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EXPLICACION
DE LA
EN QUE SE VIERTE
TOMO I.
MADRID
en la Imprenta de Don Benito Cano.
Año de z 796.
]
PROLOGO.
(a) Hebr. i. i. (b) Joel. 2. (c) ísai. 49. 6. (d) Isai. 5J.
(<?) Rom. 10. (f) Joan. 1. 14. 16. seq. (¿) Rom. 10.
(tí) Math. 28. ij. (») Joan. 20. 21.
III
asi os envió yo , y os doy potestad para que -las
exerzais también vosotros , y perpetuéis el ministe
rio en la Iglesia , comunicando á otros por la im
posición de las manos la misma potestad que habéis
recibido de mí. Y para que los pueblos recibiesen
su palabra no como de hombres , sino como de Dios,
autorizó su misión diciéndoles: el que os oye , me oye,
y el que os desprecia, me desprecia (a); lo qual se de
be entender no solo de aquellos con quienes habla
ba , sino también de todos los que por legítima suce
sión habian de exercer después el cargo de enseñar,
porque á todos prometió que estaría siempre con
ellos hasta el ñn del mundo ib). Es pues necesario
que se sucedan unos á otros los Ministros de la pala
bra para que conserven el depósito de la fe , traba
jen en la consumación de la grande obra de la santi~
ficacion (c) de los hombres, impidan al pueblo que se
dexe ir á la seducción del error, ó á la incertidumbre
de las opiniones humanas , y les contengan en la piedad
y Religión^ y esto no por algún tiempo determinado,
sino hasta que lleguemos todos á la unidad de una mis
ma fe y un mismo conocimiento del Hijo de Dios , ai
estado de hombre perfecto, á la medida de la edad y
plenitud , según la qual Jesu-Cristo debe ser for
mado en nosotros', esto es, hasta la consumación de
los siglos.
Desde el nacimiento mismo de la Iglesia ; aurr en
aquellos dias felices , quando el espíritu del Cris
tianismo brillaba en todo su esplendor, y los Chris-
tianos permanecian firmes á toda prueba en la profe
sión
(a) Luc. io. (¿) Math. 28. (r) Ephes. 4. 8. seq.
IV
sion de la Religión de Jesu-Chrisro , se echó de ver
claramente la necesidad indispensable de la predi
cación de la palabra, no solo para instruir y animar
á los fieles , sino también para conservar la pureza de
la fe una vez encomendada á los Santos (a). Y por
tanto San Pablo exhortaba á Timoteo á que guardase
el buen depósito {b) , porque amenazaban á la Iglesia
de Dios tiempos peligrosos (c), por haber en ella
hombres perversos {d) y seductores, de quienes se
sirve el tentador maligno para pervertir á las al
mas incautas con errores contrarios á la verdad Evan
gélica.
Y efectivamente sé puede decir, que en la suce
sión de los tiempos nunca ha cesado este inexorable
enemigo de suscitar profetas falsos, que siembran
atrevidamente doctrinas varias y peregrinas, que aun
que opuestas entre sí, todas sin embargo conspiran á
manchar, según pueden, la pureza de la fe católica:
y de estos decia el Señor: To no les enviaba, pero
ellos corrían. No les hablaba yo, mas ellos predica
ban (e).
Pero si los Ministros del Señor debieron siempre
velar como centinelas de Israel, predicar, argüir,
instar oportuna, é importunamente; ¿qué deberán ha
cer en estos últimos tiempos, en estos desgraciados
tiempos, en que no parece sino que todas las potes
tades del infierno se han desencadenado, y reunido sus
fuerzas para perseguir la verdadera Religión? La Igle
sia, esta viña plantada por la mano del Señor, se ve ro-
dea-
(*) Jud. 3. (¿) II. Tim. r. (c) Ibid. 3. (¿) Ibid.
(?) Jerem. 23.
V
deada de enemigos, que la acometen y ataltan, destru
yen su cerca , y la abandonan á que los pasageros la
vendimien (a). Los java/íes han salido de la selva pa
ra talarla, y bestias feroces han devorado sus frutos.
Los enemigos del Señor han incendiado y destruido su
herencia. Su fuerza consiste en las máximas impias
que esparcen, y como estas favorecen á las pasiones,
m todas partes hacen prosélitos que se apresuran
por alistarse baxo los estandartes de la libertad , ó
libertinage. Nosotros hemos visto á una de las Na
ciones mas grandes separarse escandalosamente de la
Comunión Romana ; y acaso no hay Reyno alguno
christiano,en donde no haya intentado introducirse
la incredulidad que domina en Francia: de suerte que
la Esposa de Jesu Christo se halla en el dia ennegre
cida por el sol, porque los hijos de su Madre, sus pro
pios hijos, combaten contra ella. ¿Qué barrera pues se
deberá oponer áeste torrente de infelicidades?
Penetrados de dolor los Padres del Concilio de
Trento á vista de los males que en aquellos tiem
pos sufría la Iglesia, juzgaron, que no era bastante
definir contra los hereges los puntos mas graves de
la doctrina católica , sino que además de esto les pare
ció preciso hacer un formulario y método de instruir al
pueblo christiano en los rudimentos de la fe, á el qual
se debiesen arreglar todos los que exercen en la Igle
sia el cargo de legítimo Pastor y Maestro. T á este fin
tuvieron por conveniente , que por autoridad del santo
Concilio se compusiese un libro de donde ¡os Párrocos
puedan tomar reglas ciertas para la edificación de los
fieles j y para que así como es uno el Señor, y una la fe,
así
(a) Ps. 79.
VI
así también sea una y común á todos la norma y modo
de instruir al pueblo christiano en los rudimentos de
lafe, y en los demás oficios de virtud y piedad (a):
y este libro es el Catecismo que llaman del Conci
lio , porque contiene su fe, y se ha compuesto de or
den suya. Y para facilitar mas la execucion de este
designio , los Pares del mismo Concilio encargáron
á los Señores Obispos, que cuidasen mucho de la ver
sión del Catecismo en lengua vulgar, y de que todos
los Párrocos instruyesen por él al pueblo : jQuam
{cathechesim) Episcopiin vulgarem linguamfideliter
verti, atque á Parocbis ómnibus populo exponi cura-
bunt (b). Este ha sido el saludable remedio, que la
Iglesia creyó mas oportuno, para preservar á sus
hijos del contagio del error, y de las divisiones intes
tinas que habia entre ellos , á causa de la zizaña que
el enemigo común habia sembrado entre el trigo. ¿Se
podrá pues omitir al presente su aplicación y uso, ha
biéndose aumentado visiblemente la incredulidad, y
el peligro de seducción?
Sin embargo se observa con dolor, que el amor
& la novedad , dice el Papa Clemente XIII , casi ha
desterrado ya en estos tiempos de las manos de los
Párrocos este libro compuesto con mas que mediano
trabajo y desvelo , aprobado por el consentimiento de
todos , y celebrado con sumos elogios , aplaudiendo
ya unos, ya otros Catecismos , de ningún modo dignos
de ser comparados con el Romano : de donde han dima
nado dos males $ el uno , haberse como desvanecido
aquella uniformidad de observar un mismo método en
la
[a) Prooem. Cath. Rom. n. 8. (¿) Sess. 24. de Rcform. c. 7.
_ VlV
la enseñanza , y con esto se dió álos'peqüeTmeks algún '
género de escándalo, parecíéndoles que ya no morm
en tierra de un mismo idioma y lenguage: el otro , ha
berse originado de los varios y diversos modos de en- '
señar contiendas y disensiones (que es la cosa mas per
niciosa ) , capaces de extinguir los frutas que es razón
perciban losfieles de la enseñanza christiana. Por tan
to , para desterrar estos dos males de la Iglesia, he
mos creído deber volver á aquel estado, de qu¿ al
gunos con consejo poco prudente , y otros ¡levados
de su soberbia , por jactarse de mas sabios en la
Iglesia , habían apartado tiempo ha al pueblo fiel:
y resolvimos poner de nuevo en manos de los Curas
de almas el mismo Catecismo Romano , para que del
mismo modo con que antiguamente fue confirmada la
fe católica , y fortalecidas las almas de los fieles en
la doctrina de la Iglesia, que es la columna de la ver
dad {a), sean también ahora por el mismo camino apar
tadas , quan lejos se pudiere , de las opiniones nue
vas, á las quales ni favorece el unánime sentir, ni
la antigüedad. Mayormente quando el Catecismo Ro
mano abraza toda la doctrina en que es menester ins
truir á los fieles , y que con palabras muy claras y
distintas se propone esta misma doctrina para el fia
de enseñarla públicamente al Pueblo (b).
Tales han sido las piadosas recomendaciones con
que la Iglesia deseosa siempre de la unidad , ha ex
hortado y recomendado altamente á todos los Pár
rocos del Orbe católico el uso del Catecismo Ro-
ma-
[a) "L Tim. 3. [b) InBrer. ed. pcstrid. ¡d. Jun. acu 1761. J
Tom. I. 9
VIII
mano (a). Nosotros, á la verdad , no podemos ménos
de alabar el zelo santo con que á porfía se ha tradu
cido á nuestra lengua este precioso libro en cumpli
miento de una parte del decreto del Concilio Triden-
tino$ ¿pero se ha obedecido igualmente á la otra par
te del mismo decreto, esto es, se ha conseguido por
este medio que los Párrocos expliquen por él al pue
blo la doctrina cristiana? No advertimos al con
trario con mucho dolor, que se prefieren otros libros,
que no son dignos- de ser comparados con el Catecismo,
ó por lo ménos que no tienen tanta recomendación y au
toridad como él? Para impedir, pues , quanto está de
nuestra parte esta injusta preferencia, hemos pensa
do en formar una obra muy acomodada , y la mas
á propósito para facilitar insensiblemente á los Pár
rocos el uso del Catecismo Romano. A este fin dare
mos vertida en ella toda la doctrina de dicho Catecis
mo, no seguidamente, porque esto mas bien seria
transcribir, que escribir de nuevo j sino con las in
terrupciones que pida el encadenamiento de los dis
cursos y el orden que nos hemos propuesto seguir en
ellos, para arribar á una explicaciom metódica de
las quatro partes en que dividiremos la doctrina
cristiana , y á qué se reduce ciertamente todo lo
que enseña la sagrada Escritura: y son el Credo ó
Símbolo de los Apóstoles , los Sacramentos, el Decá-
. ' lo*
- ( /) Brev. S. Pii V. ed. an. 1566. Bul. ejusd. ed. 6. idus Mart
ín. 1570. alia ed. 3. Kalend. Jun. an. 1569. alia ed. pridie idus Julii
an. 1570. Greg. XIII. in Brev. ed an. 1593. ^reg. XV. ap. Conc.
Aquileiense. Vide Conc. 4. Milán, sub S. Carol. bab. 1676. 3. p.
Conc. Qrem. hab. 1603. Tárant. bab. 1609. 1
logo , y la oración del Padre nuestro (a).
Pero como el Catecismo Romano no es mas, según
sus mismas expresiones que un método ó norma
para exponer al pueblo la doctrina christiana, los sa
bios varones que le compusieron remiten con freqüen-
cia á los Curas de almas á las puras fuentes de la Es
critura y de los Santos Padres, para que amplien y
extiendan por sí mismos dife remes puntos, que ellos
no hacen sino apuntar y tocar en él : y he aquí lo que
tal vez ha sido causa de que no se haya dado el de
bido cumplimiento á la segunda parte del sobredi
cho decreto del Tridentino, porque en realidad mu
chos Pastores no se hallan con todas las aptitudes ne
cesarias para desempeñar dignamente este encargo:
por lo qual hemos querido prevenirles este trabajo, y
darles estos mismos puntos ampliados y extendidos,
añadiendo al mismo tiempo muchas reflexiones, y aun
instrucciones enteras concernientes ya á la explica
ción del Dogma, ya á la reforma de las costumbres,
que procuraremos no perder jamas de vista : porque
creemos justamente que un Párroco no debe con
tentarse con ilustrar el entendimiento de los fieles, sin
inflamar también su voluntad 5 debe exponerles las
verdades de la fe, y hacérselas amables; mostrarles
la luz, y enseñarles el uso que deben hacer de ella
para conducirse á Dios, y rectificar sus acciones, de
suerte que sus instrucciones no deben ser puramen
te doctrinales, sino también morales. De este prin
cipio se deduce como naturalmente la obligación que
tienen los Párrocos de explicar á los fieles el Sántó
Evan-
(a) Prxm. Qtkec. n. 12. et 13. (b) Ib», u. 8.- •
b2
X
Evangelio, en el qual se nos enseña no solamente
el Dogma, sino también las reglas de Ja mas sana
moral: obligación, que nos ha inspirado el pensa
miento de proporcionar en alguna manera á los Cu
jas de almas el desempeño de ella, poniendo á lo últi
mo de esta obra los Evangelios de las Dominicas y
Fiestas principales de todo el año traducidos á nues
tro idioma, con las remisiones mas oportunas á los lu
gares de ella que digan relación con la materia del
Evangelio del día. Por lo demás el estilo será en todo
conforme á la naturaleza de los discursos ó instruc
ciones, y al fin que nos hemos propuesto en ellas. Sa
bemos que unas instrucciones doctrinales compuestas
para la enseñanza del pueblo exigen esencialmente un
estilo llano y sencillo, como el mas á propósito y aco
modado á la capacidad del común de los fieles, cuya
mayor utilidad debemos promover, y jamas nos apar
taremos de esta regla. Porque sea lo que fuere de la
delicadeza del gusto de algunos ilustrados del tiem
po, no hay duda que en semejante género de obras no
.tanto se debe atender á la belleza , quanto á la facili
dad y claridad de la expresión.
Felices nosotros, si los Curas de almas lograsen
por medio de nuestros trabajos instruir perfectamente
á los fieles, de suerte que puedan darse á sí mismos á
.Jo me'nos después de un cierto espacio de tiempo, el
testimonio tan lleno de consuelo que se daba el Após-
lol,, y de que tomaba á Dios por testigo, hablando á
los Sacerdotes de la Iglesia de Efeso {a), á saber,
que nada habia emitido en su instrucción de lo que les
i. era
{a) Actor. ;o. aq.
XI
«ra lítil, y con venia qué supiesen 5 y en esto creia
haber empleado bien los tres años, que habia con
sagrado enteramente á la instrucción de esta Iglesia.
Nada sin duda mas dulce para un Pastor que ha go
bernado algunos años una Parroquia, que el poderse
dará sí mismo un testimonio semejante. Felices noso
tros, vuelvo á decir, si contribuyésemos á este con
suelo, ayudando en su penoso trabajo á los Pastores
zelosos, y facilitándoles con nuestras instrucciones la
execucion de un designio tan importante para el bien
de las almas, de que están encargados.
Porque en efecto no pretendemos sino ayudarles
en el trabajo Pastoral, que miramos con el mayor res
peto, y en que deseamos tener parte , ó suplir lo
que no siempre les permite hacer la multitud de ocu
paciones en que les empeña la necesidad de la caridad
que les hace ser todas las cosas para todos.
No escribimos para instruirles 5 al contrario no
sotros quisiéramos aprender de ellos; sino para fa
cilitarles , como hemos dicho, la instrucción que el
Concilio de Trento quiere que den á los fieles que les
están encomendados, y á quienes son deudores, á
los pequeños como á los grandes, á los pobres como
á los ricos, á los ignorantes como á los sabios, y mas
que á los sabios. Nada hallarán de nuevo para ellos
en las instrucciones que han de componer esta obra$
ni las instrucciones en materia de Religión deben ha
cer mas que desenvolver y explicar la fe, y la ver
dad antigua , porque debemos huir en todo la novedad
aun en las voces , como San Pablo escribe á Timoteo.
Por tanto nada diremos en ellas que no sea tomado
de la Escritura, y de los Santos Padres, del Conci
lio
XII
lio de Trento, de su Catecismo, y de los Autores mas
clásicos que tenemos á mano: y esperamos que no
solamente sean útiles á los Párrocos para el desem
peño de su ministerio , sino también á los particula
res que quieran leerlas por sí mismos. Pero estamos
muy distantes de querer por esto apartarles de reci
bir las instrucciones christianas de boca de sus pro*
pios Pastores. Este es un ministerio privilegiado de
los Curas de almas, y el canal ordinario establecido
por Dios para la comunicación de la verdad, y la
luz. Los demás pueden muy bien ser sus Precepto
res , y ser también en gran número, mas no sus Pa
dres en Jesu-Crkto (a). Léjos de retraerles de sus Par
roquias, en donde el Pastor como Padre común dis
tribuye á sus hijos el pan de vida con sus instruccio
nes, las quales van acompañadas de la bendición par
ticular unida á su ministerio,- exhortamos encareci
damente á los fieles á que asistan á ellas con la mayor
freqüencia, siguiendo el orden establecido desde el
principio, y tan antiguo como la Iglesia misma, ó á
lo menos, como la distribución ó división del rebaño
de Jesu-Christo en Parroquias particulares. Recono
cemos lo mucho que contribuye esta práctica á la
reforma de las costumbres del pueblo, y deseáramos
que se promoviese quanto fuera posible. No obstante
todo esto, nuestras instrucciones podrán servir de lec
tura muy útil á los particulares , para traer á la me
moria las que hubieren oido de boca de sus Pasto
res j para suplir á las que no hubieren podido asistir
algunas veces ; y para entender con mas quietud y
re-
{a) I. Cor. 4. if.
XIII
feflexíonlas que no hubieren podido comprehender por
la rapidez con que muchas veces se pronuncian los
discursos.
Igualmente tenemos motivos para esperar, que
será muy útil á los padres y madres el hacer leer
estas instrucciones á sus familias, á quienes deben
instruir particularmente sobre las importantes ver
dades de la Religión , de que depende la salvación de
los que conducen, y de los que son conducidos. A la
verdad, es una cosa vergonzosa (a), según dice el Chry-
sóstomo, que empleándose tantos cuidados y des
velos para formar á los hijos en las ciencias, y dis
ponerles para los empleos humanos, se cuide tan
poco de conducirles á la virtud, la qual es mucho
mas difícil que todos los empleos, porque tiene mas
obstáculos interiores , y exteriores que vencer: y ved
abí la causa de que los hijos salgan perversos. Con
la lectura , pues, de estas instrucciones evitarán los
padres el que se pierdan sus hijos por la ignoran
cia de las verdades de la salud, y que sean del nú
mero de aquellos infelices que tomando las tinieblas
por Ja luz, y el mal por el bien, andan sin temor por
un camino que les parece recto, pero que les conduce á
la muerte (b)í y evitarán asimismo su propia perdi
ción, á que les conduciría la negligencia y descui
do de instruirles.
Pero (no puedo callarlo) se nos dice : ¿Qué ne
cesidad tiene el Reyno de esta Obra , ni qué utili
dad podrá sacar de ella? Habiendo ya tanta copia
de
(a) Líb. 3. adv. Opuga. Vit. moaatt. n. 4. et j.
(¿} Prov. 16. 25.
XÍV
de impresos sobre ías materias que nosotros quere
mos tratar producidos con el mayor primor, no de
bemos cometer Ja injusticia de fatigar al Público con
nuevos libros sobre unos mismos asuntos, y que no
tienen tanto mérito como los que están ya impresos.
Si para responder á esta objeción , y justificar el
designio de publicar esta obra, fuera necesario re
levar su mérito sobre las otras que corren ya impre
sas acerca de la misma materia, desde luego desis
tiríamos de nuestro empeño, y la suprimiriamos con
mucho gusto. Mas sin entrar en esta comparación, se
puede responder lo i.° Que no tenemos noticia de im
preso alguno en que se vierta la doctrina del Cate
cismo Romano, y se amplíen al mismo tiempo los di
ferentes puntos, que el mismo Catecismo remite á los
Párrocos para su extensión , lo qual se executa en es
ta Obra, á fin de facilitar á los Párrocos el uso del
Catecismo conforme á los deseos del Concilio de Tren-
to: asi que el designio de ella viene á ser totalmen
te nuevo, y por consiguiente la objeción fuera de
propósito. 2.0 Es indubitable , que la utilidad de los
libros no depende precisamente de su mérito real y
absoluto, es decir, de lo que tienen en sí mismos de
bueno y estimable; sino que depende también de la
proporción que tienen con el espíritu y disposiciones
de los lectores, lo qual se puede llamar mérito rela
tivo 5 pues sucede muchas veces, que los mejores li
bros por falta de esta proporción no son los mas úti
les. Y por esto deseaba San Agustín {a) , que se es
cribiesen muchos libros sobre unas mismas materias,
por-
(.í). De Trin. 1. x. c. 3. a. x.
XV
porque no debiéndose esperar qué unos mismos libros
agraden á todo el mundo, seria muy útil, que unos
fuesen leídos con gusto por unos, y otros por otros. .
Hay en los hombres diferentes luces, diferentes
inclinaciones, diferentes gustos, y diferentes preven
ciones que producen en ellos una prodigiosa diver
sidad de juicios, y de aquí nace que se agradan, se
fastidian , ó se enfadan de los libros por muy diver
sas razones sólidas, ó no sólidas, verdaderas, ó falsas;
y sucede á veces que para no leer un libro sea bas
tante el que haya diez años que se ha publicado, y
bo se hable ya de él en las conversaciones del mun
do. Que en esto haya mas de fantasía que de razón,
no es del casoj porque la razón y caridad dictan que
nos debemos acomodar á estas fantasías de los hom
bres, ó usar de cierta condescendencia con un defec
to, que no es posible remediar, siempre que se con
siga que la verdad pueda hallar entrada en el espíri
tu de todos los hombres , presentándose á ellos baxo
diferentes formas, de las quales unas agraden á unos,
y otras á otros.
No es, pues, necesario, quando se publica un es
crito, creer que sea mejor y mas ventajoso que los
otros ya impresos, porque esto seria una presunción
muy grande, y es bastante creer que puede ser propor
cionado con el espíritu de algunos Lectores, y serles
útil por esta proporción. Ni se condenan tampoco los
libros antiguos, quando se publican otros nuevos,
sino que se quiere suministrar un nuevo medio á los
que tuvieren gusto en leerlos de no ser privados de las
verdades que contienen. Dios no se estrecha á ilustrar
á los hombres únicamente por los caminos mas exce-
Tom. I. c len
XVI
lentes, sino que se sirve para esto dé muchos y muy
diferentes medios. Por tanto , sin preferir y aun sin
igualar los libros nuevos á los antiguos, es bastante
que haya lugar de creer que Dios se puede servir de
ellos para comunicar á algunas personas el conoci
miento y amor á las verdades que en ellos se encier
ran, para darlos sin temor al público. Consiguiente
mente todo lo que se puede alegar contra el mérito de
nuestra obra no nos debe detener, para darla á luz,
supuesto que no impide que debamos esperar que pue
de ser útil á los que la leyeren, y que asimismo la lean
con algún suceso, aunque ella no sea la mejor, por
que est quídam etiam in bujusmodi rebus fortuna'^
quídam merentur famam , quídam habent.
En fin aunque un Escritor está obligado á observar
diversas reglas respecto de Dios en la publicación de
sus libros, para que ésta le sea agradable } pero res
pecto de los hombres no hay propiamente sino una
que sea enteramente indispensable, y es que nada se
contenga en ellos que pueda dañar á quienes los leye
ren, corrompiendo su espíritu con máximas pernicio
sas, y esto es lo que se ha procurado observar en es
ta Obra con todo el cuidado posible. En lo demás son
disimulables sus defectos, los quales comunmente no
impiden el suceso de los libros.
Quiera Dios, que es el Autor de todo bien, ben
decir nuestros trabajos, y hacerlos dignos de que me
rezcamos por ellos los inefables bienes, que serán pa
ra siempre la herencia de los verdaderos hijosüel Se
ñor, y de los fieles ciudadanos de la celestial Jeru-
salen. Amen.
L\T
XVII
INDICE
Prologo I.
Instrucción primera preliminar. Nada nos es mas
necesario ni mas útil , que instruirnos en la
Religión pág. . i.
Primera parte de la Doctrina Christiana. Del
Credo , ó Símbolo de los Apóstoles.
Instrucción II. Del Símbolo y de su uso. ... 10.
Instrucción III. Sobre el primer Artículo del
Credo. Creo en Dios Padre Todo -poderoso,
Criador del Cielo y de la tierra ijr.
Instrucción IV. Sobre las palabras del primer
Artículo : Creo en Dios Padre.
Diferentes sentidos en que conviene á Dios el
nombre de Padre : y de la primera persona de
ta Santísima Trinidad. . . . 32.
Instrucción V. Sobre las mismas palabras: Creo
en Dios Padre.
Del misterio de la Santísima Trinidad. .... 40.
Instrucción VI. Sobre las palabras del primer
Artículo del Símbolo: Creo en Dios Padre
Todo -poderoso.
Omnipotencia de Dios 47.
Instrucción VII. Sobre las últimas palabras del
primer Artículo del Credo: Criador del Cielo
y de la tierra.
Creación del Universo 54.
Artículo segundo del Credo. Ten JesuChris-
C2 to
XVIII
to su único Hijo Nuestro Señor.
Instrucción VIII. Sobre estas palabras : T en
Jesu-Cbristo.
De la fe y conocimiento de Jesu-Cbristo. ... 6/.
Instrucción IX. Sobre las mimas palabras: T en
Jesu-Cbristo. ,
"De los nombres de Jesús, y Christo 74.
Instrucción X. Sobre las palabras del segundo
Artículo: Y en Jesu-Christo su único Hijo.
Jesu Cbristo Hijo de Dios, y verdadero Dios. . 84»
Instrucción XI. Sobre las últimas palabras del
segundo Artículo : Nuestro Señor 92.
Artículo tercero del Credo. Que fué concebido
por el Espíritu Santo, y nació de Santa Ma
ría Virgen.
Instrucción XII. Sobre las palabras del tercer
Artículo: Que fué concebido por virtud del
Espíritu Santo. . 101-
nstruccion XIII. Sobre las últimas palabras del
< tercer Artículo : T nació de Santa María
Virgen,
Nacimiento del Salvador I IO.
Instrucción XIV. Sobre las mismas palabras del
tercer Artículo : T nació de Santa María Vir
gen.
Virginidad perpetua de la Madre de Dios. . . . 118.
Artículo quarto del Credo. -Padeció debaxo del
poder de Poncio Piloto, fue crucificado, muer
to y sepultado. ' 1
Instrucción XV. Sobre las primeras palabras
. del Artículo quarto: Padeció debaxo del po
der de Poncio Pilato. . . . ......... 125-
.. . Ins-
XIX
Instrucción XVI. Sobre las mismas palabras del
Artículo quartu: Padeció debaxo del poder de
Pondo Pilato.
Continuación de la Pasión de Jesu-Christo desde
el monte de los olivos hasta el Calvario. . . 135.
Instrucción XVII. Sobre las palabras del quar-
to Artículo: Fué crucificado.
Jesu-Christo crucificado 144.
Instrucción XVIII. Sobre las mismas palabras
del quarto Artículo: Jesu-Cbristo fué cruci
ficado.
M.i xfmas importantes que Jesu-Cbristo nos en
seña desde la Cruz . . . 154.
Instrucción XIX. Sobre las palabras del quarto
Artículo: Jesu Chisto fué muerto.
Verdad, y frutos de la muerte de Jesu Christo. . 164.
Instrucción XX. Sobre las últimas palabras del
quarto Artículo: Jesu Christo- fue sepul
tado ijri.
Artículo quinto del Credo. Descendió á los In
fiernos, al tercero dia resucitó de entre los
muertos.
Instrucción XXI. Sobre las primeras palabras
del Articulo quinto: Descendió á los In
fiernos 180.
Instrucción XXII. Sobre las últimas palabras del
Artículo quinto: Al tercero dia resucitó de
entre les muertos 188.
Instrucción XXIII. Sobre las mismas palabras
del Artículo quinto del Credo: Resucitó de
entre los muertos.
Resurrección espiritual. iejr.
Ar-
XX
Artículo sexto del Credo. Subió á los Cielos,
y está sentado á la diestra de Dios Padre To
do poderoso.
.Instrucción XXIV". Sobre las primeras palabras
del Artículo sexto: Subió á los Cielos. . . . 205.
Instrucción XXV. Sobre las últimas palabras del
Artículo sexto: 2" está sentado á la diestra
de Dios Padre 216.
Artículo séptimo del Credo. De alliha de venir
á juzgar á los vivos'y á los muertos.
Instrucción XXVI. Sobre el Juicio universal. . 226.
Instrucción XXVII. Sobre el mismo Artículo
séptimo del Credo.
Juicio particular. . -. . 240.
Artículo octavo del Credo. Creo en el 'Espíri
tu Santo.
Instrucción XXVIII. Sobre la Divinidad del Es
píritu Santo 249.
Instrucción XXIX. Sobre las operaciones , y efec
tos del Espíritu Santo. 260.
Artículo nono del Credo. Creo la Santa Igle
sia Católica, y la comunión de los Santos.
Instrucción XXX. Sobre las primeras palabras
del Artículo nono: Creo la Santa Iglesia Ca
tólica. 269.
Instrucción XXXI. Sobre las mismas palabras
del Artículo nono.
Propiedades de la verdadera Iglesia 280.
Instrucción XXXII. Continuación del mismo
asunto. 290.
Instrucción XXXIII. Continúase el mismo asun
to, y se hace ver que la Iglesia es verdade
ra
XXI
ramente Apostólica . .... ¡298.
Instrucción XXXIV. Sobre las ultimas palabras ,<¿
del Artículo nono ; Creo la comunión de los
Santos. ....... . 30^,
Instrucción XXXV. Sobre las mismas palabras
del Artículo nono, •. ,
De la intercesión é invocación de los Santos, . . 318,
Instrucción XXXVI. Sobre la oración por los . *
Difuntos. . . y., vv .... » w . ^ . ? ... 32^.
Artículo décimo del Credo : Creo el perdón de
los pecados. ' . ,.' '• ■ .. ' '
Instrucción XXXVJL De la potestad que Je- . .
su-Cbristo ba dado á la Iglesia para perdo
nar los pecados. iu>ri.l(t '. T y ,; .. ¿' ; V
Artículo undécimo del Credo : ha Resurrección
de la carne. 1 •VjL'",T *»-"■ '; -u '-:<H
Instrucción XXXVIII. £<? la véVdad y utilidad'■ • 1
</e ¿ífe Artículo. . , . . . . ..í. , ..344.
Artículo duodécimo del Credo : T la vida per^ ■ . ...
durable, ; '«.u'úl-jV.-X '.¿.- ,"í
Instrucción XXXIX. , . . * ?. r m',j . '. ... ^355.
Instrucción XL. Sobre el mismo Artículo. 365,
■ . . • . A .--a .n; r»
. " - 1 •' ' ■ ' 1 1 V .1 . . * " * *\
.ir. ■ >
COR-
.i -
CORRECCION DE ERRATAS DEL TOMO I
\
t
. PRIMERA PARTE
DE LA DOCTRINA C H R I S T 1 A N A.
• . INSTRUCCION n.
lo) Lib. I. cont. bxres. cap. i. & 3. (b) Lib. de Prarscrípt. cap, 37.
(c) Ep. ad Syriac. Pap. (</) Ep. ad Pammac. contr. crr. Joan. Jo-
roso I. (e) Serm. i8i.detemp. (/) Ep. 13. ad Pulcher. .
ig) Joaa. 16. t. 13. t. 4¡J
B 2
ia J - -Instrucciones
títulos , 6 doce sentencias que comprehende el símbolo? ¿Qué
gozo para los sabios el ver recopilado en pocas palabras to
do lo que han leído en las Escrituras , y han aprendido de
la tradición?' ,; ■
2.* En efecto los doce artículos, ó las doce verdades com-
prehendidas en el símbolo , son otros tantos oráculos, ó otras
tantas piedras preciosas sobre que está fundado el edificio
de nuestra fe ; otras tantas fuentes de agua viva que re
frigeran á Israel , figuradas en la Escritura por las doce
fuentes de>Elim{¿>). Verdades en que se cifra todo lo que
Dios ha hecho en nuestro favor como Criador , y como Pa
dre , como Redentor y Salvador , como Juez y Glorificación
todo lo que pertenece al Padre adorable , á su Hijo unigé
nito y al Espíritu Santo : la adorable Trinidad , la Encarna
ción del Verbo , el mysterio de nuestra Redención , el esta
blecimiento de la Iglesia : en fin todo lo que ha sido figura
do en el antiguo Testamento , y cumplido en el nuevo.
- ¿Qué ha hecho la Iglesia en sus Concilios sino desen
trañar estas divinas verdades , y defenderlas contra los ene
migos de la fe ; explicar mas distintamente lo que creia obs
curamente (c) , defender con zelo lo que creia con simpli
cidad , consagrar nuevas expresiones para conservar el senti
do del símbolo , y para prevenir , y destruir las falsas inter
pretaciones con que los hereges pretendian corromperle? De
esta fuente ha bebido la Iglesia su doctrina en todas las oca
siones. Porque , como dice San León , el símbolo- es una es
pada , que basta por sí sola para exterminar todas las beregtas .
Es un compendio , dice San Agustín (e), que abraza toda la
extensión de la fe católica. Competidlo (/) simple , corto , y
perfecto. Simple para proporcionarse á /.« rudeza de los igno-
norantes ; corto para facilitar la memoria de él ; perfecto para
instruir plenamente. ■ - * «i*»- ' A •■:
3.0 Sí, católicos, el símbolo combate todos los errores, y
!< ¡" " * c • .- .«t- . • ..-«»• es
(a) Apocal. ai. r. 14. (3) É*od. r¿. «7. (c) Vincent. Lirio.
Com. 1. (d) Ep. 13. (?) Lib. 1. de fid. & sijub. cap. 1. {/) Sera**
de temp. -v -
sobre el Catecismo. Parte T. 13
es por tanto la señal preciosa que distingue al fiel del in
fiel , al soldado de Jesu-Christo , del que es soldado del de
monio , y desertor de la fe. Los Apóstoles , dice San Maxi-
iro (í¿) , queriendo armar á la Iglesia contra el furor del de"
monio , y contra la malignidad de sus emisarios , la han sumi
nistrado el símbolo : preveían , que baxo el nombre ckristiano,
se verian algún dia diversas sectas de diferente creencia ; y
han formado el símbolo , para que fuese como el sello de la fe,
como la piedra de toque que sirviese para discernir al fiel del
enemigo de la fe : han querido que se mirase como extraño á
la Religión , y como enemigo de la Iglesia , á quaiquiera que
después del bautismo ignorase los misterios del símbolo , ó que
corrompiese la pureza de ellos con el veneno de la heregía.
Tal es fieles el divino símbolo que se nos propone para
nuestra creencia : divino en su origen , porque el espíritu
Santo le dictó á los Apóstoles , habiéndoles inspirado el de
signio de enseñarle á los fieles : divino en su plenitud , por
que él solo basta , como dice San León , y comprehende todo
lo que Dios nos ha revelado : divino por la facilidad de
aprenderle , y llevarle consigo á todas partes. Veis ahí su
excelencia : veamos guál debe ser su uso.
1. p. Por la naturaleza del símbolo , y por el fin que los
Apóstoles se propusieron para formarle , se comprehende fá
cilmente que el uso que debemos hacer de él , es saberle per
fectamente , rezarle freqüentemente , y creer firmemente las
verdades que contiene.
i.» En efecto los Apóstoles no fueron destinados para
Maestros nuestros sino para que nosotros fuésemos sus discípu
los; y en vano nos hubieran enseñado esta lección importante, si
nosotros no debiésemos aprenderla. Pero los Apóstoles supo
nían esta obligación, y por tanto ellos formaron el símbolo tan
compendiado, y t.-.n corto, que pudiese ilustrar el entendimiento,
sin cargar la memoria Así la Iglesia en todos tiempos ha
mandado á sus hijos que se instruyan en él , á los Pastores que
se le expliquen á sus ovejas, á los^padres y madres que le ense
ñen
(«) S. Maxim, serna, de sim. (¿) Setm. uy. de temp.
14 Instrucciones
ñen á sus hijos , á los padrinos y madrinas que le inculquen
incesantemente á las personas que presenten al bautismo.
Nada es mas cierto., por consiguiente que esta obliga
ción de aprender el símbolo. San León dice (#) , que á nin
guno es permitido el ignorarle. San Máximo (b) cuenta en
tre los enemigos de la fe á los bautizados que le ignoran.
Santo Tomas (c) gradúa esta ignorancia de pecado mortal.
San Carlos (i) quiere que se niegue la absolución al que no
supiere los Artículos á lo menos en quanto á la substancia.
Y un Sínodo Provincial declara por indignos de la absolu
ción , é incapaces de los Sacramentos , especialmente de la Eu
caristía y Matrimonio, á los que ignoran el símbolo (e). To
dos , pues , debemos saberle. Y no es bastante que sepamos
sus palabras , y las retengamos en la memoria , sino que de
bemos entenderlas , esto es , debemos saber qué verdades en
cierran , y debemos saber estas verdades , de manera que po
damos distinguirlas del error : sin esto el símbolo seria
para nosotros un libro cerrado sin uso alguno.
2.0 El segundo uso que debemos hacer del símbolo es
rezarle freqüentemente. La Iglesia misma para inspirar á sus
hijos esta santa práctica , ha dispuesto que se rece en el
oficio de la noche , de la mañana , y de la tarde , para de
notar , dice Santo Tomas (/) , que por la luz del divino sím
bolo se disipan todos los errores pasados , presentes , y futuros.
Igualmente ha mandado , que se rece en voz baxa en los
oficios , para traernos á la memoria , que en los primeros
siglos ocultaba el símbolo á los infieles , y porque no se di
vulgase entre ellos , no se permitía escribirle , sino que ca
da uno estaba obligado á grabarle en su corazón , como di- -
ce San Gerónimo (g) , lo que hace ver su importancia , y
dignidad. Y si en el sacrificio de la Misa se canta en voz al
ta el símbolo de Nicea , ó de Constantinopla , que en subs
tancia es el mismo que el de los Apóstoles , es porque á es
ta
(<j) Loe. sup. cit. (i) Serm. de simb. (c) a. a. qusst. i. art. 7.
(</)-Conc. Mediol. 5. vid. Act. Eccles. Mediol. q. 4. (*) Conc Ca-
mer. tit. 11. cap. 6. (f) a. *. q. i.art. o. {g) En. ad Paramach.
sobre el Catecismo. Parte I. i<
ta parte del sacrificio no asistían sino los fieles.
Pero no solamente debemos rezar el símbolo en los divi
nos oficios, sino con mayor freqüencia , y en todas ocasiones,
como lo recomiendan los Padres. San Ambrosio exhorta á
su hermana á rezarle muchas veces por la mañana quando se
levanta , por la noche quando se acuesta-, y á mirarse en él fre-
quentemente como en un espejo , para reconocer allí su fe . y exa
minar si es verdaderamente fiel (a). San Agustín da el mismo
consejo á los catecúmenos (¿) , y generalmente amonesta á
todos que jamas se cansen de rezarle (c). Y para quitar to
do pretexto á la' negligencia , añade : No digáis , ya le he
dicho ayer , ya le he dicho hoy , siempre le digo , estoy plena
mente instruido de. él. Acordaos sin cesar de vuestra fe (di), con
tinua este Santo Doctor , miraos en el símbolo como en un es
pejo , ved si creéis verdaderamente lo que exteriormente hacéis
profesión de creer. Buscad todos los Mas vuestro consuelo , y
vuestro gozo en esta prueba de vuestra fe. Que el símbolo sea<
vuestra riqueza , y vuestro vestido. Toáoslos dias vestís vues
tro cuerpo, haced lo mismo con el alma, rezando el símbolo.
Nuestra fe es á- un mismo tiempo el hábito que nos cubre , y la
coraza que nos defiende , el hábito que nos cubre la desnudez,
la coraza que nos defiende iontra los ataques del enemigo , y
nos hace impenetrables á sus tiros.
3.0 Rezad, pues , amados fieles, rezad el símbolo con
fteqüencia , pero rezadle de una manera útil , esto es con
atención, y devoción. ¿Porque de qué serviría rezar fre-
qüenternente esta oración divina , si no se reza con uná seria
«tención , no solamente á las palabras que la componen, sí-
no también á las verdades que explica? ¿Seria honrar á Diós
el rezarle con un espíritu disipado , y distraído á otras co
sas? ¿Seria instruirse á sí mismo y dar testimonio á Dios de
«ufe? ]Ah! Rezar el símbolo sin atención , seria irritar á
Dios por el desprecio y profanación de una cosa tan santa;
seria privarse voluntariamente á sí mismo de todo el frutb
que
(o) Lib. 3. de Virgin, (£) Lib. de simb. ad Cathec. init.
(c) Lib. 5. Horo. 42. (d) Serna. 59. sup. Mata.
■
16 Instrucciones
que se puede sacar de una lección tan saludable. Los Após
toles nos dieron el símbolo para que contemplásemos en el,
como en un espejo , nuestra fe : y sí le hicieron corto pa
ra aliviar nuestra memoria , explicaron en él las verdades
mas sublimes con términos claros é inteligibles , para faci
litar nuestra atención , de suerte que estas verdades divi
nas nos instruyan , nos fortalezcan y defiendan de nuestros
enemigos. ¿Pero qué instrucción , ni fortaleza sacaríamos de
él rezándole sin atención? No , no se debe rezar así. Todas
sus palabras son otros tantos misterios , otros tantos orácu
los : luego se debe rezar con la atención que es debida á los
oráculos mas santos.
Ni es bastante rezarle con atención , es menester rezar
le también con devoción , para que nuestra confesión de
fe sea saludable («). La Iglesia no exige de sus hijos el re
zo del símbolo como un vano cumplimiento , sino como un
justo tributo de su fe , como un testimonio auténtico de su
creencia , como un sacrificio de sus labios á quien debe
acompañar el corazón. Por esta razón le hacia rezar públi
camente á los. catecúmenos ántes de admitirles al bautismo,
que es el Sacramento de la fe : por esta razón le hace re
zar á los padrinos en nombre del infante que presentan al
bautismo ; y por la misma razón le hace cantar en la Misa
después del Evangelio , confesando públicamente las verda
des que se acaban de anunciar, y comienza por él la parte
de la Misa que se llama de los fieles.
¿Qué frutos no produciría este divino símbolo , si se re
zase con una fe viva y devota? ¿Qué gozo no recibiría núes-,
tro corazón con la memoria , y creencia de estas verdades?
¿Qué fuerza para vencer á nuestros enemigos? Recemos,
pues , el símbolo con aquella fe con que el ciego de naci
miento dixo á Jesu-Christo : Te creo Señor , y al mismo tiem
po, le adora postrándose en su presencia (c) : con la mis
ma fe con que Marta le dixo : Señor, yo creo ^ y sé que sois
el
(a) Román. 10. v. xo. (b) Hebr. 13. v. i¿.
(e) Joan. 9. v. %6.
sobre el Catecismo. Parte. I. ij
el Hijo de Dios que ha venido al mundo (a) , para dar la vida
á los muertos : ó á lo menos con la fe de aquel padre que
decia : Señor, yo creo , ayudad mi flaqueza (b) , sostened mi fe.
To he creído , dice el Profeta , y por esto he hablado fe).
Confesad la fe con fe y devoción ; creed firmemente las
verdades que el símbolo encierra , y confesadlas generosa
mente , y ved ahí el tercero y mas principal uso del símbolo,
porque el símbolo no es mas que una profesión de fe que de
bemos renovar todos los días, para vencer las tentaciones con
tra la fe. Es necesario creer con el corazón las verdades que
contiene y confesarlas con la boca para ser salvos , para reci
bir en el cielo la recompensa de la fe , que es la gloria.
INSTRUCCION III.
(o) Ps. iij. (*) Actor. 4. (c) Rom. 1. {d) Sesión 6. cap. 8.
(?) Ang. in Ps. 134. Srrm. 8. de decena plag. & prsecept.
(/) Hebr. j 1. v. 8. (g) Tract. ap. in Joan. a. 6. (¿) Rom. 10. 10.
l¿) Jerem. 32.
sobre E"ir Catecismo. Parte I. ai
porque como dice el Apóstol («) , habita en un lugar inac
cesible : á quien ningún hombre vió , ni puede ver : y el mis
mo Señor dixo á Moyses : No me verá el hombre y vivirá:
con todo eso el Señor ha dado testimonio de sí mismo criando
Cielos y tierra , y haciendo beneficios desde el Cielo , dando
lluvias , y tiempos abundantes , y llenando de sustento y alegría
los corazones de los hombres
, En efecto, el Cielo y la tierra , y todo lo que en ellos
hay , publican altamente que hay un Dios. Todas las criatu
ras desde lo mas alto del Cielo , hasta lo mas profundo del
abismo , claman con razón cada una en particular y todas
juntas : Dios es quien nos ha hecho , y nosotras no nos hemos'
hecho á nosotras mismas (r). Mirad los Cielos y su hermo
sura , que ellos anuncian la gloria de Dios Volved los ojos
á la tierra , y admirad su fecundidad ; y reconoceréis , que
Dios ha preparado esta mesa magnífica, para dar á los hom
bres , y á los animales su sustento en el tiempo (e). Observad
el curso de los astros , sus vicisitudes tan arregladas , tan
constantes , tan proporcionadas á las necesidades de la na
turaleza , y en este admirable concierto reconoceréis la sabi
duría divina , que todo lo hizo con peso y medida (/). Pre
guntad á los animales mas estúpidos , como dice Job (g') , y
ellos os instruirán : preguntad á las aves del Cielo , y ellas os
descubrirán su Criador : hablad á la tierra , y la tierra os res
ponderá : ¡os peces del mar os enseñarán , que no se puede igno
rar , que Dios ha hecho todas las cosas. Entrad dentro de
vosotros mismos , y escuchad la voz de la naturaleza que
os descubre esta verdad en el fondo de vuestro corazón:
voz que Tertuliano llama el testimonio de una alma natural
mente christiana (¿) : y es , este instinto de la naturaleza que
nos conduce á levantar los ojos al Cielo en los peligros que
nos amenazan , y en los accidentes que nos sorprenden , pro-
rumpiendo sin libertad en estas expresiones : \Dios mió, buen
Dios,
(a), i. Tim. 6. (í) Actor. 14. (c) Ps. 99. & S. Aug. Conf. 1. 10. c.tf.
(rf) P». 18. v. 1. (e) Ps. 144. 1$. .(/) fcapieat, u, ai,
(£J jQb i%, 7. (¿; Apolog. c. 17, v
22 Instrucciones
Dios , ay Dios ! expresiones que no pueden referirse , sino
á la impresión de la naturaleza. Por lo qual dixo el mismo
Autor, y con él San Cipriano (a) , que el conocimiento de Dios
está grabado en el alma desde el momento de su creación , de
suerte , que es el colmo de la maldad no querer conocer á aquel,
á quien no podemos ignorar. Ninguno pues, ignora, que hay-
Dios ; y si el impio se atrevió á decir : No hay Dios, no Jo
dixo sino en su corazón , según el Profeta (¿) : en su corazón,
porque la corrupción de su corazón le hizo desear que no
hubiese Dios, para entregarse mas libremente al desorden de
sus pasiones , pero su entendimiento jamas se pudo conven
cer á ello. En su corazón (f) , en aquel corazón abominable
y corrompido , en donde no hay rectitud , verdad , ni justi
cia: en su corazón , en aquel mal corazón , en donde sofoca
los sentimientos mas inviolables de la naturaleza y de la
Religión : en su corazón , en aquel sepulcro (dt) hedionda y
tenebroso , en donde no ha entrado la luz de la verdad , y
todo es infección y desorden. . -( ■ • . i
Mas si Dios no es uno solo no hay Dios , dice Tertulia
no (e). Porque Dios es un Ser infinitamente grande y per
fecto , y si hubiera muchos dioses , ninguno de ellos podria
ser infinitamente grande y perfecto : pues como serian dis
tintos entre sí , cada uno de ellos tendría una perfección
particular , que no tendrían los otros , y por consiguiente,
ninguno tendría todas las perfecciones , ni seria Dios. Por
tanto dice San Cipriano: Una Magestad tan grande como la de
Dios , no puede tener igual , porque comprebende en sí misma
toda la plenitud , la grandeza , y el poder (/). El mismo Dios
testificó esta verdad á su Pueblo , diciéndole : No tendrás
dioses ágenos delante de mí : To soy el primero y el último,
y fuera de mí no hay Dios (A) : To soy el Señor , no hay otro.
Todos los que están al Oriente , y al Occidente saben que n<t
boy otro Dios sino yo , no hay otro , ni conmigo , ni fuera de
mi
(a) Ibi. & 1. i. cont. Marcion. c. to. & S. Cypr. lib. de idol. vanit.
(A) Ps. 13. (f) Ibi. v. a. (d) Ibi. v, 3. (e) Lib. 1. cont. Marcio.
c. *. (f) De idol. vaoit. (g) Exod. 30. (i) Isai. 44. 8t 48.
SOBRE ÉL CATPCISMO. PARTE I. 23
«/(a). Y en el Deuteronomio se dice: Escucha'Israél , tu Dios
es uno solo (A). No hay, pues, sino un Dios : y para de
notarlo el Señor , en el antiguo Testamento, no habia , por
disposición suya , sino un solo Templo en donde quería ser
adorado ; un solo Altar , en donde se le ofrecían sacrificios;
una sola Ciudad , en donde todo el Pueblo debía congregarse
para ofrecer sus votos al Señor : y en el Testamento nuevo
no hay sino una fe , y un bautismo , para enseñarnos, como dice
el Apóstol (r) , que no hay sino un solo Dios, que es el Padre
¿e todos , que es sobre todo , que extiende su providencia á to
das las cosas, y reside en todos nosotros.
i.° Pero quando creemos en Dios, no solamente creemos
que hay un Dios , sino que Dios es veraz en sus palabras,
fiel en sus promesas , infinitamente sabio y bueno , tan in
capaz de engañarse á sí mismo , como de engañar á otros.
Un Dios que es el Padre de las luces (¿) , y la Verdad misma.
Un Dios , que no es como el hombre para mudarse , ni como el
bijo del hombre para usar de la mentira (e). Un Dios , que ilu
mina á todo hombre , que viene al mundo (/) ; y .un Dios que
nos enseña toda verdad. Sí , Dios mío. Vos mismo nos ha
béis enseñado todas las verdades que sabemos por la fe , y
Vos solo podíais enseñárnoslas. Nosotros creemos á Moyses,
y k) que ha dicho Moyses , pero lo creemos porque Moyses
era el hombre de Dios , y Dios mismo le ha dado testimo
nio de lo que era. El Egipto desolado con plagas milagro
sas por haber resistido á su palabra , el tránsito del Pueblo
de Dios por el mar Roxo , la lluvia del maná , y otros mi!
prodigios nos han convencido que Dios mismo hablaba por
medio de su siervo. La santidad , la sublimidad de su doc
trina no permitía dudar que fuese de Dios , pero sus mila
gros han quitado todo pretexto de duda. Creemos á los Pro
fetas , porque reconocemos en estos santos hombres caracte
res verdaderamente divinos : el resplandor de sus virtudes,
- la
- , . 3* ' .** **
(•> Tsaí. 4$. v. g. & seq. & c. 46. Deuter. c. 4. & 3a.
\b) Deuter. c. 6. (e) Ephes. 4. (rf) Jacob. 1. r. 17.
(e) Num. 33. r. 19. (/) Joaa. 1. y. ¡,
24 .1 :• ■ " Instrucciones
la evidencia de sus milagros , y el cumplimiento de sus pro
fecías obligan á los mas incrédulos á reconocerles por Em-
baxadores de Dios cerca de los hombres , por intérpretes de
sus voluntades, y depositarios de su palabra. Creemos á Jesu-
Christo , porque el mismo Dios nos le ha anunciado por los
Profetas , y porque ha hecho obras , que solo Dios podia ha
cer : obras que nos prueban invenciblemente que Dios des
pués de habernos hablado en diferentes tiempos , y de diferentes
maneras por los Profetas , nos ha hablado novísimamente por su
propio Hijo, á quien constituyo heredero de todas las cosas , y
por quien hizo todos los siglos (a). Creemos á los Apóstoles,
porque el Hijo de Dios les ha enviado , asi como el mismo Hijo
de Dios fué enviado por su Padre (b) ; les ha establecido para
enseñar al universo ; les ha dado á su espíritu para enseñar
les toda verdad (c) , y. enseñarla á otros por su ministerio ; y
sus milagros han hecho ver que siempre estuvo con ellos (d)y
y enseñó siempre por medio de ellos. Creemos á la Escritu-^
fa , porque es la obra de Dios mismo , y Dios , como dice
San Agustín , no hubiera dado á los Libros sagrados una auto
ridad tan grande en el universo , si no hubiera querido servirse
de ella para conducir al mundo á su conocimiento , y asegurarle
de su verdad' (e). Creemos á la Iglesia , porque Jesu-Christo la
ha establecido para ser coluna y apoyo de la verdad (/), y
nos ha asegurado , que las Potestades del infierno jamas pre
valecerán contra ella (g) , y que el oiría á ella , es oir al mis
mo Jesu-Christo. La iglesia nos conduce á Jesu-Christo, y Jesu-
Christf> confirma su voz y autoriza su testimonio (h). El Se
ñor pues nos ha ensenado todo lo que debemos creer ; y los
Profetas , y Apóstoles solo son testigos de Dios , como dice
Isaías (;). Así los Profetas ponen al frente de sus obras : Hxc
dicit Dominus (£) : el Señor dice estas cosas. La carne y ¡a san
gre no revelaron á Pedro, que Jesu-Christo es Hijo de Dios, sino
el Padrp Celestial, (/) : ní oimos la predicación de Pablo como
Pa"
(a) Hebr. i. v. i. 8c a. (i) Joan. 10. v. ai. (c) Joan. 16". 18.
(rf) Matth. a8.ao. (e) Lib.tf. Conf. c.$. (/) 1. Tim. 3. ij.
(g~) Matth, 16. 18. (b) Luc. 10. i<5- («') Isai. 43. 10.
(A) Jereni. 9. a. Eicch. 3.4. &c, . {t) Matth. 16.. 17.
sobre Bt Catecismo. Parte I.
palabra del hombre , sino como palabra de Dios , según que lo es
verdaderamente (a) , y si escuchamos á San • Juan Bautista es
porque vino para dar testimonio á la luz , á fin de que todos
creyesen por él (é). La fe se concibe por el oido , dice el Após
tol (f) , ¿porque cómo se ha de creer lo que no se ha oido?
¿Y cómo se han de oir las verdades de fe , si no hay quien las
predique (d) ? Pero el objeto de nuestra fe , como también su
fundamento y motivo es la palabra de Dios ; lo que hace que
yo crea á la Escritura no es la autoridad del Escritor , el quál
do es mas que un Secretario de Dios , sino la autoridad de Dios^
que ha hablado por su boca , y nos instruye por su pluma (e).
La Iglesia es el medio de que Dios se sirve para instruirnos,
la regla visible que nos ha dado para discernir las verdades
de la fe , pero el fundamento de la fe es la palabra de Dios
conservada en la Iglesia , y predicada en la Iglesia por sus
Ministros en la serie de todos los siglos.
¿Qué falta pues á la certidumbre de la fe , y qué fun
damento mas infalible de la verdad que la palabra del mis
mo Dios ? ¿Qué otro testigo mas seguro y fidedigno , que los
tres que dan testimonio en el Cielo , como dice San Juan (/), el
Padre , el Hijo , y el Espíritu Santo , que son un solo Dios,
y la verdad soberana? ¿Libertinos, espíritus orgullosos que
presumis de fuertes , é ilustrados , pertenece , ó conviene al
hombre disputar contra Diosl (g) ¿Es usar legítimamente de la
razón el oponerse á la fe , supuesto que el oponerse á la
fe , es oponerse al mismo Dios? O! yo sé á quien creo, debe
decir el Christiano con el Apóstol , scio cui credidi: (Jj) yo
sé de quien me fio. No es Dios como el hombre , el qual es
mentiroso (i) , ciego en sus conocimientos , tímido en sus pen
samientos , incierto en sus testimonios. Dios no puede enga
ñarse , ni engañarme : esto me basta. Dios ha hablado: yo no
quiero mas. Que busquen razones los que quieren someterlo
todo á la razón : la regla del Christiano es la revelación de
Dios
(a) Thesal. t. 13. (£) Joan. 1.6. (c) Rom. 10. 17.
id) Ibi. 14- (*) Aug. I. 11. Conf. c. 3. (/) Joan. g. v. 7.
Jg) Jerem. ia. v. 1. (¿) %. Tim. 1. v. 1. (i) Num. 3. v. 19.
Tom. 1. D
26 - Instrucciones
Dios manifestada por el testimonio de su Iglesia. Pero no es
bastante á un Christiano el creer que hay un Dios , y asen
tir á su palabra, es necesario creer en él , y unirse á él co
pio bondad soberana. Porque creer que hay un Dios , dice
San Agustín , (a) los demonios mismos lo creen y la reconocen
convencidos por la evidencia de la verdad. Creer que su palabra es
verdadera , es común á los buenos , y á un gran número de ma
los pero creer en él , esto es propio de los que le aman (r):
solo, creen verdaderamente en él les que hacen obras de Chris—
tianos (dj: es verdad que estafe no se halla en un mismo grada
en todos los justos ; que los pecadores mismos que comienzan á
volverse a Dios por un piadoso afecto del corazón , y que juntan
6 este deseo que les inspira la fe , la esperanza en Dips , y l-a
confianza de alcanzar misericordia , creen en Dios en este sentido^
que les es- común con los buenos. Mas respecto de todos es cier
to , que creer en Dios en este sentido , es creer y amar á un
mismo tiempo , dice el mismo Santo (e) , es creer amando , y
amar creyendo : es mirar á Dios como á nuestro Soberano
Bien , y dirigirnos á él por el amor. Tal es la fe que fué
imputada á justicia al Patriarca Abrahan ; tal es la fe de que
habla el Sabio quando dice : El que cree en Dios guarda sus
mandamientos (/): y el Apóstol quando dice, que se cree con
el corazón para la justicia , y la salud y en otra parte,
que de nada sirve el estar circuncidado, ó no estarlo , sino la fe
que obra por la caridad (b\ Esta fe llena es la que Dios exige
de nosotros , y la que nos hace verdaderamente fieles , ha
ciéndonos creer y amar , derir"y hacer lo que ella enseña.
¿Pero se puede decir de un mal Christiano , que cree
verdaderamente en Dios ? A la verdad es preciso confesar
con el Concilio de Trento , que el pecador puede exerci-
tarse en actos de fe en el estado de injusticia , porque per
manece en él esta virtud aun después del pecado , supuesto
que no sienta mal de los misterios revelados ; y por con-
si-
(a) Aug. Tract. lo. in Joan. (¿) Id. Serm. 61. de Verb. Dom.
(c) Serm. 181. de temp. (d) Tract. 1. in Joan. 19. n. 6. (c) Ibid.
(/) Eccle». 3a. v. »8. {g) Román. 10. y. 10. (*) Galat. g. v. 6:
sobre el Catecismo. Parte I. 37
siguiente puede creer en Dios , esto es , puede asentir á Jas
verdades de la Religión , porque Dios las ha revelado , y esta
fe es absolutamente necesaria para su conversión , y como
el principio de ella. Mas el pecador , que no trata de con
vertirse , no cree en Dios , según toda la extensión, que
San Agustín y Santo Tomas han dado á estas palabras , es
decir , que no cree en Dios con el corazón , que no cree
con una fe acompañada del amor , y de las obras : que no
cree con fe viva , porque la fe sin obras es muerta , como
dice San Pablo.
Tales son , amados Christianos, los piadosos sentimientos
que debéis tener , quando decis aquellas palabras : Creo en
Dios. Saquemos de aquí algunas importantes conseqüencias.
i . La fe ha sido siempre una misma en todos los tiempos,
en Ja ley de Naturaleza , en la ley de Moyses , y en la de
Gracia. Jesu-Christo , que es el Autor y consumador de la
fe (tí) , ha sido siempre el centro y el objeto de ella , con
esta diferencia , que los Patriarcas antiguos esperaban su
venida , nosotros reconocemos , que ya ha venido : los
Patriarcas antiguos tenían las figuras , nosotros la verdad;
pero en las figuras adoraban la verdad figurada ; y nos
otros reconocemos en la verdad el cumplimiento c'e las fi
guras. De suerte que Jesu-Christo es aun hoy lo que era
ayer , y lo que será en todos los siglos (¿) , como dice el
Apóstol. Lo que ha sido verdadero en la Religión , lo es'
aun , y lo será siempre. Los misterios de la fe pueden ser
mas ó menos conocidos • se pueden explicar con expresiones
mas precisas y distintas , pero no pueden mudarse , ni pa
decer alteración alguna en su substancia. La Iglesia los con
serva según Jesu-Christo los enseñó á los Apóstoles, y de
la misma manera los enseña á sus hijos en la serie de los
siglos , oponiéndose y combatiendo con fuerza las novedades
profanas (c) que los espíritus libertinos han querido intro
ducir en ellos. Así nosotros hemos sido edificados sobre ei
fun-
ia) Hebr. 11. V. »• (*) Hebr. 13. v. 8.
fe) j. Tina. 6. v. ao.
Di
1% Instrucciones
fundamento de los Apóstoles y Profetas (a) , y formamos el edi
ficio divino , cuya piedra angular es Christo. Conservemos,
pues , el depósito de la fe según le hemos recibido, sin añadir,
ni quitar cosa alguna. Este es el encargo que los Apóstoles
hicieron á sus Discípulos (¿) ; y si alguno anunciare otro Evan
gelio , aunque sea un Angel del Cielo , dicen que sea excomul
gado (c). No olvidemos nosotros jamas tan saludable docu
mento.
2. Que debemos someter sin dudar nuestras luces al que
es el Padre de las luces (cí) , y creer firmemente todo lo que
está apoyado sobre la verdad immutable de su palabra. Tal
es el homenage debido á la primera verdad y á la certeza
infalible de la palabra de Dios , que exige de nosotros una
creencia firme , é inalterable. Toda duda voluntaria es inju
riosa á Dios , y envuelve una desconfianza criminal de la
verdad de su palabra. Así el Señor no ha dexado sin cas
tigo las desconfianzas aun en los siervos mas fieles. Moyses
y Aaron hirieron la peña con alguna desconfianza para sacar
agua de ella , y esto fué bastante para atraerles de parte de
Dios las reconvenciones mas vivas , y el castigo mas sensible.
Los Israelitas dudaron que Dios pudiese introducirles en la
tierra prometida, y fueron excluidos de ella. San Pedro an
duvo sobre las aguas mientras se mantuvo firme su fe ; em
pezó á dudar , y empezó luego á sumergirse. Los Discípulos
del Salvador no pudiendo conciliar la ignominia de su Pa
sión con la verdad de sus promesas , dudaron de su Resur
rección ; y el Señor les reprehendió su incredulidad , y les
hizo sentir que le eran muy injuriosas sus incertidumbres, y
podrían serles á ellos muy funestas , porque el que duda es
como el que no cree , y el que no cree será condenado (e) , ya
está juzgado , añade el Señor , porque rehusa lo que puede
procurarle su reconciliación y salud.
Pero es necesario no solamente evitar con cuidado todo
lo que puede extinguir la fe , sino también todo lo que po
dría
{a) Ephes. a. v. 40. (A) i. Tim. 6. v. ao. (c) Galat. a. 8.
(d) Jac. i. 17. (e) Marc. itf. 16.
sobre el Catecismo. Parte I. 19
dria debilitarla. Tales son los discursos contagiosos de aque
llos hombres corrompidos , que se atreven á blasfemar lo que
ignoran (a) , que baxo el pretexto de buscar la verdad la com
baten ; y que semejantes á Elymas Mago no contentos
con extraviarse ellos mismos , pretenden apartar á otros del
camino de la fe. Huid de estas pestes ; cerrad los oidos á sus
discursos que cunden como gangrena (r) , y llegan bien presto al
corazón. Tales son aquellos libros perniciosos en que la falsa
ciencia quiere prevalecer contra la verdadera doctrina
y en donde el veneno se bebe con placer y gusto. ¿Tenéis
vosotros semejantes libros ? Haced de ellos el sacrificio que
hicieron los primeros fieles de los libros de superstición y
magia , que los quemaron generosamente á presencia de los
Apóstoles (e). Tales son también las disputas temerarias en
que sin necesidad , y sin precaución se empeñan algunos dé
biles , ó poco instruidos en la fe , y cuyos frutos son siem
pre funestos. Yo no sé disputar , decia un Santo , pero sé mo
rir si es necesario por la defensa de mi fe. Imitemos , pues
la firmeza de la fe de los Santos , por la qual se hicieron
victoriosos del mundo (/).
3. Que Dios exige de nosotros una fe verdadera y viva,
y esta fe nos es necesaria para servirle y agradarle , y con
seguir la justicia y salud eterna. Sin la fe es imposible agrá-
Jar á Dios , dice el Apóstol (g) ; por ella le han agradado
todos los que han tenido la dicha de agradarle ; y por ella
mereciéron los Santos los testimonios ventajosos que han recibido
de Dios ¿Por dónde , en efecto, el inocente Abel ofreció
á Dios sacrificios tan diferentes de los de su hermano Cain,
y tan agradables á los ojos del Señor? Por la fe , dice el
Apóstol (/). Por la fe mereció el justo Henoch ser arreba
tado del mundo , que no era digno de él , así como por
ella habia tenido la dicha de agradar á Dios quando vivia
en el mundo. Por la fe lo dexó todo Abrahan al primer
man-
fa) Jad. v. to. (b) Actor. 13. 8. (c) <i. Tim. 1. 17.
(^1 1. Tim. ó. 10. (e) Actor, ip. 19. (/) i.Joan. 5. 4.
{g) Hcbr. 11.6. (¿) Ibi. v. a. (i) Hebr. v. 4. seq.
30 Instrucciones
mandamiento de Dios ; se miraba como extraño en la tierra
misma que Dios le habia prometido , y no la consideraba
sino como figura de una herencia mas excelente , de una Ciu
dad mas estable , y de una patria mas feliz ; y por ella me
reció que Dios se dixese y fuese verdadera y particularmente
su Dios. Por la fe prefirió Moyses los dolores y oprobrios de
JeswChristo á todas las riquezas del Egipto , y á todas las
delicias de la Corte de Faraón. Por la fe agradaron al Se
ñor j Sansón, Jepthe , David , y los demás Profetas. Por la
fe las prostituidas mismas, y las extrangeras como Raab me
recieron ser admitidas en la sociedad del pueblo de Dios,
y fueron herederas de sus promesas. En fin los Santos por
la fe triunfaron de los Reynos , obráron la justicia , y consi
guieron el efecto de las promesas de Dios (a).
La fe , dice un Santo Padre de la Iglesia , es la que con
duce al Catecúmeno á la gracia , conduciéndole al bautismo. La
fe es la que justifica al fiel , hace recobrar á los penitentes los
bienes que habían perdido , y forma y perfecciona al justo. La
fe es la que corona á los Mártires , conserva la pureza de las
vírgenes , de las viudas , y de los casados , santifica los Minis
tros del Señor , y debe reunimos, é igualarnos á los Angeles
mismos Por la fe somos mortificados, dice San Pablo (í),
y- es necesario creer con el corazón para arribar á la justicia (a). .
Con la gracia , decia el mismo Apóstol * l°s Efesios , nos he
mos salvado , y esto por la fe (e).
De aquí se comprehende fácilmente que no es bastante,
creer para salvarnos , si se considera la fe separada de la
gracia que alcanza , y de las buenas obras que produce. La
fe se nos ha dado , dice San Agustín , y por ella se nos da todo
lo demás (/). La fe nos hace orar y obrar ; vive y nos hace
vivir por la caridad, y en este sentido es la raiz de la jus
ticia. . e! principio de la vida, y la puerta de la salud,
jQué misericordia, pues , Dios mió, no habéis usado con
nos-
(a) Hebr, ju 33. (b) Sertn. 133. Inter serm. D. Aug. ,
{c) Rom. 5, v. 1. {d) Rom. 10. 10.
(e) Ephes. a. v. 1. (f) Encbir. c. 31»
■
sobre el Catecismo. Parte T. 31
nosotros , habiéndonos llamado á vuestra admirable luz (a)
por la fe , haciéndonos nacer en el seno de vuestra Iglesia,
y concediéndonos una gracia , que no habéis concedido á tan
tas tuiciones , á quienes no habéis descubierto vuestras maravi-
llas(b~)\ Ah! Nosotros flaqueariamos como ellas al capricho de
las opiniones humanas , y viviríamos en la sombra de la
noche , si no hubiéramos recibido la fe , para ser luz en el
Señor (r) , y dirigir nuestros pasos en el camino de la paz y
de la vida. Porque la fe es una luz que brilla en un lugar
obscuro , y nos ilumina hasta que lleguemos al gran dia de la
gloria : es la coluna de luz y fuego , que libra al género hu
mano de las tinieblas , y error del Egipto , y á su luz ca
minamos en la noche de la vida presente por el camino de
Ja verdad. ¿Pensáis alguna vez en esto , Christianos ? ¿Re
conocéis atentos este gran don de la divina misericordia?
Don grande y gratuito. Porque , ¿qué hemos hecho nosotros
para merecerle? ¿Acaso las obras que han precedido á la fe?
¿Pero no es la fe el principio de todas las buenas obras ?
Vivamos pues reconocidos á Dios , y procuremos conservar
con el mayor cuidado el rico tesoro de la fe, porque se puede
perder, Christianos ; ¿y quántas naciones le han perdido?
Y se merece perderla , despreciándola , y no conformando
con ella las acciones de la vida , porque la mala conciencia
conduce por grados al naufragio de la fe (d). Conservémosla
en una conciencia pura , y cuidemos de fortalecerla con la
oración que es el fruto de la fe , con la palabra de Dios,
que es la semilla de la fe , con la freqüencia de actos de fe
y caridad , para hacerla crecer en nosotros , y hacer crecer
con ella la piedad y caridad. Aumentad , Señor , nuestra fe
y caridad : dadnos su acrecentamiento , y su fruto que es
la vida eterna,
INS-
INSTRUCCION IV.
(a) Matth. 6. a8. Loe. 14. 17. (í) Matth. 10. 39. Luc. i«. 6.
(c) Ps. 146. 10. (á) Matth. 10. 30. (e) Ps. 144-
(/) Ps. 103. 11. (g) r. 18. (A) v. 19. (i) Ibid. (*) v. 1$.
(I) v. aa. (m) Ibi v. ag.
sobre el Catecismo. Parte I. 3f
a. p. Mas aunque su admirable providencia se extiende á
los bueyes (a) , y á todas las criaturas , no se puede llamar
Padre , sino impropia é imperfectamente respecto de aquellos
seres , que estando privados de razón , no pueden conocerle,
ni poseerle. Ellos son á la verdad sus obras , pero no se les
puede dar el glorioso nombre de hijos, porque no tienen se
mejanza , ni conformidad en la naturaleza con él. A el hom
bre solo entre sus criaturas visibles puede convenir este pre
cioso título , por haber sido formado á su imagen , y mas
principalmente por ha«>er sido reengendrado en el bautismo,
y adoptado por su gracia : y respecto de él es verdadera
mente Padre.
En efecto , todo Padre , dice San Epifanio (b) , engendra
á un hijo semejante á él , á lo ménos en la naturaleza. Pero
Jo que hace la gloria del hombre es el haber sido formado
no solamente por la mano de Dios , sino á imagen del mismo
Dios. No solamente formó del barro el cuerpo del bombre (r),
y le dió una figura recta y elevada al cielo , para denotar
que le formaba para él ; sino que le dió un soplo de vida
una alma racional , espiritual , libre , y señora de sí misma
y de todas- las criaturas inferiores , por la qual el hombre fué
verdaderamente formado á semejanza de Dios , que es espíri
tu purísimo , inteligente , libre , y Señor de todas las cosas.
Por esta particular razón los hombres y los Angeles son lla
mados en la Escritura hijos de Dios (e) : y por la misma , en
la genealogía de Jesu-Christo según la carne , Dios ha que
rido ser contado entre los padres , que le dieron la vida , y
que de padre en padre se subiese por Adán hasta él (f\
¡Pero qué mal hemos conservado el glorioso título de hi
jos de Dios! ¡Qué inútil nos hubiera sido el título de hijos
de Dios por la dignidad de nuestra naturaleza , si hubiéra
mos sido siempre hijos rebeldes á nuestro Padre! ¿De qué nos
hubiera servido el primer nacimiento habiéndonos hecho el
pecado hijos de ira destinados á la venganza (^g) , si no hubié-
ra-
(o) 1. Cor. 9. 9. (b) Haré». 7. cap. 6. (c) Genes, a. 7. (</) íbi.
(í) Genes. 6. v. a. Job. 38. v. 7. (/) Luc. 3. 38. (g) Epbeí. a. ».
E 2
36 Instrucciones
ramos recibido un nuevo nacimiento en el bautismo? Aquí es
principalmente donde debemos comprehender la caridad de
nuestro Dios , y con quánta razón es nuestro Padre. Si el
pueblo de Israel debia reconocer á Dios por Padre suyo á
vista de los prodigios que hizo para sacarle de Egipto (a);
si Dios dixo á Jacob (¿) , esto es , al pueblo que descendía
de él , que le había formado en el seno de su madre , por
que le habia rescatado de la casa de servidumbre ; si el Pue
blo llamó padre suyo á Dios , porque habia sido su Reden
tor (c} por esta milagrosa libertad : ¿con quánto mayor moti
vo debemos nosotros llamarle Padre nuestro , nosotros que
hemos sido voluntariamente engendrados por la palabra de su ver
dad (d) ; nosotros que somos hijos nacidos , no de la sangre , ni
de la voluntad de la carne , ni de la voluntad del hombre , si
no de Dios (e) por la gracia del bautismo : nosotros en fin
que hemos sido hechos nuevas criaturas en Jesu-Christo (/),
para vivir con la vida del mismo Jesu-Christo? Conside
rad , pues , dice San Juan , , qual sea el amor que nos ha
testificado el Padre, queriendo que seamos llamados , y que sea
mos verdaderamente hijos de Dios ; adoptándonos en Jesu-Chris-
to , y predestinándonos en él (h) , para recoger el fruto de esta
dichosa adopción: pues si somos hijos, somos también herederos de
Dios, y coherederos de Jesu-Christo (i). Pero el que tiene esta es
peranza en Jesu-Christo , dice San Juan , debe procurar santifi
carse, así como él mismo es santo (£). Considerad, pues , christia-
nos la santidad á que os obliga la ventaja inestimable de te
ner á Dios por Padre , y el glorioso nombre de hijos suyos.
¿Qué respetos no le debemos baxo esta qualidad? El hijo
honra á su padre , dice Dios por su Profeta , y el siervo á su
Señor. Sí yo soy vuestro Padre , jen dónde está el respeto que
me debéis (1)% ¿Qué sumisión , qué obediencia debemos á uñ
Padre tan bueno que nos ha adoptado en su Hijo único , cu
ya
(a) Deuter. 1». 6. (b) Isa!. 44. 14. (c) Isii. (Sg. 6.
(¡i) Jacob 1. 18. (e) Joan. 1. 13. (/) Ephes. a. TO.
(g) 1. Joan. 3. 1. (¿>) Ephes. 1. 18. (i) Román. 8. 17.
(A) 1. Joan 3. 3. (/) Malach. 1. 6.
sobre el Catecismo. Parte I. 37
ya obediencia y sumisión es el precio de nuestra adopción y
herencia? Si somos hijos de Dios y hermanos de Jesu-Chris-
to , debemos quanto está de nuestra parte cumplir á su exem-
plo la voluntad de su Padre celestial ¿Qué motivo de pa
ciencia en nuestras aflicciones y trabajos considerando que son
castigos de un Padre que nos trata con misericordia como á hi
jos suyos (¿) , y que nos castiga , porque nos ama (f).
Mas no es bastante considerar á Dios como Padre de to
das las criaturas , y en especial de sus elegidos , subamos mas
arriba , y considerémosle como Padre de su Hijo único , en
cuyo sentido propria y principalmente le confesamos Padre
quando decimos en el símbolo : creo en Dios Padre.
j. p. El nombre solo de Hijo único que la Escritura da
á Jesu-Christo , y que se le atribuye expresamente en el
símbolo nos hace comprehender bastantemente que Dios es
Padre de su Hijo adorable de una manera muy diferente de
la que es Padre nuestro : que es Padre de su Hijo plenamente
y de un modo incomunicable á otro. En efecto , christia-
nos ; por muchas ventajas que Dios haya comunicado á los
Angeles ; por muchas gracias que haya hecho á los hombres
adoptándolos por amor , y destinándolos para ser conformes
á la itnágen de su Hijo , el qual es el Primogénito entre mu
chos hermanos (¿) , con todo eso no es Padre de los Angeles y
hombres del mismo modo que de su Hijo ; porque : \á quién
de los Angeles ha dicho : tu eres mi Hijo , yo te he engendrado
hoy , que es la gran reflexión del Apóstol (e)% Si Jesu-Chris
to enseñó á los hombres á llamar Padre á Dios en la admira
ble oración del Padre nuestro ; si después de su Res"rrec-
cion les trae á la memoria que Dios es verdaderamente el
Padre de ellos ; les hizo conocer al mismo tiempo que lo
es suyo de una manera infinitamente mas perfecta , y que
no tiene semejante en la naturaleza. To subo , dixo , á mi
Padre , y vuestro Padre : á mi Dios , y vuestro Dios (/). ¿Por
qué
(a) Mat'b. ia. g. (A) Ps. 101. 13. Ps. 88. 30. seq. Sap. 13. 94.
(c) Hebr. ia. <5. (d) Rom. 8. a^>. (e) Heb. 1. 5.
(Jj Joan. a. vid. S. Aug. in Ps. 88.
38 . Instrucciones
qué, pues , no dice á nuestro Padre , y nuestro Dios , pregun
tan los Padres de la Iglesia? ¿Para qué, dicen ellos , una dis
tinción tan visible en sus palabras , sino para darnos á enten
der la diferencia infinita , que hay entre él y nosotros? Pa
ra denotar , dice San Agustín (a) , que Dios es su Padre de
ana manera muy diferente que lo es nuestro : que nosotros so
mos hijos adoptivos , y que él solo es hijo verdadero , igual al
Padre , eterno como él , y el mismo Dios con él. El Hijo de
Dios ni nos confunde de tal suerte con él , que no signifique
distintamente la diferencia que hay entre él y nosotros ; ni nos
distingue de él de tal modo que nos separe enteramente de él.
Quiere que seamos uno en él , como él es una misma cosa con el
Padre ; pero haciéndonos siempre conocer la desproporción infini-
mi a que hay entre él y nosotras.
Así que Dios es Padre de su único H'jo por naturaleza,
porque le engendra desde toda la eternidad , y comunicán
dole su misma naturaleza y esencia , le comunica todas sus
adorables perfecciones , su sabiduría , su poder , su justicia, su
grandeza , su magestad , su eternidad , su inmensidad : de ma
nera , que aunque el Hijo es una Persona distinta del Padre,
porque es Hijo , es con todo eso un mismo Dios con el Padre:
es el Señor , a quien el Señor dixo : siéntate á mi derecha , yo
te he engendrado antes que hubiese criado la aurora (¿) : es el
Hijo adorable á quien el Padre mismo reconoció por su Hi
jo único , y por el único objeto de sus complacencias (c).
No esperéis , christianos , que yo emprenda sondear lag
profundidades de esta generación eterna , y de esta adora
ble Paternidad : porque nos es bastante creer y adorar lo que
no podemos comprehender. Lo que yo sé , lo que la fé me
enseña , es que Dios es Padre de un Hijo igual á él , y un:
mismo Dios con él : que así como el Sol no ha existido jamas
sin derramar su luz , así Dios jamas ha existido sin engen
drar á su Hijo único : que el Padre de tal suerte ha sido
siempre Padre , que no ha podido menos de serlo , que to
do
(a) Aug. ib¡. & trace, ai. in Joan. (¿) Ps. lop. 4.
(c) Matth. 3. 17.
sobre el Catecismo. Parte I. 39
do lo que tiene lo ha dado á su Hijo sin -diminución , ni di
visión , ni otra diferencia , sino que el Padre es Padre , y el
Hijo , Hijo. Lo que yo sé y me enseña el Evangelio es, que
así como el Padre tiene la vida en sí mismo , así también dio
al Hijo tener la vida en sí mismo (a) , y que se la ha dado co^
rnunicándole su misma naturaleza y vida , y esto sin suje
ción ni dependencia del Hijo respecto del Padre.
Tal es , rieles. , la profesión de fe que hacemos en el pri
mer artículo del símbolo : tal es el sentido verdadero y pro
pio de estas palabras : Creo en Dios Padre : tal es la expli
cación que de ellas han dado los Padres en todos tiempos ; y
la que exige la serie misma del símbolo. Porque así como
hacemos profesión de creer en los artículos siguientes , que
hay en Dios una segunda Persona , que es Jesu-Christo su
Hijo único , y otra tercera Persona , que es el Espíritu San
to } el Espíritu Consolador , que Jesu-Christo nos ha prometi
do y enviado de parte de su Padre , así hacemos profesión de
creer en el primer artículo , que hay una primera Persona,
que es el principio de las otras dos , y el Padre eterno de su
único Hijo.
¡O Padre adorable ! Enseñadnos á creer con una fe hu
milde estas inefables verdades : á respetar en Vos esta augus
ta quañdad de Padre , f á adoraros como á Dios vivo y ver
dadero y como á Padre de vuestro Hijo Jesu-Christo, á
quien habéis enviado , para que nos diese la vida eterna.
Enseñadnos á amaros como á nuestro Padre con el amor mas
tierno y verdadero , y á renovar este amor siempre que re
cemos el primer artículo del símbolo. "Enseñadnos también á
cumplir con el precepto de Jesu-Christo , de ser perfectos, co
mo Vos Padre Celestial sois perfecto (c) : de ser misericordio
sos como Vos sois misericordioso (d) : y de ser benéficos , como
Vos lo sois , Vos que hacéis salir el Sol sobre buenos y malos^
y llover sobre justos , é injustos (e). Enseñadnos, en fin , á hon
rar en nuestros padres y madres , y en todos aquellos que
tie-
(«) Joan. 5. 16. (i) Joto. 17. (c) Matth. ¿. 48.
Id) Luc. 6. 43. (*) Matth. 5. 45.
40 Instrucciones
tienen lugar de padres , Párrocos , Superiores , Príncipes y
Magistrados , el sagrado nombre de Padre , el qual os perte
nece principalísimamente á Vos solo (a). Concedednos Padre
santo que vivamos de hoy mas como dignos hijos de tal Pa
dre adorándoos , amándoos , y sirviéndoos por Jesu-Christo
vuestro Hijo , quien vive y reyna con Vos en los siglos de
los siglos.
INSTRUCCION V.
INSTRUCCION VI.
Omnipotencia de Dios.
1
sobre el Catecismo. Parte I. 49
ellas (a). Y con el Autor del libro de la Sabiduría: Vos,
Dios mío, hacéis ver vuestro poder , entonces mismo , quando no
se os cree soberanamente poderoso : Vos sabéis confundir la ig
norancia y osadía de aquellos que no quieren conoceros Vos
sois Omnipotente , todo lo podéis. Sin duda católicos. Y si
hay algunas cosas , que se puede decir le son imposibles, esto
es, porque el poderlas hacer es imperfección , es un defecto
de que Dios es absolutamente incapaz. Así Dios no puede
mentir , porque es la verdad misma : no puede pecar , ni in
ducir á pecar , porque es la misma santidad : no puede mo
rir , porque es la vida por esencia ; no puede ignorar , por
que es la misma luz, y en él no puede haber tinieblas (c)i
no puede olvidarse , ni renunciarse á sí mismo (d) , porque es
su propio fin , y el de todas las cosas : pero la imposibilidad
misma de caer en estos defectos es una prueba evidente de
s'i poder infinito. Sí , infinito , pues ni el número , ni la per
fección de las obras que ha hecho , ni otra cosa alguna pue
de agotar la plenitud de su poder ; siempre puede mas y
mas , y el que ha hecho el mundo jugueteándose , como dice
la Escritura (e) pudiera hacer otros mil mundos , si quisie
ra , con la misma facilidad , que este , que admiramos.
Mas como Dios lo ha hecho todo , es el Señor de todo,
y nada hay en el cielo , ni en la tierra , en el hombre , ni
fuera del hombre que no esté sujeto á su poder : porque á
todo se extiende , y no se limita á lugar alguno. Desde lo
mas alto del Cielo , hasta lo mas profundo del infierno exer-
ce Dios su poder según la expresión del Profeta (/) ¡Cómo
pues , dice San Cyrilo , no le exercerá en la tierra , que está
en medio de dos extremos tan distantes (g)% Y no solamente
earerce su poder sobre los cuerpos , sino también sobre las
almas , pues se nos dice en el Evangelio : que tiene potestad
para arrojar al infierno los cuerpos y las almas (h). Las vo
luntades mismas de los hombres le están sujetas en medio
de
[o) Ps. 138. {b) Sapient. 11. v. xa. (e) 1. Joan. 1. (d) ». Thimot. a.
r. i*, (e) Prover. 8. v. 31. (/) Ps. 138. v. 7. (g) Catbech. 8. n. ».
(b) Match. 10. y. a8.
Tam, I. G
jo Instrucciones
de ser libres , porque como dice la Escritura : el corazón del
Rey está en manos del Señor (a) , así como lo están las aguas
en manos del jardinero , que las distribuye á su arbitrio , y
las hace correr ácia donde quiere. El sabe mudar , y atraer
á sí las voluntades mas rebeldes, sin perjuicio de su libertad;
testigo Saulo que de perseguidor de la Iglesia vino á ser en
un momento Apóstol de las Gentes. Dios , dice San Agustín,
se llama Omnipotente , y lo es verdaderamente , porque puede
todo lo que quiere , y porque la voluntad de las criaturas no
puede impedir el efecto de su voluntad absoluta. Así el Señor
dispone absolutamente del mundo , y de todos los sucesos
que se ven en él. Por él reynan los Reyes , y ¡os Legislado
res establecen leyes equitativas (h). Su poder se deriva del po
der de Dios , y los Reyes mismos no son sino Ministros de
Dios para exercer su justicia (f).
Pero se dirá : ¿Por qué se cometen tantos pecados , y su
ceden tantos males en el mundo , siendo Dios Todopoderoso
para impedirlos? Este es fieles un secreto admirable de su
providencia en que nosotros debemos adorar lo que no po
demos comprehender. No hay duda que Dios podría impedir
todos estos males , porque es Todopoderoso ; y como dice
San Agustín , nada se bace en el mundo que Dios , que es Todo
poderoso no lo quiera , ó no lo permita. Pero no se puede dudar
sin impiedad que Dios obre infinitamente bien , entonces mismo
quando permite que suceda el mal , porque no lo permite sino
por un juicio justísimo , y todo lo que es justo , es verdadera
mente bueno.
Dos especies de males debemos distinguir en el mundo,
los pecados de los hombres , y las penas con que son casti
gados. Respecto de las penas , decimos que Dios puede en
viarlas , y las envia en efecto , por lo qual nos asegura por
sus Profetas (rf) , que da la paz , y cria también los males para
castigar al hombre : y iqué males suceden á la ingrata Jeru-
salen , que el Señor no la haya enviado , para castigarla (e)?
Mas
(a) Prov. ii. (i) Pro». 8. v. i¡. (c) Román. 13. t. 4.
(d) Isa i. 43. v. 7. (*) Amo» 3. v. 6. „
sobre el Catecismo. Parte I. yI
Mas por lo que toca al pecado , es cierto que no puede
.venir de Dios , sino de la corrupción voluntaria , y libre de
la criatura : y si Dios le permite, es porque sabe sacar bien
del mal , y hacer servir los desórdenes mismos á sus desig
nios , y á la salud de sus elegidos. No es por impotencia, di
ce San Cyrilo sino por sabiduría , el que Dios sufra la ma
licia del demonio , y de los hombres , pues sabe confundir al
demonio por su misma malicia , y hacerle servir al triunfo de
sus siervos ; así como hizo servir la crueldad de Cain á la
felicidad de Abel , la envidia de los hermanos de Josef á la
elevación de este Santo Patriarca , la injusticia de Saúl á la
gloria de David , el furor de los tiranos á la gloria de los
Mártires , y los esfuerzos de los hereges á la confirmación de
las verdades del christianismo.
Creamos , pues , amados fieles , que Dios es Todopode
roso : y aunque en este artículo solamente llamemos al Pa
dre Todopoderoso , no por esto debéis entender , que no lo
sean también el Hijo , y el Espíritu Santo , porque la Omni
potencia es una perfección común á todas tres Personas. Y así
como decimos que el Padre es Dios , el Hijo es Dios , y el
Espíritu Santo es Dios , pero no son tres Dioses , sino un so
lo Dios ; así también confesamos igualmente Todopoderoso al
Padre , al Hijo , y al Espíritu Santo , mas no decimos que
son tres Todopoderosos, sino un solo Todopoderoso. Y si particu
larmente llamamos al Padre Todopoderoso , es porque el Padre
es la fuente de todo origen , y Principio sin principio ; así
como atribuimos la Sabiduría al Hijo , que es la Palabra eter
na del Padre ; y la bondad al Espíritu Santo , que es el amor
del Padre , y del Hijo , aunque estos y otros nombres seme
jantes se digan comunmente de todas tres Personas según la
regla de la fe católica.
2. p. Mas después de haber considerado el infinito poder
de Dios , veamos el uso que debemos hacer de esta verdad
importante. ¡O y qué frutos tan preciosos podemos sacar de
la consideración de la Omnipotencia de Dios! Pues en primer
lllr
(0) Cstech. «.
G a
ft Instrucciones
lugar , ¿el conocimiento del infinito poder de Dios podrá me
nos de fortalecer nuestra fe? ¿Qué hay en efecto , que pue
da parecemos increíble en los misterios mas incomprehensi
bles de nuestra fe , y en las obras maravillosas de Dios , si
reflexionamos, que su palabra las revela, y su infinito por
der las executa? ¿Seria Dios , seria infinito , seria Todopode
roso , si solamente pudiese hacer , lo que nosotros podemoi
comprehender? Sus obras serian tan maravillosas, si nosotros
pudiésemos dar razón de ellas? En las obras de Dios no de
bemos buscar mas razón que su poder y su voluntad. Así el
Señor para fortalecer nuestra fe acerca de las maravillas que
ha hecho , ó que quiere hacer , nos trae á la memoria su
infinito poder , como razón bastante para obligarnos á creer
las. iHay alguna cosa dificil á Dios , dice el Angel á Sa
ra , que dudaba poder concebir siendo anciana , y estéril (a)l
Si Moyses parece dudar , que Dios en un desierto estéril pu
diese alimentar á seiscientos mil hombres , le responde el
mismo Dios : %por ventara es impotente mi mano% Ta verás
ahora si se cumple mi palabra (l>). Si quiere asegurar á su pue
blo de la verdad de sus promesas , le dice por Isaías : Que
él vendrá en el resplandor de su poder , y hará sentir la fuer
za de su brazo (c). Y el poder infinito de Dios es toda la ex
plicación que dió el Angel á la Virgen María de una mara
villa nueva (d) é inaudita , que creia ya sin comprehender-
la. Así que por mas increibles que nos parezcan los miste
rios de Dios , solo debemos decir á su Magestad lo que de
cía Job : To sé, Señor , q¡ue todo lo puedes (e) : la Omnipoten
cia de Dios debe ser bastante para movernos á creer , que
ha podido hacer todo lo que nos dice que ha hecho , y
que puede cumplir todo lo que ha prometido hacer en fa
vor nuestro. Y este es fieles el mas firme apoyo de nuestra
esperanza.
Porque en efecto , ¿qué motivo mayor de confianza pa
ra los siervos de Dios , que el saber , que tienen un Señor,
■ un
(t) Gen. 18. v. 14. (¿) Num. ix. v. «3. (c) Isaiae 46. v. 10.
(d) Jerem. 31. v. aa. (e) Job 4a. v. a.
sobre el Catecismo. Parte. I. y3
un Amigo , un Protector Todopoderoso? ¿Qué pueden te
mer baxo su protección? ¿Qué? que un diluvio de agua
inunde la tierra. Pero las aguas no se acercarán al justo (a).
Testigo Noe. ¿Es necesario que Dios haga obrar al cie
lo y la tierra , para librar á sus siervos de la opresión?
Pues él lo ha hecho á favor del pueblo de Israel. ¡Ab! Yo
no me sorprehendo al oir decir á Job : Señor , ponedme cer
ca de Vos , y que pelee después quien quiera contra mí (¿) : y
á David : el Señor es mi luz, y mi salud, \á quién temerei
El Señor es mi protector , ipodrán amedrentarme los mas gra
ves peligros? j4unque mis enemigos me cerquen por todas par
tes , no se turbará mi corazón (r) : y últimamente de oir de
cir á San Pablo : si Dios está por nosotros , iquién prevalecerá
contra nosotros (//)? Sabían estos Santos que Dios es Todopo
deroso para defenderlos , y colocaban en él su seguridad y
confianza. Que teman aquellos que olvidan , ó que ignoran
que Dios es Todopodero : yo no extraño que teman aun en
donde no hay que temer (e) , porque ponen su confianza en
el hombre , se apoyan sobre brazos de carne , y por tanto
su confianza es vana. Pero el que pone su confianza en Dios
será inalterable , se mantendrá siempre tan firme como el mon
te de Sion , dice David (/).
Mas al mismo tiempo que la Omnipotencia de Dios For
talece nuestra esperanza , nos inspira un temor santo y re
ligioso á la suprema Magestad del Señor. Porque ¿quién no
temerá á un Dios Todopoderoso ; á un Dios , que muda los
montes de un lugar á otro , como dice Job (g) ; á un Dios,
que conmueve la tierra , y hace estremecer las columnas que la
sostreneni ¿Quién podrá resistir la Ira del Omnipotente , y
quién osará medir sus fuerzas con él? Si me preguntáis, quál
sea su fuerza , dice el Santo Job (¿) , os diré que es el fuerte
por excelencia ; si me preguntáis , quál sea su justicia , nin
guno puede justificarse delante de él. Temed , pues : Temed,
os
(o) Ps. 31. 6". {b) Job 17. v. 3. (c) T¿. í6. v. 1. a. g.
(d) Román, c. 8. v. 3». (», Ps. 13. v. {/") Ps. 114. I.
ig) Job p. l¿> Ibid.
74 Instrucciones
os dice Jesu-Christo , no á los hombres , que pueden muy bien
matar al cuerpo , pero no pueden hacer perecer al alma ; sino
temed á aquel , que puede arrojar al infierno al alma , y al
cuerpo. Sí , á este os digo yo que temáis ¡Dios terrible!
Si Vos estáis contra nosotros ¿quiin estará á nuestro favor?
¿Quién podrá substraernos de vuestro poder , ó escondernos
de vuestra ira? Humillémonos , católicos , debaxo de la pode~
rosa mano de Dios (b). Temamos siempre al Señor ; y nuestro
corazón , nuestra carne sea penetrada de aquel santo temor (c^ y
que inspira á los justos un vivo horror á todo lo que pue
de desagradarle. Sirvamos al Señor con temor , y alabémosle
con temblor (d). Si la fe de la Omnipotencia de Dios debe
animarnos á emprender cosas grandes en honra de Dios , y
utilidad del próximo , confiados de que si tuviéremos fe , co
mo un grano de mostaza , nada imposible habrá para nosotros (e^z
la fe de la misma Omnipotencia debe inspirarnos también un
temor saludable , un respeto y reverencia filial á nuestro
Padre Omnipotente. Dignaos , Padre amoroso , concedernos
esta confianza y este temor , que son los frutos de la fe.
Dignaos ser nuestro Protector , nuestro refugio , y nuestra
defensa ahora y siempre. Amen.
INSTRUCCION VIII.
INSTRUCCION VIH.
De la fe y conocimiento de Jesu-Christo.
(a) Lib. i. Retract. c. ig. lib. 10. Conf. c. 43. (A) Joan. 17. 3.
(c) Ephes. 3. i», (d) a. Tim. a. 5. (e) Hebr. 7 ig.
(/) Lib. de Cathec. rud. cap. 19. (g) Joan. 8 ¡6.
(A) Genes. 49. 18. (») Job 19. a$.
sobre el Catecismo. Parte I. jx-
zas del Egypto («). Los Profetas anunciaban á otros sus sufri
mientos y gloria , á fin de preparar al mundo para recibirle.
Y por tanto los verdaderos Israelitas no miraban los sacrifi
cios que ofrecían , sino como figuras del gran sacrificio que
debía ser ofrecido algún dia : porque sabian que Dios no se
alimenta de la sangre de los cabritos , ni de los toros (¿) ; que
¡a ceniza de la becerra quemada (f) no es capaz de expiar los
pecados , ni purificar los pecadores ; que las ceremonias no
eran por sí mismas sino elementos vacíos y estériles , y así no
las practicaban sino para hacer profesión de la fe del Me
sías , y adorar en las figuras de la Ley antigua los misterios
de la nueva.
Mas si en la Ley antigua era necesaria la fe de Jesu-Chris-
to para adorar y servir á Dios dignamente, ¿quánto mejor lo
será en la Ley nueva establecida por el mismo Jesu-Christo?
Concluyamos, pues, que sin el conocimiento de Jesu-Chris
to , el hombre no conoce á Dios como debe ; sin él no se co
noce á sí mismo ó se conoce inútilmente ; es un viagero sin
luz y sin guia que camina al acaso y no puede menos de ex
traviarse y perderse. Por consiguiente , sin este conocimien
to no hay salud para él , como lo vamos á demostrar.
2. p. Dios solo puede enseñarnos el camino por donde
quiere salvar al hombre , y sabemos , que este camino no es
otro que Jesu-Christo. To soy el camino , la verdad , y la vida^
dice el mismo Salvador : ninguno viene al Padre sino por
mí (d). Jesu-Christo , dice San Agustín (e) , es el camino del
Cielo adonde caminamos : es la verdad que ilustra nuestro
entendimiento , para que caminemos rectamente : es la vida
en que debemos permanecer. Es el camino con su exemplo;
es la verdad con su doctrina ; es la vida con su gracia. De
donde se infiere , que el que no conoce á Jesu-Christo y
le sigue no puede conseguir su salvación ; porque no hay
salud en algún otro que en Jesu-Christo, como predicaba el Prín
cipe de los Apóstoles á los Judíos.
• - Y
(a) Hebr. ir, r5. (b) Ps. 49. 10. 14. (c) Hebr. 9 11. c. 7. ip.
{d) Joan. 14. 6. (?) Serm. 141. al 54. gg. de Verb. Dom.
73 Instrucciones
* Y en efecto ¿qué otra cosa nos enseñan las qualidades
que la Escritura atribuye á Jesu-Christo de Mediador, Re
dentor , Abogado , Pontífice , Víctima , Templo y Altar,
Camino y Puerta , Verdad y Vida , Pastor y Esposo , Mé
dico y Rey ; sino que hallamos la salud en él , y que no
podemos hallarla sino en él y por él?
Pero Jesu-Christo es único en qualidad de Mediador.
Así como no hay sino un Dios , así tampoco hay sino un sola
mediador entre Dios y los hombres , dice el Apóstol (a) , y
este Mediador es Jesu-Christo. El solo ha podido reconciliar
nos con Dios (¿>) : destruir con su muerte las enemistades que
habia entre Dios y los hombres ; pacificar todas las cosas con
su sangre ; y ser nuestra paz
El solo es nuestro Redentor. ¿Y qué otro sino él podia
serlo"? Porque no nos ha rescatado con oro , o plata ; ni po
díamos ser redimidos, sino con el precio de la sangre del Cor
dero sin mancha : y ningún otro precio podia ser bastante.
El hermano no podia rescatar á su hermano , porque ambos
eran pecadores (d). Un hombre no podia redimir á .otro hom
bre , porque no podia dar un precio bastante para satisfacer
la injuria infinita que el hombre habia hecho á Dios. Resta
ba, pues, que Dios se hiciese hombre y hermano nuestro , pa
ra redimir á los hombres.
El solo es nuestro Pontífice, y el que ha entrado primero
en el verdadero Santuario , para introducirnos á nosotros en
él (e) , y qualquiera que no esté unido con él por la fe , no
participa de su sacrificio. La multitud de víctimas que se ofre-
cian en la Ley antigua no figuraban sino una sol¿ víctima,
una sola hostia , que es Jesu-Christo , quien se ofreció al Pa
dre por la salud de todos los hombres.
Jesu-Christo es el único camino que conduce á la vida,
y no hay otra puerta para entrar en ella. Si alguno entra
por mí, dice el mismo Salvador, hallará pastos (/"), y estos
pastos son la gracia y la vida. El es el fundamento de la sa
lud
(o) Tim. 3. e. (b) Rom. ¿. 10. (c) Ephts. a. 14. seq.
{á) Ps. 48. 8. Ps. 10. 4. ^) Hebr. ». 3. secj. (/; Joan. 10. 9,
sobre el Catecismo. Parte I. 73
lud (a) , y qualquiera que edifique sobre otro fundamento , verá
su obra destruida. Es el Maestro (b) , el Rey , y el único es
poso de nuestras almas : el que no le oye no puede ser ins
truido ; el que no le tiene por Rey es un vasallo rebelde;
y el que no conoce á este Divino Esposo (*•) , no tiene parte
en su alianza. De aquí es fácil concluir , que sin el cono
cimiento de Jesu-Christo no hay salud para el hombre. El
que no cree en mí, dixo Jesu-Christo {¿) , ya está juzgado:
¿y por qué ? Porque no cree en el nombre del Hijo único de
Dios : por consiguiente el que no le conoce ; el que quiere
mas permanecer en sus tinieblas , que abrir los ojos á esta ad
mirable luz (e) , lleva consigo su condenación , depone contra
sí mismo. El mismo Hijo de Dios se sirvió de una compara
ción admirable , y de una de las mas brillantes figuras del
antiguo Testamento para persuadirnos esta importante verdad.
Dice pues : Así como elevó Moyses la serpiente en el desierto,
así conviene que el Hijo del hombre sea elevado en la cruzi
es decir : así como la vista de aquella misteriosa serpiente,
que en realidad era solo figura de la serpiente , y no tenia"
veneno alguno , curaba á los Israelitas heridos por las ser^
pientes de fuego , que Dios habia enviado contra ellos : así
la vista , el conocimiento , y la fe de Jesu-Christo , quieri ha
tomado la naturaleza del hombre , y la apariencia de peca
dor, sin haber cometido el pecado , nos sana de la morde
dura de la serpiente infernal , que es el demonio : y así
como el que no miraba aquella saludable serpiente , pereda
sin remedio ; del mismo modo el que no cree en Jesu-
Christo , perece para siempre (/) , y permanece en la muer
te , porque no conoce á su Médico , ni se aprovecha de sus
eficaces medicinas. Con qué ardor , pues , debemos pedir á
Dios aquel espíritu de sabiduría en el conocimiento de Jesu-
Cbristo , aquellos ojos del corazón iluminados con las lüdes de
la fe , deque habla el Apóstol (g), para poder comprehendeñ
con
{a) 1. Cor. 3. 11. seq. (í) Matth. 25. 8. Colos. 1. 8. Joan. 18. 37.
Ephe». j. 40. (c) Matth. o. 15. (d) Joan. 3. 18. (e) Joan. 3. 10.
c. 14. (/) Joan. 8. 24. {g) Ephes. 1. 17. 18. Si c. 3. 18. rj).
Tom. I. K
74 Instrucciones
con todos los Santos quinta sea la latitud , la altura , y profun
didad del misterio de Jesu-Christo , oculto en Dios ante todos
los siglos , y manifestado en el fin de los tiempos (o) : á fin de
conocer la grandeza infinita del amor que nos tiene , y llenar
nos de esta ciencia divina , según la plenitud del mismo Dios"i
Si este conocimiento , y estas luces son necesarias á todo
hombre que viene á este mundo , ¿quánto mas lo serán á
un Christiano que ha profesado la fe de Jesu-Christo para
entrar en su Iglesia ? ¿Qué seria un Christiano que ignorase
á Jesu-Christo, sino un hijo ciego é ingrato, que no quiere
conocer al que le ha dado la vida ; un discípulo que no co
noce á su Maestro , ni oye sus lecciones ; un hijo de luz por
su vocación , pero que vive en las tinieblas , y las prefiere
á la luz? ¿Qué fruto sacará del bautismo que ha recibido
en el nombre de Christo? ¿No desaprueba su profesión con
su conducta ? ¿Qué gusto tendrá en los exercicios de la Re
ligión ? ¿Qué hará en el templo santo del Señor quando se
celebran los misterios de Jesu-Christo? Apliquémonos, Chris-
tianos, á conocer bien á Jesu-Christo : creamos en él , pero
que nuestra fe no sea muerta , sino viva por la caridad,
conozcámosle para amarle : conozcámosle para seguirle, por
que el qne le sigue no anda en tinieblas (¿>) , sino que tendrá
la luz de la vida , y llegará sin tropiezo al Reyno de la lus
por nuestro Señor Jesu-Christo.
INSTRUCCION IX.
INSTRUCCION X.
{a) Ps. iot. Hebr. i. (b) Joan. 3. (c) Luc. 1. (¿) L»c. 6.
(e) Joan. 31. (/) Apocal. a. (g) r. Cor. a. (¿) 1. Thim. 6.
(i) Joan. 17. (k) Iiaue 4. (/) Joan. 1. (m) Rom. 11.
(«) Coles. 1. (o) Isaix %6.
soere el Catecismo. Parte I. o1
obrar hasta el presente , él obra también continuamente («), y
todo lo que hace el Padre , lo hace también el Hijo.
¿Quién puede perdonar los pecados? Dios solo, decian los
Escribas y Fariseos , y en esto tenian razón , mas eran unos
impíos en concluir de aquí , que Jesu-Christo blasfemaba per
donándolos al Paralítico. Y así el- Señor les dió una prueba
evidente de que tenia potestad para perdonar los pecados., sa
nando repentinamente al Paralítico (b). ¿Quién da la gracia y
la gloria? Dios , dice el Profeta (c) ; y el Príncipe de los
Apóstoles nos dice , que esperamos salvarnos por la grada dei
Señor Jesús (d). San Pablo desea á los fieles en todas sus car
tas (e) la gracia , y la paz , que vienen de Dios nuestro Padre,
y de Jesu-Christo nuestro Señor. Y Jesu-Christo mismo nos
dice, que él es el que da la vida eterna á los que -creen en
éJ (/). Es , pues , Jesu-Christo el gran Dios , el Dios Crúu
dor, el Dios Conservador, el Dios Santificador, y en una pa
labra el Dios vivo y verdadero. Por consiguiente no debéis
extrañar , que el Padre Eterno mandase á los Angeles mis-
mos (^g) adorar á Jesu-Christo quando entró en el mundo: que
jure , que todo doblará la rodilla delante él , y toda lengua le
confesará (A); porque esta adoración se«debe á Dios , y Jesu-
Christo es verdadero Dios. Por el mismo principio es claro
que debemos al Hijo de Dios todo lo que debemos al Padre.
La misma fe. Creéis en Dios , nos dice Jesu-Christo , pues
creed también en mí (i\ La misma esperanza. Mi esperan
za está en Dios , dice el Profeta (£) : Jesu-Christo es mi Sal
vador , y mi esperanza (/) , dice el Apóstol , y diciendo esto
no temia incurrir en la maldición fulminada, eontra el que
espera en el hombre (/«), porque sabia que Jesu-Christo no es
3>uro hombre , sino hombre Dios. El mismo amor , la misma
obediencia , y la misma fidelidad. Si alguno me ama , dicé
el Salvador , guardará mi palabra , y mi Padre le amará : ven-
-••Vi dre-
...... - j . »
Joan. (í) Luc. g. (f) Ps. 83. (d) Actor. 15.
(?) Román, i. (/) Joan. 20. {g) Hebr. 1. (b) Romao. 14.
(i) Joan. 14. (*) P*. 6u (/) t. Thimot. 1,
(*) Jerem. 17. f. ¿. ■ ^
M a
9i Instrucciones
¿remos á él , y haremos mansión en él {a).
Venid pues á mí, ó Señor Jesús y permaneced en mí pa
ra siempre. Venid á mí, os digo con la Esposa: Vos sois mi Se
ñor y mi Dios (r): Vos sois el Hijo único de Dios vivo, Vos sois
el mismo Dios vivo y verdadero. Yo creo en Vos , espero en
Vos, os adoro, y os amo; y amándoos y adorándoos, yo adoro
y amo á mi Dios. Yo uno mivozálade losmisteriososanimales,
y de los ancianos que están postrados delante de vuestro Tro
no; á la voz de aquellos millares de Angeles , á quienes
vio San Juan en el Cielo , y que clamaban : El Cordero que
ha sido muerto es digno de recibir el poder , la divinidad , la
sabiduría , la fuerza , el honor , la gloria , y la bendición (di).
Yo clamo con todas los criaturas : Al que está sentado sobre
el Trono, y al Cordero sea dada la bendición , el honor , la glo
ria j y el poder en los siglos de los siglos. Amen.
INSTRUCCION XI,
INS-
sobre el Catecismo. Parte I. 101
INSTRUCCION XII.
INS
no Instrucciones
INSTRUCCION XIII.
INSTRUCCION XIV.
INSTRUCCION XV.
INS-
sobre el Catecismo. Parte I. i$$
INSTRUCCION XVI.
INSTRUCCION XVII.
(a) Jota. 19 33. 8c 31$. Esod. 1». 46. (#) Joan. 19. 34.
(f) £pbes. 5. a.
sobre el Catecismo. Parte I. i/l
na superstición, en que os habia hecho vivir la tradición que re
cibisteis de vuestros padres con oro ó plata que son cosas corrup
tibles, sino con la preciosa sangre de Christo como de un Cor
dero inocentísimo (a). Pensad en vosotros mismos, y contem
plad á aquel que sufrió tal contradicción de parte de los pecado
res que se levantaron contra él (h): y no queráis volver á cru
cificar de nuevo al Hijo de Dios, y exponerle aun á la ig
nominia de la cruz (c), haciéndoos de esta suerte mas culpa
bles que los Judíos mismos : porque estos, como afirma el
Apóstol , jí le hubieran conocido , nunca hubieran crucificado al
Rey de la Gloria (d) 5 pero vosotros le conocéis , porque habéis
sido llamados á su admirable luz, y por tanto seriáis inexcusa
bles , si trasladaseis la gloria y honor que le es debido á los
Ídolos que os forman vuestras pasiones (e). ¿Mas qué digo yo?
No es bastante que os apartéis del mal, y no queráis crucifi
car de nuevo á Jesu-Christo con vuestros pecados, si no obrait
el bien, y procuráis tener parte en la pasión y sufrimientos del
Salvador. Jesu-Christo padeciendo por nosotros nos ha dado
exemplo para que sigamos sus pisadas , si queremos tener parte
en su herencia. Porque ¿si no padecemos con él , serémos glo
rificados con él? Si fué necesario que Jesu-Christo padecie
se (/) para entrar en su gloria , ¿pretenderémos nosotros con
seguirla , sin hacernos antes participantes de su pasión? No
esperemos que Dios use de distinta conducta con nosotros,
que la que usó con su Hijo: antes bien porque su designio era
conducir á la Gloria á muchos hijos por el camino de los sufri
mientos , convenia que consumase y perfeccionase también por
los sufrimientos al que debia ser el Autor de su salud (g). No
nos opongamos, pues, á los designios de Dios , sigamos á Je
su-Christo por el camino de la cruz , pues no hay otro que
nos Heve al Cielo. Y á la verdad, si Jesu-Chrisio padeció y
murió en una cruz por nosotros sin haber él pecado ; habien
do pecado tantas veces nosotros, ¿rehusaremos padecer y llevar
nuestra cruz por seguir á Jesu-Christo? Mayormente quando
to-
(a) 1. Petr. 1. i«. (f>) Hebr. 1». 3. (e) Hebr. 6. 6.
\d) 1. Cor. ». 8, (t) Rom. t. 30, 93, (/) Luc. «4. 96". (g) Hebr. ». 10.
• Tm. I. V
1^4 Instrucciones
todas las penas y trabajos que nosotros padecemos no son
comparables con los crueles tormentos que sufrió el Salvador.
Porque su alma santísima sufrió á proporción del conocimien
to que tenia de su dignidad , del número y malicia de las
culpas de los hombres, que debía borrar, y del abuso ingrato
que muchos malos Christianos habían de hacer de sus dolores.
Su sagrado cuerpo formado por el Espíritu Santo de la san
gre mas pura de una Virgen era de un sentimiento el mas ex
quisito y delicado por la perfección misma de su tempera
mento, que era obra de la mano de Dios ; y los verdugos in
exorables enemigos de Jesús, hicieron en él quanto quisieron.
¿Qué restaba después de esto para que fuesen indeciblemente
grandes sus dolores y penas? Pero todo esto nos falta á nos
otros, Christianos , siendo nosotros los verdaderos deudores
de todos los tormentos que padeció Jesu-Christo. ¿Podremos
quejarnos de que nos mande padecer y sufrir? Confundámo
nos mas bien de lo poco que sufrimos por Dios, habiendo Dios
sufrido tanto por nosotros: esforcémonos á sufrir mas, á vi
vir inseparablemente unidos á la cruz del Hijo de Dios, para
leynar después con él en su Gloria. Amen.
INSTRUCCION XVIIL
r
1 61 Instrucciones
gre que habia deseado tan ardientemente y con una especie
de impaciencia (¿) , que era efecto de su caridad divina. Su
dolor y sufrimiento era inmenso y no tenia semejante: O
vosotros todos lo que pasáis , dixo el mismo Señor , considerad,
y ved si hay dolor semejante al mió : y no obstante parece me
nos ocupado de los males que sufre , que de los que amena
zan á la ingrata Jerusalen : no lloréis sobre m(, dice á las. hijas
de Jerusalen , sino llorad sobre vosotras mismas. A los. dolores
se juntaron los oprobrios. Porque el Rey de la gloria después
de haber sido acusado como criminal , siendo la santidad , y
la inocencia misma , después de haber sido condenado como
malvado , fué clavado en un madero infame , hecho el es
pectáculo de la ignominia , y ultrajado en este estado con
los insultos mas crueles. Vosotros lo sabéis , y habéis visto
ya , que como si fuese sordo y no oyese las injurias , ó como
si fuera mudo , no abrió la boca para quejarse , ni responder
á ellas. Pero vuestro amor, Dios mió, vuestra caridad, vues
tra paciencia respondían bastante por Vos. Vosotros, Chris-
tianos, ¿no entendéis este lenguage mudo de un Dios que
sufre sin quejarse? ¡Qué lección para nosotros de la paciencia
mas humilde , y generosa! Mas al mismo tiempo ¡qué exem—
pío de sumisión , y de obediencial
Toda la vida de Jesu-Christo fué un sacrificio de obe
diencia. Desde su entrada en el mundo , dixo al Padre , que
venia á darle el homenage de la obediencia mas perfecta (¿>), y
hasta las menores circunstancias de sus acciones , y su vida
fuéron todas regladas por la voluntad del Padre. Pero en
¿dónde se mostró mas obediente que en la cruz? Jesu-Chris
to , dice el Apóstol (c) , se hizo obediente hasta la muerte, y
muerte en la cruz. ¿Qué obediencia en efecto como la de un
Dios , que por hacer la voluntad de su Padre se entrega vo
luntariamente á la muerte mas ignominiosa y cruel , qual lo
era la cruz? Ni el amor de la vida , ni el horror á la muer
te , ni la ignominia de la cruz pudiéron retardar , ni debili
tar
(o) Luc. is. v. 30. (b) Hebr. 10. y. 7. Ps. 39. 7.
(c) Philip, a» v. 8.
sobre el Catecismo. Parte I. 163
tar la obediencia del Hijo de Dios. En el jardin de los Olivos
habia dicho al Padre : Hágase tu voluntad: en el Calvario
la cumple y executa. En el jardin aceptó el cáliz de su pa
sión y muerte ; y en la cruz le bebe hasta la hez. Si habia di
ferido su muerte , fué por obedecer al Padre , su obediencia
sola retardó el cumplimiento de su sacrificio. Si en la cruz,
dice que tiene sed, es para que se cumplan las Escrituras. Si mue
re , es después de haber dicho : que todo estaba consumado;
que estaban cumplidas todas las predicciones, y todas las fi
guras , y deseaba consumar su obediencia.
¡O muerte preciosa , é infinitamente saludable para los pe
cadores! Plegué á Dios que las altas verdades , que nos en
senó el Salvador en la cruz, y que los exemplos de caridad, de
paciencia , y obediencia que brillaron en su muerte causen
en nosotros los mismos efectos , que los prodigios , con que
la naturaleza reconoció la divinidad del que moria , causa
ron en el Centurión que estuvo presente á aquel sangriento
sacrificio , y que movido y convertido á Dios , clamó : \Cier-
tamente este hombre es Justo , y es verdaderamente Hijo de
Dios (a)! O que , como muchos que asistieron á aquel espec
táculo , y volvían compungidos dándose golpes de pecho , así
nosotros nos dexemos penetrar de un dolor santo de nuestros
pecados. Concedédnosle ¡, Dios mió , y que este sea el fruto
feliz de vuestros sufrimientos , y el origen de nuestra felici
dad. Amen.
X* INS-
164 INSTRUCCIONES •
INSTRUCCION XIX. f
1 ■ .
SOBRE EA3 . PALABRAS DEL QUARTO ARTÍCULO i JeSU-
Christo FUÉ MUERTO*
(a) Isai* $3. v. 1a. (b) Lúe. 1. v. ^g. (c) Joan. ia. v. 31.
(d) S. Cyril. I. 7. c. 8. in Joan. S. Aug. lib. 13. de Trin. c. 14.
{e) Hebr. a. v. 14. (/) Cotos, 3. v. j¿. (g) Apocal. I.
(b) Coles.», v. 14. (i) Hobt. 9. v. ta. (*) Hebr. 10.
sobre el Catecismo. Parte I. 1 69
hecho Santos, y sin mancha (a); nos ha sacado de las tinieblas
y de la sombra de la muerte (¿) y nos ha vuelto á la verdadera
luz: en una palabra, porque satisfizo al Padre nuestras deu
das , pagando la pena que nosotros habiamos merecido. Rías •
no solamente nos ha rescatado con su muerte de la esclavitud
del demonio , sino que nos ha merecido las armas de Dios, con
las quales podemos nosotros resistir al demonio , y burlamos de sus
astucias y artificios, y combatir no precisamente contra nuestra car
ne, y sangre, sino contra los Príncipes de este siglo tenebroso , con
tra los espíritus de malicia (r). Tal es la virtud y la gracia que
nos ha merecido la muerte de Jesu-Christo. ¡O muerte feliz
que ha obrado nuestra redención y libertad de un modo tan
admirable! ¡O sangre preciosa del Cordero sin mancha, que
nosotros llevamos en la frente para no avergonzarnos de nues
tra fe, y que nos libra de la muerte eterna por la comunica
ción de la gracia! Así , Dios mió , por la sangre de vuestro
testamento habéis hecho salir los cautivos del fondo del lago que
estaba sin agua (</). Así se ha cumplida lo que se figuraba en
la ley antigua , quando en la muerte del gran Sacerdote (e),
los que se hallaban desterrados en las ciudades de refugio, re
cobraban su libertad y entraban en el goce de su patria y de
sus bienes. ¿Quién es este gran Sacerdote , dice San Ambro
sio^) , sino el Hijo de Dios que se ha hecho nuestro Abogado
y Mediador con el Padre , y que exento de todo pecado, nos
ha librado de los nuestros? Este es el gran Sacerdote según el
orden de Melchisedech , dice Theodoreto cuya muerte ha
sido la destrucción del pecado.
2.0 Así también , Dios mió , habéis formado un pueblo
santo particularmente consagrado á vuestro servicio , y fervoroso
en buenas obras (Ji). A este fin habéis sido entregado por nosotros
á la muerte, y nos habéis rescatado y purificado de toda mal
dad. Muriendo sobre la cruz , y derramando vuestra sangre
ha-
(a) Ephes. ¿. 47. (b) Luc. 1. v. 19. (c) Epkes. 5. t. ti.
(d) Zachar. 9. r. 11. (e) Num. 15. v. 11. seq.
(/) Ambr. de fuga «¡ec. c. a. num. 13. (g) Thcodor. 9. ¿o. ia num.
{i) Tit. a. v. 14.
Tom. I. Y
1 70 INSTRUCCIONES
habéis formado una Iglesia sin mancha , y sin arruga. De vues
tro costado salió esta nueva Eva verdadera madre de los vi
vientes, y de sus hijos predixo Isaías que sacarían las aguas
con gozo de las fuentes del Salvador , y por tanto los exhorta
á cantar sus alabanzas , á invocar su nombre , y á acordarse que
su nombre es grande (a) y verdaderamente adorable. ¡Feliz
muerte que así unis les hijos de Dios! ¡feliz muerte del divi
no grano de trigo, que arrojado en la tierra reproduce ciento
por uno! ¡Feliz muerte, que á tantos ha dado la vida!
Pero ¿cómo nos ha dado la vida sino mereciéndonos la
santidad y la justicia (ti)"1. Así lo testifica el Apóstol diciendo:
que Jesu-Christo nos ha dado la vida justificándonos con su
sangre (r); y de aquí infiere estas admirables reglas , que jus
tificados por Jesu-Christo , y muertos con él al pecado no de
bemos vivir mas para el pecado (¿) ; que sepultados con él por el
bautismo, para morir al pecado , debemos andar en una vida nue
va , que hemos sido crucificados al pecado en Jesu-Christo , y
por Jesu-Christo , á fin de que sea destruido el cuerpo del peca
do • y que de hoy mas no seamos siervos del pecado. Jesu-Christo
muriendo en la cruz nos impuso esta obligación, y al mismo
tiempo nos ha merecido la gracia que necesitamos para cum
plirla ; y nos ha abierto la puerta del Cielo, para ser allí re
compensados con los infinitos bienes , que deben ser el único
objeto de nuestros deseos; verificándose á la letra , que solo
podemos ¡legar al Padre por Jesu-Christo , como dice el mismo
Apóstol , pues por su muerte ha merecido ser la llave que
abre sin que ninguno pueda cerrar , y que cierra sin que ninguno
pueda abrir (e).
Ved ahí, Christianos, los frutos de la muerte de vuestro
Dios. Juzgad por la excelencia de estos frutos del precio de
su muerte, y juzgad por su muerte del exceso de su caridad.
¡O caridad verdaderamente mas fuerte que la muerte (/) y el
infierno , pues ha vencido la muerte, y confundido al infier
no! Jesu-Christo ha muerto por vosotros porque os amó hasta
el
(a) Isaíae n. v. 3. 4. (Al Luc. 1. v. 75. (c) Román. 3. r. 14. j. v. 9.
(d) Román. 6. r. 44. {e) ApocaJ. 3. v. 7. (/) Cant. 3. r. ó.
sobre el Catecismo. Parte I. 171
el fin; medid, pues, su caridad por la grandeza de sus do
nes, y vuestro amor por el suyo. El ha comprado vuestro
amor, y vuestra salud al precio de su sangre, y fué elevado
en la cruz, para atraeros á él con los lazos del amor mas vi
vo y ardiente. ¿Seréis no obstante tan ingratos , é insensibles
que le neguéis vuestro amor? ¡O amor, ó caridad de nues
tro Dios! Caridad poco estimada , y poco conocida , pero
caridad , que pide todo nuestro reconocimiento , y nuestro
amor. Concedednos , Señor , que os demos amor por amor,
vida por vida , y muerte por muerte , y para que nuestro
amor corresponda al vuestro, concedednos también que sea
perfecto, y eterno. Amen.
INSTRUCCION XX.
INS
*8o Instrucciones
INSTRUCCION XXI. ..
- ■ . . i ' ".- . j'" »\ .'• •. . . o
SOBRE LAS PRIMERAS PALABRAS DEL ARTÍCULO QUINTO:
- "• - ¡ ■ 'i' i ■ ■. .
Descendió á ¡os infiernos. i.j
(a) Prov. i. v. 47. (A) Ecles. 14. v. 17. (c) Cant. 8. v. 6. (á) Román.
8-». 38. 39. (¿)Ps. t. v. 13. Joan. 11. r. 45. Ps. p. v. 11.
t
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Aa 2 INS-
i8l •' ! Instrucciones ' '
* i . ■ * • r
' .í' : -* . * I** . , t ' - • *
INSTRUCCION XXII.
.-..<;. . .
SOBRE LAS ÚLTIMAS PALABRAS DEL ARTICULO QUINTO! AL TER~
V¡ ' CER DIA RESUCITÓ DE ENTRE LOS MUERTOS.
-.l! -í ■»'/ . ■ . ' j, ■ . " '
INSTRUCCION XXIII.
Resurrección espiritual.
(a) Román. 6*. v. o. (¿) lo Ps. lag. (c) a. Petr. a. v. ai. & Mato.
11. v. 45. (rf) Serm. in die S. Pasch. (?) Cant. g. v. 3.
(/) Luc. 9. v. 6a. {g) Ibid. xa. v. 3a. Genes. 10. r. a<5.
|í>) Román. 6. v. a. 3.
SOBRE EL CaTECISIVÍO. PaRTE I. 20 J
ts frágil , y puede perder la gracia que ha recibido. Pero Je-
su-Christo resucitado no es su Protector , y su fuerza , ¿y la
gracia no sirve para que el hombre obtenga la perseveran
cia en ella? ¿No es la sal divina que le preserva de la corrup
ción (a)? No es el bálsamo de Galaad , que cura las llagas,
y cierra las cicatrices? Es verdad que la llevamos en vasos
frágiles , ¿pero no se nos da para remedio de nuestra fragili
dad? ¿Y la pérdida de un tesoro tan precioso no proviene del
menosprecio que hacemos de ella , ó de la imprudencia con
que la exponemos en muchas ocasiones?
3.0 Mas aunque nuestra resurrección sea constante , de
bemos trabajar aun por hacerla perfecta á fin de que sea se
mejante á la de Jesu-Christo , ¿y en qué consiste esta perfec
ción? Jesu-Christo resucitado nada conserva del estado de
muerto , ni aun de mortal , porque resucitando , se despojó
de toda nuestra mortalidad , como dice el Evangelio (b). El
conserva el mismo cuerpo en quanto á la substancia , pero muy
diferente en quanto á la gloria , dice San Gregorio Papa (i).
La naturaleza persevera la misma , pero se han mudado las
qualidades , dice San León (d). El cuerpo que pudo ser cruci
ficado , vino á ser impasible : el cuerpo que pudo ser muerto, vino,
á ser inmortal : el cuerpo que pudo ser herido , vino á ser in
corruptible.
Por estas qualidades , Christianos , debéis, reconocer si
vuestra resurrección es conforme á la de Jesu-Christo. ¿Se
puede decir de vosotros , que sois los mismos en quanto á la
naturaleza , pero muy diferentes en quanto á las qualidades,
esto es , en quanto á las costumbres? Rompisteis todos los la
zos que os aprisionaban como al fuerte Sansón (e) , y os im
pedían uniros mas y mas á Jesu-Christo? Las buenas obras
que hacéis ¿son como un vestido de gloria que os cubre, co
mo una luz brillante que alegra á los hombres , y les condu
ce á glorificar á vuestro Padre Celestial (/)? La nueva vida
que
(o) Marc. 9. v. go. Jerem. 8. v. 11. ». Cor. 4. v. 7.
[b) Luc. 18. Mire. 16. Ljc. a». Joan. ao. & ai. (c) Homil. 16*.
(d) Serm. 1. de Returr. Chr. {e) Jud. 15. r. 14. (/) Mach. 5. r. 16.
Ce 2
204 1 Instrucciones •'
-que habéis recibido os inspira el deseo de ser mas perfectos?
Habiendo resucitado con Christo , ¿vivis ya con la vida del
mismo Jesu-Christo? ¿Vivis vosotros para Dios como Je-
su-Christo'i Tal debe ser vuestra resurrección para ser per
fecta. Si vivis aun en el mundo, á lo menos no debéis ser ya
del. mundo Si las necesidades de la vida presente , si las
obligaciones de vuestro estado os precisan á vivir en el mun
do, y conversar con los hombres , la inclinación de vuestro
corazón debe fijarse en las cosas del Cielo. Si ya resucitasttii
con Christo , dice el Apóstol , buscad las cosas que están en h
Mito , donde Christo está sentado á la diestra Dios ::: saboreaos
en las cosas de lo alto , y no en las de la tierra (r). Si habéis
venido á ser nuevas criaturas en Jesu-Christo , todo debe
ser nuevo en vosotros , nuevo corazón , nuevos pensamien
tos , nuevos deseos , nuevas ocupaciones. De suerte que so
lamente lo verdadero , lo casto , lo justo , lo santo , te amable,
lo virtuosa , laudable y arreglado debe ocupar vuestros pensa
mientos y deseos (</). El Dios de la faz fue ha resucitado- de
entre los muertos al gran Pastor de las ovejas (e) Jesu-Chris
to , os haga cumplir su vohintad en todas las cosas , á fin
de que viviendo ahora para Dios en Jesu-Christo resucitado,
viváis después eternamente con él en ia gloria. Amen..
AR
sobre el Catecismo. Parte I. %o$
INSTRUCCION XXIV.
I
oo 8 Instrucciones
aclamaciones de los Angeles , y al ruido de las trompetas (a).
Ya se pasó el tiempo de las humillaciones , y ha llegado el
tiempo de la gloria : el cáliz del gozo ha sucedido al cáliz
de dolor. Después de haber empleado el tiempo de su vida
mortal en ganar á su esposa, como otro Jacob con su traba
jo, y á costa de su misma sangre, entra por su Ascensión en
la sala del festín para celebrar sus bodas : para saciarse , y
saciar á sus amigos con un torrente de delicias (Ij). ¡O gozo!
jO festín! ¡O delicias! ¿Quién podrá comprehenderlas? \0
quién nos diera el subir no solamente al Ta.bor con San Pe
dro, para ver allí una ligera chispa de la gloria del Salva
dor (í); no solamente al monte Horeb con Ellas para ver
allí la gloria del Señor baxo una figura ejstraqa (d) \ no so
lamente al tercer Cielo con San Pablo para oir allí palabra*
inefables {e) ; sino á lo mas alto de los Cielos, para ver allí
á. Jesu-Ch fisto sobre su Trono á la diestra de Dios Padre,
acompañado de toda la corte celestial , derramando por to- -
das partes delicias y gozo j y comunicándose, á todos sin re
serva!
Pero ¿quien tendrá esta dicha, Católicos? ¿Quién , dice el
Profeta (/), será digno de subir al monte del Señor , y quién
tendrá la felicidad de permanecer en su Santuario! ¿Quién? el
inismo Profeta lo dice: el que tiene las manos inocentes , y el co
razón puro , y no engañó á su próximo con juramentos falsos. Es»
te recibirá la bendición d«l Señor , y la misericordia de Dios su
Salvador, porque nada impuro entrará en el Cielo (g). El que tie*
ne las manos inocentes, y Ubres de toda injusticia, d«? toda
violencia, y de toda mancha , porque á este pertenece levan*
tar las manos al verdadero Santuario (h), El que tiene el co
razón puro , porque no es bastante qm? lo sean las manos , es
decir que las acciones sean puras , es necesario que lo sea
también el coraron , esto es , Jas intenciones, y afectos, Bien"
aventurados los que tienen el corazón puro porque ellos verán á
Dios
(#) Ps. 4<í. v. g. (b) Pj. 3$, v. 9. (e) M»th. 17, v. 4.
id) 3 Reg. ij>. (í) Cor. %%, v. 4. (/) Ps, 14. v, j,
(¿) Apoc»l. 31. 17. (/.) Pj. 113. y. 3,
sobre el Catecismo. Parte I. 209
Dios (a). El que tiene la lengua pura ^ y no manchada con la
mentira, el perjurio , la murmuración, la calumnia , porque á
este pertenece seguir al Cordero (b). El que no ha recibido en
vano su alma , es decir , el que no ha seguido la vanidad , y
ha hecho de su alma el uso para el qual la ha recibido. Por
estas señales, Católicos, debéis conocer vosotros si seréis del
mimero de los dichosos , que seguirán á Jesu-Christo en su
gloria , y participarán del fruto de su Ascensión á los Cielos,
cuya esperanza llena de consuelo á los siervos de Dios.
2.0 A la verdad, si Jesu-Christo hubiera subido á los Cie
los para sí solo , nosotros nos interesaríamos menos en su glo
ria , y su Ascensión debería al parecer desconsolarnos y afli
girnos , supuesto que nos privaba de la presencia sensible de
un Dios tan caritativo y tan bueno, y de la inestimable ven
taja de conversar con el que está lleno de gracia , y de verdad^
y es la sabiduría eterna (f). Y esto era en efecto lo que
afligía á los Apóstoles , quando les declaró el Hijo de Dios,
que iba á separarse de ellos, para volver á su Padread) , porque
no comprehendian aun los saludables frutos que debían sacar
de la Ascensión del Señor , la qual debia ser para ellos , y
para nosotros una fuente inagotable de consuelos , y bienes.
¿Y por qué esto? Lo primero , porque Jesu-Christo debia
consumar en su Ascensión la obra de nuestra santificación. Lo
segundo porque entrando en su gloria aseguró á sus escogi
dos la posesión de ella.
Después de habernos redimido el Hijo de Dios cen su
preciosa sangre , restaba , que nos hiciese recoger todo el fru
to de nuestra redención , subiendo á los Cielos. Era necesario
que la sangre de esta adorable víctima fuese llevada al San
tuario , para consumar el sacrificio de expiación , y que to
dos los pueblos fuesen purificados con ella. Esto se nos figu
raba todos los años en la ley antigua , quando el gran Sacer
dote , en el sacrificio general de la expiación , no se conten»-
taba con la inmolación de la víctima, sino que pasando el se-
• , , _„ ... -{ ... , . , gun-
. (a) Math. $. v. 8. (í) Apocal. 14. y. 4. (c) Joan. 1. r. 14, .
(¿1 Jcan. 16. v. 6. ........
Tom. I. Dd
2i6 Instrucciones ' *
gundo velo, y entrando en el Santo de los Santos (a) , esto es,
en la parte mas íntima y sagrada del Templo , ó Tabernácu
lo que no executaba sino esta sola vez , entraba allí con la
sangre de la víctima , y la presentaba á Dios. En lo qual se
figuraba , según el Apóstol (b) , que Jesu-Christo debía en
trar algún dia en el verdadero Santuario , que es el Cielo, pa
ra presentarse por nosotros delante de Dios. ¡Qué gozo , pues,
qué consuelo para nosotros al ver que Jesu-Christo no con
tento con haberse cargado de nuestros pecados , para satisfa
cer por ellos , se separa por algún tiempo de los hombres pe
cadores que viven en la tierra , para ir á presentar á su Pa
rtiré la sangre preciosa que habia derramado por ellos! ¡Qué
frutos no debemos esperar de esta consumación de sus miste
rio*! Para nosotros , pues, entra en el Cielo Jesu-Christo , el
Pontífice Santo, inocente , y sin mancha (ít) , supuesto que entra
en él , para continuar en nuestro favor las funciones de su
sacerdocio , viviendo siempre para interceder por nosotros
que entra en él para presentar á Dios Padre la sangre que
derramó , el cuerpo que sacrificó , la muerte que sufrió por
nosotros ; siendo las llagas que conservó en su cuerpo resu
citado otras tantas bocas que hablan en favor nuestro , y
á cuya eficacia no resiste la ira del Padre Eterno : que entra
en él para hacer por nosotros el oficio de Abogado cerca del
Padre. . •• . ' , .- > •
¿Qué mal pleito, Christianos, tendríamos nosotros, si Je
su-Christo no hiciera delante del Padre el oficio de Aboga
do nuestro? ¿Pero qué debemos temer baxo su protección po
derosa? Si decimos que no tenemos pecado, escribe San Juan
nos engañamos á nosotros mismos , mas si somos pecadores, añade
este Apóstol , debe animarnos , el que tenemos á Jesu-Christo
justo por Abogado , ¿ intercesor ante el Padre. Si nos dexa , y
se sube al Cielo , no por eso nos olvida. No se turbe vuestro
corazón , nos dice, no os dexaté huérfanos (g). El mismo queda
. ( i,v . ■ • >•"'- con
INSTRUCCION XXV.
(o) Ps. 89. v. 4. (b) Hebr. it. (c) Epkes. a. {d) Philip. 3.
(e) Joan, 16. v. 48. (/) Ephes. 1. (g) 1. Cor. 15.
sobre el Catecismo. Parte I. 217
quién de los Angeles dixo Dios jamas : tú eres mi Hijo sién
tate á mi diestra , pregunta á este intento el Apóstol («)? Pe
ro el Señor dixo á mi Señor , siéntate i mi diestra , según el
Profeta {ti). Los Angeles aunque superiores á nosotros por
la excelencia de su naturaleza , y las prerogativas de su es
tado , son sin embargo espíritus destinados á servir á los que
consiguen la berthcia de la salud , como dice San Pablo : son
siervos en la casa de Dios. Mas Jesu-Christo es el Hijo del
Eterno Padre , el esplendor de su gloria , el carácter de su subs
tancia, el heredero de todas las cosas , y tanto mayor que los
Angeles , quanto el nombre que heredó , es mas excelente que el
suyo (c). A los Angeles les es concedido el asistir ante el Tro
no de Dios , para estar siempre prontos á executar sus órde
nes. A Jesu-Christo le pertenece el estar sentado en lo mas
alto del Cielo á la diestra de la soberana Magestad (d).
Así ha recompensado Dios las humillaciones , y trabajos
de Jesu-Christo. Mas para haceros entrever á lo menos las
maravillas de este premio, conviene explicar con mayor ex
tensión en qué sentido se ha dicho , i.° que JesuChristo está
sentado en el Cielo : 2.0 que está sentado á la diestra de su
Padre.
1 ,° No penséis , Católicos , que quando las Escrituras nos
dicen en muchos lugares , y los Apóstoles nos enseñan en el
Símbolo, que Jesu-Christo está sentado á la diestra de su Pa
dre , hayan querido significar la situación , ó figura corpo
ral de la humanidad del Salvador , ni darnos á entender quí
permanece siempre en esta postura , ó situación. El Espíritu
de Dios , que habla en las Escrituras , se abate , por decirlo
así , hasta nosotros para elevarnos á él : proporciona sus ex
presiones á nuestro modo de concebir , y baxo los términos
comunes que empleamos en los usos humanos , comprehende
las maravillas inefables de su grandeza, Y como en las cosas
humanas juzgamos que se da la mayor honra al que está
sentado á la mano derecha , trasladando esto mismo á las di
vi
dí Hebr. t. r. 13. (i) Ps. 109. v. 1.
(c) Hebr. I. v. 3. Je 4. (¿J lbid. .
Tm. 1. Ee
418 Instrucciones
vinas, por un modo figurado de hablar, confesamos, que Jesu-
Christo está sentado á la diestra de su Padre , para explicar
la admirable gloria que consiguió sobre todos los demás hom
bres. Así la misma Escritura , que nos enseña que Jesu-Chris-
to está sentado en el Cielo , nos representa en otro lugar á
este Cordero en pie , aunque sacrificado (a) : nos dice que
las vírgenes le siguen adonde quiera que va (b} , y asimismo
que se apareció en pie á San Esteban , para animarle en su
martirio (c) , lo que hace decir á San Ambrosio (d) : Jesu-
Cbristo está sentado porque reyna , que está de pie , porque nos
protege , y que de estas dos expresiones , la una nos da á en~
tender su autoridad , la otra su bondad , y ambas á dos su gloria.
Yo entiendo , pues , que esta expresión , Jesu-Christo está
sentado , nos denota la perfección de su descanso , la inmu
tabilidad de su gloria , y el exercicio de su autoridad so
berana. ' *
i .° Jesu-Christo vino al mundo á instruir á los hombres
con su doctrina , á edificarles con su exemplo , á purificar
les con su sangre , y á santificarles con su gracia. ¿Y qué de
trabajos y penas no sufrió para esto? Él mismo nos dice por
su Profeta (¿) : que vivió en los trabajos desde su juventud. To
do el tiempo de su vida mortal fué una cadena seguida de
penas y fatigas , la qual se terminó en la muerte mas doloro-
sa , y llena de afrenta y de ignominia. Era , pues , muy jus
to , que entrase en su descanso (/) , y que así como Dios des
pués de haber criado al mundo en el discurso de seis dias,
descansó en el séptimo , así también Jesu-Christo después de
haber trabajado , y padecido por salvarle , gozase en fin de
aquel admirable descanso (g) que mereció para sí , al mismo
tiempo que le mereció para nosotros. El Apóstol nos descu
bre este misterio en la Carta á los Hebreos , diciendo , que
habrá otro Sábado , esto es , otro descanso mas que aqu<M
que fué mandado á los Judíos , el qual era figura de éste;
otra
(a) Apocal. g. v. 7. (b) Ibid. 14. v. 4. (c) Actor. 7. v. go*.
(d) Lib. 3. de fide. {e) Ps. 87. r. 16. (/) Genes, a. v. a.
(f) Hebr. 4. v. 4.
sobre el Catecismo, Parte I. 2 r9
otra tranquilidad ademas de aquella que Josué les procuró en.
.la tierra prometida (a) , y que asimismo habrá otro descanso
de Dios , ademas de aquel de que habla el Génesis , quando
dice , que Dios después de haber hecho todas sus obras descan
só. ¿Y qué descanso es este , sino la satisfacción , y felicidad
que Dios halla en el gozo de sí mismo , y que debe comunicar
.algún dia á sus escogidos? En este descanso entró Jesu-Chris-
to (b) , para introducirnos á nosotros en él después de él , si
no merecemos por nuestra infidelidad ser excluidos de él , co
mo aquellos á quienes amenazó el Profeta que serian exclui
dos de él para siempre. Desde su trono nos dice : no os des
animéis ni por el número , ni por la duración de los traba
jos. Yo he trabajado , he padecido , y he sufrido , pero todas
mis penas han sido consumadas en la cruz : Yo gozo ya
del descanso , y si vosotros padeciereis , y sufriereis por mí,
os haré sentar conmigo , y entrareis para siempre en mi des
canso , y mi gozo. ¡Oh! ¡y qué pena podrá parecer dura á
quien viva con esta fe , y se fortalezca con esta espe
ranza !
2.0 Pero se dice queJesu-Christo está sentado en el Cielo,
no solamente para denotar la tranquilidad de su descanso,
sino también para significar , que el descanso de que goza , es
un descanso inmutable , y eterno. Su descanso es su Reyno , y
su Reyno no tendrá fin (c.-) , como dixo el Angel á Joseph. Su
Reyno no es como los reynos temporales , que están expues
tos á revoluciones y vicisitudes que les mudan y alteran 5 el
Reyno de Jesu-Christo está dentro de sí , su descanso está
en Dios mismo , y nada puede turbarle , ni inquietarle. Sus
enemigos ya le están sumisos , porque el Padre le dixo : sién
tate á mi diestra , mientras pongo tus enemigos postrados de-
baxo de tus plantas (d). Ya no hay dolores para él , ni dias
de enfermedad y flaqueza , ni Potestades de las tinieblas (e);
en su camino , esto es , en el tiempo de su vida pasagera y
mortal debió beber del torrente de las aflicciones , mas al
t pre-
(á) Hebr. 4. v. 3. (í) Ibid. v. 10. (e) Luc. i. v. 33.
(d) Ps- 109. v. 1. a. (ff) Luc. aa. v. 53.
Ee 2
2 20 Instrucciones 1
presente ya levantó la cabeza (a) : su Padre le ha coronado de
gloria. Salid , pues , hijas de Sion (b) , salid de vosotras mis
mas por la fe , elevaos hasta el Cielo , y considerad á este
gran Rey sentado sobre su trono , y en la gloria de la diade
ma con que ha sido coronado en el dia , en que su corazón fué
colmado de gozo. Ahora es quando el Padre le dice en presen
cia de todos los Angeles : Tú eres mi Hijo , y yo te he engen
drado hoy (r). Pídeme , y te daré las Naciones por herencia,
y extenderé tu posesión hasta las extremidades de la tierra.
Tú las gobernarás con vara de hierro , y las quebrantarás co
mo un vaso de barro. Palabras admirables , que vemos cum
plidas en el establecimiento de la Iglesia , por el qual ha da
do á su Hijo todas las Naciones por herencia , llamándolas á
la fe : ha extendido su dominio hasta las extremidades de la
tierra , haciendo entrar en la Iglesia á los pueblos mas remo
tos ; los grandes del mundo se han sometido al sagradoyu-
go del Evangelio ; los Reyes se honran de llevar su cruz so
bre sus coronas , y todo el orgullo del mundo ha sido que
brantado por la humildad del Salvador.
• En vano las Naciones se han sublevado con grande estrépito
para oponerse á su poder En vano los pueblos han formado
diferentes proyectos para aniquilar su Reyno. En vano los Re
yes y los Pr/ncipes se han uuido contra el Señor , y contra su
Christo. En vano los Judíos y Gentiles han pretendido des
truir la Iglesia ; el que está en el Cielo se ha burlado de sus es
fuerzos (e) : y en medio de sus enemigos (/) ha hecho brillar sa
poder , y exerce su impeño. Y esto es lo que se denota tam
bién por aquellas pr. labras : fesu-Christo está sentado en el
Cielo. Palabras que significan no solamente que Jesu-Chris-
to es Rey , sino también Juez Soberano que exerce su autori
dad sobre todo el universo.
3. A la verdad , en qualidad de Hijo de Dios le con
venia su Trono desde la eternidad misma. Desde entonces, Dios
mió , dice el Real Profeta , establecisteis en el Cielo vuestro
Tro*
(a) Ps. 109. ». 7. (6) Cant. 3. v. 11. (c) Ps. a. v. 7. 8. 9.
Í¿) Ps. a. v. i. a. [e) Ibid. a. 4. (/} Ps. *cp. v. 3.
sobre él Catecismo. Parte I. r22"r
Trono \ Vos réynais desde el principio de los siglos (ti), Pero en
su entrada en el Cielo comunica toda su gloria á su humani
dad santísima , y ésta reyna en él , y con él. Los Angeles le
reconocen así , y abriéndole las puertas del Cielo , claman:
{Quién es este Rey de la glorial El- mismo Dios de los exérci-
tos es el Rey de la gloria. El Señor fuerce , y poderoso , que
abatió á sus enemigos ,_y sube triunfante cargadé de trofeos (bj.
Jsu-Christo , pues , reyna, aun como hombre, en el Cielo, y
está sentado en su Trono como Juez del universo. Quando
estaba en la tierra tenia ciertamente potestad para juzgar al
mundo , pero no quiso exercer el oficio de Juez , porque
habia venido para salvar ,y no para juzgar (c) , pero al fin dé
los siglos vendrá como verdadero Juez ; entonces dice e! Pro
feta (d) : juntará todos los pueblos , y subirá á lo alto , esto es,
aparecerá en su terrible Tribunal. Al presente sus juicios sen
ocultos , p¿ro no son menos verdaderos , y' hó exerce mé-
nos realmente el oficio de Juez. En efecto , ¿qué juicio nó
ha exercido sobre los Judíos ingratos , sobre los perseguido
res de la iglesia , sobre el imperio idólatra , sobre la prosti
tuida Babylonia? ¿Qué juicio no exerce todos los dias sobre
los pecadores rebeldes que no quieren convertirse? ¡Ah! es
tos juicios aunque ocultos comunmente baxo el velo de ca
sualidades humanas , no por eso dexan de ser efectos ciertos
de su justicia y poder.
Aprendamos , pues Christianos , á adorar á Jesu-Chris-
to en su gloria , á respetar su poder , á desear su unión y
compañía. Subamos con tonfanza al trono de grada para pedir
misericordia y alcanzar de Jesu-Christo los auxilios necesa-'
ríos (e\ ¿Qué confianza no debemos tener en su bondad , en
su crédito , en su poder? Porque no solamente está sentado
en su Trono , sino que está sentado á la diestra misma de su
Padre, que es lo que nos resta explican ••'
2. p. ^Quando decimos: que Jesu-Cbristo está sentado á la
diestra de Dios Padre, no habéis de imaginar que el Padre es
un
(«) Ps. 91. 3. (¿) Ps. 13. v. 10. & S. (c) Joan. 3. v. 17.
(<í) Pt. 7. v. 7. 8. (e). Hebr. 4. v. 16.
222 Instrucciones
un Dios corpóreo, semejante á aquel que se figuraban los an
tiguos hereges: los quales le atribuían los mismos miembros
que nosotros tenemos , porque verdaderamente en Dios Pa-r
dre no hay cuerpo , ni miembros , ni derecha , ni izquierda.
La Escritura atribuye á Dios los nombres de nuestros miem
bros, para proporcionarse á nuestra debilidad , y acomodar
se á nuestro lenguage , pero no significan sino sus espiritua
les, y divinas perfecciones. Sus ojos son su sabiduría , su co
razón es su caridad , sus brazos son su poder , sus pies su
inmensidad , sus manos el exercicio de sus operaciones divi
nas. ¿Qué significa, pues, esta expresión c\e la Escritura y
del Símbolo que dice , que cjesu~Christo está sentado á la
diestra de su Padre , sino que goza de la misma gloria , que
tiene el mismo poder , y exerce la misma autoridad que su
Padre?
En efecto \qué gloria, exclama San Juan Crysóstomo, (a)l
¿No era bastante que se elevase sobre los Cielos! No era bastan-
te que fuese colocado entre los Angeles! No , se eleva sobre ¡os
Angeles, y Arcángeles , sobre los Querubines , y Serafines, se
eleva sobre todas las Potestades , y no se detiene hasta llegar al
Trono de Dios mismo. Comprended si podéis , añade este Padre,
el intervalo , y espacio que hay desde la tierra al Cielo ; no es
esto todo : comprended aun , si podéis , la distancia infinita que
hay desde los Angeles , y Arcángeles hasta el Trono de Dios
mismo. Tal es la elevación de Jesu-Christo en su Gloria. El Hi
jo de Dios no pudo humillarse mas que haciéndose hom
bre , ni pudo elevarse mas como hombre , que colocándose
en el Trono de Dios.
El mismo Dios habia descubierto muy de antemano á
Daniel la gloria de Jesu-Christo en una visión misteriosa.
To veo Tronos colocados en el Cielo y el antiguo de los
dias se sentó en ellos. El antiguo de los dias es Dios, el qual
es antes de todos los tiempos , porque es eterno. Su vestido
es blanco como la nieve. El vestido es el esplendor mismo c'e
la gloria que le rodea. Los cabellos de su cabeza son blancos
co-
(<*) Homil. ¡o Ascens. Domin. {b) Daniel. 7. v. p. seg.
sobre Eií Catecismo. Parte I. < 123
tomo ¡alaria mas blanca y pura: imágen de sú perfecta san
tidad. Su Trono eran llamas ardientes , y las ruedas del Trono
un fuego abrasador. Todo es abrasado en él por la caridad , y
es cierto que el Trono será algún dia inflamado también con
el fuego de su venganza. To veo, añade el Profeta, como al Hijo
del bombre que viene con las nubes del Cielo , y se avanza
basta el antiguo de los dias. Se presenta á él , y él le da el ho
nor , y el reyno i todos los pueblos, las Tribus, y las lenguas le
servirán : su poder es un poder eterno que no le será quitado , y
su reyno jamas será destruido. ¿Y quién es este Hijo del bom
bre, sino el Hijo de Dios que se ha hecho carne por los hom
bres ; el que siendo igual al Padre , y Dios como él , se ha
humillado hasta vestirse de la naturaleza , y forma de siervo,
y habiendo cumplido su ministerio, subió hasta el antiguo de
los dias , pues como hijo único suyo siempre fué igual á él,
y era muy justo que comunicase su gloria á la naturaleza que
habia tomado? A él , pues, se debe toda gloria , honor , po~ '
der , y bendición (a), como los espíritus bienaventurados can
tan, y cantarán eternamente en el Cielo.
2.0 Pero Jesu-Christo no solamente tiene la misma glo
ria , sino también el mismo poder que el Padre , en cuyo
.sentido se dice en el Símbolo que está sentado á su diestra.
Por esto dixo Daniel , como hemos visto , que el poder , el
hotwr , y el Reyno han sido dados al Hijo del hombre , que es
el Hijo de Dios. Toda potestad me ha sido dada en el Cielo, y
en ¡atierra (b), decia Jesu-Christo de sí mismo á los Apósto
les, quando subia al Cielo: id pues , añadió, enseñad á tor
das las gentes, anunciadlas mi Evangelio, pues quiero suje
tarlas á todas por medio de la verdad. Bautizadlas en el nom
bre del Padre , y del Hijo , y del Espíritu Santo ; todos tres
tenemos un mismo poder , porque tenemos una misma natu
raleza. Enseñad á todos los pueblos del universo á prac
ticar , lo que yo os he mandado , pues por la obediencia
deben reconocer mi poder , y hacerse dignos de mi Reyno.
¿Quién, pues , se atreverá á resistir á Jesu-Christo? ¿Quién
no
00 Apocal. 4. v. 9. (b) Math. a8. v. i4¡., •-. • •„
224 Instrucciones
00 reverenciará su poder? ¿Quién no espera de él tos auxi
lios necesarios para cumplir lo que nos ha mandado? ¿Qué
tenemos que temer baxo un Rey , y un protector tan pode
roso? De voluntad, ó por fuerza todas las cosas deben estarle
sujetas. Puede á la verdad , convertir á los rebeldes con la
eficacia de su gracia , y Saulo postrado , mudado, y conver
tido es buena prueba de esto ; y quebrantar en su ira á los
que resisten á su poder. \
3.* Mas así como tiene la misma gloria , y el mismo
poder que el Padre, así goza también de la misma autoridad,
y por tanto se dice que está sentado á la diestra del Padre,
porque el asiento denota la autoridad. En la Escritura se
dice , que Dios está sentado sobre los Querubines (a) , porque
tiene una autoridad soberana sobre estas bienaventuradas in
teligencias : y á este modo decimos, y confesamos que Jesu-
Christo está sentado á la diestra de su Padre, porque su au
toridad es igual á la del Padre , y sobre todas las cosas. To-
dfls las cosas son de éi3 y por él , y pertenecen á él (¿) : él es el
Angel del gran consejo , que arregla todos los designios de SU:
Padre : es la palabra que los ordena, y la mano que los exe-
cuta. El Padre ha remitido á él todas las cosas , así como él las
remitirá todas á su Padre , en el fin de los siglos (¿r). Desde lo
alto del Cielo , en doude reyna, arregla todo lo que pasa en
la tierra , y fixa todas sus revoluciones. Desde el trono de
las gracias, en que está sentado, gobierna la Iglesia , protege a
sus escogidos , y está con nosotros hasta la consumación de los
siglos (d] \ en su nombre se predica el Evangelio, se perdonan los
pecados (e) , se anuncia la penitencia á las Naciones, y el Es
píritu Santo se comunica á los fieles. El es la llave de David,
ninguno puede cerrar lo que ha abierto, ni abrir lo que ha cerra-
do (/) , y es también la fuente de el agua de la gracia, que
corre desde su trono , y resalta hasta, la vida eterna (¡g).
¿Qué gloria , pues , la del Hijo de Dios sentado en el
Cie-
(«) Pí. 70. ». (&) Colos. r. v. 16". (c) 1. Cor. 15. v. a?. »*•
(¿1 Math. 18. v. ao. (e) Actor, a. v. 38. Luc. «4. v. 47.
(/) Apocal. 3. v. 7. {g). I¿.i4. »». r. *. Joaa. 4. v. 14. ..^
sobre el Catecismo. Parte I. lis
Cielo á la diestra de su Padre? Adorémosle , Christianós,
postrémonos á sus pies , como los misteriosos ancianos del
Apocalipsi (a). Doblen todos la rodilla á su nombre en el Cielo,
en Id tierra , y basta en el infierno mismo (b). ¡Pero qué gozo
para nosotros, qué consuelo el saber que debemos tener parte
en la gloria inefable del Hijo de Dios! El mismo lo prometió
á sus Apóstoles , asegurándoles que se sentarían sobre doce
tronos , para juzgar á las doce Tribus de Israel (c) , él prome
tió no solamente darles el fruto del árbol de la vida que está en
el Paraíso de nuestro Dios (¿) , y preservarles de la segunda
muerte , darles un maná escondido , y un nombre nuevo , que
solo es conocido de los que le reciben, y reconocerles por suyos
delante de su Padre , sino también hacerles sentar sobre su
Trono. ¡Qué gloria! ¡qué honor! ¡qué corona! Animados con
esta fe , poseídos de esta dulce esperanza , no busquemos , no
deseemos ya sino las cosas del Cielo , en donde Jesu-Christo
está sentado á la diestra de Dios Padre (e): y en donde dice ei
Apóstol , que nosotros estarnos ya sentados con él (/). Conce-
dednos, gran Dios , que nuestra vida en la tierra sea un de
seo, y una esperanza continua de Jesu-Christo , el qual debe
volver algún dia como él ha subido al Cielo (g) : haced que
le veamos volver , para llevarnos consigo como á siervos
fieles, y entrarnos en el eterno gozo de nuestro Señor. Amen.
(0) Apocal. g. v. 14. (é) Philip, 3. v. 10. (c) Math. 19. v. 38.
(tt) Apocal. a. v. 7. «. 17. & 3. v. j. ai. (*) Colos. 3. v. £» :
(/) Epfaes. a. v. 6. (g) Actor. 1. v. 11.
Tom. I. Ff AR
a%k T ' Instrucciones
INSTRUCCION XXVI.
(o) Ezcq. y¡. (i) Jota. j. Actor. 1. Thim. 4. (*) Joan. v. 16.47;
Tom. I. Gg
234., Instrucciones
geles i y se sentará en el Trono de su gloria (¿i): que entóncei
todas las naciones se juntarán delante de él : que separará ¡os
unos de los otros , y colocando á los escogidos á su derecha y
á los reprobos á la izquierda , dará á aquellos la posesión de
su Reyno, y enviará á estos al fuego eterno. Por esto dixo el
Apóstol : que Dios ha señalado un dia en el qual debe juzgar al
mundo según su justicia, por aquel á quien ha destinado para ser
juez , de que ha dado una prueba cierta á los hombres resucitán
dole de entre los muertos (ti). Y explicando á Cornelio los prin
cipales puntos de la Religión Christiana, dice también : T nos
mandó predicar al pueblo , y testificar , que él mismo es á quien
puso Dios por juez de vivos , y muertos (c).
Y á la verdad , no convenia que juzgase á los hombres la
sabiduría eterna de Dios que todo lo penetra , y escudriña
los mas ocultos senos del corazón humano ; que el que habia
encarnado por los hombres, les juzgase en la carne misma,
que habia tomado por ellos ; que su Redentor , su Rey y Se
ñor, les pidiese cuenta de sus dones, de la observancia de sus
leyes, y exerciese sobre ellos su autoridad soberana ; que el
que habia sido juzgado por los hombres, y juzgado tan injus
tamente , les juzgase á ellos según las reglas de la justicia, y
de un modo que pudiesen ellos percibir por sus sentidos su
proprio juicio? ¿Y no convenia que los que le habían humi
llado, le viesen después revestido de todo su poder , y ma-
géstad (í/)? Sí Christianos. Convenia que Jesu-Christo fuese
nuestro juez. Pero ¡ó Dios, que Juez tan temible! Un Juez
justo , un Juez poderoso , un Juez sabio , ha de ser vuestro
Juez, Católicos.
Un Juez justo , porque es el Dios que no puede sufrir la
iniquidad (e) y no ha venido al mundo, sino para destruirla,
y destruirla á costa, de su sangre. De una parte yo veo que
promete al victorioso defenderle de la segunda muerte (/); dar
le un maná oculto, y un nombre nuevo que ninguno conoce, sino el
: 1 que
fa) Math. *g. v. 31. seq. (i) Actor. 17. v. jx. (c) Actor, ib»
(d) S. Aug. enarr. ¡n Ps. 85. (e) Ps. 5. v. 5.
{/) Apocal. 1. v. 11. 17.
sobre el Catecismo. Parte I. 2 3?
pe le recibe : comunicarle el poder (a) , que ha recibido sobre
¡as naciones , y por el qual las gobierna con una vara de hierro,
y puede romperlas con la misma facilidad, que un vaso de'
barro ; confesar su nombre delante de su Padre , y de sus Ange
les (b) ; hacerle como columna inalterable en el Templo de
Dios (<:); y hacerle sentar en su Trono , así como él está sentado
en el Trono de su Padre (d). Pero de otra parte yo veo en el
mismo lugar de la Escritura que amenaza quitar de sú lugar
el candelera que era el adorno de su Iglesia , y la alegraba
con su luz (e\ Yo le veo pronto á combatir con la espada de
su boca contra los que corrompen su doctrina , y que seme
jantes á Balaan (/) , enseñan á los hijos de Israel á ser lascivos.
Y la Escritura misma me muestra en muchos lugares Qj-), que él
sondea los corazones , y los ríñones (b),y da á cada uno según sus
obras.Mas si en esta vida es su justicia tan severa, si reprehende,
y castiga así á los que ama; si usa de este rigor quando aun está
á la puerta , y solo toca , y hiere para hacerla abrir ; ¿qué
hará en el día de su irá, quando estará cerrada para siem
pre la puerta de sus misericordias? ¿Con quánta razori decía
David: Señor no me reprehendáis en tu furor , ni me castiguéis en
tu ira(¡yi Aprended, Christianos, á temer los juicios del Señor,
á someteros á sus leyes, por no irrritarle , y perderos para siem
pre apartándoos de los senderos de su justicia (£). Su ira se va
á encender bien presto. Felices aquellos que esperaron en él. Por
que es todo poderoso para salvar ,y para perder , para herir,
y para curar (/).
Y este es el segundo carácter de nuestro Juez" soberano.
Pues él mismo nos dice , que se le ha dado toda potestad en el
Cielo y en la tierra (w). Si se pregunta por su fortaleza («) , dice
Job , es fuertísimo , es omnipotente. ¿Quién podrá resistirle?
El lo llenará todo de ruinas, dice David (o) , juzgará las naciones
y quebrantará á los Reyes mismos en el dia de su ira. Los otros
Pro-
ía) Apoc. a. v. a6\ 47. (i) Ibid. 3. (c) v. 1a. (d) v. ai.
(e) Ibid. a. v. 5. (/) Apocal. 1. 14. (g) Ibid. v. ». 4. g.7. C.3.V. 10. 14.
(b) Apoc. a. v. 03. (i) Ps. 6. (A) Ps. a. v. 1a. (/) Druter. 3a. v. 3,9.
(«) Math. a8. v. 18. (») Job p. v. 16. (o) Psalm. 100. v. 6.
Gg 2
2j6 -. Instrucciones
Profetas nos le representan como en una carroza de fuego en
medio de torbellinos , y tempestades (a) , y como un /«e^o que
deseca , que abrasa y consume: expresiones todas que denotan
]a actividad de su poder , y la imposibilidad de resistirle. El
Evangelio nos ofrece también una imagen terrible de su po
der. Porque ¿qué poder igual á el que turba las virtudes
del Cielo , pone toda la naturaleza en la confusión y desor
den , y hace desaparecer el Cielo y la tierra , para criar
unos Cielos nuevos, y una tierra nueva? Si subimos con la
consideración al Cielo veremos á los ancianos que ponen sus
coronas á los pies de este soberano Juez : y oiremos clamar:
Quién como el Señor. Si volvemos los ojos á la tierra, veremos
los azotes con que la castiga al abrir los sellos que tenían
cerrado el libro. Si baxamos á los infiernos , comprehendere-
mos por los suplicios de la prostituida Babilonia del mundo,
quan terrible es su poder.
Pero ¿este Juez justo y poderoso no sabrá quiénes son
dignos de su amor ó su odio , para dar á cada uno según sus
obras? ¡Ah! él es la verdadera luz que ilumina á todo hom
bre, que viene á este mundo (¿) , es la sabiduría del Padre , su
Verbo eterno. En esta vida la luz luce en las tinieblas , dice
San Ju,an (f), y las tinieblas no la han comprehendido. La ig
norancia , y las pasiones no nos dexan ver ahora claramente
esta luz, y ved ahí lo que hacia temblar á los mas justos á
quienes nada remordía la conciencia, para no creerse justifica
dos (d) ; y lo que movia á David á pedir á Dios , que le puri
ficase de todos sus pecados ocultos ,y de los pecados ágenos, en
que podía haber tenido alguna parte (e). Pero en el dia del
juicio el Señor hará brillar su luz, y disipará todas las
tinieblas , porque es el dia de su manifestación , y revela
ción (/) , dice la Escritura ; dia en que producirá á la luz lo
que está oculto en las tinieblas (g) \>y descubrirá los mas secre
tos pensamientos de nuestros corazones. En efecto , porque se
di
to! Isaix 66. y. ig. (b) Joan. i. v. 9. (c) Ibjd. v. g.
id) 1. Cor. 4. v. 4. (e) Ps. 18. y. 13. (/) Román, a. y. ¡.
[g) i. Cor. 4. y. 5.
sobre el Catecismo. Paróte I. 237
dice en el Apocalipsis, que sus ojos parecen- á una llama de
fuego (a) y y esto quando. tiene en sus manos las ¡laves de la
muerte , y la vida ^ jy por qtié el Cordero se representa con¡
siete ojos , quando toma el libro del que está ¡sentado en el Tro-'
no(b)y abre sus sellos , sino para denotar que hará brillar
su sabiduría , quando venga á juzgar la tierra?
( Aun viviendo entre los hombres hizo ver muchas veces
la penetración de su luz. Si Eliseo por la luz : de Dios des- •'
cubrió lo que pasaba en el Consejo del Rey de Asiría (t ); Jesu-';
Christo por la suya descubre lo que pasa en el corazón de
sus Discípulos , y los pensamientos secretos que les agitan
descubre los pensamientos impíos y designios pérfidos de los
Escribas y Fariseos (e) • discierne la hipocresía de su corazón
á pesar de los velos que la encubren : hace ver escribiendo
en la tierra (/) que conoce á. los acusadores de la muger
adúltera , y que ninguno de ellos se atreverá á arrojarla la
primera piedra , si es necesario estar inocente para apedrear
la ; y en fin en el. Evangelio comunmente responde mas á
los pensamientos que á las palabras. De esta suerte antici
pa el juicio del último dia , en donde todo será juzgado , los
pensamientos mas secretos, como las acciones mas públicas;
una ojeada , un movimiento imperceptible de ira ó de so- '
berbia , una palabra ociosa será puesta en juicio , y se pedi
rá cuenta de ella. ¿Qué digo yo? Las justicias mismas serán
juzgadas allí , según la expresión del Real Profeta (g). Jui- '
ció terrible pero pronto ; porque así como al salir el sol
todas las criaturas que estaban en las tinieblas de la noche
se presentan de un golpe á nuestros ojos, así" al salir el Sol de
Justicia, que es Christo, se disiparán todas las tinieblas, aun
las de los corazones mismos, y todo parecerá al descubierto. '
¡Qué consuelo para los justos al ver que esta luz hará
manifiestas á todo el mundo sus buenas obras , las limosnas
mas secretas , y ocultas en el seno del pobre , las oraciones
di-
(«) Apocal. 1. v. 14. 18. {b) Ibid. g. v. <S. & 7. (e) 4- Reg. 6". v. j.
(rf).Joao. a. v. ag. (e) Math. 9. v. ai. fc> la. v. ij. (/) Luc. 5. v. 13.
Joan. 8. 6. (j¡) Ps. 74. v. 3. . ,t * ,
238- Instrucciones
dirigidas á Dios en el retiro de su aposento (a) , recogidas y
ofrecidas á Dios por los Angeles, como las de Tobías
¡Pero qué confusión para los malos , viendo que se hacen
públicos á toda la tierra (r) los misterios de iniquidad que
habían ocultado con tanto cuidado , los pensamientos vergon
zosos , los deseos injustos , las obras de tinieblas , y que cau
san á todos el horror que se merecen! ¡Ah! Yo no extraño
que, no teniendo estos infelices en donde ocultarse , conjuren
á los montes (¿) para que caigan sobre ellos.
Pero aun es mas terrible la sentencia que va á pronunciarse.
¡Sentencia infinitamente favorable para los justos que estarán
á, la derecha de Jesu-Christo! ¡Afrentosa condenación para
los malos que estarán á la izquierda! ¡O derecha , é izquier
da! ¡Estaré yo á vuestra derecha , Dios mío , ó seré tan des
graciado que me vea á vuestra izquierda! El Juez dirá á
los unos : Venid benditos de mi Padre , poseed el reyno que os
está preparado desde el principio del mundo. Y dirá á los otros:
Retiraos de mí malditos , id al fuego eterno que está prepata
do para el diablo y sus Angeles. ¡O sentencia decisiva para
toda la eternidad! ¡O palabras llenas de consuelo para los
justos! Venid benditos de mi Padre. ¡Qué bendición ! ¡ Bendi
ción propiamente de Dios , Católicos! Venid , y poseed no al
guna pequeña herencia , sino un Reyno y un Reyno eterno,
el Reyno que os está preparado desde el principio del mundo.
Vosotros habéis sido fieles en pocas cosas , yo os estableceré sobre
muchas (e). Venid siervos fieles , y entrad en el gozo de vuestro
Señor. Jamas se han oido palabras tan dulces. ¡Pero qué ter
ribles las que oirán los reprobos! id malditos. ¿Y á dónde
irán , Señor , si Vos les abandonáis? Id al fuego. ¡Qué heren
cia! Al fuego , y al fuego eterno ; al fuego cuyo humo se ele
vará hasta todos los siglos (f) ; al fuego preparado para el
diablo y sus Angeles. Allí será el llanto ,y crugidos de dien
tes (g). ¡Qué horror!
Mas
(á) Math, 6. v. 6. (í) Tobíse 11. v. 1». (c) Sophon. 1. ra.
(d) Luc. i%. v. 30. (#) Maxh. ag. v. ai. (f) Apoc. 14. ▼« IS.
(g) Math. 35. v. 46. $3. & 34. v. 53. & 34. v. 41.
sobre el Catecismo. Parte T. 239
Mas luego que sea pronunciada la sentencia , los malos
irán al fuego eterno , y los justos á la vida eterna (a). No hay
apelación por consiguiente , no hay dilación en la execucion
de esta sentencia. Así como en el principio del mundo ha-;
bló Dios , y en el mismo instante fueron hechas todas las co
sas (b) , así en el fin de los siglos luego que pronuncie la
sentencia, los malos serán precipitados en el infierno, y los
justos entrarán en posesión de la Gloria. ¡Caida espantosa
para los unos! Pues al modo que Lucifer luego que se re
beló contra Dios , cayó del Cielo como un relámpago (c) , y
fué precipitado en los abismos, así todos los malos serán
arrojados en un estanque de azufre y de fuego , y los de
monios les sumergirán en él con tanto furor , como fué-'
ron sumergidos en el mar los puercos de los Gerasenos (rf).
Aquel dia , dice un Profeta (e) , será semejante á un horno ar
diendo. Todos los soberbios y malos serán como la p*ja , que
es consumida en el instante , y no quedará renuevo , ni raiz. '
Aun si ellos fuesen propiamente consumidos , su desgracia
seria menos deplorable , porque al fin dexando de ser cesa--
rjan de sufrir. Pero no, ellos serán atormentados dia y nó-
cbe (/) , y, como el fuego en que deberán ser arrojados , se
rá eterno , su pena no tendrá fin (g). ' ■'*
Tampoco se retardará la recompensa del justo. Pues lue
go que el siervo fiel hubiere dado buena cuenta de los ta
lentos que se le habian confiado (b) , entrará en el gozo de
su Señor. Así que llegue el esposo serán admitidas las vírge
nes prudentes en la sala.de las bodas (/). Yo no acabaría, fie
les, si me dexara llevar de la impresión que hacen en mi al
ma estos importantes objetos. Y así concluyo , diciendoos con
el Profeta (£) , que penséis estas cosas los que vivís olvidados del '.
Señor , no sea que le . obliguéis á exterminaros j sin que baya
quien os pueda librar de\sji venganza. Pensad, que si aun eljtts- '
to apenas se salvará , como Dice San Pedro (/), ^qué será de'
. ... i-- ¡os
[a) Loe. cít. (b) Gen. 1. (c) Luc. 10. v. 18. (rf) Marc. $. v. 13.
(e) Malach. 4. v. 1. (/) Apoc. «ó. v. *o. (g) Math. 45 v. 41. 46*.
(¿) Ibid. y. ai. 43. ¿«> t¿ 10. (*XPs. 49. V) u Petr. 4. v. 18.
340 Instrucciones i a.-'
/oí impíos y pecadores! Y penetrados de un santo terror , tra-
"bajad en vuestra salvación con temor y temblor como os exhorta
el Apóstol (a) : y procurad tener favorable á vuestro Juez.
Un criminal , dice el Chrisóstomo (¿) , no espera á ganar al
Juez , quando ya va á sentenciarle : no esperemos nosotros á ga
nar al nuestro , quando ya esté sentado en su Tribunal. Antes del
juicio debemos procurar aplacarle y prevenirle , como nos amo
nesta el Profeta. To tengo horror , dice San Bernardo (r), de
caer en manos de Dios vivo. To me jtdZgaré á mí mismo antes
que él me juzgue : y castigaré mis faltas con los exerciclos de la
penitencia. Hxaminaré mis inclinaciones y caminos , para que
quando venga el Señor á visitar y examinar á Jerusalen con luces
en la mano , nada halle en mí que pueda ser condenado en su jui
cio. Feliz el siervo , á quien quando venga el Señor halla
re , que se conduce de esta suerte. Seguro de- su esperanza y
conducta , deseará que venga el Señor , como lo hacia David
diciendo: iquándo llegará el dichoso momento , en que después de
(mi destierro me presente delante de Vos , Dios mió (</)? Y co
mo la esposa, que decia : venid, Señor Jesús (e). Quiera Dios
que todos vosotros tengáis estos mismos1 deseos , para que
quando se acerque (/) el tiempo de la muerte ¿ os. alegréis
con el premio de la gloria que as espera. Amen.
-
sobre el Catecismo. Parte I. 249
que respecto de nosotros el tiempo de la vida hace veces
de la eternidad. Nuestro juicio está cerca , el Juez eítá ya
á h puerta, y ya llama ¿Qué debemos , pues, hacer Chris-
tianos? Lo que añade el Príncipe de los Apóstoles: vivir en
la santidad, y piedad 4 tener cuidado de conservarnos pu
ros, y sin mancha (¿>) para recibir la paz que trae á los hom
bres de buena voluntad , la qual debe durar toda la eter
nidad en la Gloria. '. í. ■„■■»' .i
INSTRUCCION XXVIIL
(a) Apocal. 3. v. co. (*) a. Petr. 3. v. 14. (c) Math. ia. v. 3*.
\d) S. Cyrii. Jeros. catéch. 16. n. x.
Tom. J, Ii
ayo -T Instrucciones ~~
El solo se conoce como es , á él solo pertenece sondear lar
profundidades de Dios (a). Recurramos , pues , con la Iglesia
á las divinas Escrituras , para saber lo que el Espíritu San
to nos ha dicho en ellas de sí mismo , y hallaremos que son
principalmente tres cosas. i.a Que hay un Espíritu Santo en
Dios. 2.a Que el Espíritu Santo es una Persona distinta del
Padre y del Hijo, y que procede del uno y del otro como
de un principio. 3.a Que el Espíritu Santo es Dios , y el
mismo Dios que el Padre , y el Hijo.
i.a Que en Dios hay un Espíritu Santo , ningún Chrls-
tiano lo puede ignorar , sin olvidar sji-bautismo , y renunciar
á la fe. Así el Apóstol habiendo hallado en Efeso á algunos
que se decían Christianos , y discípulos de Jesu-Christo , y
que sin embargo ignoraban al Espíritu Santo , les preguntó:
Pues (¿) j<?« qué bautismo^abeis sido bautizados vosotros"1. Y re
conoció bien presto que habían recibido el bautismo de San
Juan Bautista ,y no el de Jesu-Christo. Porque ¿cómo po
drían haber recibido el bautismo de Jesu-Christo , sin cono
cer que hay un Espíritu Santo , supuesto que todo Christia-
no es bautizado en el nombre del Padre, y del Hijo , y del
Espíritu Santo , como el mismo Jesu-Christo lo mandó á los
Apóstoles , en cuyas palabras se encierra una profesión so
lemne de este importante artículo?
A este modo se debe preguntar á todos los Christianos
que ignoren , ó hayan olvidado que hay un Espíritu Santo
en Dios : \en qué bautismo habéis sido bautizados"1. O mas bien:
¿cómo habéis olvidado vuestro bautismo y la profesión de fe
que hku>:eis en él? Vosotros creéis que hay un Padre en Dios,
porque habéis sido bautizados en el nombre del Padre : creéis
que hay un Hijo , porque habéis sido bautizados en el nom
bre del Hijo : creed , pues, igualmente que hay un Espíritu
Santo , porque habéis sido k utizados en nombre del Espíritu
Santo. Así lo confesáis en el Símbolo, diciendo : Creo en el Es
píritu Santo , y lo reconocéis todos los días santiguándoos
en el nombre del Padre , y del Hijo , Espíritu Santo.
sobre Kt Catecismo. Parte I. ajr
Serla , pues , necesario renunciar á la fe que nos enseña
ron los Apóstoles , para dudar esta verdad. Y no solamente
seria necesario renunciar á la fe del Símbolo , sino también
á la fe que se merecen los monumentos mas sagrados de la
Religión Católica. Leed las divinas Escrituras , y veréis que
el Espíritu Santo que las ha dictado, se descubre á sí mismo
admirablemente en ellas. Leed los libros de Moysés , y veréis
que el Espíritu de Dios era llevado sobre las aguas (<j) , esto
es , las cubría con su sombra para darlas la fecundidad, que
debia producir después admirables frutos. Veréis , que este
divino Espíritu llenaba con sus dones á los Patriarcas ; y le
reconoceréis en Enos , en Enoch , en Noe , en Abraham , en
Isaac , en Jacob , en Joseph ¿Y cómo podréis manos de
reconocerle , supuesto que Faraón mismo le reconoció en este
Santo Patriarca (c)l Veréis á este mismo espíritu llenar á
Moyses , y transferir á otros una parte de sus dones para
que le ayudasen en el gobierno del pueblo de Dios. Vereisle
en fin baxar sobre Bezeleel , y sus asociados , llenarles de sa
biduría , y hacerles dignos de trabajar en la construcción
del Tabernáculo (e). Leed los libros de los Jueces, y hallareis
que todos estos grandes hombres , cómo dice San Cyrilo(/),
gobernaron por virtud del Espíritu Santo el Pueblo de Dios con
igual fidelidad , que sabiduría. Por este divino Espíritu Otho-
niel juzgó rectamente (.§•) , Gedeon fué valeroso , Jepbté con
siguió victorias , Débora triunfó de los enemigos de Dios , á pe
sar de la fragilidad de su sexo , Sansón hizo prodigios , y fué
invencible mientras que no contristó al Espíritu Santo.
Leed los libros de los Reyes , y veréis que David os ase
gura , que el Espíritu del Señor ha hablado (Jj) , y en los Sal
mos ruega al Señor , que no aparte de él su Espíritu San
to (/). Leed los libros de los Profetas , y hallareis que os di-
-cen , que el Espíritu del Señor les ha hablado (6) ; que el Es-
pi-
■ (<i) Genes, i. v. ». {b) S. Cyril. Jeros. Catech. 16. n. 14.
(c) Gen. 41. v. 38. (í/) Nu¡d. 11. v. 17. (e) E»od. 3. v. 31.
(/) Loe. sup. cit. {g) Judie. 1. c. 7. c. 11. c. 4. c. 15.
(b) 2. Ríg. 23. v. a. (i) Ps. go. v. 13. Ps. 142. v. 11.
(*) 'Ezsch. c. 11. <r. 1. & $. i¿. v. 1.
lia
ifí 7 "-• *¡ Instrucciones .
pírittt del Setior está eninedio de su pueblo (¿j) ; que Dios derra
mará algún dia este divino Espíritu sobre toda la carne (¿) ; que
el Espíritu Santo reconviene y reprehende á un pueblo in
grato y rebelde por boca de Isaías (r); y que inspira al joven
Daniel para que confunda con su sabiduría á los infames
viejos acusadores dé Susana (rf). Pero aun mas claramente se
descubre á sí mismo el Espíritu Santo en el nüevo Testamen
to. Pues en él se nos dice , que la Virgen María concibió'
por virtud del Espíritu Santo (e) : que el mismo Espíritu San
to baxó sobre Jesii'-Christo en su bautismo (/), y le conduxo
después al desierto : que descendió sobre los Apóstoles en for
ma de lenguas de fuego (g) en el dia de Pentecostés , y se co
municaba á los fieles por la imposición de las manos (A). Y
que en fin Jesu-Christo mandó á sus Apóstoles que bautiza
sen á todas las gentes en- el nombre del Padre , y del Hi
jo , y del Espíritu Santo (')', y freqüentemente tes hablaba,
y prometía el ¡Espíritu Santo (é). Ninguno, pues , que no ha
ya olvidado lo que la fe , y la Religión nos enseña , puede
dudar que hay un Espíritu Santo en Dios.
2.a Pero la fe nos obliga á . creer que este Espíritu Santo
es una Persona divina^distinta del Padre , y del Hijo. En
efecto , aunque este nombre Espíritu Santo conviene con igual
propiedad y verdad así al Padre, como al Hijo , porque uno
y otro es Espíritu , y es Santo , sin embargo la escasez de
nombres propios nos obliga á emplearle en el presente artí
culo para significar la tercera Persona de la Santísima Tri
nidad , y en este sentido se toma freqüentemente en las Es
crituras : pues en el Libro de la Sabiduría leemos : iQtdén po
drá conocer tus juicios si tú no le dieres sabiduría , y le envina
res tu Espíritu Santo desde las alturas (/). Y Jesu-Christo nues
tro Señor dixo á sus Discípulos : el Espíritu Sut io , el Pará
clito , el Cunsolador ( nombres todos ' que significan una mi&r
ma Persona ) vendrá á vosotros , y quando hubiere venido , os
, en-
(«) Aggei. i. v. ii. (b) JoéJ. 1. v. (c) Isa¡. 63. v. to.
(í/) D-n. 13. (?) Luc. 1. v. 35. (/) Luc. 3. v. ai. 4. v. 1.
¡g) Actor, s. v. 4. (í) Ibid. 9. v. 15. 17. 18. • (*') Math. 28.
(k) Joaa. 14. v. 16. 15, , v. 16. 16. y, rg. (/) Sapient. p.
sobre el Catecismo. Parte I. i'n
enseñará todas las cosas , y os traerá á\la- memoria todo lo que
yo os he dicho (a). Y estando para ausentarse de ellos les di-
xo también (¿) : Mi Padre os enviará otro Consolador. Notad
la expresión os enviará otro Consolador , otro en lugar de
Jesu-Christo , otro que haga las veces del. Hijo de Dios. Lue
go no dudando que el Hijo de Dios es verdadera Persona,
tampoco debemos dudar , que lo sea igualmente el Espíritu
Santo. Así la Escritura compara justamente en esta parte al
Espíritu Santo con el Padre , y el Hijo. Tres son, dice S. Juan,
los que dan testimonio en el Cielo , Padre , Hijo , y Espíritu
Samo (c) ; en nombre de todos tres somos bautizados (d) ; y
á todos tres adoramos , y glorificamos igualmente.
Mas el Espíritu Santo es verdadera Persona , que procede
del Padre y del Hijo como de un principio. Esto es 1q que qui
sieron significar los Padres del Concilio primero de Constantí-
nopla, diciendo : T en el Espíritu Sentó, que procede ddlPftdre y
del Hijo. Y lo confirman claramente las sagradas Escrituras,
en las quales el Espíritu Santo se llama unas veces Espíritu de
Chisto, y otras Espíritu del Padre. Ya se dice, que es enviado
por el Padre (e) , ya por el Hijo (/) y que todo lo recibe dd
Hijo, así como el Hijo nada tiene que no lo haya recibido del Pa
dre. Así el Apóstol escribiendo á los de Galacia le llama Espí-
rim de Christo , diciendo : Envió Dios en nuestros corazones el
Espíritu de su Hijo , el qual nos hace clamar , y llamarle Pa
dre , Padre (g). En San Matheo se le llama Espíritu del Pa
dre por estas palabras : h¡o sois vosotros los que habláis , si
tio el Espíritu de vuestro Padre (Ji) : Y en la Cena dixo Jesu-
Christo : El Consolador que yo os enviaré , Espíritu de la ver
dad , el qual procede del Padre , él dará testimonio de mí (/').
Y en otra parte afirma el mismo Jesu-Christo , que el Espí
ritu Santo ha de ser enviado por el Padre, diciendo: A
quien el Padre enviará en mi nombre (£). ¿Y qué denotan es
tas
(o) Joan. 14. v. i<5. (í) Joan. 14. v. id. (c) 1. Joan. 5. v. 7.
{d) M«h. 18. v. 19. , (fi) Joan. 14. (/) Mnth. 10. v. ao. ir Cor. ir.
». 1». GaUt. 4. v. 6. Rom. R. v. 9. 1. Petr. 1. v. 11. Phil. 1. v. 19.
Joib. 14. v. 16. ig. v. 16. 16. v. 14. 7. v. 16. (g) Galat. 4.
(£) Main. 10. (i) Joan. 15. (k) Joan 14. •
» y4 Instrucciones
tas expresiones de las Escrituras , que nos dicen tan freqüen-
temente que el Espíritu Santo es enviado por el Padre, y por el
Hijo, sino que procede de uno y otro según la reflexión, y
la explicación unánime de los Santos Doctores de la Igle
sia (<?)? De suerte , Christianos , que así como el Hijo proce
de del Padre por el entendimiento , porque el Padre enten
diéndose á sí mismo engendra al Hijo semejante á él , y de
una misma naturaleza con él , así el Espíritu Santo procede
del Padre y del Hijo por la voluntad , y por tanto como de
un principio , porque es el fruto , y el término del amor re
cíproco del Padre, y del Hijo , de donde se concluye cier
tamente que el Espíritu es la tercera Persona de la Santísima
Trinidad , como consta de diferentes textos de la sagrada
Escritura , que determinan el orden de las divinas Personas.
Porque San Juan dice : Tres son los que dan testimonio en el
Cielo , el Padre ^ el Verbo , y el Espíritu Santo. Lo mismo de
claran aquellas palabras del Apóstol. La gracia de nuestro
Señor Jesu-Christo , y la caridad del Padre , y la comunicación
del Espíritu Santo sea con todos vosotros. Amen (b). Y aquel es
clarecido elogio de la Trinidad Santísima con que se conclu
yen los Salmos : Gloria al Padre , y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
3. p. Pero aunque el Espíritu Santo es la tercera Perso
na de la Santísima Trinidad , y por consiguiente una Perso
na distinta del Padre , y del Hijo , es sin embargo consubs
tancial al Padre y al Hijo , es decir , es un mismo Dios con
el Padre , y el Hijo : y esto es lo que entendemos , quanio
decimos en el Símbolo : Creo en el Espíritu Santo. Porque creer
en el Espíritu Santo , no es solamente creer que hay un Es
píritu Santo , así como creemos , que hay una Iglesia Cató
lica , ni es tampoco creer solamente lo que el Espíritu Santo
nos ha revelado , así como creemos los artículos de fe que
la
{a) S. Hilar, de Trin. lib. 1. S. Ambros. de 8pirita S. c. 10. de Sím
bolo c. 3. S. Pijlia. ¡n not. 9. S. Felicis. S. Aag. de Trin. 1. c. 4.
S. Fulgent. de fid. ad Pctr. S. L:o. ep. 03. Sinbjl. sub. nom. S. Atha-
nas. S Cyrii. Commear. in Joan. S. Epiph. ia Aasorato. Didym. de
Spirit. S. lib. a. (b) a. Cor. 13.
sobre el Catecismo. Parte I. aj?
Ja Iglesia nos propone ; sino que es reconocer al Espíritu
Santo por Dios , del mismo modo que reconocemos , y ado
ramos por Dios al Padre Eterno , y su Hijo Soberano.
El Hijo de Dios quiso enseñarnos esta verdad , man
dando que todos fuésemos bautizados en el nombre del Padre,
y del flijo , y del Espíritu Santo, como que pertenecemos
igualmente á estas tres divinas Personas , á quienes somos
igualmente consagrados por el bautismo. El Apóstol San
Juan testifica también , que son tres los que dan testimonio en
ti Cielo , el Padre , el Verbo , y el Espíritu Santo , y que estas
tres personas son una misma cosa (íj) , esto es , tienen una mis
ma naturaleza. Y la Iglesia ilustrada por el mismo Espíritu
de Dios nos ha enseñado siempre á no confundir las divinas
Personas , y á no separar su naturaleza. > .
3.a Mas ¿qué de diferentes pruebras de la divinidad del
Espíritu S:¡nto no nos suministra la Religión Christiana? El
nombre de Dios , las perfecciones de Dios , las obras de
Dios tanto en el orden de la naturaleza como en el de la
rracia atribuidas al Espíritu Santo en las sagradas Escrituras;
la misma adoración y la misma gloria dada igualmente al
Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo, son otras tantas prue
bas invencibles de la divinidad de este adorable Espíritu.
i-a Comparemos en efecto las palabras de los Profetas
con la explicación de los Apóstoles , porque el mismo Espí
ritu que ha dado la Ecritura , la ha interpretado también (¿) , y
veréis que lo que en un lugar se dice de Dios , se atribuye
en otro al Espíritu Santo , para enseñarnos que el Espíritu
Santo es Dios. O/, dice Isaías, la voz del Señor , que decia:
\á quién enviarél T me dixo : vé ¡y dirás á este'pueblo : ciega
el corazón de este pueblo , y tapa sus oidos , y ciérrale sus ojos:
para que no vea por sus ojos , ni oiga por sus oidos (f) , ni en
tienda con su corazón. Y citando el Apóstol estas palabras, di
xo: bien habló el Espíritu Santo por el Profeta Isaías (d). Asi
mismo dixo Dios por la boca de David : que los hijos de Is
rael
(«1 1. Joan. g. v. 7. (£) 1. Petr. 1. v. ao. (c) Isaie 6. v. o.
id) Actor. »8. v. «5.
2 y6 Instrucciones
rael le habían tentado^ é irritaron al Santo de Israel (a): ¿y
quién es este Santo de Israel , según la explicación de San
Pablo (b) , sino el Espíritu Santo? El mismo Apóstol decla
ra á los de Corinto , que aquel á quien habia llamado Dios
es el Espíritu Santo. Diversas , dice , son las operaciones - so
brenaturales : pero un mismo Dios es el que obra en todos todas
las cosas (c). Y después añade : Mas todas estas cosas obra
uno y el mismo Espíritu, repartiendo á cada uno sus dones comal
quiere. A este modo, habiendo dicho San Pedro en los he
chos de los Apóstoles: Ananias ¿por qué tentó Satanás tu co
razón , para que mintieses al Espíritu Santo"1. Luego anadió:
no mentiste á los hombres , sino á Dios (í/) , llamando Dios al
mismo que acababa de llamar Espíritu Santo. Luego el nom
bre de Dios justamente se atribuye al Espíritu Santo : y se le
atribuye tanto mas propiamente , quanto es cierto que le con
vienen igualmente las perfecciones , y atributos , que solo
convienen á Dios.
2x.a ¿Quién es eterno sino Dios? A él le conviene ser an
tes , y después de todos los tiempos , y su nombre es eterno.
Es el que es (c) , porque es siempre , y necesariamente. Y
¿quién puede dudar de la eternidad del Espíritu Santo , por
quien los Cielos y todos los astros que le adornan han sido afir
mados , y permanecen inalterables después de tantos siglos?
Solo Dios es inmenso , porque él soio Uem todos los lugares,
y el Cielo ,y la tierra no pueden comprenderle. M is no dice la
Escritura , que el Espíritu Santo es inmenso , y llena toda la
tierra (/) \ A dónde iré, decía David , para ocultarme á
vuestro Espíritu? Yo le encontraré en qualquiera lugar á que
me vaya. Dioses Todopoderoso. Pero este poder infinito, y
sin límites ¿no es el verdadero carácter del Espíritu Santo?
¿No es ¿a virtud del Altísimo Qy) , á quien los Cielos son
deudores de su firmeza, y consistencia (/)?
3.a Juzgad , Christianos , del Espíritu Santo , y de su
po-
(0) Ps. 77. v. 46. (í) H?br. 3. v. 7. (c) 1. Cor. 11.
(d) Actor- g. v. 3. (?) Exod. 3. v. 14. (/") $*pient. r. 3. Reg. 3.
7- (g) P«. «38. v. 7. (b) Luc. 1. v. 35. (») Ps. 32. v. 6.
sobre el Catecismo. Parte Ir f ijy
poder por sus obras. Considerad lo que ha fiecho tanto en
el -orden de la naturaleza, como en el de la gracia , para re
conocerle y adorarle como verdadero Dios. A Dios solo per
tenece el ser criador. Este es el carácter proprio que' el Sím
bolo le atribuye. ¿Mas el Espíritu Santo no es criador , como
la Iglesia le llama (¿?)? ¿No es el que ha dado firmeza á los
Cielos , según la expresión del Profeta (b) , y ha hecho fe
cundas las aguas , como dice Moyses (r)? A Dios solo con
viene conservar y renovar lo que ha criado. ¿Y no es el
Espíritu Santo el que lo conserva todo , y el que renueva la
faz de la tierra (¿)? ¿No es este Espíritu divino el que pres
cribió á la naturaleza las reglas , que debe seguir , y el que
las ha dispensado quando ha querido , para hacer brillar su
poder por medio de los milagros mas visibles? En su baxada
al mundo en el dia de Pentecostés se abrieron los Cielos (e), pa
ra darnos á entender , dice San Cyrilo (/), la dignidad sobera
na del que baxaba. Un viento impetuoso y recio acompañó con
grao ruido (g) su venida , para llamar nuestra atención á la
presencia de su Magéstad. Un fuego celestial se dexó ver,
y- descansó sobre los Apóstoles , porque todos los elementos
obedecen á su Señor , y reconocen su presencia. ¿Y quién si
no Dios podia ilustrar de tal suerte el entendimiento de los
Apóstoles , que aprendiesen en un instante todas las lenguas
diferentes , que. estaban en uso en el mundo? j Quién sino
Dios podia comunica^ en un momento los conocimientos mas
sublimes y profundos á unos hombres rudos , é ignorantes?
¿Quién sino un Dios Todopoderoso podia dar á los Após
toles una virtud tan prodigiosa que casi todas sus accio
nes eran otros tantos prodigios? Seguid á estos Gigantes en
su carrera , y les veréis hacer una infinidad de prodigios
por donde quiera que pasan , mandar á los elementos, dis
poner á su arbitrio , por decirlo así , de toda la naturaleza;
dueños de la salud , y de la enfermedad , de la vida , y de
la
(a) Hymn. Pentec. (£) Loe. cí't. (c) G:n. i. »."».•
(d) Ps. 103. v. 30. 31. (#) Math. 3. v. i(5. (//• S. Cyril. Catech. 17.
n. 5. (g) Actor, a. v. «. 3. (b) Actor, g. v. 1 j.
Tom. I. Kk
2$8 Instrucciones
la muerte , dar*a vista á los ciegos , ó cegar á los rebeldes,
como lo hizo San Pedro con Elimas (a) ; curar repentina
mente á los tullidos de nacimiento (l>) ; sanar á los enfermos
no solamente con su palabra , sino también con el contacto
de sus vestidos (c) , y aun con su misma sombra (d) \ dar la
vida á los muertos (e) , y dar la muerte con su palabra á
los vivos , como lo hizo San Pablo con los mentirosos Ana-
nias, y Saphira (/). Todos estos prodigios , y otros innume
rables que omito, \no son pruebas invencibles del poder infi
nito , y por consiguiente de la divinidad del Espíritu Santo,
supuesto que todos fueron hechos en nombre de Jesu-Christo
y por la virtud del divino Espíritu?
- Pero pasemos ya á dar otras pruebas de un órden supe
rior ; hablemos de los milagros que el Espíritu Santo ha he
cho en el órden de la gracia. Y en primer lugar , ¿quién sino
Dios pudo hacer fecunda á una virgen, y ser el principio efi
caz de la concepción , y el nacimiento de un Dios? Pues el
Espíritu Santo es el que ha obrado esta maravilla (g) , y el
que debia reunir lo mas elevado del Cielo, con lo mas hu
milde de la tierra El Espíritu Santo sobrevino en María, y
la virtud del Altísimo hizo que sin dexar de ser Virgen,
fuese también madre, y madre de Dios, por lo qual será lla
mada feliz en la serie de las generaciones ¿Y á quién per
tenece sino á Dios el ungir ' y santificar á un Dios hombre?
Pues esto es lo que el Espíritu Santo ha hecho respecto de
Jesú-Christo, El Espíritu de Dios está sobre mí, dice el mis
mo Christo por boca de Isaías (£) , él me ha ungido, y me ha
enviado á predicar el Evangelio á los hombres. De Jesu-Chris
to se dice también (/) , que está lleno del Espíritu Santo. jY
quién sino Dios puede llenar á un hombre Dios?
Mas si de los prodigios que el Espíritu Santo ha obrado
en la cabeza , pasamos á considerar los que ha hecho en los
miem-
i. i
(n) Actor, ii. v..ij, (*) Ibld. 3. v. 7^ (c) Actor. 10. v. 19.
Ád\, 5. v. 15. (í) 9. v. 40. (/) g. v. g. & 10. (g) Luc. 1. v. 3$.
' (£) Itai. 7. v. n. 14. (i) Luc, i. v. 48. (k) Isai* 61. v. 3.
\J) Luc. 4. v. 1.
sobre Et Catecismo. Parté^pt i ¿y
miembros , ¿qué- de pruebas hallaremos ere ere ía
la div
divinidad de
este adorable Espíritu? A Dios solo pertenece hablarnos por
los Profetas , perdonar los pecados (a) , justificar al hom
bre (b) , derramar su caridad en nuestros corazones (<c\
adoptarnos por sus hijos (rf) , darnos aquella libertad santa,
que es el carácter de los hijos de Dios (e) , y hacer que la
justificación de nuestras almas venga á ser un principio de
vida , y de vida eterna para nuestros cuerpos (/). Pues to
do esto es efecto del Espíritu de Dios , del Espíritu Santo.
Este divino Espíritu nos ha hablado por los Profetas, dice
San Pedro (g). En el nombre de Jesu-Christo , dice San Pa
blo (h) , hemos sido lavados y purificados por el Espíritu de
vuestro Dios. El ha derramado la gracia aun sobre las naciones (t)
que eran ántes infieles. Por el Espíritu de Dios somos santifi
cados, y justificados (£). La caridad de Dios ha sido derramada
en nuestros corazones por el Espíritu Santo (/). ^Quiénes son los
hijos de Dios , sino los que son movidos, y llevados por el Es
píritu de Dios (ra)? En donde está el Espíritu de Dios , allí se
halla la verdadera libertad de hijos de Dios («). El Espíritu
Santo ha resucitado á Jesu-Christo (o) , y vivifica nuestras
almas (/>) , y la virtud de este adorable Espíritu que había
en nosotros , resucitará nuestros cuerpos mortales , y los hará re
nacer á una vida nueva , que no tendrá fin (7).
4.a Por tanto, fieles , debemos confesar que el Espíritu
Santo debe ser adorado y glorificado juntamente con el Pa
dre, y el Hijo, como dicen los Padres del Concilio primero
de Constantinopla , porque el Espíritu Santo es un mismo
Dios con el Padre, y el Hijo , y que excede incomparable
mente en perfección á los Angeles, los quales aunque espíri
tus nobilísimos , son espíritus servidores enviados para el minis
terio, á causa de los que consiguen la herencia de la salua5, co
mo
(o) Msth. 9. v. 6. (b) Ps. 83. v. 11. Job 14. v. 4.
(c) 1. Joan. 4. v. 9. (rf) Galat. 4. v. 5. (e) Rom. 7. v. ai. ¡
(/) Joan. g. v. 16. (g) a. Pctr. i (¿) I. Cor. 6. v. Si.
(«) Actor. 10. v. 4g. (*) i.Cor. 6. v. n. (/) Román 6. v. g.
(m) Ibid. 8. v. 14. 1$. («) a. Cor. 3. v. 17. (0) Román. 8. v. II,
(/>) Joan. 6. ({) Román. 8.
Kk a
a 6o IlíSTRTJCCTONES
mo dice el1 Apóstol (a). Así el mismo Apóstol le atribuye el
honor de los templos , como quando dice : \no sabéis que
vuestros miembros son templos del Espíritu Santo (¿)? Y toda la
Iglesia le glorifica como á verdadero Dios. Pues gloria sea
al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo. Gloria igual , por
que todas tres personas son perfectamente iguales. Una misma
gloría , porque son un mismo Dios , á quien pertenece la glo
ria , el honor , y el imperio en los siglos de los siglos (c).
Amen. ■ .
- : INSTRUCCION XXIX.
. (a) Ps. 141. v. it. (í) SaDíent. 1. v. 41. (c) Cíen. 6. v. ta.
(rfj Ps. 103. v. 30. (<?) Marc. 10. v. 41. Luc. as. v. 44. Math. 8. v.atf.
14. v. 31. i<S. v..'8. (/) 1. Car. v. 8. 4. V. 13,.
ig) Actor. 2. v. 42. sí(j.
sobre el Catecismo. Paíte I. 16 f
Wfágní y una sola alma (a) : y quando veo en ellos una san^
tidad tan brillante que infunde terror (b) á los que les ven,
y no se atreven á acercarse á ellos por respeto: y me acuer
do de otra parte que el carácter natural de. los Judíos, que
componían esta Iglesia , era un carácter carnal, interesado , é
hipócrita , ¿de dónde viene , rae pregunto á mí mismo , una
mudanza tan extraña? ¿De dónde sino del Espíritu Santo que
es el Señor de los corazones , y el origen de toda la santidad,
y toda gracia?
Quando considero á los Gentiles convertidos á la fe, y
oigo al Apóstol que les dice : Vosotros habéis sido tinieblas , y
ahora sois luz en el Señor (r) : Vosotros viviais sin Dios en el
mundo , y al presente levantáis vuestras manos puras ú él (d)i
vosotros estabais cubiertos de manchas, y de corrupción:
pero veis aquí que estáis lavados , purificados , y santificados (e),
después que habéis sido como sellados por el Espíritu San
to^). ¡Ah! Yo reconozco el poder de este divino Espíritu,
y la eficacia de su gracia. > ^
Pero no nos limitemos á los primeros tiempos de la Igle
sia , tendamos la vista sobre todos los fieles , consideremos el
zelo de los Apóstoles , la fortaleza de los Mártires , la fideli
dad de los Confesores , la caridad de las Vírgenes , la pobre
za de los Solitarios , la mortificación de los penitentes , en una
palabra , la santidad , y piedad de todos los christianos , to
da proviene del Espíritu Santo , porque los frutos de este di
vino Espíritu , dice el Apóstol (§•), son la caridad , el gozo , la
paz , la paciencia , la humildad , la mansedumbre , la longani
midad , la benignidad , la bondad , la fe , la modestia , la con
tinencia , la castidad. El Espíritu Santo es el origen de todas
las gracias , y el principio de la santidad de todos los fie
les. Si santificó á San Juan Bautista en el vientre de su madre,
para hacerle digno Precursor del Salvador ; si santificó á Ma
ría Santísima , para hacerla digna de concebir en sus entra
ñas
(#) Actor. 4. v. 31 (¿) Ibid. g. v. 13. (c) Ephes. j. v. 8. 3. v. 13.
Rom. 1. v. 14. seq. (</) í, Thim. 9. v. 8. (fi) I. Cor. 6", v, 11.
(/) Ephes. x. y. 13. 4. v. 30. {g) Galat. $. r. %%. 33.
Tom. I. Ll
i66 Instrucciones
ñas al Hijo de Dios } si santificó á los Apóstoles, y á los pri
meros fieles , quando baxó sobre ellos , sin duda que conti
nua aun , y continuará hasta el fin de los siglos santifican
do á - su Iglesia , y á todos sus hijos : este adorable Espíritu
es el agua viva (d) , que Jesu-Christo prometió dar á todos los
que creyeren en él , ¡y qué debe resaltar basta la vida eterna]
[Agua ¿MfawrtfWe,exclama San Cyrilo (b)\ \Agua celestial. \Agua
verdaderamente divinal \Mas por que Jesu-Cbrista ha dado el
nombre de agua al "Espíritu Santo"1. ¿Ej solamente porque nos la
va y purifica"1. No , hermanos mios. Es también porque asi co
mo el agua es el principio de todas las producciones de la na
turaleza , así el Espíritu Santo es el principio de todas las pro
ducciones n y obras de la gracia. El Espíritu Santo, es el que
habla al corazón , el que le mueve , y hace obrar» Si os viene
a'gun buen pensamiento , dice el mismo Santo (*") , el Espíritu
Santo es quien os le inspira ; si or sentís inclinados á la casti
dad , á abrazar la virginidad , ó la continencia , el Espíritu San
to es quien forma en vosotros este buen deseo* Gracias á este di
vino Espíritu por todo lo bueno que se hace en el mundo, y
en la Iglesia , porque es el principio, y origen de rodo bien.
Felices aquellos en quienes habita este Espíritu de luz , este
Espíritu de santidad , este Espíritu de fortaleza.
3. p. Sí , Christianos , este Espíritu de fortaleza. Yo lla
mo al Espíritu Santo Espíritu de fortaleza , porque así le lla
ma la Escritura» Y en efecto Jesu-Christo no solamente le
prometió á los Apóstoles para santificarles, sino también para
fortalecerles. Pues como estaban destinados para la grande
empresa de convertir al mundo , y vencer la oposición que
habían de encontrar de parte de una multitud innumerable
de enemigos tanto interiores , como exteriores , necesitaban
á este fin de la virtud de lo alto (d) ; y que el Espíritu San
to -ks hiciese superiores á sí mismos , al mundo , y al de-
morio.
No quiero detenerme en haceros ver la virtud poderosa
AR
sobre el Catecismo. Parte I. 269
INSTRUCCION XXX.
p
SOBRE LAS PRIMERAS PALABRAS DEL ARTICULO NONO:
jKl buen orden pedia, dice San Agustín (a) , que en la con
fesión de los artículos de nuestra fe, después de haber hecho profe
sión de creer en la adorableTrinidad', un solo Dios en tres Perso
nas , hiciésemos profesión de creer su Iglesia , como lo reconoce
mos en estas palabras del Símbolo : creo la Santa Iglesia Cató
lica. Pero es de notar , amados Christianos , que confesando
en el Símbolo que creemos en Dios Padre Todopoderoso , en
Jesu-Christo su único Hijo, y en el Espíritu Santo, no decimos
que creemos en la Iglesia , porque esta expresión es propria
de Dios solo , sino que creemos la Iglesia , ó que hay Igle
sia , porque Dios Lo ha revelado , y creemos á la Iglesia , esto
es, á lo que la Iglesia propone á nuestra fe , porque Dios nos
habla por medio de ella. Para saber , pues , á quien debéis
creer , veamos los diferentes sentidos de este nombre Iglesia:
y los diferentes nombres con que Dios ha honrado á su Igle
sia en las santas Escrituras.
i.° El nombre de Iglesia viene de una palabra Griega
que significa llamamiento de muchos á un lugar. La Iglesia es
una congregación de hombres , dice San Agustin (¿) , á diferen
cia de la Sinagoga , cuyo nombre en su origen no convenia pro
piamente ; sino á un rebaño de animales , y por tanto se apli
có á la Iglesia de los Judíos , cuyo pueblo carnal y grosero
semejante á los animales sin razón , esperaba solo bienes ter-
re-
(0) la Enchirid. c. 36. (£) in Ps. 77. & 81.
¡ 270 Instrucciones
renos , y caducos ; y al contrario los Christianos conocien
do que son hombres hechos para el Cielo , únicamente aspi
ran á las cosas' celestiales , y eternas.
La Escritura da algunas veces el nombre de Iglesia á las
asambleas , ó juntas indiferentes , ó profauas , y aun también
abominables. Y así se dice en los Hechos Apostólicos : Si de
mandáis alguna otra cosa , en Iglesia legítima se puede des
pachar (a) ; llamando Iglesia legítima al pueblo de Efeso que
adoraba la Diosa Diana. Y el Profeta Rey dice : Aborre
cí la Iglesia de los malignos , y no me sentaré con los malva
dos (b).
Pero en fin el uso de los Apóstoles, y de sus Discípu
los, y el uso de todos los siglos después de ellos, ha consa
grado este nombre Iglesia , para significar la sociedad de los
fules, ó sus juntas religiosas : en cuyo sentido se dice en los
Hechos de los Apóstoles , que el terrible castigo de Ananías,
y Safira llenó de terror á toda la Iglesia (c) : Y que los Apóstoles
se juntaron en la Iglesia (di) , para dar cuenta en ella de los
progresos del Evangelio ; y que la Iglesia los recibió , y los
condaxo con honor como á sus Padres , y Pastores. Pero esta sig
nificación unas veces es mas limitada y otras mas extensa. Y
freqüentemente se da el nombre de Iglesia no solamente á
la sociedad entera de los fieles , sino también á una por
ción particular del rebaño de Jesu-Christo : lo qual se de
be advertir con gran cuidado , para no atribuir á una por
ción de la Iglesia los privilegios concedidos al cuerpo de ella;
y para no imputar á la Iglesia los defectos que se pueden ha
llar en algunas de sus porciones , ó en algunos de sus miem
bros. En este sentido habla el Apóstol determinadamente de
la Iglesia <jue está en Corinto (e) , en Galacia (/) , en Lao-
dicea (g) , y en Thesalónica Y escribiendo á los Roma
nos les dice, que íes saludan todas las Iglesias de'Christo
Y San Juan en el Apocalipsis , ó mas bien Jesu-Christo por
su
(a) Actor. 19. {b) Ps. ag. v. g. (c) Actor, g. v. ir.
(d) Actor. 14. v. aj. c. ig. v. 3. {e) 1. Cor. 1. (f) Gilat. x.
* (g) Colos. 4. (¿) 1. Thesal. 1. (t) Rom. 16. v. 16.
sobre el Catecismo. Parte I. 271
su boca dirige sus palabras á las siete Iglesias de Asia (¿¡),
y á los Angeles , esto es } á los Obispos que las gober
naban.
Y por una apropiación de este sentido se da también el
nombre de Iglesia á el lugar mismo en donde los fieles cele
bran sus juntas religiosas ; y así decimos , que las Iglesias. son
casas santas , y lugares sagrados en donde debemos estar con
mucha composición , y modestia ; que son casas de oración
casas de gracias , y bendiciones , que debemos freqüentar con
mucha devoción y respeto , para levantar allí nuestros cora
zones á Dios , y pedirle mercedes.
Y limitando aun mas este sentido , las casas mismas de
los fieles se suelen llamar Iglesias 5 y en efecto así las llama
San Pablo : porque manda , que se salude á la Iglesia domés
tica de Prisca , y Aquila (í). Y en otro lugar dice : os salu
dan en el Señor Aquila , y Priscila con la Iglesia que está en su
casa. Y en la Epístola á Filemon usa de las mismas expre
siones (d) : expresiones , que á la verdad , no carecían de
fundamento , pues las casas de los primeros fieles eran ver
daderas Iglesias ; eran casas de oración y de piedad en don
de reynaba el Espíritu de Dios, y se invocaba el nombre San
to del Señor. ¡O y qué instrucción para vosotros, Católicos!
Colegid de aquí que vuestras familias deben ser una com
pendiosa imagen de la Iglesia entera ; que las casas de los
Christ anos deben ser otras tantas Iglesias , en donde el Pa
dre , tomo Pastor que ocupa el lugar de Dios , gobierna con
vigilancia y caridad no solamente con las palabras , sino tam
bién con el exemplo : y en donde los hijos son respecto de
sus Padres, y los domésticos respecto de sus Señores , lo que
deben ser todos los fieles respecto de los Pastores de la Igle
sia, sumisos, respetuosos , y obedientes.
Algunas veces se significan también por el nombre de
Iglesia sus Prelados y Pastores. Si no te oyere, dice el Señor (e),
denuncíale á la Iglesia, por cuyo nombre se designan los Pre-
la-
fo) Apoc. 1. & 3. (¿» Math. 41. v. 13. (c) Román, itf. 1. C«r. 16.
(d) Philip. 1. v. a. (*) Math. a3.
iy\ Instrucciones
lados Eclesiásticos. Pero el nombre de Iglesia en el presente
artículo significa principalmente la sociedad entera de los fie
les, que lian sido llamados por la fe á la luz de la verdad,
y al conocimiento del verdadero Dios, para adorarle y servirle
de todo corazón. Así la Iglesia es el pueblo unido á su Sacer
dote , dice San Cipriano (<z) ,_y el rebaño unido i su Pastor; es
decir : el rebaño de Jesu^Christo compuesto de Pastores que
conducen , y de fieles , que son conducidos. Es el pueblo fiel
esparcido por todo el orbe, como dice San Agustín en mil lu
gares de sus obras (#). Es la congregación de los Santos , esto
es, de los fieles unidos por los lazos de la fe, y por la profesión
común de una vida santa , dice San Isidoro (f). Es la congre
gación de todos los fieles , dice Santo Thomas.(¿).
El nombre de Iglesia según que significa la sociedad de
todos los fieles , abraza el Cielo y la tierra , los Angeles y
los Santos que reynan en el Cielo , los fieles que viven en la
tierra , y aquellas almas justas , que esperan en el Pur
gatorio el feliz dia en que purificadas de sus faltas , se re
unirán con Dios para poseerle eternamente en el Cielo. Por
tanto aunque la Iglesia es una sola se distinguen en ella dos
partes principales , á saber, la Iglesia triunfante, y la Igle
sia militante. La triunfante es la que reyna en los Cielos,
después de haber triunfado de sus enemigos en la tierra. La
militante es la que vive aun en la tierra expuesta á los em
bates del mundo, demonio , y carne. La una , esto es, la mi
litante , está aun en el tiempo de su peregrinación , dice San
Agustín (e) ; la otra está en la eternidad de su mansión en el
Cielo. La una trabaja aun ; la otra goza del descanso. La una
está en el camino , que conduce al Cielo ; la otra está en su bien
aventurada patria. La una huye del mal , para hacer el bien ; es
ta es nuestra ocupación en la tierra j la otra no tiene mal alguno
que evitar , ni que temer , porque goza del mayor de todos los
bienes. La una lidia aun con el enemigo \ la otra no tiene ya ene-
mi-
(a) Ep. 6p. ad Florent. Pupiin. (b) ín Ps. 34 8c 149. Lib. de Cathe-
chi. rud. c. 3. (c) S. Isid. Pelus. lib. 2. ep. 245. (J) Variis ia loe
(e) Tract. 124. in Joan.
sobre el Catecismo. Parte I. 37$
migos con quienes pelear. La una vive aun en Id incertidumbré
de si saldrá victoriosa en los miembros , en quienes combale ; la
eirá goza de una paz segura después de sus victorias. Pero esta
Iglesia feliz, y segura de su felicidad se interesa por la nues
tra: alivia con sus oraciones, dice el mismo Santo («), la lgle*
sia de ¡a tierra. Estas dos Iglesias serán una sola en la eternidad
por la posesión de una misma felicidad , y desde el presente son
una misma Iglesia por el lazo de la caridad , porque una y otra
tienen un mismo fin que es adorar á Dios y darle gloria. Y del
mismo modo las almas justas que están en el Purgatorio ha
cen una misma Iglesia con los Santos del Cielo, y con nos
otros. Porque no se ba de creer, dice el mismo San Agustín (/?),
que los justos que han muerto , no pertenecen ya á la Iglesia,
que es el Reyno de Jesu-Cbristo : si esto fuera cierto , se baria
memoria de ellas en el altar , en donde participamos del cuerpo
del mismo Jesu-Cbristo. iSe procuraría con tanto ardor el bau
tismo para los que están en peligro , ó la penitencia para los que
han perdido la gracia después del bautismo"1. ¿Se trataría , de re'
concillarles con la Iglesia ántes de su muerte"1. )T por qué se ha
ce esto , sino porque los fieles , aun difuntos , son miembros de la
lglesidi
En la Iglesia militante hay dos clases de hombres , bue
nos , y malos. Porque la Iglesia del Cielo se diferencia de
la de la tierra , en que en el Cielo no tendrá verdaderamen
te arruga , ni mancha alguna (f) , pero en la tierra es un cam
po en donde está sembrada la zizaña con el trigo (*/) , es la
era donde está revuelto el trigo con la paja (e) , es la red
en donde se juntan de todo género de peces, buenos , y ma
los (f) , es una gran casa en donde se hallan vasos de honor,
y vasos de ignominia (g) : es semejante á diez vírgines , cinco
prudentes y cinco fatuas ; es como el arca de Noe , en don
de se encerráron no solo animales limpios , sino también in
mundos En un mismo campo , dice San Agustín (/) , se
ha-
(ul Enchir. cap. $6. (£) Lib. ao. de Civít. Dei c 9. (c) Ephes.
y. 47. (<i¡ Math. 13. v. 14. 'e) Luc. 13. (/) Muh. 13. v. 47.
(g) a. Thim. a. ». *o.(/f>) Gen. 6. (»*) in Ps. 41. o. a.
Tom. I. Mm
174 •' Instrucciones
hallan la zizana , y el trigo , y ambos se mantienen con una mis
ma lluvia. Los buenos y los malos hacen profesión de una misma
fe ; pero los buenos viven por la fe , esta es , por aquella fe
que obra por la caridad, como dice el Apóstol, pero los ma
los la combaten , ó á lo ménos la deshonran con su vida. Dios
lo permite así , dice el mismo Santo (a) , ó para que los ma
los se conviertan, ó para que sirvan de exercicio á la paciencia, y
virtud de los buenos. Solamente en la cosecha se debe separar
la zizaña del trigo y entonces vendrá el Señor con el viel-
do en la mano para limpiar su era (r) , y conduciendo el trigo
á su granero , arrojará la zizaña, y la paja al fuego que jamas
se debe apagar (d): esto es, solamente en el fin del mundo
separará Dios los malos de los buenos, llamará á los buenos,
y los hará entrar en su Reyno , y arrojará á los malos al
fuego eterno. Entretanto los buenos viven con los malos, to
dos profesan una misma fe , y reciben unes mismos Sacra
mentos. La sabiduría de los hombres no alcanza á discernir
los ; pero el Ser.or conoce ¡os que son suyos {e) los que viven
de su espíritu , y están unidos á él con el lazo de la cari- .
dad , para dar á cada uno según sus obras. De aquí se sigue,
que solas tres condiciones de hombres no pertenecen al cuer
po de la Iglesia : tales son los infieles , los hereges y cismáti
cos , y los excomulgados. Los infieles, porque nunca conocie
ron á la Iglesia , ni fueron admitidos en ella por el Sacra
mento del Bautismo, ni participaron de Sacramento alguno en
compañía del pueblo christiano. Los hereges , y cismáticos,
porque desertaron de ella , y permanecen rebeldes , y per
tinaces en sus errores. Mas no se ha de negar , que estén ba-
xo la potestad de la Iglesia, pues los llama á juicio, los
apremia y fulmina censuras contra ellos : de suerte que nunca
pueden eximirse de su autoridad , como ni tampoco de la or
denación de Dios de donde dimana. Y así solo pertenecen á la
Iglesia como los desertores al exército de donde se escapa
ron. Finalmente los excomulgados , porque como están exclui
dos
(«) In P«. ¡54. n. 4. (3) Mith. 13. v. 39. 40. (c) Ibid. 3. v. 11.
(i/) IbiJ. 13. v. 4S. 49. (#) 2. ad Thini. a.
sobre el Catecismo. Parte I. 27 f
dos del gremio de los fieles, por el juicio de la misma Igle
sia , no pertenecen á su comunión , mientras no se enmenda
ren. Todos los demás que han entrado una vez por la puer
ta de la Iglesia , que es el bautismo , sin duda perseveran en
ella por malvados, y perversos que sean; y por consiguien
te aunque nuestros Pastores y Prelados sean malos , y aun
díscolos , sin embargo están en la Iglesia , retienen la potes
tad que han recibido de Dios , y nosotros debemos obede
cerlos.
Pero no os engañéis , Católicos , pues aunque la fe ca
tólica afirma verdadera y constantemente que los buenos y
los malos pertenecen á la Iglesia , con todo eso , según las
reglas de la misma fe se ha de creer , que es muy diversa la
condición de unos , y otros. Porque así como en la era la
paja está revuelta con el grano , y siempre es paja ; ó á ve
ces los miembros baldados están unidos con el cuerpo, y 110
obstante permanecen baldados; así los malos en la Iglesia aun
que están unidos á este cuerpo místico, permanecen baldados'
y muertos, porque no viven por la caridad.
Concluyamos , pues , que la Iglesia visible que Jesu-
Christo ha fundado, y cuyos fundamentos son los Apóstoles,
baxo Jesu-Christo que es la piedra angular (ti) , es la socie
dad de los fieles reunidos por la profesión de una misma
fe , y la participación de unos mismos sacramentos , baxo la
autoridad de los Pastores legítimos , cuya cabeza visible es
el Papa , sucesor de San Pedro , y Vicario de Jesu-Christo
en la tierra : sobre que os volveremos á hablar mas adelan
te. Pasemos ahora á los nombres que la Escritura da á la
Iglesia , y que podrán servir para haceros comprehender su
naturaleza.
2. p. La Escritura llama á la Iglesia , casa de Dios , re-
"baño de Jesu-Christo , esposa de Jesu-Christo , y cuerpo de Jesu-
Christo. Estos son los quatro principales nombres que nos dan
una alta idea de la Iglesia.
i.° La Iglesia es la casa de Dios. Así la llama el Após
tol
(*) Ephts 3. r. 10.
Mm 2
276 . . Instrucciones
tol quatido dice á su discípulo Timoteo : te escribo esto , para
que sepas como te debes conducir en la Iglesia, que es la casa de
Dios vivo , el apoyo , y columna de la verdad (a). Casa que
edificó la sabiduría eterna, como dice el Espíritu Santo por
boca del Sabio levantó en ella siete columnas , que son
los siete Sacramentos; preparó su mesa , y sirvió su pan y
su vino, que son el adorable cuerpo y sangre de Jesu-Chris-
to. Casa que edificó el sabio Arquitecto sobre piedra fir
me (c) , y que subsistirá siempre á pesar de la violencia de
los vientos , de la abundancia de las lluvias , y la impetuo-
. sidad de las tempestades. Casa cuyo fundamento es Jesu-
Christo mismo. En esta santa casa habita Dios , y nosotros
tenemos la dicha de habitar con él , para participar de to
dos sus bienes , en qualidad de hijos suyos , y herederos de
su Reyno. Infelices aquellos , que imitando la locura del hi
jo pródigo, se salen de esta casa , y van á un país remoto (rf)
( que así se pueden llamar todas las sectas separadas de la
Iglesia) á disipar su substancia. En esta santa casa los hijos
de Dios , que son los fieles, tienen el honor de hallarse como
renuevos de olivos (t>) al rededor de la mesa de su Padre ; y
como hijos de una misma familia todos tienen un solo corazón,
y una sola alma (/).
Examinad , pues Católicos , lo que sois , y lo que ha
céis en esta santa casa , porque al fin se hallan en ella vasos
de todos géneros , preciosos , y viles , los hay de oro , y de
plata, de madera, y de barro (j*). Examínese cada uno y vea,
si en esta santa casa es siervo prudente y fiel (A) , que trabaja
sin descanso por los intereses del Señor , y por el bien de
su familia, ó si por el contrario es un mal siervo que des
truye en lugar de edificar , ó á lo menos es siervo inútil,
porque la inutilidad por sí sola es bastante delito , debiendo
todos hacer fructificar los talentos que han recibido.
2.0 La Iglesia se llama también rebaño de Jesu-Christo , y
re—
(0) r. Thim. 3. v. ig. (i) Prover. 9. v. i.stq. (c) Math. 7. v. «4.
\d¡ Luc. s. v. 13. (e) P.. 117. v. 4. (/) Actor. 4. v. 31.
(f) 3. Thim. *. v. ao. (¿) Mith. 24. v. 4V.
sobre el Catecismo. Parte I. 177
rebaño de Dios. Así la llama San Pedro, quando encarga á
los Pastores de la Iglesia que apacienten el rebaño de Dios (a\
no por necesidad, ni por interés , sino con amor , y sirvien
do en todo de modelo y dechado á sus ovejas. El Hijo de
Dios nos representa á la Iglesia baxo esta misma idea , di- \
ciendo, que tenia otras ovejas que no estaban aun en su rebaño,
pero que deberían algún dia reunirse todas , para bacer un
solo rebaño , baxo un solo , y único Pastor Y de este re
baño habló también quando dixo : que él mismo era la puer
ta del redil , y qualquiera que no entrase por él , era sin duda
ladrón. Feliz rebaño , cuyas ovejas pueden decir con David:
el Señor me rige , y me conduce , y no me faltará cosa alguna en
los abundantes pastos , en donde me ha colocado. Me ha ido
criando junto á las aguas , para defenderme de la sed , y del ca
lor (f). Estas aguas son las sagradas aguas del bautismo que
nos refrescan , nos curan, y vivifican. Me conduxo al camino
recto por un efecto de su misericordia. Ahora, pues Señor, que
estáis conmigo , no temeré mal alguno. El cayado que tenéis en
vuestra mano me asegura contra todo lo que pudiera temer. Vos
me habéis sustentado con un alimento vigoroso , contra los ata
ques de mis enemigos ; ¿y qué alimento es este sino la sagrada
Eucaristía? Me habéis preparado un cáliz excelente ; un cá
liz que contiene la gracia y los méritos de la sangre de Je-
su-Christo. Quiera Dios que nosotros seamos del número de
aquellas ovejas que conocen al buen Pastor (d) Jesu-Christo, y
oyen su voz para seguirle á donde quiera que vaya.
3.0 La Iglesia se llama asimismo esposa de Jesu-Christo,
y es en efecto aquella esposa á quien habia prometido el
Señor unirse para siempre con ella en la justicia, , en el juicio,
en la misericordia, y en la fe , como dice un Profeta (<?). Es
posa á quien halló manchada , impura , corrompida , y la ha
lavado de sus pecados por los méritos de su sangre (/) , y la
ha purificado con el bautismo del agua , y la palabra de la vida.
Esposa á quien halló pebre , desnuda , y reducida á la mas
ex-
j. Petr. g. v. 1. (b) Joan. 10. (c)Ps. ai. v. 1. seq. (d) Joa». 10.
{t) Oí«« a. v. 19. ae. (/) Ephes. 5. v. 16. Imi. $4. v. 11.
278 Instrucciones
extrema miseria, y la ha enriquecido con sus dones, y ador
nado con sus gracias. Esposa, á quien ha amado hasta dexar
el Cielo , baxar á la tierra , vivir , y morir por ella. Es
posa, á quien se ha dado enteramente á sí mismo y con él
todos los bienes del Cielo , y la tierra. Esposa á quien llama
su paloma porque gime en la tierra hasta que llegue el tiem
po de gozarse con él en el Cielo ; su amiga, porque la ama
tiernamente ; y su hermana (¿j) , porque para unirse con ella
se ha hecho semejante á nosotros , y ha venido á ser nues
tro hermano (¿). De esta esposa hablaba el Apóstol quando
escribiendo á los fieles de la Iglesia de Corinto , dice (c):-
os amo entrañablemente , hermanos míos , y por respeto á Dios
estoy zeloso de vosotros : y así como lo está aquel á quien se ha
encomendado la doncella esposa de su amigo , que procura presen
társela pura é intacta , de la misma suerte procuro yo presenta
ros á Jesu-Christo puros é inocentes, como que con él solo os he
desposado, y estáis fiados á mi cuidado. ¡O unión dichosa! ¡O
dignidad sublime! ¡Con qué amor no debemos corresponder
al amor de este esposo celestial y divino!
En fin la Iglesia se llama cuerpo de Jesu-Christo , cuerpo
no natural sino místico, cuya economía describe admirable
mente San Pablo. Jesu-Christo es la cabeza de este cuerpo;
los fieles son los miembros , y la fe y la caridad son los la
zos que les unen con la cabeza. T así como en el cuerpo humano
se comunica desde el celebro el movimiento y ía vida á las de-
mas partes y nervios , que tienen su origen en la misma cabeza^
y reparte á cada miembro los espíritus necesarios , para las fun
ciones , que le son propias: de la misma suerte Jesu-Christo , co
mo cabeza de la Iglesia , da á sus miembros los fieles unidos á
él por la fe y caridad , la vida de la gracia , y los dones nece
sarios , para el desempeño del ministerio que ha asignado á ca
da uno (d).
Ni extrañéis , Christianos , que os digamos que la Igle
sia es el cuerpo de Jesu-Christo , y los fieles sus miembros.
Por-
(fll C»nt. a. v. 10. g. v. 5. (b) Hebr. a. v. 11. (c) ». Cor. xi. y. a.
(*') Ephes. 4. y. 15. id.
sobre el Catecismo. Parte I. 379
Porque , como dice San Agustín , ¿« Dios no obstante la dis
tancia infinita que hay entre él, y nosotros , ha querido humillar
se hasta hacerse hombre , y unir nuestra naturaleza á la suya en
una misma persona , que es Jesu-Christo , es mas increíble que
los fieles hayan venido á ser los miembros de Jesu-Christo , y
sean con él un solo Christo'i
Pero ¿quál debe ser la santidad de los Christianos , sien
do miembros del mismo Jesu-Christo? ¿Podrán mancharse,
sin manchar el cuerpo y los miembros de Jesu-Christo? ¿H<j-
ré yo los miembros de Jesu-Christo , miembros de una merctrizi
No lo permita Dios , dice San Pablo (<?). ¿Y con quánto
amor no deberán amarse mutuamente como miembros de un
mismo cuerpo? ¿Con qué ardor no deberán procurar los unos el
bien de los otros, y todos el bien común del cuerpo? Tales son,
Católicos, los sentimientos que los nombres de la Iglesia nos ins
piran. Sentimientos de respeto y veneración , porque la
Iglesia es la casa de Dios, el Cielo de la tierra , y la esposa
de Dios mismo. Sentimientos de amor y gratitud , porque es
el rebaño , y el cuerpo de Jesu-Christo 5 ¿es necesario mas
para que la amemos tiernamente?
Bendigamos , pues , á Dios amados mios , por habernos
hecho habitadores de esta santa casa. Felices los que habitan en
tila Dios mió y viven de su espíritu. Porque ¿de qué
nos sirve habitar en la Iglesia , pertenecer á este cuerpo
de Jesu-Christo , si estamos en él como miembros muertos;
si se puede decir que no pertenecemos á Jesu-Christo? Pues
el que no tiene el espíritu de Jesu-Christo no pertenece á él (f),
dice San Pablo. ¿Y quál es el espíritu de Jesu-Christo sino el
espíritu de amor y caridad , que es el alma y la vida de la
Iglesia y de todos los fieles? Practiquemos la verdad por la ca
ridad , dice el Apóstol (tí) y creceremos en todas las cosas en
Jesu-Christo nuestro xefe , y nuestra cabeza. No es bastante la
fe sin la caridad , ó por mejor decir de nada nos serviría la
fe sin la caridad , y esto aunque nuestra fe fuera tal , que
pu
fo) 1. Cor. 6. v. ig. (í) Ps. 83. v. 5. (e) Román. I. v. p.
(4) E¿>hes. 4. v. 15.
i %o Instrucciones
pudiéramos trasladar (a) los montes de una parte á otra» In
fundidnos, Señor, este espíritu de amor por vuestra gran mi
sericordia, para que viviendo en Jesu-Cbristo , y por Jesu-
Christo en la Iglesia militante , os alabemos después en la
triunfante por los siglos de los siglos. Amen.
INSTRUCCION XXXI.
(*) i. Cor. io. v. 17. (b) 1. Petr. a. v. ig. (r) Luc. 10. 16.
(d) Rom. 13. v. ai. [e) Ephes. 1. (/) Lib. 1. ad Med. & ep. $7.
•d Dam. (g) De unit. Eccles. (b) Lib. 1. cont. Parmen.
(») Hem. 29. de Poenic. (A) Lib. 6. ia Luc. c. 9.
sobre el Catecismo. Parte I. 283
opusiere , que la Iglesia no ha menester otra cabeza, ni otro
esposo que Jesu-Christo : se responde , que así como Christo
Señor nuestro es el autor , y el que obra íntimamente en to
dos los Sacramentos, porque él es quien bautiza, y quien
absuelve , y sin embargo instituyó^ á los hombres Ministros
exteriores de los Sacramentos : así también aunque el mismo
Jesu-Christo gobierna la Iglesia con su interior Espíritu con
venia , no obstante, que estableciese á un hombre por Vica
rio , y Ministro de su potestad ; porque como la Iglesia es
visible, necesita de cabeza visible que tenga potestad de regir
la y gobernarla. Y en efecto habiendo elegido á los Após
toles , para que fuesen los fundamentos de su Iglesia , y ha
biéndoles hecho iguales en la dignidad del Apostolado , y en
la misión que les dió para convertir al universo , eligió á Pe
dro (a) , para xefe de ellos , y le dió la primacía , no sola
mente de honor , sino también de jurisdicción en toda la Igle
sia , y quiso que su silla fuese el centro de la unidad , y
que esta primacía pasase á los sucesores de San Pedro para
conservar esta unidad en su Iglesia.
a. p. Mas no era bantante que la Iglesia tuviese un so
lo cuerpo , si no tenia también un mismo Espíritu , y // seme
jante á las sociedades puramente humanas , solamente reuniese sus
miembros con lazos exteriores. ¡Qué diferencia entre esta unión
y la que Jesu-Christo quiere que sus Discípulos tengan en
tre sí , quando les proponen la unidad que él mismo tiene con
su Padre (b) , como el modelo y regla de la unión , y unidad
que debe haber entre ellos! Es necesario, pues, que la Igle
sia tenga un mismo Espíritu , como dice el Apóstol , en el qual
consiste su perfecta unidad. De este Espíritu divino descien
de aquella unión interior y perfecta con que los miembros
vivos de la Iglesia se unen entre sí , se comunican mutua—
mente todos sus bienes espirituales , y pertenecen propiamen
te á Jesu-Christo (c)> , .porque viven de su Espíritu. Guarde
mos , pues Christianos , como dice el Apóstol , la unidad de es-
1
a86 Instrucciones
establecidas en sus Concilios? ¿Qué cosa mas propia para
atraer á los fieles á adorar á Dios en espíritu , y en verdad,
que la consagración que ha hecho de ciertos días , para el
culto de la suprema magestad? ¿Qué cosa mas eficaz para ins
pirarles el espíritu de penitencia, y piedad , que el destino,
que ha dado á ciertos dias para la oración y el ayuno? ¿Qué
cosa mas poderosa para detener el curso de los desórdenes,
que la obligación que les ha impuesto de purificar sus con
ciencias en ciertos tiempos por el Sacramento de la peniten
cia? ¿Qué cosa mas útil para unir á sus hijos á Jesu-Christo,
que convidarles , y aun obligarles á alimentarse de su sagra
do cuerpo en la Eucaristía? Y respecto de sus ministros,
¿qué cosa mas santa , que lo que ella ordena para obligarles
; á que la santidad de sus costumbres sea en todo conforme á
la de su ministerio?
Su culto es santo. En ella se halla el verdadero templo,
el sacrificio legítimo, la oblación pura , que debe ser ofrecida
al Señor en todos lugares, según la profecía de Malachias (a).
La iglesia es santa en sus votos, dice San Optato (¿) , es santa
en sus sacrificios , es santa en su ministerio , es santa en sus ce
remonias , santa en todas las prácticas , que emplea para honrar
á Dios , y darle el culto que es debido á su magestad soberana.
Sus Sacramentos son santos , y por ellos santifica Jesu-
Christo á su Iglesia , como lo testifica el Apóstol, hablando
del Bautismo en particular. Jesu-Christo, dice , santificó á su
Iglesia , purificándola con el agua en la palabra de vida , para
que sea santa , é inmaculada (c). Y Lactancio hablando mas
generalmente dice, que en la verdadera iglesia se hallan la Re
ligión , la confesión , y ¡a penitencia que cura con remedios salu
dables las heridas de nuestros pecados , que nos hemos hecho á
nosotros mismos por un efecto de nuestra fragilidad (í/).
Ni penséis, que la santidad que Jesu-Christo comunica
á su Iglesia, sea puramente exterior; no por cierto. Jesu-
Christo la da su Espíritu , y su Espíritu es Espíritu de san-
tl-
Ca) Malacb. i. v. tt. (A) Lib. cont. Parmen. (c) Ephes. ¿. v. »5. if-
(d) Lib. 4. inst. c 30.
sobre el Catecismo. Parte I. 287
tidad. Este divino Espíritu es el que la anima, y el que pro
duce , y ha producido en todos tiempos los admirables fru
tos de justicia y santidad, que enriquecen la Iglesia , y ha
cen verdaderamente de ella el Paraíso del Señor (a).
Mas no hay que buscar estos frutos de santidad fuera de la
Iglesia , porque no hay ni ha habido jamas Santo alguno fue
ra de ella. El que viola la unidad de la Iglesia, dice San Agus
tín (b), no puede tener la caridad de Dios, y por tanto se puede
decir con razón, que no se recibe al Espíritu Santo fuera de la
Iglesia. Y del mismo sentir son otros muchos Padres (c). La
verdadera santidr-d solamente se halla en la Iglesia verda
dera : y es constante que á pesar del diluvio de corrupción
que ha inundado siempre al mundo , la Iglesia siempre ha
sido santa , y lo será siempre en sus principales miembros
que son los justos y santos. Aun en los tiempos de la mayor
tibieza tuvo , y tendrá siempre Santos que brillarán como es
trellas en una noche obscura Y si el número de estos es
pequeño en comparación del número de los malos que la afli
gen , es no obstante verdaderamente grande en sí mismo, dice
San Agustín (e).
Confesamos no obstante que la santidad de la Iglesia en
la tierra es aun imperfecta por esta mezcla que sufre de bue
nos , y malos , pero que nunca dexa de ser verdadera. Por
que ¿qué es la Iglesia en la tierra? Es según la Escritura , y
los Padres , el Arca de Noe que contiene en sí animales puros,
é inmundos (/) : pero es el único lugar de refugio para los que
Dios quería salvar del diluvio. Es el campo en donde el hom
bre enemigo sembró zizaita sobre el trigo (jg) , pero siempre es
el único campo del Señor. Es la era en donde el trigo está
mezclado con la paja (A) : la red que contiene peces buenos y
ma-
(0) Genes. 13. v. 10. (¿) Lib. de Patient. c. 26.
(c) S. Cyprian. lib. de unit. Ecles. S. Fulgent. lib. t. de remis.
pee. c. 1». & lib. defid. ad Petr. S. Hieron. ep. 57. & S. Aug. ep. 185.
»1. i. & serm. 71. de Verb. Evang. n. 30. (d) Philip. 1. v. 15.
(*) Lib. de un ¡t. Ereles, c. 14. (/) Genes 7. c. a S. Aug. in Ps. 8. n. 13.
{g) Math. 13. v. 45. S. Aug. in Ps. 41. n. 1. ». Serm. 74. de Verb.
Ev. Math. n. 4. (b) Math. 3. v. 14. S. August. Serm. 15. in v. 8.
Ps. aj. n. 6.
288 Instrucciones
malos (a) : la casa en donde se hallan vasos de oro , y de pla
ta , de madera y de barro (¿) : vasos de honor , y vasos de ig
nominia destinados á los servicios mas viles. Y aun los vasos
de honor , es decir , aun los justos mismos que viven en la
Iglesia no están enteramente exentos de defectos. El Apóstol
Santiago hablando de los justos dice : Todos pecamos en mu
chas cosas (c). Y el Apóstol San Juan nos dice también : sí
decimos que estamos sin pecado , nos engañamos á nosotros mismos^
y la verdad no está en nosotros (rf). Y conforme á esto dice
San Agustín (e) : que los mas justos dicen á Dios todas los diat
con tanta verdad , como humildad : perdónanos nuestras deudas.
Pero ni la mezcla de los malos , ni las imperfecciones de
los buenos impiden que la Iglesia sea verdaderamente santa;
así como la perfidia de Judas no impidió la santidad del
colegio de los Apóstoles , á quienes dixo Jesu-Christo que es
taban limpios, pero no todos (f}. La unión de los malos en la
profesión de la fe , y en las prácticas exteriores, no mancha
á los buenos , ni les hace participantes de sus pecados \ el tri
go siempre es trigo , aunque mezclado con la paja. Así la
Iglesia siempre es santa, aunque muchos de sus miembros no
sean santos. Ni los justos dexan de ser justos á pesar de las
faltas ligeras , que impiden su perfecta santidad ; porque una
es la santidad de la tierra y otra la del Cielo , y solamente
ésta es perfecta , y consumada. De aquí es que la Iglesia so
lamente en el Cielo será tan hermosa como el Apóstol la pin
ta , esto es, sin arruga , y sin mancha (g). Allí su pueblo será
un pueblo santo (A) y perfectamente santo. El impuro , y el in
circunciso no se hallarán allí , porque no subirá á este monte
del Señor sino el que tenga el corazón puto , y las manas ino
centes (»'). Y esto es lo que se nos insinúa en el libro del
Apocalipsis, quando se dice: que aquella ciudad santa tiene
doce puertas , y hay doce Apóstoles , uno á cada puerta para
guar
INSTRUCCION XXXII.
(«) Rom. II. v. 17. (í) Ps. 79. v. 11. n. (c) Joan. 4. v. 38.
{d) Catech. 17. n. 10. (e) Math. 7. v. 16. (/) Math. 44. & a$.
ig) Scrra. 79. in cant. Tertui. in Apolog. (b) Ostx a. v. 19, & 20.
(i) Math. 28, v. so.
194 , Instrucciones . ■
Isaías (a) ymi Espíritu que está en tí ,y mis palabras que puse
en tu{boca^ estarán siempre en tu boca , y en la de tus hijos, aho
ra , y en la serie, de los siglos. Esto dice el Señor , cuya pa
labra permanece eternamente. La Iglesia , pues, es una roca
inalterable enmedio de Lis olas. Dios está enmedio de ella , y
no será conmovida (¿). Y por tanto aunque una generación pa
se, y otra suceda,, pero esta tierra del Señor subsistirá eterna
mente (í). . ■' ; .• . . ■ <•...
2. p. Mas si es cierto que la Iglesia abraza en su duración
todos los tiempos , porque su Esposo es eterno ; lo es igual
mente , que se extiende á todos los lugares , porque toda la
tierra pertenece á su Esposo por herencia. Pídeme , le dice el
Padre (d) ,y yo te daré todas las Naciones, en herencia ,y tu-,
posesión se extenderá hasta las extremidades de la tierra. Y de
e¿ se dixo también : que su Reyno se extenderá desde un mar
hasta otro , y desde el rio basta el fin del universo (í). -
En efecto la Iglesia se diferencia de la sinagoga , no so
lamente en su duración , porque la sinagoga debia ser repu
diada en la venida del Mesías ; sino también en que el culto
público, y solemne de la sinagoga estaba fixo en un solo lu
gar , que era la Ciudad , y el Templo de Jerusalen , y se ceñía
á una sola familia , que era la de Jacob , y á un solo pueblo
que era el Judío. La Iglesia abraza en su seno á todas las
Naciones , y es la muger estéril , que viene á ser infinitamente,
mas fecunda que la que tenia hijos , como lo profetizó Isaías (/"^s
En esta consideración dice el mismo Profeta (¿-) : Tomad un
lugar mas grande para formar vuestras tiendas , extended lo po-
sible las pieles que las cubren , buscad cuerdas mas largas ,y con
solidad vuestros clavos ; porque os dilatareis á la diestra ,jí á
la siniestra , y vuestra posteridad tendrá á las Naciones por he
rencia , y habitará las Ciudades desiertas. Pues como dice en
otro lugar : Toda la tierra debe conocer al Señor (¿) , y todas las
Naciones deben esperar en el que ha de nacer de la extirpe de Jesé.
Poc
(a) Isaise gp. v. at. {b) Ps. 4$. t. 6. (c) Ecles. v. 4.
(rf) Ps. a. v. 8. (e) Ps. 71. v. 8. (/) Issi* 54. v. 1.
[g) Ibid. r. a. & 3. (¿; Ibid. 11. v. p. et 10. a7. jr. 6.
sobre el Catecismo1. Parte I. '29 y
Por todas partes debe florecer Israel , y llenará toda la tierra
con sus frutos. Desde el Oriente, hasta el Poniente, dice Dios
por Malachlas , es grande mi nombre entre ¡as gentes t en to
dos los lugares, se sacrifica , y se ofrece ú mi nombre úné ó'bla-
tion pura (a). Y para que no se pudiese dndar , que" estas
magníficas promesas se hacian á la Iglesia. de Jesü-Christo, hi
zo Dios ver á Daniel la pequenez de su origen , la maravi-
11a de sus progresos , y el prodigio dé su extensión baxo la
figura de aquella pequeña piedra y qtte desprendida del-nfénte,
sin intervención de la mano del hombre', sé1 hizo un mime
grande , que llenaba toda lat tierra , y formó un imperio eterno,
que sucedió á todos los otros ,• y- obscureció toda su glo
ria m. i-'
El Hijo de Dios nos aseguró Igualmente esta verdad ^ no
solamente quando nos dixo ; que sa Évangelio seria publicado
en todo el universa (r) j y que la generosidad de aquella muger
que derramó sobre él1 el ungüentó precioso , seria alabada en
rodo el mundo , sino también quando efectivamente envió á
sus Apóstoles á tomar posesión de todo el mundo á quien ha
bía vencido por su muertes W, les díxo y^or todo el univer
so1, y predicad el Evangelio^á 'todá'crtdtúr'a'y ét que creyere , y
fuere bautizado yie salvará , y'et qüe'-no* creyere , se condena^
rá{d). Y en atención á esto Simeón llamó al Hijo de Dios luz
que debía iluminar á los Gentiles , y ser la gloria de su pueblo
el verdadero Israel (e\
~" Sobreesté fundamentónos han enseñado' los Santos Pa
dres, que la extensión de la Iglesia por todo el universo es el
privilegio , y el glorioso título que distingue á la Iglesia de
todas las sectas ; y por esta razón la llamaron Católica , esto
es, universal, porque como dice San Cy rilo (/) se halla exten
dida hasta las extremidades del mundo. T por este principio han
dicho anatema i qualquiera que reconozca' otra Iglesia , que
aquella en cuya comunión han entrado todas las naciones de la
1 . m ■ ,.fc 1 ' • tier.
Tont. T» INS
2o8 Instrucciones
INSTRUCCION XXXIII.
INSTRUCCION XXXIV.
INSTRUCCION XXXV.
INSTRUCCION XXXV,
(a) Tertu!. de Monogan. c. 10. (b) Liturg. Grate, (c) Conc. Cir-
thag. 3. can. 29. Carthag. 4. can. 79. (.•.') Conc. Lateran. c. 66.
{e) Florentin. sess. ultiin. (f) Tridentia. sess. 2.5.
{g) S. Epiphan. haeres. 75.
. sobre el Catecismo. Parte I. 33 r
Padres mas antiguos , como á San Clemente , San Dionisio
Areopagita (a) , San Atanasio , San Gregorio Nacianceno (b)y
San Chrisóstomo (c) , y Theodoreto entre los griegos ; á Ter
tuliano (</) , San Cipriano , San Ambrosio (e) , San Geróni
mo (/) , San Agustín (g) , San Gregorio el Grande, y San Ber
nardo (¿) entre los latinos , y otros muchos que podríamos ci
tar : todos deponen á favor de esta verdad , y del uso en que
estuvo siempre la Iglesia de rogar por los muertos. Todos
recomiendan á los fieles esta santa práctica tan antigua co
mo la Religión, y que no se puede despreciar, sin despre
ciar la Religión misma. ¿Quién se atreverá , pues , á contes
tar una verdad apoyada sobr^ fundamentos tan sólidos? Quién
puede dudar después de esto que sea bueno y útil rogar por
los muertos? Pero no solamente es útil , y bueno orar por los
muertos , sino también necesario á todo christiano , si atende
mos á lo que la fe nos inspira , á lo que la caridad nos dicta,
y á lo que nuestro mismo interés pide de nosotros.
a. p. A la verdad , yo no sé como se puede creer lo que
la fe nos enseña en orden á la inmortalidad del alma , á la
resurrección de los muertos, y á la admirable proporción que
Dios guarda entre el estado en que se hallan los que mueren,
y las penas , ó premios que les distribuye , sin compadecerse
vivamente del estado de aquellas almas justas que sufren en
el Purgatorio terribles tormentos , para borrar enteramente sus
culpas , y satisfacer por ellas á la justicia de Dios. Así la Es
critura hablando de las oraciones y sacrificios que Judas Ma-
cabeo mandó hacer por los difuntos , justamente las atribuye
á la fe de este grande hombre , á aquella fe viva de que es
taba penetrado á cerca de la vida futura , y la resurrección
de los muertos.
Vosotros mismos podéis notar que todos aquellos que se
dexaban poseer del espíritu de Religión y de fe , cuidaban
re
ta) Dion. in fin. Ecles. hierarcb. (b) Greg. Naz. orat. in sane»,
luniin. (c) Chris. serm. 3. ia ep. ad Philip, (rfj Tertul. sup. S. Cypr.
ep. 55. al. ga. ad An. (í) Ambr. serm. 30 in Ps. 118. (/) Hier.
•p. 54. al. 40*. ad Panmac. (g) Enchir. c. 10. lib. de cur. pro mor.
(i) S. Bern. serm. 66. ia cant.
Tt 2
332 Instrucciones
religiosamente de los muertos y les socorrían con sus buenos
oficios. Considerad á Abrahan, y el cuidado con que procu
ra la sepultura de su Esposa (a) , para la qual compró la úni
ca tierra que quiso poseer en este mundo. Ved á Joseph cui
dadoso y atento á transportar el cuerpo de su padre Jacob,
y hacer llevar el suyo á la tierra prometida (¿>) ; á los ha
bitantes de Galaad llorar , y ayunar por Saúl ; y David por
Abner (c). Cuidados piadosos , prácticas religiosas que les
inspiraba su fe , y que no eran simples expresiones de su do
lor , sino medios eficaces para procurar á los muertos la fe
licidad , que podrían haberles retardado sus culpas. Y así se.
ve que no recurrían á estos remedios quundo el estado de
los difuntos no les permitía dudar que les fuesen inútiles,
David cesó de ayunar por su hijo luego que murió (¿) , no
solamente porque sabia que no podía darle la vida, sino
porque siendo niño , y no teniendo pecados personales, no te
nia necasidad de este socorro para ser purificado de ellos: lo
mismo que usa la Iglesia en la sepultura de los párvulos, no
orando por ellos , sino cantando cánticos de alabanzas.
Mas si la fe nos inspira esta piedad con los muertos, ¿qué
deberá hacer la caridad , que nos. une con ellos como miem
bros de un mismo cuerpo , que es la Iglesia? ¿Habrá algiín
christiano tan insensible , que pueda pensar en las penas que
sufren las almas de los fieles en el Purgatorio , sin hacer na
da para aliviarlas; sobre todo, ¿si se reflexiona que estos
fieles son acasq nuestros padres , nuestros parientes , nuestros
amigos y bienhechores? No se puede aplicar aquí lo que di
ce San Pablo : que el que no tiene cuidado de los suyos , renun
ció á la fe , y es peor que un infiel (e)? ¿Se podrá pensar,
que están separados de Dios , que es el único objeto de sus
deseos , desterrados del Cielo,. por un tiempo, determinado,
que nosotros podemos abreviar con nuestras oraciones , pri
vados de las delicias inefables , atormentados con penas crue-
. •> .: •• íes»
AR-
E
sobre el Catecismo, Parte I, 535
INSTRUCCION XXXVI.
Tom. 1. Vv
338 Instrucciones
dixo al Príncipe de los Apóstoles (a) , y sobre esta piedra edi
ficaré mi Iglesia , y las puertas del infierno no prevalecerán con
tra ella. T á tí te daré las llaves del Reyno de los Cielos ,y todo
lo que atares sobre la tierra , será también atado en los Cielos , y
todo lo que desatares sobre la tierra , será también desatado en
los Cielos. La misma promesa hizo después á los demás Após
toles d ¡riéndoles : todas las cosas que aburéis sobre la tierra,
serán también atadas en el Cielo: y todas las cosas que desata
reis sobre la tierra , serán desatadas también en el Cielo Y
para que no se dudase del sentido de sus promesas , ni de la
naturaleza de la potestad que les prometía , sopló sobre ellos,
al tiempo de dársela , y les dixo : recibid al Espíritu Santo : 4
aquellos cuyos pecados perdonareis , les serán perdonados ; y á
aquellos, á quienes se los retuviereis, les serán retenidos (r). De
suerte , que dándoles al Espíritu Santo, les dió una verdade
ra virtud, y potestad para perdonar los pecados, para rom
per las cadenas de los pecadores , aquellas cadenas de impie
dad (d) con que están atados como cautivos , para sacarles de
la esclavitud del demonio y darles la preciosa libertad de
hijos de Dios , para descargarles de los pesos de iniquidad (e)
que les abruman, y darles la gracia, que habían perdido.
Los Apóstoles seguros de esta potestad (/) van á anunciar por
todo el mundo la remisión de los pecados, y á perdonarlos á
los pecadores , que hiciesen penitencia de ellos. ¿Se dirá des
pués de esto , que el hombre puede muy bien reconciliar á un
hombre con otro , pero que si un hombre pecó contra Dios , nin
guno puede reconciliarle con él (g)"i No Christianos , Jesu-
Christo lo ha hecho posible, dando esta potestad á los Após
toles. Y no solo á los Apóstoles , sino á la Iglesia en persona
de los Apóstoles , para hacerla pasar de los Apóstoles á sus
sucesores. Habiéndose asociado el Hijo de Dios á la Iglesia,
y tomádola por esposa , la hizo entrar en todos sus derechos
y la comunicó sus facultades, particularmente la de perdo
nar
(*) Math. 16. v. 18. xp. (b) Math. 18. v. 18. (c) Joan. 30. t. 33.33.
(d) Isaie 58. v. 6. 6t. v. i, (e) Hebr. 13. v. x. (f) Actor. 3. v. 38.
{g) 1. Reg. 3. y. »j.
sobre el Catecismo. Parte I. 339
nar los pecados á los verdaderos penitentes , para exercerla
por medio de sus ministros. Este es su dote, y el don irrevo
cable que la ha hecho su Esposo , el qual no se arrepiente de
sus dones (a). Como el fruto de la muerte de Jesu-Christo,
que es la santificación de las almas debia subsistir siempre en
la Iglesia , era menester , que la potestad de perdonar los pe
cados pasase de los Apóstoles á sus sucesores ; y por tanto
el Señor les prometió estar con ellos hasta la consumación de
los siglos (ti) , esto es con los Apóstoles , y sus sucesores ins
truyendo , bautizando, y perdonando los pecados por medio
de ellos , como ministros suyos , porque los Sacerdotes, dice eí
Chrlsóstomo , suministran su lengua , y manos á Jesu-Christo,
pero Dios es quien lo hace todo en ellos , y por ellos.
Así la Iglesia después de la muerte de los Apóstoles,
que son sus Padres, ha tenido y tendrá siempre hijos herederos
de sus derechos , á quienes Dios mismo establece en su lugar
para que sean Príncipes de la tierra , de esta verdadera tierra
de promisión , que ha dado á su pueblo , y en donde ha es
tablecido su culto y distribuye sus favores. San Pedro , dice
San Agustin (c) , representaba el cuerpo entero de la Iglesia,
quando Jesu-Christo le prometió , que lo que desatase sobre la
tierra, seria desatado en el Cielo. Y de aquí es , añade este Pa
dre, que la paz , y la unidad de la Iglesia es la que perdona los
pecados ; y qualquiera que no esté en la unidad de su cuerpo, no
puede tener parte en este perdón. Porque la Iglesia es la verda
dera Jerusalen en donde se halla el verdadero Templo, y la
verdadera probática piscina , que cura todas las enfermeda
des (¿) , en ella se hallan las verdaderas aguas del Jordán,
que purifican á Naaman de su lepra (e) ; ella es el misterioso
mesón en donde el verdadero Samaritano cura al hombre que
halla herido en el camino de Jericó (/). Ella sola ha recibi
do al Espíritu Santo , por cuya virtud nos perdona los peca
dos : en ella sola se hallan los Sacramentos , que son las fuen
tes
(a) Román. 11. r. 49. (i) Math. aft. v. 19. 10. (e) S. Aug. lib. 3.
de Baptism. cont. Donatist. c. 17. {d) Galac. 4. v. 16. Joan. 5. v. «9.
(#) 4. Reg. $. r. 14. (/) Lúe. 10. v. 33.
Vv %
3 4e Instrucciones
tes del Salvador [a) , en donde debemos beber la gracia por
el ministerio de los Sacerdotes , que nos la comunican en
nombre y por la autoridad de Jesu-Christo. Bendigamos,
pues á Dios , Christianos , que ha dado esta potestad á la
Iglesia. Mas para estimarla como debemos, consideremos por
un instante su excelencia.
¡Qué potestad tan eminente, Católicos, la de perdonar
lós pecados! Potestad divina en sí misma: potestad admirable'
en sus efectos é infinitamente saludable. ¿Y qué potestad de
la tierra puede ser comparable á ésta? Potestad divina , por
que Dios mismo la ha dado á los hombres. Por ella ocupan
los hombres el lugar del soberano Juez , dice San Gregorio
Papa , son los vicarios" de sü poder , como también de su ca
ridad , y exercen sus funciones , quando en su nombre y
por su autoridad perdonan los pecados á unos , y lós retie
nen á otros. Así convenia, añade este Santo Papa hablando de
los Apóstoles , que Dios honrase y elevase á los que por
amor suyo habian de ser humillados tan profundamente. ¡Po
testad inefable! ¿Es posible que Dios quiera como sujetarse á
la voz del hombre , arreglar su juicio por el de una criatura,
y depender , por decirlo así , de la sentencia pronunciada por
sus siervos? De este modo entendemos la promesa que Jesu-
Christo hizo á sus Apóstoles, y en su persona á los ministros
de la Iglesia. A aquellos , dice , cuyos pecados perdonareis , ¡es
serán perdonados ; y á aquellos á quienes se los retuviereis , les
serán retenidos r\ ■ t' ••'>
Potestad verdaderamente admirable en sus efectos! \Qué,
exclama el Chrisóstomo (r) , los hombres , que viven en la tier
ra tienen la dispeñíacion de lós tesoros del Cielol Dios les ha da
do una potestad que- no dio jamas á los Angeles , ni á los Arcán
geles. No á los espíritus bienaventurados, no á las inteligencias
sublimes , no á los Angeles, sino á los hombres , y á los hombres
mortales , di xo el Señor: lo que atareis' sobre la tierra, será
atado en el Cielo , y lo que desatareis sobre la tierra , será des
atado en el Cielo. -• ••: . • ' r'* -'. .;- \ .ir '
»■ Pues
(«) Isaiae 13. y. 3. (í) JoaD. ao. r. 33. (c) LIb. deSaccrdot. n.
sobre el Catecismo. Parte I. 341
Pues ¿qué potestad de la tierra puede ser comparable á
la de la Iglesia? Los Príncipes de la tierra , dice el mismo San
to (a) , pueden muy bien exercer la potestad de atar , y desatan
pero sobre los cuerpos. La potestad de los Sacerdotes es de una
naturaleza muy diferente. Es una potestad que se exerce sobre el
alma , y se estiende hasta los Cielos , supuesto que Dios ratifica
en el Cielo lo que ellos batieren en la tierra.
Tampoco se puede comparar con ella la potestad de los
Sacerdotes de la ley antigua. Estos , dice San Chrisóstomo,
podían purificar la lepra , ó por mejor decir , declarar que el le
proso estaba curado. Vero los ministros de la Iglesia Católica
tienen potestad sobre la lepra espiritual, que es el pecado, y no
solamente para declarar la curación , sino para darla , y purifi
car verdaderamente al alma de sus manchas. Qualquiera , pues,
que desprecia su ministerio , concluye este Padre, es mas crimi
nal que Coré, Dathan , y Abirón. Solamente, pues, se debe
comparar esta potestad con la de Jésu-Christo , corr.o lo hace
el mismo Santo por estas palabras: el Padre dio á su Hijo 'iodo
el poder de juzgar , y el Hijo de Dios ha dado á sus Apóstoles
este mismo poder. T como si ellos estuviesen en el Cielo , y eleva-i
dos sobre todas las enfermedades de la naturaleza , les ha dado uri
poder enteramente celestial- (b).
Que sea Dios bendito, Christianos , por haber dado esta
potestad á sus Ministros, y habérsela, dado para nuestra sa
lud y remedio. Por el exercicio de esta potestad se nos co
munican los méritos de Jesu-Christo , y se nos infunde la
divina gracia que cura nuestras llagas, nos renueva interior
mente y nos hace esperar el fruto total de la remisión de los
pecados :, que recibiremos en el Cielo. Porque la remisión de los
pecados , dice San Pedro Crisólogo (c) , no se completará pro
piamente , sino quatido no pueda haber mas pecado ; quando
nuestra corrupción será absorvida por la incorrupción , quand»
nuestra carne será plenamente santificada , y quando descargados
del peso > de la servidumbre terrestre gozaremos la gloria del
Rey-
(a). Lib. de Sacerdot. n. g. {b) Ibid. n. 5. lib. 3. de Sacer.
(e) Serm. 95. ■ ......
3^.2 Instrucciones
Reyno del Cielo. Y por esto dice también San Agustin («), que
el efecto de los Sacramentos de Jesu-Christo mira mas los hie
nas futuros que esperamos , que los presentes que poseemos. ¡Qué
motivo de consuelo , de esperanza, y de gozo para nosotros!
¡Qué dicha la de un pecador penitente que ha oido aquellas
palabras de Jesu-Chrisró por boca de su ministro : se te perdo
nan tus pecados (b)\ ¿Qué gratitud , qué reconocimiento será
bastante para corresponder á un beneficio tan grande? ¡O
caridad! ¡O caridad inefable! ¡O beneficio de un valor infinito
por qualquier lado que se considere! ¡Beneficio infinito por el
bien que nos procura, supuesto que nos da derecho á la po
sesión de todo un Dios en el Cielo! ¡Beneficio infinito , por el
precio que ha costado , porque la sangre de Dios es su pre
cio! ¡Beneficio infinito por la causa de que. proviene que es
el amor infinito de Dios! ¡Beneficio incomparable por los me
dios por donde se nos comunica! Pues á fin que no tuviése
mos necesidad de subir al Cielo (c) , para conseguir el perdón
de los pecados , nos le concede en la tierra , y ha dado potes
tad á los hombres que viven con nosotros, para perdonarlos, y
á fin de inundar con su sangre á todos los pecadores , y puri
ficarlos á todos , la hace correr por toda la tierra por medio
de los Sacramentos, como por otros tantos canales saludables.
A la verdad aunque no hubiera instituido mas que el Sacra
mento del Bautismo , seria éste para nosotros un beneficio
inestimable ; pues por él somos reengendrados en Jesu-Chris-
to, y de hijos de ira por nuestro nacimiento (cT) , venimos á
ser hijos de Dios por su gracia : por él se nos concede un per-
don tan cumplido , que nada queda por perdonar de la cul
pa, ya sea original, ó ya por cosa omitida ó cometida por
voluntad propia , quando se recibe el bautismo después del
uso de la razón ; ni de la pena debida á los pecados. Mas co
mo ninguno se libra por la gracia del bautismo de todas las
enfermedades de la naturaleza, antes bien todos tenemos que
pelear contra los movimientos de la concupiscencia que sin
ce-
(a) Enchir. c. g<S. (*) Math. 9. r. a. (c) Deuteron. 30. t. ib.
{d) Ephss. 3. v. 3. Román. 8. r. 16.
sobre el Catecismo. Parte I. 34.3
cesar nos incita al pecado , por tanto conociendo nuestro mi
sericordiosísimo Dios que apenas habría quien pudiese evitar
todas las heridas de este cruel enemigo, instituyó además el
Sacramento de la penitencia para perdonar á los verdaderos
penitentes los pecados cometidos después del bautismo. Este
Sacramento es la segunda tabla después del naufragio, la se
gunda penitencia , como la llama Tertuliano , que Dios ha
puesto en su Iglesia á beneficio de los pecadores. ¡Qué con
suelo para ellos! ¡Qué motivo para fortalecer su esperanza en
la misericordia de Dios! Sí ; quando yo rezo este artículo del
Símbolo, quando hago profesión decreer el perdón de los
pecados, reconozco que mis pecados por muchos y grandes
que sean , no son males sin remedio ; que por irritado que mi
Dios pueda estar contra mí, puedo y debo esperar firmemen
te que aun en medio de su ira, no olvidará sus misericordias (a);
que tengo á mi favor una víctima que le aplaca , y una
víctima de un precio infinito ; un Abogado (b) Todopodero
so que defiende mi causa, un Mediador (r) a quien Dios na
da puede negar 5 que por enfermo que yo esté , tengo un
Médico que me ofrece un remedio infalible contra todas las
enfermedades , por graves que sean , y aun contra la muerte
misma : y que puedo curarme con este remedio no una vez,
sino otras tantas veces como esté enfermo , ó muerto por el
pecado , porque no solamente se ha de perdonar hasta siete
veces, sino basta setenta veces siete (d¡) , como respondió Jesu-
Christo á San Pedro. Infelices aquellos pecadores, que des
precian un remedio tan divino, y tan necesario para conse
guir el perdón de los pecados , porque no en vano se han dudé
á la Iglesia las llaves del Cielo, dice San Agustín. ¡Qué. ingrar
titud á un beneficio tan grande! No alma mia , no sigas tu
sus huellas : bendice al Señor (e) , y no olvides jamas: sus¡benéf
fictos. El te perdona todos tus pecados , sana todas tus llagas^ y
cura todos tus males: rescata tu vida , y te libra de la muerte , y
te colma de sus misericordias: llena y sacia todos tus deseos coa
los
{o) Habac. 3. v. a. (í) 1. Joan. a. v. r. (c) a. Thim. a. r. g.
(¿i) Math. 18. {e) Ps. 10a. v. a. seq.
344 •' ' ' Instrucciones
los abundantes bienes que derrrama sobre tí : te restituye tu pri
mer esplendor , y belleza como al águila su juventud. Bien pue
des decir con el Profeta : yo Dios mió , os alabaré de todo mi co
razón y glorificaré vuestro santo nombre eternamente : porque me
habéis. hecho experimentar la grandeza de vuestra misericordia , y
me habéis librado del infierno mas profundo (a). Estos son , ama
dos Christianos, los piadosos sentimientos que nos inspira la
fe de este artículo del perdón de los pecados. Bendigamos
pues todos á Dios porque ha visitado á su pueblo , para dar
le la ciencia de la salud en la remisión de los pecados ; para ilu-?
minar con su luz á los que estaban en las tinieblas y sombra de
la muerte , y para arreglar nuestros pasos en el camino de la
paz (b) , que nos conduce derechamente á la Gloria. Amen.
INSTRUCCION XXXVII. • - \
(a) Dan. ia. y. a. (b) Eiech. 37. v. 3. seq. (c) Job 19. y. a.
(d) Ps. 1 s. v. p. (í) Ps. 33. y. ao. (f) ». Machab. 6.
ig) Math. aa. t. ao.
sobre ei. Catecismo. Parte I. 33.7
corito el Padre tiene -incida- en sí mismo ; así' también dió al ?/í%
jt tener la vida, en sí mismo ^ y le dió la. potestad de juzgar;
porque es Hijo del hombre, - Na os admiréis de- esto , porque
vendrá tiempo , en que todos los que están en los sepulcros oi
rán la voz del Hijo de Dios. T los que hubieren hecho buenas
obras , resucitarán para la vida ; mas los que las hubieren hecha
malas , resucitarán para la condenación (a). Y para convencer,
á los Saduceos de la resurrección de los muertos , les dixo:
Sobre la resurrección de los muertos , \no habéis leido lo que os
dixo Dios : To soy el Dios de Abrahan , y el Dios de Isaac ^ y-
el Dios de Jacobl No es Dios de. muertos , sino de vivos (£•).. Y.
á fin que no se pudiese dudar de esta verdad , el mismo Je-
su-Christo quiso ser la prueba de ella resucitando , y salien
do glorioso del sepulcro. Porque ¿se podrá dudar de la re
surrección de los miembros , después que la cabeza ha resu
citado? Tan cierto es, que nosotros resucitaremos, como es
cierto , que Jesu-Christo ha resucitado. Pero toda la Religión
testifica la resurrección de Jesu-Christo , Profetas , Ápósto-o
les , milagros , la. conversión del mundo , que es el mayOjfí
milagro del poder, y caridad de Dios : luego es constante
que nosotros resucitaremos también en el último dia , como,
Marta lo creia de su hermano Lázaro ya muerto (r).. Así dis^,
curria el Apóstol , escribiendo á los Corintios : Creyendo nos-^
otros , dice (d) , que Jesu-Christo murió , y resucitó , debemos tam- ,
bien creer , que el mismo Dios que le volvió á la vida , resu
citará asimismo á los que han muerto creyendo en él , y que los
llevará con su Hijo á la gloria. Así , pues , os digo , como que •
sobre este particular he sido enseñado por Jesu-Christo , que ... al
oirse la órden de Dios , y el sonido de la tremenda voz de un
Arcángel , semejante al de una trompeta , baxará del Cielo el
mismo Señor , y resucitarán en un momento los que hubieren muer
to creyendo en Jesu-Christo. De este mismo argumento usa el
Apóstol en su primera carta á los Corintios. Si en todas par
tes , dice (e) , se predica , que Cbristo resucitó de entre los muer
tos
(o) Joan. g. v. íg. seq. (í) Math. a*, r. 34. (<•) Joan. 11. t. 14.
. 00 1. Thesalon. 4. (e) 1. Cor. 15.
Xx a
Instrucciones
tos , \cómo es , que hay entre vosotros algunos , que dicen que los
muertos no resucitarán1. Si estos que son miembros de Christo, no
han de resucitar : luego ni tampoco Christo resucitó. T si Chris-
to no resucitó: luego es vana nuestra predicación , y también es
vana vuestra fe : y por consiguiente seriamos testigos falsos de
Dios: pues habiendo asegurado, que el Padre eterno resucitó á su
Hijo J esu-Christo , hemos atribuido á Dios una cosa que no ha
hecho. Si ¡os muertos no han de resucitar, es cierto que Christo-
fio ha resucitado. Si no es cierta la resurrección de este Señor , es
vana vuestra fe, porque vuestros pecados no están perdonados. Si
esta nueva opinión fuera cierta , es claro , que habían perdido el
fruto de su esperanza los que han muerto profesando la fe de Je-
su-Christo. Mas no , no dudéis hermanos mios de la Resurrección
de Christo , porque es muy cierto que resucitó verdaderamente,
y que es el primero que ha resucitado , y después se seguirán los
que pertenecen á él , por haber creído su venida.
Ki por esto penséis que solamente han de resucitar los
que creen en Jesu-Christo , pues como dice el mismo Após
tol («), por un hombre entró la muerte en el mundo , y por otro
hombre la resurrección de los muertos : y así como todos mueren
en Adán , así todos han de resucitar en Jesu-Christo. Y poco
después: todos hemos de resucitar buenos y malos: los buenos
fara la resurrección de la vida ; y los malos para la resurrec
ción del juicio (b). Todos , dice el Apóstol, grandes , y peque
ños , ricos, y pobres, sabios , é ignorantes, Reyes, y vasallos;
todos los que nos han precedido, los que viven con nosotros,
y los que vivirán después hasta el fin de los siglos , porque
todos han de morir sin excepción alguna , como dicen San
Gerónimo (f) , San Agustín (d) , y San Ambrosio (e). Todos,
pues , resucitaremos en el último dia con este mismo cuerpo,
con esta misma carne , con estos mismos ojos, con estos mis
mos pies , con estas mismas manos , con estos mismos miem
bros que tenemos. To sé, decia Job (/), que mi Redentor vive,
y que resucitaré de la tierra en el último dia , que segunda vez
se
ta) i. Cor. i¿. (i) Joan. ¿. (c) Ep. ig». (d) Lib. 30. de Cív.
Dei cap. ao. (e) Sop. ep. i. ad Tbesal. c 4. (f) Job 19. r. »$• *eq.
sobre el Catecismo. Parte I. 349
seré vestido He mi piel , que en mi carne veré á Dios, yo mismo,
y tío otro, y le han de ver mis propios ojos."
Pero ¿cómo se podrá hacer esto , preguntarán los incré
dulos4! ¡Ah! ¡Cómo! ¿Pretenderá el hombre pedir á Dios razón
de sus maravillas, y comprehender los prodigios de su poder?
El que supo sacar el mundo de la nada y el que llama lo que
no es como si fuese , ¿no podrá hacer oir su voz á los muertos,
juntar sus cenizas , y darlas nueva vida? El que resucita las
yerbas y las flores en cada primavera , y las hace salir de la
tierra en donde estaban sepultadas, ¿no podrá cumplir lo que
ha prometido , y resucitar al mundo entero? Hombre necio,
( así responde el Apóstol á la pregunta : \cémo han-de resuci
ta? los'múérfos ,y qué cuerpo tomarán en la resurrección )? hom-
hre necio , pignoras que si no se pudre la semilla que se siembra,
jamas llega á retoñar , ni producir fruto alguno"1. Pues esto mis-'
mo sucede en la resurrección de los muertos. Aunque los cuerpos
se sepultan corruptibles , resucitarán incorruptibles (a). Se arroja
el trigo en la tierra , dice San Cyrilo de Jerusalen (¿) , y este
grano alterado, y corrompido reverdece á su tiempo, y adquiere
una hermosura que hechít* á- vuestros ojos'. Pero el trigo y las
otras simientes no se han hecho para sí , sino para nosotros. T
que si lo que se ha hecho para nosotros revive así , y de alguna
manera resucita , \no resucitarémos nosotros para quienés se han
hecho todas las cosas"1. Viendo "Dios vuestra incredulidad , y que
riendo ocurrir á ella , os ha hecho reconocer por experiencia en
las cosas mas sensibles lo que debe hacer algún dia en las criatu
ras racionales que ha formado á su imágen. T sin salir de vos
otros mismos , si Dios crió vuestra alma, y os dio la primera viday
\nó podrá restablecer su obra y resucitaros después de muertos?
Y lo que es mas , si los hombres por la virtud de Dios pu
dieron resucitar algunos muertos , como lo hicieron los
Elias (r) , los Elíseos (d) , los Apóstoles , y otros Santos,
¿quánto mejor podrá Dios resucitarlos por sí mismo? ¡Ah!
Que la resurrección de los muertos en sus propios cuerpos es
-' - muy
(a) 1. Cor. 1$. (i) S. Cyril. Catech. 18. n. a. (c) 3. Reg. 47.
(d) 4. Reg. 4.
jfo ,1 Instrucciones • ■
muy posible ,á la omnipotencia, de ,Dios.. Y no. sojamehte muy
posible á su omnipotencia, sino también necesaria al orden de
su' divina- justicia»- <<--tr .o , ■ ;.r! ',<'.'>-;'.•• .t>,« o-.'!
..- JPorque habiendo- establecido el justísimo Di&s 1 -penas pa
ra los malos , y premios para los buenos , y saliendo algu
nos de esta vida sin pagar las penas merecidas por sus peca
dos, y otros; sin .haber recibido" el galardón, y premio de sus
buenas obras^ es necesario que: las almas se vuelvan á jun
tar con.lps; cuerpos, par.ai -que dilnáo cuenta, cada uno del bien , ó
del mal que hizo en este cuerpo , como dice; el Apóstol (a), re
ciba en el mismo cuerpo la cocona de sus triunfos , ó pague
la pena de,susr pecados. -Argumento que-trató diiigentísima-
mente San Chrisóstomo (¿») hablando de este asunto al pue
blo Antioqueno; y del mismo se.-sirvió el Apóstol disputan
do de la resurrección por. estas palabras : y á la verdad, que
nosotros somos los mas infelices del mundo , si teniendo solamente
en Jesu-Christo nuestra esperanza mientras vivimos, no llegamos
á lograr después de e;ta vida el premio que esperamos (c). Ni el
alma sola podria conseguir la felicidad cumplida, y colmada
de. todos Jos bienes;, porque-.no ha,, sido hecha en sí , y para
sí, sino para vivir en el cuerpo , y por consiguiente debe ser
feliz en él , y con él. De donde se concluye también que te
niendo inclinación natural - al «uerpo , no podría permanecer
apartada siempre de él , porque' lo que se opone á la natura
leza , es violento, y lo violento no puede ser durable, y per
manente. . v
Sí, Católicos. Todos hemos de resucitar en cuerpo y alma,
y á los cuerpos resucitados nada ha de faltar de lo que re
quiere la integridad de su naturaleza, y la hermosura y or
namento del hombre : porque la resurrección se cuenta entre
las principales obras de Dios , lo mismo que la creación , por
lo qual así como en la creación hizo Dios todas las cosas
perfectas, así también deberá hacerlas en la resurrección. En
tonces, dice San Agustín (d), nada defectuoso se bollará en los
cuer-
(a) *. Cor. j. (í) Hom. 49. $0. (í) 1. Cor. 15.
(</) Lib. 22. de Civ. Dei cap. 19.
sobre el Catecismo. Parte I. fft
cuerpos. Si hubo algunos gruesos , y excesivamente abultados, no
tomarán toda aquella corpulencia , sino que se reputará superfuo
lo que excediere la proporción debida. T al contrario: quanto la
enfermedad, 6 la vejez consumieron en el cuerpo \ $» reparará por
la vittud divina de Christo- , tomo si algunos fueron macilentos,
y muy delgados. Porque no solamente reformará el Señor el cuerpo'
sino todo lo que se nos haya quitado por la miseria de esta vi
da. Y hablando de los Mártires, dice el mismo Santo: No esta
rán sin aquellos miembros que les quitáron- en el martirio : por-'
que esta falta no podría dexar de ser defecto del cuerpo. Pero
quedarán en los artículos -de sus miembros las señales del cuchillo
resplandecientes sobre todo el oro , y piedras preciosas , como las
cicatrices de las llagas de Christo (a). Ni solamente los buenos
han de recobrar sus miembros, sino todos, buenos y malos.
Los buenos para ser" premiados en todos ellos, y los malos
para ser atados (¿) de pies , y manos , y atormentados con
mayores dolores, i ; <¡.:i-\ v • »
Y del mismo modo: aunque los cuerpos resucitados serán
substancialmente los mismos que eran ántes , sin embargo su
condición deberá ser muy diversa, pues habiendo estado án
tes sujetos á las leyes de la muerte , después de reducidos á
la vida , todos permanecerán inmortales, é incorruptibles, sin
haber en esto diferencia entre buenos, y malos. Porque escri
to está: precipitará el Señor la muerte para siempre (f). Y el
Apóstol dice : el último enemigo que será destruido es la
muerte (d). Y en San Juan leemos :ya no habrá mas muerte fep
Y en efecto era muy conveniente á los méritos de Christo Se
ñor nuestro que fuese destruido' el imperio de lá muerte , pa-
Ta que el pecado de Adán quedase vencido con superiores
ventajas: y asimismo muy conforme á- la justicia de Dios^
<fue los buenos gozasen perpetuamente > la¡ vida bienaventura-
tía, y que los malo* pagasen i sus; ^tíulpas ¡COfi penas eternas;
que buscasen la muerte ,; y' hp la encontrasen , que desearan
morir, y huyera de ellos la muerte (/}. ■> • ■
Es-
•J' (i) Iu Enchir. Ci »W (#) Math.;4». "(c) ¡Isa!, ag; '•'
(d) i.Cor. i$. (*)' AP«C- OT- {/>-IMd. ¡<l •• I- -K"' i /">
3fs .' Instrucciones ■ <■>.
Esta inmortalidad será sin duda común á buenos, y ma
los: pero los cuerpos resucitados de los Santos tendrán ade
más ciertas insignias, y adornos ilustres, que les hermosearán
increíblemente. Entre estos los principales son quatro , que se
llaman dotes como lo observáron los Padres en la doctrina
del Apóstol. El primero es la impasibilidad por la qual no
pueden sentir molestia , ni dolor , ni quebranto alguno. A
este se sigue la claridad con la qual brillarán como el Sol los
cuerpos de los Santos, pues así lo anunció el Salvador dicien
do : resplandecerán los justos como el Sol en el Reyno de mi Pa
dre (a). Mas no todos estarán igualmente adornados con este
don , como con el primero, porque aunque todos serán igual
mente impasibles, no todos tendrán un mismo resplandor , 6
claridad , y por tanto dice el Apóstol : una es la claridad del
Sol, y otra la de las estrellas, pues una estrella se diferencia de
otra en la claridad , y así será la Resurrección de los muertos (bi).
El tercer don es el que llaman agilidad, por la qual libre el
cuerpo de todo peso se moverá con tanta ligereza adonde
quiera el alma, que no se podrá dar cosa mas veloz que este
movimiento, según la doctrina de San Agustín (c) , y San
Gerónimo (¿) : y por esto dixo el Apóstol hablando del cuer-r
po de los justos: es arrojado en la tierra privado de movimiento
y resucitará lleno de vigor (e). El quarto dote se llama sutile
za , y por él estará el cuerpo sujeto en todo al imperio del
alma como lo significan aquellas palabras del Apóstol: es ar
rojado en la tierra como un cuerpo animal ; y resucitará como
un cuerpo espiritual (/).
2. p. Ved ahí , Christidnos , lo que la fe nos enseña de la
resurrección de los cuerpos , veamos ya las conseqüencias que
debemos sacar de esta doctrina para arreglar nuestra conduc
ta. Porque no es bastantejífleiejn las. verdades de la Religión,
y solo servirían para condenarnos si no hiciésemos de ellas la
regla de nuestras costumbres. ¿Qué frutoypues, deberemos
sacar de la verdad del presente .artículo? Qué, sino que la vi
da
(o) Math. (¿) i. Cor.fiji .{() Líb. 13. de CiWt. De't c. 18. & ao»
(d) Sup. cap. 40. Isaise. 1. Cor. j¿. {/) Ibid. v. 44. . .,
sobre el Catecismo. Parte I. 373
da presente es un ensayo de otra vida que no se ha de aca
bar, y que habiendo de resucitar en nuestros cuerpos para
ser eternamente felices, ¿debemos hacer un uso de ellos cor
respondiente á este fin tan glorioso? ¿Podemos hacer servir á
otra cosa que á la justicia unos miembros , que deben tener
parte en la recompensa de los justos? ¿Podemos prostituir
á nrradas impuras unos ojos que han de ver al Salvador («)?
¿Con qué respeto debemos tratar estos cuerpos que deben ser
eternamente los templos de Dios mismo (¿>)? ¿Con qué atención
debemos cuidar de conservarles puros , y sin mancha? ¿Con
qué zelo debemos castigar los miembros de nuestra carne
para sujetarlos al espíritu , y hacerlos así dignos de ser des
pués gloriosos? ¡Ah! Si estuviéramos vivamente persuadidos
de la resurrección futura de los cuerpos, ¿qué nos podría pa
recer difícil en la vida penitente, y christiana? ¿Temeríamos
mortificarlos con vigilias , y ayunos, si consideráramos el fru
to de estos trabajos? ¿No diriamos con el Apóstol : si castigo
mi cuerpo, y le reduzco á servidumbre • si como un Atleta me
exercito en los combates , para conseguir la victoria ; si me
abstengo de todas cosas , y me privo aun de los placeres ino
centes ; sé que no corro en vano , que mi trabajo no será in
útil ; sé á quién be confiado mi depósito , y que el justo juez es
Todo-poderoso para conservarle en el último dia (r) : sé que mi
cuerpo es un grano de trigo, que debe ser arrojado en la tier
ra, y morir , para reproducir ciento por uno (¿)?
En efecto ninguna cosa bay mas eficaz para inclinarnos &
las buenas obras , que la fé,y esperanza de la resurrec
ción , dice San Cyrilo Todo jornalero trabaja con mas ar
dor , quando prevee la recompensa de su trabajo. Un soldado que
espera ser premiado , se expone con mas valor á los combates, y
peligros z y lo mismo es el christiana respecto de la resurrección.
El que la cree , usa santamente de su cuerpo , y cuida mucho de
no mancharle. Al contrario el que no la cree , fácilmente se de-
xa
(a) Job 10. v. <x6. (b) 1. Cor. 6. v. 19. (c) 1. Cor. 9. y. «7. & v. 15.
& ». Thim. 1. v. aa. (d) Joan. 1a. v. 34. (e) S. Cyril, Jerosol. Ca-
tech. 18. n. 1.
T$m. I. Yy
Instrucciones
xa llevar de las pasiones , y no teme deshonrar su cuerpo , como
si no tuviera interés en conservarle puro.
¿Qué fortaleza , Christianos , no debe inspirarnos la fe de
la resurrección, para emprender las obras mas difíciles, y
sufrir los mayores trabajos? Esta fe hacia capaces á los Már
tires de emprenderlo todo , de sufrirlo todo , y sufrirlo
con gozo. Testigos los ilustres Macabeos. Mal Príncipe, de
cía uno de ellos á Antioco (a), tú nos harás perder la vida pre
sente, pero el Rey del mundo nos resucitará algún día para la vida
eterna. To he recibido estos miembros del Cielo, decia otro pe
ro los desprecio al presente por la defensa de las leyes de Dios,
porque espero que él me los dará algún dia. Esta misma fe ha
cia á todos los Mártires intrépidos en los peligros , invenci
bles en los trabajos , y les llenaba de gozo enmedio de los
suplicios mas crueles. ¿Por qué , pues , no deberá fortalecer
nos á nosotros , y consolarnos en todas las aflicciones de la
vida , en las enfermedades , en la mu-*rte de nuestros parien
tes , en nuestra muerte , y en las cercanías de nuestra úl
tima hora? jQué otro consuelo animaba á Job , no solamen
te en la pérdida de todos sus bienes , y en la muerte de sus
hijos , sino también en aquellas úlceras crueles que desfigu-
ráron su cuerpo , haciendo de él un muladar de gusanos? En
la muerte de nuestros parientes no debemos afligirnos , dice
el Apóstol (f) , como los infieles que no tienen esperanza ; porque
si creemos que Jesu-Cbristo murió , y resucitó , debemos creer
también y que Dios resucitará con Jesús á los que murieron en él.
Y en nuestra propia muerte, debe sernos de gran consuelo
el saber como Job que resucitaremos en el último dia para
ver á Dios. No perdamos , pues , de vista la resurrección de
la carne , y vivamos ahora como que hemos de resucitar des
pués para vivir eternamente con Dios, en la gloria. Amen.
AR
sobre el Catecismo. Parte I. $$f
r LA VIDA. PERDURABLE.
INSTRUCCION XXXVIII.
1
(á) Luc. io, (h) Math. 19. & ag. Joan. 17. & Rom. a.
(c) 1. Cor. t. v. 9. Isai* 64. v. 4. {d) Math. 6. (í) Joan. 18.
(/) Math. (g) Ezech. a8. (í, Isai. ga. (i) Apoc. 3.
(*) Joan. 14, (/) Serm. $4. de Verb. D»m.
sobre el Catecismo. Pap te I. 3^7
camodará ya el sol , ni otro calor alguno («). Y en otra par
re : Limpiará Dios todas las lágrimas de sus ojos , y ya no ha
brá mas muerte ni llanto , ni clamor , ni dolor alguno , porque
ya se pasó el primer estado Allí no habrá mas muerte , di
ce San Juan , porque el Cielo es el Reyno de la vida. No ha
brá mas enfermedades , porque las enfermedades , 6 son re
sultas del pecado , ó pruebas de la virtud ^ mas en el Cielo
no hay ya pecados que castigar , porque nada entra allí man
chado (c) ; ni virtudes que probar , porque no es lugar de
pruebas , sino de recompensas. No habrá mas necesidades que
nos hagan gemir (cí) , y cuyo yugo es tan pesado en la tierra
á los hijos de Adán (e) ; porque todas las cosas concurrirán
á la felicidad de los justos. Allí no tendrán lugar las fla
quezas de la infancia , porque todos habrán llegado á la edad
perfecta (/) : ni los trabajos de la vejez , porque todos serán
renovados como el águila (g) : y la salud no padecerá altera
ción alguna , porque el hombre mortal será absorbido por la
inmortalidad , y revestido de incorrupción (A).
¡Dichosa vida , en que el cuerpo nada tendrá que sufrir,
y mas dichosa aun por la exención de todos los males del al
ma! Males tanto mas sensibles á los hombres, quanto el al
ma es incomparablemente mas excelente que el cuerpo. Allí,
pues , no habrá mas ignorancia , ni mas error , ni mas du
das , é incertidumbres , porque se b¿berá la verdad en su ori
gen , y no se podrá levantar nube alguna que la ofusque. No
habrá mas pecado , porque el Cielo es el reyno de la justi
cia. ¡Ah Christianos! No habrá mas pecados ; ¡qué felicidad!
No habrá mas pasiones desordenadas , ni mas rebelión de la
carne contra el espíritu, que nos haga desear como al Após
tol , vernos libres de este cuerpo de muerte (/'). No habrá mas
tentaciones , ni mas guerra exterior , porque el Cielo es el
Reyno de la paz , y todo será allí tan conforme á la volun
tad de los Santos , como la voluntad de los Santos á la de
Dios.
(#1) Apoc. 7. (í) Ibid. ai. 4. (c) Ibid. v. 17. (d) Ps. 14. v. 17.
(#) Ecles. 4. v. 1. (/) Ephes. 4. v. 13. (g) Ps. 101. v. 5.
(b) 1. Cor. 15. v. 53. 54. (»') Rom. 7. v. 44.
3j8 Instrucciones
Dios. ¡O felicidad! ¡O vida bienaventurada! ¡O paz del alma
incapaz de ser turbada , ni interior , ni exteriormente!
2. p. Pero ¿de dónde viene la exención de todos los ma
les sino de la posesión de todos los bienes? Los Santos en el
Cielo poseerán á Dios , y Dios enjugará sus lágrimas , dice
San Juan (a). Poseerán á Dios: y todos los bienes les serán
dados en él y con él , y por consiguiente estarán exentos de
todos los males. Poseerán á Dios , y en esta dichosa posesión
hallarán su gozo y felicidad eterna. Y en efecto, Christianos,
¿qué otro bien fuera de Dios podria hacerlos felices? ¿Qué
otro bien fuera de Dios podria llenar la capacidad de su co
razón? ¡Ah! entremos por un instante en nosotros mismos,
examinemos nuestro corazón, y conoceremos luego que ha
sido hecho para Dios solo , porque solo Dios puede satisfa
cerle. Los deseos de un bien infinito , el vacío que hallamos
en la posesión de qualquier otro bien; la imposibilidad de sa
ciar nuestros deseos , por mas que multipliquemos los place
res, y satisfacciones exteriores , este fondo de inquietud que
sentimos en nosotros mismos , miéntras que no poseemos el
bien soberano , nos hacen conocer bastantemente que solo
Dios puede bastar al hombre , y nos obligan á exclamar con
San Agustín (¿) : vos Dios mió , nos habéis hecho para vos, y
nuestro corazón está siempre agitado é inquieto hasta que descan
se en vos. Y con el Profeta : \qué hay para mí en el Cielo, y
qué desearé yo en la tierra sino á vos, ó Dios mió , vos sois el
Dios de mi corazón , y mi herencia eterna (f).
Buscad, fieles, quanto os "agrade entre todas las cosass
criadas , fuera de Dios no hallareis bien sin defecto ; qual
quier otro bien es necesariamente imperfecto porque es limita
do , y no puede saciar vuestros deseos : es caduco y perece
dero, y no puede consistir en él la vida eterna : es vanidad , y
aflicción de espíritu (d) , y no puede haceros felices. Lejos de
eso, aquel está mas distante de la verdadera felicidad , que
se dexa poseer mas del amor y deseo de las cosas terrenas,
por-
(a) Apoc. ai. v. 3. (¿) Lib. 1. Conf. e. X. (c) Ps. 7a. v. 34. a$.
(d) Ecles. a.
sobre el Catecismo. Parte I. 3^9
porque escrito está: no queráis amar al mundo, ni las cosas que
hay en él. Si alguno ama al mundo , no está en él la caridad de
Dios Padre. Y poco después: pásase el mundo, y su concupis
cencia (a).
Dios solo es el único bien que puede llenar nuestro co
razón , porque es mayor que todos , dice San Juan (b) : es un
bien soberano y eterno , que encierra en sí todos los bie
nes, y les excede infinitamente, porque es infinitamente per
fecto. Felices, pues , los que le poseen, porque lo poseen to
do con él , y ningún bien pueden desear, que no se halle en
él perfectísi mámente. ¿Deseáis la luz? Pues Dios es el Padre de
las luces , dice Santiago (c), y en el Cielo no hay necesidad
de la luz del Sol , y de la Luna ^ porque Dios es la luz que le
ilumina (cí). Luz bien diferente de la que ilumina la tierra (e),
pues no será seguida' de la noche , ni obscurecida con alguna nu
be (/). ¿Deseáis la sabiduría? Dios es el principio, y fuente
de toda sabiduría , en vos, ó Dios mió, se halla el origen de
la vida , dice David (g) , y en vuestra luz, veremos la luz. ¿De
seáis la santidad? Los Querubines , y Serafines alaban (¿) , y
adoran la santidad de Dios en el Cielo. ¿Deseáis el cúmulo
de todos los bienes? To te mostraré todo bien (/) , dice Dios á
Moyses hablando de sí mismo , y prometiéndole este bien in
finito que esperamos. ¿Qué puede faltar, Dios mió , al que os
posee? ¿No seréis vos todo para todos (£) , y la mas dulce sa
tisfacción de todos los deseos? Si se dixo del maná que con
tenia todo género de sabores y delicias (/) ; ¿qué será el ver
dadero maná, que Dios reserva á sus escogidos, el qual no
es otro que Dios mismo? \0 Israel que rica es tu posesión («)!
Fieles siervos de Dios , ¡qué excelente es vuestra herencia,
qué grande es vuestra recompensa en el Cielo! Abraham ( así
hablo Dios á este Patriarca , y en su persona á todos los que
habían de ser herederos de su fe ) no temas , yo soy tu protec
tor,
(*) Ps. 13. v. 9. (¿) Ps. 83. r. 11. (t) Math. 17. r. 4.
(i?) S. Aug. lib. 10. Coftfeir*, »artC(F).¿í(it> I*aÁ»rija^,)
{g) Lib. 4. Conf. c. xa. <pj: .? .v .t \ ,¿i ( ,<
sobre el Catecismo. Parte!. 365
cais. Buscad la felicidad , pero buscadla por el camino de la
virtud , que conduce á Dios , porque no la hallareis fuera de
él. Y no como quiera debéis aspirar á la felicidad ; pues
habiendo dicho Jesu-Christo : en la casa de mi Padre hay mu
chas moradas , en las quales se distribuirán los premios con
forme cada uno lo hubiere merecido ; porque el que siembra
con escasez , cogerá escasamente : mas el que sembrare con abun
dancia , cogerá también con abundancia (a) , habéis de esforza
ros á practicar todas las buenas obras, que os fuere posible se
gún la medida de gracia , que se os hubiere dado por Jesu-
Christo , para prepararos así mayores premios en la glo
ria. Amen.
INSTRUCCION XXXIX.
(a) Math. c. 10. v. »*. e. 14. v. 13. (*) Hebr. 13. v. ta. seq.
(c) Ps. 143. v. 1. (</) Exod. 14. 16. 17. («J Deuter. 3a. v. 13.
(/) Josué 6. (g) Pe 136.
1
i
EXPLICACION
DE LA
EN QUE SE VIERTE
TOMO II.
* >
MADRID
b» tA Imprenta de Don Benito Cano.
Año de 1796.
III
INDICE
. . . PARTE JI.
INSTRUCCION II.
•\ • r 1
INSTRUCCION III. t
•! 1 • • . .■ . <i
DEL SACRAMENTO DE LA CONFIRMACION.1 . V .''
■;. J
• I. JDe la' necesidad' de- instruirse tocante al SdvY i\
cramento de la Confirmación 5Jr.
§. II. De la existencia y verdad d&. este Sa
cramento 59.'
§. III. De la naturaleza ó substancia del Sacra
mento de la Confirmación . 61.
§. IVí" De ' la'institución de-este Sacamiento.:. 63.
§. V. Del Ministro de la Cdnfirmaciom '. . . . . 65.
§. VI. De la. necesidad de este Sacramento. . . 6»r.
' J. VII.
V
§. VII, De los efectos de la Confirmación. ... jro.
§. VIH. De otros efectos significados por ¡as ce
remonias de ja Confirmación • ^2.
§. IX.. De las personas á quienes se debe confe
rir el .Sacramento de la Confirmación y de las
disposiciones necesarias para recibirle. . . . p^.
§. X. Del cuidado con que se debe conservar la
gracia de la Confirmación jrjr.
, INSTRUCCION IV.
INSTRUCCION V.
INSTRUCCION VI.
INS
VIII
INSTRUCCION VIL
INS-
IX
INSTRUCCION VIIL
INSTRUCCION IX.
COR
CORRECCION DE ERRATAS
DEL TOMO IX.
INS-
PARTE SEGUNDA.
INSTRUCCION PRIMERA
§• I.
i Qué es Sacramento! . .
(o) Math. 7.
Tom 11. A
i Instrucciones
gun la medida de la donación de Jesu-Cristo. Y ved aquí Cató
licos la principal razón que me mueve poderosamente á mu
dar de método , y aun de estilo en las instrucciones siguien
tes sobre los Sacramentos de la Iglesia. A la verdad el deseo
de la reforma de vuestras costumbres no dexa de estrechar
me fuertemente , y como que me obliga á continuar en el sis
tema comenzado de proponeros los mysterios de la Religión
con sencillez y concisión , para dexarme lugar de sacar de
ellos las reglas saludables á que debéis ajustar vuestra con
ducta , y acciones , instruyéndoos á un mismo tiempo de lo
que debéis creer , y de lo que debéis obrar. Sistema cierta
mente laudable^ porque ¿deberá un Párroco contentarse con
tratar estas materias secamente , y de una manera que sola
mente ilustre el entendimiento sin mover la voluntad , ni des
cubrir á los hombres el uso que deben hacer de esta luz en
órden á sus costumbres ? No sin duda. Pero seria demasiada
mente prolixo si hubiera de seguir esta idea en toda la ex
tensión que se ha seguido en las instrucciones sobre el Sím
bolo. Porque ¿quántas instrucciones no serian necesarias pa
ra explicaros de esta suerte la doctrina de los Sacramentos?
El nombre de los Sacramentos , su naturaleza , sus efectos,
sus ceremonias , sus Ministros , las disposiciones con que se
deben recibir, su institución, y la necesidad de acercarnos á
ellos , exigirían un gran número de instrucciones , que indis
pensablemente harían muy dilatada , y enfadosa esta obra.
Así que el temor de disgustaros y de hacer tal vez inútil mi
trabajo , me vence al fin á mudar de método á pesar de mis
buenos deseos , y á formar unas instrucciones por la mayor
parte doctrinales , siguiendo el exemplo de Autores clásicos
que han escrito en la materia con el mayor aplauso ; si bien
que al fin de ellas no dexaré de exponeros algunas reflexio
nes piadosas dirigidas á mover el corazón. Y por lo que toca
al estilo será consiguiente , y conforme á la naturaleza de las
instrucciones.
Mas para tratar con método esta materia , hemos crei-
do que se debía explicar primeramente lo que tienen de co
mún los Sacramentos , ó lo que es común á todos ellos , para
des-
sobre el Catecismo. Parte II. 3
descender después á tratar de cada uno en particular según sus
propias diferencias. Y empezando por la significación de este
nombre Sacramento, es constante que la voz Sacramento signi
ficaba entre los Padres latinos , lo mismo que la voz mysterio
entre los Griegos , pues una y otra se empleaban respectiva
mente para significar alguna cosa sagrada, que está encubierta
y oculta : en cuyo sentido se ha de entender lo que escribe
el Apóstol á los de Efeso : Para que nos hiciese manifiesto el
Sacramento de su voluntad (a) ; y á Timoteo : Es grande Sa
cramento del amor Y lo que se lee en el libro de la Sabi
duría : No conociéron los Sacramentos de Dios (c). De aquí to-
máron ocasión los Padres latinos para llamar Sacramentos á
ciertas señales sensibles que significan , y causan la gracia
en nuestras almas por la virtud divina que ocultamente reside
en ellas. Y en este sentido usaron de este nombre los Doctores
mas antiguos de nuestra Religión , como se puede ver en San
Gerónimo (d) , y San Agustin (e). De donde se infiere clara
mente , que el Sacramento en sí mismo , esto es la cosa
significada por este nombre Sacramento , es , según la senten
cia de San Agustin recibida por el común de los Teólogos , una
señal de cosa sagrada (/) , que nos santifica , ó como hemos
insinuado ya : es una señal visible de la gracia invisible ; ins
tituida por Dios para nuestra justificación. Es señal visible , por
que aquellas cosas se llaman señales, como dice San Agustin {jg\
que además de sí mismas , producen en nosotros la noticia de otra
cosa distinta. Pero los Sacramentos son ciertas cosas sensibles
que significan , y nos hacen venir en conocimiento de la cosa
sagrada é invisible , muy distinta de ellas mismas. Y esto mis
mo se colige manifiestamente de las Escrituras. Porque hablan
do San Pablo de la Circuncisión , que era Sacramento de la
Ley antigua , escribe que Abraham , Padre de los creyentes,
recibió la seml de la Circuncisión , sello de la Justicia que había
recibido por la fe Y en otro lugar no solamente asegura
que
. .. .... : . i
(o) Ephei. 1. (b) I. Tim. 3. (c) Sapieat. a. (ei) In Thren.
(e) Lib. 19. com. faust. c. 11. (/) Lib. 10. de C. D. c. j.
(f) Lib. *. de Doce Cürist. c. 1. (¿) Rom. 4.
Aa
Instrucciones
que todos nosotros habiendo sida bautizados en Jesu-Christo, estár
mos bautizados en la semejanza de su muerte («) , sino que dice
también que el Bautismo tiene esta significación, á saber: que
nosotros estamos sepultados juntamente con Cbristo por el Bau~
tismo para morir al pecado (ti). Ñas aunque esta significación
sea de cosa sagrada , y de consiguiente el Bautismo pudiera
llamarse por ella sola , señal sensible de cosa sagrada , con to
do eso no es bastante para que le llamemos verdadero Sacra
mento. Porque quando decimos que el Sacramento es señal
sensible de cosa sagrada , entendemos por el nombre de co
sa sagrada la gracia de Dios que nos hace santos y nos
adorna con las virtudes , siguiendo en esta parte á los Escri
tores sagrados , quienes juzgaron con mucha razón , que el
nombre de cosa sagrada debia apropiarse á esta gracia , por
Ja qual se consagra, y se une intimamente nuestra alma con
iDios. Y en esta consideración hemos dicho para mayor clari
dad , que el Sacramento es una señal de cosa sagrada que nos
santifica ; ó una señal visible de la gracia invisible. Por donde
es fácil demostrar que las imágenes de los Santos , las cruces,
.y otras cosas semejantes , aunque sean señales de cosas sagra
das , no por eso se han de llamar Sacramentos.
Pero si el Sacramento es Una señal de cosa sagrada , y el
nombre de cosa sagrada significa propiamente la gracia santi
ficante; ¿cómo es que los Doctores sagrados nos enseñan que
cada Sacramento significa tres cosas : porque nos recuerda al
guna cosa pasada ^ tíos señala y demuestra otra presente , y
nos anuncia otra venidera ? A la verdad , el Sacramento es
una señal que significa principalmente nuestra santidad , y
este es su principal efecto; mas al mismo tiempo significa tam
bién por su institución otras dos cosas , que están muy unidas
á la misma santidad , que son la Pasión de Cbristo , que es la
Causa de la .santidad , y la vida eterna , á que se ordena nues
tra santidad , como á su fin , como se prueba por el testiriuw
nio de las Escrituras. Porque diciendo el Apóstol : Quantos
estamos bautizados en Jesu-Christo , estamos bautizados en la
se~
(a) Rom. 6. (¿) Román. 6. 4.
v -•
sobre el Catecismo. Parte II. j
semejanza de su muerte (a) , demuestra claramente que por el
Bautismo se nos recuerda la pasión y muerte del Señor. Y di
ciendo después : Que estamos sepultados juntamente con él por el
Bautismo para la muerte , y que como Christo resucitó ele los
muertos por la gloria del Padre , así también andemos nosotros
en una vida nueva (ti) , manifiesta que el Bautismo es una se
ñal que significa, )y demuestra la gracia que en él se nos in
funde , para que entremos en una vida nueva toda llena de
piedad , y santidad. Y últimamente añadiendo : Oue si somos
plantados juntamente con él por la semejanza de su muerte , lo
seremos también por la de su resurrección (c) , nos declara que
por la gracia del Bautismo adquirimos derecho á la vida
eterna. Tal es la significación de las cosas sensibles que lla
mamos Sacramentos.
Mas no entendáis por esto que los Sacramentos solamente
tienen virtud para significar la gracia santificante , y por con
siguiente que son puras señales ineficaces , y estériles , sino
que han sido instituidos para significar , y causar la cosa sa
grada que nos santifica , esto es , la gracia santificante , que
por la operación invisible del Espíritu Santo se infunde en
nuestras almas } de lo qual volveremos á hablar en adelante.
Ni penséis tampoco que el Sacramento es una cosa sola sen
sible que significa , y causa la gracia en el alma : pues aunque
el Sacramento sea , como lo es de hecho , una señal sensible de
la cosa sagrada , sin embargo no es una sola cosa sensible , sino
dos aplicadas la una á la otra , de cuya aplicación resulta una
señal sensible que es el Sacramento. Porque el Sacramento se
compone de dos cosas sensibles que entran en su naturaleza y
substancia , de las quales una se llama materia , ó elemento , y
otra se llama forma , y consiste en las palabras del Ministro,
como nos lo han enseñado los Padres. Así por el nombre de
señal sensible no solamente se entiende la materia , ó elcmen*-
to, como el agua, en el Bautismo , el Crisma en la confirma
ción , y en la Éxtrema-uncion el oleo , sino también las pala
bras del Ministro que se aplican á estas cosas sensibles,y por lo
inis-
' (a) Rom. 6. (b) Ibid. (c) Ibld. v. j.
6 Instrucciones
mismo se llaman forma , pues aplicándose á la materia sirven
á determinar, y explicar la significación obscura que tendría la
materia por sí sola. Y en efecto , ¿ quién dudará que sin el
socorro de las palabras , que son las señales mas expresivas,
apenas se podria entender la significación de la cosa sensible
sobre que recaen , y que sirve de materia para el Sacramen
to ? No hay mas que considerarlo en la materia del Bautis
mo. Pues sirviendo el agua indiferentemente para refrescar,
y para lavar , podria en su aplicación significar igualmente las
dos cosas , y ninguno osaria afirmar con certeza qué significa
ba determinadamente mas la una , que la otra. Pero añadiendo
las palabras : To te bautizo , ó te lavo , se determina manifies
tamente la significación del agua á lavar el alma de las man
chas del pecado , por medio de la gracia , que el Espíritu
Santo infunde en ella. Son pues necesarias las palabras : y de
aquí viene aquel célebre dicho de San Agustin (a) : Júntase
la palabra al elemento , y se bace el Sacramento. Y lo mismo
insinuó el Apóstol , quando hablando del Bautismo , dixo:
Chriíto amó á la Iglesia , y se entregó á sí mismo por ella , pa
ra santificarla, purificándola con el Bautismo del agua por la pa
labra de la vida
§. II.
(o) Ep. 108. (¿) Xuc. 34. (c) Joan. 6. (</) Jacob, g.
sobre Et Catecismo» Parte II. 11
§• IV.
> V. , .. .
(a) Joan, 3. (i) De hit vid. Aug. h'b. ix. de Tria, c a. &S.Thom.
i. p. q. Ai. a. t. (c) Hom. 33. ítt Matth. 1
. (¿) Exod. c. 3. 10. & c.i 4. y. 3, 6. 9. .
s©bre el Catecismo. Parte II. r3
libertad á su pueblo, que gemia baxo la dura servidumbre
de Faraón en el Egipto : así ahora habiéndonos hecho Jesu-
Christo las grandes promesas del perdón de los pecados,
de la gracia celestial , y de la comunicación del Espíritu
Sanio , instituyó ciertas señales sensibles , que fuesen como
prendas , con que le tuviésemos obligado , y así no pudié
semos dudar de que cumplirá fielmente lo que nos ha pro
metido.
La tercera causa es , el que tuviésemos á mano , como
escribe San Ambrosio (a) , y pudiéramos aprovecharnos fácil
mente de los remedios y medicamentos del Samaritano Evan
gélico (¿), así para reparar , como para conservar la salud
de nuestras almas. Porque lo ».° sin este socorro no podría
mos participar de la pasión de Christo , cuyo fruto se de
riva á nosotros por medio de los Sacramentos como por otros
tantos celestiales conductos , de suerte que no podemos es
perar la salud sino por estos medios. Y lo 2.0 ¿qué seria de
nosotros sin los Sacramentos , atendida la fragilidad huma
na 1 ¿Cómo podría esta sostenerse entre tantos peligros co
mo la rodean ? ¿Y si cayese alguna vez , podría fácilmente
levantarse, y reparar sus heridas? ••
La quarta causa es-, que Dios proporcionando siempre
sus designios á las necesidades de nuestra naturaleza, ha que
rido , que al mismo tiempo que los hombres se uniesen á él
por el culto espiritual de la fe , esperanza , y caridad , se
uniesen también entre sí en un cuerpo visible de Religión (r)
con el lazo de algunas señales visibles : los Sacramentos,
pues , son estas señales sensibles , son este lazo que une vir
siblemente á los fieles , y forma de ellos una sociedad chris-
tiana ; les suministra su apoyo y subsistencia en los bienes
espirituales que les comunica , y les distingue de los infieles.
La quinta causa se toma de aquellas palabras del Após
tol : Es necesario creer de corazón para obtener la justicia,
y confesar ¿a fe por las palabras para, conseguir la sa
lud
(o) Lib. g. de Sacram. c. 4. {i) Lac. 1. v. 33.
[e) Aug. lib. 19. cocí. Faust. c. su & de ver. Kelig. c 17. .
14 Instrucciones
lud {a): pues recibiendo religiosamente los santos Sacramen
tos , publicamos y confesamos nuestra fe á vista de los hom
bres , para, que Jesu-Christo nos confiese á nosotros delante
de su Padre que está en los Cielos
La sexta causa es , que los Sacramentos- tienen una gran
virtud , ho solamente para avivar y exercitar nuestra fe,
sino también para inflamar la caridad con que debemos amar
nos mutuamente , porque la participación común de estos sa
grados misterios , nos hace presente que estamos unidos con
un estrechísimo lazo , y que todos somos miembros de un
mismo cuerpo , baxo una sola cabeza que es Jesu-Christo.
La séptima causa es , el haber querido Dios probar por
este medio la obediencia del hombre pecador , así como pro
bó la de Adán inocente , con el precepto que le impuso en
el Paraíso ; y enseñarle que vaya á Dios por el camino que
el Señor quiere prescribirle , y no por sus fantasías y ca
prichos , humillándose en todas las cosas baxo su mano po
derosa.
§. VL
S. VIL
§. VIII.
De las ceremonias de los Sacramentos.
Aunque las ceremonias sagradas con que se administran
los Sacramentos no sean absolutamente necesarias para el va
lor de ellos , deben no obstante ser miradas con el mayor
respeto y veneración , y no pueden omitirse sin pecado mor
tal las que sean legítimas : sobre lo qual se deben observar
las siguientes reglas que prescribe San Agustín : i." que de
be seguirse la costumbre de la Iglesia en donde cada uno se
halla : 2.a que no obstante esta costumbre, es necesario cor
tar y suprimir las ceremonias superfluas y arbitrarias ; pues
aunque no se pueda probar que sean contrarias á la fe , car
gan sin embargo á la Religión con una servidumbre onerosa,
y opuesta al designio que tuvo Jesu-Christo de sujetarnos en
. la Ley nueva á pocos sacramentos , y estos muy claros (c).
Al contrario : las ceremonias que están aprobadas por la
Iglesia , deben ser respetadas, y observadas i.° porque algu
nas
(a) Ibi. v. 14. (¿)Lib. 19. cont. Faoít. c. 13. (c) Ep. 55. c. 18. & 19.
sobre el Catecismo. Parte IT. 19
tras de ellas, como las unciones y exorcismos del Bautismo, se
han considerado hasta ahora como que vienen de tradición
Apostólica , pues hallándose establecidas desde los primeros
tiempos del christianismo , no se ve que hayan sido ordenadas
por alguna Ley de la Iglesia , que es la regla que da San
Agustín para conocer lo que enseña la tradición : 1° porque
han sido instituidas para tratar santamente las cosas santas,
y ofrecer este culto de Religión á Dios en la administra^
«ion de los santos Sacramentos : 3.0 porque sirven para ha
cernos conocer mejor la excelencia y santidad de los Sacra
mentos , y excitarnos por tanto á recibirlos con mayor devo
ción y respeto : pues en efecto si llegáramos á conocer bien la
grandeza , dignidad , y santidad de los Sacramentos , sin du
da que nos acercaríamos á ellos penetrados de los sentimien
tos m.is vivos de respeto y humildad ; confesaríamos y ad
miraríamos profundamente la virtud divina que eleva las
cosas corporales y sensibles á producir en nosotros la gracia
santificante , que es una participación y semejanza de la na
turaleza del mismo Dios , por la qual somos hechos hijos
y herederos de Dios , y coherederos de Jesu-Christo ; y de
aquí nos moveríamos á darle continuas gracias por la gran
misericordia con que ha procurado nuestra salud instituyen
do los Sacramentos. Porque los Sacramentos son como el com
pendio de todas las pruebas que nos ha dado de su amor , y
el fruto de sus beneficios , supuesto que por ellos se nos co
munican las inmensas riquezas de la pasión y muerte de Je
su-Christo , que nos dan derecho al Reyno de los Cielos. Es
tos son los grandes é inestimables dones que nos ha dexado
nuestro Salvador ; dones irrevocables , pues como dice la Es
critura , Dios no se arrepiente de sus dones (a) ; y el mismo
Señor ha prometido continuarlos hasta la consumación de los
siglos : dones que nos ha merecido á costa de su sangre , por
que los Sacramentos son las fuentes del Salvador , que fueron
abiertas con sus llagas (b) , de donde corre el agua salu
da
da Rom. 11. 49. (¿) Isa!. 1». 13. Aug. lib. a. de Sionb. c. 9. fc
trace, 15. io Joan.
C a
io Instrucciones
dable de la gracia , que debe inundar á todo el mundo , pero
principalmente á los justos de la nueva Ley ; pues si los
antiguos justos recibieron de la plenitud de Jesu-Christo por
una gracia anticipada , nosotros hemos recibido sobreabun-
dantemente , y la plenitud misma , si se puede hablar así.
Y porque la grandeza del beneficio no solamente se debe
medir por lo que es la gracia en sí misma , sino también por
el modo de hacerla , y por consiguiente baxo este aspec
to merece asimismo nuestra gratitud ; conviene que considere
mos , que Jesu-Christo , á fin de que todos pudiesen mas fá
cilmente participar de sus méritos y recibir sus gracias , esta
bleció Ministros de los Sacramentos , para que en toda la tier
ra hiciesen correr su sangre por estos canales sagrados, ad
ministrándolos á todas las naciones. ¡ O caridad inefable!
¡ O inestimable beneficio ! ¡ Mas ay de nosotros si no cor
respondemos á él como debemos ! Al que recibe menos , se le
pide ménos ; pero al que recibe mas , se le pide mas , y le es
pera por tanto un juicio mas terrible , dice San Gregorio
¡porque aumentándose los dones , se aumenta también la obli
gación de usar bien de ellos , y dar una razón correspon
diente del fruto que debiéron producir en nosotros. Vene
remos , pues, los Santos Sacramentos , freqüentémoslos con
devoción y reverencia para conservarnos y crecer en la gra
cia en esta vida hasta lograr su consumación en la Gloria.
Amen. •-
IKS-
sobre el Catecismo. Parte II. ai
INSTRUCCION II.
§• I.
(«) Hebr. p. 10. Marc. 7. 4. (A) Marc. 10. 38. (c) L Cor. 1. 13.
Ephes. 4. 5. Galat. a. «7. I. Petr. 3. ai. (d) Aug. ep. 13. ad Bonif.
(*) S. Dionis. de Eccles. Hier. c. 3. Hebr. 10. 3*. & c. 6. 4.
(/) S. Dionis. de Eccles. Hier. c. ía. (g) I. Cor. $. 7. (¿) Rom. 6. 4.
(«) lbid. v. j. (*) Ibid. v. 5.
sobre el Catecismo. Parte. II. 23
§• II.
§. ra.
$. IV.
r '•>)-' ' U ": >■...'. . —¿ ' '.! «..Ti'
■". :.■ • " "De la necesidad del Bautismo, .i
• : - •-•».-. • .:.< (....^UjT.oi
El Sacramento del Bautismo es absolutamente necesario
no solo á los adultos, sino también á los niños. i.° Porque la
Ley que hace necesario el Bautismo para la salvación , ha
Tom. 11. E si
34 Instrucciones -
sido impuesta por Dios á todos los hombres sin excepción al
guna : de suerte que habiendo dicho Jesu-Christo absoluta
mente que : El que no renaciere del agua y del Espíritu Santo,
no puede entrar en el Reyno de Dios : si los niños estuvie
sen escluidos del Bautismo , lo estarían también de la salva
ción. 2.° La tradición Apostólica , como lo confirma el común
sentir de los Padres , nos enseña , que desde el principio de
la Iglesia se ha administrado siempre el Bautismo á los niños,
y así leemos que San Pablo bautizó á toda una familia , y
por consiguiente á los niños que en ella habia 3.0 No es
creíble que Jesu-Christo quisiese negar la gracia del Bautismo
á los niños, de quienes decia: Dexad á los niños, y no los impi
dáis venir á mí , porque el Beyno de los Cielos es para los que
se parecen á ellos en la inocencia de su vida , y en la simplicidad
de su corazón (f) ; y les abrazaba , y ponia sus manos sobre
ellos , y les daba su bendición (d).
4.0 La Circuncisión era figura del Bautismo: veamos, pues,
lo que sucedia con la figura , para discurrir uniformemente
de la verdad figurada. Nadie ignora que se circuncidaba , y
era costumbre circuncidar á los niños en el día octavo de su
nacimiento : luego si entonces aprovechaba á los niños la Cir
cuncisión hecha por mano de los hombres , mucho mejor les
aprovechará ahora la Circuncisión espiritual de Christo co
municada por el Espíritu Santo en el Bautismo, (e).
Y últimamente , si la muerte, como dice el Apóstol (/),
tuvo poder para reynar en el mundo por el pecado de un
hombre solo ; la misericordia y el don de Dios se han derramado
mucho mas abundantemente sobre muchos por la gracia de un solo
hombre y que es Jesu-Christo : habiendo , pues , contraído los
niños el pecado de Adán , por el qual ha reynado la muer
te sobre ellos , mucho mejor pueden conseguir por Christo la
gracia y la justicia para reynar en el mismo Jesu-Christo en
la vida. Pero esto no se puede verificar sino por el Bautismo,
porque no tienen otro medio de conseguir la gracia y la salva
ción
(ú)'Joap. 3. (¿) I. Cor. 1. (c) Math. 19. 14. (d) Marc. 10.
(e) Genes. 17. Luc. 1. Colos. a. 11. (/) Román. 5. 14. 15.
sobre el Catecismo. Parte II. 37
cion que este Sacramento, á menos que sean bautizados en su
propia sangre, porque el Bautismo de sangre es bastante á los
niños para su salvación , como nos lo enseña la tradición de
la Iglesia (a) , que ha honrado siempre como á verdaderos
mártyres a aquellos Santos Inocentes , que fueron muertos
por Herodes en odio de Jesu-Christo. Entended de aquí , Pa
dres de familias , la gravísima obligación en que estáis de
llevar vuestros hijos á la Iglesia para que sean bautizados con
la solemnidad debida luego que podáis hacerlo cómodamente;
no .sea que estando , como están , expuestos los niños por su
tierna edad á innumerables riesgos de la vida , suceda tal vez
que no os den tiempo para socorrerles con el Bautismo.
De otra suerte debemos conducirnos con los adultos, por
que como cesa este peligro respecto de ellos , supuesto que
teniendo ya uso de razón , aunque por algún lance inopinado
no pudieran recibir el Bautismo , podrían no obstante desear
eficazmente el recibirle , y formar un verdadero dolor de sus
pecados , con lo qual conseguirían la gracia y la salvación,
la Iglesia ha ordenado sabiamente que se Ies difiera por al
gún tiempo este Sacramento : 1 .° para que se les instruya me
jor en los adorables misterios de la Santa Religión que deben
profesar , y en las reglas y costumbres de la vida christiana;
a.° para explorar con diligencia la voluntad de los que piden
el Bautismo , y de las disposiciones con que se acercan á re-r
cibirle , pues siendo este un asunto de la mayor importancia,
es necesario proceder en él con toda madurez. Y en esta
atención determináron los Concilios antiguos , que los que
vienen del Judaismo á la fe Cotólica , sean detenidos entre
los Catecúmenos algunos meses antes de recibir el Bautismo.
Pero ni á estos , ni á los infieles se les debe diferir el
Bautismo sino el tiempo preciso que ha señalado la Iglesia : ya
porque está escrito : No tardes en convertirte al Señor , y no
lo dilates de dia en dia (¿) , y su conversión perfecta consiste
. , en
(a) S. Cypr. ep. 73. ad Jubayan. Aog. de anlm. & ejns orig. lib. «.
e. 1». & lib. 13. de lib. arb. c. 33. S- Leo. serna. 1. in Epiphau. Vid*
Tertul. lib. de Bapt. & S. Hilar, in Math. {b) Eccles. j.
E a
36 Instrucciones
«i la regeneración espiritual por medio del Bautismo : ya
■porque quanto mas tardaren en recibir el Bautismo , tanto
mas se les retrasa la participación de los otros Sacramentos:
ya en fin porque no se les debe privar sin justa causa de los
abundantes frutos del Bautismo , con los quales podrán evitar
tos pecados , y conservarse en la Justicia y la inocencia.
5. VI.
«obre el Catecismo. Parte. II. 1 o,
§• VI.
§. VIL
§. VIII.
(«) Matth. afl. (b) S. Aug. 1. g. op. imper. cont. Julia, c. 64. Ambr.
de üs qui init. c. 1. Celesri-. In ep. ad lipis. Gal. c. ta.
(c) Aug. de cath. rud. c. ao. (d) Theodulph. de ord. Bap. c. 5.
U) D. Thom. 3. p. q. 71. a. 3. (/; S. Cypriao. ap. D. Thom. ibidU
sobre él Catecismo. Parte II. , 49
que es sordo y mudo espiritualmente (a) ; y que asi como
el ciego á quien untó el Señor los ojos con lodo , y mandó
se lavase con agua de Siloe recobró la vista , así entendamos
que por el agua del Bautismo se infunde en el alma una
luz espiritual para que pueda ver las verdades divinas. La
octava es, que se desnuda, ó descubre al que ha de ser bautiza
do , para significar , que habiéndose de vestir del hombre
nuevo, es menester despojarse del viejo (¿>). La nona es ser pre
sentado á la Iglesia por los padrinos y madrinas , para hacer
nos entender , que la Iglesia es quien presenta á Dios á los
que deben recibir el Bautismo , y que por sí mismos son in
dignos de presentarse á él. La décima (<r) es , que el Sacer
dote pregunta por tres veces al que ha de ser bautiza
do: i Renuncias á Satanás , a todas sus obras, y á todas sus pom
pas ? Y él , ó el padrino en su nombre , responde : Renuncio.
La undécima es ungir al que va á ser bautizado en el pecho,
y entre las espaldas con el oleo de los Catecúmenos. En el
pecho para que deseche el error y la ignorancia por el don
. del Espíritu Santo , y abrace la verdadera fe : pues el Justo
vive por la fe (d) ; y entre las espaldas para que con la gra
cia del Espíritu Santo sacuda de sí la pereza y entorpecimien
to , y se exercite en obras de virtud : porque la fe sin obras
está muerta (e). O como dice San Ambrosio , se le unge para
significar , que se va á hacer soldado de Jesu-Christo , y que
debe amar su yugo para que le sea ligero y suave (/). La
duodécima (jr) es la profesión de fe que los niños hacen por
medio de los padrinos, y los adultos por sí mismos, con expre
sión de todos los artículos contenidos en el credo.
A la segunda clase pertenecen las ceremonias que acom
pañan al Bautismo. Y son : primera ; el Sacerdote pregunta
al que ha de recibir el Bautismo : si quiere ser bautizado , pa
ra mostrar que Jesu-Christo no admite en su milicia sino á los
soldados voluntarios , y que cada uno se obliga por sí mismo
a
(a) S. Arabr. lib. 1. de Sac. c. I. (b) S. Cyril. Hier. Catecb. myst. a.
(c) S. Ambr. de ii* qu¡ iryst. ioit. c. a. (¿) Galat. 3. (f) Jacob, a.
(/) Lib. 1. de Sacr. c. a. (g) Lib. a. de Sacr. c. 7.
Tom. II. G
j-o Instrucciones
á observar sus mandamientos. Segunda ; se derrama tres ve
ces el agua sobre la cabeza, para denotar que la Santísima
Trinidad es el principal objeto de la fe , y el fin de toda la
Religión («).
A la tercera clase pertenecen : i.° el beso de paz, por
el qual se reconoce al bautizado por miembro de la Iglesia.
2.° Se le unge sobre la cabeza , porque el sentido del sabio re
side en la Cabeza , como dice San Ambrosio (¿) : y esta un
ción significa lo primero el Reyno , y Sacerdocio espiritual
á que son elevados todos los Christianos ; y lo segundo la
incorporación del bautizado con Christo como miembros con
su cabeza: 3.0 se viste al bautizado con un vestido blanco, el
qual significa , según la doctrina de los Padres , ya la glo
ria de la Resurrección , para la qual nacemos por el Bau
tismo , ya el candor y hermosura que reciben las almas por
este Sacramento , ya en fin la inocencia (f) , y pureza que el
bautizado debe guardar toda su vida , como se lo amonesta
el Sacerdote , diciéndole : guarda tu Bautismo : 4.0 se le po
ne en la mano una candela encendida , para denotar que es
hijo de luz , y que debe ir delante del Esposo quando venga
á celebrar las bodas con lámpara encendida , esto es, con una
caridad ardiente. Y últimamente se le pone nombre , el qual
debe ser de algún Santo , según los Cánones, á fin de que
por la semejanza del nombre se excite á la imitación de su
virtud y santidad , y además se encomiende á él como Abo
gado y defensor de su salud espiritual , y corporal.
INSTRUCCION 11L
§. L
S- II.
§. III.
§. IV.
S. v.
Del Ministro de la Confirmación,
Habiendo muchos , según el Profeta Jeremías , que corren
fin sereenviados (/) , y se ingieren por sí mismos en el minis
terio sagrado , se hace necesario declarar quien es el verda
dero y -legítimo Ministro de la Confirmación. Decirnos , pues,
que.íolo el Obispo es el Ministro ordinario de este Sacramen
to,
(«) De Sedes. Htc»-- e, 4. & D. Thom. a. »• »up. clt.
(*) J£p, «.7.»<J
& orpp. Orisnt. {<) 3. p. «j.ult.1%,v,«.4$,1, ad.
(rf) j,Actor.
t») Jq»«, 10. Vid, D. Thom. •(/) 1.
Jor. «3.
Tm IU I
66 Instrucciones
lo , y se convence por la Escritura la tradición, y la decisión
de la Iglesia, i .° Por la Escritura : pues consta de los Hechos
Apostólicos , que fué necesario que los Apóstoles enviasen á
Samaría á Pedro , y á Juan para confirmar , y dar el Espí
ritu Santo á los que habían sido bautizados por Felipe Diá
cono : de donde concluyen Inocencio I. y San Agustín (a) ,
que este ministerio está reservado á los Obispos , que son los
sucesores de los Apóstoles.
2.° Esto mismo nos enseña la tradición , como se manifies
ta por el uso perpetuo de la Iglesia , y por el testimonio de
los Padres , y Pontífices, en especial San Agustín (b) , León (c).
Urbano , Eusebio (i) , Inocencio (/) , y Dámaso (jf).
3.0 Y últimamente el Concilio de Trento ha definido en
los términos mas claros , que solo el Obispo , y no el simple
Sacerdote es el Ministro Ordinario de la Confirmación (h).
Y para que no se piense que la Iglesia no es razonable en
sus determinaciones , he aquí dos buenas razones que la han
movido para esta definición. 1 .a Porque Jesu-Christo no en
vió al Espíritu Santo hasta después de su Resurrección , y
después que fué establecido por su Padre en el exercicio de
la potestad que le habia dado. Pero el Obispo por la pleni
tud de potestad que goza sobre todos los Sacramentos es la
imagen de Jesu-Christo resucitado , y usa de todo su poder
en el desempeño de su ministerio y oficio , y no los Mi
nistros inferiores , que nada hacen sino con dependencia del
Obispo.
2.* Así como en la fábrica de una obra el ordenar y
preparar los materiales pertenece á los oficiales , que son co
mo los Ministros inferiores , y el perfeccionarla y consumar
la corresponde al principal artífice y maestro de ella , y así
como al amanuense pertenece escribir la carta , y el signarla
al que la autoriza : así también el perfeccionar y consumar el
edi-
(*) Innoc. I. ep. ad Decent. Aug. lib. 1 de Trinit. cap. »5.
(b) Id. Quaest. nov. test. q. 42. (c) Ep. 88. ad Ger. & Gall. Episc.
(i) In fin. ep. ad omn. Christ. {e) Ep. 3. ad Episc. Tuse.
(/) Ep. 1. ad Veren. (g) Ep. 4. ad Prosp.
V>) Sess. can. 3. de Confirm.
sobre el Catecismo. Parte II. 67
edificio espiritual de Dios (a), y signar la carta escrita con el
espíritu de Dios (¿) , que son los fieles, según el Apóstol , cor
responde al Obispo , que tiene la principal potestad en la
Iglesia (c). Mas todo esto se hace por el Sacramento de la Con
firmación , por el qual se perfecciona y consagra para tem
plo del Espíritu Santo la casa espiritual edificada por el Bau
tismo , y se sella con la señal de la cruz la carta escrita en
el mismo Sacramento , como dice Santo Tomas ; y de aquí es,
que el Obispo debe ser el solo Ministro de la Confirmación.
Pero porque se podría confundir la unción que se hace en el
Bautismo , cuyo Ministro es el Sacerdote , con la que se
hace en la Confirmación , y es propia y reservada al Obispo,
es necesario notar , que en el Bautismo se hacen dos unciones,
la una en el pecho y las espaldas con el simple oleo de los
Catecúmenos : la otra se hace con el crisma consagrado por
el Obispo , mas no en la frente , sino sobre la cabeza , y el
Ministro no tiene intención de conferir por ella el Sacra
mento de la Confirmación , y por consiguiente es muy di
ferente de la unción de la Confirmación , la qual se hace en
la frente , y con intención de confirmar al bautizado , cuya
intención es absolutamente necesaria para hacer este Sacramen
to ; de suerte que si el Obispo administrase esta unción con
el designio de curar algún enfermo , ó para exorcizar algún
endemoniado , como lo hizo Agorico Obispo de Verdun , se
gún se lee en San Gregorio Turonense (d) , no haría verda
dero Sacramento.
§• VI.
§• VIL
§• VIII.
$. IX.
5- X.
1
De/ cuidado con que se debe conservar la gracia de la Con
firmación. t
INSTRUCCION IV. -
- *. h ■ ..
$. II.
(ñ) Joan. v. ¿4. seq. (&) I. Cor. 1 1. 33. (c) Joan. 13. i.
{J) I. Cor. 1 1. 33. 24. Math. 26. %6.
sobre el Catecismo. Parte II. t$
▼á á ser derramada por vosotros. Haced esto en memoria de mi
todas las veces que le bebiereis. Ved ahí qual haya sido la ins
titución de la Eucaristía, ó del misterio de la fe, como dice la
Iglesia. ' ,• ■ .
En este misterio hay muchas cosas á que los Escritores sa
grados han querido dar el nombre de Sacramento. Porque unas
veces solian llamar Sacramento á la consagración, otras á la co
munión^ otras al mismo cuerpo y sangre del Señor que se con
tienen en la Eucaristía: y así dice San Agustin, que este Sacra"
mentó consta de dos cosas , que son las especies visibles de ¡os ele
mentos, y la carne y sangre invisibles del mismo "jesu-Cbristo
y en este mismo sentido decimos nosotros también que se debe
adorar el Sacramento de la Eucaristía (¿), entendiendo por Sa
cramento el cuerpo y sangre del Señor. Pero aunque estas locu
ciones deban sostenerse por diferentes motivos , sin embargo
es cierto que á solas las especies de pan y vino conviene con
toda propiedad y verdad el nombre de Sacramento , y lo son
verdaderamente , como lo ha definido el Concilio de Tren-
to (c),y lo enseñan constantemente los Padres de la Iglesia
Y aunque sean dos las especies visibles de la Eucaristía , y
dos los elementos , ó materias que han precedido , y de que se
compone enteramente este Sacramento , á saber , el pan , y el
vino , no obstante instruidos por la Iglesia confesamos, que no
hay dos Sacramentos de Eucaristía , sino (e) uno solo : por
que de otra suerte no podria subsistir el número de los siete
Sacramentos que enseña la perpetua tradición de la Iglesia , y
está definido por los decretos de los Concilios de Letran (/)
Florencia (g) , y Trento (b). Y decimos que es uno solo , no
porque sea indivisible , ó se componga de una sola materia,
sino porque significa principalmente una sola cosa según su
institución. Pues así como la comida y bebida aunque son dos
co
fa) De cath. rud. c. i5. (5) Conc. Tríd. Sess. 13. de Euch. cap. 9.
& can. 6. (c) Ibi. tan. 4. & cap. 3. (rf) Aug. lib. 3. de Trin. c. 4. &
lib. so. contr. Faust. c¿ 13. Ambr. lib. I. Officior. c. a8. & lib. 4. de
Sacr. c. 4. 5. 6. S. Thora. 3. p. q. 73. a. 1. (e) S. Thom. ibi. a. 1.
(/) Colig. exc. 1. & aliis. (g) In doctrin. de Sacram.
4¿>) Sess. 7. de Sacra cu. in gen. caá. i.
86 Instrucciones
cosas diversas en sí mismas , porque se toman para un solo
fin y efecto , que es reparar las fuerzas del cuerpo , hacen
un solo convite , así también las dos especies diversas da la
Eucaristía, las quales significan una misma cosa , á saber, el
alimento espiritual con que se mantienen y recrean las almas,
según la sentencia del Salvador : Mi carne es verdaderamente
comida , y mi sangre es verdaderamente bebida (a} , hacen un
solo convite espiritual , y un solo Sacramento.
De aquí se entiende fácilmente la diferencia que hay de
este Sacramento á todos los otros. Porque i .° los demás Sa
cramentos solamente se hacen y subsisten quando se usa de su
materia , es decir , solamente son Sacramentos quando se ad
ministran á alguno (b) , como , por exemplo , el Bautismo en
tonces se dice , y es Sacramento quando actualmente se hace
la ablución del que es bautizado : mas la Eucaristía de tal
suerte adquiere toda su perfección por la consagración de su
materia , que después de ella no dexa de ser verdadero Sacra
mento (f) , aunque esté reservada en el sagrario sin adminis
trarse a nadie. a.° Porque en los demás Sacramentos no se
muda su materia ó elemento en otra substancia , y así ni el
agua del Bautismo, ni el crisma de la Confirmación pierden su
respectiva naturaleza y substancia que antes tenian quando se
administran estos Sacramentos, sino que permanecen en su mis
mo ser de agua y crisma : mas en la Eucaristía lo que antes
de la (í/) consagración era pan y vino , después de la consagra
ción es ya verdadera substancia del cuerpo y sangre del Señor.
Fielmente confesamos , dice San Agustín (e) , que en la Eucaris
tía ántes de la consagración hay el pan y el vino que produxo la
naturaleza , pero después de la consagración hay la carne y sangre
de Christo que consagró la bendición. 3.0 Porque todos los Sa
cramentos tienen sus particulares significaciones, que continua
remos explicando en sus propios lugares.
Por lo que toca al de la Eucaristía es claro que significa
tres
(a) Joan. 6. 56. (b) Conc. Trld. Sess. 13. cap. 3. & S. Aug. in Ps. 98.
(c) Conc. Trid. Sess. 10. de Euch. can. 4.
(d) Id. ib. cap. 3. & 4. & can. a. S. Tora. 3. p. q. 75. per tot.
(e) Habet. Deconsecr. dist. a. cap. Not autem.
sobre el Catecismo. Parte. II. 87
tres cosas , y son 1.» la Pasión de Jesu-Christo en el tiempo
que sucedió , el qual ya es pasado respecto de nosotros. Así
nos lo enseñó el mismo Señor diciendo : Haced esto (a) en me
moria de mí ; y también el Apóstol quando dixo: Todas las ve
ces que comiereis este pan , y bebiereis este cáliz anunciareis la
muerte del Señor , y renovareis la memoria de ella hasta que
venga á juzgar á los vivos y muertos (¿). La 2.a es la divina
gracia que de presente se da por este Sacramento para alimen
tar y conservar la vida del alma del que le recibe dignamente.
La 3.a es el fruto de la felicidad y gloria eterna, que en vir
tud de la promesa de Dios esperamos recibir en el tiempo veni
dero. Estas tres cosas se declaran tan singular y perfectamente
en los sagrados misterios de la Eucaristía , que todo el Sacra
mento, aunque compuesto de diversas especies, se ordena á sig
nificar cada una de ellas , como si no significara otra alguna.
§. IIL
$. IV,
S. v.
$. VL
(a) I. Cor. 10. 16. 17 {b) Tract. 16. in. Jotn. n. 13.
P 2 De
n6 ÍNSTRDCCIOWE3
§• VIL
| Tom. II Q
Instrucciones
. . •• •- -: . ■ -'r ■■ . ■ • . "
... , ,$. VIII.
.. x- ■ • ■'■ ' •
r Del Ministro de la Eucaristía.
S- x.
De la necesidad de la Eucaristía,
fa') S.Cypr. ep. «. al. 60. S. Chrys. Hom. 8». al. 83. in M.itth. d. 6.
S. Carol. Act. p. 4. de Euch. S. Aup. serm. 351. n. jo. & can. Scenidt.
de coosr. dist. a. (¿) Matth. 7. 6. Vid. D. Hitr. ¡n c. 7. Matth.
(<■) Seis. ai. cap. 4. W) Matth. 26.
126 Instruccione s
:alguno que habiendo llegado á tener discreción , no deba
recibirla: i.° por lo que hemos dicho de los efectos de la
Eucaristía : 2.0 por haberlo mandado expresamente Jesu-
Christo : 3.0 por el precepto de la Iglesia.
1.0 Todo Christiano que tiene uso de razón debe reci
bir la Eucaristía , para participar los efectos de este Sacra
mento. Porque si es n^ces ¡rio para salvarse, unirse á Jesu-
Christo , vivir con su vida , y estar penetrado de sus sen
timientos , de suerte que se pueda decir , que Jesu-Christo
vive y obra en nosotros 5 y la Eucaristía es el medio ins
tituido por el mismo Jesu-Christo , para unirse de esta ma
nera á nosotros , ¿ el que desprecia este medio podrá estar
unido á Jesu-Christo, y vivir con su vida?
Además : nuestra alma tiene necesidad para conservar
la vida de la gracia de un alimento que repare sus fuer
zas , y conserve su salud siempre expuesta á mil peligros , y
tentaciones. Paes ofreciéndonos Jesu-Christo en el Sacramento
de su cuerpo y sangre una comida y una bebida qne nos
alimentan , nos fortalecen y nos inspiran el valor necesario
para vencer á los enemigos de nuestra salud ; ¿qué podre
mos esperar , si rehusamos este remedio , y poderoso so
corro que la bondad divina nos ha preparado?
En lin si la Eucaristía es la prenda de la vida eter
na , ¿con qué derecho podrá esperar aquella vida feliz , el
que no quiere recibir la prenda de ella ?
2.0 Habiendo dicho Jesu-Christo : Si no coméis la carne
del Hijo del hombre , y no bebéis su sangre , no tendréis la vida
en vosotros (¿) ; es claro , que promete la vida al que come
su carne , y asegura que no vivirá el que no la come. Luego
el que no quiere comulgar el cuerpo de Jesu-Christo , de
muestra que ya está muerto , supuesto que el mismo Jesu-
Christo ha mandado esta comunión , como medio necesario
para conservar la vida.
3.0 La Iglesia ha impuesto una ley expresa (ti) para que
to-
(a) Joan. 6. 554. (A) Cap. Omnts utriusque sexut de poenit. & roa.
Conc. Lateranens. so. laij. caá. ti.
sobre el Catecismo. Parte IT. 127
todo fiel , que hubiere llegado á la edad de discreción , comul
gue á lo menos en la Pascua de Resurrección , á no ser que por
alguna justa causa , y de consejo del propio Sacerdote se juz
gue deber diferir su comunión para otro tiempo. Y si alguno
quebrantare este precepto , manda que se le niegue la entrada
en la Iglesia por toda su vida, y que después de muerto sea pri
vado de sepultura eclesiástica : por lo qual testifica abier
tamente , que mira como indigno de participar de sus ora
ciones vivo , ó muerto , á qualquiera que culpablemente no
reciba la Eucaristía en el tiempo de Pascua. Así el que por
desprecio , ó por negligencia , que yo distingo poco del des
precio , ó porque no quiere renunciar al pecado , y á las
ocasiones de ofender á Dios , se abstiene de recibir este Sa
cramento en el tiempo señalado por la Iglesia , es , en jui
cio de la Iglesia misma , indigno de gozar las ventajas pro
pias de los Christianos.
$. XI.
De la comunión indigna.
5- x".
Ve la Comunión espiritual.
§. XIII,
De la freqüente Comunión.
INSTRUCCION V.
$. L
§, llh
§. IV.
(o) Joan. 6. 38. (¿) Lie. 11. 50. (c) Hebr. 10. 14,
Be
Instrucciones
5- v.
§• VI.
§. VIII.
§. IX.
INSTRUCCION VI.
§. I.
ia) In Ps. 38. serm. i. n. 13. in Ps. 44. n. iR. in Psal. S8. in serna, i»
die inun. & serm. 3. de diver. (¿) In Ps. go. n, 7. & 11.
fe)''. S Aug. I.'de contin. e. 6. (d) Ep. 54. nuce 153. n. 6, •
O) Conc. Trid. sess. 14. c. 8.
Tom.II. Y
i jo Instrucciones
tencia , son ofrecidos por él al Padre , y aceptados por el
Padre*
Es verdad que Dios aplica mas abundantemente la sa
tisfacción de Jesu-Christo á los adultos que reciben el Sa
cramento del Bautismo con las disposiciones necesarias , per
donándoles sus pecados por este Sacramento , sin obligarles
á ciertos exercicios de penitencia , que deben practicar los
que han pecado después del Bautismo , aunque hayan ob
tenido ya el perdón de ellos por el Sacramento de la Pe
nitencia : pero no dexa de obligarles á una especie de pe
nitencia , que podemos llamar general , por haber sido im
puesta á todos los hijos de Adán , que consiste en las en
fermedades , y la muerte del cuerpo , en las miserias de
esta vida , en la incertidumbre de la salud , en la igno
rancia del entendimiento , y en la penosa resistencia á las
pasiones , porque el hombre debe sufrir todas estas penas
del pecado original en espíritu de penitencia. Debe morir
como un criminal condenado á muerte por la justicia de
Dios , y recibirla como satisfacción de sus pecados : debe su
frir la mortalidad de su cuerpo , y las otras miserias de
esta vida , como una penitencia que Dios le ha impuesto:
debe considerarse como desterrado en este valle de lágri
mas en castigo de su pecado ; debe mirar la rebelión de sus
pasiones , como un mal que se ha causado á sí mismo , y
sufrir con paz y humildad el trabajo que siente , quando
es necesario resistirlas , y reprimirlas ; en fin debe abrazar
un género' de vida seria y laboriosa, y huir la diversión
y el placer : porque el decreto de Dios ; Comerás el pan
con el sudor de tu rostro , se extiende á todos los hombres,
y por esto San Pablo declara indignos de su sustento á los
que no quieren trabajar (¿>) : y Jesu-Christo excluye del nú
mero de sus discípulos á ios que no llevan su cruz y le si
guen (c).
Be
J
(*) Genes. 3. 19. (b) 2. Thesal. 3. r. 10. (c) Liic. 14. 17.
sobre el Catecismo. Parte II. 171
. $. 11.
$. ni. ■
§. IV.
$. V.
3.0 Del temor de las penas del Infierno , y del dolor concebido
1 por este solo motivo.
4.0 Quál sea el amor que obra en el pecador el dolor que debe
tener de sus pecados para recibir la Penitencia*
(a) S. Aug. snp. ep. 1. Joan, (b) Div. Tb. a. a. q. ip. a. 10.
sobre Et Catecismo. Parte II. 197
perfeccionarse la caridad , que todo lo hiciese por amor, y
nada por el temor de la pena.
Lo mismo que acabamos de decir de los diferentes fieles
que la Iglesia abraza en su seno , se puede verificar de uno
solo , pues un mismo Christiano puede pasar en distintos
tiempos por todos estos estados. Después de haber vivido en
el olvido de Dios , puede turbarse saludablemente por el
temor de sus juicios ; luego empezar á amar al Señor como
á fuente de toda justicia ; y en fin puede crecer este amor
en él de suerte , que se apodere de su corazón , y reyne en
él tan absolutamente , que le desprenda de todo , y le haga
indiferente para todo lo que no es su Dios.
Ved ahí pues dos diferentes grados de amor que en
substancia son un mismo amor, y solo se distinguen entre
sí por su mayor ó menor perfección. De manera que así co
mo un hombre en la infancia , en la adolescencia , y en la
vejez es un mismo hombre , sin otra diferencia que los dir-
versos grados de fuerza y corpulencia propios de estas tres
edades ; así también el amor perfecto que anima la contri
ción , no es de distinta especie que el amor imperfecto, que
anima la atrición , sino un mismo amor de caridad mas fuer
te , y mas perfecto en la una , y ménos en la otra. Y dé
aquí se entiende fácilmente en qué consisten , y quáles sean
Los efectos propios de la contrición perfecta , é imperfecta,
que se llama atrición» , ..
La contrición perfecta es un dolor , y detestación del
pecado cometido por ser ofensa de Dios , y proviene de una
caridad ardiente, 6 amor perfecto de la justicia, que ocu
pando todo el corazón del hombre le somete plenamente á
Dios , y le hace superior á todas las cosas del mundo. Esta
contrición , dice el Concilio de Trento , reconcilia al hombre
con Dios ántes de recibir actualmente el Sacramento de la Pe
nitencia. Mas no obstante no se debe atribuir la reconciliación
á sola la contrición independientemente de la voluntad de reci-
iir el Sacramento , la qual está contenida en ella (a). El pe-
ni-
(«) Sea. 14. e. 4. ,. . *
198 Instrucciones
nitente , pues , es reconciliado por la contrición en la quaí
se contiene el deseo de recibir el Sacramento , porque el
Espíritu Santo toma posesión de su corazón, y comienza i
habitar y reynar en él por el amor perfecto que anima su
arrepentimiento ; y la divina misericordia le aplica antici
padamente el efecto del Sacramento , que es la reconcilia
ción ; pues siendo templo del Espíritu Santo, no puede vivir
al mismo tiempo en el pecado. Y este es el efecto propio de
la contrición perfecta.
La contrición imperfecta , ó atrición es de dos maneras
servil, 6 filial, no perfectamente filial, sino incipiente, 6
inicial , según la expresión de Santo Tomas ; y estas dos
atriciones pueden considerarse como grados diversos de una
misma atrición. La atrición empieza , 6 como habla el Con
cilio , es concebida por el- temor de las penas del infierno , es
decir , por la saludable turbación que excita en el alma del
pecador la consideración de los suplicios eternos que la fe
le muestra , ó por la consideración de la fealdad del pecado • y
de aquí se resuelve á mudar de vida : y este es el primer'
grado de atrición , ó la atrición puramente servil. Animado
después el pecador pór la confianza en la misericordia de
Dios, empieza á amarle como á fuente de toda justicia, y
este amor perfecciona , y anima al temor de las penas eter
nas , el qual subsiste con él en quanto á la substancia , pero
ya no es puramente servil , porque está junto con el amor,
6 cari-dad imperfecta y y~ para distinguirle le llama Santo
Tomas temor inicial, porque conviene , dice, á los que em
piezan á amar á Dios , y no tienen aun el temor filial perfecto,
por no haber llegado á la perfección de la caridad : y así el temor
inicial , y filial se distinguen entre si , no en quanto á su espe
cie , sino en- quanto a - su estado , lo mismo que' la caridad per
fecta , i imperfecta , que en sí envuelven (o) , pues el que
teme, no es aun-perfecto en la caridad , como dice San. Juan
Así que el temor inicial, ó el qué está juntó con la cari
dad imperfecta -, es aquel por el qual se convierte tío solo por-
el
(a) D. Thom. «. 1. q 19. a. g. c. & 8. ad 1. (¿) I. Joan. 4. -<>■
sobre el Catecismo. Parte II. 1 99
el amor de la justicia , sino también por el temor de la pena (a):
y esta es la atrición que decimos ser necesaria para recibir
la gracia del Sacramento de la Penitencia.
De lo dicho se infiere , que lo que da el alma y la vida,
por decirlo así , á esta atrición es el amor de Dios , amor
no perfecto , pero ciertamente de preferencia , esto es , por el
qual se prefiere á Dios á todas las cosas. Porque el dolor
de los pecados debe ser universal , sin excepción , ni reserva,
y por tanto excluye necesariamente la voluntad de prefe
rir alguna cosa á Dios , lo qual seria un pecado mortal:
luego el amor de que procede este dolor es superior á todas
las cosas.
Sin embargo , esta atrición no puede por sí misma justificar
el pecador sin el Sacramento de la Penitencia , y solo le pre
para suficientemente para recibir en el Sacramento la gracia de
Dios, que debe reconciliarle plenamente, arraygarle en la ca
ridad, y hacerle templo del Espíritu Santo. Porque la re
conciliación solo está anexa á la caridad perfecta.
»
sobre el Catecismo. Parte II. 20$
nitencia. Beneficio sin duda inestimable , á el qual se debe en
gran parte toda la santidad , piedad y religión , que por la
infinita bondad del Señor se conserva al presente en su Igle
sia. Porque aunque concedamos que por la contrición perfecta
se borran los pecados , pero debiendo esta provenir, como
hemos dicho, de una carid-od sublime y encendida. ¡O, y
quán pocos podrían arribar á este eminente grado de dolor
para obtener el perdón de los pecados ! Por esto el clemen
tísimo Dios nos ha provisto de un medio mas fácil de recon
ciliación , entregando á su Iglesia las llaves del Reyno de los
Cielos. Pues con sola la atrición sobrenatural , y la confe
sión de los pecados , se consigue la absolución de ellos en
virtud de la penitencia , según la expresión del Concilio Flo
rentino (a).
2.» La confesión humilla al pecador haciéndole sufrir
la confusión de sus pecados , por la declaración que Dios
le obliga á hacer de ellos á un hombre como él. Todo pe
cado es digno de una confusión eterna , y el pecador im
penitente sufrirá esta confusión á presencia del cielo y de la
tierra. La memoria de los pecados hará comparecer á los im
píos llenos de temor y despecha , y sus maldades se sublevará»
contra ellos para acusarles Aun en esta vida podría Dios
castigar visiblemente los pecados secretos de los hombres,
sin que tuvieran motivo de quejarse , porque tendría dere
cho á tratar á todos los pecadores como trató á David
Tú has hecho ( le dice ) esta acción en secreto ; y yo haré l«
que te digo á vista de todo Israel, ya vista del sol. Pero ha
querido por misericordia perdonarles la confusión eterna que
merecen sus pecados-, y la que podria hacerles sufrir en esta
vida , con tal que se humillen ante sus Ministros, y les de
claren en secreto todas las ofensas , como si se las confesa
ran á él mismo. Es una impiedad , dice el Concilio (rf) , llamar
á la confesión el suplicio y tortura de las conciencias.... Es ver
dad, que por la vergüenza que hay en descubrir sus pecados,
po
ta) In Decret. Eupen. IV. (h) §*p. 4- 3».
(c) Reg. la. ía. (4) Sws. 14.
Tom. II. Dd
aio, Instrucciones
podría parecer un yugo pesado , si no se hiciese ligero por lai
grandes ventajas y conseqüencias , que reciben por medio de la
absolución 5 los que se acercan dignamente á este Sacramento.
Con esta misma intención de humillar al penitente , y de
procurarle sus mayores utilidades , á la confesión instituida
por Jesu-Christo se han añadido por autoridad de la Igle
sia algunos ritos , y ceremonias solemnes , que aunque no
pertenecen á la substancia del Sacramento , no dexan de ser
nos ventajosas. Porque quando confesamos los pecados , ar
rodillados á los pies del Sacerdote , descubierta la cabeza,
inclinado el rostro á la tierra , las manos puestas , y diri
gidas al Cielo , y dando otras señales de humildad christia-
na , reconocemos la virtud celestial del Sacramento , y que
para obtener el perdón de los pecados , debemos implorar la
misericordia de Dios con sumisión y rendimiento.
3.0 La confesión nos es sumamente provechosa para sa
lir del infeliz estado del pecado, y arribar á una verdade
ra y sólida conversión. Nada hay mas dulce ni mas útil
en la vida humana que una persona de confianza , un ami
go verdadero á quien poder descubrir con libertad sus pe
nas , sus necesidades , sus negocios , y las faltas que se ha
yan hecho por ignorancia , ó de otra suerte , para que nos
consuele , nos socorra , nos dirija , nos amoneste , y repre
henda. Pues en la vida espiritual este amigo , este hombre
de confianza , es el Confesor ilustrado , á quien descubri
mos nuestro corazón , y que sabe aprovecharse de lo que le
decimos , para conocernos mejor y mas á fondo que nos
otros nos conocemos á nosotros mismos ; que en virtud" de
este conocimiento va hasta la raiz del mal , nos muestra el
peligro de nuestro estado , nos prescribe los remedios., y
el régimen de vida mas propio para avanzar en nuestra cu
ración , y fortalecernos en ella. Jamas hubieran conocido
muchos hombres esta utilidad tan grande , si no estuvieran
obligados á confesarse. Porque el hombre nada teme tanto
como el verse á sí mismo tal qual es. Si en alguna ocasión
se considera y procura conocerse á sí mismo , es por muy
poco tiempo , y de una manera tan superficial , que pron
ta
sobre el Catecismo. Parte II. a11 '
tamente se olvida de lo que es. Rara vez se aplica á sí mismo
las verdades que lee ó que oye ; pero le hacen mucha im
presión quando se las dice un amigo , se las aplica y pro
porciona á sus indisposiciones y necesidades. Así aun quando
Jesu-Christo y la Iglesia no nos hubieran mandado la con
fesión , los Christianos que quisieran trabajar eficazmente en
Su salvación, no podrían casi dispensarse de buscar un con
sejero sabio y fiel que les enseñase á conocer el estado de
su alma ; á expiar sus pecados haciendo frutos dignos de pe
nitencia; á preservarse de las caídas, y á avanzar en la vir
tud. Ah !]Qué socorros tan poderosos se podrían sacar de
sus consejos , si se les descubriese el fondo del corazón !
4.0 Ultimamente la confesión es muy conveniente parí
el bien de la sociedad , y la unión de los hombres entre
si ; porque la confesión reprime el ímpetu de las pasiones,
y contiene la licencia de pecar con la barrera del pudor;
y la vergüenza. Pero si se quitase este freno á la malicia
de los hombres, ¿qué de pecados , y abominaciones secretas
no inundarían al mundo ? Y corrompidos los hombres con la
costumbre de pecar , no se avergonzarían de cometer en pú
blico los delitos mas execrables y perjudiciales al bien co
mún. ¿A qué extremo no llegaría entónces la disolución? ¿Y
quién podria tener en seguridad su vida , y sus haberes?
Esto supuesto , todo lo que nos resta decir de la con
fesión se puede reducir á estos quatro puntos. i.° Cómo se
debe preparar á ella. 2.0 Quiénes deben confesarse. 3.0 A
quién se debe hacer la confesión. 4.0 Cómo se debe hacer.
(a) Matth. 18. iS. (í) S. Leo. serra. ai. & 7. dcNat. S. Aog.'I. x¿
de^Trrn. c. 13. & 14. (<) 1*0111.6.35. [d) Philip. 3. i.
(e) Hebr. p. v. 3». (f) Ibi. a. y. 10. {g) 1. J'o^n. a, {i) Pí.
13* Instrucciones
tisfaccion alguna digna de Vos , sino en virtud de la satis
facción de vuestro Hijo.
Porque ciertamente nuestras satisfacciones no pueden ser
dignas de Dios , si no toman su valor y eficacia de la satis
facción de Jesu-Christo. Por lo qual lejos de obscurecer nues
tras satisfacciones ía perfecíísima satisfacción del Salvador,
sirven á realzar el precio de ella , y nos ofrecen nuevos mo
tivos de reconocimiento , y de amor al Señor , supuesto que
recibimos de él todo lo que podemos ofrecer en pago de nues
tros pecados. La satisfacción que nosotros ofrecemos en pago de
nuestros pecados , dice el Concilio de Trento {a) , no es de tal
suerte nuestra que no se haga, y se cumpla por Jesu-Christo,
Porque nada podemos de nosotros , como de nosotros mismos^
y todo lo podemos con el socorro de aquel que nos conforta. Asi
el hombre no tiene de que gloriarse , sino que todo el motivo de
nuestra gloria está en aquel en quien vivimos , en quien more—
cemos en quien satisfacemos, haciendo frutos dignos de peni
tencia , que toman de él su valor y mérito ; son ofrecidos por él
al Padre, y por su medio son recibidos , y agradables al Padre.
Así que no es bastante que el Salvador haya satisfecho mas
que suficientemente por todos los pecados , sino que es ne
cesario que su satisfacción se nos aplique á nosotros ; y co-í
mo esta aplicación depende del órden establecido por Jesu-
Christo , por eso se hace diferentemente en el Bautismo que
en la Penitencia , como lo explica bien el Concilio de Tren
to por estas palabras : El órden de la divina Justicia exige'j
que de una manera sean recibidos á la gracia los que pecároé
por ignorancia ántes del Bautismo , y de otra los que despuet
de haber sido rescatados de la servidumbre del pecado y del
demonio , y recibido el don del Espíritu Santo , no temblaron pro
fanar con advertencia el templo de Dios , y entristecer al Es
píritu Santo. T á la divina clemencia corresponde también , que
no se nos perdonen con facilidad los pecados sin alguna satisfac
ción : porque no tomemos de ahí ocasión de juzgarlos por cosa
leve , y con injuria y ofensa del Espíritu Santo , caygamos en
otro:
(«) Sess. 14. c. S.
sobre el Catecismo. Parte II. 23.1
otras mayores , atesorando, ira contra nosotros , para el dia del
justo juicio de Dios (a). De suerte , que por el Sacramento
del Bautismo se nos aplica mas abundantemente la satisfac
ción de Jesu ChrjstQ, que por el de la Penitencia ; puespor
el Bautismo se nos. perdona totalmente la culpa y la pena;
.y por la Penitencia aunque se nos perdona ía culpa ,' nos
resta que pagar la pena por medio de las obras< satis facío-
rias. Porque en el pecado se han de considerar dos-: co
sas ,• la mancha \ y; la pena, ó como dice San Bernardo (¿>),
la mancha y y la llaga. Por la gracia de la Penitencia se lava
y purifica el alma de la mancha y fealdad de la culpa, pero
es necesaria además la satisfacción á fin de sanar la llaga,
que hizo en ella el pecado. No basta , dice San Chrisósto-
mo (r), sacar la saeta del cuerpo : sino que es necesario también
sanar la herida que abrió. Así también en el alma después de
conseguido el perdón del pecado , debe curarse por la penitencia
Ja llaga que hizo en ella. Y conforme á esto nos enseña mu
chas veces San Agustín , que en la Penitencia resplany
decen la misericordia de Dios y su justicia. La misericordia
con que perdona los pecados , y .las penas eternas que me
recían 5 y la justicia , castigando al pecador con penas tem
porales,. :. ■ —iq
Es , pues , enteramente falso , dice el Concilio de Trenr
to (tf) , y contrario á la palabra de Dios , que el Señor no per
done jamas el pecado , sin que al mismo tiempo perdone toda la
pena. Porque además de la autoridad de la tradición , se hallan
en las sagradas letras exemplos ilustres y convincentes que des*-
fruyen manifiestamente este error. Y ved aquí algunos de ellos.
Después que los Israelitas salieron de Egipto , adoraron un
.becerro de oro en el desierto, y murmuraron, freqüente-
mente contra Dios. Moyses rogó al Señor por ellos , y el
.Señor les perdonó su pecado : mas no obstante en castigo
del pecado mismo que perdonaba , les condenó á pasar qua*-
.renta años en el desierto , y á no entrar jamas en la tierra
pro-
(a) Ibld. (¿) Serm. in Coen. Dona, (c) Hom. 80. ad pop.
{d) la Ps. 50. (,<?) Sess. 14. c. C. v ^
S 31 INSTRUCCIONES
prometida. Y Moyses mismo aseveró que Dios habia de ven
gar este pecado hasta en la tercera y quarta generación («).
> Nathan aseguró á David de parte de Dios que su pe
cado estaba perdonado ; y sin embargo se cumplieron en él
y en su casa todos los males que este siervo de Dios le
habia profetizado , y que debían ser el castigo de su pen
cado (¿). Y no satisfecho aun David con esto , se tomó por
íu mano grandísimas penas , implorando dias y noches la
misericordia de Dios por estas palabras ; Lavadme , Señor,
mas y mas de mi maldad , y purificadme de mi pecado, por
que yo conozco mi delito, y mi pecado está siempre contra
mí (c).
Esta penitencia de David , quien lloró su pecado por
toda su vida ; la penitencia de los Ninivitas , y su exempl©
propuesto por Jesu-Christo (d) ; la del Rey Manases (e) ; y
la de los Judíos de Betulia (/) prueban constantemente que
Dios no solamente castiga los pecados mismos que miseri
cordiosamente perdona , con los males temporales que nos
envia , sino que quiere que los castiguemos nosotros mismos
^)or medio de las obras de una digna penitencia. '
- . T' Pero aun quando estos exemplos no fuesen suficientes
para convencernos de la necesidad de la satisfacción , debe-
-rian serlo sin duda sus saludables efectos, que son los siguien
tes. i.° Las obras satisfactorias que se nos imponen en U
confesión , y aun las que nos tomamos por nosotros mismos
detienen los castigos de Dios , y las penas que nos tiene pre
paradas, como lo enseña el Apóstol (g), diciendo : Si nos
juzgásemos á nosotros mismos , no seriamos juzgados de Dios.
Mas quando somos juzgados , nos castiga el Señor como á hijos
suyos en esta vida , á fin de que nos enmendemos , y no
seamos condenados con el mundo para la eternidad.
c ■í-.i.p Las obras satisfactorias , dice el Concilio de Tren
to (¿) , curan las reliquias de los pecados , destruyen las cos-
turn
io) Exod. 31 & Num. 14 (*) 4. Reg. 11. (c) Ps. jo.
(rf) Jon. 3. Matth. 19.-41. (e) ». Paral. 33. 11.
{f) Judith 4. p. (£) 1. Cor. (i. 21. {t) Sess. 14. c 6.
Pobre el Catecismo. Parte. II. 233
lumbres viciosas, y alcanzan de Dios la gracia necesaria
para cumplir los buenos propósitos que se han hecho.
3.0 Preservan y apartan á los penitentes del pecado, y
los hacen andar mas cautos y cuidadosos en lo sucesivo.
. 4.0 Nos hacen semejantes y conformes á nuestra cabeza
Jesu-Christo en quanto él padeció , y fué tentado Por
que , como dixo San Bernardo : No cabe verse cosa mas dis
forme, que un miembro delicado debaxo de una cabeza coronada
de espinas (b¡). Y según el Apóstol : Somos juntamente herede
ros con Christo , pero si padecemos juntamente con él (c). Y en
otro lugar dice también : Si morimos con él , viviremos con él,
y si sufrimos , reynarjmos con él también (d).
y.o Las obras de penitencia son como unos testimonios
4e nuestro dolor, por los quales damos satisfacción á la Igle
sia , que está gravemente ofendida con nuestras maldades.
Pues , como dice San Agustín (e) : No desprecia el Señor el
corazón contrito y humillado : mas como muchas veces el dolor
del corazón de uno es oculto á los otros , y no llega Á noticia de
ellos ni por- palabras , ni por otras señales ; con mucha razón
determinaron los Prelados de la Iglesia eiertos tiempos de pe
nitencia , para que se 4é satisfacción á la Iglesia mismut , en la
qual se perdonan esos mismos pecados, t
6.° Y últimamente los exemplos de nuestra penitencia
instruyen prácticamente á otros , y les mueven poderosamen
te á ordenar su vida huyendo del pecado , reformando las
malas costumbres , y siguiendo la virtud. Por esto con sumo
acuerdo se observó en la Iglesia , que si alguno cometía pú
blicamente alguna maldad , se le imponía penitencia públi
ca , para que atemorizados Jos demás , evitasen los pecados
con mayor vigilancia. Y aunque algunos piensan que este
era un rigor excesivo , porque juzgan del espíritu de la
Iglesia por la relaxacioo de los últimos tiempos , sin embargo
es incontestable, que. esta, disciplina estuvo en vigor en la
' • .,; ' '-.i Jgíe-
(a) Ifebr. 9. (b) Sarro. 5. de omn. Ss- (f) Román. 9. '• '
¡ «• Jim, a. (e) la enchir. c. 6$. habet. dePqsnic. Dlít. 1. c»f,
In acttone.
Tom. IT, Gg
a 34 Instrucciones
Iglesia por el discurso de muchos siglos , y que jamas ha sido
abolida por alguna ley; y al contrario ha sido felizmente
restablecida por el Concilio de Trento , cuyo decreto dice
así ; El Apóstol advierte , que los pecadores públicos deben ser
corregidos públicamente, (¿uando alguno , pues , hubiere cometido
algún pecado en público , y á vista de muchos , de suerte que
110 haya duda que otros han sida ofendidos ¡y escandalizados , es
necesario hacerle sufrir públicamente una penitencia proporcio
nada á su delito , para que los que fueron excitados al desorden
por su exemplo , sean movidos á una vida arreglada por el tes
timonio de su enmienda. El Obispo no obstante podrá conmtitar
la penitencia pública en una secreta , quando lo ¡vagare cott-^
veniente (a).
Pero se ha de notar que el Concilio declara dos cosas,
i.° que los pecados públicos deben ser castigados pública
mente : 2.0 que deben ser castigados con una penitencia pro
porcionada á su gravedad y malicia. Y esta misma propor
ción quiere expresamente que se guarde respecto de los pe
cados secretos , imponiéndoles una penitencia correspondiente
al número y gravedad de ellos. Los Sacerdotes del Señor , di
ce el Concilio , deben (siguiendo lo que el Espíritu Santo ,y la
prudencia les dicten ) imponer satisfacciones saludables y conve
nientes , según la qualidad de las pecados, y el estado- (ó facul
tad ) de los penitentes , no sea que tratándoles con indulgencia^
é imponiéndoles satisfacciones muy ligerds por pecados conside
rables , favorezcan sus pecados , y ellos mismos se hagan cóm
plices de los pecados de otro. T deben tener presente , que la
satisfacción que- imponen no solamente pueda servir de remedio
ñ la enfermedad de los penitentes , j; de preservativa para con
servarles en su nueva vida ; sino que sea también la venganza
y castigo de- sus pecados pasados (b\
Las satisfacciones , pues, deben ser proporcionadas á la
naturaleza de los pecados , y al estado y fuerzas de los pe
nitentes. i«P A la naturaleza de los. pecados: porque hay
obras de penitencia que se pueden llamar remedios genera-
..... i ]es
{a) Séss. 14. e. 8. (b) Loe. cit.
sobre el Catecismo. Parte II. '23 5"
Ies de los pecados 5 y hay otras que son propias para ciertos
pecados. O , por mejor decir , todas las obras buenas que
se hacen en espíritu de penitencia son agradables á Dios,
y el Señor las recibe en satisfacción por nuestros pecados;
pero hay ciertas obras que dicen mas proporción con unos
pecados que con otros, como por exemplo , la limosna para
satisfacer por el pecado de avaricia ; la mortificación de la
carne para satisfacer por el pecado de impureza , &c.
Las obras de penitencia que el Confesor debe imponer,
pueden reducirse á la oración , ayuno , y limosna. Primero,
porque á estos tres géneros de satisfacción corresponden to
dos los bienes que hemos recibido de Dios , á saber , los
bienes del alma , los del cuerpo , y los que llaman de fortuna.
Lo segundo , porque son los mas convenientes para arran
car las raices de todos los pecados ; pues siendo todo lo que
hay en el mundo ó concupiscencia de la carne , ó concupiscencia
de los ojos , ó soberbia de la vida (a) , es claro que á la pri
mera se opone el ayuno, á la segunda la limosna^y la ora
ción á la tercera. Y últimamente como los ofendidos por
nuestros pecados son Dios , el próximo , y nosotros mismos,
es muy justo que aplaquemos á Dios con la oración , satis
fagamos al próximo con la limosna , y con el ayuno nos
castiguemos á nosotros mismos. Y decimos , que todas las
satisfacciones se reducen á estas , porque baxo el nombre de
oración se entienden tedas las acciones de religión, por el
ayuno todas las privaciones y mortificaciones corporales y es
pirituales , y por la limosna todas las obras de misericor
dia que se exercen con el próximo de qualquier naturaleza
que sean. Ni es necesario que busquemos por nosotros mis
mos todas las satisfacciones, pues la bondad y liberalidad
de Dios es tan grande , dice el Concilio de Trento, que po
demos satisfacer por Jesu-Christo á Dios Padre no solamente
con las penas que abrazamos por nosotros mismos para castigar
el pecado , y por las que nos son impuestas por el Sacerdote , se
gún la medida de nuestras faltas , sino también (y es la mayor-
de-
(«) x. Joan. a.
Ggi
236 Instrucciones i..-
demostración del amor de Dios ) con las aflicciones temporales^
que el Señor nos envía , y nosotros sufrimos con paciencia (a).
2i° La satisfacción debe ser también proporcionada ai
estado de los penitentes , y no se les debe imponer peniten
cias que excedan sus fuerzas corporales , ó el grado de vir
tud á que Dios les hubiere elevado, sobre cuyo fundamento
decide Santo Tomas < Que el Sacerdote que impone al penitente
una penitencia menor que la que merecen sus pecadas , no siempre
peca ; ya porque no puede conocer justamente la proporción de
la penitencia con los pecados , aunque pueda determinar alguna
cosa en consideración á las reglas de los Padres \ ya porque im
poniendo con designio una penitencia menor que lo que es nece
saria , lejos de dañar al penitente , consulta en esto- mismo á su
mayor bien , pues la debilidad de las fuerzas que ha recobrado,
podría impedirle el practicar una penitencia mas rigurosa , y
así el Confesor para evitar un mal mayor , sufre el menor á fia
de que fortaleciéndose poco á poco en el amor de Dios , se ex
cite á practicar las penitencias que el Sacerdote debería ha
berle impuesto , según el número y qualidad de sus pecados
Pero la falta de fuerzas no parece que debe excusar al
pecador de sufrir á lo menos la penitencia de los justosj
porque no hay justo alguno que no esté obligado á tener una
vida mortificada , y privarse de muchas cosas lícitas para
satisfacer por sus pecados , por lo qual dice el Concilio de
Trento : Que toda la vida christiana debe ser una perpetua pe
nitencia (c). Y de aquí es que los Confesores no deben llevar
tan léjOs su condescendencia con los penitentes , que des-
truyan los saludables fines de la satisfacción sacramental,
la qual , según hemos visto en el Concilio , ha sido instituida
para castigar los pecados pasados ; para preservar al peca
dor de las recaidas , y para asegurar su curación ; y así
toda penitencia que no 'se ordene por sí misma á estos fines,
no es según el órden de Dios, ni según el espíritu de la
Iglesia.
Con
tó) Sess. 14. c. 9V(¿) S.Thom. ia 4. dist. ao. q. i.a. 1. qula. 3. ad 3.,
(c) Stss. 14. De extrem. unct.
sobre ei Catecismo. Parte II. »37
Consideren pues los Confesores , si el rezar el rosario,
el visitar los airares, y otras penitencias semejantes que es-,
tan en uso, podrán servir para hacer conocer al pecador la
gravedad de sus faltas ; para castigar dignamente unos pecados
que merecen el infierno para contener al pecador como con un
freno , y hacerle mas cauto y cuidadoso en lo sucesivo ; y últi- ,
mámente para fortalecer sus santos propósitos i y en. atención
á esto no podrán menos de arreglar ks penitencias al nú
mero y gravedad de los pecados , si no quieren abusar de
su ministerio , y privar á los fieles de los abundantes frutos,
que podrian sacar de sus satisfacciones.
San Cárlos Borromeo suscitado por Dios para hacer re
vivir el antiguo espíritu de la .Iglesia en sus Ministros, di
rigió á los Confesores de su Diócesi las mas sabias instruc
ciones , en donde insiste sobre la necesidad de imponer pe
nitencias saludables , con proporción, al número y qualidad
de los pecados ; y añadió á ellas una recolección de los Cá
nones Penitenciales formados por los, Santos Padres en los Con
cilios , y practicados en la Iglesia par mas de mil años , á fin
de que sirviesen como de reglas para la imposición de las sa
tisfacciones debidas á los pecados (a). Y en el prefacio de
esta recolección se explica el Santo en estos términos : Los
Padres , dice , han enseñado, que el conocimiento y noticia de
los Cánones Penitenciales es muy necesario á los Sacerdotes que
oyen las confesiones de los penitentes. Porque si todo lo que con
cierne al modo de hacer penitencia , debe ser arreglado y me
dido no solamente por la prudencia y la piedad , sino también
por la justicia , es cierto que deben servir de regla los Cánones
Penitenciales , los quales han sido formados para ilustrar y di
rigir á los Confesores , quando se trata de conocer bien la gra
vedad del pecado cometido , y de imponer al pecador una peni
tencia verdadera y proporcionada á la naturaleza de su pecada;
de suerte que después de haber pesado con atención la gravedad
de la falta , la condición del penitente , su edad , el dolor de su
corazón , arreglen con una sabia discreción , y prudencia chris-
tia-
(o) Carta circ. de la Asambl. del Cler. de Frase, año de
2j8 Instrucciones
tiarm las obras de penitencia que deben imponer para Ja satisfac
ción de sh pecado.
¿Y qué deberá hacer el penitente si el Confesor ó por
ignorancia, ó por condescendencia le impone una penitencia
leve por pecados graves ? El Autor del sermón de San An
drés inserto en las obras de San Bernardo, responde á esta
pregunta , diciendo : No te lisongees si habiendo pecado gra
vemente , el Confesor ' d por ignorancia , ó por indulgencia te
impone penitencias leves , <?« atención á que el purgatorio su
plirá lo que falta á tu penitencia. Dios pide de ti frutos dig
nos de penitencia , y el que te ha aconsejado mal , no huirá de
sus manos : pero la razón que debe presidir á tu conducta , te
enseña que debes- abstenerte otro tanto de las cosas lícitas , quanto
te acordares que has cometido otras ilícitas {a). Y á la ver
dad , si la contrición fuere verdadera , no dexará de con
ducir al pecador á hacer una penitencia proporcionada á sus
pecados. Y por esto quiere expresamente San Gregorio
que se juzgue de la contrición por la satisfacción. Entonces,
dice , creemos que el pecador está bien convertido , quando tra
baja eficazmente en borrar por medio de una penitencia austera
y proporcionada lo que ha confesado con la boca : las palabras de
la confesión son hojas , y las hojas no se desean por si mismas,
sino por los frutos : y así no se recibe la confesión de los peca
dos , sino para que se la siga la penitencia. T por tanto viendo
el Señor un árbol cargado de hojas , y estéril de fru^o , le mal-
dixo , porque no aprueba el adorno exterior de la confesión sin el
fruto de la penitencia. Es pues visible que la omisión de una
penitencia proporcionada en el que ha pecado gravemente,
aunque no sea impuesta por el Confesor es muy peligrosa,
por no decir mas ; y para hacérnoslo comprehend-T , nos
propone el Evangelio la terrible parábola de una casi vacia,
pero barrida , adonde vuelve el demonio con otros siete es
píritus peores que él : porque esta casa es el alma purifi
cada y limpia por la penitencia, pero vacía de frutos de pe-
ni-
(a) N. g. (b) Lib. 6. i o 1. Reg. c. ». S. Greg. Nazian. orat. 39.
Vid. S. Aug. siroi. ¿8. de temp. Hieron. in cap. 1. Lament.
sobre el Catecismo. Parte II. 239-
nitencia , y debiendo estos contenerla como con un freno,
según la expresión del Concilio , para que no se deslice en
el pecado , es de temer que sin este socorro se precipite de
nuevo en el abismo de la maldad , y atrayga á sí al de
monio , para que su último estado sea peor que el prime
ro (a).
Esforcémonos ya á hacer una penitencia proporcionada
á nuestras culpas , y sea tal nuestra caridad , que podamos
aplicar nuestras satisfacciones á los demás fieles. Pues aun
que ninguno puede dolerse , ni confesarse por otro , la in
mensa bondad y clemencia de Dios ha concedido á la fra
gilidad humana , el que pueda uno satisfacer por otro, para
que de esta suerte vengan á llevar unos las cargas de otros,
como dice el Apóstol Porque siendo todos miembros de
un mismo cuerpo que es Christo , así como un miembro del
cuerpo natural no se mueve solamente para sí, sino tam
bién en utilidad de todos los miembros ,' así también debe
mos tener por comunes á todos los fieles todas las satisfac
ciones , y buenas obras que se hacen en la Iglesia.
A la satisfacción á Dios se ha de juntar la satisfacción
que se debe al próximo , según la injuria que se le haya
hecho. Pero se puede injuriar al próximo ó en su persona
con insultos y malos tratamientos,; 6" pnr su honor , con mur
muraciones y calumnias y ó «n sus bienes usurpándolos in
justamente. Ninguno pues debe ser absuelto sin que primero
dé á su próximo una satisfacción proporcionada restituyén-f
dolé su honor ó sus bienes ; y se le ha de inculcar muchas
veces aquello del Apóstol : El qíi&.hurtaba , no hurte ya, y en
lugar de estar ocioso, apliqúese? Á 'álgun oficio honesto , para que
tenga con que socorrerse á sí , y al que padece necesidad (c).
. - .- . i- ■ . - J
• . . : ■ ■ ... i iv¡"' i ' w ■ . ¡ .
(af. Matth. 1a. 44. (£) Galat. 6. (c) Ephes. 4. a 8.
:\.¡.ó 1' •■ ') '• ■ ' . i--"1! •• ':. ■ -i
De
a^o •'" Instrucciones . '.•■■«
■■ • .' ' » v ■■ . I '
. . §. VIIL
■| ■ .
De la absolución de los pecados.
8- IX Y
§• L
$• II.
§. iv, - •
(a) Vid. Conc. Trid. Sest. 14. c. 3. S. Greg. hom. 39. la Erang. 8c S.
Ephrcn. Tract. /* ees qui dormier. .. »_ ; .» 1 . ' I . .
íOBRp ee Cat?gmmo, Parí? II, %6>f
tratados algún día de la misma manera que ellos tratan á
otros quando se vieren en las mismas circunstancias, '
§. V.
- ■ ■ ■ . .1
De las ceremonias edificantes con que se administraba antigua*
mente el Sacramento de la Extremaunción.
§. VI.
r $• VIL
t
De las enfermedades : y cómo pueden ser útiles á los ebristianos.
1
sobre el Catecismo. Parte II. 1.7 r
mismos objetos que le movian mas vivamente en la salud:
ya no tiene gusto ni inclinación á los placeres : y el pen
samiento de la muerte, y de dexar la vida y todo lo que
la hace amable , le es natural y casi indispensable entonces:
y de consiguiente la enfermedad pone al hombre en estado
de unirse con Dios por un amor mas puro y mas perfecto.
III. Como la soberana y asimismo la única regla del
christiano es la voluntad de Dios , ninguna cosa puede con
solarle mas , que el saber , sin poder dudarlo , que se halla
en el estado en que Dios le quiere. Nosotros jamas pode
mos estar asegurados de estar en el estado y situación en
que Dios nos quiere , sino en la enfermedad. Comunmente
no podemos saber si nuestra propia voluntad , nuestro in
terés , nuestra propia satisfacción han tenido parte en los
procedimientos y resoluciones que hacemos en la salud, y
sí solo la voluntad de Dios ha arreglado nuestras acciones.
Pero ninguna incertidumbre hay sobre esto en la enferme
dad. El lecho en que nos postra la enfermedad es segura
mente el puesto en que nos ha colocado la voluntad de Dios:
y esta debe ser la consideración freqüente de un enfermo
para hallar su consuelo en Dios. -. .
IV. La enfermedad nos hace muy particularmente seme
jantes á Jesu-Christo crucificado. Un enfermo vive en los
dolores como Jesu-Christo ; su lecho es la Cruz á que está
unido por la voluntad de Dios ; la enfermedad es , como
la pasión del Salvador , la execucion de un decreto de la
Justicia de Dios , y un efecto de su misericordia. Jesu-Christo
fué herido por el Padre , porque llevaba sobre sí los peca
dos del mundo : pero los golpes que la Divina Justicia des
cargaba sobre él eran el remedio y pena del pecado. A este
modo el christiano enfermo es herido porque es pecador,
pero sus dolores son la pena y la satisfacción de sus pe
cados.
V. Mas no hay mayor consuelo que ser semejante á Jesu-
Christo en sus dolores , unirse íntimamente á él por la par
ticipación de sus sufrimientos , y estar en la cruz no so
lamente como Jesu-Christo , sino también con él j pues de
es
<xji Instrucciones
esta suerte participa de sus méritos , y hace de sí misma
un sacrificio agradable á Dios , cuya consumación es la
muerte.
\
sobre el Catecismo. Parte II. itjf
sé, si en la enfermedad es comunmente mas' seguro, para- la,
salvación, el que en alguna manera desaparezca este temor
para substituir en su lugar la confianza en la misericordia de
Dios. Temamos enhorabuena al Dios justo y terrible , quando
tenemos salud, para que este temor nos haga humildes, cuida
dosos, y aplicados á evitar el mal, y obrar el bien; mas quando
nos hallaremos peligrosamente enfermos , ocupémonos princi-
palísimamente en contemplar la misericordia infinita de Dios,
y arrojémonos en sus brazos con una confianza sin límites.
XI. El christiano que vive en el pensamiento continuo de
su última hora, no espera á la enfermedad para hacer su tes
tamento. Pero en qualquier tiempo que le haga , debe acordar
se , que su testamento debe ser la consumación, y no como su
cede ordinariamente, el principio de sus buenas obras. Y pro
cure mirar como una obligación de religión y justicia el no
Olvidarse de sus domésticos, y sobre todo de los que le han
servido mucho tiempo.
XII. Es permitido desear y pedir á Dios la salud; pero sin
inquietud ni empeño. La primera obligación que debe ocupar-
ños , es el buen u>o de la enfermedad que Dios nos envia : y
no debemos pedir la salud , sino con el mismo espíritu que la
Iglesia la pide para nosotros , y como Jesu-Christo pidió que
pasase de él Su cáliz doloroso : Hágase tu voluntad, y no la
mia (o).
XIII. Digamos una palabra de la convalecencia. Este esta
do, que viene á ser un medio entre la salud y enfermedad, y
es el tránsito de una á otra, es un escollo para muchos. Baxo
el pretexto que debemos entonces concedernos muchos alivios,
creemos permitido todo lo que deseamos, y porque no pode
mos cumplir todas nuestras obligaciones, nos creemos dispen
sados de todas. Pero debemos acordarnos que en todos tiem
pos somos christianos y penitentes , y que por consiguiente,
i .° nada que sea contrario á la ley de Dios y del Evangelio,
nos es permitido en la convalecencia , lo mismo que en qual
quier otro estado. 2.0 No estamos dispensados en la convale-
cen-
(«) Luc. 14. 4a.
Mm 2
176 Instrucciones
cencía de las obligaciones compatibles con este estado. Ninguna
cosa nos impide orar con freqüencia, dar gracias á Dios, unir
nuestras oraciones á las de la Iglesia , y especialmente al
Santo Sacrificio , aun^quando no podamos salir de casa ; te
mer el mal uso de la salud que Dios nos concede por su bon
dad , meditando muchas veces lo que dixo Jesu-Cbristo al
Paralitico; Ve ahí, que ya estás sano, no peques mas en lo sucesi
vo , no sea que te suceda alguna cosa peor (<j),
§• I.
(a) S. Aug. in Ps. 106. v. ia. (6) Math. 9. 38. Vid. S. Hier.
ia c. 9. Math. ' i
Instrucciones
§. H.
§. III.
S. IV.
- . - •■ $. "W * ■
$• VI.-
s. VII.
J. De la necesidad de la vocación.
I
sobre el Catecismo. Parte II. 309
Espíritu Eclesiástico.
INSTRUCCION IX.
$. L
$.m.
(a) S. Max. hotn. r. fn Enlph. vid. S. Cyril. ta Joan. 1. aa. et «3.
etiam 1, a, et ep. id Nest. c. 16. (b) S. Ambr. ep. «4. S. Aug. tract. 9.
injoaa. et aerm. 41. de temr». S. Epiph. bxres. 67. vid. Tertul. 1. a.
aduch. S. Ambr. ep. ip. ad Vigíl. et i. 1. de Abrah. c. 7. tnoe. I. tp.
ad Prot. 9. S, Aug. t. de bou. can j. c. 16. et 44. (í) Sesa. ij. J
Conc. Flor. ses*. 7. cao. 1. (e) Sesa. 94. c. 1. (/) lo Bul. ínter
cunetas, {g) la Lutruct. Armen. ■ «
Tom. 11. . Xx
Instrucciones
§. ra.
S- IV.
§.v.
(o) 1. Cor. f. 4. : (*) VkI. S! Bfer. lib< 1. cont. Jovin¿
(c) Ephes. 5. a¿. (</) u Cor. 7.
3 jo '¡iNSTRucaoxes
V, .
§. VI.
ta) C. udíc. de Sponsal. & C. lúa «oí de Sponsal. (b) Declar. Congr.
Conc. an. 1^58. (c) Trid. ses. 44. {d) Cap. Requislsti. ¿3. q. 1. a.
*. Cap. Fraternttatis de frig. 8c malef. a. ó. (*) Trid. Sess. 24, Syaod»
j 6o . Instrucciones
Tales son los impedimentos del matrimonio de que deben
tener noticia todos los fieles. Mas porque se puede obtener
dispensa aun de algunos de aquellos que anulan el matri
monio , quales son el parentesco y la afinidad , y contraerle
después válida y lícitamente , es muy importante que se
haga reflexión sobre las reglas y observaciones siguientes,
para no apartarse jamas del espíritu de la Iglesia.
■ r„ t. $.. VIII. ¡ :*
$.IX.
iobre el Catecismo. Parte II. 37/
• * x~ - •
$. XI.
* 1
Sí se debe aconsejar á algunos el matrimonio.