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op. cit
Scuneiper, Luis Mario, estridentismo una literatura dela estra-
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Ja narrativa mexicana del siglo xx
MA. DOLORES BRAVO‘Tanto si observamos nuestra prosa creativa desde la perspec-
tiva latinoamericana como si la contemplamos desde su con
texto auténomo, lo primero que nos agrada y nos sorprende,
‘ala vez que no deja de intimidarnos, es su compleja diversi-
dad. Es como el Coateocalli, altar prehispénico construido en
honor de todos los dioses, para que ninguno quedara sepul-
tado en el olvido: un panteén creativo absoluto, habitado por
todas las tendencias, alimentado por todas las actitudes. No
€s extrafio encontrar, ya no digamos en un solo autor, sino
aun en una sola novela, variados confrontamientos de técni:
‘cas y de realidades; volvemos a la tonica barroca de la “uni-
dad en la diversidad”.
Se han hecho muchas clasificaciones para ordenar la ri
queza y la contradiccién que pueblan nuestra narrativa ac-
tual; todas son validas y, al mismo tiempo, se invalidan en lo
extenso y complejo que ofrece, irrefutablemente, e! pano-
rama creador en si mismo. Como pensamos que todos los
criterios existen como posibilidad y, sin tratar de negarlos,
sino por el contrario, tratando de concentrarlos, los resumi-
remos en los que creemos que pueden designar y englobar la
produccién en prosa de lo que va del siglo en México. Para
esclarecer y encontrar el ovillo del hilo de Ariadna, podemos
‘dividir nuestra narrativa en dos grandes lineas: una, en la
que predomina la recreacién de una realidad objetiva, reco-
nocible en un contexto determinado del pais, tanto en
tiempo como en espacio. No obstante, este tipo de novelas, se
enriquece, a partir de los afios treinta, con el uso de un
Ienguaje que evoca, sugiere, connota, pero ya no sélo des-
cribe o cuenta a la manera de la novela realista del xix; sin
embargo, a pesar de la incorporacion de un lenguaje singu-
larizado y singular, contintian siendo novelas objetivas o de la
realidad.
La segunda gran division seria aquella que se significa y
determina a través de las intenciones artisticas del autor mas
{que de la presencia de la realidad que pretende evocar. Estas
novelas se designan ante todo por un lenguaje, la mayor
parte de las veces independiente y sobresaliente de la anéc-
dota y del contorno realista. Lo que més le interesa a este tipo
de creadores es su expresiOn. A esta tendencia podemos de-
51signarla como “subjetiva”, al contrario de la otra que entraria
en la denominacién de “objetiva” o de la realidad. A pesar de
estas dos grandes divisiones, el problema no queda resuelto,
pues hay novelas que son plenamente hibridas en las dos
intenciones, como es el caso de José Trigo de Fernando del
Paso, para dar solo un ejemplo de novela esencialmente es-
tructural y verbal que, sin embargo, no abandona su sustrato
nacional y su arraigo en lo remoto de la época
Es bueno sefalar, asimismo, que nos centraremos, en la
imposibilidad de abarcar en su totalidad un panorama tan
amplio y profuso, en las novelas mas representativas, las que
mejor especifican y reflejan lo complejo y apasionante de
nuestra narrativa. Es por ello, y sin olvidarnos de la necesi-
dad de ofrecer un panorama-reflejo, que insistiremos en las
obras que sobresalen por su calidad ¢ importancia, lo que las
ha convertido, a pesar de su corta vida, en clasicas de nuestra
literatura.
Es innegable que la Revolucién Mexicana es el inicio legi-
timo de nuestra contemporaneidad; también es la afirmacion
de nuestra identidad miiltiple y compleja en la vida y en el
arte. Es el encuentro del hombre con su propia narrativa.
Por primera vez una realidad avasallante se impone a un
observador que no puede evitar ser, simultaneamente, juez ¥
parte. Es por esto que la novela de la Revolucién ~inicio
indiscutible de una nueva actitud de novelar-es, valorativa y
vivencialmente, una cronica. “Dentro de los grandes lienzos
de las narraciones de la Revolucién Mexicana se revela todo
Jo que somos en un grave momento hist6rico, cuando hay
que dar de si todo lo que encierra el hombre.
De la relacién directa entre el hecho y el hombre que lo
contempla y lo padece surge, precisamente, el cardcter de
crénica que tiene el género. Sin embargo, el novelista no s6lo
‘observa sino que da un sentido critico a la realidad que él
mismo descubre. La conciencia que asumen Azuela, Vascon-
celos o Guzman guarda una actitud ambigua de admiracion y
desilusién a la vez. Es verdad que estan ante un suceso en el
que todo un pueblo es participe, pero no lo es menos que este
hecho est conducido de una manera cabtica y, a grandes
asgos, deshonesta. Esta ambivalencia hist6rica de la Revolu-
ci6n es lo que hace que sea épica y antiépica a la vez. La
inconsciencia y el instinto heroico de la masa en lucha
dignificar su existencia y terminar con la injusticia secular,
crea toda una sicologia colectiva ~épica- barbara y grandiosa
a la ver, la cual es perfectamente plasmada por los escritores,
Pero este instinto (lo sanguinario ¢ irracional de é)), la confu-
sién o anulacién de ideales en los dirigentes y la carencia
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seneral de ideclogi que preside x! movimiento armado esto
que hace que el creador no se ilusione acerca de las po:
dades dialécticas positivas de la Revolucién. Cara y cruz del
hecho se reflejan en una narrativa que asume, visionaria-
mente, el desencanto intelectual, analizado con una concien-
cia tanto ética como estética.
En 1916 se publica Los de abajo y con ella nace, magistral
mente, la novela de la Revolucién Mexicana. Sa autor, Ma-
riano Azuela (1873-1952) era médico de profesion y nove-
lista por vocacién. Como en el caso de Chéjov, de Azuela se
puede decir que “la medicina era su esposa y la literatura su
amante”. En 1911 se incorpora a las tropas revolucionarias,
en las que presta sus servicios como médico-militar. Antes de
su obra maestra ya habia publicado varias novelas como An-
drés Pérez, maderista, en la que se patentiza la falta de convic-
ién social y moral que la Revolucién suscit6, en especial en
Jos estratos burgueses de la poblacion.
Los de abajo ofrece, en primer lugar, la abolicién del regio-
nalismo pasivo y un tanto idflico, del que tanto habia gustado
nuestra novela realista del xrx. A partir de hombres Azuela
crea personajes que se elevan de su barbarie (la novela no
deja de pertenecer, ideolégicamente, a la novela hispanoa-
mericana de la civilizaci6n y la barbarie) para reaccionar, en
una causalidad siquica perfecta, a los estimulos, barbaros
también, que se le presentan. El'novelista crea un fresco
mural que recuerda a los de Orozco, de gran expresividad,
en el que la Revolucion es el destino ineludible de los perso-
najes. Por primera vez en nuestra novela el hombre y la
historia estan unidos en una relacién absolutamente real: la
primera, provocando, y el segundo, reaccionando a los suce-
508 causados por ella. Demetrio Macias, el protagonista, es un
héroe singular, empujado por las circunstancias y no por el
ideal y es, al igual que los demas personajes, victima y victi-
mario en un mundo regido por la sinraz6n del instinto simul-
taneo y grandioso de vida y muerte.
El otro gran novelista de la realidad de la Revolucién es
Martin Luis Guzman (1887-1976). Sin embargo, su enfoque
es muy distinto al de Azuela, aunque hay actitudes que los
acercan. Al contrario del autor de Los de abajo, Guzman per-
tenecié a una acaudalada familia del régimen porfirista. Pe-
iodista, gran conocedor de teorfa politica, con estudios de
derecho, sus novelas reflejan una vision premonitoria, alla-
mente intelectual, no de la Revolucién como fenomeno
épico-social, sino del regodeo y la corrupcién del poder insti-
tuido. El dguila y la serpiente (1928) pertenece a un género
hibrido: relato, anéedota, biografia novelada. El libro es un
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