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Decálogo de la corona británica

de Horacio Ricciardelli.

1 - Dividir para reinar, nunca atacar sin generar primero la división interna del
enemigo.Reinar alentando falsas opciones y dirigir ambos bandos en conflicto.

2 - Mercados y no países, lo importante es el poder económico y financiero.Todo


poder económico y financiero termina siendo poder político, cultural y militar.No
dejar que haya nacionalismo dentro del mercado porque este puede perderse.

3 - Incitar para vencer, desinformar al enemigo y a través de agentes propios


incitarlo a que ataque cuando está en una situación estratégica desventanjosa.

4 - El poder no se muestra, en lo interno se actúa por medio de nativos que hacen


el trabajo sucio.Desde afuera se actúa por medio de terceros países o nativos de
estos.En caso de fracaso se culpa al agente externo.

5 - Apoyo al enemigo débil contra el enemigo fuerte, mantenerse en una posición


aislada mientras ambos se aniquilan entre sí, en lo posible hacer la guerra por
medio de terceros.

6 - La guerra es la última de las políticas, la mejor política es debilitar, corromper


por dentro al enemigo.La guerra militar debe ser precedida por guerras políticas.

7 - No hay amigos o enemigos permanentes, sino intereses permanentes.Las


lealtades ideológicas o religiosas se dejan para incautos.Se apoya a quien brinde
mas ganancias, si el otro ofrece algo mejor se cambia de bando.

8 - Quien controla el mar controla el comercio, y quien controla el comercio


controla el mundo.No debe dejarse el centro del poder en tierra adentro del
continente.El poder se ejerce desde el puerto al interior del continente.

9 - No importa perder batallas sino ganar guerras.En una estrategia total se


compromete el poder económico, financiero, político, religioso, racial y cultural de
todo el imperio.Una batalla militar no es la guerra total imperial.

10 - Estrategia sin tiempos, no hay plazos sino objetivos, no actuar hasta no estar
seguro de ganar.El objetivo no es dar al enemigo un golpe leve del que se
reponga pronto, sino dar un golpe grave del cual no se reponga jamás, a menos
que al imperio le convenga que se vuelva a levantar para emplearlo contra otro
enemigo que surja.

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