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Ateneo Educativo de Formación integral

Seminario Diocesano de Celaya


Cuarto semestre de Filosofía
Historia de la Filosofía Moderna
Mtro. Juan Pablo Jaime Nieto
Sem. Carlos Alberto Cadena Baeza C.O.
12 de mayo de 2019

RELIGIÓN, MAQUIAVELO Y NIHILISMO


“Dice el necio en su corazón: no hay Dios” (Libro de los Salmos 14, 1)

En el presente ensayo pretendo establecer una relación entre estos tres conceptos o temas; habrá
quien ya haya establecido alguna relación y quizá similar a la que propongo; habrá empero quien
diga que entre ellos no existe ninguna concordancia y que es imposible establecer un punto de
confluencia. El punto de partida será la abismal distancia que se entiende entre el concepto del
nihilismo y la religión. Maquiavelo aparecerá como una posible contrastación al nihilismo y una
afirmación de la religión como punto clave en el desarrollo de la humanidad.

El nihilismo, ha causado, desde sus orígenes, gran revuelo y polémica, debido a que cuando se
empezó a desarrollar este concepto, inició al mismo tiempo un desgajamiento del constructo social
de la humanidad. El nihilismo se encuentra asociado a un pesimismo radical donde no se reconoce
la existencia de realidades o valores que pueden ser considerados importantes o elemententales
en otras posturas o ángulos. La postura nihilista lleva al sujeto a una situación liberadora donde
no tiene más que centrarse en sí mismo, sus circunstancias y necesidades, así como sus
intereses, ya que lo trascendental ha ido desapareciendo, así como la idea de un castigo divino,
esto viéndose influenciado en gran medida por el ambiente competitivo y hostil del
capitalismo y de la globalización, donde la competencia no da cabida a una perspectiva distinta.

Otro de los factores que considero jugaron un papel importante en la formación del nihilismo como
un movimiento o una corriente de pensamiento, e incluso como una “filosofía de vida”, fue el
positivismo subjetivista, en el que la posibilidad de conocer la realidad dependería solamente del
sujeto individual cognoscente, ya que la información obtenida gozaba de total y plena veracidad y
certeza. En tiempos cercanos vemos como todo esto ha desembocado en una hiper-atomización
de la verdad, del pensamiento, de la misma naturaleza humana. Al grado de dar cumplimiento en
cierto sentido al espíritu del nihilismo, es decir, el pensamiento contemporáneo en una mayoría
adolece de posibilidades de encuentro entre una vertiginosa corriente de maneras de pensar con
una infinita variedad. Finalmente, con respecto a las consecuencias del nihilismo surge, creo yo,
una incertidumbre a nivel mundial, que, aunque de manera tacita, se extiende en muchas esferas
sociales, porque se niega la naturaleza sociable del hombre tal como es expuesto por grandes
pensadores desde Aristóteles hasta nuestros días. Al depender exclusivamente de sí mismo, el
hombre cierra toda posibilidad de asociación y de interrelación entre los individuos de su especie.

Una de las esferas que se ha visto afectada por esta corriente de pensamiento es la espiritual,
que, aunque es uno de los aspectos base en la conformación del hombre, y que desde las primeras
civilizaciones aparecía como fundamento de su propia realidad (mitos) y de su constitución
ontológica (hilemorfismo), se ve anulada en gran parte, porque el nihilismo es la negación de toda
creencia, negación de todo principio político y social. Provocando de esta forma que la esencia de
un ser supremo, llámese como se llame, pierda validez, y todo lo que se construye a su alrededor
también se desplome. El filósofo Rüdiger Safransky hace una crítica muy suave del nihilismo
espiritual cuando dice: “Una sociedad funciona si tiene un sólido fundamento de valores, y estos
valores son normalmente de carácter religioso. Si estos valores se van debilitando, los seres
humanos pierden sus raíces espirituales”1.

1
http://www.diariosigloxxi.com/texto-diario/mostrar/594962/nihilismo
Extrapolada al nihilismo tenemos entonces a la religión. Según la Real Academia Española,
religión es: “Conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad, de sentimientos de
veneración y temor hacia ella, de normas morales para la conducta individual y social y de
prácticas rituales, principalmente la oración y el sacrificio para darle culto.”2 Independientemente
del nombre o contenido de la divinidad, se trata de un factor fundamental que permite al ser
humano configurar una orientación en la vida. Es un factor desconocido (parcialmente) que le lleva
a romper el techo de la propia materialidad. Se trata de un impulso vital formidable, capaz de hacer
que cada hombre y cada mujer a que se religue a un objeto-centro (dios) que él o ella intuye como
fundamental. De este modo, la religión –como predicado de la experiencia vital y como otra manera
de entendernos a nosotros mismos– sigue tan actual como la propia vida, ya que aunque el
hombre pretenda negar muchas de las realidades que le circundan, e incluso negar realidades
metafísicas, es la negación misma (nihilismo) un ideal por el que el hombre lucha, y que, sin
embargo, cae en la cuenta que es una victoria aun no obtenida, una misión inconclusa, porque no
logra replegarse en si mismo al cien por ciento.

La religión ha jugado a través de la historia de la humanidad un papel importantísimo para la


humanidad en su configuración y desarrollo. La religión ha tenido una función de salvación en un
sentido muy amplio, que incluye (en el caso de las religiones orientales) la liberación del dolor o
bien (en el seno de la tradición religiosa occidental) la impregnación de sentido y la salvación
después de la muerte. Además, no hay que olvidar su participación en la organización de la
sociedad. En ese sentido, la función de las religiones se ha concretado en dos niveles: uno,
elaborando un sistema normativo, capaz de regular una convivencia ordenada, productiva y con
el menor número de conflictos; y dos, creando símbolos, mitos y ritos con fuerza para constituir
una identidad colectiva.

Ahora bien, Maquiavelo, en su libro “El príncipe”, enumera una serie de sentencias a cumplir para
que un príncipe X pueda cumplir con su función de manera eficaz, y al mismo tiempo asegurar y
perpetuar su reinado. Estas sentencias o consejos están formulados en dos sentidos, lo que debe
hacerse y lo que debe evitarse. Considero muy oportuna esta oportunidad de integrar algunas de
las ideas expuestas por Maquiavelo en dicho escrito, para hacer una defensa de la importancia de
la religión en la sociedad y en la vida particular de cada hombre y cada mujer.

Dice Maquiavelo en el Capítulo X:” Pueden los príncipes sostenerse por sí mismos cuando tienen
suficientes hombres y dinero para formar el correspondiente ejército, con que presentar batalla a
cualquiera que vaya a atacarlos, y necesitan de otros los que, no pudiendo salir a campaña contra
los enemigos, se encuentran obligados a encerrarse dentro de sus muros, y limitarse a
defenderlo”. Podría entenderse la aplicación de esta cita al hombre que sigue al nihilismo, porque
en un absurdo pensamiento de autosuficiencia radical, pierde noción de las verdaderas
capacidades que tiene, y al mismo tiempo ignora e incluso niega sus propias limitaciones. Y en
este punto, la religión provee de una cohesión, de un trabajo en equipo, ya sea entre la divinidad
y la humanidad, ya entre los mismos hombres. “La naturaleza de los hombres es de obligarse unos
a otros, lo mismo por los beneficios que conceden que por los que reciben” (Maquiavelo, El
príncipe, X)

“O el principado es bastante grande para que en él halle el soberano, en caso necesario, con qué
sostenerse por sí mismo, o es tal que, en el mismo caso, se vea obligado a implorar el auxilio
ajeno” (Maquiavelo, El príncipe, X) En el hombre, el alma no puede permanecer vacía. Si no tiene
a Dios el vacío resultante debe llenarse con idolatría. El hombre crea dioses a los que da nombres
y apariencias según la época. El nihilismo no logra derrocar la figura de una deidad, sino que la
de-forma, es decir le cambia el nombre y el enfoque.

2
https://dle.rae.es/?id=VqE5xte
Al ser el hombre el presupuesto de la conformación de la sociedad y del colectivo genérico llamado
humanidad, con todos los pormenores que comprende, es fácil entender que, si en el interior de
un individuo existe un sinsentido vital, una confusión introvertida, una incertidumbre en la relación
con el mundo que le rodea, se vera reflejado en el comportamiento de ese individuo en los grupos
a los que pertenece y si lo quisiéramos ver así, afecta también a la humanidad.

Es el nihilismo el gran problema que está socavando todo. Una sociedad funciona si tiene un sólido
fundamento de valores, y estos valores son normalmente de carácter religioso. Como un claro
ejemplo de esta realidad aparece el Islam, el cual está en auge porque, desde el punto de vista
espiritual y también del social, tiene un fundamento muy fuerte: su fe.

Ciertamente no podemos responsabilizar al nihilismo de todas las catástrofes que acontecen a la


raza humana, pero si es, considero yo, un gran retroceso, una enfermedad, una amenaza, porque
en lugar de lograr una planificación del hombre (como se esperaba en sus inicios), ha logrado un
desequilibrio que claramente se ve reflejado en la sociedad. Pienso al mismo tiempo que una
religión bien vivida puede contrarrestar las heridas en la sociedad, al lograr que el hombre se
reconozca y se reconcilie, se re-ligue consigo mismo, con la divinidad y con sus semejantes.

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