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Universidad Alberto Hurtado

Facultad de Filosofía y Humanidades


Departamento de Historia
Curso Literatura Antigua/Sec. 1
Prof. Mauricio Gómez Valdovinos
Patricio Hidalgo Hidalgo
18/06/2019.-

III° INFORME DE LECTURA


I NTERPRETACIÓN Y A NÁLISIS

Frente el valor literario y los aspectos estructurantes de una de las tragedias

arquetípicas de las letras helenas, Edipo Rey, hemos de centrarnos en un aspecto especifico:

Tal y como lo menciona C. M. Bowra, es el Edipo de Sófocles una figura destacada, de

virtudes relevantes, pero por haber matado a su padre y haberse casado con su madre, es una

criatura aborrecida por los dioses y debe ser por ello castigado. En este sentido, creemos

oponernos a tal consideración, puesto que advertimos la surgencia de un tipo de heroísmo en

el que su sello guarda distancia respecto a la areté arcaica de la figura del héroe, depositario

del kálos kagathós, si no, más bien, un heroísmo donde su fuerza moral destaca por la

búsqueda de la justicia o diké, impulsada en las averiguaciones de Edipo en torno a las causas

de los males cernidos sobre Tebas. Edipo está dispuesto a castigar al que en Tebas cometió

hybris y atrajo la peste, por eso este acto heroico de investigación, en el que él mismo se

compromete, deja, no obstante, inmutables a los dioses, que al final tampoco amparan a

Edipo, preguntándonos si no fue un acto justo la búsqueda de la verdad, más allá de sus

consecuencias (advertidas o no).

Edipo, mediante su investigación, está introduciendo ya una noción de diké, pero no

lo suficiente para que los dioses lo protejan; cuando Yocasta dice “¿Por qué había de tener
un hombre en quien mandan las circunstancias de su destino y cuya previsión no es clara en

nada? […] Tú no tengas miedo a los noviazgos con tu madre, pues, en este sentido, ya

infinidad de mortales se acostaron en sueños con su madre” (240), es sincera, no ve aquello

como injusto, aunque sí difamante, razón de su suicidio. ¿Pero, es posible que los dioses

envidien a un ser tan pobre como el hombre? A los dioses olímpicos les duele que nos

levantemos sobre nuestra mortalidad, eso es prerrogativa de ellos; la felicidad y el éxito de

los hombres a veces nos hace arrogantes.

Frente a lo anterior nos llevamos a preguntar, nuevamente, ¿qué crimen es el que ha

de expiar Edipo? O más claramente, ¿es culpable Edipo? Ciertamente, la primera decisión de

Edipo, después de ser aclamado como sabio, fue reconocer las limitaciones humanas,

cumpliendo con la virtud de la mesura (sofrosine), envió a Creonte a consultar a Apolo; pero,

tras la respuesta, Edipo hace, con buena intención, un ejercicio especulativo, una

investigación por justicia que le es impropia, cae en una hybris intelectual: en vez de haber

consultado a los dioses qué debía hacer en ese momento, se cree capaz de seguir resolviendo

enigmas, olvidó que antes que él, Ulises, en un caso similar, hizo otra cosa, atendió a las

admoniciones divinas, y salió triunfante.

De esta manera, el heroísmo de Edipo radica pues en la lucha desigual emprendida

por Edipo, condenado de antemano al fracaso que significa precisamente la victoria

representada por las investigaciones de Edipo. Perdida la seguridad política y la presunción

de poder controlar intelectualmente la realidad, Edipo, rayando una dimensión más auténtica

que la experiencia del dolor, se convierte en modelo de un heroísmo totalmente humano, que

es sobre todo consciente de la precariedad y del sufrimiento como realidad ineludible de la

vida del hombre. La verdadera tragedia se origina de la tensión entre los oscuros poderes
incontrolables a los que el hombre está entregado, y la voluntad de éste para luchar y oponerse

a ellos, una lucha generalmente infructuosa, pero luchar contra el destino es el mandato de la

existencia humana.

BIBLIOGRAFÍA

Bowra, Cecil Maurice. “La perspectiva trágica”. Introducción a la literatura griega. Trad.

Luis Gil. España, Editorial Gredos, 2007.

Sófocles. “Edipo Rey”. Tragedias Completas. Trad. José Vara Donado. España: Ediciones

Cátedra, 2007.

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