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EL CONOCIMINETO PLENO DE DIOS

LA META DE LA VIDA CRISTIANA.


“… Y Él SEÑOR hablaba con Moisés cara a cara, como un hombre suele hablar con su amigo. Luego
volvía al campamento, pero el joven Josué ben Nun nunca se apartaba de en medio de la Tienda.
Entonces Moisés respondió al SEÑOR : He aquí Tú me dices: Lleva a este pueblo; pero no me has
hecho saber a quién enviarás conmigo, aunque dijiste: Te conozco por nombre, y también: Has
hallado gracia ante mis ojos. Ahora, si he hallado gracia ante Tus ojos, te ruego que me hagas
conocer tu camino, para que te conozca y halle gracia ante tus ojos. Y considera que esta nación es
tu pueblo. Y Él dijo: ¿Mi presencia habrá de ir contigo y darte reposo? Y le dijo: Si tu presencia no
ha de ir, no nos hagas subir de aquí. Pues ¿en qué podrá ahora conocerse que yo y tu pueblo hemos
hallado gracia ante tus ojos? ¿No es acaso en que Tú vayas con nosotros para que yo y tu pueblo
seamos distinguidos de todos los pueblos que hay sobre la faz de la tierra? Y Él SEÑOR dijo a
Moisés: También cumpliré esta palabra que has hablado, por cuanto has hallado gracia ante mis
ojos, y Yo te he conocido por nombre. Entonces él dijo: ¡Te ruego que me permitas ver tu gloria! Y
le respondió: Yo mismo haré pasar toda mi bondad delante de ti, y proclamaré delante de ti el
nombre del SEÑOR . Tendré misericordia del que tendré misericordia y me compadeceré del que me
compadeceré. Dijo también: No podrás ver mi rostro, pues no me verá el hombre y vivirá. Y añadió
Él SEÑOR : He aquí un lugar junto a mí, donde tú estarás en pie sobre la roca, y sucederá que
cuando pase Mi gloria, te pondré en la hendidura de la roca y te cubriré con la palma de Mi mano
hasta que haya pasado. Después apartaré la palma de mi mano, y verás mis espaldas, pero mi rostro
no se dejará ver. [Éxodo 33: 11- 22 ]

“…Y conoceremos, y proseguiremos en conocer al SEÑOR, como el alba está aparejada su salida, y
vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra…! [ Oseas 6:3]

“…Y ciertamente, aun considero todas las cosas como pérdida por el eminente conocimiento de
Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por estiércol, para ganar al
Cristo, Y ser hallado en él, no teniendo mi justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de
Cristo, la justicia que es de Dios por medio de la fe; A fin de conocerle, y la virtud de su
resurrección, y la participación de sus padecimientos, en conformidad á su muerte, Si en alguna
manera llegase á la (ëxanastasis ) mejor resurrección de los muertos…” [Filp 3_9-11]

Las obras, los caminos y el propósito de Dios.

“…Venid, adoremos y postrémonos; Arrodillémonos delante del SEÑOR nuestro hacedor. Porque él
es nuestro Dios; Nosotros el pueblo suyo somos, y ovejas de su mano. Si hoy oyereis su voz, No
endurezcáis vuestro corazón como en Meriba, Como el día de Masa en el desierto; Donde me
tentaron vuestros padres, Me probaron, y vieron mis obras .Cuarenta años estuve disgustado con la
nación, Y dije: Pueblo es que divaga de corazón, Y no han conocido mis caminos. Por tanto, juré en
mi furor Que no entrarían en mi reposo. [Salmos 95:6]

“.Sus caminos notificó a Moisés, Y a los hijos de Israel sus obras…” [Salmos 103:7]

Mi carga es que la oración de Moisés sea nuestra oración y carga. ​“…Muéstrame tu camino, oh Señor”.
Esta es la oración que fue hecha por un hombre que ya había llegado a un cierto nivel en su camino
espiritual. Él no era un principiante; él ya conocía a su Dios, había obedecido a su Dios, había servido a su
Dios. Y a pesar de eso, llegó un momento en que él no supo cómo proseguir, y entonces oró: ​“..Señor,
muéstrame tu camino para que te conozca”.
Tres asuntos progresivos
En los tres pasajes leídos, podemos ver que hay una progresión en nuestro conocimiento del Señor.
Primero, existen las obras del Señor. En los Salmos se nos dice que el Señor mostró sus caminos a Moisés,
pero sus obras a los hijos de Israel. Nosotros alabamos a nuestro Dios porque él es un Dios vivo, que actúa
en la historia. Nosotros conocemos sus obras. Él nos salva, él nos sana; él es el Dios viviente, y él está
obrando hoy. A menos que Dios hubiera decidido revelarse por sus obras, nosotros nunca lo conoceríamos.
Muchas filosofías y religiones de este mundo especulan cómo es Dios; pero siempre que vemos la mano de
Dios actuando, podemos ver un poco de su corazón amoroso. Moisés había visto a Dios obrando. Pero
entonces hay otro nivel. “Muéstrame tus caminos, oh Señor para te conozca..” Algunos cristianos han
descubierto la salvación en Jesús el Cristo. Dios obró y respondió a sus oraciones. Dios hace eso
gratuitamente, por su gracia. Y él espera por una respuesta. ¿Quién está dispuesto a subir esa montaña y
decir: ‘Oh, Señor, ya vi tus obras; ahora muéstrame tu camino’ para conocerte? Detrás del poder de sus
obras, hay una inteligencia y un propósito divino. El Señor Dios desea que sus hijos vengan a él y le pidan
que les muestre sus caminos. Y, lógico, no queremos simplemente aprender sus caminos para tener
inteligencia religiosa. ¿Por qué Moisés le pidió al Señor que le mostrara sus caminos? Porque no sólo hay
las obras y los caminos de Dios, sino también los propósitos de Dios. ​“..Muéstrame tu camino, para que
yo te conozca:”​. Ese es el fin de todas las obras que Dios ha hecho. Y sea lo que Dios nos haya mostrado
de sus obras, de su voluntad, de sus intenciones, el propósito de todo ello es que lo conozcamos a él.
Nosotros estamos agradecidos porque todo cristiano verdadero puede decir que ya ha conocido las obras de
Dios. Pero no todos los cristianos están buscando conocer los caminos de Dios. Si tú intentas
comprenderlas con tu ágil mente, nunca lo conseguirás. A veces, para conocer sus caminos, tenemos que
ser llevados a rogarle que nos muestre sus caminos. Nosotros podemos leer la Biblia y mirar a los caminos
de Dios y adorar a Dios, pero para leer la Biblia y realmente entender sus caminos, necesitamos un estudio
más profundo.

Recuerden la oración en Oseas​: “Conozcamos y prosigamos en conocer al Señor”.​ Muchas veces,


cuando tenemos el deseo de conocer más al Señor, parece que él fuera mucho más difícil de entender.

Yo me pregunto si realmente ya comprendemos uno de los mayores misterios de nuestra vida que es que
frecuentemente venimos a conocer mejor al Señor en tiempos de gran dificultad. Al principio, nos parece
como si el Señor se estuviera ocultando, pero cuando finalmente él se revela a nuestras vidas, empezamos
a entender la preciosidad de lo que es la comunión de sus padecimientos.

Entonces, tenemos tres cosas: ​tenemos sus obras​, ​sus caminos​ y ​conocerle a él mismo.​ Y vemos que
Moisés está haciendo esta oración: ​«Muéstrame tus caminos, Señor, para que yo te conozca»​. Y
también tenemos que notar que hay un contraste entre estos pasajes que leímos. A la mayoría de los hijos
de Israel no les importaba conocer al Señor o a sus caminos; todo lo que querían eran sus obras
portentosas. Y Dios les dijo: ​«Yo estuve obrando con ustedes por cuarenta años, y aunque ustedes me
tentaron diez veces, todavía estaba con ustedes; pero yo veo que hay un problema con el corazón de
ustedes: Ustedes no conocieron mis caminos, y por eso no entrarán en mi reposo».

Siempre que conocemos al Señor, hay descanso, porque inmediatamente nuestra confianza se transfiere de
nosotros mismos a él. Pero, como saben, este ejemplo de los hijos de Israel es referido con respecto a
nosotros en el libro de Hebreos. Porque aquellos cristianos que recibieron la epístola a los Hebreos también
habían conocido las obras de Dios, pero estaban en riesgo de no entrar en el reposo de Dios.

Entonces, ¿los hijos de Israel vieron las obras de Dios? Sí. Ellos vieron todas las plagas en Egipto; ellos
podían recordar la noche de la pascua, en que el ángel no los hirió a ellos, vieron cómo Dios abrió el Mar
Rojo, y ellos recibieron el agua de la roca, comieron el maná que cayó desde los cielos, recibieron las leyes
que Dios les dio desde los cielos, vieron la edificación del tabernáculo, vieron que su calzado nunca se
gastó, y vieron las victorias sobre sus enemigos cuando éstos los atacaron, y aun vieron a diario la gloria de
Dios. Pero, ¿puedes imaginarte?, ellos se acostumbraron con la gloria de Dios. Ellos no estaban muy
interesados en los caminos de Dios; todo lo que querían eran sus hechos. Y recuerda que una vez Dios les
habló desde la montaña, y ellos dijeron: ‘Por favor, no nos hables más, es muy espantoso. Habla con
Moisés, y Moisés nos hablará a nosotros’.

Este pueblo vio las obras de Dios por cuarenta años. Pero, ¿cuál fue su testimonio? Tú sabes, esto nos
acusa a nosotros los cristianos. Si nosotros comprendiéramos a nuestro Dios, sabríamos que no podemos
murmurar. Cuando un cristiano murmura, es como volver al desierto. Pero si realmente conoces los caminos
de Dios, y a Dios mismo, tú nunca vas a murmurar.

Y los hijos de Israel deberían estar con nosotros hoy, diciendo: ‘Dios vive; Dios reina’. Pero, ¿recuerdas cuál
fue su testimonio? Si tú escucharas lo que Israel decía: ‘Tú nos trajiste al desierto para morir aquí. ¿Dónde
está el agua? ¿Qué es este maná? ¡Queremos carne! ¿Será que Dios puede ponernos una mesa en el
desierto? Vamos a volver, vamos a designar un nuevo líder. ¡Oh, cuán maravilloso era Egipto! ¡Oh, las
cebollas de Egipto!’. ¿Qué testimonio es ése? Un testimonio de murmuradores.

Y les digo a ustedes, hermanos y hermanas: Es posible que Dios actúe en nuestra vida, pero si nosotros no
lo buscamos intensamente para conocer sus caminos, nosotros vamos a ver que aun personas que
recibieron milagros en sus vidas van a terminar no creyendo. ¿Cómo es posible eso? Porque nuestra vida
espiritual sólo puede ser vivida en un relacionamiento y en una búsqueda viva de Dios. Nosotros no
queremos ser como esos hijos de Israel. No, vamos a concentrarnos en Moisés sobre la montaña.

Cuando leemos en Lucas 19, tenemos que entender por qué Jesús estaba llorando. En el verso 41, vemos
cómo Jesús lloró por Jerusalén, y dijo a su pueblo, los judíos: «¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en
este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos. Porque vendrán días sobre ti,
cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, y te derribarán
a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de
tu visitación» (Luc. 19:42-44).

Para mí, estos son algunos de los versículos más trágicos en las Escrituras. ¿Por qué Jerusalén tenía que
ser hecha desolada? No fue sólo por sus pecados, sino porque no conocieron el tiempo de la visitación de
Dios. El Mesías estaba allí, en medio de ellos, el Hijo de Dios estaba delante de sus ojos, y ellos no
reconocieron que Dios los estaba visitando.

Pero el misterio es aún más profundo. Tú conoces ese versículo maravilloso cuando Jesús dice: «Yo soy el
camino, y la verdad, y la vida, y nadie viene al Padre sino por mí». Pero aun sus discípulos no conocían el
camino, y Tomás dijo: «Muéstranos el camino…». Ellos no entendían, y Jesús les dijo: «Yo soy el camino».
Y ellos dijeron: «Por favor, muéstranos al Padre». Y Jesús les dijo: «¿Pero no me vieron a mí? Si me ven a
mí, ven al Padre».

Hay un gran misterio en conocer el camino. ¿Y cuál es ese misterio? Nosotros sólo entendemos el camino
de Dios a través de la cruz. Después que Jesús murió en la cruz y resucitó, recién los discípulos dijeron:
‘Ahora sí veo cuál es el camino’. Fue a través de su muerte; ese es el camino de Dios.

Y entonces vemos cuál fue uno de los mayores secretos que Moisés vio en la montaña. El camino a la vida
es el camino de la cruz. Hay una Escritura que dice que los gobernantes de Jerusalén no conocieron el
camino, de otra forma nunca hubieran crucificado a Jesús, y lo más maravilloso todavía es que aun Satanás
no entendía ese camino. Y cuando Satanás creyó que él tenía la victoria, él había sido derrotado. ¡Alabado
sea Dios! Es por eso que Pablo dice que sólo se gloría en el evangelio y en la cruz de Cristo. Ese es el
secreto más profundo de nuestra vida cristiana conocer a Dios profundamente en una relación íntima con
Jesús el Cristo.

EPIGNOSIS, ECONOMÍA Y MISTERIO


Pleno conocimiento de la verdad La carga del Señor en mi corazón, esa expresión en en el N.T se
menciona en 1 Timoteo 2:4​: “[Dios nuestro Salvador]... quiere que todos los hombres sean
salvos y vengan al conocimiento de la verdad”.​ Dios quiere que todos los hombres sean salvos,
esa es una gran verdad maraviloosa. Pero Dios quiere no solamente que sean salvos, sino que
además de ser salvos, vengan al pleno conocimiento de la verdad. Es de suma importancia
conocerlo. En el texto original griego, Pablo no solamente expresa lo que trae el traductor por la
palabra “conocimiento” en la RV-1960) Aquí se traduce solamente una parte de lo que dice Pablo,
pues él dice algo más que conocimiento. La palabra “conocimiento” en griego es “epistema”, de
donde viene la palabra “epistemología”, de la ciencia. También la palabra gnosis [γνωσíς] que
significa “ciencia”, de donde viene ese grupo llamado los gnósticos, que dicen tener la ciencia. Pero
Pablo en el original griego en este texto no usa la palabra “epistema”, tampoco usó la palabra
“gnosis”, solamente una parte. Pablo en el original griego usó la palabra “epignosis” La palabra
epignosis es el conocimiento de la verdad desde la posición de arriba de una piramide. Si
estuviésemos reunidos en un salón alrededor de una pirámide; los que estuviesen al lado sur
mirarían sólo una cara, los del norte, otra cara, si alguien estuviese al lado, miraría otra cara. Pero
si alguien estuviese en la posición “epi,” arriba, miraría toda la pirámide: el norte, el sur, el este y el
oeste. Así tiene una visión coherente: una cosmovisión integral de los asuntos; no versículos
sueltos, no temas favoritos, sino la plenitud de Cristo, todo el consejo de Dios, toda la Palabra de
Dios, la suma de la Palabra. Luego lo que Pablo le dice a Timoteo es que Dios nuestro Salvador
quiere dos cosas; 1) que todos los hombres sean salvos; y 2) también quiere que todos los salvos
lleguen a la epignosiso pleno conocimiento de la verdad; no solamente al conocimiento de la
verdad, así como algunas cosas sueltas, sino a la cosmovisión de la verdad íntegra en la realidad
de la persona de Cristo el Hioj de Dios, desde arriba una vislumbre celestial. El Señor Dios quiere
revelar a Su pueblo la suma de Su Palabra, para que Su pueblo vea las cosas así como El las ve
en Cristo Jesús. Leamos en Colosenses 1:24: ​“Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros,
y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la
iglesia...”.​ Pablo no es que sea masoquista; no es que a él le guste sufrir por sufrir, pero él
descubrió el sentido de los sufrimientos del Señor, que sabia y buenamente permite a la Iglesia y a
Sus siervos. No que el Señor haya dicho que El nos eximiría de los sufrimientos de esta tierra. Otra
cosa es en la Nueva Jerusalén, en el cielo nuevo y la tierra nueva; allá sí que no habrá más llanto,
ni dolor, ni clamor, porque las primeras cosas pasaron; más esperemos, porque eso acontecerá
allá en el futuro; pero acá es necesario sembrar a veces con lágrimas. Por eso Pablo dice, ​“ahora
me gozo en lo que padezco por vosotros”​; ese vosotros eran los colosenses, es la Iglesia local,
el cuerpo de Cristo. Es necesaria alguna medida de sufrimiento, para que la Iglesia del Señor sea
edificada por la plenitud de la Palabra de Dios. Pablo no dice que a Cristo le falten aflicciones, sino
que las aflicciones de Cristo tienen una medida que debe ser cumplida en nosotros, en función de
la Iglesia, de la edificación del Cuerpo de Cristo. Para que el Cuerpo de Cristo, Su Iglesia, la niña
de los ojos del Señor, sea edificada, es necesaria una medida de aflicciones. No olvidemos nunca
que fuimos llamados a llevar la cruz mientras tanto. Es necesario saber que llevamos la cruz para
la edificación de un Cuerpo único para el Señor; para que El sea contenido y expresado en Su
único Cuerpo que es la Iglesia. Pablo habla aquí de las aflicciones de Cristo, no solamente por
cada uno sino por todos juntos, como uno. Es diferente. Claro que Dios se alegra de que yo no me
vaya al infierno, de que yo esté satisfecho, y Dios quiere que todos los hombres sean salvos; pero
eso no culmina el deseo de Dios. Dios no está satisfecho solamente con que yo no me vaya al
infierno. Tenemos el caso de un arquitecto que quiere construir su propia casa. Primero compró un
montón de piedras para los fundamentos; asi mismo ladrillos, tablas y demás materiales. Se
encuentra contento con tener frente al lote un montón de piedras, pero eso no es todavía la casa.
Son apenas los materiales comprados por precio, pero esos materiales deben estar en su lugar
formando una casa terminada, para que sea satisfecho el corazón del arquitecto, el dueño de la
casa. La salvación es la fase de las compras de las piedras y debido a eso el Señor quería que
todos los hombres fuesen salvos (1 Ti.2:4), y vengan a la “epignosis” de la verdad, el pleno
conocimiento de la verdad; no solamente salvos, sino salvos para el propósito eterno de Dios. Que
ese propósito, que ese objetivo que se realizará en los salvos, sea cumplido. La Biblia no nos dice
que la salvación sea el propósito. Nos dice que la salvación es el medio para el propósito.
Necesitamos ser salvados, para que con los salvados, el propósito de Dios pudiese ser cumplido, y
por eso no necesitamos solamente ser salvados, sino ser realizados con todos los santos en un
solo Cuerpo para satisfacer el corazón de Dios en Su propósito. Las aflicciones de Cristo no son
solamente por mí y solamente por ti, sino por Su Cuerpo. Mientras El no nos vea como un Cuerpo
funcionando, conteniéndolo y experimentándolo coordinadamente, El todavía no está satisfecho.
Podemos estar salvos y contentos porque ya no nos vamos para el infierno, pero El todavía no está
contento, porque El no puede vivir debajo de un montón de piedras al frente del lote. Dios tiene que
ubicar a todas esas piedras en su lugar, bien coordinadas, unidas, concertadas entre sí para
edificar una sola casa para Su plenitud. Seguimos leyendo en Colosenses 1:25​: “...de la cual (la
iglesia) fui hecho ministro, según la administración (economía) de Dios que me fue dada
para con vosotros, para que anuncie plenamente la palabra de Dios..”

Una palabra de la Biblia que está en mi mente en estos días es la palabra “​Plenitud​!” Pablo nunca empleó
esta palabra hasta los libros de Efesios y Colosenses. ​Efesios 1:9-10​ ​“…​Dios nos dio a conocer el
misterio de su voluntad, de acuerdo con su amable intención la cual se propuso en si
mismo, con mirar a una administración[ economía] adecuada en la plenitud de los tiempos,
es decir, que todas las cosas en Cristo, las que hay en los cielos y las cosas en la tierra sean
encabezadas en Cristo.. “
Dios quiere plenitud. Hasta que las cosas se llenen de Cristo, Dios no está satisfecho. Vemos que Dios tiene
un plan, en Efesios capítulo 1. En la plenitud de los tiempos, todas las cosas van a ser reunidas en Cristo,
todas las cosas van a ser encabezadas por Cristo. Eso es la plenitud. Y cuando vemos cómo la
palabra ​plenitud​ es empleada en estos dos libros, vemos que es el pensamiento más maduro de Pablo con
respecto a la iglesia, porque cuando piensas en la plenitud, dos cosas deben estar juntas: Cristo y su iglesia.
Sin eso, no hay plenitud. Cristo es corporalmente la plenitud de la Deidad, pero la iglesia es la plenitud de
Cristo, que llena todas las cosas en todo. Cuando nos reunimos hoy, sentimos esa plenitud que Dios está
efectuando. Es como la parábola de aquel hombre que invitó personas a una gran fiesta y envió a sus
siervos para traer a las personas. Y el señor de aquella casa dijo: ​“Que mi casa se llene”​. Hay una plenitud
que también significa una madurez que el Señor está buscando. Y aun en nuestra ignorancia y simplicidad
podemos manifestar esa plenitud si Cristo está en medio de nosotros siendo conocido íntimamente. Aunque
seamos ignorantes –que con seguridad todavía lo somos hoy–, pero si nuestros corazones están llenos del
Señor y su presencia, hay una plenitud que estará fluyendo. ¿No es algo maravilloso, que un cristiano recién
nacido de nuevo, que está lleno de Jesús, exprese esa plenitud en su vida íntima con Dios? Cuán
maravilloso es que el Señor esté reuniendo a su pueblo para que lleve acabo la mayordomía o economía de
la gracia de Dios, ​a veces, en una de estas nuestras reuniones en asambleas pequeñas, tú puedes sentir la
realidad de Cristo más que en una grande, porque la plenitud y la gracia de Cristo no significa cuánto ruido
puedas hacer, sino cuán vivo está Cristo en los hermanos y hermanas. Lo que aquí se traduce
“administración”, es la palabra griega oikonomía (οικονομíαν), que se ha traducido de cinco maneras; porque
la palabra es tan amplia, tan rica en significados, que a veces el traductor, de acuerdo al contexto, opina que
ahí se refiere a determinado aspecto, y la traduce de una manera; en otro contexto, esa misma palabra la
traduce de otra manera, ajustándola a otro aspecto. Esto que estamos esbozando es fundamental en la
revelación divina, el conocer a Dios y alcanzar juntos como Iglesia la plenitud en Cristo. La palabra
“oikonomía” se puede trasliterar al español con la palabra “economía”, pero en otros lugares se traduce
mayordomía, en otros contextos se traduce dispensación, en otras como “comisión”, en otros “edificación”. Y
eso es lo que Dios quiere rebelarnos al concoer, participar con el en su negocio a través de los siglos, que
Cristo llene y encabece todas las cosas nuestras y del universo. Dios está interesado en mostrar cosas a Su
pueblo, pero parece que Su pueblo estaba interesado en sus propios negocios y sus asuntos particulares y
se olvidaron del negocio de Dios. No sólo somos salvos para no irnos al infierno, sino que somos
convocados para la economía de Dios, para la administración de Dios. En la Biblia encontramos las palabras
dispensación, administración, mayordomía, comisión, edificación; todas esas palabras en el original griego
equivalen a oikonomía, o sea, economía. Esta palabra se encuentra en Efesios capítulos 1 y 3, en
Colosenses, en Lucas 16 (mayordomía), en 1 Corintios 9 (comisión), en 2 Timoteo capítulos 1:3,4
(edificación). Es importante hacer la debida diferenciación entre lo que es la ​administración de Dios​ y la
administración de los hombres, porque el Hijo de Dios en la tierra ha encontrado otra clase de administración
en todas la áreas, pero la voluntad del Padre es que su Hijo llene y sea cabeza de todas las cosas en el
universo y para eso nos quiere a nosotros para que primero Le conozcamos y Le reflejemos
corporativamente a un mundo que necesita la absoluta vida y realidad de Cristo, para que sea recapitulado,
ordenado y renovado por el reino de Dios en Cristo Jesús, que Su Hijo tenga la preeminencia en todo,
porque es necesario que todas las cosas le estén sujetas. Es necesario también entender la esencia de la
economía de Dios, y para ello hay que subirse a la “epignosis” de la verdad; mirar la Biblia no solamente en
pedacitos de aquí y de allí sino desde la suma de la Palabra y experimentar ese conocimiento de la persona
de Jesús el Cristo. Por eso es sumamente entender de lo que significa la economía de Dios y su relación
practica con el conocimiento del Hijo de Dios, para alcanzar la meta del propósito eterno de Dios.

Salud y paz.

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