un poquito; cada paro que aceptemos, cada barrera que no
nos decidamos a vencer, mata a la empresa y mata a sus
miembros poco a poco.
Y cuando lo logramos y el éxito llega a nosotros, es el
propósito el que cumple con su sacrificio, arde en las llamas del
entusiasmo y del triunfo, y entonces...tenemos que crear un
nuevo propósito, porque el anterior está en cenizas de la nueva
duda pero, si sus líderes son brillantes, de su rescoldo nacerá
un nuevo Propósito Crítico, un nuevo juego, recién nacido
fénix de nuevas aventuras y conquistas.
La Visión Crítica, la Misión Crítica, son ideales
racionales, metas como sueños con un término definido,
aquellos materiales con los que los líderes construyen el futuro
de una compañía, de sus clientes, de sus usuarios, de una
sociedad, y hasta de la Humanidad: crean un movimiento que
abarca una transformación de las costumbres.
Una Visión y una Misión vueltas Críticas pueden
transformar una Civilización entera.
Una visión es la imagen futura de una empresa, su misión
es la función que ejecuta en la sociedad y que la vuelve valiosa
ante ella.
Una visión se vuelve crítica en el momento en que mucha
gente la sigue convirtiéndose en un estandarte.
Una misión se vuelve crítica en el momento en que se
vuelve indispensable para muchos de los procesos que la
sociedad lleva a cabo.
Un mercado se vuelve crítico en el momento en que el
producto adquiere una oferta y una demanda tal que se vuelva
una innovación de las costumbres con las que la sociedad se
rige. Microsoft creó un Mercado Crítico, por medio de
compartir su Visión Crítica y a través del cumplimiento de su
Misión Crítica.
Los Factores Críticos de Éxito logran que un Producto
Crítico, en un Mercado Crítico, cumpla su Misión Crítica y
logre su Visión Crítica.
Los Factores Críticos de Éxito son los materiales de los
que está hecha la racionalidad.
Cada uno de ellos, llevados a cabo, logran que el
entusiasmo se mantenga hasta la consecución del propósito.
Un Propósito Crítico es aquel cuyo riesgo es gigantesco,
es aquél cuyo fracaso puede acabar con la empresa, y su
consecución puede hacer que la empresa se expanda una y otra
vez.
Un Propósito Fracasado puede matar a una empresa, y los
escalones que llevan hacia él son los Factores Arbitrarios de
Fracaso; los materiales de los que está hecha la irracionalidad.
Empobrecimiento
Como Quino lo señala más o menos así en un cartón
genial: ¡Qué afán de la clase media de caerse encima de los pobres!
Lo que está ocurriendo es una catástrofe laboral de tal
magnitud, que puede llevar a la pobreza más extrema o a la
riqueza más generalizada a los individuos de este mundo.
La cantidad de desempleados es enorme, y la de
inempleables gigantesca.
Existen dos o tres generaciones que sólo se recuerdan en
crisis (un 50% de oportunidades y un 50% de peligros,
conforme al ideograma chino que la representa) de tal forma
que podría parecer que ya no importara el tener este nivel de
desempleo o inempleo (¡ha pasado tantas veces!).
Nada más que ésta vez la crisis es peor ya que, al mismo
tiempo, miles y miles de pequeñas empresas van a seguir
quebrando (debido a los impuestos, la especulación
desenfrenada y a las altísimas tasas de interés), aun cuando
otras –las gigantes— seguirán, aparentemente, incólumes.
Pero, como ya hemos visto, corren el riesgo de desplomarse.
Sin embargo, las semillas de la decadencia están
sembradas y se encuentran frente a nosotros; nadie puede
quedarse como espectador.
La situación real es que la automatización –y claro los
Factores Críticos de Éxito—nos puede brindar más bienes que
nunca pero parece que nadie podrá comprarlos porque el 98%
estará desempleado o será inempleable (por la falta de educación
funcional).
Y el otro multimillonario 2% (que mantiene a los
gobiernos) no podrá consumirlos.
Una opción (imbécil, claro) sería acabar con la población
para no tener que educarlos ni alimentarlos ni darles trabajo, lo
que equivale a que Microsoft, Google, Yahoo! y Oracle maten a
sus clientes futuros ¡porque no pueden entrenarlos en
computación!
Esta opción está siendo cuestionada por los países
europeos que disminuyeron su población para tener más
bienes qué repartir a menos individuos, y sin embargo, están
en una recesión terrible, y sin población suficiente.
Antes los gobiernos tendían a engordar a sus burocracias
debido a que los desempleados e inempleables (de otra
manera) buscaban cobijo bajo sus alas produciendo nidos más
grandes.
Ahora empiezan a comprar mano de obra (en forma de
servicios) de universitarios, como acostumbran, pero la oferta
de trabajo (desempleados e inempleables que ofrecen sus
servicios) es tan alta que no pueden satisfacerla.
No hay tanta demanda.
Las cifras están ahí y son obvias.
Con la explosión demográfica se incrementan los
mercados
1. Si se les sabe vender lo que necesitan: Factores Críticos
de Éxito…y
2. Si se les educa como se debe: con base en los Factores
Críticos de Éxito para formar nuevos empresarios.
De manera que tenemos aquí y ahora una de las
oportunidades más grandes de la historia: La de poder utilizar
enormes cantidades de individuos para crear una Civilización
estable, si y sólo si nos basamos en los Factores Críticos de
Éxito.
Un punto de vista anticientífico como es el
neomalthusiano no nos sirve para nada, ya que no toma en
cuenta ni la educación ni la producción de la gente que nace:
considera sólo el aspecto animal, no el de individuos
productivos.
El otro punto de vista –el keynesiano—de considerar a los
individuos exclusivamente como consumidores (y no como
productores) es un error mayúsculo, que ha llevado al menos a
una guerra mundial si no es que a dos.
Así, tenemos empresaurios incapaces o temerosos de
invertir en nuevos proyectos, que no pagan lo suficiente a sus
empleados, y bancos que sólo prestan para consumo…no para
producción.
En el momento en que un gobierno cobra demasiados
impuestos tipo Santa Anna, no promueve la producción sino la
especulación y no detiene a los agiotistas, las nuevas empresas
simplemente abortan; y el gobierno se ahorca: esta acción es
suicida.
Como decía antes, se convierte en Factor Arbitrario de
Fracaso.
Hoy estamos en el punto crucial de poder controlar ese
cambio en favor de esas nuevas empresas a pesar de todos los
Factores Arbitrarios de Fracaso que el ambiente pueda
imponer.
Cualquier gobierno tendría que agradecer el que se
formen nuevas empresas.
Pero la burocracia (gubernamental o no) es la gran
enemiga de esos empresarios y trata de destruirlos a como dé
lugar, tal como lo hizo Lenin en Rusia o Mao en China: acabar
con la ‘burguesía’ que según Marx y Engels –en el Manifiesto
Comunista—es la que había hecho las grandes obras.
Y luego, cuando comienza una etapa de libertad –como en
Rusia ocurrió—las mafias dominan el lugar: se convierten en la
única ‘libre empresa’; a menos que haya un control bancario y
financiero adecuado por parte del Estado.
De manera que, en medio de todo este caos laboral y de
mercado, uno debe adoptar ciertos datos estables para poder
controlar la confusión empresarial.
Estos datos se hallan en una abundante cantidad de libros,
en muchas estadísticas del mercado y, sobre todo, en la mente
del cliente.
Uno tiene que tener elementos para evaluar su estrategia;
tiene que tener una nueva visión y una nueva estrategia
coherente y replantear la misión o propósito que renueve
todo lo antiguo, y que a la vez dé continuidad a la tradición
empresarial.
Las palabras claves están en ‘dar continuidad’ ya que
no significan el dejar de crear nuevas tradiciones, sino que éstas
sean funcionales.
La actitud es: usar los Factores Críticos de Éxito o perecer.
Desgraciadamente, al respecto de las tradiciones existe
una confusión tremenda entre lo que es el capitalismo y lo que
es la libre empresa.
El capitalismo es un abuso del dinero, de su renta y de sus
costos a través de la creación de moneda sin respaldo, como
quiera que se haga.
La libre empresa es justamente eso, la libertad económica
para iniciar, continuar y terminar negocios.
Eso no quiere decir que el Estado tiene que perder el
control de sus productos ni de sus finanzas, ni mucho menos
de su banca, como ha ocurrido en los Estados Unidos o en
México, entre otros países.
El trabajo de un gobierno consiste en crear las condiciones
para crear empresas que generen empresas a través de los
Factores Críticos de Éxito, con los cuales educar a la población
para que sobreviva.
Los factores que determinan el triunfo de una empresa –
no de un cártel o de un estado totalitario—son los datos
estables que –como ya he adelantado—se denominan Factores
Críticos de Éxito.
Una empresa inteligente es capaz de revisar sus Factores
de Éxito (Lecciones Aprendidas y best practices) y utilizar aquellos
y sólo aquellos que, bajo cierta condición, funcionan siempre; y
hacer a un lado los otros (aun cuando los podría aplicar en otras
condiciones): los seleccionados son los Factores Críticos de
Éxito.
Ya que si asumimos que dentro de este caos del mercado
todos los parámetros de la función de producción de cada
empresa (tierra, capital y mano de obra) permanecieran
constantes (esto es, iguales para todas: impuestos, intereses, e
incluso considerando que parten de un capital 0); cualquier
aumento potencial de cualquier insumo aumentará la
producción de todas las empresas en una proporción constante
y, en consecuencia, el auge de la producción variaría entre las
empresas… dependiendo de la magnitud de la aplicación de
sus Factores Críticos de Exito.
Con otras palabras, dado todo lo demás constante (los
otros factores de la producción: tierra, capital y mano de obra)
la única diferencia entre el éxito y el fracaso será la aplicación
de los Factores Críticos de Éxito que, a su vez, pueden
llevarnos a la ruina si no se emplean para crear nuevas
empresas.
Los Factores Críticos de Éxito son programas
completamente secuenciales que hacen la diferencia entre el
éxito rotundo y total, y el fracaso o desastre completos.
Son drásticos, radicales…
Porque son las nuevas empresas las que solucionan el
problema del empleo, no el gobierno.
Éste se echa la soga al cuello al gravar a las nuevas
compañías más allá de su capacidad de pago: termina con ellas
por medio de la condonación de los impuestos a la
especulación y los altos impuestos e intereses a los pequeños
propietarios.
He ahí el principio básico del marxismo, A cada quién se le
dará según sus necesidades; de cada quién se cobrará conforme a su
capacidad para pagar se convierta en un vórtice que lo devora
todo, y nos lleva al cumplimiento de la ‘Ley de los
Rendimientos Decrecientes’: entre más energía usamos, menos
producción tenemos.
Sólo veámoslo así:
La empresa productiva gana una cantidad de 100. Paga
(en un país hipotético) 10%, pero el impuesto es progresivo, y
la tabla queda así:
100 +10%
200 +20%
300 +30%
400 +40%
500 +50%
600 +60%
700 +70%
800 +80%
900 +90%
1000 +100%
1100 +110% ó –10%
1200 +120% ó –20%
…n
Incluso una empresa estatal como Pemex tendría
problemas con un cálculo así.
Y de hecho, los tiene. ¿Por qué China tiene una empresa
estatal que sí tiene utilidades?
Porque sigue sus Factores Críticos de Éxito.
Si el gobierno no apoya la educación con base en los
Factores Críticos de Éxito con la mira de crear empresarios
creadores de empresarios, estaremos en la olla: un país de
burócratas no puede sobrevivir.
Para terminar la conferencia de hoy, una cita del Factor
Arbitrario de Fracaso más ejecutado por los gobiernos:
En un reino recién fundado, los impuestos suelen ser reducidos
pero rinden mucho; mas cuando propende hacia su fin, se multiplican
esos impuestos con poco rendimiento...
Al incrementarse la producción aumenta el número de los
contribuyentes en igual medida y por consiguiente los ingresos del
Estado. (Cuando) esta carga toma el carácter de obligatoriedad
permanente, debido a que el aumento de impuestos ha sido hecho
gradualmente, sin que se hubiera notado con precisión quién lo había
llevado más allá de la tasa antiguamente establecida y sin saber quién
había sido el autor...
El pueblo (se desmoraliza) ante el raquítico beneficio que le
queda en cambio de sus trabajos.
Cuando compara el costo y las cargas que debe soportar con el
provecho y las ventajas que puede esperar, ve perdidas sus esperanzas,
y muchos de los elementos laborantes renuncian a sus actividades.
El producto de los impuestos disminuye y, por consecuencia
necesaria, mengua la renta del Estado.
A veces, al notar los jefes del reino esa merma, creen poderla
subsanar con nuevo aumento de los impuestos, y rebasan así los
límites de toda moderación, hasta el punto de que la tasa de
contribuciones alcance un término más allá del cual no queda
provecho alguno para los laborantes.
Los costos de mano de obra y los impuestos ya absorben todo y
hacen desvanecer toda ventaja que pudiera esperarse.
Como la renta no cesa de disminuir, el gobierno continúa en sus
medidas aumentativas con el ánimo de nivelar su hacienda; el
desarrollo del país se detiene porque definitivamente se pierden las
esperanzas en la utilidad del trabajo, y todo el mal resultante de ello
recae sobre el estado. (Ibn Jaldún, Introducción a la Historia
Universal, FCE p. 504).
Estas palabras son tan ciertas ahora como cuando se
escribieron hace varios siglos ya.
Son el tipo de Factores Arbitrarios de Fracaso que se
deben cambiar, si no es que se quiere la ruina total y suicida de
los estados bajo los injustos escombros de la justicia.
Los Factores Arbitrarios de Fracaso se causan.
Los Factores Críticos de Éxito se causan. En este caso, son
Factores Críticos de Éxito: tener impuestos justos, cobrarlos
igualmente para todos, etc., omitidos por los gobiernos a pesar
de advertencias tan antiguas y funcionales.
Y son obvios.
Tal vez demasiado obvios.
El causar, crear, conocer, enseñar, controlar y asumir
responsabilidad de los Factores Críticos de Éxito y
distinguirlos de los Factores Arbitrarios de Fracaso ha sido mi
propósito al dar estas conferencias.
Los Factores Críticos de Éxito aplicados minuciosa y
cuidadosamente pueden hacer que un empresa resucite desde
el fracaso más profundo“.