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arquetípicas de las letras helenas, Edipo Rey, hemos de centrarnos en un aspecto especifico:
virtudes relevantes, pero por haber matado a su padre y haberse casado con su madre, es una
criatura aborrecida por los dioses y debe ser por ello castigado. En este sentido, creemos
el que su sello guarda distancia respecto a la areté arcaica de la figura del héroe, depositario
del kálos kagathós, si no, más bien, un heroísmo donde su fuerza moral destaca por la
búsqueda de la justicia o diké, impulsada en las averiguaciones de Edipo en torno a las causas
de los males cernidos sobre Tebas. Edipo está dispuesto a castigar al que en Tebas cometió
hybris y atrajo la peste, por eso este acto heroico de investigación, en el que él mismo se
compromete, deja, no obstante, inmutables a los dioses, que al final tampoco amparan a
Edipo, preguntándonos si no fue un acto justo la búsqueda de la verdad, más allá de sus
lo suficiente para que los dioses lo protejan; cuando Yocasta dice “¿Por qué había de tener
un hombre en quien mandan las circunstancias de su destino y cuya previsión no es clara en
nada? […] Tú no tengas miedo a los noviazgos con tu madre, pues, en este sentido, ya
como injusto, aunque sí difamante, razón de su suicidio. ¿Pero, es posible que los dioses
envidien a un ser tan pobre como el hombre? A los dioses olímpicos les duele que nos
de expiar Edipo? O más claramente, ¿es culpable Edipo? Ciertamente, la primera decisión de
Edipo, después de ser aclamado como sabio, fue reconocer las limitaciones humanas,
cumpliendo con la virtud de la mesura (sofrosine), envió a Creonte a consultar a Apolo; pero,
tras la respuesta, Edipo hace, con buena intención, un ejercicio especulativo, una
investigación por justicia que le es impropia, cae en una hybris intelectual: en vez de haber
consultado a los dioses qué debía hacer en ese momento, se cree capaz de seguir resolviendo
enigmas, olvidó que antes que él, Ulises, en un caso similar, hizo otra cosa, atendió a las
de poder controlar intelectualmente la realidad, Edipo, rayando una dimensión más auténtica
que la experiencia del dolor, se convierte en modelo de un heroísmo totalmente humano, que
vida del hombre. La verdadera tragedia se origina de la tensión entre los oscuros poderes
incontrolables a los que el hombre está entregado, y la voluntad de éste para luchar y oponerse
a ellos, una lucha generalmente infructuosa, pero luchar contra el destino es el mandato de la
existencia humana.
BIBLIOGRAFÍA
Bowra, Cecil Maurice. “La perspectiva trágica”. Introducción a la literatura griega. Trad.
Sófocles. “Edipo Rey”. Tragedias Completas. Trad. José Vara Donado. España: Ediciones
Cátedra, 2007.