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Teología serena,

fe-cultura
hecha de rodillas *

Juan Carlos Scannone, SJ


Es en la actualidad Redactor de la Civiltà Cattolica

Recibido: 1 de julio de 2014


Aceptado: 5 de julio de 2014

RESUMEN: La relación entre vida cristiana y teología, teología y vida cristiana, será
tanto más favorecedora de la mayor gloria de Dios y del favor del ser humano cuanto
más religiosa, humana y serenamente. El papa Francisco, tras oír al cardenal Kasper
en el consistorio del 21 de febrero de este año, jornada en la que el cardenal alemán
abordó una vez más la teología del matrimonio desde una perspectiva misericordio-
sa, defiende en este y en otros temas la necesidad de una práctica pastoral desde la
caridad y la misericordia, amasadas en una teología serena, en una teología hecha de
rodillas.
PALABRAS CLAVE: papa Francisco, cardenal Kasper, teología serena, conversión
afectiva, nuevos matrimonio de los divorciados.

En el Consistorio del 21 de febrero nencia, si lo hago avergonzarse–,


pasado, al día siguiente de la «re- que eso se llama “hacer teología
lación introductoria» del cardenal de rodillas”» 1. ¿En qué consiste la
Walter Kasper sobre la teología del «teología serena» que, como dijo
matrimonio, el papa Francisco se
Hans Urs von Balthasar y repitió
la agradeció vivamente, afirmando
Benedicto XVI 2, ha sido hecha de
que en ella había encontrado «un
pensamiento sereno en teología. rodillas?
Es agradable leer teología serena.
También he encontrado aquello 1
  Cfr. http://press.vatican.va/content
de lo que hablaba San Ignacio, ese /salastampa/it/bolletino/pubblico
sensus Ecclesiae, «el amor a la Ma- /2014/02/21/0125/00276.html
2
  Cf. H. U. von Balthasar, «Teologia
dre Iglesia… Me ha hecho bien, y
e Santità», en Id., Verbum Caro. Sag-
me vino la idea –perdóneme, Emi- gi teologici, Brescia, Morcelliana, 198,
200-229; Benedicto XVI, Discurso en la
*
  Este artículo en su versión italiana abadía de Heiligenkreuz, el 9 de setiem-
fue publicado por la Civieta Cattolica. bre de 2007.

Razón y Fe, 2014, t. 270, nº 1391, pp. 141-152, ISSN 0034-0235 141
Juan Carlos Scannone, SJ

En todo texto no sólo importa lo ta», a saber, que «el teólogo que
que se dice, sino también cómo se se complace de su pensamiento
dice, formando ese cómo parte del completo es un mediocre. El buen
contenido, y no una mera circuns- teólogo y filósofo tiene un pensa-
tancia accidental extrínseca. Pues miento incompleto, siempre abier-
bien, cuando una teología «se hace to al majus de Dios y a la verdad,
de rodillas», es decir, en actitud siempre en desarrollo». Veremos
orante delante del Señor y para su más abajo cómo la cerrazón corres-
servicio, si el texto es oral, la dispo- ponde a un pensamiento unívoco,
sición serena de ánimo se muestra no abierto por medio de la analogía
en el tono de la voz, en las faccio- del lenguaje ni a la trascendencia,
nes del rostro o en los ademanes ni a la novedad histórica ni a la
que lo acompañan; pero también alteridad irreductible de los otros.
en un escrito, se refleja frecuente- Ese encerrarse es no pocas veces
mente a través de elementos del provocado por la pasión del mie-
mismo, como pueden ser figuras do precisamente a dichas novedad
de lenguaje (metáforas, énfasis, y alteridad, y hasta a la propia li-
hipérboles…), repeticiones, frases bertad y a la imprevisibilidad del
admirativas o interrogativas, in- Dios siempre mayor. Por ello la
terjecciones, etc. escritura frecuentemente repite:
Cuando el 10 de abril el mismo «¡no teman!».
Santo Padre habló a profesores y El mismo papa Francisco nos aler-
estudiantes de la Pontificia Uni- ta acerca de la importancia del
versidad Gregoriana, el Institu- lenguaje adecuado para la procla-
to Bíblico y el Oriental  3, volvió a mación y recepción del Evangelio,
tocar el tema de una filosofía y cuando nos hace caer en la cuenta
teología realizadas «con mente que «a veces, escuchando un len-
abierta y de rodillas», refiriéndose guaje completamente ortodoxo,
nuevamente a la actitud existencial
lo que los fieles reciben, debido
que debe acompañarlas para ser
al lenguaje que ellos utilizan y
fecundas, pero añadió algo nuevo,
comprenden, es algo que no res-
relacionado con «la mente abier-
ponde al verdadero Evangelio de
Jesucristo» (EG, 41). Aunque allí se
3
  Cfr. papa Francisco, Discurso a la refiere primeramente a la formula-
comunidad de la Pontificia Universidad ción del «qué» se dice, estimo que
Gregoriana y a los consociados del Pon-
tificio Instituto Bíblico y del Pontificio algo semejante puede ser afirmado
Instituto Oriental (10 de abril de 2014), del «cómo» eso mismo se trasmite
disponible en: www.vatican.va a los fieles y a quienes no lo son.

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En todos esos casos Francisco ha- del miedo, valorando el principio


bla sencillamente, pero no por eso jacobeo (de Santiago el Menor) en
deja de tener profundidad. La re- la Iglesia, a la luz de la teología de
flexión filosófica puede ayudarnos von Balthasar (2.2).
a calar su hondura en su aparente
Así entenderemos mejor qué que-
mera simplicidad. Por ello, tanto
ría decir Francisco al hablar de
para comprender mejor a qué se
una teología serena, orante y con
refería al alabar al Cardenal, como
sentir de Iglesia, y de un pensa-
para captar la índole serena de su
miento abierto e incompleto. Y
teología, me serviré –ante todo–
también podremos captar como
de dos filosofías del lenguaje con-
actitudes existenciales no serenas,
temporáneas, a saber, la filosofía
como son el desprecio a los inter-
analítica –predominantemente
locutores o el miedo a perder la
anglosajona– (1.1), y la fenomeno-
propia seguridad, pueden incidir
logía, prevalentemente continental
en el sentido de lo que un texto dice,
europea (1.2). Luego haré uso de la
sobre todo si es oral, como el del
relectura actual (después de Kant
cardenal Kasper.
y de las filosofías moderna y con-
temporánea) de la analogía tomis-
ta del ser y, por consiguiente, del A la luz de la filosofía analítica
pensar y del decir abiertos (1.3). del lenguaje ordinario
En consecuencia, en una primera
parte de mis reflexiones trataré de Lo que arriba expliqué acerca del
todo texto –en general–, a fin de qué y del cómo de un discurso oral
aplicar mis consideraciones a los o escrito, lo expresa la filosofía ana-
textos arriba mencionados. (1) Lue- lítica, después del así llamado giro
go, en breves reflexiones a partir pragmático-lingüístico del segundo
de la teología, (2)  primeramente Ludwig Wittgenstein y sus se-
iluminaré lo dicho en la primera guidores británicos (John Austin,
John Searle, etc.)  4, distinguiendo
parte, encontrando en la fe trinita-
los momentos semántico y pragmá-
ria la última raíz de la distinción
tico de un texto. Pues éste consiste
e interacción entre el qué y el cómo
de los textos teológicos, en cuanto
nos hablan –o deberían hacerlo– 4
  Cfr. L. Wittgenstein, Investigaciones
de «la verdad en la caridad» (2.1). filosóficas, México 1988; J. Austin, Cómo
hacer las cosas con palabras, Madrid
Finalmente buscaré prevenir un 1990; J. Searle, Speech acts. Actos del
posible malentendido acerca de la habla: ensayos de filosofía del lenguaje,
crítica que haré a la hermenéutica Madrid 1994.

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en cómo el mismo es expresado y Por consiguiente, si la actitud del


usado por el que habla o escribe, y autor al redactar o expresar tal o
recibido por su oyente o lector. En cual discurso es serena, si la fe y el
cambio, lo semántico se refiere al amor a la Iglesia acompañan la re-
significado, que se puede consul- dacción o manifestación oral de un
tar en un diccionario. Sin embar- texto, de tal manera que se pueda
go, esa misma filosofía reconoce
decir que fue «escrito de rodillas»,
que el cómo también forma parte
el oyente o lector abierto a la escu-
del sentido, es decir, del momento
cha y de buena voluntad, sin pre-
semántico. Pues, por ejemplo, la
palabra «Dios» adquiere matices, juicios, lo recibe captando también
denotaciones y connotaciones dis- dicho momento pragmático como
tintas cuando asevero teóricamen- formando parte del contenido de
te: «Dios existe», o cuando le rue- sentido que se trasmite. Obsérvese
go humildemente al Señor: «¡Dios que no se trata meramente de con-
mío, sálvame!» En el primer caso, dicionamientos psicológicos que,
la fuerza que acompaña mi decir por supuesto, se están dando, sino
–llamada por esos filósofos ilocu- del valor epistemológico del texto
tiva– es una fuerza asertiva, pro- de acuerdo a un análisis filosófico
pia de una afirmación de verdad. del lenguaje. No consiste en algo
En cambio, en el segundo caso, la meramente subjetivo, sino en la im-
fuerza con que pronuncio la pala- pronta objetiva y verificable de la
bra «Dios» es invocatoria, pues se
subjetividad del autor en el texto,
trata de una oración de petición, a
la cual forma parte de la verdad
la cual corresponde una actitud de
integral del mismo. Por eso aludí
sentida súplica. Por eso, los buenos
diccionarios de lenguas extranje- más arriba al hecho que un texto
ras, para dar el significado de una perfectamente ortodoxo puede no
palabra, ponen frases en las que el trasmitir de hecho la verdad del
término buscado se esté emplean- Evangelio, por ejemplo, si no ex-
do en un contexto, y no aparezca presa la verdad en caridad, sino
la palabra aislada y en abstracto; que, por el contrario, la instru-
porque el uso, el modo y el tono mentaliza contra la caridad, a fin
cómo algo se dice –a veces expre- de condenar soberbiamente (no
sado mediante la admiración, la una doctrina falsa) sino a otro.
interrogación, la interjección, etc.–,
forman parte del significado de tal No se trata siempre de textos, sino
o tal palabra en un determinado también de realidades complejas
contexto. como la piedad popular (tomadas

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como un texto) 5. Ya lo señalaba el conocimiento de la verdad, porque


Papa: para entenderla «hace falta precisamente, en la actitud serena
acercarse a ella con la mirada del se deja ser a la cosa misma lo que
Buen Pastor, que no busca juzgar ella es, en su verdad, sin imponer-
sino amar. Sólo desde la conna- le subjetivamente una idea prefija-
turalidad afectiva que da el amor da o un prejuicio –movido el su-
podemos apreciar la vida teologal jeto por la pasión desordenada de
presente en la piedad de los pue- dominio o por el miedo a perder
blos cristianos, especialmente en seguridades–, cayendo entonces
sus pobres» (EG, 125). Notemos en ideologías que desfiguran la ver-
aquí tanto el valor cognoscitivo dad. Heidegger encuentra dicha
(sapiencial) de la actitud de amor serenidad existencial en la apertu-
–contraria a la del juicio que con- ra del Maestro Eckhard hacia Dios,
dena– como el hecho de que, para y la llevó al plano ontológico como
explicarlo, se recurra a la enseñan- la disposición afectiva de apertura
za tomista del conocimiento por con- hacia el ser y todo ente, que se deja
naturalidad. ser –objetivamente– en lo que es en
sí, sin imposiciones subjetivas. De
ahí el valor ontológico de tal afec-
A la luz de la fenomenología tividad para conocer la verdad.
existencial, de Aristóteles
y de la hermenéutica Ya Aristóteles –en la Ética a Nicóma-
co  7 – había afirmado que, en cues-
Asimismo, la serenidad (en ale- tiones de filosofía práctica, es decir,
mán: Gelassenheit) es precisamente de ética y política, se hace necesario
un temple de ánimo fundamental el apetito recto para un conocimien-
(Grundstimmung) para la fenome- to prudente de la verdad práctica.
nología contemporánea 6. Como en Ignacio de Loyola, en sus reglas de
el caso anterior, para ella ese esta- discernimiento de la segunda se-
do de ánimo tiene relevancia no mana de sus Ejercicios Espirituales,
meramente psicológica sino epis- enseña a distinguir la verdad (de
temológica y aun ontológica, para el las consolaciones divinas auténti-
cas), de las ilusiones bajo especie de
bien (en las que opera el «propio
amor, querer e interés», cfr. EE, n.
5
  Cfr. sobre la acción considerada 189), mediante un conocimiento
como texto, P. Ricoeur, Del texto a la ac-
ción: ensayos de hermeneútica II, México
2001.
6
  Cfr. M. Heidegger, Gelassenheit, Pfu- 7
  Cfr., La Ética a Nicómaco, libro 5,
llingen, 1959. cap. 2.

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afectivo, que Santo Tomás denomi- hombre, la sociedad, la historia, la


na per connaturalitatem (con lo bue- cultura y la religión, obviamente
no, verdadero, bello o con tal o cual incluídas la filosofía y la teología 9.
virtud; el Doctor Angélico pone el Pues todas ellas, aunque suponen
ejemplo de la castidad). la suficiente distancia crítica del
científico consigo mismo, por-
Nótese que la ilusión (los espiritua- que son verdaderas ciencias 10; con
les la llaman: sub angelo lucis, a sa- todo, implican siempre una auto-
ber, el ángel del mal bajo apariencia comprensión del sujeto que hace
de ángel de luz) no es ni un simple ciencia. Pues, cuando la materia
error ni una mentira consciente- de éstas es lo existencial humano,
mente dicha a otro, sino un auto-en- no se trata sólo de explicarla ana-
gaño no reflexivamente consciente, líticamente –según distintos pro-
el cual, sin embargo, no siempre ex- cedimientos explicativos: causal,
cluye la mala fe, pero sí la plena con- estructural, motivacional, etc.–,
ciencia de estar auto-engañándose, sino también y sobre todo de com-
quizás aun reprimiendo culpable- prenderla, es decir, de comprender
mente la verdad, como dice San Pa- mejor al hombre, la sociedad, la
blo en Romanos 1, 18. historia, la cultura, la religión, etc.,
Pero, después de la contribución según de qué ciencia se trate. Para
crítica hecha por los que Paul Ri-
coeur denomina «maestros de la 9
  Lo afirma Bernard Lonergan de
sospecha» (Marx, Freud, Nietzs- todos los conocimientos, aun científi-
che)  8, la afirmación aristotélica cos, que se refieren al «mundo media-
acerca de la necesidad del apetito do por la significación y motivado por
recto (Ignacio habla de liberarse el valor», cfr. id., «Natural Rights and
Historical Mindness», en F. Crowe
de las «afecciones desordenadas»),
(ed.), A Third Collection. Papers by
se extiende a todo conocimiento Bernard J.F. Lonergan S.I., New York/
que implique interpretación, aun al Mahwah-London, 1985, 169-183.
conocimiento científico de ciencias 10
  Cfr. P. Ricoeur, «Science et idéo-
que tienen un momento herme- logie», Revue Philosophique de Lou-
néutico, como son las ciencias del vain 72 (1974), 326-356. Ver también
mi artículo: «La cientificidad de las
ciencias sociales», CIAS. Revista del
Centro de Investigación y Acción Social
8
  Cfr. P. Ricoeur, «La critique de la 378 (1988), 555-561, donde me refiero
religion», Bulletin du Centre Protestant –entre otros– a ése y otros trabajos de
d’Études 16 (1964), 5-16. En otros es- Ricoeur y a obras de Jean Ladrière,
critos reconozco a Ignacio de Loyola especialmente, a los dos primeros
como «maestro de la sospecha» avant tomos de L’articulation du sens. París,
la lettre. 1970 y 1984.

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lograrlo, se parte de una precom- bién gracias a la acción purifica-


prensión ya dada, que se critica, dora e iluminadora del Espíritu,
modifica y ahonda, empleando que supone nuestra libre acogida,
la mediación de los mencionados purifica nuestra razón práctica (cf.
procedimientos explicativos, hasta Benedicto XVI, Deus caritas est 28),
alcanzar una comprensión crítica opera en nosotros la buena volun-
más profunda. tad y promueve, informa y eleva
nuestro deseo desinteresado de
Pues bien la precomprensión pre-
saber (según lo llama Lonergan).
via y la comprensión científica lo-
Santo Tomás habla del deseo natu-
grada implican siempre dicha au-
ral de ver a Dios.
tocomprensión del sujeto (porque
es hombre y, en cuanto tal, está Pero, el desorden de las pasiones
implicado en ellas) y las opciones (positivas como la soberbia; nega-
interpretativas correspondientes, tivas, como el miedo) puede sesgar
sin que podamos nunca criticar el conocimiento de la verdad, desfi-
reflexivamente todos nuestros pre- gurándola. Por ejemplo, a causa de
supuestos a la manera de un sa- intereses egoístas o de grupo, de la
ber absoluto, como lo pretendiera voluntad de poder que desea impo-
Hegel. Pues somos contingentes, ner ideas o imponerse, del temor a
estamos arraigados en una natu- la novedad inesperada o al futuro
raleza, una historia, una cultura, desconocido, que siempre desafían
en tradiciones a las que pertenece- y pueden movernos el suelo de
mos, y nuestra pertenencia histó- nuestras (aparentes) seguridades.
rica antecede a toda distanciación El proverbio dice que el miedo es
crítica,11 sin poder distanciarnos el peor consejero; lo es no sólo en
totalmente de nosotros mismos y decisiones prácticas, sino también
de nuestros condicionamientos en aseveraciones teóricas (cuando
previos. Sin embargo, somos sufi- éstas suponen el momento prácti-
cientemente capaces de autocríti- co de opción hermenéutica por una
ca y, por lo tanto, de discernir la determinada interpretación o com-
verdad de la ilusión, aunque «con prensión de lo humano (de lo histó-
temor y temblor». Más aún, en el rico, moral, social, político, cultural,
caso del creyente, lo somos tam- religioso); lo es, sobre todo, cuando
se trata del miedo a la libertad (tan-
  Ver P. Ricoeur, «La fonction her-
11 to a la propia como a la del Espíritu
méneutique de la distanciation», en Santo).
F. Bovon-G. Rouiller (eds.), Exegesis.
Problèmes de méthode et exercises de lec- De ahí la importancia de la que
ture, Neuchâtel 1875, 179-200. Bernard Lonergan denomina con-

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versión afectiva (conversión de una como misterio libre e insondable–,


afección desordenada a la sereni- al riesgo de la libertad y a la irre-
dad de dejar ser verdad a la ver- ductible alteridad de cada otro,
dad). Para Lonergan ésta es nece- imagen de Dios, frecuentemente
saria aun para la metodología de se refleja en un pensamiento y len-
las ciencias arriba mencionadas, guaje unívocos, es decir, no abiertos
en primer lugar, para la teología 12. a la trascendencia de Dios, de lo
Cuanto más lo es en las decisiones imprevisible y de los otros, quizás
de la vida ordinaria, especialmen- por temor a perder seguridades.
te en la convivencia con los demás, En cuestiones morales tiende a
tanto en las relaciones cara a cara, encerrarse, entonces, en una mera
como en las «macro-relaciones»,
casuística ahistórica y abstracta,
mediadas por instituciones y es-
que abstrae de los contextos rea-
tructuras, pues como enseña Be-
les y personales, los formaliza en
nedicto  XVI (Caritas in veritate, 2),
simples aplicaciones silogísticas,
la caridad debe informar a ambas.
reduciéndoles así a meros «casos»
Tengamos en cuenta que la virtud
teologal de la caridad se vivencia de una regla general. Quizás por
existencialmente en temples de áni- ello el Cardenal Kasper, en su alo-
mo, como pueden ser, la serenidad cución al Consistorio, al hablar de
del Maestro Eckhard, su pariente la paternidad responsable, afirma
cercana: la indiferencia ignaciana que «de ahí no resulta una casuís-
y, ante quienes sufren, la actitud tica, sino una figura sensata vincu-
(virtud) de misericordia, tan re- lante, cuya realización concreta
comendada continuamente por el está confiada a la responsabilidad
papa Francisco. del hombre y de la mujer» 13. Pien-
so que un pensamiento y un len-
guaje no ambiguo, pero sí al mis-
La pasión del miedo, mo tiempo preciso y abierto, como
la casuística abstracta el de la analogía tomista, puede
y el pensamiento unívoco servir para pensar y expresar di-
cha figura sensata sin caer ni en
El miedo a la novedad imprevis-
ta –propia de la acción de Dios 13
  Cfr. W. Kasper, El evangelio de la
familia, Santander 2014, p. 19. En las
12
  Aquí no puedo desarrollar ese pp. 45 ss. contrapone «un caso da es-
tema; para eso, ver mi trabajo: «Afec- saminare nelíottica di una regola ge-
tividad y método. La conversión afec- nerale» a la consideración de la «dig-
tiva en la teoría del método de B. Lo- nità única» de la persona; ver también
nergan», Stromata 65 (2009), 173-186. p. 77.

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la casuística, ni en una ética de la Tras Kant y Hegel, para refutar


situación 14. su error guardando la parte con-
trapuesta de verdad que ambos
Santo Tomás, para hablar de Dios poseen, también se aplicó la ana-
trascendente, recurre a la analogía, logía a otros tipos de trascendencia
la cual conserva la afirmación de
que la divina, como son la de la
lo que se dice de Dios (por ejem-
novedad histórica (propia de la li-
plo, que es sabio), la hace pasar
bertad divina y humana) y la de la
por la negación de nuestro modo
alteridad única e irrepetible de per-
abstractivo-concretivo de hablar
(no es alguien concreto que tiene sonas y culturas, a fin de que pen-
sabiduría, ni es la misma sabiduría samiento y lenguaje permanezcan
abstracta), y la lleva a la eminencia –como dice el papa Francisco–
(no es sabio, sino la misma sabidu- abiertos, sin dejar por ello de mos-
ría, pero no abstracta, sino personal trar –en el caso de la novedad– la
y subsistente), abierta siempre más continuidad analógica de lo nuevo
allá, al misterio siempre mayor 15. con lo viejo, y –en el segundo– la
de toda persona humana en su
dignidad irreductible y de todo
14
  También en cuestiones de moral pueblo y cultura, con las otras
social, Arthur Friedolin Utz no recu-
rría a la casuística unívoca, sino a la
personas, pueblos y culturas, por
analogía. el mero hecho de serlo (según una
15
  Cfr. Tomás de Aquino, Summa Theo- misma naturaleza análogamente
logica, I, q. 13; id., De Potentia q, 7, a. poseída)  16. Se permanece abierto
5, ad 2: en este texto Santo Tomás, si-
guiendo a Dionisio, pone el ejemplo a lo nuevo y trascendente, sin caer
de nombrar a Dios «sabio»; cuando lo en el equívoco y, por consiguien-
llama, por eminencia: «supersabio»,
no hay que entender el «super» en
forma cuantitativa y extensiva, como
cuando se habla del «superman», sino
16
  En su obra: Analogie und Geschicht-
que debe pasar por la negación de lichkei, Freiburg-Basel-Wien 1979, Lo-
nuestro modo categorial de pensar renz B. Puntel ofrece una relectura de
y hablar, aunque usando las catego- la analogía, posterior a Kant, Hegel y
rías, pero trascendiéndolas. Jean-Luc Heidegger; por mi parte, la continúo,
Marion, en su obra De Surcroît, París, teniendo también en cuenta la herme-
2001, hace notar el momento pragmá- néutica de Ricoeur y la pragmática
tico de la eminencia en Dionisio, usa- del segundo Wittgenstein, en el cap.
da en un contexto de alabanza divina; 7 de mi obra: Religión y nuevo pensa-
ya Marie-Dominique Chenu se refe-
miento. Hacia una filosofía de la religión
ría al entrecruce de lo semántico y lo
pragmático en la analogía tomista de para nuestro tiempo desde América Lati-
los nombres de Dios, en sus apuntes: na, Barcelona-México 2005; asimismo
L’ontologie théologienne de Saint Thomas ver mi artículo: «Nuevo pensamiento,
d’Aquin, Institut Catholique de Paris, analogía y anadialéctica», Stromata 68
s/f. (2012), 33-56.

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te, en ambigüedad y relativismo; ración más arriba indicada de la


pero tampoco se abstrae forma- importancia pragmática del temple
lísticamente del contexto históri- de ánimo. Y, en el mismo contexto
co y cultural ni de las diferencias alude a la prudencia aristotélico-
(de personas y situaciones, en su tomista, lo que nos hace recodar lo
unicidad irreductible a la genera- dicho más arriba acerca de la ne-
lización formal, que las reduciría cesidad, para ejercitarla, del apetito
a ser un mero caso), con la preten- recto (el estar libre de afecciones
sión de dominar y controlar la rea- desordenadas según Ignacio de
lidad, nivelándola unívocamente. Loyola; la conversión afectiva, se-
Pero también aquí el momento gún Lonergan).
pragmático de la actitud existen-
cial o temple de ánimo es clave:
la voluntad de querer controlarlo Ahondamiento teológico de la
todo, o el miedo a los desafíos que reflexión filosófica anterior
no se pueden controlar, cierran
una verdad abierta y trascenden- Más arriba mencioné la «conver-
te, sesgándola y desfigurándola. sión afectiva», que Lonergan con-
La analogía tomista permite res- sidera necesaria aun para el método
petar al mismo tiempo lo único de (científico y crítico) de la teología
lo singular en su trascendencia como ciencia 20. Su culminación es
a toda generalización unívoca y la conversión religiosa cristiana
abstracta, y lo universal (analógi- a la fe que opera por la caridad.
co) que abarca y trasciende todas Pues bien, dicha conversión es
las singularidades personales y quizás mucho más necesaria en el
todas las situaciones históricas nivel de la teología como sabiduría,
y/o culturales. y no sólo como ciencia, tanto en un
Cuando Kasper se refiere a una
«hermenéutica animada del amor can también a la hermenéutica teoló-
pastoral»  17 –que se contrapone a gica y jurídica. Kasper habla de una
«hermenéutica jurídico-pastoral» en
una «hermenéutica del miedo» 18– op. cit., p. 46.
está de hecho uniendo una herme- 20
  En Method in Theology, London,
néutica analógica  19 con la conside- 1972, Lonergan, además de las con-
versiones intelectual y ética, habla de
la conversión religiosa; más tarde, en
17
  Ver op. cit., p. 46. el artículo citado en la n.  8, ubica la
18
  Ibid., p. 70. última como el tercer y último paso
19
  Mauricio Beuchot planteó su Tra- de la conversión afectiva, cuyos pa-
tado de hermenéutica analógica, México, sos anteriores son la intrafamiliar y la
20094, la cual él y sus discípulos apli- conversión al otro en cuanto tal.

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primer momento de discernimiento Lo que –en el nivel filosófico– la


contemplativo y/o pastoral de la filosofía analítica denomina el
verdad, como en un segundo mo- momento pragmático del conoci-
mento, el de la apertura de un nue- miento y del lenguaje, y la fenome-
vo horizonte de comprensión, gra- nología describe como el temple de
cias a dicha conversión.21 La razón ánimo de la serenidad que acompa-
–iluminada por la fe informada ña el des-velamiento de la verdad
por la caridad– explicita el recién (a-létheia), corresponden, para una
mencionado horizonte en un nue- comprensión trinitaria de la reali-
vo paradigma (de cuya necesidad dad, al Espíritu de Amor que, como
habla Kasper), empleando enton- la segunda mano del Padre, siem-
ces nuevas categorías o releyendo pre acompaña al Verbo de Verdad, y
las anteriores; aunque, en el nivel sin cuya luz y fuerza no es posible
sapiencial, las use de hecho y en la reconocerlo a éste como la Revela-
práctica, sin reflexionarlas teórica- ción del Padre. Esa misma interac-
mente en cuanto tales. ción (circumincesión) trinitaria se
reproduce en cada discernimiento
Entonces la razón opera libremen- histórico del Llamado del Padre,
te para reconocer la verdad prác- pudiéndose así buscar y encontrar
tica (y también la teórica), sin los la Verdad en la Caridad, en cada
sesgos que la desfiguran ideológi- situación y acontecimiento.
camente debido al desorden de los
afectos. Aún más, la razón se deja
entonces últimamente guiar por el Los temples
deseo desinteresado de conocer la de ánimo fundamentales
verdad, pero ahora se trata de la (Grundstimmungen) en la Iglesia
Verdad en la Caridad, deseo que
no es sino respuesta al Llamado Antes de terminar quisiera clara-
de la misma Verdad que nos amó mente distinguir, inspirándome
primero 22. en Hans Urs von Balthasar, el te-
mor insano del que hablé más arri-
ba citando la «hermenéutica del
21
  Según mi estimación, esos dos
momentos corresponden, en la di-
mensión sapiencial, a las especiali- el segundo tiempo, por la afectividad
zaciones funcionales «dialéctica» y o temple de ánimo que la acompaña,
«fundamentos», del método de la teo- en cuanto coincide con el Llamado
logía como ciencia, según Lonergan. primero de la caridad (denominado
22
  San Ignacio, en el tercer tiempo por él «consolación sin causa prece-
de elección, recurre a la razón ilumi- dente»), propio del primer tiempo de
nada por la fe, que es confirmada, en elección: cf. EE n. 175 ss.

Razón y Fe, 2014, t. 270, nº 1391, pp. 141-152, ISSN 0034-0235 151
Juan Carlos Scannone, SJ

miedo», a la que se refiere el Car- compartimos el principio mariano,


denal Kasper, de la función esen- en cuanto María es madre, imagen
cial (aunque no sea la más esencial) y prototipo de la Iglesia toda y de
que tiene en la Iglesia el temor a cada uno de nosotros en la Iglesia
ser infiel a la tradición. Para ello y como Iglesia. De modo que aque-
nos puede ayudar la eclesiología llos que en ésta tienen el carisma,
tipológica del eminente teólogo la tarea y la función de Santiago,
suizo, que distingue principios o no dejan de participar ante todo
tipos eclesiales que corresponden del principio mariano y de su co-
también a diferentes acentos en los rrespondiente temple de ánimo de
temples de ánimo vividos por dis- amor desinteresado a todos y cada
tintos miembros de la Iglesia, con uno de los otros, y de misericor-
distintos carismas y funciones en dia maternal hacia los que sufren.
el Pueblo fiel de Dios. No voy a ex-
Por lo cual no sólo son capaces de
poner lo que Balthasar dice de los
hacer y reconocer una «teología
principios petrino, paulino y joá-
serena», «hecha de rodillas», sino
nico en la Iglesia, sino sólo recor-
que su temor válido de ser infieles
dar la función esencial que juega
a la tradición nunca es el miedo a
el principio jacobeo (cuyo prototipo
la libertad –mal consejero–, sino
bíblico es Santiago el Menor) como
custodio de la tradición 23. que forma parte del acercamiento
comunitario del Pueblo de Dios
Pues Balthasar afirma además que a la verdad en la caridad y, por
todos los cristianos y cristianas lo tanto, también sabrá reconocer
oportunamente la voz que le dice
  Entre otras, ver sus obras: Theodra-
23 a la Iglesia lo que Gabriel le dijo a
matik II y III, Einsiedeln, 1978 y 1980. la Virgen: «¡No temas, María!». n

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