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Relajación 10 min.

(Sin pausas)

Comienza respirando profundamente unas pocas veces, inhalando por la nariz y exhalando por la
boca. Concéntrate en el deseo de cultivar bienestar más profundo para tranquilizar el cuerpo y la
mente. Trata de respirar sin obstáculos, lenta y profundamente. Relaja tu cuerpo, silenciando el
habla, así como las conversaciones internas, desacelerando el flujo de pensamientos, liberando
preocupaciones, temores sobre el pasado y el futuro. Permite que tu consciencia descanse en este
momento presente, relajado y abierto, naturalmente consciente.

La clave de esta relajación radica en exhalar. En cada exhalación, relájate y déjala ir. Permite que la
respiración fluya sin esfuerzo y de forma natural. Al inhalar y exhalar a nuestro ritmo natural
liberamos cualquier tensión y dejamos que nuestro cuerpo y nuestra mente descansen en su estado
natural. En cada respiración deja que tu cuerpo se relaje y libere tensión.

Ahora entraremos en las diferentes partes del cuerpo, comenzando por la frente, trata de relajar
los músculos como si se estuvieran aflojando, derritiéndose, del mismo modo relaja los músculos
de la mandíbula y de la cara. Se consciente de tus hombros, trata de relajarlos. Comienza a sentir y
a relajar los brazos hasta los dedos y pasa unos momentos disfrutando de esta sensación de
relajación. Relaja tu pecho también, para esto puedes respirar un poco más profundo y ubicar las
sensaciones en tu pecho y luego mientras dejas salir el aire, relaja el pecho. Presta atención también
a tu abdomen e intenta relajarlo, relaja tus costillas, relaja tu espalda, relaja todos los músculos de
tu espalda, lleva tu consciencia a tu columna vertebral y observa cada vértebra, una por una. Relaja
profundamente tus caderas y nalgas.

Relajamos los muslos. Empieza por el izquierdo, liberando los músculos muy lentamente con cada
exhalación, soltándolos más y más.

Bajemos por la pierna izquierda y luego relajemos el pie izquierdo y los dedos del pie izquierdo.

Vamos a enfocarnos en la pierna derecha y relaja el muslo derecho. Relajando los músculos, relaja
el pie derecho y los dedos del pie derecho.

Por unos momentos, simplemente disfruta de la comodidad esta relajación. Trata de no dejar que
la mente se duerma para que puedas disfrutar plenamente de esta relajación. Esta práctica permite
que el cuerpo y la mente encuentren su equilibrio desde sus raíces, desde su propia fuente.

Y ahora trata de tomar consciencia de las sensaciones táctiles de la superficie de tu cuerpo. Este es
el enfoque que deberíamos tener a partir de ahora. Estas sensaciones táctiles en la superficie del
cuerpo pueden sentirse como pequeñas sensaciones de hormigueo, o tu consciencia puede
aumentar lo suficiente como para sentir el contacto del aire sobre la piel. Sólo date cuenta de estas
sensaciones en la superficie del cuerpo.

Vamos a movernos lentamente, empezando por los pies, los dedos de los pies, las manos, y los
dedos, mueve los brazos suavemente a tu propio ritmo. Permite que el cuerpo te oriente a través
de su ritmo natural y gradualmente terminaremos esta práctica, abriendo tus ojos suavemente,
pestañando poco a poco. Finalmente puedes acostarte en postura fetal.

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