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Miradas al Otro
Construcción de imágenes, estereotipos y discursos
sobre el inmigrante magrebí

Noemí Juanes
Junio 2018

Antropología Social y Cultural


Trabajo de Fin de Grado
UNED

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Resumen: La movilidad humana es una característica inherente del ser humano, hoy es entendida y
definida como “fenómenos migratorios”. El actor social de estos fenómenos es el inmigrante en países
económicamente desarrollados. El inmigrante es categorizado en un proceso identitario de alterización.
En el territorio español el colectivo inmigrante magrebí es uno de los más numerosos. Su alteridad da
lugar a imágenes estereotipadas, discursos xenófobos y, en ocasiones, a dinámicas excluyentes. Los
procesos de construcción identitaria se producen y vehiculan en las dos direcciones como construcciones
simbólicas estructuradas en nuestras prácticas y creencias. En este movimiento uno de los emisores (la
población del país de acogida) juega un papel más activo en la definición de categorías y sus atributos y,
el otro, el receptor es más pasivo (la población que ha emigrado), se incrusta en un contexto de
categorización alterizada durante sus empeños “asimilacionistas”.

Abstract: Human mobility is an inherent feature of the human being, it is understood and defined today
as “migratory phenomenon”. The social actor in this phenomenon is the Immigrant in Economical
Developed Countries. Immigrant is categorized in an otherness process of identity. The group from
Maghreb is one of the largest communities in Spain. This otherness process triggers in stereotyped
images, xenophobic discourses, and sometimes in dynamics of exclusion. The identity construction
processes are produced and channelled in two directions as symbolic constructions (in the development of
our practices and believes). In this movement, there is an issuer (the host community) with an active role
defining categories and its features. The other one is a receiver, passive (migrant population), is
embedded in a context of an altered categorization during his or her “assimilationist” endeavours.

Résumé : La mobilité humaine est une caractéristique inhérente à l’être humaine. Aujourd’hui elle est
comprise et définie comme des phénomènes migratoires. L’acteur sociale de ces phénomènes est
l’immigrante dans pays économiquement développés. L’immigrant est catégorisé dans un procès
identitaire d’altérité. Sur le territoire espagnol, le collective magrébin est un de plus nombreux. L’altérité
du magrébin génère des images stéréotypés, discours xénophobes et, dans certains cas, des dynamiques
d’exclusion sociale. Les processus de construction identitaire sont produits et véhiculées dans deux
directions comme constructions symbolique structurées dans nos pratiques et croyances. Dans ces
mouvements il y a un émetteur avec un rôle plus actif (la communauté du pays d’accueil) et un autre, le
récepteur (la communauté émigré) dans un contexte de catégorisation altérisé lors de ses efforts
« assimilationnistes ».

Glosario:
Procesos migratorios, Magreb, discursos, estereotipos, exclusión social.

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TABLA DE CONTENIDOS

Introducción
1. Capítulo 1 La alterización del migrante
1.1. La cuestión de la movilidad como característica de la condición humana
1.2. La lógica binaria movilidad rechazo
1.3. Transnacionalismo: la migración en la actualidad
1.4. Definiendo al (in)migrante
1.5. ¿Quién es y quién no es inmigrante?
1.6. Los inmigrantes irregulares

2. Capítulo 2 Recorrido teórico


2.1. Sobre los estudios migratorios
2.2. Migración hecho social total
2.3. Identificaciones y alteridades
2.4. Sobre las políticas de identidad y alteridad en el estado nación
2.5. El poder y la construcción del discurso
2.5.1. Bourdieu y el habitus
2.5.2. Habitus en la construcción de ontologías sociales
2.5.3. Foucault y el discurso
2.5.4. Foucault y el poder
2.6. Said y el Orientalismo

3. Capítulo 3 Breve descripción histórica de la migración entre el Magreb y España


3.1. Los orígenes
3.2. Migraciones en el siglo XX
3.3. La migración magrebí en España

4. Capítulo 4 Construyendo la imagen del Otro: el caso del inmigrante magrebí


4.1. La imagen del Otro
4.2. El colectivo magrebí en España
4.3. El problema de ser musulmán

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5. Capítulo 5 Construyendo estereotipos y discursos sobre el inmigrante magrebí
5.1. Prejuicios, estereotipos y discursos
5.2. La cuestión identitaria o la ideología de la identidad
5.3. De comunidad imaginada a exaltación de la diferencia
5.4. ¿Cómo se construye el discurso xenófobo?
5.5. El colectivo magrebí en estereotipos y discursos

6. Capítulo 6 El papel de la política en la construcción del Otro


6.1. La inmigración en el discurso político
6.2. La percepción de la migración como problema
6.3. Las encuestas de percepción
6.4. La política en los países musulmanes

7. Capítulo 7 El papel de los medios de comunicación de masas en la construcción del Otro


7.1. El discurso magrebí desde los medios de comunicación de masas
7.2. Dos modelos de comunicación

8. Capítulo 8 Dinámicas de exclusión social en el colectivo inmigrante magrebí


8.1. Segregación y autosegregación
8.2. Discriminaciones
8.3. Estereotipos, discursos y prácticas en relación con dinámicas de exclusión social
8.4. Inmigración y delincuencia: El inmigrante que representa a su grupo

9. Capítulo 9 Conclusiones
Bibliografía

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Introducción

Este texto se enmarca en el estudio de los fenómenos migratorios, con el objetivo de ahondar
específicamente en los procesos de construcción de imágenes, estereotipos, prácticas y discursos sobre
el colectivo inmigrante magrebí en el territorio español en la actualidad. Se identificarán los constructos
culturales del grupo inmigrante y de la población local: cómo se percibe y se define al inmigrante, cómo
se originan los prejuicios, cómo se producen los procesos identitarios desde ambos grupos, cómo deriva
ésta en la estigmatización: del país receptor (identidad nacional, pérdida de valores, rechazo a la
diversidad, confusiones sobre la “asimilación”) y del país emisor (transculturalidad, transnacionalismo),
de qué manera se relacionan estos procesos con las dinámicas de exclusión.

El primer capítulo contextualiza y delimita el significado del término migrante


(desconceptualización y conceptualización del término) y sobre cómo se producen los procesos de
alterización. El migrante es el Otro, es aquella persona extranjera con destino a un país rico y originario
de un país pobre. En el segundo capítulo, se detalla el marco teórico en el que se encuadra el texto:
migración como hecho social total, identidades/ alteridades, habitus de Bourdieu, el poder y el discurso
de Foucault y el orientalismo de Said. El tercer capítulo es una breve descripción sobre los antecedentes
históricos del proceso migratorio entre el Magreb y España. El cuarto y quinto capítulos, determinan los
procesos de construcción sobre la imagen del Otro, estereotipos y discursos en el caso del colectivo
inmigrante en España. El sexto y séptimo capítulos, describen el papel de la política y de los medios de
comunicación de masas en la construcción del Otro, el inmigrante magrebí. El octavo capítulo pone en
relación la migración del colectivo magrebí con los procesos de exclusión social en España.

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Capítulo 1 La alterización del inmigrante

Siendo menor de edad y recién llegado a Barcelona, uno de los educadores de los pisos
tutelados le dijo a Hussein, «mira, tienes dos opciones, o aceptas que eres un “moro mierda” y
te dedicas a progresar y salir adelante, o te quedas con ese estereotipo, lo asumes y encajas en
él. Con la primera opción, tienes la posibilidad de esforzarte para poder aprender a expresarte
en catalán y en castellano, estudiar, formarte, o conseguir un empleo, aún y así, en algunas
ocasiones habrá quienes te verán como un presunto delincuente o un terrorista. Con la segunda
opción, te verás y te verán como un “moro mierda” en cualquier circunstancia y hagas lo que
hagas. Bueno, pues piensa qué quieres hacer y hablamos.»

1.1. La cuestión de la movilidad como característica de la condición humana


La movilidad es un rasgo inherente al ser humano, nuestros orígenes se han generado a partir del
movimiento. Es una característica social, cultural psicológica y biológica que ha construido nuestra
historia, desde la dispersión del Homo Sapiens por todos los rincones habitables del planeta. Los
diversos grupos humanos no se han generado y desarrollado aisladamente. Afirma Goicoechea que la
historia de la humanidad es la del contacto, el intercambio, el comercio, la exploración, la invasión, la
conquista, el mestizaje. Las migraciones humanas fomentan el intercambio y las relaciones entre
personas, configuran social y políticamente las identidades grupales en términos de orígenes, tradiciones
e intereses (Goicoechea, 2009: 133). Moya en Inmigration, Development and Assimilation in the United
States in a Global Perspective indica que, junto a la mutación y la selección natural, la migración es
característica principal de la especie humana. El autor considera que se trata de uno de los tres
mecanismos básicos de la evolución humana, constituyendo una de sus principales actividades. Hace
unos cinco millones de años, nuestros antiguos primates iniciaron los desplazamientos que engendraron
la humanidad (Moya, 2009: 89). La historia de las civilizaciones es la historia de las emigraciones
humanas.

Los flujos de la movilidad humana han constituido la configuración de la población mundial,


estableciendo un mapa de orígenes indefinido. Estos movimientos se han delimitado política, económica
y académicamente, como corrientes migratorias. En la actualidad, la migración es protagonista en la
agenda política: las fronteras definen el espacio, condicionando nuestros desplazamientos, construyendo

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identidades y, en consecuencia, produciendo procesos de alteridad. Al mismo tiempo, los medios de
comunicación de masas se hacen eco de estas manifestaciones, a veces magnificando y presentando la
situación como un problema; otras, participando en la diseminación de estereotipos y rumorología sobre
el colectivo migrante. El desarrollo de la tecnología ha favorecido la producción de información y la
posibilidad de compartirla instantánea y globalmente, esto facilita que haya más constancia social de que
las personas nos desplazamos, aunque sea algo que ha pasado desde nuestros orígenes. Se habla del
problema de la inmigración, y no de un fenómeno humano; se buscan causas, se identifican los
inconvenientes y discordancias, se diseñan políticas para gestionar a los inmigrantes, se producen
discursos xenófobos. El volumen de los flujos migratorios se ha incrementado durante las tres últimas
décadas, pero sigue siendo inferior, en términos relativos, al que se produjo por ejemplo hace un siglo
desde Europa hacia América (López García, 2004a: 22).

1.2. La lógica binaria movilidad-rechazo


Esta condición de movilidad y su continuación hasta la actualidad va unida a una propensión
humana de rechazo al Otro, a través de los procesos de construcción de identidades que están
íntimamente relacionados con los procesos de alteridad. Para confeccionar su identidad un colectivo se
define a sí mismo en función de lo que es y de lo que no es en relación con otros grupos. La
consecuencia es el rechazo al diferente, al Otro. Son muchos los Otros, los inmigrantes son uno más de
estos grupos, también lo son los pobres, los gitanos, los ancianos, las mujeres, los niños, los
homosexuales.
En estos procesos de construcción de identidades se distingue aquello que se asemeja o puede
considerarse como un igual. La identidad es una categoría de la experiencia personal y colectiva, es un
principio ordenador de las relaciones sociales que se organiza mediante el poder, estos procesos se
objetivan a través del discurso y la práctica. La alteridad es también una clasificación social construida e
incorporada a través de algún criterio adscriptivo/identificativo. La alterización se produce en un
movimiento contrario al de la identidad, son los grupos o personas con los que uno se diferencia, que no
se consideran iguales. También es una categoría de la experiencia construida para producir significado y
organizar interacciones, relaciones, como una estructuración objetivada (Goicoechea, 2011: 185, 188).

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Así coexisten una condición de movilidad y dispersión de los grupos humanos, por un lado, y
una condición de rechazo al “otro”, el que no pertenece al grupo, a través de procesos identitarios y
alteritarios.

1.3. Transnacionalismo: la migración en la actualidad


Hoy las migraciones tienen como principal característica su carácter mundial, por un lado y su
fronterización, por el otro lado. Los procesos transnacionales están imbricados en procesos más amplios
de globalización, marcados por la desaparición del estado nación y el crecimiento de ciudades globales,
nodos de acumulación de capital, comunicación y control. Los inmigrantes contemporáneos están
arraigados firmemente al país de acogida, al tiempo que mantienen importantes vínculos (afectivos,
económicos, políticos) con el país de procedencia. La migración es un proceso transnacional que
participa en las configuraciones políticas de la emergente economía global (Glick, Basch, Blanc-
Szanton, 2009: 325,328). Estas autoras definieron este nuevo tipo de población migrante emergente,
compuesto por aquéllos cuyas redes, actividades y estilos de vida comprenden tanto su sociedad de
origen como la de acogida. Sus vidas trascienden fronteras nacionales, articulando dos sociedades en un
único campo social. En el análisis del fenómeno del transnacionalismo debe ser tenido en cuenta el
sistema capitalista globalizado que vincula el mundo entero. Esta perspectiva permite examinar las
fuerzas económicas que estructuran los flujos internacionales de migración. Las respuestas de los
migrantes, sus estrategias de supervivencia, las prácticas culturales y la construcción de identidades se
contextualizan en un marco histórico de inequidades y poderes jerarquizados. Los migrantes recurren y
crean identidades múltiples y fluidas dentro de una compleja red de relaciones sociales entre las
sociedades en conexión. (Glick, Basch, Blanc-Szanton, 1992: 1, 8, 11).

La supresión de obstáculos y la liberalización de flujos y de intercambios para bienes materiales


(globalizados) no se produce para todas las personas. Las hay que no gozan de libertad de circulación, se
encuentran con barreras que a pesar de los impedimentos son superadas. Están restringidas algunas de
las principales formas de migración internacional, especialmente las laborales y las que conducen al
establecimiento indefinido. Otra de las características, además de los obstáculos, es la dificultad para los
inmigrantes de incorporarse en las sociedades receptoras. Existen estrictas limitaciones para las personas
de países pobres que tienen intención de emigrar. A pesar de las dificultades, materializan su empresa, a

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menudo endeudándose, pagando precios elevados y asumiendo graves riesgos, muchos de ellos mueren
en el intento (López García, 2004a: 23-24).

1.4. Definiendo al (in)migrante


El concepto de inmigrante es una construcción simbólica que se funda en una subjetividad que
contiene el mundo de lo uno y de lo Otro. Esta demarcación se produce a través de las prácticas
culturales, económicas, sociales, lingüísticas, militares, geopolíticas, religiosas y sociales (Canela, 2016:
59). La identidad nacional sirve (a la ciudadanía) como elemento definitorio de pertenencia a un espacio
delimitado políticamente. En este proceso de construcciones de identidades y alteridades podemos
contextualizar al colectivo migrante como un ejemplo de grupo que ha sido alterizado, porque de
entrada, no pertenece a esa nación. Si aquéllos que se desplazan son los inmigrantes, entonces, ¿qué
queremos decir cuando hablamos del inmigrante? ¿Quién es el inmigrante? ¿Son inmigrantes todas las
personas que se desplazan?

Se llama migración a todo cambio permanente de residencia. Según el sentido en que tiene lugar
la migración, se habla de emigración (salida) o de inmigración (llegada). La corriente migratoria es un
flujo de población emigrante de carácter espontáneo que mantiene constante su permanencia en el
tiempo y en el espacio. Son migraciones internacionales las que se manifiestan en dependencia de
legislaciones más o menos liberales en materia de partida y acogida. En la actualidad las corrientes
migratorias internacionales se focalizan en los países ricos, donde se dirige la población de países en
vías de desarrollo (económico) y en menor medida de países subdesarrollados (económicamente) (Zárate
y Rubio, 2010: 222). El inmigrante en un sentido geográfico, es aquél que ha nacido en otro país
(Izquierdo, 2002: 15). El sociólogo Anthony Giddens (1991/2001) define inmigración como “el
desplazamiento de personas a otro país para asentarse y la emigración como el proceso por el cual la
gente deja su país para asentarse en otro”. Ambos procesos se combinan para producir pautas
migratorias globales que vinculan a los países de origen y a los receptores (Giddens, 1991/2001: 336). El
análisis del sociólogo Alfred Schutz en Estudios sobre la Teoría Social y en el ensayo El extranjero,
define al forastero como “una persona adulta, perteneciente a nuestra época y civilización, que trata de
ser definitivamente aceptada, o al menos tolerada, por el grupo al que se aproxima”. Presenta al
inmigrante como el paradigma de esta situación social (Schutz, 1974: 95). Canela define al inmigrante

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como “aquel individuo que se ha movido de su sociedad natal (y de origen) y se ha insertado en una
sociedad ajena a él, y que además ha realizado su desplazamiento “espacial” buscando satisfacer sus
necesidades e inquietudes” (Canela, 2016: 60). El término inmigrante admite una amplia gama de
situaciones de movilidad humana apoyado en argumentos geográficos, económicos, políticos, sociales,
etc.
La cuestión es que el significado es demasiado amplio, su contenido está demasiado dilatado y se
vuelve impreciso. No es un término riguroso que delimite exactamente quién entra en la categoría
inmigrante y quién no. En muchos casos, a pesar del desplazamiento de un país a otro, algunos
extranjeros no son definidos como inmigrantes.

1.5. ¿Quién es y quién no es inmigrante? Aclaraciones sobre el contenido de la palabra inmigrante


En el contexto de las migraciones, el grupo o la persona que se desplaza a un lugar diferente del
que reside es caracterizado en función de la duración de la estancia y el objetivo del desplazamiento.
Así, hablamos de turistas cuando la estancia es breve y con un objetivo lúdico. Otro grupo que se
desplaza a un lugar diferente al que reside es el emigrante (cuando se va) y el inmigrante (cuando
llega). Este grupo, como el anterior, se caracteriza también por la diversidad de opciones que incluye.
Baumann, en relación a una sociedad de consumo, expresa en Turistas y Vagabundos (1999), la
presencia de un consumidor que se desplaza, que viaja con la esperanza de satisfacer un placer. Este
consumidor existe en una sociedad estratificada, donde los de “arriba” tienen un mayor grado de
movilidad y libertad de elección, donde el espacio no es un impedimento, estos son los turistas. En el
polo opuesto, los de “abajo” que tienen una movilidad limitada y restringida en muchas ocasiones, son
los vagabundos -los inmigrantes- con limitación de espacio. Las leyes de migración sirven para levantar
muros que limitan el espacio donde pueden moverse los vagabundos. Presenta al vagabundo como el
otro yo del turista (Baumann, 1999: 7.8, 16). Las noticias sobre turismo son razón de orgullo económico
y nacional. Se habla del aumento del turismo, se dan cifras y resultados periódicamente. Las noticias
sobre inmigrantes en cambio suscitan reacciones de indignación, sentimientos de amenaza, miedo y
pérdida de control (López Sala, 2007: 204). El sistema económico global presenta dos mecanismos
cruciales que se han intensificado en las últimas décadas: un conjunto de organismos privados y una
diversidad de medidas legislativas y judiciales adoptadas por los estados nacionales que tienen por
objetivo garantizar la protección de capitales y mercados globales. El estado nacional debe interactuar

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con una compleja economía global en lo que Sassen define una “nueva zona fronteriza” (Sassen, 1999,
1-2).
El término inmigrante se vuelve impreciso, es una figura estructurada en el imaginario social que
sirve para etiquetar ciertas personas procedentes de países de la periferia en el sistema capitalista.
También lo son sus descendientes, aunque nunca hayan migrado, son denominados por el cambio de
residencia de sus progenitores y no por su lugar de nacimiento o residencia, son los jóvenes de origen
inmigrante (López Sala, 2007: 159).

Entonces, a esta categoría de inmigrantes no pertenecen todas las personas que llegan a un país
extranjero para radicarse en él. La cuestión es que esta expresión se refiere a un determinado tipo de
inmigrantes: aquéllos que tienen como lugar de origen un país económicamente menos desarrollado o
con un pasado colonizado. La expresión inmigrante ha ido acompañada desde el inicio de su análisis,
con un enfoque económico, y es así como se percibe al inmigrante cuando hablamos de él, sin embargo,
en este análisis no se puede excluir el enfoque político. El inmigrante se desplaza porque busca mejorar
sus condiciones de vida a través del trabajo asalariado, cuando el país al que se desplaza ofrece un
salario superior al que recibiría en su país de origen. En conclusión, el inmigrante1 será una persona
pobre que proviene de un país pobre. Adela Cortina ha propuesto el término aporofobia referido al
rechazo al pobre para designar una patología de la realidad social como parte de nuestras emociones,
pero que puede modificar nuestras conductas. El problema en el rechazo al Otro no es la raza o la
cultura, es la pobreza. El pobre nos molesta, incluso en la propia familia porque avergüenza, provoca
rechazo a aquéllos que tienen recursos porque parecen que no tienen nada que ofrecer (Cortina, 2017:
21). Sayad señala que el inmigrante encarna la alteridad por excelencia, es diferente en muchos aspectos,
es de otra etnia, de otra cultura, de otra condición social, de un país social y económicamente pobre.
Procede de un país dominado económica, cultural, militar, políticamente (Sayad, 1999: 142).
El propio término se define a partir de una serie de connotaciones negativas que serán el punto
de partida para la construcción de discursos al respecto del colectivo de inmigrantes. Los inmigrantes no
son sólo los extranjeros que se desplazan a otra residencia para trabajar en mejores condiciones, son
además consumidores de recursos de la sociedad autóctona, los auténticos productores de riqueza. Por

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En este texto el término inmigrante se referirá a esta condición de persona pobre que es originaria de un país
pobre.

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estas razones hay extranjeros a los que no nos referimos como inmigrantes: no los son los ciudadanos de
países comunitarios que se desplazan por Europa, ni los turistas, ni los extranjeros procedentes de países
desarrollados, ya sean jubilados, estudiantes o profesionales de alto nivel, ni lo es el cuerpo diplomático,
ni los militares que tienen sus bases en países extranjeros, ni los trabajadores humanitarios, ni los
investigadores que trabajan en universidades extranjeras, deportistas de élite contratados por clubes
millonarios.

1.6. Los inmigrantes irregulares


Dentro de la categoría establecida de inmigrante (trabajador pobre de país pobre), existe una
subcategoría a la que suelen pertenecer al menos temporalmente la mayoría de inmigrantes, y algunos
indefinidamente, son los inmigrantes irregulares. Muchos inmigrantes consiguen documentación tras
una primera etapa de irregularidad administrativa, que puede durar varios años y que puede ocasionar
una situación de inseguridad y de ausencia de derechos. La entrada irregular se produce como
consecuencia de la inexistencia de opciones para hacerlo “con papeles”, así los inmigrantes se
convierten en infractores según la normativa vigente del estado nación en el que se encuentran. Esta
situación de irregularidad administrativa no solamente impide o limita el acceso al ámbito laboral, sino
también al jurídico (no pueden defenderse en caso de agresión o discriminación), a la titularidad de una
vivienda, a la reagrupación familiar o a los servicios de sanidad (según legisle el gobierno). Hasta
acceder a una situación regular, establecerse jurídicamente y laboralmente, suelen pasar varios años, aún
y así no tendrán acceso a derechos políticos (no pueden elegir o ser elegidos en elecciones locales,
autonómicas, estatales o europeas). En nuestras sociedades democráticas europeas los derechos a la
ciudadanía se basan en la posesión de derechos nacionales y no en criterios de residencia, deben
renunciar a su nacionalidad para adquirir la nacionalidad española y así disfrutar de los mismos derechos
que la población autóctona (Pereda, 2008: 2-3). López García, señala la condición de súbditos de la
población inmigrantes, dependientes de la autoridad de un superior con obligación de obedecerle. Para
una verdadera integración de la población migratoria debe incluirse la ciudadanía, garantizar los
derechos políticos y su capacidad de influencia en la esfera pública (López García, 2004b: 11).

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Capítulo 2 Recorrido teórico

La Antropología se desarrolla desde sus inicios en el siglo XIX con la constancia de la alteridad,
el descubrimiento de otros pueblos (exóticos, lejanos) durante la colonización europea. Hoy esa
alteridad se destina a otros grupos que no habitan tierras lejanas, sino que están en nuestros parques, en
nuestras escuelas y nuestras calles (Sánchez Parga, 2005:304). El fenómeno migratorio es un hecho
social total que incluye las condiciones sociales de sus actores sociales como emigrado y como
inmigrante. En el transcurso de las migraciones los procesos de construcción de identidades y
alteridades participan en un juego de inclusiones y exclusiones en el que está comprendido el conjunto
de la sociedad. En esta construcción de identidades es primordial la conceptualización de estado nación
y de comunidad imaginada. En la percepción del fenómeno migratorio, identidades y alteridades se
manifiestan a través del habitus, mediante prácticas, creencias y discursos incorporados como
regularidades objetivadas. Por último, la dicotomía Oriente/Occidente participa en la construcción del
juego de identidades como referencia histórica, cultural que condiciona la identidad de unos y otros.

2.1. Sobre los estudios migratorios


En la actualidad el pensamiento teórico sobre flujos migratorios se nutre de una diversificación
de teorías que contribuyen al análisis del fenómeno. El paradigma neoclásico desde un enfoque
netamente económico, se basaba en la elección racional e individual, la maximización de la utilidad, los
rendimientos esperados, la movilidad de factores y las diferencias salariales, como una inversión en
capital humano. Los movimientos migratorios eran resultado de una redistribución espacial del capital y
del trabajo: de países donde la mano de obra era abundante y los salarios bajos, a países con escasa
mano de obra y salarios elevados. Además, se esperaba que estos flujos migratorios resultaran en la
eliminación de diferencias salariales. Las aportaciones teóricas de las últimas décadas han facilitado una
mejor comprensión del fenómeno migratorio por la diversidad de enfoques. La mayor parte se han
enfocado en las causas profundas, en analizar porqué la gente emigra. Sería interesante ocuparse
también de aquéllos que no emigran, y preguntarse porqué no lo hacen. (Arango, 2003: 3-5)

2.2. Migración hecho social total


Los procesos migratorios son considerados como un hecho social total (Mauss), siguiendo a
Sayad en La double absence, (1999) quien define las migraciones a partir de la experiencia social del

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emigrante como una totalidad. Este sociólogo toma en consideración las condiciones en las que vive un
emigrante y las condiciones sociales que lo producen. Este autor sostiene que emigración e inmigración
son procesos que no pueden disociarse pues tienen una relación intrínseca. El análisis será reductor si no
se tienen en cuenta las razones que motivan ese movimiento y será además un discurso etnocéntrico si
en el estudio de los fenómenos migratorios sólo se toman en consideración las condiciones sociales en el
país de origen. En estos casos, el discurso producido se referirá sólo a las conductas del emigrado,
orientado a identificar las “faltas”, los comportamientos disfuncionales, a tomar las características
socioculturales de origen como condicionantes, consideradas genéricamente como una herencia cultural
y tratadas como “frenos” o como “obstáculos”, opuestos a los procesos de adaptación al nuevo ambiente
social. En cambio, es preciso considerar la relación entre el sistema de disposiciones de los emigrados y
el total de los mecanismos a los que están sometidos en los procesos migratorios. Se incluirá
información sobre las condiciones de vida y de trabajo en el país de destino y las diferencias que
inicialmente distinguían ya a los emigrados o los grupos de emigrados en los países de origen. Se trata
de dos sistemas solidarios de variables que se construyen: por un lado, las variables de origen: el
conjunto de características sociales, de disposiciones y aptitudes socialmente determinadas, que los
emigrados ya eran portadores antes de llegar (estas características permitirían apreciar la posición que el
emigrado ocupa en su grupo de origen, como el origen geográfico y/o social, características económicas
y sociales de ese grupo, actitud del grupo, del sujeto mismo al respecto del fenómeno migratorio, al
respecto del fenómeno migratorio, tal como está establecido por la tradición local de emigración, etc.); y
por el otro lado, las variables de resultado es decir de las diferencias que separan a los inmigrantes (en
sus condiciones de trabajo, hábitat, etc.) (Sayad, 1999: 28- 29).

2.3. Identificaciones y alteridades


A lo largo de la historia y en todas las sociedades se produce algún tipo de reconocimiento de la
diferencia entre la propia experiencia subjetiva y el resto, se origina la forma de definir al grupo y a los
que no pertenecen al grupo. La identidad es una categoría de la experiencia personal y colectiva, es un
principio ordenador de las relaciones sociales y de las posiciones de las personas en los grupos. Está en
relación con los procesos de identificación en un movimiento de afinidad y semejanza a través del
reconocimiento por parecido, con aquéllos con los que se siente y cree que se asemeja o puede
considerar iguales (o parecidos). La identidad se materializa a través del discurso y la práctica

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(Goicoechea, 2011:185). Al mismo tiempo se producirán procesos de des-identificación que son la
génesis en la construcción de alteridades (Goicoechea, 2011:187). Sánchez Parga define la identidad
cultural como parte de una identidad social que participa en un sistema de inclusiones y exclusiones a
través de identificaciones internas y diferenciaciones externas con otros individuos y grupos. Se trata de
una identidad relacional, en referencia al Otro (Sánchez Parga, 2005: 307).

2.4. Sobre políticas de identidad y alteridad en el estado nación


Considera Comaroff que las identidades culturales no son “cosas” sino relaciones cuyo contenido
se fragua en la particularidad de la construcción histórica. Por esa razón, sostiene este autor que el
“contenido” de la etnicidad y la nacionalidad no puede definirse en abstracto. Las identidades están
siempre relacionadas con ecuaciones de poder, materiales, políticas y simbólicas. La construcción de la
identidad tiene lugar en la práctica de la vida diaria, es una construcción social, cultural, económica,
estética y política. Una vez objetivadas, las identidades adquieren relevancia para quienes las
experimentan, hasta parecer naturales, esenciales y primordiales (Comaroff, en Cañedo & Marquina,
2011: 213-216).
La importancia de los factores políticos (tanto en el origen como en el destino) en los procesos
identitarios radica en su participación con los de construcción nacional y dan forma a la manera de
percibir la inmigración. Esta perspectiva nacional está presente además en los discursos científicos y
teorías sociales. Glick, Basch, Blanc-Szanton (1992) consideran que la construcción del Estado es un
elemento central para la constitución de comunidades transnacionales. La ciudadanía sería el mecanismo
de integración sociopolítica de las sociedades democráticas para incorporar a los individuos en el ámbito
de la comunidad, es una identidad política fundamental. El clásico de Marshall Citizenship and social
class (1950) explica claramente que la ciudadanía es una institución construida en un largo proceso
histórico (López Sala, 2008: 106).
Este proceso de transnacionalización mantiene unidad a pesar de ubicarse al mismo tiempo en
varios países, en gran medida por el proceso de exclusión de la construcción de la nación. Besserer cita a
Kearney en Anthropological Perspectives on Transnational Communities in Rural California (1989)
quien señala una “doble conciencia” o “identidad híbrida” característica de las comunidades
transnacionales. Este fenómeno es resultado no sólo del doble proceso de construcción nacional, sino
también por el hecho que la “unidad” de la nación es sólo “imaginada” (Besserer, 1999: 6).

16
Tambiah (1993) define el euronacionalismo clásico (en contraste con el etnonacionalismo)
tratados como modelos ideales, como formaciones ideológicas. El euronacionalismo se proyecta en un
Estado secular fundado en los principios universalistas de la ciudadanía y el contrato social; mientras
que el etnonacionalismo considera la particularidad cultural y reconoce una asociación por adscripción,
hay un vínculo emocional profundo. El primero define la jurisdicción legal y política en términos
territoriales, el dominio de la comunidad política corresponde a sus fronteras geográficas. El
etnonacionalismo, tiende a reclamar la lealtad de sus súbditos donde quiera que estén (Tambiah, en
Cañedo, 2011: 225-226).
Las fronteras determinan espacialmente la pertenencia de diferentes grupos sociales, pero
además tienen varias funciones de demarcación y territorialización entre flujos e intercambios sociales y
materiales. Por último, significan también límites legales, restricciones y divisiones geopolíticas. Las
fronteras son el resultado diseñado en la historia de la expansión imperialista y del imperialismo colonial
y de la herencia de esta dominación. En la actualidad las fronteras desempeñan una función de
configuración mundial que definen patrones de movilidad y reordenan el espacio político. Son muros
físicos que establecen puntos de control. Finalmente, las fronteras son también cognitivas porque
cumplen una función esencial para los procesos cognitivos, permiten establecer taxonomías y jerarquías
conceptuales que estructuran el movimiento del pensamiento (Mezzadra, 2013: 4, 16).

Stolke define el término de fundamentalismo cultural como una exaltación de un derecho


primordial a la identidad y a la fidelidad nacional, destacando las diferencias con el racismo donde la
principal característica es en la manera de percibir a los que supuestamente amenazan la paz social de la
nación. Esta percepción legitima la exclusión de los inmigrantes. Otra diferencia es la manera de invocar
la diferencia, el fundamentalismo presupone que las relaciones entre las culturas son por naturaleza
hostiles y mutuamente destructivas, por el carácter etnocéntrico propio del ser humano. (Stolke, 1995: 4)
El fundamentalismo utiliza una simetría de conceptos opuestos, el extranjero, al forastero se opone al
nacional, ciudadano. Esta autora sostiene que esta relación es de carácter político, por la carga en su
significación, en el vínculo con el territorio nacional y su identidad cultural. La presencia de población
inmigrante en territorio europeo cuestiona el contenido del significado estado-nación en la modernidad,
y qué requisitos son precisos para adquirir ciudadanía y nacionalidad. Cada país ha legislado los

17
términos para definir el modo de adquisición de identidad nacional. Stolke presenta el caso francés
donde el ius sanguinis (el criterio por descendencia), te hace francés por haber nacido de padres
franceses; frente al ius soli británico (el criterio por lugar de nacimiento) que te hace inglés por haber
nacido en territorio británico (Stolke, 1995: 7-8).

Rea en su análisis sobre la construcción de categorías y clasificaciones identitarias que subyacen


a las nuevas formas de exclusión e inclusión en el contexto europeo, reconoce las transformaciones que
se producen a nivel normativo e identitario. Europa adquiere un carácter de entidad política, legal y
cultural en la formación de identidades colectivas objeto de estigmatización. Se refiere a la producción
de una identidad europea que trasciende identidades nacionales. Esto se ha conseguido enfatizando la
identidad europea de forma similar a las identidades nacionales, usando mitos históricos como
referentes, rituales como eurovisión o nexos económicos como una moneda única. Además, existe un
sistema legal supra-nacional que garantiza a los trabajadores europeos derechos básicos a través de la
ciudadanía (Rea, 2006:165). A través de esta construcción identitaria se genera un “miedo al Otro”, que
se traduce en un control de fronteras y restricción de movimiento de las personas (no europeas) en el
ámbito político. Si la europeización tiende puentes entre las diferentes naciones, pone distancias basadas
en la etnicidad para países no europeos. Rea utiliza el término outsiders para referirse a grupos de
inmigrantes y sus descendientes, el tunecino que reside en España y tiene nacionalidad seguirá siendo
tunecino para el resto de españoles. Habrá una continua lucha por el reconocimiento a pesar de la
integración social, económica y política de los nuevos ciudadanos, seguirán siendo víctimas de
situaciones de discriminación racial, étnica, administrativa. El autor se refiere al término “racismo
europeo” para estos métodos de inclusión y exclusión de ciudadanía, al que pueden ir integrándose
nuevos países que vayan formando parte de la Unión Europea (Rea, 2006:168-171).

2.5. El poder y la construcción de discursos


2.5.1. BOURDIEU y el habitus
Para Bourdieu, el poder es una cuestión crucial en las ciencias sociales. Se pregunta cómo se
mantienen y reproducen los sistemas sociales jerárquicos a lo largo del tiempo. Considera que, en las
sociedades democráticas modernas, el estatus social no se mantiene por la fuerza, ni es un asunto
esencialmente económico, sino que todos los símbolos y prácticas culturales expresan “distinciones

18
sociales” y ayudan así a determinar las jerarquías de poder. Estas jerarquías de poder se manifiestan de
manera inconsciente como resultado de la socialización de una clase determinada: la conciencia general
a cerca de valores, costumbres y símbolos. Incluye la cultura misma como una forma de capital.
Aquéllos que posean el capital cultural más valorado reflejarán y establecerán las normas de sociedad.
Tendrán capacidad para imponer al resto de la sociedad una visión hegemónica del mundo que no se
cuestiona. Los condicionantes sociales implícitos en estas legitimaciones están integrados en el habitus
del individuo «como sistemas de disposiciones duraderas, reversibles, estructuras estructuradas
predispuestas para funcionar como estructuras estructurantes, como principios que generan y
organizan prácticas y representaciones que pueden se objetivamente adaptadas a sus resultados sin
presuponer una meta final consciente o una expresa maestría en las operaciones necesarias para
alcanzarlos.» Para Bourdieu, el habitus es la internalización de normas y reglas objetivas que sugieren
como deberíamos actuar en una situación dada. La mayoría de las acciones humanas son el efecto de
hábitos mentales. El habitus es cultura como práctica, proporcionará una estructura que dirigirá la acción
dentro de un número muy limitado de improvisaciones. Se manifiesta dentro de los campos de la lucha
competitiva. Es mediante estas luchas y a través de la asimilación inconsciente de las reglas existentes
de la sociedad, la forma en la que las jerarquías de poder logran mantenerse para reproducirse
generación tras generación (Lewellen, 2009: 251-254).

El habitus está formado por procedimientos y rutinas familiares, que se aprenden en el contexto
de las propiedades estructurantes de las prácticas cotidiana, en contextos interactivos durante la
socialización y el transcurso de la vida, mediante observación, descubrimiento guiado e imitación. Por
medio de la repetición y rutinización, son progresivamente abstraídos de sus contextos de producción,
convirtiéndose en patrones de acción y pensamiento caracterizados por su evidencia y necesidad. Son
generadores de acción, pero también recursos para la reproducción de estructuras de sociales.
Constituyen un cuerpo de saberes, lugares comunes, preceptos éticos, insertos en relaciones familiares y
cotidianas que las vehiculan, expresan y expanden. Son resultado de procesos de rutinización,
simplificación y formalización. Se convierten en automatismos mediante su incorporación y
confirmación repetida en el tiempo, que empleamos espontánea e inconscientemente en nuestra vida
rutinaria cotidiana (Goicoechea, 2011:161). Las condiciones particulares de existencia producen habitus.
Es un producto de la historia individual y colectiva, experiencias del pasado en forma de esquemas de

19
percepción, de pensamiento y de acción que garantizan la corrección de las prácticas y su constancia en
el tiempo. Un pasado presente que tiende a perpetuarse. Las obras y prácticas generadas por el mismo
habitus tienden a generar un tipo particular de regularidades objetivas, conductas razonables o de
sentido común. Tales prácticas se pueden presentar como in-corporaciones, es un proceso de
adquisición, interiorización e implica una relación general de identificación (Goicoechea, 2010: 65-68).

2.5.2. El habitus en la construcción de ontologías sociales


Las ontologías sociales son clasificaciones referidas a clases de cosas animadas a las que se les
atribuye intencionalidad, motivación y autonomía. Generalmente refieren a personas y grupos, sus
formas de relación y agencia. Las ontologías sociales y sus correlatos identitarios/alteritarios extenderían
su campo de acción también al ámbito religioso, mágico, sobrenatural, representaciones de la muerte.
Son modelos generales de quién es quién en un paisaje humano sociocultural, demográfico, histórico
específico. Dividirán lo que se considera humano y lo que no. Casi todos los grupos humanos se
consideran a sí mismo como una clase especial de seres. En todas las denominaciones destaca el
extrañamiento genérico de sociedades grupales diferentes con el que el sujeto se identifica. Las
ontologías sociales tienen un carácter experiencial indudable, en términos de in-corporación y ontogenia
(Goicoechea, 2011: 168-170).

2.5.3. FOUCAULT y el discurso


Foucault convierte el discurso no en un modo de expresión sino en objeto de análisis. Considera
el discurso como un sistema de conocimiento que determina los límites de pensamiento o de la acción,
es específico a un tiempo y espacio determinados, nos permite hacer declaraciones verdaderas o falsas,
se componen de un conjunto de reglas que son en gran medida inconscientes. Estas reglas discursivas
determinan lo que es posible conocer, concebir, fijando así los límites de lo que hacemos y lo que
pensamos. Entre las reglas subyacentes en disciplinas específicas están aquellas de exclusión (lo que no
puede ser incluido), de clasificación (las formas en las que catalogamos las cosas y sus atributos), de
orden (las maneras según las cuales relacionamos las cosas). Estas reglas también determinan quién
puede hablar y quién no puede. Todos los discursos son históricamente específicos, relacionados a unas
condiciones históricas particulares, por lo tanto, no existe un discurso total que pueda reclamar una
verdad última (tal como pretende la ciencia o la religión) (Lewellen, 2009: 257-258).

20
2.5.4. FOUCAULT y el poder
Foucault rechaza las definiciones liberales de poder, considera que no reside en los individuos,
clases o en los que poseen los medios de producción, como Marx. El poder es inherente al discurso en sí
mismo, el verdadero poder no reside en la presidencia, la policía o los burócratas, sino en el sistema
escolar en que somos socializados, la profesión médica que controla nuestra salud, la profesión
psiquiátrica que determina lo que es psicológicamente normal. El poder no puede separase del
conocimiento y viceversa, por eso Foucault dice “el conocimiento es poder”. La verdad es el aspecto
central del poder (Lewellen, 2009: 257-259). Las identificaciones y alterizaciones son procesos sociales
que se sitúan en el paisaje político de poder, de dominio, de definiciones, imposiciones, legitimaciones,
autoridades. Los discursos y prácticas sobre estos procesos no se reparten de la misma manera en la
sociedad y en su modo de organizarse. No todos los actores tienen la misma capacidad para imponer sus
definiciones de la realidad y legitimarlas. Por otro lado, esta forma de imposición no es eterna, todas las
formas de poder acaban desgastándose, y nuevos términos aparecerán para legitimar el cambio
(Goicoechea, 2013:198-199).

2.6. El Orientalismo de Said


El politólogo y ensayista Edward Said describe la formación y construcción de las imágenes
occidentales sobre Oriente Próximo durante los dos últimos siglos, en su obra Orientalism (1974)
analiza y critica las cosmovisiones sobre el islam y el Oriente árabe (Eickelman, 2002:66-67). Said en el
análisis que hace del término en esta obra, concluye que la expresión Oriente y sus derivados (Lejano
Oriente, Oriente Medio, orientalistas, …) responden a una construcción eurocéntrica y esencialista
ideada en clave geográfica que abarca varios países con gran heterogeneidad histórica, social y cultural,
política, económica, religiosa y lingüística (Said, 1997:25). Baumman (2004) conectado con la obra de
Said, propone el término gramáticas para comprender los tipos de construcción, este concepto se refiere
a lógicas ordenatorias que explican diferentes dinámicas y estructuraciones de procesos identitarios y
alteritarios. La orientalización es la imagen de lo que no somos, se organiza como una negación de lo
que no somos, no tenemos, lo que tienen ellos. Aparece el exoticismo que atrae y produce rechazo por
igual. Esta lógica pertenece a la alterización exotizante que se realiza de igual manera sobre el salvaje,
el primitivo o el negro (Goicoechea, 2013:201). López García destaca el contraste entre la fascinación
por el mundo islámico clásico y su civilización en las llamadas sociedades occidentales y el desprecio en

21
la actualidad hacia los ciudadanos de países con mayoría musulmana. Hoy se destacan las autocracias de
sus países, la miseria e incultura de sus ciudadanos, los fanatismos y la violencia de grupos-religiosos.
El 11 de septiembre de 2001fue un momento de inflexión en la construcción de esta imagen
distorsionada del islam (López García, 2002: 1).

Esta visión reduccionista y desfigurada se recrea en los medios de comunicación, pero también
desde las élites intelectuales donde aparecen voces con estas visiones estereotipadas. El intelectual
Giovanni Sartori (Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, 2005) considera incompatible el
islam con Occidente, manifiesta la incapacidad de los ciudadanos musulmanes con la convivencia
democrática debido a su identidad espiritual. Añade que los inmigrantes musulmanes están insertos en
su cultura islámica y esto los incapacita para su integración, serán unos alter-ego perpetuos, la única
manera de conseguirlo sería impedir el acceso a una formación islámica y abrazar únicamente la
identidad nacional del país de acogida (López Sala, 2004a: 434). Sartori cae en una contradicción
cuando en defensa de la democracia pone límites a los ciudadanos y al pluralismo cultural.
Una de las cuestiones clave en esta construcción simbólica, es que se realiza fuera de la historia
sin considerar las relaciones históricas que has existido en nuestras civilizaciones. La raíz de las
hostilidades hacia lo islámico se remonta a varios siglos cuando la ideología colonial fabricó la imagen
dicotomizada de civilización y barbarie. Se construyen dos comunidades una tiene su identidad en la
democracia, la otra en el fanatismo religioso, los integrantes de cada una quedan encajados en los límites
impuestos por tales caracterizaciones. La visión islamófoba tiene una imagen de fortaleza con ansias
históricas de invadir Occidente quienes deben defenderse de tal amenaza. Así se construye la imagen de
choque de civilizaciones (López García, 2008: 966-967). Se utiliza el estereotipo y la generalizasen
nombre del islam, sino la totalidad de la comunidad islámica quienes quedan asociados a tales
afirmaciones. El proceso de inmigración se observa desde esta perspectiva esencialista como una forma
de agresión, una invasión encubierta de la que será legítimo defenderse. Está asumida en esta visión el
rechazo de este colectivo de inmigrantes a la integración. El musulmán para ser ciudadano democrático
debe dejar de ser musulmán. (López García, 2008: 970-971).

Desde los países islámicos también se fomenta una visión del pasado en conflicto que se
reproduce en las escuelas, como en el caso de Marruecos. Los textos oficiales de la educación islámica y

22
de lengua y literatura árabes se nutren de una ideología victimista que condena la invasión cultural y
denuncia las acciones de Occidente sobre los pueblos del islam. Un 70% de los jóvenes marroquíes de
hoy consideran primaria su identidad musulmana, antes que la marroquí. Se construye así una suerte de
acercamiento hacia lo musulmán incluyendo a los ciudadanos de otras sociedades islámicas antes que
cualquier otra del mundo occidental (López García, 2002: 14-16).

23
Capítulo 3 Breve descripción histórica de la migración entre el Magreb y España

3.1. Los orígenes


Los desplazamientos de población entre la península y el norte de África se remontan en la
historia y se han producido en las dos direcciones. Por su proximidad física el sur de la península Ibérica
y el Magreb han mantenido todo tipo de intercambios a lo largo de la historia. El Magreb ha sido país de
acogida de migraciones españolas: las expulsiones de judíos y moriscos de la Península (siglo XVII), las
migraciones económicas hacia la Argelia francesa desde 1840 o hacia el Marruecos colonizado a partir
de 1912 (López García, 2006:1-2).

Las migraciones internacionales de los magrebíes han sido escasas antes del siglo pasado, hasta
la mitad del siglo XIX no se iniciará una migración golondrina de la Argelia francesa y a partir de 1912,
otra migración marroquí hacia la metrópoli. El mayor volumen de desplazamientos se iniciará tras la
guerra de la independencia de Marruecos hacia otros países europeos (López García, 2004b:1).

3.2. Migraciones del siglo XX


Khader refiriéndose a la población de países árabes, cita una migración sobre todo magrebí hacia
Inglaterra y Francia, principalmente que se inició durante la Primera Guerra Mundial y continuó en la
Segunda. Tras la segunda contienda la movilidad humana de esta zona geográfica se distinguen dos
fases: tras la IIGM y hasta 1954 y una segunda durante la Guerra de Argelia (1954-1962). En la primera
fase (1945-1954) Francia define e implementa una política de inmigración, determinando las
condiciones de entrada y estancias. Era una emigración sobre todo obrera, necesaria por la falta de mano
de obra francesa y considerando aún las relaciones de poder coloniales. En la segunda fase (1954-1962)
el movimiento migratorio argelino disminuyó, mientras el marroquí y tunecino se aceleraron. (Khader,
2006: 52-55).
La crisis del petróleo se traduce en una revisión de las políticas migratorias en Europa. Francia
con el gobierno de Giscard d’Estaing pretende detener la inmigración, a pesar de ello, las migraciones
magrebíes, argelinas y tunecinas aumentaron. Según Khader, la trayectoria migratoria magrebí sigue una
ley común a este tipo de trayectorias: fase de crecimiento lento, otra de crecimiento rápido, una tercera
fase de estabilización y una última fase de declive. Como Francia e Inglaterra, Bélgica, Holanda y
Alemania aumentaron sus necesidades de mano de obra, sus empresarios contrataron población de

24
países del sur del Mediterráneo. Estos países llegaron a acuerdos bilaterales con los tres países
magrebíes para asegurarse el aprovisionamiento en mano de obra necesaria para sus economías (López
Sala, 2004a: 24). Sin que existan cifras oficiales, se calcula que la inmigración magrebí era básicamente
masculina y no sobrepasaba los dos millones de personas, ante una población extranjera total estimada
de 8,1 millones de personas. En esa época España, junto a Italia y Portugal eran los que menos
población migrante recibían, alrededor de un 1% de su población total (Khader, 2006: 57-61). Durante la
década de los setenta, tras el cierre de fronteras de los países de la Unión Europea y la crisis del petróleo
se produce un freno en estos movimientos migratorios. (López Sala, 2004a: 24). En los 90 los países del
Magreb y en especial Marruecos acentúan los flujos migratorios diversificando las zonas de salida y los
países de llegada. España hasta ese momento fue más bien un país “emigrador”, a partir de 1991 la
tendencia aumenta.

3.3. La migración magrebí en España


El grupo de marroquíes ha sido el grupo de mayor y más rápido crecimiento, por su proximidad
geográfica, sus lazos históricos y la imposibilidad de “cerrar” las fronteras marítimas. Los marroquíes
llegan a España hacia los años sesenta, en la llamada “Operación Tránsito” que a partir de los noventa se
llamará “Operación Paso del Estrecho”, en el tránsito estival de los trabajadores magrebíes por Europa
hacia su país de origen (López Sala, 2004a: 64). Hasta la década de los ochenta, España no es un país
interesante para la inmigración, a partir de entonces lo es, por el despegue económico y por el cierre
europeo de fronteras a la inmigración laboral de 1974 (Gesser & Rein, 2011: 189). En los siguientes
años, España se convierte en destino de inmigrantes marroquíes, también de planes y políticas de
integración y de lucha contra la inmigración ilegal. Estos autores indagan en las causas de esta
inmigración e inciden en motivos económicos: familias en el umbral de pobreza, altas tasas de paro
especialmente en las zonas rurales. Destaca como característica la constitución de redes que vinculan el
país de origen con el de acogida (Gesser & Rein, 2011: 193-194). Las administraciones políticas de
socialistas y populares realizan en 1986, 1991, 2005 procesos de regularización, una estrategia para
reducir el número de inmigrantes “clandestinos” (Gesser & Rein, 2011: 200-201). A partir de la década
de los noventa la necesidad de mano de obra en el sector agrícola y más tarde también en el de la
construcción contribuyó a aumentar estos flujos migratorios. En 1992, había en España 52.501
marroquíes regularizados con permiso de trabajo, en su mayoría hombres. Las dificultades para obtener

25
datos cuantitativos precisos estriban en dos cuestiones: el carácter clandestino de una parte de esta
población y la dispersión de las fuentes estadísticas (Khader, 2006: 63-66).
La novedad en la década de los noventa, es un discurso desde los sectores conservadores, que
pretende filtrar la migración según procedencia geográfica, bajo un pretexto cultural, que supondría
mayor facilidad de integración de ciertos colectivos (los latinoamericanos-hispanohablantes y católicos,
frente a magrebíes o africanos musulmanes). Este discurso étnico esconde un temor a la pérdida de
identidad nacional (Gesser & Rein, 2011: 213). En 1991 además se implanta la necesidad de visado para
los magrebíes tras la entrada de España en el espacio Schengen, abriendo así la forma de ingreso por
vías clandestinas. En 1995 se engendra una impermeabilización de fronteras de Ceuta y Melilla con
sistemas electrónicos, valla, alambrada, pero estas acciones de control no impiden las entradas
clandestinas. Cuatro años más tarde se instaura el Sistema Integrado de Vigilancia Exterior, un sistema
con infrarrojos, radares, cámaras térmicas y visores nocturnos para detectar las embarcaciones y
proceder a su intercepción antes de que lleguen a la costa. (Sempere, 2010: 86). Desde 2009 destaca un
cambio en los flujos migratorios tras la crisis económica: se ralentizan las llegadas, aumentan las salidas
de ciudadanos españoles y demora en el retorno de ciudadanos españoles residentes en el extranjero.

El estudio sobre Juventud e Inmigración de López Sala (2007) presenta una panorámica sobre el
perfil sociodemográfico de la población joven de nacionalidad extranjera en España. La población entre
15 y 29 años de procedencia extranjera representaba el 40% del total de los extranjeros de todas las
edades entre 2001 y 2005. Según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) la actividad de los
jóvenes extranjeros en España se encuentra segmentada en función del sexo y sector de actividad,
especialmente en el sector terciario (en comercio y hostelería fundamentalmente) (López Sala, 2007: 13,
20). Por un lado, la emigración ha significado para muchos jóvenes magrebíes, la ocasión de
independizarse de la tutela familiar y liberarse del servicio a un trabajo agrícola desvalorizado. La
emigración posibilita una promoción y en muchas ocasiones una reinterpretación de los roles familiares
y el derrocamiento de antiguas jerarquías sociales. (Sayad, 1999: 48). Pero, por otra parte, en el país de
acogida, el aislamiento de niños y jóvenes a determinados barrios, en el ámbito escolar o en espacios de
ocio provoca un desconocimiento del sistema de símbolos, la internalización de roles, las cualidades que
fomentan la identidad. (López Sala, 2007: 31-32). El ámbito educativo es esencial en la creación de

26
valores, identidades, y es, además, el primer lugar donde se inicia la convivencia con personas diferentes
a los de tu propio grupo familiar. (D’Ancona y Vallès, 2014).

El movimiento continuo de personas desde Marruecos es consecuencia de la situación económica


de Marruecos y la pujanza de España, ambos países se han beneficiado de estos flujos. Marruecos ha
alcanzado un papel protagonista como uno de los principales países emisores de emigrantes, pero
además se ha convertido en el principal lugar de tránsito de un gran número de personas procedentes de
países africanos y otros lugares del mundo. Marruecos sufre las presiones europeas para frenar sus
propias migraciones, pero además debe responder ante los que llegan al país de tránsito con destino a
Europa (López Sala, 2004a: 27, 58).

27
Capítulo 4 Construyendo la imagen del Otro: la alterización del inmigrante magrebí

Des hommes, mais des hommes sans femmes: leurs femmes sont sans hommes, veuves,
elles ne le sont pas puisque les maries sont vivants; leurs enfants sont sans pères, des orphelins
alors que les pères sont vivants. L’emigré cést l’homme de deux endroits, de deux pays. Tout est
partagé en eux (les emigrés): eux, toutes leurs idées, c’est qu’ils pensent, leurs projets. Ils sont
partagés entre ici et là-bas (Sayad; 1999: 51).

4.1. La imagen del Otro


La imagen del inmigrante alterizado se produce mediante la construcción de identidades a través
de procesos identitarios y alteritarios. En el imaginario social los que pertenecen al grupo autóctono (de
los países de acogida) no incluyen al grupo de inmigrantes. Esta alteridad trasciende las generaciones:
los descendientes nacidos en el país de acogida de los padres seguirán siendo inmigrantes. Los intentos
de integración por parte del inmigrante tampoco lograrán un éxito completo, por la imposibilidad de
llevar a cabo una asimilación total, nunca se asumirá suficientemente la culturizado por la sociedad de
acogida, mientras queden rasgos (visibles) de la cultura de origen.

Forman parte de estas identidades y alteridades nuevas formas de racismo basadas no en lo


biológico sino en las diferencias culturales. El rechazo a los inmigrantes se define como una forma de
racismo que no se basa en criterios biológicos sino culturales: se trata de comportamientos
discriminatorios hacia ciertos colectivos a los que se atribuyen determinadas características para
definirlos como inferiores (Stolke, 1995: 1-2). Se destaca la diferencia: no haber nacido en un territorio
determinado, no tener un expediente administrativo en regla, pertenecer a una familia procedente de otro
país. A estas diferencias se les atribuye además la facultad de dificultar la convivencia con la población
autóctona. Son intrusos, son una amenaza, son irrespetuosos con las costumbres locales (Pereda, 2008:
4). Este nuevo racismo se distingue por su énfasis en la pérdida de la identidad nacional que supone el
aumento de la inmigración.
En el contexto de la Unión Europea la “otredad” se ha matizado el concepto de comunidad
imaginada, donde todos los europeos pertenecen a una misma “familia étnica”, los Otros son los que
están fuera de la Unión Europa (que es una construcción política y económica contemporánea). La

28
europeización es la base para la construcción de la ciudadanía europea, en la que se consideran las
identidades existentes (de cada estado nación) y las identidades nuevas (la identidad europea). De esta
manera los miembros las comunidades de acogida se diferencian de los no europeos, pero antes este
orden simbólico es patrocinado por las élites europeas en procesos de fronterización y regulación de
movimientos (Rea, 2006: 167, 170).

4.2. El colectivo magrebí en España


La forma “norte de África” o “noráfrica” no responde a toda la zona geográfica del norte de este
continente, sólo Marruecos, Argelia, Túnez y Libia. La población arabohablante de esta región utiliza la
expresión el “Magreb” (Poniente) para nombrar esta zona. Los términos para referirse al norte de África
son más lógicos si se considera el contexto geopolítico de un pasado lejano y el de la dominación
colonial europea durante los siglos XIX y XX. En los siglos VII y VIII llegaron las primeras invasiones
musulmanas procedentes de la península Arábiga. El “Magreb” es en el ámbito francés un término
popular porque hasta mediados del siglo XX, la región excepto Libia (que fue conquista por Italia)
estaban bajo el dominio colonial francés. Las distinciones coloniales y fronteras que se aplicaron durante
aquella etapa persisten en la actualidad (Eickelman, 2003: 39).
El término moro en origen no es un término despectivo, pero en la actualidad tiene
connotaciones negativas. Esta palabra proviene del latín maurus, que significa negro, pero se refiere a un
grupo gentilicio (de Mauritania) de origen poco claro2. En el 711 d.C. llegaron a la península ibérica
(que por entonces no era España) pobladores del norte de África (que no eran árabes), eran los moros. Se
trataba de un grupo étnico que había sido islamizado y que adoptó el árabe como lengua nacional. Eran
tribus bereberes del norte de África en alianza política con los Omeyas del Califato de Damasco (Siria).
El magrebí en España será siempre un inmigrante, sin importar su trayectoria biográfica ni sus
acciones para insertarse en la sociedad de acogida. Los magrebíes en España están encajados por el
imaginario social en primer lugar, en una etiqueta de musulmaneidad, que se apoya en la dicotomía
Oriente/Occidente su condición alterizada a partir de la religión se traduce en la imagen de “invasores” o
“enemigos” (de Oriente, de la democracia, del cristianismo). Su estigma se materializa a partir de su

2
http://etimologiaarabe.blogspot.com.es/2010/02/si-bien-se-habla-generalmente-de-los.html

29
aspecto físico, los magrebíes son reconocidos por su cuerpo, sus rasgos, su forma de vestir, sus
prácticas, configurando un cuerpo colectivo que los representa.
La construcción identitaria se produce por un lado a escala global, tras los atentados del 11 de
Septiembre del 2001 y las políticas resultantes que significaron la diferenciación de los musulmanes
extremistas terroristas y los musulmanes buenos moderados. A escala local, la concepción de moro se
reactivó con el añadido de musulmanes en relación con la violencia en clave religiosa. Estos argumentos
se apoyan en discursos culturalistas, que esencializan y determinan a los musulmanes como víctimas de
su propia cultura. Los medios de comunicación también se han hecho eco de estos discursos donde islam
y fundamentalismo aparecen como una sola cosa (Téllez, 2011: 17, 21). En ocasiones inmigración y
terrorismo acompañan el mismo titular.

4.3. El problema de ser musulmán


El discurso basado en el orientalismo se apoya en la falsa bipolaridad de fuerzas entre Occidente
y Oriente (hace unas décadas era Occidente contra el Comunismo), hoy la lucha va entre la democracia
liberal y capitalista contra el totalitarismo, el tradicionalismo y el patriarcado del islam (López Sala,
2004: 433; Said, 1974). Este discurso culturalista se basa en el furor de las diferencias culturales hasta
hacer incompatibles dos comunidades en conflicto. En este discurso de base nacionalista se distorsionan
ambas culturas, una exagera los aspectos negativos del otro y minimiza los propios. En esta lógica
discursiva, el magrebí es para el occidental un musulmán, su religión se convierte en construcción
identitaria, una generalización negativamente estereotipada. Ser musulmán se vuelve incompatible con
el querer ser (o vivir como) europeo (López Sala, 2004: 433). El musulmán es responsable de la
violencia terrorista, se habla de una yihad como si la guerra santa de las Cruzadas siguiera gestándose
por la toda la comunidad musulmana. Se toman versos del Corán que justifican un odio hacia lo
Occidental (como si el Corán se hubiese escrito cuando Europa existía). Lo que emigra no es el magrebí,
es su religión, desaparecen las personas, quedan ocultas bajo la etiqueta que los identifica y calificados
según los estereotipos asumidos por la sociedad de origen: el moro es vago, sucio y ladrón (López Sala,
2004a: 436).

Por otra parte, se atribuye a la tradición islámica un imaginario patriarcal que somete a las
mujeres por su condición de género. La imagen de la mujer magrebí es la de sumisa, sometida, menor de

30
edad en voz y derechos. Si bien, la sociedad patriarcal está presente en esta tradición (como en nuestra
cultura globalizada neoliberal), existen voces desde dentro que abogan por un feminismo islámico.
Badran (2002) en Islamic feminism: what’s in a name?, lo caracteriza como un discurso y una práctica
feminista articulada dentro de un paradigma islámico. Los fines de esta corriente feminista derivan del
Corán y persiguen la consecución de los derechos para hombres y mujeres de modo integral. El islam
puede constituirse en un modo de organizar y teorizar las luchas de las mujeres en contextos
musulmanes (Corrochano, 2012: 157-158).

31
Capítulo 5 Construyendo estereotipos y discursos sobre el inmigrante magrebí

En 1963 Eric Goffman en su libro Estigma, la identidad deteriorada explica que en la actualidad
este término designa el mal en sí mismo y no a designaciones del cuerpo, cuando originalmente la
Grecia clásica el concepto se refería a signos corporales. La sociedad establece los procesos de
categorización y sus atributos, estos cambian a lo largo del tiempo (Téllez, 2011: 75).

5.1. Prejuicios, estereotipos y discursos


Goicoechea indica que el prejuicio es un juicio previo que clasifica, evalúa y juzga antes de la
experiencia y el conocimiento. El prejuicio se dirige a través de nuestra desconfianza hacia lo
desconocido, inhabitual, peligroso o impuro (Goicoechea, 2011: 429). El texto La externalización de la
xenofobia D’Ancona cita a Allport y Gardner para definir el prejuicio. Gardner (1994) distingue el
término prejuicio como una idea preconcebida que se tiene sobre algún objeto o persona y una
evaluación (positiva o negativa de algo). Allport lo define como una actitud hostil o desconfianza hacia
una persona que pertenece a un grupo, simplemente por el hecho de pertenecer a dicho grupo
(D’Ancona, 2005: 213). Allport (1954/1977) en The nature of prejudice señala la competencia como
condición que favorece la aparición de prejuicios étnicos. Por ejemplo, magnificar la presencia de
inmigrantes y pedir restricciones en su llegada o expulsión. Por otra parte, este autor expresa que el
desconocimiento mutuo es un factor clave para la presencia y perpetuación de prejuicios y estereotipos
negativos (D’Ancona, 2006: 201-202).
Este autor considera que existe una propensión al prejuicio que se normaliza: nos juntamos con
los de nuestro tipo/especie, no es que necesariamente tengamos un prejuicio, sino que nos sentimos más
cómodos y es más fácil juntarnos con los de nuestra propia clase (Allport, 1954/1966:17-18). Para
Giddens, el prejuicio alude a las opiniones o actitudes que tienen los miembros de un grupo respecto a
otro. Las ideas preconcebidas de una persona prejuiciosa pueden ser positivas o negativas. Con
frecuencia los prejuicios se basan en estereotipos, caracterizaciones fijas e inflexibles de un grupo de
personas, los estereotipos se aplican a los grupos alterizados (Giddens, 1991/2001: 324).

Los prejuicios están en estrecha relación con los estereotipos y las formas de clasificar con una
predisposición negativa colectivos y personas en el imaginario social. Mediante las ontologías sociales
damos forma específica a nuestra experiencia, catalogando la diversidad humana según modelos que

32
determinan la normalidad y las anomalías (Goicoechea, 2011:165). Los estereotipos son una versión
objetivada de un estado de las cosas según una selección arbitraria de ciertas características (se
seleccionarán y se ignorarán las diferencias de acuerdo según nuestras preconcepciones y etiquetas),
precisan el consenso de los agentes sociales y son impuestos a los grupos que quedan alterizados. Los
medios de comunicación de masas son grandes creadores y comunicadores de estereotipos). Allport
(1954) define los estereotipos como prejuicios que justifican nuestras actitudes y comportamientos que
no tienen nada que ver con la realidad (Goicoechea, 2011: 321, 327). El estereotipo es una creencia
exagerada que está asociada a una categoría, una imagen que funciona para justificar el rechazo y la
hostilidad hacia ciertos grupos (Calvo, 2003: 171). Prejuicios y estereotipos se realizan por medio de las
prácticas culturales y materializan una representación de la otredad.

La narrativa es una capacidad exclusivamente humana, la narración maneja el desplazamiento


temporal y espacial, la temporalidad lineal, circular, rítmica, la tematización y el género. La
intencionalidad comunicativa, la relación dialógica entre los que cuentan y los que escuchan. El
desarrollo de la escritura permitió otras formas de objetivar, difundir o incorporar. El discurso escrito
significa una forma de objetivación social de ideas, clasificaciones y representaciones. (Goicoechea,
2011: 291-292). Para Foucault el discurso es un sistema de conocimiento que determina los límites del
pensar, percibir, hablar o actuar, en un grupo determinado o en cierto momento histórico. (Lewellen,
2009).

5.2. La cuestión identitaria o ideología de la identidad


¿Quién es francés? El argelino nacionalizado y jubilado que vino a trabajar a Francia en los
cuarenta, no es tan francés, y su nieto que sólo viaja a Argel durante las vacaciones para visitar a su
familia, tampoco es tan francés; ni los hijos del nieto tal vez tampoco lo sean. Un francés es un francés.

La institución política principal de los últimos siglos en los países occidentales ha sido el estado
nación, actualmente, hay una reducción de sus funciones y un aumento del protagonismo del capital
transnacional y financiero. A pesar de este declive conceptual, la naturalización del término ahora sirve
para defender los valores culturales asociados a un territorio y otorga el crédito de ciudadanía, igual que
otras construcciones históricas sobre la identidad. La cuestión es que en este caso, la identidad debe

33
dialogar con los procesos migratorios y en esa ecuación un grupo de migrantes (el migrante pobre
original de país pobre) es considerado como un problema, una alteración, siguiendo lógicas de exclusión
y violencia (institucional, simbólica). Parece que prácticas y representaciones sociales de un grupo no
puedan ser nunca asumidas en parte o en todo por el grupo alterizado. Como si cada comunidad cultural
fuera genuina y no pudiera compartirse completamente con otra, una suerte de exclusividad cultural nos
define en esta comunidad imaginada. Este razonamiento sirve tanto para considerar que el inmigrante
siempre será inmigrante, por más tiempo o esfuerzos que éste haga para dejar de serlo. El grupo
alterizado pone en peligro este carácter genuino de fronteras imaginadas. (Rea, 2006; Stolke, 1999). El
Otro tiene que dejar de ser otro, pero al mismo tiempo nunca lo va a lograr del todo. Para llevar a cabo
estos procesos de construcción identitaria a través de la etnia o la cultura, se ignoran otras categorías,
vectores de diferenciación estructural de clase, generación, genero, educación cuando su importancia es
en mayor en cuanto a sociabilidad se refiere.

5.3. De Comunidad imaginada a exaltación de la diferencia


La idea de comunidad imaginada (europea) está construida generalmente desde el concepto de
estado nación, basado en la historia y en la legislación nacional (Stolke, 1995; Rea, 2006). Existe
aceptación popular de esa identidad incluyendo los derechos que otorga (derecho a moverme en el
territorio comunitario para un europeo, pero imposibilidad de permanencia o movimiento para un no
comunitario). A esa identidad europea se le añaden los valores de la identidad nacional, además de
europeo (con derechos) soy alemán, holandesa o francesa.
Esta identidad imaginada se refuerza con la presencia de extranjeros (no deseados) a los que
vemos como Otros. El alemán o la holandesa pueden desplazarse a España, para visitarlo, instalarse, o
buscar trabajo. El costarricense o la tunecina deberán primero superar las trabas burocráticas y después
podrán instalarse, trabajar, emprender, pero siempre serán Otros, no importa el grado de adaptación que
hayan conseguido y probablemente se encuentre en situación irregular durante un tiempo. Se requiere al
inmigrante un esfuerzo para mostrar su voluntad de formar parte de la sociedad del país de acogida,
asimilando los rasgos culturales. La tolerancia al otro pasa por la adopción de los valores propios
(adopción de lo ajeno y pérdida de valores propios).

34
5.4. ¿Cómo se construye el discurso xenófobo?
D’Ancona cita a Echevarría y Villareal (1995) para resaltar la coincidencia de estereotipos con
estructuras del discurso xenófobo. Estos autores consideran ingredientes de este tipo de discurso: la
diferencia de apariencia, cultura y conducta, la desviación de normas y valores, la competición por
recursos escasos, la amenaza y conducta. Cita también a Solé (2000) quien incluye como elementos que
estructuran los discursos xenófobos: la seguridad ciudadana, la identidad cultural y la dimensión
económica (D’Ancona, 2014).
Los discursos se construyen desde la legalidad del estado-nación y la jerarquización de las
culturas. Tres tipos de discursos (Pereda, 2008: 5-6; Pereda, Prada, Actis, 2001; 2005) la lógica
nacionalista, la lógica culturalista y la lógica igualitaria.
• Lógica nacionalista es la naturalización del estado-nación, apoyado en el concepto estado-
nación como fetiche. La pertenencia nacional se naturaliza, dando lugar a una realidad esencial,
que adscribe a la población a un estatus de ciudadanía, determinado por el lugar de nacimiento
(ius solis) y es incompatible con las migraciones internacionales. El extranjero para esta lógica es
el inmigrante pobre.

• Lógica culturalista está basada en la diferencia cultural, según dos supuestos: las culturas son
universos cerrados que no pueden ser modificados; existen limitaciones para ciertas culturas,
según una jerarquización, donde los externos son inferiores. En relación con la situación social,
esta ideología tendría tres discursos principales. El etnocentrismo localista, basado en el vínculo
con la tradición y el peligro de que ésta se corrompa por contacto con otras tradiciones. Se acepta
a los extraños sólo si hay asimilación cultural y negación a la ciudadanía de origen. La diferencia
es anomalía. El racismo obrero pertenece a las clases subordinadas que construyen la identidad
en torno a la “normalidad”. En este grupo las distancias de clase tienen menos importancia que
las que existen entre la mayoría normalizada y los grupos alterizados. La minoría es percibida
como un peligro que tratará siempre de imponerse en el grupo normalizado. Por estas razones,
para este discurso, la convivencia entre culturas “opuestas” es indeseable. El cosmopolitismo
etnocéntrico de las capas sociales ilustradas, sostiene que las diferencias aparecen en una
jerarquización de civilizaciones, donde estos mismos se sitúan en la cúspide de la civilización y
en el estrato más inferior los salvajes, los bárbaros. Los culturalistas son aquellos que consideran

35
que la cultura manda por encima de cualquier cosa y que causa –determina- el comportamiento
humano (Díaz de Rada, 2010: 125).

• Lógica igualitaria parte de la igualdad de los seres humanos. Hay varios discursos en esta
categoría el universalismo individualista considera que la meritocracia otorga éxito o fracaso,
siempre que haya igualdad de oportunidades, así el control de fronteras limita esta igualdad; el
igualitarismo paternalista considera que debe prevalecer la solidaridad entre humanos, la
relación con los extranjeros debe establecerse desde la igualdad, sitúa al inmigrante en el campo
de la marginación y es por tanto objeto de protección y ayuda; y el de la solidaridad
anticapitalista, este discurso sostiene que el actual sistema se rinde a la hegemonía de empresas
y gobiernos del Norte, que impulsan los nacionalismos y conflictos entre culturas.

5.5. El colectivo magrebí en estereotipos y discursos


López Sala se basa en su experiencia de investigación en Ciutat Vella, Mataró (1996 y 2001)
para analizar las reacciones populares hacia la inmigración magrebí. Habla de la función metonímica
que juega la imagen del moro en el discurso para referirse a otros inmigrantes, fundamentalmente
pakistaníes y a veces a otras nacionalidades no musulmanas. En Rocafonda el moro es un sujeto
marginal que deteriora el barrio con sus actitudes delincuentes, unida al de la misión religiosa de
reconquista del espacio. Los estereotipos negativos que pesan sobre los magrebíes no son
generalizaciones inductivas extraídas de la experiencia, sino que se trata de imágenes que circulan. Los
marroquíes cercanos (la vecina, el de la tienda) son excepciones a la regla, pero no es así para el
colectivo en general. (López Sala, 2004a: 442).

En el discurso sobre el inmigrante y sus condiciones de vida se hace abstracción del emigrado y
de sus condiciones sociales que han generado la emigración. Se ignora la historia de la emigración y la
trayectoria social y particular de cada emigrante. Se constituye una categoría abstracta del inmigrante.
Se asocia esta categoría a las instituciones para diagnosticar, analizar la serie de problemas sociales de
los inmigrantes: los inmigrantes y el paro, los inmigrantes y la vivienda, los inmigrantes y su inserción
social, los inmigrantes y la escuela (Sayad, 1999: 152).

36
capítulo 6 El papel de la política en la construcción del Otro

Los estados tienen un papel muy destacable en la conformación y delimitación de las


migraciones internacionales. Sayad considera que el acto de emigrar es fundamentalmente político. El
fenómeno migratorio se inscribe en el contexto colonial y esto condiciona una situación previa de
desventaja para el inmigrante. (Sayad, 1999, 105).

6.1. La inmigración en el discurso político


La representación de la otredad se materializa mediante prácticas culturales, un ejemplo es la
difusión de un discurso político que se legitima culturalmente. Las líneas fronterizas sirven para
controlar, catalogar y representar, a su vez la otredad del migrante, mediante los discursos políticos se
reproduce la práctica del control migratorio para referirse al colectivo de personas que traspasan
fronteras, de acuerdo a leyes que delimitan sociopolíticamente los estados nación. Se homogeneiza la
diferencia, se silencia la subjetividad de la otredad y se totaliza el imaginario inmigrante (Canela, 2016:
69-71). La inmigración se gestiona desde las instituciones políticas mediante legislaciones restrictivas,
impunitivas, pero que sobre todo generan alarma social: los inmigrantes ponen en peligro el Estado de
Bienestar y se cuestiona la capacidad del Estado para acoger a todo el mundo. El discurso sobre la
inmigración desde las instituciones políticas se basa fundamentalmente en su participación como
trabajadores (con papeles) que aportan beneficios a la economía española. La ley segmenta
administrativamente y construye normativamente al inmigrante (Izquierdo, 2008: 11-12).

Los discursos políticos y mediáticos se apoyan en la retórica del peligro, para representar a los
inmigrantes como un peligro para la estabilidad social y el orden público. Se les acusa de trabajar en
condiciones que violan la competencia o de aprovecharse de los beneficios del estado de bienestar. Se
aduce a una amenaza a la identidad europea originada con el encuentro de civilizaciones y se relaciona
la inmigración con la delincuencia. Naomi Klein3 habla de la estrategia de la doctrina del shock, ideada
por el economista Milton Friedman, consistente en “esperar a que se produzca una crisis de primer orden
o estado de shock, y luego vender al mejor postor los pedazos de la red estatal a los agentes privados

3
https://www.eldiario.es/zonacritica/crisis-excusa-doctrina-shock_6_181341879.html

37
mientras los ciudadanos aún se recuperan del trauma, para rápidamente lograr que las “reformas” sean
permanentes”.
La regularización de 1991 y la captura de pateras en costas mediterráneas, tras la imposición de
visados a los ciudadanos de Marruecos, se alimentó el falso discurso en los medios de comunicación de
la avalancha de inmigrantes hacia España. Este discurso fue fomentado por el ministerio del interior
que, bajo el amparo de la ley de Seguridad Ciudadana.
Tras los incidentes ocurridos en El Ejido, el ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, señaló que
“la inmigración es el problema número uno para la convivencia en España durante la próxima década.
Si ETA es un problema del siglo XX, la inmigración será la piedra angular de la convivencia”. El
problema de la inmigración pasaba de ser social a ser policial. (López Sala, 2004a: 27). En 2002 el
ministro del Interior, Mariano Rajoy en una comparecencia en el Senado declaró nueve de cada diez
nuevos reclusos preventivos en las cárceles españolas son extranjeros, el por entonces presidente del
Gobierno, José María Aznar acogió esta declaración. Esto significa que los altos cargos del gobierno
justificaban el aumento de la delincuencia con la situación del fenómeno migratorio.

Ser inmigrante significa la posibilidad de ser delincuente por una infracción administrativa y no
por una fechoría. El estado normativiza porque llama ilegal a personas extranjeras que no han
regularizado sus papeles. El término de “ilegales” unido a otros conceptos como “avalancha”, “crisis
migratoria”, “ola de inmigrantes” colaboran a enriquecer esta sensación de miedo y amenaza. la Ley de
Extranjería se ha modificado en diversas ocasiones para disuadir las entradas ilegales, aunque el
resultado ha sido mayor presencia de inmigrantes irregulares, antes que el cumplimiento de la
legislación. Se reforzaron las fronteras de Ceuta y Melilla y se instaló en el Estrecho y en Canarias un
sistema de vigilancia para detectar la presencia de pateras. En esta ocasión tampoco se consiguieron los
objetivos esperados, el 90% de los marroquíes que viven en España entraron de manera irregular. La
cuestión de la integración se dejó en manos de organizaciones no gubernamentales y se hizo caso omiso
a la interculturalidad (López Sala, 2004a: 27).

6.2. La percepción de la migración como problema


En Evolución del racismo, la xenofobia y otras formas conexas de intolerancia en España
D’Ancona y Vallés Martínez inician el texto con la afirmación que la presencia migratoria percibida,

38
antes que la real, es uno de los desencadenantes de la xenofobia. La evolución del rechazo a la
inmigración va pareja a la percepción de la presencia migratoria como excesiva y crítica con la
permisividad de la política migratoria (D’Ancona y Vallés, 2014: 19).

El colectivo magrebí con mayoría musulmana es un ejemplo de peligro para la identidad


europea. Códigos y prácticas se vuelven incompatibles con las libertades y costumbres europeas, se pone
en cuestión la utilización del hiyab en espacios públicos, la celebración de sus fiestas religiosas (Rea,
2006: 176). En algunos casos la administración se convierte en agente de regulación como en el caso de
la prohibición del uso de hiyab en escuelas públicas impidiendo el acceso a la educación de menores.
Los Otros deben asimilar la cultura europea para dejar de ser una amenaza. El tema de la inmigración ha
sido frecuentemente utilizado por los líderes políticos conservadores como arma electoral (vinculación
de la inmigración con las mafias y la delincuencia, insistencia en el “efecto llamada”, etc.). De esta
manera, sucesos como la persecución de inmigrantes en El Ejido encienden la alarma social. El 22 de
enero del 2000 un inmigrante palestino degolló a dos agricultores almerienses del Ejido. Diez días más
tarde, otro inmigrante, este magrebí, mató de una puñalada a una mujer en un mercado. Los vecinos
armados con barras de hierro y palo se levantaron en una vandálica lucha racista (López Sala, 2004a:
27). O el accidente de ecuatorianos en Lorca (2001) suscitaron intensos debates mediáticos y
académicos que también influyeron en la opinión pública (Pereda, Actis y Prada, 2005: 3).

6.3. Las encuestas de percepción


En el estudio de la opinión pública es destacable el análisis de los estados y corrientes de
opinión, para detectar demandas o impresiones colectivas que pueden responder a pautas y objetivos
para la intervención política. Resulta más simple medir las percepciones y actitudes hacia los
inmigrantes que realizar un atlas de la migración en España. Sondeos y barómetros sirven de guías para
la orientación de mensajes sobre inmigración e influyen en la acción política. Las políticas de
inmigración y de integración (de inmigrantes) se diseñan considerando las percepciones electorales
(Izquierdo, 2008: 64). Es una forma para conocer la distribución y evolución temporal de opiniones y
actitudes de los españoles hacia la población inmigrante El instrumento más habitual para este estudio
son las “encuestas de opinión y actitudes”.

39
En España se dispone de una serie de encuestas monográficas sobre inmigración y racismo
levantadas por el CIS desde 1990 a 2004, además de las elaboradas por otros centros o instituciones
como ASEP (o CIRES, 1991-2000) y CEMIRA y de diversas preguntas incluidas en los cuestionarios de
diversos eurobarómetros sobre racismo y xenofobia encargados por el Parlamento Europeo (López Sala,
2004a: 439). Análisis más detallados de estas respuestas en relación con otras variables
sociodemográficas tradicionales, han permitido obtener el perfil de quienes más tienden a tener esta
percepción de excesiva presencia inmigrante, lo que podría considerarse como el perfil sociológico del
racista. Aunque la composición de la población inmigrante es muy diversa, son los marroquíes los más
señalados como aquéllos con los que tiende a asociarse la figura del inmigrante, una identificación que
ha tendido a aumentar de un 41% en 1993 a un 76% en 2000. (López Sala, 2004a: 441).

Los principales grupos de inmigrantes4 en España son los procedentes de Marruecos, Ecuador y
Colombia. Los marroquíes son el principal grupo por la relación histórica y geopolítica, por otra parte,
las encuestas de opinión pública consideran que es el colectivo ante el que los españoles adoptan
actitudes más discriminatorias. (IOE, 2002:4). El 40% de los marroquíes se asentó en España antes de
1990, en cambio entre 2000 y 2001 apenas lo hizo un 8%. (IOE, 2002:11). Las encuestas a la población
autóctona5 muestran una jerarquía en la percepción a los diferentes grupos de extranjeros que coloca en
los últimos lugares a africanos y magrebíes. Sobre la percepción en el número de inmigrantes un 15%
consideró que había una sobrevaloración del tamaño de esta población, acompañado de un miedo a que
España pierda la identidad. Mientras el 70% considera que los extranjeros ocupan los puestos que
rechazan los españoles, el 60% piensa que quitan puestos de trabajo a los españoles. Estos estudios de
opinión muestran el respaldo de aproximadamente un 50% de la población a las decisiones tomadas por
el gobierno: la aceptación de la presencia de inmigrantes con empleo, si no se la quitan a los autóctonos,
pero se rechaza a los extranjeros desocupados. Por otra parte, consideran que los inmigrantes en
situación irregular no tienen los mismos derechos sociales que aquellos en situación regular. En cuanto a
los atributos negativos que dificultan la integración, se menciona la delincuencia para los

4
Según las cifras de residentes legales del Ministerio del Interior y de los trabajadores extranjeros afiliados a la
Seguridad Social del Ministerio de Trabajo
5
Por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), dependiente del gobierno central, y el Centro de
Investigación sobre la Realidad Social (CIRES), financiado por varias entidades bancarias.

40
latinoamericanos, las diferencias culturales para los polacos y la diferencia racial para los africanos y las
tres para los marroquíes (raza, cultura y delincuencia). Esta es la imagen del “moro” que se ha generado
a lo largo de los siglos en una relación conflictiva, este moro es el paradigma del extranjero “Otro”
(Pereda, Actis, Prada, 2001: 2-3).

Los sondeos del CIS incluyen preguntas sobre el fenómeno migratorio situándolo como una de
las preocupaciones de los españoles y tratando de valorar su aceptabilidad social, se evalúa la evolución
de actitudes frente a la inmigración y se pretende identificar factores que actúan en la manifestación de
la xenofobia (D’Ancona, 2005: 208). Este tipo de cuestionarios tienen la tendencia de homogeneizar la
percepción sobre los inmigrantes, se anula el sentido contextual de las respuestas. Se toma el riesgo de
considerar a los españoles como un conjunto homogéneo frente al otro grupo homogéneo, el de los
extranjeros (Pereda, Actis y Prada, 2005: 2).

Las preguntas utilizadas tienden a emparejar percepciones con problemas. El barómetro del CIS
del 2002 pregunta por la relación entre inmigración y seguridad ciudadana, condicionando la respuesta
por asumir un vínculo entre ambos fenómenos sin establecer la relación existente. El resultado fue de un
59% de encuestados que consideró que sí había relación entre ambos elementos. El barómetro del CIS
en los últimos años presenta la migración desde una perspectiva negativa cuando la pregunta planteada
trata de discernir si el incremento de inmigrantes es percibido o no como un problema importante para la
sociedad española, la pregunta está condicionada. En primer lugar, la cuestión del incremento no va
acompañada de ningún dato, se trata de un dato indefinido, sin precisar de cuánto se trata el tal aumento,
sin ponerlo en relación ni en el tiempo ni en el espacio; en segundo lugar, la percepción del problema de
la inmigración está inserto en la propia pregunta, no se sabe cuál es la percepción, ésta ya está definida
como negativa. Así, el terrorismo o el paro, que sí serían problemáticos están en el podio de las
preocupaciones junto al fenómeno migratorio. (D’Ancona, 2005: 210-212).

- “¿Hasta qué punto (mucho, bastante, poco o nada), le importaría a Ud. que sus hijos
compartieran en el colegio la misma clase con niños de familias inmigrantes extranjeras?”.

41
Se plantea la convivencia entre los hijos de los encuestados y los hijos de los inmigrantes extranjeros de
entrada situando dos grupos diferenciados que van a entrar en conflicto y la pregunta quiere saber cómo
de grave puede ser este encuentro (un choque de civilizaciones en la escuela).

- “Como Ud. Sabe, todos los países desarrollados reciben inmigrantes, ¿Cree Ud. que, en
términos generales, la inmigración es más bien positiva o más bien negativa para estos
países?”.

Decir que los países desarrollados reciben extranjeros es una afirmación generalizada para analizar una
cuestión específica: qué países desarrollados reciben estos extranjeros, en qué número, cuáles son las
características de estos extranjeros, Y añadir en la pregunta si es más bien positiva o negativa, es una
pregunta cerrada escondida, más claro sería decir está a favor o en contra de recibir en su país personas
extranjeras.

- “Y cree Ud. que en los próximos años el número de extranjeros en España…? (aumentará
mucho; aumentará algo.

Esta pregunta pretende que el encuestado haga valoraciones sobre el futuro, algo altamente presuntuoso,
cómo un español puede saber si la inmigración va aumentar mucho poco o regular. La pregunta parece
más bien expresar si desea usted que la inmigración continúe aumentando, se mantenga o desaparezca.

- “Pensando en los trabajadores extranjeros en España que proceden de países menos


desarrollados, dígame si está Ud. de acuerdo o en desacuerdo con la siguiente opinión: Los
inmigrantes procedentes de países menos desarrollados desempeñan trabajos que los
españoles no quieren hacer”.

Esta pregunta mantiene la consideración neoclásica (y de las administraciones del estado) según la cual,
los inmigrantes son simplemente mano de obra, son migrantes económicos, y su función útil sólo existe
si existe una franja en el mercado laboral que queda libre por tratarse de trabajos poco remunerados o

42
que no sean interesantes. Así nunca imaginaremos a un camerunés científico cuántico o a una hondureña
ingeniera aeronáutica.

En las preguntas se distorsiona la actitud del interrogado ya que se enjuicia a los inmigrantes en
su conjunto, o se pide opinión respecto de un agregado continental (los africanos son) o nacional (los
marroquíes son) sabiendo que estos grupos son internamente heterogéneos. Tampoco se tiene en
consideración la diferente repercusión que tendrá la inmigración sobre los encuestados, según donde
vivan o trabajen (Izquierdo, 20008: 68).

Prejuicios y estereotipos que intervienen en el discurso xenófobo están reflejados tanto en las
preguntas como en las opciones de respuesta, así no importa cuáles sean los resultados de la encuesta
porque en su diseño ya se incluye el rechazo al Otro. Se está favoreciendo la construcción del
estereotipo negativo hacia el colectivo alterizado en el propio diseño de la encuesta como extranjeros
inmigrantes. La contribución desde la política dirige la percepción hacia el estereotipo para construir un
discurso negativo sobre la inmigración, considerado como un problema que los españoles deben
afrontar.

43
Capítulo 7 El papel de los medios de comunicación en la construcción del Otro

7.1. El discurso magrebí desde los medios de comunicación de masas


Tanto la publicidad como los medios masivos de comunicación ejercen en la práctica a partir de
una asimetría fundamental entre unos emisores activos y poderosos, y unos receptores pasivos y
atomizados. Los medios de comunicación son responsables de la imagen estereotipada y negativa del
colectivo inmigrante (del extranjero pobre), cuando se condiciona el discurso a través de una selección y
tratamiento de las noticias convirtiendo crónicas de sucesos alarmistas en cuestiones de estado. Se
enfatiza en “problemas” expresados en términos de peligro: “el gran problema de la legalidad
administrativa”, “la amenaza de la invasión inmigrante”, “las oleadas migratorias”; “el problema de las
diferencias” (D’Ancona, 2005: 207-208). La cuestión de la inmigración y la inseguridad ciudadana no
sólo se presentan conjuntamente, como suponiendo una relación entre ambas, sino que además los
medios de comunicación han inducido la asunción de que ambos son problemas sociales. Estos medios
son protagonistas en este discurso xenófobo, cuando al interpretar datos y transmitir información
convierten en arquetípicos casos atípicos.

Es relevante la importancia de los medios de comunicación en las relaciones entre España y


Marruecos, por la importancia que les otorgan las elites a éstos y por su capacidad de influir en la
opinión pública, y configurar la forma en la que se percibe al vecino. Desde Rabat la queja es que la
prensa española está poco y mal informada sobre su país, reproduce estereotipos e imágenes
distorsionadas de Marruecos. Es destacable la forma en que se refieren las publicaciones españolas para
informar sobre sus vecinos marroquíes, en general para tratar asuntos conflictivos entre las relaciones, se
ignoran otros temas que servirían de nexo de unión como son las relaciones económicas, culturales y
sociales. Es destacable la importancia que han dado al fenómeno que se inició en el verano de 1992 con
la entrada de pateras6. La opinión pública ha identificado la entrada ilegal con la imagen de oleadas de
pateras (y su semejanza con la de invasión), cuando las cifras destacan que la mayor parte de entradas
clandestinas se producen por los aeropuertos (López Sala, 2004a: 66, 90).

6
Pequeñas embarcaciones utilizadas para la pesca y el trasporte marítimo a pequeña escala, convertidas en
instrumento para el tráfico ilegal de mercancías o inmigrantes (López Sala, 2004: 90, Atlas).

44
Los medios escritos especialmente proyectan imágenes genéricas de la inmigración que muy a
menudo concuerdan con el del inmigrante de origen marroquí, destacando rasgos negativos que los
sitúan en una escala de valores inferior, por su condición de ser fieles súbditos marroquíes (y contrarios
a los intereses españoles), fieles o fanáticos musulmanes, violentos, conflictivos y machistas, que
compiten por nuestros puestos de trabajo y son contrarios a la modernidad europea. El inmigrante es un
marroquí en la prensa española y representa la pobreza (de la que España huye) (López Sala, 2004a:
348). Existe una identificación del musulmán mediático con un sentimiento de comunidad, esto se
percibe cuando hay formas de protesta y acción contra el terrorismo especialmente. En el islam el
sentimiento de comunidad está consolidado por el concepto de umma7 reforzando los procesos de
identificación y la idea de comunidad en el imaginario social. (Téllez, 2011: 95).

7.2. Dos modelos de comunicación


Al inicio del texto se señaló que la historia de las civilizaciones es la historia de las emigraciones
humanas, pero desde los medios de comunicación situaciones sobre este fenómeno se convierten en
portada una y otra vez. Destacan dos modos de comunicar respecto al fenómeno migratorio: el discurso
alarmista y el discurso compasivo. No se trata que cada medio de comunicación adopte un modelo u
otro, sino que es una forma de comunicar y es posible encontrar en un mismo medio la forma alarmista
en unas noticias y la compasiva en otras. Los alarmistas manejan un vocabulario con un gran contenido
negativo, se invoca al miedo y a la amenaza. Las imágenes de invasión, delincuencia y terrorismo se
asocian en esta perspectiva con pequeñas embarcaciones atestadas de personas (físicamente diferentes a
los europeos por su aspecto físico, condición social, religión). Cuando la prensa repite una y otra vez
titulares en los que se dan cifras sobre la entrada de inmigrantes (ilegales) se produce esta imagen de
invasión y avalancha. (Calvo, 2003: 55). Para que la imagen de invasión funcione bien se suele referir en
estos casos, a datos sobre la llegada de pateras y otro tipo de embarcaciones, antes que las llegadas por
avión o por tierra que son las mayoritarias. La invasión se realiza por vía marítima, donde estos
“ilegales” son los “nuevos bárbaros”. A España llegan por vía marítima predominantemente personas de
origen subsahariano y magrebí, en los últimos años llegan de otros orígenes no africanos (Siria, Yemen).

7
Todo musulmán participa de la umma, la comunidad de todos los musulmanes vivos entregados a su
confesión religiosa (Eickelman, 2002: 360)

45
El escenario más repetido en la prensa española se refiere al periplo migratorio dificultado por la
legislación europea y española, se habla de llegada de pateras al litoral peninsular o al archipiélago
canario, otras veces se muestra la llegada en los bajos de camiones o contenedores. Se habla de las
mafias, de la contratación ilegal y abusiva de empresarios sin escrúpulos. (López García, 2004a:439).

A continuación, algunos ejemplos de titulares de la prensa alarmista que incluyen la palabra


avalancha o invasión para relacionarla con extranjeros entrando en territorio europeo, con diferentes
niveles de dramatismo; o donde se asume la relación entre inmigración con terrorismo o delincuencia; o
donde se refiere la nacionalidad del responsable de hechos delictivos:

- España afronta una avalancha de inmigrantes por el efecto llamada (ABC, 17/06/2018). 8
- Avalanchas y peleas en el nuevo paso fronterizo de los porteadores de Ceuta (El País,
24/03/2017).9
- Dos avalanchas de inmigrantes logran cruzar las fronteras de Ceuta y Melilla (17/10/2013).10
- 500 inmigrantes protagonizan el cuarto salto masivo de la valla de Melilla en siete días (El
País, 05/10/2005). 11
- La avalancha de inmigrantes en pateras duplica en un fin de semana los 629 acogidos del
“Aquarius” (El Español, 18/06/2018). 12
- Frontex alerta del incremento de la ruta migratoria hacia España en 2018 (El Mundo,
20/02/2018). 13
- Casi 2.300 inmigrantes llegan a la costa andaluza los dos meses de 2018, un 80,7% más que
en 2017 (El Mundo, 03/03/2018).14
- El triple de inmigrantes en patera por la frontera sur (ABC, 26/02/2018). 15

8
https://www.kioskoymas.com/titulares/detalle/espaaa_afronta_una_avalancha_de_inmigrantes_por_el_efecto_lla
mada/P/1848151815/20180617
9
https://politica.elpais.com/politica/2017/03/21/actualidad/1490091092_494701.html
10
https://politica.elpais.com/politica/2013/09/17/actualidad/1379402066_665245.html
11
https://elpais.com/elpais/2005/10/05/actualidad/1128500217_850215.html
12
https://www.elespanol.com/espana/20180617/avalancha-inmigrantes-pateras-duplica-semana-acogidos-
aquarius/315719002_0.html
13
http://www.elmundo.es/espana/2018/02/20/5a8c14d1ca4741011e8b4625.html
14
http://www.elmundo.es/andalucia/2018/03/03/5a9a7b3cca47413b438b466a.html
15
http://www.elmundo.es/andalucia/2018/02/26/5a94569946163fe21f8b45aa.html

46
- Zoido: “Al frenarse la emigración, impedimos que las rutas se usen para que lleguen los
yihadistas a la UE” (El Mundo, 12/02/2018).16
- Eurovisión se pone seria con la inmigración y el terrorismo (El Mundo, 12/05/2018). 17
- Detenido un marroquí por provocar un incendio al grito de “Alá es Grande” (El Mundo:
03/12/2015).18
- Un marroquí apuñala indiscriminadamente a once personas en un supermercado de Ibiza
(ABC, 23/02/2011).19

El otro discurso tiene una aproximación más benévola con el colectivo inmigrante. En el caso
“compasivo”, el inmigrante deja de ser culpable para convertirse en víctima, se utilizan expresiones
como el “drama de la migración”. En algunas ocasiones se trata de foros de denuncia en el que se
presenta la violación de derechos humanos que afectan a este colectivo o se trata de dar cifras más
objetivas o desde otro enfoque más benévolo.

- Cinco ideas falsas sobre la inmigración en España (El País, 16/05/2002). 20


- Las migraciones vuelven a un ministerio: ¿giro hacia lo social o simple cosmética? (Público,
08/06/2018).21
- La chapuza migratoria de la UE: la compra de fronteras estimula a las mafias del sur
(Público, 19/06/20018). 22
- Salvamento cortó por la noche el rastreo de pateras en peligro: ¿lo harían si fuesen
franceses?” (El diario, 16/01/2017).23
- La cara oculta de la migración de las mujeres. (Público, 21/05/2018).24

16
http://www.abc.es/espana/abci-zoido-frenarse-emigracion-impedimos-rutas-usen-para-lleguen-yihadistas-
201802121530_noticia.html
17
http://www.elmundo.es/television/2018/05/12/5af5f0f3268e3ec52b8b46a2.html
18
http://www.elmundo.es/andalucia/2015/12/03/5660240b22601db45f8b45aa.html
19
http://www.abc.es/20110223/sociedad/rc-marroqui-apunala-indiscriminadamente-once-201102231340.html
20
https://elpais.com/diario/2002/05/16/opinion/1021500008_850215.html
21
http://www.publico.es/politica/migraciones-vuelven-ministerio-giro-social-simple-cosmetica.html
22
http://www.publico.es/sociedad/migracion-chapuza-migratoria-ue-compra-fronteras-estimula-mafias-sur.html
23
https://www.eldiario.es/desalambre/Salvamento-busqueda-pateras-naufragadas-franceses_0_602289936.html
24
http://www.publico.es/sociedad/inmigracion-cara-oculta-migracion-mujeres.html

47
- Si eres inmigrante y mujer magrebí vas a tener complicado alquilar un piso en Euskadi (El
diario, 19/02/2018). 25
- Los migrantes rescatados por el Aquarius, tras su primera noche en tierra firme: “Estamos
felices. Gracias, España” (El diario, 18/06/2018).26
- Los países europeos están violando los valores y los acuerdos internacionales de salvamento
(El diario, 15/06/2018). 27
- El discurso ultra de Italia no se sostiene: las llegadas de migrantes han caído un 75% en un
año (El diario, 12/06/2018).28

25
https://www.eldiario.es/norte/euskadi/inmigrante-magrebi-complicado-alquilar-Euskadi_0_741926456.html
26
https://www.eldiario.es/desalambre/rescatados-Aquarius-Gracias-Espana-acogernos_0_783571842.html
27
https://www.eldiario.es/desalambre/entrevista-Emma-Bonino_0_782172107.html
28
https://www.eldiario.es/desalambre/Llegadas_0_781472911.html

48
Capítulo 8 Dinámicas de exclusión social en el colectivo inmigrante magrebí

Sayad recuerda que toda emigración supone una ruptura con un territorio, con su población, su
orden social, económico y político, su orden cultural y moral. En estos marcos en los que se asegura la
cohesión social. (Sayad, 1999: 74)
Tu es un étranger en pays étranger
Le racisme, ça a toujours existé, mais il existe pas quand nou sommes entre nous
Tu découvre qu’il y a toujours une barrière.
Ils ont jamais vu un chef d’équipe kabyle, un Algérien, un Arabe comme chef.
Sayad (1999: 43)

8.1. Segregación y autosegregación


La segregación es una de las formas de discriminación, se produce en aquellos colectivos que
quedan al margen de ciertos grupos, ámbitos de poder y socialidad (Goicoechea, 2011: 434). La
discriminación es la conducta real que se tiene contra grupos o individuos y se aprecian en prácticas y
discursos que privan, entorpecen de las oportunidades que la sociedad ofrece. El prejuicio es con
frecuencia la base de la discriminación La exclusión social alude a las prácticas que apartan a ciertos
individuos de una completa participación en la sociedad (Giddens, 1991/2001: 324, 415).

Las personas son discriminadas por adscripción a ciertos grupos marcados por la diferencia, este
proceso se organiza entre dos polos asimétricos: el grupo activo discriminante (porque son los que
estructuran las diferencias) y el polo pasivo dominado discriminado. Esta dinámica implica un tipo de
práctica de poder que se traduce en un estatus de inferioridad en las víctimas discriminadas. Las
diferencias identificadas para etiquetar al grupo discriminado no son las que producen desigualdad sino
los mecanismos de exclusión asociados a estas diferencias. En el caso de la inmigración, la nacionalidad
produce los dos grupos el de autóctono, grupo activo y el de extranjero el grupo pasivo. Producto de la
exclusión son las barreras jurídicas de la política de inmigración, los prejuicios ideológicos de la opinión
pública y la discriminación institucional. El principio de soberanía del estado nación tiene el poder de
gestionar y controlar las fronteras y adoptar las políticas de inserción para asegurar el cumplimiento de
pautas y normas vigentes que se consideren pertinentes para la convivencia (económica) del grupo

49
discriminado. La exclusión Política responde a la falta de derechos a no ser que se renuncie a la propia
nacionalidad y se adopte la española (Pereda, Prada, Actis, 2005: 18-20). El inmigrante está excluido del
derecho político, porque es extranjero al orden nacional en el que reside, esta exclusión se apoya en la
cualidad provisional de su estancia. No es sujeto de derecho porque su participación activa en la arena
política no existe (Sayad, 1999: 190).

8.2. Discriminaciones
Según el estudio de Pereda, Actis y Prada (2002) sobre discriminaciones a minorías étnicas, se
identifican mayores niveles de discriminación en el acceso a la vivienda y, en segundo lugar, el acceso
al mercado laboral, en estos casos marroquíes y gitanos son los grupos más discriminados. A
continuación, siguen, el acceso a lugares de ocio, el acoso o maltrato en el ámbito laboral o por parte de
vecinos. En términos generales, las dinámicas de discriminación se reproducen en espacios relacionados
con la vivienda, el trabajo y la convivencia vecinal. (Actis, Pereda, Prada, 2002: 36-37).
Las diferencias entre las personas no son las que producen desigualdad sino los mecanismos de
exclusión asociados a esas diferencias. A las diferencias de nacionalidad (que crean la distinción entre
autóctono e inmigrante) se suelen superponer las diferencias de clase: como inmigrantes del Tercer
Mundo padecen y/o se enfrentan a las barreras jurídicas de la política de inmigración española y a los
prejuicios ideológicos de la opinión pública con respecto a las personas de otras etnias, culturas y
procedencias, encuentran grandes limitaciones de acceso al mercado laboral en el que su currículo
profesional es a menudo minusvalorado. La discriminación de los “inmigrantes” supone, en primer
lugar, resaltar lo “diferente” de dicho colectivo en relación al polo discriminante (los autóctonos)
(Pereda, Actis, Prada, 2001:4-5). La discriminación de los inmigrantes se apoya en la soberanía del
estado-nación que tiene poder para controlar las fronteras (deben entrar sólo los elegidos) y para adoptar
aquellas políticas de asimilación que sean más eficaces para asegurar su integración en las pautas y
normas vigentes en España. La cuestión es por qué tales diferencias dan lugar en algunas circunstancias
a procesos discriminatorios, es decir, son vividas en confrontación y desde una relación de poder entre
las partes, no son las diferencias las que están en el origen de la discriminación sino, más bien, al revés:
las relaciones preexistentes de poder y desigualdad son las que desencadenan un clima de confrontación
que utiliza las diferencias como excusa o coartada para ejercer el dominio. Tales desigualdades, a su

50
vez, se suelen mover en un doble plano, material y/o simbólico, que se refuerzan mutuamente y dan
lugar a las actitudes y prácticas discriminatorias (directas o indirectas).

La integración debe orientarse en lo posible a fomentar una sociedad inclusiva en la que todos
sus integrantes contribuyan a construirla en igualdad de oportunidades en un proceso bidireccional, entre
la población autóctona y la extranjera. (López Sala, 2007: 50). Este proceso debe garantizar una
equiparación de derechos y deberes en participación activa. Se apela al principio de interculturalidad,
como mecanismo de interacción entre las personas de distintos orígenes y culturas, dentro de la
valoración y el respeto de la diversidad cultural. Este principio exige reconocer y respetar las
diferencias, busca el diálogo crítico, la interrelación y la interacción entre personas de diferentes
culturas. (López Sala, 2007: 54).

8.3. Estereotipos, discursos y prácticas en relación con dinámicas de discriminación y exclusión


social
Hay un doble efecto discriminatorio para la mayoría de inmigrantes extra comunitarios. Por un
lado, no existe una política activa de admisiones que facilite la contratación regular desde el momento
de llegada. Esta situación incrementa el empleo sumergido, ausencia de derechos laborales y abusos en
la contratación y condiciones de trabajo. Por otro lado, se estableció desde 1993 un cupo limitado de
empleos, normalmente precarios, en función de la necesidad de mano de obra nacional. Esta situación da
lugar a un nicho laboral segregado, al que acceden por necesidad más que por elección y que dificulta la
movilidad social (Pereda, 2008: 3). En la actualidad el flujo marroquí es el colectivo con mayor tasa de
crecimiento y con una ampliación más extensa en la geografía española. Hay un carácter itinerante,
inestable y frecuentemente irregular en los empleos que ocupa el colectivo magrebí que influye en su
segregación y exclusión social. (Gonzálvez Pérez, 1997: 7).
La exclusión (o integración) de un inmigrante tiene un contenido principalmente sociocultural.
El extranjero denota desapego, distancia, diferencia, su conducta genera desconfianza. En el discurso
etno-nacionalista es el que no pertenece al estado nación. La discriminación que se opera desde el estado
viene delimitada por la jurisdicción de quiénes son ciudadanos o súbditos y quiénes no lo son
(Izquierdo, 2002: 15).

51
8.4. Inmigración y delincuencia: El inmigrante que representa a su grupo
Es común el estereotipo en el imaginario xenófobo hacia los inmigrantes, la creencia que
relaciona el crecimiento de población extranjera en el territorio español y la inseguridad ciudadana. El
prejuicio se basa en un mecanismo de generalización en el que un hecho delictivo es atribuido a todo un
colectivo. Este tipo de prácticas es muy común en algunos medios de comunicación que recrean
ambientes de sospecha, miedo, confusión y distanciamiento hacia los inmigrantes. (Calvo, 2003: 50).

El 58% de la población española, según la encuesta del CIS de mayo de 2003, considera que hay
una relación entre la inmigración y la inseguridad ciudadana, cuando la inmigración se situaba como el
tercero de los problemas que afectan a los españoles. Este dato contrasta con el 43,9% de población que
considera positiva la entrada de inmigrantes al país. Cuando son preguntados por las causas de la
delincuencia no se alude a la inmigración, sino al consumo de drogas, las desigualdades sociales y las
penas impuestas blandas. El estudio de la situación española realizado en Estados Unidos29, muestra una
visión criminalizada de los residentes ilegales en territorio español como consecuencia de la focalización
que las leyes de inmigración españolas hacen en definir los niveles de inclusión/ exclusión social y
económica, lo que determinaría la marginalización y el desarrollo de una economía subterránea entre los
inmigrantes “sin papeles”. Calavita, autora del estudio, considera que en las leyes de extranjería
españolas los conceptos de inmigración ilegal y comportamiento criminal o desviado se superponen. En
conclusión, la incidencia en las tasas de delincuencia estaría determinada por razones estructurales
(género, edad de los inmigrantes; situaciones de exclusión, reducción de derechos) que por una especial
tendencia a delinquir de este colectivo. Entre los factores que contribuyen al aumento de extranjeros
detenidos por una infracción penal cabe destacar la constante obstaculización que la Ley de Extranjería
supone para la reinserción social de este colectivo tras el cumplimiento de una condena privativa de
libertad en España (López Sala, 2004a: 447-448). Sobre la situación de la comunidad extranjera
residente en España y el delito, destacan los análisis sobre la presencia de extranjeros entre las
estadísticas oficiales de población, entre la población reclusa y detenciones policiales. La población
reclusa en España hasta el año 2001 ha aumentado, en este incremento el 85,3% son extranjero y el

29
Calavita K. A Reserve Army of Delinquents: The Criminalization and Economic Punishment of Immigrants in
Spain.Punishment & Society, October 2003.

52
14,7% restante españoles. En el total de población reclusa el 76,7% son españoles y un 23,3%
extranjeros, de los cuales el 6,8% del total son de origen marroquí. Respecto al número de detenciones el
número ha incrementado para los extranjeros. Estos datos indican una tendencia al aumento del delito
entre residentes extranjeros (López Sala, 2004a: 446).

53
Capítulo 9 Conclusiones

Me encontré con Hussein el otro día, sabía que aprovechando su experiencia trabajando
la tierra con su padre en el pueblo, decidió aprender jardinería. Hoy vive en Lleida tiene un
contrato desde hace dos años, comparte piso con una familia marroquí, incluso consiguió
“papeles” y fue a visitar a su familia, que hacía cuatro años que no habían visto. Aunque alguna
vez en el metro la señora de al lado agarre el bolso con fuerza, o una pareja cruce de acera al
verlo acercarse o insistan en hablarle en castellano y despacio, … Hussein dice que es feliz y
que no le importa, que esa gente no sabe nada y que tiene sus amigos con los que se lleva bien y
le tratan como a un igual.

Como Hussein, los magrebíes en España serán siempre inmigrantes, y sus hijos también. Su
aspecto, sus prácticas, sus creencias los identificarán siempre con las del extranjero, el otro, el diferente,
nunca llegará a ser bastante ciudadano español.
Las migraciones transnacionales son un fenómeno del mundo globalizado que se producen en un
marco de desigualdades y poderes jerarquizados donde la movilidad no se disfruta con las mismas
garantías y derechos por todas las personas. Sus principales actores sociales, los migrantes, mantienen
vínculos con el país de procedencia mientras crean arraigos en el país de acogida. El estudio migratorio
no puede centrarse sólo en lo que sucede en los países receptores, debe considerarse un enfoque más
amplio que incluya al emigrante y al inmigrado en los mismos términos.
El inmigrante es el paradigma del otro en las sociedades industrializadas. No todos los
extranjeros serán inmigrantes, nos referimos a este colectivo cuando se trata de personas pobres que
provienen de un país pobre, se desplazan de la periferia capitalista a los centros de poder económico y
político. En España, el magrebí es el prototipo de inmigrante. Su alterización se produce a través de
mecanismos identitarios ordenadores de las relaciones sociales en un ejercicio de afinidad y semejanza.
La identidad nacional se basa en la naturalización de pertenencia a un territorio determinado. El
territorio al que quede vinculado el grupo afín, es dinámico, puede ser la “comunidad imaginada”
europea (de Rea y Stolke) o el estado nación, uno u otro harán de los inmigrantes magrebíes eternos
extranjeros, a pesar de que se nacionalicen. En el caso magrebí, estas clasificaciones identitarias
funcionan bien mediante la (falsa) dicotomía Oriente/Occidente, una construcción simbólica y

54
etnocéntrica que produce rechazo o resulta exótica, pero que es alterización, al fin y al cabo. Es un tipo
de discurso culturalista y etnocéntrico que produce una forma de razonamiento traducido en la
incompatibilidad de convivencia entre unos y otros, basado en el choque de valores democráticos
(occidentales) y el fanatismo religioso (oriental).
Toda la sociedad participa en la construcción de prejuicios, estereotipos, imágenes y discursos.
En esta construcción, es clave la importancia y protagonismo de instituciones políticas y medios de
comunicación de masas por su producción y difusión de valores negativos hacia el colectivo migrante.
Cuando ambos tienen la capacidad de todo lo contrario: garantizar los derechos de los ciudadanos y
fomentar la interculturalidad en las sociedades. Para la política, la inmigración es ante todo un arma
electoral. Las fronteras controlan, catalogan y condicionan la otredad del inmigrante, los discursos
políticos se apoyan en legislaciones restrictivas e impunitivas que delimitan el espacio de movilidad y
hacen del magrebí un sin papeles en la mayoría de casos, o un inmigrante para toda la vida. Desde el
estado nación, además se legislan las prácticas y costumbres de los alterizados. En el caso magrebí, la
laicidad sirve de excusa para determinar la posibilidad de cubrirse la cabeza en un espacio público o de
cumplir con las prácticas religiosas. Además de las acciones que lleva a cabo el estado nación diseñadas
para gestionar y controlar la migración, las encuestas de opinión, que en principio tratan de analizar
opiniones y actitudes hacia los colectivos extranjeros, reflejan en su diseño prejuicios y estereotipos,
condicionando las respuestas, y en consecuencia generando estructuras de pensamiento donde los
inmigrantes no son sólo los otros, sino que además son un problema para los españoles. Los medios de
comunicación de masas, por otra parte, son responsables por su recreación en estereotipos y prejuicios, a
través de discursos en los que se destacan las noticias negativas, se utiliza un lenguaje basado en la
amenaza y el medio o se fomentan imágenes como el de la invasión. Delincuencia y terrorismo, no son
solamente relacionados con el colectivo inmigrante magrebí, sino que además toda la comunidad
magrebí está incluida en esta asociación, en una especie de contagio por afinidad identitaria. Las
diferencias entre las personas no son las que producen desigualdad, sino los mecanismos de exclusión
asociados a las diferencias. Las dinámicas de exclusión son a menudo una consecuencia de discursos,
prácticas y valores estructurados en nuestro habitus. Pero principalmente, son las situaciones de
irregularidad administrativa, el desempleo, la exclusión jurídica y la marginación laboral las que resultan
en dinámicas de exclusión y que son responsabilidad de las instituciones políticas.
El Otro tiene que dejar de ser otro, pero al mismo tiempo nunca lo va a lograr del todo.

55
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