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§492.

AUTO DE LA AUDIENCIA PROVINCIAL DE MADRID DE DIECISIETE


DE DICIEMBRE DE DOS MIL DIEZ. Comentario de Antonio María Lorca
Navarrete

Roj: AAP M 18755/2010

Id Cendoj: 28079370132010200268

Órgano: Audiencia Provincial

Sede: Madrid

Sección: 13

Nº de Recurso: 392/2010

Nº de Resolución: 320/2010

Procedimiento: Recurso de apelación

Ponente: JOSÉ GONZÁLEZ OLLEROS

Tipo de Resolución: Auto

DoctrinaADMISIÓN DEL ARBITRAJE ARRENDATICIO

* * *

En Madrid, a diecisiete de diciembre de dos mil diez. VISTOS en grado de


apelación ante esta Sección Decimotercera de la Audiencia Provincial de Madrid, los
Autos de EJECUCION FORZOSA DEL LAUDO ARBITRAL 369/2010, procedentes
del Juzgado de Primera Instancia nº. 92 de MADRID, a los que ha correspondido el
Rollo 392/2010, en los que aparece como parte apelante D. Gregorio representado por el
procurador D. ALFONSO MARIA RODRIGUEZ GARCIA, y asistido por el Letrado
D. Carlos Simón Cabo, sobre inadmisión de Ejecución, y siendo Magistrado Ponente el
Ilmo. Sr. D. JOSÉ GONZÁLEZ OLLEROS.

I.- ANTECEDENTES DE HECHO


PRIMERO.- Por el Juzgado de Primera Instancia nº 92, de Madrid, en fecha 24
de marzo de 2010, se dictó auto, cuya parte dispositiva es del tenor literal siguiente:
“Deniego el despacho de ejecución forzosa de laudo arbitral presentada por D. Gregorio
CONTRA DÑA. Isabel y D. Sabino ". SEGUNDO.- Contra la anterior resolución se
interpuso recurso de apelación por la parte demandante, que fue admitido en ambos
efectos, del cual se dio traslado a la parte apelada, elevándose los autos ante esta
Sección en fecha once de junio de 2010, para resolver el recurso. TERCERO.-
Recibidos los autos en esta Sección, se formó el oportuno Rollo turnándose su
conocimiento, a tenor de la norma preestablecida en esta Sección de reparto de
Ponencias, y conforme dispone la Ley de Enjuiciamiento Civil, quedó pendiente para la
correspondiente DELIBERACIÓN, VOTACIÓN Y FALLO, la cual tuvo lugar, previo
señalamiento, el día quince de diciembre de dos mil diez. CUARTO.- En la tramitación
del presente recurso se han observado todas las disposiciones legales.

II.- RAZONAMIENTOS JURIDICOS


PRIMERO.- Por la representación de la apelante D. Gregorio, actor en primera
instancia, se interpone recurso contra el Auto dictado por la Ilma. Sra. Magistrado Juez
de 1ª instancia nº 92 de Madrid con fecha 24 de marzo de 2.010 denegatorio del
despacho de ejecución del laudo arbitral dictado con fecha 9 de diciembre de 2.009 por
la Asociación Corte Española de Arbitraje Económico de Derecho y Equidad a
instancias del hoy apelante, en el que declaraba resuelto el contrato de arrendamiento
existente entre el referido apelante y los demandados Dª Isabel y D. Sabino,
condenándoles igualmente a dejar libre y a disposición del actora el inmueble
arrendado, así como al pago de la cantidad de 8.918 ,68 euros, incrementado en 28,33
euros por cada día que transcurriera desde la firma del laudo hasta el desalojo del
inmueble, mas otros 162,50 euros en concepto de honorarios de la Corte, del Arbitro y
de gastos por notificaciones, denunciando como motivos de apelación en primer lugar la
posibilidad legal de que las partes sometan sus controversias en materia arrendaticia a
un procedimiento arbitral que se contiene en el Preámbulo de la L.A.U. de 1.994, en el
art. 2 de la Ley 60/03 de Arbitraje y en el art. 517.2,2º de la L.E.C.; en segundo lugar,
que el laudo arbitral produce efectos de cosa juzgada conforme al art. 43 de la L.A. de
2.003, por lo que el Juzgado de primera instancia debe limitarse a despachar ejecución
salvo que medie un recurso de anulación del laudo, una de las partes haya interpuesto
la declinatoria o se haya interpuesto recurso de revisión contra el laudo; en tercer lugar
que el carácter imperativo de las normas arrendaticias no impide el arbitraje; en cuarto
lugar, que contrariamente a lo que expone el auto recurrido, si que se ofreció a los
demandados la posibilidad de enervar la acción en el procedimiento arbitral; en quinto
lugar la competencia objetiva y territorial del Órgano judicial al que se pide la ejecución
de conformidad con lo dispuesto en los arts. 545.2 de la L.E.C., 9.1 y 2 de la L.O.P.J. y
8.4 de la Ley de Arbitraje; y en sexto y último lugar la ausencia de la condición de
consumidor de los arrendatarios. SEGUNDO.- El recurso debe ser acogido. Esta Sala
ya ha tenido ocasión de pronunciarse sobre la cuestión objeto del recurso con
anterioridad. Así en reciente sentencia de 13 de diciembre de 2.010 (Pte. Sr. De Bustos)
decíamos "Según el artículo 43 de la Ley de Arbitraje el laudo arbitral firme produce
efectos idénticos a la cosa juzgada, siendo ejecutables en los términos establecidos en la
Ley de Enjuiciamiento Civil. A su vez, la mencionada Ley de Enjuiciamiento Civil
incluye en los artículos 517.2.2º y 545 a los laudos y resoluciones arbitrales firmes entre
los títulos que tienen aparejada ejecución. En el artículo 551.1, una vez que el tribunal,
según el artículo 546, entendiese que es territorialmente competente, se dispone
imperativamente que "despachará en todo caso la ejecución" siempre que concurran los
presupuestos y requisitos procesales, el título ejecutivo no adolezca de ninguna
irregularidad formal y los actos de ejecución que se solicitan sean conformes con su
naturaleza y contenido. La cuestión que se plantea es si los órganos jurisdiccionales
pueden ir mas allá de este examen de la regularidad formal y procesal del titulo y de la
petición que, en su consideración, se deduce, y adentrase en un control de oficio, cuando
no ha precedido una decisión judicial especifica a través del recurso de anulación, de la
legalidad intrínseca no solo del laudo emitido (titulo de la ejecución) sino del convenio
mismo en cuya virtud se deriva la función de decir la contienda a los árbitros,
excluyendo la intervención de la jurisdicción en ese primer grado resolutorio. En tal
punto estimamos que los principios de rogación y de seguridad jurídica, este inmanente
al efecto de la cosa juzgada, imperantes en nuestro ordenamiento jurídico, constituyen
una barrera o tope a la revisión judicial de oficio cuando no está permitida expresamente
por la ley. La tutela judicial no puede ir mas allá de lo querido por la parte afectada por
el acto o resolución ni de lo autorizado por la ley, sobre todo cuando al ejecutado le
cabe el ejercicio de la oposición permitida en los artículos 556 y 559 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil, precepto último que en el apartado 3º de su número 1, contempla
la nulidad radical del despacho de la ejecución cuando el documento presentado no
cumpla los requisitos legales, y no solo formales, exigidos para llevar aparejada
ejecución. Esta interpretación de los preceptos legales citados ha quedado consolidada
por Acuerdo de la reunión de Magistrados de las Secciones Civiles de la Audiencia
Provincial de Madrid celebrada el 23 de septiembre de 2004 para la unificación de
criterios sin que haya sido modificada en la posterior de 28 de septiembre de 2006. La
circunstancia de que una Sección de la Audiencia se haya apartado del criterio común y
de la interpretación dada a los preceptos antes citados no altera la doctrina sentada y
consolidada por numerosísimas resoluciones de esta Audiencia Provincial, pues la
licitud del control judicial de oficio de la regularidad del laudo y del convenio del que
surge su emisión no puede depender de la clase de violación o infracción de que
adolezca, al criterio del propio órgano judicial que en cada caso conozca de la
ejecución, sino de la potestad que a este le haya sido conferida por la Ley. Si el
despacho de la ejecución de las resoluciones judiciales o arbitrales solo queda
subordinado, al margen de la intervención de aquel frente a quien se dirija la ejecución,
al concurso de los presupuestos y requisitos generales y a que el título no adolezca de
ninguna irregularidad formal, a dicho ámbito ha de confinarse la intervención judicial
en esta fase inicial de la ejecución. La Ley 60/2003, de 23 de diciembre, con carácter
general, considera susceptibles de arbitraje las controversias sobre materias de libre
disposición conforme a derecho (artículo 2), ámbito en el que se incardinan los
arrendamientos y, entre ellos, los de fincas urbanas, según igualmente admitió la Ley de
Arrendamientos Urbanos 29/1994, y tienen declarado numerosas Audiencias
Provinciales y entre ellas diversas Secciones de ésta de Madrid, lo cual comporta la
exclusión de las normas procesales (salvo las que afectan al orden público del
procedimiento) contenidas en la Ley de Enjuiciamiento Civil, que son sustituidas por las
que libremente convengan las partes (artículo 25 de la Ley de Arbitraje), entre las que se
encuentra la de fijar el lugar del arbitraje (artículo 26). No obstante, esta libertad en la
elección del modo en que se han de dirimir las controversias propias de la relación
arrendaticia, no está reñida con la observancia de las normas tuitivas de los derechos del
arrendatario que pertenecen al derecho material o sustantivo, no alterado ni postergado
por aquella, y que, desde luego no parecen afectadas por el contenido del laudo cuya
ejecución se pretende, por circunscribirse al ámbito económico del contrato. Al hilo de
lo expuesto, en nuestro auto de 26 de julio de 2010 (Recurso 344/2010, Ponente Sr.
Cezón), dijimos: "La resolución del contrato de arrendamiento de fincas urbanas no es
materia indisponible para las partes. En consecuencia, no es controversia excluida del
arbitraje, conforme al artículo 2, apartado uno, de la Ley de Arbitraje de 2003. El
arrendador puede no ejercitar la acción de desahucio pese al impago de las rentas por el
arrendatario, puede reducir el importe de la renta para que el arrendamiento pueda
mantenerse, puede también el arrendador no denunciar el vencimiento del plazo y, por
supuesto, renunciar al desahucio ganado. En la regulación del contrato de arrendamiento
de fincas urbanas existen normas de carácter imperativo (artículo 4 de la ley locativa de
1994) que no impiden la disposición del derecho una vez adquirido, al no tratarse de
cuestiones de orden público insoslayable, luego ningún impedimento legal existe para
que las diferencias que puedan surgir del desarrollo de una relación arrendaticia se
sometan a arbitraje -con las restricciones establecidas en la legislación de defensa de
consumidores y usuarios, que en el caso de estos autos no son de aplicación-. La
afectación de normas imperativas de competencia territorial en determinadas cuestiones
no excluye la viabilidad del arbitraje, que, en suma, supone una voluntaria renuncia a la
jurisdicción. De otra parte, la derogación de los artículos 38 a 40 de la Ley de
Arrendamientos Urbanos establecida por la disposición derogatoria única, apartado dos,
sexta, de la Ley de Enjuiciamiento Civil no supone una exclusión del arbitraje en el
orden material arrendaticio, sino una supresión en la ley especial de normas procesales
por razones de técnica legislativa". En definitiva, la Juzgadora de 1ª instancia debió
admitir a trámite la ejecución solicitada, por lo que al no hacerlo procede estimar el
recurso de apelación. TERCERO.- Por disposición del art. 398.2 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil no procede hacer especial imposición de las costas causadas en
este recurso. Vistos los artículos citados y demás de general y pertinente aplicación.

III.- PARTE DISPOSITIVA


LA SALA ACUERDA: Estimar el recurso de apelación interpuesto por EL
Procurador D. Alfonso Mª Rodríguez García en nombre y representación de D.
Gregorio contra el auto dictado con fecha 24 de marzo de 2.010 por la Ilma. Sra.
Magistrado-Jueza de 1ª instancia. nº 92 de Madrid, del que el presente Rollo dimana,
ordenando se dicte auto despachando ejecución en los términos que considere ajustados
a derecho, todo ello sin que proceda hacer especial imposición de las costas causadas
por este recurso. Al notificarse esta resolución instrúyase a las partes si es o no firme y,
en su caso, los recursos que pudieran caber contra la misma, de conformidad con lo
dispuesto en al artículo 248-4 de la Ley Orgánica del Poder Judicial. Así, por este
nuestro auto, del que se unirá certificación literal al rollo de sala 392/10 lo acordamos,
mandamos y firmamos.

COMENTARIO:

Existe ya un amplísimo sector de la jurisprudencia que ha pensado -y sigue


opinando- que compete a los árbitros calibrar la suficiencia o insuficiencia de la
declaración de resolución de la relación arrendaticia en orden a la condena a dejar
libre el inmueble arrendado (2010. La garantía del convenio arbitral y su
jurisprudencia. Origen negocial, pag. 145 y ss.)
Pues bien, esta creencia queda finalmente sosegada por gracia de los
razonamientos que acoge el ponenteGONZÁLEZ OLLEROS -que, ciertamente, no son
suyos sino prestados de otros ponentes- y de una práctica jurisprudencial homogénea
cada vez menos equívoca.
Así que el ponenteGONZÁLEZ OLLEROS -quizás, por enésima vez- persevera
en lo que le compete -ahora- al ámbito jurisdiccional de los Tribunales y al abrigo de su
perseverancia nos recuerda que «“Según el artículo 43 de la Ley de Arbitraje el laudo
arbitral firme produce efectos idénticos a la cosa juzgada, siendo ejecutables en los
términos establecidos en la Ley de Enjuiciamiento Civil. A su vez, la mencionada Ley
de Enjuiciamiento Civil incluye en los artículos 517.2.2º y 545 a los laudos y
resoluciones arbitrales firmes entre los títulos que tienen aparejada ejecución. En el
artículo 551.1, una vez que el tribunal, según el artículo 546, entendiese que es
territorialmente competente, se dispone imperativamente que “despachará en todo caso
la ejecución” siempre que concurran los presupuestos y requisitos procesales, el título
ejecutivo no adolezca de ninguna irregularidad formal y los actos de ejecución que se
solicitan sean conformes con su naturaleza y contenido»
Siendo estos los términos en los que ubicarnos, el propio ponente GONZÁLEZ
OLLEROS da un paso más en su porfía y dice que “la cuestión que se plantea es si los
órganos jurisdiccionales pueden ir mas allá de este examen de la regularidad formal y
procesal del titulo y de la petición que, en su consideración, se deduce, y adentrase en
un control de oficio, cuando no ha precedido una decisión judicial especifica a través
del recurso de anulación, de la legalidad intrínseca no solo del laudo emitido (titulo de
la ejecución) sino del convenio mismo en cuya virtud se deriva la función de decir la
contienda a los árbitros, excluyendo la intervención de la jurisdicción en ese primer
grado resolutorio” -énfasis mío-.
Y, entonces, introduce una matización de capital importancia. Dice: “en tal
punto estimamos que los principios de rogación y de seguridad jurídica -énfasis mío-,
este inmanente al efecto de la cosa juzgada, imperantes en nuestro ordenamiento
jurídico, constituyen una barrera o tope a la revisión judicial de oficio cuando no está
permitida expresamente por la ley” -énfasis mío-. Y añade “si el despacho de la
ejecución de las resoluciones judiciales o arbitrales solo queda subordinado -énfasis
mío-, al margen de la intervención de aquel frente a quien se dirija la ejecución, al
concurso de los presupuestos y requisitos generales y a que el título no adolezca de
ninguna irregularidad formal, a dicho ámbito ha de confinarse-énfasis mío- la
intervención judicial en esta fase inicial de la ejecución”
Y vista la doctrina jurisprudencial que auspicia el ponenteGONZÁLEZ
OLLEROS, se tiene la impresión que lo que queda por venir llega como la seda. O sea
que «“La resolución del contrato de arrendamiento de fincas urbanas no es materia
indisponible para las partes. En consecuencia, no es controversia excluida del
arbitraje, conforme al artículo 2, apartado uno, de la Ley de Arbitraje de 2003» -
énfasis mío-.
Para que se me entienda mejor. Según el ponenteGONZÁLEZ OLLEROS «“el
arrendador puede no ejercitar la acción de desahucio pese al impago de las rentas por el
arrendatario, puede reducir el importe de la renta para que el arrendamiento pueda
mantenerse, puede también el arrendador no denunciar el vencimiento del plazo y, por
supuesto, renunciar al desahucio ganado”». Pero ¡atención! «“en la regulación del
contrato de arrendamiento de fincas urbanas existen normas de carácter imperativo
(artículo 4 de la ley locativa de 1994) que no impiden la disposición del derecho una
vez adquirido -énfasis mío-, al no tratarse de cuestiones de orden público
insoslayable, luego ningún impedimento legal existe para que las diferencias que
puedan surgir del desarrollo de una relación arrendaticia se sometan a arbitraje»-
énfasis mío-.
Y, probablemente, cabría incrementar el número de opiniones acordes - y el
buen concierto- a que induce el ponenteGONZÁLEZ OLLEROS. Pero ya basta de
marear.

Bibliografía consultada:
A. Mª. Lorca Navarrete. La garantía del convenio arbitral y su jurisprudencia.
Origen negocial del convenio arbitral. Clases y efectos. El origen de la
institucionalización del arbitraje mediante el convenio arbitral: la creación de
Tribunales y Cortes arbitrales. Edición Instituto Vasco de Derecho Procesal
subvencionada por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el
Desarrollo (AECID). San Sebastián 2010

Prof. Dr. Dr. Dr. h. c. mult. Antonio María Lorca Navarrete


E-mail: alorca@ehu.es

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madrid-de-diecisiete-de-diciembre-de-dos-mil-diez-
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