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Asociacion de Historia Contemporanea

Marcial Pons Ediciones de Historia

Milicias, ciudadanía y revolución: el ocaso de una tradición política. Argentina, 1880


Author(s): Hilda Sabato
Source: Ayer, No. 70, Política y culturas políticas en América Latina (2008), pp. 93-114
Published by: Asociacion de Historia Contemporanea and Marcial Pons Ediciones de Historia
Stable URL: http://www.jstor.org/stable/41320070 .
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Ayer70/2008
(2): 93-114 ISSN: 1134-2277

Milicias , ciudadanía y revolución:


el ocaso de una tradición política.

Argentina, 1880

Hilda Sabato
Universidad
deBuenosAires
CONICET

Resumen:Se estudianlos conflictos violentosacaecidosen BuenosAiresa


raízde la elecciónde presidente de la RepúblicaArgentina en 1880.Este
episodio marca un momento decisivo en la historia
de la tan-
Argentina,
to en términos políticoscomoen la consolidación del Estadonacional.
La perspectiva analíticase centraen el examende la miliciaysu signifi-
cadoenla vidapolíticade la segundamitaddelsigloXIX.Particularmen-
te,se realizaunareflexión sobrelasmiliciasen relaciónconla institución
de la ciudadanía,la prácticade la revolución ylas disputasen tornoa las
formas de entender el Estado.
Palabrasclave: Argentina, conflictosen 1880,milicias, revolución.
In thisarticlewe studytheviolentconflicts
Abstract: takingplaceinBuenos
Airesas the resultof the electionof the presidentof the Argentine
Republicin 1880. This eventmarksa keymomentin the history of
Argentina,bothinpoliticaltermsandinthenationalStateconsolidation.
Analyticalperspectivefocuseson thestudyofthemilitia anditsmeaning
inthesecondhalfofthe19thcentury politicallife.Especially,
we reflect
onmilitiainconnection withtheinstitution
ofcitizenship, withtheprac-
ticeofrevolutionandwiththedisputesaroundthewaysofunderstand-
ingtheState.
Keywords : Argentina, in 1880,militia,
conflicts revolution.

En el año 1880 los argentinosdebían elegirpresidentede la Repú-


blica. Trasvariosmesesde disputasynegociacionesen tornoa las can-
didaturas,dos nombresquedaronen firme,los de JulioA. Roca yCar-

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, ciudadanía
yrevolución

los Tejedorl. Roca era ministrode Guerraen el gabinetenacional,un


joven pero ya prestigiosogeneralde ejércitocon importantes contac-
tos políticosy militaresen las provinciasdel interiordel país. Su can-
didaturapor el PartidoAutonomistacontaba con el apoyo de esa red
informal ycon la veniaoficialdel presidenteAvellaneda(1874-1880)2.
Tejedor, cambio,era apenas un gobernador,pero lo era de la pro-
en
vinciamás rica e influyente, Buenos Aires.Juristade renombre,con
experienciaen gestiónestatal,había sido nominadopor una coali-
la
ción que incluíaantiguosrivales,pues reuníaal PartidoNacionalistay
a sectoresdel autonomismoque no apoyabana Roca. Los meses que
siguierona la presentaciónde candidatos fueronturbulentos.La
disputainvolucróno sólo las movilizacioneshabitualesen tiemposde
elección,sino tambiénconflictosviolentosen varioslugaresdel país y
una últimaconfrontación armadaen Buenos Aires3.
1Esteartículo sebasaparcialmente enponenciaspresentadas yenloscomentarios
recibidos enelEncuentro delaRedInternacional deEstudios Comparados enHisto-
riaEuropa-América Latina,«MarcBloch», organizadoporel Centro Cultural de la
Universidad Nacional delCentro, Tandil, mayode2006(a publicarse) yenla confe-
renciasobre«Citizenship, Revolutions, andPolitical
Violence intheFormation ofthe
LatinAmerican Republics»,Stanford abrilde 2007.Formapartede los
University,
resultados deunainvestigación encursoquecuenta conapoyodela Universidad de
Buenos Aires (programa UBACyT), delCONICETydelFONCYT/ANPCYT (PICT
13934, 2004)deArgentina. Enlabúsqueda, yrecolección
selección deinformación he
contado conlacolaboración invalorable deGraciela
Bonet yJuan JoséSantos.
LosPartidos Autonomista yNacionalista surgieronenBuenos Airesdela esci-
sión,a lolargodela décadade 1860,delgrupo quehabíaalcanzado elpoderpolítico
enlaprovincia dela caídadeRosas(1852).
3 Sobrelosluego
sucesosde 1880véanse, entre BOTANA,
otros, N El orden conserva-
dor.La política argentinaentre 1880y 1916,BuenosAires, Sudamericana, 1977;y
«1880:la federalizacióndeBuenos Aires», enFERRARI,G.,yGALLO, E. (comps.):La
Argentina del80 al Centenario, BuenosAires, Sudamericana, 1980;BOTANA, N.,y
GALLO, е.: De la república
posible verdadera
a la república (1880-1910),Buenos Aires,
Ariel,1997;GalÍNDEZ, В.:Historia política La revolución
argentina. del80,Buenos
Aires,Imprenta ycasaeditora «Coni»,1945;HalperinDonghi,T.:Proyecto ycons-
truccióndeunanación (Argentina 1846-1880),Caracas,Biblioteca deAyacucho,1980;
Heras,С.: «Presidencia de Avellaneda», enACADEMIA NACIONAL DELAHISTORIA,
Historia argentina contemporánea, vol.1,Buenos Aires,1965;OSZLAK, O.: Laforma-
cióndelEstadoargentino. Orden, progresoy organización nacional,BuenosAires,
Editorial de Belgrano, 1982;ROSA, J.M.: HistoriaArgentina, t. VIII, El régimen
(1878-1895), Buenos Aires,Ed.Juan CarlosGranda, 1969;RuizMORENO, I.:Lafede-
ralización de Buenos Aires,BuenosAires,1986;SABATO, H.: «Violencia política y
república: representaciones de la Revolución de 1880enBuenosAires.Unensayo
deinterpretación», enGAYOL, S.,yMADERO, M. (eds.):Historiacultural.Propuestas

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A poco de iniciadala carreraelectoral,a mediados de 1879, Teje-


dor anunció que su provinciano aceptaríala imposiciónde una can-
didatura «gubernativa»y que iniciaría la «resistencia». Convocó,
entonces,a la Guardia Nacional a ejerciciosdoctrinales.El gobierno
nacional respondió de inmediato:las provinciasno teníanpotestad
para movilizarla Guardia, que reclutabaciudadanos pero servíade
reservaa las fuerzasregularesy debía respondera éstas. El goberna-
dor,sin embargo,insistíaen sus prerrogativas. Además, decidía ape-
lar a la población civilpara que se agruparaen tornoa los cuerposde
voluntarios.Cientos,luego miles,de hombresrespondieronuniéndo-
se a las flamantes«sociedades de tiro».La tensióncrecía,mientraslas
negociacionesentrelos candidatosfracasabanuna yotravez. Cuando
la candidaturade Roca triunfóen el terrenoelectoral,los porteños
impugnaronel resultado,intensificaron la movilizacióncívica y mili-
tary acusaronal gobiernonacionalde mancillarsus libertadesy dere-
chos ciudadanos. Este, por su parte,rechazabalas acusacionesy con-
centrabaregimientos del ejércitoen las cercaníasde la ciudad. Hasta
que se produjo choque. El 20 y 21 de junio de 1880 las fuerzas
el
nacionalesy las de las miliciasde Buenos Airesse enfrentaron en dos
batallassangrientas.Al día siguiente,los dos bandos proclamabansu
victoria,pero muyprontoel resultadofinalestuvoclaro: el gobierno
nacionalcon su ejércitoprofesionalhabía triunfado.
Este episodio ha sido contadoy analizado desde entoncespor his-
toriadoresy ensayistascon lentesy estilosdiversos.Todos coinciden,
sinembargo,en considerarque marcaun momentodecisivoen la his-
toriade la Argentina.Una consecuenciainmediatay de largo alcance
- la federalizaciónde la ciudad de Buenos Aires,separada de la pro-
vinciay convertidaen capitalde la República- condensa mejorque
ningunaotra el sentidode lo que había ocurrido:el Estado nacional
triunfabasobrela últimaprovinciacon arrestosde autonomíayforta-
lecía decisivamentesu organizacióny sus instituciones.Además, en
términospolíticos,un nuevo régimenlograbaimponerse,prometien-
do poner fina la gimnasiapartidariapropia de los años anterioresy
traer«paz y administración».Era la consignaadecuada para aprove-

teóricas
y aproximaciones , BuenosAires,
empirica UNGS-Prometeo, enprensa;
SA-
NUCCI,L. E. M.:La renovación de 1880
presidencial , La Plata,Universidad
Nacional
deLa Plata,SerieMonografías
yTesis,IV,1955;YablÓN, A.:Patronage,
Corruption,
andPoliticalCulture
inBuenos
Aires,
Argentina,1880-1916,Tesisdedoctorado,
Uni-
ofIllinois
versity atUrbana-Champaign,
2003.

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char al máximolas oportunidadesque brindabauna crecienteinser-


ción en el mercadomundial,para garantizarel proceso de acumula-
ción económicoy para atraerinmigrantes y capitales.Se inauguraba,
a continuación,una etapa de crecimientoy expansióninéditos.
Una de las leyesfundamentales sancionadapor los vencedoresfue
la de prohibira las provinciasla convocatoriade las milicias,subordi-
nando de esta formala Guardia Nacional al gobiernocentral.Este
desenlace en el terrenomilitarha sido considerado como el último
paso en el camino progresivoy previsiblede la consolidación del
Estado, proceso asociado al fortalecimiento del ejércitoy al monopo-
lio de la fuerzapor partede la autoridadnacional.Dentro de ese mar-
co interpretativo,la medida adoptada tan sólo confirmaun resultado
predecibley planteapocas preguntassobre aquello que quedó atrás.
De esta manera,mientrasel ejércitoha ocupado un lugarimportante
en las narrativasdel periodo,la miliciase ha consideradoapenas una
formasubordinada y residual de organizaciónmilitar,destinada a
desaparecer,y ha recibido,por lo tanto,escasa atenciónpor partede
los estudiosos.
En los últimosaños, sin embargo,esta situaciónha comenzado a
cambiary el temade las miliciasse ha convertidoen materiade inte-
rrogacióny debate para la historiapolítica de AméricaLatina4. En
4 Sobremilicias nacionalesenAmérica Latina(conexcepción de la
yguardias
Argentina)véanse, entreotros,MURILLO DECARVALHO, J.: «Dimensiones dela ciuda-
daníaenelBrasil delsigloXIX», enSABATO, H. (coord.):Ciudadanía yforma-
política
cióndelasnaciones. históricas
Perspectivas deAmérica Latina ,México, Fideicomisode
Historia de lasAméricas de El Colegiode MéxicoyFondode Cultura Económica,
1999;Chust,M.:«Armed TheCivicMilitia
Citizens: intheOrigins oftheMexican
National State,1812-1827», enRodríguez, J.E. (ed.):TheDivineCharter Constitu-
tionalismandLiberalism inNineteenth-Century México, Oxford, Rowman andLittle-
fieldPublishers, 2005;Jacobsen, N., y DÍEZHurtado,A.: «De Sambambé a la
"Comuna deChalaco". La multivocalidad demontoneros piuranosduranteeltardío
sigloXIX», Revista Andina, 37 (2003);Kraay,H.: Race,StateandArmed Forces in
Independence-Era Brazil.Bahia,1790s-1840s,Stanford, Stanford UniversityPress,
2001;HÉBRARD, V.:«¿Patricio
o soldado:que"uniforme" paraelciudadano? Elhom-
brede armasen la construcción de la nación(Venezuela, primera mitaddel
sigloXIX)»,Revista deIndias,225,(2002);IRUROZQUI, M.:«Elbautismo dela violen-
cia.Indígenas enlarevolución
patriotas de1870enBolivia», enMALAMUD, С.,yDar-
dé,C. (eds.):Violencia
ylegitimidad. yrevoluciones
Política enEspaña yAmérica Lati-
na,1840-1910, Santander,UniversidaddeCantabria, 2004;MALLON, F.:Campesino y
nación.La construccióndeMéxico yPerúposcoloniales,México, 2003(edición
Ciesas,
originaleninglés de 1995);McEVOY, C.:La utopía republicana. yrealidades
Ideales en
laformación dela cultura
políticaperuana(1871-1919), Lima,Pontificia Universidad

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sintoníacon este climahistoriográfico, me propongoreflexionar aquí


sobre el papel de las miliciasen la vida política de la segunda mitad
del sigloXIX,en relacióntantocon la instituciónde la ciudadanía y la
prácticade la revolución,como con las disputasen tornoa las formas
de entenderel Estado. Pondré el foco en los sucesos de 1880 en Bue-
nos Aires,momentode intensasdisputasretóricasen tornoal ciuda-
dano en armasy al derechode resistenciaal despotismoasí como de
confrontaciónmaterialefectivaentrelas miliciaslocales y el ejército
nacional. Después de un breve recorridopor la historiade las mili-
cias, volveréa 1880, cuando se enfrentaron no sólo dos fuerzas,sino
tambiéndos formasdiferentes de concebirla organizaciónmilitaryla
naturalezadel poder del Estado.

Las milicias5

La caída del imperioespañol inauguróun largoperiodo de expe-


rimentaciónpolíticaen Hispanoamérica.La adopción casi inmediata

CatólicadelPerú,1997;Alda MejÍAS, S.:«El derecho deelección ydeinsurrección


en Centroamérica. Las revoluciones comomediode garantizar eleccioneslibres,
1838-1872», enMalamud, С.,yDardé,С. (eds.):Violencia op.cit.;
ylegitimidad...,
MÉNDEZ, С.: ThePlebeian Republic.TheHuantaRebellion andtheMaking ofthe
Peruvian State,Î820-Î850,Durham, DukeUniversity Press,2005;PeraltaRuiz,V.:
«Elmitodelciudadano armado. La Semana Magna ylaseleccionesde1844enLima»,
enSABATO, H. (coord.):Ciudadanía políticay...,op.cit.;SANTONI, P.:«A Fearofthe
People:TheCivicMilitia ofMexicoin 1845»,TheHispanic American Historical
Review, 68:2(1988);y «"Where Did theOtherHeroesGo?" Exalting thePolko
National GuardBattalions inNineteenth-Century Mexico», Journal ofLatinAmeri-
canStudies,34(2002);Thibaud, C.:«De la ficción almito: losllanerosdela indepen-
denciadeVenezuela», Tiempos deAmérica, 10(2003);y«Enbúsqueda deunpunto
El cesarismo
fijoparala república. liberal (Venezuela-Colombia), 1810-1830»,Revis-
tadeIndias, 225(2002);THOMSON, G.:«Bulwarks ofPatrioticLiberalism:TheNatio-
nalGuard, Philharmonic CorpsandPatriotic Juntas inMexico, 1847-88»,Journalof
LatinAmerican 22,1 (1990);Walker,Ch.:De Tupac
Studies, Amaru a Gamarra. Cus-
coylaformación delPerúrepublicano,1780-1840 , Lima,Archivos deHistoria Andina,
2004(edición eninglés
original de 1999).Existe, además, unaimportante bibliografía
sobremilicias yguardiasnacionalesenEuropayEstados Unidos, quetambién haser-
vidodebasea lasreflexiones deesteartículo.
5 Estasección la sebasanenla bibliografía sobremilicias
y siguiente yguardias
nacionalesenlaArgentina delsigloXIX. Paralaprimera mitad delsigloXIXvéanse los
trabajospioneros de HalperinDONGHI, T.:Revolución yguerra. Formación deuna
elitedirigenteenlaArgentina Buenos
criolla, Aires, sigloXXI,1972;y«Militarización

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de formasrepublicanasde gobiernofundadassobreel principiode la


soberaníapopularllevó al ensayoyla puestaen marchade institucio-
nes y mecanismosnuevos de creacióny ejerciciode la autoridad,así
como a la reformulación y adaptación de muchos de los más viejos,
entreellos la milicia. el Río de la Plata colonial,miliciasregulares
En
se establecieronen 1801 para asistira los profesionales«cuerposvete-
ranos» y,apenas unos años más tarde,en 1806 y 1807 sus batallones
- engrosadospor milesde voluntarios - tuvieronun papel clave en
la derrotade los inglesesen su intentode ocupar Buenos Aires.Esas
huestesvolvierona tenerun papel protagonistaen las jornadasrevo-
lucionariasde mayode 1810 y aunque más tardelas necesidadesque
impusola guerrallevarona privilegiar la formaciónde fuerzasregula-
res - con soldados pagados reclutadosen todo el territoriodel ex
virreinato,oficialesdevenidosen profesionalesy una estrictaorgani-
zación jerárquica- las miliciassubsistieron.
Desde entoncesydurantetodo el sigloXIX,la organizaciónmilitar
de la regióncombinólos dos sistemas,que fueronformalmente reco-

revolucionariaenBuenosAires, 1806-1815», enHalperinDonghi,T. (comp.): El


ocasodelorden colonial
enHispanoamérica , Buenos Sudamericana,
Aires, 1978.Entre
losmásrecientes,Cansanello,C.:De súbditos a ciudadanos.
Ensayo sobrelasliberta-
desenlosorígenes Buenos
republicanos. Aires, 1810-1852,Buenos ImagoMun-
Aires,
di,2003;Di MEGLIO, G.:¡Vivaelpueblo! Laplebeurbana deBuenos Aires
ylapolíti-
ca entre yel rosismo,
la revolución BuenosAires, Prometeo, 2007;ySALVATORE, R.:
Wandering Paysanos.
StateOrder andSubaltern ExperienceinBuenos AiresDuring the
RosasEra,Durham, DukeUniversity Press, 2003.Paralasegunda mitaddelsigloXIX,
cf.Bravo,M.С.:«La política "armada" enelnorte argentino.El procesoderenova-
cióndela elitepolítica
tucumana», enSABATO, H.,yLETTIERI, A. (comps.):La vida
enlaArgentina
política delsigloXIX.Armas, votosyvoces,Buenos FCE,2003;
Aires,
De la Fuente,A.:Children ofFacundo. Caudillo andGaucho During
Insurgency the
Argentine State-FormationProcess,Durham, DukeUniversity Press,2000;LETTIE-
RI,A.:La República dela Opinion. Política yopinionpública enBuenos Airesentre
1852y1862,Buenos Aires,Biblos,1998;MACÍAS, F.:Guardia ciudadanía
Nacional, y
poderenTucumán Tesisdelicenciatura,
(1854-1880), Universidad NacionaldeTucu-
mán,1999;y«Ciudadanía armada, identidad yestadoprovincial,
nacional Tucumán,
1854-1870» enSabato,H.,yLettieri, A.(comps.): enlaArgentina...,
La vidapolítica
op.cit.;MARTÍNEZ, C.:AlsinayAlem.Porteñismo ymilicias,Buenos Ediciones
Aires,
CulturalesArgentinas,1990;OSZLAK, O.: Laformación...,
op.cit.;RODRÍGUEZ, A.G.:
ReseñahistóricadelEjército
Argentino (1862-1930), Buenos Aires, deGue-
Secretaría
rra,Dirección deEstudiosHistóricos,SerieII,Año1,num.1,1964;SABATO, H.: «El
ciudadano enarmas:violenciapolíticaenBuenos Aires(1852-1890)»,Entrepasados,
23(2002).Unasíntesis deltemaenSabato,H.:Pueblo ypolítica. dela
La construcción
Buenos
república, Aires,CapitalIntelectual,2005.

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nocidos ydefinidosa escala nacionalpor la Constituciónargentinade


1853. Sobre esa base normativa, leyesydecretosposterioresfundaron
el EjércitoNacional, constituidopor el ejércitode línea,yla Guardia
Nacional6. El primeroera de índole profesionaly operaba bajo la
comandanciasupremadel presidentede la República7.La Guardia,
en cambio,reclutabaciudadanos y aunque en últimainstanciadebía
responderal mismocomando nacional,en la prácticafue controlada
por los gobiernosprovinciales.Ambas institucionesteníanfunciones
diferentes y,sobre todo, representabande hecho dos formasdiferen-
tes de entenderel poder de coercióndel Estado.
La Guardia era un cuerpo milicianofundado sobre el principio
del ciudadano en armas8. La integrabanlos mismosciudadanos que
formabanel electorado,pues el deber de enrolarsese superponíacon
el derecho de sufragio.El universoafectadoera, por lo tanto,muy
amplio, pues en ambos casos incluía a todos los hombres adultos
libres de nacionalidad argentina.El reclutamientoefectivopara la
Guardia, sin embargo,no involucrabaa todos los habilitados,ya que
abundaban las excepciones y dispensas e, incluso,el pago de reem-
plazantes,los llamados«personeros».En relacióncon su perfilsocial,
predominóel elementopopular de ciudad y campaña. Como ocurría
en las elecciones,tambiénaquí había mayoríade jornaleros,peones y
trabajadorespoco calificados,con una representación menorde otros
sectores.
Si bien el mayorpeso del serviciode las armasrecaía sobre los de
abajo, que no podían evadirlo fácilmente,no todos los que tenían
recursosy contactospara evitarlolo hacían.Jóvenesde posición aspi-
rantesa integrarlos sectoresdirigentespolíticosse sentíanatraídos
por un espacio institucionalque ocupaba un lugarsimbólicodestaca-
do en la República,a la vez que brindabauna plataformano despre-
ciable para la construcciónde redespolítico-electorales.
6 Las milicias existiendo el ordenlocal,
provinciales siguieron paragarantizar
perofueron perdiendoimportancia enrelación conla Guardia.
7 El delínea,comola Guardia fueinstituido
Nacional, en1854,perosu
ejército
concrecióncomofuerza regular tuvolugar sólodiezañosmástarde,
durante la presi-
denciadeBartolomé Mitre.
Segúneldecreto decreación dela Guardia Nacional porelpresidente
dictado
Urquiza en1854,«todociudadano [...]desdelaedadde17añoshastalos60estáobli-
gadoa sermiembro de alguno deloscuerpos de Guardias
Nacionales,quelaspro-
vincias
confederadasdebencrearconla brevedad CitadoporMACÍAS,
posible». F.:
Guardia op.cit.,p. 12.
Nacional...,

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En principio,todos los integrantesde la Guardia Nacional eran


iguales,ciudadanossólo temporalmente inmersosen una cadena des-
igual de subordinación y rangosy, desde los primerostiemposposre-
volucionarios,la tropatuvoparticipaciónen la elecciónde los oficia-
les. Más aún, cuando se organizóla Guardia, quedó establecidoque
todos sus integrantes erana la vez electoresy elegiblespara la estruc-
tura de mandos. Y aunque esa participaciónluego fue limitándose
mientrasse aumentabala de las autoridadespolíticas,se mantuvieron
diferentes instanciasde intervención de las bases en la designaciónde
oficiales9. Estos procedimientosdestinadosa enfatizarla autonomía
de la «ciudadanía en armas» generaban a su vez espacios para la
actuaciónefectivade los milicianosen la institución.
En la práctica,la Guardia creaba y reproducíasus propias jerar-
quías internas,que diferenciabana la tropa milicianade los coman-
dantes,que tantopodían ser civilescomo provenirde las filasmilita-
res. Los elegidos para ocupar las posiciones de mando solían ser
gentesbien conectadaspolíticamenteque disponían,además,de cier-
to capital social. Esa inserciónprevia era importantepero no sufi-
ciente,pues para poder liderara las bases era necesariocontarcon su
apoyoyganarsesu respeto.A travésdel desplieguede gestosde valor,
hombría,familiaridadcon los soldados, paternalismoy otrasactitu-
des que atraíana la tropa,los aspirantesa oficialesconstruíansu lugar
ycimentabanlos vínculosverticalesque les permitíanafirmar su auto-
ridad y su liderazgo.Para los soldados, estos vínculosde índole des-
igualabrían,sinembargo,instanciasde proteccióny pertenencia,a la
vez que les proporcionabanuna plataformadesde donde plantearsus
propiasdemandas.
Desde muytemprano,las miliciasocuparonun lugaren el discur-
so patrióticoargentino.La actuaciónde los regimientos colonialesde
Buenos Airescontralos inglesesprimeroy,algo más tarde,en la Revo-
lución de mayose convirtióen una referenciamíticaen la historiade
la República. La virtuosamilicia estaba integradapor ciudadanos
librescon la obligaciónde portararmasen defensade su patria,una
obligaciónque era a su vez un derecho,un deberyhastaun privilegio.
Esa era la retóricaoficialen tornoa las miliciasymás tardea la Guar-
dia Nacional, pero también esa retóricafue parte del imaginario
colectivode ampliossectoresde la población que se identificaban con
9 VéaseMACIAS,
F.:Guardia op.cit.
Nacional...,

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el papel del ciudadano armado y conocían las diferenciasentreesa


figuray la del soldado de línea.
Uno de los puntosmás altosde esta retóricaheroicase alcanzó en
el momentomismoen que estabanpor eclipsarse,esto es, en ocasión
de la revoluciónde 1880. Entonces,los defensoresde la causa de Bue-
nos Airespresentabana su miliciacomo una fuerzavirtuosade ciu-
dadanos patriotas,listospara defenderla repúblicay sus institucio-
nes, y como un lugar de prestigioy honor. Atrajo así a hombres
provenientesde las clases propietarias,en especial jóvenes, que
corrierona enrolarse,casi festivamente, en la Guardia y en los cuer-
pos voluntariosmovidosno sólo por la búsqueda del honor,sino tam-
bién por ambicionespolíticas.
Las miliciaseran,en efecto,un ámbito clave de la vida política.
Desde los tiemposde la revoluciónde independencia,las redesmili-
taresy políticastejidasen tornoa ellas desempeñaronpapeles desta-
cados en las luchaspor el poder,tantoen tiemposelectoralescomo de
revolución.Las miliciasdisponían de recursosfundamentalesen el
terrenoelectoral.Por un lado, había una asociación concretaentre
ciudadano votantey ciudadano armado,ya que, hasta la década de
1870, el enrolamientoen la Guardia era un requisitopara empadro-
narseyvotar.Esto daba a los comandantesno sólo el poder de habili-
tación,sino tambiénla posibilidadde «fabricar»papeletasfalsas.Por
otro lado, dadas las formasde reclutamientoy organizaciónde los
votantes,las miliciasresultabanun instrumento ideal para poner en
juego. Funcionabancomo redesya estructuradasjerárquicamentede
hombresadultos (ciudadanos con derechoa voto), distribuidasen el
espacio de la ciudad yde la campañaycon capacidad de acción colec-
tiva,por lo que contabancon los recursosque requeríala lucha por el
controldel terrenoelectoral.Finalmente,allí se gestabany se consoli-
daban liderazgosmilitaresque se ejercíanmás allá del ámbito de la
fuerzay se proyectabanen la vida política10.
Las miliciastuvieronun papel protagonistaen las revolucionesno
sólo debido a su poder de fuego,sino tambiéna su carácterde ciuda-
danía en armas. Como en buena parte del mundo occidental, la
noción de «revolución»ocupaba un lugar importanteen la retórica
10Sobrela relación
entrelas redespolítico-electorales
y las milicias paraesas
véaseSABATO,
décadas, H.:Lapolítica
enlascalles.
Entreelvotoylamovilización, bue-
nosAires,
1862-1880, BuenosAires,Sudamericana,1998,capítulosIII a VI.También,
Martínez,C.:Alsina op.cit.
yAlem...,

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Milicias, yrevolución
11
políticade la Argentinadecimonónica . En su sentidomás difundi-
do, la revoluciónremitíaal derechoa la rebeliónfrenteal despotismo;
cuando los gobernantesabusaban del poder,el pueblo (los ciudada-
nos) tenía no sólo el derecho sino la obligación,el deber cívico,de
haceruso de la fuerzapara restaurarlas libertadesperdidasyel orden
originariopresumiblemente violado por el déspota12. Con frecuencia,
las revolucionesylos levantamientos se fundaronen ese derechoylas
milicias,en tanto que encarnaciónde la ciudadanía,fueronentonces
actoresprincipales.Aunque en los enfrentamientos la intervención
del ejércitode línea,en uno y otrobando, resultabasiempreun dato
fundamental, en las imágenescolectivassobresalíael papel de las mili-
cias, exaltadas por su heroísmoy su compromisocívico. Esta tradi-
ción política tuvo,sin embargo,sus impugnadoresy hacia 1880 las
figurasmismasde «revolución»y de «ciudadanía armada» comenza-
ban a ponerseseriamenteen cuestión,en el marcode cambiosimpor-
tantesen las formasde hacerpolíticay de entenderel Estado.
Más allá de estos fundamentos,las miliciasfueronuna fuerza
militarconcreta,que podía movilizarsepara actuar en las disputas
11Sobreestetema, América Latina,véanselos siguientes libros:Mala-
para
mud,С., y Dardé,С. (eds.):Violencia y legitimidad...,op.cit.;Earle, R. (ed.):
Rumours ofWar. CivilConflictinNineteenth-Century LatinAmerica, Londres,ILAS,
2000;Dunkerley, J.(ed.):Studies intheformation oftheNation StateinLatinAme-
rica,Londres,ILAS,2002,yForte,R.,yGuajardo,G.: (coords.): Consenso ycoac-
ción.Estadoe instrumentos de control y socialenMéxico
político yAmérica Latina
XIX
(siglos yXX),México, El Colegio deMéxicoyelColegio Mexiquense, 2000.Enel
casoargentino enla segunda mitad delsigloXIX, véanse ALONSO, P.:Entrela revolu-
ciónylasurnas. Losorígenes dela UniónCívica Radical ylapolítica argentinaenlos
años90,BuenosAires, 2000;BOTANA, N.,y GALLO, E.: De la república
posible...,
op.cit.;MALAMUD, С.: «TheOrigins ofRevolution inNineteenth-Century Argenti-
na»,enEarle,R.(ed.):Rumours op.cit.;«La restauración
ofWar..., delorden. Repre-
siónyamnistía enlasrevoluciones argentinasde 1890y1893», enPOSADA CarbÓ, E.:
In Searchofa NewOrder: Essays onthePolitics andSociety ofNineteenth-Century
LatinAmerica, Londres, ILAS,1998;y«Elecciones, políticayviolencia.Lasrevolu-
cionesargentinasde1890y1893», enForte,R.,yGUAJARDO, Consenso
G. (coords.):
ycoacción...,
op.cit.;SABATO, H.: «El ciudadano enarmas...»,op.cit.
12Esta - quereconocía también susvariantes - estabaensintonía
concepción
conalgunosde los lenguajes políticosque circularon en Hispanoamérica en el
sigloXIX;sevinculaba conviejasconvicciones pactistasydecuñoiusnaturalista a la
vezquese realimentaba ennuevas combinaciones conmotivos provenientes de las
matricesliberalyrepublicana. Y searticulaba conotrosconceptos clavecomolosde
representaciónyopinión pública. Véasela bibliografíacitadaennota11yPalti,E.:
El tiempodelapolítica.El sigloXIXreconsiderado Buenos Aires, sigloXXI,2007.

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políticas.Por entonces,muchos de los conflictosentregrupos que


competíanpor el poder en los nivelestantoprovincialcomo nacional
desembocabanen enfrentamientos armados (levantarano no la ban-
dera de la revolución).Los gobernadores,por lo general,ejercíanel
controlsobre los regimientosprovincialesde la Guardia Nacional y
las autoridadesnacionales,por su parte,teníanmás poder sobre el
ejércitode línea y para recurrira la Guardia dependían de sus rela-
ciones con los gobernadores.Así fue cómo, en 1880,mientrasel pre-
sidentelograba movilizarlas tropasde línea y la Guardia de las pro-
vincias amigas, no pudo en cambio frenarla organización de los
regimientos de Buenos Airesordenada por Carlos Tejedor.

Ciudadanos o soldados

Ejército de línea y Guardia Nacional respondíana dos maneras


diferentesde concebirla defensamilitar:un ejércitode ciudadanos
libresfrentea uno de soldados profesionales.Sin embargo,la Consti-
tuciónde 1853 buscó articularambos principiosen un solo sistema
de defensanacional,una coexistenciaque generótensionesy compe-
tencias en diferentesniveles. La primeraambigüedad surgió de la
propia ley: creaba un EjércitoNacional, pero al mismotiempofrag-
mentabael poder militar,pues daba al gobiernonacional autoridad
sobre el ejércitode línea, mientrasreservabapara los gobernadores
parte importantedel controlde la Guardia13. Esta fragmentación
estaba en sintoníacon los orígenesy tradicioneshistóricas,pero se
convirtióen una fuentede conflictopermanente.
También eran motivo de tensioneslas diferenciassimbólicas y
prácticasentrelos milicianoso guardiasy los soldados profesionales.
Mientrasla figuradel soldado pagado se asociaba con frecuenciaa la
del mercenario,la del miliciano,en cambio, portaba el aura del ciu-
13El artículo
67,inciso24,dela Constitución Nacional de 1853establecíaentre
lasfacultadesdelCongreso Nacional:«Autorizar la reunióndela miliciadetodaslas
provinciaso partedeellas,cuandolo exija[la]ejecución delasleyesdela Nación,ó
seanecesariocontener insurrecciones
ó repelerinvasiones.Disponer la organización,
armamento ydisciplinadedichasmilicias
ylaadministración ygobierno delaparte
de
ellasqueestuvieseempleada enservicio
delaNación, dejandoá lasprovincias
elnom-
bramiento de suscorrespondientesjefesyoficiales yel cuidadode establecerensu
respectivamilicia
la disciplina
prescriptaporelCongreso».

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dadano. A esa distinciónclásica de resonancias republicanas, se


sumaba en la Argentina- como en otrospaíses de AméricaLatina-
una connotaciónde índole social o sociocultural.El soldado profe-
sional se asimilaba,en general,al pobre que se alistaba porque no
teníaotromedio posible de vida o, aún peor,al delincuente,«vago y
malentretenido»- en los términosde la época- reclutadopor la
fuerza,«destinado».Milicianoseranen cambiotodos los ciudadanos,
lo que jerarquizabaen principioa la propia fuerzay a sus integrantes.
La leytambiénfijabadiferentes derechosy obligaciones.El solda-
do, que hacía de la vida militarsu profesión,se incorporabaa una
estructurajerárquicaen cuya definiciónno teníainfluenciaalguna y
debía cumplirórdenese ir adonde lo mandaranen cumplimientode
sus funciones.Los milicianos,en cambio,sólo teníanla obligaciónde
estarenrolados,asistiral entrenamiento militar(los «ejerciciosdoc-
trinales»)cuando fueranconvocados e incorporarseefectivamente a
los regimientoscuando les fuera requerido y tenían,como vimos,
algunaparticipaciónen la elecciónde sus superiores.Al mismotiem-
po, dado que la Guardia Nacional era una reservadel ejércitode
línea, sólo podía movilizarseante circunstanciasgraves,de conmo-
ción internao guerraexteriory aun entonceshabía plazos máximos
14
estipuladospara la permanenciaen el frente .
Estas diferenciasen varios planos no necesariamentese corres-
pondían con divisionesefectivas.Por lo que respectaa la composi-
ción social,las miliciastambiénreclutabanmayoritariamente, aunque
no de maneraexclusiva,a varonesprovenientesde las capas popula-
res de la población. Sus derechoseran con frecuenciaviolados,pues
se los reteníaen serviciomuchomás tiempodel reglamentario, se los
enviaba al frenteen las mismascondicionesque a los regimientos de
línea y se los castigabacon métodosigualesa los usados para los sol-
dados. En cuanto a sus funciones,con mucha frecuenciase superpo-
níany,en ocasiones,como durantela Guerrade la TripleAlianza con-
tra Paraguay (1865-1870) y en el servicioregularde frontera,era
difícildistinguir entreuna y otrafuerza.
Aun así, Guardia Nacional y ejércitode línea respondíana princi-
pios diferentes,que resultaban claros para los contemporáneos.
Quienes defendíana los milicianosde los abusos del sistema,lo ha-
14Rodríguez, A. G.: Reseñahistórica...,
op.cit.,cap.II; Macías,F.: Guardia
op.cit.,pp.12-13.
nacional...,

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, ciudadanía
yrevolución

cían señalando la violación de los principiossobre los cuales éste


debía fundarse.Por su parte,la retóricade la ciudadanía en armas
cumplíaun papel importanteen la vida política,tantopara los grupos
dirigentescomo para sectoresmás amplios de la población que se
identificabancon esa figura.Las miliciasfuncionaban,además,como
redesconcretasde organizaciónpolítica.Y sobre todo eranuna fuer-
za parcialmentedescentralizada,que fragmentabael poder militar.
Las disputas de 1880 ilustranhasta qué punto esa fragmentación
resultóproblemática.

La confrontaciónde 1880: las palabras y los hechos

Dos concepcionesdiferentesacerca del poder militardel Estado


se desplegaronen los debatesen la esferapública y en los campos de
batalla de Buenos Aires.En el terrenode las palabras,la controversia
de finesde 1879 sobre el derecho del gobernadora convocar a la
Guardia Nacional es elocuente.En el de los hechos,por su parte,las
movilizacionesde la primeramitad de 1880 y los enfrentamientos
armadosdieronresoluciónmateriala aquellas diferencias.

El debate

La convocatoriade la Guardia Nacional que hicierael gobernador


Carlos Tejedor en septiembrede 1879 desató un debate público que
duró variosmesesy abarcó tantoproblemasde fondocomo disputas
coyunturales.Me referiré aquí sólo a los primeros,pues ellos revelan
las diferenciasdoctrinariasentrelos principalesactores.
Desde el principio,se presentarondos posturas contrapuestas:
Tejedorsosteníaque las provinciasteníanpotestaden sus respectivos
distritospara convocarla Guardia a ejerciciosdoctrinales,mientrasel
entoncesministrodel Interiorde la Nación, Domingo F. Sarmiento,
afirmabaque «la organizaciónde la Guardia Nacional y su reglamen-
taciónsolo perteneceal Congreso,dejando a las provinciascorrercon
el nombramientode sus oficialesy su disciplina»15. Se podrá pensar
que estas posiciones correspondíana los lugares que cada uno de
15GalÍNDEZ,
B.Historia
política op.cit.,p. 114.
argentina...,

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estos personajesocupaba en el momentodel conflicto,siendo lógico


que el gobernadorbregarapor controlaresas fuerzasy que el repre-
sentantedel gobiernonacional buscara impedirlo.Sin embargo,la
disputano era sólo coyuntural, pues reflejabados concepcionessobre
el Estado y su aparato de coerción que cruzaban los alineamientos
partidarios.Tampoco era nuevo ese enfrentamiento,pero, en este
caso, el debate alcanzó mayorenvergaduraque en ocasiones anterio-
res e incluyóno sólo a los poderes ejecutivosprovincialy nacional,
sino tambiéna ambas Cámaras del Congreso y de la legislaturaasí
como a la prensaperiódica.
En aquella ocasión se desplegaronargumentosdiversospara sos-
tenerlas dos posicionesprincipales:a favory en contrade la centrali-
zación del poder militar.
El gobernadorTejedor recurrióal ejemplo de los Estados Unidos
para justificarsu pretensiónde control provincialde la Guardia
Nacional ycombinódos argumentos.En primerlugar,escribió,citan-
do a Story,«[e]l derechode los ciudadanos de cargary ejercitarseen
las armas,está consideradocon razón como el palladiumde las liber-
tades de una República; porque solo una miliciabien organizadase
escapa al peligrode los grandesejércitos,y pueden resistirselas usur-
paciones y los poderes arbitrarios».En segundotérmino,subrayaba,
«[e]n Estados Unidos nunca se ha dudado que la miliciaes de los
estados»,y así ocurríatambiénen la Argentina,donde las provincias
«la organizanpor sí mism[a]s cuando ningunadisposiciónnacional
existe,o con arregloa ésta,en el caso contrario;pero sinperdernun-
ca su calidad de miliciadel estado [provincia],mientrasno pasa al
serviciode la Nación. Así es en Estados Unidos y tieneque ser así en
la RepúblicaArgentina».Ese derechotenía,además,raíceshistóricas,
pues los gobiernosprovincialesconservabantodo el poderno delega-
do explícitamente al Gobierno federal16.
He aquí planteadoel núcleo de una concepcióndel Estado que no
buscaba la centralizacióndel poder de coerciónen el ejércitoprofe-
sional,sino que abogaba por una distribuciónde ese poder entreéste
ylas milicias,instituciónque a su vez representabaa los poderespro-
vincialesy a la ciudadaníaen armas17. Esta posiciónno sólo era soste-
16Tejedor,C: La defensadeBuenos Buenos
Aires(1878-1880), M.Bied-
Aires,
maeditor,1881,pp.25,20y83.
' Sobreelmodeloinicialmente porEstados
adoptado Unidos
enlaconstrucción
delEstadoysusdiferencias
delpodercoercitivo delEstadoWestfalia-
conelmodelo

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, ciudadanía
yrevolución

nida por los amigos políticos del gobernador, sino también por
muchosde sus adversarios.Aunque estosúltimosbuscarancoartarel
poder de Tejedor en la coyuntura,no coincidían con el argumento
clave de los centralizadores,quienes sosteníanque la convocatoriaa
la Guardia Nacional era una prerrogativa del gobiernonacional.
El debate más largoy fundamentadoentreambas posicionestuvo
lugaren la Cámara de diputados de la legislaturade la provinciade
Buenos Aires,donde los tejedoristasestabanen minoría.Al presentar
una iniciativapara «prohibirtoda reunióno movilizaciónde milicias
de la Provincia,bajo cualquiera formaó denominación,sin previa
autorizaciónlegislativa»18,el diputadoLucio V. López afirmócategó-
ricamente:«Es evidenteque por nuestraConstituciónla organización
de las miliciascorrespondeexclusivamenteal Congreso»19. En ese
punto,decía, la diferenciacon la Constituciónamericanaera eviden-
te. Recurriral ejemplode los Estados Unidos era,además,ignorarlos
orígenes de ambas federaciones,ya que «basta echar una mirada
sobreel mapa de las antiguasposesionesinglesasdel Nortey sobre el
de las antiguasposesionesespañolas de la AméricaMeridional,para
comprenderque las instituciones de uno y otropueblo tienenfuentes
distintasy partende rumbosopuestos. Las unas emanaban del des-
potismomilitarque habían establecidolos reyesde la casa de Austria
en España yen todas las coloniasespañolas,las otrasemanabande las
libertadesinglesaspromulgadasen la magna cartay observadaspor
los Parlamentosde la Gran Bretaña desde tiemposremotos»20.En
realidad,seguía López, «nuestraGuardia Nacional tienemás puntos
de contactocon la instituciónfrancesadel mismonombreque con las
miliciasde la Unión. El gobiernodel ejércitoy de la fuerzaarmada
reclama entre nosotros todos los resortesdel régimencentralista.
Seremossiempremás unitariosque los yankees»21.

no,véaseDeudney, D. H.:«ThePhiladelphiansystem: arms


sovereignty, and
control,
balance
ofpower intheAmerican circa1787-1861»,
status-union, International
Orga-
nization, 2 (1995).
18La49,
discusiónenlaCámara deDiputados delalegislatura
deBuenos Airesocu-
póvarias del9 al 17deseptiembre
sesiones, de 1879.LascitasestántomadasdeIns-
tituto
deInvestigacionesHistóricas
dela Facultad
deFilosofíayLetrasdela Univer-
sidaddeBuenos Asambleas
Aires, t.V,Buenos
constituyentes, Aires, 1938.El
Peuser,
proyectodelevenp. 1366.
19Ibid., 1401.
20Ibid.,p. 1380.
p.
Ibid.,p. 1402.

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Estos argumentos, que desarrollóextensamente en la Cámara,bus-


caban desmontarel razonamientode Tejedoryde otrosque entendían
a la Argentinacomo el resultadode una uniónde provinciasmás que
como la herederadel poder centralizadodel rey,representadoen el
Virreinato22. Para éstos,en la Argentina- al igualque en los Estados
-
Unidos , en palabras de Leandro Alem, «cuando las provinciasse
confederaronaceptando el sistemamixtoque nos rige,hubieronde
desprendersede parte de su soberaníapara constituirel Gobierno
general»y delegaronpartede su autoridaden él23.Pero, dado que en
esa delegación«nada se dice,absolutamente, con referenciaa las mili-
cias [...] se siguenecesariamente que la facultadconferidaal Congreso
Nacional [...] para movilizarlas miliciasy establecersu organizacióny
disciplinano es de carácterexcluyente».Por lo tanto,«las miliciasson
de los Estados,así lo declaranylo aceptantodos»24.
Alem, adversariodel gobernador,defendía,sin embargo, este
principio,y apoyaba en ese punto al diputado tejedoristaLuis Vare-
la, quien tuvo a su cargo la refutaciónde los planteamientosde
López. Con erudiciónequivalentea la de éste, cuestionó sus argu-
mentos históricosal afirmar«que en nuestrafiliaciónhistóricala
milicia ha sido siempreprovincial,lo demuestraevidentementeel
estudioprolijoque se haga de nuestrospropios estatutos.Aun no se
había aplicado a nuestralegislacióneste neologismofrancés,que lla-
ma Guardia Nacional a las milicias,cuando ya nosotrosentregába-
mos legalmentea los gobiernoslocales la organizacióny el mando de
nuestrasfuerzascívicas»25.
En esta cuestión,Varela llevó la discusiónal terrenoconstitucio-
nal para señalar que López confundíala «facultadde movilizarlas
milicias,con la facultadde hacerlas ejercitarse»,y avanzó sobre el
conceptomismode ciudadaníaarmada:«el derechode tenerarmases
un derechocolectivode todo el pueblo, no es un derechoindividual.
El arma que el ciudadano puede llevary puede teneres el arma del
miliciano».Y como «miliciano es soldado armado [...] es un cuerpo
de ciudadanos armados,puestos en ejercicioduranteciertaépoca»
22Sobreeltemadelasoberaníadelasprovincias, entre
véase, Chiaramon-
otros,
TE,J.С.: Ciudades, estados:
provincias, dela Nación
orígenes (1800-1846),
Argentina
BuenosAires,Ariel,1997.
23ORSI,R.:AlemyRoca,BuenosAires, Ediciones 1994,pp.245-246.
Theoría,
24Asambleas t.V,pp.1480-1481.
constituyentes,
Ibid.,p. 1422.

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para que existieraal momentode ser movilizada por el Congreso,


teníaque estarorganizada,acción que correspondía,claro,a las pro-
vincias:«no es siquieraun derecho del Estado [provincia]organizar
su milicia,darlejefes,hacerlahacerejercicios;es un debernacionalde
cada provincia»26.
Este principioera,como vimos,compartidopor diputadosantite-
jedoristas,de maneraque, para lograrlos votosnecesariospara apro-
bar la ley,López puso un segundotemaen el centrodel debate: el de
cuál era la autoridadprovincialcon potestadsobrelas milicias.En ese
puntosí considerabaválido el ejemplonorteamericano y recorríauna
a una las Constitucionesde los Estados de la Unión para finalmente
citar,tambiénél, a Story.«Supongamos por un momento,proponía,
que el Estado de Buenos Airestuvieraen nuestraorganizaciónpolíti-
ca, los mismosderechosque un estado americanotieneen lo relativo
á sus milicias».En ese caso, al igualque en los Estados Unidos,«cuan-
do se decretasu convocatoria,la facultadde decretarladebe corres-
ponder siemprea la rama del poder popular,porque la miliciaestá
compuestade ciudadanos,y porque los ciudadanos estánrepresenta-
dos por la Legislatura,yes solo ella la que tienefacultadespara juzgar
sobrela oportunidady la necesidad de armarlosy de arrancarlosa la
vida tranquilay pacíficade una sociedad libre»27.
Así era la legislaciónde los Estados Unidos, respondió Varela,
pero no la argentina,que en esa cuestióndiferíaradicalmentede la
norteamericanapues entre nosotros «[e]s el poder ejecutivo [...]
quien movilizay son las cámaraslas que le autorizana movilizar[...].
En partealgunade la constituciónse da al poder legislativofacultades
militaresen tiempode paz, ni muchomenossi se tratade su interven-
ción en la organizacióno disciplinade la milicia.Por el contrario:
expresamentele han sido conferidasestasfacultadesde organización
y de disciplinaal Gobernadordel Estado»28.
Pero en este punto, Varela no encontróeco en Leandro Alem,
quien,por el contrario,sosteníaque la organizaciónde las miliciasera
facultadde la legislatura«donde reside y está siemprepresentela
soberanía del pueblo» y no del ejecutivoprovincial29.Esa postura
26Ibid., 1451.
" ibid.,p. 1395.
p.
ibid.,p. 1457.
ibid.,p. 1486.

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tambiénfueapoyadapor López, al decir«demos por admitidopor un


instanteque los Estados tienenderechossuperioresa la nación sobre
las milicias. ¿Se justificaríanante esa doctrina constitucionallos
decretosdel Poder Ejecutivo?».La respuestaera,por supuesto,nega-
tiva,pues en todo caso «la facultadde decretarla[la convocatoriade
milicias]debe correspondersiemprea la rama del poder popular»,
estoes, a la legislativa30.Esta posiciónfuela que finamentetriunfóen
la Cámara,que por veinticincovotoscontraveintiunoaprobó el pro-
yectode ley31.La derrotalegislativadel gobernadorno había com-
portado,sin embargo,la impugnacióndel principioque establecíael
derechode las provinciasa convocara las milicias.
En el Congreso nacional ese principiotambiénlogró sostenerse.
Cuando se tratóen las Cámaras el proyectode ley enviado por Sar-
mientoque establecíaque «la Guardia Nacional no podrá ser convo-
cada por las autoridadesprovinciales[...] sino por orden del Poder
Ejecutivo de la Nación», senadores y diputados terminaronpor
modificarradicalmentesu contenido.La ley que aprobaron no se
pronunciabarespectoa quién teníala autoridadpara convocary sólo
establecíala prohibiciónde realizarejerciciosdoctrinaleshasta des-
pués de tresmeses de realizadaslas elecciones a electoresde presi-
dentey vicepresidente 32.
Todas estas discusionesrevelanque para 1880 no había consenso
respectoa la completacentralizacióndel poder militaren manos del
gobiernonacional. La controversiase daba sobre todo en relación
con el gradode controlque las autoridadesde provinciadebían tener
sobre la Guardia Nacional, pero remitíaa una cuestiónmás amplia
acerca de cómo concebirel poder del Estado. Finalmente,esta con-
troversiano se dirimióa travésde las palabras,sino de las armas.

Las armas

Cuando el Congreso restringió la convocatoriaa la Guardia por


ser época electoral,la dirigenciaporteñarecurrióal principiode la
30Ibid., 1395.
3 El p. fueaprobado porlasdosCámaras de la legislatura
provinciales
proyecto
peroluegofuevetadoporelgobernador
Tejedor.
MENDIZABAL, deuncrimen,
E.: Historia BuenosAires,
ImprentadePabloE.
Coni,1881,pp.36у58.

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ciudadanía

ciudadanía en armasen su versiónmás elementaly llamó a la forma-


ción de batallonesde voluntarios.Se creó así el Tiro Nacional, una
asociación civil cuyo finera, sin embargo,bastante diferenteal de
otrasasociacionesde tiroque ya existíanen el país para la prácticade
ese deporte.En este caso, la iniciativacorrespondióa variosdirigen-
tes políticos,entrelos cuales se contabanalgunosex comandantesde
la Guardia y oficialesel ejércitode línea, que convocarona la ciuda-
danía y formaronlos batallones.
Frentea las críticaslanzadas por los opositoresa esta moviliza-
ción,el gobernadordefendíasu posturade apoyo al Tiro,en la medi-
da en que éste, aunque «[Ilegalmente,era menos que la milicia [...]
realmenteera más. Era el pueblo que se manifestabaen toda su gran-
deza»33.El diarioLa Naciónera aún más enfáticocuando decía: «No
se puede fiarsolo en la fuerzadel derecho,y cuando los poderespro-
tectoresdel derechoy del ordense conviertenen cabeza de bandos o
clubs electoralesopresoresde las libertadespúblicas,hayque pensar
en que se necesitanmedioseficacespara mantenerel derecho.La ciu-
dad de Buenos Airestieneun númerode electores,[...] que pueden
formarun poder,tan grande,que no se han de atrevera impedirel
libreejerciciodel voto. Pero para esto se necesitaque cada electorsea
un brazo armado, que sepa usar de su arma convenientemente»;se
necesitaba,en suma,la creaciónde la Sociedad y de su campo de ejer-
cicios en el parque de Palermo34.
Buenos Aires debía permanecer fiel a su legado, sostenía La
Patria Argentina : «Pensemos que con solo quererlo,la ciudad de
Buenos Aires,que resistióen 1806 doce mil hombresde las mejores
tropasdel mundo,es invencible;y que la campaña no tiene un solo
hombreque no responda3I espírituvaronilde la ciudad» 35. He aquí
evocado el míticorol de la ciudad y sus miliciasen la resistenciaa las
invasiones inglesas. Habían pasado tres cuartos de siglo, Buenos
Aires había sufridotransformaciones muy profundasen todos los
planos y su población era, en todo sentido,otra. Sin embargo,aquí
se la identificaen su continuidad y en la imagen de sus milicias
«invencibles»...
33Tejedor,C.:hadefensa deBuenos Aires...,op.cit.,p.70.
Sanucci,L. E. M.:La sucesión.
..,op.cit.,pp.89-90;La Nación,
16deoctubre
de 1879(lacursivaesmía).
35La Patria 5 dejuniode 1880.
Argentina,

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HildaSabato ciudadanía
Milicias, yrevolución

La convocatoriafueun éxito.En poco tiempo,milesde porteños


respondieronal llamado y se unieron a los flamantesbatallones
voluntariosdispuestosa pelearpor lo que entendíanera la defensade
Buenos Aires. Entrenabanregularmentey los domingos se hacían
ejerciciosen Palermo, convertidoen cita obligada no sólo para los
voluntarios,sino tambiénpara numerososporteñosy porteñasque
asistíanfestivamente al desplieguede fuerza.Los batallonesreplica-
ban el familiarmodelo de las milicias,desprovistoen este caso de las
connotacionesnegativasasociadas a la institución.La movilizaciónse
presentabacomo una formade resistenciacolectivaa la «imposición»
y el mito del heroico pueblo porteño luchando por sus libertades
resultó, para muchos, irresistible.Dirigentes políticos y agentes
gubernamentalesmovían sus resortesy ejercían sus presionespara
activarel reclutamiento de civiles,tantopara engrosarlos batallones
como para actuaren su apoyo. La ciudad enteraestaba,literalmente,
«en armas».
En el restode la provincia,en cambio,la situaciónse complicaba
y las respuestasa la convocatoriaoficialeran bastantemenos entu-
siastas. Cuando el enfrentamiento armado se hacía inminentey el
gobernador,desobedeciendolas órdenesnacionales,convocó por fin
a la Guardia en toda la provincia,el reclutamientono fue tan fácil.
Con frecuencia,los oficialesa cargo tuvieronque recurrira la fuerza
para conseguirhombres,aunque también desplegaban sus armas
retóricaspara convencerlos.Así,por ejemplo,el comandantedel dis-
tritode Dolores, arengabaa sus tropasen estos términos:«Guardias
Nacionales. El primerdeber de ciudadano de un país republicano
democráticoes tomarlas armascuando peligranlas instituciones ylas
libertadespúblicas»36.Como fuera,a travésde las palabras o de la
fuerza,en menosde una semanala provincialogrójuntarmás de diez
mil guardiasnacionales que organizó rápidamentepara la defensa.
Estas movilizacionesde ciudadanos,tantovoluntarioscomo guar-
dias, eran duramentecriticadaspor la oposición a Tejedor.Ante la
convocatoriade los primeros,reaccionaba tempranamente el diario
La Pampa: «Empezamos con la jarana de los tiradoresy de los bom-
beros, y vamos concluyendopor el hecho gravísimode que a cual-
quier Perico de los palotes que se le ocurra,levantaun batallón en
36Archivo dela Nación:SalaVII;MuseoHistórico
General Nacional:
55/9279,
15dejuniode 1880.

112 Ayer10/2008
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, ciudadanía
yrevolución

cada barrio,en cada manzana,reúnecandidatosa servirde carne de


cañón, pide suscripcionesy compra uniformesy remingtonsy los
hace sus soldados» 37. El presidenteAvellaneda,por su parte,tam-
bién manifestabasu indignación:«¿Cómo explicaríamosahora la
apariciónen nuestrasciudades de estosbatallonesarmados,que para
mejorostentarsu presenciala desplieganen revistasmilitaresy a cuya
formaciónno concurreningunaautoridad pública? [...] [¿]hay un
lugaren la tierradonde existauna sociedad organizaday sea permiti-
da la reuniónde fuerzasarmadas,sin ley,sin disciplina,sin el precep-
to de la obedienciaysinjefesque la impongancon un mandatopúbli-
co, responsabley reconocido[?]»38.
Desde el gobiernonacional,esta movilizacióncada vez más osten-
tosa se interpretabaen clave de insurreccióncontrala autoridadlegí-
tima,que no podía sino ser reprimidaen pos del orden y de la inte-
gridadnacional.Finalmente,cuando otrasvías para desarticulara los
rebeldes fracasaron,se reunió al ejército de línea y a la Guardia
Nacional de las provinciasleales con el propósitode doblegara aqué-
llos por la fuerza.
La resoluciónde esteenfrentamiento de poderesy de ambiciones,
pero también de visiones acerca del Estado y de la ciudadanía,se dio
finalmente por la vía de las armas.Las fuerzasde la resistencia,inte-
gradas por milicias y voluntarios, pudieron contrael ejércitode
no
línea, bien armado y organizadoy dispuestoa terminarcon las pre-
tensionesde autonomíade una dirigenciapolíticade provincia.Bue-
nos Aires fue derrotada39.Una de las primerasmedidas adoptadas
por los vencedoresfueponera la Guardia enteramente bajo el control
del gobiernonacional.
Así terminaba,en 1880,una largahistoriade ambigüedadesy con-
troversiasen tornoa la organizaciónmilitary al controldel uso legí-
timo de la fuerza.Aunque después de esa fecha hubo otras revolu-
ciones y la Guardia Nacional en varios casos volvió a actuar con
37La 6 defebrerode 1880.
Pampa,
Avellaneda,N.: bscritos y discursos.
Discursos
, cartas
y artículos
políticos
1874-1883,vol.11,BuenosAires, Compañía Sud-Americana
de Billetes
de Banco,
1910,p.395.
39Poresosaños,el delíneateníaunosdiezmilhombres,mientras
ejército quela
Guardia Nacionalteníapotencialmentemuchos más,dadoque reclutabaentrelos
ciudadanos.Enla provinciadeBuenos Aires,
porejemplo, ini-
en1880sereclutaron
cialmente diezydocemilhombres.
entre

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autonomíadel centro,el criteriodominantea partirde entoncespri-


vilegióla concentraciónefectivadel poder militar.Durante décadas,
ese modelo había competido en desventajacon uno diferente,que
pretendíaun sistemamenosverticaly más fragmentado, en el que ese
poder fueracompartidoentreel gobiernonacionalylos provinciales.
El primeroimplicabael fortalecimiento del ejércitode línea,formado
por soldados profesionales,mientrasque el segundo insistíaen la
necesidadde preservarla instituciónde la miliciabasada en el princi-
pio de la ciudadanía armada.Si bien resultasin duda excesivoveren
las propuestasque se enfrentaron en el año 1880 la expresiónde dos
modelos alternativos de Estado y de república,lo ciertoes que pusie-
ronde manifiestoque había manerasdiferentes de pensarla defensa,
el uso de la fuerzay la concentracióndel poder de coerción40.Tam-
bién, el lugar de los ciudadanos en la vida política.El desenlace de
1880 resultóen el predominiode una sobre otra. No se trató,sin
embargo,del resultadolinealde un proceso progresivode formación
del Estado, sino del triunfode un tipo de Estado y de un estilo de
repúblicasobreotrosposibles,que estuvieronen juego durantevarias
décadas. Y esa definiciónfinalmentese resolviópor la vía de las
armas,esas mismasarmascuyo controlhabía constituidouno de los
ejes centralesde la disputa.

40Sobreestepuntoresulta sobreelcasonorteamericano
elanálisis
sugerente rea-
lizadoenelcitadoartículo D. H.:«ThePhiladelphian
deDeudney, op.cit.
system...»,

114 70/2008
AyčT (2): 93-114

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