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Universidad de los Andes

Facultad de Humanidades y Educación


Escuela de Historia
Mérida, estado Mérida

El crimen, el delito, el castigo que se impone, el castigo adecuado

Argenis Gómez C. I: 23493720

Diciembre; Mérida 2016


Para la sociedad del siglo XIX venezolano encontramos que La ebriedad y la
vagabundería se considera un delito esto se ve registrado en el libro de Inés Quintero
Más allá de la guerra: Venezuela en tiempos de la independencia, en donde se narra
el caso de José Francisco Hernández, un joven pardo de 26 años que era
sepulturero de la iglesia de Santa Rosalía (Caracas) este es apresado el 3 de
noviembre de 1818, por motivo de quedarse dormido a media noche ebrio en la vía
pública y es sentenciado a dos meses de presidio a los cuales debía dedicarse a
trabajos de obras públicas.

Pero ¿a qué se debe este castigo? Se cree que con este tipo de castigo se cura los
malos hábitos. ¿Por qué la embriagues y los malos hábitos se consideran un delito?
Estos tienden a considerarse un delito porque corrompen y sacan lo peor del
individuo un ejemplo de ello lo podemos encontrar en el mismo libro anteriormente
mencionado, en donde el que se relata que Gregorio Velázquez pardo de 30 años,
de profesión barbero, fue detenido el 14 de febrero de 1817 en Caracas por motivo
de los tremendos escándalos y perturbación social que realizaba estando ebrio, este
es apresado al igual que José Francisco Hernández, pero en este caso particular se
llamó a testigos, uno de los cuales fue Manuel Arteaga quien dijo que aunque
Gregorio Velázquez hace el oficio de barbero no lo ejerce continuamente y el resto
del tiempo hace de vago sin asistir a su mujer ni a sus hijos, además afirm ó, que
alrededor de un año atrás Gregorio Velázquez fue apresado, dado que intentó,
estando en estado de embriaguez, matar a su mujer que estaba embarazada.

También, le robo estando en el mismo estado de ebriedad al declarante en otra


oportunidad una frazada. Así mismo, Felipe Ledezma aseveró el maltrato que
Velázquez hace a su mujer y el que llegó a hacer a su propia madre llegándola a
tomar con una navaja de afeitar. Esto queda ratificado por José Francisco Velázquez
(hermano del delincuente) y Clara López (esposa del delincuente) quien, además,
agrega que, cuando su esposo esta sobrio trabaja en su oficio y la ayuda con la
manutención de sus hijos, pero en los tiempos de embriaguez no le da nada.
Demostrándose de este modo, lo peligrosa que resulta la ebriedad para sí mismo y
para los demás y por qué debe ser controlada.

Para el caso de Velázquez fue sentenciado a pagar servicio durante 6 seis meses en
el hospital militar de Caracas para que dejase el vicio de beber; sin embargo,
transcurridos tres meses, el comisario Fernando López, encargado de velar la
conducta de Velázquez ha encontrado al delincuente en varias ocasiones en estado
de merluza. Lo que se remite a que este sea entregado a un familiar y lo mantenga
alejado de problemas.

Otro caso lo hallamos con el indio José Antonio Rodríguez, quien invita un trago a la
india María Leonor (esposa del esclavo moreno Felipe Meneses) la cual se rehúsa, lo
que produce la amonestación del indio José Antonio y le promulga una ofensa, lo que
lleva a María Leonor a contarle a su marido lo sucedido quien sale en busca del
indio, tras una disputa verbal no se pasa a mayores, en otra oportunidad el indio José
Antonio calentureado por la bebida y la conversación pasada con el moreno, le
comenta a la india María Leonor, que para ella casarse con un esclavo en su tierra
debía pasar por el yugo de 100 latigazos por rebajarse a casarse con un esclavo
inferior a ella, lo que lleva a María Leonor contarle a su marido lo sucedido, quien
sale y apalea al indio cortándole el abdomen y un dedo. Felipe Meneses es apresado
por las autoridades el 6 de noviembre de 1818. En el juicio se determina que la
causa del problema fue la bebida y Felipe Meneses sale en libertad. No obstante,
Felipe Meneses dura 2 dos meses en prisión mientras el juicio es llevado a cabo.

En cuanto al castigo que se impone vemos que no todos sufren suelen sufrir la
misma penalidad. Las variaciones en ello dependen iendo de la posición jerárquica o
jerarquía social del individuo. Un ejemplo lo encontramos con: Antonio Martel
teniente de justicia mayor del Tocuyo quien fue acusado por continuo estado de
intoxicación, fue depuesto de su cargo. Mientras que José Abrantes imputado de
embriaguez en Caracas el 16 de abril de 1819 de profesión platero se le encomienda
a Rafael Díaz con la finalidad de mantenerlo en el oficio previniendo que lo abandone
para entregarse al vicio de la bebida. Demostrando Se puede demostrar, de este
modo, que los castigos variaban según la posición que ocupa cada quien dentro del
estamento social, en el caso del primero el castigo es más severo por la presencia
moral que este tiene dentro de la sociedad.

Así mismo, se encontró el caso José Antonio Olantes, curazoleño de 50 años


cocinero de oficio que fue retenido por la policía el 5 de marzo de 1819. Esta persona
más este es dado en libertad porque según los testigos, cuando se embriagaba este
no herían a nadie ni asía de vago, además no bebía con frecuencia, aquí se nota
algo interesante al parecer la ebriedad cuándo no causa problemas sociales el
castigo del delito cometido disminuye.

De igual forma, se halló que los juegos de carta es son un delito, una muestra de
esto se encuentra en el caso de los señores Dionisio Aristiguieta y Francisco García
que fueron apresados el 26 de enero de 1819 por estar jugando barajas frente a la
carnicería. El jugar se consideraba un delito porque distraía a los hombres de su
oficio y lo incitaba posteriormente al ocio. Prosiguiendo con el juicio realizado a
Dionisio Aristiguieta y Francisco García ambos hombres quedan absueltos por motivo
de que estaban jugando primero para pasar el rato mientras pasaban las personas
que se encontraban por delante de ellos para la compra de carne y segundo porque
ellos ya habían acabado su trabajo y tenían el resto de la tarde libre, en caso de que
estos hombres fuesen hubiesen sido apresados sin a ver haber culminado su oficio
jornada de trabajo, por ser encontrados en este acto en horas laborales hubiesen ido
a prisión o ir a cumplir su condenas en obras públicas, en este caso nos cuenta Inés
Quintero en este libro que las cárceles eran dedicadas a los crímenes mayores y por
ello, esto delitos se pagaban con servicios de obras públicas por un determinado
tiempo.

Por otro lado, el ser vago también se considera un delito un ejemplo de esto se
localiza con Pablo Noguera, pardo libre y jornalero de 32 años que es apresado el 21
de octubre de 1820 en Caracas por vago, en palabras de Estaban Rojas testigo
quien afirma que no se le conoce oficio y que siempre le ha visto paseando en días
laborales y agrega que el resto del tiempo lo invierte jugando a las cartas, este
testimonio agrava el caso de Noguera y no sería el único; a este se le anexa el del
padre Pedro Rodríguez, cura de la parroquia de La Candelaria, quien no solo
confirma lo anterior dicho por Estaban Rojas sino que agrega que este se la pasa
ebrio y paseando de pulpería en pulpería.

Los vagos, ebrios y jugadores debían ser atrapados dado que perturbaban la vida
social como ya se dijo. Además, los alcaldes de cuartel o de barrios, tenían prohibido
dejar en sus ciudades a los vagos y personas que no tuvieran ocupación o ejercieran
un oficio honesto. Y en caso de descubrirse algún vago en la ciudad, el alcalde sería
multado con 50 pesos, la mitad sería para el delator y la otra mitad para el calzado
del ejército o caminos públicos. El dinero recogido en juegos de azar, público s o
privados, seria quitado e invertidos en el calzado del ejército o para los caminos
públicos.

Aparentemente esta noción de delito perdura durante todo el siglo XIX mostrado en
el libro de Luis Rincón Rubio titulado Mujer y honor en Maracaibo a fines del siglo
XIX (1880-1900).

Por otro lado, encontramos en el libro de la historiadora Inés Quintero La palabra


ignorada, la mujer: testigo oculto de la historia en Venezuela, un caso particular
ocurrido a Dominga Ases el 8 de diciembre de 1796 donde quien es golpeada por su
marido Luis Sousa, aparentemente sin motivos, las razones del marido para golpear
a dicha mujer fueron que esta estaba actuando de manera imprudente permitiendo la
entrada a hombres a su hogar mientras este no estaba presente, por lo que
ameritaba un castigo y efectivamente este lo realizó reprendiendo a dicha mujer con
“suavidad” según él, ya que la golpeo con la misma prenda conque castigaban a la
hijita pequeña de ambos, más el medico reportó una serie de moretones y
magullones fuertes realizada a observados en dicha mujer.

El caso no gira en torno al maltrato hecho a la mujer sino si ésta estaba actuando
imprudentemente, y de ser así, el marido debía reprenderla y corregirla por su mal
proceder, lo que exoneraría al marido de todo cargo, más se comprobó la inocencia
de Dominga Ases y el marido es enjuiciado por golpear injustamente a una mujer
libre y el 6 de diciembre 1797 el juez dictaminó que Luis Sousa además del año
pasado en prisión debe pagar 6 seis meses de destierro en La Guaira y correr con
los costos del juicio.

A este caso se le suma, la solicitud de divorcio realizada por Dominga Ases, la cual
no le es concedida porque esto se hacía por la orden eclesiástica la cual tenía de
preferencia que las parejas agregaran sus diferencias y se reconciliaran razón por la
cual casi nunca la concedían. 5 Cinco años posterior al suceso, Dominga Ases
cuenta con 25 años, y se fuga de Caracas en 1803 con José Francisco Barroso
(hombre casado en papel al igual que Dominga Ases) se mudan a la Victoria. Esta
logra salir con la excusa de irse con una tía para escapar de la fiebre amarilla común
en la época, más el 13 de marzo de 1805 el padre Savino denuncia a ambos
amantes por vivir en amancebamiento y el 13 de marzo José Francisco Barroso fue
puesto en prisión más mientras Dominga Ases se salva por encontrarse un poco
enferma y no encontrarse camas en prisión donde ponerla. Luego de esto Dominga
Ases sigue los pasos de José Francisco Barroso para un plan de fuga cayendo sobre
ella un nuevo delito al promover la fuga de un prisionero.

Como se puede apreciar en el párrafo anterior, sobra decir que el vivir en


concubinato era un delito y en caso de cometerlo, ambos cónyuges? eran enviados a
prisión como le sucedió a José Francisco Barroso y Dominga Ases. Y en el mismo
texto se puede valorar que el golpear a una mujer libre no era un delito si era para
reprenderla, a no ser que no tuviese motivo para hacerlo como le sucedió a Luis
Sousa.

En cuanto a los hurtos se encontró que existían dos tipos de estos y consistían en:
uno que sobrepasaba los 100 pesos y el otro, cuando el monto de lo robado era
inferior a esta cantidad. En cuanto al modo de castigo, la ley estipulaba en para los
hurtos mayores, el artículo 26: Excediendo los 100 pesos pero no sobrepasando los
500 pesos, se castigará al individuo con 50 azotes y 2 dos años de trabajo en las
obras públicas. El artículo 27: Cuando el hurto excede los 500 pesos pero no supere
los 1000 se le dará 50 azotes y 4 cuatro años de trabajo en las obras públicas. Y el
artículo 28: Excediendo el hurto de 1000 pesos se le impondrá 75 azotes y 6 seis
años de prisión. Adicionalmente, todo cómplice o encubridor del crimen, además de
recibir el mismo castigo que el agraviante, debía reponer lo robado al agraviado.

Un ejemplo de la aplicación del articulo 28 lo vemos con Isidro Aristeguieta moreno


de 16 años carpintero, quien le robó a Juan José Vaamonde una escribanía portátil
que contenía, según el propietario, 4.000 pesos. Isidro no logró abrir la escribanía
para quedarse con los pesos, fue condenado y se le impuso pagar la multa de 50
pesos para pagar los costos de justicia y se le condenó a 5 años de presidio en la
Guaira.

A su vez, Por otro lado, en caso de realizarse una denuncia y de esta ser falsa o no
contar con suficiente evidencia, el denunciante es castigado; como sucede por
ejemplo con:

Fermín Esquivel de 22 años quien el 14 de julio de 1836 denuncia a Manuela


Ceballos de 40 años vendedora de pan en la plaza Mayor de Caracas acusándola de
robarle un puño de reales y unos panes de trigo, gasto cuyo valor fue estipulado
alrededor de 10 pesos. Sin embargo, este no logra recopilar suficiente evidencia ni
testigos para enjuiciar a la señora, por lo que la señora queda absuelta y Esquivel fue
condenado a pagar 51 pesos por los gastos del juicio y 3 pesos a Manuela por
perjuicios.

Otro caso similar lo encontramos con María Antonia Bolívar y José Ignacio Padrón
denuncia realizada el 8 de septiembre de 1836 por un presunto robo efectuado el 19
de abril del mismo año. Cuando La primera demanda al segundo con la acusación de
haberle hurtado 10.000 pesos, al no existir pruebas contundentes Padrón sale
absuelto, y María Antonia Bolívar debe pagar los gastos del tribunal. No obstante, a
pesar de que los fueros han sido abolidos y no tienen validez en una corte, este
curioso caso nos deja ver un “favoritismo social” dado que María Antonia Bolívar 2
años más tarde de ocurrido el juicio, es exonerada del pago de la multa impuesta por
el juez.

Otro ejemplo de este “favoritismo social” lo encontramos en medio del caso de María
Antonia Bolívar y José Ignacio Padrón, cuando el abogado defensor interroga a la
testigo de María Antonia Bolívar, Irene Aponte a la cual se dice que Padrón le ha
regalado sin motivo aparente 500 pesos, dinero según se dice perteneciente a los
10.000 pesos tomados de la señora Bolívar, y uno de los argumentos utilizados por
Carreño el abogado defensor es desmoralizar a la señora Irene Aponte para hacer
nula su credibilidad, cosa que no se hace con la señora Bolívar luego de blasfemar?
al señor Padrón de ladrón.

De igual forma, se descubrió que en caso de que un esclavo robase, el dueño debía
reponer al perjudicado lo robado y el esclavo no era enjuiciado sino devuelto a su
dueño para que le proporcionara un castigo, un ejemplo de ello se puede encontrar el
7 de septiembre de 1836 con Tomas Frías de 30 años esclavo del señor José Navas,
fue acusado por Bartolomé Silva de robarle 2 burros, en Cagua. Navas indemnizó a
Silva y el juez entregó el esclavo a su dueño para que ejecutase el correspondiente
castigo a su falta.

Bibliografía:

Rincón Rubio, Luis. Mujer y honor en Maracaibo a fines del siglo XIX (1880-1900).
Maracaibo. Universidad del Zulia, Ediciones del Vice-Rectorado Académico, 2010
310 pp.
Quintero Montiel, Inés Mercedes. El fabricante de peinetas: último romance de
María Antonia Bolívar Caracas, Alfa, 2011. 223 p
____________________________. La palabra ignorada: la mujer: testigo oculto
de la historia en Venezuela. Caracas. Fundación Empresas Polar, 2007. 272 pp.
____________________________ Más allá de la guerra: Venezuela en tiempos
de la independencia Caracas. Fundación Bigott, c2008. 256 pp.

Debo agradecer el esmero con el que has trabajado. Este esmero se ve tanto en el
contenido del informe como en su extensión.

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