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3° Domingo de Cuaresma
Ciclo B.

Jesús denuncia el culto subordinado a la codicia y el lucro

“Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de


comercio” (Juan 2,16)

Pbro. Nelson Chávez Díaz

Texto completo: Juan 2, 13-25.

1.- La Pascua de los Judíos.


Siguiendo a algunos exegetas (J. Mateos, J. Barreto) el texto se puede
dividir, para su mejor inteligencia, en las siguientes partes: a) Contexto y lugar de
actuación de Jesús (2,13); b) actuación de Jesús en el templo (2, 14-16); c)
interpretación que los discípulos hacen de las palabras de Jesús (2,17); d)
reacción de los judíos ante el gesto y las palabras de Jesús (2, 18-21); e)
interpretación de la escena por parte de los discípulos (2,22).
Durante la fiesta de Pascua todo israelita debía ir a Jerusalén. Era una
obligación a partir de los doce años. Se calcula que la población en Jerusalén
aumentaba de 55.000 habitantes a 125.000 durante la Pascua y se sacrificaban
alrededor de 18.000 víctimas. Usualmente esta fiesta es llamada Pascua pero
nunca “Pascua de los Judíos”. El evangelista Juan, al llamarla así, lo hace en
sentido peyorativo ya que hace ver con ello que dicha fiesta estaba sólo en manos
de las autoridades judías.

2.- La indignación de Jesús.


La perícopa de Juan 2, 14-16 nos muestra detalladamente la escena del
templo en donde aparecen los diversos vendedores y cambistas que trabajaban
en el templo. Llama la atención que Jesús no encuentre allí a gente que busque a
Dios a través de la oración. La escena muestra más bien un local de comercio en
donde obtenían ganancias económicas los dirigentes religiosos. Ante esta
situación Jesús reacciona indignado: confecciona un látigo y expulsa a los
mercaderes del templo. El gesto de Jesús es un símbolo profético y mesiánico ya
que indica la denuncia no sólo de un culto hipócrita e injusto sino que también da
la señal de la llegada del Mesías que viene a establecer el culto que le agrada a
Dios. Jesús no viene a proponer una reforma del culto sino que lo que hace con
sus gestos es declararlo inválido y abolido.
La presencia de los “cambistas” se justifica a partir de la obligación de
pagar el tributo al templo en la moneda que el mismo templo acuñaba pues no se
admitía otra moneda que tuviera una efigie pagana. El templo se convertía así en
una entidad financiera que enriquecía a la clase sacerdotal.
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3.- Dios es utilizado por los hombres religiosos.


El texto de hoy describe con mucho detalle las ofrendas que se hacían en el
templo. Aquí se nos habla de ovejas, bueyes y palomas. Jesús se dirige
precisamente a los vendedores de palomas como representantes de la corrupción
del templo ya que estos ofrecían por dinero –a los más pobres- la reconciliación
con Dios. En el fondo lo que hacían estos vendedores era hacer de la religión un
comercio ya que con dinero se podía comprar u obtener un favor de Dios. Jesús
declara abolido el culto ya que el templo se ha convertido en un mercado y el
“dios” que allí se adora es el dinero. Desde aquí debe entenderse la queja y la
denuncia de Jesús cuando dice: “…No hagan de la casa de mi Padre una casa de
comercio” (2,16).

4.- Adorar a Dios en espíritu y en verdad.


Los discípulos interpretan el gesto de Jesús (2,17) a partir del Salmo 69,10.
El “celo” se asocia a la persona del profeta Elías especialmente en el pasaje de 1
Reyes 19, 10-14. La visión que ofrecen los discípulos sobre el gesto de Jesús es
que Jesús viene como el Mesías animado por el mismo ímpetu de Elías a reformar
la institución del culto; sin embargo, Jesús no quiere reformar el culto sino
sustituirlo definitivamente por Él mismo. La reacción de los dirigentes religiosos no
se hace esperar y le piden a Jesús que se justifique de su acción. Los judíos ven
en Jesús a un enemigo peligroso que viene a desenmascarar su lucrativo negocio
montado a costa del culto y la religión y ni siquiera se sienten cuestionados por las
palabras de Jesús. La sustitución del templo como edificio y como negocio a los
judíos les resulta imposible (2,19-21).

5.- Las manipulaciones de lo sagrado.


Podríamos afirmar, siguiendo esta escena bíblica y muchas otras más, que
Jesús se dedicó deliberadamente a quebrantar las instituciones religiosas. Y una
de ellas fue el templo. El templo era la representación simbólica fundamental de
Dios. Pero no se trata de que Jesús haya rechazado el templo como institución o
como edificio. Hay algo más. El templo viene a representar todo el sistema de
mediaciones que el hombre utiliza para llegar a Dios y que puede ser utilizado por
el hombre. Más todavía. El hombre –como pasó en tiempos de Jesús- puede
utilizar y manipular lo religioso para beneficio propio en desmedro incluso de la
dignidad de los demás. Un solo botón de muestra. El caso Karadima en nuestro
país es un ejemplo de la manipulación, perversión y corrupción de lo religioso para
dañar a personas, llegando a extremos tales, en que se usa la religión para
manipular la conciencia de los demás. Por eso es que Jesús declara que el
verdadero culto –o la verdadera religión- debe practicarse en “espíritu y en
verdad”, es decir, lo que Jesús practicó como religión no fue una serie de ritos
externos sino que su propia existencia fue una entrega permanente a los demás
en fidelidad a Dios y para el bien del hombre y de todo hombre. Como lo ha dicho
muy bien un judío de nuestro tiempo: Dios …. Es la palabra más vilipendiada de
todas las palabras humanas. Ninguna otra está tan manchada y tan dilacerada.
Las generaciones humanas han cargado el peso de su vida angustiada sobre esta
palabra y la han dejado por los suelos; yace en el polvo y sostiene el peso de
todas ellas. Las generaciones humanas con sus disensiones religiosas han
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dilacerado esa palabra: han matado y se han dejado matar por ella; esa palabra
lleva sus huellas dactilares y su sangre…. Los hombres dibujan un monigote y
escriben debajo la palabra Dios; se asesinan unos a otros y dicen hacerlo en
nombre de Dios” (Martin Buber).

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