Buenas tardes a todos ustedes maestros, formadores y compañeros.
Dice el libro del Eclesiástico: “El que ama la sabiduría, ama la vida, los que madrugan en su busca se llenarán de gozo. El que la posee heredará la gloria, dondequiera que vaya el Señor lo bendecirá. Los que la sirven, rinden culto al Santo, el Señor ama a los que la aman”. (Eclo 4, 12-14). Muchas gracias maestros, por buscar la Sabiduría que viene de Dios y que él les ha participado y porque habiéndola recibido nos la han compartido. La Nueva Ratio resalta la importancia que ustedes tienen en nuestra formación, en nuestro proceso de caminar en el camino del saber para después nosotros enseñar a muchos la ciencia de Dios y de los hombres. Forman parte importante en nuestra vida y en nuestro caminar vocacional, muchas veces en clases otras más fuera de ellas y con varios de nosotros en ocasiones en platicas como amigos más que como maestros donde nos han dado ánimo para responder a las exigencias del llamado con excelentes consejos que nos animan en nuestras dificultades. Sólo es docente, aquel que siente la pasión de ser maestro, que asume la tarea de enseñar, más que con palabras, con principios éticos y morales. Se trata de una profesión en la cual el compromiso afectivo es otro componente fundamental, pues debe lograrse la total empatía del estudiante, y la certeza que, buena parte de su éxito suele depender del especial vínculo que se establece con los alumnos. Reflexionar sobre el papel del maestro en la actualidad, exige reconocer que ningún tiempo puede ser más difícil o más fácil que otro, pues cada época tiene su propio paradigma, que expone las expectativas de cada generación y ustedes en este tiempo nos iluminan con su saber. No es fácil enseñar, puesto que ello conlleva una gran carga y presupone una gran responsabilidad, la cual no es otra que la de predicar con el ejemplo. Maestros y maestras gracias por desgastar su vida por nosotros, gracias por dedicar horas de su tiempo para formarnos como hombres, como cristianos, como futuros pastores que son capaces de hablar con lógica, elocuencia, mesura y sabiduría. Hay camino por recorrer, ustedes en la docencia, nosotros en el aprendizaje. La meta, superar al maestro, diríjannos, enséñennos, compartan sus conocimientos con nosotros, para después nosotros compartirlos con otros y no dejar que la verdadera sabiduría se extinga. Sean amigos de la sabiduría, amen el saber y eso nos transmitirán, amen la docencia y nosotros recibiremos su entusiasmo, amen a Dios y al mismo Dios nos compartirán. Gracias porque sus enseñanzas no son solo en el salón de clases sino también en los pasillos, en una plática privada, en una oportunidad de convivencia como esta, en cualquier momento y en cualquier circunstancia nos han compartido su saber intelectual y para la vida, para seguir nuestro caminar en la respuesta a la voluntad de Dios. Gracias es poco para corresponder todo lo que hacen por nosotros, y es lo que, de corazón, en nombre de mis compañeros expreso para todos ustedes. Gracias por su caridad, ahora solo termino encomendándolos a nuestro Señor Jesucristo, al Maestro, para que él, que enseñó a sus discípulos, sea quien les recompense todo lo que hacen por nosotros y también nos seguimos encomendando a sus oraciones para ser buenos cristianos y buenos pastores. Gracias y muchas felicidades. Dios los bendiga maestros.