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PRIMERA PARTE

LA ADOLESCENCIA

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Introducción

La palabra “adolescencia” proviene del verbo latino “adolecere”, que


significa “crecer” o “crecer hacia la madurez”. Para los fines del presente
estudio, las siguientes definiciones generales nos permitirán acceder a los
diferentes aspectos involucrados en la problemática de la adolescencia:
Cronológicamente, el término adolescencia denota el periodo que va
desde el inicio de la pubertad hasta la madurez y suele empezar en
torno a la edad de catorce años en los varones y de doce años en las
mujeres, hasta los primeros de la tercera década con grandes
variaciones individuales y culturales.
Sociológicamente, la adolescencia es el período de transición que media
entre la niñez dependiente y la edad adulta autónoma. Esta etapa de
transición varía entre las diferentes culturas, y tiende a acortarse en las
sociedades más primitivas. La adolescencia se define, en general, como
el periodo de tiempo que los individuos necesitan para considerarse
autónomos e independientes socialmente.
Psicológicamente, es una “situación marginal” en la cual han de
realizarse nuevas adaptaciones; aquellas que, dentro de una sociedad
dada distinguen la conducta infantil del comportamiento adulto.

Según Stone y Church1, el término adolescencia es empleado en dos


sentidos diferentes. Aplicado al desarrollo físico se refiere al período que
comienza con el rápido crecimiento de la pubertad y termina cuando se alcanza
la madurez física. En el sentido físico, la adolescencia es un fenómeno
universal. En el sentido psicológico, la adolescencia es una situación anímica,
un modo de existencia, que aparece aproximadamente con la pubertad y tiene
su fin al alcanzarse una madurez social. Pero la adolescencia psicológica, a
diferencia de la física, se manifiesta sólo en algunas culturas.
Elizabeth Hurlock2 afirma que “la adolescencia es un período de
transición en el cual el individuo pasa física y psicológicamente desde la
condición de niño a la de adulto”. Hablando en términos generales, la
adolescencia se inicia cuando el individuo accede a la madurez sexual y
culmina cuando se independiza legalmente de la autoridad de los adultos.
Dado que hay diferencias entre los patrones de conducta de
adolescentes menores y mayores, la adolescencia puede ser dividida en dos
períodos: inicial y final. Según Hurlock (1973), la línea divisoria no está
determinada por alteraciones fisiológicas sino por diferencias en los patrones
de conducta. En ocasiones se emplea el término “juventud” para designar el
período final de la adolescencia, porque la conducta característica de este
período se aproxima a la de un adulto.

1
Joseph Stone y Joseph Church “Niñez y Adolescencia” Editorial Lumen Hormé- Bs. As. 1995
2
Elizabeth B. Hurlock “ Psicología de la adolescencia” Ediciones Piados. Bs. As. 1973

2
I. EL DESARROLLO FÍSICO

1. PUBERTAD Y PUBESCENCIA

Las palabras “pubertad” y “pubescencia” se derivan de las voces


latinas “pubertas”, “la edad viril”; y “pubescere”, “cubrirse de pelo”. Diversos
autores emplean el vocablo “pubescencia” con sentido más restringido,
exclusivamente referido a los cambios biológicos y fisiológicos que se asocian
con la madurez sexual. Adolescencia es un concepto más amplio que abarca
también los aspectos sociales y culturales.
La pubescencia (también llamada pre-adolescencia) es el lapso del
desarrollo fisiológico durante el cual maduran las funciones reproductoras; es
filogenética e incluye la aparición de los caracteres sexuales secundarios, así
como la maduración de los órganos sexuales primarios. Es el período de
aproximadamente dos años que precede a la pubertad, corresponde al período
de la primera adolescencia, y termina con la aparición de todos los caracteres
sexuales secundarios y la madurez reproductora.
La aparición de la pubescencia puede comprobarse por los cambios
corporales específicos que se producen según cierta sucesión, y se observa
con bastante constancia incluso en individuos retrasados o precoces:

Niñas Niños
Crecimiento del esqueleto Crecimiento del esqueleto
Desarrollo de los pechos Agrandamiento de los testículos
Pelo pubiano pigmentado lacio Pelo pubiano pigmentado lacio
Máximo aumento anual de Primera mutación de la voz
crecimiento
Pelo pubiano pigmentado ensortijado Eyaculación
Menstruación Pelo pubiano pigmentado ensortijado
Aparición del pelo axilar Máximo aumento anual de crecimiento
Aparición del bozo
Aparición del vello axilar
Mutación ulterior de la voz
Aparición de la barba pimentada
Aparición del vello pectoral

Podrían elegirse cualquiera de estos fenómenos (o varios) para


determinar el comienzo de la pubescencia. Es evidente que la pubescencia no
es un acontecimiento único, sino un conjunto de sucesos, ninguno de los
cuales se presenta en forma instantánea. Por consiguiente, hay mucha
superposición en la sucesión evolutiva.

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La pubertad es el momento de la vida en el que comienza a
manifestarse la madurez sexual, caracterizada en la niña por el primer flujo
menstrual o menarca, y en los varones por diversos signos, entre los cuales tal
vez sea el más confiable la presencia de espermatozoides en la orina (
perceptibles con el microscopio). La idea principal en la definición de la
pubertad es el logro de la madurez reproductora.
Hay variaciones individuales tan marcadas en cuanto al tiempo
necesario para la maduración sexual que es imposible dar una estimación
realmente precisa acerca de su duración. Se requiere un período aproximado
de 1 a 2 años para los cambios preliminares desde el estado asexual al sexual.
En este lapso tienen lugar en todo el cuerpo las modificaciones preparatorias
para la maduración sexual. Cuando los órganos sexuales han alcanzado un
punto en su desarrollo que los habilita para la función reproductora, se
requieren 1 ó 2 años adicionales para completar su desarrollo y los demás
cambios en todo el cuerpo que acompañan a la madurez de los órganos
sexuales. Esto significa que el niño promedio necesita de 2 a 4 años para
efectuar la transición.
Hurlock3 señala algunos factores que influyen en la edad de maduración
sexual:
Herencia
Inteligencia ( los niños de inteligencia superior maduran sexualmente un
poco antes que aquellos cuyo índice intelectual corresponde al término
medio o es inferior a éste)
Salud (la buena salud, debido a un adecuado cuidado prenatal y
posnatal, deriva en una maduración más temprana)
Nutrición ( una dieta en la que predominan los carbohidratos durante la
infancia conduce por lo general a una maduración tardía, en tanto que
una dieta compuesta mayormente de proteínas da por resultado una
maduración más temprana)
Status socioeconómico de la familia (Cuanto mejor es el medio
socioeconómico, tanto mayores son las posibilidades de una maduración
temprana. Como consecuencia de una atención médica deficiente y de
una nutrición por debajo de lo normal, los niños criados en ambientes
socioeconómicos deficitarios maduran a menudo más tarde, tal como
sucede con los provenientes de medios rurales)
Contextura corporal ( los niños más altos y más gruesos, en relación a
otros niños de la misma edad, alcanzan antes la madurez sexual )

2. LAS CAUSAS DE LOS CAMBIOS PUBERALES

3
Elizabeth B. Hurlock “ Psicología de la adolescencia” Ediciones Piados. Bs. As. 1973

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Algunas respuestas respecto a las causas de la maduración sexual
provienen del trabajo de los endocrinólogos, quienes descubrieron la
estrecha relación entre la glándula pituitaria o hipófisis (ubicada en la base
del cerebro) y las glándulas sexuales.

2.1. Función de la pituitaria o hipófisis

La hipófisis, llamada la glándula endocrina maestra, secreta


hormonas que controlan la actividad de otras glándulas endocrinas y
regulan varios procesos biológicos. El lóbulo anterior de la hipófisis produce
dos hormonas que se relacionan directamente con el desarrollo de la
pubertad. Se trata de la hormona del crecimiento (que estimula la
actividad celular en los huesos, el cartílago y otros tejidos estructurales),
que influye en la determinación del tamaño del individuo; y la hormona
gonadotrópica (estimulantes de las gónadas o glándulas sexuales)
La combinación de estas dos condiciones marca el comienzo de la
pubertad.

2.2. Función de las gónadas


Las gónadas, glándulas endocrinas que cumplen una función
activa en la producción de los cambios puberales, son las glándulas

5
sexuales. Las gónadas femeninas se denominan “ovarios” y las
masculinas, “testículos”.
Un poco antes de la pubertad, la hormona gonadotrópica de la
glándula pituitaria o hipófisis, se produce en cantidad suficiente para
ocasionar el crecimiento de las gónadas inmaduras y su transformación
en ovarios y testículos maduros. Junto con este desarrollo sobreviene la
producción de células germinales y de hormonas que dan lugar a
cambios sexuales que consisten en el crecimiento y desarrollo de los
órganos genitales y de las características sexuales secundarias.

Estructura de las gónadas humanas


Las gónadas (en los hombres, los testículos; en las mujeres, los ovarios)
son los órganos que producen los gametos y las hormonas sexuales.
Los gametos masculinos son los espermatozoides, producidos por
división celular en los túbulos seminíferos de los testículos adultos. De
forma típica, varios millones de espermatozoides maduran en el
epidídimo y se almacenan en los conductos deferentes cada día. Todos
los que no se liberan en la eyaculación son reabsorbidos, como parte de
un ciclo continuo. En las mujeres, los ovarios producen óvulos o huevos.
Al nacer, unos 2 millones de oocitos, u óvulos inmaduros, están
presentes en los ovarios. Cuando la mujer llega a la pubertad, un óvulo
madura cada 28 días aproximadamente, dentro de un folículo de De
Graaf. La ovulación ocurre cuando el óvulo maduro se desprende del
folículo en el ovario y comienza su viaje por la trompa de Falopio hacia
el útero.
Una vez desarrollados los ovarios, su función primordial es la de
producir células germinales, llamadas óvulos, destinadas a la reproducción.

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De modo análogo, se producen otras modificaciones en otros órganos de la
reproducción, como el desarrollo del útero, las trompas de Falopio y de la
vagina. Junto con estos cambios aparece la hemorragia menstrual cíclica o
menstruación. Además se desarrollan las características sexuales
secundarias del cuerpo femenino.

Menstruación
Un ciclo menstrual típico comienza con tres a cinco días de
menstruación, o expulsión del revestimiento uterino, durante la cual los niveles
hormonales son bajos. Al final de la menstruación, una hormona hipofisaria
estimula el desarrollo de nuevos folículos en el ovario. Éste secreta estrógenos
cuando los folículos maduran, e induce la proliferación de las células del
revestimiento del útero. Hacia la mitad del ciclo, un folículo maduro libera un
óvulo. El folículo vacío forma el cuerpo lúteo, un cuerpo endocrino que secreta
progesterona. Bajo la influencia adicional de la progesterona, el revestimiento
uterino se engrosa y se hace más denso, como preparación para la
implantación del huevo fecundado. Si la fecundación no se lleva a cabo, el
cuerpo lúteo muere y los niveles hormonales bajan. Sin estímulo hormonal, el
revestimiento uterino se deshace y es expulsado, comenzando un nuevo
periodo menstrual y un nuevo ciclo.

Las gónadas masculinas o testículos, como los ovarios femeninos,


reciben de la hormona gonadotrópica el estímulo para su desarrollo en la
pubertad. Los testículos tienen una función doble. Producen “espermatozoides”
(células sexuales) necesarios para la reproducción y generan una o más
hormonas que controlan los ajustes físicos y psicológicos requeridos para llevar
a cabo la función reproductor: desarrollo de las características sexuales
secundarias, posterior desarrollo del testículo, de la próstata, de las vesículas
seminales y del pene.

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Glándula prostática
Las secreciones de la próstata y de las glándulas de Cowper añaden
nutrientes al semen, el fluido en el cual los espermatozoides salen del
cuerpo durante la eyaculación.

2.3. Interacción de las gónadas y la pituitaria

Después que las hormonas sexuales son estimuladas por las hormonas
de la glándula pituitaria o hipófisis, aquéllas actúan sobre ésta y dan lugar a
una reducción gradual en la cantidad o en la eficacia de la hormona del
crecimiento. Si no ha sido suficiente la cantidad de esta hormona al final de la
infancia y principio de la pubertad, el crecimiento del individuo se retarda, con
la consecuencia de que su estatura será inferior a la del término medio. Si, por
el contrario, se demora la producción de hormonas gonádicas en las
cantidades adecuadas, el crecimiento del individuo continúa durante más
tiempo, con el resultado de que su cuerpo ( sus miembros en particular)
adquiere grandes proporciones.
Es evidente, en consecuencia, que la glándula pituitaria y las gónadas
deben funcionar de una manera recíproca, con una acción debidamente
regulada por parte de ambas, si el crecimiento ha de ser normal.

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2.4. Funcionamiento glandular anormal

Una reserva insuficiente de hormonas gonádicas retrasa la pubertad e


impide el desarrollo normal de los órganos sexuales y de los aspectos sexuales
secundarios.
La pubertad acelerada, o pubertas praecox, se debe a una provisión
excesiva de hormona gonadotrópica durante los primeros años de la infancia.
Ello afecta las gónadas y el individuo madura demasiado pronto, incluso llega a
producir espermatozoides u óvulos, según sea el caso.
Si bien se desconocen las causas de que el suministro de la hormona
gonadotrópica sea tan abundante en una edad temprana, hay pruebas de que
el fenómeno no obedece a factores hereditarios.

3. TRANSFORMACIONES FÍSICAS EN LA PUBERTAD

Según Elizabeth Hurlock4, una clasificación conveniente de las


modificaciones corporales incluye cuatro categorías principales:

3.1. Aumento del tamaño corporal


El primer cambio físico importante que ocurre en la pubertad es el
aumento del tamaño corporal. Se produce una aceleración del crecimiento en
cuyo transcurso el cuerpo alcanza proporciones adultas.
La aceleración del crecimiento puberal se inicia uno o dos años antes
de que los órganos sexuales lleguen a la madurez funcional y persiste de seis
meses a un año después de ella.
El tamaño corporal se mide en función de la estatura y del peso.
Estatura. La estatura está regulada por la hormona del crecimiento, que
proviene del lóbulo anterior de la glándula pituitaria. En cantidad
suficiente permite que los niños sanos y bien nutridos alcancen su
máximo tamaño normal.
El crecimiento en altura sigue un modelo bastante regular y, de manera
general (aunque no siempre) precede al desarrollo del peso. En la
siguiente figura se puede observar de qué manera el patrón de aumento
de estatura difiere según el sexo. Los ejes del gráfico están
representados por el promedio de cm. de crecimiento por año, en el
transcurso de las edades de 6 a 18 años.

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Elizabeth B. Hurlock “ Psicología de la adolescencia” Ediciones Piados. Bs. As. 1973

9
10
9
8
7
6 varones
5
4 mujeres
3
2
1
0
6 8 10 12 14 16 18
años años años años años años años

La estatura que puede alcanzar un individuo al completar su


crecimiento depende de muchos factores: hereditarios, ambientales (nutrición
durante el crecimiento, nivel socio-económico, etc.), y la edad de maduración.
La edad de maduración influye sobre la estatura final de los jóvenes. Hacia los
15 años, las diferencias entre quienes han madurado precoz y tardíamente
comienzan a desaparecer. Después de esta edad, los tardíos no solo alcanzan
a los otros sino que generalmente los aventajan. Entonces, por lo general, los
niños que maduran a un ritmo más lento llegan a una mayor estatura adulta
que los de maduración más rápida.
Peso: El aumento de peso durante la adolescencia se debe en gran
parte al crecimiento de huesos y músculos. Los huesos se hacen más
grandes y más pesados. Cambian en cuanto a su forma, sus
proporciones y su estructura interna. En las muchachas, hacia los 17
años, los huesos están maduros o cercanos a la madurez en tamaño y
osificación. Los huesos de los varones completan su desarrollo unos 2
años más tarde.
Asimismo, hay un aumento pronunciado del tejido muscular entre los 12
y 15 años en las mujeres, y entre los 15 y 17 años en los varones. En el
lapso de 3 años, el promedio de incremento en el peso de las
muchachas es de unos 15 kgm. Y en los varones el promedio de
incremento de peso durante el período puberal es de 18 kgm., variando
de acuerdo a su estatura.
Muchos adolescentes experimentan un período de “obesidad” en los
comienzos de la maduración sexual. Esto se debe en parte a la
dislocación hormonal que acompaña a la maduración sexual, y en parte,
al aumento del apetito que acompaña el rápido crecimiento físico. La
apariencia de obesidad desaparece normalmente en cuanto aumenta la
estatura y se restaura el equilibrio hormonal. La adiposidad se desarrolla
en el abdomen, las caderas y muslos.

3.2. Cambios en las proporciones del cuerpo

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La segunda transformación física importante que se produce en la
pubertad comprende modificaciones (exteriores e interiores) de las
proporciones del cuerpo. El crecimiento es asincrónico, esto es, el ritmo de
desarrollo de las distintas partes crece a distintas velocidades, y alcanzan su
desarrollo máximo en diferentes momentos.
Por ejemplo, la cabeza crece con lentitud en comparación con el resto
del cuerpo. Con respecto al rostro, al principio de la pubertad, la frente se hace
más alta y más ancha, la nariz crece con rapidez, los labios aplanados de la
infancia se ensanchan y la mandíbula se hace más prominente.
Las piernas se hacen más largas en relación con el tronco y su longitud
es cuatro veces mayor que la que se tenía en el nacimiento. Hacia el fin de la
pubertad se desarrolla la línea de la cintura; ésta parece alta en razón de que el
tronco ha crecido menos que las piernas. Cuando el tronco llega a su tamaño
maduro, a principios de la adolescencia, la línea de la cintura desciende por
debajo de la mitad del tronco y se ensanchan los hombros (más en los
varones) y las caderas (más en las mujeres).
Los brazos también comienzan a alargarse antes que el tronco, por lo
que parecen proporcionalmente demasiado largos hasta que el tronco alcanza
la longitud madura.
Las manos y los pies llegan a su tamaño y forma maduros antes que los
brazos y las piernas. Su crecimiento se completa 4 ó 5 años antes de
alcanzarse el máximo de estatura; de ahí que parezcan proporcionalmente
demasiado grandes y notables.
Con respecto al crecimiento interno, no es tan evidente como el externo,
pero no es menos notable. Está estrechamente relacionado con el aumento de
la estatura y de peso y; como el crecimiento externo, es asincrónico.
Debido al desarrollo asincrónico de los distintos órganos internos, la
adolescencia se caracteriza por un aumento temporario de la inestabilidad
fisiológica.

3.3. Desarrollo de las características sexuales primarias.


La tercera transformación fisiológica importante durante la pubertad es
el desarrollo de las características sexuales primarias, que son los propios
órganos sexuales cuya función es la reproducción.

3.4. Desarrollo de las características sexuales secundarias.


La cuarta transformación física que acaece durante la pubertad es el
desarrollo de las características sexuales secundarias: los aspectos físicos que
dan una apariencia “femenina” o “masculina”. Estas son:

VARONES
Ensanchamiento de los hombros, debido a la presencia de músculos
pesados, lo que le da al tronco una conformación triangular.
Forma definida de brazos y piernas debido al desarrollo muscular.

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Nudos o leves protuberancias alrededor de las tetillas.
Vello púbico que se extiende hasta los muslos.
Vello en las axilas.
Vello facial sobre el labio superior, a los costados y en la barbilla, y pelo
en la región de la garganta.
Pilosidad en los miembros, el pecho y los hombros.
Cambios de voz
Cambios en el color y textura de la piel.

MUJERES:
Ensanchamiento de los hombros e incremento en la amplitud y redondez
de las caderas, quedando así limitada la cintura, que da al tronco una
forma similar a la de un reloj de arena.
Conformación definida de brazos y piernas debida principalmente al
tejido adiposo.
Desarrollo del busto.
Vello púbico.
Vello axilar.
Vello facial sobre el labio superior, en la parte inferior de las mejillas y al
borde del mentón.
Pilosidad en los miembros.
Cambio de voz de una tonalidad aguda a otra grave.
Cambios en el color y textura de la piel.

El desarrollo de las características que tratamos se debe al aumento


del suministro de hormonas provenientes de las gónadas, durante la pubertad.
Estas hormonas no sólo estimulan el crecimiento de los órganos sexuales, sino
también dan lugar al desarrollo de los aspectos sexuales secundarios.
También aquí el crecimiento es asincrónico. Las características sexuales
secundarias se desarrollan en diferentes momentos y alcanzan la madurez en
distintas edades.

4. REPERCUSIONES FÍSICAS Y PSICOLÓGICAS DE LA


TRANSFORMACIÓN DEL CUERPO.

Según Hurlock (ob.cit. ) los cambios radicales del cuerpo que acabamos
de describir, tienen repercusiones tanto psicológicas como físicas. Las
transformaciones corporales se acompañan generalmente de fatiga, falta de
ánimo y otros síntomas de una salud deficiente. Estos asumen proporciones
exageradas cuando los cambios físicos suceden con rapidez o cuando se
espera que el púber asuma mayores responsabilidades en el hogar y en la
escuela, que las que tenía cuando era niño. Cuando el individuo parece más
adulto que niño, las expectativas sociales abruman psicológicamente al
adolescente. Por ello, una de las tareas evolutivas más difíciles para el joven

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adolescente es la aceptación de su cuerpo cambiado, debe aceptar su nuevo
tamaño y conformación como la figura que tendrá el resto de su vida.
Casi todos los niños aguardan con impaciencia el momento de su
crecimiento, pero los cambios que se operan en sus cuerpos les causan más
angustia que placer. Las condiciones físicas constituyen una fuente de
preocupación para los adolescentes. Según Hurlock (1973), los estudios de
las fuentes de preocupación revelaron que giran alrededor de tres preguntas:
¿Soy normal?, ¿Estoy adecuado a mi sexo?, y ¿Qué puedo hacer para que mi
cuerpo alcance la figura de mi ideal infantil?
La preocupación referente a la normalidad surge a menudo porque el
pubescente no sabe que diferentes partes del cuerpo se desarrollan según
ritmos diversos y llegan a la madurez en diferentes edades. También ignora
que el programa de la naturaleza difiere según los individuos y, por
consiguiente, se perturba cuando nota que su cuerpo es diferente en algunos
aspectos de los de sus pares.
Mucho antes de la pubertad, los niños de ambos sexos aprenden qué
es lo que constituye la adecuación sexual de la apariencia, y qué papel
desempeña un aspecto apropiado a su sexo para tener éxito en los ajustes
sociales. En consecuencia, se preocupan por toda característica de su cuerpo
que sugiera una inadecuación al sexo pertinente. Por ejemplo, como las
muchachas saben que los adolescentes las prefieren delgadas, con piernas
largas, un busto bien desarrollado, etc.; se sienten preocupadas cuando sus
características físicas no concuerdan con esta imagen. Los ideales físicos de la
infancia reciben su alimento de los medios masivos de comunicación, de la
familia, de compañeros y de actitudes culturales generales.
Cuando el pubescente compara su cuerpo con el ideal imaginado, por
lo general, tiene motivos sobrados para preocuparse.
Los estudios de las fuentes de preocupación muestran que el
adolescente se siente molesto por alguna característica física que, en su
opinión es basta o desproporcionada, o inadecuada para su sexo, o que no
concuerda con los estándares de la sociedad. También puede preocuparse
porque le desagrada personalmente un rasgo que se aparta del ideal de su
infancia.
Según Hurlock (1973), las preocupaciones más comunes que tienen los
individuos pubescentes respecto a sus cuerpos en desarrollo son:
Diferencias en el desarrollo de cada sexo.
Los varones son más pequeños, más bajos y menos desarrollados que las
mujeres durante un lapso de 2 a 5 años, generando un desinterés de las
muchachas hacia los compañeros de su edad.
Características sexuales secundarias.
La pilosidad facial y corporal abundante, la voz quebrada y la falta de
desarrollo muscular preocupan a los varones. Senos y caderas sin
desarrollar, el vello sobre el rostro, los miembros y las axilas perturban a las
mujeres.

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Erupciones dérmicas.
El acné y los granos restan atractivo a los púberes. Esto se debe a que las
glándulas sebáceas se agrandan y activan especialmente, y durante un
tiempo deben funcionar por conductos en extremo pequeños. El resultado
es una perturbación dérmica que se conoce como “acné”.
Sudor axilar.
Los púberes se preocupan por el olor a transpiración y por las manchas que
ésta deja. Esto se debe al agrandamiento de las glándulas sudoríparas
“apocrinas”.
Con el rápido crecimiento desparejo propio del período pubescente, los
muchachos que antes tenían un buen control sobre sus cuerpos, se vuelven
torpes desde el punto de vista de la motricidad. La torpeza del pubescente
dependerá en gran medida de la rapidez del impulso del crecimiento.
Asimismo, la tensión de las arterias, que deriva de las desproporciones
entre el tamaño del corazón y el de los conductos arteriales hace que el
pubescente sea inquieto e incesantemente activo, y tenga el deseo de
consumir la energía recién liberada. Como consecuencia, le resulta difícil estar
parado o sentado en una determinada posición por algún tiempo. A diferencia
del niño que es capaz de liberar la energía emocional reprimida mediante el
juego activo, el pubescente que se aparta de los deportes y pasatiempos
carece de esta forma de catarsis emocional, y se convierte con frecuencia en
un malhumorado que estalla en rabietas o crisis de llanto incontrolado a la más
ligera provocación.
Con respecto a los hábitos alimentarios, el pubescente manifiesta
veloces variaciones entre una alimentación exagerada y otra escasa; puede
observarse que una y otra disposición acompaña a sus estados de exaltación o
de depresión emocional. Pese a la rapidez de su crecimiento, que requiere
mayor consumo de alimentos, el pubescente apenas prueba comidas cuando
está perturbado. Entre las muchachas, la tensión y depresión de los períodos
premenstrual y menstrual dan lugar por lo común a un deseo compulsivo por
comer, en especial cosas dulces y golosinas.

4.1. Efectos de la maduración sexual atípica.


La transformación del cuerpo en la pubertad afecta a todos los púberes
en alguna medida, pero quienes maduran de manera atípica sufren un impacto
mayor, sea que la desviación se relacione con el ritmo de maduración sexual,
o a la edad de maduración (que puede ser precoz o tardía).
Cuanto más rápida es la transformación, tantos más trastornos físicos y
psicológicos ocasiona al niño. En ningún otro período el individuo experimenta
un cambio tan repentino y drástico en un lapso tan breve; y en ningún otro
momento de su vida se halla menos preparado para enfrentarlo. Los que
maduran lentamente, por el contrario, tienen períodos menos intensos de
aceleración, su crecimiento es más uniforme y gradual, y continúa durante más
tiempo.

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Con respecto a la edad de maduración sexual atípica, en el individuo
que madura tardíamente observamos un crecimiento generalmente irregular y
asimétrico, el desarrollo de las dimensiones corporales y de los órganos
internos sufre un retraso en relación con el aumento de estatura. Esto es lo
contrario de lo que ocurre con el individuo de maduración precoz, cuyo
crecimiento es más regular y que muestra menos desequilibrio orgánico. Sin
embargo, los adultos tienden a tratar a los niños de conformidad con su edad
física antes que con la cronológica. Esperan demasiado de los precoces y muy
poco de los tardíos.

A continuación, le sugerimos visualizar el siguiente


material audiovisual: DOCUMENTAL “El cuerpo humano:
Adolescencia (Rebelión hormonal)” disponible en:
http://www.youtube.com/watch?v=SgwW4btFuuA

II. ASPECTOS PSICO-AFECTIVOS

1. Teoría del desarrollo psico-sexual, según Sigmund Freud

Según la Teoría Psicoanalítica de Sigmund Freud, las etapas del


desarrollo psicosexual son genéticamente determinadas y relativamente
independientes de factores ambientales. Un ejemplo llamativo de ello es la
suposición psicoanalítica según la cual el Complejo de Edipo sería un
fenómeno universal.
Según el citado autor, el período de latencia toca su fin con el crecimiento
y la maduración de los genitales, lo cual es una característica biológica. Puesto
que la pubescencia está vinculada con aquellos cambios corporales que se
asocian con la maduración de las funciones reproductoras, se la ha de
considerar, sin duda, como un fenómeno universal. Paralelamente con los
cambios fisiológicos de la maduración sexual marchan los componentes
psicológicos tales como el instinto sexual (energías libidinales que buscan alivio
a la tensión) así como otros fenómenos de la adolescencia. Por eso ha de
inferirse que la adolescencia, con sus cambios de conducta, sociales y
emocionales, es un fenómeno universal.
Asimismo, para Freud existen estrechas relaciones entre los cambios
fisiológicos y procesos corporales por una parte y las alteraciones psicológicas
y la autoimagen por la otra. Durante la adolescencia, los cambios de conducta
tales como la agresividad y la torpeza están vinculados con alteraciones
fisiológicas.

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Además, el concepto de sí mismo y la imagen del cuerpo ponen al
individuo en relación con otras personas. Existen, en consecuencia, cambios
sociales somáticamente fundados, la liquidación de la situación edípica, el
establecimiento (por lo menos por un corto período) de relaciones
homosexuales y, más tarde, el advenimiento de la ligazón heterosexual.
Finalmente, los cambios fisiológicos están relacionados con alteraciones
emocionales, especialmente con el acrecentamiento de emociones negativas
tales como la depresión, la ansiedad, el desgano, la tensión y otras formas de
conocimiento adolescente.
La teoría freudiana del desarrollo psicosexual ha estimulado la
consideración del desarrollo de la personalidad en general y de la adolescencia
en particular y de la adolescencia en particular. El desarrollo de la personalidad
se prolonga más allá de la situación edípica; la formación de la personalidad se
verifica durante la crisis de la pubertad y como producto de su resolución.
La teoría del desarrollo por etapas de Freud, sostiene que el niño
pequeño atraviesa cinco fases definitivas en los primeros 5 ó 6 años de vida,
por ello es que resultan ser los años más importantes para la formación de la
personalidad.
A partir del nacimiento (en la etapa oral pasiva) el niño recibe estímulos
autoeróticos agradables en la zona erógena oral, a través de acciones como
las de chupar, beber y comer.
En la segunda fase (en la etapa sádico-oral) el niño manifiesta sus
tendencias sádicas en la acción de morder durante la dentición.
Al final del segundo año empieza la etapa anal, trasladándose la fuente
de placer de la región oral a la anal. El niño “retiene” o “larga” para lograr mayor
placer y ejercer poder sobre sus padres. Las etapas oral y anal son
fundamentalmente autoeróticas.
La fase fálica (a veces llamada pequeña pubertad) se inicia con el
interés en la manipulación de los órganos sexuales. La masturbación infantil y
los “impulsos de conocimiento e investigación” aparecen en esta etapa. La
curiosidad intelectual que acaba de desarrollar atrae al niño hacia el problema
del sexo.
A los 6 años comienza el período de latencia, época en que la actividad
sexual infantil cede. Esta limitación de la vida instintiva supone una condición
para que el hombre se pueda integrar a la sociedad. Entre el instinto sexual y
el objeto sexual hay un proceso de adaptación a la realidad que se crea por
medio de las relaciones que el niño y el adulto logran establecer con lo que los
rodea. La adaptación del niño a la realidad supone la aceptación de los valores
sociales de los adultos, que va creciendo poco a poco, las actitudes de pudor y
moralidad respecto a las zonas del cuerpo relacionadas con los impulsos
sexuales naturales. Los impulsos sexuales reprimidos, en su necesidad de
adaptarse a la realidad, se dirigen a un sustituto del objetivo sexual natural

16
Sigmund Freud5 afirma que con el advenimiento de la pubertad se
introducen los cambios que llevan la vida sexual infantil a su conformación
normal definitiva. La pulsión sexual que era hasta entonces
predominantemente autoerótica; ahora halla al objeto sexual. Hasta ese
momento actuaba partiendo de pulsiones y zonas erógenas singulares que,
independientemente unas de otras, buscaban un cierto placer en calidad de
única meta sexual. Ahora es dada una nueva meta sexual; para alcanzarla,
todas las pulsiones parciales cooperan, al par que las zonas erógenas se
subordinan al primado de la zona genital.
La pulsión sexual se pone ahora al servicio de la función de
reproducción. Esta fase de desarrollo psicosexual es llamada etapa genital.
La sexualidad pubescente se manifiesta de tres maneras diferentes:
a) Por la excitación externa de las zonas erógenas.
b) Por la tensión interior y la necesidad fisiológica de dar salida a los productos
sexuales, condición que no se había presentado en la sexualidad.
c) Por la excitación sexual psicológica, que podrá ser influida por los dos
factores anteriores.
Esto conduce a lo que Freud llama “onanismo por necesidad” el cual
ocurre en los años del período pubescente.
El desarrollo pubescente no sólo despierta la sexualidad, sino que
aumenta también enormemente la excitación nerviosa, la ansiedad, la fobia
genital y las perturbaciones de la personalidad “debido al poder abrumador del
dinamismo sexual y a la relativa imposibilidad de descubrir cómo hacer algo
para remediarlo”.
Según Freud, los cambios biológicos traen consigo alteraciones de
conducta y dificultades de adaptación, puesto que la sexualidad del individuo
entra en conflicto con su seguridad. La madurez sexual influye sobre todo el
sistema nervioso; no sólo provoca el incremento de la excitabilidad, sino que al
mismo tiempo disminuye la resistencia contra el desarrollo de síntomas
histéricos y neuróticos. Por eso, durante la adolescencia, todo individuo es
especialmente proclive a que en él se desarrollen síndromes psicopatológicos.
La tensión sexual acrecentada durante la adolescencia hace revivir
muchos de los objetos incestuosos del período genital anterior y dirigir la libido
hacia ellos. Freud habla de una reedición de la situación edípica durante la
pubescencia.
Entonces, en la pubertad hay una reviviscencia de lo edípico, pero que
no es una mera repetición, sino que incluye algo muy novedoso. Frente al “no
puedo” del niño, aparece el “sí puedo” del púber ante la fantasía incestuosa. Lo
que por un lado aumenta el sentimiento de omnipotencia, pero por otro acentúa
la angustia de castración.
El púber tiene como gran tarea por delante desligarse de los objetos
primarios, de las figuras parentales e iniciarse en el amor objetal. Hay algunos

5
Obras Completas. Artículo Metamorfosis de la pubertad. Sigmund Freud.

17
que no pueden realizar este tránsito y quedan fijados a sus primeros objetos. El
hecho de que el primer enamoramiento serio del joven, como es tan frecuente
se dirija a una mujer madura, y el de la muchacha a un hombre mayor, dotado
de autoridad, es un claro eco de esta fase del desarrollo: pueden revivirles, en
efecto, la imagen de la madre y del padre.
Los cambios psíquicos producidos por la pubertad van a exigir al joven
un arduo trabajo de duelo. La maduración genital va a conferir un nuevo
resinificado al Complejo de Edipo que le lleva a bordear la tragedia, porque
ahora el púber siente “que puede” (consumar el incesto) y le urge una
resolución distinta a la realizada en la infancia.
El tabú del incesto, junto a la angustia de castración le obligan a
renunciar a los padres como objetos eróticos de amor (desinvestidura). Esta
desinvestidura de los imagos parentales, es una lenta tarea de duelo, no sólo
porque son los objetos más significativos y deseados que tuvo en su vida, sino
porque debe desligarse de ellos estando presentes y transformar este vínculo
en una relación de ternura, en una relación deserotizada, desexualizada.
El desprendimiento emocional redunda, por lo menos durante algún
tiempo en rechazo, resentimiento y hostilidad para con los padres y otras
formas de autoridad, fenómeno típico de la adolescencia que ha sido
fuertemente descrito en la literatura y que constituye una preocupación
bastante común en los padres.
Para que el púber pueda renunciar a sus objetos edípicos deben ser
más intensos los sentimientos amorosos hacia ellos, de modo que neutralicen
los hostiles. Y es aquí donde cobran importancia los afectos de meta inhibida,
que haya podido desarrollar la ternura en la latencia como ya dijimos
anteriormente. Ésta actuará como una base firme para neutralizar el odio, que
aparecerá también en este momento.
El amor por el padre del mismo sexo promueve, paradójicamente, su
apartamiento, no su enfrentamiento. El joven que sabe de su nueva fortaleza y
vigor (que sabe que puede vencer al padre) no se enfrentará a él, porque
también siente hacia él amor tierno. En caso contrario, la hostilidad le puede
llevar a actuaciones violentas.
Otro aspecto nuevo de lo edípico es que el joven puede acceder a la
pareja exogámica, lo que está socialmente aceptado, y representa un logro que
promueve el progreso. Aunque no suele ocurrir de este modo. Lo más habitual
es que, mientras está incipiente el conflicto con los padres, el chico se aparte
relativamente de ellos y los reemplace parcialmente por el grupo de pares,
inicialmente del mismo sexo. Es decir, coexisten el nuevo objeto que es
intensamente investido y el anterior, no del todo desinvestido. En los primeros
momentos junto al grupo de amigos suele aparecer la relación con el amigo/a
íntimo/a que coincide con la elaboración del Edipo negativo.
Es posteriormente, con la práctica genital y el desenlace edípico, cuando
aparece un nuevo tipo de posibilidad de ligarse al objeto, lo que Freud llamaba
“hallazgo del objeto” o “reencuentro del objeto”.

18
Un proceso paralelo al que venimos hablando del duelo, pero distinto a
él, es el de la desidealización, que es uno de los procesos más dolorosos de
este momento. Freud se refería a él como “el doloroso desasimiento de la
autoridad parental”.
En el movimiento hacia la exogamia, hacia la salida de la familia, que se
inicia en la latencia y que ahora se va incrementar, el joven tiene ocasión de
conocer y comparar con otras familias y otros adultos y comienza la
desidealización de las figuras omnipotentes y fantásticas que eran los padres
en la infancia. Esta modificación, esta transformación o resignificación, está
vinculada con la declinación en la creencia en la omnipotencia de los padres,
que remite a la propia omnipotencia y que está vinculada al pasaje del Yo ideal
al Ideal del Yo.
Tendrá entonces que centrarse en el logro de objetivos, en conseguir
metas, en compararse con un ideal; y la acción va a ocupar un lugar muy
importante como campo de prueba, así como el reconocimiento del grupo de
sus pares.
Así el joven al conocer nuevos adultos, poseer más información, acceder
al pensamiento lógico y abstracto, al ser capaz de cuestionar creencias u
opiniones, acceder al placer genital, etc… puede significar de manera distinta
su relación consigo mismo y con sus padres, renunciando a mecanismos más
primitivos como la idealización y pudiendo tener más libertad de elección y
vínculos más placenteros.
Renunciar a la sexualidad infantil y buscar nuevos objetos que no sean
ni incestuosos ni parricidas, objetos no edípicos, es un difícil camino y muchos
adolescentes no llegan ni siquiera a empezar a emprenderlo.
Este desligarse de los padres, desexualizando el vínculo con ellos, es
decir, la elaboración del Edipo puberal (distinto del infantil), la renuncia a la
fantasía de omnipotencia infantil (narcisismo infantil), la conquista de la
sexualidad genital, y finalmente el acceso a un nuevo tipo de vínculo: la
alteridad, son las arduas tareas que el púber y el adolescente tienen por
delante.
En síntesis… la tarea primordial del adolescente, tal como la concibe
la teoría psicoanalítica, puede resumirse como: “el logro de la primacía
genital y la consumación definitiva del proceso de la búsqueda no
incestuosa del objeto”. (Freud, 1905)

Lectura Bibliográfica:

Freud Sigmund. OBRAS COMPLETAS. Amorrortu Editores. Bs. As.


Argentina.

Artículos:

19
• Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia sexual anatómica
[1925]
• Tres ensayos sobre una teoría sexual. Punto III. Metamorfosis de la
pubertad

2. La Teoría del establecimiento de la identidad del yo, según Erik


Erikson

Erik Erikson 6modifica la teoría freudiana del desarrollo psicosexual a la


luz de ciertos hallazgos de la antropología cultural. El concepto nuclear de su
teoría del desarrollo del yo lo constituye la adquisición de una identidad del yo,
la cual se cumple de diferentes maneras en una cultura u otra. Sin embargo, el
cumplimiento de esa tarea evolutiva contiene un elemento común a todas las
culturas, y es la idea de que el niño, con el fin de adquirir una identidad del yo
fuerte y sana, ha de recibir un gran reconocimiento de sus rendimientos y
logros.
Erikson describe ocho pasos evolutivos, y afirma que en cada uno de
ellos surge un conflicto con dos desenlaces posibles:
• si el conflicto se desarrolla de manera satisfactoria, la cualidad positiva
se incorpora al yo, y puede producirse un desarrollo ulterior saludable.
• Si el conflicto persiste o se resuelve de modo insatisfactorio, se perjudica
el yo en desarrollo, porque se integra el él la cualidad negativa.
Las ocho etapas fundamentales son enumeradas a continuación en
orden cronológico. Se indica cada solución positiva con su correspondiente
contraparte negativa; cada etapa depende de la solución e integración de la
etapa anterior. Las descripciones dadas entre paréntesis pueden equipararse
fácilmente con las etapas freudianas.

Fase 1: Confianza versus desconfianza básica (1 año – Oral sensorial): En


función de los cuidados según correspondan a sus necesidades.

Fase 2: Autonomía versus duda o vergüenza (1-3 años – Muscular Anal): Los
niños aprenden a ejercitar su voluntad, como a controlarse a sí mismos; o
experimentan inseguridad y duda. (Muscular – anal)

Fase 3: iniciativa versus sentido de la culpa (3- 6 años – Locomotor Genital):


Los niños aprenden a iniciarse en sus propias actividades, pues gozan
comprobando que pueden realizarlas. También, a desarrollar su interés por
implicarse en las mismas. Si no les fuese permitido hacerlo, se sienten
frustrados de ser independientes.

6
Teorías de la Adolescencia. Rolf. E. Muuss . Editorial Paidós. Bs. As. 1993.Cap. II

20
Fase 4: Laboriosidad contra inferioridad (6-12 años – Latencia): Aprenden a
ser competentes y efectivos, o sentirse víctimas del sentido de inferioridad.

Fase 5: identidad versus confusión de roles (12- 20 años – Pubertad y


Adolescencia): Los adolescentes intentan afianzar su sentido de identidad
personal, como parte de su pertenencia a un determinado grupo social. En
caso contrario, se sienten confundidos acerca de lo que son.

Fase 6: Intimidad versus aislamiento (20 a 40 años- adulto joven): La


superación da lugar al amor. Los jóvenes buscan un compañero de intimidad
en su propia vida. La soledad y el aislamiento puede constituirse como modo
de vida; entonces, ello deberá ser superado para continuar con su desarrollo
social.

Fase 7: Generatividad contra estancamiento (40- 65 años- edad adulta


media): Las personas buscan sentirse productivas, asumiendo
responsabilidades familiares. Caso contrario, quedan en el estancamiento.

Fase 8: integridad versus desesperación (vejez): Las personas mayores


intentan dar sentido a toda su experiencia anterior, o pueden entrar en la
desesperación al advertir que no han conseguido los objetivos que se habían
propuesto en sus vidas.

Según Erikson, la pubescencia se caracteriza por la rapidez del


crecimiento físico, la madurez genital y la conciencia sexual. Puesto que estos
dos últimos aspectos son cualitativamente muy diferentes de los
experimentados en años anteriores, se presenta en este período un elemento
de discontinuidad que lo separa del desarrollo anterior. El joven se enfrenta con
una “revolución fisiológica” dentro de sí mismo que amenaza a su imagen
corporal y a su identidad del yo.
Según Erikson la adolescencia es el período durante el cual ha de
establecerse una identidad positiva dominante del yo. El adolescente tiene que
establecer la identidad del yo a la luz de sus experiencias anteriores y aceptar
que los nuevos cambios corporales y sentimientos libidinales son parte de sí
mismo. Si la identidad del yo no se restablece satisfactoriamente en esa etapa,
existe el riesgo de que el papel que ha de desempeñar como individuo se le
aparezca difuso, cosa que pondrá en peligro el desarrollo ulterior del yo.
Durante las tentativas iniciales de establecer la identidad del yo existe
cierta difusión del papel a desempeñar; en este período, los adolescentes se
sobreidentifican muchas veces con héroes de pantalla, dirigentes de grupos,
campeones de deporte, etc., y suelen hacerlo hasta el punto de perder toda
identidad aparente de su propio yo. Llegado a ese punto, pocas veces el joven
se identifica con sus padres; por lo contrario, se rebela contra el dominio, el
sistema de valores y la intrusión de éstos en su vida privada, ya que necesita

21
separar su identidad de la de ellos. Con todo, existe una necesidad
desesperada de pertenecer socialmente a un grupo. Sus compañeros, la
pandilla y la “barra” ayudan al individuo a encontrar su propia identidad dentro
del contexto social. El sentimiento de solidaridad en grupos de adolescentes es
fuerte, y Erikson considera que tanto los consiguientes sentimientos gregarios
como la no tolerancia de las “diferencias” (lenguaje, gestos, vestimenta, etc.)
constituyen una “defensa necesaria” contra los peligros de autodifusión que
existen durante este período. El adolescente busca identificarse con sus
compañeros a través de la estereotipia de sí mismo, de sus ideales y de sus
adversarios, sobre todo durante una época en que la imagen corporal se
modifica radicalmente, en que la madurez genital estimula la imaginación y la
intimidad con el sexo opuesto aparece como una posibilidad tanto positiva
como negativa.
El enamoramiento, acontecimiento común y frecuente en esa edad, es
de naturaleza menos sexual que en edades ulteriores; el adolescente trata de
proyectar en otra persona su propio yo, aún difuso e indiferenciado, con el fin
de aclarar y descubrir el concepto de sí mismo y la propia identidad del yo. En
este sentido, los asuntos amorosos “serios” por los que atraviesa el
adolescente contribuyen al desarrollo del yo porque en las sucesivas
identificaciones el adolescente encuentra guías para determinar y rever la
definición de su propio yo.
La madurez empieza cuando la identidad ha sido establecida y ha
surgido un individuo integrado e independiente, parado sobre sus propios pies,
que no necesita usar a otros como muletas emocionales y que no repudia su
pasado, cuando ya no tiene que poner en tela de juicio en todo momento, la
propia identidad.
La identidad del yo implica la integración total de ambiciones y
aspiraciones vocacionales, junto con todas las cualidades adquiridas a través
de identificaciones anteriores: imitación de los padres, enamoramientos,
admiración de héroes, etc. Únicamente el logro de todos esos aspectos de la
identidad del yo (que podemos llamar integridad) permitirán la intimidad del
amor sexual y afectivo, la amistad profunda y otras situaciones que requieren
entregarse sin temor de perder la identidad del yo en la etapa evolutiva
siguiente.
El adolescente debe establecer la identidad del yo durante la pubertad
para poder incorporar la madurez genital a su imagen corporal. De esta manera
consigue establecer un sentido de integridad del yo que es esencial si ha de
entablar una relación amorosa verdadera a la cual pueda entregarse.

En resumen:
Entonces, para Erikson, el adolescente es alguien fundamentalmente en
busca de su identidad. La pregunta ¿quién soy? Es la más angustiante y
también la más importante que podía hacerse. Y ¿cómo puede el adolescente
encontrarse a sí mismo? Erikson responde con la siguiente metáfora:

22
“El adulto era el frontón necesario para que el joven tenista hiciera sus
prácticas, se probara, probara los golpes, mejorara sus tiros y resultara, no sin
desgaste para el frontón, un adulto hecho y derecho, es decir, un buen
jugador”7
Así el adolescente que crecía se encontraba con una generación adulta y
se entrenaba peloteando contra ella. Entre esa generación adulta y él había
una distancia, una brecha dada por las diferencias de épocas que a cada uno
le había tocado vivir y de la educación recibida. Rebelarse, confrontar, buscar
su propia síntesis era la tarea adolescente, a tal punto de considerar a este
aspecto como esencial en el proceso de construcción de la personalidad
madura e independiente.

Lectura bibliográfica:

ERIK ERIKSON (1968) “Identidad, juventud y crisis” Ed. Paidós.


Buenos Aires. Argentina

3. Teoría de la adolescencia normal , según Aberastury y Knobel.

Según Arminda Aberastury8, entrar en el mundo de los adultos


(deseado y temido) significa para el adolescente la pérdida definitiva de su
condición de niño. Los cambios psicológicos que se producen en este período
y que son el correlato de los cambios corporales, llevan a una nueva relación
con los padres y con el mundo.
Cuando el adolescente se incluye en el mundo con este cuerpo ya
maduro, la imagen que tiene de su cuerpo ha cambiado, también su identidad,
y necesita entonces adquirir una ideología que le permita su adaptación al
mundo y/o su acción sobre él para cambiarlo.
En este período fluctúa entre una dependencia y una independencia
extremas y sólo la madurez le permitirá más tarde aceptar ser independiente
dentro de un marco de necesaria dependencia. Es un período de
contradicciones, confuso, ambivalente, doloroso, caracterizado por fricciones
con el medio familiar y social. Este cuadro es frecuentemente confundido con
crisis y estados patológicos.
Tanto las modificaciones corporales incontrolables como los imperativos
del mundo externo que exigen del adolescente nuevas pautas de convivencia,
son vividos al principio como una invasión. Estos cambios, en los que pierde su
identidad de niño, implican la búsqueda de una nueva identidad que se va
construyendo en un plano consciente e inconsciente. Ese largo proceso de
búsqueda de identidad ocupa gran parte de su energía y es la consecuencia de
la pérdida de la identidad infantil que se produce cuando comienzan los

7
Identidad, juventud y crisis. Erikson E. Editorial Paidós. Bs. As. As.1968
8
“La adolescencia normal” Un enfoque psicoanalítico. Arminda Aberastury y Mauricio Knobel. Ed.
Paidós.

23
cambios corporales. El adolescente manifiesta una multiplicidad de
identificaciones contemporáneas y contradictorias, en una combinación
inestable de varios cuerpos e identidades. No puede renunciar todavía a
aspectos de sí mismo y no puede utilizar y sintetizar los que va adquiriendo; y
es en esa dificultad de adquirir una identidad coherente donde reside el
principal obstáculo para resolver su identidad sexual.
Pero no sólo es el adolescente el que padece este largo proceso sino
que los padres también tienen dificultades para aceptar el crecimiento de sus
hijos.
Este proceso de la vida, tiene sobre los padres una influencia
importante; ya que el adolescente provoca una verdadera revolución en su
medio familiar y social, creando un problema generacional no siempre bien
resuelto. Los padres, ahora son juzgados por sus hijos, y la rebeldía y el
enfrentamiento son más dolorosos si el adulto no tiene conscientes sus
problemas frente al adolescente.
Ocurre también que los padres viven los duelos por los hijos (por el
cuerpo del hijo pequeño, por su identidad de niño y por su relación de
dependencia infantil), y los padres también tienen que desprenderse del hijo
niño, y evolucionar hacia una relación con el hijo adulto, lo que impone muchas
renuncias de su parte. Los adultos, al perder para siempre el cuerpo de su hijo
niño se ven enfrentados con la aceptación del devenir, del envejecimiento y de
la muerte. Debe abandonar la imagen idealizada de sí mismo que su hijo ha
creado y aceptar una relación llena de ambivalencias y críticas.
Hasta hoy el estudio de la adolescencia se centró solamente sobre el
adolescente. Este enfoque será siempre incompleto si no se toma en cuenta la
otra cara del problema: la ambivalencia y la resistencia de los padres a aceptar
el proceso de crecimiento.
El desprecio que el adolescente muestra frente al adulto es, en parte,
una defensa para eludir la depresión que le impone el desprendimiento de sus
partes infantiles, y además, la desidealización de las figuras parentales lo sume
en el más profundo desamparo. Sin embargo, este dolor es poco percibido por
los padres que suelen encerrarse en una actitud de resentimiento y refuerzo de
la autoridad, actitud que hace aún más difícil este proceso.

3.1. El Síndrome de la Adolescencia Normal


Según Aberastury y Knobel9, la adolescencia está caracterizada
fundamentalmente por ser un período de transición entre la pubertad y el
estadio adulto del desarrollo y que en las diferentes sociedades este período
puede variar como varía el reconocimiento de la condición adulta que se le da
al individuo. Sin embargo, existe, como base de todo este proceso, una
circunstancia especial, que es la característica propia del proceso adolescente

9
“La adolescencia normal” Un enfoque psicoanalítico. Arminda Aberastury y Mauricio Knobel. Ed.
Paidós.

24
en sí, es decir, una situación que obliga al individuo a reformularse los
conceptos que tiene acerca de sí mismo y que lo lleva a abandonar su
autoimagen infantil y a proyectarse en el futuro de su adultez.
Podemos definir a la adolescencia como “la etapa de la vida durante la
cual el individuo busca establecer su identidad adulta, apoyándose en las
primeras relaciones objetales-parentales internalizadas y verificando la realidad
que el medio social le ofrece, mediante el uso de los elementos biofísicos en
desarrollo a su disposición y que a su vez tienden a la estabilidad de la
personalidad en un plano genital, lo que sólo es posible si se hace el duelo por
la identidad infantil.”10
La estabilización de la personalidad no se logra sin pasar por un cierto
grado de conducta “patológica” que, debemos considerar inherente a la
evolución normal de esta etapa de la vida.
Las luchas y rebeldías externas del adolescente no son más que reflejos
de los conflictos de dependencia infantil que íntimamente aún persisten, por lo
que podemos hablar de una verdadera patología normal del adolescente.
Sintetizando las características de la adolescencia, podemos describir
la siguiente “sintomatología” que integraría este síndrome:
1) Búsqueda de sí mismo y de la identidad :
La identidad adolescente es la que se caracteriza por el cambio de relación
del individuo, básicamente con sus padres (padres externos reales e
internalizados). Por supuesto, la separación de éstos comienza desde el
nacimiento, pero durante la adolescencia “quieren desesperadamente ser
ellos mismos”. Además, dentro del continuum de su identidad, los
elementos biológicos introducen una modificación irreversible, ya no volverá
a tener jamás el cuerpo infantil. La posibilidad de utilizar la genitalidad en la
procreación es un hecho biopsicodinámico que determina una modificación
esencial en el proceso del logro de la identidad adulta, y genera turbulencia
e inestabilidad en la identidad del adolescente. Aquí son de fundamental
importancia los procesos de duelo con respecto al cuerpo infantil perdido,
que obligan a una modificación del esquema corporal y del conocimiento
físico de sí mismo en una forma muy característica para este período.
El logro de un “autoconcepto” o el yo desde el punto de vista psicológico se
va desarrollando a medida que el sujeto va cambiando y se va integrando
con las concepciones que acerca de él mismo tienen muchas personas,
grupos e instituciones, y va asimilando todos los valores que constituyen el
ambiente social. La identidad es la creación de un sentimiento interno de
mismisidad y continuidad, una unidad de la personalidad sentida por el
individuo y reconocida por el otro, que es “saber quién soy”. En esta
búsqueda el adolescente recurre a situaciones como:
• la uniformidad o identificación masiva, que brinda seguridad

10
“La adolescencia normal” Un enfoque psicoanalítico. Arminda Aberastury y Mauricio Knobel. Ed.
Paidós.

25
y estima personal.
• la identidad negativa basada en identificaciones con figuras
negativas pero reales, esto constituye una de las bases del
problemas de las pandillas. Es preferible ser alguien indeseable
a no ser nada. A veces la realidad suele ser mezquina en
proporcionar figuras con las que se pueden hacer
identificaciones positivas.
• Las identidades transitorias o adoptadas por un cierto período,
que surgen a modo de ensayo relacionadas con el proceso de
separación de las figuras parentales, y la formación de una
identidad independiente.

2) La tendencia grupal
En su búsqueda de la identidad, el adolescente recurre como
comportamiento defensivo a la búsqueda de uniformidad, allí surge el espíritu
de grupal que tan afecto se muestra. Hay un proceso de sobreidentificación
masiva, en donde todos se identifican con cada uno, al punto de que a veces el
individuo pertenece más al grupo de pares que al grupo familiar. Se inclina a
los dictados del grupo en cuanto a modas, vestimenta, costumbres,
preferencias, etc. Se transfiere al grupo gran parte de la dependencia que
anteriormente se mantenía con el grupo familiar y con los padres en especial.

3) Necesidad de intelectualizar y fantasear


La necesidad de intelectualizar y fantasear se dan como una forma
típica del pensamiento adolescente. La necesidad que la realidad le impone de
renunciar al cuerpo, al rol y a los padres de la infancia, adquiere caracteres que
suelen ser angustiantes y que obligan a un refugio interior que es muy
característico. Tal huida al mundo interior permite una especie de reajuste
emocional, un autismo positivo en el que se da un incremento de la
intelectualización que lleva a la preocupación por principios éticos, filosóficos,
sociales, comienza a escribir versos, novelas, se dedica a actividades literarias,
artísticas, etc.

4) Las Crisis religiosas


Observamos que el adolescente puede manifestarse como un ateo
exacerbado o como un místico muy fervoroso, como situaciones extremas. Por
supuesto, entre ellas hay una gran variedad de posiciones religiosas y de
cambios muy frecuentes. Esto concuerda con la situación cambiante y
fluctuante de su mundo interno.

5) La desubicación temporal
El pensamiento del adolescente, frente a lo temporal como a lo espacial,
adquiere caracteres muy especiales: es el tiempo vivencial o experiencial.
Observamos conductas desconcertantes como por ejemplo: cuando el padre
26
recrimina a su hijo que estudie porque tiene un examen inmediato y éste le
contesta “Pero si tengo tiempo, el examen es recién...mañana!” O es el ejemplo
de una joven que llora angustiada ante la actitud desconsiderada de la madre
que no contempla sus necesidades inmediatas de tener ese vestido nuevo para
su próximo baile que es dentro de tres meses. El tiempo, dotado de
indiscriminación explica las conductas que ejemplificamos anteriormente.

6) La evolución sexual desde el autoerotismo hasta la


heterosexualidad
Al ir aceptando su genitalidad, el adolescente inicia la búsqueda de la
pareja en forma tímida pero intensa. En este período comienzan los contactos
superficiales, las caricias, el enamoramiento apasionado. En el enamoramiento
el ser amado es una figura idealizada, un actor de cine, una estrella del
deporte, etc., que tiene en realidad las características de un claro sustituto
parental al que el adolescente se vincula con fantasías edípicas.
La relación genital heterosexual completa que ocurre en la adolescencia
tardía es un fenómeno más frecuente de lo que se considera: se ha estimado
que entre un 40 y 60% de los adolescentes realizan el acto sexual completo, de
características genitales, que tienen más un carácter exploratorio, de
aprendizaje de la genitalidad, que un verdadero ejercicio genital adulto de tipo
procreativo.
Cabe también aquí el problema de la curiosidad sexual, expresada en el
interés por revistas pornográficas, el exhibicionismo y el voyerismo se
manifiestan en la vestimenta, el cabello, el tipo de bailes, etc.
También pueden verse aspectos de conducta femeninos en el varón y
masculinos en la niña, que son expresiones de una bisexualidad no resuelta.
Los cambios biológicos que se operan en la adolescencia producen gran
ansiedad y preocupación, porque el adolescente debe asistir pasivamente a los
mismos. La tentativa de negar la pérdida del cuerpo y del rol infantil
especialmente, provocan modificaciones en el esquema corporal que se tratan
de negar en la elaboración de los duelos normales de la adolescencia.

7) Actitud social reivindicatoria


Gran parte de la oposición que se vive por parte de los padres, es
trasladada al campo social. Gran parte de la frustración que significan hacer los
duelos, se proyectan en el mundo externo, desarrollando actitudes
reivindicatorias y de reforma de la realidad social, que en muchos casos se
torna destructiva. Los adolescentes se ponen al servicio de un ideal de
modificar las estructuras sociales colectivas, y surgen movimientos de
contenido valedero y noble para el futuro de la humanidad.
8) Contradicciones sucesivas en todas las manifestaciones de la
conducta
La personalidad del adolescente puede describirse como esponjosa,
permeable, que percibe todo y que también proyecta enormemente, es decir,

27
es una personalidad en la que los procesos de proyección e introyección con
intensos, variables y frecuentes. Por ello, es que hablamos de una normal
anormalidad, de una inestabilidad permanente del adolescente.

9) Separación progresiva de los padres:


Ya hemos indicado que uno de los duelos fundamentales que tiene que
elaborar el adolescente es el duelo por los padres de la infancia. Por lo que una
de las tareas básicas concomitantes a la identidad del adolescente, es ir
separándose de los padres. Asimismo, el concepto de ambivalencia dual hace
referencia al mutuo proceso de separación entre padres e hijos adolescentes,
ya que los padres no son ajenos a las ansiedades que despiertan el
crecimiento, la genitalidad y el desprendimiento de los mismos.

10) Constantes fluctuaciones del humor y del estado de ánimo.


Los cambios de humor son típicos de la adolescencia, y es preciso
entenderlos sobre la base de los mecanismos de proyección y de duelo
(depresión) por la pérdida de los objetos ya descriptos.

3.2. Duelo por el cuerpo, la identidad y los padres infantiles


Para Aberastury y Knobel11, la adolescencia debía realizar como tareas
propias, tres procesos de duelo, entendiéndose por tal el conjunto de procesos
psicológicos que se producen normalmente ante la pérdida de un objeto amado
y que llevan a renunciar al objeto. Los procesos que se suceden en el duelo se
han dividido en tres etapas:
• La negación, mecanismo por el cual el sujeto rechaza la idea de
pérdida, muestra incredulidad, siente ira.
• La resignación, en la cual se admite la pérdida y sobreviene como
afecto la pena.
• El desapego, en la que se renuncia al objeto y se produce la
adaptación a la vida sin él. Esta última etapa permite el apego a
nuevos objetos.
Según Arminda Aberastury , son tres los duelos que el adolescente debe
elaborar para convertirse en adulto :

• Duelo por el cuerpo infantil


En virtud de las modificaciones biológicas características de la
adolescencia, el individuo, en esta etapa del desarrollo, se ve obligado a asistir
pasivamente a toda una serie de modificaciones que se operan en su propia
estructura, creando un sentimiento de impotencia frente a esa realidad
concreta. Vive en ese momento la pérdida de su cuerpo infantil con una mente

11
“La adolescencia normal” Un enfoque psicoanalítico. Arminda Aberastury y Mauricio Knobel. Ed.
Paidos.

28
aún en la infancia y con un cuerpo que se va haciendo adulto. Esta
contradicción produce un verdadero fenómeno de despersonalización.
La pérdida que debe aceptar el adolescente al hacer el duelo por el
cuerpo es doble: la de su cuerpo de niño cuando los caracteres sexuales
secundarios lo ponen ante la evidencia de su nuevo status sexual, y del rol que
tendrán que asumir en la procreación. Esto exige el abandono de la fantasía
de bisexualidad implícita en todo ser humano. Al igual que durante el primer
año de vida, en la pubertad aparece una intensa actividad masturbatoria que
tiene el significado de negar su definición sexual.
La elaboración del duelo conduce a la aceptación del rol que la
pubertad le marca. Durante la labor del duelo surgen defensas cuyo fin es
negar la pérdida de la infancia: por ejemplo, la angustia y los estados de
despersonalización que suelen acompañar a la menstruación como también a
la aparición del semen, tienen el significado defensivo de no aceptar que es en
el propio cuerpo en el que se están produciendo estos cambios.
El duelo frente al crecimiento implica al yo y al mundo externo, y los
desniveles entre el crecimiento del cuerpo y la aceptación psicológica de este
hecho, son mayores cuando el cuerpo cambia más rápidamente.
Cuando el adolescente adquiere una identidad, acepta su cuerpo, y decide
habitarlo, se enfrenta con el mundo y lo uso de acuerdo con su sexo.

• Duelo por la identidad y por el rol infantil


En la infancia, la relación de dependencia es una situación natural y
lógica; el niño acepta su relativa impotencia, la necesidad de que otros se
hagan cargo de ciertos tipos de funciones yoicas, y su yo se va enriqueciendo
mediante el proceso de proyección e introyección que configura la
identificación. En la adolescencia hay una confusión de roles, ya que al no
poder mantener la dependencia infantil y al no poder asumir la independencia
adulta, el sujeto sufre un fracaso de personificación y así, el adolescente
delega en el grupo gran parte de sus atributos, y en los padres, la mayoría de
las obligaciones y responsabilidades.
En este desarrollo, y en parte, por los mecanismos de negación del
duelo y de identificación proyectiva con sus coetáneos y con sus padres, pasa
por períodos de confusión de identidad. Esta sería una de las bases del
fenómeno de las “barras”, en donde el adolescente se siente aparentemente
tan seguro, adoptando roles cambiantes y participando de la actuación,
responsabilidad y culpas grupales.
Normalmente, el adolescente va aceptando las pérdidas de su cuerpo
infantil, al mismo tiempo que va cambiando la imagen de sus padres infantiles,
sustituyéndolas por la de sus padres actuales, en un tercer proceso de duelo.
Tiene que dejar de ser a través de los padres para llegar a ser él mismo.

• Duelo por los padres de la Infancia

29
Las figuras idealizadas de los padres deben ser sustituidas. Pero no
sólo es el adolescente el que padece este largo proceso sino que los padres
también tienen dificultades para aceptar el crecimiento de sus hijos.
Ocurre también que los padres viven los duelos por los hijos (por el
cuerpo del hijo pequeño, por su identidad de niño y por su relación de
dependencia infantil), y los padres también tienen que desprenderse del hijo
niño, y evolucionar hacia una relación con el hijo adulto, lo que impone muchas
renuncias de su parte. Debe abandonar la imagen idealizada de sí mismo que
su hijo ha creado y aceptar una relación llena de ambivalencias y críticas.
Hasta hoy el estudio de la adolescencia se centró solamente sobre el
adolescente. Este enfoque será siempre incompleto si no se toma en cuenta la
otra cara del problema: la ambivalencia y la resistencia de los padres a aceptar
el proceso de crecimiento.
El desprecio que el adolescente muestra frente al adulto es, en parte,
una defensa para eludir la depresión que le impone el desprendimiento de sus
partes infantiles, y además, la desidealización de las figuras parentales lo sume
en el más profundo desamparo. Sin embargo, este dolor es poco percibido por
los padres que suelen encerrarse en una actitud de resentimiento y refuerzo de
la autoridad, actitud que hace aún más difícil este proceso.

Lectura bibliográfica:
“La adolescencia normal” Un enfoque psicoanalítico. Arminda
Aberastury y Mauricio Knobel. Ed. Paidós.

III. EL DESARROLLO PSICO-SOCIAL

La primera idea acerca de las relaciones interpersonales en la


adolescencia nos da la pérdida de peso de las relaciones familiares, a favor de
las que se establecen con los pares de edad. Sin embargo, si bien es cierto
que en esta etapa la mayoría de los adolescentes precisan nuevos modelos de
relación, diferenciados de los adultos y especialmente de los padres, también lo
es y con sus pares tienen significaciones distintas. Así por ejemplo,
preguntados los adolescentes acerca de las personas a quienes acudirían en
caso de dificultades o de necesidad de consulta en determinados aspectos, los
resultados mostraron que si bien los compañeros de igual edad eran los
interlocutores privilegiados para tratar los temas referentes al presente y a las
relaciones sentimentales, en cambio, los padres lo eran para otras cuestiones,
principalmente las referentes al futuro y a temas de índole moral y material (
Rodríguez Tomé, 1973)
En el siguiente apartado trataremos entonces acerca de las relaciones
interpersonales que establecen los adolescentes con personas de otras

30
generaciones y con los pares de la edad en los distintos ámbitos de
convivencia.

1. La Familia
El logro de la autonomía personal, que caracteriza el final de la
adolescencia, requiere una cierta emancipación de la familia; el que se
produzca de forma positiva y constructiva depende, en gran parte, del estilo de
relación dominante en la familia.
Los estilos de educación familiar son muy diversos según el contexto
cultural e histórico. Las dinámicas familiares tendientes al funcionamiento
democrático facilitan, sin duda, el paso a la autonomía en la adolescencia.
En los hogares autoritarios, los adolescentes reciben una moralidad
confeccionada por padres dominantes. Como consecuencia, estos jóvenes
frecuentemente no están preparados para enfrentarse con los problemas que
trae la adolescencia. La extrema severidad hace que el adolescente rechace a
la autoridad e intente afirmar su independencia de manera más violenta, o por
el contrario, se convierta en un individuo sumiso y temeroso de asumir
responsabilidades.
En un hogar permisivo, no existe control paterno. La libertad ilimitada
agudiza el sentimiento de inseguridad ya presente en el adolescente. A
menudo el adolescente siente poco respeto por sus padres, apenas aprecia lo
que hacen por él y tiene pocos deseos de desempeñar su parte en la casa.
Sin embargo, aún en familias en las que rige un funcionamiento
democrático y de reconocimiento de los miembros como personas, con sus
propias opiniones y sentimientos, se pueden producir conflictos. Pero estos
conflictos generacionales a veces no son duraderos ni resultan totalmente
negativos para los miembros de la familia, ni suelen ser tan violentos y
generalizados como puede verse reflejado en parte de la literatura existente
sobre el tema.
Para el adolescente hay un cambio respecto a cómo los padres son
percibidos, ya que es un momento clave de adquisición de autonomía; por ello,
las relaciones familiares basadas en mayor o menor grado de dependencia,
deben ser transformadas, para que den paso a la independencia y libertad de
los jóvenes.
Para los padres, la crisis de la adolescencia de sus hijos puede tener
distintos significados desde el punto de vista psíquico personal, en cuanto a
hacer revivir conflictos de la propia adolescencia, coincidir con la crisis de la
madures, causar sentimientos de pérdida respecto al papel materno y paterno
ejercido, etc.
La adolescencia plantea a todos los miembros de la familia la
renegociación de las relaciones, para transformarlas en relaciones simétricas
que fomenten la autonomía y el desarrollo de todos ellos. Las dificultades que
pueden aparecer son de diversa índole. Por una parte, no hay que olvidar que
estos cambios tienen como punto de partida los estilos interactivos

31
consolidados ya, anteriormente, en cada familia. Por otra, las vivencias
personales que la nueva situación crea en cada miembro no siempre son
manejables en el plano consciente.
Finalmente, es obvio de que se trata de un proceso en el que
inicialmente cabe que se dé una ruptura comunicativa, pero a la cual le sucede
una serie de adaptaciones mutuas.
Considerando el caso de nuestra sociedad occidental, existe
actualmente una gran variedad de constelaciones familiares en las que crecen
los adolescentes. Si bien en unos casos conviven con los padres biológicos y
hermanos, en otros la familia está formada por una nueva pareja del padre o de
la madre, con hijos o sin ellos, o se sustenta simplemente en uno de los
miembros de la pareja.
La reducción de hijos por pareja y el alargamiento de la vida en
condiciones de validez y utilidad son, también, dos características de la familia
de nuestra sociedad. Así pues, con grandes diferencias según los países y
sectores sociales considerados, abuelos y abuelas tienen un papel importante
en la vida de los adolescentes. Aparece una tendencia de acentuación de las
relaciones intergeneracionales y, en concreto, de las personas con sus nietos;
aunque sus contactos con ellos sean más escasos que en la infancia.
Por último, haremos una breve referencia a la relación del adolescente
con sus hermanos. En la mayoría de los casos, los adolescentes mantienen
una comunicación más fluida con los hermanos que con los padres; aunque
ello está en función de su edad, carácter y posición en la constelación familiar.
A lo largo de la vida las relaciones fraternas pueden cumplir diversas funciones
que varían con el paso del tiempo, pero en general, inician al niño en relaciones
que mantendrá bajo otras formas en su vida social posterior, tales como
relaciones de dominio, de rivalidad, de protección, de competitividad, etc.
En la adolescencia, a veces, algunas de estas relaciones se acentúan.
Sin embargo, hay dos vivencias que expresan los adolescentes: el papel de
sus hermanos en su propia emancipación familiar, y la pérdida de intimidad, la
reivindicación de un espacio propio al margen del bullicio de los demás.

2. Las relaciones con los pares de edad


Los pares de edad, en cambio, permiten unas relaciones plenamente
simétricas, y se puede decir que son el contrapunto a las relaciones con los
adultos en varios sentidos.
En primer lugar, por la posibilidad de reciprocidad. La posibilidad de
intercambiar puntos de vista es uno de los elementos que los adolescentes
señalan en contraposición con las relaciones con los adultos.
En segundo lugar, hay temas que, en general, se tratan
mayoritariamente entre iguales y no con los padres y adultos, tales como las
relaciones afectivas y las vivencias íntimas. En este sentido, la conflictividad
familiar por la emancipación y la vivencia de las dificultades comunicativas con

32
los padres son cuestiones que, si se tratan entre compañeros, pueden
elaborarse más fácilmente.
Finalmente, la afinidad generacional en gustos y aficiones, e incluso un
uso del lenguaje particular, hacen que las relaciones entre iguales sean
privilegiadas en la adolescencia.
Si bien las afinidades generacionales a las que nos referimos se hallan
fuertemente impulsadas por la comercialización de productos de determinado
estilo, por su publicidad y, en conjunto, por la imagen social de la adolescencia
y la juventud que reproducen los medios de comunicación, su base
estructurante suele ser la organización en grupos.
En la adolescencia, los grupos tienen una finalidad distinta de la que
tenían en la niñez, y evolucionan en su transcurso. En la niñez, los grupos se
forman para jugar y no hay demasiada conciencia de la especificidad del propio
grupo respecto a otros ni, por tanto unos criterios estables de selección de sus
miembros. En la adolescencia, la actividad principal del grupo es social, y los
grupos tienen entidad propia. Para el adolescente tienen gran importancia la
pertenencia a determinado grupo y las vivencias del status que poseen en él.
Los grupos de adolescentes suelen ser del mismo sector social, mientras que,
en los grupos de niños, tal requisito no es tenido en cuenta por los
componentes del grupo.
Se produce una evolución de las características de los grupos a lo largo
de la adolescencia. En líneas generales se puede decir que en la pre
adolescencia dominan los grupos separados por sexos, con contactos
esporádicos entre ambos; hacia los 14 años, se producen los primeros grupos
mixtos. Progresivamente, los grupos de adolescentes se hacen más
restringidos y estables, y se sustituyen las relaciones de dominio del grupo por
las de reciprocidad. Las relaciones de dominio, que no son importantes en los
grupos de niños, tienen su punto álgido entre los 11 y 14 años, y evolucionan
hacia un funcionamiento básicamente democrático a partir de los 15. Se
establecen también en el seno de los grupos parejas y amistades
interpersonales más íntimas.
Desde el punto de vista psicológico, el grupo facilita al adolescente la
identificación con un colectivo de jóvenes que se define de forma autónoma
frente a la sociedad adulta y cumple funciones importantes en el desarrollo de
cada individuo, tales como: procurar un nivel de autonomía respecto a los
adultos, facilitar la emancipación de la familia, compartir las vivencias de
ansiedad e incertidumbre que comporta el proceso de autonomía, etc.
Hasta aquí hemos tratado acerca de los grupos naturales de
adolescentes con clara orientación a las actividades sociales. Pero también
existen grupos organizados para llevar a cabo conductas antisociales o
delictivas, son las bandas.
Estas conductas se dan a menudo en grupos muy dominantes que
imponen leyes internas duras y no tienen un funcionamiento basado en el
respeto recíproco de sus miembros. Desde el punto de vista psicológico, las

33
bandas tienen una razón de ser similar a la de los demás grupos de
adolescentes: el nivel de autonomía ante una marginación de la sociedad de
los adultos. Pero en el caso de las bandas, la marginación que sufren los
adolescentes suele ser doble: por su condición de jóvenes y por la situación
social en la que viven. En las conductas desviadas, de consumo de drogas,
alcohol, robo, etc., se produce un debate acerca de que si el individuo se inicia
en ellas por la influencia del grupo o por la familia misma. Se han encontrado
estudios sobre el tema con resultados totalmente contrapuestos. Se observa
que en cada caso asumen importancia tanto las influencias del grupo como
factores familiares, y también los rasgos de personalidad del individuo.

3. Las amistades
La amistad en la adolescencia constituye la primera ocasión de compartir
la propia intimidad de forma recíproca. La vivencia de la amistad evoluciona en
la misma etapa de la adolescencia:
a) Etapa inicial: 11- 13 años. Relación fundamentada en actividades
comunes.
b) Etapa media: 14-16 años. Se basa en la intimidad, pero justamente por
la intensidad de la relación, puede resultar a menudo conflictiva. La
chica reclama de la amiga fidelidad y que pueda confiarle sus primeras
experiencias amorosas.
c) Etapa final: a partir de los 17 años. Las relaciones de amistad se van
haciendo maduras, se esperan las aportaciones de la amiga como
persona distinta.
Para ambos sexos, las relaciones de amistad son la antesala de las
relaciones amorosas, tanto porque constituyen la primera experiencia de
compartir intimidad, como porque una parte de esa intimidad se refiere
justamente a las relaciones amorosas y sexuales. Compartir vivencias respecto
a las relaciones amorosas, pedir y dar consejo, son funciones importantes de
las amistades.

4. El amor y las relaciones sexuales


El amor significa para el adolescente unir sus sentimientos de
necesidad de intimidad y de ternura con los de sexualidad. Para el adolescente
el amor es ahondar en las relaciones de intimidad, hacerlo a la manera del
adulto e integrando los modelos sociales de las relaciones amorosas entre
adultos.
El amor ayuda al adolescente a crecer psicológicamente de la
siguiente forma: contribuye a la constitución de su autonomía, ayuda al
perfeccionamiento de su identidad sexual ( haya o no haya tenido relaciones
sexuales), y potencia el desarrollo de su personalidad global.
El inicio de las relaciones sexuales con otra persona no comporta
necesariamente la penetración sino el establecimiento de relaciones eróticas,
basadas en las caricias y besos, sin consumar el acto sexual .En los

34
adolescentes, esta fase puede tener una duración significativa, debido a las
inseguridades, temores y angustias respecto al acto sexual, que proceden
generalmente de una trasmisión cultural negativa. Aunque asistimos, con
variaciones notables según la evolución social de cada país, a la aparición de
lo que se ha llamado una nueva moral sexual. A partir de los años 60 se dio
lugar a una liberalización sexual, con una anticipación en el inicio de las
relaciones sexuales.
En la actualidad, un tercio de los jóvenes se inicia en la vida sexual sin
prevención debido a una falta de información, orientación y educación sexual
adecuada, por ello es importante considerar la variabilidad de las
representaciones sociales que influyen sobre los jóvenes a propósito de la
sexualidad. Nos referimos a los medios de comunicación, a la influencia de la
familia, los adultos, la educación, y el grupo social, el cual, consideramos,
ejerce una gran influencia, presión que puede ser muy fuerte, considerando la
preocupación que tiene el joven por ser "normal" en esta cuestión y de la
importancia del grupo de amigos en este período de la vida.
En Argentina, seis de cada diez adolescentes se iniciaron sexualmente
con una edad promedio de 15 años, reveló hoy una encuesta realizada por la
Fundación Huésped y la entidad para la infancia de Naciones Unidas Unicef.
Del estudio, una consulta hecha con jóvenes escolarizados de entre 14 y 19
años, se desprenden además otros datos relevantes acerca de la sexualidad
en los jóvenes del país. Entre ellos, que las principales fuentes de información
sobre sexualidad para los adolescentes son la familia (39%), la escuela (30%) y
los amigos (25%).
Existen diferencias en la iniciación de las relaciones sexuales de los
varones respecto a las mujeres. Los varones suelen iniciarse antes que las
mujeres pero ambos en menor o mayor medida están expuestos a los riesgos
que implican llevar una sexualidad sin cuidados, de la misma manera que los
adultos.
También hay diferencias en la iniciación sexual según las clases sociales.
En las clases populares, se da más precozmente que en las más privilegiadas
culturalmente.
Nuestra problemática se basa en que hoy en día los jóvenes tienen su
primera relación sexual a edades cada vez menores, y si bien físicamente
están absolutamente preparados, mentalmente no siempre están listos para
lidiar con las consecuencias y las responsabilidades que eso genera.
Estos datos nos indican que es importante replantear la educación
sexual en la adolescencia, no sólo en cuanto al acceso a la información sino
principalmente en cuanto a los valores que se trasmiten respecto a la vida
sexual y afectiva. Lamentablemente estadísticas de la OMS revelan que más
del 50% de nuevos casos de VIH y dos tercios de ETS (enfermedades de
transmisión sexual) ocurren en adolescentes. Además, según estadísticas del
Ministerio de Salud de la Nación, cada año cerca de 3.000 bebés nacen de

35
chicas de entre 10 y 14 años de todo el país y, en Santa Fe, el 17 por ciento de
las embarazadas son menores de 20 años.

Lectura bibliográfica:

GRIFFA MARIA CRISTINA – MORENO JOSE EDUARDO (2005) “Claves para


una Psicología del Desarrollo” Volumen II. CAPITULO VI: Adolescencia.
Editorial Lugar. Argentina.

MORENO AMPARO- DEL BARRIO CRISTINA (2001) “La Experiencia


Adolescente”. Capítulos 1, 2,4 y 5 .Editorial Aique S A. Argentina.

IV. EL DESARROLLO INTELECTUAL

1. El pensamiento operacional formal

Las investigaciones reunidas en el año 1.955 por B. Inhelder y J.


Piaget en “De la logique de l´enfant a la logique de l´adolescent”, ofrecen por
primera vez un marco general del pensamiento del adolescente y constituyen el
punto de referencia obligado de los trabajos posteriores.
Jean Piaget fue el primero en observar y describir los adelantos del
razonamiento en los adolescentes. El reconoció que los procesos cognitivos,
no solo el contenido de los pensamientos, cambian en forma significativa. Él
denominó a este estadio “pensamiento operacional formal”, cuando el
pensamiento no está limitado ya a las experiencias personales (como las
operaciones concretas).
El adolescente puede considerar los conceptos lógicos y las
posibilidades que no se pueden observar ( Inhelder y Piaget, 1958).

Los experimentos de Piaget.


Piaget y sus colegas idearon una serie de tareas para poner en
evidencia el pensamiento operacional formal. Ellos intentaban demostrar que
“al contrario del pensamiento operatorio concreto de los niños, el pensamiento
operatorio formal de los adolescentes imagina todos los determinantes
posibles… (y) en forma sistemática varía todos los factores uno por uno,

36
observa los resultados correctamente, controla los resultados y extrae
conclusiones apropiadas”.12
En un experimento se solicitó a los niños que equilibraran una balanza
con pesas que ellos podían colgar en los brazos de la balanza. Pata dominar
esta tarea, una persona debe darse cuenta que la cantidad de pesas y la
distancia desde el centro interactúa recíprocamente para afectar el equilibrio.
Por lo tanto, una pesa más pesada próxima al centro puede ser contrarrestada
por una pesa más liviana alejada del centro del lado opuesto.
Este concepto y un método para descubrirlo están completamente más
allá de la capacidad o interés de un niño de 3 a 5 años. En los experimentos de
Piaget, ellos colgaban aleatoriamente las distintas pesas en distintos ganchos.
A los 7 años los niños reconocían que la balanza podía ser equilibrada
colocando la misma cantidad de peso en ambos brazos pero no se daban
cuenta que la distancia de las pesas del centro de la balanza es fundamental.
Alrededor de los 10 años, al final de la etapa operatoria concreta, los
niños a menudo se daban cuenta de la importancia de la posición de las pesas,
pero sus esfuerzos para coordinar el peso y la distancia para equilibrar la
balanza se hacía a partir de pruebas de ensayo y error, y no de la lógica. Ellos
triunfaban colocando un peso igual a iguales distancia pero no sabían explicar
cómo pasaba eso.
Finalmente, alrededor de los 13 y 14 años, algunos niños suponían
hipotéticamente el efecto de la relación entre el peso y la distancia. Mediante la
comprobación sistemática de esta hipótesis, ellos formulaban correctamente la
relación matemática entre peso y la distancia desde el centro y podían resolver
el problema del equilibrio con precisión y eficiencia. Piaget atribuyó cada uno
de estos adelantos al desarrollo del período cognitivo superior siguiente.

2. Características funcionales del pensamiento formal

o Lo real es un sub-conjunto de lo posible

La característica más evidente del pensamiento formal, que contrasta con


el de la operatividad concreta, es la posibilidad de razonar sobre hechos que no

12
Citado en Stassen Berger Kathleen “Psicología del desarrollo de la Infancia y Adolescencia”
2007.pág.473

37
son concretos o directamente comprobables, sino que pertenecen al mundo de
lo posible.
En el pensamiento formal se va a producir una inversión de sentido
entre lo real y lo posible, donde será lo real lo que esté subordinado a lo
posible. El adolescente “... concibe a los hechos como el sector de las
realizaciones efectivas en el interior de un universo de transformaciones
posibles... “(Inhelder & Piaget, 1955-1972, p. 213), incluso el sujeto solamente
admitirá y se explicará esos hechos después de verificarlos dentro del conjunto
de las posibles hipótesis que guardan compatibilidad con la situación dada.
Tal como veremos seguidamente, la reflexión sobre lo posible requiere
la capacidad de hacer deducciones y razonamientos sobre proposiciones o
sobre enunciados verbales, sin que el pensamiento se encuentre atado por la
necesidad de operar sobre la realidad concreta como ocurre en la etapa
precedente.

o Carácter hipotético deductivo

El adolescente adquiere la capacidad de probar simultánea o


sucesivamente varias de las hipótesis planteadas, aplicando para ello un
razonamiento deductivo que le llevará a dilucidar las verdaderas consecuencias
de las acciones que ha efectuado sobre la realidad. Como vemos, la deducción
en esta etapa no contempla solamente las realidades percibidas, sino que se
refiere también a enunciados hipotéticos: ... la deducción consiste entonces en
vincular entre sí esas presuposiciones extrayendo sus consecuencias
necesarias incluso cuando su verdad experimental no vaya más allá de lo
posible. (Inhelder & Piaget, 1955-1972, p. 214)
Para realizar una comprobación sistemática de las variables implicadas
en una situación problemática, el sujeto que ha consolidado su pensamiento
formal cuenta con el esquema de control de variables que le lleva a aplicar la
estrategia de ir variando sistemáticamente un factor del problema, mientras
mantiene constantes los restantes factores. Esta capacidad del sujeto de las
operaciones formales avanzadas, no la han desarrollado totalmente los sujetos
del sub estadio de las operaciones formales incipientes (11-13 años), ya que
estos, si bien se formulan hipótesis no las comprueban adecuadamente, debido
a que no aíslan los factores entre sí, ni llegan a combinarlos de todas las
maneras posibles. (Inhelder & Piaget, 1955-1972, Carretero, 1985; Carretero &
León 2002).
Por ello, el pensamiento formal es denominado también como
hipotético-deductivo, porque, justamente gracias a la capacidad de operar
sobre lo posible y mediante proposiciones, no sólo es capaz de formular
hipótesis explicativas sobre los fenómenos de la realidad, sino que,
principalmente, es capaz de falsearlas utilizando el método experimental. Ello
es debido a las principales características que definen el pensamiento formal,

38
que veremos a continuación, a saber: la capacidad de combinatoria, el
razonamiento mediante la lógica de proposiciones y el grupo de la doble
reversibilidad.

o La combinatoria

La capacidad de combinar sistemáticamente, presenta dos claras


aplicaciones significativas del pensamiento formal: la combinación de objetos y
la combinación de juicios o de razonamientos. En la sistematización necesaria
para descubrir el efecto de la combinación de distintos objetos, encontramos el
principio común a muchas experimentaciones, tanto de tipo científico como de
resolución de algunos problemas de la vida cotidiana.
La siguiente situación experimental propuesta por Piaget e Inhelder es
ilustrativa de la combinación de objetos. Es una técnica consistente en hacer
combinar entre ellos cuatro cuerpos químicos. Se presentan al niño cuatro
botellas iguales que contienen líquidos incoloros, inodoros y por tanto
perceptivamente idénticos. La botella número 1 contiene ácido sulfúrico diluido;
la número 2, agua; la 3, agua oxigenada, y la 4, tiosulfato. Hay, además, un
cuentagotas que contiene yoduro de potasio (g). La combinación 1+3+g
produce un color amarillo. El agua (2) tiene un efecto neutro que no cambia el
color y, en cambio, el tiosulfato (4) cambia el color de la combinación anterior.
El experimentador presenta dos vasos al sujeto, el uno contiene ácido sulfúrico
y agua oxigenada (1+3) y el otro contiene agua (2); delante del niño el
experimentador pone unas gotas de yoduro potásico en cada vaso para hacer
constatar los distintos efectos.
Se le presentan las cuatro botellas y se le pide que encuentre la
combinación que produce el color amarillo y que deduzca la función de cada
uno de los cuerpos químicos.
Los resultados obtenidos permitieron a los autores establecer los
siguientes estadios. En el primer estadio, característico del pensamiento
preoperatorio, los niños se limitan a hacer combinaciones de dos cuerpos
totalmente al azar y explican los resultados obtenidos con argumentos
prelógicos, tales como el del niño, citado por los autores, que intenta explicar el
cambio de color diciendo que quizás, cuando se ha tomado el agua blanca, hay
una barra que separa el agua y sólo deja que aparezca la de color rosa.
El segundo estadio, se caracteriza por conductas de asociación
sistemática del cuerpo “g” a cada uno de los demás. Hay, pues, un inicio de
comprensión de la combinatoria, aunque subsiste todavía la creencia de que el
color no es tanto el producto de la combinación de varios cuerpos como la
característica particular de uno de ellos. Al final de este estadio, se inician otras
combinaciones de 2 a 2.
En el tercer estadio, se refleja la capacidad de combinatoria en la idea
de que el color es debido a la combinación y no a un cuerpo determinado, y en
la capacidad de combinación sistemática n a n de todas las combinaciones

39
posibles. La combinatoria así definida es una característica clave del
pensamiento formal, necesaria para el razonamiento en proposiciones, lo cual
veremos seguidamente: “Al mismo tiempo que el sujeto combina los elementos
o factores dados en el contexto experimental, combina los enunciados
proposicionales que expresan los resultados de estas combinaciones de
hechos y construye el sistema de combinaciones binarias de conjunciones,
exclusiones, etc.” (Inhelder y Piaget, 1.955).

o El carácter proposicional y la lógica de proposiciones

La propiedad más aparente que presenta el pensamiento formal es su


capacidad de operar sobre proposiciones verbales y no solo directamente
sobre objetos, como lo hace el niño del período anterior. Afirman Inhelder &
Piaget (1955 - 1972), que es suficiente traducir en proposiciones una operación
concreta, sin proporcionar para su resolución objetos manipulables que sirvan
de soporte a esta operación, para que solo pueda ser resuelta en el nivel
formal. Sin embargo, se podrán obtener razonamientos correctos de
enunciados verbales simples, que correspondan a representaciones concretas,
a partir de los 7 u 8 años. Esto significa que en el nivel formal a la lógica de
clases y relaciones, que afecta a los objetos, se le superpone una nueva
propiedad: la lógica de las proposiciones, que funcionalmente permite al
sujeto un número muy superior de posibilidades operatorias, las cuales se van
a manifestar tanto en presencia de dispositivos experimentales, como ante
problemas propuestos verbalmente.
Ya el sujeto no realizará sus operaciones mentales directamente sobre
los datos de la realidad sino que convertirá esas operaciones directas (o de
primer orden) en proposiciones y operará sobre ellas; según los autores
realizarán de esta manera operaciones de segundo orden.
Lo característico de la lógica de las proposiciones es ser una lógica de
todas las posibles combinaciones del pensamiento, mediante el empleo de sus
nuevas posibilidades operatorias: disyunciones, implicaciones, exclusiones y
otras operaciones lógicas de clases y relaciones.
El lenguaje es, sin duda, el instrumento privilegiado para representar
razonamientos, lo cual no quita, como se expondrá más adelante, que en el
estadio de la operatividad formal y desde el punto de vista educativo, sea
importante incentivar el uso de distintos sistemas de simbolización, partiendo,
siempre que sea posible, de los que elabora el propio sujeto.
En dicha etapa, el adolescente aprende a razonar y a argumentar
mediante el lenguaje, y las mismas tareas de inclusión de clases o de
seriaciones, por ejemplo, que son resueltas durante la operatividad concreta,
no lo son hasta la transición hacia la operatividad formal si son presentadas
verbalmente o por escrito.

o El grupo de la doble reversibilidad

40
Sabemos que, para la teoría piagetiana, los grandes cambios en las
capacidades de razonamiento se explican por el acceso a una estructura
mental nueva que tiene como base las adquisiciones anteriores. Las
manifestaciones del pensamiento formal que acabamos de exponer obedecen,
por consiguiente, según dicha teoría, a un nuevo logro importante que se
caracteriza por la doble reversibilidad.
Recordemos que el niño, en la operatividad concreta, era capaz de
resolver problemas como la conservación de la materia después de una
transformación perceptiva, ya que podía analizar objetivamente la
transformación habida, bien por el camino de realizar mentalmente la operación
inversa ( volver la masa de plastilina a su estado inicial de bola ), bien por la
compensación perceptiva ( fijándose en que la transformación en salchicha, por
ejemplo, da más longitud al bloque de plastilina pero en cambio le resta
espesor ). En ambos casos el problema puede resolverse por un proceso de
reversibilidad simple utilizando argumentos de negación o de reciprocidad.
Hay, sin embargo, cuestiones que no pueden resolverse por una sola
de las vías enunciadas, sino que requieren utilizar ambas a la vez, aplicadas a
dos sistemas que influyen en el fenómeno. Tal es, por ejemplo, la ley de
equilibrio de la balanza. En una balanza de dos brazos de longitud variable se
puede equilibrar un peso, bien poniendo en el otro brazo otro igual y a la misma
distancia, bien poniendo uno más pequeño a una distancia proporcionalmente
mayor.
En ambos casos la reversibilidad no puede ser aplicada solamente al
peso o a la distancia sino a ambas dimensiones a la vez.
Si planteamos a un niño que se halla en la operatividad concreta una
tarea en la que debe aplicar la ley de la balanza, tal como equilibrar un peso
dado pero disponiendo solamente de pesos mayores que éste, veremos que
presenta reales dificultades para resolver la tarea, ya que intenta alcanzar el
equilibrio variando alternativamente la distancia y el peso, sin llegar a realizar
una verdadera seriación biunívoca e invertida de las distancias y los pesos.
La posibilidad de usar simultáneamente las dos reversibilidades supone
un avance fundamental y permite la solución de problemas de gran
complejidad.

2. El pensamiento adolescente, según Vygotsky

Entre las obras del psicólogo ruso Ivan Lev Vygotsky encontramos
“Paidología del adolescente” (1931-1996), donde el autor refleja sus
concepciones generales sobre el desarrollo en esta etapa de ciclo vital del
individuo.
Vygotsky, a diferencia de Piaget, niega la existencia de cambios
esenciales en el desarrollo intelectual del adolescente. Para el autor, si bien el
pensamiento del adolescente adquiere una cierta nueva calidad si se la

41
compara con el pensamiento del niño de edad temprana (esto es, se hace
menos concreto, «se refuerza y fortalece», «crece y se incrementa» en
comparación con el pensamiento de un niño de tres años); sin embargo, no
surge ninguna operación intelectual nueva en la adolescencia y por ello, el
pensamiento, en ese período, ocupa en el conjunto de los procesos de crisis y
maduración del adolescente un lugar más que modesto. De hecho, uno de los
fenómenos de la psicología infantil concuerda plenamente con este hecho. El
niño adquiere todas las funciones psíquicas fundamentales en los tres o cuatro
primeros años de su vida y en toda su existencia sucesiva no consigue logros
tan importantes como cuando, por ejemplo, aprende a hablar.
El autor sostuvo a lo largo de su obra, que la conducta humana no es
tan sólo el producto de la evolución biológica, sino también el producto del
desarrollo histórico o cultural. Vygotsky consideró que las funciones psíquicas
superiores son producto del desarrollo histórico de la humanidad,
existiendo una unidad indisoluble entre la estructura y la función, donde a cada
paso nuevo en el desarrollo de contenidos del pensamiento le sigue la
adquisición de nuevos mecanismos de conducta, que permiten el paso a una
etapa superior de operaciones intelectuales.
Por ello, Vygotsky considera necesario tomar en cuenta toda la
peculiaridad que preside la formación de las funciones psicológicas superiores
del comportamiento, producto del desarrollo cultural del niño. Sus profundas
investigaciones científicas demuestran que a lo largo del desarrollo cultural de
la conducta no se modifica sólo el contenido del pensamiento, sino también sus
formas, surgen y se configuran mecanismos nuevos, funciones nuevas, nuevas
operaciones, nuevos modos de actividad, desconocidos en etapas más
tempranas del desarrollo histórico.
Ahora podemos preguntarnos: Dentro de este desarrollo cultural
¿cuáles son los nuevos procesos cognitivos aparecidos en la adolescencia?
Vygotsky ha establecido por una serie de investigaciones, de que el
adolescente en la edad de transición asimila por primera vez el proceso de
formación de conceptos, da paso a una forma nueva y superior de actividad
intelectual –al pensamiento en conceptos.
Se trata de un fenómeno primordial de toda la edad de transición. Según
Vygotsky, la formación de conceptos constituye un proceso enormemente
complejo, totalmente distinto de la simple maduración de las funciones
intelectuales elementales. Los cambios que experimenta el pensamiento del
adolescente en su proceso de dominio de los conceptos son, en gran medida,
cambios de índole interna, estructural e íntima que no suelen exteriorizarse, ni
ser visibles para el observador.
Se trata de un proceso que representa en realidad los auténticos
cambios revolucionarios tanto en el contenido como en las formas del
pensamiento. El concepto no es tan sólo un grupo enriquecido de asociaciones,
internamente relacionadas. Se trata de una formación cualitativamente nueva,
que no puede reducirse a los procesos más elementales que caracterizan el

42
desarrollo del intelecto en sus etapas tempranas. El pensamiento en conceptos
es una nueva forma de actividad intelectual, un modo nuevo de conducta, un
nuevo mecanismo intelectual.
Vygotsky interviene con su nuevo método experimental, el de “doble
estimulación”, en donde se presentan al sujeto dos tipos de estímulos: los
primeros como objetos de actividad y los segundos como signos para organizar
la actividad, de donde obtiene mucha información experimental nueva y
relevante.
La situación experimental fue la siguiente:
…“ Se situaron varias figuras de diferente color, forma, peso y tamaño
enfrente del sujeto (la muestra de la investigación incluía niños, adolescentes y
adultos) en un tablero. Se situaron al azar respecto a las diferentes
dimensiones….se invirtió una de las figuras para mostrar al sujeto la palabra su
sentido escrita en su base.
Se pidió al sujeto que colocase en un lado las figuras en las que predijese que
se había escrito la misma palabra. Una vez realizadas las selecciones, el
experimentador daba vuelta a una figura que no se había seleccionado.
Esta nueva figura o bien tenía escrita la misma palabra que la figura a la vista
al principio de la tares y de la que se diferenciaba en algunas características y
se parecía en otras, o bien era una figura con un diferente signo que se parecía
en algunos aspectos al observado en la primera inversión y del que difería en
otros”13
Los datos del experimento se analizaron con relación a los patrones o
secuencias de los sujetos al seleccionar los bloques. Si el experimento iniciaba
una sesión mostrando al sujeto que la palabra sin sentido mur estaba escrita en
la base de una figura triangular pequeña, alta, de color amarillo, el sujeto podía
optar por seleccionar una secuencia de bloques amarillos, una secuencia de
bloques pequeños, una secuencia de bloques pequeños y altos, etc., o el
sujeto podía seleccionar un bloque amarillo de forma de cilindro, a continuación
seleccionar un bloque azul triangular, etc.
El principal resultado al que Vygotsky llegó al analizar las secuencias en la
selección de bloques fue que los criterios y operaciones utilizados al realizar
estas selecciones cambian durante la ontogénesis.
En una primera fase el niño agrupa y organiza objetos de forma visual e
incoherente (“sincréticamente”) , en una segunda fase tiende a agruparlos
con vínculos concretos (“pensamiento en complejos”) asociando ,
contrastando y no jerarquizando ; para finalmente llegar al “pseudo-concepto”
que es el puente o eslabón con el “concepto” , cuando finalmente el niño
agrupa mediante atributos de una forma abstracta.
En estos experimentos Vygotsky se da cuenta de que el niño es capaz de
desarrollar significados de las palabras y de formar “complejos” de acuerdo a
sus preferencias, estableciendo así este pensamiento en “complejos” como la

• 13
Wertsch James “Vygostsky y la formación social de la mente” Editorial Paidós- Barcelona 1988 pág 114

43
base del desarrollo lingüístico. Este proceso explica de una forma clara porqué
las palabras del niño y del adulto, coinciden en cuanto a referente pero difieren
en cuanto a significado.
Para el niño, los nombres nunca son conceptos al inicio; la palabra primaria
es una imagen basada en enlaces de complejos; por ejemplo: “pata” de mesa,
“cuello” de botella, etc. Cuando puede agrupar por conceptos ha llegado al
nivel de abstracción, en donde puede aplicarlos y generalizarlos e inclusive
sintetizarlos. Es por eso que solo mediante el dominio de la abstracción y del
uso del pensamiento complejo avanzado se llega a la formación de conceptos
genuinos, según Vygotsky.
Piaget en sus investigaciones, reconoció la existencia de dos tipos de
ideas en el niño: aquellas de desarrollo propio (“espontáneas”) y aquellas
influidas por los adultos (“no espontáneas”); en donde la instrucción es la
fuente principal de los conceptos infantiles y la fuerza que da la dirección en el
desarrollo mental.
Además, en esta etapa, la mente enfrenta dos tipos de problemas
diferentes: los conceptos de la escuela y los conceptos voluntarios o propios.
Es hasta la pubertad (7 a 12 años) cuando las funciones intelectuales
superiores (conocimiento reflexivo y control deliberado) pasan a un primer
plano en el proceso del desarrollo, siendo variables importantes en el proceso
de formación de conceptos. Antes de esta etapa, el niño no tiene consciencia
de sus operaciones conceptuales.
Vygotsky complementa sus experimentos descubriendo que los
conceptos científicos, junto con su jerarquía sistemática, operan en la
primera etapa del conocimiento y del desarrollo de destrezas; siendo que más
tarde se transfieren a otros conceptos y áreas. Vygotsky está convencido de
que la consciencia reflexiva en el niño llega a darse mediante el contacto con
los conceptos científicos. De esta forma los conceptos que inicialmente son
espontáneos, no conscientes y asistemáticos se transforman en voluntarios,
conscientes y sistemáticos.
Según los estudios de Vygotsky y sus asociados en cuanto al desarrollo de
funciones psicológicas, a través de su experimentación con base a la
exposición de los niños a las diferentes materias escolares, se puede concluir
que: la instrucción precede al desarrollo y las diferentes materias
definitivamente influyen en mayor o menor grado en el desarrollo de las
funciones psíquicas superiores, motivando de esta forma la aparición de los
primeros conceptos “generalizados” en las operaciones intelectuales.
La siguiente Tabla ilustra las diferentes fases y etapas en el proceso de
formación de los conceptos desarrollado por Vygotsky.

Primera Fase : Formación de cúmulos desorganizados. El niño agrupa las


figuras sin suficiente fundamento interno, sin suficiente afinidad y relación entre
los elementos. El significado de la palabra no está, aun completamente
definido.

44
1º Etapa 2º Etapa 3º Etapa
Formación de Conexiones Perspectiva
imágenes sincréticas subjetivas creadas bidimensional en el
El niño agrupa las por la propia significado de las
figuras al azar. percepción. La imagen palabras.
Mediante ensayo y o agrupamiento Elementos de las
error las sustituye sincrético resulta de la percepciones anteriores
cuando el contigüidad especial o sirven de base para formar
experimentador le temporal entre los nuevos agrupamientos.
descubre sus errores. elementos. Presagia la fase siguiente.

Segunda Fase: Pensamiento en complejos. El niño comienza a reunir figuras


homogéneas en un mismo grupo según sus características objetivas, no en
conexiones abstractas y lógicas.
Los objetos se ligan por múltiples vínculos diferentes( 5 tipos principales de
complejos que pueden entenderse como etapas dentro de esta fase)
1º Etapa 2º Etapa 3º Etapa
Complejo asociativo Complejo colección. Complejo en cadena.
Se basa en diferentes Los diferentes objetos Tiene un carácter
relaciones concretas concretos se juntan en perceptivo figurativo
(color, forma, base a un atributo concreto. Su base radica
dimensión) que el determinado. Así la en conexiones asociativas
sujeto establece con el colección será una entre elementos diferentes,
objeto que sirve de serie de figuras de donde cada eslabón no
núcleo, los elementos diferente color o forma, necesariamente se asocia
pueden no estar que representa la con el modelo. Los
relacionados entre sí. variedad de formas o atributos que unen a un
Resulta heterogéneo colores existentes en el mismo eslabón con el
desordenado e material experimental. precedente y con el
incoherente. siguiente pueden ser
distintos.
4º Etapa o tipo 5º etapa o tipo
Complejo difuso Pseudoconceptos
El niño asocia ya cosas ajenas a su Está compuesto por una serie de
conocimiento práctico, pero lo hace objetos concretos que por sus
mediante atributos que resultan características externas coinciden con
vagos, difusos, indeterminados. Es el concepto, pero que por las
una especie de familia de cosas que conexiones causales dinámicas que
pueden crecer ilimitadamente al constituyen su base, no son realmente
incorporar nuevos objetos concretos un concepto. Las operaciones mentales
al grupo principal. que lo producen son diferentes a las del
adulto.
Tercera fase: se describe la segunda raíz del desarrollo de los conceptos,

45
aclarando que de hecho sus primeras etapas no suceden cronológicamente a
la culminación del pensamiento complejo. Esta raíz contempla la capacidad de
abstraer, de considerar por separado los elementos constituyentes.
1º Etapa 2º etapa 3º Etapa
Inicio del proceso de Conceptos Conceptos
abstracción potenciales Una serie de atributos que
El niño presta más El sujeto destaca un se han abstraído se
atención a unos grupo de objetos sintetizan de nuevo, dando
atributos del objeto que unidos por un solo lugar a una síntesis
a otros, pero como atributo común. Es una abstracta que pasa a ser la
consecuencia de una formación pre- forma fundamental del
vaga impresión de intelectual que aparece pensamiento adolescente y
comunidad, sin basarse precozmente en la adulto.
en una clara distinción historia del desarrollo
de rasgos aislados. del pensamiento

Lectura bibliográfica:

INHELDER, B., & PIAGET, J. (1985). De la lógica del niño a la lógica del
adolescente. Barcelona: Paidós (original publicado en 1955).
VIGOTSKY, L. (1995). Cap. 5. Un estudio experimental de la formación del
concepto. En Pensamiento y lenguaje. Buenos Aires: Ediciones Fausto.

V. ANROPOLOGÍA CULTURAL Y ADOLESCENCIA

1. La adolescencia en Sociedades primitivas

La antropóloga estadounidense Margaret Mead dedicó muchos


años a estudiar la influencia de la cultura en la personalidad de los individuos.
Vivió entre los samoanos entre 1925 y 1926 para observar su forma de vida y
los tipos de personalidad más comunes entre ellos. Su libro “Adolescencia y
cultura en Samoa”, publicado en 1928, provocó un gran debate entre los
antropólogos sociales y culturales, en cuanto al método y la interpretación del
trabajo de campo. El enfoque de Mead, centrado en los individuos y los grupos
con los que vivió, se ganó las críticas de aquellos antropólogos que defendían
que la investigación debía estar basada en datos estadísticos entre distintas
culturas. Margaret Mead aparece en la imagen al lado de una madre Manus y
su hijo, en la visita que realizó en 1953 a las islas Admiralty (Nueva Guinea).

46
He aquí, en resumen, la evolución desde la
niñez a la edad adulta en la sociedad de
Samoa. De acuerdo con las observaciones
de Margaret Mead14, en Samoa, la crianza
del niño no revela señal alguna de
discontinuidad entre la niñez y la edad
adulta. El niño samoano nace en una sociedad cuya característica más
descollante es su actitud permisiva. Cuando el individuo llega a adulto, no es
mucho más exigido que antes sino que desarrolla una línea de continuidad con
respecto a sus contribuciones pasadas. El adolescente no experimenta ninguna
interrupción brusca en sus actividades ni tampoco despierta socialmente gran
expectativa. En Samoa, la personalidad ideal está representada por el individuo
que no se queja, que es condescendiente y solidario, que evita conflictos y
dificultades, y que se interesa poco por el prestigio personal y por el éxito
material. Esta actitud y la falta de tensiones son menos propicias para las
inadaptaciones y para las neurosis que las costumbres norteamericanas.
La vida en Samoa es calma, casual y carente de pasiones intensas.
Nadie lucha por ideales ni sufre por convicciones. No se estimula a los dotados
y se es indulgente con los rezagados. La organización familiar es cosa de
conveniencia y no entraña emociones ni lealtades profundas. La esposa puede
volver a la casa de su familia y el marido puede elegir otra compañera. La
ofensa del adulterio puede arreglarse a cambio de unas cuantas esteras. La
sociedad samoana, en oposición con la samoana, es homogénea y da pocos
indicios de cambios sociales.
En las relaciones interpersonales, las insinuaciones son menos
ambiguas en Samoa que en sociedades más complejas .En sociedades
primitivas, las reglas del cortejo por lo general están claramente establecidas.
Por consiguiente, toda chica sabe con bastante exactitud qué efecto surtirán
sobre todo muchacho su risa, su sonrisa, una caída de ojos o el quedarse
rezagada detrás de un grupo. En los EEUU tales insinuaciones son más
ambiguas y las respuestas de los muchachos no pueden predecirse con la
misma precisión. En Samoa tanto el niño como el adulto tienen menos que
elegir, sus opciones trae consecuencias menos trascendentales y pueden ser
revocadas más fácilmente. Sólo existe una religión, mientras que en los EEUU
hay docenas. El samoano se rige por un solo código moral estándar que
contiene muy pocas restricciones. El adolescente norteamericano se ve, en
cambio, frente a distintos códigos morales, con gran cantidad de restricciones.
Una característica importante es la falta de especialización en los sentimientos
en la sociedad samoana. Las relaciones sexuales fortuitas sucedes sin que
surjan de ellas fuertes vínculos emotivos ni desaprobación moral, aunque
carecen del componente romántico tan característico del amor adolescente en
la cultura occidental. En Samoa, “el amor y el odio, los celos y la venganza, las

14
Mead Margaret “ Adolescencia en sociedades primitivas y modernas” Ed. 1952

47
penas y el duelo, todo es cuestión de semanas”. La disciplina no es
sistemática, sino que depende de la conveniencia. El castigo es administrado
por la hermana mayor que cuida a los más chicos, y no por los padres. El
aumento de responsabilidades es lento, y el niño está bien dispuesto a cumplir
con los deberes hogareños a medida que crece. La niña comienza a trabajar a
los 6 ó 7 años cuidando de sus hermanos menores; más tarde aprende a tejer
canastos, a hacer molinos de juguete con hijas de palmera, a abrir cocos, a
ordenar la casa, a traer agua del mar, a poner a secar la copra, a tejer en el
telar y a cocinar. De manera similar, el muchacho aprende a pescar, a plantar
el taro, a trasplantar cocoteros, a pasar la canoa sin peligro por encima de los
arrecifes de coral, a descascarar cocos y a sacarles la pulpa.
La comparación de la adolescencia en distintas sociedades primitivas
demuestra que los problemas específicos de aquella pueden resolverse de
distintas maneras y en diferentes niveles de edad, o que pueden estar
ausentes del todo. Algunos ejemplos tomados de las publicaciones de Mead y
Benedict, referidos a las actitudes de distintas sociedades frente a la
menstruación ponen de relieve este punto:
• Algunas tribus indígenas del norte de California sostenían que la
muchacha que tenía su primera menstruación era peligrosa para
el pueblo, porque podía secar el aljibe y ahuyentar la caza.
• Los indios Yuki de la California central septentrional, destacaban
las bondades de la muchacha en estas circunstancias. Sus
rituales se referían principalmente a las mejoras de las cosechas.
Si permanecía acostada y sin moverse, la muchacha podía
incrementar la provisión de alimentos. Como puede verse se
preocupaban mucho más por la economía que por la joven.
• Para los indios Thompson, la observancia de rituales simbólicos y
tabúes por parte de la interesada aumentaba sus posibilidades de
hacer carrera y llevar una vida feliz. Se la aislaba en una choza
apartada de las demás y ejecutaba actos rituales mágicos.
• En las islas Gilbert, se consideraba que la muchacha estaba
expuesta a prácticas mágicas hostiles. Permaneciendo sentada e
inmóvil, con la cara hacia el oeste, podía protegerse contra ese
mal.
• En Samoa ningún tabú ni ritual estaba relacionado con la
menstruación; ni siquiera se prohibía a las jóvenes preparar la
comida.
• La primera menstruación de una niña entre los indios apaches era
considerada como una bendición sobrenatural. El sacerdote se
arrodillaba ante ella para obtener la bendición de su mano.
Esos ejemplos muestran que la madurez fisiológica, cuando es
reconocida, lo es de distintas maneras. Los atributos sociales de la pubertad
forman parte de pautas culturales tradicionales.

48
El ciclo que va desde la dependencia infantil hasta la independencia del
adulto es un “hecho natural e inevitable” y contiene un elemento de
discontinuidad. Pero esa transición se produce de diferentes maneras en
distintas culturas, de modo que ninguna de ellas puede ser considerada como
natural y universal. En las culturas occidentales, la sociedad intensifica esas
etapas de desarrollo a través de instituciones sociales organizadas ( grados
escolares, ciclos de enseñanza y el concepto legal y moral de “minoría de
edad”) En Samoa, la falta de restricciones, presiones y competencia permite
que el desarrollo sea continuo y gradual, y que no someta al individuo a
“graduación” alguna, con sus consiguientes y graves perturbaciones.
En las sociedades primitivas no hay ningún equivalente de nuestro
concepto de adolescencia. En algunas de ellas la transición de la niñez a la
edad adulta se concreta en una ceremonia ritual. Los ritos mediante los cuales
se confiere la calidad de adulto son conocidos como “Ritos de pasaje” o “Ritos
de iniciación”. A veces coinciden con la pubertad, otras veces se selecciona y
se inicia a niños de diversas edades, y otras se le deja decidir al mismo niño
cuándo está preparado para asumir los derechos y las responsabilidades de la
edad adulta.
En su forma más simple, los ritos de iniciación consisten meramente en
un corte de cabellos o en un cambio de ropas. Rituales más complejos implican
complicados tatuajes, períodos de aislamiento o de ayuno, o la búsqueda de
una visión o revelación.
Algunas ceremonias son ordalías que sirven por lo menos parcialmente
para poner a prueba el carácter: una circuncisión practicada con una varilla
aguzada, la amputación del clítoris, hacerse limar los dientes hasta que
terminen en una punta, torturas que son sufridas sin gritar, lesiones que
dejarán cicatrices a las que se considerará signos de belleza.
Esos ritos de pasaje rara vez duran más de unas pocas semanas, y ni el
más prolongado puede compararse con los aproximadamente siete años que
nosotros atribuimos corrientemente al período de transición. Cuando el rito de
la pubertad ha llegado a su fin, el niño adquiere plena condición de adulto y la
asume sin ninguna ambigüedad. Las exigencias y las prerrogativas de su
nuevo rol son claras, y las demás personas dan por supuesto que lo
desempeñará correctamente.
Ruth Benedict 15(1887- 1948) ofrece una teoría explícita del desarrollo
desde el punto de vista antropológico-cultural. La teoría del acondicionamiento
cultural puede relacionarse fácilmente con el estudio de la adolescencia hecho
por Mead en Samoa. Benedict ofrece los medios teóricos necesarios para
vincular el modo de vida de una cultura determinada con el crecimiento y
desarrollo de la personalidad individual. Ve el crecimiento como un proceso
gradual y continuo. Las pautas según las cuales el niño obtiene la
independencia varían de una cultura a otra.

15
Benedict Ruth “ Continuidades y discontinuidades en el condicionamiento cultural” ed. 1954

49
En algunas culturas, como la norteamericana, la diferencia entre el niño y
el adulto está fuertemente marcada por las instituciones sociales y legales. El
cambio de modo de la relación interpersonal de una edad a otra provoca
discontinuidad en el proceso de crecimiento. Un ejemplo de discontinuidad en
nuestra sociedad lo constituye la insistencia en la naturaleza asexuada del niño
en oposición a las actividades sexuales del adulto.
El niño pocas veces o nunca ve un parto, un acto sexual o la muerte; el
embarazo se disimula, el amamantamiento se oculta y las niñas sufren su
primera menstruación sin saber de qué se trata. El niño obtiene información
muy incompleta acerca del ciclo vital de los sexos.
En oposición a todo ello el niño samoano sigue una línea evolutiva
relativamente continua. Los jóvenes tienen oportunidad de ver el nacimiento y
la muerte sin alejarse del hogar y muchos han visto fetos parcialmente
desarrollados, la evisceración de cadáveres y ocasionalmente alguna rápida
visión de la actividad sexual. No se considera al niño como básicamente
diferente del adulto. La vida sexual no se ve reprimida e inhibida por la
sociedad.
Benedict estudia tres aspectos específicos de la discontinuidad en
oposición con la continuidad en el acondicionamiento cultural. En la sociedad
occidental los mayores cambios se producen durante la adolescencia. Son los
siguientes:
a) Status responsable contra status no responsable
b) Dominación contra sumisión.
c) Actitud sexual contrastante.
La diferencia entre la conducta continua y la discontinua puede ser
demostrada por medio del análisis de los conceptos de trabajo y de juego.
En la sociedad norteamericana, especialmente en las áreas urbanas, el
trabajo y el juego son considerados distinta y separadamente. El niño no aporta
ninguna contribución de trabajo a la sociedad: incluso la ley le prohíbe hacerlo.
Pero a partir de la adolescencia, los hombres y mujeres deben competir de
igual a igual con otros adultos. En cambio, en algunas sociedades primitivas, el
tránsito de un papel social no responsable se verifica en forma mucho más
gradual. El juego y el trabajo no están separados necesariamente; a menudo
implican las mismas actividades.
Entre los indios cheyennes el muchacho recibe arco y flecha al nacer.
A medida que crece, los arcos aumentan de tamaño. Cuando por primera vez
contribuye con un pinzón de las nieves a la alimentación familiar, el
acontecimiento se celebra con una fiesta. La contribución del muchacho se
valoriza y se celebra aunque su padre haya cazado un búfalo. Tampoco se
modifica su status cuando finalmente él mismo caza un búfalo.
En Samoa, las niñas, aunque no tengan más de 6 ó 7 años, son
responsables de cuidar y disciplinar a sus hermanos menores. De esta suerte,
cada niña adquiere sentido social y desarrolla su responsabilidad en virtud de
su temprana participación en los deberes familiares. Desde pequeños los

50
varones aprenden sencillas tareas, como pescar en los arrecifes y manejar
canoas; mientras que las niñas, una vez eximidas de sus deberes de niñera de
sus hermanos menores, trabajan en las plantaciones y ayudan a transportar
comestibles al pueblo. Ningún cambio fundamental se produce durante el
período de adolescencia. A medida que el niño crece y aumentan sus fuerzas
se incrementan también el grado de sus responsabilidades y la cantidad y
calidad de trabajo.
En nuestra sociedad (especialmente en las comunidades urbanas y
suburbanas) el cambio desde el juego irresponsable al trabajo responsable
suele producirse durante la adolescencia de manera bastante repentina.
Frecuentemente contribuye a la situación conflictual del adolescente.
La diferencia entre sumisión y dominación es aún más extrema en
nuestra cultura. El niño tiene que abandonar la sumisión infantil y adoptar una
actitud diametralmente opuesta (la de dominación) en la edad adulta. La
sumisión a la autoridad paterna se ve a menudo reforzada por un apego
emotivo difícil de romper más tarde. Nuestra insistencia en el respeto que se
debe a padres y mayores y mayores crea fuertes elementos de discontinuidad,
ya que el niño sumiso tiene que convertirse en padre dominador.
Algunas sociedades primitivas, por el contrario, siguen pautas de
acondicionamiento continuo respecto a la antinomia sumisión-dominación. En
la sociedad samoana, la niña de seis o siete años al cuidar a sus hermanos
menores ejerce cierta dominación, pero ella, a su vez puede estar bajo la
dominación de hermanos mayores. A medida que la chica crece, son cada vez
más los niños menores a quienes ella domina y debe disciplinar, y cada vez
menos los que lo hacen con ella. Si un joven entra en conflicto con sus padres,
puede mudarse a la casa o al pueblo de un tío, por ejemplo, sin sufrir estigmas
sociales, morales o emocionales. La influencia de los padres sobre sus hijos es
limitada.
Como resultado de ello, la sociedad samoana no conoce el conflicto
emocional entre dominación y sumisión, conflicto que por lo general hace
erupción durante la adolescencia en los individuos de nuestra sociedad.
Por último, el hecho de que el niño tenga que asumir un papel sexual
que lo llevará a la posición de padre o madre constituye una discontinuidad
sumamente importante en el ciclo vital. Benedict no niega que el papel sexual
contrastante tiene una fuente biológica importante en la distinción entre la
esterilidad y la fertilidad, antes y después de la pubescencia.
Sin embargo, el hecho de que los papeles sexuales contrastantes del
niño y del adulto sean experimentados como continuos o discontinuos no
depende de la madurez fisiológica, sino de instituciones sociales y experiencias
culturales, puesto que son ellas las que encauzan y alteran la influencia de los
factores fisiológicos.
Nuestra cultura promueve la discontinuidad del papel sexual. Las
experiencias sexuales de la infancia son condenadas y restringidas.

51
Mead, en su descripción de la adolescente samoana, da un ejemplo de
una línea continua de expresión sexual; la niña samoana tiene la oportunidad
de tener experiencias sexuales, a excepción de un rígido tabú contra el incesto.
Se ha observado la indulgencia de los padres frente a la masturbación.
Después de la pubescencia, la muchacha dirige todo su interés hacia aventuras
sexuales clandestinas. No se practica represión alguna al sexo, y en efecto la
muchacha posterga el matrimonio para poder gozar despreocupadamente del
período adolescente. El adolescente no experimenta conflictos morales.
El hecho esencial que surge de una comparación de nuestra cultura
occidental con otras es que la adolescencia psicológica no es un corolario
necesario de la adolescencia física, sino un fenómeno cultural producido por
una demora en la asunción de los roles adultos.

2. Adolescencia y Postmodernidad.

Los autores Guillermo A. Obiols y Silvia Di Segni de Obiols16 plantean el


tema del adolescente en las condiciones de la postmodernidad. Los autores
consideran el “clima de ideas” postmodernista gestado en la década de los 80,
como el marco de referencia en el que se redefinen el sujeto adolescente.

2.1. Sociedades posindustriales.


La postmodernidad sería una edad de la cultura que se correspondería
con un tipo de sociedad a la que se llama posindustrial. Por ello, para
comprender la cultura postmoderna, debemos presentar sucintamente las
sociedades posindustriales, es decir, el marco en el que se gesta la cultura
postmoderna.
La sociedad posindustrial, también llamada capitalismo, se habría
desarrollado fundamentalmente en los países capitalistas avanzados luego de
la segunda Guerra Mundial ( 1950 en adelante) y se caracteriza por un notable
desarrollo de las fuerzas productivas ( a través de la automatización y la
cibernética) que produciría una enorme riqueza material, y una profunda
modificación en la comprensión de las clases sociales : disminución de la
cantidad de obreros agrícolas e industriales, y aumento de profesionales
liberales, técnicos, científicos y empleados ; porque la industria automatizada
requiere menos personal pero mucho más capacitado.
En este contexto, el conocimiento es la fuerza de producción
fundamental y la información y su adecuada circulación es imprescindible para
el éxito de los emprendimientos económicos.
Las modificaciones tienen lugar no sólo en la faz productiva, sino
también en la comercialización de millones de mercancías en la que se
desarrollan nuevas y sofisticadas formas de marketing. El nuevo desafío no es
ya producir sino vender.

16
Adolescencia, posmodernidad y escuela secundaria. Editorial Kapeluz . Bs. As. 1995

52
2.2.1. La cultura postmoderna.
Según Obiols, las ideas de la postmodernidad cuestionan valores éticos,
estéticos, el individuo y el valor de las grandes ideologías.
Desde el punto de vista de los valores éticos, la cultura postmoderna
acentúa un individualismo extremo que abarca todos los aspectos de la vida
social, y que implica la elaboración de una sociedad flexible basada en la
información, la ausencia de trascendencia ( no sólo en sentido religioso) , el
Hedonismo (en griego, hēdonē, 'placer') : se aplica este término para referirse
a la doctrina según la cual el placer es el único o el principal bien de la vida, y
su búsqueda el fin ideal de la conducta.
Más que nunca antes la consigna es mantenerse joven, se exalta el
cuerpo a través de una variedad de dietas, gimnasias de diferentes tipos,
tratamientos revitalizantes y cirugías estéticas.
El individuo, aunque establezca vínculos con otros semejantes, se halla
fundamentalmente solo; entre otros individuos que persiguen su propia
satisfacción. La imagen de la realización personal y la felicidad es el “relax”, un
estado de ausencia de tensiones, difícil de alcanzar por los esfuerzos que se
requieren para llegar al mismo.
Aislado, vive su existencia como perpetuo presente, con un pasado que
es el tenue recuerdo de frustraciones y un futuro, que sólo es concebido como
un juego de nuevas necesidades y satisfacciones.
En consecuencia, busca el consumo, el confort, los objetos de lujo, el
dinero y el poder, elementos necesarios para dar respuesta a las necesidades
que se le plantean y que definen a la sociedad postmoderna como la apoteosis
de la sociedad de consumo. La publicidad nos invita a adelgazar sin esfuerzo, a
dejar de fumar sin esfuerzo, y a lograr el colmo de la felicidad en una playa del
Caribe, con la piel tostada, recostado en una reposera, con los ojos cerrados y
el walkman colocado.
En la postmodernidad triunfa el despliegue de la personalidad íntima con
el derecho a la expresión sin límites y a vivir una sexualidad en la que no hay
tabúes. El individuo sustituye su razón por sus pulsiones.

2.2.2. La cultura de la imagen: otra estética.


Las tecnologías audiovisuales tienen un papel hegemónico en la
comunicación y gracias a ellas todo es omnipresente. Según Oscar Landi, el
videoclip se constituye en el lenguaje de fin de siglo XX.: montajes rápidos, las
superposiciones de planos y significados, la manipulación digital de colores y
formas, artificiosidad de la composición de las imágenes, simulación de
escenas, efectos gráficos, etc., están al orden del día en los programas para
jóvenes, que se acostumbran rápidamente a las pautas de un lenguaje visual
muy complejo y rápido y que se aburren frente a un paneo, una cámara fija o
una comunicación con muchas palabras.

53
La publicidad, que mueve millones de dólares, es aceptada como
arte y el artista integrado al sistema social, en la medida que los nuevos medios
de producción sofisticados y caros, sólo están al alcance de grandes empresas.
Los jóvenes adolescentes son los mayores consumidores de esta cultura de la
imagen.

2.3.1. El adolescente en la postmodernidad


¿Por qué enfocar en especial a la adolescencia en la cultura
postmoderna?
Según Obiols, este clima de ideas afecta e influye a todos a quienes
están sumergidos en él, más allá de su edad, pero nuestra hipótesis es que se
genera un fenómeno particular con los adolescentes en la medida en que la
postmodernidad propone a la adolescencia como modelo social, y a partir de
esto se “adolescentiza a la sociedad misma”
José Luis Pinillos expresa: “La adolescencia ha dejado o está dejando
de ser una etapa del ciclo vital para convertirse en un modo de ser que
amenaza por envolver a la totalidad del cuerpo social”.
Pero sobre todo aparece socialmente un modelo adolescente a través
de los medios masivos en general y de la publicidad en particular. Este modelo
supone que hay que llegar a la adolescencia e instalarse en ella para siempre.
Define una estética en la cual es hermoso lo muy joven y hay que hacerlo
perdurar mientras se pueda y como se pueda. Vende gimnasia, regímenes,
moda unisex cómoda, cirugía plástica de todo tipo, implantes de cabello, lentes
de contacto, todo aquello que lleve a disimular lo que muestra el paso del
tiempo.
El adulto deja de existir como modelo físico, se trata de ser
adolescente mientras se pueda y después, viejo. Ser viejo es a su vez una
especie de vergüenza, una muestra del fracaso ante el paso inexorable del
tiempo.
No sólo se toma como modelo al cuerpo del adolescente, también su
forma de vida : la música que ellos escuchan, los videoclips que ven, los
lugares donde bailan, los deportes que hacen, la jerga que hablan.
Es importante señalar que la adolescencia tiende a prolongarse en el
tiempo y no es vivida como una etapa “incómoda” o “de paso”. Ya a fines de los
años 60, diferentes autores nos llamaban la atención sobre la prolongación de
la adolescencia.
Stone y Church17 señalan:
“En otra época, los años intermedios constituían un período durante el cual
el niño estaba contento con su suerte, mientras que la adolescencia era una
etapa en la que se entraba con renuencia y a la que se dejaba atrás tan
pronto como la gente lo permitía. En la actualidad en cambio, los niños de

17
Niñez y Adolescencia . Stone y Church. Editorial Lumen Hormé. Bs. As 1995

54
edad intermedia anhelan a menudo ser adolescentes y los adolescentes
parecen creer que han hallado el modo de vida definitivo”.
“Hoy en día, y no solo en los EEUU, la adolescencia ha sido
institucionalizada; y es glorificada en los programas de TV, en los diarios, en
la radio, y en la publicidad destinada al mercado adolescente. Hasta los
adultos que no se unen al culto de la adolescencia ni lo explotan suelen
colaborar en su propagación, como si quisieran vivirla vicariamente...”
Por su parte Francoise Doltó18, desde una perspectiva psicoanalítica,
ubica la bisagra del cambio en la Segunda Guerra Mundial explicándolo en
estos términos: “ Antes de 1939, la adolescencia era contada por los escritores
como una crisis subjetiva : uno se rebela contra los padres y las obligaciones
de la sociedad, en tanto que, a su vez, sueña con llegar a ser rápidamente
adulto para hacer como ellos. Después de 1950, la adolescencia ya no es
considerada como una crisis, sino como un estado. Es en cierto modo
institucionalizada como una experiencia filosófica, un paso obligado de la
conciencia”.
Sería justamente la era posindustrial la que ha permitido desarrollar y
extender la adolescencia, sino a todos, a una buena parte de los jóvenes. Los
jóvenes pertenecientes a sectores de bajos ingresos o campesinos quedan
fuera de este proceso, para ellos la entrada en la adultez es rápida y brusca, ya
sea a través de la necesidad de trabajar tempranamente o bien por un
embarazo casi simultáneo con el comienzo de la vida sexual. Pero en los
sectores medios urbanos la adolescencia se constituye como un producto
nuevo, no ya un rito de pasaje o iniciación, la de una etapa de la vida con
conflictos propios.
En la sociedad actual, los jóvenes no esperan el momento de vestirse
como sus padres, son los padres los que tratan de vestirse como ellos;
acceden a la sexualidad con parejas elegidas por ellos mismos en el momento
en que lo desean, sin mayores diferencias entre varones y mujeres. Los hábitos
de beber o fumar se han vuelto muy difíciles de controlar. Los medios de
comunicación los consideran un público importante y las empresas saben que
son un mercado de peso y generan toda clase de productos para ellos; algunos
de los problemas más serios de la sociedad actual son la violencia, las drogas,
el sida... y los encuentran entre sus víctimas. Según Obiols, la Escuela los ve
pasar sin tener claro qué hacer con ellos.
Para el mercado es bueno que la adolescencia dure mucho tiempo y,
además, en la sociedad actual no es fácil salir económicamente de ella. En los
países con crisis económica no hay trabajos que permitan la independencia de
los jóvenes, y tienen que prepararse durante mucho más tiempo para acceder
a ellos. Se produce así una época en la cual las responsabilidades se
postergan mientras se disfruta de comodidades, una prolongación de lo bueno
de la infancia con la libertad de los adultos, un estado “casi ideal”.

18
La causa de los adolescentes. Francoise Doltó Editorial Piados. Bs. As. 2004

55
2.3.2. ¿Hay duelos en la postmodernidad ?
Obiols en su obra, tematiza la cuestión del adolescente considerando
algunos análisis clásicos como los de Arminda Aberastury a la luz de las
nuevas condiciones socio-culturales.
Considera entonces cada uno de los duelos postulados por Arminda
Aberastury como procesos inherentes al pasaje por la adolescencia.
a) El duelo por el cuerpo perdido.
El adolescente de la modernidad se encontraba perdiendo el idealizado
y mimado cuerpo de la infancia, teniendo en perspectiva un período glorioso de
juventud que constituía el ideal estético por excelencia. El adulto maduro
alcanzaba un cuerpo con características claramente definidas: las mujeres
debían tener un cuerpo redondeado, un poco pesado, matronal, que daba
cuenta de su capacidad de procrear y su dedicación a la casa y crianza de sus
hijos. Con los años irá luciendo canas, arrugas y kilos no como vergüenza sino
como muestra de honorabilidad y respeto.
Por su parte, los hombres también adquirían kilos, abdomen, lentes,
arrugas, calvicie, canas; que le darían un aspecto digno de admiración por
parte de las generaciones más jóvenes.
Hoy en día, observamos modelos de 12, 14 ó 15 años, que muestran el
ideal de la piel fresca, sin marcas, el cabello abundante y brillante, un cuerpo
ágil y en gran estado atlético, en la plenitud sexual. Este modelo actual no
responde al ideal infantil ni al adulto típico de la modernidad.
El adolescente postmoderno deja el cuerpo de la niñez pero para
ingresar de por sí a un estado socialmente declarado ideal. Pasa a ser
poseedor del cuerpo que hay que tener, que sus padres (¿ y abuelos?) desean
mantener. Obiols pregunta entonces: ¿Qué ha pasado con el duelo por el
cuerpo de la infancia que hacía el adolescente moderno?
b) El duelo por los padres de la infancia.
La imagen de los padres de la infancia es producto de la idealización
del niño. Ir creciendo, convertirse en adulto, significa desidealizar, confrontar
las imágenes infantiles con lo real, rearmar internamente las figuras
paternas...pero este proceso también ha sufrido diferencias a partir de los años
60. Los padres de los adolescentes actuales crecieron en los años 60, e
incorporaron un modo diferente de relacionarse con sus hijos del que
planteaban los modelos clásicos de crianza. Desarrollaron para sí un estilo muy
distinto del de sus padres. En lo referente a sí mismos buscan como objetivo
ser jóvenes el mayor tiempo posible y al hacerlo desdibujan el modelo adulto
de la modernidad. Se visten como sus hijos, borran la distancia y se declaran
compinches de sus hijos intercambiando confidencias.
Asimismo, demuestran incapacidad para tomar decisiones y fijar pautas
claras. Improvisan creyendo que la verdadera sabiduría está en sus hijos.
A medida que fueron creciendo, los niños de estos padres no
incorporaron una imagen de adulto claramente diferenciada, separada por la

56
brecha generacional, y cuando llegaron a la adolescencia se encontraron con
alguien que tiene sus mismas dudas, y comparte los mismos conflictos.
Obiols plantea que este adolescente, no tiene que elaborar la pérdida de
la figura de los padres de la infancia como hacía en otras épocas. Al llegar a la
adolescencia está más cerca que nunca de sus padres, frecuentemente los
idealiza e intensifica la relación de dependencia con los mismos.
c) El duelo por el rol y la identidad infantil.
Ser niño significa ser independiente, refugiarse en la fantasía en vez de
afrontar la realidad, buscar logros que satisfagan deseos primitivos y que se
obtienen rápidamente, jugar en vez que hacer esfuerzo. Ante una imagen de sí
mismo real poco satisfactoria, muy impotente, el niño pequeño desarrolla una
imagen ideal, un yo ideal en el cual refugiarse. Esta estructura se organiza
sobre la imagen omnipotente de los padres y ante una realidad frustrante que
promueve esa imagen todopoderosa de sí mismo confeccionada a imagen y
semejanza de sus mayores. Si pensamos cuáles son los valores que lo
identifican, el yo ideal es: omnipotente, no puede esperar para satisfacer sus
deseos y no es capaz de considerar al otro, es narcisista no admite otros.
Los padres, y los maestros tienen la difícil tarea de provocar una
introyección de otra estructura, el ideal del yo. Este aspecto del superyó es un
modelo ideal producido por los mayores para él, es el modelo de niño que los
demás esperan que sea. Si el yo ideal es lo que él desea ser, el ideal del yo es
lo que él debe ser y a quien muy a menudo le cuesta parecerse. Ese ideal del
yo manifiesta también sus propios valores: esfuerzo, reconocimiento y
consideración hacia el otro, así como postergación de los logros.
Ahora ¿qué ocurre con el adolescente cuando la sociedad no
mantiene los valores del ideal del yo, si en cambio pone al nivel de modelo los
valores del yo ideal? En la sociedad posmoderna los medios divulgan los
valores del yo ideal.
Si se acepta este planteo, de él se deduce que los valores primitivos de la
infancia, no solo no se abandonan sino que se sostienen socialmente, por lo
tanto no parece muy claro que haya que abandonar ningún rol de esa etapa al
llegar a la adolescencia. Se podrá seguir actuar y deseando como cuando se
era niño, aquí tampoco habrá un duelo claramente establecido.

3. Las tribus urbanas

Entonces, durante la adolescencia, se modifica el cuerpo, se pierde la


identidad infantil y se reconoce la humanidad, la falibilidad de los padres, y cae
así la idealización de los adultos.
Ante la pérdida de la idealización de los adultos, la incomprensión que
sienten por parte de los padres y la distancia que establecen en relación con
ellos, los adolescentes van conformando sus propios grupos. A través de estos
recrean un lugar propio, un espacio personal y social, y un sentido de
pertenencia. Los adolescentes son, se definen a partir de la adopción de una

57
vestimenta, un lenguaje verbal y gestual, determinados gustos (musicales,
estéticos) y cierta ideología (percepciones, impresiones, conceptos, creencias,
valores, modos de ver el mundo y de moverse en él).( Caffarelli,2009). Al decir
de Michel Maffesoli, sociólogo francés que se ocupó del tema en las
sociedades contemporáneas, constituyen “verdaderas comunidades
emocionales” en las que buscan sentirse contenidos afectivamente y escapar
de la desorientación y la soledad.
El estilo y la presentación que adoptan estas comunidades
(fundamentalmente la ropa, el maquillaje, el peinado, los accesorios, las
“jergas”) se preparan minuciosamente, procurando lucir diferentes unos grupos
de otros. Asimismo, el aspecto físico resulta un criterio determinante de
admisión en el conjunto. De acuerdo con la estética y la presentación
resultante, los jóvenes son reconocidos e integrados al grupo de pares, o bien
rechazados y relacionados con otras agrupaciones o bandas, que adoptan
distintos tipos de atributos para sí mismos.
Constanza Caffarelli19 introduce el término de “tribus urbanas” para
referirse a algunas agrupaciones que reconocemos en la actualidad: emos.
ravers, indies, floggers, góticos, punks, heavies, rockeros, rockabillies,
hippies.
En la actualidad, la noción de tribu es utilizada como metáfora y se la asocia a
un fenómeno que se da en el ámbito urbano, en las ciudades. Para la autora, el
fenómeno de las tribus urbanas, alude a los grupos de jóvenes que construyen
un conjunto de reglas propias, que les permiten distinguirse de otras
agrupaciones, y que además, definen y comparten un territorio dentro de la
ciudad, en el cual interactúan.
En el marco de la tribu, cada integrante compone una imagen, y
desarrolla actitudes y comportamientos comunes a los del resto del grupo,
gracias a los cuales deja de ser tan solo un sujeto anónimo, para pasar a ser
alguien que pertenece a un colectivo. La tribu urbana funciona así como un
ámbito que congrega, que reafirma su identidad, su “ser persona” y su sentido
de pertenencia a la agrupación. Esta confluencia, la reunión con los pares,
ayuda a que quienes viven en la sociedad de masas, de grandes dimensiones
y en donde el encuentro interpersonal parece ser cada vez más difícil, salgan
de su “encapsulamiento”, es decir, dejen de refugiarse en sí mismos, en su
individualidad, y se fundan en la experiencia y en la identidad que les brinda el
hecho de ser parte de una tribu. (Caffarelli, 2009)
El sociólogo francés Michel Maffesoli lista una serie de características de
las tribus urbanas:
a) Constituyen comunidades emocionales. Las Tribus son urbanas, propias
de las altas concentraciones de población.

19
Caffarelli Constanza “Tribus urbanas. Cazadores de identidad” Editorial Lumen. 2009

58
b) Desarrollan una serie de actividades en las exponen su modo de sentir y
de comprender el mundo, por ejemplo: los recitales, las raves o fiestas
electrónicas, los torneos deportivos, etc.
c) Recrean una forma particular de vincularse y relacionarse, cuyo pilar es
el grupo y lo que se comparte como vivencia.
d) Construyen tiempos y espacios en los cuales compartir lo que se tiene en
común de un modo intenso, por ejemplo, festejos, bailes, eventos
musicales.
En resumen, según Caffarelli (2009) las tribus urbanas ofrecen a las
jóvenes generaciones la posibilidad de re-crear formas de socialización, de
confluencia y reunión, y también de conocimiento de sí mismo.
"Parecer no es ser. Justamente, entre el "parecer" y el "ser", las
tribus urbanas como manifestaciones expresivas nos invitan a develar
qué siente y qué piensa el joven detrás de la máscara"20
Quizá comprendiendo e interpretando algunas tribus, se pueda despejar
ciertos interrogantes y reformular nuevos conceptos. Por ello, la autora en su
texto de referencia realiza una presentación que sintetiza algunas de las
características principales de cada Tribu Urbana.

4. Las Redes sociales ¿un nuevo espacio para la socialización?

Hace unas décadas atrás, los adolescentes de ambos sexos llegaban a


la edad adulta, sin otra riqueza que las que le había procurado la escuela.
En la actualidad, los adolescentes deben encontrar su propia identidad en una
sociedad caracterizada por los cambios continuos, y en la que deberán ser al
mismo tiempo sujetos y actores en este mundo tan cambiante.

20
Idem

59
En el complejo mundo que vivimos, todos los conocimientos pasan
prácticamente por unos sistemas de comunicación masiva. Las computadoras
han ido invadiendo, rápida y profundamente, nuestra vida cotidiana y ocupan
un lugar muy importante en ella. El hecho de su creciente disponibilidad
permite que cada vez más gente tenga acceso a ellas. Esto se refleja en que
en casi todos los hogares de clase media hay una PC con acceso a Internet y
que más de la mitad de los adolescentes tiene computación como una materia
más en el colegio.
Resulta entonces, casi imposible omitir en la vida de los adolescentes su
relación con la tecnología. La Computadora entra en la vida de éstos ya no
como hecho técnico e instrumental sino como hecho social.
El adolescente está inserto en esta cultura y en plena búsqueda de su
identidad. En este sentido Internet pareciera ser un lugar de exploración muy
importante.
Numerosas investigaciones han reportado que Internet ocupa la mayoría
de los ratos de ocio y reducen el tiempo dedicado al sueño, a las relaciones
familiares, a las actividades deportivas y los contactos sociales fuera del hogar,
privilegiando las conversaciones vía Chat, o los Juegos en red y la lectura a
través de la red. Los adolescentes encuentran en el Ciberespacio un lugar
donde buscar información escolar, oír su música favorita, estar al tanto de los
logros de sus ídolos, jugar, entretenerse, conocer gente, comunicarse con sus
amigos, acordar encuentros para compartir una merienda, jugar al fútbol o ir de
paseo.
Hoy en día el contacto es más rápido y sencillo ya que el adolescente
no necesita salir de su casa para saber las últimas novedades en la vida de sus
amigos. Las chicas chatean con amigas y conocen gente, acuerdan horarios de
salidas y se cuentan sus secretos más preciados, comparten los clásicos
descubrimientos femeninos: ropas, pinturas, belleza, etc., Internet está al
servicio de su curiosidad.
Debido al uso de las computadoras, los adolescentes han incorporado
una nueva forma de vincularse con sus pares, que no es cara a cara sino a
través de una pantalla. Esto revelaría una nueva modalidad de aproximación
caracterizada por relaciones impersonales y anónimas y cuya atracción
pareciera ser la de actuar desde “otras personalidades”, como manifiestan ellos
mismos habitualmente.
Pareciera como si aprovecharan la posibilidad que les da Internet de
relacionarse con otras personas a través de estas “otras personalidades”, para
ensayar diferentes identidades y así concretar en la realidad virtual, aquello que
es parte de las fantasías, que es un guión imaginario que representa la
realización de un deseo.
Por ejemplo, una chica que fantasea con ser más desenvuelta y atractiva
para los hombres, pero en realidad es tímida y le cuesta mucho actuar con
naturalidad cuando esta con los chicos. Entonces, puede darse a conocer
desde su fantasía en el chat mostrándose cómoda y dejando ver solo los

60
aspectos de sí misma que ella quiere dar a conocer. Esta forma de resguardar
su identidad detrás de un mckname o seudónimo, les da seguridad y
comodidad para moverse en un espacio donde se puede ser de muchas
maneras a la vez.
A su vez, resulta muy significativa la clara tendencia en los varones en el
uso de los Juegos en Red, con los que sin moverse de su casa compite en
carreras de autos, torneos de fútbol y juegos que ofrecen una identificación
imaginaria y una situación extraída de la literatura. Estos juegos son
interactivos y los contrincantes, cuando no es la computadora, son personas
totalmente desconocidas y de cualquier lugar del mundo.
Podemos decir, que se observa en los varones cierta necesidad de
abstraerse de la realidad para perderse en un mundo simulado, en el cual se
pueden identificar con el héroe, fantasear con salvar a la humanidad de una
catástrofe y cambiar el mundo.
Los varones con frecuencia han reemplazado muchas de sus actividades
por estar conectados a Internet: el club, el fútbol y los deportes en general
fueron doblegándose ante la posibilidad de participar en juegos de red, ser el
genio de las computadoras, un fabuloso luchador del espacio o lo que a su
imaginación le apetezca, por supuesto todo en detrimento del contacto
personal con sus amigos y el barro en sus pantalones, característica más que
estándar de un varón adolescente.
En síntesis, debido al uso de las computadoras, los adolescentes han
incorporado una nueva forma de vincularse con sus pares, que no es cara a
cara sino a través de una pantalla y por ende es menos personal, perdiéndose
así algunos datos que si existen en el encuentro de dos personas, como por
ejemplo gestos, estados de ánimo, señas (aunque sea un simple guiño de ojos)
y más aún señas que implican complicidad, apoyo incondicional, abrazos o,
simplemente, una mano en el hombro.
Cuanto menos integrado esté el adolescente de ambos sexos en el
grupo de sus iguales, tanto mayor importancia adquieren para él el
ciberespacio como posibilidad de perderse en ese mundo y de vinculares de
una manera impersonal, anónima y poco espontánea.
Los padres, por su lado, deben resguardar a sus hijos del uso indebido
de Internet, ya que pueden estar expuestos a información perjudicial para ellos
o al contacto con páginas o personas adultas que intenten pervertirlos,
sobornarlos o simplemente asustarlos. También, es importante que incentiven
a sus hijos para que no abandonen las actividades acordes a su edad, tales
como: encontrarse con amigos, ir al club, realizar deportes, compartir reuniones
grupales con intereses comunes y hasta, realizar travesuras en grupo (no hay
que olvidar que los adolescentes se encuentran en una edad biológica colmada
de energía y vitalidad que necesitan ser descargadas y direccionadas).
Internet por sí misma no es una herramienta perjudicial si sabemos
controlar los límites necesarios para lograr que la misma esté a nuestro
servicio.

61
Lectura Bibliográfica:
CAFFARELLI CONSTANZA “Tribus urbanas. Cazadores de identidad”
Editorial Lumen. 2009
OBBIOLS Y OBBIOLS. Adolescencia, posmodernidad y escuela
secundaria. Editorial Kapeluz . Bs. As. 1995
GRIFFA MARIA CRISTINA – MORENO JOSE EDUARDO (2005)
“Claves para una Psicología del Desarrollo” Volumen II. CAPITULO VI:
Adolescencia. Editorial Lugar. Argentina.
MORENO AMPARO- DEL BARRIO CRISTINA (2001) “La Experiencia
Adolescente”. Capítulos 1, 2,4 y 5 .Editorial Aique S A. Argentina.

Ahora le sugerimos realizar las Actividades Nº 1 Y 2

Actividad Nº 1: Entrevista a un adolescente.

Actividad Nº2: Actividad Evaluativa.

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