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SOCIEDADES DEL CERCANO ORIENTE

VAN DE MIEROOP, Marc (2015) Production and Commerce in the Old Babylonian Period. Rivista di Storia
Economica XXXI(1). Pp. 79-96. Traducción del inglés: Nicolás I. Sanseverinatti, 2017 Corrección:
Federico Luciani.

PRODUCCIÓN Y COMERCIO EN EL PERÍODO PALEOBABILÓNICO

Ambos términos, Babilonia y Período paleobabilónico, indican realidades complejas. Babilonia


fue la región cuyos habitantes dependían de las aguas de los ríos Tigris y Éufrates para su
supervivencia, extendiéndose desde las cercanías de la Bagdad moderna hasta el Golfo
Pérsico.1 Contenía áreas agrícolas, grandes pantanos al comienzo del mar y a lo largo de los
ríos y zonas de estepa donde solo los pastores migrantes podían sobrevivir. Había muchos
nichos ecológicos diversos con potenciales económicos variados. El área incluía diferentes
tipos de asentamientos, pero las ciudades (alrededor de cuarenta) dominaban el campo. Estas
eran los centros de la política, la cultura y lo más importante en el contexto de este trabajo, la
economía. El período que consideraré aquí tiene una extensión de cuatrocientos años n, desde
ca. 2000 hasta ca. 1600 a.C (usando la llamada cronología media dominante en el estudio de
la historia de la Mesopotamia antigua).2 Se caracterizó por los conflictos entre estas ciudades,
cuyos reyes peleaban por la hegemonía luego del colapso de un estado que había unificado la
región entera en el siglo XXI bajo la Tercera Dinastía de Ur. Varias ciudades se turnaron en la
búsqueda de la supremacía política y cerca del 1755 Hammurabi de Babilonia triunfó en la
creación de una Babilonia unificada, pero alrededor de treinta y cinco años más tarde el sur y
el centro ya se habían separado. Estos eventos políticos y especialmente las acciones militares
que ellos ocasionaron tuvieron un efecto en la economía. Las tácticas militares incluían la
desviación del agua para la irrigación de los canales en orden de privar de comida a un
oponente hasta la sumisión (Charpin 2002, pp. 557-558), lo cual tuvo efectos duraderos en el
campo. Pero aun así este fue un período de prosperidad en la historia de Babilonia: los niveles
de urbanización fueron altos (Adams 1981, p. 138), muchas ciudades parecen haber florecido
y hubo mucha producción cultural.
Sea como fuere, tenemos que recordar que esta era una sociedad pre-industrial, con
las características económicas básicas que eran típicas para este tipo de sociedades. Patricia

1
Crone resumió esto sucintamente en un estudio que no se basó en la evidencia de la Babilonia
antigua, pero cuyas conclusiones son pertinentes (2003, pp. 22-24). En sociedades pre-
industriales la agricultura era la base de la economía y la mayor parte era agricultura de
subsistencia en comunidades de aldeas autárquicas y fincas. Había un pequeño excedente
para comercio en productos alimenticios y fibras, y cuando esto existía, era bajo los auspicios
de las instituciones centrales. El comercio de otros productos incluía artículos de lujo para las
élites urbanas y evitaba a los campesinos. Los propietarios de la tierra podrían querer
comercializar algunos de los productos campesinos pero eso incrementaba la dependencia de
los agricultores. Estos no podían transportar bienes para intercambio sino era en cortas
distancias. “Los campesinos siempre ingresaban al mercado en desventaja, en la medida en
que tuvieron tratos con el” (Crone 2003, p.24). Creo que es importante mantener estas
características en mente en nuestro estudio de la antigua Babilonia. La documentación
disponible naturalmente se enfoca más en la actividad económica compleja- ya sea en la
producción o el comercio. La agricultura de subsistencia no requiere ningún tipo de
contabilidad, a diferencia de la explotación de grandes parcelas con propietarios absentistas.
No podemos tomar la actividad documentada como un completo reflejo de la vida económica.
En este ensayo discutiré la agricultura y la manufactura en el Período Paleobabilónico y cómo
ellas interactuaban con el comercio tanto localmente como a larga distancia. Obviamente las
tres actividades no eran diferentes sino que dependían unas de otras: no se puede cultivar sin
herramientas manufacturadas o tejer sin lana de los rebaños domesticados. El comercio
requería artículos producidos en otros sectores de la economía y puso a disposición materiales
necesitados allí.

1. Agricultura

Babilonia fue la inspiración del bíblico “Jardín del Edén” e incluso si esta imagen estaba
basada en condiciones del primer milenio cuando los proyectos de irrigación masiva habían
abierto grandes áreas para el cultivo, era verdad que a lo largo de la historia antigua el suelo
de Babilonia era extremadamente fértil. Incluso a principios del segundo milenio grandes
zonas para el cultivo de cereal y huertas de palmeras rodeaban cada centro urbano, mientras
que los extensos pantanos contenían una abundancia de recursos naturales salvajes,
incluyendo peces y otras criaturas de agua, pájaros y caza. Localizada entre las áreas de
cultivo, las tierras esteparias permitían la cría de animales en invierno. La principal rama de la
producción agrícola involucraba cereales, especialmente cebada, que proveía la principal
fuente de nutrición tanto en alimentos sólidos como fermentada en cerveza. La agricultura

2
solo era posible con el uso de la irrigación y luego de que esta tecnología fue introducida en
Babilonia en el sexto milenio habilitó el desarrollo de un campo inhóspito en una región
densamente urbanizada. Es importante recordar que la geografía de la llanura aluvial no era la
misma a lo largo de Babilonia. En el sur, la extrema horizontalidad del delta causaba que los
ríos, especialmente el Éufrates, se distribuyeran en múltiples brazos que podían fácilmente
cambiar de curso. Los propios brazos junto con los canales construidos junto a ellos vinieron a
tenderse sobre la llanura luego de múltiples inundaciones. Parte del desafío de los agricultores
era asegurar que el agua no anegara los campos en un momento inoportuno cuando podía
destruir los cultivos. Estas condiciones llevaron a un diseño de cientos de metros de campo
que eran irrigados a través de surcos cuyos lados cortos se unían a un canal encauzado. Para
trabajar estos campos se requería un arado con varios agricultores calificados. En el norte de
Babilonia la llanura tenía más relieve y los brazos del río corrían a través de cauces más
seguros. Campos más pequeños estaban situados junto a ellos y cuando el agua era
necesaria, eran totalmente sumergidos. Grupos más pequeños, como familias, podían
cultivarlos, y era necesaria mucho menos coordinación que en el sur (Liverani 2006, pp. 15-
16). A pesar de estas diferencias, la construcción de canales a lo largo de Babilonia era la
única vía en la cual la zona agrícola podía ser expandida y los reyes veían esto como uno de
sus mayores logros. Regularmente ellos celebraban la excavación o extensión de un canal
como el evento más importante del año, y le daban a los canales nombres programáticos,
como “Hammurabi-trae-prosperidad-a-su-gente”. Para principios del segundo milenio estos
canales se habían vuelto muy largos y se abrían paso a través de los territorios de múltiples
ciudades. El canal de Hammurabi mencionado proveía agua a Nippur, Isin, Uruk, Larsa, Ur y
Eridu. Naturalmente la unificación política hacía más fácil el mantenimiento de ellos. Los
canales eran la línea de vida de la tierra y mantenerlos en buenas condiciones y expandirlos
era la más valiosa contribución que las cortes podían hacer a la economía (Charpin 2002).
El cultivo de cereales era la actividad agrícola más importante y el grano preferido en ese
momento era la cebada. Además hay evidencia de que sésamo y mijo eran cultivados. Las
huertas de palmeras probablemente estaban ubicadas al costado de los canales y sus frutas
suministraban una importante fuente de nutrición. Los árboles además proveían sombra que
facilitaba el cultivo de vegetales, como cebollas y frijoles. Los pantanos y los cursos de agua
les otorgaban a las personas acceso a peces y a otros animales comestibles, como ratas topo,
y los rebaños de ganado y especialmente ovejas y cabras proveían productos lácteos (de
cabras y vacas) y carne. No está claro cuánta carne los babilonios consumían. Los libros de
cocina más antiguos se originan en este período y uno de ellos concluye con el resumen “21
caldos de carne, 4 de vegetales” (Bottéro 1995, p.11) -obviamente estas recetas estaban

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destinadas solo para la más alta élite. Está claro que en sociedades de pastoreo tradicionales
los animales eran valiosos por sus llamados recursos renovables – trabajo, lana, leche – y
estas personas no los sacrificaban fácilmente (Potts 1997, p.89). Pero los archivos certifican
la existencia de corrales en los templos donde el ganado, ovejas, cabras y cerdos eran
engordados para ofrendas. Luego de que las piezas de carne habían sido presentadas a los
dioses, el sacerdote y otros dependientes del tempo las comían (Roberson 1992). También
hay otra documentación que habla que personas en la mayoría de los estratos de la sociedad
consumían carne de cerdo (Weszeli 2009, p.323).
La pregunta de quién poseía los medios agrícolas de producción – campos, huertas, zonas de
pesca, áreas de pastoreo y rebaños – es difícil y la respuesta no fue la misma en todas partes
de Babilonia. Palacios y templos ciertamente eran los dueños más grandes de todo tipo de
bienes a pesar de que no podemos estimar la extensión total de sus posesiones. No está claro
si una distinción entre los dos tipos de instituciones puede ser hecha para este tiempo en la
historia de Babilonia. Los templos no aparecen como propietarios de tierras en el norte de
Babilonia (Goddeeris 2002, p.351) mientras que en el sur ellos dominan los registros pero
pueden haber actuado en nombre del palacio (Van De Mieroop 1992, pp. 77-119). El interés
de los reyes por las tierras agrícolas está claro en la correspondencia entre Hammurabi y sus
representantes en el sur, en la cual él pedía lo que parecen ser pequeños detalles (cf
Frankena 1966; Kraus 1968). La mayor pregunta es si existía o no la propiedad privada de la
tierra. Documentos de venta del Norte de Babilonia regularmente registran la transferencia de
esta, pero en el sur esto era muy poco común y solo involucraba pequeñas parcelas de tierra
de valor agrícola marginal. La ausencia de ventas de tierras en el sur podría haber sido el
resultado de la restricción de la enajenación de los campos o una ausencia de propiedad. En
contraste las huertas eran compradas y vendidas habitualmente (Renger 1995, pp.295-302;
cf. Stol 2004, pp.844-847). Aun así, parece que algunos individuos poseían grandes fincas
agrícolas. Aparecen topónimos, como la Aldea de Balmunamhe cerca de la ciudad de Larsa,
que sugiere que estos eran asentamientos nombrados a partir de los dueños de propiedades
de la tierra (Van De Mieroop 1987ª, pp.18-19). Es posible además que las comunidades
poseyeran tierras conjuntamente pero ese aspecto de la vida económica permanece
indocumentado. Considerando todas estas cosas, parece que la propiedad institucional de los
campos agrícolas era la norma en el sur mientras que en el norte la propiedad privada era
común. Tenemos que tener en mente que este fue un período largo de tiempo y la situación no
era estática. El palacio asumió el control de muchos recursos de los templos durante el reino
de Hammurabi y luego en el Período Paleobabilónico también parece haberse reducido el rol
de la propiedad privada (Pientka 1998, pp.250-252).

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La explotación de todos los recursos agrícolas evolucionó a lo largo del Período
Paleobabilónico y los cambios introducidos drásticamente alteraron la relación entre
propietarios y mano de obra. Durante el anterior período de Ur III (siglo XXI a.C.) los
propietarios institucionales tomaron toda la responsabilidad de la administración de la tierra,
rebaños, etc. Los agricultores, pastores y otros que estaban bajo su empleo, recibían raciones
como pago por sus servicios, y eran supervisados por burócratas. La gran cantidad de archivos
administrativos de este período derivan de las oficinas del palacio y el templo y muestra lo
estricto que era el control. Este sistema puede haber llegado con recompensas sustanciales
para los propietarios pero además tenía sus desventajas. Requería una burocracia extensa, las
instituciones eran plenamente responsables del cuidado de sus dependientes y los proveían
con un gran ingreso de productos agrícolas perecederos. Para mitigar estas presiones se
desarrolló un sistema a lo largo del Período Paleobabilónico donde los propietarios se
retiraban de la estricta supervisión de sus recursos y de las personas que trabajaban para
ellos confiando en su lugar en intermediarios que además transformaban el producto en plata.
El nuevo sistema no comenzó de la noche a la mañana y tomó quizás doscientos años para
estar plenamente establecido. Si bien tiene ventajas prácticas para los propietarios
institucionales, estos podrían no haber sido el principal impulso para el cambio. En su lugar las
nuevas prácticas podrían haber sido el resultado de una mercantilización de los oficios, que
podemos observar claramente en los templos. Los oficios de los templos, tal como el
barrendero del patio, se convirtieron en prebendas, eso es, ellos garantizaban a los “titulares”
un ingreso a pesar de que estos no hicieran ningún trabajo. Las prebendas eran productos que
podían ser transmitidas en herencias, vendidas y compradas, arrendadas, y divididas en
partes, algunas veces tan pequeñas como medio día al año. Obviamente los “titulares” no
proveían ningún servicio; ellos simplemente colectaban una fracción del ingreso que estaba
conectado al cargo como una sinecura (Van Driel 2002, pp.31-151). Otros tenían que cuidar
los negocios y aquí era donde los “entrepreneurs” privados intervinieron. Los académicos del
Cercano Oriente antiguo se refieren al sistema en el cual ellos funcionaban con el término
alemán: Palastgeschäft, “negocio del palacio”, pero además los templos y posiblemente
ciudadanos particulares confiaban en ello (Renger 2000). Puede ser comparado con el uso de
publicani en el Imperio Romano, el cual también externalizaba su recaudación de impuestos y
la explotación de recursos económicos en “entrepreneurs” privados quienes estaban a cargo
de la circulación de bienes y servicios.
El sistema existía en todos los sectores de la economía agrícola. Como grandes propietarios de
tierras el templo y el palacio dejaron la explotación de sus campos a un gran número de
arrendatarios. Algunos de ellos recibían las parcelas como recompensa por otros servicios, por

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ejemplo en la fuerza militar (Ellis 1976), otros lo hicieron como arrendadores (Pomponio
1978). En los contratos las rentas podían ser estipuladas en cantidades absolutas (p.ej N litros
de granos por hectárea), o similar a lo que los vecinos pagaban (Stol 2004, pp. 848-849).
Acuerdos especiales existían para las áreas de reciente desarrollo. En estos arreglos los
propietarios sabían que se les garantizaba un ingreso y los arrendatarios sobrevivían de lo que
quedaba luego de pagar sus deudas. Esto es un típico ejemplo de aparcería, la cual fue común
en muchas sociedades agrícolas a través de la historia.
Sin embargo, en Babilonia este acuerdo se extendía a todos los aspectos de la economía
agrícola. Jardineros cultivaban las huertas de dátiles y usaban los dátiles como pago por sus
deudas. Los rebaños masivos de ovejas y cabras eran distribuidos entre pastores de quienes
se esperaba que aumentasen su tamaño en 80 corderos cada 100 ovejas cada año y además
tenían que recoger un kilogramo de lana de cada oveja anualmente. Los pastores de ganado
tenían que entregar cuatro litros de manteca y 6.3 litros de queso por vaca cada año (Renger
2000, pp.163-164). Pescadores entregaban cantidades establecidas de sus capturas y otros,
como cortadores de caña, leñadores, etc., probablemente tenían obligaciones similares. Todos
estos hombres y sus familias trabajaban independientemente y, nosotros imaginamos,
trataban duramente de producir lo más posible para aumentar su ingreso.
El sistema aseguraba a los propietarios que sus bienes fueran puestos en un uso lucrativo
pero el ingreso que ellos extraían venía en una forma no conveniente. Era difícil de colectar,
gran parte de estos eran muy voluminosos y perecederos e imposible de almacenar por largos
períodos y era difícil de distribuir a los consumidores sin una organización elaborada. Este se
convirtió en el negocio de los “entrepreneurs” privados. Ellos actuaban como intermediarios
entre propietarios, productores y consumidores y recibían un ingreso haciéndolo. Muchos
archivos de residencias urbanas documentan como estos hombres recolectaban rentas y
pagos de agricultores, pastores y otros en forma de productos y entregas en grano y plata a los
propietarios institucionales. No solo actuaron como “administradores”, tratando con
cuestiones prácticas diariamente, ellos además convertían los productos naturales en plata.
Este último proceso no está registrado en la documentación escrita pero seguro demandó
mucho esfuerzo y organización. De alguna manera los dátiles, la manteca, los pescados, y
otros consumibles eran vendidos por plata. Todas estas pequeñas transacciones era finales,
esto es, nadie podía impugnarlas luego en una corte, por tanto no había necesidad de
registrarlas por escrito (Van De Mieroop 1997). La relación entre la producción agrícola y el
comercio local sigue siendo un misterio para nosotros.
Está claro que los “entrepreneurs” tenían un control firme sobre los productores agrícolas y
sus archivos contienen muchos préstamos documentados. Cuando un agricultor no era capaz

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de pagar sus gastos y tributos completos solo podía recurrir a los “entrepreneurs” por un
adelanto, el cual era dado como un préstamo con intereses. Las “quiebras” ocurrían y los
prestatarios rápidamente se quedaban enredados en un espiral de obligaciones de deudas.
Hay muchos ejemplos en la historia mundial donde la aparcería llevó al empobrecimiento de
los trabajadores agrícolas, quienes estaban atascados en pequeñas parcelas y se enfrentaban
a altos gastos. No sabemos si este es también el caso de Babilonia. La evidencia sobre deuda
es sustancial en la documentación que sobrevive, pero no podemos estimar cuán grande era
su efecto en la población. De vez en cuando los reyes emitían cancelaciones de deudas, las
cuales liberaban a sus súbditos de obligaciones pendientes y algunas veces quebraban
“entrepreneurs” (más reciente, Charpin 2010). Esto sugiere que la situación estaba lejos de lo
ideal para los trabajadores pero este tipo de actos no estaban necesariamente todos
inspirados en crisis económicas. Cuando Hammurabi de Babilonia conquistó el sur, por
ejemplo, abolió todas las deudas, probablemente con el fin de ganar favor en la población
local.
Los recursos agrícolas de Babilonia en el segundo milenio a.C eran demasiado vastos y su
explotación involucraba a un gran número de personas de todos los niveles de la sociedad. La
documentación disponible para nosotros solo ilumina fragmentos de las actividades
involucradas y en su mayoría pasa por alto como el producto llegaba a los consumidores.
Como era cierto en otras sociedades preindustriales, la agricultura era ante todo de
subsistencia y las personas comían lo que cultivaban ellas mismas. Las transacciones que
encontramos registradas se refieren a las contribuciones que ellos les debían a sus
propietarios ausentes.

2. Manufactura

Si la documentación disponible sobre agricultura está dispersa y fragmentada, la referida a la


manufactura es prácticamente inexistente. Un exhaustivo estudio reciente sobre la sociedad y
la economía de la Antigua Mesopotamia Babilónica no incluye una sección especial sobre este
tópico (Stol 2004). En contraste estamos bien informados acerca de muchos aspectos de la
manufactura durante el anterior período de Ur III. Es claro que la producción textil era la
actividad más importante e involucraba una gran cantidad de fuerza de trabajo que incluía
muchas mujeres. Un cálculo determinó que cerca de 13.200 tejedores operaban alrededor de
la ciudad de Ur (Waetzoldt 1972). Además conocemos sobre el trabajo con cuero, piedra,
madera y caña, producción de cerámica, construcción, y fabricación de joyas, y la creación de
otros objetos con materiales preciosos y semi-preciosos (Neumann 1993). Del comienzo del

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Período Paleobabilónico sobrevive el archivo de un taller artesanal ligado al palacio real de
Isin, el cual cubre el período desde 2014 a 1981 (Van De Mieroop 1987b). Era un
establecimiento monitoreado de cerca con cuatro divisiones: manufactura con madera, con
cuero, con caña y con fieltro. Los archivos nos dan una pista de los materiales que ingresaron y
los productos terminados que dejaron el taller. Estos eran bienes del palacio, cuyos
movimientos los contadores debían documentar y el destino final de muchos de estos
productos era la casa real. Hay un poco de duda sobre si similares talleres organizados para
manufacturas con otros materiales existieron no solo en Isin sino en otras ciudades también.
El grado de supervisión atestiguado es paralelo a lo que vemos en los archivos de Ur III y las
prácticas laborales parecen las mismas. Los artesanos en el taller de Isin trabajaban para el
palacio solo la mitad del tiempo, como demuestran las detalladas listas de asistencia. Un
estudio acerca de los alfareros en el período de Ur III mostró que no estaban siempre
enredados en tareas para las instituciones y es probable que muchos otros especialistas no
trabajaran a tiempo completo para las organizaciones sobre las cuales tenemos registros
(Steinkeller 1996). Seguramente estas personas no estaban inactivas el resto del tiempo y
ellos debieron haber trabajado independientemente desde sus casas también, encargándose
de las necesidades de sus vecinos.
Es obvio que todo tipo de manufactura siguió durante el Período Paleobabilónico incluso si la
documentación textual es escasa. Excavaciones arqueológicas han desenterrado tarros,
utensilios y otros objetos manufacturados que las personas usaban y muchos otros existían
incluyendo aquellos cuyos materiales no sobrevivieron, como caña, madera, textiles, etcétera.
Una excavación del siglo XIX d.C. en Tell Sifr en el sur de Babilonia encontró un “tesoro” de
objetos de bronce, principalmente herramientas agrícolas, y estas estaban posiblemente
asociadas con un taller de un templo (Moorey 1971). En toda la superficie de un suburbio de
Ur fueron encontradas piezas de prueba y otros objetos relacionados con el cortado de sellos
así como también placas de terracota (Van de Mieroop 1992, p. 25). Las últimas fueron
producidas en masa a partir de moldes y eran un artículo común en las casas de todas partes
de la Antigua Babilonia. Ellas representaban dioses, demonios, animales, erótica, y algunas
veces a un cierto artesano en el trabajo, por ejemplo un carpintero (Opificius 1961; ver Parrot
1960, Figura 359e para el carpintero). Esto podría haber sido el equivalente de un cartel para
el taller local. Arqueólogos a menudo buscan áreas manufactureras en las ciudades que
excavan, pero parece que en el Período Paleobabilónico los barrios residenciales tenían su
alfarero local, herrero, trabajador de la piedra, mientras que las áreas especializadas no eran
tan comunes (Stone 1991, pp.240-241). Los curtidores probablemente encontraban un lugar
cerca del agua y a favor del viento de las áreas residenciales. Que las personas podían

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contratar los servicios de los artesanos está claro en el Código de Hammurabi, el cual contiene
este (dañado) pasaje:

Si alguien quiere contratar un artesano, el deberá pagar por día:


como pago de […] cinco granos de plata;
como pago de un trabajador con fieltro cinco [granos] de plata;
[como pago de] un tejedor de lino [… granos] de plata;
[como pago de] un cortador de sellos [… granos] de plata;
[como pago de] un lapidario [… granos] de plata;
[como pago de] un herrero [… granos de] plata;
[como pago de] un carpintero cuatro(?) granos de plata;
como pago de un trabajador de cuero […] granos de plata;
como pago de un trabajador de caña […] granos de plata;
como pago de un constructor [… granos de] plata
(Código de Hammurabi, §274)

La lista muestra que los artesanos eran especialistas y claramente con frecuencia necesitaban
altos niveles de destreza. Todavía podemos ver el resultado de su trabajo en sellos cilíndricos
preservados del período (Collon 1987, pp. 44-46). Unos pocos textos solo indican cuánto
cuidado podía ser dedicado a la manufactura de algo. Un inusualmente detallado documento
hecho por bataneros muestra que podían pasar meses en la preparación de una pieza de
textil, en este caso todavía evaluada como de segunda categoría:

Una prenda šētum de segunda categoría, (peso) tres kilogramos y medio:


Tres meses y seis días: enrollando
Dos días: limpiando
Dos días: cortando partes sobrantes
Un mes: cociendo
Dos días: prensando
Un mes y veinte días: cepillando (utilizando cardos)
Cuatro días: raspando y nivelando
Un mes: uniendo, cepillando y refinando.
Seis días: golpeando
Dos meses: recogiendo los hilos del frente
Veinte días: recogiendo los hilos del dorso
Diez días: estirando y prensando
Un mes y dieciocho días: desenrollando
Un mes y diez días: secando
400 (días de trabajo de) bataneros,

9
Cuota por una prenda šētum de segunda categoría, (peso) tres kilogramos y medio (Lackenbacher 1982, § e,
pp.131-132).

Sin embargo este tipo de información es poco común.


El acceso a metales preciosos era limitado y no sorprendentemente la evidencia
escrita de esto proviene de un contexto palatino. Los restos del archivo del palacio de Sin-
kashid de Uruk contienen cerca de cincuenta documentos relacionados a oro y plata,
incluyendo cuentas de entrega. La suma involucrada puede ser sustancial, por ejemplo 3
kilogramos de oro y 3 kilogramos de plata. Un texto relacionado registra que 525 kilogramos
de cobre fueron traídos de Babilonia (Sanati-Müller 1990, textos 89, 123, y 140). El cobre por
sí mismo o aleado en bronce era extremadamente importante para las herramientas y las
armas y algunos registros aislados muestran cómo los palacios retenían grandes cantidades
de este. Una cuenta del reino de Hammurabi, probablemente de Larsa, menciona “143 hachas
agasalakku de bronce, 256 espadas maḫrȗ de bronce, 114 hachas ḫaṣṣinnu de bronce, 148
hachas ḫaṣṣinnu de cobre, 1615 espadas marru de cobre, 1357 espadas marru de madera, y
3596 hoces de cobre”, lo cual debe haber requerido una vasta cantidad de metal para
producir (Richardson 2005, p. 43) pero la evidencia sobre tales asuntos es muy limitada (ver
Reiter 1997 para un estudio completo).
La información de la industria textil es aún más escasa mientras que esta debe haber
sido una actividad importante. La lana era recolectada en grandes cantidades de los vastos
rebaños de ovejas y hay poca información sobre su tratamiento después (Stol 2004, pp. 955-
972). Sabemos que los textiles eran cruciales en el comercio de larga de distancia de
Babilonia en este momento y el mayor producto para exportación, pero conocemos
prácticamente nada acerca de cómo ellos fueron hechos. A continuación pasamos a este
comercio.

3. Comercio

Comenzamos la discusión sobre el comercio en Babilonia en el principio del segundo milenio


unos 1.600 kilómetros al noroeste de Babilonia. En la Anatolia Central existía una colonia de
comerciantes de la ciudad del Norte de Mesopotamia Assur, cuyas actividades están bien
documentadas en los archivos encontrados en sus casas privadas. Las tablillas cubren los
años desde 1970 a 1719 pero son especialmente ricas entre 1890 y 1860. Cerca de 23.000
cartas, contratos, acuerdos legales y otros textos han sido preservados y ellos muestran con
gran detalle como familias de comerciantes dirigían un comercio intensivo entre su ciudad

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natal Assur y la colonia Kanesh, la cual actuaba como el nexo de una red que cubría gran parte
de Anatolia. Enviaban plata y oro a Assur, la cual adquirían con el estaño y los textiles que
importaban a Anatolia. Colegas comerciantes probablemente traían el estaño de Irán más allá
de Assur en maneras similares. Los textiles eran producidos localmente en Assur e importados
desde Babilonia. Muchos textos mencionan “textiles acadios”, refiriéndose a los productos
Babilónicos, los cuales eran considerados tan valiosos que ellos merecían ser transportados
todo el camino desde Babilonia hasta Anatolia con una caravana de burros, viaje que tomaba
al menos dos meses. Y esto sucedía en un mundo donde todos, incluso las personas en
Anatolia tejían telas. Los productos babilónicos deben haber sido muy especiales;
desafortunadamente no tenemos descripción de cómo lucían –los textos usan el término
genérico tela- o de su precio exacto (Veenhof 1972, pp. 158-159). En peso ellos parecían
haber variado desde túnicas livianas hasta pesadas alfombras. A pesar de que el comercio
estaba en las manos de comerciantes privados, era un gran interés para los poderes políticos,
quienes querían promocionarlo. El rey Ilushuma de Assur (siglo XX a.C.), por ejemplo, proclamó
que él “estableció la libertad de los acadios y sus hijos” desde Ur hasta Nippur en el sur de
Assur (Grayson 1987, p. 18). Entendemos esto como una declaración que a los comerciantes
babilónicos no se les exigían más impuestos.3
Hasta la fecha no han sido descubiertos archivos tan coherentes en el Cercano
Oriente, pero ellos deben haber existido y algunos de ellos muy probablemente involucraban
babilonios como principales actores. Materiales de la propia Babilonia, principalmente cartas y
contratos, muestran que comerciantes de allí tenían contacto con varias partes de la región y
más allá (ver Stol 2008, pp.868-899 por una exhaustiva colección de datos). Babilonia estaba
integrada en una red de sistemas que la conectaba directa o indirectamente con lugares tan
lejos al oeste como Creta y tan lejos al este como Indonesia. El cobre provenía de Omán y
Chipre, el lapislázuli de Afganistán, la madera de cedro de Líbano, el clavo de olor de Indonesia
y mucho más. Es de alguna manera un cliché que a Babilonia le faltaba madera, piedras
duras, metales y otras necesidades para la vida urbana. Esto es, en mi opinión, una
exageración ya que los materiales locales podían proveer alternativas aceptables (Van De
Mieroop 2002), pero es verdad que muchas de las mercancías con las que los babilonios se
rodeaban estaban solo disponibles a través de la importación. Las herramientas y las armas
de bronce, mencionadas antes, requerían la adquisición tanto de cobre - principalmente de
Omán – y estaño – de Irán. Aunque las personas podían y hacían sellos cilíndricos con arcilla,
barata y localmente abundante, muchos de ellos los cortaban de piedras que necesitaban ser
traídas desde fuentes extranjeras –hematita de Anatolia o ágata y cornalina de India, por
ejemplo (Moorey 1994, pp. 75-76).

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Evidencia textual variada de las ciudades babilónicas ilumina un poco los procesos
involucrados en la adquisición de bienes. Por ejemplo, Ea-naṣir (fl. ca. 1810), un comerciante
de Ur era llamado “el que viaja a Dilmun”, esa es la isla de Bahréin, donde compró cobre que
probablemente venía de Omán más abajo del Golfo Pérsico. Este comerciante usaba prácticas
similares a las atestiguadas en Kanesh para financiar su trabajo. Recogía contribuciones de
varios hombres de negocios y algunas veces del palacio y prometía cobre a cambio. En un
texto aparece comprometido a entregar 5.553 kilogramos, una cantidad muy sustancial (Van
De Mieroop 1992, pp. 136-137).
La pregunta molesta es qué usaban los babilonios para pagar por estas adquisiciones
en el extranjero. Los cereales están fuera de cuestión ya que eran muy voluminosos para
transportar. Algunos textos se refieren a aceite, sésamo, ganado, lana y cueros, pero estos
productos también presentaban dificultades para el transporte a larga distancia,
especialmente por tierra. Los materiales importados valiosos eran usados -plata a Dilnum,
cobre a Assur, por ejemplo- pero si no ganaban valor agregado no proveían mucho beneficio
para los comerciantes. Los únicos productos rentables que Babilonia podía exportar eran sus
bienes manufacturados. Textos de Ea-naṣir mencionan cestas y tocados 4 pero con mucho los
más importantes deben haber sido los textiles destacados en los textos de Kanesh. Deben
haber estado tan bien hechos y haber sido tan apreciados que financiaban un gran comercio.
Tal disposición no es única en la historia mundial; Flandes en la Edad Media europea es otro
ejemplo donde los tejidos de lana mantenían una economía urbana rica. Babilonia era capaz
de adquirir productos de muchos partes de Asia por sus capacidades manufactureras. Como la
región más densamente poblada, debe haber sido el mayor cliente en una red que se extendía
muy lejos pero asombrosamente excluía Egipto, la única área similarmente urbanizada en ese
momento. Esta actividad siguió durante los tiempos de alta volatilidad política, con mucha
guerra y competencia entre ciudades. Las interrupciones ocurrieron: una carta a Kanesh, por
ejemplo, culpaba la ausencia de “textiles acadios” en Assur a una revuelta que evitó los viajes
de los babilonios (Veenhof 1972, p.98) y al final del Período Paleobabilónico muchos bienes
importados parecían haberse vueltos raros (Pientka 1998, pp. 252-256). Pero durante muchas
décadas el comercio internacional garantizó que los babilonios tuvieran acceso a la plata,
piedras semipreciosas e incluso clavos de olor.
La intersección del comercio internacional de productos de alto valor y el intercambio
local de alimentos y otras necesidades diarias no han estado cerca. Pero había una conexión
entre ambas (Kolinski 2010).

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Como vimos, había un proceso que habilitaba a los “entrepreneurs” a convertir los
productos que ellos recogían como gastos y tributos de los agricultores y otros en plata, la cual
los dueños institucionales querían. Esa plata solo estaba disponible en el sur de Mesopotamia
porque era importada de regiones como Anatolia pasando a través de Assur. No podemos
hablar de una economía de mercado en la cual el comercio local de bienes dependía del uso
extensivo de plata (Renger 1993), pero algunos aspectos de las transacciones económicas
requerían ese metal. Ciertamente había reutilización de stocks existentes, aunque nuevos
suministros eran necesarios también y solo el comercio internacional podía proveerlo. No es
una sorpresa que este último dejó más documentación escrita que el intercambio local, como
los comerciantes usaban varios medios para obtener el capital que ellos necesitaban a través
de transacciones que requerían evidencia.

4. Conclusiones

Este corto estudio muestra claramente cómo producción y comercio en la Babilonia de los
principios del segundo milenio estaban estrechamente conectados y se necesitaban uno al
otro para funcionar correctamente. La agricultura estaba en la base de todo el sistema y si no
hubiera sido tan productiva, la cultura babilónica habría sido muy diferente. Esta proveía el
sustento para los habitantes y dependía de un sistema de distribución. No era un sistema de
mercado, pero en cierta medida dependía de la plata, la cual solo el comercio internacional
podía suministrar. La agricultura además proveía los materiales básicos para una de las áreas
cruciales de manufactura, la industria textil, que producía tanto para las necesidades locales
como para la exportación en comercio. El comercio traía otros materiales necesarios para la
manufactura, como los metales para herramientas que incrementaban la producción agrícola.
La necesidad diaria no era el único incentivo para toda esta actividad; la economía babilónica
era suficientemente productiva para permitir la importación de materiales especiales usados
por especialistas en la manufactura de objetos lujosos. Nadie necesitaba en realidad un sello
cilíndrico finamente tallado de hematita importada, pero algunos podían adquirir este tipo de
objetos.
Para que el sistema se sostenga todos sus elementos tenían que funcionar bien y
parece que durante la mayor parte de los cuatrocientos años discutidos aquí este fue el caso,
aunque no para todos. Después de 1740 el sur de Babilonia sufrió una crisis que parece haber
terminado con la vida urbana allí (Gasche 1989), pero en el norte la vida siguió como de
costumbre. Sin embargo esto podría haber sido una herida autoinfligida y el resultado de una
severa supresión de disentimiento político. Como vimos los reyes alardeaban sobre su apoyo a

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la infraestructura de irrigación, pero también podían destruirla 5. El aparente éxito de Babilonia
en los principios del segundo milenio era una continuación de prácticas instituidas en el tercer
milenio. No hubo cambios fundamentales o innovaciones en torno al año 2000. Hubo un
cambio gradual en quien manejaba el sistema de las grandes instituciones a los
“entrepreneurs” privados. Cuánto efecto tuvo esto en las vidas de la masa de la población es
difícil de evaluar. Una red importante de seguridad desapareció cuando se convirtieron en
arrendatarios en lugar de dependientes del palacio o el templo, ya que no recibían más
raciones cuando eran viejos o estaban enfermos. Pero otros beneficios pueden haber llegado a
en el nuevo estado de situación.
Cuando leemos la retórica oficial del período de los reyes alardeando su valor en la
guerra, cuando nosotros vemos mapas con cambios en los límites políticos o cuando
admiramos hombres como Hammurabi por su unificación de Babilonia (muchos lo llaman el
imperio de Hammurabi), nosotros debemos recordar que estos representan actos de violencia
que muchas veces tuvieron serios impactos en la vida de las personas que hicieron que la
economía funcionara. Todavía, a pesar de los muchos momentos difíciles las personas de
Babilonia fueron prósperas por un prolongado período de tiempo en el principio del segundo
milenio, lo cual nos muestra cuán resiliente era el sistema en el cual participaban. En la
historia de la Mesopotamia antigua el período Paleobabilónico no se destaca por su grandeza.
No hay tumbas ricas como aquellas de Ur o Nimrud, no hay ciudades magníficas como la
Nínive de Sennacherib o la Babilonia de Nabucodonosor. Naturalmente, los accidentes en la
supervivencia arqueológica tienen mucho que ver con esto se tiene la sensación -quizás
erróneamente- que no existían este tipo de construcciones. Tenemos que mirar logros más
mundanos en la esfera económica para ver el éxito. Cuatrocientos años de estabilidad
económica no es poca cosa.

Profesor de Historia en la Universidad de Columbia en Nueva York.

1 La extensión geográfica del término no es fija, y puede incluir regiones como el Éufrates medio y la cuenca del Río Diyala. Yo me restrinjo aquí al área al sur de la Bagdad
moderna.
2 Todas las fechas usadas aquí son antes de Cristo.
3 El estudio del comercio asirio antiguo forma una entera subdisciplina de los estudios sobre el Cercano Oriente Antiguo. Para un reciente estudio detallado sobre esto, ver
Veenhof 2008
4 No debemos pensar en estos objetos como baratos; los tocados destacaban prominentemente entre los regalos de prendas a los dioses en fuentes Babilónicas más tardías
(Zawadzki 2006, pp. 124-126).
5 Otras explicaciones para el declive del sur de Babilonia son posibles, por ejemplo, el cambio natural de los brazos del Río Éufrates. Lo que sea que lo haya provocado, el
proceso muestra que los problemas con un elemento tenían repercusiones catastróficas para el sistema entero.

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